Cuando el señor Otis, ministro de Estados Unidos, adquirió el castillo de
canterville, todo el mundo le dijo que cometía un grave error pues aquelcastillo estaba embrujado. Incluso el señor canterville se lo advirtió cuando trataron las condisiones de compra- venta.—Mi familia y yo –dijo el señor canterville-- nos hemos negado a vivir allí.