Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
ec.aciprensa.com/wiki/Apocatástasis
San Germán de Constantinopla, que escribió en el siglo VIII, fue tan lejos como para decir que
aquellos que sostuvieren que los demonios y los réprobos algún día serían liberados habían
osado “infundir a la más pura y sana primavera de sus escritos (de Gregorio) el veneno negro
y peligroso del error de Orígenes, y atribuir astutamente esta herejía absurda a un hombre
famoso tanto por sus virtudes como por su erudición” (citado por Focio, Bibl. Cod., 223; P.G.
CIII, col. 1105). Tillemont, "Mémoires pour l'histoire ecclésiastique" (París, 1703), IX, pág. 602,
2/5
se inclina por la opinión de que San Germán se basaba en buenas razones. Empero,
debemos aceptar, con Bardenhewer loc.cit.) que la explicación ofrecida por San Germán de
Constantinopla no se sostiene. Este era, también, el parecer de Petavio, “Theolog. Dogmat”.
(Amberes, 1700), III, “De Angelis”, 109-111.
De hecho, la doctrina de la apokatastasis no es sólo propia de San Gregorio de Nisa, sino que
está tomada de Orígenes, quien a veces parece renuente en tomar decisiones respecto al
asunto de la eternidad del castigo. Tixeront ha dicho bien que Orígenes, en su “De principiis”
(I.6.3), no se atreve a asegurar que todos los ángeles malos retornarán a Dios tarde o
temprano (P.G., XI, col. 168, 169); mientras que en su “Comment. in Rom.”, VIII, 9 (P.G., XIV,
col. 1185), declara que Lucifer, a diferencia de los judíos, no se convertirá, ni siquiera al final
de los tiempos. Por otra parte, en otros pasajes, y como regla, Orígenes enseña la
apokatastasis, la restauración final de todas las criaturas inteligentes a la amistad con Dios.
Tixeront escribe al respecto: “No todos disfrutarán de la misma felicidad, pues en la casa del
Padre hay muchas moradas, pero todos podrán alcanzarla. Si la Escritura a veces parece
hablar del castigo de los malvados como eterno, esto es para aterrorizar a los pecadores, para
que vuelvan a la senda correcta, y siempre es posible, con atención, descubrir el verdadero
significado de estos textos. Sin embargo, siempre se debe aceptar como principio que Dios no
castiga sino para corregir, y que la única finalidad de su mayor ira es el mejoramiento de los
culpables. Así como el médico emplea el fuego y el acero en ciertas enfermedades
profundamente arraigadas, así Dios usa el fuego del infierno para curar al pecador
impenitente. Por lo tanto, todas las almas, todos los seres impenitentes que se han
descarriado serán restaurados, tarde o temprano, a la amistad con Dios. La evolución será
larga, en algunos casos incalculablemente larga, pero llegará el momento en que Dios será
todo en todos. El último enemigo, la muerte, será destruido, el cuerpo se hará espiritual, el
mundo de la materia se transformará, y en el universo sólo habrá paz y unidad” (Tixeront,
Histoire des dogmes, (París, 1905), I, 304, 305). El texto palmario de Orígenes debería ser
referido a “De principiis”, III, 6,6; (P.G. XI, col. 338-340). Para las enseñanzas de Orígenes y
los pasajes en donde se expresa, consultar a Huet, “Origeniana”, II, qu. 11, n. 16 (publicado
nuevamente en P.G., XVII, col. 1023-26); y Petavio, “Theol.dogmat., De Angelis”, 107-109;
también Harnack (Dogmengeschichte” (Friburgo, 1894), I 645-646), quien conecta las
enseñanzas de Orígenes en este punto con las de Clemente de Alejandría.
Tixeront también escribe muy acertadamente sobre este tema: “Clemente admite que las
almas pecadoras sean santificadas después de la muerte por un fuego espiritual, y que los
malvados, del mismo modo, sean castigados por el fuego. ¿Será eterno su castigo? No
parecería así. En la Stromata, VII, 2 (P.G., IX, col. 416), el castigo al que se refiere Clemente,
y que sigue al juicio final, obliga a los malvados al arrepentimiento. En el capítulo XVI (col.
541) el autor establece el principio de que Dios no castiga, sino que corrige; es decir que
todos los castigos de su parte son reparadores. Si se supone que Orígenes partió desde este
principio para llegar a la apokatastasis ---así como San Gregorio de Nisa--- es
extremadamente probable que Clemente de Alejandría lo entendiera en el mismo sentido”
(Histoire des dogmes, I, 277). Empero, Orígenes no parece haber considerado la doctrina de
3/5
la apokatastasis como una destinada para ser predicada a todos, al ser suficiente, para la
generalidad de los fieles, conocer que los pecadores serán castigados. (Contra Celsum, IV, 26
en P.G., XI, col.1332).
Entonces, Orígenes y Clemente de Alejandría fueron los primeros en enseñar la doctrina, que
ejerció influencia en su cristianismo debido al platonismo, tal como Petavio nos lo ha
expresado claramente (Theol. dogmat. De Angelis,106), siguiendo a San Agustín “De civitate
Dei”, XXI, 13. Comparar con Janet, “La philosophie de Platon” (París, 1869), I, 603. Además,
es evidente que la doctrina abarca un esquema puramente natural de justicia divina y de
redención. (Platón, República, X, 614b.)
Sin embargo, estaba destinada a ser revivida en las obras de algunos escritores eclesiásticos.
Sería interesante verificar la afirmación de Köstlin y Bardenhewer de que debe ser rastreada a
Bar Sudaili, de Dionisio el Areopagita, Máximo el Confesor, Escoto Eriúgena y Amalrico de
Bena. Reaparece en la Reforma en los escritos de Denk (m. 1527), y Harnack no ha dudado
en afirmar que casi todos los reformadores eran apocatastasistas de corazón, y que explica
su aversión a la enseñanza tradicional en relación con los sacramentos (Dogmengeschichte,
III, 661). La doctrina de la apokatastasis considerada como creencia en la salvación universal
se puede encontrar entre los anabaptistas, los Hermanos Moravios, los cristadelfianos, entre
los protestantes racionalistas y finalmente entre los universalistas profesos. También la han
sostenido algunos protestantes filosóficos como Schleiermacher, y unos pocos teólogos, por
ejemplo, Farrar en Inglaterra, Eckstein y Pfister en Alemania y Matter en Francia. Consulte a
Köstlin, art. Cit., y Grétillut, “Exposé de théologie systématique” (París, 1890), IV, 603.
Fuente: Batiffol, Pierre. "Apocatastasis." The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert
Appleton Company, 1907. 4 Jul. 2016 <http://www.newadvent.org/cathen/01599a.htm>.
5/5