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Técnicas cognitivas: AUTOCONTROL

por Blogdepsicologia | Jun 10, 2015 | Técnicas cognitivas de tratamiento. | 0 Comentarios

Cuando la dieta no es suficiente, técnicas complementarias para dejar de


fumar, etc.
1. Introducción
La aportación fundamental en el enfoque del autocontrol es el pasar desde una concepción
relativamente pasiva del sujeto (que recibía los tratamientos) a una activa (en la que el sujeto
se involucra y produce su mejora). Naturalmente, esto es muy relativo porque el sujeto en
técnicas como la D.S. (Desensibilización automática) o las exposiciones no tiene más remedio
que aprender procedimientos (relajación) y exponerse activamente. No obstante, en los
procedimientos de autocontrol se recalca más la posición activa, la autorregulación de la terapia
(el paciente va decidiendo cuándo es el momento de dar un paso adelante o hacia atrás…) y la
responsabilidad en la misma (el paciente más que el terapeuta es responsable de la curación).

Por supuesto, esto requiere un sujeto motivado al cambio. Y ese deseo de cambio sin
resistencias es imprescindible para que este enfoque terapéutico funcione. Y por ello,
igualmente, es imprescindible inducir, si el paciente no la tiene, la percepción de control interno
sobre sus reacciones, emociones y acciones.
En fin, se trata en último término de que el sujeto asuma progresivamente su responsabilidad
en el proceso de cambio, incorporando a su repertorio lo aprendido y siendo capaz de decidir
cuándo lo pone en práctica. [En realidad, no es distinto del concepción de “terapeuta
introyectado” que defienden las teorías analíticas.]
2. Bases teóricas
La justificación del empleo del autocontrol viene fundamentada en las siguientes razones:
 Existen conductas que sólo son accesibles al propio sujeto.
 Las conductas problema suelen estar relacionadas con autorreacciones y actividad cognitiva
(pensamientos, fantasías, imágenes…) no susceptibles de observación directa.
 Como es difícil alterar los estilos de vida de los sujetos, es necesario plantear intervenciones
que presenten el cambio como autodirigido, posible y positivo.
 Este enfoque promueve no sólo solucionar los conflictos actuales, sino enseñar al sujeto a
manejar posibles problemas futuros.
 A veces el cambio de ciertas conductas supone tal intromisión en la vida de los sujetos que les
resulta más cómodo y admisible ser ellos mismos sus directores (piénsese en conductas
sexuales o de limpieza y orden en la propia casa).

Por otro lado, desde el mismo inicio de la modificación


de conducta, Skinner explicaba que las personas podían controlar su conducta de la misma
manera que controlaban la conducta de los demás, y que ambas se hallaban bajo los mismos
principios.
No obstante, es el auge de los procesos cognitivos lo que más va a impulsar el crecimiento de
los procedimientos de autocontrol. En 1965 Homme acuñará el término coverant, fruto de la
contracción entre covert (encubierto) y operant (operante), para referirse a los sucesos internos
que pueden ser manipulados a través de condicionamiento operante. Posteriormente, a este
trabajo fundamental se sumarán las aportaciones de Cautela sobre condicionamiento
encubierto y Bandura sobre aprendizaje social.
Varios autores han señalado que los procesos de autocontrol tienen su verdadero origen en el
intento de integrar el enfoque operante skinneriano con los resultados de la psicología social y
clínica. Esta integración supone unos efectos motivaciones positivos sobre los sujetos porque
ayudan a que una auto-atribución de los resultados satisfactorios de una terapia.
3. Concepto de autocontrol

El autocontrol —desde la perspectiva de la Modificación de Conducta—


consiste en la emisión, por parte del sujeto, de una conducta controladora que va a tratar de
alterar la probabilidad de ocurrencia de una conducta conflictiva (conducta controlada). Por
ejemplo, un sujeto obeso deja de comprar pastelitos en el supermercado (conducta controlada);
un sujeto que gasta demasiado se impone una ruta por la que no pasa por el Centro Comercial
donde compra (conducta controladora).
Autocontrol no es sinónimo de restricción, pues las estrategias de autocontrol implica en multitud
de ocasiones de emitir conductas que alteran la frecuencia de ocurrencia de otras. Por ejemplo,
uno puede hacer mucho ejercicio (estar dos horas boxeando) para evitar estar en el bar; o puede
comer ensaladas abundantes, un montón de frutas o yogures para no tener tanto apetito e ir a
la compra saciado; o puede colocar el calendario de exámenes justo encima del televisor para
evitar perder el tiempo.

En principio, al ser conductas de autocontrol éstas deben ponerse en marcha sin instigación
exterior, física o social (es decir, alguien no tiene que ponerse a estudiar porque le estén
controlando en su casa).
El autocontrol no tiene nada que ver con la “fuerza de voluntad”. Ya que se concibe como una
habilidad entrenable y, por tanto, adquirible en mayor o menor grado por todos los sujetos.
Manifestar autocontrol significa que el sujeto ha adquirido un conocimiento acerca de
las relaciones funcionales que controlan su comportamiento. Es entender que todo su
comportamiento siempre está regulado por unas variables y que ahora cambiamos esas
variables para cambiar su comportamiento.
En síntesis: el autocontrol es una habilidad susceptible de aprendizaje, que engloba cualquier
conducta controlada exclusivamente por variables autogeneradas (físicas, sociales o cognitivas)
que trata de alterar la probabilidad de ocurrencia de otra conducta cuyas consecuencias pueden
resultar, sobre todo a largo plazo, aversivas para el individuo.
4. Procedimiento básico
4.1. Fases del entrenamiento en autocontrol
1. Autoobservación: Para poder intervenir sobre una conducta, lo primero que se debe hacer
es detectarla, darse cuenta de su ocurrencia. El terapeuta tendrá que enseñar procedimientos
de registro. Al respecto hay que saber que Ollendick y Hersen han demostrado que los niños
pueden hacer registros con bastante fiabilidad (comparándolos con los de sus padres y
profesores). Así, pediremos a la persona que sea ella quien registre la conducta (por ej, lo que
tarda en vestirse, el número de veces que llora, el número de cigarrillos que se fuma, la
cantidad y el tipo de comidas que realiza…).
Sabemos que el hecho de registrar conductas afecta ya a éstas y que es fácil que se reduzcan
las conductas problemas por el simple hecho de ir registrándolas y viéndolas en gráficos.
El auto-registro favorece la auto-observación y el auto-refuerzo, por lo que su mero
entrenamiento mejora el conocimiento de uno mismo y el autocontrol.

2. Establecimiento de objetivos: El paciente habrá de decidir qué nivel de control


quiere alcanzar sobre la conducta problema (por ej, dejar de fumar completamente o sólo reducir
el número de cigarros.
3. Entrenamiento en técnicas concretas y establecimiento de criterios de ejecución:
Considerando los datos de autoobservación y los objetivos se decide qué técnicas concretas se
entrenarán; y se establecen las reglas de conducta que guiarán el entrenamiento.
4. Aplicación de las técnicas en contexto real: Se pone en práctica en la vida real lo aprendido.
Aquí se seguirá el siguiente orden: (1) Autoobservación; (2) Aplicación de la técnica; (3)
Autoevaluación; (4) Autorrefuerzo o Autocastigo; (5) Autocorrección.
5. Revisión de las aplicaciones con el terapeuta: Una vez afrontadas las situaciones reales, en
las sesiones de terapia se revisarán las aplicaciones concretas, se analizarán las dificultades y
se buscará su solución.

Como se ve el procedimiento no es distinto al de otras intervenciones, excepto en que aquí el


sujeto es el principal responsable y que esto ayuda a que aprenda a solucionar no sólo su
problema actual sino también los futuros. Es decir, que al final se acabará convirtiendo en su
propio terapeuta.
4.2. Técnicas de Autocontrol
Las técnicas son básicamente de tres tipos:
 Técnicas de control estimular
 Técnicas de programación conductual
 Autoinstrucciones
En las primeras el énfasis se sitúa en el contexto estimular que afecta a la probabilidad de
aparición de la conducta; por eso la intervención se realiza antes de que la conducta tenga lugar
manipulando los Ed. En las segundas la intervención se realiza a posteriori, manipulando las
consecuencias de la respuesta cuando ésta ya ha tenido lugar. Las Autoinstruccionesestán
diseñadas específicamente para aumentar el autocontrol.
No obstante, antes de poner en práctica estos tres tipos de técnicas se busca motivar al sujeto
y hacerle ver como posible el cambio gracias a: contratos conductuales y una programación de
tareas intercesiones que le hagan sentir comprometido y acompañado por el terapeuta.
Modalidades de estas técnicas son:

1. Técnicas de control estimular: Se trata de ejercer control sobre


los estímulos que están determinando la aparición de la conducta problema. Sobre todo, se han
aplicado en problemas como la obesidad, donde también han demostrado mucha eficacia, y
también ha problemas sexuales, conductas adictivas, falta de estudio, problemas maritales,
insomnio, etc.
2. Restricción física (ejs, ponerse guantes para no morderse las uñas, ponerse una mascarilla
difícil de quitar para no picar mientras se prepara la comida).
3. Eliminación de estímulos (ejs, sacar la TV del cuarto de estudio, no comprar productos
hipercalóricos, no llevar dinero suelto para no comprar tabaco cuando se sale de casa, borrar
juegos del ordenador…).
4. Cambiar los estímulos discriminativos (ejs, comer a horas fijas y siempre en el mismo sitio,
fumar sólo en determinados lugares, dormir siempre en la cama y leer sólo en el sofá).
5. Cambiar el medio social (ejs, exhibicionista sólo pasa por determinados sitios con un amigo
que impide la conducta, el ama de casa va al mercado donde están las tragaperras con una
vecina…).

6. Modificar las propias condiciones físicas o fisiológicas (ejs,


comer antes de ir a la compra, practicar la relajación antes de pedir unas explicaciones a la
pareja…).
7. Trabajar por módulos: dividir las conductas por secciones dejando huecos entre las
conductas, (por ejemplo, preparase para ir a la universidad: 9h30-10h – levantarse, 10h30-11h
– vestirse, 11h30-12h – desayunar…). Así si nos has cumplido una sección puedes cumplir la
siguiente, es para que no se fastidie todo por no poder hacer una.
Hay que ser consciente de que estas técnicas por sí solas es difícil que produzcan cambios
duraderos sino no se entrenan también estrategias alternativas que sean muy reforzadas. Por
ej, habrá que enseñar no sólo a no comprar productos hipercalóricos, también habrá que
enseñar y reforzar el seguimiento de una dieta equilibrada.
1. Técnicas de programación conductual: Aquí se manipulan y planifican las consecuencias de
la conducta a controlar. Tiene las siguientes modalidades:
2. Autorreforzamiento (es el propio sujeto, exclusivamente, quien se aplica las consecuencias
reforzantes de una conducta. Los reforzamientos pueden ser materiales o simbólicos. Y puede
ser reforzamiento positivo o negativo, en este último caso el sujeto se concede dejar de hacer
algo que le desagrada). Ejemplo: un estudiante que se levanta muchas veces durante el estudio
(a por café, una galleta, un refresco, un pitillo…) se levantará a por una de estas cosas sí y sólo
si ha leído y subrayado en los últimos diez minutos cuatro páginas del libro.
3. Autocastigo (el propio sujeto se administrará consecuencias aversivas contingentemente a la
realización de una conducta problema). Ejs. Un obsesivo aprende a detener sus cadenas de
pensamiento golpeándose con una goma en la muñeca. Un obeso debe hacer un cuarto de hora
más de ejercicio por haberse comido un buñuelo.
4. Métodos encubiertos (los que más se emplean son la sensibilización encubierta —en esta en
particular se hace una variante combinando la realidad con la imaginación: por ej, mientras un
sujeto obeso está realmente comiendo se imagina lo gordo que se está poniendo, las
consecuencias sobre su salud, el reproche social, etc.—, el autorreforzamiento encubierto y el
modelado encubierto). Se usarán sólo si el sujeto demuestra la suficiente capacidad imaginativa.
Tienen como problema la dificultad de su evaluación.

5. Evaluación crítica
Aunque aquí se han expuesto las más utilizadas, cualquier técnica de modificación de conducta
se puede incorporar al autocontrol. Quizás toda terapia tenga que tener algún componente de
autocontrol y que el paciente se convierta a la larga en el terapeuta.
Los procedimientos de autocontrol a pesar de su aparente frialdad e imagen de hombre-robot,
llevan a los sujetos a sentirse más libres, seguros y con mejor autoestima.
Estas técnicas podrán ampliarse fuera de la terapia con el uso de formato en grupo, de libros,
vídeos y programas divulgativos, aunque siempre es buena la supervisión y corrección por parte
de un responsable, que además ajuste el programa al caso individual.
Como problema fundamental estriba la peliaguda cuestión de las resistencias y las dificultades
para el cambio de muchos sujetos, el tema de la ganancia secundaria de una conducta
problema, hay que comprender siempre qué función tiene una conducta (problema o no) en la
vida del sujeto. Si no se tiene esto en cuenta fracasará todo el entrenamiento, más que en una
terapia convencional por la mayor participación del propio sujeto.

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