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Por supuesto, esto requiere un sujeto motivado al cambio. Y ese deseo de cambio sin
resistencias es imprescindible para que este enfoque terapéutico funcione. Y por ello,
igualmente, es imprescindible inducir, si el paciente no la tiene, la percepción de control interno
sobre sus reacciones, emociones y acciones.
En fin, se trata en último término de que el sujeto asuma progresivamente su responsabilidad
en el proceso de cambio, incorporando a su repertorio lo aprendido y siendo capaz de decidir
cuándo lo pone en práctica. [En realidad, no es distinto del concepción de “terapeuta
introyectado” que defienden las teorías analíticas.]
2. Bases teóricas
La justificación del empleo del autocontrol viene fundamentada en las siguientes razones:
Existen conductas que sólo son accesibles al propio sujeto.
Las conductas problema suelen estar relacionadas con autorreacciones y actividad cognitiva
(pensamientos, fantasías, imágenes…) no susceptibles de observación directa.
Como es difícil alterar los estilos de vida de los sujetos, es necesario plantear intervenciones
que presenten el cambio como autodirigido, posible y positivo.
Este enfoque promueve no sólo solucionar los conflictos actuales, sino enseñar al sujeto a
manejar posibles problemas futuros.
A veces el cambio de ciertas conductas supone tal intromisión en la vida de los sujetos que les
resulta más cómodo y admisible ser ellos mismos sus directores (piénsese en conductas
sexuales o de limpieza y orden en la propia casa).
En principio, al ser conductas de autocontrol éstas deben ponerse en marcha sin instigación
exterior, física o social (es decir, alguien no tiene que ponerse a estudiar porque le estén
controlando en su casa).
El autocontrol no tiene nada que ver con la “fuerza de voluntad”. Ya que se concibe como una
habilidad entrenable y, por tanto, adquirible en mayor o menor grado por todos los sujetos.
Manifestar autocontrol significa que el sujeto ha adquirido un conocimiento acerca de
las relaciones funcionales que controlan su comportamiento. Es entender que todo su
comportamiento siempre está regulado por unas variables y que ahora cambiamos esas
variables para cambiar su comportamiento.
En síntesis: el autocontrol es una habilidad susceptible de aprendizaje, que engloba cualquier
conducta controlada exclusivamente por variables autogeneradas (físicas, sociales o cognitivas)
que trata de alterar la probabilidad de ocurrencia de otra conducta cuyas consecuencias pueden
resultar, sobre todo a largo plazo, aversivas para el individuo.
4. Procedimiento básico
4.1. Fases del entrenamiento en autocontrol
1. Autoobservación: Para poder intervenir sobre una conducta, lo primero que se debe hacer
es detectarla, darse cuenta de su ocurrencia. El terapeuta tendrá que enseñar procedimientos
de registro. Al respecto hay que saber que Ollendick y Hersen han demostrado que los niños
pueden hacer registros con bastante fiabilidad (comparándolos con los de sus padres y
profesores). Así, pediremos a la persona que sea ella quien registre la conducta (por ej, lo que
tarda en vestirse, el número de veces que llora, el número de cigarrillos que se fuma, la
cantidad y el tipo de comidas que realiza…).
Sabemos que el hecho de registrar conductas afecta ya a éstas y que es fácil que se reduzcan
las conductas problemas por el simple hecho de ir registrándolas y viéndolas en gráficos.
El auto-registro favorece la auto-observación y el auto-refuerzo, por lo que su mero
entrenamiento mejora el conocimiento de uno mismo y el autocontrol.
5. Evaluación crítica
Aunque aquí se han expuesto las más utilizadas, cualquier técnica de modificación de conducta
se puede incorporar al autocontrol. Quizás toda terapia tenga que tener algún componente de
autocontrol y que el paciente se convierta a la larga en el terapeuta.
Los procedimientos de autocontrol a pesar de su aparente frialdad e imagen de hombre-robot,
llevan a los sujetos a sentirse más libres, seguros y con mejor autoestima.
Estas técnicas podrán ampliarse fuera de la terapia con el uso de formato en grupo, de libros,
vídeos y programas divulgativos, aunque siempre es buena la supervisión y corrección por parte
de un responsable, que además ajuste el programa al caso individual.
Como problema fundamental estriba la peliaguda cuestión de las resistencias y las dificultades
para el cambio de muchos sujetos, el tema de la ganancia secundaria de una conducta
problema, hay que comprender siempre qué función tiene una conducta (problema o no) en la
vida del sujeto. Si no se tiene esto en cuenta fracasará todo el entrenamiento, más que en una
terapia convencional por la mayor participación del propio sujeto.