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EL LENGUAJE LITERARIO

INTRODUCCIÓN

El lenguaje literario es el que usa un escritor en su obra; con este tipo de lenguaje
se pretende crear una nueva realidad, un mundo nuevo y ficticio, mediante el
lenguaje verbal, que también se utiliza en la comunicación cotidiana y diaria. La
principal característica de este lenguaje es el alejamiento de la lengua común. La
lengua literaria es el resultado de buscar palabras, expresiones o estructuras
expresivas inusuales, para evitar las demasiado habituales y desgastadas, y poder
romper con la monotonía de la lengua común. Para producir esta sensación de
alejamiento, en el texto literario predominan la ambigüedad y los valores subjetivos
de las palabras. Además, se usan muchos recursos estilísticos como, por ejemplo,
las repeticiones, las figuras retóricas, etc., y recursos técnicos como el monólogo
interior, el estilo indirecto libre, el narrador omnisciente, etc. La función poética o
estética es lo que convierte a un texto en literario, puesto que la lengua se usa de
una forma especial para atraer la atención sobre sí misma. Y es que no solamente
importa el contenido del texto, sino también cómo se dice (la forma). La función
poética busca una finalidad estética, de modo que aprovecha al máximo las
posibilidades expresivas de la lengua para crear belleza. En la función poética,
predomina eminentemente el lenguaje connotativo o subjetivo.

EL LENGUAJE LITERARIO

1. DEFINICIÓN:
Los textos, según el ámbito de uso, se diferencian entre literarios y no
literarios. Los textos literarios se reconocen porque emplean el lenguaje
literario. La literatura emplea como materia prima para la producción
artística las palabras, es decir, el lenguaje. Por tanto, se entiende como
lenguaje literario aquel empleado por los autores al componer obras.
Así mismo el lenguaje literario es, básicamente, la lengua escrita estándar
en la que se introducen palabras poco usuales (cultismos, voces inusitadas,
extranjerismos, arcaísmos, etc.) y que se somete normalmente a una
voluntad de forma. Por una parte, tiene muchos rasgos que lo acercan a la
lengua escrita culta; pero por otra, es frecuente que aparezcan en él giros
coloquiales y hasta vulgares, para producir ciertos efectos expresivos. En la
literatura suele emplearse el idioma para llamar la atención sobre sí mismo,
sobre cómo están dichas las cosas. El escritor debe producir extrañeza y ha
de usar, con ese fin, los artificios adecuados. Aunque no por literarios estos
recursos han de ser muy raros o chocantes. Tengamos en cuenta que en la
lengua ordinaria utilizamos con frecuencia el asíndeton, la adjetivación
ornamental, las series binarias de palabras, metáforas, metonimias, etc.
Cuando el lenguaje se utiliza para crear belleza, para llamar la atención
sobre sí mismo, actúa en él la función poética. Lo importante no es tanto lo
que se dice sino cómo se dice. El escritor pretende suscitar en el receptor
una serie de sensaciones de belleza, creatividad e influencia a través de la
forma de su mensaje. Son válidos todos los recursos expresivos. Esta
función aparece también en el lenguaje coloquial; cualquier persona, al
construir su mensaje, selecciona de manera consciente o inconsciente las
palabras, las inflexiones de la voz o los tipos de oraciones para conseguir
una transmisión más eficaz de aquello que se pretende comunicar.

2. CARACTERÍSTICAS DEL LENGUAJE LITERARIO:

El lenguaje literario se caracteriza por oposición o comparación a la lengua


común empleada por los hablantes, podemos resaltar este tipo de
características:

Originalidad: el lenguaje literario es un acto de creación consciente de un


emisor con voluntad de originalidad. El lenguaje común está gastado, es
repetitivo; el literario debe ser inédito, extraño, siempre original. De ahí, la
noción de desvío, frente a la norma del lenguaje común, que preside la
función poética del lenguaje, con el fin de llamar la atención sobre el
mensaje, evitando el automatismo y lo cotidiano de la expresión habitual.

Connotación: se pretende crear un mensaje llamativo, plurisignificativo,


polivalente de modo que para cada receptor el texto produzca una
significación diferente. No obstante, ésta no es una característica exclusiva
de los textos literarios.
El extrañamiento: el lenguaje literario se desvía en mayor o menor grado
del uso común de la lengua para conseguir un efecto de sorpresa sobre el
lector por lo original e inesperado de la expresión. Este efecto se denomina
extrañamiento.

Presencia fundamental de la función poética: El fin de la obra literaria es


llamar la atención sobre el mensaje mismo. Esta función no es exclusiva de
los textos literarios (se utiliza en la publicidad, en el lenguaje coloquial...),
pero es en ellos donde la encontramos de forma plena, dado que en otros
textos, como los mencionados, se supedita a intenciones comunicativas de
índole práctica. Dicha función poética se sustenta en la elección de la
palabra por sus cualidades (fónicas, morfosintácticas y léxicas) y en la
explotación de formas, recursos o “desviaciones creadoras” deliberadas,
como es el uso figurado del lenguaje o la versificación.
Con esa intención, la de desautomatizar el uso habitual del lenguaje para
enriquecerlo y convertirlo en hecho artístico se emplea, entre otros
procedimientos:
 Un léxico más escogido, preciso y expresivo. Es
especialmente significativa la elección de los adjetivos,
sobre todo cuando se trata de adjetivación valorativa
(los epítetos).
 Construcciones sintácticas más variadas y Mayor
densidad conceptual.
 Mayor manifestación de lo imaginativo y afectivo, de las
vivencias, de las ideologías...
 Elementos fundamentales son la recurrencia
(repeticiones de todo tipo), la connotación (a menudo
las palabras son seleccionadas por su capacidad de
evocar en el lector sugerencias asociadas a su
significado propio. Las connotaciones, sean de origen
cultural o subjetivo, enriquecen el texto con nuevos
valores y sentidos. Se mueve al lector a plantearse una
nueva y más profunda interpretación) y la polisemia
(admite diversas interpretaciones según el lector, su
formación, nivel cultural...o según la época).
 Uso de las FIGURAS RETÓRICAS , que causan
extrañeza en el lector y contribuyen a dotar al texto de
mayor riqueza de significados. Son, pues,
“herramientas” para conseguir efectos estilísticos. En
general, los recursos literarios o figuras se basan en
una serie de principios fácilmente comprensibles:
recurrencia, contraste, elisión, sustitución,
intensificación... Y afectan a todos los niveles de la
lengua.
Citaremos sólo algunas:
o Figuras del nivel fónico: aliteración, paronomasia, onomatopeya,
calambur...
o Figuras del nivel sintáctico: asíndeton, polisíndeton, anáfora,
quiasmo, hipérbaton, paralelismo...
o Figuras del nivel semántico, tropos: metáfora, imagen, metonimia,
sinestesia, hipérbole, antítesis, paradoja, personificación, ironía...

3. FUNCIÓN DEL TEXTO LITERARIO:


Su función es la recreación de la realidad destinada al entretenimiento o goce
estético. Lo que importa es la finalidad estética, “cómo se dice”. Predomina la
función poética, la originalidad y una gramática especial.

4. LOS ELEMENTOS QUE PARTICIPAN EN EL LENGUAJE LITERARIO:

a) El emisor resulta una ‘máscara’ tras la que una persona real se ha


ocultado. Las manías, grandezas, preferencias, los sentimientos, etc.,
no han de corresponderse con los de la persona que está detrás. En los
casos de coincidencia hablamos de “biografismo” o de “confesionalismo”
(y aun así, pocas veces encontraremos sinceridad...)

b) El receptor no es una persona concreta, sino una hipótesis exigida por el


propio texto en sí. Por mucho que vaya dedicada una obra, en realidad
se dirige a una construcción ideal que es ese ser que comprende
idealmente todos los recovecos y claves de la obra, que se percata del
sentido último del texto, de lo que quiere decir la obra. Este lector ideal
es inalcanzable, y cuanto más acertada sea nuestra interpretación, más
cerca estaremos del receptor ideal.

c) El canal sufre el mismo problema que el de otras obras de arte. Al ser


un producto que puede ser recibido por personas de las más diversas
épocas y zonas, sufre problemas de transmisión: alteración de los
textos, cortes, formas de editar variables, pérdidas, etc. Las variedades
temáticas de los textos.
d) Como todo producto artístico, la obra literaria es recibida por personas
de épocas y lugares no necesariamente previstos por el autor, por lo
que el contexto puede variar muy seriamente, especialmente en la
faceta que definíamos como situación. Pero, además, como el texto es
ficción, nos encontraremos que el propio autor, por muy “realista” que
nos parezca, ha desarrollado su propio contexto.

e) ¿Y el referente? Desde muy pronto hubo un gran acuerdo en la teoría de


la Literatura sobre la autorreferencialidad del texto literario. Es decir, el
referente de la obra literaria (en realidad, el de toda obra de arte) es ella
misma. Crea su propio mundo, en el que las condiciones de verdad y
mentira pueden variar: sabemos en qué consistió la sensación de La
Regenta cuando recibió el beso desmayada, pero jamás podremos saber
algo tan sencillo como si tenía un lunar en la espalda.

4. FORMAS DEL LENGUAJE LITERARIO:

La elección de la prosa o el verso como vehículo de expresión tiene extraordinaria


importancia, y viene motivada por las necesidades expresivas del autor y por el
género elegido:

VERSO: Es una forma de expresión sujeta a ritmo: De cantidad (métrica:


versos isosilábicos o anisosilábicos); de intensidad (regularidad en la
posición de los acentos); de tono (entonación exclamativa, interrogativa,
enunciativa) y pausas (medial, versal, estrófica, encabalgamientos...); de
timbre (repetición de sonidos, rima); sintáctico (paralelismos, anáforas...),
etc.

Esta exigencia de ritmo y mayor convencionalismo en los esquemas


obliga a una mayor exigencia de selección y disposición de los elementos
lingüísticos y, por tanto, a una mayor tensión en la creación y en la
expresión misma, pero, en compensación, el discurso se llena de
sugerencias, connotaciones, intensidad y expresividad. En el verso bien
construido y de calidad, la lengua poética alcanza sus más altas cotas de
literariedad.
PROSA: implica una mayor libertad para el creador, pues carece de
esquemas rítmicos predeterminados. Es discurso resulta más natural, más
cercano al uso común de la lengua. Pero esto a veces sólo sucede en
apariencia: a menudo encontramos textos en prosa con un ritmo interno
logrado con paralelismos, reiteraciones de todo tipo... Así ocurre, por
ejemplo, en la prosa poética de Valle Inclán o de Juan Ramón Jiménez.

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