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PLANTEL 21 ARCILA
-Sinopsis-
Un par de manos lo agarraron con fuerza y lo inmovilizaron. La ropa fue arrancada
de su cuerpo, desgarrando cada prenda a tirones. Sus súplicas resonaron por la
habitación y luego fueron reemplazadas por gritos de agonía mientras su cuerpo
era violado. El aroma almizclado del sudor y alcohol alcanzó sus fosas nasales,
causándole nauseas mientras permanecía debajo del cuerpo que constantemente
embestía el suyo. Su mente comenzó a cerrarse. No sintió ni escuchó nada,
simplemente se convirtió en la nada. Unos dedos se enterraron en su piel y lo
lastimaron. De repente, un líquido cálido llenó su interior y el cuerpo sobre el suyo
colapsó. Al intentar moverse, un dolor inimaginable abarcó un costado de su
rostro y gritó nuevamente mientras la sangre rodaba por su cara inundando su
nariz y su boca, ahogando sus gritos. Tosió una y otra vez, tratando de evitar que
el líquido rojizo llegara a sus pulmones. — ¡Ahora nadie te querrá! ¡Siempre
serás mío!
CAPITULO 1, PRIMERA PARTE.
Louis Tomlinson se sentó súbitamente respirando de forma acelerada; su cuerpo
estaba empapado en sudor y había mojado las sábanas a su alrededor. El terror lo
inundó al recordar aquellos momentos que le eran imposibles de olvidar.
Sus ojos celestes se movieron alrededor del diminuto apartamento que había
Alquilado, buscando los demonios escondidos en la oscuridad. Se dejó caer
abatido en la cama, luchando por controlar su respiración y ahuyentar el terror. Los
sucesos de aquel día nuevamente habían abierto la puerta de sus recuerdos.
Ahora ya con diecinueve años, vivía solo y hoy otra vez había sido despedido de
su empleo. Su temor a los hombres grandes siempre hacía que fuera despedido
porque no podía controlar sus ataques de pánico. Suspirando, Louis pasó una
delgada y temblorosa mano por su rostro. Sabía que no sería capaz de volver a
dormir, así que se levantó de la cama y se preparó una taza de café.
Encendió la luz y caminó hacia el fregadero para llenar la cafetera de agua. La
prendió y se sentó a esperar, mientras encendía un cigarrillo. El apartamento en el
que vivía era todo lo que podía pagar: pequeño y sencillo, de un solo ambiente
que consistía en una cocina, un dormitorio y un pequeño baño en el que apenas si
cabía. Se pasó la mano por la horrenda cicatriz que comenzaba en su ojo
izquierdo pavor que sentía y que lo hacía querer ocultarse cada vez que miraba a
una persona intimidante y llegaba hasta la comisura de su boca. Nadie quería
contratarlo más que para trabajo manual debido a su rostro. A la mayoría de
personas se les hacía difícil no quedársele mirando o sentirse asqueadas y por
eso evitaban mirarlo a la cara.
Mañana regresaría a la agencia de empleo y vería si había alguna oportunidad
para él. El gerente ya se estaba cansado, pero no podía evitar el pavor que sentía
y que lo hacía querer ocultarse cada vez que miraba a una persona intimidante.
El café terminó de hervir, apagó su cigarrillo y tomó la única taza que tenía, lo lavó
y llenó con café caliente. Lo olfateó con apreciación y sorbió titubeante, luego hizo
un gesto de dolor cuando el líquido quemó su lengua.
—No sé qué voy a hacer contigo chico. —Terry le regañó. No sabía cuál era la
historia del muchacho, pero sabía que algo malo le había ocurrido. La mirada
aterrada que siempre estaba presente en los ojos del adolescente se lo hacía
saber.
— ¿Cuántos trabajos has tenido en estas últimas tres semanas? ¿Cinco? Déjame
ver si encuentro algo más. —dijo suspirando. Louis le mostró un gesto agradecido
y se dejó caer encima de una de las viejas sillas de vinilo que estaban en frente de
la recepción, mientras Terry regresaba a su oficina.
Transcurrieron treinta minutos antes de que Terry regresara. Se le había ocurrido
una gran idea, al menos esperaba que Louis pensara lo mismo.
—Escucha Louis, ¿te molestaría irte de la ciudad?
— ¿Cómo? —preguntó Louis con voz un tanto aguda. Casi no la usaba, pues no
tenía amigos y su temor por los extraños lo mantenía en silencio la mayor parte
del tiempo.
—Bueno, sé que tienes problemas con los grupos de personas, pero mi primo
necesita ayuda para cocinar y asear en su rancho de Montana. ¿Sabes cocinar?
Louis se le quedó mirando sorprendido. Era un excelente cocinero, o eso creía él.
Le encantaba cocinar y lo llevaba haciendo desde que tenía doce años.
—Yo... no sé qué pensarán. Creo que soy buen cocinero, pero... ¿Montana? —La
idea le llamaba la atención, era su oportunidad para irse de la ciudad y alejarse de
las multitudes de personas.
—Aunque sólo será por tres meses. Después de eso, tendrás que encontrar otra
cosa. Verás, tiene muchos trabajadores y el personal del rancho se va a
incrementar debido a la temporada alta que se aproxima. Así que necesita a
alguien que pueda cocinar en grandes cantidades. ¿Puedo confiarte este
trabajo, muchacho? —Terry preguntó suavemente.
Louis asintió y luego miró sus manos.
— ¿Qué pasará con mi apartamento?
—Tendrás que deshacerte de él, pero si tienes problemas cuando transcurran los
tres meses, podrás quedarte conmigo hasta que encuentres uno nuevo. —Ofreció
Terry con entusiasmo.
— ¿Le importará a tu primo el hecho de que sea... gay? —Louis preguntó
suavemente.
—Ya lo llamé. Sabe que eres un hombre y no le molesta mientras sepas cocinar.
No es que vayas a dormir con él ni nada.
Louis levantó la cabeza y sus ojos se abrieron en señal de pánico, pero cuando
por fin comprendió las palabras de Terry, asintió.
—Muy bien. Supongo que está bien.
—Bien. Te marcharás mañana. Habrá un billete de avión esperándote en el
aeropuerto
CAPITULO 11
Se puso de pie súbitamente, temeroso de pensar en lo que se había involucrado y
se dirigió a su apartamento a empacar sus escasas pertenecías. Había pocos
artículos de índole personal, pues el apartamento estaba parcialmente amueblado
cuando lo alquiló. Lo único que tenía que llevarse con él eran unos cuantos
artículos de ropa, su cafetera y algunos diarios en los que había escrito canciones.
Amaba escribir canciones hermosas y trágicas. Era una forma mediante la cual
podía exteriorizar sus miedos y el deseo de ser amado, aunque sabía que eso
jamás pasaría debido a las cicatrices emocionales y físicas que llevaba consigo.
Al día siguiente, mientras estaba parado en la fila del mostrador, con una bolsa a
su lado sobre el suelo, Louis sintió miradas curiosas enfocándose en la cicatriz de
su rostro y se mordió el labio para evitar gritar a los extraños que lo dejaran en
paz. Siempre era lo mismo, sin importar adónde fuera, las personas se quedaban
mirando su grotesca cara. La línea avanzó y por fin llegó al frente para reclamar su
billete. Mostró su identificación a la recepcionista y momentos más tarde, estaba
sentado en la sala de espera deseando que su vuelo fuera llamado. Sacó el libro
blanco y negro de composiciones, se veía bastante viejo por el uso constante, y se
puso a escribir. Casi había terminado una canción cuando por fin anunciaron su
vuelo y la completó de camino a Montana. Se hubiera quedado dormido todo el
camino de no ser porque la azafata lo despertó cuando comenzó a llorar dormido.
Le mostró una sonrisa y sacudió la cabeza cuando le preguntó si necesitaba algo.
El camino del aeropuerto al rancho les llevó entre cuarenta y cinco minutos y una
hora. Louis escuchaba hablar al pequeño hombre mientras conducía y respondía
con una o dos oraciones de vez en cuando.
—Ah, hemos llegado. —anunció Charlie, estacionando frente al rancho.
Louis lo miró con curiosidad, preguntándose qué tipo de rancho era. Cercas
blancas rodeaban el empolvado camino y pudo ver a varios hombres en la
distancia algunos a caballo y otros a pie. El temor comenzó a apoderarse de él al
ver a tantos hombres, pero tosió y logró preguntar.
— ¿Caballos y reses?
—Reses. Los caballos que tiene Harry son para trabajar en el rancho. Ah, está
justo allí, en el corral. —Charlie señaló a un hombre que estaba de espaldas.
Era alto y estaba vestido con una camisa de franela, pantalones desteñidos y un
sombrero negro. Louis tragó nerviosamente cuando vio lo grande que parecía a
pesar de la distancia. Lentamente se subió en el vehículo para sacar su bolsa.
Hizo un gesto de dolor al escuchar a Charlie gritar.
— ¡Harry! ¡Oye, Harry!—Charlie movió su sombrero para llamar la atención del
vaquero y entonces éste comenzó a caminar hacia ellos.
Su ansiedad aumentó al ver que el hombre se acercaba. Era por lo menos unos
treinta centímetros más alto que Louis, su corazón latió con más fuerza alicatarse
de lo mucho que tenía que inclinar la cabeza para mirarlo. ¿En qué demonios
estaba pensando? El hombre emanaba sexualidad y peligro. Tenía hermosos
músculos, ojos verdes y el cabello café de un tono chocolate, que parecía haber
sido cortado con un par de tijeras para niños, dejando rulos de diferentes tamaños
enroscarse sobre su cabeza. Su piel estaba tan bronceada como una bota de
cuero, y lucía unas ligeras líneas de expresión alrededor de sus ojos y en el
anverso de sus manos. Tenía largas piernas que parecían capaces de avanzar
grandes distancias en cuestión de segundos.
—Eres muy pequeño, ¿no? — Harry dijo al acercarse. Extendió una mano en
saludo. —Harry Stiles. —Frunció el ceño al ver la mirada atemorizada y la
reacción del chico. Fijó su atención en la cicatriz de su rostro y fue incapaz de
imaginarse qué podría haber dejado tal marca en la pálida y suave piel.
Louis colocó su mano en la de Harry lenta y reaciamente. Pareció como si la mano
del otro hombre se tragara la suya. La alejó inmediatamente.
—Lou-Louis Tomlinson.
—Vamos, te mostraré la casa. —Harry subió al pórtico, sacudió la cabeza al
pensar cómo era posible que un delgado adolescente como éste estuviera
interesado en encerrarse en un rancho durante tres meses. Su primo no le había
dicho mucho: sólo que era un joven desesperado y necesitaba un empleo, así que
por eso aceptó. —Espero que sepas cocinar porque de lo contrario te meterás en
serios problemas con un montón de hombres hambrientos. —Harry dijo con tono
de burla, tratando de hacer que el chico se relajara.
Un pequeño grito de terror se escapó de los labios de Louis antes que éste
pudiera contenerlo y Louis se detuvo inmediatamente, girándose para mirarlo.
—Era una broma, chico —dijo para relajarlo. Vio el temor que reflejaba el rostro
del joven— ¿Sabes cocinar?
Louis asintió y se relajó ligeramente.
—Sí, comencé a cocinar a los doce.
Harry asintió antes de entrar a la casa y Louis lo siguió titubeante.
—Ésta es la cocina. Todos los artículos están la despensa. Bien, hay unos veinte
hombres en el rancho y tendrás que cocinar lo suficiente para alimentarlos. ¿Lo
comprendes?
—Sí. —Al mencionar la cantidad de hombres que había, Louis nuevamente se
regañó a sí mismo por ser tan estúpido y llegar a un lugar como éste sin conocer a
nadie. Aunque tampoco era que conociera a nadie en Nueva York aparte de Terry.
Louis sonrió al escuchar las palabras de uno de los hombres, pero permaneció al
otro lado de la puerta oyendo cómo las sillas eran corridas sobre el piso de
madera y cómo los cubiertos chocaban contra los platos. Una vez los hombres se
acomodaron para comer, abrió el grifo del fregadero y dejó que éste se llenara
para poner las sartenes y ollas en él.
Harry entró en la cocina y vio a Louis trabajando.
—Felicidades, chico. —Le mostró una enorme sonrisa que desapareció
ligeramente al ver el temor reflejado en las facciones del chico—.Yo... eh... creo
que lo has hecho muy bien. ¿Por qué no te sientas a comer con nosotros?
El chico sacudió la cabeza efusivamente y comenzó a caminar por el corredor que
lo guiaba a su dormitorio.
—Hay pastel de manzana en el horno, se está calentando. Eh... no tengo mucha
hambre ahora, comeré luego. —El adolescente desapareció súbitamente y Harry
suspiró lleno de frustración.
Preparó un plato para su confuso cocinero, lo envolvió con una servilleta, luego lo
guardó en el horno microondas y tomó su comida. Los hombres prácticamente
estaban lamiendo sus platos para cuando acabó la cena. Sacó el pastel de
manzana y cortó dos porciones, una para él y otra para el muchacho; luego llevó
el resto a la mesa del comedor.
—Jefe, no sé en dónde encontraste a esta persona, pero hace la mejor comida
que he probado desde que me fui de la casa de mi madre —dijo uno de los
vaqueros mientras lamía su tenedor con entusiasmo.
Harry río y asintió. Le sorprendía que alguien tan joven supiera cocinar tan bien.
Se moría de ganas de formular preguntas del pasado de Louis, Terry dijo no saber
mucho cuando le pidió contratarlo. Los hombres trajeron sus platos de la cocina y
los acomodaron en pilas para que los lavaran. Harry esperó hasta que el último
hombre se marchara antes de ir a tocar a la puerta del muchacho. Escuchó
sonidos al otro lado de la puerta antes que ésta se abriera. Louis parpadeó al
verlo. Se reflejaba cautela en esos bellos ojos azules. No sabía por qué le
molestaba tanto que el chico pareciera temerle, pero lo hacía.
—Ya se marcharon. Te guardé un platillo pues sabía que no quedaría nada
cuando acabaran.
—Gra-gracias, —Louis tartamudeó, sorprendido de que el hombre tuviera una
atención con él—. Primero lavaré los platos.
—No, come primero. —Insistió Harry regresando a la cocina. Había guardado su
porción de pastel para comer con el adolescente y tener una excusa para
hablarle. Escuchó a Louis seguirlo por el pasillo. —Tu plato está en el microondas.
Louis sacó su plato y se sentó a la mesa. Casi gimió de la angustia cuando Harry
se sentó frente a él. Retiró la servilleta de papel que cubría su comida, la hizo a un
lado, tomó una pieza de pollo y comenzó a comerla con delicadeza. Trató de
ignorar al hombre mayor pero no tuvo mucho éxito.
Harry vio la forma en la que el joven comía: esa pequeña lengua rosa salía para
atrapar los pequeños pedazos de pollo que se adherían a sus labios. Lo hizo sentir
muy excitado, cuestión que lo confundió mucho. Jamás se había sentido atraído
hacia un hombre y siempre era capaz de obtener a la mujer que deseaba. De
hecho el viernes por la noche, tenía una cita con la sexy Helen Chambers, la
chica del salón de belleza. A pesar de eso, jamás se había casado: la idea del
matrimonio dejó de pasarle por la cabeza cuando tenía cinco años y veía a sus
padres discutir una y otra vez.
—Dime Louis, ¿por qué decidiste venir a trabajar hasta aquí? —Preguntó Harry
con curiosidad mientras recostaba su barbilla sobre una de sus manos.
Tensándose, Louis quería decirle al hombre que ése no era asunto suyo.
—Necesitaba un trabajo y era el único disponible.
—Estoy seguro que hubieras podido conseguir algo en la ciudad. Aquí no hay
muchas fiestas. —Harry comentó sin notar que Louis había comenzado a agitarse.
—No he venido aquí por las fiestas, —dijo Louis. Se puso de pie y comenzó a
lavar los platos.
—No quería molestarte. —Harry se disculpó titubeantemente, notó los hombros
y la postura tensa del adolescente.
—No me gustan las fiestas, señor Stiles. He venido aquí por el empleo. —Los
platos chocaron unos contra otros cuando Louis los arregló y acomodó de acuerdo
a su tamaño para lavarlos. Su expresión era seria y trató de contener el enojo que
sentía por el vaquero que creía que le gustaban las fiestas.
—Llámame Harry. Odio que me llamen señor Stiles. Me recuerda mucho a mi
padre. —Harry hizo un gesto de dolor al pensar en ello, se puso de pie,
acercándose a Louis y colocó su plato en el lavabo.
Louis sintió al hombre acercarse y dio un respingo, tirando el vaso que tenía en su
mano y miró horrorizado como se rompía al chocar contra el lavabo.
—Lo lamento, lo lamento —gimió inmediatamente, cubriéndose el rostro con las
manos.
Harry miró horrorizado la reacción del adolescente, pero en vez de comentarlo,
decidió ignorar la situación y comenzó a levantar los pedazos.
—Está bien. Son de los baratos.
Louis se sorprendió al ver que su jefe no parecía estar molesto.
—Pero... lo he roto —dijo confundido, dejando caer sus manos mientras miraba a
Harry recoger los pedazos.
—Eh... he roto uno casi a diario desde que puedo recordarlo —bromeó
Harry, tirando los pedazos en el cesto de basura y dejó que el agua desapareciera
y se llevara consigo los fragmentos que quedaban—. Tú los lavas y yo los seco,
¿sí?
Louis asintió y continuó lavando los platos. Analizó los hechos que habían ocurrido
durante día de hoy y logró relajarse ligeramente para trabajar al lado de Harry.
Estaba tan seguro de que el hombre lo golpearía por romper el vaso... pero
cuando se mostró tan tranquilo y relajado con el tema, su asombro se hizo mayor.
A Louis se le hizo un nudo en el estómago y terminó de lavar los platos, se
despidió y salió huyendo de la cocina.
Epílogo:
La música llegaba hasta la cabina donde se encontraba y Stiles no pudo evitar el
orgullo que sintió al escuchar a la banda tocar detrás del cristal. Nada podría
compararse con escuchar las letras de la canción que sonaba. Unos brazos
envolvieron su cintura desde atrás y se recostó sobre el cuerpo detrás de él y
esbozo una enorme sonrisa. La voz de Derek acaricio su oreja.
--Suena genial
Stiles asintió y disfruto de las cosas buenas que le habían pasado durante el
último año y medio. Se había mudado al dormitorio de Derek en el rancho y no
paso mucho tiempo antes de que este encontrara su cancionero. El vaquero lo
leyó y le alentó a que permitiera que el mundo lo viera.
La banda estaba grabando las melodías en ese momento y vio como el cantante
le guiñaba un ojo. Sintió como sus mejillas se enrojecían y como Derek lo
abrazaba con más fuerza. Mitchell Kingsley había estado coqueteando con él
desde el primer dia que se conocieron, tratando de alejarlo de Derek. En una
ocasión, casi hubo una pelea entre los dos hombres, pero Stiles le dejo en claro a
Mitchell que solo un hombre era el dueño de su corazón, y ese era el hombre que
actualmente lo estaba abrazando. Inclino la cabeza a un lado y arrugo la nariz.
--No tienes por qué ponerte celoso, Derek. Ya le dije que mi corazón pertenece
solo a una persona.
--Sera mejor que te refieras a mí—gruño Derek en su oreja y Stiles rio,
sacudiéndose la cabeza.
FIN
BIBLIOGRAFIA
http://loslibrosdemabel.blogspot.mx/2013/04/tocame-despacio-jr-
loveless.html
https://www.wattpad.com/story/41766787-t%C3%B3came-despacio-sterek
http://www.biblioeteca.com/biblioeteca.web/escritor/j.r.-loveless
https://www.dreamspinnerpress.com/books/tocame-despacio-by-jr-loveless-
5610-b
http://onlywn.activoforo.com/t69020-tocame-despacio-larry-stylinson-
terminada