Sei sulla pagina 1di 19

Reporte de Lectura: Ken Wilber o la pasión del

pensamiento

Wilber es el teórico que se atreve a cuestionar abiertamente creencias tan difundidas (que casi
han acabado asumiendo el estatus de dogmas religiosos), lo que le ha valido para romper los
establishments científicos que aún hoy operan. Por otro lado, con su intención de integrar en
un todo a la ciencia y a la religión ha alcanzado a no ser visto con seriedad por una o por otra,
pero en esto mismo radica su pensamiento, ya que uno de sus postulados fundamentales
radica en la idea de que todo existe dentro de un contexto y que no puede ser comprendido
independientemente de él, y naturalmente esto también es aplicable a su pensamiento.

A través de este reporte de lectura esbozaremos, de cierta forma la evolución del pensamiento
de Wilber, lo que de cierta forma es a la vez la evolución de su misma persona, pero antes de
continuar, es necesario mencionar que Wilber desde su visión, pretende integrar al
pensamiento de occidente y al de oriente dentro del mismo todo, donde también pone a la
ciencia y a la religión con la intención de plasmar el desarrollo de la espiritualidad en el ser
humano. Wilber niega rotundamente que estos dos pensamientos sean lo mismo o sinónimos,
ni mucho menos que sean contrarios sino más bien complementarios en una línea de
desarrollo.

Hasta ahora solo se han mencionado algunas ideas de Ken Wilber, sin embargo, ¿quien es Ken
Wilber?, sería necesario entonces agregar a este punto algunos datos para comprensión de su
pensamiento.

Wilber nació el 31 de enero de 1949, siendo hijo único de papá piloto durante la segunda
guerra mundial. Para Wilber el hecho de que su papá fuera parte de las fuerzas aéreas, significo
moverse constantemente de una ciudad a otra, aprendiendo a ejercitar constantemente la
desidentificación de sus amigos para después hacer nuevos, mismos que volvería a dejar.
Aunque sus papás eran inteligentes, ninguno de ellos despuntaba como él lo haría en sus clases,
fue un intelectual sin embargo lo molestaba que le llamaran “cerebro” por lo que no le
agradaba atraer la atención desde lo intelectual.
La tensión entre la búsqueda intelectual y la aceptación social acabo convirtiéndose en una
dimensión fundamental de la vida de Wilber, a pesar de que su extraordinaria capacidad
racional le ha llevado a ser reconocido en el mundo entero, Wilber es una persona muy sociable
y no lleva muy bien el hecho de que, al elegir la vida de escritor a una edad relativamente
temprana, se haya visto obligado a llevar una existencia relativamente solitaria.
Wilber desarrollo su propio estilo como escritor, el cual es muy reconocible, abstracto y teórico
al tiempo que muy directo y personal y, en ocasiones, excepcionalmente lírico y, a pesar de que
su verdadera pasión es la ciencia, misma sobre la que su ego se había edificado, termino
posteriormente instruyéndose en el budismo y en el taoísmo, lo que como consecuencia trajo
que su visión de la vida que sostenía hasta ese momento, termino por desvanecerse. Incurrió
en diferentes tipos de psicoterapia y de meditación, dándose cuenta de algunas contradicciones
entre ellas, punto en donde vivió insatisfacción.
Wilber tuvo múltiples trabajos; fue catedrático y también tuvo algunos otros de carácter
manual, lo cual valoro de manera muy positiva pues fue una vida muy acorde a los principios
del budismo Zen. Describiendo un poco más a Wilber, podemos decir que es un filósofo de
sistemas, un pensador que aspira a establecer la coherencia esencial de las cosas y que llega a
una visión global de la realidad en todas sus facetas. Describiéndose a sí mismo, Wilber se hace
llamar pandit y no gurú, estableciendo como principal característica, la ausencia de devotos en
el Pandit, y no así en el gurú, quien está firmemente comprometido a transformar la
espiritualidad de estos. Wilber tomó como su principal fuente de motivación la idea de
legitimar la practica espiritual y proporcionarle un fundamento académico para que la gente se
lo piense dos veces antes de desdeñar a la meditación como una especie de retiro narcisista o
de regresión oceánica.
En un intento de sintetizar y estructurar lo que Wilber es como escritor, podemos mencionar
que este cumple con 7 facetas las cuales siguen de la siguiente manera; teórico, sintetizador,
crítico, polemista, pandit, guía y místico.
Hasta este punto ya se han dado algunas características de quien es o como se autodescribe
Wilber, sin embargo, durante el desarrollo de este escrito lo iremos conociendo aún más, pues
al final de cuentas, el desarrollo de su teoría está íntimamente relacionado con su vida
personal.

Un comienzo brillante
Como ya se mencionó anteriormente, Wilber pretende integrar en un todo el pensamiento de
Occidente y de Oriente, de los cuales este último esta mayormente relacionado con las
cuestiones espirituales, lo que en otras palabras es; cuestiones transpersonales, y es por esta
misma razón que es necesario hacernos la pregunta de, ¿Qué es la psicología transpersonal?
Pues bien, esta vendría a conformar el cuarto movimiento de psicología. Es una visión del ser
humano que afirmará explícitamente las dimensiones espirituales. Tiene sus bases en la
psicología humanista de Abraham Maslow.

Cinco granes escuelas de la psicología

5.- Psicología integral


4.- Psicología transpersonal 4
3.- Psicología humanista
2.- Psicoanálisis 5
1.- Conductismo 3

1 2
La psicología transpersonal es una visión que aspira a investigar científicamente lo espiritual, sin
embargo, es más adecuado referirse al trabajo de Wilber como “psicología integral”, siendo
esta el quinto movimiento.

La filosofía perenne como concepto guía


Generalmente se considera que el término se refiere a una visión de la realidad sostenida por la
inmensa mayoría de las grandes tradiciones espirituales. Todos los psicólogos dentro de la
psicología transpersonal están convencidos de que la visión del mundo elaborada y suscrita por
las culturas pre-científicas era mucho más espiritual y profunda que la visión secularizada y
dominada por el materialismo científico prevalente hoy en día en Occidente.
Desde Aldous Huxley, la definición de filosofía perenne sería:

Philosophia perennis- el término fue acuñado por Leibniz.- pero la cosa –la metafísica
que reconoce la existencia de una Realidad divina substancial al mundo de cosas, las
vidas y las mentes; la psicología que encuentra en el alma algo semejante, o incluso
idéntico, a la Realidad divina; la ética que pone el objetivo último del hombre al
conocimiento del Fundamento inmanente y trascendente de todo ser- la cosa es
inmemorial y universal. Es posible encontrar rudimentos de la filosofía perenne en la
erudición tradicional de gentes primitivas de todas las regiones del mundo y ocupa un
lugar destacado en las formas plenamente desarrolladas de todas las grandes religiones.

Wilber resume el mensaje fundamental de la filosofía perenne en siete principios básicos:


1. El espíritu existe.
2. El espíritu se encuentra en el interior.
3. La mayoría de nosotros, sin embargo, no comprendemos este Espíritu interior, porque
estamos sumidos en el mundo del pecado, de la separación y de la dualidad, es decir, en
un estado caído o ilusorio.
4. Existe una forma de salir de este estado caído o ilusorio o de pecado e ilusión, un
camino que conduce a la liberación.
5. Si seguimos ese camino llegaremos a un renacimiento o iluminación, una experiencia
directa del Espíritu interior, una liberación suprema que
6. Pone fin al pecado y al sufrimiento y
7. Moviliza la acción social compasiva y misericordiosa hacia todos los seres sensibles.

La filosofía perenne denota una filosofía y una actitud ante la vida que parece ser
universalmente valida y encarna los ideales más elevados de la vida espiritual.

Una “psicología perenne”


Podríamos entender a la psicología perenne como una revisión universal sobre la naturaleza de
la consciencia humana, que expresa en lenguaje psicológico las mismas intuiciones de la
filosofía perenne.
El espectro de la consciencia es una visión multidimensional de la identidad humana, lo que
significa que cada nivel del espectro se caracteriza por una sensación de identidad individual
diferente fácilmente reconocible que va desde la Identidad Suprema propia de la consciencia
cósmica hasta la estrecha sensación de identidad asociada a la consciencia ecoica, pasando por
diversas gradaciones o bandas.
Wilber, trata de investigar la relación existente entre la experiencia espiritual y formas más
mundanas de la consciencia y de la identidad. Su primer intento de establecer una visión
integral consistió en diferenciar lo personal de lo transpersonal: La psicología transpersonal, por
su parte, se orienta, en una dirección muy diferente y aspira a determinar el modo en que el
individuo autónomo, racional y mentalmente equilibrado puede llegar a establecer contacto
con la dimensión divina. Wilber afirmó el principio básico de que las únicas escuelas que
pueden estar en conflicto son aquellas que se ocupan del mismo nivel de la consciencia.
Existen tres modalidades diferentes de consciencia:

personal/existencia/transpersonal
persona/ego/existencial/transpersonal

Las escuelas existencial-humanistas están fundamentalmente interesadas en el modo más


adecuado de integrar el cuerpo y el psiquismo con la intención de crear un “organismo total” al
que Wilber se refirió con término “centauro”.
Wilber considero la necesidad de introducir una nueva distinción dentro del dominio
transpersonal o espiritual, una que se es un estado radical y último en el que uno ya no
atestigua la realidad, sino que se torna uno con ella.

Para referirse a este estado último de la consciencia Wilber usó el término “Mente” o
“Espíritu”. De ese modo llegó al siguiente espectro:

persona/ego/centauro/testigo/Espíritu

La persona y el Espíritu constituyen las formas más contraída y expandida, respectivamente, de


la consciencia.

Cada que nos adentramos un nivel más profundo del espectro, no sólo trascendemos los
estadios anteriores (por el simple hecho de que se agrega un nuevo elemento), sino que
también los englobamos.
Wilber concibió al espectro de la consciencia como un continuo, en el cual, además de contar
con niveles primario, puede haber un sinfín de niveles secundarios a los cuales denomino
“bandas”. En el siguiente esquema podemos ver las bandas incluidas por Wilber.

 Persona
 Ego
o Bandas filosóficas (representan una interpretación más personal de la influencia
ejercida por una determinada cultura)
o Bandas biosociales (representan la influencia que ejerce en nosotros la cultura
en que nos hallamos inmersos a través del lenguaje)
 Centauro
o Bandas transpersonales (representan la tierra de nadie existente entre lo Divino
y el organismo individual)
 Espíritu

También podríamos decir que, en cada uno de esos pasos, hemos ido expandiendo nuestra
sensación de identidad desde la identificación exclusiva con el organismo individual hasta llegar
a abarcar la totalidad del cosmos.

Al acabar de elaborar estos bosquejos, Wilber escribió su primer libro, El espectro de la


consciencia, el cual está dividido en dos partes, “Evolución” e “Involución”. Wilber utiliza el
termino evolución para referirse al proceso que da lugar al espectro de la consciencia con todas
sus bandas o colores y el término involución para referirse al proceso a través del cual la
consciencia retorna a su Fuente, la clara Luz de lo Divino, dos grandes movimientos que
también son fundamentales para la filosofía perenne y constituyen el armazón de todo su
pensamiento.
Wilber también describe a la evolución como el movimiento desde el Espíritu hasta el individuo
por medio de un proceso de dualismos, proceso que ocurre dentro de un Yo subjetivo eterno,
que siempre está ahí y que no se ve afectado ni por los procesos del nacimiento y de la muerte
y está presente aquí y ahora en cada actividad de la consciencia, por más humilde que esta sea.
Mientras que, a la involución, la ve como el movimiento desde el individuo encarnado hasta el
espíritu a través de los mismos estadios que la evolución, solo que, de manera inversa, es decir,
mientras que la evolución fue a través de dualismos, la involución es por medio de
integraciones.
Para Wilber ¡nunca hemos dejado de ser ese Yo, por más desesperadamente que lo hayamos
buscado en el mundo exterior o en el mundo interior! Dicho, en otros términos, nunca hemos
abandonado el Yo y, en realidad, todos los esfuerzos que hagamos por encontrarlo no harán
más que alejarnos de él. Es por ello que las grandes enseñanzas espirituales nos advierten del
peligro de considerar el método como algo absoluto. En cierto estadio tenemos que dejar de
buscar al Espíritu para poder descansar en el Ser del Espíritu.
En su segundo libro, La consciencia sin fronteras, Wilber explica muy claramente el modo en
que el individuo puede experimentar su unidad o identidad con el cosmos ampliando
continuamente las fronteras de su identidad. Según Wilber, la espiritualidad es una extensión
lógica de la psicoterapia y sin importar el tipo de psicoterapia, todas ellas te llevan más adentro
del espectro de la consciencia. Existen aquellas psicoterapias que pretenden la integración del
cuerpo y del psiquismo, en otras palabras, son las que atienden a lo que Wilber denomina,
“Centauro”, y es este el que constituye la puerta de entrada a los niveles transpersonales y
espirituales de la consciencia, pero hay que recordad que aquel que quiera encontrar su Yo
trascendente, no le será de algún modo posible, hasta que la persona aprenda a
desidentificarse de sus recuerdos, mente, cuerpo, emociones y pensamientos. El conocedor, la
Identidad interna, no puede percibirse, definirse ni convertirse en objeto. El movimiento que
conduce desde la persona hasta el Espíritu, es un movimiento de expansión hacia fuera y no
hacia dentro, que es precisamente lo que ocurre con muchas visiones que consideran a la
espiritualidad como un viaje interno. Según el modelo espectral, sin embargo, empezando con
la vida interna de la persona vamos moviéndonos gradualmente hacia fuera englobando, en
primer lugar, en nuestra consciencia, la sombra, luego el cuerpo y, por último, el cosmos físico.
Al final de revisar sus primeros dos libros, Wilber tenía la sospecha de que había un groso error
en su modelo espectral.

3 CRISIS Y CAMBIO DE RUMBO

Después de El espectro de la consciencia y El espectro de la consciencia, Wilber se pregunta


sobre cómo podría alcanzar un individuo la madurez, pero, sobre todo, que lugar ocuparía este
punto en el modelo espectral. Wilber había afirmado en El espectro de la consciencia que el
individuo va emergiendo de un estado de unión y, a lo largo del proceso de desarrollo a través
de las distintas bandas del espectro, va perdiendo gradualmente el contacto con el Espíritu o el
cosmos. Al ver las cosas desde esta perspectiva Wilber no encontraba como es que la
consciencia, regresa a la unión, sin embargo, Wilber no dejaba de estudiar la literatura científica
que abarca los primeros años, y cuanto más la estudiaba, más se convencía de que el estado de
consciencia del recién nacido no tiene nada que ver con el epitome (inconsciente) de la
espiritualidad a la que anhelamos regresar durante el resto de nuestra vida. Wilber entiende
que el bebé esta fundido y es básicamente uno con el entorno material y con su madre
biológica. El bebé no puede distinguir su cuerpo físico del entorno físico. En el estado de fusión
no existe ningún nivel superior y por ende no es más espiritual que el adulto, sino al contrario,
menos. Con estos hallazgos, Wilber se da cuenta que la transición desde el bebé hasta el adulto
no es una caída del paraíso, sino una emergencia compleja de un estado de inconsciencia. La
espiritualidad es esencialmente un proceso continuo de desarrollo. Lo que había saltado Wilber
en su modelo espectral, era lo prepersonal, solo había considerado hasta este punto, lo
personal y lo transpersonal; a este punto donde solo contemplaba dos estados de consciencia,
él lo denomino Wilber-1 y al modelo en donde incluye lo prepersonal, lo denomina Wilber-2.
Entendemos entonces que en este último el niño parte de la conciencia corporal para comenzar
desarrollando un ego o personalidad y sólo después alcanzar un Yo transpersonal. El individuo
al alcanzar el nivel personal, el proceso de desarrollo puede seguir dos direcciones diferentes,
“regresar” al cuerpo a las emociones (y volver entonces a conectar con nuestros aspectos más
primitivos) o “progresar” hacía el Yo (y entrar así en contacto con nuestra naturaleza divina). La
regresión nos ayuda a cobrar consciencia del subconsciente mientras que la progresión, por su
parte, expande nuestra consciencia y nos permite darnos cuenta de lo supraconsciente. En El
espectro de la consciencia y en La consciencia sin fronteras, Wilber está fundamentalmente
interesado en el modo en que el individuo puede liberarse de los problemas psicológicos y
adentrarse luego en lo espiritual, mientras que, en su obra posterior, se interesa más por el
desarrollo que conduce desde el niño hasta el adulto y, desde éste, hasta el individuo
iluminado.
Wilber no parte de la nada, se apoya de otros autores que van a lo transpersonal o que también
ahondan en la filosofía perenne, por ejemplo, Huston Smith, quien menciona que la pérdida de
la visión espiritual del mundo no es una consecuencia inevitable de la exactitud de la visión
científica, sino el fruto de una interpretación incorrecta de la ciencia. Para Smith, al igual que
para muchos otros, hay dos visiones de la ciencia, una moderna y una tradicional, en donde
ambas son jerárquicas, pero la jerarquía tradicional va de lo inferior a lo superior, mientras que
la visión moderna va desde lo más pequeño hasta lo más grande. Dicho de otro modo, la visión
tradicional está dominada por el concepto de calidad, mientras que la visión moderna, está
dominada por el concepto de cantidad. En su libro, La verdad olvidada, Smith, esboza la visión
estratificada del mundo propia de las tradiciones espirituales como una sucesión de no menos
de cuatro planos: el terrenal, el intermedio, el celestial y el infinito. Esta visión de Smith fue
utilizada por Wilber para concebir entonces el desarrollo humano como una progresión
sucesiva a través de las distintas esferas de la existencia o planos de la consciencia del
individuo.

La psicología evolutiva como punto de partida


En el proyecto Atman, Wilber discute los estadios del desarrollo por los que atraviesa el
proceso de desarrollo y maduración que conduce desde el niño hasta la personalidad adulta.
Luego subraya los distintos estadios espirituales que puede seguir.

Wilber Smith
17. Último
16. Causal superior Espíritu
15. Causal inferior
14. Sutil superior
Alma
13. Sutil inferior
12. Centauro
11. Biosocial
10. Ego maduro
Mente
9. Ego tardío
8. Ego intermedio
7. Ego temprano
6. Pertenencia
5. Imagen de cuerpo
4. Cuerpo pránico
Cuerpo
3. Cuerpo axial
2. Uroboros
1. Pleroma

Lo prepersonal
Son los primeros seis estadios en el modelo de Wilber, comenzando por el de Pleroma, un
término gnóstico que se refiere a la materia primordial caótica y desordenada de la que todo
emerge, después, viene Uroboros, en donde el niño experimenta estados fugaces de placer o
de incomodidad. En el estadio del cuerpo axial, el niño experimenta su cuerpo como algo que
claramente le pertenece. Durante el estadio del cuerpo pránico, las emociones rudimentarias
empiezan a desempeñar un papel importante. En el siguiente estadio de la Imagen del cuerpo,
el niño empieza a formar imágenes de los objetos que se encuentran dentro de su entorno,
dentro de todas las cuales, la imagen que destaca es la de su madre. En el último estadio de lo
prepersonal…pertenencia, el niño descubre que forma parte de un entorno social en el que se
habla un determinado lenguaje. Mientras que los estadios ligados al cuerpo casi se hallan
completamente sometidos a la expresión espontanea de los impulsos físicos, ahora puede
elegir expresar o no un determinado impulso o emoción.
Lo personal
La formación del Ego, desde Wilber, es un proceso de cuatro estadios, uno temprano, uno
intermedio, uno tardío y uno en donde se le considera maduro al Ego. El niño va identificándose
cada vez más con el ego mental conforme va recorriendo los estadios. Hacia el final del estadio
del ego tardío, el ego madura y, al hacerlo, el yo también empieza a diferenciarse del ego. Esto
da lugar a lo que Wilber denomina el estadio del centauro, durante el cual, el cuerpo y el ego se
integran para crear una “unidad” más elevada a la que se refieren las escuelas de la psicología
humanista y existencial.
Lo transpersonal
Comprende los estadios sutiles, inferior y superior. En el inferior el Yo prosigue su viaje
evolutivo trascendiendo, aunque no sea de un modo estable y controlado, la totalidad del
organismo psicofísico con el pensamiento racional y la percepción sensorial. En el sutil superior,
aparecen los dominios de la intuición y de la inspiración religiosa, este reino espiritual concreto
se caracteriza fundamentalmente por las visiones de seres arquetípicos o celestiales que
encarnan cualidades que forman parte de nuestro ser más profundo.
Lo transpersonal también incluye a los estadios causal inferior y causal superior. En el causal
inferior el individuo ya no percibe divinidades arquetípicas, sino que se convierte, por así
decirlo, en esas cualidades. En el causal superior, el individuo acaba trascendiéndose por
completo cualquier forma manifiesta hasta el punto de que ya no necesita aparecer o emerger
en la Consciencia. Aquí no hay Yo, ni Dios, ni Dios final, ni sujeto, ni tampoco hay nada, lo único
que existe es la Consciencia como tal. En el estadio denominado “último”, la unidad final, en la
que todas las cosas y todos los sucesos, aun permaneciendo completamente separados y
discretos, son sólo uno.
Los principios generales del desarrollo
En el proyecto Atman, esbozo los principios generales a los que se atiene el proceso del
desarrollo. Según Wilber, la transición desde un estadio del desarrollo al siguiente tiene lugar a
través de los procesos de diferenciación e integración. El proceso diferenciación permite que el
Yo cobre consciencia de que su identidad es distinta de la identidad ligada a un determinado
estadio del desarrollo. El proceso de integración, agrega el nuevo estadio al estadio anterior
para crear una nueva totalidad, sin embargo, cualquier problema en cualquiera de estos dos
procesos, creará una patología, aún y cuando ya un individuo este en lo transpersonal, por ello,
Wilber menciona que debemos esforzarnos de continuo por la diferenciación y evitar, al mismo
tiempo, caer en la disociación. Cada transición desde un estadio evolutivo hasta el siguiente
implicaría una transformación.
En cuanto a la represión, para Wilber esta no solo es válida para reprimir los impulsos de lo
físico que llegan a lo mental, sino que también es posible reprimir la mente durante la
transición que conduce de lo mental a lo espiritual.
Para Wilber el proceso de crecimiento hacia el Espíritu se ve alentado por el impulso a recobrar
la conciencia del Yo perdida durante el proceso involutivo.
¿Una caída del Paraíso?
¿Acaso puede el conocimiento que poseemos de los estadios más témpanos de la historia
cultural de la humanidad arrojar luz sobre los estadios más primitivos del desarrollo? ¿Es
posible que la evolución de la humanidad haya atravesado los mismos estadios de consciencia
que hoy en día advertimos en los bebes y los niños?¿Es posible que nuestros antepasados
vivieran en una especie de jardín del Edén para acabar luego, como afirman tantos mitos,
viéndose obligados a abandonarlo?
Desde una perspectiva psicológica, la hipótesis de la “Recapitulación” se aplicaría sugiriendo
que, en su desarrollo psíquico individual, cada niño atraviesa los distintos estadios de
pensamiento por los que, en el pasado, transito la humanidad. En su libro Después del Edén,
Wilber no suscribe la idea de una “caída” del paraíso, sino que, por el contrario, tiende a ver
que la humanidad “asciende desde el pasado”. En otras palabras, la humanidad ha atravesado
diferentes eras que de acuerdo con Wilber han presentado las mismas características de
consciencia que un niño atraviesa. En Después del Edén, Wilber establece que la humanidad
después de haberse desidentificado por completo de los estadios del desarrollo
correspondientes a los del cuerpo, el ego podía reprimir esos estadios. Habiendo despertado
heroicamente de su letargo en el inconsciente, el ego empezó a sentirse omnipotente,
olvidando que no es nada comparado con la realidad espiritual del Yo. Atrapado entre los
dominios inmensos de la naturaleza inconsciente y del Yo espiritual, el ego cree ser la única
realidad. En este estadio, el concepto mental del tiempo es ahora lineal e histórico y parece
poder avanzar hacia el futuro y retroceder hacia el pasado, lo que dio origen al sentimiento de
culpa y al miedo.
La evolución de la religión
En después del Edén, Wilber realiza una importante distinción entre el nivel de consciencia
“promedio” de un determinado periodo y el nivel de consciencia “avanzado” logrado durante el
mismo tiempo por unos pocos individuos. Wilber predijo que, tanto dentro del individuo como
dentro de la cultura, el proceso de desarrollo religioso se atiene también al espectro de la
consciencia. En resumen, la evolución de la humanidad discurrirá muy probablemente, estadio
tras estadio, por el mismo despliegue jerárquico que vislumbraron los héroes trascendentes del
pasado y por el que siguen transitando los meditadores de hoy en día, porque tanto los héroes
trascendentes del pasado como los héroes meditadores del presente y la evolución futura de la
modalidad promedio discurren simplemente a través de los distintos niveles superiores de la
Gran Cadena de Ser.
¿Una Nueva Era o una nueva Edad Oscura?
En el estadio actual, la humanidad todavía debe concluir la tarea de actualizar plenamente el
nivel mental, por lo que, la Nueva Era aún es algo improbable, y más aún si caemos en una
nueva Edad Oscura si lo anterior no se completa. Wilber coincide con quienes critican el
narcisismo y egocentrismo característico de la Nueva Era que tiende más a glorificar lo
prepersonal que a llevar a cabo el esfuerzo necesario para llegar a una autentica espiritualidad
mística transpersonal.
“Uno ya no se pierde en los pensamientos”
Wilber, un año antes de que después del Edén viera la luz, no dejo de profundizar en su propia
practica espiritual. Y en la medida en que su meditación progresaba, empezó a poder acceder a
las dimensiones transpersonales, primero la sutil y luego la causal, pero también descubrió la
necesidad de superar antes lo que denominó complejo de Apolo, la identificación compulsiva
con el intelecto y también entendió la necesidad de renunciar a la identificación con las
experiencias espirituales (complejo de Vishnú). Después de comprender esto, Wilber empezó a
centrarse en la realidad trascendente del Yo, un estadio de la meditación en el que el principal
obstáculo reside en las experiencias de rapto.
MODIFICACIONES ADICIONALES
¿Hacia un nuevo paradigma?
En los tres ojos del conocimiento, una recopilación de ensayos, Wilber apeló a una metáfora
sugerida por san Buenaventura, un místico cristiano del siglo XIII; en esta metáfora un individuo
dispone de 3 ojos, el ojo de la carne, el ojo de la razón y el ojo del espíritu (al que Wilber
también denomina el ojo de la contemplación) y cada uno de ellos nos permite acceder a un
dominio diferente de la realidad…el ojo de la carne ve las ciencias naturales, el ojo de la razón
ve las humanidades/ciencias sociales y el ojo de la contemplación las ciencias espirituales.
Según Wilber, la posición central ocupada por el pensamiento le coloca en una situación
privilegiada para relacionarse con los tres dominios.
Tres tipos de ciencias
Los tres tipos diferentes de visiones pueden ser considerados desde el punto de vista de Wilber
como ciencias, ya que al final de cuentas las tres se ajustan al mismo procedimiento. En su
opinión, en lugar de preocuparse exclusivamente por la realidad que puede ser percibida
mediante los sentidos, una empresa es científica porque demuestra teorías a la luz de la
experiencia -cuál es, sino ese, el significado de la palabra “empírico”-y la experiencia humana
abarca claramente mucho más de lo que podemos percibir a través del ojo de la carne.
La falacia “pre/trans”
Wilber descubrió la falacia pre/trans, la cual consiste en la confusión de un estado con el otro
debido a sus similitudes en algunos fenómenos, sin embargo, la espiritualidad transpersonal no
es, en modo alguno, una regresión a la religión dogmática o a la religiosidad infantil ni tiene nada
que ver con el pensamiento mágico, la consulta a videntes o nadar entre delfines.
Ajustes posteriores del modelo evolutivo
En Los tres ojos del conocimiento, Wilber ha introducido una serie de ajustes a su modelo
evolutivo, que acabaron configurando lo que él mismo ha definido recientemente como “Wilber
3”. La diferencia existente entre Wilber-2 y Wilber-3 es, esencialmente, la que hay entre el
desarrollo homogéneo y el desarrollo diferenciado, que podemos representar del siguiente modo

Wilber-2 Wilber-3

El mecanismo del desarrollo puede verse ilustrado con la metáfora de la escalera, según la cual
hay: 1) alguien que asciende, 2) los distintos peldaños de la escalera y 3) la visión que puede
contemplarse desde cada uno de los peldaños. La diferencia más evidente entre las estructuras
básicas de la conciencia y los estadios provisionales o de transición es que aquellos permanecen
presentes a lo largo de todo el proceso del desarrollo, mientras que estos acaban
desapareciendo. En cuanto al Yo, es cierto que este no puede ser percibido, pero según Wilber,
su existencia es inexcusable si queremos explicar el fenómeno de la consciencia puesto que hay
funciones meramente de él, de hecho, el Yo también es descrito por Wilber como el “navegante
del desarrollo”, la sensación de dirección que nos lleva a identificarnos o a diferenciarnos, a
proseguir nuestro desarrollo o a regresar a estadios anteriores.
En el Proyecto Atman y Después del Edén se reconocen algunos estadios, diez para ser
específicos, número que se ha reducido en comparación con los presentados en sus primeros
libros. Las estructuras básicas ya no se esbozan a modo de una simple secuencia en forma de
escalera sino, más bien, en forma de un árbol con ramas, lo que implica que, aunque las
estructuras básicas empiecen a aparecer en un determinado momento del desarrollo, tardan
cierto tiempo en madurar. En sí mismo, el modelo de las estructuras básicas cumple con la
importante función de proporcionarnos un marco de referencia integrador. Cuando emerge
una estructura superior, la vieja visión del mundo se pierde o se abandona, pero la capacidad
sensorial y perceptual permanece. Volviendo de nuevo a nuestra analogía de la escalera, las
emergencias de las estructuras básicas pueden aparecer mucho antes de que la voluntad del yo
las “escale”.
La física y el misticismo: ¿un matrimonio desafortunado?
La física ha llegado a las mismas conclusiones sobre la naturaleza de la realidad que las
filosofías orientales (“todo es uno”), pero esa, en opinión de Wilber, es una simplificación
inadmisible de la profunda y detallada cosmovisión propia de las tradiciones espirituales.
Fritjof Capra asume que la física y el misticismo ocupan el mismo dominio, al que se le llama
realidad, sin embargo, para Wilber y para Huston Smith, la cuestión es diferente –para ellos
todo procede de la Diversidad (la enseñanza de las esferas) a la Universidad (el materialismo
que solo admite un mundo) y, finalmente a la Diversidad (la visión multidimensional de la
realidad). La física es incapaz de decirnos nada sobre el mundo mental y menos todavía sobre el
mundo espiritual.
¿Un paradigma holográfico?
Wilber compiló un par de ensayos en donde acusa a los autores físico-holísticos de reducir la
sofisticada visión del mundo propia de las tradiciones espirituales al mundo exclusivamente
material. Menciona que la física y misticismo no son dos enfoques diferentes de la misma
realidad, sino aproximaciones diferentes a dos niveles muy distintos de la realidad, el último de
los cuales trasciende, aunque incluye, al primero (…)Lo nuevo de la física nueva no es que tenga
algo que ver con los niveles superiores de la realidad (…) sino que, al impulsar a los extremos de
la dimensión material, parece haber descubierto la holoarquia básica del nivel 1, lo cual es
ciertamente novedoso. En ese punto al menos coinciden la física y el misticismo.
Una sociología transpersonal
En 1982, Wilber, público una monografía titulada Un Dios sociable: Una breve introducción a
una sociología transcendental. En poco más de 135 paginas muy concentradas, Wilber esboza el
perfil de una disciplina completamente nueva, la “sociología transpersonal” o, como él mismo
dice, de una “sociología no reduccionista de la religión”. En un Dios sociable Wilber hace
referencia a Jürgen Habermas, quien establece una distinción entre dos dominios diferentes, el
“sistema” económico-material y el mundo subjetivo de la experiencia humana y en donde el
primero ha “colonizado” casi por completo al segundo y es por ello que el mundo de la ciencia
también se halla tan dominado por las ciencias exactas que, comparadas con las ciencias
sociales, ocupan un lugar inferior. En su planteamiento Habermas propone tres clases de
ciencias, sin embargo, no uno referente a las ciencias espirituales y por ello, Wilber aún y
cuando admira a este, no deja de lamentarse por esta “omisión” que hace, en la opinión de
Wilber. En esta misma…Un Dios sociable, entre la combinación de la sociología de la religión y
el modelo evolutivo, Wilber nos permite explicar por qué las personas encuentran tan difícil
seguir creyendo en el mensaje tradicional de las religiones.
Los nuevos movimientos religiosos
El hecho de que movimientos espirituales idealistas y bienintencionados puedan acabar
degenerando y convirtiéndose en organizaciones tiránicas y totalitarias pone de relieve la
existencia de procesos psicosociales autónomos que deberíamos tener muy en cuenta.
Dondequiera ocurra este tipo de degeneración, los miembros de la comunidad tienden a
depender cada vez más del grupo y acaban adoptando una actitud paranoica hacia el mundo
exterior. Wilber establece una distinción entre la legitimidad y la autenticidad, definiendo a la
primera como el grado en el que un cierto movimiento consigue estabilizar un determinado
nivel del desarrollo y, a la autenticidad como la magnitud en la que un cierto movimiento
alienta el desarrollo hasta el nivel superior de la espiritualidad.
Los siguientes criterios, en opinión de Wilber , son muy útiles para la determinación de los
movimientos religiosos problemáticos:
 El enfoque es predominantemente preracional.
 La figura de autoridad es permanente.
 La autoridad no se asienta en una tradición, sino que se atribuye completamente al
líder.
Los grupos religiosos no problemáticos presentan la imagen opuesta que podríamos
caracterizar del siguiente modo:
 Su enfoque es fundamentalmente transracional.
 Se halla inserto una determinada tradición espiritual cuyo conocimiento acumulado
dificulta que la persona se atribuya una importancia extraordinaria y no admita ser
corregida.
 La figura de autoridad es provisional, en cuyo caso, el gurú asume un papel semejante al
de un doctor o un maestro que representa al Yo del discípulo que va despertando
gradualmente, en cuyo punto resulta ya innecesario.
 El líder no se considera perfecto.
 La función del grupo no aspira a salvar al mundo.

El modelo de estadios
Wilber terminó su modelo de estadios definiendo también las diferentes patologías que
pudieran presentarse en cada de que se presente algún problema de diferenciación o
integración.

Estadio Patología Terapia


Misticismo ultimo Patología última No-dual
Misticismo causal Patología causal Sin forma
Misticismo sutil Patología sutil Teísta
Misticismo psíquico Patología psíquica Psíquico natural
Visión-lógica Crisis existencial Terapia existencial
Reflexivo-formal Crisis de identidad Introspección
Mente regla-rol Patología de guiones Análisis de guiones
Mente Rep. Neurosis Terapia de introvisión
Fantásmico Narcisismo/borderline Terapia de reestructuración
Sensorial Psicosis Terapia de relajación

AMOR, MUERTE Y RENACIMIENTO


Wilber conoce a por medio de unos amigos en una fiesta a Treya Killam, mujer que al abrazarla
sintió como si se fundieran y si llevasen varias vidas juntos. Después de este primer contacto,
deciden casarse, sin embargo, un mes antes de la boda Treya se sometió aún estudio médico en
cual dio positivo a un tumor, el cual en una primera instancia fue diagnosticado como benigno,
pero antes de irse de luna de miel, es diagnosticado como maligno y fue extirpado ese mismo
día. Las esperanzas para prolongar la vida de Treya fueron pocas, sin embargo, ambos se
aferraron a llevar una búsqueda en la literatura médica y alternativa, en donde descubrieron 11
visiones diferente del cáncer, que iban desde las más estrictamente científicas hasta las simples
creencias religiosas.

Cristiana La enfermedad es un castigo divino por los pecados cometidos.


Nueva Era La enfermedad es una lección que nos enseña algo.
Médica La enfermedad es simplemente un trastorno físico.
Karma La enfermedad es el resultado de las acciones del pasado.
Psicológica La enfermedad se debe a la represión de las emociones.
Gnóstica La enfermedad es una ilusión. Lo único que existe es el espíritu.
Existencial La enfermedad forma parte de nuestra existencia mortal y finita.
Holística La enfermedad es el resultado de la combinación de muchos factores
diferentes.
Mágica La enfermedad es una especie castigo por los malos pensamientos.
Budista La enfermedad forma parte inseparable de la vida.
Científica La enfermedad tiene causas, pero no significados.

Wilber y Treya estaban especialmente interesados en la visión según la cual nosotros somos
responsables de nuestras enfermedades, aunque Wilber sospechaba que los factores
psicológicos desempeñan un papel relativamente pequeño en el desarrollo del cáncer.
Terry decidió cambiar aquellos aspectos de su vida que las teorías alternativas consideraban
más importantes y, al hacerlo encontró diferencias existentes entre las dimensiones femenina y
masculina de la espiritualidad (a las que comenzó a referirse como una diferencia entre el “ser”
y el “hacer”, respectivamente) y busco el modo de armonizarlas en su propia vida. Cuando
Treya comenzó con este proceso Wilber entonces dice con respecto a esto que la búsqueda de
la misión de uno en la vida es una búsqueda de nuestro daemon (ese término griego que, en la
mitología clásica, se refiere al “dios interior”, a la deidad interna, al guía espiritual –al que
algunas tradiciones conocen con los nombres de genii o jinn-, a la deidad tutelar, al genio
personal, al sino, a la fortuna).
Previo a la muerte de Treya, Wilber había estado completamente abocado a ella, dejando a un
lado sus necesidades, lo que ocasionó en compañía de algunos otros factores, una depresión y
habían estado teniendo problemas como pareja, por lo que decidieron acudir a terapia con un
amigo y, es ahí en donde Ken se da cuenta de que la meditación por sí sola no puede resolver
problemas psicológicos como las neurosis.

Mi camino hacía el budismo


Wilber era preferente de la práctica budista y en Gracias y Coraje, uno de sus libros, habla de
las tres escuelas del budismo –el Hinayana, el Mahayana y Vajrayana, que según se dice,
corresponden con los diferentes estadios del desarrollo espiritual. Dentro del budismo, Wilber y
Treya se dieron cuenta de que cualquier enfoque se le limitase a “luchar contra el cáncer” era
demasiado “masculino” y que los enfoques más “femeninos” debían centrarse en mejorar la
calidad de vida del enfermo.
Treya contrajo posteriormente una infección pulmonar que le impidió a Wilber acercársele, por
los que, al estar algunos días aislado, reflexiona sobre lo que ha vivido con ella y llega a la idea
de que son medias personas, una celestial y otra terrenal y que así es precisamente como debe
ser –juntos y unidos en el corazón, constituyen un ser completo y recuperan la unidad
primordial que no podían alcanzar aisladamente.

La muerte y el renacimiento en la tradición del budismo tibetano


Desde esta postura el ser humano posee tres niveles o dimensiones fundamentales, ordinario o
físico, sutil y causal. Durante el proceso de la muerte, primero se disuelven los niveles inferiores
de la Gran Cadena, comenzando con el cuerpo y, más concretamente con la sensación y la
percepción. Cuando el cuerpo se disuelve, las dimensiones más sutiles de la mente y del alma
pasan a primer plano. Ya en el mismo momento de la muerte se disuelven todos los niveles y la
conciencia se ve súbitamente iluminada por el fogonazo del Espíritu causal.
Si en está situación, el sujeto puede reconocer a ese Espíritu como su verdadera naturaleza,
tiene lugar la iluminación en el acto y la persona se funde con la Divinidad y regresa
permanentemente a Ella.
Pero, si tal reconocimiento no tiene lugar, el sujeto (el alma) entra en un estado intermedio o
limbo –al que los tibetanos denominan bardo –en el que, según se dice, permanece unos
meses. Entonces vuelve el nivel sutil y finalmente reaparece también el nivel ordinario.
Wilber escribió un ensayo sobre la reencarnación…¿Vida después de la muerte? en donde
según él, la verdad de la teoría de la reencarnación solo puede experimentarse dentro de la
propia consciencia y subraya que lo que las tradiciones espirituales nos enseñan es que lo que
se reencarna no es tanto la personalidad como el alma transpersonal, que no contiene ningún
recuerdo especifico y únicamente puede caracterizarse por las cualidades de la “virtud” y de la
“sabiduría”. El alma individual sigue reencarnándose hasta que alcanza la iluminación,
momento en el cual desaparece toda necesidad de reencarnarse.
Treya muere en 1989 y, posterior a su muerte Wilber cumple con una promesa, la de escribir un
libro –Gracias y coraje. En la vida y en la muerte de Treya Killam Wilber. El cual se centra en el
tema que se convirtió en el lema de los últimos años de su vida, la necesidad de luchar por la
vida y de aceptar simultáneamente la muerte en el caso de que sea inevitable.
Reflexionando Wilber sobre su vida al lado de Treya, él sostenía la fantasía de que era un
soporte para Treya, sin embargo, llega a darse cuenta de que en realidad fue Treya quien vino a
ayudarlo y a actualizar su espíritu, proclamándose de una manera rotunda.

UN HORIZONTE TODAVIA MAS AMPLIO


La trilogía del Kosmos
Después de la muerte de Treya y de haber cumplido su promesa, Wilber retoma su camino y
también vuelve a escribir con el ritmo que tenía acostumbrados a sus lectores y entonces
decide escribir un libro sobre el lugar que ocupa el espíritu en la cultura occidental, el cual
dividió en tres tomos y los denomino “trilogía del Kosmos”. Ahora Wilber esboza cuatro
dominios diferentes de la realidad, la fisiosfera (el mundo de la materia), la biosfera (el mundo
de las cosas vivías), la noosfera (el mundo del pensamiento) y la teosfera (el dominio de lo
divino). El primer volumen de la trilogía lo título Sexo, ecología y espiritualidad, el cual se
encuentra dividido en dos partes y, en el libro uno, Wilber recapitula el modelo de estadios del
desarrollo, agregándole varios elementos nuevos; comenzó partiendo del estado de cosas en
ciencias tales como la física y la biología, también desarrollo su propia metafísica que giraba en
torno al concepto del “holon”, lo que se podría definir como una “totalidad” que, al mismo
tiempo, forma también “parte” de una totalidad superior, y en este sentido se entiende que
hay una jerarquía que va de lo inferior a lo superior –es decir, se atiene a un criterio cualitativo.
De este modo, cada nuevo estadio evolutivo introduce nuevos elementos que no pueden ser
explicados en función de los anteriores, algo que a lo que también se conoce como “evolución
emergente”. Con los anteriormente explicado, Wilber plantea la necesidad de vivir bajo los
principios de la ecología, los cuales indican que los superior no puede vivir sin los inferior, pero
sí se puede dar el caso contrario, en otras palabras, aunque sean muchas las facetas de nuestro
ser que trascienden nuestra naturaleza biológica, ello no implica que debamos descuidarla. La
vida ecológicamente respetuosa constituye el fundamento de la vida mental sobre la tierra.
El progreso individual y cultural
Según Habermas y también Wilber, la historia de la cultura puede dividirse, hablando en
términos muy generales, en tres grandes periodos:

Naturaleza de la Nivel de identidad Tipos de Estadios del yo


cultura Pensamiento
Racional Ego Operaciones mundicéntrico
formales
Mítico Grupo Operaciones Socio/etnocéntrico
concretas
Mágico cuerpo Preoperacional Bio/egocéntrico

Gebser Habermas Piaget Wilber


Wilber considera que el proceso de desarrollo del ego va acompañado de una ampliación del
horizonte mental que conduce de la identificación con el cuerpo y los ancestros hasta el grupo
social de pertenencia y, finalmente a la humanidad y, por extensión, a todos los seres vivos.
Uno de los resultados de este proceso es la disminución gradual del egocentrismo que va
acompañado de una mayor capacidad de empatizar con los demás. En opinión de Wilber, pues,
el yo no se opone a lo espiritual, sino que es un paso necesario en el camino hacía lo espiritual.

Los cuatro cuadrantes


En Sexo, ecología, y espiritualidad, Wilber agrego una idea completamente nueva a su modelo,
introduciendo explícitamente tres dimensiones diferentes (la materia, la social y la cultural) a la
dimensión psicológico individual a la que, hasta entonces, había restringido su trabajo. El
modelo de los cuatro cuadrantes fue el resultado del estudio de los numerosos modelos del
desarrollo registrados en la literatura científica y filosófica.

INTERIOR EXTERIOR
INDIVIDUAL

Intencional Conductual
Superior- Superior-
izquierdo derecho

Cultural Social inferior-


COLECTIVO

inferior- derecho
izquierdo

A consecuencia de esta nueva fase de su pensamiento, Wilber se refiere a la visión del


desarrollo bosquejada por los cuatro cuadrantes como Wilber-4. Desde esta visión no solo
describe los nueve estadios del desarrollo identificados en Wilber-3, sino que también
establece los nueve estadios en el contexto proporcionado por los otros tres cuadrantes, lo que
da lugar a una compleja figura en forma de rosa que contiene 36 “celdillas” diferentes. Según
Wilber, los cuatro cuadrantes son absolutamente necesarios para cualquier teoría integral de la
consciencia.

El colapso del mundo chato


En el libro de Sexo, ecología, y espiritualidad, Wilber se pregunta por qué la cultura occidental
ha rechazado esta visión multidimensional de la realidad y, la respuesta se ha de encontrar en
el fin del sometimiento en el cual vivían la ciencia y el arte ante la religión, lo cual ha sido
benévolo pero también ha traído malas noticias, pues a partir de esta ruptura, la ciencia por su
propia naturaleza, se ve obligada a ocuparse exclusivamente del dominio percibido por los
sentidos y ha colonizado los dominios del arte y de la ética que, de ese modo, se ven
descartados como “no científicos” a pesar de representar dominios tan interesantes o
posiblemente más que el mundo percibido por los sentidos. El desarrollo de la tecnología y de
la industrialización basada en ella ha acabado convirtiendo a la cultura occidental en un mundo
unidimensional, al que Wilber califica como “mundo chato”.
En tanto que individuos debemos aprender a funcionar en los tres dominios –“yo”, “nosotros” y
“ello” –o, dicho de otro modo, en los cuatro cuadrantes de la vida.

Espiritualidad ascendente y espiritualidad descendente


Existen dos movimientos fundamentales en el Kosmos, un movimiento ascendente (que va
desde la materia hasta el Espíritu) y un movimiento descendente (que va desde el Espíritu hasta
la materia). Dicho en otras palabras, el Kosmos es una totalidad multidimensional. Al ascender
hacia el Espíritu el individuo adquiere la sabiduría y al descender a la materia el individuo
expresa la compasión. La espiritualidad ascendente es masculina, celestial y trascendente,
mientras que la espiritualidad descendente es femenina, terrenal e inmanente.
Dentro del contexto de mundo chato –que ha decretado la inexistencia de las cosas que no son
visibles y que solo admite la realidad de las necesidades físicas- el ideal de la espiritualidad
descendente ha acabado degenerando en un intento de establecer el cielo en la tierra negando
simplemente su existencia.
La sociedad ideal es la que se ocupa de satisfacer todas las necesidades del individuo (tanto las
físicas, como las psicológicas y hasta las espirituales).

La conciencia global como trampolín


En la segunda parte de Breve historia de todas las cosas, Wilber vuelve de nuevo al modelo de
nueve estadios que había descrito en Psicología integral. Desde su perspectiva, el desarrollo
humano es un proceso orientado a la consciencia global.
La consciencia global, pues, es el resultado de un largo y difícil proceso de desarrollo durante el
cual el horizonte del yo va expandiéndose desde el organismo hasta el grupo de pertenencia y,
finalmente, a toda la humanidad. Luego Wilber subraya que la consciencia global es el
trampolín de los estadios espirituales o transpersonales del desarrollo

El ojo del Espíritu


En 1997 Wilber publicó un nuevo libro con el nombre de El ojo del Espíritu: una visión integral
de un mundo que está enloqueciendo poco a poco. En el, presentó un análisis de su desarrollo
intelectual y en el prólogo, se transmite la impresión de que está cada vez más interesado por
la relación entre la espiritualidad y la política. Él afirma buscar un “Dios liberal” o, dicho en
otras palabras, una visión de la religión que sea compatible con la ciencia y con el espíritu de la
investigación libre.
La visión integral por la que Wilber aboga unifica armoniosamente en la misma totalidad las
visiones de Oriente y Occidente. Según Wilber, Oriente ha contribuido a este enfoque
insistiendo en la necesidad de recordar que la realidad se encuentra estratificada y que no
debemos limitarnos a la realidad física percibida por los sentidos. Occidente ha contribuido a
este enfoque con el descubrimiento de que el ser humano no existe aisladamente, sino que
está inmerso en contextos materiales y sociocultural. Wilber considera que el Espíritu se
expresa de cuatro formas diferentes y que los cuatro cuadrantes están en constante
interacción.

El espíritu omnipresente
A lo largo de toda esta búsqueda por el mundo interno y por el mundo externo, el Espíritu se
halla siempre ya presente como la misma presencia testigo. Esta es la mayor de todas las
comprensiones. Para Wilber no hay un solo instante en el que usted no tenga acceso a esa
consciencia Testigo. En cada instante existe una consciencia espontanea de lo que se presenta y
esa consciencia simple, espontánea y sin esfuerzo es el mismo Espíritu omnipresente. Aun en el
caso de que usted crea no verlo, no por ello deja de ahí. Así pues, el estado último de la
consciencia –la esencia misma del Espíritu no es difícil de alcanzar sino imposible de evitar. Este
es, precisamente, el secreto más celosamente guardado por las tradiciones no duales.

La integración entre la ciencia y la religión


Después de haber escrito El ojo del Espíritu Wilber sintió de nuevo la necesidad de escribir un
libro relativamente “simple”. Dicho libro se llamó Ciencia y Religión y contiene material
refiriéndose a las humanidades en particular. Así pues, en Ciencia y religión no estaba tan
interesado en la religión como con el mundo interior total del individuo y en la necesidad de
trascender el mundo “chato”.

Psicología integral
En Una teoría de Todo, Wilber enumera los elementos compositivos esenciales de cualquier
psicología integral, los cuales serían los distintos niveles u olas de la existencia, una gran
holoarquia que abarca el espectro completo de la consciencia desde la materia hasta el cuerpo,
la mente, al alma y el espíritu.
En este mismo libro Wilber hace una incursión en la política, destacando los puntos esenciales
que una política, en caso de declararse integral, necesitaría considerar para ser completamente
lo que pretende o dice ser. En otras palabras, la política integral de Wilber necesita tocar los
cuatro cuadrantes de su modelo y los 3 estadios del desarrollo –el egocentrismo, el
etnocentrismo y el mundicentrismo.

El año más productivo de mi vida


En Diario, un libro que detalla la vida de Wilber, relata su encuentro Marci Walters, una chica
con quien se llegaría a casar después de cuatro años de relación y uno de matrimonio. La vida
de Wilber junto a ella fue muy feliz y se acompañó de gran productividad, pues en esos años
revisó Collected Works y también escribió Una visión integral de la psicología, la primera
edición de Boomeritis y The Integral Vision (que luego acabo convirtiéndose en Una Teoría de
Todo) y, al mismo momento, también empezaron a cobrar forma sus planes para la creación del
Integral Institute. Al cabo de esos años Marci y Wilber decidieron separarse para que ella
pudiera tener hijos y el continuar con sus proyectos.

La psicología transpersonal: el dominio del alma


¿Cuándo concluye el proceso del desarrollo? ¿Es el individuo autónomo y racional en el punto
final de ese proceso, como siempre han afirmado los teóricos occidentales o acaso –como
llevan siglos diciendo las tradiciones orientales- el objetivo final apunta al individuo
espiritualmente consciente e iluminado? En este último caso, el pensamiento abstracto no es la
cúspide del desarrollo, sino un estadio provisional en el camino que conduce a los dominios
espirituales de la consciencia, en cuyo punto nos adentramos en los dominios de la psicología
transpersonal, que esta fundamentalmente interesada en el proceso del desarrollo espiritual.
Cabe mencionar que dentro de la psicología transpersonal también hay dos paradigmas
diferentes, a los que califican como “aditivo” y “dialectico”. Los modelos aditivos conciben la
dimensión espiritual como algo que se agrega a la dimensión personal, en cuyo caso, el
desarrollo espiritual consiste una extensión lógica del desarrollo personal. En este paradigma
inscriben a Wilber, que considera que el desarrollo personal acaba conduciendo el desarrollo
transpersonal. Los modelos dialecticos, por su parte, ubican la dimensión espiritual en el
pasado y conciben el desarrollo espiritual como un regreso a algo que se perdió en alguna parte
del camino, independientemente de la forma que éste pueda asumir. En el último de los casos,
quien quiera adentrarse en la psicología transpersonal habrá de adoptar alguno de los dos
modelos, ya sea el “aditivo” (o también conocido como escalonado) o el “dialectico” (conocido
también como modelo espiral) puesto que son mutuamente excluyentes.

Epílogo: el mapa y el territorio


Hay quienes desdeñan la obra de Wilber porque la consideran demasiado teórica y alejada de la
practica espiritual. Pero Wilber es el primero en insistir en que, en última instancia, lo que
realmente importa no es el estudio de sus libros sino la practica espiritual. El modo más
adecuado de concebir su modelo de la consciencia es considerarlo cómo un mapa del mundo
interno, un mapa que puede ser de mucha utilidad en el viaje interno.
Suele decirse que “el mapa no es el territorio” y que, en consecuencia, es importante no
confundir nuestras teorías sobre la realidad con la realidad misma. Pero cualquiera que se haya
ido de vacaciones a un país desconocido sabe bien lo importante que puede ser disponer de un
buen mapa.

Potrebbero piacerti anche