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A los seres humanos (en general) nos gusta muy poco que nos digan lo que tenemos que hacer
para modificar conductas, y mucho menos que nos riñan para conseguirlo (implícita o
explícitamente). Tales fenómenos (frecuentes cuando tratamos de persuadir a alguien para que
cambie) generan con facilidad la denominada reactancia psicológica, es decir, un deseo por
permanecer en la postura inicial, necesario por otra parte para mantener la libertad individual de
tomar decisiones por uno mismo.
La motivación que debe tener una persona para iniciar un cambio, se debe ver como un deseo de
cambiar, el cual puede fluctuar de un momento a otro o de una situación a otra. Dicho estado se
puede ver influido por múltiples factores.
Un modelo útil, para entender como se produce el cambio, es el elaborado por Prochaska y
DiClemente. Estos autores, describen una serie de etapas por las que avanza una persona en el
proceso de cambio.
Dentro de este enfoque, la motivación se puede entender, como es estado presente de una
persona o la etapa de preparación para el cambio. Es un estado interno, influenciado por factores
externos.
La rueda del cambio, que surge de este modelo, admite varias etapas:
Precontemplación
Contemplación
Recaída
Determinación
Salida permanente
Mantenimiento
Acción
Precontemplación: En esta etapa, el individuo, no ha considerado que tenga un problema o que
necesite introducir un cambio en su vida. Una persona que se aproxima a esta etapa y a la que se
le indica que tiene un problema, reacciona de una forma sorprendida y a la “defensiva”. Suelen
ser personas que por si mismas no buscan ayuda. Una persona que se sitúa en esta etapa, necesita
información y la retroalimentación, a fin de que pueda aumentar su conciencia del problema y la
posibilidad de cambiar.
Contemplación: Una vez que la persona toma conciencia de que tiene un problema, entra en un
periodo caracterizado por la ambivalencia. La persona contempladora considera y rechaza el
cambio a la vez. Cuando se le permite hablar del problema sin interferencias, la persona
contempladora probablemente discurrirá entre las razones por las que debe preocuparse de su
problema y las razones que cree tener para no preocuparse.
De forma simultánea, la persona contempladora, experimenta razones de preocupación, o de falta
preocupación, motivaciones para cambiar o para seguir sin cambiar. La tarea del profesional
consiste en ayudar a que la balanza se decante a favor del cambio.
Mantenimiento: La intención del cambio, no garantiza que el cambio se mantenga a través del
tiempo. En esta etapa , el reto es mantener el cambio conseguido en la etapa anterior y de
prevenir la recaída.
Recaída: Si la persona recae, la tarea del individuo, consiste en girar de nuevo alrededor de la
rueda, antes de permanecer inmóvil en esta etapa. La tarea del profesional, consiste en ayudar a
la persona a evitar la desmoralización y renovar el proceso de contemplación
El tránsito por los distintos estadios puede ser más o menos rápido y, evidentemente no sólo
depende del profesional, sino que hay diversos factores que influyen, y no en todos el profesional
sanitario podrá actuar:
P.ej. si un alcohólico afirma que bebe porque recibe muchas presiones de los otros, que empezó
por casualidad, y que necesita medicinas para dejarlo, su "lugar de control" posiblemente sea
externo en este campo, y el pronóstico de éxito bastante dudoso.
SENTIMIENTO DE AUTOEFICACIA
Es la confianza de una persona en su propia capacidad de éxito en un proyecto determinado.
Para cada persona hay una serie de factores que intervienen en el propio sentido de
AUTOEFICACIA ante una tarea,
1.- Experiencias propias de éxitos/fracasos anteriores
2.- Experiencia vicaria (personas de su entorno en la misma situación)
- diferencias entre el modelo y el observador
- resultados claros del modelo
- ver diferentes modelos
- esfuerzo de los modelos para conseguirlo
3.- Persuasión verbal y autoconvencimiento auditivo.
4.- Interferencias emocionales
Los conceptos anteriores son como los indicadores económicos: buenos descriptores
pero malos predictores de los cambios en las conductas de las personas.
Cuando ya tenemos un panorama a vista de pájaro de los elementos que intervienen en las
decisiones que tomamos respecto de nuestra salud, pasaremos a profundizar en las estrategias de
entrevista que pueden favorecer que la gente se motive en promover cambios en su vida.
LA MOTIVACIÓN
La motivación sería un estado interno de disposición o ansia para efectuar una conducta (p.ej.
cambiar un hábito). Puede fluctuar de una conducta a otra, de un momento a otro, y puede ser
modulada e influenciada por factores internos y externos.
En la mayoría de las motivaciones, el substrato emocional de la actitud se hace prevalente. Sólo
en base a una fuerte motivación previa es posible afrontar con éxito la "tentación " y vencerla.
Unas son internas (necesarias para la homeostasis del organismo) y, otras, externas o
secundarias y dependientes de un aprendizaje previo.
- Aceptación social
- Seguridad y/o protección
- Confianza
- Amor propio y autoimagen
- Independencia y responsabilidad
El nivel de motivación no es una característica absoluta que el individuo posea o no, invariable a
lo largo del tiempo. El grado de motivación para una determinada conducta, se relaciona
claramente con el estilo de relación entre el paciente y personas significativas para él: familia,
amigos, profesionales de la salud…
- El traje a medida: cada persona necesita diferente ayuda dependiendo de la etapa en que se
encuentre en el proceso de cambio.
- La elección y el control propios: la persona está más motivada para hacer cambios cuando se
basan más en sus propias decisiones que si una figura de autoridad le dice lo que tiene que hacer.
- Todas las personas que inician un cambio, están con motivaciones fluctuantes, llamada
ambivalencia. Con frecuencia es el mayor obstáculo para el cambio. Está presente en casi todos
nuestros actos y aún más en las conductas adictivas ("Querría adelgazar pero me gusta mucho
comer"). Los profesionales malinterpretan frecuentemente este conflicto como un problema de
personalidad. La incerteza del paciente se considera como algo anormal o inaceptable, y siempre
como un estado de pobre motivación. Ante cualquier atisbo de ambivalencia, el profesional lo
interpreta como una falta de motivación , lo que le anima a convencer al paciente de que el
problema es serio y que debe cambiar, es decir una actitud de confrontación-negación. Esto
condiciona un efecto totalmente opuesto al deseado y raramente conseguiremos el cambio. Si el
profesional es capaz de comprender la normalidad de la ambivalencia, y es capaz de manejarla,
provocará una menor resistencia al cambio.
LA AMBIVALENCIA
La ambivalencia está presente en casi todos nuestros actos y aún más en las conductas adictivas.
Si, ignorando esta ambivalencia, el profesional se lanza a educar y persuadir al paciente de que el
problema es serio y que ha de cambiar, es más que probable que esta estrategia provoque
resistencias en el paciente y pueda darse una situación paradójicamente antiterapéutica.
Trabajar la ambivalencia equivale a trabajar el núcleo del problema. Significa trabajar para
que el paciente resuelva el conflicto y se mueva hacia el cambio. A menudo sucede que el
llamado problema de falta de motivación de muchos pacientes, no es más que un problema de
ambivalencia.
Debe crearse el clima que facilite que el paciente exprese libremente en voz alta sus pros y
contras acerca de la conducta problema y del posible cambio.
- Balanza entre elementos positivos y negativos
- Balanza entre costos y beneficios
- Balanza entre elementos racionales e irracionales (creencias, emociones)
"Momento de oportunidad"
Saberlo reconocer, y aprovechar, cuando se dé.
- El autoconvencimiento auditivo: se tiende a creer con más fuerza aquello que una persona se
oye decir en voz alta a sí misma. Por esto es importante que el paciente saque sus propios
argumentos y si los sanitarios se los repetimos ayudamos a que los oiga dos o tres veces ("Dices
que quieres dejar de fumar porque te va mal para la respiración").
- La autoconfianza o percepción de autoeficacia: si una persona cree que puede cambiar será
más fácil que lo consiga. Esto tiene gran influencia en la capacidad para iniciar una nueva
conducta y mantenerla como hábito.
Afortunadamente muchas personas consiguen hacer cambios profundos en sus vidas sin ninguna
ayuda profesional. Todos ellos comparten una serie de argumentos: no llegan a promover un
cambio por casualidad sino que van acumulando buenas razones para iniciar una conducta más
sana, y progresivamente aumentan su compromiso y determinación, cosa que les permitirá
resistir el sufrimiento que tendrán cuando lo intenten. Una buena información puede producir
cambios en la conducta de ciertas personas pero en otras muchas no. Motivar, o ayudar a
cambiar, es conseguir que el paciente descubra cuáles son sus elementos o razones motivadores.
Facilita que el paciente se posicione hacia el deseo de cambio, tratando de ayudarle a reconocer y
ocuparse de sus problemas presentes y futuros y potenciando su percepción de eficacia.
La EM consta de una serie de elementos teóricos y prácticos que tratan de mejorar las
habilidades de comunicación de los profesionales de atención primaria.
CONCEPTOS GENERALES DE LA ENTREVISTA MOTIVACIONAL
Debe intentarse que el paciente hable mucho más que el profesional durante la EM, por dos
motivos:
1.- Lo que más ayuda al cambio es aquello que el paciente se oye decir a sí mismo en voz alta:
sus preocupaciones, sus motivos para cambiar, sus expectativas de que será capaz de hacerlo…
2.- Lo más contraproducente para el cambio es que el profesional le diga lo que tiene que hacer,
intente convencerlo, le de argumentos a favor del cambio…
2. A pesar de ello, las decisiones pertenecen a cada persona, y cada uno tiene que vivir con ellas.
Demostrar respeto por las decisiones del paciente favorece el clima en que podremos trabajar
más adelante.
a. Expresar empatía.
b. Crear discrepancia.
Lograr que el paciente reconozca dónde se encuentra y dónde querría estar respecto al
hábito o conducta a modificar. Interesa aumentar su nivel de conflicto, especialmente
entre la conducta actual y los valores importantes de su vida. Trabajar la emoción que
genera la incomodidad de la duda y/o conflicto es el mayor motor para el cambio. Para
aumentar la eficacia de la entrevista es importante conseguir que el paciente verbalice sus
discrepancias.
c. Evitar la discusión
Los argumentos directos y los intentos de convencerle tienden a producir oposición ante
las indicaciones, sugerencias u órdenes para el cambio. Esta oposición se llama reactancia
psicológica (cuanto más se empeña el sanitario más se cierra el paciente), y surge con
frecuencia cuando la persona tiene la percepción de que su capacidad de elección está
limitada y, en general, cuando la sensación de libertad se coarta. Antes de informar es
conveniente preguntar al paciente si tiene o quiere información al respecto con frases
como ¿quieres que te explique algo sobre...? También es importante no precipitarse con
un cúmulo de información siendo más útil informar poco a poco e ir preguntando ¿qué te
parece esto que te he dicho?, centrándonos en los conflictos del paciente.
Tratar de imponer un cambio por "su bien", plantear implícita o explícitamente que la
relación asistencial conlleva la obligatoriedad de un cambio, reñir al paciente ante el no
cambio, etc.
e. Fomentar la autoeficacia
Como resumen: Creemos que cada persona tiene un potencial poderoso para el cambio. El papel
del profesional es hacer salir dicho potencial. Basado en el respeto de las opiniones, como un
aliado más que como un oponente. Es algo más que un conjunto de técnicas para practicar. Es
una forma de ser con los pacientes, y es lo único que se necesita para hacer cambiar a los demás.
TÉCNICAS DE ENTREVISTA MOTIVACIONAL
De forma aproximada, las técnicas de EM se aplican secuencialmente en varias fases:
ENTREVISTA MOTIVACIONAL
FASE: TAREAS:
POSICIONAMIENTO Priorizar
Estadiar
Elaborar Mapa de creencias
Locus de control,
Trabajar la ambivalencia
Evitar las resistencias
Aument. percepción autoeficacia
Trabajar la automotivación
REFLEXIÓN Incrementar el conflicto y/o las
contradicciones
ACCIÓN Verbalizar compromiso de cambio
Desarrollar un plan de actuación conjunto
MANTENIMIENTO Prevención de recaídas
RECAÍDA Incrementar la autoestima y la autoeficacia.
Proporcionar Feed-back
Muchos pacientes se sienten molestos por ser interrogados o sermoneados sobre sus hábitos
cuando visitan a un profesional sanitario. Por este motivo es aconsejable, y en algunos pacientes
imprescindible, pedir permiso para empezar a hablar del tema: similar a firmar un contrato
sobre lo que vamos a hablar hoy:
- repasando su historial, veo que ……¿Quiere que hablemos hoy de…?
- me interesa saber su opinión sobre…..?
- no voy a sermonearle, pero quisiera comentar con usted……….
1.-Preguntas abiertas
Las preguntas abiertas son aquellas que no pueden ser contestadas solamente con una o dos
palabras (a diferencia de las cerradas), sino que invitan a un amplio abanico de posibilidades en
la respuesta.
Permiten y animan al paciente a hablar libremente, incrementando así su percepción del
problema.
La gente cuando habla no solo rememora: básicamente elabora información y emociones
asociadas a lo que va diciendo.
Ejemplos
"¿Cómo se siente fumando la cantidad que consume?"
"¿Qué le preocupa al ver estos análisis?"
Ninguna de estas preguntas puede ser, en principio, contestada de manera sencilla. Ayudan a que
la persona se abra, y lo animan a que siga hablando.
Una buena manera de comenzar una estrategia motivacional es con una pregunta abierta del tipo:
"¿Que aspectos de su salud lo preocupan más?"
Profundidad de la motivación
Cuénteme los motivos que tiene para seguir haciendo... (el hábito)
¿Se había planteado alguna vez dejarlo del todo?
¿Porqué? (lo hizo/no lo hizo?)
Si lo intentó alguna vez: ¿Qué aspectos positivos notó?
¿Está Ud. dispuesto a que las cosas sigan tal como están?
¿Ha pensado en las ventajas de dejarlo?
¿Porqué o por quién lo haría?
¿Lo ve difícil?, ¿porqué?
¿De qué diría que depende más el dejarlo, de Ud o de los demás?
¿Se siente capaz para cambiar…? ¿Por qué motivos?
Las preguntas abiertas requieren una buena dosis de contención emocional y un estilo de
entrevista de baja reactividad
2.-Escucha reflexiva
Escogiendo los contenidos que reflejamos al paciente, buscamos activamente que el individuo
hable del cambio: que exprese preocupación, ambivalencia, motivos para cambiar… y le
“premiamos” cuando lo hace: una manera de conseguir que una conducta se repita es
recompensarla.
Las recompensas pueden ser de muchas clases, pero en el marco de la entrevista, una muy fuerte
es ofrecer atención empática y comprensiva. Reforzando, incluso felicitando al paciente cuando
habla sobre el cambio
La esencia de una escucha reflexiva es focalizar la atención en lo más importante que intenta
decir la persona. Escogemos una preocupación, una ambivalencia, un deseo de cambiar, un
sentimiento… y lo devolvemos. Con esto conseguimos que el paciente escuche en voz alta sus
propias vivencias y reflexione sobre ellas, además de oírlo por segunda vez.
Las afirmaciones de escucha reflexiva pueden ser bastante simples, o hacerse más complejas. Se
pueden definir cuatro niveles de profundidad:
1. Repetir. Es la más simple, y el profesional repite un elemento de los que ha dicho el paciente.
2. Refrasear. El profesional está próximo a lo que ha dicho el paciente pero substituye algunas
palabras por sinónimos o altera ligeramente lo que se ha dicho clarificándolo.
3. Parafrasear. Aquí el profesional infiere el significado de lo que se ha dicho y lo refleja con
nuevas palabras. Con esto se añade y amplia todo lo dicho hasta el momento.
4. Reflexión de sentimiento. Es la forma más profunda de reflexión. Es una paráfrasis con
énfasis en el aspecto emocional mediante frases que muestren sentimientos etc (señalamiento
emocional)En general las reflexiones mas sencillas (1 y 2) se usan primeramente cuando el
sentido de la conversación es menos claro; para luego profundizar a medida que va aumentando
la comprensión.
Las formulaciones de entrada son del tipo: Eso suena como si..., Parece que te sientes...., Así
que tu...., Piensas que esto...., etc
Las frases por reflexión son fáciles de entender, pero difíciles de practicar. Es preciso
ejercitarse en su uso hasta conseguir un buen adiestramiento.
Barricadas de Gordon
3.-Hacer sumarios
Los sumarios pueden ser utilizados para poner en conjunto el material que se ha ido comentando.
Refuerza todo lo que se ha dicho de importante, muestra que se ha escuchado con atención y
prepara el paciente para proseguir. Asimismo, cuando se hacen afirmaciones de automotivación
sirve para que el paciente las escuche por tercera vez.
Un sumario es una manera de permitir que la persona examine simultáneamente las razones en
pro y en contra, viendo las dos como presentes. Frases-nexo como "Por un lado...y por otro" y/o
"al mismo tiempo..." pueden ser útiles.
Los sumarios deben hacerse frecuentemente, utilizando tanto como sea posible las expresiones y
metáforas del paciente.
Al final del sumario debemos preguntar al paciente si es correcto (¿Te he comprendido bien?),
antes de proseguir.
Para proseguir, solemos añadir una frase activadora detrás de un sumario:
Los sumarios son espacios para una descripción precisa de lo que el paciente nos acaba
de decir, no para exponer lo que nosotros pensamos
Deben recompensarse las afirmaciones de preocupación para animar a que el paciente nos
exprese cada vez más motivos para cambiar.
El problema es qué hacemos con las afirmaciones que expresan razones de no cambio. Para estas
últimas es fundamental no entrar a argumentarlas como ya se ha comentado antes. Muchas veces
deberemos buscar la interpretación más positiva que podamos.
En la fase de contemplación la gente suele tener bajos niveles de autoestima o poca confianza en
sus habilidades para cambiar. Las reestructuraciones positivas sirven para rehabilitar la
autoestima y el sentido de autoconfianza del paciente. Si se hace con habilidad esta técnica puede
movilizar el proceso hacia delante.
Las palabras del profesional tienen mucho impacto en el sistema de creencias del
paciente:
Hay que escoger de forma precisa el qué y el cómo se dicen las cosas.
Expresión de preocupación.
Le preocupan las consecuencias de su hábito: enfermedades, rechazo social o familiar,
repercusiones económicas.
Intención de cambio
Razones para cambiar, ventajas si consigue modificar su conducta.
Optimismo
Motivos por los que cree que será capaz de cambiar. Piensa que mantendrá la conducta
saludable.
Una manera directa de provocar afirmaciones de automotivación consiste en preguntar. Las
llamamos preguntas evocadoras, tienen la finalidad de explorar las percepciones y
preocupaciones. Como regla general se asume que la persona se siente ambivalente y que por
tanto tiene motivo de preocupación.
También podemos utilizar una escala analógica para evaluar la percepción de autoeficacia del
paciente:
- una escala del 0 al 10. Cero significa que eres totalmente incapaz de cambiar. 10 significa
que podrías empezar el cambio hoy mismo.
¿Tú dónde dirías que te encuentras?
Y después, analizar la respuesta con el paciente:
- ¿Porqué me has dicho 3 y no 9?
Empezar por propósitos relativamente fáciles de conseguir para poder fortalecer este
sentimiento de autoconfianza
Mostrar de la manera más nítida posible los objetivos de salud respecto a la nueva
conducta.
Son técnicas útiles en visitas posteriores, cuando el paciente ya está posicionado y orientamos la
entrevista para que avance en el camino de tomar una determinación para el cambio. Se derivan
de los principios explicados antes:
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2.- Razonar los aspectos positivos y negativos de la conducta antigua y de la nueva a adquirir
(Decisión balanceada). Ley del péndulo.
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3.- Provocar la elaboración pidiendo ejemplos específicos, clarificando el cómo, cuándo, de qué
manera, etc...
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4.- Utilizando los extremos (imaginar la peor de las consecuencias posibles), y otras técnicas de
influencia (la reducción al absurdo, el común de los mortales, etc...)
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5.- Mirar atrás: Visualizar con el paciente cómo era antes de adquirir el hábito
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6.- Mirar hacia delante: Visualizar con el paciente cómo se encontrará después de abandonarlo
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7.- Explorar valores: Hacer emerger los valores que son realmente importantes para la vida del
individuo
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TRAMPAS DE LA ENTREVISTA MOTIVACIONAL
Atención en no caer en las trampas que surgen en la entrevista!
Las podríamos definir como formas de manejar la entrevista que generan resistencias en el
paciente. Hay de diferentes tipos:
LA TRAMPA DE LA PREGUNTA-RESPUESTA
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LA TRAMPA DE LA ETIQUETA
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LA TRAMPA DE LA CULPABILIZACIÓN
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Estas trampas o errores del entrevistador muchas veces llevan el diálogo hacia un estira y afloja
estéril.
Es fácil reconocer esta situación por las resistencias que el paciente empieza a demostrar.
RESISTENCIAS
La EM no es necesaria siempre, ni funciona con todos los pacientes, pero hay momentos en que
se hace imprescindible aplicar técnicas de EM, como cuando detectamos resistencias.
Estas resistencias son normales en las fases iniciales de la entrevista. Debemos abordarlas para
poder avanzar, porque su persistencia puede bloquear la toma de decisiones por parte del
paciente.
Las preguntas abiertas y los sumarios estimulan las afirmaciones de preocupación del paciente:
el profesional recompensa estas afirmaciones de preocupación con frases reflexivas.
En contrapartida cuando el paciente explica razones para no cambiar, el profesional sigue una
escucha activa dirigiendo la conversación con técnicas que reestructuren las creencias, con el fin
de estimular afirmaciones de preocupación.
Paralelamente, el profesional debe estar atento al nivel emocional del paciente para poder
reforzar su autoestima y sentido de autoeficacia, al mismo tiempo que reconoce las resistencias
que van saliendo .
Una vez posicionado el paciente en su hábito, el profesional debe decidir como sigue la
entrevista. Siendo realistas reconoceremos que no disponemos de todo el tiempo que
desearíamos; que todos los pacientes no requieren la misma estrategia y que no tenemos los
mismos conocimientos de todos los problemas. Ante un paciente que asume la necesidad de
cambiar, el profesional establecerá su marco interno para definir como ha de abordar a este
paciente.
En esta sesión discutiremos cuándo y cómo intentar incrementar la percepción del problema y
cuándo buscar un compromiso de cambio. Siempre valorando el nivel de ambivalencia, las
resistencias, intentando intuir cuando aparecen indicadores de cambio.
Fase de reflexión
Se utiliza cuando:
- Según el tipo de conducta a cambiar
- No hay indicadores de cambio
- Tenemos tiempo
- Tenemos el soporte de otros profesionales entrenados
- El paciente no es plenamente consciente de su problema (alcohol, obesidad...) y
especialmente de las circunstancias que se le relacionan.
- Los diferentes elementos motivacionales no se abordaron con suficiente amplitud
- Existen comprensión y colaboración suficientes
La finalidad es ayudar al paciente a ser consciente de todos los motivos para cambiar o para no
hacerlo, consiguiendo una visión lo más objetiva posible para decidir o no cambiar.
Una de las razones para obtener información sistemática y observarla conjuntamente es que los
patrones de conducta en estudio con frecuencia no son evidentes a la persona en toda su
extensión. Por otro lado las personas tendemos a ser más conscientes de las cosas positivas
habituales en nosotros; borrando los recuerdos desagradables.
Se utilizan con una actitud colaborativa que implica que el profesional no tiene una visión fija y
que esta dispuesto a mirar hacia los dos lados (cambio/no cambio).
El tipo de información a obtener variará según la conducta a estudiar: tomar la presión arterial,
pesar y llenar hojas de control de peso, hacer un perfil sobre la ingesta enólica, determinaciones
analíticas (colesterol, GGT,...), test de dependencia, etc...
Esta sesión se centra en dos fuentes de información: el diario de salud y la hoja de balance.
DIARIO DE SALUD
Proporciona información sobre aspectos de cómo conseguir el cambio, permite ver las pautas y
el estilo de vida de la persona, sacando observaciones que nos permitan proponer cambios
específicos en sus hábitos.
Es útil para monitorizar conductas que se quieren reducir (ej. fumar) o aumentar (ej. ejercicio).
El diario de salud puede ayudar a los pacientes a aumentar su percepción sobre sus
patrones de conducta y sus consecuencias.
-La estrategia de abordaje consiste tratar al paciente como alguien que puede tomar sus propias
decisiones sobre su salud.
Se respetarán las opiniones del paciente y las decisiones que tome; ya que sean las que sean, le
acompañaran y deberá convivir con sus consecuencias.
HOJA DE BALANCE
La hoja de balance sirve para clarificar al máximo las dificultades y los beneficios sobre aspectos
concretos de una determinada conducta de salud y de cualquier cambio.
En su forma más sencilla es una hoja de dos columnas con razones para cambiar y razones para
no cambiar.
Aspectos físicos
Aspectos psíquicos
Aspectos económicos
Aspectos legales
Aspectos familiares
Aspectos sociales
Aspectos laborales
Aspectos lúdicos
Tiempo libre
Autoconfianza
Otros
-Estas técnicas permiten al paciente ampliar la consciencia sobre su hábito, incrementar el nivel
de conflicto y comenzar a pensar seriamente en cambiar.
Para comentar con el paciente los resultados se utilizan las técnicas ya conocidas:
Preguntas abiertas, escucha reflexiva, dar soporte, sumarios, facilitar afirmaciones de
automotivación.
FASE DE ACCIÓN
Objetivos:
Ayudar al paciente a decidir el cambio. Preguntas activadoras.
Colaborar en la elaboración de un plan aceptable para el paciente.
Ofrecer material de ayuda y apoyo.
La finalidad de esta fase es que el paciente inicie acciones para producir un cambio en su estilo
de vida. Debería acabar consiguiendo un compromiso de cambio decidido por el paciente,
asumiendo lo que esto conlleva.
Aquí el primer problema es saber cuando el paciente ya esta preparado para el cambio.
Reconocer los llamados indicadores de cambio.
Reconocer cuando el paciente esta preparado para el cambio es un punto muy delicado.
En este punto, el paciente abre una ventana al cambio, pero no siempre estará abierta.
Puede parecer que cuando el paciente quiere cambiar ya todo es muy sencillo, pero hay unos
peligros en la fase de acción que no podemos olvidar:
-Infraestimación de la ambivalencia
-Falta de dirección
En la fase de acción se han de desarrollar las siguientes tareas:
Tareas Técnicas
1.- Verbalizar el cambio Sumario + preg.activadora
2.- Negociar el plan preg. abiertas
Metas del paciente frases por reflexión
útiles sumarios
inercia del cambio preg. activadoras
medibles
Opciones
Concretar el plan: fecha,
seguimiento entorno
La estrategia de abordaje es empezar haciendo un resumen sobre la situación del paciente. Este
resumen debería incluir: Las percepciones del paciente, la ambivalencia y los riesgos del
problema.
Después del sumario se utiliza una pregunta activadora, para que el paciente piense y hable sobre
el cambio. (Ej.:¿Qué ha de hacer?; ¿qué piensa que ha de cambiar?)
-No precipitarse dando consejos ("Estoy encantado de darle algunas ideas, pero piense que usted
es el experto en usted mismo").
-No ofrecer una, sino varias opciones. Si el paciente escoge entre varias opciones siempre será
mas fácil que las siga. El paciente debe sentir que tiene el control de las decisiones.
Lo primero es reconocer y respetar que el paciente tiene derecho a participar, opinar y decidir en
su proceso asistencial.
Puede que el paciente no acepte nuestras propuestas, puede que sugiera sus propios objetivos o
sus planes para conseguirlo.
Normalmente solemos recibir las sugerencias de los pacientes como muestras de desconfianza,
pero entenderlas y aceptarlas supone un acto de modestia, y una oportunidad de compartir la
responsabilidad del proceso.
En algunos casos en que detectamos creencias erróneas, demandas injustificadas, resistencias…
se hace indispensable negociar con el paciente.
Una vez el paciente ha respondido a las preguntas activadoras, se empezará a elaborar y negociar
un plan, que debería incluir:
-Las metas del cambio
-Las opciones para llegar a él
-Concretar el plan
Para conseguir esto se utilizarán las técnicas ya comentadas, preguntas abiertas, activadoras,
sumarios así como otras técnicas de negociación, siendo esencial mantener un buen clima de
entrevista.
Lo primero es conocer claramente las metas u objetivos hacia los que se dirige el paciente. Se
utilizan preguntas activadoras, como:
"¿Cómo le gustaría que fueran las cosas para ser distintas?"
Es posible que las metas del paciente no coincidan con las del profesional. (P. ej.: dejar o
disminuir el consumo de alcohol).
Las metas deben ser: útiles, concretas y asumibles. El profesional debería ayudar al paciente a
encontrarlas, pero sin imponerlas. Se puede dar un consejo pero siempre es el paciente el que ha
de escoger. Si somos muy insistentes es más fácil provocar resistencia que acuerdos. Es
preferible mantener una alianza de trabajo y comenzar por objetivos que motiven al paciente,
aunque sean pequeños cambios en su conducta.
Pensemos que las metas mal dirigidas pronto serán insuficientes. También se debe valorar que
pequeños cambios en un problema pueden producir beneficios en otras esferas de la vida del
paciente, siendo incluso catalizadoras de cambios más profundos.
Cuando hay discrepancias entre dejar o reducir un hábito tóxico, antes de imponer un criterio es
mejor proponer alternativas, como:
-Negociar un período de prueba de abstinencia
-Proceso gradual de disminución hacia la abstinencia
-Período de prueba de moderación
Concretar el plan
Para negociar el plan es preciso elaborar un camino para trabajar conjuntamente con el paciente.
Para llegar a concretar dicho plan conviene que durante la entrevista el paciente se haya
contestado con claridad a las siguientes preguntas:
La base de la discusión es elaborar un plan que encaje con las metas, necesidades,
intenciones y creencias del paciente.
Para finalizar, debe hacerse un resumen del plan, y conseguir un compromiso verbal del
paciente. Pueden utilizarse estrategias de la primera fase de la entrevista para aclarar dudas o
dificultades del paciente propias de la ambivalencia. Es aconsejable hacer público el compromiso
a la pareja (o a otras personas), pero siempre con permiso del paciente. También es conveniente,
si el paciente lo quiere, comunicarlo a otros profesionales que también lo controlen.
La actuación de los profesionales debería adaptarse al estadio de cada paciente. Resulta obvio
que no podemos aplicar a todos por igual la misma pauta de educación sanitaria, pues nos
conducirá a numerosos fracasos. Habitualmente damos prioridad a la transmisión de información
como elemento básico para generar cambios de conducta. Conociendo la existencia de los
diferentes estadios del cambio debemos adecuar nuestros esfuerzos a cada persona.
A continuación se proponen las estrategias de intervención adecuadas a las diferentes fases del
proceso de cambio:
• Precontemplación:
o Proporcionar más información.
o Ayudar al paciente a creer en su capacidad de cambio (autoeficacia).
o
• Contemplación:
o Ayudar al paciente a desarrollar habilidades para el cambio de conducta.
o Ofrecer apoyo.
o Ayudar al paciente a desarrollar un plan de cambio.
o Proporcionar material de ayuda
o
• Acción:
o Ofrecer apoyo.
o Ayudar al paciente a prepararse ante posibles problemas.
o
• Mantenimiento:
o Ayudar al paciente a prepararse ante posibles problemas.
o
• Recaída:
o Ayudar al paciente a comprender los motivos de la recaída.
o Proporcionar información sobre el proceso de cambio.
o Ayudar al paciente a hacer planes para el próximo intento.
o Facilitar la confianza del paciente en su capacidad de cambiar.
INTERVENCIÓN EN EL ABORDAJE DEL TABAQUISMO
1º. ¿Usted fuma?
Para responder a la pregunta ¿qué es fumar?, también hay que recordar que fumar no es sólo un
hábito que llega a formar parte de la identidad de las personas fumadoras. También es una
drogadicción, la principal responsable es la nicotina, sustancia con poder de adicción similar al
de otras drogas como la heroína o cocaína. Los procesos farmacológicos y conductuales que
determinan la adicción al tabaco son similares a los que determinan la adicción a otras drogas
psicoactivas. La nicotina presenta: tolerancia, dependencia farmacológica y psicológica, y
síndrome de abstinencia.
Una vez que la persona contesta afirmativamente a la pregunta ¿usted fuma? realizaremos una
serie de preguntas para identificar al fumador, y valoraremos su dependencia y motivación
respecto al tabaco.
Preguntar sobre el consumo de tabaco, registrándolo en la historia clínica. Aclarar cuánto fuma
(nº cigarros/día), desde cuándo, qué tipo de tabaco e intentos previos de abandono. Ir
actualizando periódicamente estos datos.
Ex fumador. El criterio más actualizado es considerar aquel que habiendo sido fumador lleva un
año sin fumar.
Dependencia social. Aceptación social del tabaco y presiones en el propio ambiente del fumador
que incitan al consumo del tabaco.
Para valorar la dependencia psicológica y social hemos de identificar las situaciones concretas
que el individuo asocia con el tabaco, e investigar el ambiente familiar, laboral, social y de ocio
del fumador y en qué medida contribuyen o no a su dependencia.
4º. MOTIVACIÓN
Al valorar la motivación tendremos que investigar en que fase del proceso de cambio de hábito
se encuentra el fumador, interés por dejar de fumar y motivos concretos por los que quiere
dejarlo, e intentos previos realizados.
Fase de precontemplación.
Fase de contemplación.
La persona está más abierta a considerar los problemas que conlleva su hábito, empieza a ver los
perjuicios del tabaco y a sopesar los pros y los contras. Al progresar en esta fase se va planteando
dejar de fumar, no sólo por los riesgos para su salud, sino también para conseguir los beneficios
que derivan de dejar de fumar.
En esta fase hay, pues, un planteamiento de cambio, aunque aún no tiene el ánimo de intentarlo.
El fumador pasa a ser “disonante” puesto que hay disociación entre su actitud ante el tabaco y su
conducta, se plantea dejar de fumar pero sigue fumando. Por lo general los fumadores que están
en esta fase ya han intentado dejar de fumar en alguna ocasión.
Fase de determinación o preparación.
En este momento el fumador decide intentarlo, toma una decisión firme, planteándose de forma
concreta el abandono del tabaco en una fecha temprana. En esta fase los aspectos favorables del
cese del consumo del tabaco superan a los desfavorables.
En esta fase el fumador no sólo toma la decisión, sino que la pone en práctica. El fumador
presenta además de un cambio de actitud, un cambio de conducta frente al consumo del tabaco.
En esta fase se pueden dar pequeñas recaídas y varios intentos de abandono sin que por ello
recaigan totalmente, hasta que logran pasar a la siguiente fase.
Consideramos en esta fase los fumadores que llevan más de 6 meses de abstinencia. El individuo
se ve a sí mismo como un “no fumador” y se mantiene sin fumar.
Fase de recaída.
SALIDA
PREMATURA
CONTEMPLACIÓN DETERMINACIÓN
RECAIDA MANTENIMIENTO
Para ayudar al fumador a dejar su hábito es importante también conocer el grado de motivación
de las personas que están en fase contemplativa, que están dudando sobre su hábito y se plantean
la posibilidad de dejarlo. Existen escalas para ello, pero si vamos escasos de tiempo podemos
hacer dos preguntas del tipo de: “¿quiere usted dejar de fumar?” y “¿sería capaz de concretar
CONSOLIDACIÓN
una fecha para dejarlo como máximo en un mes?”. Respuestas positivas a ambas preguntas sería
indicativo de buena motivación. Si queremos cuantificar la motivación, y tenemos tiempo, el test
más utilizado es el test de Richmond (Anexo 3)
Es importante individualizar cada caso investigando los motivos concretos que cada fumador
tiene para dejar de fumar (“pros”), y los beneficios que le proporciona y la dependencia al tabaco
(“contras”), para poder personalizar nuestra intervención conociendo y aumentando la
motivación del fumador.
Investigar los intentos previos de abandono nos será también de gran utilidad, dado que el
análisis de los motivos de recaídas puede ser importante para programar un nuevo plan de
abandono con mayores probabilidades de éxito. Además de conocer y resaltar los puntos
positivos de los intentos previos de abandono.
INTERVENCIÓN INDIVIDUAL
Como hemos comentado es importante identificar en que fase se encuentra el fumador pues en
cada etapa las intervenciones adecuadas son diferentes. Las primeras fases requieren una
intervención básica, de escucha activa a lo que expresa el fumador e información personalizada y
consejo motivador intentando que el individuo cambie de actitud y avance en el proceso del
cambio pasando de ser un fumador consonante a disonante. En fases más avanzadas la
intervención será de ayuda, apoyo y soporte dando al fumador las instrucciones necesarias para
dejar de fumar, ofreciéndole las posibilidades con las que contamos.
Consejo
La aplicaremos en fumadores disonantes, capaces de fijar una fecha como máximo dentro de 30
días, para dejar de fumar. Siempre y cuando el fumador crea que precisa de ayuda para
conseguirlo, no hemos de olvidar que muchos fumadores dejan su hábito sin ayuda de un
profesional. En cualquier caso, podemos ofrecer guías de ayuda para dejar de fumar dirigidas a
población general.
Esta intervención es más compleja que la inicial, se trata de consultas específicas para abordar el
tema del tabaquismo, por lo tanto habitualmente programadas, en las que construiremos con el
paciente un plan para dejar de fumar. Serán necesarias, normalmente, varias consultas en las que
iremos avanzando en la rueda del cambio.
Vamos a diferenciar tres fases:
1. Preparación al cese.
2. Cese.
3. Seguimiento.
PREPARACIÓN AL CESE
Serán necesarias entre 1 y 3 sesiones en las que nos centraremos en la preparación para dejar de
fumar, fijando una fecha para el abandono definitivo del tabaco “día D”.
Recordando las fases del cambio, el fumador estará en la fase contemplativa, el objetivo es que
evolucione en las fases del cambio a la de preparación y a la de acción. Al abordar esta fase en
las conductas adictivas hemos de tener en cuenta la ambivalencia, se trata de un estado mental
donde coexisten sentimientos contrapuestos respecto a alguna cosa.
Trabajar la ambivalencia equivale a trabajar el núcleo del problema, es decir, ayudar a que el
paciente resuelva el conflicto y se mueva hacia el cambio. En el fumador hay una balanza entre
los elementos positivos y negativos que le implica su hábito, una balanza entre los costos y
beneficios del fumar, y otra balanza entre elementos racionales e irracionales. Con nuestra
intervención favoreceremos que se pongan de manifiesto en la consulta tanto los elementos que
facilitan el cese, como los que los obstaculizan, procurando que “pesen más” los elementos que
ayuden al abandono de su hábito, intentando aumentar su motivación, autoconfianza y
autoeficacia.
En el periodo entre que se decide dejar de fumar y llega el “día D” se recomiendan las siguientes
actuaciones:
• Entregar material de apoyo, como la “guía de ayuda para dejar de fumar” (se adjunta
una con este manual).
• Despejar “dudas y temores”. Trabajar con el fumador sus preguntas y preocupaciones
respecto al tabaco y las consecuencias de su hábito y del cese del mismo.
• Si ha habido intentos previos de abandono, los analizaremos, resaltando lo positivo y
trabajando los motivos por los que se recayó.
• Pediremos al fumador que elaboré dos listados, uno con los motivos por los que fuma y
otro con motivos para dejar de fumar. Los llevará consigo, pudiendo modificarlos “sobre
la marcha”. El listado pone de manifiesto la ambivalencia, centrando la motivación.
Trabajaremos en la consulta ambos listados, viendo que “pesa más” para el fumador.
Podemos darle una lista ejemplo, aunque es más útil la elaboración propia. Ejemplo:
.
• Recomendar realizar un listado donde se anote cada uno de los cigarrillos fumados
durante el día, junto una escala de valoración sencilla (de 0 a 3, o similar) del grado de
necesidad que tiene de fumar cada cigarrillo o la satisfacción que espera obtener de él, y
la situación en que se encuentra al fumarlo. Ejemplo:
Cigarrillo Alternativa
1º En cuanto me levanto me lavo los dientes
2º En lugar de café preparo un zumo de naranja
3º Masco un chicle sin azúcar, una rama de apio,...
La preparación de estas conductas tiene como objetivo superar los momentos difíciles .
• Se puede recomendar hacer ensayos de abstinencia, retrasando o evitando los cigarrillos
más deseados, para ejercitar el autocontrol, ensayando las conductas alternativas.
• Recomendaremos un aumento del ejercicio que realiza habitualmente, con lo que se
objetiva una mejoría en la resistencia, aportando un estímulo positivo, a la vez que nos
ayudará a controlar el aumento de peso.
• Establecer un compromiso, anunciando a las personas con quienes se convive la decisión
de dejar de fumar en la fecha prevista.
• Buscar apoyo, dígale a su familia, amigos y compañeros que desea su apoyo. Pídales que
no le ofrezcan cigarrillos ni fumen cerca de usted. ¿Quién puede ayudarle en los
momentos difíciles?
• Valoraremos la necesidad de iniciar tratamiento farmacológico dependiendo de la
dependencia física, tema ampliamente tratado en el siguiente punto del manual.
• Dar información sobre el síndrome de abstinencia, sobre sus síntomas y como paliarlos.
La falta de nicotina conlleva una serie de manifestaciones clínicas derivadas,
fundamentalmente, de la falta de estimulación de los circuitos cerebrales de recompensa.
Este síndrome empieza a manifestarse entre las 2 y 12 h de dejar de fumar, con un cenit
que se sitúa en los 2 y 3 días, y con una duración media estimada entre 3-4 semanas. Si
queremos podemos monitorizar la abstinencia basal e ir pasando dicho test en las visitas
de seguimiento, objetivar las posibles manifestaciones que el abandono del tabaco
conlleva nos permitirá poner los medios necesarios, para evitar que estas sean la causa de
un fracaso terapéutico.
La falta de nicotina provoca en personas con dependencia a la misma una serie de síntomas: insomnio,
nerviosismo, ansiedad, hambre, irritabilidad, dificultad de concentración, disforia, insomnio, tos, cefalea,
estreñimiento, etc.
Normalmente, los síntomas alcanzan su máxima expresión al cabo de una semana del cese del tabaco y
la mayoría disminuye de intensidad en el transcurso de tres a cuatro semanas. El aumento de peso
corporal, sensación de hambre y avidez por los cigarrillos continúan en muchos casos durante seis meses
o más. Los síntomas de abstinencia remiten al reiniciar el consumo de la misma.
Hemos planteado diversas actuaciones, aunque no en todos los fumadores las aplicaremos todas.
Individualizaremos en cada caso, personalizando nuestra actuación a la medida del paciente,
centrando nuestra intervención en sus necesidades. Para conseguirlo es imprescindible previo a
la intervención dejar hablar al fumador consiguiendo que vacíe sus conocimientos, sus creencias,
sus actitudes, etc. Todo lo relacionado con su hábito.
En las distintas consultas de seguimiento tanto en la fase de preparación al cese, como en la de
cese y en la de seguimiento podemos monitorizar variables como presión arterial, pulso, peso y
CO.
CESE
Requerirá entre una y cuatro consultas, centradas en dejar totalmente de fumar y en el síndrome
de abstinencia y su control. Es recomendable establecer el primer contacto tras 24-48h. del día D,
y de 2 a 4 sesiones o contactos telefónicos en el primer mes.
Es importante realzar las ventajas y efectos positivos que el fumador experimenta ya desde los
primeros días de abstinencia (mejora del olfato, del sentido del gusto, de la capacidad para
desarrollar esfuerzos físicos, de la autoestima, de la consideración familiar, ahorro económico,
etc.) para intentar mantener alta la motivación y evitar las recaídas. Como siempre será más útil
para aumentar la motivación y la autoeficacia conseguir que el paciente verbalice los beneficios
que vaya notando que los que nosotros le digamos. De todas formas podemos recordar los
beneficios a corto plazo y dar información sobre los beneficios a largo plazo del abandono del
tabaco:
Hay que contar con la posibilidad de que hayan recaídas. Avisaremos al fumador de la
posibilidad de que aparezcan, animándole a que acuda a la consulta si así ocurre para valorar las
circunstancias y motivos que las han ocasionado, intentando superarlos y animando al paciente a
fijar una nueva fecha de abstinencia.
SEGUIMIENTO
Se recomiendan varias sesiones tras el primer mes y durante el primer año centradas en
mantenerse sin fumar y en prevenir las recaídas o abordarlas, si las hay.
Las personas se mantienen sin fumar, pero les cuesta esfuerzo. Estas sesiones pretenden
consolidar la situación, minimizando el riesgo de recaídas y ayudándoles a controlarlas, si
aparecen.
El fumador pasará de la fase de acción a la de consolidación o mantenimiento. Aunque, como ya
hemos comentado en varias ocasiones el cambio de hábitos es un proceso dinámico y la rueda
puede llevarle a una recaída. Hemos de normalizar la situación haciendo ver al fumador que su
recaída forma parte del proceso de cambio, que casi todos los fumadores presentan alguna
recaída antes de conseguir abandonar totalmente el tabaco, y que una recaída puede ser el primer
paso hacia el cese definitivo.