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INTENTAR ESTABLECER UNA RELACIÓN, ante todo comparativa, entre los pensamien-
tos de Marx y Rawls a propósito de la sociedad justa, se explica en el contexto de
esta serie de lecturas sobre la filosofía política del segundo por una razón doble: de
un lado, porque en la práctica se asocia casi siempre la teoría de Marx con una
concepción particular de lo que es una sociedad justa; y de otro lado, porque casi
todo movimiento o partido político que afirma inspirarse en el pensamiento filo-
sófico de Marx avanza como consigna básica la exigencia de justicia social. Si, por
otra parte, la teoría de Rawls es ante todo una teoría de la justicia, entonces parece
conveniente intentar establecer, así sea someramente, esta comparación.
Es necesario, sin embargo, plantear desde el comienzo la dificultad mayor
con la cual habrá de tropezar esta empresa. Marx y Rawls no solamente están
separados en el tiempo por una distancia considerable que, más allá de la canti-
dad de años transcurridos entre los momentos de redacción de sus respectivas
obras fundamentales, significa ante todo que los dos pertenecen a contextos his-
tóricos (sociales, económicos, culturales) muy diferentes entre sí; también los
separan, como hemos de ver, los respectivos enfoques con los cuales abordan lo
que podría llamarse aquí la concepción que cada uno proporciona de lo que es
una sociedad justa. Este segundo aspecto de la dificultad se puede enunciar de
una vez al plantear que, mientras la teoría de Rawls se inscribe claramente den-
tro de una reflexión perteneciente al campo de la ética económica y social, clasifi-
car dentro de este mismo ámbito a la concepción de Marx presentaría problemas
aparentemente insuperables, comenzando por la negativa explícita del propio Marx
a considerarla de ese modo.
A pesar de esta dificultad, voy a plantear la comparación porque estoy con-
vencido de que de ella pueden resultar, además de aclaraciones indispensables,
algunas ideas que, en mi opinión, vale la pena desarrollar independientemente.
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1. Influencia que el propio Marx reivindica, aunque sin dejar de criticar los aspectos
especulativos de esta obra.
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¿Qué es reparte justo? ¿No afirman los burgueses que la distribución actual es
justa? ¿Y no es esta, en efecto, la única distribución justa que cabe sobre la base
del actual modo de producción? ¿Acaso las relaciones económicas son reguladas
por los conceptos jurídicos? ¿No surgen, por el conrrario, las relaciones jurídi-
cas de las relaciones económicas? (Marx, 1875:12).
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son conceptos que hacen pensar en que encierran una suerte de verdades trans-
históricas. Al insistir en ellas, el movimiento obrero no puede plantear con pre-
cisión el objetivo que le asigna la historia, y por consiguiente se equivoca con
respecto a las características de la nueva sociedad por la cual se propone luchar.
Con otras palabras, pierde de vista la perspectiva histórica de sus luchas, que no
puede ser otra que la perspectiva del comunismo.
En el mismo texto de Gotha Marx ofrece indicaciones importantes relativas a
las características del sistema comunista hacia el cual deberían orientarse las lu-
chas obreras. Con ello busca ofrecer a los trabajadores claridad acerca de los obje-
tivos de sus luchas, con el fin de conformar esa poderosa alianza que los convertirá
en "parteros" de la historia: la alianza entre el conocimiento científico y la práctica
revolucionaria.
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se mide por el mismo rasero: el trabajo" (Marx, 1875). Ahora bien, como los hom-
bres son diferentes, hay unos que son superiores a otros física o mentalmente, y en
consecuencia proporcionan más trabajo en el mismo tiempo, o pueden trabajar
durante más tiempo; también hay unos que están solteros, otros que tienen fami-
lia y muchos hijos, etc.; por consiguiente, este "derecho igual" es en realidad un
derecho desigual para trabajo desigual: "En el fondo es, por tanto, el derecho de la
desigualdad" (Marx, 1875:15). La distribución de la primera fase del comunismo
será necesariamente desigual precisamente por basarse en la igualdad de derechos.
Aquí hay, indudablemente, una crítica al ideal igualitario de los obreros ale-
manes. Al mostrar que la exigencia de la igualdad de derechos conduce inevitable-
mente a una distribución desigual, Marx muestra los defectos que desde u n punto
de vista igualitario tendría la sociedad socialista. Pero esto sólo se puede conside-
rar u n defecto si se tiene en la mira otro ideal. Este otro ideal es la perspectiva del
comunismo.
Inmediatamente después de establecer que los defectos de la "primera fase" son
inevitables, Marx proporciona una caracterización de lo que sería la "fase superior
de la sociedad comunista" de una manera que vale la pena citar in extenso:
Aquí están condensados los aspectos que he venido examinando del pensa-
miento de Marx y que hacen que su comparación con la teoría de Rawls sea
aparentemente un desatino. Puedo resumir mi apreciación diciendo que Marx
elabora su concepción desde una perspectiva que puede llamarse "del fin de la
historia", o, para concordar con sus palabras, del fin de la prehistoria de la hu-
manidad, la perspectiva del comunismo. Veamos:
• En la sociedad comunista se hace realidad el ser genérico del hombre, "con el
desarrollo del individuo en todos sus aspectos", según la ontologia de la activi-
dad: "el trabajo no es sólo un medio de vida, sino la primera necesidad vital";
• La lucha de clases, el m o t o r de la historia según la concepción materialista,
desaparece, y con ella la explotación, al desaparecer "la s u b o r d i n a c i ó n
esclavizadora de los individuos a la división del trabajo";
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