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¿Qué significa ser un siervo de Dios?

¿Qué significa ser un siervo de Dios?


Romanos 12

A través de las Escrituras vemos que los autores del Nuevo Testamento usan frases
para referirse a ellos como “siervo de Dios”, “siervo del Señor” y “siervo de
Jesucristo” alternativamente.

Pablo, por ejemplo, se llama a sí mismo “siervo de Jesucristo” en Romanos 1:1 y


“siervo de Dios” en Tito 1:1. Santiago hace lo mismo en la apertura de su carta a los
judíos, presentándose como siervo de Dios y del Señor Jesucristo. Lo mismo hacen
Pedro y Judas en las primeras líneas de sus epístolas.

No sólo los apóstoles son llamados a ser siervos de Dios y de Jesucristo, todos los
cristianos somos llamados a ser siervos de Dios. En Romanos 6:22, el apóstol Pablo
nos dice que los cristianos hemos sido liberados del pecado y hechos siervos de
Dios. El apóstol Pedro nos insta, en su primera epístola a que vivamos como libres,
pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino
como siervos de Dios (1 P. 2:16). Ser siervo y ser libre al mismo tiempo, interesante
el concepto.

El siervo de Dios es quien está dispuesta a:


* hacer lo que Dios pida
* cuando El lo pida
* donde El lo pida
* no importa lo que El pida
La palabra siervo significa esclavo (doulos). Describe a alguien que está sujeto a la
voluntad de su Señor, y totalmente a la disposición de él.

Al usar este término para describirse, los apóstoles están expresando su absoluta
devoción y sujeción a Cristo, están expresando su actitud de absoluta obediencia
hacia Cristo, algo a lo que no sólo los apóstoles fueron llamados,
reitero, sino todos los que somos de Cristo. Es esa obediencia incondicional
la que nos va habilitar para ser siervos efectivos.

Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud
Esa obediencia comienza en nuestras vidas cuando renunciamos a otros “señores”,
nos identificamos con Cristo, descubrimos en la Escritura cuál es su voluntad,
vivimos de acuerdo a ella, y conscientemente nos alejamos de intereses que
son contrarios a la voluntad de Dios, aún y cuando estos intereses (gustos,
hábitos, preferencias o tendencias) hayan sido importantes para nosotros en el
pasado. Escuchemos a Pablo exhortando a los romanos a vivir esa vida de
obediencia que Cristo demanda de nosotros:
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto
racional [lo que corresponde]. No os conforméis a este siglo, sino transformaos
por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál
sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. Romanos 12:1-2
Basados en estos versos y los que siguen del capítulo 12 de la carta a los Romanos,
cuyo comentario omitimos en esta entrega, pasamos ahora a detallar ciertos
principios elementales en la vida del siervo de Dios.

Principio # 1 – Un siervo de Dios se congrega


La Biblia no enseña en absoluto el concepto del cristiano separado de la iglesia.
Por el contrario, denuncia la idea como un desacato a la voluntad de Dios. Hebreos
10:25 dice que no debemos dejar de congregarnos como algunos tienen por
costumbre.

El verdadero creyente sabe que hay mandamientos en la Escritura que no pueden


ser obedecidos a menos que formemos parte de una iglesia. Por ejemplo, en Juan
13:35 Jesús dice: “En esto conocerán que son mis discípulos, si tuviereis amor los
unos con los otros”. ¿Cómo podremos mostrar a la gente que somos discípulos de
Cristo, o cómo podremos amarnos los unos a los otros, si no nos reunimos con los
discípulos? Por lo tanto, al no congregarnos estamos desobedeciendo a Dios.

El apóstol Pablo nos da mandamiento en Gálatas 6:10 para que “hagamos bien a
todos, y mayormente a los de la familia de la fe”. ¿Cómo podremos hacer bien a la
familia de la fe, si nos reunimos con ella? No hay forma de escaparse a este
razonamiento.

La analogía con el cuerpo humano usada por Pablo En Romanos 12 ilustrar este
punto en forma maestral. Somos llamados a estar unidos formando un cuerpo,

Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud
porque Cristo ha fundado una sociedad (una asociación) y establecido una unión
entre sus discípulos, lo mismo que sucede entre los miembros de un cuerpo
humano.

Principio # 2 - Ser siervo de Dios no es una opción, es un llamamiento


Para el cristiano no se trata de si debe servir o no. Desde que el ministerio es un
llamamiento de Dios, es decir, son irrevocable, (no se cancelan) (Ro.11:29), es
bueno saber que Dios no toma a la ligera la desobediencia a su llamado.

El siervo no es un observador distante, alguien marginal o desinteresado. Hay


iglesias llenas los domingos con este tipo de cristianos. En el capítulo 4 del
evangelio de Mateo encontramos dos instancias que ilustran la actitud del
siervo. Cuando Jesús dice a Pedro y Andrés “Venid en pos de mí, y os
haré pescadores de hombres, ellos entonces, dejando al instante las redes, le
siguieron. Cuando Jesús llama a Juan y Jacobo, la Escritura registra que “ellos,
dejando al instante la barca y a su padre, le siguieron”. La inferencia es que cuando
él habla , nosotros obedecemos; él llama, nosotros damos el paso adelante.
¿Estamos haciendo ésto en nuestras vidas hoy? Quizá muchos de nosotros
tengamos que saltear líneas cuando cantamos alabanzas con estrofas como “He
decidido seguir a Cristo”.

La obediencia de Abraham es también un buen ejemplo. Dios llama a Abram y le


dice “vete de tu tierra, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré …Y haré
de tí una nación muy grande, y engrandeceré tu nombre, Y SERAS BENDICION”.
(Abraham obedece incondicionalmente)

¡Qué diferencia con nosotros en el día de hoy ! ¡Qué insoportables que somos,
consumidos por una preocupación, un temor, una necesidad … bendíceme,
bendíceme, bendíceme … somos esponjas absorbiendo constantemente.

¿Está el Señor llamándolo así en el día de hoy? Piénselo bien.

Principio # 3 – Cuando el Señor llama también capacita


Dios no es como el jefe que le ordena al empleado hacer un trabajo para el cual no
está capacitado o no ha sido entrenado.

Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud
Dios ha dado a cada uno de nosotros dones o habilidades, algo que el cuerpo de
Cristo necesita. Es Dios Espíritu Santo el que distribuye los dones: “Pero todas
estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular
como el quiere” (1 Co. 12:11). ¿Con qué propósito? Respuesta: “perfeccionar a los
santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Ef.
4:12), y además para la organización en la Iglesia. Sí, ya sé, la iglesia es un
organismo, pero también es una organización (a nivel de la iglesia local). Cuando
el organismo no está organizado se enferma o se muere.

Romanos 12:6 y pasaje circundante nos enseña que cada uno de nosotros debe
administrar su don (o dones) de acuerdo a la gracia que nos es dada sin mezclarse
en lo que concierne a otros: tampoco debemos desear hacerlo todo, sino que
debemos contentarnos con lo que Dios nos ha dado y no debemos usurpar la labor
de los demás. Esta es la raíz de los problemas en muchas iglesias, donde los
pastores u otros líderes quieren estar en todo, sin perderse detalle, y queriendo
tener la última palabra. Cuando eso sucede vamos a tener un desastre de mayores
proporciones.

Entonces, recordemos que somos miembros los unos de los otros, nos
pertenecemos, y cuando uno no cumple con su función o quiere cumplir con las
funciones de los demás, todo el cuerpo sufre. Hoy en día el cuerpo de Cristo sufre
tremendamente porque carga sobre sus hombros un número sin precedentes de
miembros que están atrofiados.

A modo de aclaración digamos que usted no tiene que saber cuál es su don para
comenzar a servir a Cristo. Por si acaso alguno de nosotros tiene dificultad para
identificar sus dones, es un alivio saber que no es necesario primero identificar el
don o los dones. Quiere decir que no tener claridad al respecto no puede servir de
excusa para no ponerse a trabajar para Cristo. Hay gente que lleva años tratando de
descubrir sus dones o van a la tumba sin haberlos descubierto. ¿Por qué? Porque
nunca se han puesto a trabajar.

¡Manos a la obra! Despierte y póngase a trabajar, sobre todo teniendo en cuenta


que hay tantas oportunidades en su iglesia. El Señor le mostrará sus dones, sea fiel
y le dará más; sea infiel, y le quitará lo que tiene y se lo dará al siervo fiel.

Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud
Principio # 4 - Servir no es algo que usted hace por Dios, es algo que
Dios hace a través de usted.
Este es un principio que muchos de nosotros debemos tener presente todo el
tiempo, debido a que tenemos tendencia a creer que somos suficientes en nosotros
mismos para la tarea. Cuando llegamos a pensar de esa manera es cuando dejamos
de servir a Dios en el Espíritu porque nos desconectamos de él.

El ministerio efectivo depende de la condición de total humildad en el ministro de


Dios. No hay lugar para la arrogancia en el ministerio. Por el contrario, una actitud
de total dependencia de Dios es requerida para tener un ministerio exitoso,
sabiendo que es Dios quien hace la obra por medio de nosotros y no nosotros por
nuestra cuenta. Veamos las palabras de Pablo :

“no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de
nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios”(2 Co. 3:5)
Esta es la actitud y la perspectiva que debemos mantener. Traigamos a un antiguo
amigo a la memoria. Nabucodonosor tiene un sueño pero se le olvida. Preocupado
en extremo, llama a los sabios de la época, les pide que le reconstruyan el sueño y
luego se lo interpreten. Nadie puede hacerlo. Nabucodonosor, que no era muy
democrático, ordena la muerte de todos los sabios de Babilonia. Daniel pide tiempo
al rey para poder interpretar el sueño y Dios se lo revela en visión. Ahora
observemos las palabras de Daniel frente al rey:

Respondió el rey y dijo a Daniel, al cual llamaban Beltsasar: ¿Podrás tú hacerme


conocer el sueño que vi, y su interpretación? Daniel respondió delante del rey,
diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni
adivinos lo pueden revelar al rey.
Daniel pudo haber respondido, “Sí, yo puedo” , pero contesta, “¡No! No puedo,
PERO DIOS PUEDE”.

Enseñanza:

¿Usted piensa que puede hacerlo?¿Piensa que está capacitado para hacerlo?¿Que
tiene el carisma y personalidad para hacerlo? Dios le va decir: “No te necesito,
gracias”. Extraña forma de evaluar, ¿verdad?

Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud
Por otra parte, ¿Piensa que no puede? ¿Que es incompetente, insignificante,
inadecuado? ¡Atención! Dios puede estar a punto de poner su mano sobre usted
para colmarlo con un ministerio como nunca imaginó. ¿Por qué? Porque todo
ministerio es para la Gloria de Dios, no la nuestra.

¿Busca gloria para usted? ¿Quiere ser predicador? Dios dice: “Lo siento, no estoy
llamando predicadores esta semana”. ¿Quiere ser un héroe de la fe? La respuesta es
“Estoy buscando obreros anónimos”. ¿Ministro de alabanza? Lo siento, necesito un
encargado del equipo de sonido. ¿Quiere ser conferencista, viajar por diferentes
lugares? Lo lamento, quiero que vayas de misionero al altiplano Boyacense.

Conclusión: “Porque ni de oriente ni de occidente viene el enaltecimiento. Mas


Dios es el juez, a éste humilla y a aquél enaltece”. (Sal. 75: 6-7).
Principio # 5 – No responder al llamado de Dios a servirlo tiene
consecuencias eternas.
La verdad es que a pesar de la claridad bíblica en cuanto a lo que Dios espera de
nosotros, la vasta mayoría de los cristianos no respondemos a la gracia del Señor en
la medida que él espera. El hombre y la mujer promedio en la Iglesia de Cristo, sin
siquiera pensarlo, sin siquiera preocuparse, sin siquiera remorderle la consciencia,
es feliz gastando su tiempo, su esfuerzo y sus recursos en cualquier otra cosa, antes
que en un ministerio en el cuerpo de Cristo. ¿Lo dudan? Revise su agenda, libreta
de cheques, cuenta del teléfono, o lo que ha hecho la semana pasada.

Dios no va a pasar por alto tal medida de ingratitud. Habrá consecuencias en la


eternidad, y van a ser devastadora para el cristiano, para aquella persona que
después de ser salva siguió viviendo para sí y no para el Señor. 2 Corintios 5: 14-15
dice “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por
todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no
vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos”. Dios espera eso de
nosotros. Al no hacerlo estamos desobedeciendo a Dios, y nos exponemos a la
disciplina de Dios en esta vida, y a futuras pérdidas en la eternidad.
!Ya está Santo mauro asustándome! Dirá usted. La Escritura en ningún lugar dice
que en la eternidad todos van a tener el mismo estatus, por el contrario,
repetidamente habla de recompensas y pérdida de recompensas, no para
asustarnos sino para traer claridad a nuestro razonamiento.

Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud
Déjenme ser franco para terminar. Hay dos formas de presentarse en el cielo:

1) 2 Juan 8 dice: “Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de
vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo”. (esto es para los que se
quedan a medio camino, o simplemente no dan el 100%). A su vez, 1 Juan 2:28
expresa: “Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste,
tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados”.
2) Pedro, luego de instarnos a vivir la vida cristiana nos dice en 2 P.1:10-11: “Por lo
cual, hermanos, tanto más procurad hacer firmes vuestra vocación (llamado) y
elección: porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera
os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y
Salvador Jesucristo”.
El siervo de Dios es aquella persona que está dispuesta a:
* hacer lo que Dios pida
* cuando El lo pida
* donde El lo pida
* no importa lo que El pida

Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud

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