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DLAE, Área de Educación

Nuria Camuñas Sánchez - Paulete


Graciela Salazar Díaz
María Vaíllo Rodríguez

Máster en Formación del Profesorado de ESO y


Bachillerato, FP y Enseñanza de Idiomas

Psicología y Educación del Adolescente

TEMA 4
ADOLESCENTES Y FAMILIA
Nuria Camuñas Sánchez – Paulete
Graciela Salazar Díaz
María Vaíllo Rodríguez

Índice/ Tabla de contenidos

ÍNDICE/ TABLA DE CONTENIDOS 2


PRESENTACIÓN 3
OBJETIVOS 3
1. DESARROLLO DE LA AUTONOMÍA ADOLESCENTE 4
2. RELACIÓN ENTRE PADRES Y ADOLESCENTES 7
2.1 VACÍO INTERGENERACIONAL 7
2.2 FAMILIA Y DESARROLLO ADOLESCENTE 8
3. LA EDUCACIÓN DE LOS ADOLESCENTES 11
4. IMPLICACIONES PARA LA PRÁCTICA EDUCATIVA 13
5. BIBLIOGRAFÍA 14

Tema 4 – Departamento de Educación. [2] septiembre 2015


PRESENTACIÓN

Este cuarto tema tiene por objetivo presentar el desarrollo de los adolescentes en el
ámbito familiar. Se explican cuestiones relacionadas con el vacío intergeneracional, la
relación padres-hijos adolescentes, los estilos educativos y el desarrollo de la
autonomía.

OBJETIVOS

Entre los objetivos de esta unidad, destacan:

- Conocer las características del desarrollo de la autonomía adolescente desde el


ámbito familiar.

- Conocer qué se entiende por vacío intergeneracional y explicar cómo se


entiende este concepto actualmente.

- Comprender la dinámica familiar en el desarrollo de la autonomía e identidad


adolescente.

- Comprender y explicar los tipos de educación adolescente y los estilos


educativos parentales.

- Comprender el rol que tiene la familia en el desarrollo de la autonomía


adolescente y el rol que tienen los centros educativos en la información y formación en
el tema.

Tema 4 – Departamento de Educación. [3] septiembre 2015


1. DESARROLLO DE LA AUTONOMÍA ADOLESCENTE

La consecución de la independencia o el desarrollo de la autonomía con respecto a las


relaciones familiares es una de las tareas clave para el adolescente. Lograr el control
sobre sus propias vidas al liberarse de las restricciones parentales y tomar decisiones
responsables por uno mismo/a, es uno de los objetivos centrales para todo joven. Pero
concretar éste no es tarea sencilla porque dependerá de las circunstancias familiares,
la variable género, el origen étnico, y las oportunidades culturales, sociales y
económicas al alcance del adolescente. También la personalidad de los jóvenes es un
factor importante, así como la actitud de los padres hacia sus hijos.

De hecho, el desarrollo de la autonomía no puede analizarse perdiendo de vista la


vinculación con los padres. La capacidad de obtener autonomía y control sobre el
propio comportamiento durante la adolescencia se puede conseguir cuando los
adultos reaccionan de manera apropiada a las ansias de autonomía de los
adolescentes. Muchos padres, al darse cuenta de la necesidad de autonomía de sus
hijos pueden sentir miedo al pensar que se les van a escapar de las manos. En algunos
casos, ante ese temor, pueden reaccionar aumentando el control sobre sus hijos/as y
considerando la mayor independencia característica de la adolescencia como una
forma de rebeldía. Al contrario, según algunos autores (Santrock, 2003) en la mayoría
de los casos la autonomía de los adolescentes tiene poco que ver con los sentimientos
que tienen hacia sus padres. A pesar de ello, el control parental puede adquirir
diferentes formas, como veremos más adelante.

Las familias psicológicamente sanas se adaptan a las mayores ansias de


independencia de los adolescentes tratándolos de una forma más adulta y haciendo
que participen en las decisiones que se toman en la familia. Las familias
psicológicamente enfermas suelen quedarse estancadas en el control paterno basado
en las relaciones de poder, y los padres se vuelven incluso más autoritarios en las
relaciones que establecen con sus hijos.

Santrock, 2003, p. 131

Una teoría que abarque tanto la autonomía como la continuación de las relaciones
estrechas con los padres tiene varias contradicciones inherentes. Para dar respuesta
a esta contradicción, a modo de ejemplo, los autores Steinberg y Silverberg (1986)
desarrollaron la Escala de Autonomía Emocional (EAS) que mide cuatro aspectos de la
autonomía emocional:

Tema 4 – Departamento de Educación [4] octubre de 2015


1. Desidealización: referida a la visión de los padres como seres falibles y humanos.

2. Los padres como personas: referida a la comprensión de que los padres son
personas ordinarias que tienen vidas independientes.

3. No dependencia: referida a la capacidad de los jóvenes a averiguar cosas por sí


mismos.

4. Individualización: referida al grado en que el adolescente se siente una persona


individual en su relación con su padre/madre.

Otro estudio importante sobre el desarrollo de la autonomía es el realizado por Larson


y sus colaboradores (1996). Este trabajo examinó la autonomía desde la perspectiva
de las interacciones diarias del joven con su familia. Los autores han usado el método
conocido como Método de Muestreo de Experiencias (MME) (Experience Sampling
Method) que consiste en dar libretas a los adolescentes y enviarles señales en
momentos aleatorios durante el día. Se pedía a los adolescentes que, después de la
señal, completaran un informe indicando lo que estaban haciendo y las emociones
asociadas con la actividad o las actividades que estaban realizando. La utilización de
este método ha permitido a Larson y su equipo seguir la pista de las actividades diarias,
y obtener un cuadro de gran valor de la vida de los adolescentes. De esta forma, las
consecuencias de su estudio revelaron que, aunque el tiempo total dedicado a la familia
disminuía a lo largo de los años de la adolescencia, el tiempo pasado con la madre o el
padre de manera individual apenas cambiaba entre los 10 y 18 años de edad. Los
resultados subrayan el hecho de que las relaciones íntimas con los padres continúan
cumpliendo una función esencial. La autonomía puede ser importante, pero también lo
es la conexión (Ver figura 1).

Tema 4 – Departamento de Educación [5] octubre de 2015


Figura 1. Diferencias de edad en la cantidad de tiempo que los adolescentes pasan con los
miembros de la familia

Fuente: Coleman y Hendry, 2003

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2. RELACIÓN ENTRE PADRES Y ADOLESCENTES

2.1 Vacío intergeneracional

Al conflicto entre el progenitor y el adolescente en el habla popular se lo conoce como


vacío intergeneracional. Lo interesante de este concepto es que parece haber una clara
diferencia de opinión entre los investigadores de este tema y el público en general. Por
un lado, los padres (y el público en general) creen que los años adolescentes traen
conflictos y desacuerdos en el hogar, así como opiniones divergentes en temas como
el sexo, las drogas y la moralidad. Sin embargo, los investigadores transmiten que
existen buenas relaciones entre padres y adolescentes, en las que se observa poco el
fenómeno de vacío intergeneracional.

El estudio clásico de Folgeman (1976) que examinó a 11.000 jóvenes y padres en el


Reino Unido, mostró que la gran mayoría de los padres comunicaba buenas relaciones
con sus hijos adolescentes, y que además los jóvenes confirmaban la visión de sus
padres. Asimismo, los adolescentes explicaban que respetaban la opinión de sus
padres y recababan su consejo sobre los principales problemas a los que hacían frente.
Esto no quiere decir que no haya familias en las que se den relaciones problemáticas
entre padres e hijos adolescentes, o niños más pequeños. De hecho, los estudios
muestran que cuando hay dificultades serias en las relaciones padres-hijos, es muy
probable que haya habido dificultades graves durante la infancia (Coleman & Hendry,
2003).

Otros estudios que han examinado valores y actitudes también apoyan esta misma
hipótesis de mayor grado de similitud que de diferencia entre las generaciones. Autores
como Gecas y Seff (1990) mostraron que los padres compartían con sus hijos e hijas
creencias sobre el trabajo, valores religiosos y morales, así como sobre los atributos
personales que son importantes para ambos. Este estudio sostiene que hay mayores
diferencias entre los propios jóvenes de diferente origen que entre una generación y
otra. Un punto interesante es el hecho de que las personas ven las diferencias como si
fueran mayores de lo que son. Según Noller y Callan (1991), los jóvenes suelen ver a
sus padres como más conservadores en sus actitudes de lo que éstos creen ser,
mientras que los adultos ven a los jóvenes como sumamente radicales.

En suma, como conclusión a este punto es importante destacar que existen pocos
datos para apoyar la noción de un conflicto de gran amplitud entre las generaciones.
Pese a ello, también es esencial reconocer que en las familias habrá elevados niveles
de conflicto como resultado de luchas sobre cuestiones relacionadas con la autonomía
o a causa de una compleja variedad de problemas de relación dentro del hogar.

Tema 4 – Departamento de Educación [7] octubre de 2015


En relación al concepto popularmente extendido de vacío intergeneracional, se podría
pensar que se deba a un estereotipo negativo de la adolescencia. Este estereotipo
cumple la función social de ver a los adolescentes como personas que desafían el
estado de las cosas. El conflicto serio entre padres y adolescentes es cierto solo en una
pequeña minoría de familias, lo que debería aportar consuelo a los padres que
contemplan con inquietud el comienzo de la adolescencia.

El punto de referencia para el nadador que intenta cruzar un rio debe estar en la otra
orilla. De modo similar, el punto de referencia de quien protagoniza la travesía entre la
infancia y la edad adulta debe estar en la edad adulta. Desafortunadamente ese punto
de referencia –la madurez típica del adulto-, que conlleva valores como la
responsabilidad, el sentido del deber, la honestidad, la abnegación, el sacrificio, la
fidelidad, la solidaridad, el espíritu de servicio, el trabajo bien hecho, el civismo, etc.,
está en crisis en la sociedad actual.

(…) La inversión de valores en la sociedad actual está influyendo decisivamente en la


educación familiar. Muchos padres minusvaloran una de las finalidades principales de
la educación: preparar a los hijos para la vida; para la vida futura, para la vida del adulto
honesto y responsable como profesional, ciudadano, miembro de una familia, etc.

Castillo, G. (1999, p. 71-72)

2.2 Familia y desarrollo adolescente

Para comprender el ambiente familiar y sus efectos sobre los jóvenes, se debe de tener
en cuenta el papel de los padres y en especial, el estilo educativo de los mismos.
Baumrid (1971), estudioso de este tema, propuso la idea de que hay dos dimensiones
del comportamiento educativo que es necesario distinguir: la sensibilidad de los padres
y su exigencia. Este investigador creía que los padres varían en estas dos dimensiones
y que ambas son más o menos independientes entre sí. Esto hizo posible examinar
diversas combinaciones de las características de los padres y dar lugar a un esquema
para la clasificación de los tipos de comunicación y la comprensión del funcionamiento
familiar.

Tema 4 – Departamento de Educación [8] octubre de 2015


Siguiendo este mismo (Figura 2), los padres pueden variar en exigencia y en
sensibilidad para dar cuatro tipos de comportamiento educativo. En base a ello, se
puede clasificar a los padres como indulgentes, indiferentes, con autoridad y
autoritarios.

Figura 2. Esquema para clasificar los tipos de educación

EXIGENCIA

Alta Baja

Alta Con autoridad Indulgente

SENSIBILIDAD - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -- - -

Baja Autoritaria Indiferente

Fuente: Coleman & Hendry, 2003

Los padres autoritarios dan gran valor a la obediencia y la conformidad, suelen


castigar la mala conducta y no fomentan la autonomía.

Los padres con autoridad son cálidos pero firmes. Establecen normas y se
atienen a los límites, pero es más probable que den explicaciones y que razonen
con los adolescentes a que los castiguen.

Los padres indulgentes o permisivos se comportan de una manera benigna y


aceptadora, pero en esencia, pasiva. Es poco probable que establezcan normas
o que tengan expectativas elevadas para sus hijos, y no ven el castigo como
importante.

Los padres indiferentes suelen recibir el calificativo de descuidados. Son padres


que están poco enterados de lo que hacen sus hijos e intentan minimizar el
tiempo dedicado a actividades de cuidado del niño.

Son numerosos los estudios de estilos de educación parental que se basan en esta
clasificación y que arrojan resultados consistentes con los mismos. En casi todos
los casos los niños y jóvenes educados en familias con padres con autoridad
puntúan mejor en una serie de medidas, incluida la autoestima, la adopción de
perspectivas y la probabilidad de evitar comportamientos de riesgo, como tomar

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drogas, la actividad sexual precoz, etc. Los adolescentes educados en hogares
indulgentes a menudo son menos maduros, más irresponsables y más sometidos
a sus iguales. Los jóvenes educados en familias negligentes o indiferentes son los
que corren mayor riesgo. Es probable que sean más impulsivos y se impliquen en
comportamientos de alto riesgo a una edad temprana.

Al hilo de lo anterior, algunos autores han centrado su atención en el estudio de las


características de la educación con autoridad para poder comprenderla. Steinberg
(1996) afirma que este tipo de educación tiene tres componentes centrales:

Son padres que muestran entusiasmo en la medida que aman y crían a sus
hijos;

Proporcionan estructura, de manera que el adolescente tiene expectativas y


reglas para su conducta;

Apoyan la autonomía, ya que aceptan y estimulan la individualidad del joven.

Los tres componentes son centrales para proporcionar un ambiente familiar en el


que se facilite la autonomía al tiempo que los padres establecen límites,
proporcionan apoyo y aceptación, y alientan el éxito de sus hijos.

Un último apunte para cerrar el tema de estilos educativos parentales es el control


y la supervisión. En investigaciones recientes se ha demostrado que el control y
supervisión de los padres a los hijos adolescentes está mediada por la
comunicación. Pero, en este caso en particular, es más definitiva la comunicación
del joven a sus padres, que la de los padres hacia sus hijos, ya que los padres saben
dónde están sus hijos adolescentes solo si estos revelan lo que hacen. Teniendo en
cuenta este hallazgo, padres y comunidad educativa han de implementar acciones
para subsanar esa comunicación unidireccional y transformarla en una de tipo
bidireccional.

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3. LA EDUCACIÓN DE LOS ADOLESCENTES

La educación del adolescente dentro de la familia ha tenido un creciente interés en las


últimas décadas en Europa, especialmente en Reino Unido. Este enfoque se ha visto
motivado por los trabajos de investigación realizados sobre la materia y por el interés
general de la sociedad, preocupada por un aumento percibido en el delito juvenil y otros
comportamientos socialmente inaceptables.

Una diferencia importante entre los padres de adolescentes y de los niños más
pequeños tiene que ver con la incertidumbre acerca del papel de la educación. Para los
padres de los niños más pequeños, hay poca dificultad en la definición de los roles y
las responsabilidades, pero no ocurre lo mismo en los padres de adolescentes. Parte
de esto tiene que ver con el cambio de naturaleza del poder y la autoridad en la familia.
Actualmente, los padres de adolescentes no tiene una idea clara de lo que se espera de
ellos en relación con el control y la supervisión, el establecimiento de límites para un
adolescente de 14 años, la regulación de tareas escolares o la cantidad de televisión
que es admisible. Luego, hay otros temas no menos importantes como la
confidencialidad en los tratamientos médicos y la edad apropiada para que una
persona empiece a practicar sexo. La mayoría de los padres se sienten desorientados
en estas materias, lo que lleva a un descenso de la confianza en sí mismo, mayor
ansiedad y una educación menos efectiva (Coleman y Hendry, 2003).

Frente a esta dificultad, disponemos en la actualidad de mucha información que


proviene de investigaciones sobre la materia y que pueden ayudar a los padres y las
madres de los adolescentes. Un ejemplo de ello, son los estilos educativos parentales
presentados anteriormente. Por otro lado, también se ha mencionado el papel del
control y la supervisión. Para los autores Small y Eastman (1991) los padres de
adolescentes deberían tomar parte en la satisfacción de las necesidades básicas de
los jóvenes, guiar y apoyar el desarrollo, proporcionar protección para los jóvenes y
actuar como defensores de sus hijos e hijas. Estas funciones son complejas y posibles
de ser interpretadas de distintas maneras. Pero, si las mismas se interpretan de la
manera adecuada, los autores afirman que contribuyen a un desarrollo óptimo. Algunos
ejemplos u orientaciones sobre las mismas pueden ser las siguientes:

Para las funciones de guía y apoyo del desarrollo, los padres deben “modelar”
roles positivos, establecer límites, ofrecer ejemplos de resolución de conflictos,
proporcionar cordialidad y preocupación. Estos ejemplos han sido estudiados y
están vinculados a hallazgos de investigación específicos.

Para las funciones de protección de los jóvenes y actuación como defensores


de sus hijos e hijas, los padres deben conocer los grupos sociales que frecuenta
su hijo e identificar el funcionamiento de los mismos. El concepto de protección
se refiere a salvaguardar el desarrollo de su autonomía. Es decir, los padres
deben ayudar a interpretar y entender las características del grupo o grupos

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sociales que frecuenta, para que tenga más herramientas a la hora de
interactuar, y para evitar posibles conductas de riesgo.

Otras investigaciones sobre las implicaciones de los padres en la educación de los


adolescentes resaltan la importancia de la “inducción”. La inducción se refiere al
proceso por el cual los padres legitiman su autoridad proporcionando explicaciones
para las reglas y ayudando a los jóvenes a ver las cosas desde perspectivas
alternativas. Este estilo educativo se asocia con resultados positivos en la infancia, que
resultan incluso más significativos en la adolescencia (Holmbeck y colaboradores,
1995). Tal hecho puede explicarse desde el desarrollo cognitivo del adolescente, ya que
la complejidad intelectual creciente del joven lo lleva a cuestionarse las reglas y no solo
respetarlas “porque sí”.

Par finalizar este tema, resulta conveniente explicar la noción de control percibido por
los padres. La idea de control percibido llega al centro de la educación y puede
proporcionar estrategias efectivas para trabajar con adolescentes. Esencialmente, se
propone que cuanto mayor sea la percepción de los padres de que ellos tienen el
control, más efectivos serán dirigiendo el ambiente de atención al niño y
proporcionando una disciplina con autoridad, en lugar de autoritaria. Cuanto más
pequeño es el niño, más fácil será para los padres sentir que tienen el control. Con la
adolescencia, surge un sentido creciente de pérdida de control, aunque esta percepción
varía mucho individualmente. Esta noción de control percibido ayuda a comprender qué
sienten los padres que creen que tienen cada vez menos influencia sobre sus hijos
adolescentes.

Cuando los padres sienten que pierden el control sobre el comportamiento del
adolescente, es probable que hagan una de estas dos cosas:

Pueden volverse más ansiosos y acudir a un uso de una disciplina coercitiva. Este
grupo de padres es el que tiene más posibilidades de utilizar métodos físicos de
castigo, y todos los datos muestran que los resultados para las familias en que se
utilizan estas estrategias no son buenos.

Pueden deprimirse (mayormente cuando sienten que tienen un control percibido bajo)
y desarrollar una sensación de indefensión sobre su rol de padres. En esta situación,
los padres tienden a rendirse y dejar que sus hijos adolescentes sigan su propio
camino, orientándose a estilos educativos permisivos e indulgentes.

Toda esta información es de utilidad para los padres de niños y adolescentes. Por lo
tanto, debería formar parte de programas educativos y estar más al alcance de los
mismos, ya sea a través de canales de información tradicionales (por ejemplo, dentro
de los centros educativos), como a través de canales alternativos (internet, televisión,
radio, etc.) Si una de las cuestiones centrales es la comunicación entre padres e hijos,
los educadores también tenemos la función de comunicar y transmitir aquello que

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ayude al desarrollo sano de los alumnos. Éste, como tantos otros, es un claro ejemplo
de esa función. ¡A por ello!

4. IMPLICACIONES PARA LA PRÁCTICA EDUCATIVA

En esta sección se comentan los puntos principales del tema y sus posibles
aplicaciones e implicaciones para la práctica docente:

1) Los jóvenes no se separan por completo de sus padres durante el desarrollo de la


autonomía adolescente. Con lo cual, es importante informar tanto a padres/madres
como al alumnado que una relación continuada es útil para la transición a la edad
adulta.

2) Aunque existen muchas cuestiones sobre las que padres y jóvenes discrepan en el
período adolescente, las relaciones parecen ser más positivas que negativas en
general, y en la mayoría de las familias no hay datos de un conflicto sustancial entre
generaciones. Las investigaciones realizadas sobre el tema apoyan esta idea.
Muchos factores tienen influencia sobre el nivel de conflicto familiar, pero, en
particular, la buena comunicación entre los padres e hijos tiene el efecto de
reducirlo.

3) En años recientes ha habido un interés cada vez mayor en los estilos educativos.
La investigación sobre el tema ha mostrado uniformemente que la educación con
autoridad tiene el efecto más beneficioso sobre el desarrollo adolescente, ya que
incluye cordialidad, estructura y apoyo para la autonomía. Por el contrario, los
estilos educativos autoritarios, indiferentes o indulgentes tienen efectos que,
aunque difieren en cierto punto, fomentan un desarrollo adolescente menos
adaptativo.

4) La educación del adolescente ha recibido mayor atención en los últimos años. Los
estudios han considerado diferentes tipos de educación y han mostrado que las
intervenciones pueden tener un efecto positivo sobre su confianza y su estima. A
pesar de ello, se necesita hacer llegar esta información a los padres de
adolescentes de manera más efectiva, y los centros educativos, entre otros, tienen
la responsabilidad de acometer esta tarea.

Tema 4 – Departamento de Educación [13] octubre de 2015


5. BIBLIOGRAFÍA

Baumrind, D. (1971). Current patterns of parental authority. Developmental Psychology


Monographs, 4, 1-102.

Berger, K. (2004). Psicología del Desarrollo, Infancia y Adolescencia. Buenos Aires: Ed. Médica
Panamericana. 6ª Edición.

Castillo Ceballos, G. (1999). El adolescente y sus retos. Madrid: Pirámide.

Coleman, J.C y Hendry, L.B. (2003). Psicología de la Adolescencia. Madrid: Ediciones Morata,
S.L.4ª Edición.

Folgeman, K. (1976). Britain’s 16 years old. Londres: National Children’s Bureau.

Gecas, V. y Seff, M. (1990). Families and adolescents: a review of the 1980s. Journal of Marriage
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Greenberger, E. (1984). Defininig pshychological maturity in adolescence. En Karoly, P. y Steffen,


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Grotevant, H. y Cooper, C. (1986). Individuation in family relationships: a perspective on individual


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Steinberg, D. y Silverberg, S. (1986). The vicissitudes of autonomy in early adolescence. Child


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Youniss, J. y Smollar, J. (1985). Adolescent relations with mothers, fathers and friends. Chicago:
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Tema 4 – Departamento de Educación [14] octubre de 2015

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