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FACULTAD DE PSICOLOGÍA
COMPENDIO DE LA ASIGNATURA
TEORIA PSICODINAMICA
Elaborado: Mg. DAVID EDUARDO DIAZ LOPEZ
LIMA – PERÚ
Octubre, 2017
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ
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HEINZ KOHUT
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GENERALIDADES
Fue Kohut quien nos alertó acerca del prejuicio existente en el mundo
psicoanalítico sobre el tinte peyorativo que suele teñir la noción de narcisismo en
comparación con el amor objetal, ya que el primero, para algunos psicoanalistas
representaría:"...la más primitiva y la menos adaptativa de esas dos formas
de distribución de la libido...", como afirmó en 1968 en “Formas y
transformaciones del narcisismo”.
Según Kohut ésta posición empobrece la práctica clínica, ya que los analistas
intentan reemplazar el narcisismo por el amor objetal, cuando a decir de él"...se
descuida la meta más adecuada, esto es un narcisismo transformado, es decir, una
distribución de la libido narcisista y la integración de las estructuras psicológicas
primitivas en la personalidad madura...".(“Formas y transformaciones del
Narcisismo”).
A Kohut no sólo le interesa el estudio del narcicismo cuando está en equilibrio, sino
también, cuando hay perturbaciones del mismo, cuando se rompe el equilibrio.
Partiendo del concepto de narcisismo primario, considera dos caminos en los que
se diferenciará: el Self grandioso y la Imago parental idealizada. También, y
como transformaciones del narcicismo propone, como dijimos antes: la creatividad
del hombre, su capacidad de empatía, su capacidad para aceptar su propia finitud,
su sentido del humor y su sabiduría.
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Así es como afirma que: "El niño pequeño, por ejemplo, inviste otras personas con
catexias narcisistas y por lo tanto las experimenta en forma narcisista, es decir
como objetos del self" (Análisis del Self).
Por lo tanto objeto del self es algo que es parte de sí mismo, algo que ha sido
cargado con catexias narcisistas.
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Las fallas en la constitución del self bipolar normal se pueden dar en cualquiera de
las etapas del proceso de internalización transmutadora.**
En otras palabras, lo que influye sobre el carácter del self del niño no es tanto lo que
los padres hacen sino lo que son. Si los padres no tienen conflictos con sus
propiasnecesidades de brillar y triunfar en la medida en que es posible gratificarlas
en términos realistas, si, en otras palabras, la autoconfianza de los padres es
firme, entonces el orgulloso exhibicionismo del self incipiente del niño encontrará
una respuesta de aceptación. Por duros que sean los golpes a los que la
grandiosidad del niño está expuesta frente a las realidades de la vida, la sonrisa
orgullosa de los padres mantiene vivo un resto de la omnipotencia original, que se
conservará como núcleo de la autoconfianza y la seguridad interna con respecto a
la propia valía que sustentan a la personalidad sana durante toda la vida. Y lo mismo
puede decirse con respecto a nuestros ideales. Por grande que sea nuestra
desilusión a medida que descubrimos las debilidades y limitaciones de los objetos
del self idealizados de nuestra vida temprana, su autoconfianza cuando nos
sostenían, su seguridad cuando nos permitían fusionar nuestro self ansioso con su
tranquilidad, a través de sus voces serenas o de nuestro estrecho contacto con sus
cuerpos relajados cuando nos tenían en sus brazos, permanecerá como el núcleo
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**
Fallas aisladas en cualquiera de las etapas del proceso de internalización transmutadora no producen patología. Tiene que
haber reiteración de fallas de parte de los objetos del self, y esto sucederá, como afirma Kohut, cuando los padres padecen
fallas en la propia estructura de su self. Por lo tanto va a depender si los objetos fallan en forma reiterada, que se den o no
cuadros patológicos. También se debe considerar cual de los objetos del self es el que ha fallado, la falla de cada uno de los
objetos del self que intervienen, a través de su interrelación con el niño, en la constitución del self normal, producirá cuadros
clínicos con características propias.
El cuadro clínico variará de acuerdo a la frecuencia y magnitud del fallo del objeto del self y también al momento
evolutivo en que se produzca.
***
Los autores se refieren al Polo de las ambiciones, al Polo de los ideales y al arco de tensión existente entre ambos Polos.
INTRODUCCIÓN
Cómo dijimos antes Kohut fue el primero en eliminar el prejuicio peyorativo que
existía en el mundo psicoanalítico en relación al concepto de narcisismo, al no
considerarlo sólo relacionado a la patología, a la resistencia. Podemos considerar
que ha sido un precursor en señalar la existencia de un narcisismo trófico o poiético
(que alimenta), que forma estructura. Tampoco lo concibió como secundario al
amor objetal, secundario en el sentido que se debería tratar de combatir al
narcisismo para llegar al amor objetal. Según Kohut esto último empobrecía a la
clínica, de acuerdo a los observables clínicos que él iba recogiendo de la población
de pacientes que lo consultaban.
Kohut señalo que el sujeto actual está más asociado a lo que él llamo el “hombre
trágico” que al “hombre culpable”. Culpable, es el sujeto del Edipo, el que
estructura al Superyó con culpa, víctima del conflicto. Trágico, es el sujeto de la
contemporaneidad, el que sufre de vacío, lo que van a encontrar en la literatura
psicoanalítica descrito como el sujeto víctima del déficit.
En la próxima clase veremos que Green planteó que ya no estamos en la época
de Edipo sino en la época de Hamlet, que la problemática pasa por el ser y el no
ser. A esto se refiere Kohut cuando describe al sujeto trágico, el del vacío.
Hasta ahora lo que venimos desplegando, entonces, se refiere a la constitución y
desarrollo del self normal. En este punto debemos interiorizarnos en los procesos
que sobrevienen cuando no se dan las condiciones normales, vale decir, que nos
dedicaremos a estudiar la clínica y la psicopatología del self.
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Las fallas en la constitución del self bipolar normal se pueden dar en cualquiera
de las etapas que hemos señalado cuando hablamos del proceso de
internalización transmutadora.
Ahora bien, como ya dijimos antes, fallas aisladas en cualquiera de las etapas del
proceso de internalización transmutadora no producen patología. Tiene que haber
reiteración de fallas de parte de los objetos del self, y esto sucederá, como afirma
Kohut, cuando los padres padecen fallas en la propia estructura de su self. Por lo
tanto va a depender si los objetos fallan en forma reiterada, que se den o no
cuadros patológicos. También se debe considerar cual de los objetos del self es el
que ha fallado, la falla de cada uno de los objetos del self que intervienen, a través
de su interrelación con el niño, en la constitución del self, producirá cuadros clínicos
con características propias. El cuadro clínico variará de acuerdo a la frecuencia y
magnitud del fallo del objeto del self y también al momento evolutivo en que se
produzca.
Repitamos: las características del self normal son su cohesión, vitalidad
y funcionamiento armónico.
La patología altera estas características, y por lo tanto de un self cohesivo
puede haber variaciones hasta llegar a su fragmentación; de ser vital, tener
distintos grados de debilitamiento y de un funcionar armónico padecer de
diferentes grados de desorganización hasta llegar al caos.
Kohut describe dos mecanismos a los cuales el aparato psíquico recurre ante fallas
en el desarrollo del self, que son las estructuras defensivas y las estructuras
compensatorias.
Ambas estructuras tienen por finalidad cubrir el defecto estructural del self.
Las estructuras defensivas sólo cubren el defecto del self y las compensatorias, por
compensación, atenúan las consecuencias del defecto.
Con respecto a las estructuras compensatorias se puede pensar por ejemplo, que
si se ha producido un defecto en el polo de las Ambiciones- Exhibiciones, porque
fallo la función reflejante del objeto del self, se va a producir una compensación en
el polo de los ideales y en ese caso el sujeto intenta compensar las deficiencias de
la autoestima persiguiendo objetivos que se vinculan a ideales.
La psicología psicoanalítica del self ha hecho una clasificación de los cuadros
psicopatológicos que se relacionan con las ideas que ha desarrollado acerca del
self, y a esto nos vamos a dedicar en el punto siguiente.
Los trastornos secundarios del self son aquellas reacciones que algunos
sujetos, teniendo un self bien constituido, padecen en determinadas circunstancias
vitales. Un self bien estructurado tolera bien los cambios que en la autoestima
producen tanto los éxitos como los fracasos, con sus correspondientes emociones
(alegrías o desesperanzas).
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Kohut también coloca dentro de estos trastornos secundarios las reacciones ante
un padecimiento físico y también las incapacidades que acompañan a una neurosis
estructural.
Los trastornos primarios del self abarcan varios cuadros clínicos que tienen
relación con la severidad y naturaleza del daño que ha sufrido el self. Por ejemplo,
si el self ha sufrido daños permanentes y prolongados, mostrará diversos grados
de fragmentación, de debilitamiento y desorganización dando lugar a la
emergencia de todos los síntomas que corresponden a una psicosis. Estos son
los cuadros en que la interacción con los objetos del self ha sido crónicamente
deficiente, fundamentalmente en sus respuestas especulares.
También dentro de los trastornos primarios del self se ubican los estados
fronterizos, que del mismo modo padecen de fragmentación, debilitamiento y
desorganización del self en forma permanente y prolongada, pero a diferencia de
las psicosis, las manifestaciones clínicas que corresponden al déficit de
estructuración del self se encubren con múltiples defensas.
Con respecto a los trastornos primarios del self que recién hemos descrito no nos
extenderemos más, para así poder centrarnos en el estudio de aquellos trastornos
primarios que de alguna manera han significado el nacimiento y el desarrollo de la
psicología psicoanalítica del self, los que se han llamado:
Aunque todos estos elementos que hemos enumerado tienen valor, para Kohut el
diagnóstico de trastorno narcisista de la personalidad se hace fundamentalmente
por el tipo de transferencia que despliegan estos pacientes. Por lo tanto el
diagnóstico definitivo del trastorno del self y del tipo al que pertenece, se hará de
acuerdo al tipo de transferencia que se instale.
Este tema, el de los tipos de transferencia, lo desarrollaremos más adelante. Para
ir adelantando, Kohut describe básicamente dos tipos de transferencias: la
especular y la idealizadora que se relacionan con el polo del self nuclear que se
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Escrito poco antes de morir, el último trabajo de Heinz Kohut comienza con una
reseña del artículo “Introspección, empatía y psicoanálisis” escrito en 1959 y
presentado en el XXV Encuentro del Instituto de Psicoanálisis de Chicago. En su
primer ensayo sobre el papel de la empatía en psicoanálisis, que según Kohut
contenía la base de muchas de sus subsiguientes investigaciones en el campo de la
psicología profunda, propuso la tesis de que la postura introspectiva empática del
observador define la ciencia del psicoanálisis. El autor explica que lo que le movió a
proponer esta definición operativa del psicoanálisis hace 25 años fue el darse cuenta
que la introducción del concepto psicobiológico de los impulsos -así como varios
conceptos socio-psicológicos- no condujo a una verdadera integración del
psicoanálisis con la biología o la medicina sino a una visión psicológica y moral de
“Hombre Culpable” que lo que hizo fue deformar la percepción del analista en el
campo clínico y aplicado. Kohut afirma que al definirse operativamente el
psicoanálisis se puede aceptar a sí mismo como psicología, una psicología que
estudia al hombre en términos de un self que intenta realizar el programa trazado en
su fuero interno a lo largo de su vida.
En la sección final del trabajo, Kohut reexamina las relaciones intergeneracionales
del hombre a la luz del cambio que implica pasar desde una concepción
psicobiológica a una psicológica. Así, el complejo de Edipo no es el producto final
del conflicto ininfluenciable de instintos básicos opuestos sino el resultado de
interferencias que menoscaban el desarrollo del hombre. Dado el poder mítico de la
formulación de Freud del complejo de Edipo, el autor ofrece una dosis de anti-magia
mítica -a la que el título “El semicírculo de la salud mental” hace referencia, y que se
aclarará más adelante-, y una reinterpretación de la historia del rey Edipo. Kohut cree
que la esencia de la experiencia humana no se encuentra en el conflicto
biológicamente inevitable entre generaciones sino en la continuidad
intergeneracional a través de un proceso de colaboración recíprocamente
construida.
“Introspección, empatía y el semicírculo de la salud mental” es el punto final de la
producción científica personal de Heinz Kohut. Poco antes de morir, el 8 de Octubre
de 1981 a los 68 años de edad, le comentó a su esposa Elizabeth que “...sentía que
había podido cumplir con lo que se había propuesto hacer por el psicoanálisis y tenía
la esperanza de que sus colegas, sobre todo los de las generaciones más jóvenes,
continuaran investigando los múltiples interrogantes que él había suscitado en el
curso de su labor. También expresó su confianza en que sus ideas estimularían a
estos nuevos investigadores para que formularan nuevas preguntas y desarrollaran
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lugar el asesinato del Rey Layo. En la visión tradicional, Edipo es un autómata que
se ve conducido paso a paso por la profecía de Tiresias, y que mata a su padre en
una bifurcación de caminos. Lo que impulsa a Edipo es una fuerza determinista, que
inevitablemente lo conduce hacia el desenlace trágico. Freud llamaba a este relato
una “tragedia de destino” para remarcar el determinismo de los impulsos
incestuosos.
El “incidente de la encrucijada” puede ser examinado desde otra perspectiva.
Veamos el relato de Sófocles sobre lo que ocurrió en el encuentro entre Edipo y su
padre. Huía Edipo de la profecía de Febo de Pitón, que le auguraba el unirse con su
madre y matar a su padre cuando se cruza con Layo y su comitiva en un cruce de
caminos. “Y yo al oír esto, tras calcular por los astros para el futuro la situación de la
tierra corintia, huí donde nunca viera cumplirse el oprobio de mis funestos oráculos.
En mi marcha llego a esos lugares en los que tú dices que pereció este soberano. Y
a ti, mujer, te diré la verdad. Cuando en mi viaje cerca estaba de esta encrucijada,
en ese momento un heraldo y un hombre montado en un carro tirado por potros como
el que tú dices, se toparon conmigo, y fuera del camino el guía y el anciano mismo
me arrojaron violentamente. Yo por mi parte al que trata de echarme fuera, al auriga,
lo golpeo con ira; y el anciano, cuando me ve, desde el carro, tras esperar a que me
acercase, en medio de la cabeza me alcanzó con una pica de doble aguijón. No, por
cierto, pagó lo mismo, sino que al punto, golpeado con el bastón por esta mano, de
espaldas cae rodando inmediatamente del centro del carro, y mato a todos los que
le acompañan.”III.
Al encontrarse con la comitiva real, Edipo sufre la prepotencia del Rey Layo. Edipo
reacciona ante la violencia del gobernante y su séquito, y comete el asesinato. Esta
puntuación ubica la violencia de Edipo como una respuesta a la conducta abusiva
del Rey, y no como un destino (pulsional) predeterminado.
La revisión de una metáfora, ¿prueba algo? Kohut se encarga de señalar en
“Introspection...” que las metáforas en sí mismas no prueban nada. Nada prueba la
versión de Freud del mito de Edipo y nada prueba la revisión efectuada por Kohut en
su artículo. Pero la metáfora transmite un ejemplo paradigmático a los miembros y
aprendices de una comunidad científica (Kuhn, 1962, 1987). Una vez incorporadas,
las metáforas son poderosas guías que limitan la percepción y significación de los
observables (Lakoff y Johnson, 1980). Uno u otro guión conducirán al analista hacia
distintas versiones de lo escuchado, y hacia diferentes intervenciones. (Juri, 1999).
Cuando una metáfora como la tragedia de Edipo Rey se encuentra tan hondamente
arraigada en la comunidad profesional, puede resultar dificultoso admitir otra lectura
del mito. La revisión del drama de Sófocles puede parecerle a Kohut un argumento
“débil”, pero debemos reconocer que reflexionar sobre metáforas que se aceptan
incondicionalmente puede ser un ejercicio epistemológico “fuerte”.
Hemos examinado el argumento “débil” de Kohut, y ahora nos ocuparemos de su
argumento “fuerte”. Este consiste en suministrar una dosis de “antimagia” (sic) para
contrarrestar la “magia” de Freud. Para este fin Kohut recurre a un relato de Homero
sobre Ulises (Odiseo) con el que intenta transmitir la existencia de otra figura en las
relaciones intergeneracionales.
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EDIPO ULISES
Psicobiología. Psicología.
Fig. 9
LA EMPATÍA
En “Instrospection, empathy and the semi-circle of mental health”, H. Kohut emplea el
término “empatía” en tres sentidos:
a) Como instrumento para obtener información sobre el psiquismo.
b) Como un poderoso lazo emocional entre las personas.
c) Como parte de su método terapéutico.
En lo que sigue, nos centraremos en la empatía como parte de la terapia analítica,
de acuerdo al punto de vista de Kohut.
La aplicación terapéutica de la empatía desde la perspectiva de la Psicología
Psicoanalítica del Self implica una posición técnica y clínica que debe respetarse
rigurosamente. En la psicoterapia es sin lugar a dudas una condición necesaria para
la específica comprensión y explicación de la subjetividad del paciente al posibilitar
una ampliación y profundización del abordaje de las experiencias subjetivas.
Dentro del estatus científico actual de la Psicología del Self , la noción de empatía en
sus distintas facetas está lo suficientemente elaborada como para diferenciarla
netamente de las frecuentes simplificaciones, distorsiones, generalizaciones,
tergiversaciones y uso inapropiado que ha llevado a autores como Stefano Bolognini
a decir, refiriéndose a la proliferación de escritos sobre la empatía: “...el tema sufrió
un crecimiento geométrico, y la empatía se convirtió en la meta ideal del analista,
una especie de piedra filosofal multiuso, potencialmente capaz de resolver cualquier
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Así como el modo de escucha empático, tal como lo conceptualiza la Psicología del
Self, es frecuentemente mal entendido, lo mismo sucede con el otro elemento de la
“Unidad Terapéutica Básica” es decir, el modo empático de interpretación (Kohut,
1984). Goldberg aclara este punto de la siguiente manera: “El analista no consuela
activamente, interpreta el anhelo del analizando de ser consolado, el analista no
funciona activamente como espejo, interpreta la necesidad de respuestas
confirmadoras. El analista no admira o aprueba activamente expectativas
grandiosas, explica su papel en la economía psíquica. El analista no cae en silencio
pasivo; explica por qué sus intervenciones son percibidas como intrusivas. Por
supuesto la mera presencia del analista, o el hecho de hablar, o, especialmente, el
hecho de comprender, todo ello posee efecto de consuelo y confirmación del self
sobre el paciente y así son interpretados (destacado en el original). Por lo tanto, el
clima analítico que hace posible el trabajo analítico, se toma en sí mismo objeto de
interpretación analítica (Goldberg, 1978).
Las presentaciones de casos clínicos a través de los cuales Kohut ilustraba sus
intelecciones son numerosísimos y en todos ellos la empatía, siempre, juega un
papel esencial.
El reanálisis del Sr. “Z” le permitió a Kohut poner a prueba sus nuevos puntos de
vista. Una parte esencial de esta nueva construcción teórica consistía en la
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OTTO KERNBERG
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Resumir brevemente, para los fines de este espacio, los logros y contribuciones de
este eminente autor, en y hacia la teoría y práctica psicoanalítico, resulta difícil. En
su desarrollo teórico y profesional Otto Kemberg deja un legado que puede ser
considerado en sí mismo un lineamiento aparte. En adelante señalaremos sus más
reconocidas contribuciones.
En consideración del sitial internacional que ocupa desde hace tiempo O. Kemberg,
es que es posible considerar que la constante difusión que él hace de sus conceptos
en Chile (dictando conferencias, participando en seminarios, congresos, etc.),
entrega a nuestro país un material de primera mano y calidad, situación que nos da
laoportunIdad de estar en contacto con uno de los autores y clínicos psicoanalíticos
más reconocidos actualmente.
Consideraciones previas
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• identidad del yo
• juicio de realidad
• mecanismos de defensa primitivos v/s avanzados
2) JUICIO DE REALIDAD:
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Para evaluar las constelaciones hay que poner atención en la interacción con
el paciente. Los mecanismos avanzados usualmente no interfieren la relación
pacienteterapeuta, se ven más indirectamente. En cambio los mecanismos primitivos
pueden observare directamente ya sea en el contenido del discurso del paciente
(contradicciones, adjetivos muy positivos hacia el terapeuta o negativos, etc.) como
en el comportamiento (reacciones de angustia, muestras de desprecio, provocación,
rechazo en el lenguaje corporal). Junto con el uso de estas defensas se puede
apreciar regresiones transferencias y contratransferenciales desde las primeras
sesiones (Kernberg, 198?; Gomberoff, 1999).
Una primera línea es la del trastorno limítrofe y esquizoide que reflejan una
fijación en la separación / individuación, existe una escisión de las relaciones
objetales internalizadas, que en el esquizoide - por una tendencia temperamental
introvertida - se expresa en empobrecimiento de las relaciones objetales
(empobrecimiento social) con poca expresión afectiva debido a la escisión de los
afectos, e hipertrofía de la vida fantasiosa; en el caso del limítrofe - con tendencia
temperamental extrovertida - se expresa en relaciones impulsivas en el plano
interpersonal, que remplazan su autoconciencia. La personalidad esquizotípica es
un aforma más severa de la personalidad esquizoide; la personalidad paranoide se
caracteriza por un aumento de agresión y proyección (del tipo identificación
proyectiva) en relación al esquizoide, unida a una auto idealización defensiva. La
personalidad hipocondríaca también está unida a la línea esquizoide, en este caso
los objetos persecutorios (producto de la escisión esquizoide) se proyectan al interior
del cuerpo, lo que las asemeja al trastorno paranoide (proyecta fuera de si los objetos
persecutorios).
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Estados límite y narcisista. Aunque existe un acuerdo general en que los estados
límite y narcisita están relacionados entre sí, los investigadores de este campo
presentan considerables diferencias de opinión respecto a los detalles de estos dos
estados. Kohut piensa que casi todos los pacientes padecen trastornos narcisistas y
los que presentan alteraciones tan graves que no pueden tratarse mediante
psicoanálisis se asignan a la categoría de pacientes límite. Kernberg parece
considerarlos principalmente como pacientes que padecen mecanismos de
organización límite de la personalidad y creen que quizás alguno de los del grupo de
mejor funcionamiento que presentan los niveles de agresión se parecen a los
pacientes a los que Kohut designa como narcisistas. Materson y Rinsley creen que
hay muchos más pacientes límites que narcisistas. Rinsley cree que el punto de
fijación del narcisismo es al final de la fase de aproximación porque se trata de
pacientes que generalmente tienen un nivel de funcionamiento más alto y mayores
signos de madurez. Masterson cree que el predominio de grandiosidad que
predomina en estos pacientes indican que están fijados en la fase de práctica, como
si hubieran quedado atascados en el curso temporal característico de la fase de
práctica. La significación del punto de vista de cada uno es que influirá en la
secuencia en que se hagan las interpretaciones. Por ejemplo, Masterson está de
acuerdo con la confrontación en los pacientes límite y con la interpretación en los
pacientes narcisistas, porque los pacientes límite carecen de un sentido de identidad
y, por consiguiente, quedarán y se introducirán en el aspecto clarificador de la
confrontación, mientras que los pacientes narcisistas se desintegrarán si su frágil
dominio del bienestar se ve destruido.
Dos ilustraciones clínicas. Dos historias clínicas ilustran la utilidad del enfoque de
revisión de sistemas de Kernberg para la determinación de la patología del carácter:
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JACQUES LACAN
Al iniciar su carrera médica. Las ideas de Freud estaban ganando cada vez más
espacio dentro del pensamiento francés. Se había creado la revista l'Evolution
Psichiatrique y había sido fundada, el mismo día en que Lacan hacía su primera
presentación como médico neurólogo, para la SOCIETE PSYCHANALYTIQUE DE
PARIS. Por otro lado, la literatura también había acogido con entusiasmo la nueva
concepción de la sexualidad humana que provenía del psicoanálisis. Entre 1927 y
1931 realizó los estudios necesarios para la especialización en psiquiatría. De esta
época resaltan sus contactos con Henri Ey, Pierre Mâle y otras figuras de aquel
entonces. Tres maestros que dejaron su impronta en él fueron Georges Dumas,
Henri Claude y G.Clérembault.
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A partir del interés común por la obra de Hegel, comienza una amistad con
Georges Bataille, de quien toma su interés por Sade, sus reflexiones sobre lo
imposible y sobre la heterología, de donde toma el concepto de "real", concebido
primero como "resto" y después como "imposible". La concepción lacaniana del
inconsciente como estructura también está teñida de la influencia de la obra de Lévi-
Strauss. Por otro lado, los lazos que Lacan establece con Koyré, Kojève, Corbin,
Heidegger, Hyppolite, Ricoeur, Althusser y Derrida, muestran que para él todo
cuestionamiento del freudianismo debía pasar por una interrogación de tipo filosófico.
progreso. Para ello, decía, estaban habilitados de participar únicamente aquellos que
se habían formado con él. El nuevo grupo estuvo compuesto inicialmente por 134
miembros, la mayoría de los cuales había pertenecido a la SFP.
PARANOIA
En 1932 Lacan termino su tesis doctoral titulada “De la psicosis paranoica en sus
relaciones con la personalidad”, estudio que tuvo mucha influencia en numerosos
surrealistas.
• El Caso Aimée
La tesis incluía un detallado análisis de una mujer llamada Aimée (igual que la
heroína de una de sus novelas inéditas), quien había querido acuchillar a una
conocida actriz parisina, Huguette Duflos. El caso tuvo gran resonancia en la prensa
de la época, y Lacan procuro rastrear poco a poco el hilo lógico que había detrás de
ese acto en apariencia irracional. Su tesis introdujo en el medio psiquiátrico un nuevo
concepto, el de la “paranoia de autopunición” en sus ideas persecutorias, era esa
figura la que ella veía como origen del peligro para ella y su pequeño hijo; así esa
imagen ideal era a la vez objeto de su aspiración y de su odio.
A Lacan le entusiasmo especialmente esta compleja relación entre las imágenes
y la identidad que se daba en la paranoia. En su posterior arresto y reclusión, Aimée
hallo el castigo que había dado origen a su acto. En cierto nivel, entendía que ella
misma era objeto de castigo.
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El análisis de este caso por Lacan muestra muchos elementos que más tarde
serian centrales en su obra: el narcisismo, la imagen, el ideal, y el modo en que la
personalidad puede extenderse fuera del cuerpo y se constituida en una compleja
red social.
Esta es la tesis planteada por Lacan a partir de la cual se desarrollan todos los
demás conceptos planteados en su teoría. “Inconsciente estructurado como un
lenguaje” se refiere a que el inconsciente está formado literalmente por
palabras, es decir, por una cadena de significantes que conforman el discurso de
otro. No solamente como un lenguaje, diría él más adelante, sino como un lenguaje
y un saber, un saber inconsciente. Antes de Freud ya se conocía que era el
inconsciente, se hablaba de subconsciente, formaciones más allá de la consciencia,
otros ya hablaban de que había un subconsciente, donde se depositaban los
acontecimientos de primera persona a manera de un desván o closet donde uno iba
metiendo los trapos, cuadernos, y luego un buen día, eso aparecía en la consciencia.
El primer concepto del inconsciente fue que es un inconsciente tipo sótano, donde si
se archivan las cosas para siempre.
Esta dinámica del inconsciente fue lo que primó en un tiempo; ya se sabía que
los contenidos del inconsciente tenían vida, estaban y se podían evocar a
través de sueños o síntomas. Pero Freud fue más allá; describe al inconsciente
como un inconsciente organizado, con una lógica propia, y esto modifica bastante la
situación, porque muchas personas de la época no lograban entender exactamente
lo que él quiso decir. Freud lo dijo , en 1905 y en 1907: «el inconsciente está
estructurado como un lenguaje». Lacan es el que tomando la clase de Freud dice:
es un lenguaje que tiene un saber, que tiene un conocimiento pleno. De tal manera
que las cosas que se presentan del inconsciente tienen una lógica. Y si nosotros, por
lo tanto, vemos como habla un loco, un psicótico, que nos dice que su hígado es de
plomo, que tiene comunicación con Dios, ustedes podrían pensar: son locuras, qué
sentido tiene eso con la realidad.
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La metáfora es una figura a través de la cual le presenta una idea que alude a
un concepto incambiable, inmodificable, constante; por ejemplo yo les digo: la «U»
jugó un gran partido y los once muchachos mostraron una garra increíble. Creo que
todos ustedes van a entender que me estoy refiriendo a que tuvieron valor, coraje,
fuerza, no creo que ninguno crea que le salieron garras; eso se llama metáfora. Este
es el lenguaje que usamos despiertos, pero en el inconsciente las cosas caminan de
otro modo, la palabra garra puede que signifique una garra y muchas otras cosas
más.
Por ejemplo para la consciencia la palabra soldado significa un señor con un fusil
en el ejercito, para el inconsciente la idea es otra, la palabra soldado significa un
dado, significa algo como soldadura y puede significar otras muchas cosas más; de
ahí que en los sueños, que es un lenguaje totalmente del inconsciente, uno puede
soñar con una mesa con un sombrero encima, y resulta que uno estaba preocupado
porque el señor Carlos Meza no ha venido a verlo y lo está esperando, y el señor
Meza usa sombrero. Entonces la intención del sueño es cambiar el lenguaje a través
de otro sistema lingüístico que es lo que se va a expresar.
Una de las frases típicas de Lacan, y que a él le gustaba mucho decirla porque
él sabía que creaba cierto desconcierto, era: el lenguaje se impone y a la persona
no le queda otro remedio que hablarlo. Entendiéndose que desde el inconsciente
hay un lenguaje que empuja y se quiere expresar y nosotros simplemente le damos
forma verbal lingüística.
LA TÓPICA LACANIANA
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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ
Antes de que plantee esta teoría se entendía que el desarrollo del ser humano era
un desarrollo lineal; el bebé nacía, tenía el pecho, tenía a la madre, luego de un
tiempo desaparecía el pecho y pasaba a una segunda etapa (anal) en que el niño
aprendía a tener control de esfínteres. Terminaba esta segunda etapa y comenzaba
una tercera (etapa de las diferencias anatómicas de los sexos) y así sucesivamente
y el niño iba creciendo y desarrollándose en su proceso. Lacan dijo que esto estaba
incompleto, que no era tal la situación, que había un momento alrededor un sismo
en el psiquismo del niño y a través de ese sismo él entraría recién a la cultura y
describe lo que se llama la teoría del espejo. Esta etapa del desarrollo es descrita en
su ensayo El estadio del espejo como formador de la función del yo (1935-1936),
el primero de sus escritos y que es considerado uno de sus trabajos más importantes.
La experiencia del niño durante la fase del espejo se organiza en base a tres
tiempos fundamentales que marcan la conquista progresiva de la imagen de su
cuerpo.
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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ
"Esta captación por medio de la imago de la forma humana (...) domina, entre
los seis meses y los dos años y medio, toda la dialéctica del comportamiento del niño
en presencia de su semejante. Durante todo este periodo se registrarán las
reacciones emocionales y los testimonios articulados de un transitivismo normal. El
niño que golpea dice que lo han golpeado; el que ve caer, llora."
Así como este primer momento de la fase del espejo pone claramente en
evidencia el vínculo del niño con el registro imaginario.
El tercer tiempo dialectiza las dos etapas precedentes, no sólo porque el niño
se asegura de que el reflejo del espejo es una imagen, sino, y por sobre todo, porque
adquiere la, convicción de que sólo es una imagen que es la suya. Al re-conocerse
a través de esa imagen, el niño reúne la dispersión del cuerpo fragmentado en una
totalidad unificada que es la representación del cuerpo propio. La imagen del cuerpo
es, entonces, estructurante para la identidad del sujeto que realiza en ella su
identificación primordial.
Hay que agregar que la dimensión de lo imaginario subyace, del principio al fin, en
esta conquista de la identidad, desde el momento en que el niño se identifica con
algo virtual (la imagen óptica) que no es él como tal, pero en la que, sin embargo, se
re-conoce. Se trata, entonces, de un reconocimiento imaginario justificado, por
otra parte, por hechos objetivos. En efecto, la maduración del niño a esa edad no le
permite tener un conocimiento específico de su cuerpo propio. De hecho, el estadio
del espejo es una experiencia que se organiza con anterioridad a la aparición del
esquema corporal. Por otra parte, al simbolizar la "preformación" del yo (Je), la fase
del espejo presupone en su principio constitutivo su destino de alienación en lo
imaginario. El re-conocimiento de sí mismo a partir de la imagen del espejo se
efectúa —por razones ópticas — a partir de indicios exteriores y simétricamente
inversos. Es por eso que la unidad misma del cuerpo se esboza como exterior a sí
misma e invertida. La dimensión de este re-conocimiento prefigura así, para el
sujeto que inicia la conquista de su identidad, el carácter de su alienación imaginaria
de donde se perfila el "desconocimiento crónico" que no dejará de mantener consigo
mismo.
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EL COMPLEJO DE EDIPO
Antes de plantear los tres momentos del Edipo pasaremos a definir dos puntos
importantes el concepto del “El nombre del padre” y el “Falo”:
El concepto del padre para Lacan es revolucionario dentro del campo del
psicoanálisis. Para Lacan el padre es un figura fundamental desde el primer instante
de la vida del bebé; empieza él por plantear que si el padre desea a su hijo, desea
que nazca, desea que viva, desea darle su apellido, el bebé se va a dar cuenta y en
ese momento el bebito va a recibir lo que él llamó «el nombre del padre», va a
recibir la certeza de que él es bienvenido a la vida, bienvenido al mundo y amado por
su padre. En ese momento será un bebe feliz porque va a saber que pertenece a
una familia, que pertenece a una estirpe, que el apellida Perencejo y que su padre
fue Perencejo y su abuelo también lo fue y su bisabuelo también, y así
sucesivamente siguiendo una línea que desarrolla por ese lado y que el niño siente
de alguna manera una trascendencia, una permanencia.
Pensemos en como son los delirios de los psicóticos, de los enfermos mentales,
todos ellos tienen que ver con un problema de la identidad, todos tienen que ver con
un problema de donde vienen, de donde provienen. La identidad la transmite el
padre. Por eso es que los enfermos mentales tienen delirios que tienen que ver con
la identidad. Por ejemplo: Yo soy Napoleón o creo que soy homosexual y están
angustiados por eso, creo que soy padre de ese niño pero no me acuerdo de cuando
lo hice, son problemas de filiación. Lo que pierde un psicótico en un primer momento
es su filiación, puede creer que es hijo de otra familia, puede creer que es
extraterrestre, puede creer mil cosas que no son la realidad.
basta que se presente el padre, sino que la madre de alguna manera participe en
esto haciéndole saber al hijo: «este es su padre, a quien amarás y respetarás»; el
hijo tiene que ser posteriormente presentado por la madre.
• EL FALO
Al salir de la fase identificatoria del estadio del espejo, el niño que se perfiló como
sujeto sigue manteniendo una relación de indiferenciación cercana a la fusión con su
madre. Esta relación de fusión es producto de la posición particular que el niño
alimenta con respecto a la madre al tratar de identificarse con lo que él supone
que es el objeto de su deseo. Esta identificación a través de la cual el deseo del
niño se hace deseo del deseo de la madre se ve ampliamente facilitada, e incluso
inducida, por la relación de inmediatez entre la madre y el hijo aunque más no sea
en cuanto a los cuidados y la satisfacción de las necesidades.
fusional entre el niño y la madre puesto "Lo que busca el niño es hacerse deseo de
deseo, poder satisfacer el deseo de la madre, es decir: 'to be or not to be' el objeto
de deseo de la madre (...) Para gustarle a la madre (...) es necesario y suficiente ser
el falo."
Una cosa es asegurar, como dice Lacan, que "la relación del niño con el falo es
esencial en tanto que el falo es el objeto de deseo de la madre" algo diferente es
comprobar que a ese nivel el niño está directamente alienado por la problemática
fálica a la manera de la dialéctica del ser: ser o no ser el falo. Durante esta primera
etapa todo sucede como si el niño economizara una contingencia fundamental
ligada a la problemática fálica: la dimensión de la castración. En efecto, sólo puede
haber una relación de fusión con la madre en la medida en que no aparezca ningún
tercer elemento que mediatice la identificación del niño al falo de la madre.
Una ambigüedad sostenida a ese nivel movilizará al niño hacia una estrategia
defensiva para evitar la castración. Pero el perverso no se equivoca en cuanto a la
posición subjetiva que lo une a la supremacía de lo imaginario fálico; cultiva su
singularidad paradójica con respecto a la castración de tal modo que puede medir su
incidencia con bastante precisión. Todo su talento sintomático y también toda su
angustia — consistirá entonces en reproducir y conservar la ilusión subjetiva en la
que se encuentra capturado. Hay que sondear sin cesar la medida de la castración
si se la quiere evitar cada vez con más destreza.
"La experiencia nos demuestra que el padre considerado como aquello que priva
a la madre de ese objeto, especialmente del objeto fálico, de su deseo, representa
un papel esencial en (...) el transcurso del complejo de Edipo, aun en los casos más
fáciles y normales.
Por otra parte, el niño vive la intrusión de la presencia paterna como una
prohibición y una frustración: incomoda por su volumen sino que es molesto
porque prohíbe. ¿Y qué prohíbe? (...) Prohíbe, ante todo, la satisfacción del impulso
(...) "Por otra parte, ¿qué prohíbe el padre? Y bien, teniendo en cuenta nuestro punto
de partida podemos decir que como la madre es de él, no es del hijo (...) El padre
frustra, lisa y llanamente, al hijo de la madre.
hijo. En la vivencia subjetiva del niño, ese "otro" surge como un objeto posible del
deseo de la madre, como un objeto fálico posible al que puede suponer como un rival
frente a la madre. Lo que se pone en juego en esta rivalidad imaginaria incluye en
realidad un desplazamiento del objeto fálico que lleva al niño a encontrar la ley del
padre.
El niño se enfrenta con esta ley en la medida en que descubre que la madre
depende a su vez de la ley en lo que respecta a la satisfacción que puede brindar a
las demandas del niño. En otros términos, la dirección del deseo del niño remite
inevitablemente a la ley del otro a través de la madre:
"En el plano imaginario, el padre interviene llanamente como aquél que priva a
la madre, es decir que lo que aquí se le dirige al otro como demanda es enviado a
una corte superior, es reemplazado convenientemente, ya que siempre, por algún
lado, aquello por lo que interrogamos al 'otro', por más que lo recorra en su totalidad,
siempre encuentra en el otro ese 'otro' del otro, es decir su propia ley. En este nivel
se produce algo que hace que lo que recibe el niño como respuesta sea pura y
simplemente la ley del padre en tanto que está concebida imaginariamente por el
sujeto como una privación para la madre.
La dialéctica del tener (tener el falo o no), que a partir de ahora polarizará para
el niño la problemática del deseo de la madre, se hace eco de la dialéctica del ser
que gobierna, entonces, la vivencia de su propio deseo.
El niño sólo llega a esa interrogación personal —ser o no ser el falo de la madre—
en la medida en que el padre que priva le hace presentir que la madre reconoce en
esa ley aquello que mediatiza el deseo que ella tiene de un objeto que ya no es el
hijo, pero que supuestamente el padre tiene o no tiene. Es decir, según Lacan, ese
estadio en el que "algo que separa al sujeto de su identificación lo une al mismo
tiempo a la primera aparición de la ley bajo la forma de la dependencia de la madre
de un objeto, que ya no es simplemente el objeto de su deseo, sino un objeto que el
otro tiene o no tiene. Y Lacan precisa:
"El lazo estrecho entre el hecho de que la madre se remita a una ley que no es
la suya, y que en la realidad el objeto de su deseo es 'soberanamente' poseído por
ese mismo otro' a cuya ley ella se remite, nos da la clave de la relación del Edipo y
lo que le da su carácter tan esencial, tan decisivo de esta relación de la madre que
les pido que aíslen como relación no con el padre, sino con la palabra del padre (...)
"De su presencia privadora, él es quien soporta la ley, y esto no ocurre veladamente,
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sino por intermedio de la madre que es quien lo presenta como aquel que le hace la
ley.
Edipo es crucial puesto que sobre todas las cosas constituye una determinación con
respecto al objeto fálico. Destruida su certeza de ser el objeto fálico deseado por la
madre, el niño se ve ahora obligado por la función paterna, no sólo a aceptar que no
es el falo sino también a aceptar que no lo tiene, a semejanza de la madre que lo
desea allí donde se supone que debe estar y donde se vuelve posible tenerlo.
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DESEO Y ANHELO
detalles minúsculos y solo siguiendo esas derivaciones puede activarse el resto del
complejo en cuestión.
Parecería que el sueño realiza su anhelo: tener abrigo y comida. Pero este
anhelo no es más que una coartada. Lo que realmente importa averiguar porque esa
realización del anhelo tomo la forma de un gran lecho con dosel y de un plato de
caviar. El deseo equivale al proceso de distorsión que convirtió el anhelo de abrigo y
comida en esta imagen particular. Si el día anterior a un examen uno sueña que
estando en cierto lugar lo aprueba, es probable que el deseo no se encuentre en la
idea de aprobar el examen (ese es el anhelo) sino en el detalle del lugar en cuestión.
(¿Por qué estaba allí y no en otra parte?)
• Distorsión y deseo
El deseo es pues algo muy peculiar. En la teoría que Lacan elabora, es algo
sumamente extraño, que nada tiene que ver con el anhelo, sino que consiste en unos
mecanismos lingüísticos que tuercen y distorsionan ciertos elementos
transformándolos en otros. Un desliz verbal es un buen ejemplo: uno dice algo
diferente de lo que quería decir, y no sabe por qué. El deseo está presente porque
un elemento ha sido distorsionado y modificado por otro.
LA ESTRUCTURA DE LA PSICOSIS
Para nombrar este mecanismo, Lacan tomó un término de Freud, Verwerfug, que el
tradujo al francés como “forclusion” (Verwerfug), y que designa el rechazo radical del
elemento en cuestión.
Lacan mostro que en la psicosis hay una forclusion del nombre del padre:
no se lo reprime, se lo anula totalmente. Esta hipótesis permitió explicar de una
nueva manera muy esclarecedora los datos clínicos. Los analistas y psiquiatras
habían notado la presencia, en los delirios psicóticos, de temas vinculados con la
paternidad y la filiación, como en la Trinidad cristiana y en ciertos motivos religiosos
universales. Ahora Lacan ofreció no solo una explicación sino una elaborada teoría
de lo que sucede en los delirios.
Todo esto apela al registro de la paternidad simbólica, pero como ahí no hay
nada, el sujeto se enfrenta con un hueco, una brecha. De ahí la sensación habitual
de “fin del mundo” que se advierte en los primeros estadios de una psicosis. El sujeto
enfrenta la falta de un significante, el del nombre del padre, y en consecuencia
la falta de una significación.
O sea, el delirio pude obrar como un modo de dar sentido al mundo amenazador
que rodea al sujeto- amenazador justamente por la falta de una significación esencial
que le imponga un orden. La significación delirante reemplaza a la significación
edípica corriente. Por eso son tan comunes en los delirios los temas de herencia y la
filiación, como la dimensión de la paternidad no es codificada en lo simbólico, retorna
a lo real. A diferencia de lo que acostumbraban muchos de sus contemporáneos,
Lacan no se negó a atender pacientes psicóticos.
• La lógica de la psicosis
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Así como Freud había dicho que un delirio es un intento de autocuracion, Lacan
veía en él un efecto secundario, la tentativa de dar sentido a la problemática
primordial de la forclusion. Esta teoría está implícita en la teoría del automatismo
psíquico. El psicótico debe conferir sentido a todo lo que es impuesto y lo hace
recurriendo a la razón. Los delirios recurren para construir un sentido al saber de
cada época; esto explica porque sus temas centrales verían de una época a otra.
LA SESION VARIABLE
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Bleichmar (1997, 1999) recoge dos perspectivas que aparecen en la obra de Freud:
la de homogeneidad, reflejada en la concepción del desarrollo psicosexual, y la
modular, conformante de la segunda tópica (entre otros ejemplos posibles).
Bleichmar toma partido por esta última concepción modular por ajustarse más al
funcionamiento del psiquismo. Aparte de las referencias a los trabajos de Chomsky
(1965, 1980) y Damasio (1994, 1999), el autor aplica al campo del psicoanálisis la
teoría del pensamiento complejo de Morin (1977). El resultado de la teoría que apoya
Bleichmar es la existencia de procesos enormemente vivos y cambiantes, que
generan nuevas propiedades en el sistema, sin olvidar que no hay ninguno de ellos
que desarrolle todas las propiedades a las que potencialmente podría dar lugar. En
definitiva, la modularidad se refiere a la concepción de un funcionamiento que no
depende de unos principios uniformes que trascenderían a todas las partes, sino de
la articulación compleja de sistemas de componentes, cada uno de ellos con su
propia estructura, sus contenidos y leyes de funcionamiento (Méndez e Ingelmo,
2009).
Lo transformacional.
El enfoque Modular-Transformacional recibe esta denominación porque Bleichmar
(1997, 1999) sitúa al mismo nivel de importancia el carácter modular de la estructura
mental, y las transformaciones que los diferentes módulos y el resto de las
dimensiones van produciendo los unos sobre los otros durante el desarrollo del
sujeto. Transformaciones que ocurren tanto a nivel de funcionamiento vertical,
o articulaciones dentro de cada módulo o sistema, como a nivel de
funcionamiento horizontal, es decir, de relación y coordinación entre módulos.
Este proceso transformacional –que puede incluir el conflicto antagónico entre
sistemas- constituye el origen de los diferentes cuadros psicopatológicos, y puede
producir efectos sobre la estructura y funcionamiento de cada módulo motivacional
o únicamente conformar reinscripciones a nivel representacional.
El paradigma relacional.
Tanto la denominación de las relaciones de objeto como la teoría del apego,
aunque supongan una conceptualización que abarca a dos protagonistas,
responden ambas a una psicología individual pensada desde la subjetividad
del niño. La madre, en tanto sujeto, no fue estudiada hasta los trabajos de Mary
Main (1981, 1986). A partir de la década de 1970, y de forma creciente hasta la
actualidad, el psicoanálisis y la teoría del apego se van a ver influenciados por el
paradigma relacional. Éste va a estudiar a la madre, no ya como objeto del niño, sino
como participante real en la interacción, donde importan tanto su comportamiento
como sus fantasmas inconscientes (Dio Bleichmar, 2005).
Psicoanalistas, tanto europeos como americanos, van centrándose
progresivamente en el estudio de la relación madre-hijo y, especialmente, en el
comportamiento de los padres como centro de atención e intervención. Joseph y
Anne Marie Sandler (1967, 1978) introducen en la teoría de las relaciones de objeto
las funciones que cumplen los adultos en el desarrollo del sí mismo en el niño y en
el adolescente (1990). Kohut (1971), en su trabajo de estudio del narcisismo,
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A. EL SISTEMA SENSUAL-SEXUAL.
El término sexualidad, desde el Psicoanálisis, hace referencia a la
representación mental subjetiva de la sexualidad misma. Bleichmar (1997, 1999,
2001) concibe el origen de dicho sistema motivacional fruto de la interacción entre lo
biológico y lo ambiental, retomando las aportaciones de Laplanche (1989, 1992) o
Mitchell (1993) a las que añade su propia visión de la estructura y funcionamiento
del complejo mental. Se añade a lo sexual el término sensual como forma de
resaltar la dimensión más intersubjetiva de aquél y también como modo de
considerar su interacción con el resto de motivaciones que podrán potenciar,
inhibir o cambiar el significado del propio sistema sensual-sexual. Freud (1905,
1933) escribió sobre el paulatino aprendizaje de los significados sexuales por parte
del niño que se iban desvelando en el seno de las relaciones familiares. Así también,
a lo largo de toda la vida, el sentido o sentidos que adquiere la sexualidad para cada
individuo se enmarcan dentro de los significados intersubjetivos y del mundo
intrapsíquico y relacional que está presente en cada momento y circunstancia vital.
Dio Bleichmar (2005) amplía el concepto de sexualidad en base a ciertas
aportaciones de Lichtenberg (1989). El placer sensual constituiría un motivo más
poderoso y frecuente que el goce sexual, siendo éste, por contra, más
episódico e intermitente. La sensualidad se activa debido a las figuras de apego,
como algo normal en la vida del bebé. Si el disfrute sensual domina la experiencia
de éste, la sensualidad funcionaría a modo de llave que disminuye las tensiones y
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con patrón de apego seguro tienen, en la escuela infantil, más habilidades sociales
que sus compañeros, cooperan mejor en actividades escolares y el contacto con los
educadores es más fácil, apropiado y eficaz. De igual manera, se muestran más
autónomos y piden ayuda sólo cuando no tienen suficientes recursos. Sus profesores
(que desconocían su forma de apego) les atribuían la posesión de un yo resistente.
Además, no victimizan a otros niños ni son, a su vez, victimizados por otros, pues
son percibidos como muy asertivos (Troy y Sroufe, 1987).
humano a buscar protección en la figura de apego (Bowlby, 1980). Desde que nacen,
es necesario que los niños cuenten con un apego seguro que no se vea expuesto a
separaciones prolongadas, pues éstas pueden provocar el desapego en el infante si
la situación no cambia una vez que éste ha pasado por las fases de protesta y
desesperación. Las aportaciones de Ainsworth (1969) sobre el tema consideran la
función parental como base segura para el desarrollo del niño. Por ello es necesario
analizar si la figura de la madre – y también la del padre- es “suficientemente buena”
(Winnicott, 1972) con respecto a la relación de apego o en referencia a cualquiera
de los sistemas motivacionales propuestos por la teoría. Para que unos padres
ejerzan de manera correcta su papel en la crianza de un hijo, Dio Bleichmar (2002)
se pregunta, en primer lugar, acerca de los déficits o limitaciones de éstos en relación
a sus vínculos con sus respectivos padres. Un aspecto destacado a analizar sería,
por ejemplo, el hecho de que cada hijo llegue a constituirse en un objeto diferente
para la pareja parental. Algunos hijos pueden significar objetos de apego para sus
padres, como en el caso de madres que no toleran la soledad y fomentan la
proximidad física nocturna como una manera de calmar sus propias ansiedades de
separación. Esto podría generar, entre otras cosas, procesos de hipererotización, a
pesar de no haber sido la sexualidad el motor del acercamiento.
En la infancia temprana la ansiedad de separación se manifiesta cuando la figura de
apego desaparece del campo perceptivo del bebé. Estudios en diferentes países
muestran que la ansiedad de separación es poco frecuente antes de los 9 meses,
alcanza su pico máximo alrededor de los 13 meses y está presente, en la mayoría
de los niños, hasta los 3 años de edad (Marks, 1991). Dicha ansiedad es considerada
un indicador indiscutible de progreso cognitivo y de la constitución del vínculo de
apego, siendo normal su expresión manifiesta, pero no así su inhibición (Dio
Bleichmar, 1991). De hecho, un vínculo seguro no garantiza la contención y la
autorregulación de la ansiedad como se puso de manifiesto en las reacciones de
intolerancia a la ansiedad en niños de 3 años en el estudio de Fish y Belsky (1991)-
. El apego y la regulación de la ansiedad van correlacionados, discurriendo en
paralelo en niños y en adultos, pero constituyendo, al fin y al cabo, dos
sistemas independientes. Lo que va a permitir la relación de apego, en definitiva,
es que en el niño se integren los diferentes sistemas motivacionales de los padres
(sensual/sexual, narcisista, de hetero-autoconservación, de regulación
psicobiológica, etc.) (Szwarc, 2008).
d. EL SISTEMA DE LA HETERO-AUTOCONSERVACIÓN
Bleichmar (1997, 1999) incluye en el presente módulo dos condiciones que se
reflejan en la misma denominación de este sistema motivacional: la
autoconservación y la heteroconservación. La autoconservación hace referencia
al mantenimiento de la integridad corporal y mental propia. Según el
pensamiento freudiano este concepto estaría cercano a lo instintivo y, por tanto,
guiado por regulaciones internas. Pero Bleichmar (2001), de nuevo, modifica el
término de pulsión apoyándose en los conocimientos actuales del psicoanálisis y las
neurociencias. El “otro” externo y emocionalmente significativo estructura lo interno
del sujeto, incluso lo biológico, tomando un papel en este caso relevante en cuanto
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al manejo y forma de hacer frente a las amenazas contra las que el sujeto tiene que
protegerse. Los mecanismos automáticos que se pondrán en marcha para satisfacer
las necesidades vitales y afrontar los peligros son aportados en la relación con el otro
significativo, a través del discurso, la identificación o los aprendizajes
procedimentales. Destacando un ejemplo del autor, una necesidad instintiva como el
hambre puede ser modulada por el entorno en cuanto a su intensidad y modalidades
de satisfacción: cantidad a ingerir, mayor o menor sentimiento de urgencia en cuanto
a la satisfacción, tolerancia a la tensión de la necesidad, etc.
De todo ello se deduce indudablemente que la autoconservación va ligada
a la heteroconservación, pues la primera precisa para su desarrollo de alguien
externo que cuide y mantenga las funciones de sostén de la vida corporal y
psíquica durante todo un largo período inicial de la vida (Méndez e Ingelmo,
2009). La heteroconservación, por tanto, debe ser considerada como otra
poderosa fuerza motivacional en los individuos que se interrelaciona con el
resto de motivaciones humanas y que guarda un mayor o menor equilibrio –en
un juego de dominancias- con la autoconservación. Este “equilibrio” es diferente
en el caso de cada individuo, existiendo casos en los que la tendencia al cuidado y
la protección de la vida del otro puede ser tan fuerte que lleve a sacrificar incluso la
propia conservación.
e. EL SISTEMA DE LA REGULACIÓN PSICOBIOLÓGICA.
La motivación de regulación psicobiológica parte de la necesidad que tienen los
seres humanos de manejar adaptativamente, o regular –en la medida de sus
posibilidades-, todas sus funciones psicológicas o biológicas: la ansiedad, el
hambre, el sueño, la motilidad intestinal, la tensión arterial, etc. La regulación o
desregulación estará condicionada por el tipo de activación neuro/química/hormonal,
que en cada sujeto se manifiesta en diferente grado y con diversas formas de puesta
en marcha. Cada tipo de activación, a su vez, se asociará al funcionamiento de redes
representacionales específicas en cada individuo y a procesos de memoria y
activación de inscripciones inconscientes declarativas o procedimentales. Todo ello
-unido a las conductas, estructura de personalidad, cogniciones (en diferentes
niveles de simbolización), representaciones de los otros y contexto vincular-
conforma el estado emocional o afectivo como estructura compleja que excede la
descripción simple de sentimientos únicos.
Desde una perspectiva neurocientífica, la obra de Joseph LeDoux (1996, 2000),
Jaak Panksepp (1998) y Antonio Damasio (1996, 1999) ofrece una explicación de la
naturaleza de las emociones y la fuerza del inconsciente sobre los procesos
conscientes. Panksepp, desde la creación de la neurociencia afectiva, intenta
conciliar neurociencia y psicoanálisis, a la vez que está de acuerdo con LeDoux en
que, tal y como proponía Freud, las emociones suponen la conciencia de algo que
es básicamente inconsciente. Las respuestas emocionales en el ser humano son
innatas, pero sometidas al orden de la experiencia, pieza clave para cambiar
cualquier disposición. Ciertas características de los estímulos son procesadas por la
amígdala del sistema límbico, la cual posee una representación disposicional que
dispara la emoción de miedo –además de intervenir, aunque de manera menos
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otro par de formas de hacer frente a las reacciones de angustia. Por un lado, están
aquellos padres y sus hijos que no reconocen ningún conflicto relacional,
entendiendo la ansiedad como síntomas exclusivamente físicos. Y, por otro lado, la
ansiedad puede ser entendida por algunas personas como un marcador somático
que tratará de evitarse por cualquier medio (Damasio, 1996), constituyendo una
conducta normal de escape en la infancia temprana el buscar la cercanía con el
adulto. La “ansiedad de separación” mostrada por algunos niños no siempre es
consecuencia de un problema con el vínculo de apego, sino que el apego puede
usarse para protegerse de diversos temores: timidez, temor a la agresividad del otro,
sentimiento de incompetencia, etc. Ante la retirada, el niño justificará la misma
mediante racionalizaciones, que, si son apoyadas por el adulto, darán paso a la
consolidación de la inseguridad o inhibición creciente como futuro rasgo de carácter
o personalidad.
FUNCIONAMIENTO DE LA MENTE
El enfoque Modular-Transformacional concede a las leyes del funcionamiento
mental la misma importancia que a los contenidos psíquicos. Bleichmar (1997, 1999,
2001) estudia tanto la complejidad de los procesamientos inconscientes, como las
relaciones entre la conciencia y lo inconsciente, entre lo intrapsíquico y lo
intersubjetivo y relacional, entre lo simbólico y lo procedimental o entre lo
representacional y lo corporal o biológico. Una mención especial merece la
consideración a igual nivel de la cognición y los estados afectivos (Ablon, 1994;
Jones, 1995; Killingmo, 1999; Schore, 1994), habiendo quedado éstos
tradicionalmente relegados a un papel subordinado. La cognición activa estados
emocionales específicos, pero de igual manera, los estados afectivos, que pueden
retroalimentarse unos a otros, van generando representaciones tanto a nivel
consciente como inconsciente. Otro nivel de articulación es el de la relación entre el
conjunto de ideas y estados afectivos con el tipo de activación neurovegetativa,
particular en cada sujeto. La activación neuroquímica y hormonal influye en la
regulación/desregulación de la cognición consciente e inconsciente, guiando y
seleccionando qué red representacional se activará (Panksepp, 1998) y provocando
la modulación de ciertas memorias (Cahill, 1997; Gold y Greenough, 2001; O´Carrol,
Drysdale, Cahill y Shajahan, 1999).
En opinión de Bleichmar, al igual que son diferentes los contenidos
inconscientes en cada individuo, derivados de su propia historia personal, los
modos de organización de lo inconsciente también son diferentes. El enfoque
Modular Transformacional señala lo inconsciente como constituido por
diferentes sectores sometidos, entre ellos, a combinaciones o
desplazamientos, transformándose unos a otros. Estos sectores de lo
inconsciente son los siguientes:
1. Lo originariamente inconsciente: lo inconsciente establecido en las
interacciones e identificaciones. Bleichmar (1997, 2001) integra los planteamientos
iniciales de Freud (1915, 1923) sobre la “inscripción originaria” (tener vivenciado)
con los descubrimientos actuales sobre la memoria procedimental. En base a ello,
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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ
(1900, 1923) concibió dos modelos metapsicológicos del conflicto intrapsíquico que
se corresponden con la primera y segunda teorías del aparato mental por él
elaboradas. Desde el punto de vista tópico, o siguiendo su primera teoría (Freud,
1916), el creador del psicoanálisis plantea que el conflicto se produce entre sistemas,
por un choque entre el sistema inconsciente y el preconsciente/consciente –principio
del placer vs. principio de la realidad-. Por otra parte, desde el punto de vista
económico, el conflicto se da entre pulsiones sexuales y pulsiones del yo o de
autoconservación (Freud; 1923, 1926). En su artículo Neurosis y psicosis (1924),
Freud señala el conflicto entre el yo y el ello como generador de las neurosis de
transferencia; entre el yo y el superyó como origen de las neurosis narcisistas; y, por
último, el conflicto entre el yo y la realidad como productor de psicosis. Además,
Freud (1938), desde esta segunda teoría no sólo aborda el conflicto intersistémico
(ello vs. yo, yo vs. superyó, etc.) sino que también defiende la existencia de un
conflicto intrasistémico (dentro de cada una de las estancias psíquicas –ello, yo y
superyó-, por la contradicción entre deseos, representaciones, metas, etc.). El
Complejo de Edipo es un conflicto nuclear en los seres humanos en el que, desde
un punto de vista económico, se enfrentan la sexualidad contra temáticas agresivas
y de norma moral, reducidas éstas últimas, en ocasiones, a la conocida pulsión de
muerte o al superyó sádico.
Además del conflicto intrapsíquico, algunos autores han considerado como causa
de la angustia y la patología, los déficit estructurales o la detención en el
desarrollo, que aparecen cuando el medio externo falla en proveer las
necesidades del sujeto presentes en cada etapa del desarrollo evolutivo
(Ferenczi, 1919, 1933; Balint, 1968; Winnicott, 1965, 1989; Fairbairn, 1952; Kohut,
1971, 1984; Gedo, 1981; Killingmo, 1989, 1995; Stolorow y Lachmann, 1980;
Stolorow, Brandchaft y Atwood, 1987).
Dentro de la patología por déficit se incluyen varias condiciones en función de
su génesis y desarrollo posterior (Bleichmar, 1997). Las patologías por déficits del
objeto externo son debidas a que el objeto externo dejó de aportar algo esencial
para la constitución de cierta función del psiquismo. Las patologías deficitarias por
trauma ocurren cuando no sólo existe una falla en la empatía del objeto externo, sino
que éste infligió abusos, maltratos, persecuciones, culpa o traumas. En relación a las
consecuencias que generan las situaciones de malos tratos, Bion (1959, 1962)
desarrolló su concepto de angustia confusional o terror sin nombre, previo al cual,
Freud (1914, 1926) ya había hecho referencia a la impotencia/desvalimiento como
generadora de un gran sentimiento de angustia al no poder controlar o dar una
explicación a una situación aversiva. Por último, Bleichmar plantea las patologías
por inscripción patológica originaria o patologías por identificación, en las que
los síntomas se generan por identificación con figuras patológicas.
Uno de los problemas metapsicológicos con el que se han encontrado los autores
que manejan la sintomatología por déficits, hace referencia a dónde ubicar los
mismos dentro del segundo modelo del aparato psíquico propuesto por Freud (1923).
Por lo general, la solución dada a esta cuestión es la localización de dichos déficits
como pertenecientes a la estructura del yo. Sin embargo, Bleichmar (1997, 2001)
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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ
afirma que los trastornos por déficit pueden afectar a cualquiera de las
instancias: ello, yo y superyó.
En primer lugar, puede existir un déficit del Ello, que afecta a la función,
vitalidad e intensidad de los deseos. En algunas personas no existen deseos, o se
hallan estos presentes de un modo mínimo, puesto que sus padres no les aportaron
la fuerza del desear y no estimularon el desarrollo de sus potencialidades deseantes.
Igualmente, existe un déficit del Yo, consistente en una falla en sus funciones y
representaciones. Una situación emocionalmente deficitaria puede generar
consecuencias patológicas tanto en lo que se refiere al modo de representación de
la propia imagen o self, como al cumplimiento de las funciones del yo -distinción, yo-
función y yo-representación, propuesta por Freud (1923) y posteriormente
denominada por Hartmann (1939, 1951) yo y self-. Por último, existe un déficit del
superyó por no estar constituido –lo que puede dar lugar a un trastorno antisocial de
la personalidad- o por no estar idealizado, estando esta última problemática presente
en algunas depresiones. Asimismo, Bleichmar (1997) añade a la patología del
déficit la diferenciación entre un superyó indiferenciado, sin normas, y un
superyó normativo, que en casos extremos dará lugar a un superyó sádico.
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DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ
fascinación que sentía Mitchell por la obra de autores que en su momento fueron
grandes disidentes de la tradición, tales como Fairbairn, Sullivan y Fromm
Como epistemólogo realizaba un trabajo arqueológico a las construcciones de
autores psicoanalíticos, develando las piezas fundamentales de sus teorías, y como
terapeuta, acompañaba estos descubrimientos con ilustraciones clínicas de su
propia experiencia.
Mitchell, como lo dice Ariel Liberman (2007), también fue un creador de puentes en
el psicoanálisis. Por medio de la creación del concepto de matriz relacional logró
una integración selectiva de diversas teorías, dejando aparte otras que no son afines
a este modo de organización. De esta manera, incluye dentro de las teorías
relacionales a la Teoría de las Relaciones Objetales, al Psicoanálisis Interpersonal,
a la Psicología del Self y a algunas versiones de la Psicología del Yo, como la de
Spitz y Mahler; y deja por fuera, las teorías psicoanalíticas clásicas, basadas en el
concepto freudiano de pulsión (Mitchell, 1993a). Esta elucidación de Stephen
Mitchell, sumada a otros factores que serán desarrollados más adelante, constituye
el inicio de un giro epistemológico dentro del psicoanálisis, el paradigma relacional.
(tracks), uno Freudiano y uno Interpersonal-Humanista que agrupaba las teorías del
Psicoanálisis Interpersonal. Por esta misma época entre los años setenta y ochenta
empieza a tomar fuerza una nueva escuela dentro del psicoanálisis, la Psicología del
Self. Esta nueva escuela fue motivo de intenso debate e introdujo nuevas ideas frente
a la práctica: extendió el rango de pacientes susceptibles de análisis; hizo nuevos
arreglos conceptuales acerca del problema del narcisismo y le quitó connotaciones
moralistas; introdujo serios cuestionamientos a la metapsicología clásica; y, con el
énfasis que dio al concepto de empatía, introdujo importantes cambios en la práctica
clínica, lo cual abrió nuevas formas de pensar la contribución del analista a lo que
experimenta el paciente en la relación (lo que en la teoría pulsional se denomina
transferencia).
Además, a la aparición de estas nuevas escuelas, teorías y autores dentro del
psicoanálisis, se sumó que el contexto norteamericano también estuvo influido por
algunos de los desarrollos intelectuales y epistemológicos de la época, como la
hermenéutica contemporánea, el postmodernismo, el postestructuralismo, el
construccionismo social y el feminismo.
De esta manera, lo que encontraron Stephen Mitchell y Jay Greenberg (1983) es que
todos esos avances dentro del campo psicoanalítico, junto a esos nuevos desarrollos
epistemológicos, estaban apuntando a una dirección similar: un paradigma
relacional. Y en este sentido, se organiza en 19887 un nuevo grupo del Programa
Postdoctoral Psicoanalítico de la Universidad de Nueva York, el grupo ‘Relacional’.
Con esta denominación se busca ampliar el objeto de estudio del psicoanálisis, al
integrar las dimensiones externas e internas de la relación con los otros (lo
interpersonal y lo intrapsíquico), las cuales habían sido tratadas de manera
dicotómica tradicionalmente (Bedoya, 2012).
Entonces, con la creación de ese nuevo grupo, puede decirse que se asientan las
primeras piedras del Psicoanálisis Relacional. Pero ahí no termina todo, a partir de
entonces se han venido desarrollando importantes aportaciones dentro de esta
nueva tradición. Acogiéndonos a lo presentado por Lewis Aron (1996), algunos de
las obras fundacionales de esta nueva tradición Relational Concepts in
Psychoanalysis: an integration (1988), de Stephen Mitchell. En ese texto, el autor
postula un arreglo conceptual que le permite integrar selectivamente un grupo de
teorías de diferente procedencia dentro del psicoanálisis y presenta su propia versión
de un modelo relacional.
• The Bonds of Love. Psychoanalysis, Feminism, and the problem of
Domination (1988), de Jessica Benjamin. Libro que además de desarrollar un
enfoque psicoanalítico feminista, enfatiza en la necesidad de que la teoría
psicoanalítica incluya perspectivas intrapsíquicas e intersubjetivas.
• La publicación en inglés, en 1988, del Diario Clínico de Sándor
Ferenczi, quien ha sido una importante influencia para muchos de los
psicoanalistas que siguen una perspectiva relacional en psicoanálisis.
• Credo: The Dialectics of One-Person and Two-Person Psychologies
(1989), escrito por Emmanuel Ghent. Este libro resalta la necesidad de dos
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ
modelo, cuyo principal exponente es Freud, está basado en una idea del hombre
como ser individualista. Un Homo homini lupus (Un hombre lobo para el hombre,
siguiendo a Hobbes) con deseos esencialmente personales (pulsiones) que se
enfrentan a los ideales y mandatos culturales.
La teoría de Freud sobre las pulsiones presenta una visión pujante de la naturaleza
y la experiencia humanas; nos define como un conglomerado de tensiones asociales
y físicas representado en la mente por urgentes deseos sexuales y agresivos que
pugnan por expresarse. Vivimos en el choque de estos deseos con las exigencias
secundarias y más superficiales de la realidad social (…) La búsqueda analítica
clásica implica el descubrimiento de los impulsos infantiles instintivos y la posterior
renuncia a ellos (Mitchell, 1993a, p. 13).
En cambio, para el modelo relacional, basado en planteamientos de Fairbairn,
Winnicott, Kohut, Mahler, Sullivan, Fromm, entre otros, el hombre es un ser que
busca satisfacción no solo a través, sino al interior, de la comunidad humana.
El hombre, desde esta perspectiva, encuentra placer en la relación con los otros
seres humanos; relacionarse con los demás es una necesidad y un fin en sí mismo.
Por eso, plantea Mitchell que:
[Las teorías del modelo relacional] no nos describen como un conglomerado de
impulsos de origen físico, sino como si estuviéramos conformados por una matriz de
relaciones con los demás, en la cual estuviéramos inscritos de manera inevitable,
luchando simultáneamente por conservar nuestros lazos con los demás y por
diferenciarnos de ellos. Según este punto de vista, la unidad básica de estudio no es
el individuo como entidad separada, cuyos deseos chocan con la realidad exterior,
sino un campo de interacciones dentro de la cual surge el individuo y pugna por
relacionarse y expresarse. El deseo siempre se experimenta en el contexto de la
relación, y este contexto define su significado. La mente está compuesta de
configuraciones relacionales. La persona solo es inteligible dentro de la trama de sus
relaciones pasadas y presentes. La búsqueda analítica implica el descubrimiento, la
participación, la observación y la transformación de estas relaciones y de sus
representaciones internas (1993a, p. 14).
En el modelo pulsional la mente es monádica: las pulsiones (energías internas)
constituyen su contenido. Para el modelo relacional la mente es diádica e interactiva:
sus contenidos se construyen a través de las interacciones con los demás (Mitchell,
1993a; Sassenfeld, 2012).
Pese a lo anterior, es necesario aclarar que ninguno de estos modelos es ingenuo al
desconocer la influencia de factores genéticos o ambientales para la vida psíquica;
el modelo pulsional no es solipsista pues tiene en cuenta el ambiente como medio
en el que, con mayor o menor dificultad, se despliega el potencial pulsional de un
individuo, y el modelo relacional no es radicalmente ambientalista, pues reconoce el
papel que desempeñan los procesos orgánicos a la hora de interactuar con el medio
social. Sin embargo, la diferencia está dada por los acentos que pone cada uno de
estos modelos, por el lugar protagónico o secundario que asigne a lo relacional en la
configuración de la mente humana (Mitchell, 1993a).
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COMPENDIO TEORIA PSICODINÁMICA
DAVID EDUARDO DÍAZ LÓPEZ
integrar estas teorías bajo un único arreglo, el de la matriz relacional, y sentar las
bases para una nueva tradición: el Psicoanálisis Relacional.
La matriz relacional
La matriz relacional es un arreglo conceptual que Mitchell introduce (1993a) para
definir el objeto de estudio del Psicoanálisis Relacional y para facilitar la
categorización de diferentes teorías dentro del Psicoanálisis y la Psicología en
general. Se trata de un concepto orientador que permite integrar o excluir estas
teorías en el marco de un modelo relacional.
El término ‘matriz’ es polisémico, de tal manera que nos remite tanto al órgano
reproductor femenino, como a una zona de almacenamiento de variables o
elementos. En este caso, la palabra es usada por Mitchell para dar cuenta de la
gestación de la mente humana, la cual estaría constituida por variables relacionales,
representaciones que se construyen interactivamente a través del contacto con otros.
En síntesis, la mente sería una matriz constituida por variables relacionales. Y lo que
Mitchell encuentra (1993a) es que los avances más importantes en psicoanálisis han
partido de esta idea, pero se han desarrollado como teorías aisladas, ocupándose
de alguna de las tres dimensiones de esa matriz: el sí mismo, el objeto o el campo
interactivo.
Para entender un poco mejor de qué se trata, digamos brevemente que el sí mismo
está referido a las representaciones que un sujeto tiene sobre sí mismo (p. ej.
“yo soy generoso”, “yo soy miserable”, “yo soy superior a los demás”, etc.); el objeto
es el conjunto de representaciones que tiene ese mismo sujeto acerca de algún
otro significativo para él (p. ej. “mi padre es dominante”, “mi novio es amoroso”, “el
otro es sumiso”, etc.); y el campo interactivo está referido a los patrones o
esquemas transaccionales que se presentan entre el sujeto y algún otro
significativo con el que se relacione (p. ej. comportamientos de dominio de uno
sobre otro, conductas agresivas entre ambos, etc.).
La matriz relacional, entonces, como aparece en la figura 1, estaría conformada por
esas tres dimensiones, que, además, están en permanente interconexión.
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Ahora bien, para sintetizar, el modelo del conflicto relacional considera que los
contenidos mentales se constituyen a partir de una matriz relacional y que el
conflicto es connatural a esos contenidos, pues nos movemos en los límites
de la integración y la individuación. Sin embargo, después de revisar las
diferencias entre el modelo pulsional y los modelos relacionales, es importante
aclarar que su distinción no se ajusta simplemente a la dicotomía entre lo biológico
frente a lo social, es decir, no se trata de hacer una identificación simple del modelo
pulsional con teorías biologicistas de la mente y del modelo relacional con teorías
sociales o ambientalistas de la mente. Ambos modelos son interaccionistas en el
sentido de que dan importancia a ambas dimensiones humanas, la biológica y la
social, sin embargo, el énfasis de cada teoría sí está en una u otra de estas
dimensiones. El modelo pulsional considera que “la anatomía es el destino” (Freud,
2004, p. 185) y que el ambiente (las relaciones) solo es una posibilidad para
desplegar esa predisposición innata. El modelo relacional, en cambio, tiene en
cuenta la existencia de un temperamento y un cuerpo con unas funciones
establecidas, el cual determina la aparición de una matriz relacional, pero considera
que ese equipamiento biológico toma significado y se configura en un contexto social
(Mitchell, 1993a).
En el modelo de Mitchell no existen significados a priori (pulsiones p. ej.), sino
adaptaciones evolutivas que se van configurando a partir de un contexto relacional.
Así mismo, la satisfacción de impulsos sexuales y agresivos (procesos que
hacen parte del equipamiento biológico humano) no es entendida como fin en sí
misma, sino como medio de satisfacción de necesidades relacionales. Es un giro
teórico que W. R. D. Fairbairn ya había planteado: la libido no busca el placer, sino
al objeto (2001).
Lo biológico inicia el movimiento, pero una vez que la rueda se empieza a mover, el
contexto social hace emerger contenidos novedosos, que modifican y dan sentido a
ese primer impulso.
En el modelo de las relaciones, la biología y los procesos interpersonales constituyen
ciclos perpetuos de influencia mutua. La evolución del humano ha generado un
animal cuya necesidad de desarrollo cultural y su gran capacidad para lograrlo
rectifica su propia naturaleza biológica. El cuerpo contiene procesos mentales que
se efectúan en un contexto social, el cual a su vez define los significados subjetivos
de las partes y los procesos corporales, que vuelven a moldear la vida mental
(Mitchell, 1993a, p. 16).
Precisamente el concepto de matriz relacional pretende mostrar ese movimiento
dialéctico que se presenta en el psiquismo, integrando polos que tradicionalmente
han sido considerados opuestos, pero que hacen parte de una misma experiencia
(Bedoya, 2012; Sassenfeld 2012)
Las personas están incluidas desde su origen en una "matriz relacional", pasada y
presente, que dirige y modula el desarrollo de su personalidad. Los seres humanos
nacen y viven en relación, desde la trama de sus interacciones precoces (pre, peri y
postnatales) su historia de vida personal es inseparable de los contextos sociales,
culturales y familiares en los que están incluidos. Desde esta premisa, la psicoterapia
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Cuestiones conceptuales
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Figura.2
Figura.3
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Hace ya una década, desde el primer trabajo público del Grupo de Investigación de la
Técnica Analítica (GRITA) (Aburto, Ávila et al, 1999) proponíamos una práctica analítica
en la que las endebles fronteras entre psicoanálisis y psicoterapia, si es que podían
establecerse en una situación particular, no derivaban de proposiciones teóricas sino
del alcance que tenía la intervención en el encuentro con cada caso.
Se trata de una labor que pertenece al encuentro entre dos personas, psicoterapeuta
psicoanalítico y sujeto que demanda ayuda, un espacio de encuentro donde ambos
descubren, aprenden y cambian en una relación global que incluye lo normal y lo
patológico. Un encuentro que posibilita un espacio potencial para el desarrollo e
integración del sí mismo en una relación íntima y exclusiva. Un mutuo intercambio
enriquecedor para ambos, pero forzosamente asimétrico en favor de generar creatividad
y crecimiento en el mundo interno del sujeto-paciente y su expresión intersubjetiva. Un
espacio “a disposición del paciente” donde el psicoterapeuta facilita un entorno
emocional favorable para la integración, y donde sus variadas necesidades evolutivas o
de afirmación del sí mismo no son siempre frustradas. Crear y vivir este espacio nos
hizo posible abrirnos a una experiencia diferente de la clínica y de la teoría, y
cuestionarnos hasta dónde la teoría y la técnica necesitaban ser repensadas, y a la vez
cómo responder a las demandas de la experiencia cotidiana con nuestros pacientes y
colegas.
Estas cuestiones se fueron articulando en estas décadas, sin por ello cerrar o resolver
su poder interrogador. Entre las reflexiones producidas están las siguientes:
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En esta nueva concepción de aparato psíquico el punto de vista tópico vendría definido
por el vínculo con el otro.
pues, desde el punto de vista dinámico, se incluye el conflicto intrayoico (Yo escindido
constitutivamente); el conflicto con los otros (interpersonal) así como el conflicto
transcultural que atraviesa al anterior.
* Partiendo de esta distinción entre patología del déficit y patología del conflicto,
la perspectiva intersubjetiva ha formalizado nuevos modelos, tanto para el origen del
trastorno como para las hipótesis de cambio, situando el origen del trastorno en
mundos intersubjetivos tempranos. El conflicto intrapsíquico emerge de contextos
intersubjetivos en los que estados afectivos centrales para el niño, no han podido ser
integrados por falta de una respuesta empática de su entorno, de manera que son
disociados para que no entren en conflicto con los vínculos que resultan
imprescindibles, y congruentemente la situación terapéutica aporta la riqueza de un
interjuego entre los mundos diferentemente organizados del paciente y el terapeuta.
Las disociaciones defensivas de los afectos reaparecen en el tratamiento en forma
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REFLEXIONES FINALES
Al tiempo, aporta las bases para pensar una renovación conceptual de la teoría y
de los métodos de la técnica, sin dejarnos atrapar en mitos que pueden alienar el
proceso, privarle de su significado transformador. La aportación de esta perspectiva
para una nueva comprensión de los fenómenos clínicos es incuestionable. Se
acepten o no en su totalidad estas propuestas, todas las escuelas
psicoanalíticas se tienen que enfrentar a la continua presencia del factor
intersubjetivo, con la naturaleza vincular de los fenómenos clínicos, que no son
sólo una propiedad del psiquismo aislado del paciente, sino fenómenos de un
sistema más amplio: paciente-terapeuta.
Voy a desarrollar con más detenimiento lo que este modelo de terapia tiene de
integrador, cognitivo, analítico y centrado en la acción. Para ello introduciré la
diferencia entre el nivel teórico y técnico en cada uno de los apartados:
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Este modelo, de sólo 20 años de edad, está en plena adolescencia y es una terapia
sujeta a investigación, evaluación y desarrollo. Ha sido objeto de investigación y los
resultados que se van obteniendo son alentadores (ver más adelante). Creemos que
hay datos suficientes para empezar a afirmar que es una primera terapia apropiada
y segura para muchos de los trastornos neuróticos y de personalidad que se ven en
la práctica cotidiana (Ryle 91, Mirapeix 98).
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Situamos la fecha de 1950 como hito de la protohistoria que describimos por hacerlo
coincidir con el trabajo más influyente publicado en ese año, el libro de Dollard y
Miller. El fin último de este libro es el de combinar la vitalidad del psicoanálisis, el
rigor del laboratorio científico natural y los hechos relacionados con la cultura,
expresando esto, indudablemente, el espíritu integrador que se va a respirar a lo
largo de todo el texto. Desde el prefacio, los autores intentan clarificar que la
psicoterapia debiera de dotarse de unos principios generales, que si estos fuesen
razonables y de una extensión apropiada, debieran de poder ser aplicados a todos
los tipos de terapia. De tal forma que la comprensión de estos principios debiera de
ayudar al estudiante de psicoterapia o a quien profesionalmente la práctica, a que
resulte más fácil el adaptar sus técnicas a los problemas infinitamente variables y
complejos de la terapia.
En este período, la influencia del trabajo de Dollard y Miller fue relativa y la evolución
del movimiento integrador durante estas tres décadas es relativamente torpe durante
las dos décadas iniciales. Durante las décadas de los 50 y 60 hay, como decimos,
cierto estancamiento produciéndose un auténtico incremento de publicaciones a
partir de los años 70. Iremos analizando todo esto detalladamente. Durante los
primeros años de estas décadas, los terapeutas conductuales estaban envueltos
activamente en definir y expandir la terapia de conducta. Éste aún no era el momento
adecuado para que los terapeutas conductuales considerasen las posibilidades de
integración de su enfoque.
Sin embargo, desde la parte psicoanalítica Alexander (1963) menciona que ningún
médico que trate a pacientes con el mismo método terapéutico aprendido hace 50
años será considerado como un médico que haga una terapia actualizada, sino que
se considerará que realiza un tratamiento obsoleto. Como contraste a esto y durante
el mismo período, el tratamiento psicoanalítico estándar se mantuvo prácticamente
sin modificación desde sus inicios a principios de siglo, y es que durante mucho
tiempo se consideró que el ser un reformador en el tratamiento psicoanalítico no era
un rol popular. Una de las aportaciones fundamentales que Alexander realizaba en
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el artículo del año 1963, consistía en la crítica que realizó refiriéndose a que el
entendimiento del pasado debe estar subordinado siempre a los problemas del
presente. La terapia no debe considerarse pues, como una investigación genética
pura. Indudablemente, esta crítica realizada por Alexander sirve para establecer un
primer nexo de unión entre la búsqueda en el pasado y la repercusión que trabajo
psicoterapéutico debe buscar en la vida actual del sujeto, promoviendo conductas
más adaptativas que le permitan vivir y relacionarse con menos sufrimiento que el
traído a consulta por el paciente. Esta síntesis que permite el planteamiento de
Alexander en la búsqueda en la biografía del sujeto para promover una mayor
adaptación al entorno es la base que sustenta la posibilidad de trabajar con dos
orientaciones simultáneas; una dirigida a la elaboración del conflicto y otra a la
resolución del síntoma favorecedor de una mayor capacidad adaptativa del sujeto.
Por otro lado, escribió el propio Alexander, mucho de lo que sucede en psicoterapia
puede ser entendido mejor en términos de la teoría del aprendizaje, de esta forma
el proceso terapéutico se podría describir de manera adecuada en términos de dicha
teoría. Tal y como señala el autor, el problema específico de la terapia consiste en
encontrar una relación interpersonal adecuada entre el terapeuta y el paciente.
Inicialmente, cuando el paciente acude a consulta, esta relación está distorsionada
porque el paciente aplica a los mismos sentimientos y patrones de respuesta
conductual que fueron aprendidos y formados a lo largo de su historia pasada y que
no se aplican de manera adecuada a su situación terapéutica actual o a su vida real.
Durante el tratamiento, el paciente desaprende los antiguos patrones de
comportamiento y aprende patrones nuevos. Este proceso complejo de
reaprendizaje sigue los mismos principios que los procesos más simples de
reaprendizaje estudiados por los psicólogos experimentales. En psicoterapia, pues,
el refuerzo consistiría en una relación interpersonal más armoniosa, menos
conflictiva, a la que el paciente mediante una buena relación con el terapeuta y
posteriormente con su entorno y, eventualmente, con su propio yo ideal, menciona
Alexander. Volvemos a ver cómo del planteamiento que realiza Alexander se deriva
una reconceptualización en términos cognitivo-conductuales de la relación
transferencial, lo que a nuestro juicio vuelve a resultar otro pilar importante en la
síntesis teórica de los dos modelos clásicos.
En un artículo del mismo año (1970 a,b), Feather, Rhoads y Durham describen con
detalle cómo utilizan una técnica en la que, mediante la realización de un ejercicio
de fantasía dirigido a la selección de los conflictos subyacentes y escenas temidas,
las conductas fóbicas o los componentes obsesivos o compulsivos que tienen lugar
en el paciente, se lleva a cabo una terapia sintética de elementos conductuales y
psicoanalíticos, señalando los autores que los casos de depresión favorable en los
casos descritos sugieren que cuando la psicoterapia conductual es aplicada a los
conflictos centrales subyacentes a los síntomas que presenta el paciente, la
generalización de los efectos terapéuticos ocurre con mayor facilidad. Estos autores
recogen en la bibliografía de su artículo muchos artículos de Ferenczi, señalándolo
como uno de los iniciadores de una mayor actividad en la terapia psicoanalítica. A
nuestro juicio, el papel de Ferenczi como espíritu integrador y modificador de la
terapia psicoanalítica en pos de una mayor efectividad, brevedad, utilizando
estrategias más activas en tratamiento psicoanalítico, no ha sido reconocido
adecuadamente en la historia realizada hasta la fecha de la integración en
psicoterapia.
A finales de la década de los 70, aparecen por primera vez los trabajos iniciales de
Anthony Ryle en Inglaterra, intentando establecer un nexo de unión entre la
psicología y las psicoterapias cognitivas y el psicoanálisis, buscando un lenguaje
común de la psicoterapia a través de la reformulación en términos cognitivos de la
teoría de las relaciones objetales de Fairbain. Estas aportaciones iniciales de Ryle a
la síntesis de los modelos cognitivos y psicoanalíticos no ha sido recogida con la
importancia que a nuestro juicio tiene en la literatura americana de integración en
psicoterapia.
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Por otro lado la psicoterapia cognitiva analítica también está ampliando sus
indicaciones más allá de su formato individual y está siendo utilizada en formatos de
pareja (Ryle, 1991) así como en psicoterapia grupal (Maple, 1995). Ambos protocolos
de intervención (de pareja y grupal) están siendo ensayados en el Instituto de
Estudios Psicoterapéuticos de Santander.
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En esa misma época, Ryle tipifica una serie de patrones cognitivos disfuncionales
observados de manera sistemática en los pacientes neuróticos investigados que
estaban siguiendo tratamiento psicoterapéutico. Estos son los que denominó:
trampas, dilemas y pegas (Ryle 1979). Años después, desarrolló un Cuestionario de
Psicoterapia dirigido a la detección de estas distorsiones cognitivas en las primeras
sesiones de psicoterapia (ver más adelante).
Las trampas son formas fijas de ver las cosas, que actúan como profecías auto
cumplidas pudiendo ser representadas como bucles circulares que se
autorefuerzan, de tal forma que están fundamentadas en una cognición - asunción
negativa, que implica un patrón de actuación negativo que refuerza de manera
automática la primera de las asunciones. Hay diferentes tipos de trampas que vienen
recogidos en el cuestionario de psicoterapia del que hablaremos en la parte práctica
y que está disponible on-line, pero todas ellas pueden ser representadas de manera
diagramática de la siguiente forma:
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mismo o sobre la relación con otro y hay diferentes tipos de dilemas que pueden ser
referidos a uno mismo o a la relación con el otro. Estas polaridades dicotómicas se
pueden describir en pares que luego van a poder ser representados
diagramáticamente con dicotomías del estilo ó/ó: represiónexpresión, seguridad-
peligro, gratificación-punición, perfeccionismo-dejación, obedienciaoposicionismo,
sumisión-dominación, narcisización-autocrítica, caprichoso-frustración, etc. Todos
los anteriores son ejemplos de dilemas relacionados con el manejo del sí mismo; a
continuación ofrezco algunos ejemplos de dilemas relacionados con el self y el otro:
compromiso-aislamiento, asertividadinhibición, desconfianza-confianza, sadismo-
masoquismo, implicación-distanciamiento, agresoragredido, despectivo-
despreciado, admirado-detestado, cuidador-cuidado.
Por último, las pegas son conceptualizadas como prohibiciones ante el éxito, es
lo que llamamos “síndrome del sí pero”; su origen puede ser externo por el temor a
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la respuesta de los demás o bien interno por culpa, envidia o prohibición del placer.
La representación de las pegas es como sigue:
2. Evaluación del significado personal del objetivo dentro de este contexto. Esto
implica tanto un "procesamiento afectivo" inconsciente que indica los significados
personales implicados, como procesos cognitivos que tienen relación con la
memoria y con la evaluación de la congruencia del objetivo con otros objetivos y
valores.
5. Actuación.
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Desde el punto de vista clínico, hay pacientes que se presentan de manera muy
diferente de una sesión a otra, por ejemplo marchándose de una de las sesiones de
manera cercana y con un estado de ánimo aliviado, mientras que vienen a la próxima,
resentidos y suspicaces. Éstos pueden ser indicadores de la existencia de estados
mentales diferenciados. De manera mucho más directa, hay pacientes que generan
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En la siguiente tabla vemos las díadas que pueden servir de referencia y guía
terminológica para la descripción de los roles recíprocos básicos:
ROLES ROLES FILIALES
PATERNALES
Cuidador Cuidado
Protector Protegido
Contenedor Contenido
Reforzador Autónomo y seguro
Sobreprotector Dependencia
fusional
Sobreimplicado Angustiado
Maltratador Maltratado
Despectivo Rechazado
Abusador Abusado
Destructivo Aplastado
Controlador Controlado
Idealizado Despreciado
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Activo Pasivo
Critico Devaluado
Incompetente Necesitado
Dependiente Maduro forzado
Explotador Sumiso/cabreado
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Desde punto de vista clínico, explorar los cambios en los estados mentales requiere
un patrón de entrevista que debe seguir una secuencia en la que se pregunte una
serie de cuestiones que pasamos a listar a continuación:
Este modelo y forma de trabajo es muy práctico como base para la autoobservación
y el registro de los estados del self, colorear los estados del self y los bucles
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procedimentales generados desde ellos puede ser útil en muchos casos. Los estados
del self más que los procedimientos individuales, pasan a ser el foco de los
autorregistros.
DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA
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Ryle (1997) plantea que gran parte de la fenomenología del TLP es el resultado de
la presencia de un número de Estados Mentales –y, por tanto, de Patrones de Rol
Recíprocos (PRRs)- parcialmente disociados, que son muy estrechamente definidos,
a menudo de forma extrema, o que se presentan con cambios rápidos y confusos.
Tales pacientes colocan al terapeuta -y a los demás- en situaciones de gran presión,
pues buscan respuesta recíproca a sus estados siempre al límite e inestables. Lo
que hace difícil, en la práctica clínica, el reconocimiento de tales estados.
A partir de estudios realizados con la rejilla de Kelly, Ryle (1970) concluye que la
gama de estados mentales hallados en los pacientes límite no es infinita; el SDP
incluye una serie de 11 estados mentales, 10 de los cuales son considerados
dañinos.
A. ESTADO OK .
B. ESTADO DE VICTIMA.
C. ESTADO DE “CARGO CON TODO.
D. ESTADO DE RABIA.
E. ESTADO VENGATIVO.
F. ESTADO DE “ANESTESIADO”.
G. ESTADO ABUSADOR.
H. ESTADO ACELERADO.
I. ESTADO DE “NIRVANA”.
J. ESTADO SUPERIORIDAD.
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K. ESTADO PROTECTOR.
La segunda parte permite una descripción más detallada de los estados a través de
preguntas tales como:
de aquellos los patrones básicos que el propio paciente emplea en su relato sobre la
experiencia inmediata.
Un ejemplo
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*Anthony Ryle se graduó en Medicina en 1949 y trabajó sucesivamente como miembro fundador de una clínica privada en
Kentish Town, Londres, como director de los Servicios Sanitarios de la Universidad de Sussex y como Asesor Psicoterapeuta
en el Hospital St. Thomas de Londres. Tras su jubilación en la Seguridad Social Británica se ha dedicado, a tiempo parcial, a
la docencia y a la investigación en el Hospital Guy.
Mientras trabajaba en atención directa desarrolló estudios epidemiológicos de los pacientes a quienes atendía, lo que,
añadido a la experiencia de demostrar la alta prevalencia y asociación familiar de los trastornos psicológicos, le despertó
el
interés por el desarrollo de formas de tratamiento psicológico que pudieran ser ofrecidas con efectividad desde los servicios
sociales estatales. A continuación vinieron los estudios de procesos y resultados de la psicoterapia y a partir de ellos brotó
la
creación de una teoría psicoterapéutica integrada y el desarrollo de un modelo de tratamiento de tiempo limitado que
se convirtió en la psicoterapia co
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