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CONTRACTUALISNO as contractualismo |. PARA UNA DEFINICION DEL CONTRACTUALISMO, A ‘menudo suclen acompafiar al c. una serie de teorlas bastante dispares entre la poribilidad de definir de mane dda una corriente tan compleja del pensaraien- tocccidental depende tanto de la adopcion de distintos puntos de vista como de una com- paracién de las soluciones dadas al proble- ‘ma del orden politico por otras corrientes de pensamiento. ‘En un sentido muy amplioel c.comprende todas aquellas teorias politicas que ven el ori- agen de la sociedad y el fundamemto del poder politico el cual sera progresivamentellama- do potestas, imperium, gobierno, soberanta, ‘estado) en un contrato, es deciren un acuer- do técito 0 expreso entre varios individuos, acuerdo que significaria el fin de un estado de naturaleza y e! inicio del estado social y politico. En sentido mas reducio, en cambio, con. se entiende una escuela que florecié en Europa entre el inicio del siglo xvi y el fin del siglo xvi, que tiene sus maximos repre- Ssentantes en J. Althusius (1557-1638) T. Hob- bes (1588-1679), B. Spinoza (1632-1677), S. Pufenciorf (1632-1694), Locke (1632-1704), 3- J. Rousseau (1712-1778), I. Kant (1724-1809). Por escuela se entiende aqui no una orienta- «ion politica comiin sino el uso comin de una fra sntaino de tn misma entructra concept ‘racionalizar la fuerza y fun- le ee. ‘Adem es neeesario hacer una distineién snalitica entre tres distintos posibles niveles de discurso: estan aquellos que opinan que el paso del estado de naturaleza al estado de sociedad es un hecho historico realmente acontecido, es decir que estin dominados por el problema antropolégico del origen del hom- bre civil; otros, en cambio, hacen del estado de naturaleza una mera hipotesis légica, con el fin de crear Ia idea racional y juridica de estado, del estado como debe ser, vde dar asi tun fundamento a Ia obligacion politica en el consenso expreso 0 ticito de los individuos de una autoridad que los representa y los encarna; otros, Finalmente. pre por completo de! problema ant ide ori- zen del hombre civil y del problema filosofi- 0 y juridico del estado racional, ven en el contrato un instrumento de accion politica ‘par imponer limites a quien detenta el poder. ‘Son tres niveles de discurso distintos. En efecto, el primero engloba toda una serie de datos antropolégicos: se parte del origen del hombre para evidenciar las necesidades par- tlculares que lo Hevan 4 darse coneensual- ‘mente una vida social, o para explicar el pase de la horda primitiva o de la sociedad tribal ‘una forma de vida social mas compleja y ‘rganizada, con e! monopolio del poder poli- tico fundado en el consenso. En este terreno ec. choca con otras teorias, las cuales en el plano historico se manifiestan bastante mis Solidas. El tereer nivel de discurso, en cam- bilo, est estrechamente conectado con la his- {6ria politica o con los cambios constitucio- nales de este o aquel pis: la menor coheren- cia tebrica de estos contractualistas corres- onde una mayor eficacia prict tectiva organizacion del poder politico. En el segundo nivel de discurso —dentro del cual se mueve predominantemente el chisico— es predominante, pero no exclu ‘vo, el elemento juridico, como categoria cons- titutiva de la simtaxis del discurso,en la medi- da en que se reconoce s6lo en el derecho Ia {inica forma posible de racionalizacién de las relaciones sociales o de sublimacién juri ea de la fuerza, Esto se explica con base en tn triple orden de consideraciones: la contem- Pordieaafirmacign de la escuela del derecho Datural,con la que etc. esth estrechamente ‘emparentado; la necesidad de legitimar el estado, tanto sus Grdenes (es decir las leyes) ‘en un periodo en el cual el derecho creado por ‘el soberano tiende a sustitur el derecho con- suetudinario, como su aparato represivo en tun periodo ene] cual el ejervicio dela fuerza todo el sistema juridico —comprendido allt cel pablico y el imternacional— usando una ‘categoria tipicamente privatista que cviden- cia la autonomia de los sujetos. como la del ‘contrato, y colocande asi en Ia base de toda juridicidad el pacta sunt sevanda: qui ‘encontramos, en los inicios del c..un concepto individualista del estado, que nace del dere- ‘cho privado para utilidad publica. Todo esto se desenvuelve en un nuevoclima cultural que ve cada ver ma en el estado una méquina, ces decir algo que puede y debe ser construi- as2 CCONTRACTUALISMO do artificialmente, en oposicién a ls concep- clon orginica propia del Medievo. ‘Las condiciones para la afirmacién en la historia del pensamiento politico de teorias contractualistas, en el ambito de un debate ‘mais amplio sobre el fundamento del poder politicn, son tree: on primer lngar sn proce 0 bastante répido de desarrollo politico que desgaste la sociedad tradicional —Ia sociedad ue ha estado siempre y que, por tanto, extrae su legitimidad del peso del pasado— e instau- re nuevas formas y nuevos procedimientos de gobierno: por ejemplo, en Grecia el paso de {a sociedad gentiicia 2 la pols, en Europa la afirmacién del estado moderno sobre la socie- dad feudal basada en las capas. En segundo lugar una cultura politica secular, es decir dispuesta a discutir racionalmente sobre el origen y sobre los fines del gobierno, y que no lo acepte pasivamente porque sea un don de la tradicién @ porque sea de origen di sino que sepa hacer de ella un uso analogico: por ejemplo, entre los griegos la palabra koi- nnonia indica tanto una asociacion econémi- a como una politica, mientras que entre los ‘romans la sponsio (promesa), usada para la antigua compra-venta, sirve tambien para Jegitimar la Jer, que asi es una convencién de todos los individuos y el pueblo es la fuente de la ley: lex est communis rei publicae spon- sin. Tn finalidad ex siempre la de nr ns leg timacién racional a las érdenes del poder, ‘mostrando que el mismo se funda en el con- senso de los individuos. Esta premisa tiendea excluirla posibilidad el c.en sociedades cuya cultura politica esté profundamente penctrada por motivos sacros tedlogicas, como por ejemplo Ta judia o Ia ‘medieval. Es necesario sin embargo recono- ‘er que el término “pacto” es un elemento central ~y bastante elaborado— en la teolo- sia judia asi como en la contractual de los puritunos; sin embargo, esto no sirve para ins- {aurar un gobierno sino para indicar la sagra- da alianza entre Dios y el pucblo elegido o el pacto de la gracia de ia nueva Israel; un pac- {toque thene como tinica finalidad In salvacién ultraterrena y encuentra alos dos eontrayen- tes en una condicién de inconmensurable dis paridad, Con esto no se pretend, sin embat 0, negar la influencia de la tevlogia eontrac- tual, basada en el covenant, en el moderno constitucionalismo. ‘Ms complejo es el discurso scbre los temas ‘contractualisias que se encuentran en el pen- samiento politico medieval que si por un lado «std completamente dominado por el princi Tia teoldgien del nem of prec * ped toecapes oreiaka i pmeietot tiene por otra parte un fuerte sentido dei derecho, Estos temas contraetualistas, como ‘yeremos en el dltimo parigrafo, logran abrir- se camino a través de a distincion, hecha por Juan de Paris, entre la causa formal del poder. que es Dios, y la causa material de la persona, que es el pueblo. Estos temas caen, sin embargo, dentro de la histgria del consti- tucionalismo como proceso politico, aunque =eeceeee Justamente por esta necesidad de definir cele. partiendo de distintos puntos de vista es ‘oportuno no tanto hacer una sintética histo- na delaaventura y deswenturas del como puntualizar —tanto en el plano antropologi- <0 (§ 1) como en el juridico (§ 1W)— de los pasajes cbllgados o de lov elementos ‘que earacterizan el c; comparar con otras la solucién dada por él al problema del orden politico, para ver hasta qué puntoesta sobren- tendido en las actuales teorias dela sociedad (6 1; finalmente, aclarar la funcién que el c.. ‘en un sentido muy amplio, ha ejercido en Ia historia del constitucionalismo v). 1 EL FSTADO DE ATURALEZA, LAS NECESIOADES DEL, NOMBRE LA DIVISION DEL TRABAIG Uno de los ele ‘mentos esenciales de la estructura del discur- so contractualista es el estado de naturaleza, aguella condicién de la cual saldria el hom- bre asocidindose en un pacto con los otros hombres. En qué consiste, para los contrac- tualistas, este estado de naturaleza es dificil edecir por el escaso interés que demuestran (excepto Rousseau) en el conocimiento de las ‘condiciones reales del hombre en sus orige- nes, dado que casi siempre esta condicion fun- ciona come hipétesis Idgice negativa sobre ‘cémo seria el hombre fuera de un contexto social y politico con el fin de establecer las al fundamenta racional del poder politico. De eso deriva, por un lado, una osci- laci6n entre los distintos contractualistas en cuantoa definir a cual estadio de la evolucion de la humanidad corresponde el estado de ‘CONTRACTUALISMO naturaleza, en la medida en que es definido ‘sélo negativamente (lo que falta en el estado de naturaleza respecto del estado clvi), , por lotro, en la opuesta evaluacidn de esta con- dicion humana, que para Hobbes y Spinoza cesde guerra, para otros (Pufendorf, Locke) de Fg. rcmta, ype ncn ee ‘Sinembargo, para establecer la problema tiea Hevada adelante de distintas maneras por los contractualistas es preciso incluir sus observaciones en el debate amplio sobre el problema antropologico de los origenes del hombre, sobre el cual —desde Ia era griega hasta nuestros dias— Ios distintos pensado- res se han dividide cuando se trata de evaluar la mayor o menor positividad de la salida de Ja antigua condicidn natural: en efecto, para algunos, ésta representa una caida, un aleje- miento de una perfeccién originaria; para otros un progreso. la victoria del homo faber ‘del hamo sapiens sobre el hombre animal. Es necesario recordar la exaltacién entre los antiguos de una mitiea edad de oro, que retor- nna en el Renacimiento unida al mito de los homines a Diis recentes; luego, después de] descubrimiento de América y de los hombres que en ella viven segdn la naturaleza, el mito del buen salvaje; por fin, en el clima roman- tco, el retorno a los primitivos, al Urmensch. Encontramos en este filén de pensamiento, que combate la civilisation, es decir la indus- ¥ el ramercio que hacen ebe ngradehle Ia vida de fos hombres, 2 los criticos de Ia sociedad, tal como se presentaba ante sus ‘ojos, 9 mejor dicho aquellos que expresan todas las molestias subsiguientes al trauma de la modernizacién, a la répida transforms- cidn de las érdenes sociales y politicos, a la no insercién del individuo en los nuevos pape- les ofrecidos por Ia sociedad. El mito del estado de naturaleza, en reali- dad regresivo por ser sustancialmente nostil sico de una edad perdida en la cual vivir feliz coincidia con la comunién de los bienes y de Jas mujeres, ha sido reinterpretado en tiem- [pos mis recientes en clave revolucionaria 0 ‘en una propuests de total liberacién del hom- bre, pero siempre en vista del fin dela politi a, por el marxismoa y por el psicoanilisis, después que el mitoo a leyends del buen sal vvaje habia entradocn la critica historica con J.J. Bachofen (Mutterrecht, 1861), E.B. Tylor 333 (Primitive culture, 1871) y con LM. Morgan (Ancient society, 1877) F. Engels (Der Urs. rung der Familie, des Privateigentums und des Staats, 1884) ve en la formacién por par- ‘ede la sociedad gentilicia de Ia familia mono- xgimica el nacimiento del primer antagonis- tro declnee. en consacnencin de tnaparicitn dela propiedad privada (y por lo tanto de la divisién del trabajo), que causa el nacimien- to del estado como drgano de represién en ‘manos de la clase economicamente dominan- te. Del mismo modo, para el psicoanalisis de inquierda, atento a las inhibiciones y a las represiones de Ia civlizacién contemporsinea, es necesario encontrar nuevamente la espon- tinea felicidad de la sociedad matriarcal, una ‘edad de paz y sin represiones, completamen- te penetrada por la religion de la madre tie ‘ra, una sociedad destruida por la rebelién de los hombres, que han creado un mundo de guerra basado en el dominio del culto auto- Fitariode los dioses celestes. En ambas inter- pretaciones la familia monogémica, la propie- dad privada y la represion del estado y de la civilizacion nacen contextualmente en el sen tido de que no hay distincion entre poder social (familia y propiedad) y poder politico. Enestono se alejan de los motivos presentes ‘en los nostalgicos de la edad de oro, que en ella vefan la comunién de los bienes y de las ‘mujeres; sélo que ahora son revividos miran- dol futuro, ylos conceptos de revolucién ¥ ie ihernetin parecen eximplir com sna fun ign andloga a la que tuvo el contrato en las edades precedentes. Los contractualistas, en cambio, quienes quieren legitimar el estado de sociedad (la ‘iviisation) o modificarlo con base en los principios racionales alli donde el poder no se funde en el consenso, estin necesariamente ‘en oposicim aestefilén de pensamiento y ven siempre en el contrato la énica forma de pro- _greso; tambien Rousseau, el adversario de las Tetras y de las artes, se ve oblizado a recono ‘cer en el pacto social un hecho deontologica- mente necesario desde el momento en que “tal estado primitivo ya no puede subsi y-el género humano pereceria si no carbs 1a las condiciones de su existencia” (Du con- trat social, 4, 6), porque, después del naci- ‘miento del lenguaje, de Ia familia y dela pro- piedad privada, s6lo es posible o un estado de guerra ol despotismo, altimo término de a CCONTRACTUALISMO Ja desigualdad que, sin embargo, hace igus lesa los stibditos bajo la voluntad del senior. ‘Todos los contractualistas asi, ven en el eon trie un instrumengo de eratoisaton hombre, pero s6lo de emancipacidn politica, 4que deja inalterada, o mejor dicho garantiza, Jaestructura social, basada justamenteen la familia ven la propiedad privada, mantenien- do asi una clara separacion entre el poder politico y el poder social, entre gobierno ¥ sociedad civil Es imposible decir a qué estadio de la evo- Jucién de la humanidad corresponda para los contractualistas el estado de naturateza: si al de homo ferus primaevus (Hobbes, Rousseau) ‘al que conoce algunas formas embrionarias, de organizacién social, puesto que el discur 0 se mueve en un plano politico-juridico 0 Paicoldgico y no antropolégico, Aquellos que ‘con mayor coherencia han levodo a sus extre- ‘mas consecuencias su evaluacion del estado de naturaleza son, por un lado, el filésofo Hobbes, que analiza Ia dindimiea de las pasio- nes del hombre en estado puro (la competen- cia por la ganancia, la desconfiaraa por la seguridad, la gloria por la reputacion), que ceausan justamente un estado de guerra de ceida tno contra todos y, por el otro, el antro- Pologo Rousseau (el Rousseau del Discours sur Vorigine et les fondements de Vinexalité ‘Pann tes hommes), que estudia la formacion del hombre y demuestra eémo en los orige- rcs hubo solamente una instintiva felicidad sin pasiones. Asi, para Hobbes, en el estado de naturaleza hay solamente “el dominio de Jas pasiones, la guerra, el miedo, la pobreza, la negligencia, el aislamiento, la barbarie, jgnorancia, la bestialidad” (De cive, x,y vida del hombre es solitaria, misera, repug- nante, brutal, breve” (Leviathan, xu). Para Rousseau, en cambio, en el estado de natura Jeza esta “el hombre iibre, con el corszén en paz y el cuerpo en buena salud” (Discours), ‘que satisface ficilmente pucas necesidades ‘elementals y “no respira mis que reposo ¥ libertad; no quiere més que vivie v permane- ‘cer inerte". Sin emburzo, la oposicion entre Hobbes y Rousseau se encuentra mas en la ‘evaluacién que en la deseripeién de! hombre ‘elestada de naturaleza © mejor dicho del hombre animal, que vive siguiendo sus pro- pius instintos, tiene la razén s6lo en poten la, est mis aca de cualquier relacion moral © Juridica con su semejante. La zoologia ‘moderna, estudiando en el primate el origen del hombre, ha comprobado, amortiguando ‘sus execsos, tanto la tesis de Hobbes como Is dde Rousseau: Ia inocencia y la felicidad del hhombre;primate es una insecwritas sin histor ria, en In eual ls pasiones vla serra son oca- sionales, s6lo por el alimento y la mujer, jentras que la pobreza, el aislamiento, Is ignorancia no son advertidos como un mal. Asi, en la logiea contractualist, estado de naturaleza y estado civil se contraponen, ‘como se contraponen el reino animal, en el «que cada uno sigue sus propios instintosy sus propios impulsos, yelreino hurmano, un mun dg ordenado por la razén, que logra a través del contrato unificar las voluntades indivi- uales. La mayor parte de los contractualistas (por ‘siemplo: Spinoza, Pufendorf, Locke, en cam- bilo, entre el estado de naturaleza puro y el ‘estado politico colocan un estado social, en el cual los hombres conviven segiin razén por ‘que san sus propias necesidades las que los hacen sociables. Esta sociedad est caracte- rizada por algunas instituciones juridicas de ‘origen pacticio, como la familia, la propiedad ¥ Ia compraventa, a través de las cuales el hombre sale de la comunin de las mujeres y de los bienes, que son la lasica premisa del pactum societatis primero, y del pactum subiectionis después, Es éste un “estado de ‘paz, benevolencis. asistencia v conservacion Teeiproca” (Locke, Two treatises of govern= ‘ment, 1, 19). Sin embargo es un estado imperfucto de sociedad en la medida en que existe una paz relativa, puesto que la natu Jeza racional y social del hombre siempre pue- deentraren conflicto con su instinto de autor conservaeién. Los derechos naturales de los individuos son, asi, imperfectos, es decir no garamizados por Una coaccién supetior y externa. El estado, nacido a través dl con- ‘rato, no agrega nada a la racionalidad ya la sociabilidad de la sociedad civil es solamen- teun instrumento coactivo que tiene la tarea no tanto de crear como de ejecutar el dere- cho que Ia sociedad racionalmente expresa. Para til propdnito es nocesario hacer un dable orden de observaciones. En primer lugar, el problema de que el iusnaturalismo —del cual depende estrechamente el e— ereia haber elie ‘minado la completa racionalizacion de las (CONTRACTUALISMO, relaciones seciales por medio del derecho ‘natural, es decir el problema dela fuerza, apa- recido ¥ resuelto dando su monopolio a un poder consenstialmente instituido. En segun- do lugar, mientras que para Spinoza, para Hobbes » para Rousseau el pacto que instau- ra el poder legislativo crea tambien el Orga- ‘no creador del derecho (ues quia iussuom), ast se Tlame mens unica, soberano voluntad general, para los otros, y en mayor medida para Locke, la sociedad civil tiende a garan- tizarse su propia racionalidad juridica, tan- to participando directamente en el poder legislativo cuanto poniendo a éste como mite cl derecho (0 los derechos) natural (ius quid iustum, En sintesis, se dirla que ningin contractua- lista puede disentir de algunas proposiciones claramente enuncladas por Hobbes: el esta- ddo de naturaleza esti caracterizado sélo de ‘manera negativa por le ausencia de un poder legalmente instituido (es deeira través de un contrato), capaz de controlar y de someter a todos Ios miembros de la sociedad, es decir que esta earacterizado por Ia falta del mono- polio egal de la fuerza. Justamente por esto lestado de naturaleza es un estado de igual- dad (la superioridad fisica o intelectual no ootorgan un particular derecho al poder y en {os hechos pucden contrabalancearse) ytam- bien de libertad, con tal que por libertad se enticnda una condicién de independencia 0 el ser patrones de si mismos, En el estado de nnaturaleza, por lo tanto, no hay ni soberanos ni subditos, ni seflores ni siervos, pero la fuer- 23. siempre potencial y en estado difuso, En este punto, retornando al discurso in cial, es necesario ver por que, para los con- tructualistas, se debe pasar del estado de naturaleza al de sociedad, teniendo sin embargo presentes Iss principales teorias aantropologicas que nos dan una explicacién ‘del paso del primate al hombre politico, del ‘animal al homo faber, con la especificacién de las “necesidades” que favorecieron este paso, Nétese, entre paréntesis, que para todos se trata de una lenta evolucién debida a Is particular naturaleza del Kombreo a la casua- Tidad, mientras que a veces en la lézica con tractualista se trata de un verdadero salto de la naturaleza a la sociedad. Las respuestas al problema del origen det hombre son esencialmente dos, una de las as ‘cuales ha venido siendo formulada desde Ix antigtedad. Por un lado estin aquellos que remarcan la particular naturaleza del hom- bre, como homio faber, por ser incompleto res- ecto de suis propias necesidades. Por ejem- , Proticoras destaca la diversidad del hom Fe Tespecto de los animales: mientras que cada uno de estos iltimos tiene una sola facul tad y érganos especificos, segiin una ley pene- ral de equilibrio, el hombre esti en cambio " desmudo', Privado de capacidades natura Jes, est dotado, sin embargo, de la pericia técnica que le permite adecuarse a cualquier “ambiente y transformarla con el fin de pro- ‘curarse las comodidades de la vida. Pero, a pesar de este saber t€enico, la convivencia era imposible porque el hombre no tenia todavia, la sabiduria politica el “respeto” y la“justi- ‘cia, que luezo fueron distribuidos por Zeus a todos los hombres y no de tun modo diseri- ante como en el caso de las artes técni- as. Es notable emo la division del trabajo fny coincide con una divisién politica, puesto que la sabiduria politica esta en todos. los hombres. Lucrecio, retomando y desarrollan- do este famoso mito, vio en el pacto la expre- sin de este saber politico (De rerum natura, 1023). Platén no se aleja sustancialmente ddeesta linea: la sociedad nace dela multipli- ‘cidad de necesidades del hombre que lo ponen ‘en la imposibilidad de bastarse a si mismo, teniendo él necesidad de una infinidad de cosas, y de esto deriva necesariamente una divisién det trabajo que seré tanto mis alta cuanto mis alto sea el nivel de vids. Pero, a diferencia de Protagoras, la divisin del tra- ‘bajo implica también, para una ciudad sana, Ja formacion de un nuevo oficio el de custo- dio, y por lo tanto una neta separacién entre _gobernados y gobernantes, basads en el par- ticular saber que s6lo estos dltimos tienen. Por el otro lado —y ésta es uns teorfa moderna y contempordnes—, en una vision ‘mas pesimista se ha puesto el oigen del ‘poder politico no en la capacidad técnica del hombre respecto de los animales sino en la desproporeién entre las necesidades del hom brey los medios para satisfacerlas. Este nue vo fundamento fus sostenide por Hobbes, Quien, anticipindose a Freud (Die Zukznft einer fllusion, 1927, y Das Unbelagen tn dor ‘Kultur, 1929), centro todo en la proporcién entre las pastones y los apetitos de los home 386 CONTRACTUALISMO bres, que son ilimitados, y los medios para satisfacerlos, que son limitados (De cive, 0), Jo que causa una guerra de cada uno contra todos. El hombre cambia asi la independen- cia y Ia libertad originarias (el vivir sezin el principio del placer, de las que difieilmente Y por poco podia gozar, por la seguridad y la pax (con la Satisfaecion retrasada y limitada ‘de su propio placer), mediante Ia instauracion, Jegal de un poder irresistible, mas fuerte que ‘cualquier individuo. El consenso al soberano ‘coincide con la aceptacién del principlo de realidad y de las represiones de las que'es el ‘elemento constitutivo, o con la formacion del superyé, nueva forma de voluntad general en In cual las voluntades particulares Jogran sublimarse. -Esos temas son en gran parte extraiios a los ‘otros contractualistas, aunque sus considera- ‘ciones juridicasy politicas muevan 2 la acep- tacién y a la defensa de aquel alto nivel de Vida que el hombre a través de la técnica, y por lo tanto. través de la division del traba- jo ylapropiedad privada, habia logrado con- ‘quistar. Ellos ven en el origen de la sociedad quella necesaria colaboracién a la que el hombre es conducido por la exigencia de satisfacer sus propia necesidades, yen el ori igen del gobierno exclusivamente una necesi- ‘dad politica claramente uilitarista, la de una ccoexistencia garantizada, exigencia que se 1 del orden y de la ‘pee scrotal, 7am soba, al are mony ‘Seguridad al ver tutelados los propios dere- cchos, Excepto en Rousseau y en Kant, en los ‘cuales la logica utilitarista esta ausente, el paso al estado civil se presents como un ver- dadero deber moral. Sin contar la division del trabajo, consecuencia del hecho de que el sidn entre quien ejerce directamente y quien no ¢jerce el poder politico, entre gobernan- tes y gobernados, o Ia platénica funcién de los custodios. Sin embarzo, con esta diferen- cla: que los magistrados legitiman su poder no por el particular saber en los que son espe cialistas sino por el consenso de todos los aso- cciados, en la medida en que, de acuerdo con Protiigoras, todos los hombres poseen el arte politico. Ei dnico que intenta superar esta, alienacion del poder politico es Rousseau, quien sin embargo hace a un lado e! proble- sma de la division del trabajo ast presente en 1 segundo Discourses el propio pueblo el que debe autogobernarse dindose directamente Jas leyes, sin ninguna medicion de represen- tantes, mientras que el gobierno, en tn sen- tido estrecho, tiene la mera tarea de aplicar Iaeleyon y por lo tanto da fuera a una volun tad ajena. {UL TRES TEORINS SOBRE EL ORIGEN EL PODER POLIT. «9.Ele- no eslatiniea teoria sobre el arigen del poder politico, como tampoco es la iniea caracterizada por un elemento voluntarisa, en el sentido en que el orden politico es la expresién de un acto de voluntad y por lo tan- to una construceion artificial. Justamente la encontramas en los origenes del debate poll- tico secular sobre Ia naturaleza del estado, ungue en posicign minoritara, junto. otras, ddos, con las cuales estara cada vex mis entre- Jazada en la historia del pensamiento politico. En el didlogo contenido en los dos prime- 10s libros de la Republica de Plat6n estén expuestas, personifieadas por siete personas, las cuatro teorias principales sobre el origen de a pois: en el fondo las opiniones tradicio- nalistas de los huéspedes Cefalo y Polemar- 0, que defienden las viejas concepciones ‘itoldgicas, luego la tess de los sofistas Trae simaco y Clitofon, los que de manera reali taobservan que a justcia no es otra cosa que quel orden impuesto por quien tiene Ia fuer- wide hacerse men estolo que fave. fece al que manda, al poder constituido, es decir a quien es mis fuerte. Glaucén y A ‘manto, los hermanos de Platon, para esti Jar a Sécrates, exponen la tesis contract I er par denen Calo ar tiendo de la cntraposicidn entre nomos (ley) ¥y plysis (naturaleza), afirman que los hom bbres venciendo y sufriendo derrotas (lo que es justo por naturaleza) consideran uti en un cierto punto ponerse de acuerdo entre si para instaurar la par, estableciendo leyes y aeuer- dos reciprocos, que son justes par convencion. En este punto Sccrates (en realidad Platon) texpone sui concepcién del estado entendido ‘como organismo, que es sano cuando en base ala division del trabajo cada uno hace bien Su propio oficioe interioriza la necesidad de esta particular funein para el bien del todo: 1a justicia es ast una armonia consciente ¥ CONTRACTUALISMO, Esta altima teoria, remareando que la sociedad es un hecho natural (el hombre podria vivir en una situacion asocial —es decir en el estado de naturaleza— soo si fue- ra una bestia o un dios), ue el poder es una necesaria funeién social, representa la anti- tesis radical de las otras dos concepciones voluntaristas, las cuales ven surgirel estado a partir o de la fuerza o del consenso. Esta serd orginicamente desarrollada por Arist&- teles en el primer libro dela Politica, que deri- vadel principio de que el hombre es por natu- raleza un animal politico y social: conforme ‘a esto expone una interesante teoria del desa- rrollo politic, desde la familia, que existe para las necesidades elementales ¢ inmedi tas de Ia vida, hasta la aldea con estructura centilcia, que spunia a uns utilidad més com- pleja, y la polis, que sola es autosuficiente y se basta a si misma porque tiene como fin el vivir bien: Ia potis es la tnica estructura poli- tica que cmancipa al individuo de la autori- dad domestica y lo hace protagonista de la vida politica. Esta concepcién érganica de la sociedad, por la cual el todo es mas que la suma de las, partes individuals y cada parte se adecua a luna particular funcién en la vida del todo, se presenta en distintas versiones en toda la his- {oria del pensamiento politico, y es por cier- to la teoria dominante. En el Medievo es cons tante Ia comparacién de la sociedad politica ‘con el cuerpo humano; en la edad moderna, apesar de Ia difusion de las teorias contrac: tualistas, la concepcidn aristotélica no pier- de por clerto su fuerza y su prestigio, Por fin, ‘en el siglo x1x, con la reacci6n a la revolucién francesa y al racionalismo se difunden por toda Europa las teorias organicistas, concor- dantes en la demostracién de la insuficiencia el individualismo y del e. para fundar el ‘orden social. Burke, en efecto, extiende al estado la concepelén arganica dela sociedad civil que era propia del pensamiento inglés (Hume, Ferguson), mientras que Hegel com- ‘bate constantemente la idea de contrato social porque funda la majestad del estado sobre un principio de derecho privado. Esta ‘rientacion antosontractualista sera reforza- a por la antropolozia evoluctonista que, con Taylor y Morgan, excluye queen los orizenes del sivir social existiera un pacto entre los hombres. a7 La concepcién orginica, remarcando la naturalidad de la sociedad, constituye logica- ‘mente la radical antitesis del c; sin embar- zo, de hecho no excluye elementos contrac tualistas. El propio Platon (Leyes, 1, 684) aclara en los estados déricos el cambio de juramentos entre rey y stbditos; en la edad ‘moderna el aristotelisme es enriquecido con ‘elementos contractualistas: por ejemplo, para Grocio la sociedad pacifica y ordenada exis- tenaturalmente por el mismo appetites socie- tatis del hombre y s6lo Ia forma de gobierno (0 el estado)es de origen contractual. La ver ‘dadera oposicién consiste en el hecho de que las teorias contractualistas brotan predomi- nantemente en el plano prescriptive, mientras que las orginicas lo hacen en el plano deserip- tivo. Estas tiltimas, en efecto, incurren muy ‘a menudo en el riesgo de eludir el problema ‘central del c., cl de legitimar el poder con base ‘enel consenso. Sila vida politicamente orga- nizada es un hecho natural y necesario, sie! gobierno es una funcién social, entonces todas las formas de gobierno son iguales y se disponen sobre un mismo plano, atribuyen- ddo toda su legitimidad a su efectividad, a su ‘existencia de hecho: es dificil, asi que el dis- ‘curso pueda desplazarse en el plano preserip- tivo sobre el modo conereto con qué organi- zar el gobierno legitimo, Sin embargo, aun en cl plano descriptivo, el problems de una dis- ncn presenta eselo deat mang ras més diversas: por ‘Aristo- {Gir ay urn aferencia cuales ene la aldea y Ia polis, donde solamente hay vida politica y, junto alas formas rectas de gobier- no, existen las degeneradas, en las cuales la clase en el poder acta persiguiendo su pro- pio interés particular y no el de la comuni- dad, sin después tener presente el despotis- mmo asiitico que es la antitesis del gobierno helénico. Para Cicer6n, no toda sociedad es respublica sino solamente aquélla en que el pucblo es “iuris consensu et utilittis commu- nione sociatus” (De republica, 1, 25), donde como elemento discriminante y legitimante festé justamente el derecho, y para todo el Medieo es dominane a dstnetn entre rey y tirana, Enel dmbito de las teorias voluntaristas se contraponen ale, todos aquellos que, en cam- bio, reconocen el elemento constitutivo del estadoen la fuerza: el intérprete de esta post ase CONTRACTUALISMO, cin en el diilogo platonico es justamente ‘Trasimaco. Con el c. tienen « menudo, ade- mis, un elemento coman: el del estado de naturaleza, al cual se observa con nostalgia, ‘en la medida en que el estado surge de un acto de supremacia. En la historia del pensamien- to politico moderno esta teoria no ha tenido ‘mucho suceso, aun cuando dos grandes con- tractualistas, Spinoza y Hobbes, que ponen al consenso en el origen del estado, ven lue- {g0 su fundamento en su capacidad coerciti- vvade obtener obediencia de los sibditos a tra vvés de las sanciones, por lo que el derecha ter- mina por coincidir con la fuerza. En épocas ‘mas recientes, luego de los primeros estudios antropoldgicos, esta teoria tuvo un nuevo Impulso: recordamos al socidlogo Ludwik Gamplowle, que ve nacer el etado a partir del predomi jode las hordas violentas de los ‘nomads sobre las mas pacificas poblaciones dedicadas a la agricultura. Pero el éxito de ‘esta teoria y su difusin en la cultura se ogra con la sociologia de Comte, con el marxismo ‘ycon el psicoandlisis. Para Comte la sociedad festa gobermada por la fuerza, dada por el niimero o por la riqueza, a la que es necesa- rio oponer el poder espiitual, exigencia per- manente de la sociedad. Engels, aclarando el ‘contempordneo origen dela familia, de la pro- piedad y del estado, repite In tesis marxista segtin la cual el estado es siempre, en cual- ‘quier forma que se manifieste, un instrumen- tode opresion en manos de la clase econémi- ‘camente dominante. El psicoandlisis, a su wea, ‘interpreta en clave simbolica algunos mitos y leyendas de Ia antigdedad, segin las cua- les el estaco surze del homicidio del hermes ‘no (Romulo y Remo, Cain y Abel, Osiris y Set), ‘veel fin de la pacifiea sociedad matriareal ‘en la rebelia de los hombres o bien, de un modo més articulado, pone como fundamen- tode toda lacivilizacién el complejo edipico: «la rebelién de los hijos contra el padre, jefe Indiscutido de la horda primitiva, y su mucr- te, los que estin en el origen del estado: pero. '¥ aqui se inserta un elemento contractualis: i, los hermanos se ven luego obligados a est- pular pactos entre pars el reciproco respeto de las mujeres. ‘La limitacioa de todas estas teoriasconsiste ‘enl hecho de que no permiten ninguna alter- nativa realista, excepto la nostalgia de una perdida edad de oro o la utopica perspectis racién absolut en el presente slo ‘existe la fuerza, el dominio, ln represion, cada estado, en cuanto estado, es siempre una Hin go fen com rococo me (Seen es iteeas career mane be, e¥ decir aujto'a la determinaciea arb traria por parte de las partes contrayentes, y los contractualistas mas ligados a la con- freen realidad arden y polite, las cules en raderainatee Ge be ere dcberesrecprocon nla volunad de lo com trayentes. En los primeros prevalece el tmovnente dela ral en low segundo cl de a ean tun deseo general de vivir juntos, es decir de formar un solo cuerpo politico, regulando de comiin acuerdo todo lo que se refiere a la ‘seguridad y conservacién de los asociados, el ;pacto de sumisin presenta través del tem- po los contenios mas diversos, En las ¢po- és medieval y moderna, antes del. clisico, tanto en los juramentos de corenacién como «en los panfletos antimonsirquicos, se estable ‘ia, junto con la obligaeién de obediencia por parte de os stibditos, toda una serie de debe- Fes que correspondian al rey; después, luego de Is elaboracién del concepto luridico de Soberanta, el pacto servia para establecer quien debia ejercer este poder lepislativo el ey o una asamblea, o el rey junto con una asamblea) ys este poder levislativo seria lgi- dus soluruso limitado por el bien comin, por las leyes fundamentaleso por los derechos de Jos ciudadanos. Aun los absolutistas. mis coherentes, como Hobbes, exigen al sobera- no, que ademés esti fuera del eontrato, garan- tizar Ia paz y dejan al subditocl derecho ala Xda. Con ef isnaturalismo moderno, perso- nalizado sobre todo por Locke y por Kant, énfasis se traslada hacia la defensa de ios derechos naturales o innatos oracionales del hombre. para la tutela de los cuales es ins taurado, justamente con el pucto, el gobier- no. Esta defensa de los derechos del indi ‘duo —del derecho ala vida en primer lugar, pero luego los derechos a la libertad y a la ‘ropiedad—es desconocida en las épocas pre- wet cedentes, que remarean més que nada fos Aeberes hacia ls otros, ignoran el indivi- ddualismo propio de la edad moderna. Si el contrato es una relacién obligatoria entre las partes, es necesario también ver las ssnciones que estan previstas contra quien lo infrinja el werdadern problema te etahlece sobre todo contra quien, detentando el poder, tiene el monopolio de Ia fuerza, salve contra faquel que eon el pacto ha renunciado a un ejereici privado de vu fuerza. Las soluciones ‘on las mas diversas por un lado estan aque- lies que siguen a Grocio, como Pulendorf, para quien el pacto establecido por la volun: {ad, se hace luego neeesario y los pueblos ya no pueden revocarlo: por et otro lado estin Jas tesispoliticas de lox monarquistas, quie- nes retoman teorias medievales sobre el tir ido que luego seran reelaboradas por Alt husius: corresponde al pueblo y, en su nom: bre, alos éforus, que deben actuar colegiads- mente, un jus resistentae et exauctorationis contra el monarca ol magistrado republica- ‘no que hubiere vilado el contrato. Este dere- cho a ln resistencia y a In deposicién del gobierno, que ejerza el poder mas alla del derecho, ha sido luego elaborado sobre todo por el pensamiento politico inglés con Milton ¥y con Locke: para este timo el pueblo con- Serva un derecho, en contra tanto del princi- pe como del poder legislative, de juzgar si sto actiian de un modo contrario a la fe depositada en ellos: no habiendo sobre la tie- ‘riun juez superior a ls partes no queda mas. que Ia apelacion al cielo, es decir el derecho fla revolucién, para cambiar cl gobierno © para instituir un nuevo legislativo. Kant, en cambio, expresa tna posicion contradictori por un lado defiende la revolucion Francesa, rel otro excluye, con una prohibicion incondicional”, el derecho de resistenci puesto que su defensa de la legalidad entra en conflicto con su concepto de constitucion como idea @ prion. Por razones diversas este problema ni siquiera se plantea. ni puede plantearse en el mbito de las coherentes construcciones de Hobbes (0 Spinoza) y Rousseau: pars el pri ‘mero, en efecto, el soberano, instituido con elfin de mantener la paz, haga lo que haga, debe gozar de a impunidad, teniendo solo el —y no los individuos— el derecho de juzzar sobre el bien y sobre el mal para el estado, ae ‘CONTRACTUALISMO ¥ por lo tanto la tinica sancién posible para el'soberuno depende de su incapacidad de ‘mantener el orden, es decir euando disminu- ‘yenola legitimidad sino la efectividad de su poder. Sin embargo, les queda a los indivi uos, aunque legitimamente condenados 2 reverie, el dorecho de salvar eu propia vida También para Rousseau la voluntad general eS siempre recta y tende solo al bien publico: pero, de otro modo que Hobbes, el castigo de {os individuos que violan ls leyes generales del soberano tiene un significado pedagogi- ‘co en la medida en que los obliga a hacerse libres, es decir a uniformarse a la voluntad general. ‘Sila estructura del discurso de os contrac- ‘walistas utiliza una misma sintaxis, las solu- clones politieas a que llegan son profunds- mente diversas, y bajo este perfil es posible indicar tres corrientes bien distinguidas. Por tun Iado tenemos el filén absolutista (Hobbes, Spinoza, Pufendor), un absolutismo que quie. rediferenciarse netamente del despotismo, en Ja medida en que ve en las érdenes del esta dono expresion de una voluntad eapricho- ‘ay arbitraria sino la consecuencia de una Tégica necesaria en cuanto racional respecto. dels fines, la cual actia en funcién del bien {dels ciudadanos particulares. En contrapo- ‘icin tenemos el filén liberal (Locke, Kant, que apunta a un control y a una limitacion ddl poder del monarca a través de las asam- bone reprecentatives, a Ins eles 8c confia 1 poder legislative, Minoritaria es la corrien- te democratica, expresada en un nivel tedr- co s6lo profundizado por Rousseau, con una solucién que para ciertos aspectos esti mis cerea de I absolutisia que de la liberal en la medida en que tiende a conformar a todos Jos individuos ala racionalidad dela sobera- nna voluntad general ¥. coNTRACTUALSWO Y CONSTITUCIONALISWO. El €. ngs solamente tna teoria global, conceprual- mente elaborada, sobre los orisenes de la Sociedad y del poder politico. y por lo tanto sobre la naturaleza racional del estado, En la historia medieval y moderna, el contrato es @ menudo tambien un hecho histérico, es decir que es parte integrante de un proceso politico que lleva al constituefonalismo (\:) v fn particular a la exigencia de alimentar el poder del gobierno por medio de un documen- to escrito que extablze lo respects y rec rec res. En cle, medieval encuntramos el cruce de influencias diversas y dispares. Por un lado In permanencia de elementos romanistas: la {ex regia de imperio, con Ia cual el pueblo romano habria canferido al principe el impe rum y la potestas, para algunos representa luna alienatio total, para otros es valida s6lo ‘en la medida en que el principe se desenvuel- ‘een el ambito de la delegacion (por ejemplo ‘Para H, Bracton), para otros todavia es un ver- adero pacte bilateral, revocable si el prin Cipe falta a sus obligaciones (por ejemplo, ‘Manegold de Lautenbach habla de pactoy de

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