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TÍTULO: Quebrantado por el rechazo

TEXTO: Gen. 2:7-9/16-17 Ro. 5:5 Gal. 2:20


Gen. 3:24 Ro. 8:31/33/35
Jn.10:3 Ap. 22:2 Ef. 1:6 Is. 43:1-5
Ro. 1:20-32 Ef.4:13

INTRODUCCIÓN:

El Espíritu se ha levantado para humillar, es decir, para sojuzgar y dominar nuestra alma.
El Espíritu se ha levantado para quebrantar, es decir, para moldear y formar nuestra alma.

1.-¿DÓNDE SURGIÓ EL RECHAZO Y POR QUÉ?

La primera vez que vemos un rechazo en las Escrituras lo encontramos en la vida de Adán y Eva en
el libro de Génesis.

Al examinar la vida de Adán y Eva vemos una lucha tremenda entre el alma y el espíritu. Entre el
hombre interior y el hombre exterior.

Gen.2:7-9 nos muestra cómo Dios formó al hombre. La arcilla representa la formación del hombre
exterior y el soplo representa la formación del hombre interior.

Lo que da sustento, sentido y vida al hombre exterior es el hombre interior. El hombre exterior de
arcilla aunque tenía toda la forma y la apariencia de un hombre perfecto sin embargo a los ojos de
Dios Adán estaba vacío y hueco porque le faltaba la vida del Espíritu.

Si nuestras vidas y nuestras obras no están sustentadas por el Espíritu se convierten en pura
apariencia hueca y vana no importando la grandeza ni la belleza de la apariencia.

En gen. 2:16-17 nos enseña que Adán y Eva que tenían acceso a todos los árboles incluidos el árbol
de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal.

Adán y Eva diariamente se alimentaban del árbol de la vida que simboliza la vida y el ministerio del
Espíritu. Dios no estableció sobre este árbol ninguna prohibición a Adán y Eva en cuanto a la
alimentación pero sobre el árbol del conocimiento del bien y del mal sí existía una prohibición que
impedía que Adán y Eva tomaran del fruto de este árbol y lo comieran.

El día en que Adán y Eva decidieron alimentarse del conocimiento del bien y del mal para ser como
dioses lo que ocurrió es que se envanecieron, se separaron de Dios y se autodestruyeron.
Si sólo alimentamos el alma lo que ocurre es que nos separamos de Dios, pecamos, nos
autodestruimos y perdemos el acceso a la vida del Espíritu.( leer Gen.3:24).

El pecado nos separa de Dios y hace decaer la vida del Espíritu, y así mismo la separación de Dios
hace que pequemos más lo cual nos introduce en un circulo vicioso que es muy difícil de
quebrantar.

Adán y Eva experimentaron el mayor de los rechazos y la mayor de las caídas porque decidieron
alimentar el alma por encima del espíritu.

Adán y Eva fueron personas de doble ánimo, es decir, doble aliento, doble soplo, doble inspiración
o doble fuente de alimentación ¿por qué?

Porque fueron inspirados por Dios para alimentarse del árbol de la vida y no del árbol del
conocimiento del bien y del mal, sin embargo, también fueron inspirados por Satanás para
alimentarse del árbol del conocimiento del bien y del mal lo que provocó que no pudieran
alimentarse del árbol de la vida.

Cuando leemos el libro de Apocalipsis vemos que no aparece en ningún sitio el árbol del
conocimiento del bien y del mal. El único árbol que aparece en Apocalipsis es el árbol de la vida
(leer Ap.2:7/22:2/22:14)

Nuestra vida cristiana en esta tierra es un testimonio de lealtad, fidelidad, y obediencia a Cristo
por medio de la fe y no por medio del razonamiento por eso no será necesario que exista un árbol
que nos esté probando o tentando en la eternidad.

2.-PABLO EXPLICA LO QUE OCURRE CON UN ALMA DOMINANTE EN Ro.1:20-32.

Al leer Ro. 1:20-32 vemos que el mundo que no está conectado con al Espíritu y que sólo alimenta
el alma acaba:

- envanecido en sus razonamientos

- con un corazón entenebrecido

- dando culto a las cosas creada en lugar de al creador

- autodestruyéndose por medio de una mente depravada

- perdiendo su identidad y propósito originario

- perdiendo la autoaceptación y la aceptación de Dios


- viviendo en rechazo y en contradicción.

Sólo una persona que no se acepta y que se rechaza así misma continuamente es la que termina
autodestruyéndose. El mundo no puede aceptarse a si mismo porque ha perdido su identidad y
propósito original. Debido a ese rechazo que experimenta y en el que se ve envuelto sin saberlo es
que cada día más vemos que se destruye.

3.- PRINCIPIOS QUE OPERAN EN EL RECHAZO

1.- El rechazo siempre crea un vacío.

2.- El vacío es un lugar de tormento que el enemigo utiliza para provocar baja autoestima.

3.- La baja autoestima provoca autorechazo.

4.- El autorechazo nos lleva a ser rechazados y rechazar a otros.

5.- El rechazo en los tres niveles anteriores nos orilla a la soledad.

6.- La soledad nos entrega en los brazos de la depresión.

7.- La depresión nos impulsa a evadirnos en un mundo imaginario(excesivo sueño, imaginaciones,


fantasías, locura,...)

4.- CONSECUENCIAS QUE OPERAN EN EL RECHAZO.

1.- Inmadurez emocional o falta de crecimiento en el desarrollo emocional. Se expresa en


relaciones que son cortas e inestables.

2.- Vacío emocional que nadie puede llenar. Se expresa en relaciones absorbentes y egocéntricas.

3.- Soledad, temor y miedo. Se expresa en la construcción de un caparazón que te aisla y protege
de posibles heridas.

4.- Pérdida del valor de uno mismo. Se expresa por medio de una baja autoestima y un espíritu
crítico a veces.

5.- Pérdida de la identidad propia. Se expresa en tomar la identidad del entorno.

6.- Relación inestable de altibajos con Dios. Se expresa en la convicción de que Dios no nos puede
aceptar tal como somos y que nos tenemos que acercar a Dios mereciéndolo a través de nuestras
propias fuerzas o actuación.

5.- CONCLUSIÓN.-LAS 5 NECESIDADES BÁSICAS DEL ALMA.

Es muy importante que entendamos que El Espíritu no sólo ha venido a sanarnos y restaurarnos
para dejarnos con la apariencia original de un Adán de arcilla sino que también ha venido para
alimentar tu alma.

El Espíritu quiere alimentar tu alma en 5 áreas básicas. Toda alma necesita y busca:

1.- Amor (Ro.5:5, Jn.3:16,...)

2.- Seguridad (Ro.8:31/33/35,...)

3.- Aceptación (Ef.1:6,...)

4.- Identidad propia (Ef.4:13,Col.3:1-3,...)

5.- Reconocimiento (Jn.10:3, Is.43:1-5,...)

Diariamente necesitamos una porción de estas áreas suministradas por Dios a nuestros corazones.
Nuestro amor, nuestra seguridad, nuestra aceptación, nuestra identidad e imagen, y nuestro
reconocimiento están en el Señor y nunca en el mundo.

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