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Este libro pertenece a…

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una mujer felizmente comprometida a


orar por su esposo.
Libros de Elizabeth George
publicados por Portavoz
Acaba con tus preocupaciones… ¡para siempre!
Ama a Dios con toda tu mente
Biblia de la mujer conforme al corazón de Dios (editora general)
Colosenses/Filemón: Descubre la gracia de Dios
Cómo criar a una hija conforme al corazón de Dios
Encuentra la senda de Dios en medio de tus problemas
Ester: Descubre cómo ser una mujer bella y fuerte
Filipenses: Experimenta la paz de Dios
Guía de una joven para descubrir su Biblia
Guía de una mujer para las buenas decisiones
Hechos: El poder del Espíritu Santo
Jardín de la gracia de Dios
Jueces/Rut: Cultiva una vida de integridad
Lecturas devocionales para una madre conforme al corazón de Dios
Lucas: Vive con pasión y propósito
María: Cultiva un corazón humilde
Momentos de gracia para el corazón de la mujer
1 Pedro: Cultiva un espíritu afable y apacible
Promesas poderosas para toda pareja
Proverbios 31: Descubre los tesoros de una mujer virtuosa
Sabiduría de Dios para la vida de la mujer
Santiago: Crece en sabiduría y fe
Sara: Camina en las promesas de Dios
Sigue a Dios con todo tu corazón
Una esposa conforme al corazón de Dios
Una madre conforme al corazón de Dios
Una mujer conforme al corazón de Jesús
Una pareja conforme al corazón de Dios
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integridad y excelencia—, desde una perspectiva bíblica y confiable, que animen a las
personas a conocer y servir a Jesucristo.

Título del original: 15 Verses to Pray for Your Husband, © 2015 por Elizabeth George
y publicado por Harvest House Publishers, Eugene, Oregon 97402. Traducido con
permiso.
Edición en castellano: Una mujer que ora por su esposo, © 2017 por Editorial Portavoz,
filial de Kregel, Inc., Grand Rapids, Michigan 49505. Todos los derechos reservados.
Traducción: Loida Viegas
Diseño de portada: Dogo Creativo
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EDITORIAL PORTAVOZ
2450 Oak Industrial Drive NE
Grand Rapids, MI 49505 USA
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ISBN 978-0-8254-5683-1 (rústica)
ISBN 978-0-8254-6539-0 (Kindle)
ISBN 978-0-8254-8689-0 (epub)
1 2 3 4 5 edición / año 26 25 24 23 22 21 20 19 18 17
Impreso en los Estados Unidos de América
Printed in the United States of America
Contenido

Responde al llamado de Dios a la oración . . . . . . . . . . . . . 7

1. Ora por el crecimiento espiritual de tu esposo . . . . . . . . 17

2. Ora por tu matrimonio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31

3. Ora por tu esposo como padre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47

4. Ora por la sabiduría de tu esposo . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61

5. Ora por el trabajo de tu esposo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73

6. Ora por el punto de vista de tu esposo


respecto al dinero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87

7. Ora por tu esposo cuando tenga que tomar


decisiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101

8. Ora por la salud de tu esposo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115

9. Ora por el uso que tu esposo hace del tiempo . . . . . . . . 129

10. Ora por la pureza de tu esposo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143

11. Ora por las conversaciones de tu esposo . . . . . . . . . . . . 159

12. Ora para que tu esposo actúe con valor. . . . . . . . . . . . . 175

13. Ora por el caminar de tu esposo con Dios . . . . . . . . . . 191

14. Ora para que tu esposo sea un líder . . . . . . . . . . . . . . . 207

15. Ora por tu esposo como compañero de equipo . . . . . . . 221


Responde al llamado de
Dios a la oración
Señor, enséñanos a orar…
LUCAS :

T odo viaje, como el de convertirse en una fiel guerrera de


oración por tu esposo, comienza con un primer paso.
Recuerdo cuando di mi primer paso para aprender a orar en
serio. Fue el Día de la Madre, el 8 de mayo de 1983. Mi hija
Katherine (de 13 años) me regaló un pequeño libro sin palabras.
Era de color morado (su color favorito)… y lo sigo conservando,
porque es un verdadero recuerdo para mí. Es tan especial por-
que… ¡me lo regaló mi preciosa hija!
Katherine tuvo la idea de hacerme este regalo y acordó con
Jim (mi esposo y padre de Kath) hacer tareas adicionales en casa
para ganar dinero y comprarme algo para el Día de la Madre.
Fueron juntos a comprar el regalo adecuado para mamá. Con
su esmerada escritura, Katherine me dedicó el libro, lo envolvió
amorosamente y me lo entregó con orgullo aquel domingo por
la mañana de hace tantos años.
Créeme que di un salto de alegría e hice todo lo que pude
para expresar mi agradecimiento a mi dulce hija. Pero entonces
me enfrenté a un problema: ¿Qué voy a hacer con un libro sin
palabras? Durante varios meses, el librito permaneció sobre la

7
8 UNA MUJER QUE ORA POR SU ESPOSO

mesita de la sala, para que mi querida Katherine supiera cuánto


apreciaba su regalo. Un día, sin saber exactamente qué hacer
con él, lo coloqué en la estantería… y lo perdí de vista…
…hasta el 12 de septiembre, cuatro meses después. Era mi
décimo aniversario en el Señor. Allí sentada a solas delante de
Dios, recordé mis primeros diez años como hija de Dios. Aque-
llo me llevó a darle las gracias por su misericordia, su gracia,
su cuidado, su dirección, su sabiduría, mi salvación por medio
de Cristo y tantas cosas más.
Mis oraciones de gratitud hacia Dios se derramaban a borbo-
tones. Tras secarme los ojos con un pañuelo de papel, miré hacia
el futuro y oré: “Señor, comienzo una nueva década contigo;
¿falta algo en mi vida cristiana?”.
Querida amiga, solo puedo decirte que, de inmediato, supe
en mi corazón cuál era la respuesta: oración. Dios no solo me lla-
maba a orar, sino a convertirlo en una prioridad, a prestar mucha
atención a la oración, a convertirme en una mujer de oración.
Y así, de repente, supe qué hacer con aquel pequeño libro
morado sin palabras. Fui a la estantería y saqué el pequeño
tesoro. “¡Aquí estás!”, exclamé. Después de cuatro meses, por
fin había llegado el día para darle un uso especial al libro.
Emocionada, lo abrí y escribí en la primera página:

Si Dios quiere, me dedicaré los diez próximos años


en el Señor a desarrollar una vida de oración signi-
ficativa.

Haz un compromiso
¿Por qué elegí diez años para mi compromiso de desarrollar
una vida de oración significativa? Probablemente, porque ese
día cumplía una década en Cristo. Hoy, al explicar esta historia,
esos diez años ya han transcurrido. Y quiero que sepas ¡que sigo
aprendiendo a orar!
Como ya sabrás, ni tú ni yo nos levantamos un día pensando
Responde al llamado de Dios a la oración 9

que ya podemos tachar de la lista de quehaceres “aprender a


orar”. No; nadie ora lo suficiente ni lo hace con el fervor que
le gustaría o debería. Tampoco oramos por todas las personas
que realmente necesitan nuestras oraciones.
Así que debemos continuar en el viaje de la oración hasta
poder decir que hemos empezado a saber un poquito sobre ella.
Mientras tanto, muchos cristianos hacen lo que yo llamo ora-
ciones de “Christopher Robin”. Es el niño del clásico de A. A.
Milne, When We Were Very Young. Este niño luchaba con sus
“vísperas”1 nocturnas. Todo lo distraía —una mosca volando—
hasta el punto de no recordar por quién o por qué orar. De modo
que hacía oraciones del tipo “Señor, bendice a ____________”, y
rellenaba los espacios con nombres de familiares y amigos, de su
niñera y sus mascotas… hasta que volvía a distraerse.
Me puedo identificar con esta experiencia y tal vez tú tam-
bién. Yo oraba así… hasta que me comprometí a responder al
llamado de Dios a orar. Como Christopher Robin, mi mente
deambulaba. No sabía por quién orar ni cómo orar por las
personas. Mis oraciones consistían, básicamente, en pobres
esfuerzos que terminaban reduciéndose al murmullo: “Señor,
bendíceme a mí y a mi familia en este día”.

Organízate
Y así comencé a escribir peticiones de oración en aquel
pequeño libro morado. Muy pronto vi que se agotarían las
páginas en blanco. ¡Solo medían 7,5 cm x 12 cm! ¿Te imaginas
hacer caber en un librito tan pequeño, cada área de tu vida,
todas las personas que conoces, todas las decisiones que nece-
sitas tomar y todos los compromisos, metas y objetivos para el
crecimiento espiritual?
Comprendí que para ser una fiel guerrera de oración, tendría

1. A. A. Milne, “Vespers”, tomado de When We Were Very Young (Nueva


York: E. P. Dutton and Co., reed. 1950).
10 UNA MUJER QUE ORA POR SU ESPOSO

que hacer algo. Me dirigí entonces a nuestra biblioteca, agarré


una carpeta de tres anillas y busqué unas hojas de papel. Des-
pués de orar tantos días usando aquel pequeño libro morado,
sabía que quería orar por todas las áreas y todos los asuntos de
mi vida diaria, en orden de prioridad.
¿Siguiente tarea? Poner una hoja con pestaña para separar
cada sección de mi nueva carpeta de oración. La primera sería
“Dios”, para mi relación con Él. La siguiente prioridad más
importante era mi esposo Jim, a quien le asigné la siguiente
sección y un montón de hojas con líneas. Desde ese día, oré
por él casi cada día, pidiendo por su próximo día, y por todas
las cosas que estaba experimentando, o que enfrentaría en el
futuro.
Tal vez puedas adivinar las siguientes secciones de esa car-
peta que cambiaría mi vida de oración… ¡y mi vida en general!
“Katherine” y “Courtney” recibieron cada una su sección, así
como mi “Hogar”. A continuación, creé la sección “Yo” para mis
peticiones de oración relacionadas con mi crecimiento espiritual
y las cosas que tenía que mejorar. “Ministerio” completó mi
organización inicial.
En ese tiempo, yo no tenía este libro que estás leyendo. Sin
embargo, después de mi propia experiencia con Jim y su vida, y
luego de hablar con esposas de todo el mundo y leer sus cartas
y sus correos electrónicos, te insto a establecer algún tipo de
sistema para la oración. Puede ser un cuaderno o un diario,
una aplicación en el teléfono o un archivo personal creado en
tu computadora.
Cualquiera que sea el método elegido, intenta incorporar las
15 áreas de la vida de tu esposo que se presentan en este libro.
Puedes empezar ahora mismo —hoy— decidiendo preparar
una nueva página para tu esposo al leer cada capítulo. Ya sea
que quieras hacer todas las oraciones de este libro a diario, o
centrarte en una cada día, usa las que se te proporcionan aquí
para orar por tu esposo.
Responde al llamado de Dios a la oración 11

Ora por tu esposo


Espero que, a estas alturas, tu esposo ya sea una parte clave
de tus oraciones. ¡En ese caso, es un hombre bendecido por estar
casado contigo! Aquí tienes unas cuantas sugerencias, y hasta
advertencias a tener en mente, para hacer de él tu “proyecto de
oración” especial.

Ora sin esperar resultados instantáneos. Dios siempre está


obrando. Como escribió el salmista: “N[o] se dormirá el que
te guarda. He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda
a Israel” (Sal. 121:3-4).
Dios no obra según tu calendario. Estoy segura de que ya
lo sabes de primera mano. Por ejemplo, Él ha sido paciente
contigo hasta ahora, ¿verdad? Aun así, ha estado obrando en
tu vida. No estás donde necesitas estar ni donde estarás algún
día, ¡pero tampoco te encuentras donde estabas antes!
Ahora debes aplicar este conocimiento de Dios a tu esposo.
Por tanto, debes orar con fidelidad y para siempre por él. Este
es tu compromiso de amor. Y, conforme oras por él, no esperas
ni buscas milagros de la noche a la mañana. Aprende la lección
de Mónica, la madre de San Agustín, uno de los padres de la
iglesia primitiva. Esta creyente consagrada y madre fiel oró
durante décadas antes que Dios abriera el corazón de su hijo y
este aceptara a Cristo, a la edad de 31 años.
En 1 Corintios 13 se declara que “el amor es sufrido… [y]
todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”
(vv. 4 y 7). Querida hermana en Cristo, así es cómo debemos
orar por nuestros esposos. Debemos orar pase lo que pase, y
sufrir, aguantar y soportarlo todo con paciencia, siempre cre-
yendo y sin perder jamás la esperanza.
No te desanimes en el transcurso de tu viaje de oración. Es
exactamente eso, ¡un viaje! Esto significa que requiere tiempo,
incluso toda una vida. Al orar, sé persistente pero también
paciente. Los “oídos de Dios están atentos” a tus oraciones y
12 UNA MUJER QUE ORA POR SU ESPOSO

tus clamores; Él te ve en secreto y actúa cuando y como bien


le parece (1 P. 3:12; Mt. 6:6).

Ora incluso cuando no te apetezca. Cuando te sientes des-


animada o frustrada con lo que ocurre, o no ocurre, en tu
matrimonio, ¡ora! Dios conoce tu corazón, tus sueños y deseos,
y tus pesares. Empieza tu tiempo de oración contándole a tu
Padre celestial lo que está pasando, o lo que no sucede, en tu
matrimonio, tu hogar y tu vida… y también en la de tu esposo.
Sin embargo, actúa también como el escritor del Salmo 77.
En diez versículos, Asaf se lamentó a Dios por su triste situa-
ción. Luego se le abrieron los ojos y reconoció: “Enfermedad
mía es esta; traeré, pues, a la memoria los años de la diestra del
Altísimo. Me acordaré de las obras de JAH; sí, haré yo memoria
de tus maravillas antiguas” (vv. 10-11).
Asaf da un giro a sus pensamientos y cambia su patrón de
reflexión. Resuelto, declara: “haré” y, a continuación, alaba a
Dios y afirma que Él ha sido, y siempre será, fiel y bueno; nunca
se equivocará en lo que está haciendo.

Ora esperando librar batalla. A lo largo de todo el capítulo 17


de Juan vemos a Jesús, el Hijo de Dios, orando a su Padre en el
cielo. En la que se suele definir como la oración sumo-sacerdotal
de Jesús, descubrirás que el mundo es un campo de batalla en
el que las fuerzas del mal guerrean con quienes están bajo la
amorosa autoridad de Dios. Satanás y el sistema maligno que ha
establecido atacan constantemente al pueblo de Dios. Con esto
en mente, Jesús oró en Juan 17 por sus doce discípulos y, por
extensión, por todos sus seguidores, incluidos tú y tu esposo.
¿Qué pidió Jesús? Que el Padre guardara a salvo a todos los
creyentes de todos los tiempos —a ti y a tu esposo también—,
del poder de Satanás y los mantuviera aparte, santos y puros.
Espero que tu esposo esté orando por ti, pero, aunque no lo
haga, tú debes aceptar tu papel de guerrera de oración. Es vital
Responde al llamado de Dios a la oración 13

que, al rogar por tu amado esposo, te veas como un soldado


que libra batalla. ¿No te parece alentador saber que Jesús está
en el cielo intercediendo también a favor de tu esposo? ¡Qué
buen equipo!

Ora sabiendo que el Espíritu Santo también está intercediendo.


En ocasiones, como esposas no sabemos cómo orar por nuestros
esposos. Si eres un poco como yo, estás tan cerca de las luchas
de tu esposo que a menudo te paraliza el temor o la perplejidad.
Durante esos momentos de desesperación, tú y yo podemos
contar con el Espíritu Santo, junto con Dios Padre y Jesús, su
Hijo. Cuando no sabes qué pensar o cómo orar por tu esposo,
puedes estar segura de que el Espíritu Santo está al tanto de
todo e intercede a su favor.
Romanos 8:26 declara: “El Espíritu nos ayuda en nues-
tra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo
sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con
gemidos indecibles”. Sabemos que estamos en buenas manos,
porque el siguiente versículo afirma que esa intervención está
siempre en armonía con la voluntad de Dios: “Conforme a
la voluntad de Dios intercede por los santos” (v. 27). Que te
sirva de aliento saber que, cuando oras, no estás sola, sino que
Jesús está intercediendo a la diestra del Padre y que el Espíritu
también está involucrado. La Trinidad al completo se une a ti
en tus oraciones por tu esposo.

Ora y déjale el resultado a Dios. Dios le dice a su pueblo que


ore sin cesar (1 Ts. 5:17). Por tanto, ¡debes obedecerle y orar! Sin
embargo, el verdadero consuelo al orar por tu esposo consiste
en dejar tus peticiones en las manos de Dios. Ora, observa y
espera los resultados. Podrías tener que orar, observar y esperar
durante décadas, pero cada día —y cada vez que experimentes
la más mínima angustia o frustración— deposita tus preocupa-
ciones en las manos de Dios para que Él actúe en el momento y
14 UNA MUJER QUE ORA POR SU ESPOSO

de la manera que Él decide. Filipenses 4:6 te indica que “sean


conocidas vuestras peticiones delante de Dios”. ¿Y después?
Experimentarás “la paz de Dios” (v. 7).

Céntrate en tus bendiciones


En uno de sus muchos salmos, David nos ofrece instrucción
práctica cuando escribió: “¡Bendice, alma mía, al Señor, y no
olvides ninguna de sus bendiciones!” (Sal. 103:2, RVC). Cuando
estás orando y llamando a las puertas del cielo a favor de tu
esposo, resulta fácil centrarte en lo que no tienes o en lo que
no parece que Dios esté haciendo. Es fácil cuestionar a Dios
y empezar a preguntarle: “¿Por qué no cambia nada? ¿Por qué
no estás resolviendo esto?”. Sin embargo, en medio de todas
nuestras preguntas, David nos insta a recordar y reconocer
todas las bendiciones de Dios, todos sus “beneficios”.
Tengo que confesar que me encanta el Salmo 103:2, y me
tomé en serio su exhortación a “no olvidar” las muchas formas en
que Dios me bendice. Por tanto, el primer día que usé mi pequeño
libro morado para orar, abrí una página y la titulé “Bendiciones”, y
escribí una lista de todas las bendiciones que me habían sucedido
durante el día… y solo eran las diez de la mañana.
¿En qué pensaba? ¿Puedes imaginar una sola página pequeña
para anotar todas las bendiciones de Dios para ti como hija
suya? En unos minutos aquella página estaba llena, ¡y yo no
había terminado! Las palabras de Jesús me vinieron a la mente:
“¿Cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas
cosas a los que le pidan?” (Mt. 7:11). ¡Y así lo hace!
Obviamente, cuando preparé mi carpeta con hojas sueltas,
creé una sección individual titulada “Bendiciones” para llevar
un registro de la multitud de maneras en que Dios me bende-
cía y me alentaba. (En poquísimo tiempo, página tras página
se fueron llenando con evidencia de las bendiciones de Dios,
hasta el punto de llenar toda una carpeta de nuestro mueble
archivador).
Responde al llamado de Dios a la oración 15

No olvides reconocer las bendiciones de Dios a diario, y


varias veces durante el día. Mantener un registro de sus bene-
ficios te hace más consciente de su presencia en tus días, horas
y minutos. Luego, cuando tengas un día difícil y te sientas
especialmente desanimada y hasta deprimida, saca tus listas
y revísalas, y alaba a Dios por sus bendiciones pasadas. Tu
espíritu revivirá.

Espera
La oración es, realmente, la reina de todas las costumbres
que puedas desear como mujer de fe. Al avanzar en la lectura de
este libro y descubrir las distintas formas de orar por tu esposo,
quiero que conserves este pensamiento en tu mente:

Quien ha aprendido a orar


ha aprendido el mayor secreto
de una vida santa y feliz.2

Estoy segura de que has captado la palabra aprendido. Todo


tu aprendizaje y tus esfuerzos en la oración ayudarán a con-
ducirte a “una vida santa y feliz”. Y el hermoso milagro es
que esa vida santa y feliz puede ser tuya cada día… todos los
días… a medida que respondes al llamamiento de Dios a orar.
¡Empieza ahora, y abre tu corazón por tu esposo y ora por él!
La oportunidad y el privilegio de hablarle a Dios a través de la
oración son tuyos.
Al dar el paso de profundizar tu vida de oración y rogar
por tu esposo, estarás poniendo su nombre en 15 oraciones que
harás por él. Pero, antes de iniciar este proyecto de oración,
hay un lugar en el que espero que escribas tu nombre. George
Müller hizo la declaración al final de este capítulo. Fue un

2. William Law, A Practical Treatise Upon Christian Perfection (Londres:


William and John Innys, 1726), p. 459.
16 UNA MUJER QUE ORA POR SU ESPOSO

hombre que oraba sin cesar. Sin pedirle ayuda a una sola per-
sona o tan siquiera hablar de sus necesidades, le pidió a Dios
que proveyera a diario para los muchos huérfanos que había
reunido. Mediante fervientes plegarias fue capaz de ocuparse de
todas las necesidades —alimento, ropa, salud y educación— de
más de diez mil niños a lo largo de su vida.
¿No te gustaría tener una fe constante como la de Müller y
el mismo tipo de respuestas a tus oraciones por tu esposo? ¡Es
posible! Sobre todo, si desarrollas el mismo grado de compro-
miso que George Müller mientras oras por tu esposo:

Vivo en el espíritu de la oración. Oro mientras


camino, oro cuando me acuesto y cuando me levanto.
Y las respuestas siempre llegan. Mis oraciones han
recibido respuesta miles y miles de veces. Si tengo
la convicción de que algo es correcto y para la glo-
ria de Dios, sigo orando por ello hasta que llega la
respuesta. ¡George Müller nunca se da por vencido!3

¡_____________________ nunca se da por vencida!


(Pon tu nombre aquí).

3. George Müller citado en Nick Harrison, Power in the Promises (Grand


Rapids: Zondervan, 2013), p. 226.
Capítulo 1

Ora por el crecimiento


espiritual de tu esposo
También nosotros… no cesamos de orar por vosotros,
y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su
voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para
que andéis como es digno del Señor, agradándole
en todo, llevando fruto en toda buena obra, y
creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos
con todo poder, conforme a la potencia de su gloria,
para toda paciencia y longanimidad; con gozo…
COLOSENSES :-

T odo matrimonio tiene su comienzo. Para Jim y para mí,


fue en el campus de la Universidad de Oklahoma. Habían
empezado las clases del otoño y, en el camino a mi clase de
ballet todos los lunes, miércoles y viernes, me encontraba cara
a cara con un joven guapo y simpático. Hasta el día de hoy,
¡me alegro tanto de haberme apuntado a esa clase de ballet para
suplir mi necesidad de créditos en bellas artes!
A aquel joven tan guapo y agradable se le conocía en el

17
18 UNA MUJER QUE ORA POR SU ESPOSO

campus con el apodo de Jim George el Sonrisas, ya que son-


reía, reía y saludaba a todos aquellos con los que se cruzaba…
incluida yo. Tres veces por semana nos sonreíamos y nos salu-
dábamos. Entonces, un amigo suyo nos organizó una cita a
ciegas, ¡y ocho meses después nos casamos! Él, un científico y
estudiante de Farmacia, se casó con la bailarina, estudiante de
Lengua inglesa. ¡Vaya pareja!…
Contaré más de nuestra historia un poco más adelante, pero
permíteme decir tan solo que Jim y yo pasamos los siguien-
tes cinco años haciéndolo todo básicamente mal en nuestro
matrimonio. Luego añadimos dos niñitas a la mezcla y vivimos
otros tres años avanzando con dificultad y haciéndolo todo mal
como padres. No teníamos un buen fundamento ni pautas, ni
principios que nos mostraran el camino hacia un matrimonio
y una familia felices y satisfactorios.
¡Pero sucedió un milagro y, por la gracia de Dios, nos con-
vertimos en una pareja cristiana! (¡Gracias, Señor!). Entonces
empezamos a crecer en Cristo. Y el primer día en la iglesia,
cuando el pastor dijo “Busquen en sus Biblias…”, comprendimos
que necesitábamos de inmediato dos Biblias. ¡Muy fácil! Cuando
terminó el culto, nos compramos dos Biblias del mismo color.
Y lo mejor de todo es que empezamos a leerlas un día des-
pués. Al domingo siguiente nos unimos a una clase para jóvenes
parejas. Durante aquella clase nos apuntamos al estudio bíblico
de los viernes por la noche, también para casados. ¡Éramos
como esponjas! Nos apuntábamos a todas las actividades que
surgían. También empezamos a memorizar las Escrituras y a
asistir a clases bíblicas nocturnas en un instituto bíblico local.
Después de tanto tiempo en el mundo, teníamos hambre
—¡mucha hambre!— de algo con sustancia, algo con sentido,
que nos diera respuestas a nuestras numerosas preguntas como:
¿Cuál es el propósito de nuestras vidas? ¿Cómo podríamos
tener un matrimonio significativo? ¿Dónde podríamos conse-
guir ayuda en la crianza de nuestras dos pequeñas?
Ora por el crecimiento espiritual de tu esposo 19

Si has leído alguno de los libros que Jim y yo hemos escrito,


tal vez hayas sentido la tentación de pensar: ¡Vaya, qué vida tan
maravillosa tienen Jim y Elizabeth! Bueno, permíteme decirte
rápidamente que no fue así al principio. Tras ocho años de
matrimonio, tres de estos como padres, estábamos muy perdi-
dos y confundidos… ¡y desanimados! Durante casi una década,
en nuestro hogar hubo poca o ninguna paz. Las discusiones
estaban a la orden del día. Discrepábamos en todo.
Una cosa llevó a la otra hasta que cada uno terminó
siguiendo su propio camino. Jim dedicaba todo su tiempo a
su trabajo de comercial farmacéutico y yo asistía a clases día y
noche para conseguir sacar la maestría y obtener una licencia
como consejera de matrimonio y familia. (¿Oyes mi risa? ¡Yo
sí oigo la tuya!). Ambos admitimos que llegamos a pensar en
el divorcio. Éramos la típica pareja que no funcionaba bien, y
la relación se venía abajo por tercera vez… arrastrando a dos
pequeñas con nosotros.
¡Y apareció Jesús! Escuchamos gozosos las buenas nuevas
del evangelio, ¡y lo aceptamos gustosamente! Con Jesús llegó
nueva vida. Éramos nuevas criaturas en Cristo. Las cosas vie-
jas pasaron. ¡He aquí todas las cosas eran nuevas! Estábamos
impresionados por las verdades del nuevo nacimiento y el com-
pleto perdón por nuestro pasado y nuestros pecados. Nuestras
mentes se tambaleaban al saber que, en virtud de la muerte
de Jesús, se habían borrado todos nuestros pecados. En Cristo
teníamos una segunda oportunidad, un nuevo comienzo.
Conforme fuimos creciendo espiritualmente, supimos de
la presencia del Espíritu Santo en nosotros y en cada creyente.
Probamos de primera mano la asombrosa transformación que
se produce cuando los seguidores de Jesús se alimentan de la
Palabra de Dios y se comprometen a obedecer lo que la Biblia
revela sobre las conductas que Él desea en su pueblo. Todavía
fallábamos a menudo… pero definitivamente íbamos creciendo.
Estas mismas experiencias también están disponibles para
20 UNA MUJER QUE ORA POR SU ESPOSO

ti —y para tu esposo— cuando te comprometes a seguir a


Cristo y a crecer en la madurez espiritual. Por tanto, mientras
maduras en el Señor, puedes —y deberías— orar por el creci-
miento espiritual de tu marido. A continuación, encontrarás dos
situaciones a tener en cuenta en tu matrimonio y cuando ores.

¿Y si mi esposo no es cristiano?
Si tu esposo no es cristiano, tu primer y principal cometido
es orar a diario para que Dios atraiga a tu amado hacia Él. No
me cansaré de instarte a que ores con fidelidad. Es más que
posible que tú seas la única persona sobre la tierra que estés
orando por él. Esto significa que, si tú no lo haces, ¡nadie
lo hará! La Biblia declara: “La oración eficaz del justo puede
mucho” (Stg. 5:16). Y lo mismo sucede con la oración eficaz y
ferviente de una esposa justa. ¡Significa y logra mucho! Dios te
ha encomendado que ores, que sigas orando pase lo que pase,
y que confíes en Él.
Y mientras oras por tu esposo, pide a Dios que envíe a
personas que compartan su fe con él. Pide que alguien le dé
un libro que le muestre el camino a Cristo. Así es como Jim
y yo nos convertimos en un matrimonio cristiano. Uno de
los doctores a los que Jim visitaba cada mes era un cristiano
ferviente, y le regaló un libro cristiano. (Por cierto, este doctor
compró centenares de ejemplares de este libro ¡y le regalaba
uno a cada persona que entraba en su consulta!). Jim leyó el
libro por todas las razones equivocadas: lo hizo por si el médico
le preguntaba acerca del libro en su próxima visita comercial.
Así podría sonreír y contestar que sí lo había hecho y debatir
el contenido de manera educada y con conocimiento.
¡Quién hubiera imaginado que este libro cambiaría la vida
de Jim por completo! Como el apóstol Pablo en Filipenses 3,
Dios “alcanzó” o asió a Jim por medio de las Escrituras y las
verdades presentadas en ese libro.
Como con todas las cosas buenas, Jim quiso compartirlo
Ora por el crecimiento espiritual de tu esposo 21

con su esposa… o sea, conmigo. De inmediato, me pidió que lo


leyera. Con toda sinceridad, le respondí: “Claro, lo leeré”. Des-
pués de todo, lo único que yo hacía era leer libros y documentos
para mis estudios (¡y mi casa toda desordenada daba fe de ello!).
Tristemente, el libro se perdió en mi biblioteca durante los dos
años siguientes. Y, como Jim, el día que lo tomé y empecé a
leerlo fue el día que mi vida cambió para siempre. De repente,
Dios también transformó mi vida… y nos convertimos en una
pareja conforme al corazón de Dios. Fue entonces cuando, de
todo corazón y en perfecta unidad, entramos de un salto en la
carrera que tenemos por delante (He. 12:1).
¡Cómo te aliento a orar por tu esposo incrédulo! Dios puede
transformar su vida por completo, de arriba abajo y de dentro
a afuera. Él puede atravesar el más duro de los corazones. Se
deleita mostrándoles a las personas la forma de conocerle y de
experimentar su amor y su perdón. Y la oración es la vía directa
que te lleva a Dios. Cada oración que pronuncias va de tu cora-
zón al suyo. Pedir por tu esposo es tu acto de amor supremo.
Como expresó un célebre teólogo: “Nada te hace amar más a
un hombre que orar por él”.1

¿Y si mi esposo es cristiano?
Si tu esposo es creyente, no olvides orar para que Dios lo
ayude a querer crecer como cristiano.
Tal vez sea un buen momento para recordar que no se nos
ha llamado a importunar a nuestros maridos para que lean la
Biblia y estén más comprometidos con su crecimiento espiri-
tual. Como me indicó una mentora, siendo yo todavía una
recién convertida, no tengo que intentar adoptar el papel del
Espíritu Santo en impulsar y convencer a mi esposo de su
necesidad de crecer en Cristo.

1. William Law, citado por Sherwood Eliot Wirt, Topical Encyclopedia of


Living Quotations (Minneapolis: Bethany House, 1982), p. 182.
22 UNA MUJER QUE ORA POR SU ESPOSO

Y es verdad. Como esposa, no soy responsable de su


crecimiento espiritual, pero sí de crecer yo y cumplir los man-
damientos divinos de amar y respetar a mi esposo, ayudarle y
ser su animadora número uno en todas las cosas.2

¿Qué debe hacer la esposa?


¡Lo primero en tu “Lista de quehaceres para esposas” es orar,
orar, orar! En lugar de descargar sobre tu esposo la frustración y
decepción que sientes por él, ¡ora! Comparte tus preocupaciones
con Dios. Cuando le comentas los deseos de tu corazón y oras
por algo que sabes que Él quiere que suceda en la vida de tu
cónyuge, como crecer en Cristo, lo estarás comunicando a la
persona adecuada.
Sigue adelante y explícale a Dios por qué estás pidiendo eso
en concreto. Lo primero de tu lista debería ser el crecimiento
espiritual de tu esposo, porque es algo que Dios quiere para
él. Orar de esta forma centra tus oraciones en Dios, y no en ti
misma ni en nada que haga tu vida más fácil o mejor.
También puedes pedirle a Dios que plante en el corazón de
tu esposo el deseo de crecer en el conocimiento de Dios, porque
ese crecimiento convertirá a tu esposo en un hombre piadoso y
en un mejor líder espiritual para ti y para los hijos que tengan.
Este es el papel que Dios ha establecido para todos los esposos
cristianos. Orar por esto no es egoísta. No, esta petición tam-
bién se alinea con la voluntad de Dios de que los esposos sean
líderes en su hogar (1 Co. 11:3; 1 Ti 3:5).
Aquí tienes otra forma de amar a tu esposo: ora pidiendo un
mentor espiritual que tome a tu esposo bajo su ala. Esta petición
también es bíblica y agrada a Dios. Pablo tuvo a Timoteo a quien
criar y formar. Josué tuvo a Moisés a quien observar y de quien
aprender. Bernabé tomó a su sobrino Juan Marcos y le enseñó
todo lo que sabía sobre el servicio a Dios. Esto, querida esposa,

2. Tito 2:4, Efesios 5:33, Génesis 2:18, respectivamente.


Ora por el crecimiento espiritual de tu esposo 23

es lo que Dios quiere para tu esposo: que tenga un mentor y que


un día él lo sea para otros.
Respecto a nuestras oraciones, Dios nos proporciona unas
pautas para ayudarnos a comprobar nuestros motivos. Proceden
de Santiago 4:2-3:

—“No tenéis lo que deseáis, porque no pedís”. ¿El mensaje


de Dios? Asegúrate de orar y pedirle a Dios que obre en
el corazón de tu esposo.
—“Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en
vuestros deleites”. Recuerda que no estás pidiendo nada
para ti misma, sino lo que sabes que Dios quiere de tu
esposo y para él.

La primera de estas dos pautas para la oración en Santiago


4 nos indica que tal vez no vemos a Dios obrar en nuestra
vida, matrimonio y familia, porque descuidamos la oración.
Por tanto, no tenemos lo que nosotras, nuestro cónyuge y los
niños necesitamos, porque no se lo hemos pedido a Dios. El
mensaje divino para nosotras es que empecemos a pedir… y
que sigamos pidiendo.
La segunda enseñanza nos advierte que, una vez empezamos
a pedir, debemos comprobar nuestro corazón. Por tanto, empe-
zamos a orar y pedir… y quizás no estemos recibiendo todavía
ni viendo lo que estamos pidiendo. Y nos preguntamos, ¿qué
es lo que va mal? Dios explica que puede ser que no estemos
recibiendo respuestas, porque estamos pidiendo “mal”. Pedimos
cosas incorrectas, por razones o motivos equivocados.
Una Biblia de estudio nos ayuda a entender estos dos prin-
cipios de Santiago 4:2-3, con estas palabras:

¿Le hablas a Dios? Cuando lo haces, ¿de qué le hablas?


¿Le pides solamente que satisfaga tus deseos? ¿Buscas
la aprobación de Dios para lo que ya estás planeando
24 UNA MUJER QUE ORA POR SU ESPOSO

hacer? Nuestras oraciones se volverán más podero-


sas cuando permitamos que Dios cambie nuestros
deseos para que se correspondan perfectamente con
su voluntad para nosotros (1 Jn 3:21, 22).3

Eleva esta oración


Aquí tienes una oración perfecta para pedir el crecimiento
y la madurez espirituales de tu esposo. Y sí, puedo decir que es
perfecta, porque está sacada de la Biblia… ¡la Palabra de Dios,
directamente de su corazón! He retocado estos versículos para que
puedan ser tu oración personal a Dios por tu esposo. Óralos con
fervor y pasión —¡y a menudo!—, desde tu corazón al de Dios y
rellena los espacios con el nombre de tu amado. Antes de seguir
leyendo, lee la porción que forma la parte central de esta oración.
La encontrarás al principio de la primera página de este capítulo.

Mi oración por mi esposo


Colosenses 1:9-11

Padre y Señor, no ceso de orar por ______________,


y de pedirte que ______________ pueda estar lleno de
tu conocimiento de tu voluntad, en toda sabiduría y
entendimiento espiritual; que ______________ pueda
caminar en toda buena obra y crecer en su conocimiento
de ti, Señor; que ______________ pueda ser fortalecido
con toda fuerza, según tu glorioso poder. Amén.

¿No es una extraordinaria oración? Esta y cada una de las


oraciones de la Biblia fueron pronunciadas con un propósito.
3. Life Application Bible (Wheaton, IL: Tyndale House y Youth for Christ/
USA, 1988), p. 1922.
Ora por el crecimiento espiritual de tu esposo 25

Descubramos, pues, el objetivo y la razón de esta exquisita


oración que elevamos por nuestros esposos.
Cuando el apóstol Pablo oró y escribió esta súplica, estaba
lejos de las personas a las que amaba en la iglesia de Colosas. De
hecho, estaba encarcelado en Roma, a más de 1500 km de allí.
Un día, Epafras, el pastor de la iglesia colosense, fue a visitarle.
Este fiel pastor le transmitió a Pablo sus graves preocupaciones
por las condiciones espirituales de aquella congregación.
El resultado de la amorosa inquietud de este hombre por el
estado espiritual de sus amigos fue el libro de Colosenses. Con
pesar en su corazón pero desbordante de amor, Pablo escribió
una “carta” a las personas de la iglesia de Colosas. En ella com-
partió las respuestas y las soluciones de Dios a los problemas
de aquellos hermanos.
A medida que desarrollamos los tres versículos de la sincera y
expansiva oración de Colosenses 1:9-11, piensa en la relevancia
de las implicaciones de esta oración en la vida espiritual de tu
esposo.

Ora por tu esposo con fervor y sin cesar (Col. 1:9). Como
Pablo, tus oraciones por el crecimiento espiritual de tu pareja
deberían ser frecuentes… ¡y para siempre! Como escribió el
apóstol: “no cesamos de orar”. Es un buen recordatorio para
todas las esposas: tu oración por tu esposo no es un hecho ais-
lado. Cuando él tiene un problema, una necesidad o atraviesa
una crisis, o estás preocupada por él, puedes elevar una oración
rápida en cualquier momento y lugar, independientemente de
lo que estés haciendo.
Sin embargo, no puedes conformarte con oraciones tipo
“flecha” al azar, disparadas al cielo desde aquí o allá, de vez en
cuando. Sí, hay lugar para compartir rápidamente tu corazón
con Dios mientras transcurre tu día y te acuerdas de alguien,
o tu corazón está roto, o necesitas visión de inmediato. Pero la
oración también es negociar con Dios. Es como preparar una
26 UNA MUJER QUE ORA POR SU ESPOSO

presentación para compartirla en el trabajo, ante un comité o


una junta. Se te ocurre una idea, un cambio o una mejora que,
en tu opinión, significaría un progreso en la empresa de tu jefe
o te ayudaría en tu trabajo. De modo que creas, editas, cambias,
afinas y pules la exposición que harás ante quienes tengan el
poder, para que la consideren y, con suerte, la aprueben.
Tus oraciones formales a Dios son como una presentación.
Quieres algo con desesperación. Deseas que tu esposo se con-
vierta, o que anhele crecer como cristiano. Es un asunto serio
que le expones a Dios. Derramas tu corazón ante Él y las razo-
nes de tu petición.
Me encanta la imagen —y la oración— que encontramos
en 2 Reyes 19:14-18. Cuando el rey Ezequías recibió una carta
de amenaza exigiendo su rendición a un ejército enemigo, ¿qué
hizo?

Ezequías tomó las cartas de mano de los embajadores,


y después de leerlas subió al templo del Señor y, exten-
diéndolas delante del Señor, oró… (vv. 14-15, RVC).

Ezequías fue al templo, desplegó las cartas delante del Señor


y oró, apeló y le presentó su problema, sus peticiones y sus
razones.
El rey Ezequías nos muestra cómo ir a la presencia de Dios
con algo vital para nosotros y para Él. También lo hace Pablo.
Sus oraciones eran “siempre” (Fil. 1:4), “sin cesar” (1 Ts. 5:17),
y oraba “constantemente” (2 Ti. 1:3, NTV).
Dime, ¿para qué cosas deberías estar orando?

Ora para que tu marido crezca en el conocimiento de la volun-


tad de Dios (Col. 1:9). El enfoque de tu oración es que tu esposo
pueda ser “lleno del conocimiento de su voluntad”. La Biblia
afirma que “si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad,
él nos oye” (1 Jn. 5:14). De modo que pedir que tu esposo
Ora por el crecimiento espiritual de tu esposo 27

conozca la voluntad de Dios y viva y actúe de acuerdo con ella


es sumamente importante.
¿Cómo debe tu esposo (y tú también) identificar la volun-
tad divina? No es un misterio inescrutable, por tanto ¿qué más
necesitas para descifrarla? La siguiente frase de Colosenses 1:9 te
proporciona la respuesta: “toda sabiduría e inteligencia espiritual”.
Tienes que pedir sabiduría para tu esposo. “Sabiduría” es la
capacidad de reunir y organizar principios de las Escrituras. Y
también debes orar por la inteligencia espiritual de tu cónyuge,
para que entienda lo que lee y estudia en la Palabra de Dios. Y
es que “entender” es la aplicación de esos principios a la vida
diaria de tu marido. ¡Es la esencia de la voluntad de Dios!

Ora para que tu esposo agrade a Dios (Col. 1:10). Como


dije, es una oración maravillosa y hermosa: ¡que tu marido
agrade a Dios! Él se complace cuando tu esposo obedece sus
mandamientos, cuando cumple su voluntad. Estás orando para
que tu cónyuge siga a Dios y le obedezca, al caminar de un
modo digno, y esto dará como resultado el fruto del Espíritu
en su vida: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre y templanza (Gá. 5:22-23). Tu esposo también
agrada a Dios cuando crece en su conocimiento de Él.
Colosenses 1:10 resume cómo tu esposo puede complacer
a Dios: por medio de un caminar controlado por el Espíritu,
acciones piadosas y el estudio diligente de la Palabra de Dios. ¡Y tú
tienes el privilegio de orar por él para que actúe exactamente así!

Ora para que tu esposo sea fortalecido por Dios (Col. 1:11). Pro-
bablemente estés familiarizada con la poderosa declaración de
Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13).
De manera similar, el apóstol se centró en la fuerza del Señor en
su oración de Colosenses 1:11, en la que pedía que los creyentes
fueran “fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia
de su gloria”.
28 UNA MUJER QUE ORA POR SU ESPOSO

Sigamos la senda de la oración de Pablo. En tu oración,


querida esposa que oras, pídele a Cristo que capacite a tu esposo
con su poder para que sea un hombre de Dios. Ora pidiendo
que le dé a tu esposo su fuerza para que te ame a ti y a sus hijos,
y que dirija la unidad familiar en medio de las presiones y las
adversidades de la vida cotidiana. Y ora fervientemente para
que él sea fortalecido con todo poder “conforme a la potencia
de su gloria”. Ruega a Dios que tu esposo sea fortalecido con
su glorioso poder y su increíble fuerza, para que pueda soportar
las dificultades con paciencia y gozo.
Reflexionando sobre el glorioso poder y la fuerza de Dios, el
comentarista devocional de la Biblia, Matthew Henry, escribió:

Ser fortalecido es recibir provisión, por la gracia de


Dios, para toda buena obra y ser confirmado por
esa gracia contra todo mal [obra]: es ser capacitado
para realizar nuestro deber y seguir manteniéndonos
firmes en nuestra integridad.4

Y esta es la bendición suprema del glorioso poder de Dios:


cuando tu esposo esté fortalecido por ese poder, solo habrá
una forma de explicar su vida y su carácter ¡y es Dios! Y como
no hay explicación humana para el caminar de tu esposo y
el fruto en su vida, Dios mismo recibirá toda la gloria. Dios
será glorificado, y este es el más elevado objetivo y propósito
cristiano: hacerlo “todo para la gloria de Dios” (1 Co. 10:31).

Además de orar, ¿qué puedes hacer?


1. Decide crecer espiritualmente tú también. Esta es la decisión
más importante que debes tomar cada día. Pon diariamente al

4. Matthew Henry, Matthew Henry’s Commentary on the Whole Bible,


complete and unabridged in one volume (Peabody, MA: Hendrickson Publishers
2003), p. 2330.
Ora por el crecimiento espiritual de tu esposo 29

Señor primero en tu corazón y Él te proporcionará la sabiduría


para que seas el tipo de mujer que tu esposo necesita. Entiende
que el tiempo que pases leyendo y estudiando la Palabra de
Dios, e inclinando tu alma en ferviente oración son momentos
santos de preparación, no solo para tu día, tus responsabilida-
des y tu caminar con Dios, sino a fin de estar dispuesta para
ministrar a tu marido, a tu familia y a los demás. La influencia
espiritual que tienes en tu esposo y tus hijos será directamente
proporcional al tiempo que pases apartada con Dios, en un
periodo tranquilo y diario de preparación.

2. Acepta la vida que Dios te ha dado. Toda mujer tiene sue-


ños de cómo sería su matrimonio perfecto. Tristemente, la vida
real no parece ser siempre lo que una desea. Tal vez todos tus
sueños se estén convirtiendo en realidad. Si es así, sé agrade-
cida —muy agradecida— y ora por el crecimiento y la madurez
continuos de tu esposo. Quizás estés esperando que ocurra algo
positivo en tu marido y en tu matrimonio. La vida tiene su
forma de establecer desvíos, obstáculos y barreras inamovibles
en tu camino. Pero en vez de sentir lástima por ti misma o
dejarte llevar por el enojo o entregarte a la desesperanza, elige
siempre dar gracias. Sé que es lo contrario a lo que sientes y
piensas, pero es la recomendación de Dios para mantener una
conducta como la de Cristo. Es su voluntad: “Dad gracias en
todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en
Cristo Jesús” (1 Ts. 5:18). “Todo” significa exactamente eso.
Todo incluye hasta la forma en que tu esposo le responde, o
no responde, a Dios. Recuerda, tu trabajo consiste en amar a
tu esposo y orar a Dios para que cambie su corazón. Efectuar
el cambio es tarea de Dios, en su tiempo y a su manera.

3. Reconoce la suficiencia de Dios. Los problemas y las decep-


ciones son el medio que Dios usa para darte oportunidades de
vivir su voluntad, aunque la vida no sea exactamente como
30 UNA MUJER QUE ORA POR SU ESPOSO

habías esperado. Él está obrando constantemente en ti, así que


no permitas que la tristeza o el pesar te hundan. No te rin-
das. Opta por reconocer la promesa divina: “Bástate mi gracia;
porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Co. 12:9).
Extiende tu mano y aférrate a la gracia de Dios. Deja que
Él te levante y te saque de tu angustia y tu desesperación. No
mires abajo, a tus problemas, sino levanta tus ojos a tu Dios
todopoderoso. Céntrate en “Aquel que es poderoso para hacer

Łvł
todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos
o entendemos” (Ef. 3:20).

Bendición desde el corazón de Pablo


Efesios 3:20-21

Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las


cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos
o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a
él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas
las edades, por los siglos de los siglos. Amén.

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