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Los estudios del cerebro indican que para conseguir todo ello es necesario:
a) Una buena adaptabilidad emocional, imprescindible para controlar e integrar los procesos de
aprendizaje,
b) Un esfuerzo continuo y sostenido en las acciones para lograr el aprendizaje y, a la vez, para
asegurar su efectividad,
El aprendizaje en los jóvenes es mucho más rápido que en los adultos, pero esto no
significa que sea más efectivo. Se requiere por ejemplo un ambiente enriquecido que permita
un buen aprendizaje, para eso es necesario tener en cuenta, además de los contenidos, las
motivaciones, la confianza del estudiante en sí mismo, la autoestima, la adaptabilidad
emocional... En este sentido, determinados descubrimientos de la neurociencia permiten
mejorar mucho el proceso de enseñanza para lograr mejores aprendizajes, y sobre todo
modificar y modular las estructuras cerebrales, conocer cómo el cerebro elabora la información,
la aprende, la procesa, la ejecuta y procede a la toma de decisiones viene a ser de gran ayuda
para el proceso educativo.
Los profesores saben bien que en una misma clase no todos los estudiantes interactúan
de igual manera ni asimilan la misma información, ni aprenden de la misma forma, aunque la
acción docente y la materia sean igual para todos. En esto, además del factor genético, también
influyen la motivación, el estado emocional, el estado físico cerebral, que son fuentes
importantes que favorecen o interfieren en la interacción cerebro-ambiente. El cerebro está
continuamente percibiendo, analizando, procesando e integrando información, lo que lleva
cambios en las conexiones y redes neuronales, siempre que la estimulación esté integrada
bidireccionalmente entre el cerebro y el ambiente. Es decir, la plasticidad cerebral va a depender
de la estimulación ambiental a la que esté sometido al cerebro. El uso/desuso son determinantes
en las conexiones cerebrales, o sea, cuanto más se usa el cerebro, sobre todo en los periodos de
máximo desarrollo sináptico, se consigue mayor y mejor plasticidad cerebral. Esto, sin embargo,
no acaba con la adolescencia sino que persiste a lo largo de toda la vida, con mayor o menor
intensidad según la estimulación.
Se han establecido tres periodos de desarrollo cerebral de interés para los sistemas
educativos. El primer periodo, que va del nacimiento hasta los tres años, permite gran capacidad
de absorción de información. El segundo periodo, que va de los cuatro a los once años, presenta
gran armonización en el desarrollo global del cerebro que permite el buen desarrollo de los
conocimientos y destrezas escolares. Puede ser la etapa más importante para la educación por
su incidencia en los procesos de destrezas académicas. El tercer periodo, propio de la
adolescencia, es una etapa de gran desarrollo neuro hormonal, que afecta diferentes áreas
cerebrales responsables del aprendizaje y de la adaptabilidad motriz. El desarrollo neuronal se
extiende hasta mucho después de la adolescencia. Es la etapa más conflictiva a nivel escolar
porque el desarrollo neuro humoral que comporta va en contra de del aprendizaje en ese nivel.
Hay un gran aumento de conductas o comportamientos nuevos, incluidos los emocionales y los
relacionados con el sexo
Se creía que sólo los cerebros jóvenes eran plásticos porque se pensaba que las
conexiones neuronales cerebrales se producían en los primeros años de la infancia y que
lentamente iban declinando hasta formar una estructura fija, difícil de transformarse. Hoy está
demostrado que el cerebro conserva su plasticidad durante toda la vida. El desarrollo del
cerebro es una “actividad-dependiente”, pues cada experiencia excita unos circuitos nerviosos
y deja otros inactivos. Los constantemente encendidos son consolidados, mientras que los otros
se pierden.
Obviamente, todavía no se puede ir “de la neurociencia a la clase” pero se puede resaltar
la gran importancia de mantener el cerebro en forma y sugerir programas estimulares
específicos
El profesor pasaría a ser una figura de mediación. Una buena mediación organiza las
actividades educativas en varios momentos. Así, en un primer momento el profesor, en cuanto
mediador, ofrece un espacio para que los estudiantes expresen libremente sus conocimientos
sobre un tema dado. En el segundo momento, apoyándose en los conocimientos previos de los
estudiantes, selecciona y sistematiza los contenidos a enseñar, llevando a cabo su enseñanza a
través de diversas estrategias, con la participación activa de los estudiantes. En un tercer
momento, el mediador crea situaciones que permitan poner en práctica los conocimientos
adquiridos y tomar conciencia de sus progresos.