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El alumno como sujeto del discurso pedagógico

Prof.ssa Hilda Calcagno

Soy una especialista en educación, pero también soy una maestra normal, y una
docente universitaria, que desde hace casi30 anos ha elegido formar docentes, por lo
tanto atreviéndome a parafrasear al historiador contemporáneo, Eric Hobswaum,
que cuando le preguntaron acerca de qué era para él la historia del siglo XX,
respondió es la historia de mi vida, puedo decir que la enseñanza es la historia de mi
vida.

Desde este lugar quisiera compartir con Uds. algunas reflexiones.


La Enseñanza siempre ha sido difícil
En primer lugar les cuento que en las épocas del eficientismo pedagógico de los 70,
Huerta Ibarra, abre su libro, -que a modo de carta instruccional enseñaba a planificar-,
curiosamente con un cuentito.
La humanidad imperfecta envía al Olimpo un emisario para que les indiquen como
enseñar. Seis sabios bajan a la tierra con principios que remedan algunos consejos
psicopedagógicos que todos escuchamos: la motivación es el factor por antonomasia, la
lógica es lo más importante, la aplicabilidad inmediata del contenido asegura su
recuerdo, la memoria es indispensable, la actualización del contenido…Cada sabio baja
impone su mirada pero los resultados nunca son del todo satisfactorios.
Al final del cuento Zeus termina diciendo:- Por lo visto la actividad de enseñar es…-
relata Huerta Ibarra, que Zeus buscó una palabra adecuada para un dios y dijo
Cáspita -si hubiese sido porteño hubiese dicho “la pucha”-, enseñar es lo más difícil
que hay. Huerta Ibarra, deja abierto el cuento y nos propone ser el séptimo sabio.

Si los voceros de la eficiencia, que nos ofrecían soluciones enlatadas, no podían


asegurarnos éxito, habrá que empezar asumiendo que la enseñanza siempre conlleva un
desafío, es una tarea para locos, para valientes y para utópicos, y por ende la levedad
del cualquier discurso pedagógico, entre ellos del mío.

El aporte de la Pedagogía
Ha llevado muchos siglos a la educación, llegar a construir teorías pedagógicas que nos
auxiliaran en esa ardua tarea.
En el siglo XVIII, Rosseau, introdujo una idea fundamental para la práctica educativa.
Es el primero que dijo, que antes que los contenidos y los métodos estaba el niño como
destinatario real y presente de nuestra práctica. Sugería que no busquemos al hombre en
el niño, sino que valoremos la infancia como forma de sentir y de ser, que no la
desmerezcamos, que observemos al niño buscando en sus intereses y posibilidades la
oportunidad de la intervención.
La psicología constructivista siguió, a futuro, perfeccionando estas visiones.

Otro genial pedagogo, en el siglo XX, John Dewey, volvió a poner sus ojos en el niño,
ya como sujeto cultural, como sujeto social. Y nos propuso acercar la cultura al niño,
haciéndoles vivenciar a su medida y a partir de sus intereses, las actividades sociales .La
participación responsable en la comunidad escolar era para este educador el medio de
formación en los valores democráticos
En el pensamiento de Dewey la escuela forma ciudadanos “cultos” e individualidades
poderosas y críticas capaces de mejorar la sociedad. Y no es poco, cuando, esto se dice
en los años 30, en los EEUU, en pleno taylorismo.

Más adelante, ya entrado el siglo XX, los pedagogos críticos en su conjunto, ponen en
evidencia la relación de la escuela y el currículum con el sistema económico social y
Alertan acerca de la posibilidad de que la escuela, como mecanismo de subjetivación,
actúe como aparato de reproducción de esas relaciones.
La escuela puede también, como medio para para la reconstrucción y reinvención de
una nueva subjetividad, sobre la base de toma de conciencia crítica de sus propia
función hegemónica.
El instrumento pedagógico del cambio, para el maestro Freire, es el diálogo, y no hay
diálogo posible, -sin noción de alteridad y de horizontalidad, en la medida que
reconozcamos al otro-en este caso al alumno- como un ser capaz de pensar, saber y
actuar. Todos somos pensantes, podemos recuperar la capacidad de pensar para Freire,
porque confiaba en que todos podemos pensar dialécticamente.

Las preguntas de la Pedagogía hoy

Todas estas maravillosas ideas partían de algunos supuestos inherentes a la pedagogía:


para qué educar, una visión acerca del sentido individual social de la educación, y muy
especialmente en una idea de alumno/ sujeto y en la posibilidad de comunicación
entre los enseñantes y los enseñados.

Actualmente, sobre la base de estos supuestos, construimos nuestro mensaje pedagógico


y armamos una mochila de instrumentos y principios: lo primero es saber aquello que se
enseña –vivimos actualizándonos, la planificación nos ayuda a manejar imprevistos, la
tecnología con sus múltiples lenguajes nos ofrece recursos para favorecer distintos
estilos de aprendizaje, si trabajamos por proyectos vamos a involucrar al sujeto y a la
vez vamos a desarrollar contenidos procedimentales, liberar el pensamiento, etc.,
Etc.
Como Dice Meireu, estamos en condiciones de fabricar al sujeto perfecto…, a un
nuevo Frankestein….Pero sin embargo ocurren cosas en nuestras escuelas, que nos
enfrentan permanentemente con la sensación de que esta perspectiva no cierra.
Sin dejar de reconocer que no enseñamos en condiciones favorables, y que también las
condiciones laborales no son las deseables, debemos admitir que, los adolescentes no se
dejan modelar, y nuestros esfuerzos reciben como respuesta este discurso…

Los egipcios transformaban a sus muertos en momias para que siguieran vivos
Los emperadores romanos hacían combates de radiadores.
La mortandad infantil era muy elevada excepto entre los ancianos
Para conserva el hielo hay que congelarlo
China es el país más poblado porque tiene 1000 millones de habitantes por metro
cuadrado.

¿Qué nos están queriendo decir estos mensajes?


Algunos podrán pensar los adolescentes contestan en broma, el humor, está bien, es una
forma de discurso, pero… ¿si cada vez escolarizamos más años a los jóvenes, es posible
que después de 12 años de escolaridad, no les hayamos enseñado a controlar sus
impulsos, en términos de su socialización?

¿No les importa nada? ¿La escuela carece de sentido para ellos?
Sin embargo una encuesta realizada sobre jóvenes de sectores urbanos arroja que en un
94% manifiestan acuerdo con la frase estudiar sirve para abrirte camino, y están muy
de acuerdo con la frase el estudio ayuda a conseguir trabajo en un 88%. Parecería por
lo tanto que para los jóvenes la escuela no carece de sentido, como intentan hacernos
creer algunos profetas de la política educativa
Pero es innegable que no terminan de construir aprendizajes con sentido.
Por su parte, los profesores manifiestan: es difícil motivarlos, tienen un escaso tiempo
de concentración, son hiperkinéticos, tienen poco desarrollado el pensamiento formal,
su discurso es pobrísimo…
¿Son débiles mentales? ¿Estamos frente al robusto salvaje de Rousseau? - con la
diferencia que para Rousseau, ese salvaje era bueno, era deseable, porque el contacto
temprano con la cultura era contraproducente-.

Y ahora ¿qué?
Si los alumnos no recuerdan, no estableen relaciones, no escriben frases coherentes,
¿quéhacer ?, se les enseña a memoriza’, ¿ se les preparan más ejercicios?, ¿se le
presentan chistes, para que se motiven?
Si les gusta la computadora más que los libros, ¿los mandamos a buscar en Internet,
aunque anticipamos que lo que traerán será un collage, de corte y pegue?
¿ O nos ponemos a pensar que quizás el problema es más profundo y que estamos
haciendo las cosas equivocadas, porque partimos de supuestos equivocados acerca del
destinatario?.
Como diría Rousseau, ¿qué pensaríamos de una escuela de ranas, que en el momento
en que hay que enseñar a nadar se advierte que no les han crecido las patas?
Me pregunto: ¿les haríamos conjugar 10 veces yo no tengo patas? ¿ Les diríamos
investiga acerca del desarrollo de las ranas, ¿en vez de ponernos a pensar por qué
causas el desarrollo se efectúa tan lentamente?

Y si aceptamos temporariamente la postura de Rosseau de que poco sabemos acerca del


alumno – y nos preguntamos: ¿qué aprendiz tenemos delante?

Sin embargo, los alumnos aburridos hacen cosas que los alumnos de antes no hacían:
juegan juegos de estrategias, son creativos en términos de lo visual, son afectuosos, -los
alumnos universitarios de este momento, besan a sus profesores, buscan el acercamiento
personal…, no tienen vergüenza en preguntar cómo se hace, y en decir no puedo.
Por otra parte, me pregunto: ¿esto no es un logro de la educación moderna?: no tener
miedo a no saber, admitir el error, expresar el afecto, y el discenso.

Si efectivamente estamos ante otra subjetividad, si no existe el destinatario de la


transmisión pedagógica, sino una persona diferente a conocer para educar ¿Qué hacer?
Las preguntas básicas de la pedagogía nos pueden auxiliar en esa tarea:
Cómo se ha construido esa subjetividad, dónde?
Cómo es la sociedad para la cual se lo socializa?
Qué sentido tiene enseñar hoy?

Como sostiene Portantiero, a veces nos olvidamos de que la globalización


además de ser un programa económico y político es también un programa
moral y cultural. Las leyes del mercado son un dispositivo moral que otorga valor o
disvalor a las personas, y el mundo más- mediático nos crea la ilusión de pertenencia a
una comunidad para individuos cada vez más aislados. De esto tampoco estamos
exentos los educadores, cuando algunos tienden a calificar livianamente como
ineducables a los alumnos de hoy y cuando nos resignamos a no tener un diálogo real
con nuestros alumnos, en un como si pedagógico, no estamos siendo incoscientemente
funcionales al sistema que criticamos?
Estamos ante una sociedad donde las estructuras básicas están en plena transformación,
y algunas han sufrido un proceso de disolución. El niño hijo, alumno, trabajador y
ciudadano es hoy un consumidor indiferenciado al que le ofrecen montones de cosas
que avivan sus deseos y aumentan su posibilidad de frustración.
¿Será verdad que como dice Corea, en la era de la comunicación hemos caído en la
incomunicación? Estamos acostumbrados a definir por anticipación al destinatario, al
receptor de la transmisión y ahora no podemos hacerlo.

Quién es el “receptor” del mensaje pedagógico en la actualidad


El receptor es alguien que interpreta, decodifica, critica, que toma tiempo, reflexiona,
repite, evalúa. Como plantea Corea , ahora no tenemos receptores, sino actualizadores
de información que recorren imágenes sin hacer operaciones frente a un cúmulo de
información que fluye; pero como alerta esta autora, también es factible que además de
un actualizador de estímulos esté el programador, aquel capaz de generar herramientas
de gestionar la información con propósitos estratégicos, y eso no lo sabemos.
Me pregunto: será posible pensar con el alumno, como decía Freire, en lugar de pensar
para y por el alumno para restablecer la comunicación humana como sustrato de la
comunicación pedagógica?. Parafraseando a Rodríguez Canclini, podemos hipotetizar
que los educadores del siglo XXI, tenemos un alumno del siglo XVIII, al cual hay que
redefinir.

Y ahora vuelvo a la pedagogía:


Será posible como decía Rousseau, reconocerle esa nueva identidad al alumno?
Es imposible, enseñar sin un aprendiz, sin una relación pedagógica, sin construir un
nuevo código de comunicación.
No hay futuro si no hay juventud, pero tampoco, si no hay una generación adulta capaz
de mediar entre lo que el sujeto joven necesita para ser el ciudadano del futuro
Como Decía Dewey, la única manera de afianzar la democracia es la educación.
Como decía Freire, la educación construye sujetos libres, capaces de obtener la libertad
para ellos y para todos.
Como dice Meirieu, es imprescindible educar para la ciudadanía porque si no los
dejamos presos de una dominación más sutil y despiadada que es la del capitalismo
mediático.
Muchos años en educación me hicieron aprender, que el sujeto joven, siempre sigue
siendo el joven: un ser capaz de sentir, de indignarse, de cambiar, y nosotros corremos
el riesgo de alejarnos más de la juventud, del futuro, si no logramos reiventar el vínculo
pedagógico, que es el vínculo humano por excelencia y la esperanza de la democracia.

Bibliografía citada

Rousseau, El Emilio (1978) Porrúa, México.


Meirieu, P., (1998), Frankestein Educador,Barcelona, Laertes.
Corea, Cristina (2005). Pedagogía del aburrido: escuelas destituidas, familias perplejas.- 1º ED.
Buenos Aires, Paidós.
Freire, P., La pedagogía del oprimido, Madrid,Siglo XXI,
García Canclini, N.(1995) Consumidores y ciudadanos, México, Grijalbo,.
Portantiero,. J. C. (2000) El tiempo de la política, Grupo Editorial Temas, Buenos Aires.
Dewey J (1995). Democracia y Educación, Madrid, Morata.
El niño y el programa escolar,Buenos Aires, Losada.

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