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Somos el producto de la experiencia total de nuestra vida, experiencias que hayamos vivido en
el pasado determinan nuestra forma de actuar y pensar en el presente.
Las heridas del pasado pueden distorsionar la percepción del presente ya que las heridas nos
atan, puede ser a la persona que nos hirió o a los pensamientos y sentimientos negativos.
El trabajo de Jesús cuando llega a nosotros es sanarnos de las heridas del pasado
Lucas 4:18 El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas
nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos.
Dios al venir a nosotros pone en equilibrio nuestras tres áreas, 1 Tesalonicenses 5:23 “Y el
mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea
guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.
Cuando le aceptamos él vivifica nuestro espíritu, sana nuestro cuerpo y busca regenerar
nuestra alma porque en ella se encuentran acumuladas y archivadas recuerdos, imágenes y
palabras, y es ahí donde recibimos más ataques del enemigo.
El luto: Dolor y pena causados por la muerte de una persona. Isaías 61:3
Desánimo: Decaimiento del ánimo, falta de fuerzas o ganas de hacer algo. Santiago
1:8, Salmo 73:26
Ira y enojo: Ira un término de origen latino que se refiere a la furia y la violencia. Se
trata de una pasión del alma que genera enojo e indignación. Efesios 4:26,27
Abuso sexual: Es un acto de violencia física o sexual contra una persona, puede ser
toqueteos o el acto del coito como tal. Romanos 8: 15- 17
Solución
1. Confiese sus pecados. Hasta tanto no se confiesen todos los pecados delante de Dios, el
Adversario espiritual tendrá “derecho legal” para seguir poseyendo o influenciando a la
persona, 1 Juan 1:9.
3. Perdone a alguien si guarda odio aún. Un enorme muro que pone tropiezo a la liberación
espiritual lo representa la falta de perdón en las personas. El amado Señor Jesús enfatizó en la
importancia del perdón, Marcos 11:25
4. Renuncie y rompa toda atadura. La decisión de cerrar toda puerta abierta al enemigo y
romper toda atadura, en el nombre de Jesucristo, parte de la propia persona. Cada quien debe
reconocer la obra de Cristo y decidirse por Él.
6. Confiese a Jesucristo como Señor y Salvador. Una vez la persona ha sido liberada, es
esencial que declare a Jesús como Señor y Salvador. Debe recibir a Cristo en Su corazón.