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LA TRANSICIÓN DEL FEUDALISMO AL CAPITALISMO (1967)

PREFACIO (Maurice Dobb)

El estudio de la forma en que nació el capitalismo del sistema social que lo precedió es algo pertinente, por no decir esencial, para
comprender el capitalismo de hoy. Existe un motivo especial para que el estudioso del marxismo sienta interés por lo problemas que
en el libro se debaten: el hecho de que todos ellos estén íntimamente relacionados con la cuestión clave de la revolución burguesa en
Inglaterra. Acerca de este problema de la revolución burguesa se han producido considerables divergencias de criterio, que se centran
en torno a las tres opiniones siguientes:
1- la de que en Inglaterra no ocurrió un acontecimiento central que pueda calificarse de Revolución burguesa. En lugar de esto, hubo
toda una serie de combates y transformaciones parciales, entre los cuales deben incluirse la guerra civil del sigo XVII, los
acontecimientos de 1485 y 1688, así como la reforma del Parlamento en 1832.
2- La opinión de que el poder político había pasado ya a manos de la burguesía antes de la época de los Tudor, o por lo menos, antes
del reinado de Isabel I, y de que lo acontecido a partir de 1640 representó la prevención y la liquidación de una contrarrevolución
montada en los círculos de la Corte contra la burguesía.
3- la tercera opinión es la de que en el siglo XVI parte de la sociedad inglesa seguía siendo predominantemente feudal, y el Estado
seguía siendo un Estado feudal, y que la revolución de Cromwell representó LA revolución burguesa. Esta fue la interpretación que
sugirió Christopher Hill. A mitad de camino, entre estas dos opiniones y la tercera, se encuentra la que sugiere Paul Sweezy: la de
que, en cuanto a la forma del Estado y al sistema económico, la Inglaterra de los Tudor y los Estuardo representaba algo situado a
mitad de camino entre el feudalismo y el capitalismo.

1. COMENTARIO CRÍTICO (Paul Sweezy)

1) Definición que del feudalismo hace Dobb

Maurice Dobb define al feudalismo como algo “virtualmente idéntico a lo que solemos llamar servidumbre: una obligación impuesta
al productor por la fuerza y sin tener en cuenta su propia voluntad, de satisfacer ciertas exigencias económicas de un señor, exigencias
que pueden adoptar la forma de prestaciones de servicios o de pago de cantidades de dinero o en productos”. La definición es
defectuosa porque no identifica un sistema de producción. El concepto de feudalismo, tal como lo define Dobb, es demasiado general
para que se pueda aplicar al estudio de una región determinada en un momento determinado. Lo que mas interesa a Dobb es el
feudalismo de Europa occidental, dado que esa fue la región en que nació y maduró el capitalismo. Por ende, debería indicar con
absoluta claridad las características que considera principales del feudalismo de Europa occidental y hacer un análisis teórico de las
leyes y tendencias de un sistema que tiene esas características principales.
Esto no quiere decir que Dobb no esté familiarizado con el feudalismo de Europa occidental. En cierto momento, da un esquema
conciso de sus características más importantes: 1 “bajo nivel de la técnica”; 2 “producción para satisfacer las necesidades inmediatas
del hogar o de la comunidad aldeana, y no las de un mercado más amplio”; 3) “cultivo de las terrae in dominicatae”, cultivo de las
tierras del señor; 4 “descentralización política”; 5 “usufructo condicional de la tierra por lo señores, en tenencia a cambio de cierto tipo
de servicios”; 6 “posesión por el señor de funciones judiciales o cuasi judiciales respecto de la población dependiente de él”.

2) La teoría del feudalismo de Europa occidental

A partir de la descripción de Dobb se puede definir el feudalismo de Europa occidental como un sistema económico en que la
principal relación de producción es la servidumbre y en el que la producción se organiza en las tierras indominicatae del señor y en
torno a ellas. La característica crucial del feudalismo en este sentido es la de ser un sistema de producción para el uso. O sea, que no
se da ninguna de las presiones que existen bajo el capitalismo para introducir perfeccionamientos en el sistema de producción. Pero no
se debe concluir que un sistema de esa índole sea estable o estático. Un elemento de inestabilidad es la competencia entre los señores
por tierras y vasallos. La guerra feudal agita, empobrece y agota la sociedad, pero no muestra tendencia alguna a transformarla. Un
segundo elemento de inestabilidad es el crecimiento demográfico. Sin embargo, aunque esa población excedente contribuye a la
inestabilidad y la inseguridad, no ejerce influencia creadora o revolucionaria alguna sobre la sociedad feudal. Se puede concluir que el
feudalismo de Europa occidental, pese a la inestabilidad y la inseguridad crónicas, era un sistema firmemente orientado a favor del
mantenimiento de determinados métodos y relaciones de producción.

3) La teoría de Dobb sobre la decadencia del feudalismo


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Dobb resume la teoría generalmente aceptada de la decadencia del feudalismo: “Se nos da una interpretación de la transición del
antiguo orden al nuevo, según la cual, las secuencias causales dominantes se hallan en la esfera del intercambio entre la economía del
señor y el mundo exterior. La “economía natural” y la “economía de intercambio” son dos órdenes económicos que no pueden
mezclarse, y se nos dice que basta la presencia del de la última para que la primera empiece a disolverse”. Dobb considera insuficiente
esta explicación porque no escarba lo bastante a fondo en el efecto del comercio sobre el feudalismo. Aduce que si el único factor
activo en Europa hubiera sido el auge del comercio, su resultado habría podido ser tanto la intensificación como la desintegración del
feudalismo. Y de esto se sigue que debieron darse otros factores para que el resultado fuera el que en realidad se observó. ¿Cuáles
fueron esos factores? Según la teoría de Dobb, la causa esencial del derrumbamiento del feudalismo fue la superexplotación de la
fuerza de trabajo: los siervos abandonaron en masa las tierras de los señores y los que permanecieron en ellas eran demasiado pocos y
tenían que trabajar demasiado para que el sistema pudiera mantenerse.

4) Crítica de la teoría de Dobb

Para que su teoría se tenga en pie, Dobb tiene que demostrar que tanto la creciente necesidad de ingresos de la clase feudal dominante
como la huida de los siervos de la tierra pueden explicarse en términos de fuerzas que actúan dentro del sistema feudal. Dobb cita
varios factores, que considera inherentes al sistema feudal. Se despreciaba a los siervos, a los que se consideraba sobre todo como
fuente de ingresos. El volumen de la clase parasitaria tendía a aumentar como consecuencia del crecimiento natural de las familias
nobles, de la subinfeudación y de la multiplicación de los milites o caballeros, todos los cuales “tenían que mantenerse a costa del
trabajo excedente de la población servil”. La guerra y el bandidaje “inflaban los gastos de las casas feudales”, al tiempo que
progresaban las extravagancias de las casas nobles. De estos factores –el desprecio de los intereses de los siervos y el bandidaje–
existieron a lo largo de todo el período, pero no puede darse sencillamente como algo establecido en cuanto que características natural
del feudalismo. Estos dos factores apoyan poco la teoría de Dobb. Algo distinto ocurre con los dos otros factores, esto es, el mayor
volumen de la clase parasitaria y la creciente extravagancia de las casas nobles. Lo que resulta dudosos es que esto sirva de apoyo a la
teoría de Dobb. Igual que aumentaba la clase parasitaria iba aumentando la población servil. Además, había abundantes tierras
cultivables que podían empezarse a explotar. Por otra parte, ¿constituía la creciente extravagancia una tendencia que pueda explicarse
por el carácter del sistema feudal o refleja algo que ocurría fuera del sistema feudal? Para el autor se trata de esto último. En relación
al problema de la huida de los siervos de la tierra, ¿Logra Dobb presentar su suposición de forma convincente? No. Los siervos no
podían abandonar las tierras del señor sin más ni más. La huida de los siervos ocurrió al mismo tiempo que crecían las ciudades,
especialmente en los siglos XII y XIII. No cabe duda de que las ciudades en rápido crecimiento sirvieron de potente imán a la
población rural oprimida. Y los propios burgueses hicieron todo lo posible para facilitar a los siervos la huida de la jurisdicción de sus
amos. Como Dobb ha descuidado el análisis de las leyes y las tendencias del feudalismo de Europa occidental, toma erróneamente por
tendencias inmanentes una cierta evolución histórica que, de hecho, sólo puede explicarse como resultado de causas externas al
sistema.

5) Algo más sobre la teoría de la decadencia del feudalismo

Dobb no ha logrado deshacerse de la parte de la teoría comúnmente aceptada, según la cual el comercio constituyó la causa radical de
la decadencia del feudalismo. Pero ha demostrado que el impacto del comercio sobre el sistema feudal es más complicado que lo que
se solía creer. El conflicto más importante es el que se da entre la producción para el mercado y la producción para el uso. Se debe
hacer lo posible por descubrir el proceso mediante el cual engendró el comercio un sistema de producción para el mercado, y luego
seguir la historia del impacto de este sistema sobre el anterior feudal de producción para el uso. Examina algunas de los corrientes de
influencia que pasan entre la economía de intercambio y la economía para el uso. 1) La ineficacia de la organización señorial de la
producción quedaba revelada claramente por el contraste con un sistema más racional de especialización y de división del trabajo. 2)
la misma existencia del valor de intercambio como hecho económico masivo tiende a transformar la actitud de los productores. La
posesión de riqueza se convierte muy pronto en un fin en sí misma, en una economía de intercambio. 3) Aparece, de forma
importante, el desarrollo de los gustos de la clase feudal dominante. 4) El auge de las ciudades, que eran los centros y las incubadoras
de la economía de intercambio, abrió a la población de siervos del campo la perspectiva de una vida más libre y mejor. Esto constituyó
la causa principal de la huida de la tierra que Dobb considera uno de los factores decisivos de la decadencia del feudalismo.
Pero el triunfo de la economía de intercambio no implica forzosamente el fin de la servidumbre ni de los señoríos. La economía de
intercambio es compatible con la esclavitud, con la servidumbre, con el trabajo independiente por cuenta propia y con el trabajo
asalariado. El problema estriba en explicar la tendencia básica, que es la de cómo el cultivo de las terrae in dominicatae por una mano
de obra servil va siendo sustituido por la agricultura en aparcería. Hay dos causas que se destacan como decisivas. En primer lugar, el

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auge de las ciudades tiene más importancia que la de proporcionar santuario a los siervos que huían de las tierras de los señores;
también modificó la situación de los que se quedaron en ellos. Hubo que hacer concesiones a los siervos cuando estos tuvieron la
posibilidad de trasladarse a las ciudades. Esas concesiones tuvieron que hacerse en el sentido de dar más libertad y de transformar las
prestaciones feudales en rentas en dinero. En segundo lugar, aunque las tierras del señor podían dedicarse a la producción para el
mercado, fundamentalmente tenían una estructura ineficaz e inadecuada para ese fin. Las técnicas eran primitivas y la división del
trabajo estaba subdesarrollada. Tarde o temprano había que encontrar nuevos tipos de relaciones de producción y nuevas formas e
organización para satisfacer las necesidades de un nuevo orden económico.

6) ¿Qué sucedió al feudalismo en Europa occidental?

Según la cronología de Dobb el feudalismo europeo occidental entró en un período de crisis en el siglo XIV, y a partir de entonces se
fue desintegrando. En cambio, no se puede hablar del principio del periodo capitalista hasta la segunda mitad del siglo XVI, como
muy pronto. Ello plantea la pregunta: ¿cómo podemos hablar del período intermedio entre esa época [o sea, la de la desintegración del
feudalismo] y la segunda mitad del siglo XVI? La respuesta de Dobb es titubeante e indecisa, y consiste en decir que, después de todo,
el período era feudal. La respuesta no resulta muy satisfactoria. Si hay que considerar feudal al período, como mínimo debería estar
caracterizado por la continuación del predominio de la servidumbre en el campo. Y, sin embargo, la opinión de que este período fue
precisamente aquel en que decayó la servidumbre hasta alcanzar proporciones relativamente reducidas en toda Europa se basa en una
firme autoridad. Dobb podría responder que no está en desacuerdo, y que cuando caracteriza ese período como feudal se basa en el
hecho de que el campesino todavía sufría una limitación de movimientos y en muchos respectos seguía dependiendo del terrateniente.
Estirar de esta forma el concepto de feudalismo equivale a privarlo de la calidad de precisión que es esencial para que algo sea útil
científicamente. ¿Cómo caracterizaremos, pues, el período entre el final del feudalismo y el principio del capitalismo? El feudalismo
en Europa occidental ya estaba moribundo antes de que naciera el capitalismo. De ello se sigue que el período intermedio no fue una
simple mezcla de feudalismo y capitalismo: los elementos predominantes no eran ni feudales ni capitalistas. Sweezy llama al sistema
que predominaba en Europa occidental durante los siglos XV y XVI “producción precapitalista de mercancías” para indicar que el
aumento de la producción de mercancías fue lo primero que minó el feudalismo, y luego, una vez terminada en gran medida esta obra
de destrucción, preparó el terreno para el desarrollo del capitalismo. La transición del feudalismo al capitalismo no es un proceso
único e ininterrumpido, sino que está constituido por dos fases muy bien diferenciadas que presentan problemas radicalmente distintos
y se deben analizar por separado. Mientras la producción precapitalista de mercancías no era ni feudal ni capitalista, tenía tan pocas
características de sistema viable como los otros dos. Era lo bastante fuerte para minar y desintegrar al feudalismo, pero era demasiado
débil para desarrollar una estructura independiente propia, lo único que logró realizar en sentido positivo fue preparar el terreno para
el victorioso avance del capitalismo en los siglos XVII y XVIII.

7) Algunas observaciones sobre el auge del capitalismo

En general, Sweezy está de acuerdo con el análisis que hace Dobb del auge del capitalismo. Pero hace un análisis crítico de dos de sus
tesis. La primera se refiere al origen del capitalismo industrial en el sentido más completo de la palabra. La segunda, al proceso de
acumulación originaria. Dobb cita a Marx en apoyo de la idea de que el capital industrial se desarrolla de dos maneras principales:
“Según la primera, una sección de los propios productores acumuló capital y se dedicó al comercio, y con el tiempo comenzó a
organizar la producción de forma capitalista (…) conforme a la segunda, un sector de la clase comercial existente comenzó a
apoderarse directamente de la producción, camino que llegó a convertirse con el tiempo en un obstáculo al verdadero régimen
capitalista de producción y desaparece al desarrollarse éste”. Dobb hace mucho hincapié en el primero de estos métodos. El problema
es una interpretación errónea de lo que dice Marx. Éste no habla para nada de que surjan capitalistas de las filas de los artesanos. El
productor, cualesquiera que sean sus antecedentes, inicia su carrera en calidad simultáneamente de comerciante y de patrono de
trabajadores asalariados. El contraste que establecía Marx era el existente entre comienzos de auténticas empresas capitalistas y el
lento desarrollo del sistema de trabajo a domicilio.
Dobb interpreta el proceso de acumulación originaria como algo que implica dos fases muy diferenciadas. En primer lugar, la
burguesía adquiere a precio de ganga ciertos bienes y certificados de riqueza. En segundo lugar, posteriormente, llega la fase de
realización, en la que “se realizaron o vendieron los objetos de acumulación originaria con objeto de que se pudiera hacer una
inversión real en la producción industrial (…)”. Dobb no ofrece pruebas en absoluto de la existencia de esa fase de realización.

2. RESPUESTA (Maurice Dobb)

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1) No está seguro si Sweezy rechaza su definición del feudalismo, o se limita a considerarla incompleta. Dice que esta definición del
feudalismo se basa en una virtual identificación del feudalismo con la servidumbre, suponiendo que al referirse a esta última no se lo
haga únicamente a prestación de servicios obligatorios, sino a la explotación del productor en virtud de una coacción política-jurídica
directa. Pero cuando se refiere a un “sistema de producción”, contrata a este con un régimen de producción en el sentido que da Marx
a este término. Se destina ese término (sistema de producción) a abarcar las relaciones entre el productor y su mercado. Incluso hay
sugerencias de que esas relaciones de cambio (para diferenciarlas de las relaciones de producción) constituyen el foco de atención de
la interpretación que hace Sweezy del proceso histórico. La definición usada por Dobb estaba formulada adrede en términos de las
relaciones de producción características del feudalismo, esto es, las relaciones entre el productor directo y su señor. Esta es la
característica que él considera crucial, y cuando distintas formas económicas tienen en común esta característica, el elemento común
que comparten tiene más importancia que los otros respectos en que puedan diferir (por ejemplo, en la relación de la producción con el
mercado).
2) Por lo que respecta “al carácter conservador y resistente al cambio del feudalismo de Europa occidental” para desalojar al cual
hacía falta alguna fuerza exterior, Dobb se muestra escéptico. Claro que la sociedad feudal era inerte, pero esto no equivale a decir que
el feudalismo no contuviera tendencias al cambio. Sweezy dice que el sistema feudal no es forzosamente estático. Se limita a decir que
el movimiento que ocurre “no muestra tendencia alguna a transformarlo”. Pero pese a esta reserva, persiste la implicación de que, bajo
el feudalismo, la lucha de clases no puede desempeñar un papel revolucionario.
3) Al ir defendiendo su teoría de que un feudalismo con estabilidad interna no podía desintegrarse más que por el impacto de una
fuerza externa –comercio y mercados–, Sweezy presenta la teoría de Dobb como si consistiera en que la decadencia del feudalismo es
obra exclusivamente de fuerzas internas, y que el incremento del comercio no tuvo anda que ver con el proceso. Parece que lo
considera como si se tratase o bien una cuestión de conflicto interno, o bien de fuerzas externas. Dobb cree que se trata de una
interacción entre los dos, aunque concede mayor importancia a las contradicciones internas, dado que éstas determinan la forma y la
dirección concretas de los efectos que ejercen las influencias externas. Lo que afirma es que el comercio ejerció su influencia en la
medida en que acentuó los conflictos internos del antiguo régimen de producción. Al mismo tiempo, Sweezy se equivoca al afirmar
que existe forzosamente una correlación entre la desintegración del feudalismo y la cercanía a los centros de comercio. Fue en las
regiones atrasadas del norte y el oeste de Inglaterra donde antes desapareció la servidumbre en la forma de servicios de trabajo
directos, y en la zona más avanzada del sudeste, con sus mercados urbanos y sus rutas comerciales, donde más tiempo persistieron los
servicios de trabajo.
El hecho de que el “sistema de producción” tiene más que ver con la esfera del intercambio que con las relaciones de producción
queda indicado por una sorprendente omisión en su argumento. En ninguna parte presta atención a una consideración crucial: la de
que la transición de la extracción coercitiva del trabajo sobrante por los terratenientes al uso de mano de obra libremente contratada
debe haber dependido de la existencia de mano de obra barata en el mercado de trabajo (esto es, de elementos proletarios o
semiproletarios). Este factor fue más fundamental que la proximidad a los mercados en cuanto a determinar si sobrevivían o se
disolvían las antiguas relaciones sociales.
4) Está de acuerdo con Sweezy en considerar que la sociedad económica en Europa occidental entre los comienzos del siglo XIV y el
final del XVI era muy compleja y se encontraba en una fase de transición. También está de acuerdo en considerar que durante este
período estaba en proceso de emanciparse de la explotación feudal el sistema de pequeña producción, pero que todavía no estaba
sujeto a las relaciones capitalistas de producción, que con el tiempo habrían de destruirlo. Pero Sweezy va más allá. Lo menciona
como fase de transición en un sentido que excluye la posibilidad de que siguiera siendo feudal. El resultado es que esos dos siglos
quedan en una incómoda situación de suspensión en el firmamento, entre el cielo y la tierra. La pregunta clave que no se ha hecho
Sweezy es la siguiente: ¿Qué clase era la dominante durante aquel período? Dado que todavía no existía una producción capitalista
desarrollada, no puede haberse tratado de una clase capitalista. Si la clase dominante estaba constituida por una burguesía comercial,
entonces el Estado debe haber sido algún tipo de Estado burgués. Y si el Estado era burgués, no sólo en el siglo XVI, sino incluso a
fines del XV, ¿cuál fue el problema central de la guerra civil del siglo XVII? No puede haberse tratado de la revolución burguesa. Si
se rechazan las opciones antes mencionadas, sólo queda la idea de que la clase dominante seguía siendo feudal y de que el Estado
seguía siendo el instrumento político de su dominio. Y si es así, esta clase dominante debe haber dependido para obtener ingresos de
los métodos feudales supervivientes de explotación del régimen de pequeña producción. Es verdad que la explotación feudal del
régimen de pequeña producción muy raras veces adoptó la forma de servicios directos de trabajo, sino que adoptó, sobre todo, la
forma de la renta en dinero. Pero no puede decirse que esta forma de explotación se había deshecho de sus formas feudales mientras
la coerción política y las presiones del derecho consuetudinario del dominio señorial siguieron dominando las relaciones económicas y
mientras no existió un mercado libre de la tierra.
5) Sobre el destacado papel que desempeñaron en los albores del capitalismo los capitalistas incubados por el régimen de producción
reducida hay abundantes datos, cualquiera que sea la interpretación correcta del párrafo de Marx al respecto. Tawney ya ha

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demostrado la importancia del auge de la pequeña y media burguesía del período. Los historiadores del período han indicado que una
de las características distintivas de la era Tudor fue la facilidad con que estos agricultores libres (yeomen) kulak ascendieron hasta
convertirse en una nobleza menor, comprando tierras de los señores e ingresando en las filas de los hidalgos (squires). De modo
análogo, en los gremios urbanos existían muchos empresarios de tipo análogo que se dedicaron al comercio y emplearon a artesanos
más pobres en el sistema de trabajo a domicilio (putting out system).
6) Por lo que respecta a la llamada “fase de realización” del proceso de acumulación, Sweezy ha puesto el dedo en un punto flaco del
análisis, sobre el cual el propio Dobb tenía dudas. El que dicha fase exista o no, no afecta al argumento principal, que consistía en que
la expropiación de otros constituye la esencia del proceso de acumulación, y no meramente la adquisición de determinadas categorías
de riqueza por los capitalistas.

3. CONTRIBUCIÓN AL DEBATE (H. K. Takahashi)

Tanto los Studies de Dobb como la crítica de Sweezy comienzan con definiciones conceptuales del feudalismo y el capitalismo, que
no son meras cuestiones de terminología, sino que implican métodos de análisis histórico. Como Sweezy no da una definición clara y
explícita del feudalismo, no sabemos donde considera que tienen sus raíces. En todo caso, la transición del feudalismo al capitalismo
está relacionada con una transformación del régimen de producción, y el feudalismo y el capitalismo deben ser fases de la estructura
socioeconómica. Dobb intenta encontrar la esencia de la economía feudal en las relaciones entre los productores directos y sus señores
feudales. Este enfoque caracterizaba al feudalismo como un régimen de producción; constituye el punto central de la definición que da
Dobb del feudalismo y coincide en general con el concepto de servidumbre. Sweezy niega que la servidumbre constituya una
categoría histórica concreta, pero no indica que es lo que constituye la forma especial de existencia de la fuerza del trabajo
característica del feudalismo como régimen de producción. La opinión de Takahashi es que lo principal a tener en cuenta es la forma
social de existencia de la fuerza de trabajo, que constituye el factor básico y decisivo de los diversos regímenes de producción. La
cuestión de la transformación del feudalismo al capitalismo no se limita a la transformación de las formas de las instituciones
económicas y sociales. El problema básico debe consistir en la forma social de existencia de la fuerza de trabajo. La servidumbre es la
forma característica de existencia de la fuerza de trabajo dentro del régimen feudal de producción. Sweezy, tras haber divorciado la
servidumbre del feudalismo y descuidado la forma de existencia feudal de la fuerza de trabajo, tenía que buscar la esencia del
feudalismo en algún otro aspecto: “La característica central del feudalismo es la de ser un sistema de producción para el uso”. Pero
resulta demasiado fácil representar la esencia del feudalismo en términos de “un sistema de producción para el uso”, como cosa
opuesta a la “producción para el mercado”. En estas primeras fases, casi todos los productos del trabajo se destinan a satisfacer
necesidades de los propios productores, pero, a pesar de todo, hay un cierto volumen de producción y circulación de mercancías. Por
tanto, la pregunta que debe formularse respecto de una estructura social dada no es la de si están presentes mercancías y dinero, sino la
de cómo se producen esas mercancías, cómo se utiliza ese dinero en calidad de medio de producción. Un “sistema de producción para
el mercado” no puede definir las relaciones históricas concretas de producción, y por tanto, tampoco las relaciones de clase. Sweezy se
equivoca cuando casi pasa por alto la renta feudal del suelo, incorporación concentrada de la relación antagonística entre señor y
campesino. La tesis de Takahashi es que la contradicción entre feudalismo y capitalismo no consiste en la contradicción entre el
“sistema de producción para el mercado”, sino en la que existe entre el sistema de tenencia de tierras feudal más servidumbre y el
sistema de capital industrial más trabajo asalariado. Los procesos fundamentales del paso del feudalismo al capitalismo son: la
transformación de la forma social de existencia de la fuerza de trabajo que consiste en la separación de los medios de producción de
los productores directos; la transformación del régimen social de reproducción de la fuerza de trabajo, y la polarización de los
productores directos o fragmentación del campesinado. ¿Cuál será la forma, célula o unidad elemental de una sociedad basada en el
régimen feudal de producción? ¿Qué categorías ocuparan el primer lugar en el análisis de la propiedad feudal de la tierra? Como
hipótesis de trabajo, la unidad elemental debería ser la Hufe (manso, virgate, manse); luego debería tomarse la Gemeinde [aldea,
village], comunidad (communnauté rurale) como paso intermedio; y acabar por desarrollar la categoría más elevada de la propiedad
feudal de la tierra (Grundherrschaft, dominio señorial, manor, seigneurie).

II

Sweezy ha intentado encontrar la característica crucial del feudalismo en un “sistema de producción para el uso”, y por eso tenía que
explicar del mismo modo la decadencia del feudalismo. No ignora la existencia del régimen feudal de producción en Europa oriental y
en Asía; ¿por qué ha limitado su estudio de la cuestión a la sola Europa occidental? ¿Estaba impulsada la exposición de Sweezy por el
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hecho histórico de que el capitalismo moderno surgiera y madurase en la Europa occidental? Señalar que el feudalismo era
conservador en comparación con el capitalismo quiere decir muy poco. Si se compara con el feudalismo de Europa oriental o de Asia,
no parece que el de Europa occidental sea más conservador, sino todo lo contrario. Lo que Sweezy quiere decir es que, como el
feudalismo de Europa occidental era intrínsecamente conservador y resistente al cambio, no podía derrumbarse por causa de una
fuerza interna del feudalismo y que el derrumbamiento comenzó debido a una fuerza externa, la de la “producción para el mercado”
(“economía de intercambio”) o el “comercio”. La economía de intercambio o monetaria que comenzó a hacer grandes progresos
durante la baja Edad Media llevó a la ruina a una gran parte de la nobleza feudal, que se basaba en la economía “natural” tradicional.
La fuerza “externa” que produjo el derrumbamiento del feudalismo fue el comercio, que en modo alguno puede considerarse que “sea
una forma de economía feudal”, especialmente el comercio a larga distancia, no el mercado local e interlocal. Para el autor la causa
esencial no es el comercio ni el mercado en sí; la estructura del mercado está condicionada por la organización interna del sistema de
producción. Sweezy tiene razón en considerar que la “crisis” del final de la Edad Media es producto de la acción desintegradora del
comercio sobre el sistema de la producción para el uso. Cae en un error cuando se absorbe tanto en el comercio, especialmente en la
evolución del comercio a gran distancia, al que atribuye el derrumbamiento del feudalismo en sí. No cabe duda de que la acción
desintegradora del comercio aceleró el proceso de diferenciación entre los pequeños productores. Pero esa división se origina en la
estructura de la sociedad feudal inglesa ya existente. , y no hay motivo para atribuírsela al comercio en sí. La destrucción de la clase
de pequeños productores campesinos no siempre tuvo por resultado la formación de la producción capitalista, sino que también
produjo la reacción feudal. Por ejemplo, en Francia la “crisis” tuvo el efecto de restablecer el feudalismo y no el de destruirlo
definitivamente. Tanto Sweezy como Dobb se ocupan de la acción desintegradora del comercio sobre el feudalismo y de la “reacción
feudal” sin ir más allá de la propiedad feudal de la tierra con sus servicios en trabajo, cuando también debían considerar las rentas en
productos; estas últimas constituyen el problema más importante en Francia y el Japón. Si decimos que la evolución histórica se
produce por la acción de fuerzas externas, queda sin resolver la cuestión de cómo surgieron esas fuerzas externas y de donde
procedían.
III

Una de las cuestiones más importantes que suscita Dobb es el relieve que concede al hecho de que el capitalismo fue algo que surgió
de un régimen de pequeña producción, que obtuvo su independencia y al mismo tiempo desarrolló la diferenciación dentro de sí
mismo. La tesis de Dobb presenta la cuestión histórica en dos fases: primero, la pequeña producción se fue estableciendo
gradualmente como base de la sociedad feudal; luego, esta producción escapa a las restricciones feudales, llega a su propia
desintegración y con ello crea las relaciones capitalistas.
A) Sin embargo, el establecimiento en firme del régimen de pequeña producción como base del feudalismo se produce durante el
proceso de disolución del sistema señorial “clásico” y el sistema de explotación directa de estas tierras conforme al sistema
tradicional. Los historiadores indican la forma en que la emancipación de los siervos se produjo paralelamente a este proceso. A partir
de los siglos XII y XIII, en Francia y el sudoeste de Alemania las terrae indominicatae que hasta entonces se venían cultivando con el
trabajo forzoso de los siervos se entregaron en parcela a los siervos y a ellos se confió su cultivo. Este tipo de propiedad feudal,
surgida como resultado del derrumbamiento del sistema señorial constituyó la propiedad feudal de la tierra administrada por
campesinos en pequeña escala. Esta transformación en la estructura de la propiedad feudal de la tierra produjo una transformación de
la renta, la cual evolucionó hacia la renta en dinero o en productos, pero no produjo ninguna modificación fundamental del carácter de
la renta feudal. Anteriormente los campesinos aportaban el trabajo sobrante en forma de trabajo y ahora lo pagaban en formas ya
realizadas: productos o su precio en dinero. A esto se redujo el cambio. En ambos casos los terratenientes feudales utilizan una
“coerción extraeconómica”, sin que intervengan las leyes del intercambio de mercancías, para arrebatar el trabajo sobrante a los
productores campesinos. Al irse estableciendo la renta en dinero, no sólo se transforman las antiguas relaciones entre señor y villano
en las relaciones, más objetivas e impersonales, del dinero, sino que la parte del trabajo sobrante que se determina como renta fija en
dinero se va haciendo relativamente más pequeña, al ir avanzando la productividad del trabajo y, por tanto, disminuyendo su valor en
dinero.
B) Se produjo un intervalo entre el paso de los servicios en trabajo a las rentas en dinero y la desaparición de la servidumbre, en el
siglo XIV, hasta la fase inicial de la era auténticamente capitalista, en el siglo XVI. Si se examina la forma en que se ocupan Sweezy
yDobb de este intervalo, se observa que el primero sostiene que la servidumbre acabó en el siglo XIV. Y tiene razón, pues los
servicios en trabajo se habían visto sustituidos por las rentas en dinero para esa fecha. La concepción de Sweezy de la renta en dinero
como una forma esencialmente de transición entre las rentas feudales y la renta capitalista corresponde a su metodología. La renta en
dinero, en su forma “pura”, no es sino una variante de la renta en productos, y en esencia “absorbe” los beneficios de la misma forma
“embrionaria” que la renta en especies.

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¿Por qué entonces, consideró Dobb necesario decir que “la desintegración del régimen feudal de producción se encontraba ya en una
fase avanzada antes que se desarrollara el régimen capitalista de producción, y que esta desintegración no estuvo en modo alguno
vinculada al crecimiento del nuevo régimen de producción dentro del seno del antiguo”, y que, por tanto, parece que este período “no
fue ni feudal ni todavía capitalista por lo que respectaba a su régimen de producción”? Lo que probablemente quiere decir es que,
aunque la clase de cultivadores independientes semicapitalistas iba creciendo durante este intervalo, el trabajo mismo en general no
había caído en la subordinación al capital. Por eso Dobb afirma que aquellos fueron siglos de transición, “en el sentido de que las
antiguas formas económicas estaban en un proceso de rápida desintegración y simultáneamente iban apareciendo otras nuevas”.
Sweezy se deja atrapar por la primitiva formulación de Dobb “ni feudal ni todavía capitalista”. Al sistema que predominó en Europa
occidental durante los siglos XV y XVI lo titula “producción precapitalista de mercancías”. Sweezy cae en una contradicción cuando
califica este período de ni feudal ni capitalista, utilizando la categoría tradicional de “producción precapitalista de mercancías”, y
niega al mismo tiempo la posibilidad de que los productores campesinos básicos pudieran ser “productores independientes”.

IV

El proceso económico básico de la revolución burguesa fue la abolición de las relaciones feudales de producción, conforme se iba
desarrollando el capital industrial. Una de las más valiosas aportaciones de Dobb es que ha buscado la génesis de los capitalistas
industriales en lo que nacía de la economía interna del cuerpo de los pequeños productores; y por tanto ha asignado un gran valor a
papel que desempeñó esta clase de productores de mercancías a escala pequeña e intermedia como principales agentes de
productividad en la primera fase del capitalismo. La revolución inglesa del siglo XVII, que destruyó la reacción feudal (el
absolutismo), señaló con ello el primer paso hacia la subordinación del capital mercantil al capital industrial. Esta forma de plantear el
problema y de análisis histórico apareció en Japón, con independencia de Dobb, en las teorías históricas de Hisao Otsuka.
En lugar de formular un análisis concreto de la génesis social y la forma de existencia del capital industrial en aquella época, lo único
que hace Sweezy en relación con el pasaje clásico de El Capital, sobre los “dos caminos” de transición del régimen feudal de
producción, es formular algunas observaciones críticas de pasada sobre las opiniones y la documentación de Dobb. Con respecto al
Camino número I, aunque Sweezy no llega a negar de plano la existencia de casos de transformación de pequeños productores de
mercancías en capitalistas industriales, considera que no tienen importancia en la génesis social de los capitalistas industriales.
También Dobb, cuando se ocupa del problema de los “dos caminos”, ve el camino del “productor-comerciante” como sistema de
“trabajo a domicilio” (putting out system) o sistema Verlag, no cabe duda de que ha caído en una contradicción. El monopolio del
mercado por los patrones a domicilio, tuvo el efecto de bloquear la ruta por la que avanzaban rápidamente los productores directos
independientemente como productores de mercancías y por la que se estaban convirtiendo en capitalistas. Aunque a menudo se los
llamaba fabricantes, no eran capitalistas industriales auténticamente “progresistas”. Su carácter era conservador. De forma que no se
trata del Camino número I, sino del Camino número II. ¿Por qué, entonces, interpreta Dobb que el sistema de trabajo a domicilio y el
capital de los patronos constituyen el Camino número I? Quizá se base esta opinión en aspectos de la historia económica que son
característicos de Inglaterra. Dobb identifica el putting out system inglés con el “sistema doméstico”. El sistema doméstico inglés
denota con frecuencia las industrias independientes pequeñas e intermedias, más bien que el sistema de trabajo a domicilio en el
sentido estricto y original. Por tanto, el contenido real de los “comerciantes-fabricantes” a quienes ha escogido Dobb no es la
oligarquía monopolista, sino más bien la clase de capitalistas industriales y comerciales a escala pequeña e intermedia, que fueron
ascendiendo hacia la independencia en los intersticios del “control” de los capitalistas comerciales.
Aunque Dobb ha hecho un análisis concreto y sustancioso de los “dos caminos” y ha logrado obtener una percepción del carácter
histórico de la revolución “clásica” burguesa, sus tesis requieren nuevo examen a fondo. Por lo que respecta a Europa occidental,
aquella revolución se basó en la clase de campesinos libres e independientes y en la clase de los productores de mercancías en pequeña
escala y en escala intermedia. La revolución fue una lucha a fondo por el poder del estado entre un grupo de la clase media y un grupo
de la haute bourgeoisie que tenía su origen en la aristocracia terrateniente feudal; en el proceso de ambas revoluciones, la primera de
las clases citadas derrotó a la segunda. Sin embargo, en Prusia y el Japón ocurrió todo lo contrario. La organización de la propiedad
feudal de la tierra siguió intacta, y las clases de campesinos libres e independientes y de burgueses de clase media quedaron sin
desarrollar. Puede decirse que la fase de establecimiento del capitalismo sigue distintas líneas básicas: en Europa occidental el Camino
Número I (productor-comerciante); en Europa oriental y Asia, el Camino número II (comerciante fabricante). Existe una profunda
relación interna entre la cuestión agraria y el capital industrial, que determina las estructuras características del capitalismo en los
distintos países.

4. NUEVO COMENTARIO (Maurice Dobb)

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Takahashi está justificado cuando dice que el autor “no presta suficiente atención a las obras francesas y alemanas”. Esta omisión fue
deliberada. El método adoptado consistía en el tratamiento de ciertas fases y aspectos cruciales del desarrollo del capitalismo, tomando
sobre todo a Inglaterra como caso clásico, con alusiones ocasionales a paralelismos o a contrastes en la Europa continental, a fin de
iluminar problemas concretos. En segundo lugar, cuando Takahashi afirma que el autor hablaba del período que va del siglo XIV al
XVI en Inglaterra como “ni feudal ni todavía capitalista” ha caído en el error de aceptar la forma de plantear el problema como si
fuera la conclusión sobre el mismo. La desintegración del feudalismo no llegó como resultado del ataque contra él de un capitalismo
incipiente disfrazado de “capital comercial” y maridado con la “economía monetaria”, como se ha supuesto comúnmente, sino como
resultado de la revuelta de los pequeños productores contra la explotación feudal. Esta independencia parcial de los pequeños
productores tuvo por resultado la aceleración de su propio proceso de desintegración, el acelerar el de diferenciación social entre ellos;
y de este proceso nació el régimen capitalista de producción. Precisamente porque tenía que madurar el proceso de diferenciación
social dentro del régimen de la pequeña producción, hacia falta un intervalo entre el comienzo de la decadencia de la servidumbre y el
auge del capitalismo. En tercer lugar, Takahashi interpreta correctamente al autor, cuando dice que incluye el sistema de trabajo a
domicilio del tipo de pequeña industria doméstica inglesa en el Camino número I, sin embargo, el autor no consideraba el sistema de
trabajo a domicilio una forma económica homogénea, sino más bien un nombre genérico de un fenómeno complejo que abarcaba
varios tipos distintos.

5. CONTRARREPLICA (Paul Sweezy)

Primera pregunta: ¿Cuál fue el motor primordial del desarrollo del feudalismo en Europa occidental? A juicio de Dobb “fue la
ineficacia del feudalismo como sistema de producción, junto con las crecientes necesidades de ingresos de la clase dominante, la causa
primordial de su decadencia; dado que esta necesidad de mayores ingresos fomentó tal aumento de la presión sobre el productor que
esta presión llegó a hacerse insoportable. El problema consiste en demostrar que la necesidad de ingreso de los señores sea inherente a
la estructura del régimen feudal de producción. Sweezy duda de que exista tal relación y demostró cómo podía explicarse la creciente
necesidad de ingresos de los señores como un producto secundario del crecimiento del comercio y de las ciudades. Takahashi
contribuye poco a aclarar este problema. Su análisis de los elementos del feudalismo no le lleva en modo alguno a formular las leyes y
tendencias del sistema, y cuando se refiere a esta cuestión, el resultado no es demasiado revelador, ya que pone el énfasis en la
productividad cada vez mayor como factor crucial. Pero no puede considerarse evidente que el aumento de la productividad sea una
característica inherente del feudalismo. En todo el punto de las fuerzas exteriores, Takahashi critica al autor con severidad. Hay que
tener en cuenta que fuerzas históricas que son externas con respecto a una serie de relaciones sociales, son internas con respecto a otra
serie más amplia de relaciones sociales. Y eso es lo que ocurrió con el feudalismo de Europa occidental. La expansión del comercio,
con el crecimiento de ciudades y mercados, era algo externo al régimen feudal de producción, pero era algo interno por lo que
respectaba a toda la economía de Europa y el Mediterráneo. Pirenne ha aducido, en primer lugar, que los orígenes del feudalismo en
Europa occidental han de buscarse en el aislamiento (por la expansión árabe del siglo VII) de aquella zona relativamente atrasada
respecto de los auténticos centros económicos del mundo antiguo; y en segundo lugar, que el desarrollo posterior del feudalismo
estuvo conformado decisivamente por el restablecimiento de los lazos comerciales rotos. El autor cree que la respuesta a la pregunta
es la siguiente: el sistema feudal no contiene ningún motor primordial interno, y cuando atraviesa por un auténtico desarrollo, hay que
buscar el motor de esto fuera del sistema.
Segunda pregunta: ¿Por qué llevó el desarrollo del feudalismo en Europa occidental a la crisis y al derrumbamiento? La respuesta a
esta pregunta ha de buscarse en las repercusiones de esta fuerza externa mencionada sobre la estructura del feudalismo. En otras
palabras se trata de un proceso de interacción. La principal crítica a Dobb y Takahashi a este respecto es su ansia por minimizar la
importancia del comercio como factor de la decadencia del feudalismo, que les lleva a eludir el análisis directo de este proceso de
interacción.
Tercera pregunta: ¿Por qué sucedió el capitalismo al feudalismo? Dobb aclara mucho esta cuestión. Atribuye una gran importancia a
lo que calificó Marx de “camino realmente revolucionario”, de aparición de los capitalistas industriales, lo que Dobb interpreta que
significa la ascensión de pequeños industriales de las filas de los pequeños productores. Takahashi no aclara su posición. Critica a
Dobb por ir demasiado lejos al calificar de época de transición a los siglos XV y XVI. Es de suponer que quiere decir que el
feudalismo sobrevivió intacto hasta que el auge del capitalismo lo derrocó.
¿No existe otra posibilidad que no menciona Dobb, esto es, la de que en la época tratada no hubiera una sola clase dominante, sino
varias, basadas en distintas formas de propiedad y trabadas en una lucha más o menos constante por la supremacía?

6. COMENTARIO (R. Hilton)

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Lo más parecido a datos concretos que parece utilizar Sweezy son las teorías de Pirenne. Los marxistas, y muchos especialistas no
marxistas, no aceptan estas teorías. Consideraba Pirenne que el comercio no sólo internacional sino local no se secó hasta que (en los
siglos VII y VIII) los invasores del Islam cortaron las rutas comerciales del Mediterráneo. La producción de mercancías no volvió a
empezar en Europa hasta que se reanudó el comercio entre los extremos oriental y occidental del Mediterráneo. Según Pirenne, el
comercio internacional en artículos suntuarios constituyó el factor determinante, tanto de la decadencia de la producción de
mercancías durante el siglo VII, como de su renacimiento en el siglo XI. En sus puntos más esenciales, actualmente no se puede
aceptar esta interpretación. Pirenne se equivocaba al considerar a los árabes enemigos del comercio oriente-occidente. De hecho, M.
Lombard ha expresado la opinión de que los árabes alentaron positivamente el comercio oriente-occidente mediante el
“desatesoramiento” de los caudales de oro que existían en las partes de los Imperios Bizantino y Sasánida que cayeron en sus manos.
Para fines del siglo X había importantes signos del desarrollo de la producción de mercancías. Los mercados locales comenzaron a
ampliarse y a convertirse en ciudades. La vida urbana se desarrolló dentro de la sociedad feudal y no como resultado del impacto
externo de mercaderes itinerantes o buhoneros. ¿Cuál era la causa del desarrollo social bajo el feudalismo? Para el estudio de este
problema no se debe limitar al feudalismo, sino ocuparse de la sociedad capitalista como un todo, o en todo caso de la sociedad
precapitalista de clases. Sweezy considera que la acumulación de capital es el motor primordial de la sociedad capitalista, porque es
inherente al proceso de producción capitalista. No existe en las sociedades precapitalistas ningún proceso de acumulación como el que
se sigue de la explotación del trabajo asalariado por capitalistas. Tampoco cabe duda de que se debe considerar el aumento del
producto sobrante por encima de lo necesario para la subsistencia como condición necesaria para el derrumbamiento del comunismo
primitivo y el comienzo del capitalismo. El aumento de este producto excedente dependía del desarrollo de las fuerzas de producción,
de las herramientas y las habilidades de los artesanos y los agricultores. Es evidente que hay que tener en cuenta las relaciones de
producción si se quiere responder a una de las preguntas de Sweezy, ¿por qué no se desarrolló el capitalismo a partir de la producción
de mercancías del mundo antiguo? La característica principal del régimen de producción en la sociedad feudal es que los propietarios
de los medios de producción, los terratenientes, intentan constantemente apropiarse para su propio uso todo el excedente que producen
los productores directos. Cuando llegó el siglo IX la economía feudal de Europa estaba dominada por grandes dominios integrados por
villae, cuyo territorio tenía la función de proporcionar víveres y productos manufacturados al señor. La mayor parte de la renta feudal
se pagaba en trabajo, sólo una parte en productos, y una tercera parte, insignificante, en dinero. Entre los siglos IX y XIII el proceso de
reducción a servidumbre siguió al mismo ritmo, pero cuando empeoró y se hizo uniforme la situación jurídica de los explotados, el
desarrollo de la producción de mercancías introdujo modificaciones en la forma de la renta, de modo que para fines del siglo XIII las
rentas en productos y en dinero han sustituido en gran medida a la renta en trabajo. El mantenimiento y la ampliación del poder
clasista para la clase que ya lo tiene es la fuerza impulsora de la economía feudal y de la política feudal. Por eso había que maximizar
la renta. Se debe recordar que el desarrollo del mercado interno y externo constituyó otro factor importante que impulsó a los señores
feudales a exigir rentas cada vez mayores. La lucha por la renta fue el “motor primordial” de la sociedad feudal. De ahí que la
ampliación general del cultivo que sin duda continuó hasta el final del siglo XVIII, y que constituyó una de las mayores aportaciones
del orden feudal, fuera un producto de la lucha por la renta. El progreso económico que era inseparable de la primera lucha por la
renta y de la estabilización política del feudalismo estuvo caracterizado por un aumento del sobrante social total de la producción por
encima de lo necesario para subsistir. Esto, y no el llamado resurgimiento del comercio internacional en sedas y especias, constituyó la
base para el desarrollo de la producción de mercancías. Es decir, que en el período de economía natural predominante cada vez se
pudo dedicar una proporción mayor del producto al intercambio. Por tanto, la expansión de los centros de mercados y ciudades
medievales se basó fundamentalmente en la expansión de la producción simple de mercancías. La interacción de estos diversos
factores –todos ellos internos a la Europa feudal– produjo profundos cambios en la situación. En general en el siglo X el estímulo del
mercado está pasando a ser el principal factor en el desarrollo de la producción, en la producción de nuevos elementos de la economía.
Porque la base económica de quienes seguían ocupando los puestos de mando en el Estado estaba minada, pese a las desesperadas
tentativas (como las que hicieron los monarcas absolutos) por utilizar el control del Estado para mantener lo esencial del poder feudal.

7. COMENTARIO (Christopher Hill)

Sweezy pide que se considere la posibilidad de que en la Inglaterra del siglo XVI “no hubiera una clase dominante, sino varias,
basadas en distintas formas de propiedad y trabadas en una lucha más o menos constante por la supremacia”. ¿No resulta un absurdo
lógico hablar de “varias clases dominantes” a lo largo de varios siglos? Una clase dominante ha de poseer el poder el Estado, pues, en
caso contrario, ¿cómo domina? Si se sustituye las “varias clases dominantes” por las “clases en lucha” de Engels, las preguntas de
Dobb seguirán requiriendo respuesta. ¿Cuál era la clase dominante durante aquel período? ¿Cómo se ha de caracterizar al Estado?estas
son cuestiones que han debatido con detalle los historiadores marxistas soviéticos e ingleses. Z. Mosina afirmaba que: “La opinión de
que la monarquía absoluta era un Estado de la nobleza terrateniente feudal es algo que han absorbido todos los historiadores
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soviéticos”. La hipótesis de Sweezy es insostenible y no puede apoyarse en nada que dijera Engels. La confusión que induce a Sweezy
a no desear que se califique de Estado feudal a la monarquía absoluta es triple. En primer lugar, una resaca de la estrecha definición
académico-burguesa del término “feudal” como término militar, haciendo caso omiso de su base económica; en segundo lugar la
equiparación del Estado feudal como el Estado en que predomina la servidumbre; en tercer lugar, existe la idea de que un Estado
feudal ha de ser un Estado descentralizado. De hecho, fue la emancipación del régimen de pequeña producción lo que llevó a la clase
feudal dominante a reforzar el poder central del Estado a fin de: 1) sofocar la revuelta campesina; 2) utilizar impuestos para arrebatar
su excedente a los campesinos, y 3) controlar los movimientos de fuerza de trabajo mediante una regulación a escala nacional. La
monarquía absoluta fue una clase distinta de monarquía feudal, pero la clase dominante siguió siendo la misma.

8. OBSERVACIONES (Georges Lefebvre)

Como el debate se centra en la organización de la producción, no se trataba del régimen feudal ni era la palabra feudalismo la más
adecuada, porque la característica del feudalismo reside en la jerarquía del señor y de sus vasallos, así como en la distribución de
feudos por el primero a los segundos. La expresión correcta sería régimen dominical que tiene un origen remotísimo y no pertenece
propiamente a los últimos siglos de la Edad Media.
Para identificar el régimen dominical con la servidumbre es necesario previamente definir esta última. A juicio de Marc Bloch, la
relación del siervo con su señor fue en un principio resultado de una dependencia de tipo personal, más esta concepción no cuenta con
la adhesión general. En tercer lugar, puesto que la tesis fundamental de Dobb atribuye la transformación económica y social a una
contradicción interna del régimen dominical, es fundamental señalar otra contradicción que él no menciona. Cuando la producción se
basa en la explotación de una mano de obra sometida por la violencia, la dificultad del amo estriba en vigilar el trabajo para asegurarse
de que es eficaz. Por último, se ha de tener en cuenta la multiplicidad de los factores históricos. Por ejemplo, tal como Dobb mismo lo
dice, el factor demográfico es muy importante.
Cuando se rastrean los orígenes del capitalismo, no se puede olvidar que su germinación se vio favorecida por la colisión entre el
comercio y el Estado. No se hubiera podido implantar fácilmente la manufactura sin la protección del Estado, contra la concurrencia
de países de economía más avanzada. Los pedidos que el Estado le hacía le favorecieron y ejercieron una influencia técnica cuyas
consecuencias nadie podía prever. Únicamente el comerciante que conseguía crear una manufactura propiamente dicha o que
organizaba el putting out system podía satisfacer verdaderamente el Estado, concentrando la empresa y regularizando la fabricación.

[P. M. Sweezy – M. Dobb [et al], La transición del feudalismo al capitalismo, Editorial Ciencia Nueva, Madrid,
1967.]

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