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Clonación Terapéutica:
El hombre forma parte de la naturaleza, pero también está fuera de ella, ya que el
hombre posee un valor en sí mismo, que no depende de su utilidad social, pero nos
podemos preguntar: ¿Ocurre lo mismo con el embrión y el feto?. En el hombre, el
embrión se distingue del feto por una edad arbitraria de tres meses de embarazo, y
que según Niceto Blázquez, se le tiene el mismo respeto a un feto muerto que a un
hombre muerto, civilmente; y que desde el punto de vista jurídico no ocurre, lo cual
queda claro con los siguiente. “Hubo un caso de una madre que, que tras el
accidente de coche había perdido a su feto de seis meses, el Tribunal Supremo, en
julio de 2001, considero que el ser en devenir, viable pero todavía en el vientre de
la madre, no era un hombre. El homicidio por tanto quedo descartado” (Degos,
2005). Pero el problema surge cuando las leyes no ponen una tercera categoría
junto a la de hombre y la de cosa. Esto queda claro ya que al no poderse pagar o
rentarse, el embrión potencialmente humano no puede ser una cosa (basándonos
en el pensamiento kantiano de que el hombre es un ser autónomo que debe ser
libre), pero tampoco hombre (jurídicamente), ya que, según los jueces, el hombre
no lo es hasta su primera respiración, hasta su primer grito tras salir del vientre de
su madre. Pero analizando esto, podríamos pensar como Laurent Degos que
“cuando el hombre manipula el inicio de la vida, se está acercando a Dios o se cree
Dios mismo, puesto que crea un clon ‘a su imagen’, volviendo el así también ‘eterno’”
(Degos, 2005), hablando él desde la perspectiva ideológica judeo-cristiana.
Una vez muerte, el feto vuelve al ciclo de la naturaleza. Pero si, en vida deviene
fuente de células o futuro objeto del creador, cambia totalmente la finalidad, es
entonces cuando “El embrión instrumentalizado vivirá para otro y no para sí mismo;
se ‘sacrificaría’ por otro sin haber podido elegir” (Blázquez, 2000).
Clonación Reproductiva:
Como una reflexión a lo anterior, podemos darnos cuenta que casi todo el mundo
condena la clonación reproductiva, ya que esto implicaría daño no solo a la dignidad
del clon, además de que también provocaría la decadencia y ruina biológica de las
generaciones venideras, y a incluso, la desaparición de nuestra propia especie.
Luego tenemos a la clonación terapéutica, debido a las ventajas médicas que
conlleva, que sin darnos cuenta que atenta contra nuestros valores, ya que estamos
cosificando a un ser vivo para nuestro beneficio, sin haberle dado la oportunidad a
este ser de elegir, simplemente porque no sentimos que no es un hombre como tal,
sin ponernos a pensar que esto implicaría nuestra subsistencia a costa de otro ser,
por lo cual, desde esta perspectiva, la clonación terapéutica es tan discutible como
la clonación reproductiva, muy a pesar de que esta podría salvar a muchas
personas, ya que se están violando las libertades del ser.
Todo ello nos hace darnos cuenta, basándonos en una ética del deber kantiana, de
que más allá de nuestro bienestar (y con ello la felicidad), está hacer lo correcto,
esta respetar la vida y la libertad de un ser, y de respetar a nuestra especie.
Bibliografía
Bernal Garcia, M. J., & Bernal Camargo, D. R. (2008). Claves para comprender la bioética. Bogotá:
Universidad de Boyacá.
Blázquez, N. (2000). Bioética: La nueva ciencia de la vida. Madrid: Estudios y Ensayos BAC.
Valenzuela, C. (2005). Ética científica de la clonación humana. Santiago de Chile: Revista médica de
Chile.