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Pedagogía II 2018
Introducción
Para comenzar toda teorización sobre la Pedagogía, es importante abordar los conceptos que a
ella se relacionan íntimamente, este es el caso del término “educación”. Es muy corriente pensar que los
dos mencionados son sinónimos, y gran parte a ello se debe de lo polisémico que es el término
“educación”. Nuestra primera impresión siempre nos remite a la educación formal, el liceo y cualquier
estudio terciario; pero al pensarlo de forma más detenida, es fácil de constatarlo en múltiples espacios y
situaciones, e incluso en las menos pensadas (mirando televisión, jugando un deporte nuevo, etc.). Una
definición aséptica y simplista podría ser: “Transmisión de conocimientos a una persona para que esta
adquiera una determinada formación.”, aunque carece de una visión crítica y no considera su aspecto
práctico y rol social; por ello consideramos la de Becerril (1999) más asertiva: “la educación como un
fenómeno eminentemente práctico, socialmente construido e históricamente determinado.”
Hoy en día, la educación formal representa el segundo agente socializador del Hombre, y es por
ello que se le ha colocado un peso descomunal, en vista de su capacidad de soporte. Hoy en día se
encuentra desactualizado y errante ante su labor, y como puntualiza Ken Robinson en su charla TED del
año 2007, esto responde a la utilización de un paradigma gestado en una época hoy muy lejana:
“Estos se desarrollaron en gran parte para satisfacer la demanda de mano de obra que produjo
la Revolución Industrial, y estaban organizados según los principios de la producción en serie. En sus
inicios, el propósito del movimiento de normalización del sistema educativo era mejorar la eficacia de
este nuevo proceso de transformación económica, social y tecnológica exigiendo más preparación y
responsabilidades a sus trabajadores. El problema radica en que, por su naturaleza, estos sistemas
educativos ya no sirven para las necesidades completamente distintas del siglo XXI.”
Hoy en día, gracias a las enormes bases de datos al alcance de un dedo, han puesto en tela de
juicio ese rol docente tradicional, ese saber enciclopédico que era volcado en un vaso vacío que eran los
supuestos alumnos; y como apunta Daniel Filmus (sociólogo, educador y político argentino), al analizar
los sistemas educativos en América Latina, se observa la pérdida de sentido que estructura el sistema
educativo, y genera entre los actores involucrados, un estado de anomia con respecto a las demandas
sociales.
Equipo: Ángela Katiuska Piñierio y Paula Dávila, Literatura.
Pedagogía II 2018
Es por esto, que se están gestando hoy en día múltiples teorías y herramientas para resignificar
la institución educativa y poder lograr mejores resultados en pos de un bienestar común. Alguna de
estas son las que abordaremos: por un lado tenemos a Carl Honoré en su “Elogio de la lentitud” y
Victoria Camps con “Los valores de la educación.”
Ya en 1982, Larry Dossey decía: “El tiempo se aleja, no lo hay en suficiente cantidad y debes
pedalear cada vez más rápido para mantenerte a su ritmo”; y es en este libro donde Honoré aborda esta
nueva velocidad que los tiempos modernos han alcanzado. El autor atribuye este ritmo mundial al
sistema económico predominante en el mundo: el capitalismo y menciona a que extremos disparatados
han llegado: el término japonés “karoshi” que significa “muerte por exceso del trabajo” y una de sus
víctimas Kamei Shuji, lesiones en prácticas que pretenden ser lentas y relajantes como el yoga y hasta la
existencia de cuentos “que sólo dura un minuto”, entre muchas otras.
Ante toda esta vertiginosidad, Carl presiona un nervio débil en este “vive rápido y muere joven”:
“cuando nos apresuramos, rozamos la superficie y no logramos establecer verdadero contacto con el
mundo y las demás personas”; vivir así es condenarse a una existencia superficial, sin una apreciación
profunda de lo que vivimos y sin, sobre todo, poder disfrutar el presente.
Es por todo lo dicho, que presenta el “movimiento slow”. Este movimiento lo que pretende, no
es ir lento, ni hacer las cosas con suma indiferencia y sin presiones, sino más bien a un ritmo adecuado,
a la velocidad apropiada de cada actividad. Plantea, en algún punto, el disfrute del presente como
concientización plena, hasta de la misma mortalidad humana. También adecua esta nueva velocidad a
cada persona, cada uno presenta diferentes tiempos. Es por todo lo dicho, que el “movimiento slow” es
muy valioso para la Pedagogía; ante las presiones de cumplimiento de programas y planificaciones,
sumado que los resultados deben ser aceptables y cuanto antes mejor; la “pedagogía slow” apunta a
una adecuación a los tiempos cognitivos de cada alumno, al disfrute de la materia impartida en una
apreciación pausada y sobre todo, a la humanización de nuestro rol docente.
Termina su texto con cinco consejos para la paz, en donde manifiesta la importancia del
diálogo y el compartir opiniones, la de no mantener un rol pasivo ante las injusticias, la toma de
conciencia y tolerancia y respeto ante la diversidad.
Conclusión