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ISSN 1666-812X

CUESTIONES DE
INFANCIA
Revista de Psicoanálisis con Niños - Año 2005 Vol. 9

LOS PADRES: ENCUENTROS Y


DESENCUENTROS EN EL
PSICOANALISIS CON NIÑOS

Gisela Ambrosino
Graziela Fava Viziello
Aurora Favre
Osvaldo Tulio Frizzera
Alicia Gamondi
Beatriz Janin
Elsa Kahansky
Silvia Morici
Mabel Rodríguez Ponte
María Cristina Rojas
Ana Lía Ruiz
Rosa Noemí Silver

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“Cuestiones de Infancia” Revista de Psicoanálisis con Niños es una publicación
de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños,
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CUESTIONES DE
INFANCIA
Revista de Psicoanálisis con Niños - Año 2005 Vol. 9

LOS PADRES: ENCUENTROS Y DESENCUENTROS


EN EL PSICOANALISIS CON NIÑOS
Gisela Ambrosino
Graziela Fava Viziello
Aurora Favre
Osvaldo Tulio Frizzera
Alicia Gamondi
Beatriz Janin
Elsa Kahansky
Silvia Morici
Mabel Rodríguez Ponte
María Cristina Rojas
Ana Lía Ruiz
Rosa Noemí Silver
Cuestiones de Infancia
Revista de Psicoanálisis con Niños
Publicación de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños, Instituto de Altos
Estudios en Psicología y Ciencias Sociales de la Universidad de Ciencias Empresariales y
Sociales, Asociación de Psicólogos de Buenos Aires.

Directora
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Consejo Académico Internacional


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Dra. Graziela Fava Vizziello (Italia)

NOMINA DE REFERATOS QUE HAN PARTICIPADO COMO EVALUADORES DE LOS


ARTICULOS PUBLICADOS EN LOS VOLUMENES 7, 8 Y 9
DE CUESTIONES DE INFANCIA:

Miriam Fridman-Wenger; Nora Fornari; Adrián Grassi; Ruth Kazez;


Susana Matus; Marta Mor Roig; Nilda Neves; María Cristina Rojas;
Ana Rozenbaum de Schvartzman; Ana Lía Ruiz; Lidia T. Scaluzub;
Juan Vasen; Mario Waserman; Felisa Widder.
(En los casos donde se plantearon discrepancias entre los dictámenes de los Referatos
respecto de un mismo artículo, el Comité Científico de la Revista ha resuelto el
diferendo enviando el escrito a un tercer evaluador y tomando luego la decisión final)

Registro de la propiedad intelectual 1.425.121


ISSN 1666-812X

Los artículos firmados no expresan necesariamente la opinión de la


directora de la revista ni de las autoridades de UCES y APBA.
INDICE

EDITORIAL 13
BEATRIZ JANIN

LOS PADRES, EL NIÑO Y EL ANALISTA: ENCUENTROS Y DESENCUENTROS 15


BEATRIZ JANIN

LA CONSULTA DE LOS PADRES POR SU HIJO 33


AURORA FAVRE

EL TRABAJO PSICOANALITICO CON PADRES 41


MARIA CRISTINA ROJAS

TRABAJO CON PADRES EN EL PSICOANALISIS CON NIÑOS 51


ELSA KAHANSKY; MABEL RODRIGUEZ PONTE; ROSA NOEMI SILVER

LOS PADRES: ENCUENTROS Y DESENCUENTROS EN


PSICOANALISIS DE NIÑOS 60
OSVALDO TULIO FRIZZERA

LA INTERMEDIACION PARENTAL EN LA ELABORACION DE LA


SEPARACION DEL NIÑO EN EL JARDIN MATERNAL 69
GRAZIELA FAVA VIZIELLO

ABORDAJE CLINICO CON EL BEBE Y SUS PADRES 96


ANA LIA RUIZ

TALLER CLINICO 111

MAXI. UN CASO CLINICO 113


GISELA AMBROSINO

COMENTARIOS SOBRE EL CASO MAXI 118


SILVIA MORICI

ESTIGMA. LA IDENTIDAD ABORTADA 126


ALICIA GAMONDI

INDICES NUMEROS ANTERIORES 136

CUESTIONES DE INFANCIA 11
EDITORIAL
Este número de la revista aborda uno de los temas centrales de la clínica
psicoanalítica con niños: el trabajo con los padres.

Una característica particular del trabajo con niños es que son adultos los
que consultan, los que cuentan la historia, los que hablan acerca del sufri-
miento de un tercero y de ellos mismos.

Así, en la clínica, van apareciendo los diversos interrogantes: ¿Cómo, cuán-


do, de qué modo trabajar con los padres en la consulta por un niño? ¿Qué
entendemos por trabajar con ellos? ¿Qué ocurre con las familias en la épo-
ca actual? ¿De qué padres se trata? ¿Cuántas transferencias y resistencias se
ponen en juego desde ellos, y desde el analista? ¿Qué se repite a lo largo
de las generaciones? ¿Qué posibilidades creativas se abren en el trabajo
analítico con ellos?

El hijo, como representación de otro, como propio y ajeno, como lo nove-


doso y a la vez como la presentificación de los deseos y la historia, es aquél
por quien se consulta.

Y los padres, ¿son obstáculo, piedras en el camino, o colaboradores inelu-


dibles? Encuentros y desencuentros que marcan un recorrido complejo a lo
largo del análisis de un niño.

Escuchar su sufrimiento, tener en cuenta el dolor que está presente en la


consulta por un hijo, ayudarlos a recuperar su propia historia, pensar qué
desencadenó en ellos la irrupción de este hijo en sus vidas, posibilitará que
se abra un espacio para que el niño arme a su vez él su propia historia.

Los artículos que siguen son un aporte para pensar estas cuestiones.

Beatriz Janin

CUESTIONES DE INFANCIA 13
LOS PADRES, EL NIÑO Y EL ANALISTA:
ENCUENTROS Y DESENCUENTROS
Beatriz Janin *

odo sujeto se define necesariamente por la relación con sus imá -


genes parentales “originarias”: está unido a quienes le dieron la
vida y estará ligado a ellos por los lazos del incesto y el parrici -
dio, de la sexualidad y la muerte”, afirma André Green (Green, A . ,
2000, pág. 49).

Incesto, parricidio, sexualidad y muerte... de eso se trata... Del amor y del


odio, del narcisismo puesto en juego... de las diferentes máscaras que toma
el vínculo padres-hijo, de los avatares del Edipo, de la transmisión a través
de las generaciones...

Cuando nos consultan por un niño, se abre un abanico de posibilidades...


¿A quién escuchar?. Y no sólo eso, ¿a quién hacer venir, a quién observar, a
quién hablar?

En cada consulta hay muchos sufrimientos en juego. Muchas veces, son los
padres los que están angustiados o deprimidos, o sintiendo que todo se
quiebra, que el mundo soñado se derrumba...

M u chas veces, son ellos los que padecen sentimientos de ve r g ü e n-


za (cuando el mundo externo les señala algo que no está bien en la
relación con el niño), de miedo (cuando lo suponen incontrolable),
de angustia (cuando no pueden poner palabras a lo que los inquie-
ta).

Sabemos que los padres son los primeros erotizadores. Seductores inevi-
tables, tocan, besan, abrazan, acunan, pero también frustran, abandonan,
prohíben...

* Directora de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños de UCES (en convenio


con APBA). Profesora de posgrado de la Facultad de Psicología de la UBA. Profesora titular de
la Carrera de Psicología de UCES. Miembro titular de la Sociedad Psicoanalítica del Sur.

CUESTIONES DE INFANCIA 15
Son el primer espejo... de lo que ese niño es para ellos, de lo que querrían
que fuese. Es decir, el niño se ve en ellos, en lo que son, en lo que fueron
y en lo que desearían ser, en sus éxitos y en sus fracasos, en su poderío y
en su impotencia... Y se constituye marcado por esos otros, armando como
puede, cuando puede, una historia propia.

Sus relatos, la historia que han armado de esa familia, determinarán a ese
niño...

Pero también hay que tener en cuenta que ese nacimiento, esa irrupción de
un otro, acarreará un cimbronazo importante en las vidas de esa mujer y de
ese hombre, de esa pareja. Un nacimiento es un acontecimiento, el inicio
(y a la vez la culminación) de una historia que revoluciona, inevitablemen-
te, otras historias.

Encuentro entonces, que puede ser desencuentro, y del cual nadie saldrá
igual.

El trabajo psicoanalítico con los padres

En 1980 se realizó un Congreso de FEPRA, en Rosario, sobre “Actualizacio-


nes en Psicoterapia”. En el mismo, presenté mi primer trabajo sobre este te-
ma: la articulación teoría-clínica en el psicoanálisis con niños. Ahí, toman-
do los desarrollos freudianos, planteaba la necesidad de incluir a los padres
en el análisis de un niño:

“En tanto extensión del psiquismo del niño, los padres están siempre
i nvo l u c rados en el tratamiento de éste. Pero la evaluación del gra d o
de diferenciación yo-mundo externo, del grado de estructuración del
a p a rato psíquico, de la instauración o no de la represión primaria,
del grado de desarrollo del proceso secundario y del principio de
realidad, nos posibilitará plantear diferentes abordajes en la tera p i a .
Así un infante que depende de la mirada aprobadora o prohibidora
del adulto para calificar sus acciones, diferirá de un latente, en que
el síntoma muestra el conflicto defensivo y de un púber, en que la
irrupción pulsional hace peligrar la organización del apara t o . . .” (Ja-
nin, 1980).

Afirmaba allí que, de acuerdo a los tiempos de la estructuración psíquica,


podíamos pensar el lugar que otorgábamos a los padres en el tratamiento.
Tiempos lógicos que debemos detectar...

16 CUESTIONES DE INFANCIA
Y también que no sólo es importante escuchar a la madre, sino que el
padre también puede actuar con el niño aquello que no puede decir
en el análisis de su hijo y que ubicará al analista en lugar de juez, pa-
dre, rival, hijo. Además, así como el niño construye la idea de tener
un padre, el hombre conquista el lugar de padre, es decir, que a la pa-
ternidad se accede, por lo cual es fundamental su inclusión en el aná-
lisis del hijo.

Aprendí tempranamente que abrirle la puerta a los padres no sólo evita


que entren por la ventana, sino que es siempre posibilitador de transfor-
maciones.

A lo largo de todos estos años fui pensando no sólo la necesidad del traba-
jo con los padres sino, fundamentalmente, los efectos que produce y los
modos de intervención con ellos.

Para los analistas, los padres suelen aparecer como el mayor obstáculo en
el tratamiento de un niño pero también como la garantía de que éste se de-
sarrolle.

Monstruos a vencer o posibilitadores, jueces implacables de nuestro traba-


jo, escollos en el camino, colaboradores fundamentales, ¿de qué se trata
trabajar psicoanalíticamente con los padres?

Encuentros y desencuentros...

“¿Le parece que hable sobre mis miedos? ¿Será necesario?”, pregunta una
mamá que a su vez consulta porque su hijita no se puede separar de ella.
“¿Qué tiene que ver mi historia en todo esto?”, pregunta un papá cuyo pa-
dre falleció cuando él era pequeño. “Nosotros somos una familia normal...
hace años que no hablo con mi papá pero ¿eso qué tiene que ver con que
nuestra hija no hable?”, dice otro.

Se expresan algunas certezas: “Yo soy la única que decido sobre la vida
de mi hijo”, dice una madre en un ataque de furia porque le sugiero que
el papá puede traerlo al consultorio (dado que ella manifiesta dificulta-
des laborales para traer al hijo a las sesiones). “Yo soy la única que lo
entiende y que sabe lo que le pasa, ¿qué me puede decir usted que yo
ya no sepa?”.

Y algunas reflexiones: “Me acordé que cuando él era chico mis padres me

CUESTIONES DE INFANCIA 17
decían que tuviese cuidado, que si no lo educaba bien, cuando fuera gran -
de iba a hacer cualquier cosa y se me ocurrió que esto podía tener algo que
ver”. “Yo me llevo muy mal con mi mamá, la odio y tengo mucho miedo
que esto se repita con mi hija”.

Cuando hablamos de encuentros y desencuentros evocamos situa-


ciones tempranas, un encuentro-desencuentro que, allá en los oríge-
nes, dejó marcas. Marcas que se ponen en juego, que se repiten, que
se reorganizan, que se van enlazando en una historia en las entrevis-
tas.

Así, nos encontramos siendo el personaje temido... idealizado... odiado...


Testigo que al atestiguar incide en los avatares del proceso.

Desde las primeras entrevistas, el modo en que los escuchemos va a ir de-


finiendo un modo de trabajo. En tanto no nos consideremos poseedores de
la verdad sobre “lo que se debe hacer” con un niño, podremos atender lo
que dicen siguiendo el hilo de su discurso, las ligazones que realizan, el
modo en que asocian un acontecimiento de la vida del niño con otros su-
cesos, la forma en que van plasmando diferentes imágenes, impresiones, de
su hijo y de ellos mismos.

Vías que se van abriendo y que van permitiendo que ciertas conexiones va-
yan quedando al descubierto. Desde las primeras entrevistas, los señala-
mientos hechos por el analista, así como aquello que ellos “se” escuchan
por primera vez, marcan la apertura del trabajo analítico.

Las primeras entrevistas

Cuando los padres consultan por un hijo, la sensación suele ser de des-
garro, de muchísimo dolor, de ruptura interna frente al embate narcisis-
ta que supone que un hijo tiene problemas. Y si el hijo es aquel que de-
be cumplir los deseos insatisfechos, los proyectos truncos, la constata-
ción de que hay dificultades que ni el niño ni ellos pueden resolver so-
los y que necesitan ayuda será vivida generalmente como un golpe in-
soportable.

Nos encontramos entonces con un dolor muy intenso, con sensaciones de


pérdida de una imagen de niño perfecto y con diversos intentos de reparar,
modificar o desmentir el problema.

18 CUESTIONES DE INFANCIA
H ay padres que llegan a la consulta enviados por terceros y en plena
desmentida, atribuyendo las dificultades a otros (maestras, otros niños,
etc.), afirmando que no es su hijo el que presenta problemas. Es habi-
tual en estos casos que estén muy enojados, suponiendo una alianza
implícita del psicoanalista con aquellos a quienes ubican como “acu-
sadores”. Sin embargo, la desmentida (como coexistencia de dos se-
ries de representaciones que se oponen) es una defensa frente al regis-
tro de lo intolerable, lo que hace pensar que hay una percepción de la
dificultad, pero frente a la misma, aparece otra aseve ración. Esto que-
da claro a lo largo de las entrevistas, cuando pueden ir planteando lo
que les angustia.

Quizás la primera cuestión a tener en cuenta cuando entrevistamos a los


padres es que no sabemos de antemano quiénes son ni por quién con-
sultan.

Como psicoanalistas, debemos partir de la idea de que el otro es, fun-


damentalmente, otro sujeto, un desconocido que podrá evocar en noso-
tros ciertos sentimientos, ciertas historias pasadas, ciertos personajes de
nuestra vida, pero que, ante todo, es otro semejante diferente, alguien
que nos habla, como puede, de su sufrimiento. Y que, por más que nos
recuerden a otros pacientes, a otras consultas, no será nunca lo mismo,
sino que, inevitablemente, habrá algo de lo novedoso, historias a deve-
lar, a explorar...

Desde la primera entrevista, el escuchar a los padres como consultan-


tes, impica ubicarlos como otros con los que iremos descubriendo de-
seos, identificaciones, repeticiones... Otros con los que abriremos un
espacio.

No tenemos un cuestionario ni una planilla a completar... No hacemos una


anamnesis. Simplemente, somos parte de un encuentro con uno o con va-
rios sujetos que se acercan a nosotros a consultar por un tercero: el hijo. Y,
como toda consulta, implicará hablar del propio sufrimiento y de quiénes
son ellos mismos.

“¿Será igual que el abuelo?”. “Es así desde que nació, no hace caso...”.
“¿Por qué esto a mí?”. “Yo creo que se da perfectamente cuenta de que
nos molesta con sus gritos, y por eso grita...”. “Estamos hartos de que
nos llamen de la escuela para quejarse de su conducta”. “No soporto
más”.

CUESTIONES DE INFANCIA 19
Preguntas, pedidos, requerimientos, acusaciones, lamentos, a los que no
podremos dar respuesta de inmediato. Y que nos introducirán en un cami-
no de descubrimientos sucesivos...

Las entrevistas abiertas, planteadas como un espacio no pautado, per-


miten encuadrar la relación en un marco psicoanalítico, posibilitando el
trabajo posterior. Así, queda iniciado un camino en el que se podrá in-
vestigar en la historia de cada uno de los padres, en su historia como
pareja, en las representaciones que sostienen de sí mismos y de sus hi-
jos, en las fantasías que albergan sobre la maternidad y la paternidad,
en el cruce de identificaciones, en los ideales y temores. Se les propo-
ne un espacio en el que pueden asociar, recordar, pensar, en el que son
escuchados sin prejuicios ni mandatos.

El relato que los padres realicen sobre la vida del hijo es clave para pensar
las vías identificatorias que le han sido propuestas a ese niño, los deseos
que se han jugado con él, las posibilidades de transmitir o no un deseo de
que él viva y crezca.

La idea de futuro, el ubicarlo en un devenir, el poder pensar al hijo siendo


él mismo y a la vez otro, abre un espectro de posibilidades.

Con los padres, deberemos evaluar si pueden historizar la vida del ni-
ño, fantasear sobre su futuro, a la vez que ubicarlo como ser pasible de
modificaciones, logros, avances y como sujeto que sufre. Cuando esto
no se da, iremos ayudando a construir esa representación de “otro”. Pa-
ra eso, las entrevistas en las que pueden hablar de su propia historia, de
su propio devenir, de sus sufrimientos y proyectos, son un espacio que
abre y “se abre” a las diferencias.
La escucha debe ser desprejuiciada. No es sólo que nos posicionamos
como no-jueces, sino que efectivamente nos ubicamos como aquellos
que están dispuestos a escuchar sin emitir juicios de valor, sin suponer-
nos poseedores de un saber sobre el modo en que “se debe” criar a un
niño.
Las entrevistas no tienen como finalidad extraer datos “objetivos” de la his-
toria del niño (¿quién podría relatar de un modo “objetivo” una historia?),
sino conocer el relato que ellos hacen, la construcción-mito que le transmi-
ten al hijo, lo que dicen y lo que ocultan.
Cuando en su relato insiste el tema de la alimentación, por ejemplo, tendre-

20 CUESTIONES DE INFANCIA
mos que ir abriendo preguntas en relación a su propia historia de alimenta-
ción, a sus recuerdos, pero también ver con qué se asocia en ellos y qué re-
presentación del hijo predomina en relación a la comida.

Es frecuente que los padres lleguen con un discurso armado, casi prepara-
do de antemano y que sólo podamos correrlos de allí en la medida en que
pidamos que nos cuenten situaciones vividas con el niño, fantasías en rela-
ción a él y a lo que es ser padre y madre, recuerdos... El trabajo sobre estas
producciones produce transformaciones en el modo en que el niño es in-
vestido e identificado por los otros.

La repetición en juego

La constitución psíquica se da en una historia que excede al niño mismo,


una historia signada por otros que a su vez están sobredeterminados, escin-
didos.

Hemos dicho muchas veces que una cuestión que marca la especificidad
del psicoanálisis con niños es que aquellos que consultan por el niño están
implicados en una relación estructurante.

La sexualidad materna marca un cuerpo abriendo caminos, diferencian-


do zonas, recorridos de placer y de prohibición. La capacidad mediati-
zadora y continente de la madre posibilita ligar el dolor que irrumpió
con la fuerza de un rayo, destruyendo conexiones. Por identificación
primaria con un semejante investido especialmente se constituye el yo
como yo de placer. La estabilización de la represión primaria, como di-
visoria intersistémica, es efecto de una larga historia de prohibiciones,
en que la madre transmite, en su rechazo a la sexualidad incestuosa, su
propio sistema de normas.

Hay ciertas leyes que rigen el modo en que los procesos psíquicos de
los padres inciden en los del hijo, como las que nombra Freud: conta-
gio afectivo, transmisión de superyó a superyó, proyección e identifica-
ción.

También podemos hablar de una transmisión que se da a través de las


generaciones más allá de la genética, que hace que lo no tramitado de
los antepasados retorne desde el niño. Así, Freud habla de la constitu-
ción sexual como un vivenciar pre-histórico, como residuo de vivencias
de varias generaciones.

CUESTIONES DE INFANCIA 21
Los padres suelen repetir con los hijos el vínculo que tuvieron con sus
propios padres, los modos de acariciar, de prohibir, fundando en el otro
caminos erógenos, privilegiando vías narcisistas, transmitiendo normas
e ideales.

En algunos casos, se ponen en juego los ideales del ideal del yo, los pro-
yectos inconclusos. Se espera que el niño cumpla lo que los padres no
pudieron hacer. En otros, lo que se espera es que el hijo cubra ya, en lo
inmediato, el agujero dejado por la propia insatisfacción. Y también es-
tán aquellos que suponen una repetición permanente de la no-salida y
esperan del hijo el cumplimiento del vaticinio de fracaso. En estos últi-
mos prevalece un tipo de pensamiento pesimista (“siempre va a ser
igual”, “es un fracasado”) que deja al niño en una red de profecías mor-
tíferas y lo arroja a una disyuntiva difícil de resolver: o confirma con su
fracaso la palabra paterna o cuestiona la palabra de los padres, quedán-
dose sin soporte externo.

En cada uno de estos casos, el trabajo psicoanalítico con los padres


será diferente. En tanto lo que predomine sea el narcisismo materno-
paterno, ellos serán el centro de la escena, los protagonistas a los que
habrá que contener, organizar, sostener y, sobre todo, escuch a r, ligan-
do su discurso con sus angustias, sus temores y sus deseos, ay u d á n d o-
les a hacer un reordenamiento de sus ejes identificatorios en el lugar
que se dan a sí mismos y le dan al otro. Las intervenciones se centra-
rán en su sufrimiento y en el modo en que repiten pedazos de su his-
toria.

Los padres suelen reencontrarse en el hijo no sólo con los propios aspectos
amados sino también con aquello insoportable de sí, que vuelve desde el
otro. En esos casos, el hijo repite lo que se intentó expulsar, que retorna des-
de lo idéntico no-pensado.

El modo en que reaparece en los hijos lo desestimado, lo desmentido y lo


reprimido de los padres, marca diferencias.

Lo reprimido retorna, desde el niño, en forma de síntoma o en funciona-


mientos que esbozan el armado de un síntoma. Cuando predomina la re-
presión, se transmiten las representaciones reprimidas pero también las nor-
mas y prohibiciones que impulsaron la represión, las fallas del mecanismo
defensivo, las grietas que deja. Este tipo de repetición posibilita la construc-
ción de fantasías.

22 CUESTIONES DE INFANCIA
Cuando lo que se presentifica en el niño es algo del orden de lo desmenti-
do en los padres, esto aparece como una defensa a ultranza del narcisimo
y entonces lo que hace es repetir ciegamente un mecanismo que lo lleva a
actuaciones permanentes. Tiene que sostener la desmentida porque en eso
se le va el “ser”, lo que lo lleva a una pelea con el mundo a expensas del
principio de realidad.

Y si lo que predomina en los padres es la desestimación, el niño pasará a


ser la presentificación de lo rechazado, y puede tener un lugar en el delirio
paterno/materno, o llenará agujeros representacionales de los otros, lo que
lo deja sin pensamiento propio. El niño queda como representante de aque-
llo desestimado, como lo siniestro. Y él mismo se verá en dificultades para
sostener pensamientos.

Si, como dice D. Anzieu (1995), el niño puede pensar en tanto está in-
merso en un mundo de pensamientos, en el que es pensado, el trabajo
con los padres, como posibilitador de un espacio en el que el niño sea
pensado, permite la construcción del “aparato para pensar los pensa-
mientos” en el hijo.

Podemos pensar aquí la pulsión de muerte, como la insistencia de aque-


llo “cuyo objetivo último permanece idéntico: abolir el pensamiento en
el vacío de la nada” (Moury, 1989, pág. 189). Lo que se produce a ve-
ces es la repetición del vacío, como en algunos trastornos de atención,
cuando el problema no es que el niño inviste otros aspectos del mundo
de aquellos que el contexto le exige sino que “se borra” y “borra” el
mundo.

René Kaës, plantea que la repetición puede ser repetitiva o transformadora.


Y, retomando la teoría de Bion, habla de transmisión de objetos transforma-
bles y transmisión de objetos no-transformables. Los objetos transformables
suponen que el que los recibe puede modificarlos. Implica el predominio
de la represión en aquel que transmite y la posibilidad de ser reincorpora-
dos por el psiquismo infantil (Kaës, 1993).

Los objetos transformables forman el material que se transmite de gene-


ración en generación, que va sufriendo transformaciones a lo largo de
esta transmisión . Por el contrario, los objetos no transformables son co-
mo “cosas en sí” que atacan el aparato de pensar y traducir de los
miembros de la familia, permaneciendo como objetos enquistados,
inertes.

CUESTIONES DE INFANCIA 23
Hay, según este autor, formas vivificantes y erotizadas de la transmisión
(así, la trasmisión de los deseos, como caminos abiertos en el hijo a par-
tir del erotismo materno-paterno, o la transmisión de ideales como
aquello a alcanzar) y también formas y modalidades mortificantes, co-
mo la insistencia de la transmisión de lo inerte, de los enquistamientos
y las fosilizaciones psíquicas (como cuando lo que se transmite es la im-
posibilidad de elaborar un contenido psíquico, o los agujeros dejados
por vínculos violentos, o lo inelaborable de una vivencia traumática). Es
decir, lo no-inscripto, lo no-representado, lo que está encriptado tam-
bién se transmite y marca un tipo de repetición en la que no hay trans-
formación alguna ni traducción: queda una marca que insiste en una re-
petición siempre idéntica a sí misma. Así, lo no metabolizado de los pa-
dres suele transmitirse en forma “bruta”, en una repetición idéntica. Y
cuando el afecto, la idea delirante o la vivencia traumática se transmi-
ten a los hijos, estos repetirán en su vida esos trozos de vida ajenos.
Haydée Faimberg afirma que, en estos casos, el psiquismo parece vacío
pero en realidad está “lleno” de una historia que corresponde a otro
(Faimberg, en Kaës y otros, 1993).

Las identificaciones

Una pareja consulta porque su hija de dos años presenta constipación per-
tinaz. A punto de recurrir a una operación, deciden probar con un trata-
miento psicoterapéutico. A lo largo de las sesiones una escena se repite: el
reproche por lo que el otro no da, por lo que niega, por lo que acapara pa -
ra sí. Dinero, amor, caricias, van siendo reclamados. Cada uno ha armado
una representación del otro como poseedor de bienes que no comparte.
Así, durante muchos meses, se van desplegando las “constipaciones” de ca-
da uno. Mientras tanto, la niña deja de estar constipada y las dificultades se
presentifican en otro lugar.

Una pareja consulta porque su hija llora al quedarse en el jardín de infan-


tes... Pero en la medida en que se los escucha pueden ir hablando de que
ellos no soportan el crecimiento de sus hijos, que éste presupone para ellos
un abandono, una ruptura de un vínculo muy preciado, imágenes de vejez
y muerte.

Una pareja llega al consultorio porque su pequeña hija no habla. “Mi papá
se fue de casa cuando yo era chica pero de eso no quiero hablar”, dice la
madre. “Yo con mi padre no me hablo desde hace varios años, pero no
quiero ni pensar en eso”, afirma el padre. ¿Quién es el portador del silen-

24 CUESTIONES DE INFANCIA
cio, de qué no se puede hablar? Silencios que se reiteran. ¿De cuántos se-
cretos familiares es portadora esta niña? ¿Será posible que ella hable sin que
los padres puedan comenzar a poner en palabras tanta ausencia?

A veces, los padres consultan por un niño con el que se identifican total-
mente, identificación que borra diferencias y que deja al niño sumido en un
“ser” sin ser, en tanto sólo puede existir como fotocopia de alguno de sus
progenitores. De este modo, el niño queda inscripto en una repetición en la
que él carece de destino propio. La afirmación “Es igual a mí”, puede ser-
vir tanto para minimizar el sufrimiento del niño como para desconocerlo
como sujeto. Pero también puede ser el primer paso para un intento de
comprensión del sufrimiento del otro.

Una de las cuestiones centrales en las entrevistas con los padres es permi-
tir el despliegue de las identificaciones: ¿con quién se identifica el niño?,
¿quién es ese niño para ellos? Hay infinitas posibilidades, pero vamos a des-
cribir algunas; el niño puede ser confundido con: otro muerto, otro odiado,
otro idealizado, y en los tres casos no se lo mira ni escucha. He escuchado
afirmaciones tales como: “Ocultó una mala nota. Eso es muy grave. Si mien-
te ahora, que tiene ocho años, es posible que a los veinte termine preso, co-
mo el tío”. ¿Qué lectura se está haciendo de la situación de un niño de ocho
años? Otra: “Le cuesta aprender a leer. Seguramente, va a tener que ir a una
escuela especial, como el hermano mayor”. O: “Ya a los cuatro años me do-
mina, es violento como era mi papá. Yo no puedo con él”. Así, se le atribu-
ye a un niño un destino ajeno y no se le da otra salida. La afirmación incon-
ciente: “él es otro”, opera como enunciado desubjetivizante. Si uno sólo es
actor de una historia que ya se encuentra escrita y sólo puede cumplir con
el papel asignado, la subjetividad se borra.

Y esto solamente puede engendrar fracasos, lo que incrementa en los pa-


dres la decepción y el odio.

Los padres en los que predomina la conflictiva narcisista tienden a identifi-


car al niño consigo mismos, a considerarlo como un aspecto propio siem-
pre que el niño coincida con los aspectos idealizados del propio yo-ideal.
Pero cuando se muestra diferente a lo esperado, pasa a ser “el otro”, “el ex-
traño”, “el no-yo”. También, el niño puede ser el portador de lo propio re-
chazado de sí mismo.

“La parte clivada o alienada del yo es identificada con la lógica narcisista


de los padres según la cual “todo lo que merece ser amado es yo, aunque

CUESTIONES DE INFANCIA 25
esto venga de ti, el niño”, “lo que reconozco como viniendo de ti, el niño,
lo odio; además te cargaré con todo lo que no acepto en mí: tú, el niño, se -
rás mi no-yo” (Faimberg, 1993, pág 84). Es decir, la lógica del yo del placer,
el juicio de atribución, rige el vínculo en estos casos.

Muchas veces, en las consultas, madre o padre afirman que el niño es


igual al otro progenitor, cuando hacen referencia a los aspectos rechaza-
dos. Pero si todo niño se identifica al padre y a la madre en ciertos rasgos,
¿cómo se puede sentir un niño que se siente rechazado por ser una suer-
te de reflejo de otro? Si lo que se rechaza de él es aquel aspecto de la ma-
dre o el padre al cual se ha identificado, le resultará difícil entender esa
sanción.

Es frecuente que, en los motivos de consulta, aparezca otro tipo de decep-


ción: de los padres en relación a sí mismos. Han intentado diferenciarse de
los propios padres, de no repetir sus errores y se han reencontrado con lo
temido. Esto resulta en una decepción en relación a las propias posibilida-
des de transformación.

Esto puede generar mucho enojo consigo mismo, por haber fallado al ideal de
padre o madre, por haber traicionado un mandato o por sentirse atrapado en
una identificación rechazada. Pero también puede generar mucho enojo con el
hijo, en tanto éste puede ser vivido como el causante del fracaso.

Las entrevistas posteriores

Hablamos ya de la importancia de escuchar a los padres en las primeras en-


trevistas, de encarar la consulta como una apertura.

Considero que el psiquismo se constituye en base a vivencias, que es a par-


tir del encuentro de lo pulsional con la realidad psíquica de los padres, que
quedan inscripciones, marcas, que se organizan y reorganizan de acuerdo
a ciertos criterios lógicos. Fantasías primordiales, modos de enlace entre las
representaciones, tipos de pensamiento predominante arman caminos so-
bre la base de las huellas que dejaron las vivencias. Y entiendo que las vi-
vencias con ambos padres dejan marcas privilegiadas, tanto las vivencias de
placer como las de dolor.

En tanto la realidad fundamental para un niño es la realidad psíquica de sus


padres, es imprescindible trabajar con esa realidad psíquica para posibilitar
transformaciones en el niño mismo.

26 CUESTIONES DE INFANCIA
Si bien no creo que sea en todos los casos suficiente el trabajo con los
padres, en tanto hay combinaciones y repeticiones que vienen dándose
ya en la historia del niño y que éste tendrá que trabajar, pienso que es
condición necesaria que se realicen ciertas modificaciones que quie-
bren la repetición en la relación padres-hijos. Si en el transcurso del
análisis, el niño repite con el analista trozos de su historia, pero también
esa historia se está escribiendo dentro y fuera de la sesión, trabajar con
los padres es fundamental.

¿Cómo trabajar con los padres? ¿Qué entendemos por trabajar con ellos?

En primer lugar, ubicarse como psicoanalista con los padres implica escu-
char todo su discurso sin establecer privilegios a priori, intentar el rastreo en
su historia infantil, dirigirse a ellos, no para dar información acerca de lo
que supuestamente le ocurre a un tercero, sino remitiéndolos a sus propias
vivencias, sentimientos e ideas.

El trabajo con padres implica hacerles repensar su historia, poder encontrar los
puntos de repetición, ayudarlos a diferenciar su propia historia de la del hijo.

No es un trabajo pedagógico. No somos maestros ni jueces. Nos ubicamos


como analistas con ellos.

Permitirles armar el decurso de la entrevista, escuchar su sufrimiento, tener


en cuenta el dolor que está presente en la consulta por un hijo, ayudarlos a
recuperar su propia historia, pensar qué desencadenó en ellos la irrupción
de este hijo en su vida, posibilitará que se abra un espacio para que el ni-
ño arme a su vez él su propia historia.

Frente a cada decir, deberemos ir transitando con ellos un recorrido en el


que vayamos desarmando, en idas y vueltas, las vías de la repetición.

A veces, contener, sostener, armar redes...

Cuando los padres están desbordados, ¿cómo contener el desborde? Cuan-


do lo que se les devuelve es una representación de ellos en la que están in-
cluídos sus sentimientos, su angustia, sus miedos, podrán ir ligando lo que
viven como disonante de sí mismos, unificándose y tolerando sus propios
afectos, pensamientos, deseos.

Al darles un espacio en el que la descarga afectiva se pueda ir transforman-

CUESTIONES DE INFANCIA 27
do en asunción de sus sentimientos y en reflexión sobre los mismos, se
inaugura una mirada diferente sobre sí mismos.

Si pueden conectar su historia con la del niño podrán ir registrando las vías
identificatorias y esto abrirá el camino para que le otorguen al niño un otro
espacio, para que lo ubiquen como semejante.

Para ser sostén de otro uno tiene que poder sentirse sostenido internamen-
te, tener una representación de sí que le permita tolerar los avatares del vín-
culo con los otros. Si el analista puede registrar y soportar el sufrimiento en
juego en el discurso de los padres, construirá una vía para que ellos regis-
tren y soporten el sufrimiento del niño.

Una cuestión que insiste con muchos padres es la idea de atemporalidad,


de presente eterno. “Siempre fue y será así”, suponiendo que el hacerse pis
de noche, o tener bajo rendimiento escolar, es un rasgo del niño, no una
condición transitoria.

Corriéndolo al niño del lugar de portador de una enfermedad de por vida, ubi-
cándolo como alguien que tiene dificultades a ser solucionadas, también les po-
sibilitamos a ellos recobrar esperanzas, sueños, lo que va a derivar en una libi-
dinización del niño mismo y en un resarcimiento del derrumbe narcisista. Algo
puede ser proyectado y los cambios son posibles.

Hay que tener en cuenta que esto no supone aconsejar, ni dar indicaciones,
lo que sería desconocer las determinaciones complejas de la conducta hu-
mana. En tanto todos los padres hacen “lo mejor posible” en el vínculo con
su hijo, tenemos que pensar que lo que puede producir transformaciones
son aquellas intervenciones que los ayuden a ocupar un lugar diferente, a
encontrar caminos creativos.

Cuando los padres afirman: “Es terrible”, si no damos por supuesto que to-
dos tenemos la misma idea sobre lo que implica ser terrible, será posible in-
dagar sobre qué significa para ellos. Trabajando y desarmando certezas del
tipo: “Es violento” o “Como es así, yo no puedo con él”, poniendo en du-
da esas aseveraciones, remitiéndolos a su historia y a sus ideales, rearman-
do con ellos la historia del niño, se irá construyendo otra imagen del niño
y posibilitando un vínculo diferente.

Tener algunas entrevistas vinculares del niño con la madre y del niño
con el padre, así como algunas entrevistas familiares, puede ser de

28 CUESTIONES DE INFANCIA
g ran ayuda en el marco del análisis de un niño.

Estas entrevistas nos permiten ir viendo, en el presente, la repetición de estilos


vinculares, la adjudicación de lugares, de modos de dirigirse a los otros.

A veces, aquello que los padres no podrían relatar, porque no lo han registra-
do concientemente, se hace evidente en el espacio analítico. Esto permite re-
tomarlo y trabajarlo con ellos, posibilitando la asunción de determinaciones
que de otro modo quedarían ocultas o tardarían mucho más tiempo en deve-
larse. A veces, facilita también la conciencia por parte de ellos de algunos ac-
tos y gestos que permanecían opacos, invisibles o eran desmentidos.

Transferencias múltiples

Transferencias y contratransferencias múltiples... El niño jugará con nosotros


acercamientos y distancias. Cada uno de sus padres pondrá en juego sus pro-
pias y viejas historias en su repetición con el analista. Seremos ubicados como
padres de ellos mismos, como atacantes externos, como modelos, como jueces
y por momentos como el hijo. Repetirán con nosotros los deseos e ideales que
juegan con su hijo. Y esta repetición nos posibilitará ir desanudando, en el aquí
y ahora de la transferencia, lo que se pone en juego con el niño. Así, podremos
ser maltratados, desoídos, temidos o amados.

“¿Podemos descargar?”, preguntan unos padres para los que la analista es


una suerte de tacho de basura (¿al igual que el niño?). También, en la pri-
mera entrevista, solemos escuchar: “Ya está todo bien. Desde que la llamé,
me tranquilicé y todo cambió”. Lugar de bruja-maga, que hace milagros.
¿Hemos pasado a ocupar el lugar de un niño que llega como “el salvador”?

Pero también nosotros, analistas, actuaremos, sentiremos, recordaremos


con cada uno de ellos trozos de nuestra historia, rediviva en la relación
transferencial con ese niño, con esa madre, con ese padre. Trozos diferen-
tes de diferentes historias...

Así, pensar las transferencias de los niños es pensar en las transferencias de


los padres, de los abuelos y también en las del analista.

Una viñeta clínica puede acercarnos algunas ideas:


Consultan por la fobia a los aviones y a los ascensores de Juan, de nueve años.
Vienen el padre, la madre y el niño a la primera entrevista. Juan los hace subir
por la escalera, por lo que los padres llegan agotados. El chico entra gritando,

CUESTIONES DE INFANCIA 29
se tira en el diván diciendo que él no tiene por qué venir, que ellos son los lo-
cos, que él está bien, que le tiene miedo a cosas que dan miedo, que los avio-
nes se caen, que los ascensores se caen y que él puede vivir sin subir a un as-
censor ni a un avión. Que ellos son idiotas y por eso no se dan cuenta y que no
va a volver. Los padres me cuentan que en el verano hicieron un viaje, pero que
a último momento, Juan no quiso subir al avión y se quedó con los abuelos. A
través de entrevistas con los padres se va planteando el siguiente cuadro fami-
liar: toda la familia depende, laboralmente, del abuelo paterno, quien descali-
fica a los padres delante del niño. Este hombre, que ocupa una encumbrada po-
sición económica y detenta un gran poder, tiene fobia a los aviones, justificán-
dola como temor lógico a máquinas peligrosas. Él supone que los temores del
niño se deben a su inteligencia y se ha enfurecido con los padres por la deci-
sión de éstos de consultar. Trabajo con los padres la dependencia de este abue-
lo, que aparece como el padre de la horda primitiva. En él se ha delegado la pa-
ternidad. ¿Por qué niño consultan, qué temores los agobian? ¿Quién es este ni-
ño en esa familia, heredero directo del abuelo? Una herencia en la que se da al
padre por inexistente, muerto. La reasunción por parte de los padres de sus fun-
ciones, la apropiación de su historia, abre nuevos caminos. Pero esto sólo es po-
sible cuando se revee el recorrido identificatorio, cuando se ponen en juego las
certezas, cuando se va reubicando cada uno de ellos en la trama familiar, des-
de una posición activa. Sólo después de un tiempo de trabajo con ellos, vuelvo
a citar al niño, que parece bastante más dispuesto.

Hay que tener en cuenta que con los padres soportamos múltiples transfe-
rencias. Pero también nosotros transferimos sobre ellos nuestros propios te-
mores, fantasías, historias... Cada uno de ellos evocará en nosotros pedazos
de nuestra historia, imágenes de nuestra infancia, de los padres propios y
ajenos, y también de los padres míticos y terroríficos. Registrar qué nos ocu-
rre a nosotros en las entrevistas, a quién le hablamos, qué afectos despier-
tan en nosotros los padres, nos permite diferenciar nuestra conflictiva de la
de ellos, sin actuar nuestras propias transferencias.

El trabajo psicoanalítico con los padres es siempre posibilitador. Ya sea que


trabajemos sólo con ellos, o preferentemente con ellos, ya sea que ponga-
mos el acento en el trabajo con el niño, las entrevistas con los padres alla-
nan el camino de la cura.

A la vez, complejizar y subjetivar son metas de todo análisis, no sólo con


los niños sino también con los padres.

Quizás perdernos, reencontrarnos, acompañar al niño y a su familia en los

30 CUESTIONES DE INFANCIA
movimientos de idas y vueltas, de encuentros y desencuentros, de silencios
y gritos, será el camino que haga posible el análisis de un niño.

Primera Versión: 18/10/04.


Aprobado: 1/11/04.

Bibliografía

Anzieu, Didier: (1995) El pensar. Del Yo-piel al Yo-pensante. Madrid, Biblio-


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Aulagnier, Piera: (1984) El aprendiz de historiador y el maestro-brujo, Bue-


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Faimberg, Haydée: (1993) En: Transmisión de la vida psíquica entre genera -


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Moury, Raoul: (1989) Lo negativo, en: Missenard, A. y otros. Buenos Aires,


Amorrortu.

Resumen

Las entrevistas con los padres a lo largo del tratamiento psicoanalítico de un


niño suponen un trabajo de develamiento de identificaciones, repeticiones
y proyecciones. El rearmado de historias y la reubicación de lugares se van
realizando a lo largo del tratamiento.

Hay múltiples transferencias en juego: padres, abuelos, maestros… y múlti-


ples transferencias recíprocas del analista.

CUESTIONES DE INFANCIA 31
Esto requiere diferentes tipos de intervenciones, tendientes a posibilitar la
construcción de una nueva historia.

Palabras clave: intervenciones psicoanalíticas; primeras entrevistas; transfe-


rencia; repetición; identificación.

Summary

The task involved when the parents of a child undergoing a psychoanalyti-


cal treatment are interviewed is one of unraveling identifications, repetitions
and projections. During the course of the treatment, histories are rewritten
and places are reappraised. Multiple transferences are put into play: parents,
grandparents, teachers… as well as various counter-transferences on the
psychoanalyst’s side.

Thus, various different types of intervention are required, so as to make the


construction of a new history possible.

Key words: psychoanalytical interventions; first interviews; transference; re-


petition; identification.

Résumé

Les entretiens avec les parents tout au long du traitement psychanalytique


d’un enfant supposent un travail de dévoilement d’identifications, de répé-
titions et de projections. Les reconstitutions d’histoires et la réattribution des
places se font de manière progressive au fil du traitement.

Une multiplicité de transferts sont en jeu: parents, grands-parents, institu-


teurs... ainsi qu’une multiplicité de transferts réciproques de l’analyste.

Tout cela nécessite différents types d’interventions, tendant à rendre possi-


ble la construction d’une nouvelle histoire.

Mots clés: interventions psychanalytiques; premiers entretiens; transfert;


répétition; identification.

Beatriz Janin
Av. Córdoba 3431, 10° “A”
(1188) Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 4963-2777; 4963-4729
beatrizjanin@yahoo.com

32 CUESTIONES DE INFANCIA
LA CONSULTA DE LOS PADRES POR SU HIJO 1

Aurora Favre*

uando recibimos la consulta de los padres por un niño, en nuestra con-


dición de psicoanalistas, hay una especificidad que hace que debamos
considerar qué se pone en juego en tanto demanda. A veces lo que con-
sideramos demanda en el sentido psicoanalítico no está presente. En esos ca-
sos los padres hacen la consulta porque son derivados por la escuela o por el
pediatra, por ejemplo. Es necesario poder ubicar ésto en primer lugar. Que los
padres estén en el consultorio del analista hablando con el analista no garan-
tiza que haya demanda. En este caso el analista pone en juego su deseo, ofer-
ta una escucha proponiendo en acto que hay una causa cernible en el discur-
so que se va constituyendo. La oferta analítica sostenida por el deseo del ana -
lista constituye la consulta en demanda. Esto implica la posibilidad que los
padres ubiquen en el lugar del analista la suposición de un saber respecto del
padecimiento del niño. Decimos entonces que la demanda conduce -por in-
tervención de la función deseo del analista- a la instalación de la función su -
jeto supuesto saber, función que sostiene el analista y que posibilita la insis-
tencia de la cadena significante. Esta insistencia de la cadena significante, es-
te deseo de saber en torno a un enigma dará lugar a entrevistas preliminares.
Es importante este tiempo de entrevistas, este tiempo preliminar que permiti-
rá ubicar a qué responde este padecimiento que está en relación con la pre-
gunta ¿qué lugar ocupa el niño en la estructura? En la consulta -volviendo a
las fuentes freudianas- queda situado que la escucha analítica es posibilitar
que la palabra advenga, la palabra verdadera.

Lo que es fundamental es que el analista en su posición no pierda de vista


que es consultado por el niño, esta es una especificidad de la demanda. Pe-
ro ésto no invalida la escucha analítica al discurso de los padres en tanto y
en cuanto ese niño es hijo y en tanto tal ocupa un lugar en la trama incons-
ciente de los padres.

1 Trabajo presentado en la IX Jornada de la Carrera de Especialización del Psicoanálisis con


Niños (29-11-2003).
* Docente de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños de UCES (en convenio
con APBA). Miembro fundador y Directora de Docencia e Investigación de la Fundación Ci-
sam. Analista miembro de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. Docente del Posgrado “Ac-
tualización en clínica psicoanalítica de niños”, U.B.A.

CUESTIONES DE INFANCIA 33
La teoría lacaniana ubica al niño como objeto “a” en relación al fantasma
de la madre. Con esa letra nombra Lacan justamente el objeto causa. Deci-
mos entonces que en la consulta de los padres por su hijo algo de la estruc-
tura se mueve, se pone en causa en tanto estructuralmente el niño ocupa
ese lugar en el fantasma materno. En Introducción al narcisismo Freud plan-
tea que el niño es para el narcisismo de los padres su majestad el bebé. So-
bre este punto es necesario hacer especificaciones porque a veces los niños
soportan y exhiben al modo de la mostración, fragmentos no tramitados de
la hostilidad paterna. La no asunción subjetiva de la destrucción, produce
un desplazamiento enmudecido al lugar del hijo en el que se deposita lo re-
chazado.

Es esclarecedor lo que Lacan sitúa en las notas que le dirigió a la psicoana-


lista de niños Jeanne Aubry donde habla del síntoma del niño como res-
puesta a lo que hay de sintomático en la pareja familiar. Agrega que puede
representar la verdad de la pareja. Distingue esta posición sintomal del ni-
ño de otra posición que es cuando el síntoma que llega a dominar compe-
te a la subjetividad de la madre. El niño está en este caso involucrado co-
mo correlativo de un fantasma. En esos casos el niño “realiza” (hace real) la
presencia de lo que Lacan designa como objeto “a” en el fantasma. Encon-
tramos en algunos casos madres melancolizadas que no disponen del reser-
vóreo libidinal para sostener e investir al infans.

Tenemos entonces que en algunas consultas los padres no consultan por su


hijo separado de la problemática de ellos, en tanto esta problemática se les
presenta –la de ellos- egosintónica, muda.. Podríamos decir que hay un ex-
ceso traumático, inasimilable, dolor que desborda en el lugar del hijo pero
sin poder, los padres, implicarse. En estos casos es fundamental que el ana-
lista no se apresure por furor curandis a hacer una derivación de los padres
a otro analista, ésto podrá hacerlo en otro momento. Son las consultas más
difíciles porque generalmente estamos tentados a querer implicar a los pa-
dres fuera de timing, con resultados generalmente adversos.

Pensar el niño en el lugar de la causa cuando nos consultan posibilita no


quedar atrapados en el intento de fijar la causa de los síntomas en lugar de
posibilitar el despliegue de los mismos en transferencia.

No es lo mismo decir que el niño es síntoma de la pareja de los padres a


hacer la distinción entre síntoma como respuesta del niño en la estructura
a las marcas del Otro Primordial y fenómeno clínico, donde el niño queda
incluido en la subjetividad del Otro Primordial.

34 CUESTIONES DE INFANCIA
La transferencia es a la vez motor y obstáculo en la cura. Todo movimiento
en el análisis da cuenta de la misma. Movimiento de apertura y cierre. En
la clínica con niños nos encontramos con un campo transferencial comple-
jo donde es fundamental lo que se inscribe desde la primera entrevista con
los padres. Es necesaria la instalación de la función sujeto supuesto al saber
en el analista, por parte de los padres, para que los niños puedan instalarse
en la escena analítica aunque no sea con una demanda propia.

Dado que el niño ocupa el lugar de objeto “a” en la estructura, el analista


queda situado como soporte del objeto en ese lugar cuando es consultado
por un niño, o sea queda en relación al nudo en la estructura, lugar de la
causa, donde convergen el fantasma de la madre y el fantasma del padre.
O sea, en el entredós de los padres. Me estoy refiriendo a la historia simbó-
lica de cada uno de ellos no a su realidad. En las situaciones clínicas en que
el niño está incluido en la subjetividad del adulto, en la medida que no es-
tán constituidos aún los espacios propios del sujeto, en esos casos el niño
tiene un posicionamiento de sujeto a advenir. En esas situaciones los padres
-cuando la oferta de la escucha analítica transforma la consulta en deman-
da, como decíamos- transfieren en el lugar del niño, y es función del ana-
lista del niño ser soporte en la transferencia de “eso” que ha quedado for-
cluído o renegado en los padres. Considero que en estos casos los padres
pueden inaugurar en la consulta por su hijo un modo de empezar a hacer
algo ante lo que, porque se les presenta como lo inasimilable, como horro-
roso, o a veces siniestro es ubicado en calidad de objeto. Desde esta posi-
ción en la transferencia el analista de niños va haciendo intervenciones o
indicaciones de acuerdo al timing en relación al niño, en relación a la pa-
reja parental o en relación a alguno de los padres. Me refiero que podrá lue-
go de un tiempo de trabajo de construcción de los espacios del sujeto pro-
ceder a la derivación de la pareja de padres o de alguno de ellos en parti-
cular.

A diferencia de lo que ocurre con la posición del niño como objeto en el fan-
tasma de la madre, en el síntoma el niño manifiesta una posición, una res-
puesta respecto del fantasma del Otro Primordial pero para eso requiere de
una distancia respecto del deseo de la madre, de una mediación que está da-
da por la función Nombre del Padre entre las identificaciones al ideal del yo
y el deseo de la madre, que conduce a la constitución del Ideal del yo.

En general la temática que los padres traen como síntoma no aparece tal
cual en el discurso de los niños cuando ellos pueden formular una deman-
da. El comienzo de un análisis tiene que ver con la formulación de una de-

CUESTIONES DE INFANCIA 35
manda con aquello que articula algo del orden del deseo. No se trata de
una formulación necesariamente en la dimensión de lo simbólico, una for-
mulación a través de la palabra. Muchas veces el analista hace intervencio-
nes con el niño y con los padres para posibilitar que el síntoma del niño en-
tre en transferencia. Este trabajo hace a la renuncia pulsional en el que el
niño está retenido. Esto lo voy a mostrar a través de casos clínicos

Viñetas clínicas

Ricardo

Ricardo tiene once años. La madre consulta porque el niño presenta con-
ductas en las que se pone en peligro (cruza la calle sin mirar, prende fuego
en la casa). Presenta un insomnio pertinaz en el que la madre tiene que
acompañarlo hasta altas horas de la noche. En las entrevistas preliminares
se escucha que en esos momentos habla permanentemente y le pregunta a
la madre qué debe hacer para dormirse, pide todo tipo de certezas, cómo
colocar su cuerpo, cómo ubicar la almohada etc., enojándose con el no sa-
ber de la madre. Es imperativo en sus preguntas, y la insistencia, la urgen-
cia, parece querer indicar su deseo de coincidir totalmente con el deseo del
Otro. La madre oscila entre permanecer a su lado intentando acceder a ese
imposible y en otros momentos huye, se encierra en su cuarto, se tapa los
oídos porque no puede oirlo. En la casa viven junto a Ricardo una herma-
na mayor y un hermano menor. La mamá de Ricardo está separada del pa-
dre de los niños desde que el niño tenía tres años. Hace un año el padre se
fue a vivir a un país de otro continente. Se fue en condiciones muy difíci-
les, se le adjudica una estafa al abuelo materno que en el momento de la
consulta está internado por problemas psiquiátricos. El padre de Ricardo no
se hace cargo de lo que la ley indica al regular la separación, y tampoco
tienen la madre ni los niños dirección ni teléfono donde ubicarlo. Él los lla-
ma cuando lo desea y se comunica telefónicamente sólo con la hija, no con
los varones y tampoco con la madre de los niños.

Ricardo me exije en las sesiones que le diga qué tiene, qué es lo que no lo
deja dormir, me pide que se lo saque de inmediato porque no puede estar
así un minuto más. Pero al mismo tiempo dice con certeza que no va a re-
solver nada viniendo a análisis, que no se le va a pasar nunca -y menos con
palabras- y que aunque haga él , su madre o yo cualquier cosa no se le va
a pasar.

Mi intervención consistió en plantearle que dada la situación -que necesita

36 CUESTIONES DE INFANCIA
dormir- voy a tener que pedirle a un médico que lo medique. De inmedia-
to me responde que de ninguna manera, porque en ese caso entonces no
va a ser él el que cambie, que no quiere estar más tranquilo tomando pas-
tillas. Le planteo que dado su deseo de hacer algo por ésto que le ocurre,
podríamos probar de poner a prueba sus ocurrencias para analizarlas. Se
tranquilizó notablemente. Entiendo que al situar mi falta haciendo borde
con la intervención del médico psiquiatra, al que no fue necesario recurrir,
implicó un coto al goce del Otro en transferencia, que le restituyó su lugar
como sujeto con un objeto que lo causa.

En un primer tiempo de análisis -que transita por momentos de extrema an-


gustia- planteo entrevistas para la madre además de las sesiones para el ni-
ño. Ante la angustia oceánica de la madre intervengo únicamente planteán-
dole que ella no tiene qué darle a su hijo en tanto no es un bebé. Como se
desliza que en ocasiones cuando ella está muy cansada acepta que vaya a
su cama, sanciono esta situación en el orden de lo prohibido, le planteo
que sólo puede escucharlo y acompañarlo y sostener esa prohibición acom-
pañada por el trabajo en entrevistas. Luego sigue un segundo tiempo en el
análisis en que Ricardo puede tolerar que su madre se vaya a su cuarto pe-
ro haciendo previamente una serie de rituales que consisten en tocar todo
lo que esté a su alcance mientras la madre se va y se acuesta. Mientras tan-
to tiene que tocar todo lo que está a su alcance aún las basuritas más pe-
queñas que estén a la vista. Está tomado por el goce del Otro que le orde-
na gozar a punto tal que me dice que le duele el cuerpo de tanto subir y ba-
jar de la cama, queda extenuado y así se duerme.

En otro tiempo de su análisis empieza a traer a sesión fobia a los lugares ce-
rrados, sube a mi consultorio por la escalera porque tiene fobia a los ascen-
sores.

Ubico un momento importante en su análisis, de clivaje de su posición de


objeto de goce del Otro que se produce a partir de un comentario que me
hizo: la madre fue a una conferencia y llegó justo unos minutos antes de
que le tomara el estado de angustia en el que cae cuando la madre llega
más tarde de lo establecido aunque él esté con sus hermanos y la emplea-
da. Al llegar ella le dijo que tuvo la intuición que él la necesitaba y por eso
no se quedó hasta el final. Le pregunto qué piensa él de ese comentario de
la madre y agrega “como estuve nueve meses en la panza ella siente cuan-
do la necesito”. Le digo que por un lado piensa eso como la madre, pero
que por otro lado no está tan seguro de esa creencia porque si no, no ten-
dría el miedo que tiene.

CUESTIONES DE INFANCIA 37
Ricardo empieza a situar la falta en el Otro Primordial, en este tiempo ade-
más por primera vez empieza a hablar de su padre, reconociendo recién
ahora su preocupación en relación a la imposibilidad de una comunicación
directa con él. Se plantea en el próximo llamado telefónico, pedirle a la her-
mana que le pase con él. En otro momento de su análisis le pedirá directa-
mente el número telefónico y la dirección porque no tolera más el tener que
esperar a que parta de él (del padre) el llamado.

Sebastián.

La mamá de Sebastián consulta porque su hijo tiene terrores nocturnos. Vie-


ne a la primera entrevista sola y sin haberle comunicado a su ex marido, pa-
dre de Sebastián, acerca de la consulta porque -dice- él no cree en los psi-
cólogos, así se lo hizo saber al terapeuta anterior y nunca concurrió. Pero
finalmente Sebastián no quiso ir más, dice la madre: “evidentemente el pa-
dre le saboteó el tratamiento”. Le propongo a la madre de Sebastián que an-
tes de conocer al niño vamos a realizar entrevistas preliminares para pensar
el modo de inclusión del padre antes de recibirlo a Sebastián.

Durante el desarrollo de estas entrevistas viene el padre -yo diría intempes-


tivamente- a plantear que ha iniciado una demanda judicial para sacarle la
tenencia de ambos hijos a la madre. El haberme negado a conocer a Sebas-
tián antes de comunicarme con el padre, hizo que éste, al darle lugar, ac-
cediera a tener una entrevista conmigo y pusiera entre paréntesis una peri-
cia psiquiátrica que había iniciado para la madre del niño.

El motivo de consulta inicial -los terrores nocturnos de Sebastián- pasó a un


segundo término eclipsado por esta urgencia (la demanda judicial y pericia
psiquiátrica) que de alguna manera aparecía como fondo relacionado con el
padecimiento del niño. Luego de una serie de entrevistas preliminares final-
mente Sebastián inicia tratamiento individual pero con un intenso trabajo de
entrevistas con los padres a partir de haber abierto la posibilidad de ese espa-
cio. Espacio de circulación de la palabra indispensable para la circulación de
Sebatián entre el lugar del padre y el lugar de la madre. Efectivamente a par-
tir de la separación que se había dado con un grado de violencia considera-
ble eran los niños y sobre todo Sebastián siendo el mayor, los que sostenían
el lugar de la palabra no dicha. En la medida que se fue ordenando la cues-
tión de los lugares del padre, de la madre, el valor de la palabra de cada uno
(porque ambos eran padres muy implicados en la vida de los niños) no fue
necesario que volviera a aparecer el planteo del padre de la necesidad de sa-
carle la tenencia a la madre y mucho menos de la pericia psiquiátrica.

38 CUESTIONES DE INFANCIA
En esta situación clínica yo diría que no estaba simbolizado, constituído el
espacio, el intervalo entre el padre y la madre en los padres. Los niños pa-
saban a ser propiedad de uno o de otro. En el momento en que la madre
constituye nueva pareja el padre queda aterrorizado por la posibilidad de
perder su lugar, e imagina como única opción sacarle a la madre la tenen-
cia de los hijos dado que su actual pareja (que no puede tener hijos) cum-
ple perfectamente esa función para los hijos de él.

Esta problemática de los adultos tuvo una gran incidencia en el síntoma del
niño que pudo desplegarse a partir de que se pudo instalar el síntoma del
niño en transferencia pero a posteriori de un trabajo con los padres.

Primera versión:30/9/04
Aprobado:11/11/04

Bibliografía

Favre, A. y Leyack, P.: Seminario “Entrevistas Preliminares”, dictado en la


EFBA, 2004. Inédito.

Lacan, J.: El Seminario XIV. La lógica del fantasma. Inédito (1966-67).

(1964) El Seminario XI. Los Cuatro Conceptos fundamentales del psicoaná -


lisis. Paidós, Buenos Aires.

Vegh, I.: Hacia una clínica de lo real. Ed. Paidós, Buenos Aires.

Resumen

En la consulta por un niño -como psicoanalistas- debemos escuchar qué


se pone en juego en relación a la demanda. En algunas situaciones clíni-
cas los padres han recibido una derivación por parte de la escuela o del
pediatra y concurren a la consulta pero no hay demanda. Hay interven-
ciones por parte del analista que son específicas para que ésta se consti-
tuya y es fundamental porque está relacionada con la transferencia que es
el pivote de la cura. En este artículo también queda ubicada la importan-
cia de las entrevistas preliminares que permiten ubicar quién es el pacien-
te al escuchar -en lo que traen los padres y el niño- qué lugar ocupa éste
en la estructura.

Palabras clave: entrevistas preliminares; intervenciones; demanda.

CUESTIONES DE INFANCIA 39
Summary

In the enquiry regarding a child -as psychoanalysts- we must listen to what


is put at stake as far as the demand. In some clinical situations, parents ha-
ve received a referral from the school or the pediatrician and go to the in-
terview, but without a demand. There are interventions on the analyst’s part
that are specific to constitute the demand and it is fundamental that it does
because it is related to transference, which is the pivotal point of the cure.
This article also points out the importance of preliminary interviews, which
allow identifying who the patient is when listening – to what the parents and
the children bring- and what position the patient occupies in the structure.

Key words: preliminary interviews; interventions; demand.

Résumé

Lors de la consultation pour un enfant –en tant que psychanalystes- nous


devons écouter ce qui est mis en jeu en rapport avec la requête. Dans cer-
taines situations cliniques les parents ont été dérivés par l’école ou le pédia-
tre et assistent à la consultation mais sans qu’existe une requête. Des inter-
ventions de la part de l’analyste sont spécifiques afin que celle-ci se concré-
tise et ceci est fondamental car c’est étroitement lié à la transférence qui est
le pivot de la guérison. A cet article l’importance des entrevues préliminai-
res reste également circonscrite puisque permettant définir qui est le patient
par l’écoute –dans ce qu’apportent les parents et l’enfant- de la place qu’oc-
cupe celui-ci dans la structure.

Mots clés: entrevues préliminaires; interventions; requête.

Aurora Favre
Soler 4183
(1425) Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 4866-5450
aurorafavre@sion.com

40 CUESTIONES DE INFANCIA
EL TRABAJO PSICOANALITICO CON PADRES
María Cristina Rojas *

ransformaciones conceptuales vividas en el campo del Psicoanálisis


de niños han ido reposicionando a los padres -inicialmente excluidos
del mismo- como participantes en el tratamiento del hijo. Esto se re-
laciona especialmente con la variación de las conceptualizaciones acerca
de la constitución de subjetividad y también sobre los modos de pensar la
articulación entre el síntoma o trastorno que un niño presenta y el discurso
parental o familiar. Cuestiones que dan lugar a líneas disímiles en el seno
del Psicoanálisis.

Considerar la posición estructurante de los padres y sustentar al mismo


tiempo la operatoria propia del psiquismo infantil en la singular transcrip-
ción del aporte del psiquismo parental, permite pensar la constitución de
una organización fantasmática singular, al mismo tiempo que entretejida en
la interfantasmatización propia del discurso familiar, (Rojas, 1999). Por otra
parte, reconocemos la presencia de otros múltiples dispositivos sociales
productores de subjetividad, más allá de la familia.

Transferencia parental

Entiendo que sostener el abordaje de la parentalidad como campo de tra-


bajo psicoanalítico conlleva la reformulación de algunas concepciones;
una de ellas, la cuestión de la transferencia.

Pensar a la transferencia como producción posible de cada uno de los dis-


tintos dispositivos analíticos, también aquéllos donde el paciente no es un
único sujeto -me refiero a los dispositivos vinculares: familia, grupo, pare-
ja- implica además considerar dicha producción transferencial como dife-
renciada y específica en cada uno de tales dispositivos; es decir, pensarla
en el sentido de lo múltiple. Si la transferencia fuera patrimonio único de la
situación clínica propuesta por el psicoanálisis individual, si el vínculo te-

* Psicóloga. Miembro titular de la Asociación de Psicología y Psicoterapia de Grupo.


Docente de posgrado en la Universidad Nacional de Mar del Plata. Profesora de la Carrera
de Especialización en Psicoanálisis con Niños de UCES (en convenio con APBA).

CUESTIONES DE INFANCIA 41
rapéutico se siguiera postulando como excluyente de toda otra vinculación
y presencia más allá del niño designado como paciente, entonces el traba-
jo con los padres no podría constituir una práctica psicoanalítica. Parto en
estas reflexiones de la conceptualización de la transferencia tanto en su sig-
nificación estricta, referida a la relación con el analista, como en su senti-
do amplio, según el cual la transferencia es una dimensión propia de todo
vínculo humano. También tomo en cuenta elaboraciones relacionadas con
la transferencia familiar, que he trabajado por mi parte con anterioridad.1

No hay pues una única posibilidad de transferir, hay disposición, en un su-


jeto múltiple, a co-construir con el analista -aquí analista del hijo/a- en ca-
da particular dispositivo analítico, una situación transferencial desencade-
nada por tal dispositivo. Esto posibilita, entre otros ejemplos posibles, que
un sujeto en análisis pueda simultáneamente asistir a sesiones de trabajo
parental, dado que allí se generarán otras emergencias transferenciales y di-
ferentes producciones. En este singular contexto, como en otras situaciones
clínicas multipersonales, la transferencia se complejiza, organizándose una
trama que incluye a todos los presentes. No obstante, sabemos que la dis-
posición a transferir no se despliega de igual modo en cada sujeto: tampo-
co la disposición a sostener distintas transferencias con simultaneidad,
cuestión esta a ser tenida en cuenta en el momento de las indicaciones.

El analista del niño propone un dispositivo sometido a las reglas analíticas


y a la vez demarcado en su productividad por los roles que cada uno de los
participantes detenta, en tanto “padre”, “madre”, “analista del hijo/a”. La
transferencia que denominaré parental, construcción habilitada por esta ori-
ginal situación clínica, despliega a menudo aquella demanda que tiende a
situar al analista del niño en una posición plena de saber y poder, habilita-
da para cualquier respuesta. Tentación narcisista que puede adquirir, del la-
do del analista, la forma de la sabiduría, el mandato conciente y/o la admo-
nición tolerante. Otro rasgo singular de la producción transferencial con pa-
dres es la organización de una dramática que posiciona al analista al modo
del niño en el discurso de la pareja parental, situación apta para compren-
der y enunciar, con alta eficacia vivencial a veces, dicho posicionamiento.
En ocasiones, creo pertinente interpretar esa dramática transferencial, con

1 “[...] trama de transferencias radiales -con el analista- y laterales -de los miembros entre sí-,
emergente como producción en el contexto del dispositivo analítico familiar. Dicha trama in -
cluye y posiciona al analista, -que es a la vez su condición de producción-, en los modos de
la repetición/creación propios de cada familia.” (Rojas, 2000b).

42 CUESTIONES DE INFANCIA
la posible implicación del analista en la propia enunciación (“Si yo fuera el
hijo/a de ustedes”… etc.).

Dos cuestiones inquietantes y contrapuestas se plantean a menudo al ana-


lista de niños frente a la práctica con padres, especialmente en los momen-
tos formativos: una, es la preocupación relacionada con la posibilidad de
que los encuentros con los padres de sus pacientes devengan meramente
informativos, vaciados de sentido. Diría que si pensamos en una situación
donde operamos con una escucha psicoanalítica, en transferencia, sujetos
a la regla de abstinencia, y no renunciamos a la interpretación y otros mo-
dos de intervenir propios del Psicoanálisis, este riesgo se ve conjurado, ya
que se configura una situación clínica productiva, delineada por las reglas
del dispositivo. En el otro extremo, hay muchas veces interrogantes acerca
de cómo acotar el campo para que la sesión con padres no se convierta en
una terapia de la pareja conyugal o en un análisis individual, cuando asis-
te solamente uno de ellos. Creo que esto a su vez se define como efecto de
dispositivo, nuevamente en transferencia: el peculiar contexto, como antes
desarrollé, produce emergencias acordes a la situación clínica de la que se
trata. Si las mismas desbordan la posibilidad del encuadre establecido, ello
será perceptible y acotado por el analista. Acontecer que con frecuencia da
lugar a derivaciones a otros dispositivos, con otros terapeutas.

Dimensiones de análisis de la parentalidad

Esta situación clínica se va centrando en los distintos ejes que hacen de mo-
do central al “ir siendo” padres, ejes y funciones productores de efectos en
la conformación del psiquismo infantil. Actúa pues en el sinuoso camino
del “devenir” padres, ya que no se trata sólo de “ser” padres al ocupar cier-
tos lugares y denominaciones fijados por la cultura. Interviene en la dimen-
sión inconciente de las vinculaciones parentofiliales, esto es, sobre los mo-
dos con que la familia quizá sostiene aspectos de la problemática del niño
“sin saberlo”; y más allá de sus expectativas concientes puede obstaculizar
procesamientos transformadores.

Esto supone intervenciones que operan en los niveles inconcientes y precon-


cientes del psiquismo de los padres, es decir, aquellos niveles de especial in-
cidencia en los procesos constitutivos de los hijos; sin embargo, con frecuen-
cia se sigue hablando de “entrevistas” y no “sesiones” con la pareja parental.
Destaco entre las dimensiones de la parentalidad las funciones de inter-
dicción y de sostén, cuyo ejercicio se ve sustentado en la asimetría ini-
cial de la relación parentofilial. Al mismo tiempo, en la posibilidad que

CUESTIONES DE INFANCIA 43
la pareja tenga de establecer para sí mismos y para sus hijos la renuncia
pulsional -al incesto, a la violencia- que genere el reconocimiento del
otro de la pareja y del hijo en tanto sujetos. Si dicha renuncia actúa, el
niño no configura un objeto a ser gozado/apropiado; ello habilita la
constitución y el sostén del psiquismo infantil. El padre se sitúa no sólo
como referente de la relación madre-hijo, pura función simbólica, sino
a su vez como sujeto.

Las modalidades socioculturales también condicionan las formas del ser


padres: incluyo su análisis en estos abordajes, lo cual puede facilitar
una apropiación elaborativa y transformadora de la oferta cultural, a la
vez que el reconocimiento de otras propuestas y posibilidades, quizá no
pregnantes.

Dadas las condiciones de cierta fragilidad que hoy, a partir de for-


mas sociales desamparantes, suele asumir el lazo familiar, entiendo
que nuestras intervenciones tienden a sustentar en tales casos la
construcción de vínculos aptos para limitar y contener. Es decir, al
debilitarse el apuntalamiento intersubjetivo y social del psiquismo
ofrecido por la trama sociov i n c u l a r, la función terapéutica actúa con
cierta frecuencia en el sentido de la conformación de lazos de per-
tenencia que fortalezcan la nunca prescindible apoya t u ra que el psi-
quismo requiere de los otros, especialmente en la infancia. No obs-
tante estas consideraciones, los modos del funcionamiento familiar
se hallan marcados por la diversidad, así, existen también otros for-
mas de parentalidad donde intervenimos en el sentido de la discri-
minación y el corte respecto de vínculos excesivos y mandatos que
tienden a absolutizarse.

La conformación del apuntalamiento intersubjetivo del psiquismo (Kaës,


1992), que toma la forma del apoyo fusional en la primera fase de crianza,
incluye la marcación de lugares diferenciados, favoreciendo en ese momen-
to vital la asimetría del lazo parentofilial y reforzando la pertenencia dado-
ra de identidad. En relación con esto, se requiere al comienzo de la vida la
provisión de anclajes que constituyan puntos de referencia para el psiquis-
mo en constitución, dentro de un marco tendiente a favorecer el acceso a
vínculos creativos que vayan enfatizando los caracteres de simetría y mu-
tualidad.

Por lo demás, el imaginario de nuestro tiempo propone nuevos mitos en re-


lación con la infancia: aparece así a menudo la concepción de un niño tem-

44 CUESTIONES DE INFANCIA
pranamente independiente, casi autoabastecido, poco necesitado de la
guía, límites y orientación de los mayores. En conexión con esto, algunos
jóvenes padres suelen suponer que el hijo sabe lo que quiere y cómo de-
fenderlo: aunque pequeño, lo ven poderoso ante un mundo multidimensio-
nal y cambiante que los adultos mismos desconocen y a veces temen. Los
padres suelen así proyectar en los niños sus propias aspiraciones idealiza-
das y se dan de tal modo en algunos casos formas peculiares de abandono
y desprotección, que en lo manifiesto suelen asumir la forma de prácticas
de autonomía precoz. Al mismo tiempo se plantean a veces exigencias des-
medidas a tal niño “especial”.

Delineo aquí algunos de los ejes posibles que suelen abordarse en el traba-
jo psicoanalítico con la parentalidad, a los que agregaré, sin pretender ago-
tar instancias, el análisis de la trasmisión intergeneracional de significacio-
nes, aquella historia de la cual cada familia es portadora, generadora de
producciones eficaces en el psiquismo infantil. Destaco, por lo demás, la
singularidad de las vicisitudes generadas en este contexto analítico a partir
de cada consulta singular.

Diversidades

Ahora bien, se presentan en la actualidad a la consulta parejas y familias


definidas a partir de parámetros diferentes de los tradicionales, propios del
paradigma burgués, caracterizado por la pareja vitalicia y el agrupamiento
de tendencia endogámica. Abordamos de tal manera en la clínica parejas
amorosas que establecen sus relaciones a partir de contratos singulares, sin
perder por ello su identidad como tal: conviven o no, acuerdan o no fideli-
dad y monogamia; son o no heterosexuales, se piensan unidos hasta la
muerte o hasta que el placer se acabe, u otras opciones. Contratos origina-
les que requieren del analista concepciones abiertas, adecuables al análisis
de cada original situación. Igual diversidad rige para las formas que va ad-
quiriendo la parentalidad.

Quiero mencionar de modo especial, por su frecuencia en la consulta ac-


tual, el trabajo con la pareja parental en aquellos casos en que madre y pa-
dre no se hallan ligados en la conyugalidad: puede tratarse de parejas di-
vorciadas o relaciones transitorias, que nunca se concretaron como tal (In-
da, 2000). Por cierto, cuando trabajamos con parejas separadas -a veces en
conjunto, a veces a solas, en una alternancia posible de encuadres- los es-
pacios de la intimidad se dibujan de modo diferente respecto de la pareja

CUESTIONES DE INFANCIA 45
que comparte sexualidad y cotidianeidad: esto es condición de aquello que
seleccionaremos como material, base de nuestra intervención; limita las
áreas de análisis posible, pero a la vez inaugura otras. La conyugalidad se
disuelve con el proceso de divorcio, pero el lazo de parentalidad, regido
por otras lógicas, permanece entre los padres, aunque transformado, al me-
nos hasta que los hijos devienen autónomos y se hace posible dejar de
acordar decisiones acerca de ellos. La construcción de una parentalidad
compartida en estos casos sólo podría fundarse sobre la -al menos- parcial
disolución de los fantasmas ligados a la pareja sexual/conyugal que creen
haber sido.

Por otra parte, no siempre la familia parte hoy de la pareja. Nuevas lógicas
culturales admiten otros modos de filiación, como en el caso de mujeres a
solas con sus hijos; esto hace que trabajemos con una “mamá”, o a veces
un “papá”, dentro de un encuadre que tiene puntos de contacto con la clí-
nica de la pareja parental, tarea no obstante diferenciada de un análisis in-
dividual, tal como al comienzo señalé.

Si pensamos las parejas de hoy con los parámetros del modelo burgués
nuestras intervenciones pueden generar otros modos de sufrimiento: me re-
fiero a los efectos a veces nocivos de la puesta en juego de concepciones
teóricas de fuerte raigambre ideológica; por ejemplo, el ideal de coinciden-
cia de la conyugalidad con la parentalidad. De allí la importancia de no ba-
sar en creencias nuestras intervenciones en este comprometido campo del
abordaje parental, sino tratando de centrarnos en concepciones teóricas li-
gadas a los modos psicoanalíticos de pensar la constitución y sostén del psi-
quismo singular, los procesos de filiación y las modalidades de vinculación
de la pareja y la familia.

Intervenciones

Las intervenciones del analista de niños en la clínica de la pareja parental


adquieren formas y modos peculiares, como sucede en cada ámbito psicoa-
nalítico. Destacaré algunas de las intervenciones posibles, que han ido
emergiendo a lo largo de mi práctica clínica, en la originalidad de cada tra-
ma transferencial.

*La interpretación: hacer conciente lo inconciente; herramienta fundamen-


tal de análisis en relación con los obstáculos para asumir las funciones pa-
rentales, así como en el abordaje de un posible acoplamiento inconciente
con el síntoma del niño. Se dirige a uno u otro integrante de la pareja o a

46 CUESTIONES DE INFANCIA
sus modos de vinculación, es decir, implicando a ambos y refiriendo, por
fin, a la vinculación con los hijos.

*Enunciaciones contextualizantes: formuladas especialmente durante el co-


mienzo del proceso, tienden a la instalación del dispositivo y la ubicación
de los padres en un contexto clínico psicoanalítico centrado en la parenta-
lidad y conformado con el analista del hijo/a, que da lugar a la transferen-
cia que llamé parental.

*Señalamientos: entre ellos designando formas y estilos comunicativos.

*Construcciones: En una de sus modalidades posibles la construcción se re-


laciona con el trabajo psicoanalítico de la trasmisión intergeneracional de
significaciones, que antes mencioné y considero pertinente al análisis de la
parentalidad. Conformar una historia constituye una herramienta apta para
ofrecer raíces y sostén; se trata de una vertiente de la trasmisión ligada al
narcisismo de vida. En lo que hace a la dimensión de lo no ligado, vertien-
te tanática de la trasmisión, en casos específicos el trabajo de la construc-
ción también puede relacionarse con la puesta en palabras de lo no dicho,
y en ocasiones con el abordaje del secreto familiar.

*Intervenciones que operan más allá de la matriz significante, como las


que tienden a acotar el goce, cuando se ve afectada la renuncia pulsio-
nal, a la violencia y/o el incesto. Colaboran así al establecimiento de re-
presiones.

En vínculos violentos la intervención puede cuestionar la “naturalización”


de tales formas relacionales. En la misma línea, es posible intervenir promo-
viendo trabajo psíquico elaborativo, a través de la invitación a la reflexión
(trabajo del preconciente). Poner de manifiesto los obstáculos para pensar y
la concomitante tendencia a hacer.

*Trabajo de la desmentida.

*Prescripciones, en especial en situaciones de riesgo.

El trabajo psicoanalítico con los padres suele iniciarse al comienzo


del tratamiento del niño y en muchos casos, gradualmente, se va n
espaciando las sesiones, ¿cuál es el criterio para ello? Por mi parte,
considero precisamente las transformaciones en dos puntos que al
comienzo señalé: el grado y modo de sostén inconciente de la p r o-

CUESTIONES DE INFANCIA 47
blemática del niño en análisis y la posibilidad de ir construye n d o-
/ r e c o n s t r u yendo las funciones de la parentalidad que tienen efectos
en la conformación del psiquismo del hijo. Tomo en cuenta tam-
bién la posible iniciación por parte de los padres de otros tra t a-
mientos.

Primera Versión: 30/9/04


Aprobado:19/11/04

Bibliografía

Aulagnier, P.: (1975) La violencia de la interpretación, Buenos Aires, Amo-


rrortu, 1977.

Effron, M.: “Ser dos: repensando la clínica de pareja”, Actas XVII Jorna -
da de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo,
2001.

Freud, S.: (1911-1915) Trabajos sobre técnica psicoanalítica, tomo XII, Bue-
nos Aires, Amorrortu, 1979.

Inda, N: “Entonces ¿qué es una pareja?”, presentación Departamento de Pa-


reja de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo, Bue-
nos Aires, 2000.

Kaës, R.: “Apuntalamiento múltiple y estructuración del psiquismo”, en:


Revista de Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, Buenos Aires,
XIV, 3/4, 1991, y XV, 2, 1992.

Laplanche, J., Pontalis, J.: (1968), Diccionario de Psicoanálisis, Barcelona,


Labor, 1971.

Rojas, M. C.: (1999) “Perspectivas vinculares en Psicoanálisis de Niños”,


Revista de Psicoanálisis de las Configuraciones Vinculares, XXII, 2,
1999.

(2000a) Comentario del trabajo de N. Inda, op. cit.

(2000b) “Transferencia familiar”, en: Diccionario de Psicoanáli -


sis de las C o n f i g u raciones Vi n c u l a r e s, del Candil; Buenos A i r e s ,
2000.

48 CUESTIONES DE INFANCIA
Resumen

La autora propone considerar el abordaje de los padres como campo de


trabajo psicoanalítico; para ello, considera necesario reformular, entre otras
concepciones, la cuestión de la transferencia. Luego plantea algunas
dimensiones de análisis de la parentalidad operables en el trabajo psi-
coanalítico con padres según su emergencia en cada singular proceso.
Analiza también la diversidad de las parejas y familias de hoy, refiriéndose
a los efectos nocivos de la puesta en juego de las concepciones ideológicas
del analista en este comprometido ámbito.

Considera por último algunas modalidades de intervención que han ido


surgiendo a lo largo de su práctica clínica con padres, en la originalidad de
cada trama transferencial.

Palabras clave: transferencia parental; dimensiones de la parentalidad;


diversidades familiares; intervenciones.

Summary

The author proposes to consider the approach of the parents as a field of


psychoanalytical work. So as to do it, she considers that it is necessary to
reformulate the matter of transference, among other conceptions. Then she
presents some dimensions of the analysis of the parenthood to be used in
the psychoanalytical work with parents, according to its emergence in each
singular process. She also analyses the diversity of nowadays couples and
families, focusing on the noxious effects of the display of the analyst’s ideo-
logical conceptions in this committed sphere.

Finally, she considers some modalities of intervention that have been emer-
ging along her own clinical practice with parents, in the originality of each
transferencial plot.

Key words: parental transference; parenthood dimensions; family diversi-


ties; interventions.

Résumé

L’auteur propose que l’abord des parents soit considéré comme un champ
de travail psychanalytique. À cet effet, elle estime nécessaire de reformuler,
entre autres conceptions, la question du transfert. Elle pose ensuite quelques

CUESTIONES DE INFANCIA 49
dimensions d’analyse de la parentalité à opérer lors du travail psychanaly-
tique avec des parents, selon leur émergence dans chaque processus sin-
gulier. Elle analyse également la diversité des couples et des familles d’au-
jourd’hui, en se référant aux effets nocifs de la mise en jeu des conceptions
idéologiques de l’analyste dans ce domaine si délicat.

Elle termine par quelques considérations sur des modalités d’intervention


qui ont apparu progressivement au cours de sa pratique clinique avec des
parents, dans l’originalité de chaque trame transférentielle.

Mots clés: transfert parental; dimensions de la parentalité; diversités familia-


les; interventions.

María Cristina Rojas


Vuelta de Obligado 2912
(1429) Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 4701-3303
mcrojas@sion.com

50 CUESTIONES DE INFANCIA
TRABAJO CON PADRES EN EL PSICOANALISIS
CON NIÑOS
Elsa Kahansky*
Mabel Rodríguez Ponte◊
Rosa Noemí Silver •

i como sujetos deseantes estamos signados por una historia que nos
precede, como psicoanalistas de niños también. A medida que íbamos
pensando en este trabajo volvían a nuestra memoria las mismas pre-
guntas que recorrieron nuestra formación: ¿Qué es el psicoanálisis de ni-
ños? ¿Qué lugar ocupa el psicoanalista en el análisis de niños? ¿Desde dón-
de pensamos el síntoma?

En todo psicoanálisis el psicoanalista escucha lo que la teoría o teorías por


las cuales ha transitado le permiten escuchar. Como dice Piera Aulagnier
(Aulagnier,1994), el psicoanalista escucha con su teorización flotante. Estas
teorías se van armando y decodificando influenciadas por diferentes facto-
res: su momento histórico, sus primeros contactos con el psicoanálisis, lo
que le ha tocado transitar como sujeto, su experiencia clínica y el pasaje
por sucesivos análisis, supervisiones o grupos de estudio.

Freud, con su metapsicología sentó las bases para entender a un niño pero
no desarrolló la técnica para trabajar con él. El primer caso publicado de
análisis infantil, en el año 1909, fue el de Juanito. Recién en el año 1922,
luego de que Juanito lo visita, Freud (Freud, 1922) consigna el encuentro en
el apéndice de este caso y alienta a los analistas al desarrollo sin temor del
análisis infantil [...] en un momento en que las cuestiones concernientes a
la analizabilidad de los niños y al modo en que se podía llevar a cabo el
análisis empezaban a ser objeto de un abierto debate en la comunidad ana -
lítica (Fendrik, 1989: 9).

* Docente de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños de UCES (en convenio


con APBA).
◊ Docente de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños de UCES (en convenio
con APBA).
• Docente de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños de UCES (en convenio
con APBA).

CUESTIONES DE INFANCIA 51
Durante todos esos años [...] el psicoanálisis no se olvidó de los niños [...],
estos fueron, por un lado, [...] objeto de permanentes observaciones desti -
nadas a corroborar las hipótesis obtenidas en el tratamiento de pacientes
adultos [...], y por otro, [...] destinatarios de medidas educativas innovado -
ras inspiradas en esos descubrimientos. Estos fueron, entonces, los orígenes
del psicoanálisis de niños (Fendrik, 1989: 10).

En nuestro país la que comenzó a trabajar con niños fue Arminda Aberas-
tury, que introdujo a Melanie Klein. En la teoría kleiniana, en donde el Yo
está desde el principio y lo importante es el mundo interno pues el conflic-
to se origina allí, el paciente tiene a su disposición -en la sesión- un con-
junto de juguetes y materiales para jugar, dibujar, modelar y así armar un
relato compartido entre él y el analista. Los padres en esta modalidad de tra-
tamiento quedaban afuera. Los analistas que comenzaron a trabajar en
nuestro país entre los años ´50 y ´60 lo hicieron de esta manera; los que nos
iniciamos a partir de los ´70 ya teníamos -por ejemplo- la bibliografía de
Mannoni quien nos permite pensar que si una madre no es escuchada se
convierte en una resistencia infranqueable para la continuidad del trata-
miento.

Lo que pensamos hoy es que: “Un análisis se inaugura con un encuentro


entre un paciente con su historia, con sus padecimientos y un analista con
su historia personal, teórica, analítica, práctica, con una disponibilidad pa -
ra la escucha. Ese encuentro será el punto de partida de una historia trans -
ferencial” (Hornstein, 1993:113).

La realidad psíquica de los padres modela la realidad psíquica de los hijos.


El niño y sus padres se encuentran con la particular escucha de un analista
y ese encuentro producirá efectos en cada uno. Sabemos que el discurso de
los padres no es determinado sólo por la conciencia. A veces se producen
confusiones al escucharlos como no escindidos, como si fueran sólo “cola-
boradores racionales”. Al mismo tiempo que se despliegan las diferentes
historias se van dando transformaciones con el mismo hablar, reorganiza-
ciones psíquicas en los padres con el correr de las entrevistas.

Se pide una consulta por un niño: ¿es el niño el paciente? Lo primero que
debemos hacer es tratar de despejar por quién realmente se hace la consul-
ta, para ello iremos escuchando a los padres y así trataremos de establecer
quién sufre, quién demanda. Si supusiéramos de entrada que, si los padres
piden la consulta por un niño, ellos son informantes y el niño es realmente
el paciente, en muchos casos estaríamos obturando la demanda. Permitire-

52 CUESTIONES DE INFANCIA
mos, en cambio, en las entrevistas, que se desplieguen las diferentes historias:
la de cada uno de ellos, la familiar, la que tienen como pareja. Esperaremos
para ver de quién hablan y cómo van armando su propio recorrido por dife-
rentes temas, la secuencia temporal que siguen. Si bien pensamos que es im-
portante armar la historia del niño, no pensamos en una historia evolutiva si-
no vivenciada. Por esto lo importante no es recabar datos o información pau-
tada sino poder escuchar desde nuestra posición transferencial qué es lo que
nos traen, qué les pasa con esto que nos van contando. Registramos también
lo que nos transmiten afectivamente, si están angustiados, frente a qué. Qué
nos dicen, qué importancia le dan a su historia y cuál es el pedido.

Frente a una consulta por una problemática escolar donde un niño es cam-
biado tres veces de escuela ¿están preocupados, angustiados o suponen que
a “este nene no le pasa nada y es la maestra la que no entiende”?

Al trabajar el tema de entrevistas a padres con los alumnos en nuestra tarea


docente, se repiten algunas preguntas a lo largo de estos años: la primera
pregunta es qué hacer si vienen todos juntos, si no respetan consignas (por
ejemplo, cuando se les pide que vengan ellos y traen a los chicos. O cuan-
do se acuerda en que venga el niño y vienen los padres). Es probable que
este tipo de actitudes que aparecen durante las primeras entrevistas tengan
que ver con lo que el paciente vive cotidianamente, ya que así se muestra
la repetición en la cual se encuentra inmerso. Pensamos que “escuchar” a
los padres es también escuchar estos “hechos” que marcan, por ejemplo, la
imposibilidad de discriminar lugares diferentes para cada miembro de la fa-
milia. El analista queda “invadido” por diferentes demandas y transferencias
simultáneas, cumple así la función de “filtro” que en general produce alivio
en el paciente pero que no siempre es sencilla.

Consultan por Francisco, quien sufre de espasmo de sollozo, “nació acor-


donado” dice la mamá al referirse al parto. Después de una primera entre-
vista a la que concurren él y su mamá se continúa viendo a los padres que
comienzan a explayarse acerca de los conflictos familiares. Se suceden pe-
leas entre ellos en forma muy pasional y compleja, ambos incluyen en sus
peleas a sus familias de origen. Ellos también parecen estar muy “acordo-
nados”. Con el correr de las entrevistas los espasmos de Francisco desapa-
recen totalmente. Se da lugar al inicio de diferentes espacios que permiten
liberar la conflictiva latente y queda así ubicado en el lugar de receptor el
analista y ya no el niño.

Otras preguntas que surgen son acerca de las estrategias a tomar:

CUESTIONES DE INFANCIA 53
-¿Cómo escuchar a los padres desde el lugar que nos dan?
-¿Cómo llegan a la consulta? Si son derivados, ¿por quién?
-¿Qué hacer en los casos en que existe una actitud peyorativa hacia la con-
sulta psicológica?

Creemos que esto está ligado a los lugares posibles del analista, que en cier-
ta medida pueden estar previamente determinados. A veces esto se relacio-
na con el lugar donde se realiza la consulta o con desde dónde se origina
una derivación. En algunos casos aparecen dentro de los discursos de auto-
ridad lugares relacionados al saber médico. Desde allí se nos pide que diag-
nostiquemos un síndrome o que recetemos algo concreto. Otro lugar posi-
ble del analista está más ligado a la escuela, asociado a la maestra o a las
autoridades del colegio desde donde a veces ellos como padres se pueden
haber sentido cuestionados, “castigados”. La herida narcisista que desenca-
dena toda consulta por un hijo se ve agravada en estos casos provocando
generalmente reacciones defensivas al estilo de: “esto no va a servir” o “no
creo en los psicólogos”. En otros casos aparece el lugar del juez que debe
intervenir en conflictos familiares, se espera el veredicto de “culpable” o
“inocente”. Hay otros lugares relacionados a la creencia, a las religiones o
a los lugares más mágicos: el brujo, la curandera. Todos estos son lugares
omnipotentes que pueden devenir persecutorios. También está el lugar de
testigo, desde donde no se espera nuestra intervención. Si bien esto puede
expresar una actitud exhibicionista por parte de los padres también puede
significar un funcionamiento inicial defensivo por temor ante el desconoci-
do accionar del analista. Quizás lo más difícil de revertir sea el caso de los
lugares más expulsores y rígidos, como cuando traen “un loco para inter-
nar” o cuando sólo vienen presionados por la búsqueda de un informe sin
que aparezca la posibilidad de preguntarse. En el transcurso de las prime-
ras entrevistas, estos lugares se pueden ir modificando. Cuando se realiza la
consulta y se sienten escuchados se da lugar a la formación de un vínculo
con el analista, entonces pueden conectarse con lo que les pasa, con el su-
frimiento presente en ellos. Es así como luego, a su vez, podrán escuchar.

De esta manera se va entramando la transferencia, que sabemos que nos re-


mite a los lugares parentales vividos por cada uno de ellos a lo largo de su
historia. Es desde la transferencia desde donde podemos intentar trabajar,
tratar de entender en qué lugar nos ubican transferencialmente y, sobre to-
do, no dejarnos llevar a una historia de repetición. Por ejemplo, padres que
nos llevan a “actuar” algún rol que ellos nos asignan de acuerdo a lo vivi-
do por ellos previamente. Es desde el lugar transferencial desde donde po-
demos intentar pensar vínculos nuevos o creativos, que se diferencien de lo

54 CUESTIONES DE INFANCIA
repetido hasta el momento de la consulta. Es el caso de Andrés, cuya ma-
dre consulta muy angustiada, ya que el marido lo golpea. El lugar que el pa-
pá otorgaba a los analistas anteriores era sumamente persecutorio, decía
por ejemplo que una analista no le hablaba y que él se sentía muy mal y no
pudo seguir yendo, que otra analista le decía que “no le pegue al hijo” y
como él no podía cumplir con eso, tampoco pudo ir más. De a poco fui-
mos trabajando lo que a él le pasaba en esos momentos, ya que se desbor-
daba fácilmente. Con Andrés vimos el correrse del lugar de “culpable” en
el que se colocaba como para justificar y sostener la imagen de su papá. De
a poco pudo aparecer su propia hostilidad.

Otra pregunta se refiere a los padres que nos cuentan algo en relación a
ellos pero, a su vez, “no hablan” del niño por el cual consultan. Frente a es-
to podríamos preguntarnos si cuando nos cuentan “algo de ellos” no hablan
del niño por el cual consultan. No podríamos, al escucharlos, determinar a
priori qué es importante y qué no lo es en relación a una historia determi-
nada. Esto implicaría pensar a los padres como si sólo fueran informantes y
no como implicados en aquello que nos dicen. No deberíamos apresurar-
nos a definir el encuadre ni determinar de antemano por quién es la con-
sulta. Esto mismo es algo que se va a ir desentrañando a lo largo de las en-
trevistas. En principio, escuchamos lo que nos dicen y tratamos de respetar
la secuencia y los temas que ellos traen. Así nos diferenciamos de otro tipo
de escucha, como la que implica llenar un cuestionario o anamnesis o la
de escucharlos como a “informantes” a los cuales vamos a “orientar”. Pen-
samos a todos como consultantes y sabemos que no todo lo que traen tie-
ne que ver con el discurso consciente o manifiesto.

Transcribimos un fragmento de la primera entrevista que hacen los padres


de Nicolás.

Padre: Estoy muy mal, no sé que le pasa a Nicolás, le va mal en la escuela


y ya está en séptimo grado.

Terapeuta: ¿Desde cuándo?

Madre: Todos los años llega a pasar de grado pero con mucho esfuer-
zo de todos. Lo veo mal en la escuela, distraído, irresponsable, no lle-
va las tareas. Hay que estar detrás de él todo el tiempo ¿Qué va a pa-
sar cuando el año que viene ingrese al secundario? Primero quise ha-
blar con él, ver qué le pasaba, para que no se sintiera mal en venir a
un psicólogo.

CUESTIONES DE INFANCIA 55
T: ¿Y qué pasó cuando habló con él?

M: Le dije que no quería hacerlo sentir mal, le pregunté si quería ir a un psi-


cólogo porque yo no sé qué le pasa, me contestó inmediatamente que sí
(sorpresa de la madre).

T: ¿Ustedes pensaron algo sobre lo que le pasa a Nicolás?

M: A mí me pasaba lo mismo en la escuela, me distraía, pero yo tenía un


hermano discapacitado, Nicolás no tiene esos problemas.

P: Yo estoy poco, mi mujer es la que se ocupa de él, yo tendría que estar


más, yo sé lo que eso significa por mi historia.

En este fragmento escuchamos el dolor que representa para los padres la


consulta por su hijo, la presencia de dificultades en el hijo hiere su narci-
sismo, la ilusión de que él no sufriría como ellos se quiebra.

¿Qué hacemos con esto que nos traen los padres? ¿Los derivamos a otro te-
rapeuta? ¿Los enviamos a que lo hablen en sus respectivos análisis persona-
les si los hubiere? ¿O los incluimos en este espacio de consulta por el hijo?

Nuestra posición incluye escuchar lo infantil que hay en ellos, el sufrimiento


en juego. Si bien vienen en busca de un alivio, estos padres nos muestran la
herida narcisista que implicó la consulta por su hijo, cuestión que les llevó
mucho tiempo y demoró en años el momento del inicio del tratamiento.

Estas preguntas nos llevan a retomar algunas cuestiones planteadas al co-


mienzo.

No se trata del qué hacer con los padres sino más bien de cómo posicio-
narnos en este encuentro. Cómo escucharlos desde el comienzo, cuando
traen el motivo de consulta.

Nuestra escucha es en atención flotante, favoreciendo en todo momento la


asociación libre. Estas son las herramientas con las que contamos. En cada
encuentro se va a ir armando una relación transferencial, una historia úni-
ca que, si bien está marcada por la repetición, favoreceremos para que
emerja como algo diferente. Acompañaremos a los padres en este proceso
que no carece de puntos de incertidumbre. Ya que no hay caminos prefija-
dos, no concebimos la historia como un determinismo absoluto sino como

56 CUESTIONES DE INFANCIA
el proceso que se va armando al mismo tiempo en que transcurre nuestro
trabajo con estos padres. Así como se resignifica lo pasado, se van abrien-
do diferentes caminos a lo que vendrá. Poder elaborar heridas que han su-
frido, remover certezas que son paralizantes tanto para ellos como para los
hijos y que puedan aparecer así otras posibilidades. Todo esto nos exige, co-
mo analistas, cierta disponibilidad, una escucha que deje aflorar en noso-
tros ocurrencias y asociaciones con el material. Así como con los niños in-
tentamos convertir en juego aquello que irrumpe como pura repetición, con
los padres intentamos que puedan fantasear e imaginar con lo que les apa-
rece como sentencias o mandatos aplastantes. Lo pensamos como un espa-
cio diferente, tanto para el niño como para los padres. Los padres a lo lar-
go del tratamiento van reorganizando las representaciones de sí mismos co-
mo padres y las representaciones del hijo, pudiendo esperar y tolerar los
cambios en éste.

Este trabajo, como escribe la Licenciada Beatriz Janin, [...] implicará tomar
caminos imprevistos, que pongan en movimiento un proceso que reestruc -
ture lo coagulado (Janin, 1999:69).

Primera Versión: 18/10/04


Aprobado: 23/01/05

Bibliografía

Aulagnier, Piera, (1975), La violencia de la interpretación. Del Pictograma


al enunciado, Buenos Aires, Amorrortu, 1975.

(1984) El aprendiz de historiador y el maestro brujo. Del discurso identifi -


cante al discurso delirante, Buenos Aires, Amorrortu, 1984.

(1994) Los destinos del placer. Alineación, amor, pasión, Buenos Aires, Pai-
dós, 1998.

Fendrik, Silvia. I, (1988), Psicoanálisis para niños. Ficción de sus orígenes,


Buenos Aires, Amorrortu, 1989.

Hornstein, Luis, (1993), Práctica psiconalítica e historia, Buenos Aires, Pai-


dós, 1993.

(2000), Narcisismo. Autoestima, identidad, alteridad, Buenos Aires, Paidós,


2000.

CUESTIONES DE INFANCIA 57
(2003), Intersubjetividad y clínica, Buenos Aires, Paidós, 2003.

Janin, Beatriz, (1999), “Las intervenciones del psicoanalista en psicoanálisis


con niños”, en: Cuestiones de infancia N° 4, Buenos Aires, Fau Editores,
1999.

Mannoni, Maud, (1973), La primera entrevista con el psicoanalista, Buenos


Aires, Granica, 1975.

(1964), El niño retardado y su madre, Buenos Aires, Paidós, 1984.

Ortigués, M. y Ortigués, E., (1986), Cómo se decide una psicoterapia de ni -


ños, Buenos Aires, Gedisa, 1987.

Resumen

Cuando se realiza la consulta por un niño se inaugura un espacio en el que


se irán desplegando diferentes historias iniciándose un tiempo que posibili-
tará reorganizaciones psíquicas debidas a la presencia y la escucha del ana-
lista.

Palabras claves: psicoanálisis con niños; trabajo con padres.

Summary

When a consultation is made regarding a child an space is opened in which


different histories will spread out initiating a time which will allow psychi-
cal reorganizations due to the presence and listening of the analyst.

Key words: psychoanalysis with children; working with parents.

Résumé

Quand on consulte sur un enfant, on inaugure un espace dans le quel plu-


sieurs histoires commenceront à se deployer. Au cours de cette période des
réorganisations psychique seront possible grâce à la présence et l’écoute de
l’analyste.

Mots clés: psychanalyse des enfants; travailler avec les parents.

58 CUESTIONES DE INFANCIA
Elsa Kahansky
Bulnes 869, 4º piso “C”
(1176) Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 4864-6209
elsak@ciudad.com.ar

Mabel Rodríguez Ponte


Gavilán 465, “A”
(1406) Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 4632-3671
rplascano@uolsinectis.com.ar

Rosa Noemí Silver


Yerbal 2144, 1º piso “2”
(1406) Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 4632-0969
rosa_silver@yahoo.com.ar

CUESTIONES DE INFANCIA 59
LOS PADRES: ENCUENTROS Y DESENCUENTROS
EN EL PSICOANALISIS DE NIÑOS
Osvaldo Tulio Frizzera•

¿Qué es entonces el tiempo?


Si nadie me lo pregunta, lo sé; pero
si me lo preguntan y quiero explicarlo, ya no lo sé.

San Agustín, Las confesiones II.

De la clínica

a presentación de un fragmento de la clínica me permitirá pensar so-


bre el trabajo psicoanalítico con los padres. Se trata de la consulta y
posterior tratamiento ocurridos ya hace mucho tiempo y que si bien
tiene el valor de lo singular posibilita formalizar el lugar que la historia de
los padres y antepasados ocupa en los síntomas y padecimientos de los hi-
jos, como así también los efectos que los síntomas y padecimientos de los
hijos producen en los padres. Abordar encuentros y desencuentros y las
distintas formas en que estos se presentan me llevará a pensar qué hacer
con ellos. Un día me llama una señora con acento extranjero. Me dice que
el Dr. X, (un colega y amigo mío), le dio mi número de teléfono para pedir
una urgente entrevista. Su hija púber se había encerrado en el baño desde
hacía varias horas y amenazaba con matarse si querían abrir la puerta por
la fuerza. Se había llevado algunos alimentos, lloraba y gritaba que la de-
jen allí. Fui lo antes que pude. Vivían en un lujoso edificio de un exclusivo
barrio de la Capital. Llegado al piso me recibe la madre. Me encuentro con
una mujer desesperada y con grandes ambientes semidestruidos, sin ningún
mueble, y en penumbras; paredes picadas, escombros por todas partes y un
andamio en un costado completaba el cuadro. Sin decir nada sobre ello me
conduce a la cocina donde estaban algunos catres. Allí me esperaba su ma-
rido. Me ofrecen un banquito para sentarme. Ellos también lo hacen.

Se los veía y escuchaba desbordados y desamparados, sin saber el porqué

• Médico Psicoanalista. Miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Profesor Titular de


Clínica Psicológica de Niños y Adolescentes, Carrera de Psicología, UCES. Profesor de la Ca-
rrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños, UCES (en convenio con APBA).

60 CUESTIONES DE INFANCIA
de lo ocurrido y aterrorizados por la idea que de su hija se mate, o que se
“muera por falta de aire o de alimento”. Mis preguntas llevan a historizar el
suceso. Pregunto por lo inmediato y lo mediato. Me dicen que no entien-
den lo que pasa, que Miriam, tal es el nombre de la joven, es una chica a
la que siempre le dieron todos los gustos. Única hija, refieren que fue así
para poder dedicarse más exclusivamente a ella. La vida de los dos había
sido tan difícil y dolorosa que querían para ella lo contrario. Siempre fue ca-
llada, pero la notaban más introvertida en los últimos tiempos; también ha-
bía engordado pero el médico les decía que estas cosas eran habituales en
la pubertad. No es mi propósito hacer un historial. Sólo referirles este pri-
mer encuentro, esta primera entrevista larga y llena de angustia en la que a
partir de mi pregunta por el acento extranjero comenzaron a surgir algunos
de los siguientes datos: ambos miembros de la pareja eran inmigrantes de
un país destruido por la guerra. Sobrevivientes de la misma tenían familia-
res muy cercanos muertos en esas circunstancias. Luego la llegada de cada
uno al país, el conocerse en una reunión de la colectividad, una de las muy
pocas a las que ella (la madre) concurriera, su casamiento, el éxito empre-
sario, el nacimiento de la hija. Una vida con comodidades materiales, casi
ninguna familia y muy pocos amigos.

La pregunta sobre “por qué le pasa esto”, además del “¿qué hacemos?”, in-
sistía una y otra vez ¿Cuál es la causa? ¿ De dónde le viene esto? “Justamen-
te ella que tiene una vida tan distinta a la que tuvimos nosotros, ni siquiera
le hemos contado lo que nosotros pasamos”. Un desencuentro se les impo-
nía. Hablaba más la madre, pero ambos padres acordaban que sobre las
historias desgraciadas mejor era ni hablar. Los padres y una hermana un po-
co mayor del padre murieron en un campo de concentración, hermanos de
la madre dispersos por el mundo y sin saber nada de uno de ellos. Pero los
dos agregaban: “Ya pasó tanto tiempo que para qué acordarse”.

Esta situación, como les contaba, me sucedió hace muchos años. No obs-
tante el impacto que recibí, por la conjunción de hechos que aparecían me
llevan a narrarla hoy una vez más y para el tema que nos ocupa.

Quiero insistir sobre algo que se produjo en el encuentro conmigo y que


fue el silencio que guardaron, bajo la forma de ni siquiera advertirlo, sobre
el porqué de las condiciones en que se hallaba el departamento. Obvia-
mente yo imaginé que se trataba de un departamento en refacción pero re-
sultaba súmamente extraño que no aludieran frente a mí, que era un recién
llegado sobre las molestias e inconvenientes que tal situación acarreaba. Un
escenario, del que no se extrañaban, y que a la luz de lo que contaban, traía

CUESTIONES DE INFANCIA 61
otro escenario de ruinas y destrucción, del cual no parecían darse cuen-
ta.

En ese escenario esta familia fue sacudida por el encierro de su hija y por
las amenazas de muerte que esta profiriera. El terror no les permitía pensar.
El insistente ¿Por qué pasa?, es una pregunta por el origen de la situación.
A través de la llegada del analista, surge una pregunta: ¿cuál es la causa? Y
esta es una pregunta que los analistas esperamos, y hasta alentamos a que
se produzca en tanto permitirá aunar lo que sucede a algo no sabido y del
que piensan que alguien puede responder. En este caso el lugar podía ser
ocupado por mí en tanto psicoanalista.

Una vez que el interrogante se instala no resultará siempre fácil que éste se
sostenga o que sostengan el interés por conocer posibles determinantes. Si
de padres se trata o de varios integrantes de un grupo familiar no habremos
de esperar una posición simétrica o idéntica entre ellos. Habremos de con-
tar con la posibilidad de distintas posiciones férreamente mantenidas o con
básculas que hacen que la resistencia, a un posible trabajo, se ubique más
de un lado o de otro.

De allí que las primeras intervenciones de un analista resultan fundamenta-


les, para permitir la instalación de una transferencia indispensable para
cualquier trabajo posterior, con ellos, con la hija, con todos juntos según se
pueda ir siguiendo. “Dosificar la angustia” es un importante consejo que
tanto Freud como Lacan nos han legado y que llevan a pensar en cada ca-
so cómo hacerlo.

Retomando el interrogante acerca de la causa quisiera hacer algunas acla-


raciones en general.

Un hecho que sucede nunca esta ahí ya constituido, sino que deviene. Es
fruto de composiciones, de combinaciones, es fruto de una serie de ligadu-
ras y desligaduras que a su manera insisten.

Un hecho puede quedar allí, como algo incomprendido pero que pasará, o
como algo demasiado comprendido porque vuelve siempre igual.

O puede transformarse en un acontecimiento en tanto abre otro campo en


transferencia, que llama a una recomposición, que pide por un nuevo sentido.
En esta nueva franja se presenta el trabajo del análisis por el cual toda nueva si-
tuación recompone aquella que la precedía. Esta recomposición no es homo-

62 CUESTIONES DE INFANCIA
logable a la modificación de actos o de formas de pensar de un individuo.

La orientación de la recomposición está referida a una constelación de si-


tuaciones a través de la historia. Los sucesos que atraviesan la vida no pue-
den reducirse a situaciones cerradas y ubicarlas concretamente en fecha y
lugar. Hay que entender que han ocurrido una serie de hechos que abren
temporalidades múltiples, muchas veces contradictorias y que se actuali-
zan, se encuentran ante determinadas circunstancias. Creo sostener con es-
to la noción freudiana de desencadenante actual de sus series complemen-
tarias. Series que llevan a pensar que una no puede ser sin las otras. Leo
también en Freud (Freud, S. 1934-8 [1939]) que si se consideran los proce-
sos de transmisión entre generaciones, las historias de nuestros antepasa-
dos, como nos dice, los acontecimientos psíquicos no sólo abarcan la vida
de uno solo sino varias vidas. Hay historias que pueden “dormir” por mu-
cho tiempo y que luego por circunstancias puntuales surgen o irrumpen aún
en otra generación. 1

¿Qué es el tiempo?

El tiempo en psicoanálisis como nos muestra nuestro trabajo no es nunca


una flecha lineal: desde el momento en que algo se actualiza, resignifica lo
que antecedió para dar lugar a lo por venir.

De esta forma pienso que los psicoanalistas entendemos los cambios deste-
rrando así la idea de los mismos como algo a alcanzar dirigiéndose lineal-
mente a una meta concebida como ideal.

El trabajo del análisis lleva a una apertura hecha por la vía de las preguntas
hacia otras búsquedas, otros modos de decir, de percibir y percibirse. Este
movimiento es el que permite la recomposición de los tiempos y en mucho
excede a la de un orden lineal o cronológico.

A este respecto Lacan apunta “la historia no es el pasado. La historia es


el pasado historizado en el presente, historizado en el presente porque
ha sido vivido en el pasado” (Lacan, J.,1981, pág. 27). La historia, pues,

1 “Pero una nueva complicación sobreviene si reparamos en la probabilidad de que en la vi -


da psíquica del individuo pueden tener eficacia no sólo contenidos vividos por él sino otros
que le fueron aportados con el nacimiento, fragmentos de origen filogenético, una herencia ar -
caica.”. [Moisés y la Religión Monoteísta (Freud, S.;1934-8 [1939]) ].

CUESTIONES DE INFANCIA 63
no puede ser confundida con el pasado, y tampoco con lo vivido.

El psicoanálisis de niños aportó y aporta mucho en ese sentido. Más que la


cuestión de lo que ha vivido, el niño se plantea la de su destino, que po-
dríamos formular así: ¿Cuál es mi lugar en la historia, donde se me recono-
ce? El niño mira más la reconstrucción de una autobiografía y al sentido de
la historia que al inventario de lo que vivió.

¿Qué significa mi historia? podría decir el niño: este sería según el juicio de
Lacan, el nivel en el que se debe oír la pregunta, porque es justamente res-
pondiendo en este nivel como el analista contribuye a la resolución del sín-
toma, más allá de que no pueda desconocer la dimensión de lo vivido.

Entonces lo que la clínica nos trae es una reversión de la relación causal


clásica, al resultar evidente que los efectos continúan componiendo sus
propias causas.

Hay situaciones en la vida que, más que otras, convocan algunos rasgos de
origen y sólo por el efecto que producen podemos deducirlos. Cuando por
medio del análisis se lo puede nombrar, el sujeto puede reconocer que has-
ta ese momento se miraba parcialmente desde ese único lugar donde el
tiempo quedaba estancado a la manera del tiempo que no pasa. De esta for-
ma la historia se irá recomponiendo o rescribiendo desajustando los centra -
mientos únicos.

El Tiempo detenido y el Tiempo que transcurre

En el caso que he narrado -que transcurrió hace tiempo pero que hoy se
vuelve a componer a la luz de este escrito, del tema y de los probables en -
cuentros y desencuentros que supongo con los lectores- se me hizo paten-
te el entrecruzamiento de tiempos, que resultaba ignorado por los miem-
bros de esta familia a la manera de la represión y principalmente al modo
del rechazo o desestimación y que por tal condición aparecía como un pu-
ro dolor incomprensible. Me encontré con un tiempo detenido, un tiempo
que no pasa que no podía entrelazarse con el que pasa, con lo nuevo. Una
destrucción, un escenario sórdido que no podía nombrarse reaparecía en
este nuevo tiempo que era ahora el de la reparación, decoración de una ca-
sa. Entrecruzamiento que también Miriam traía con su cuerpo con su mo-
mento de cambios. Un tiempo de pubertad que se corresponde con el de
encuentro de un objeto exogámico, con un cuerpo sexuado, con un desa-
simiento de los padres.

64 CUESTIONES DE INFANCIA
Algunas consideraciones finales

Me encontré que con esto había que hacer algo. Entrevistarme con los pa-
dres fue la primera y única posibilidad con que contaba en este caso. Una
urgencia había hecho que me convoquen como también una situación ge-
nerada por la hija se había convertido en un desesperado recurso de ésta
para hacerlos hablar.

Esta entrevista fue la primera pero no lo pensé, ni lo pensaría como la últi-


ma.

Incluir entrevistas con los padres según el momento que así lo requiera el
analista y/o a veces ellos, es una herramienta de suma utilidad para todos.
La finalidad es escuchar la angustia cuando es manifiesta o hacer que apa-
rezca cuando ésta es ignorada.

La finalidad es además enterarlos de fragmentos de la historia que el actuar


de los hijos trae a veces sólo como hilachas incomprensibles.

Al mismo tiempo es la posibilidad de instalar y acompañarlos en la apari-


ción de preguntas que intenten mover los tiempos coagulados. Queda así
claro que la repetición en la cura no es simple reactualización del pasado
en el presente, sino encuentro en la transferencia de un tiempo que pasa y
de un tiempo que no pasa. En el acto mismo de este encuentro se actuali-
za un tiempo identificante, de suerte que unas huellas se identifican mutua-
mente en unos “paréntesis de tiempo”. El analista, aquel por quien eso ocu-
rre, es entonces un “eje de temporalización” (Perrier, F. 1981). Esto hace
aparecer más de una versión sobre acontecimientos vividos, permitiendo
“podar” las significaciones tanáticas que tantas veces recaen sobre los hi-
jos. Significaciones tanáticas en tanto quedan como únicas y que en el ca-
so que nos ocupa podrá ser: NUESTRA HIJA TIENE QUE TENER TODA LA
FELICIDAD QUE NO TUVIMOS NOSOTROS. Frase constituyente e impres-
cindible, pero que aplicada a ultranza, para todo momento o situación, de-
jará anclado a un hijo en un único lugar. Recortar ese sentido mortífero es
iniciar un trabajo de duelo que resultará fundamental.

Las entrevistas son también la posibilidad de brindarles un espacio a los pa-


dres, que luego podrán ir a buscarlo a otro lado. Un espacio para tramitar
el dolor, incomprensible para ellos, de un tiempo de crecimiento de los hi-
jos que reactualiza lo padecido por ellos. Son un recurso, una herramienta,
que resulta una pieza clave, pieza que también habremos de entender co-

CUESTIONES DE INFANCIA 65
mo la de quitar al hijo un peso que a veces sólo recae en él.

Estos padres sin familia, o con una familia exterminada, sólo parecían tener
a la hija como único pilar o sostén y si este amenazaba con morirse o de-
saparecer, tal vez para aparecer de otra manera, se mostraban con un de-
samparo o indefensión realmente conmovedora.

Este es un caso extremo tal vez pero que nos permite ver con aumento lo
que en situaciones menos graves aparece ante hechos que alteran una ha-
bitualidad o rutina presentificando lo indómito de aquello que se impone
como más allá del principio del placer.

Primera Versión: 26/10/04


Aprobado: 1/11/04

Bibliografía

Freud, Sigmund: (1934-8 [1939]) “Moisés y la Religión Monoteísta”, Obras


Completas, Vol. 23,.Buenos Aires. Amorrortu Editores, 1976.

Lacan, Jacques: (1981) “Los escritos técnicos de Freud”. El seminario, Libro


I,. Buenos Aires. Editorial Paidós.

Perrier, François: (1981) “El cuento de la Buena Pipa”. Escritos Psicoanalíti -


cos I. Buenos Aires. Ediciones Petrel.

Resumen

La presentación de un caso clínico sirve de apoyo para plantear el tema del


tiempo en psicoanálisis: el de la historia y el de la transferencia junto con
el de las intervenciones del analista.

El tiempo en psicoanálisis no es nunca una flecha lineal, desde el momen-


to en que algo se actualiza resignifica lo que antecede para dar lugar a lo
por venir.

Lejos de entender los cambios como algo a alcanzar dirigiéndose a una me-
ta concebida como ideal, la dirección de la cura propone una apertura ha-
cia otras búsquedas, otros modos de decir, percibir, percibirse.

Para finalizar una detenida consideración sobre la función de las entrevis-

66 CUESTIONES DE INFANCIA
tas con los padres, de los encuentros y desencuentros que ellos nos traen,
lleva a ubicar el trabajo del analista con niños y adolescentes.

Palabras clave: tiempo; repetición; historia; pasado.

Summary

The presentation of a clinical case serves the purpose of introducing the sub-
ject of time in psychoanalysis: that of history and transference along with
the interventions of the analyst.

Time in psychoanalisys is never a linear arrow, since at the instant in which


something updates itself the meaning of what was before is replaced for
what is to come.

Far from understanding changes as something to reach by going to a desti-


nation conceived as ideal, the direction of the cure suggests an opening to
other quests, other ways of saying, of perceiving the world and the own self.

Finally, a thorough consideration of the function of the interviews with the


parents, of the fortunate and unfortunate events that they bring to us, leads
to a correct placement of the analyst’s work with children and adolescents.

Key words: time; repetition; history; past.

Résumé

Un cas clinique ilustre le théme du temps dans la psychanalyse: le temps de


l’histoire et le temps de la transfert avec les interventions de l’analyste.

Le temps n’est jamais une ligne. Il résignifie le qui précéde pour donner un
lieu á ce qui est l’avenir.

On ne doit pas entendre les changements comment un point á suivré, com-


ment un idéal.

La direction de la cure proposse s’ouvrir jusqu’autres mots de dire; de per-


cevoir et de ce percevoir.

Pour concluir l’auteur fait une consideration sur les entrevues avec les pa-
rents et les travail de l’analyste avec les enfants et les adolescents.

CUESTIONES DE INFANCIA 67
Mots clés: temp; répetition; histoire; passé.

Osvaldo Tulio Frizzera


Araoz 2879, 5° “C”
(1425) Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 4804-1947
ofrizzera@hotmail.com

68 CUESTIONES DE INFANCIA
LA INTERMEDIACION PARENTAL EN 1

LA ELABORACION DE LA SEPARACION
DEL NIÑO EN EL JARDIN MATERNAL
Graziella Fava Vizziello•
Federica Deganutti ••
Sara Pasquato•••

Introducción

a mediatización de los padres es un aspecto fundamental de la paren -


talidad, y ha sido estudiada por diversos clínicos (Cramer, B.; Palacio
Espasa, F., 1994; Palacio Espasa, F.; Manzano, J.; Zilkha, N, 2001),
quienes han individualizado las diversas modalidades de ésta en los distin-
tos “L moment” (Life moment/momentos de vida, Stern, 1994).

La psicología experimental se ha interesado en las modalidades de presen-


tación de los afectos, historias, narraciones y personas construyendo situa-
ciones estandarizadas para la investigación, con la finalidad de tener resul -
tados confiables científicamente. Por otra parte, en estos últimos años la psi-
cología de los afectos y de las emociones (Harris, P.L., 1989), como los es-
tudios sobre la narración2 (Spence, D.P., 1982; Smorti, A., 1994; Stern,
1994; Main, M. Goldwin, R., 1995) han superado numerosos problemas de
orden teórico y práctico. Esto puede ser señalado a través del ejemplo del
análisis de uno de los factores centrales: los estudios de Main y Solomon
(Main, M.; Solomon, J., 1990) y otros autores de la escuela del “apego”, sos-
tienen que los padres (la madre en porcentaje más alto que el padre) me-
diatizarían la realidad al niño conforme a sus propias modalidades de “ape-
go”, como hemos deducido de la codificación de las grabaciones verbales
del “Adult Attachment Interview”, en base a una codificación estructuralis-

• Profesora de Psicopatología General y de Psicopatología del Desarrollo de la Universidad de


Padua. Italia.
•• Psicóloga en Aprendizaje.
••• Psicóloga en Aprendizaje.
1 Se ha traducido el término “Mediazione”, por “Intermediación” cuando se refiere a la fun-
ción investigada en este trabajo y “Mediatización” cuando se refiere a la acción de los padres
en el ejercicio de esta función. N. de T.
2 En la terminología teórica de nuestro país se comprende “narrativa”, como el estudio del re-
gistro del discurso parental. N. de T.

CUESTIONES DE INFANCIA 69
ta. El tipo de apego con la madre a los doce meses sería, por esta razón, en
parte previsible desde el embarazo, de tal manera que a los dieciocho me-
ses de edad, el niño ya empezó su trabajo de integración [synthesis] entre
el apego con la madre, con el padre y con los otros caregivers.

En cambio, según los estudios de D. Stern (Stern, D.N., 1990) y de una vas-
ta gama de estudios clínicos (Golse, B.; Burstejn, C., 1994; Zeanah, C.H.,
1994; Fava Vizziello, 2004) cada “L moment” permite reconstruir la propia
historia de modo siempre diverso ya que la madre co-construye o re-cons-
truye momento por momento su propia historia en la interacción con el ni-
ño. La mediatización sería entonces, el resultado de un proceso circular
muy complejo e imprevisible.

No obstante, no hemos encontrado estudios específicos sobre el diferen-


te impacto que la demanda respecto de determinada mediatización pu-
do tener sobre los padres en base, ya sea a la modalidad de interacción
prevalente con el hijo, o al tipo de suceso o tarea que se necesita me-
diar.

Este trabajo se propone como una continuación y profundización del estu-


dio sobre la modalidad de reacción del niño en el jardín maternal3 después
de la separación del progenitor 4 (Fava Vizziello, G.; Palacio Espasa, F.; Cas-
sibba, L., 1992).

La atención fue dirigida a los factores que podían tener influencia sobre la
capacidad del niño de reorganizar su funcionamiento mental e interactivo
con el ambiente después de la separación matutina en el jardín maternal.

La situación experimental preveía, antes de la separación, la introducción


de cinco minutos de juego libre entre progenitor y niño con juguetes des-
conocidos, para indagar:

a) las modalidades de interacción típicas de la díada;


b) la eventual asociación entre los esquemas comportamentales activados

3 Se ha traducido “asilo nido” como equivalente en nuestro medio al “jardín maternal”. N.


de T.
4 Se ha decidido traducir “genitore” (que alude a “quien da vida o crea”), como “progeni-
tor” ya que el término en italiano no discrimina el género del agente. Para el plural “genito-
ri” se ha traducido “padres”. N. de T.

70 CUESTIONES DE INFANCIA
durante esta interacción y la capacidad del niño de reaccionar a la separa-
ción.

En tal trabajo, la reorganización del niño era evaluada en función de su ca-


pacidad de empeñarse en una actividad y de empezar interacciones con pa-
res y/o adultos referenciales (maestras jardineras/educadoras 5) (Fava Vizzie-
llo, G.; Palacio Espasa, F.; Cassibba, L., 1992).

Los resultados obtenidos evidenciaron cómo tal capacidad estaba conecta-


da con tres factores:

1. edad de inserción del niño en el jardín maternal: los niños se reorgani-


zaban con más dificultad cuando tenían una edad entre los 6 y 9 meses;

2. edad del niño : a la edad de 12-13 meses aparecían los mayores proble-
mas de reorganización. En esta fase el niño tiene nuevas capacidades mo-
toras (deambulación) que le permiten un control omnipotente sobre el am-
biente y el progenitor, a condición de que éste esté presente físicamente co-
mo garante de su seguridad (Bowlby, 1988; Mahler, M.; Pine, F., Bergman,
A., 1975).

3. capacidad del progenitor de reconocer el impacto de la separación sobre


el mundo afectivo del niño.

El progenitor que está en condiciones de representarse y sostener la tristeza


manifestada por el niño, le permite reorganizarse mejor a su hijo.

No surgió ningún resultado respecto a la hipótesis de una posible asocia-


ción entre la calidad de la interacción progenitor-niño y la reorganización
de este último. En cambio, resultó que el momento de juego adicional en-
tre los dos no constituía en sí un factor facilitante para el niño: por el con-
trario, algunos padres habían observado un aumento significativo de la an-
gustia del hijo en el momento de la separación. Esto probablemente depen-
día de la ruptura del esquema interactivo habitual y del flujo representativo
que el progenitor y el niño compartían sobre este acontecimiento (Stern,
D.N., 1985).

De todas maneras, este problema no concernía a la totalidad de las díadas

5 Se ha traducido “puericultrici” como “maestra jardinera” o “educadora”. N. de T.

CUESTIONES DE INFANCIA 71
progenitor-niño, que en muchos casos parecían aprovechar este espacio de
juego y considerarlo un agradable complemento de la vida diaria o cotidia-
na común.

Los resultados del precedente estudio han, entonces, delineado una nueva
dirección de análisis que para esta investigación, ha llevado a la construc-
ción de un diseño experimental a fin de evaluar sistemáticamente el impac-
to de la secuencia de juego en la separación cotidiana.

A tal fin, se hizo necesario confrontar dos situaciones: una habitual (Libre)
y otra caracterizada por el momento de juego (Estructurada), para eviden-
ciar cuáles factores actúan en la determinación de las reacciones del niño
ante la separación del progenitor.

En nuestro diseño experimental se ha supuesto la existencia de una diferen-


cia en la reacción del niño a la separación entre la situación Libre y la Es-
tructurada y se ha intentado buscar dentro de las funciones de los padres los
determinantes posibles de las reacciones del niño.

De hecho es el progenitor quien atribuye significado a los acontecimientos


y en un contexto específico es quién se coloca como “mediatizador” entre
la consigna y los hábitos compartidos normalmente con el niño (Emde,
R.N.; Sameroff, A.J., 1989). Hemos definido la variable Intermediación co-
mo la función del progenitor que aparece a nivel interactivo en la situación
específica de nuestras observaciones y que mide su capacidad de adaptar-
se de manera flexible a un contexto modificado por nuestra consigna y, a su
vez, presentárselo al niño (Bowlby, J., 1988).

En consecuencia, se analiza la modalidad con la cual los nuevos elemen-


tos del contexto son filtrados a través del mundo representacional del pro-
genitor y convertidos en “significados compartidos” en la interacción con el
niño (Emde, R.N.; Sameroff, A.J., 1989). La particular situación interactiva
es el resultado del encuentro diádico en aquel momento y por aquella es-
pecífica situación y no constituye la Relación en sí misma, ya que carece de
una historización y de una memoria.

La Hipótesis base de nuestro estudio considera, por lo tanto, la “Intermedia-


ción parental” como un factor que influye las modalidades del niño de reor-
ganizarse frente a la frustración por la separación.

Se puede suponer que a nivel de la conducta una actitud específica del pro-

72 CUESTIONES DE INFANCIA
genitor influye en las modalidades del niño de investir objetos y personas
después de la partida o ausencia de éste, y que a nivel representativo una
mejor capacidad de mediación del progenitor se corresponde con a una
buena posibilidad de representarse las necesidades de su hijo.

Algunas modalidades de mediatización tenderían, entonces, a favorecer la


separación del niño, a diferencia de otras que la harían particularmente
compleja y difícil. Particularmente se supone que cuando el progenitor ejer-
ce esta función quedan implicados tres ámbitos diferentes:

1. el esquema de la conducta: activado dentro del específico contexto con-


siderado;
2. la vivencia emocional;
3. la relación definida por la interacción actual y por los modelos de inte -
racción pasada (Stern, D.N., 1990).

A nivel de los estándares de procedimiento, en la situación experimental


creada se evidenció una doble ruptura en cada uno de estos ámbitos: al pro-
genitor se le pide adaptarse rápidamente a una nueva situación sobre la
cual pesa el fantasma del juicio externo, mientras que al niño se le pide ha-
cer frente a un imprevisto cuyo impacto sobre sus modalidades afectivas y
de conducta podrán variar según la mayor o menor seguridad de su base de
apego (Bowlby, J., 1988).

Los estudios de Emde (Emde, R.N.; Sameroff, A.J., 1989) sobre el cen-
tro del núcleo afectivo del Sí, parecen ofrecer bases válidas a esta hi-
pótesis: la experiencia afectiva compartida en la interacción diádica or-
ganiza las primeras representaciones del sí mismo y la adquisición de
los procederes, de las reglas y de las primeras normas morales. El inter-
cambio interactivo real se convierte en el terreno sobre el cual se jue-
ga la transmisión de las normas de conducta (alternancia de turnos,
mantenimiento del ritmo, etc.) que de individuales se vuelven compar-
tidas, en dirección a la formación de las primeras normas superyoicas
del niño.

Stern (Stern, D.N., 1985, 1990) subraya, además, el impacto del mundo re-
presentacional de la madre sobre la interacción: él hipotetiza la existencia
de “representaciones activas” de la madre que incluyen al niño y a su mo-
do de ser, a ella misma, al padre, a las figuras parentales etc., y que, en par-
te, se ponen en acción en la interacción con su hijo. Estas representaciones
pasan a ser parte de los “factores latentes” que condicionan tanto la interac-

CUESTIONES DE INFANCIA 73
ción real como sus aspectos emotivos, sobre la base de la “sintonía afectiva”,
donde el diálogo madre-niño está cargado de intercambios empáticos: aquí
el progenitor manifesta haber reconocido el significado y la emoción conec-
tadas con una acción del hijo, restituyéndoselas durante la interacción.

Muestra

Se estudió una muestra de veintiocho niños, quince varones y trece muje-


res, concurrentes al jardín maternal de una pequeña ciudad. Los niños fue-
ron divididos en cinco grupos de edades diferentes: 9, 13, 19, 25 y 30 me-
ses y eran acompañados al jardín maternal, prevalentemente, por su madre
(89,3%). Dentro de la muestra tres niños fueron excluidos: uno por razones
organizativas de la investigación, otro por razones externas (traslado) y el
último porque sus padres rechazaron la propuesta de participar en el estu-
dio. Suponemos que, probablemente, en este último caso nos habríamos
encontrado frontalmente con evidentes dificultades de mediatización del
progenitor, quien entonces prefirió renunciar desde el principio. Cada niño
estaba inserto en el Jardín desde hacía más de quince días.

Técnicas de recolección de los datos

El diseño experimental estaba compuesto por dos fases:

• VIDEOGRABACIÓN de:

1) Situación Libre: el progenitor recibe la consigna de comportarse confor-


me a las habituales modalidades de acompañamiento y separación;
2) Situación Estructurada: organizada una semana después de la Libre; un
momento antes de la entrada al jardín maternal el progenitor recibe la
consigna de detenerse a jugar con los juguetes preparados en el salón y
de separarse del niño cuando lo considere más oportuno.

En las dos grabaciones se registraron también los cinco minutos sucesivos a


la separación para observar las reacciones del niño.

• ENTREVISTA con el progenitor que participaba en las grabaciones a fin


de indagar tres areas específicas:

a) representación que el progenitor tiene del niño;


b) percepción que el adulto tiene de la vivencia del niño respeto a la ex-
periencia del jardín,

74 CUESTIONES DE INFANCIA
c) recuerdos del progenitor respecto a las separaciones en su propia infan-
cia.

Durante la entrevista estructurada se suministró una escala compuesta de


veinte adjetivos bipolares, cada uno de los cuales delimitaba un continuum
entre 0 y 100 donde el progenitor tenía que hacer una cruz para definir la
percepción de su hijo. La escala, construida a partir de estudios anteriores
y a través de discusiones en el grupo de investigación, comprendía adjeti-
vos relativos a la conducta (por ejemplo, agresivo, aislado, etc.) y al tempe-
ramento (por ejemplo, fácil, confiado, indefenso, etc.) (Main M., Kaplan N.
y Cassidy J.,1985; Attili G., 1990).

Escala de adjetivos

INQUIETO QUIETO
PASIVO ACTIVO
DISTRAÍDO ATENTO
IMPULSIVO REFLEXIVO
OBEDIENTE DESOBEDIENTE
LINDO FEO
TESTARUDO COMPLACIENTE
AFECTUOSO INDIFERENTE
FACIL DIFICIL
CURIOSO DESINTERESADO
DEFENDIDO INDEFENSO
AISLADO SOCIABLE
RUIDOSO SILENCIOSO
CONFIADO TEMEROSO
AGRESIVO DULCE
FLEXIBLE RIGIDO
ADAPTABLE NO ADAPTABLE
CONSTANTE INCONSTANTE
INERTE PROPUESTO
EVITANTE ACEPTANTE

CODIFICACION DE LOS DATOS

Las videograbaciones efectuadas y la entrevista semi-estructurada han sido


codificadas mediante una grilla de 127 variables por medio de las cuales se

CUESTIONES DE INFANCIA 75
pudo efectuar un análisis puntual del desarrollo de los acontecimientos. El
análisis estuvo focalizado sobre los componentes de expresión emotiva, in-
teractiva y lúdica de la conduca observada y sobre las representaciones pa-
rentales surgidas en la entrevista.

Las SECUENCIAS analizadas fueron:

1. Entrada al jardín maternal de la díada progenitor-niño, apostamiento en


el vestuario y sucesiva entrada en el salón, analizadas por medio de las si-
guientes variables:

Humor del niño (Massie H.N., Campbell M.D., 1983; Palacio Espasa F.,
1989).
- escala de la ansiedad (a disgusto/levemente tenso/sereno);
- escala de la tristeza (triste con llanto/normotímico/sonriente);
- cólera (presente/ausente);
- agresividad (presente/ausente);
- conductas de consuelo (presente/ausente).

Modalidad de socialización (Massie H.N., Campbell M.D., 1983; Palacio


Espasa F., 1989; discusión del grupo).
- iniciativa social (ausente/parcialmente presente/tomada);
- aceptación de la iniciativa de los otros (falta de propuestas/oposición/
alternancia/aceptación);
- toma de iniciativa para entrar en el salón (progenitor/niño);
- contacto físico progenitor-niño (distante/de la mano/en brazos).

2. Juego compartido entre progenitor y niño: aspectos emotivos y tónico-


expresivos.

Se han repetido las variables utilizadas para el humor del niño y para la mo-
dalidad de socialización. Además, para un análisis más detallado, se han in-
troducido variables más complejas tales como:

Tipo de interacción: insuficiente/incoherente/satisfactorio/sobrecargado


(Clark G.N., Seifer R., 1986; Kreisler L., 1984; Kreisler L., Cramer B., 1983;
Kaplan H.I., Sadock B.J., 1996).

Afecto del progenitor y reciprocidad diádica (Clark G.N., Seifer R., 1986).

Variables que definen la Modalidad de juego:

76 CUESTIONES DE INFANCIA
- presencia de actividad lúdica (Palacio Espasa F., 1989);
- tipo de juego (no juega/factual6/funcional/imitativo/presimbólico);
- tipo de contacto lúdico con el progenitor o con un eventual compañe-
ro (independiente/fracasado/imitativo/complementario);
- dirección de la mirada (Ainsworth M., Blehar MN., Waters E. et al.,
1978);
- aversión a la mirada (Clark G.N., Seifer R., 1986);
- posición corporal del niño y del progenitor (lejos o de espaldas /alter-
nancia/ proximidad o contacto visual).

3. Separación
- modificación del estado afectivo (presente/ausente);
- momento de aparición de un nuevo afecto (inmediato/levemente diferi-
do/diferido);
- duración del nuevo afecto (breve/media/larga).

4. Post-separación (evaluación de la reorganización del niño).


Se han repetido las variables relativas al “Humor del niño”, a la “Modalidad
de socialización”, y a la “Modalidad de Juego”. Se ha introducido además
una variable relativa a la búsqueda de contacto con un adulto (maestra jar-
dinera) por parte del niño (Palacio Espasa, 1989). Al término del momento
de separación, durante toda la interacción lúdica entre progenitor y niño, se
ha evaluado la variable “Tipo de Intermediación”, que se compone de tres
categorías:

Intermediación no sintónica
El progenitor está lejos del niño físicamente o emotivamente: es indiferente
a la consigna o propone, de modo mecánico, juegos al niño sin generar al-
gún placer lúdico. El progenitor puede ser incoherente en la propuesta de
juegos al niño: promueve juegos cuando éste está interesado en otros y no
considera sus propuestas de juego. Se pone ansioso y puede pedir ayuda a
la educadora para separarse del niño. La duración de la interacción puede
ser inferior a un minuto o alargarse mucho.

Intermediación ambivalente

El progenitor se interesa en el juego de manera intermitente y sigue sólo par-

6 “Pertinente a una determinada realidad del hecho”. N. de T.

CUESTIONES DE INFANCIA 77
cialmente la consigna, sacando un cierto placer lúdico (sonrisas, intercam-
bios vocales, juego compartido, turnos alternados) y manifestando a veces
preocupación en la búsqueda de indicaciones y confirmaciones de lo que
está haciendo (pregunta si está jugando correctamente con el pequeño o
bien, cuándo puede separarse de él).

Intermediación sintónica

El progenitor obtiene placer del juego compartido activamente con su hijo,


(sonrisas, intercambios vocales, juego compartido, turnos alternados). Pue-
de estar físicamente lejos, pero igualmente sigue constantemente al niño en
su actividad (mirada, comentarios verbales, atención vigilante), atento a res-
ponder a las solicitudes del niño y aceptando al mismo tiempo la autono-
mía de juego del hijo.

En la ENTREVISTA con el progenitor se han tomado en consideración vein-


ticinco variables para analizar las tres áreas examinadas; además, son vein-
te las variables consideradas para la escala de adjetivos, una para cada ad-
jetivo bipolar.

Sobre estas variables se han efectuado algunas elaboraciones estadísticas,


en particular:

a) análisis de las frecuencias y de las medias;


b) aplicación del modelo de “análisis multipla log-lineare” con significati-
vidad α = 0.5 entre la variable “Intermediación” y todas las otras variables,
en tablas a doble entrada, y a triple entrada para comparar “Intermediación”,
con la variable “Situación Libre” y la variable “Situación Estructurada”;
c) aplicación del T-Student para los adjetivos de la escala;
d) verificación de la Consistencia Interna de la escala a través del Coefi -
ciente α de Cronbach (α = 0.72).

RESULTADOS

Tomemos ahora en consideración algunos datos obtenidos por el análisis


“múltipla log-lineare”; los datos más importantes aparecen en las tablas y la
discusión completa de los resultados se hará en el párrafo siguiente. Los da-
tos en las tablas representan las frecuencias observadas, a las cuales corres-
ponden los “puntos z” del análisis estadístico; donde hay una significativi-
dad aparece un asterisco.

78 CUESTIONES DE INFANCIA
Nivel de la conducta (datos sobre las grabaciones en video).

A) Comparación entre Situación Libre/Situación Estructurada.


En general, comparando la Situación Libre y la Estructurada para las varia-
bles relativas a los momentos antes, durante y después de la separación, se
observa una evidente tendencia de la díada a mantener las mismas modali-
dades de conducta. No aparecen diferencias significativas para ninguna va-
riable en los diversos momentos de la investigación. En particular, en el mo-
mento de la entrada en el VESTUARIO del jardín maternal, el nivel de an-
siedad del niño resulta ser “sereno” en ambas situaciones y la capacidad del
progenitor de tomar iniciativas se mantiene igual. Esta tendencia permane-
ce también en el momento de juego y durante la separación, caracterizada
por el mantenimiento de los ritos habituales (por ejemplo: si en la situación
libre el progenitor suele dejar el niño a la maestra jardinera, lo hace tam-
bién en la situación estructurada).

B) Comparación entre Intermediación/Situación Libre/Situación Estructurada.


En un análisis global de los datos se pudo, antes que nada, observar como
sólo un pequeño número de padres pudo ser clasificado con “intermedia-
ción sintónica” (n=6), es decir, capaces de aprovechar el momento interac-
tivo de juego para un placer personal y del niño, demostrandose, por lo tan-
to, una dificultad específica a integrar positivamente una variación en los
esquemas de conducta y rituales ante la gestión de un acontecimiento par-
ticularmente estresante.

Hemos, además, profundizado el análisis considerando la influencia de las


diferentes modalidades de intermediación sobre los comportamientos de la
díada, es decir respecto a las variables únicas, consiguiendo resultados par-
ticularmente interesantes. Analizamos, en el interior del momento de juego
compartido, la asociación entre la variable Interacción y la Intermediación
(Tabla I). Los datos estadísticamente significativos son dos: el primero es el
valor marginal de la categoría “Tipo de interacción satisfactorio”, donde
veintiuna díadas sobre veintiocho tienen un intercambio lúdico, verbal y
gestual armónicos y suficientemente rico; el otro, en cambio, se refiere a la
asociación entre la misma variable (“Tipo de interacción satisfactorio”) y la
categoría “Intermediación no sintónica”. Lo que resulta significativo es el
pequeño número de díadas que teniendo una relación no sintónica, tienen
también una interacción satisfactoria (tres díadas sobre veintiuna).

Tabla I. Frecuencias relativas a la asociación entre la variable Interacción y


la variable Intermediación.

CUESTIONES DE INFANCIA 79
VAR.26 VAR.43 INTER
MEDIACION
INTERACCIÓN No sintónica Ambivalente Sintónica TOT.
Insuficiente 3 0 0 3
Incoherente 2 1 0 3
Satisfactorio 3* 12 6 21*
Sobrecargado 1 0 0 1
TOT. 9 13 6 28
P < 0.05

Además, resulta significativa la asociación entre la categoría “Intermediación


no sintónica” y “Tipo de interacción insuficiente” (tres díadas sobre tres).

Una abstención o una falta de sintonía del progenitor en los encuentros con
el niño, parece aquí estar presente exclusivamente dentro del subgrupo de
padres que crean una relación no sintónica.

Además, por lo que se refiere a la variable “Afecto del progenitor”, se ob-


serva una asociación significativa entre una Intermediación no sintónica y
la falta de una respuesta afectiva: es decir, estos padres manifestan una in-
capacidad para “centrarse” sobre la interacción, sin expresar participación
emotiva en el juego.

Una última significatividad aparece cruzando el tipo “Intermediación am-


bivalente” con la variable “Aversión a la mirada ocasional” por parte del ni-
ño, como si a una presencia “intermitente” del progenitor correspondiese
una actitud especular en el niño.

Tomando en consideración las reacciones emotivas del niño después de la


separación, en toda la muestra es significativa la variación del humor en
comparación al precedente momento de juego compartido con el progeni-
tor (Tabla II – veintidós casos sobre veintiocho). No se encuentran diferen-
cias relevantes entre la situación Libre y la Estructurada. En particular, ob-
servamos que cuando se presenta un cambio de humor en el niño en la si-
tuación Libre se presenta también en la Estrucutrada (n=19), y viceversa, si
no hay cambio en una situación no lo hay tampoco en la otra (n=3): los ni-
ños mantienen inalterables sus expresiones afectivas independientemente
de la variación del procedimento.

Tabla II. Frecuencias relativas a la asociación entre la variable Cambio de

80 CUESTIONES DE INFANCIA
humor en la Situación Libre y la variable Cambio de humor en la Situación
Estructurada

VAR. 45 VAR. 80 Cambio humor


Libre
Cambio humor SI NO TOT
Estructurada
SI 19• 3* 22*
NO 3* 3* 6*
TOT. 22* 6* 28*
P<0.05

Considerando la influencia de la variable “Intermediación”, en presencia de


una Intermediación que no es sintónica, el niño tiende a no mostrar en la
Estructurada un cambio de humor, como si en este caso se adecuara implí-
citamente a la distancia emotiva manifestada por el progenitor.

Analizando la secuencia después de la separación, un dato relevante surge


de la asociación entre la variable “Intermediación” y las variables “Conduc-
tas de autoconsolación” en la situación Libre y en la Estructurada. En este
cruce se evidencia una relación significativa entre la Intermediación ambi-
valente y la constancia de la actitud del niño en las dos situaciones. Es de-
cir, si están presentes las conductas de autoconsolación en la Libre, lo es-
tán también en la Estructurada y del mismo modo en el caso de su ausencia.
Una diferencia de comportamiento entre las dos situaciones aparece cuan-
do analizamos la asociación de la misma variable con la Intermediación
sintónica. Con este tipo de Intermediación parental, los niños se comportan
de modo opuesto en la Libre y la Estructurada; contrariamente, entonces, a
cuando enfrentamos los niños con los padres que mediatizan de manera
ambivalente. Parece, entonces, que sólo el niño que ha tenido la posibili-
dad de “utilizar” positivamente con su progenitor el nuevo acontecimiento
(juego compartido), consigue encontrar en el ambiente y en sí mismo, con
una modalidad de acercamiento diverso y “plástico” respecto de los cam-
bios del contexto, los elementos funcionales para su adaptación y supera-
ción de la tristeza.

Nivel representativo (datos relativos a la ENTREVISTA).

Entre los resultados conseguidos en la ENTREVISTA con el progenitor es de


particular interés la capacidad del progenitor de dar una descripción de su

CUESTIONES DE INFANCIA 81
propio hijo. En la muestra global observamos (Tabla III) la presencia signifi-
cativa de una descripción rica y coherente del propio hijo (dieciocho casos
sobre veintiocho); además, sobre un total de seis descripciones genéricas,
cuatro fueron dadas por padres con Mediación no sintónica y ninguna por
padres con Intermediación sintónica.

Tabla III. Frecuencias relativas a la asociación entre la variable Interme -


diación y la variable Descripción del niño.

VAR. 45 VAR. 43 INTERMEDIACION


Descripción No sintónica Ambivalente Sintónica TOT.
del niño
Confusa 0 0 0 0
Genérica 4 2 0 6
Suficiente 4 9 5 18*
Detallada 1 2 1 4
TOT. 9 13 6 28
P <0.05

Finalmente, meritan una particular atención los resultados que se refieren a


la escala suministrada durante la entrevista. De la comparación de los dos
pefiles perceptivos, obtenidos respectivamente con los padres con Interme-
diación sintónica y de aquellos con Intermediación no sintónica, emerge
una diferencia significativa en correspondencia con los adjetivos bipolares

Figura 1. Comparación entre la descripción per - Figura 2. Comparación entre la descripción per-
ceptiva de padres con Intermediación no sintó- ceptiva de padres con Intermediación ambivalente
nica (línea esbozada) y de padres con Interme- (línea esbozada) y padres con Intermediación no
diación sintónica (línea contínua). sintónica (línea contínua).

82 CUESTIONES DE INFANCIA
“constante-inconstante”. Los padres que crean una relación no sintónica
perciben al niño como más “inconstante” respecto del grupo de padres con
Intermediación sintónica (Figura 17). Los adjetivos bipolares “distraído-aten -
to” permite discriminar una diferencia entre el perfil de los padres con In -
termediación no sintónica y aquellos con Intermediación ambivalente, don-
de estos últimos parecen, en cambio, percibir a su hijo como más atentos
respecto de aquellos con Intermediación no sintónica (Figura 2). No se en-
contraron diferencias significativas en la confrontación entre el perfil per-
ceptivo de padres con Intermediación sintónica y aquellos con Intermedia-
ción ambivalente.

Discusión de los resultados

Para discutir los resultados, nos referiremos a dos niveles de análisis en


nuestra investigación: el nivel conductual, obtenido del estudio de las gra-
baciones en video, y el nivel representacional, para el cual hemos puesto
en consideración los datos provenientes de la entrevista efectuada con el
progenitor.

Nivel conductual

En este nivel tomamos en consideración las tres secuencias de videos para


analizar mejor las diferencias emergentes entre situación Libre y Estructura-
da y para ver la influencia que la Intermediación juega sobre estos especí-
ficos momentos.

La primera secuencia analizada repara sobre el ingreso del progenitor con


el niño al jardín maternal, su detención en el vestuario y el posterior ingre-
so a la sala, que en la situación Libre es rápidamente seguida por la sepa-
ración, mientras que en la Estructurada le sucede un momento de “juego
compartido”.

En este ámbito se desarrolla la facultad del progenitor para representarse el


nuevo episodio (juego compartido) sobre la base de su capacidad anticipa-
toria; la nueva secuencia necesita ser integrada dentro de las representacio-

7 Las traducciones de los adjetivos evaluados en las tablas 1 y 2 son (de arriba hacia abajo):
inquieto; pasivo; distraido; impulsivo; desobediente; feo; testarudo; indiferente; difícil; desin-
teresado; indefenso; aislado; ruidoso; temeroso; agresivo; rígido; inadaptado; inconstante; iner-
te; evitativo. (N. de T.).

CUESTIONES DE INFANCIA 83
nes ya existentes y activadas por aquel acontecimiento (Stern, 1987) y por
un sistema conductual definido por específicos procedimientos standards
(Emde, R.N., 1989); para poder ser remitida al niño por medio de modali-
dades relacionales que testimonian la capacidad adaptiva del progenitor al
nuevo acontecimiento.

De los resultados relevamos que no hay diferencias significativas entre la si-


tuación Libre y la Estructurada, como si en general la consigna dada al pro-
genitor no indujese, dentro de la secuencia VESTUARIO, cambios de com-
portamiento.

El único dato que testimonia una variación entre los padres con Intermedia -
ción no sintónica en relación al ítem “tomar la iniciativa para entrar a la sa-
la del jardín maternal” (después de haber pasado por el vestuario), es la in-
versión de roles observada entre progenitor e hijo. Ante la consigna dada al
progenitor (quien será en consecuencia obligado a variar su esquema de
comportamiento de ingreso y separación al jardín -de aquí en adelante
compartido con el niño-) (Emde, R.N., 1989; Bretherton, I., 1990), aquéllos
que manifestaban una Intermediación no sintónica, actuaban su incomodi-
dad delegando en el niño el ingreso a la sala, o bien, haciéndolo ellos mis-
mos cuando habitualmante era el niño quien lo hacía.

En el análisis de la secuencia JUEGO COMPARTIDO y SEPARACIÓN entre


un progenitor y su niño se ha evidenciado la mayoría de las diferencias de
conducta de las díadas con relación a los diferentes tipos de Intermedia-
ción.

Un dato relevante se observa entre el tipo de Interacción y la Intermedia -


ción no sintónica (Tabla I), que ha evidenciado cómo la presencia de una
dificultad de sintonía con el propio hijo en mediatizarle la situación nueva,
se corresponde con una modalidad de juego que no es armónica: la caren-
cia de capacidad de establecer un intercambio empático y la tendencia ha-
cia la falta de interación se conectan con una dificultad en la negociación
frente a un acontecimiento imprevisto (Emde, R. N., 1989).

Viceversa, los padres con Intermediación ambivalente (doce sobre trece) y


aquellos con Intermediación sintónica (seis sobre seis) manifiestan un tipo
de Interacción satisfactoria con sus hijos, donde los intercambios son equi-
librados en el respeto de los turnos y bastante ricos. Se puede entonces de-
ducir que una Intermediación bastante buena está en relación con un mun-
do representacional materno (Stern, D.N., 1990), que permite una buena in-

84 CUESTIONES DE INFANCIA
tegración del nuevo elemento, y que induce a una adapatación mas bien rá-
pida del niño a la situación. Sería, de cualquier modo, interesante profun-
dizar el significado de ciertos datos que hacen la excepción respeto a la ten-
dencia de la muestra en general: en tres díadas, donde los padres actuaban
con Intermediación no sintónica están clasificados también con una inte-
racción satisfactoria (Tab. I).

La Intermediación no sintónica está además ligada con una ausencia de res-


puesta afectiva parental sobre el niño (Clark, G.N.; Seifer, R., 1986), quien
asume en la interacción actitudes de tipo evitantes (“el niño mira otros jue-
gos” y no los que comparte con el genitor) (Ainsworth, M.D.S.; Blehar, M.;
Waters, E. et al., 1978), como si la específica dificultad del progenitor se
“reflejara” también sobre la capacidad del niño de centrarse sobre la inte-
racción.

En relación al tipo de Intermediación ambivalente, se encuentran equiva-


lencias entre las variables consideradas en el momento del JUEGO COM-
PARTIDO con aquellas de Intermediación sintónica a pesar de sus caracte-
rísticas de accesibilidad ocacional. En consecuencia, el progenitor y el ni-
ño parecen poder instaurar una relación suficientemente buena, en la cual
el progenitor está emotivamente accesible y le responde. Lo que distingue
al progenitor con Intermediación ambivalente de aquel con Intermediación
sintónica es la expresión de incomodidad respecto del juicio externo, que
se expresa a través de la búsqueda de confirmaciones sobre si está siguien-
do correctamente las consignas. El mundo externo, visto como una presen-
cia enjuiciante, no impide, sin embargo, al progenitor incluir en el esque-
ma de comportamiento compartido con el hijo, un momento lúdico disfru-
table positivamente, consiguiendo “causarle” a éste una situación variada.

La fase de SEPARACIÓN no ha evidenciado diferencias significativas en el


comportamiento de las díadas ya sea en la Situación Libre como en la Es-
tructurada.

La reacción del niño DESPUÉS DE LA SEPARACIÓN del progenitor confir-


ma en parte nuestra hipótesis. En efecto, si bien no se han encontrado dife -
rencias esclarecedoras entre la Situación Libre y la Estructurada, sí eviden-
ciaron una particularidad en el caso del niño con progenitor que ha media-
tizado el nuevo evento de modo sintónico: la entrada estructurada del niño
al jardín de infantes no representa por sí misma una situación de mayor es-
trés; al contrario, a largo término el niño aparece menos tenso. Además en
los cinco minutos sucesivos a la separación, el niño actúa con comporta-

CUESTIONES DE INFANCIA 85
mientos que traducen una mayor competencia social (Attili, G., 1990): la
iniciativa social es superior en la Estructurada que en la Libre; el niño se em-
peña más en actividades de tipo lúdico utilizando, en medida tendiente a
la significatividad, los juegos que ha compartido con el progenitor.

Parece entonces que la posibilidad de tener a disposición los juegos com-


partidos placenteramente con el progenitor contribuye a sostener al niño en
la superación de la frustración, representando probablemente para el niño
mismo la posibilidad de efectuar “identificaciones transitorias” (Fava Vizzie-
llo, G.; Palacio Espasa, F.; Cassibba, L., 1992; Fava Vizziello 2004).

Nivel representativo

En este nivel de análisis de los resultados quisimos verificar si lo deducido


hasta entonces permitía un ulterior enriquecimiento de los datos recabados
a nivel comportamental, en el intento de crear una ligadura entre lo que es
observado en el mundo externo y lo reconstruido del vínculo interno.

Como primera constatación de carácter general, es de extrema importancia


la correspondencia observada entre los dos diferentes niveles de análisis
respecto a los dos tipos de Intermediaciones consideradas, correspondencia
que estimula nuevas profundizaciones en esta dirección. Lo que ha sido ob-
servado antes que nada es una cierta adecuación de la representación que
los padres tienen de sus propios hijos: son, de hecho, significativamente
prevalentes en la muestra general, las DESCRIPCIONES del niño suficiente-
mente elaboradas (Tabla III).

Respecto a los diversos tipos de Intermediación ejercidos por los padres, so-
lamente aquellos con una Intermediación no sintónica tendieron a manifes-
tar una menor agudeza en la descripción del propio niño, demostrando que
en las “dimensiones libres de contenido” de la representación interna de los
padres (Zeanah, C.H.; 1994) hay una toma de distancia con el niño real, en
un cuadro de evitación de la problemática del niño sobre la base de una
evitación respecto a la propia problemática pretérita, obstaculizando la
identificación.

Los padres con Intermediación ambivalente y aquellos con Intermediación


sintónica mostraron, en cambio, una riqueza similar y coherencia en la re-
presentación perceptiva del propio hijo (Figura 2), sin diferencias significa-
tivas entre las Medias de ningún tipo de adjetivo, en línea con la capacidad
observada a nivel conductual para construir una interacción lúdica satisfac-

86 CUESTIONES DE INFANCIA
toria y estar atento a dar respuesta a su niño.

Una buena interacción diádica aparece, entonces, en estrecha conexión


con la claridad y coherencia del mundo representativo interno del progeni-
tor respeto a su hijo. El dato emergente de la comparación entre el grupo de
padres con Intermediación no sintónica y aquellos con Intermediación sin -
tónica indica, en cambio, la presencia de un contenido que discrimina a ni-
vel representativo los dos subgrupos (adjetivo “constante-inconstante”), y
que permite subrayar cómo los padres con intermediación no sintónica per-
ciben el propio niño mayormente inconstante y por lo tanto más dificilmen-
te predecible y comprensible, como si la inaccesibilidad emotiva del pro-
genitor encontrada a nivel comportamental, fuera atribuida al niño más que
reconocida en ellos mismos.

En relación a la percepción que el progenitor tiene de la VIVENCIA IN-


T E R NA DEL NIÑO SOBRE LA EXPERIENCIA DEL JARDIN MAT E R NA L ,
e n c o n t ramos a nivel de la muestra general una representación positi-
va de este acontecimiento, conectada en particular con una modali-
dad de Intermediación ambivalente. En la globalidad de los casos, los
padres manifestan idealizar la vivencia de su propio hijo, tra d u c i e n d o
en una representación positiva la necesidad de reaseguramiento repa-
ratorio respeto a la posible percepción de ellos mismos como “padres
abandónicos”.

Esta preocupación, que acompaña a los padres con intermediación ambi-


valente, no se presenta en los casos donde hay una buena mediatización,
caracterizados antes que nada por la posibilidad de expresar contenidos ne-
gativos, expresando, por lo tanto, la capacidad de representarse en términos
realistas el sentimiento de tristeza que el niño tiene que dominar. Lo que di-
ferencia los dos subgrupos es, por lo tanto, la modalidad de entregar el ni -
ño al mundo , respecto de lo cual los padres que crean una relación ambi-
valente evidencian un problema específico.

El RECUERDO DEL PRIMER DIA DE INSERCION al jardín maternal, escla-


rece un dato interesante respecto al tipo de Intermediación no sintónica, la
cual parece asociarse a un recuerdo de tipo angustioso. En este caso los pa-
dres no utilizan las típicas modalidades de negación encontradas en otros
ámbitos de análisis, sino que reconocen la dificultad del primer día, a dife-
rencia de la muestra general. Probablemente, se ponga en acto una escición
de esta específica representación dentro del conjunto del mundo represen-
tacional del progenitor respeto del niño.

CUESTIONES DE INFANCIA 87
En referencia a la última área de indagación individual a partir de los datos
de la entrevista -los RECUERDOS de los PADRES sobre EPISODIOS DE SE-
PARACIÓN en su propia INFANCIA-, observamos cómo los padres en ge-
neral están dispuestos a ofrecer comentarios coherentes, excepto aquellos
con Intermediación no sintónica, que tienden a no acordarse de episodios
de separación, como si no pudiesen evocarlos en la identificación con el
propio hijo.

Finalmante, hemos considerado también la eventual influencia de la EDAD


del niño sobre la capacidad de mediatización del progenitor , sin hallar nin-
gún dato significativo. Este resultado podría confirmar los estudios de M.
Main sobre el Adult Attachment (Main M., Kaplan N., Cassidy J., 1985), se-
gún el cual el elemento esencial discriminatorio entre los diferentes com-
portamientos en la Strange Situation no sería la edad del niño, sino el fun-
cionamiento mental de la madre, cuyos conflictos se presentarían en diver-
sas situaciones independientemente de la edad del niño.

CONCLUSIONES

Los resultados de este trabajo subrayan el rol jugado por los adultos, copar-
tícipes en la interacción con el hijo en una situación estandarizada, sobre
la modificación del comportamiento infantil, en la diferenciación de inves-
timento que el niño hace sobre los objetos y en la variación de su humor.

La hipótesis principal de este estudio ha sido confirmada por los resultados


obtenidos: los padres que ejercen una Intermediación de tipo sintónica fa-
vorecen la competencia emotiva y social de los propios hijos después de la
separación ( Fava Vizziello, Zorzi C., Bottos M.,1993).

En esta situación los padres tienen que intermediar entre una “norma” ex-
terna dada (nuestra consigna) y la necesidad de integrarla en un contexto
relacional ya ritualizado, donde los esquemas de comportamiento y las vi-
vencias conectadas a éstos están ya definidos y, por lo tanto, anticipables.
El éxito positivo de este proceso permite al niño utilizar el nuevo aconteci-
miento como ulterior recurso para superar la frustración causada por la se-
paración.

La Intermediación analizada en nuestra investigación es situada en el inte-


rior de una función parental más amplia, tomando en consideración el he-
cho de que ser el progenitor significa sobre todo “dar al mundo” (“dar a
luz”) al niño y, entonces, introducir un “tercero” en la relación con el pro-

88 CUESTIONES DE INFANCIA
pio hijo. La distancia que se crea así en la pareja permite al niño experimen-
tarse como separado y definir un espacio donde un nuevo acontecimiento
pueda ser situado.

Observar esta específica capacidad del progenitor significa tomar en consi-


deración no sólo la concreta interacción de juego inducida por la consigna
sino, sobre todo, su impacto sobre el mundo representacional del progeni-
tor (Stern D.N., 1992). En particular, la tarea propuesta se les impone con
un valor superyoico, como una regla del mundo externo que debe ser trans-
mitida al niño a través de una negociación que le otorgue un sentido com-
partido entre los dos: progenitor y niño.

La falta de flexibilidad frente a los cambios de contexto, que caracteriza a


los padres con Intermediación no sintónica, se traduce en interacciones me-
cánicas, no sincrónicas con las señales emitidas por el niño y que no vehi-
culizan ningún afecto positivo. En cambio, es sobre la base de una buena
sintonización afectiva que el niño resulta favorecido para sus sucesivos in-
vestimentos del mundo externo (Fava Vizziello G.M., Stern D.N., 1992; Fa-
va Vizziello G.M., Ferrero C., Musicco M., 2000; Fava Vizziello G., Simone-
lli A., 2004).

Según Emde, los afectos constituyen el primer núcleo del Sí del niño, orga-
nizan y dan continuidad a su experiencia a pesar de los mútiples cambios.

La posibilidad de hacer un coloquio con el progenitor, además que la ob-


servación de la conducta, nos ha permitido ver importantes corresponden-
cias entre dos niveles de análisis estructuralmente diferentes y tener así una
visión más completa de las modalidades que los padres tienen de relacio-
narse con sus hijos. La inaccesibilidad emotiva, observada a nivel interacti-
vo en los padres que no hacen una buena mediatización, encuentra una co-
rrespondencia con la dificultad de hacer descripciones del niño suficiente-
mente detalladas. Ellos muestran percibir de modo simplificado e idealiza-
do la vivencia del propio hijo que se enfrenta a la primera e importante en-
trada en el mundo externo, incapaces también de ver los eventuales aspec-
tos dolorosos de esta experiencia. Probablemente, resulta deficitaria la ca-
pacidad del progenitor de identificarse con el niño y de sostenerlo también
ante el surgimiento de afectos depresivos.

Sin embargo, resultan más adecuados en la descripción perceptiva del pro-


pio hijo los padres que han presentado una modalidad ambivalente de me-
diatizar, pareciendo bastante semejantes a los padres más sintónicos en es-

CUESTIONES DE INFANCIA 89
te ámbito. Este paralelismo ha aparecido también en los aspectos conduc-
tuales, donde su accesibilidad emotiva se traduce en una presencia bastan-
te continua.

La ambivalencia presente en la ejecución de nuestra consigna parece así li-


mitada a un problema de integración de lo imprevisto en la relación con el
propio hijo, quizás provocada por la preocupación ante la confrontación de
una tarea percibida como una imposición superyoica severa. El círculo
adulto-niño-mundo externo, parece efectivamente distorsionado allí donde
la función parental de mediatización está mayormente comprometida (In-
termediación no sintónica) por la dificultad de los progenitores en identifi-
carse con el niño y sus necesidades emotivas, frecuentemente descuidadas,
o de todos modos “evitadas”.

Se delinea, entonces, un aspecto de la Intermediación la cual, en la situa-


ción de separación ligada a la “Relación” (entendida como organización de
historia y memoria de una interacción diádica), impediría aprovechar del
tiempo a disposición de la díada volviéndolo, contrariamente, fuente de au-
mentada angustia y frustración. Esto ocurre en los casos de disintonía (¿ape-
go inseguro y desorganizado?). Otro aspecto de la intermediación, más re-
lacionado a los “L moment” circunscripto a los problemas de integración,
subraya las dificultades puntuales del progenitor respeto a la integración de
una consigna (Fava Vizziello G.M., 1994).

Estos primeros resultados nos hacen reflexionar sobre las modalidades y los
temas de mediatización que utilizamos en cualquier tipo de terapia con el
niño, donde necesariamente introducimos la intermediación familiar, tam-
bién en los casos en que la familia no está directamente implicada. Es ne-
cesario, además, repensar el setting, consejos, interpretaciones, prescripcio-
nes de cualquier tipo en función de la mediatización que el progenitor sea
capaz de hacer.

En este estudio, padres y madres se consideraron de la misma manera pues


no podíamos hacer diferencias significativas estadísticamente con una
muestra tan limitada.

A pesar de los cambios culturales que han acarreado modificaciones en la


vida familiar de tal manera que los padres no sólo llevan a sus hijos al jar-
dín maternal, sino que se ocupan de ellos muchas horas al día y conside-
rando que la integración [synthesis] que los niños realizan en sus diferentes
apegos es distinta, el estudio de la función de intermediación presenta su

90 CUESTIONES DE INFANCIA
propia especificidad independientemente del sexo de los padres.

Primera Versión: 26/08/04


Aprobado: 6/01/05

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Resumen

Los autores presentan los resultados de una investigación que estudia el im-
pacto de la función parental de “Intermediación” sobre las capacidades del
niño de elaborar la separación diaria de sus padres en el jardín maternal. La
hipótesis principal considera la Intermediación parental como una función
que se manifesta a nivel interactivo y que mide la capacidad del progenitor
de adaptarse de manera rápida y flexible a un ambiente modificado por una
consigna, presentándoselo a su hijo. Esta función influye sobre las capaci-

CUESTIONES DE INFANCIA 93
dades del niño de reorganizarse en una situación de frustración, como es la
separación de sus padres. Se han establecido los parámetros de tres tipos de
Intermediación (sintónica, no sintónica y ambivalente). La hipótesis princi-
pal de esta investigación ha sido confirmada por los resultados obtenidos:
los padres que saben mediatizar de manera sintónica favorecen la compe-
tencia emotiva y social de sus hijos después de la separación, ofrecen una
descripción rica y coherente del niño y son capaces de representarse los
sentimientos depresivos que el niño tiene que dominar.

Palabras clave: intermediación parental; intermediación sintónica, no sintó-


nica y ambivalente; separación de los padres; jardín maternal.

Summary

The authors talk about the result of a research that studied the influence of
the parent function of “Mediation” on the child’s capacity to elaborate the
daily crisis-separation from the parent in the day nursery. The basic hypot-
hesis considers the parent mediation like a function that develops at an in-
teractive level and that measures parent’s capacity to adapt him rapidly and
flexibly in a changing situation, and to take into his child. This function in -
fluences child’s modality of reorganising himself and of living the frustration
of separation. Furthermore, three type of mediation was established. The
main hypothesis of the study was confirmed: parents who used a mediation
of “sinton” type helped their children emotionally and socially after separa-
tion, there was richness and coherence in the perception of their child and
a larger capacity of representing possible depressive feelings which the child
had to master.

Key words: parent mediation; mediation sinton, disinton and ambivalent;


separation from the parent; nursery.

Résumé

Dans ce travail les auteurs exposent les resultats d’une recherche qui veut
étudier la influence de la fonction parental de “Médiation” sur les capacités
de l’enfant de élaborer la séparation quotidienne des ses parents a la crè-
che.

Comme hypothèse initiale on suppose que la Médiation parental soit une


fonction que se manifeste au niveau interactif et qui mesure la capacité pa-
rental de s’adapter rapidement et d’une façon flexible à un contexte modi-

94 CUESTIONES DE INFANCIA
fié par notre consigne et de le présenter à l’enfant. Cette fonction influe sur
les modalités de l’enfant de se réorganiser face à la frustration de la sépara-
tion.

On a établi les paramètres de la trois types de Médiation (syntone, dissyn-


tone et ambivalente). L’hypothèse principale de cet étude a etée confirmée
par les resultats obtenis: les parents qui faisaient une Médiation syntone fa-
vorisaient aussi la compétence émotive et sociale des leurs fils après la sé-
paration, il y avait aussi richesse et cohérence dans la perception de son en-
fant et une plus grande capacité de représentation des éventuels sentiments
depressifs que l’enfant devait maîtriser.

Mots clés: médiation parental; médiation syntone, dissyntone et ambivalen-


te; séparation des les parents; crèche.

Graziella Fava Vizziello


gm.vizziello@unipd.it

Federica Deganutti
deganutti@yahoo.it

Sara Pasquato
sarapasquato@libero.it

CUESTIONES DE INFANCIA 95
ABORDAJE CLINICO CON EL BEBE Y
SUS PADRES
Ana Lía Ruiz •

a vida psíquica del bebé en gestación depende de lo que sus padres


piensen, fantaseen sobre lo que puede hacer o ser y de la manera en
que interpretan sus movimientos y señales sensitivo-sensoriales arcai-
cas. Con el nacimiento, este bebé deja el continente psíquico-uterino y de-
viene visible.

En un inicio, su vida psíquica estaría ligada a sus primeras señales y nece-


sidades corporales que son interpretadas por sus padres. El cuerpo libidinal
o erógeno del bebé se construye en el seno del encuentro entre su cuerpo
biológico y el cuerpo deseante parental. El espacio subjetivo se crea así en-
tre la interacción comportamental y la vida representativa de ambos padres.

¿Cómo comprender lo que el bebé vive y construye psíquicamente?

El escenario se desarrolla en el doble registro de la interacción recíproca vi-


sible, real, observable y la interacción fantasmática. Esta noción fue acuña-
da por Lebovici y Cramer y estaría ligada a los conceptos teóricos de hol-
ding de Winnicott y de empatía cenestésica de Spitz.

El concepto de espiral transaccional hace referencia a estos intercambios


diádicos-triádicos y nos remite a un diálogo entre los escuchadores del
cuerpo y los observadores de fantasmas (Golse, 1999), integrando en un
análisis bidireccional los aportes de la observación del comportamiento y
la teoría y clínica psicoanalítica.

En este trabajo presentaré ciertas cuestiones ligadas al abordaje clínico del


bebé y sus padres. El mismo está a cargo de un psicoanalista con formación
en esta área. Estas consultas implican tres aspectos: uno descriptivo, un as-
pecto interactivo y un aspecto histórico. Se trata así de conocer conjunta-
mente dónde se inscribe este bebé, su historia familiar y cultural. Se siguen
los recorridos de los procesos de filiación y parentalización y a su vez se

• Doctora en Psicología. Profesora del Seminario “Observación de bebés” en la Carrera de


Especialización en Psicoanálisis con Niños de UCES (en convenio con APBA).

96 CUESTIONES DE INFANCIA
analizan cuándo se dan los primeros sufrimientos tempranos, sin apelar a
las reconstrucciones a posteriori, vías retrospectivas como se dan en el tra-
bajo con adultos o niños mayores.

A continuación quisiera señalar ciertas especificidades y obstáculos que ha-


cen a estos espacios clínicos:

En primer término, los riesgos de caer en un “adultomorfismo” o sea de


considerar el bebé como un adulto “reducido” en cuerpo y psiquismo.

Los grandes progresos realizados en el área de la primera infancia y en es-


pecial de su psicopatología residen en que ella misma ha devenido objeto
de estudio. Por ejemplo, Spitz (1965) con sus estudios pioneros sobre la ca-
rencia afectiva y sus efectos en la estructuración psíquica, se ocupó de la
observación directa de bebés en el campo del psicoanálisis; Winnicott, con
su expresión “un bebé no existe”, subraya la existencia del bebé sujeta a la
función simbólica con su madre; Mahler, con sus estudios longitudinales de
la interacción madre-bebé, realiza inferencias -a partir de lo observado- so-
bre el nacimiento psíquico del niño.

Un segundo aspecto se refiere a la edad que confiere cierta orientación a la


patología y los medios de análisis y de tratamiento. Los anclajes en lo bio-
lógico e interactivo (del ir haciéndose interactivo), trae como consecuencia
la importancia de conocer otros aspectos ligados al embarazo, desarrollo
fetal y neonatal.

Al respecto Kreisler (1987) plantea que en el primer período de la vida, o


sea los primeros seis meses de vida del bebé, la interacción entre los inte-
grantes de la díada es el lugar funcional del equilibrio mental del niño y de
sus disfuncionamientos.

Por otra parte G. Hagg (1999) expresa que las primeras relaciones de obje-
to se inscriben en identificaciones intracorporales que serían vividas en un
escenario corporal y estarían enlazadas con los aspectos superficiales de la
piel así como con la organización del esqueleto, de la columna vertebral
(como estructura interno-organizadora) con la motricidad, con la interpre-
tación de la mirada y se constituyen a través de experiencias de sostén, de
aferramiento constituyéndose en fundantes de un Yo corporal.

Relacionado con lo anterior podemos mencionar en tercer lugar otra espe-


cificidad fundamental en este campo de trabajo y que gira alrededor del he-

CUESTIONES DE INFANCIA 97
cho de que el bebé no se expresa con palabras o dibujos, por lo cual debe-
mos apelar a diferentes caminos para poder comprender sus sufrimientos
tempranos como ser el estudio de trastornos funcionales como sueño, ali-
mentación, el conocer ciertos aspectos ligados a su comportamiento y de-
sarrollo. Esto último nos permitirá poder comprender diferentes formas de
expresión del bebé. Pero a su vez, por otra parte, qué ocurre en la díada y
en la tríada.

El bebé emite un llamado, una puesta en acción con su cuerpo, con sus ges-
tos, movimientos, estados, llantos, etc., la madre en un primer momento
oye, registra con su cuerpo estos mensajes y los decodifica, los transfiere a
otro código dándole un sentido, de ahí que decimos que la madre seman-
tiza las acciones del bebé. Es decir que “el actuar” del bebé será tal en
cuanto a lo que la madre responda con su actuar y decir.

Esto nos lleva a la necesidad de conocer los fantasmas y representaciones


tanto maternas como paternas, los elementos de la transmisión intergenera-
cional y cómo inciden éstos en la dinámica intrapsíquica del bebé.

De esta manera, los espacios psíquicos bebé-madre-padre permiten poner


en evidencia desviaciones precoces de esta interacción temprana como pri-
meros signos de psicopatología (Lebovici, 1983).

Por último, debemos señalar que el abordaje transdisciplinario surge como


reflejo del objeto de estudio: el niño pequeño y sus padres, dando lugar a
una integración fecunda entre profesionales “del cuerpo” y profesionales
“de lo psíquico”. Alrededor de la cuna se reúnen una multitud de discipli-
nas que vuelcan un cúmulo de información modificando las miradas de
unos y otros (Golse, 1998).

Sin embargo, nos deberíamos interrogar si cada disciplina habla del mismo
niño y en esta línea de pensamiento considerar las diversidades de miradas
como parte del campo terapéutico que genera un “espacio mental” consti-
tuido de multiplicidad de visiones que giran alrededor del niño pequeño y
su familia. Esta mirada “ampliada” quizás permita un compás de espera an-
te el material y no un forzamiento de apoyaturas en hipótesis teóricas acer-
ca de la primera infancia.

Kreisler (1987) hace referencia a esta modalidad de abordaje transdiscipli-


nario al recordarla en su obra El infante y su cuerpo, que surgió del trabajo
conjunto de un pediatra (Kreisler) y dos psicoanalistas (Fain y Soulé):

98 CUESTIONES DE INFANCIA
“Este tipo de investigaciones (en referencia a la obra citada) nos permiten
asegurarnos acerca de las ventajas de las dos disciplinas: para el pediatra,
la reflexión psicoanalítica carga de sentido a los hechos de la observación
psicosomática y evita el apelar a catálogos fenomenológicos estériles; para
el psicoanalista la observación de un pediatra permite evitar desviaciones y
errores cronológicos sobre un bebé mítico reconstruido por la ‘predicción
del pasado’ ” (pág. 286).

Ejemplos de esta manera de abordaje pueden ser: los Equipos de Segui-


miento Alejado de Neonatos de Alto Riesgo e integrado por diferentes cam-
pos disciplinares, o los Equipos Transdisciplinarios de Estimulación Tempra-
na, o de Atención a la Minoridad compuestos por abogados, trabajadores
sociales, psicólogos, etc.

Sin embargo, se debe señalar lo difícil de instaurar y mantener un equilibrio


integrador ante las distintas formaciones y puntos de vista de los diferentes
profesionales ya que en este encuentro pueden surgir lo que Golse (1998) de-
nomina “conflictos de apropiación”. Estos expresan los conflictos identifica-
torios de algunos de los integrantes del equipo de atención, originando dife-
rentes posturas personales frente al bebé o a los padres, por ejemplo, ya que
algunos profesionales pueden identificarse con la indefensión y desvalimien-
to que expresa el niño pequeño, movilizando aspectos propios primitivos y
profundos o, en otros casos, identificarse con los discursos parentales.

Bernard Golse (1998) plantea que el abordaje clínico transdisciplinario per-


mite la “maleabilidad” de cada uno de los integrantes. Basándose en el con-
cepto de “objeto maleable” de Milner, quien fundamenta este trabajo de ex-
perimentar experiencias de acercamiento, de distanciamiento, de fusión, de
separación e individuación que se dan entre las diferentes disciplinas, don-
de el otro imprime sus huellas sin perder la propia identidad.

La creación de espacios de espacios psíquicos en la consulta con el bebé y


sus padres

Estas consultas se llevan a cabo en presencia del bebé, su madre y su pa-


dre. La ausencia de éste adquiere significado como así también el hecho de
que la madre y el bebé sean acompañados por otro integrante de la fami-
lia. La presencia de un tercero nos permite conocer el escenario donde se
desarrollan estas primeras interacciones tempranas.

Lebovici (1983) empleó la expresión “consulta terapéutica” para denominar

CUESTIONES DE INFANCIA 99
a este método específico de abordar las interacciones tempranas bebé-ma-
dre (padre) en la situación clínica.

El término “consulta terapéutica” fue acuñado por Winnicott (1941), quien


planteaba realizar en las entrevistas de evaluación, intervenciones que
apuntaran a una modificación del paciente a fin de obtener un efecto tera-
péutico desde la primera entrevista.

No es posible proponer una metodología común para todos los casos, algu-
nas de estas consultas pueden seguir el curso trazado por Winnicott en su
observación de una situación fija, como es la consulta pediátrica. Este au-
tor se refiere a ciertos “momento sagrados” que surgen en las mismas y que
son terapéuticos por la emoción constructiva que generan (1941).

Estas experiencias se acercan a lo vivido en los encuentros llevados a cabo


en una Unidad de Internación neonatal o pediátrica cuando el bebé está in-
ternado y la presencia del psicólogo crea un espacio para la palabra y los
afectos.

Otra modalidad puede ser en consultorio, donde el psicoanalista escucha y


observa a los padres y al bebé ya sea en forma individual o en coordinación
con otro miembro del equipo transdiciplinario, como puede ser una sesión
de estimulación temprana.

Lebovici (1998) habla, por ejemplo, de una “Psicoterapia breve de orienta-


ción psicoanalítica” con la tríada, que consisten en tres o cuatro entrevistas
que se realizan con el bebé, su madre y/o su padre, en las que se analiza la
transmisión intergeneracional, el proceso de parentalización-filiación y el
mandato de vida que marcan el destino del bebé. Luego de una primera en-
trevista deja abierta la posibilidad de conocer si hubo cambios en la situa-
ción analizada en las consultas psicoterapéuticas a través de llamadas tele-
fónicas, por ejemplo.

Kreisler (1987) también habla de “consultas terapéuticas” como ciertas in-


tervenciones que pueden ser únicas, limitadas en el tiempo o reducidas a
algunas entrevistas necesarias a aclarar el caso y elaborar una acción psico-
terapéutica que por su acción pueden modificar un estado mórbido o cam-
biar una situación patológica en una orientación suficientemente favora-
bles.

Otro ejemplo puede ser el “Programa de Intervención Psicológica” llevado

100 CUESTIONES DE INFANCIA


a cabo durante la internación del recién nacido prematuro en las unidades
de internación neonatales en el que se desarrollan consultas psicoterapéu-
ticas dentro y fuera de la unidad de internación y que acompañan los pro-
cesos de anidación biopsíquica del bebé y sus padres (Ruiz, 2004).

El escenario de éstas puede variar entonces, así puede ser un consultorio,


una unidad de internación, etc. ya que lo que define el campo no es el es-
pacio físico sino la escucha y observación participativa dirigida a las inte-
racciones que se juegan entre madre-padre-bebé.

Se genera así una situación clínica en la que por lo general se presenta un


bebé con síntomas como pueden ser los trastornos de sueño, alimentación,
de comportamiento, etc., o que por su inmadurez o patología orgánica re-
quiere una interacción diferente a la deseada e imaginada por ambos pa-
dres durante la gestación del niño (Fustiñana, Ruiz, 2002).

Estos encuentros movilizan, como todo encuentro, una carga emocional in-
tensa debido a las investiduras narcisísticas y objetales que suscita el bebé
y la regresión libidinal que esta situación genera en cada uno de los prota-
gonistas, a saber: en los padres que acompañan el bebé y en el analista que
los recibe.

El bebé o el niño pequeño directa o indirectamente emiten una llamada, si-


tuación que se verá mediatizada por la presencia física, la demanda y el de-
seo inconsciente de ambos padres como fue analizado anteriormente.

El analista deberá escuchar con sus dos partes, de adulto y niño, compren-
diendo lo que los padres despliegan a través de su discurso y lo que el bebé
le expresa a través de su cuerpo a través de estímulos sensoriales, perceptivos
intensos, que le exigen un verdadero trabajo psíquico para “escuchar” lo que
éste dice, para comprender las proyecciones de las cuales él es objeto y para
comenzar a hacer enlaces que le permiten dar sentido, brindando un “co-
mentario interpretativo”. Este cumple una función de “ligazón continente”,
comentario más cercano a los afectos y generalmente dirigido al bebé, envol-
viendo a la madre y padre ya sea en su presencia o ausencia.

Otros recursos que empleamos en esta escucha son señalamientos que van
dirigidos a los adultos o al bebé y así semantizamos gestos, actitudes, enla-
zamos con palabras pero también con acciones que permiten desentrañar
“malos entendidos”. Muchas veces nos desplazamos en el espacio o esta-
mos junto con el bebé en el suelo, si es un niño que gatea, o en la silla y

CUESTIONES DE INFANCIA 101


escuchamos a la madre, al padre y en este recorrido espacial creamos un
espacio conjunto para este bebé, esta mamá y este papá.

El psicoanalista se identifica empáticamente con los padres que se identifi-


can con su hijo y también con el cuerpo del bebé y de esta manera sus con-
traidentificaciones le otorgan un poder de “empatía metaforizante” y “una
enaccción”, es decir, un sentir en el cuerpo que le permiten co-pensar, co-
sentir y co-crear con los integrantes de la interacción (Lebovici, 1998).

Pasaremos a un ejemplo para comprender cómo se dan estos movimientos


contratransferenciales en el psicoanalista.

Los fantasmas maternos en la cuna de Juana

Juana es internada cuando contaba con un mes y quince días de vida por un
diagnóstico de “vómitos sin causa conocida”. Es la tercera hija de una fami-
lia que cuenta con dos hijos varones de tres y siete años respectivamente.

Juana es internada en una unidad de internación neonatal1. Las enfermeras


comentan que tuvieron que pedirles a ambos padres que no trajeran a sus
hijos mayores, ya que los niños recorrían la sala tocando los aparatos de los
otros bebés internados y a pesar de sus reiterados pedidos de límites éstos
no respondieron a los mismos.

Nuestros primeros encuentros se desarrollaron dentro de la unidad de inter-


nación con ambos padres. La madre me comenta que Juana es una beba
muy serena, que sus hermanos querían una nena y están muy contentos con
ella. Está preocupada por el hecho de tener que internarla, pero le angus-
tiaban mucho “sus vómitos”, por lo cual se siente en parte tranquila y segu-
ra de que puedan los médicos “estudiarla”. El padre se muestra inquieto
dentro de la sala y comenta que quiere irse, la madre se resiste a dejar a Jua-
na sola; se le explica junto con la enfermera a cargo de la bebé que está
tranquila, durmiendo y que pueden irse.

Desde lo médico se realizan una serie de estudios a fin de determinar el ori-


gen de los trastornos que presentaba esta beba tales como ecografías, seria-

1 Unidad de internación neonatal del Hospital Italiano de la ciudad de Buenos Aires. Esta uni-
dad permite sin restricción de horarios y tiempo el ingreso de ambos padres, hermanos y abue-
los de los bebés internados.

102 CUESTIONES DE INFANCIA


da de esófago los que no demostraron evidencias de hipertrofia u otros sig-
nos que permitieran explicar los vómitos de Juana. En los días que perma-
nece internada comienza a recuperar peso y sólo presenta algunos episo-
dios de reflujo. Se le da de alta y se plantea un control pediátrico.

A los quince días (dos meses de edad de Juana) encuentro a la madre en la


sala de espera de la unidad de neonatología y me comenta que nuevamen-
te la han internado, “que comenzó con vómitos”, que ha bajado de peso y
que en estos momentos está con suero.

Me acerco a la cuna donde permanece Juana en cuidados intermedios. Ob-


servo que la beba está inquieta, apoyo mi mano sobre su cuerpo y tiende a
recobrar un equilibrio en sus movimientos y ritmos fisiológicos (cardíacos y
respiratorios); cuando me separo comienza con movimientos corporales y
compruebo que reclama de esa manera que se queden a su lado. Sus seña-
les son poco claras y se expresan a través de movimientos corporales como
agitación psicomotriz (flexo-extensión). En otro momento, observo que la
madre permanece con Juana en brazos apartada de su cuerpo, con la mira-
da perdida, no mira a su bebé. Esta es alimentada con sonda nasogástrica y
con leche de soja orientándose el equipo médico a un diagnóstico metabó-
lico y siendo dada de alta a los pocos días de internación recuperando pe-
so y no presentando el cuadro de “vómitos” descrito por su madre.

A los tres meses es internada nuevamente por “vómitos y pérdida de peso”,


le realizan una resonancia magnética de cerebro, una PHmetría cuyo resul-
tado es normal como los estudios metabólicos que dan resultado negativo.

Los neonatólogos y especialistas reunidos me plantean que se trata de un


“síndrome de Münchhausen”2 y me solicitan que realice una entrevista con
ambos padres antes de darle el alta a Juana.

2 El término fue acuñado en referencia al Barón Von Münchhausen, mercenario militar de


Münchhausen, que era conocido por los cuentos de ficción y mentiras de grandes viajes. El
Prado de Roy acuñó el término “síndrome de Münchausen” para describir a dos madres que,
en 1977, mintieron respecto a síntomas que dijeron padecían sus dos niños, los cuales eran
provocados por ellas mismas. Este síndrome comienza a aparecer en la literatura médica y psi-
cológica infantil, como una de las formas más sutiles y enigmáticas de maltrato infantil. Invo-
lucran a una madre en aparente estado de preocupación y ocupación devota, quien provoca
o simula repetidamente la enfermedad en su desamparado hijo, manipulando a los médicos
tratantes, hasta convertirlos en protagonistas involuntarios de maltrato a través de técnicas mé-
dicas intrusivas. Los síntomas del niño normalmente ocurren solamente en la presencia de la
madre y menguan en su ausencia.

CUESTIONES DE INFANCIA 103


Acompaño a uno de los neonatólogos a hablar con los padres, quien les ex-
plica los resultados negativos de los estudios y que Juana no tiene nada de
origen orgánico, señalando que sería bueno que conversaran conmigo, ya
que las reiteradas internaciones podrían “haber afectado su estado emocio-
nal y relación familiar”.

Invito a ambos padres e hija a pasar a un aula (que cumple la función de


un espacio más íntimo y privado que la unidad de internación). Observo
que Juana está despierta en brazos de su madre, muy alerta a su alrede-
dor.

Al ingresar a la misma le pregunto a la madre si me deja alzarla. Noto que


Juana presenta un aumento de tono, le cuesta amoldarse a mi cuerpo y que
para relajarla debo estimularla con estimulaciones varias como movimien-
tos de balanceo, palmoteo, etc. Comienzo a hablar con los padres, en es-
pecial con la madre, quien me cuenta que durante el embarazo de su hija
estuvo muy mal, ya que falleció su padre luego de una larga enfermedad
que le demandó un gran esfuerzo físico y emocional.

No quería quedar embarazada pero su marido e hijos insistían que querían


una hermanita. A lo largo del embarazo presentó diferentes síntomas como
malestares, descomposturas, nauseas y vómitos; sentía que le molestaba su
estado y no podía ocuparse de su padre como lo deseaba.

Sus padres estaban separados y no mantiene ninguna relación con su ma-


dre a la que hace mucho que no ve. Inclusive no le avisó del fallecimiento
de su ex marido.

La madre comienza a rearmar su historia, su tono de voz cambia, le cuesta


expresarse con palabras, se observa el dolor psíquico como manifestación
exterior, visible y perceptible en su relato y este discurso materno es dife-
rente al escuchado en otros momentos cuando tenía la beba en brazos ale-
jada de su cuerpo y más distante y sin poder conectarse afectivamente con
las necesidades de sostén de Juana. Este era monocorde, sin entonación, ex-
presando cuidado en las palabras que emitía.

La creación de un espacio de intimidad permite la escucha atenta y empá-


tica de la historia de esta madre, de sus deseos, de sus pérdidas y temores
encontrando un sentido a los comportamientos maternos observados, que
le revelan al psicoanalista el lugar que ocupa Juana en la vida imaginaria y
fantasmática materna y paterna.

104 CUESTIONES DE INFANCIA


Así el crear una distancia entre ambas permitió comenzar a armar otra his-
toria y a liberar a esta bebé de ser portadora de los fantasmas parentales.

Juana comenzó a sonreírse como respuesta ¿podríamos decir social?, fue


dada de alta y su madre retomó su análisis y hasta el momento no ha pre-
sentado otro trastorno. Juana es una beba muy “simpática” y con un exce-
lente nivel madurativo según refiere su pediatra.

Nos limitaremos aquí a analizar algunos aspectos de este material, por


ejemplo nos podríamos preguntar qué me llevó a tomar la beba en brazos,
creo que pude leer en los gestos maternos y en el cuerpo de Juana un pedi-
do de ayuda para poder poner distancia. Este identificarse con el otro a par-
tir de gestos, de lo no verbal, es lo que permite poder escuchar al cuerpo y
observar los fantasmas maternos:

Una vez relajada en mis brazos Juana comienza a sonreír, se lo señalo a am -


bos padres y le digo que Juana quiere comenzar otra historia, quiere diver -
tirse, no le gustan los hospitales y prefiere estar en su casa con sus padres,
hermanos y juguetes.

En consecuencia, el rol de la empatía del psicoanalista es identificarse em-


páticamente con los diversos protagonistas de la escena triádica. No sólo
comprender la situación sino vivir, metafóricamente la situación interactiva.
Hacer alianzas con el bebé, la madre y eventualmente con el padre. Así el
padre de Juana toma sus vacaciones al alta de su hija, acompañando a su
mujer en el cuidado de los tres hijos y comprendiendo lo difícil que le re-
sulta a su mujer el cuidado en soledad de los tres niños.

Juana sonríe a su madre y ésta le sonríe a su hija, aliviándola quizás de es-


te cuerpo a cuerpo donde su inconsciente se filtra e imponiendo una dis-
tancia a los intercambios diádicos, a través de sus capacidades de comuni-
cación sensorial como la visión y audición, las que posibilitan un espacio
físico entre ambas. Recordemos las diferentes estimulaciones que requirió
para ser apaciguada. La posibilidad de desarrollar otras competencias como
lo visual le permite vivenciar desde lo psíquico otros espacios de diferen-
ciación e integración somatopsíquica.

Al hablar desde el bebé: “Juana quiere comenzar otra historia, quiere diver -
tirse, no le gustan los hospitales y prefiere estar en su casa con sus padres,
hermanos y juguetes”, el psicoanalista realiza otro movimiento: una “iden-
tificación semántica” con el bebé y desde esa interacción, que pone en pa-

CUESTIONES DE INFANCIA 105


labras hablando desde el lugar del bebé, se aproxima a Juana, la tiene en
sus brazos, busca sentir con… y junto al bebé. Otro ejemplo sería el mo-
mento en que coloca su mano sobre el cuerpo de la bebé y siente lo que
necesita.

Otro ejemplo de modalidad de intervención puede ser la llamada telefóni-


ca a los pocos días del alta de Juana, cuando la madre me consulta si sería
conveniente iniciar la alimentación semi sólida ya que la beba comenzó
con “vómitos” nuevamente. Como no encuentra al pediatra de su hija y an-
te el temor de que la internen nuevamente, decide probar con un puré y an-
te la aceptación de Juana comienza la alimentación semi sólida a los cua-
tro meses de edad. Esto es vivido por la madre como que su hija ya está más
“grande”, quizás podríamos pensar menos indefensa ante sus proyecciones
y con mayores posibilidades de relacionarse con su madre y no con los fan-
tasmas maternos que despierta.

Así, nuestro abordaje clínico se vuelve necesario cuando los fantasmas pa-
ternos provenientes del pasado se instalan en la cuna del bebé, que es co-
mo “la metáfora de la extensión del aparato psíquico de sus padres”. Así lo
señala Selma Fraiberg cuando nos habla de los “fantasmas en la guardería”
como “aquellos visitantes provenientes del pasado no recordado de los pa -
dres, los asistentes no invitados al bautismo” y al respecto dice:

“Cuando las circunstancias son favorables, los espíritus poco amigables y


espontáneos se desvanecen en la recámara de los bebés y regresan a su mo -
rada subterránea. El bebé realiza su propio reclamo imperativo de amor de
sus padres y, en estricta analogía con los cuentos de hadas, los lazos de
amor lo protegen a él y a sus padres contra los intrusos: los malévolos fan -
tasmas. Esto no significa que los fantasmas no puedan inventar hechizos
desde lugares ocultos. Aún en familias en que los lazos de amor son esta -
bles y fuertes, los intrusos del pasado parental suelen interrumpir en el cír -
culo mágico en un momento inesperado, y un padre y su niño pueden en -
contrarse reviviendo un momento o una escena de otra época, con otro gru -
po de personajes. Tales sucesos no se aprecian en el seno familiar, y ni el
infante, ni sus padres, ni sus lazos peligran necesariamente por una breve
intrusión. Generalmente no es indispensable que los padres requieran nues -
tros servicios clínicos. Pero en otras familias puede haber casos más proble -
máticos en la recámara de los bebés causados por los intrusos del pasado”.
(Fraiberg, Adelson y Shapiro, 1975, p.100).

Así, nuestra escucha del cuerpo tanto del bebé como de los padres y la ob-

106 CUESTIONES DE INFANCIA


servación de los fantasmas parentales permiten correr el velo de los mismos
posicionando al bebé no en función de éstos sino reencontrándolo en su
propia subjetividad.

Primera Versión: 18/10/04


Aprobado: 7/01/05

Bibliografía

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CUESTIONES DE INFANCIA 107


Winnicott, D. W.: (1941) “La observación de niños en una situación fija”,
en: Escritos de Pediatría y Psicoanálisis, Buenos Aires; Editorial LAIA, 1979.

Resumen
En este trabajo se presentan ciertas cuestiones ligadas al abordaje clínico
del bebé y sus padres. El mismo está a cargo de un psicoanalista con forma-
ción en esta área. Estas consultas implican tres aspectos: descriptivo, inte-
ractivo e histórico. Se trata de conocer dónde se inscribe este bebé, su his-
toria familiar y cultural. Se siguen los recorridos de los procesos de filiación
y parentalización; se analizan cuándo se dan los primeros sufrimientos tem-
pranos, sin apelar a las reconstrucciones a posteriori, vías retrospectivas co-
mo se dan en el trabajo con adultos o niños mayores.

Se señalan ciertas especificidades y obstáculos que hacen a estos espa-


cios clínicos como el riesgo de caer en “un adultomorfismo”, la corta
edad del niño que nos exige apelar a otros medios diferentes a la pala-
bra o dibujos para comprender sus sufrimientos y el abordaje en un
campo transdisiplinario.

Por último, se presenta un caso clínico a fin de señalar diferentes inter-


venciones del psicoanalista.

Palabras claves: el bebé y sus padres; abordaje clínico; consulta tera-


péutica.

Summary

In this work I will present certain questions related to the clinical boarding
of the baby and their parents. The same one is in charge of a psychoanalyst
with formation in this area. These consultations imply three aspects: descrip-
tive, interactive and historical. One is to know where east baby registers, its
familiar and cultural history. The process ranges of connection and parenta-
lización are followed; they are analyzed when the first early sufferings oc-
cur, without appealing to the route reconstructions later, retrospective as
one occurs in the work with adults or greater children. To certain specifici-
ties and obstacles are indicated that do to these clinical spaces like the risk
of falling in “a adultomorfismo”, the short age of the boy whom it demands
to appeal to other means different from the word or drawings to us to un-
derstand his sufferings and the boarding in a transdisiplinario field. Finally
a clinical case appears by the end of of indicating different interventions
from the psychoanalyst.

108 CUESTIONES DE INFANCIA


Key words: the baby and their parents; clinical boarding; therapeutic con-
sultation.

Résumé

Dans ce travail je présenterai certaines questions liées à l’approche clinique


du bebè et ses parents. Ce dernier est à charge d’un psychanalyste avec for-
mation dans ce secteur. Ces consultations impliquent trois aspects: descrip-
tif, interactif et historique. Il s’agit de connaître où son histoire familiale et
culturelle s’inscrit. On suit les parcours des processus filiation et parentali-
zación; ils sont analysés quand on donne les premières souffrances préco-
ces, sans faire appel aux reconstructions postérieur, à des voies rétrospecti-
ve comme il est donné dans le travail avec des adultes ou des enfants plus
grands. On indique certaines spécificités et obstacles qui font à ces espaces
cliniques comme le risque de tomber dans “un adultomorfismo”, l’âge jeu-
ne de l’enfant qui nous impose de faire appel à d’autres moyens différents
le mot ou les dessins pour comprendre ses souffrances et l’abordage dans
un domaine transdisciplinaire. Finalement un cas clinique se présente à la
fin d’indiquer de différentes interventions du psychanalyste.

Mots clés: le bébé et ses parents; l’approche clinique; consultation théra-


peutique.

Ana Lía Ruiz


Cortázar 3503
(1417) Ciudad de Buenos Aires
Tel: 4502-0662
ruizana@ciudad.com.ar

CUESTIONES DE INFANCIA 109


TALLER CLINICO
MAXI. UN CASO CLINICO
Gisela Ambrosino•

axi llega a consulta derivado por el gabinete de la EGB a la que con-


curre en octavo año, a pedido del Juez de Menores.

Las entrevistas se producen en un pueblo que tiene mil habitantes donde


Maxi llegó a vivir dos años atrás junto a su hermana cinco años mayor a ca-
sa de su abuela paterna.

Proceden de la ciudad cabecera donde vivían hasta entonces. En un inicio


la familia estaba constituida por los padres, su abuela materna y los dos ni-
ños.

A los siete años de Maxi fallece la madre. Quedan a cargo de la abuela


quien muere un año más tarde. Desde entonces, la hermana sostiene la si-
tuación. No pueden contar con el padre, del cual se va a decir que es “bo-
rracho, bisexual, que no trabaja y tiene problemas con la policía”. Cuando
la hermana siente que no puede más y dado que Maxi había empezado con
problemas policiales, decide una mudanza a este pueblo.

Mudanza que es una nueva pérdida: pierde sus amigos, su entorno, su ca-
sa; la gente del pueblo es muy cerrada y prejuzga sus cabellos desprolijos,
su ropa rota, su pasado.

Recién llegado forma una pandilla y tiene episodios de violencia y robos


por lo que interviene el Juzgado de Menores indicando tratamiento psico-
lógico.

Voy a atenderlo durante dos años con una frecuencia mensual, que es la fre-
cuencia con que viajo al pueblo. Maxi no falta nunca, espera ese espacio,
la repulsión que siente con todo lo que tenga que ver con los adultos no
aparece, soy un persona mayor en la que confía.

Ante la separación de las vacaciones se presenta en mi domicilio cuando

• Licenciada en Psicología. Alumna de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con


Niños de UCES (en convenio con APBA).

CUESTIONES DE INFANCIA 113


viaja a visitar al padre “para ver si está, seño”. Va a comprobar si sigo es-
tando, permanencia que lo sostiene. Ve si estoy y se encuentra en ese mi-
rar, en mi reconocimiento. Estoy y voy a seguir atendiéndolo.

“Estoy peleado con mi mejor amigo y eso me pega. Peleamos por una mi-
na. Antes me junté con los hermanos de mi amigo y robamos unas bolude-
ces y se armó un kilombo...”.

En forma permanente van a aparecer episodios de peleas, ataques, agresión


a otros grupos, planes de venganzas, bailes que terminan en sangre, situa-
ciones de destrucción en diferentes lugares.

No puede disfrutar de juegos ni bailes porque el cuerpo necesita un clímax


físico, termina en accesos de agresión. Queda sobrepasado de cantidades,
a merced de urgencias no tramitables ni simbolizables que se manifiestan
en ataques desenfrenados de furia.

Son acting out que involucra a la sociedad. Los empiezo a pensar como for-
mas desesperadas de obtener contención de la sociedad. Esperanza de que
la estructura soportará las consecuencias de sus actos, que sostendrá su om-
nipotencia mortífera.

Es importante considerar la reacción social frente a estos intentos. Este pue-


blo es una especie de gran vidriera permanente donde todo se sabe y todo
se cuenta. Maxi obtiene con su conducta una identidad, es alguien en el
pueblo. Es un “pibe chorro”. Va a investir a los grupos de cumbia y a sus le-
mas con pasión, y va a armar toda una división entre los villeros, los care-
tas y tumberos.

La marginalidad es investida como un lugar de ser en el mundo. Intentos de


sostener el narcisismo en base a logros negativos, en un presente perpetuo
y sin ningún esfuerzo.

Es lo más parecido a un proyecto identificatorio que Maxi logra autocons-


truir, con las falencias que presenta porque es demasiado cercano al yo
ideal, no existe intervalo entre el yo y su proyección, no hay una “x” faltan-
te. Imagen ideal encarnada y actual que desmiente la castración. “Somos
invencibles”, “generamos terror”, “somos los dueños del pueblo”.

Arma un grupo que comparte estos ideales y que promueve la actuación.


Grupo omnipotente que lleva a conductas peligrosas y fuera de la ley. Trans-

114 CUESTIONES DE INFANCIA


gresión al servicio de Tánatos que lo acerca a la autodestrucción (consumo
exagerado de alcohol, lastimaduras, cortes, sexualidad desbordada).

Pero que, a la vez, le permite adquirir un lugar en la estructura social y em-


blemas que lo identifican. Ser un “pibe chorro” supone estar identificado
con los demás pibes chorros, funciona como grupo cohesionado con pau-
tas de conducta. Maxi se siente amparado y su vida cobra sentido. En la ro-
pa encuentra una piel social que lo muestra perteneciendo y en las letras de
las canciones una voz social que lo trasciende.

“Venir a este pueblo es duro, es feo tener que hacer nuevos amigos, pero
estar lejos de papá no está mal, porque tiene todos los vicios y yo no quie-
ro salir a él” (¿?). “Dicen que me muevo a un puto por guita. Me cargan y
le rompo el culo a patadas al que me dice algo”.

La hermana va a decir que el padre prefiere estar con hombres. “Maxi es


una réplica de papá. Está así de incontrolable porque le hace falta un pa-
dre, alguien que le ponga límites. Y mamá también le falta, porque yo lo
cuido, pero no sé por qué desde que mamá murió no puedo demostrarle ca-
riño, sé que no lo trato bien, y él sufrió mucho con lo de mami y lo de la
abuela, era muy apegado a ellas”.

Respecto del padre dice Maxi: “Le pegué a mi viejo con una sartén por pe-
garle a mamá, yo tan chiquito y ella una mujer, después de eso me conta-
ron que se cuidaba de pegarle. No es un hombre, es una mierda ese tipo”.
Chiquito que, asumiendo precozmente una posición de adulto enfrenta al
padre, queda atrapado en ese triunfo demasiado temprano. Teme ahora ser
muerto por sus pares, y por eso trata de dominarlos.

La adolescencia es por excelencia la transmutación del Complejo de Edipo


negativo que va a dejar como su heredero el ideal del yo. Y el armado de
una identidad sexual llegando a un arreglo con el componente homosexual
de la pubertad. Pero Maxi ¿cómo puede convivir con la idea de ser hombre
si esto implica ser puto, golpeador de mujeres?

“Se cerró la causa en el juzgado, estoy tan tranquilo que si viene alguien lo
mato”.

Va a desplegar fantasías violentas y sexuales, como abusar a una colegiala,


a una monja sobre un altar. “No se asuste, seño, pero a mí me gustan las
mujeres grandes”.

CUESTIONES DE INFANCIA 115


Inventa un cuento: hay una casa, hay niños solos, sin padres y los antiguos
moradores de ese lugar que era un cementerio indio, aparecen de noche y
mutilan y asesinan a los niños.

Miedo al desborde pulsional, al efecto aniquilante de lo pulsional ante la


inermidad defensiva yoica y la falta de un medio que auxilie al yo. La ma-
dre no sobrevivió a los ataques, no hay con quien reparar. Pérdida de la ca-
pacidad para la preocupación por el otro y su reemplazo por angustias y de-
fensas más primitivas, como la escisión.

Habla de dos parte suyas: Melcor, como un dios bueno, y Santana, un ar-
cángel mano derecha del demonio que están en lucha permanente.

“Yo soy loco, aparece la mancha negra, los ojos se ciegan y tengo sed de
sangre, ganas de matar. ¿No le da miedo estar sola acá conmigo, seño?”.

Maxi desmiente lo angustioso intentando que la angustia la sienta yo. En


forma sistemática voy a tratar de conectarlo con ella en el marco de la trans-
ferencia.

Realiza elecciones de objeto narcisistas, al servicio de la desmentida. Vín-


culos adhesivos pero superficiales.

Al enamorarse escribe poemas de amor, se unifica por un tiempo, hasta que


empiezan las conductas destructivas: pelea con otros hombres por la chica
en cuestión y con ella por celos paranoides.

Repite noveno grado y deja la escuela. Fracaso en el proceso de iniciación,


no hay transacciones para significar un proyecto laboral. Tiene conciencia
de esta falta de proyecto, del empobrecimiento personal que eso supone. Se
queda sin sostén ambiental, la escuela era la institución que cumplía como
podía las funciones de contención, socialización y manejo firme.

Aparecen ideas de suicidio: “pienso en matarme, hace días que estoy ence-
rrado y a oscuras, las paredes me hablan, no me puedo controlar. Tengo
miedo”.

Momento delicado en el que me siento demandada a actuar con firmeza.


Organizo una estructura que pueda contenerlo con la abuela y la hermana,
un psiquiatra que lo medica, una asistente social que pasa a diario por la
casa y llamadas mías.

116 CUESTIONES DE INFANCIA


Pareciera ser la posibilidad de un derrumbe psicótico.

De ese episodio quedan marcas en el cuerpo. Junto a su banda se escribe


su nombre en el antebrazo con un alambre al rojo vivo. Dice que luego va
a tatuarse los nombres de la madre, de la abuela y el mío. Trabajamos esto
y los tatuajes no se realizan.

Va a empezar a preocuparse por cuestiones sociales, políticas y económi-


cas.

Maxi arma cuadernos donde escribe, dibuja, realiza collages con recortes
de diarios y chistes. Fomento esa actividad intentando pueda mediatizar si-
tuaciones de urgencia. Rearmado preconciente que deja una marca que no
es corporal. Procesamiento de lo primario vía lo secundario. Cuadernos que
él sabe guardo y a los que quiere volver cada tanto para reencontrase en
ellos.

Esbozo de historización en el tratamiento y de la concomitante subjetiva-


ción.

Dos meses más tarde la hermana se va del pueblo para armar su familia, la
abuela migra a casa de un hijo y Maxi, ya de dieciocho años, vuelve con su
padre.

Y desaparece.

Nadie vuelve a saber de él.

Primera Versión: 29/10/04.


Aprobado: 22/11/04.

Gisela Ambrosino
Calle 7, Nº 741
(6660) 25 de Mayo. Buenos Aires. Argentina
Tel.: 02345-462152
giselaambrosino@hotmail.com

CUESTIONES DE INFANCIA 117


COMENTARIOS ACERCA DEL CASO MAXI
Silvia Morici •

Funcionalidad de la función

omo analistas de niños, nos encontramos cuando se trata de una con-


sulta por un niño o un adolescente, con los efectos de la funcionalidad
materno-paterna, y con la idea de “niño” alojado en el inconciente de
los padres.

El término función tiene una acepción que viene del modelo matemático,
en donde se define una relación mediante la cual un elemento de un domi-
nio le corresponde al menos uno del codominio (en la teoría de conjuntos:
a un elemento de un conjunto le corresponde al menos uno del otro con-
junto).

También se la define como el cumplimiento de una misión a la que se fue


destinado (está en su función, cumple una función ejecutiva, etc.).

Psicoanalistas post freudianos como Lacan, por ejemplo, pensará en los


efectos en la estructuración psíquica de la Función del Nombre del Padre,
Pierra Aulagnier en la función de la cultura, Bion en la función de rêverie y
Winnicott en la función de sostén materno.

El concepto de funcionalidad, así entendido, nos lleva a la pregunta sobre


la relación entre función y figuras reales que la detentan, sin que por ello
neguemos su carácter netamente abstracto que a su vez como dije antes, se
mide por sus efectos.

Entonces, cuando analizamos a un niño, nos encontramos con que éste des-
plegará en un plano fantasmático e imaginario, la operatividad o la falla de
la función materna–paterna, así como sus factores constitucionales, la cons-
titución de su carácter, hechos relevantes de su historia libidinal, su particu-
lar mundo de fantasías y su anudamiento edípico.

• Psicoanalista de niños y adolescentes. Profesora de la Carrera de Especialización en Psicoa-


nálisis con Niños y Adolescentes de UCES (en convenio con APBA). Miembro del Comité Eje-
cutivo de la Comisión de Salud Mental y Familia de la Asociación Argentina de Pediatría.

118 CUESTIONES DE INFANCIA


Cuando a su vez vemos a los padres, nos encontraremos con que estos des-
plegarán su posicionamiento funcional como padres responsables de la
crianza de sus hijos, su posición vincular en la pareja conyugal, la vincula-
ridad con el hijo, y sus propios anudamientos edípicos.

Concepto de niño inconciente

Los padres, además, desplegarán la particular inscripción fantasmática que


hayan realizado del hijo.

Un hijo que estará inscripto en los tres registros: simbólico, imaginario y


real.

En algunos casos nos impactará, por ejemplo, la crudeza de un discurso con


predominio de lo real.

En otros, resaltará la falta que el niño viene a cubrir en algún agujero sim-
bólico paterno-materno, y en otros veremos desfilar en el discurso, a un ni-
ño que permanece en un estado de permanente idealidad en el imaginario
de los padres.

Y también veremos personas reales que son portadoras de este particular


discurso.

Y en todos los casos nos hallaremos con ese desencuentro de estructura, (al
estilo del estrago materno que provoca ese reclamo de estructura imposible
de satisfacer), entre los que portan la función y los que reciben sus efectos.

Desencuentro provocado por una vincularidad a predominio inconciente


que la convierte en un imposible de complementariedad, y lo aleja de un
simple equívoco comunicacional, como gustan de creer los comunicólo-
gos. Sí, coincidimos, se trata de un equívoco, pero que se encuentra ancla-
do en el “gap” inevitable que conlleva la comunicación de inconsciente a
inconciente.

Encuentro-desencuentro

Es este desencuentro que hace al encuentro mismo entre padres e hijos, con
el que estamos familiarizados los analistas de niños. Y es el que nos permi-
te prever la respuesta tanto de uno de los elementos intervinientes de esta
relación, como la del otro.

CUESTIONES DE INFANCIA 119


Basta que hagamos el ejercicio de intentar transmitir al niño en una sesión
de análisis lo que fue dicho, por ejemplo, en una entrevista con sus padres,
con el tamiz propio que impone el sentido común, para saber cuál será la
respuesta del niño: “Ellos dicen eso, pero no tienen razón, no fui yo, fue mi
hermano, o son ellos los que no entienden, no saben, etc.”

Un detalle a resaltar: inevitablemente lo sentirán como una acusación, con


ese plus de sentimiento de culpabilidad de saberse no colmantes de la ex-
pectativa imaginaria paterna-materna.

Y si realizamos el ejercicio inverso, nos encontraremos inevitablemente con


respuestas en los padres: como: “ella/él cree que es así, pero no”, y si están
analizados, dirán: “ella/ él lo niega, no lo quiere asumir, lo proyecta en mí,
o en el hermano, etc.”

Comentarios sobre Maxi: un adolescente con “no padres”

Este pasaje reflexivo por el tema propuesto, es a modo de introducción pa-


ra poder pensar juntos este material presentado, que nos propone el ejerci-
cio de analizar a un adolescente que se presenta sin padres: la madre falle-
ce a los siete años y el padre es un interrogante, ya que lo que se sabe de
él es que “no se cuenta”.

Digamos que este “no padres”, es una entelequia ya que desde la lectura
psicoanalítica de lo que se trata es de un psiquismo infantil que atravesó un
duelo temprano de un objeto primario y de inscripciones particulares a par-
tir de la figura paterna que se presenta como no contando supuestamente
para el niño real, pero con obvio impacto en sus inscripciones fantasmáti-
cas, identificatorias.

La analista entiende a Maxi con un cuadro psicopatológico descripto por


Donald Winnicott como “Tendencia Antisocial”.

¿Podemos hablar de “tendencia antisocial”?

Winnicott definió la tendencia antisocial en relación a una deprivación en


lo real, esto es cuando un niño queda privado del legítimo sostén que ga-
rantiza una buena funcionalidad materna.

Supo ver en un estado psíquico caótico, predominantemente de acción,


con síntomas de alto de poder de molestia al medio (robo, gula, agresivi-

120 CUESTIONES DE INFANCIA


dad, hacia los otros), un grito de desesperación y esperanza en niños que
habían sufrido dicha deprivación. Desde el punto de vista del niño, el me-
dio le había fallado en darle lo que justamente le pertenecía, representado
en lo que Winicott denominó un estado de bienestar. Mediante esta con-
ducta (hoy diríamos trastornos de conducta de mayor o menor grado de se-
veridad) el niño o adolescente forzaba al medio a responder a su demanda.

Sin embargo, si bien la descripción fue un indudable hallazgo clínico, pro-


pio de la sagacidad extraordinaria de este pediatra psicoanalista, la terapéu-
tica que se desprende del estatuto nosográfico de éste, no fue ni es todo lo
eficaz que la teoría indicaría.

Descripto como un cuadro independiente de las estructuras clínicas propias


del psicoanálisis (neurosis, psicosis y perversión), la tendencia antisocial no
comparte la misma etiología, ya que el conflicto no se ubica en el espacio
intrapsíquico, sino en el interpsíquico. Es decir que se trata del orden de lo
vincular entre el niño y el medio ambiente.

En realidad, se trata de una demanda de funcionalidad a las personas que


tienen esa misión: proporcionar el bienestar ambiental necesario para el ar-
mado del aparato psíquico de un niño.

Recordemos que este cuadro fue descubierto y descripto en el marco de la


Segunda Guerra Mundial, con las experiencias de los niños evacuados du-
rante los bombardeos a la ciudad de Londres.

Niños separados de sus padres por un tiempo prolongado, dieron lu-


gar a que J. Bow l by detallara su teoría sobre el apego, viendo en las
reacciones de los niños expuestos a esta separación, una respuesta ca-
si del orden de lo fisiológico, semejante a lo que fue descripto por la
etología.

Por su lado, D. Winnicott verá en esas reacciones de los niños, de ira y mo-
lestia hacia los otros, signos de depresión y lucha para que el medio le res-
tituya lo que le debe.

Sin embargo -si bien el consejo de Winnicott sostenía que el medio de-
bía rectificar esta experiencia-, esto no resultó sencillo, ya que el medio
(escuelas, institutos de internación, etc.) tiende a repetir la deprivación
inicial, generando un círculo de deprivaciones, que por supuesto agudi-
za el cuadro.

CUESTIONES DE INFANCIA 121


Algunas conclusiones

Me parece que el caso invita a que volvamos a revisar juntos lo esbozado


más arriba con respecto al concepto de funcionalidad.

Creo que todos acordamos que de lo que se trata en la estructuración de un


aparato psíquico es de la función materna y de la función del nombre del
padre.

Sabemos que lo que se tiene que dar es algún tipo de operación subjetivan-
te que habilite el armado del aparato psíquico del infante humano.

También dijimos antes que la función tanto materna como paterna, es


un abstracto y que se mide por sus efectos. Pero también sabemos que
está encarnada en las figuras reales del padre y la madre y que de esta
primera combinatoria se desprenden varias combinaciones: pueden no
existir padres en lo real pero haber ejercicio de función a través de al-
gún sustituto.

Puede darse que haya padres en lo real y no haber funcionalidad o haber


disfuncionalidad; puede ser que no haya ambos padres y también puede
coincidir la funcionalidad con las figuras en lo real.

Quizás esta puntuación sobre función y padres reales, nos amplíe los ele-
mentos teóricos para entender este caso en particular.

Hoy, 40 años después de la descripción de Winnicott, y de haber compro-


bado que la tendencia antisocial, aparece como el modo de reacción prin-
ceps en niños sometidos a deprivación, nos preguntamos si no es una com-
binatoria de más de una variable.

No se trata, obviamente, de la simple deprivación de un estado de bienes-


tar. Siguiendo en esto el caso de Maxi, pareciera que la existencia de un po-
lo disfuncional (en este caso el padre), es tan necesaria como la deprivación
para completar el cuadro.

Así como pareciera que la función materna, en estos casos, está teñida de
un grado de ambivalencia, que supera el orden de lo soportable por el psi-
quismo infantil.

Cuando Winnicott describe a la ambivalencia materna, nos explica que el psi-

122 CUESTIONES DE INFANCIA


quismo infantil está en condiciones de tolerar dicha ambivalencia pero no el
odio inconciente de la madre. La presencia de éste arroja como consecuencia
inevitable, una disfuncionalidad severa que se traducirá en déficit de sostén.

Es decir que el odio inconciente materno, para el psiquismo infantil, es im-


procesable.

Es este odio el que debe ser expulsado por el psiquismo y lo hace median-
te la actuación en lo real.

Siguiendo el mismo razonamiento winnicottiano, si la tendencia antisocial,


es una devolución al ambiente de lo que éste le hizo, el odio que el niño o
el joven experimentan, es también una devolución de lo sentido como pro-
veniente del ambiente.

El sentimiento, la vivencia, la evidencia de no ser querido, de no haber si-


do lo suficientemente libidinizado, catectizado, narcisizado por las figuras
y/o funciones, que deberían haberlo hecho, es lo que se vuelve un impro-
cesable en el psiquismo dependiente de amor-narcisización de un niño, pa-
ra sentirse a su vez un ser digno de ser amado por otros.

Es así como, destinados a intentar expulsar lo improcesable, repiten un


círculo de acción molesta, nuevo rechazo del medio, y con sus actua-
ciones contínuas de búsqueda inapropiada de reconocimiento, reciben
más de lo mismo: nuevas deprivaciones y carencias de amor. Esto le
ocurre, a su vez, a un psiquismo con inscripciones identificatorias par-
ticulares, a partir de los efectos de una disfuncionalidad severa, en este
caso de la función paterna, en el ejercicio de interdicción que favoreció
-a mi entender-, la construcción de una escena primaria a predominio
sádico, que se constituye como lo segundo improcesable en la construc-
ción del aparato infantil.

Entonces, particulares inscripciones de la escena primaria, identificaciones


generadas a partir de severa disfuncionalidad del Nombre del Padre, duelo
temprano, deprivación ambiental, resultan en una combinación letal para la
construcción de subjetividad, acercando peligrosamente al psiquismo a ac-
cionar en el sentido del acto delictivo.

El pasaje de tendencia antisocial a acto delictivo, lo proporciona la virulen-


cia de la combinación antes descripta y la inexistencia (o disminución) del
sentimiento de culpabilidad a partir de la desresponsabilización pulsional.

CUESTIONES DE INFANCIA 123


La clara evidencia para el niño, que el medio le falló y le debe lo que ge-
nuinamente le corresponde, lo lleva a depositar la responsabilidad de su
malestar en el afuera.

Cuando esta evidencia toma carácter de convicción, el niño o el joven no


encuentran recursos psíquicos para responsabilizarse de su propio accionar
pulsional, no sienten culpa relacionada con esta responsabilización y, por
ende, el acto delictivo, la violencia, el daño a otros, se vuelven simples res-
puestas retaliativas hacia ese medio responsable de un sufrimiento impro-
cesable.

Estos actos netamente impulsivos, se convierten más que en un pasaje al ac-


to, en un recurso al acto.

Concepto de “acto”

Durante el período adolescente, los “pasajes al acto” o los “acting out”, sue-
len ser una expresión habitual y propias de esta etapa.

Considero que merecen una fina distinción a fin de poder precisar de qué ti-
po de acto se trata y su diferenciación con estados de agitación, por jemplo.

En el Manual de Psicopatología de la Adolescencia de Marcelli y Bracon-


nier, aparece la siguiente distinción:

El acto: es una conducta espontánea, positiva, rápida, con poco poder de


reflexión, pero no netamente irreflexi va. Está relacionada con la capacidad
espontánea y es lo que opera, por ejemplo, en la empatía por los oprimi-
dos, característico de la adolescencia.

El pasaje al acto: suele estar atravesado por un estado violento, frecuente-


mente impulsivo y delictivo. Ejemplos de esto son el robo o los actos que
infringen la ley en general.

La impulsión: es una tendencia inconciente que se siente perentoria y ur-


gente, que lleva al psiquismo a descargarla en forma de una acción. Impe-
ran los estados emocionales intensos e incontrolables.

La compulsión: son actos en los que el individuo siente una presión inter-
na a tener que realizarlos. Esta tendencia puede llegar tanto a la acción o a
mantenerse en el área del pensar.

124 CUESTIONES DE INFANCIA


El acting out: son acciones que mantienen un grado de impulsividad, pero
lo que los caracteriza es que son impulsos que aparecen como una ruptura
de los sistemas motivacionales habituales en un individuo. Están relaciona-
dos con la “no verbalización” y la “no rememoración”.

Los actos sintomáticos: están relacionados, en oposición con el acting out,


con la reflexión y la cura. Revelan la existencia del conflicto intrapsíquico
y son verbalizables favoreciendo la elaboración de los mismos.

El recurso al acto: cuando un psiquismo, incapaz de metabolizar una his-


toria infantil excesivamente traumática, reemplaza esa historia imposible de
ser historizada, por un acto o series de actos. Por ejemplo la realización de
tatuajes que “marcan” una identidad.

Primera Versión: 29/10/04


Aprobado: 10/01/05

Bibliografía

Marcelli, D.; Braconnier, A.: (1983) Adolescence et psychopathologie, Ed.


Masson, París, 2000.

Naishtat, F.; Issaharoff, E; Avemburg, R., y col.: (1990) Teoría de la Acción:


perspectivas filosóficas y psicoanalíticas, ADEP, 1999.

Winnicott, Donald: (1965) Los Procesos de maduración y el Ambiente faci -


litador, Ed. Paidós, Buenos Aires, 1996.

(1971) Realidad y juego, Ed. Gedisa, Buenos Aires, 1972.

(1984) Deprivación y Delincuencia, Ed. Paidós, Buenos Aires, 1991.

(1988) La Naturaleza Humana, Ed. Paidós, Buenos Aires, 1996.

Silvia Morici
Arenales 3504, 10° “47”
(1425) Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 4825-2025
smorici@ciudad.com.ar

CUESTIONES DE INFANCIA 125


ESTIGMA. LA IDENTIDAD ABORTADA
Alicia Gamondi•

Considero que el material clínico propuesto a nuestra reflexión permi-


te abordar un eje conceptual de fundamental importancia, la relación
psiquismo-sociedad, en tanto da cuenta de las condiciones primarísi-
mas que habilitan la consecución y mantenimiento de la vida psíquica de
un sujeto.

Condición vital de complejo entramado y estabilidad no garantizada, que


muchas veces nos permitimos dejar al margen en nuestras consideraciones,
así como “ignoramos” nuestro ritmo cardíaco o respiratorio, a no ser que al-
go empiece a fallar.

Diferentes autores (Erikson, E.; Winnicott, D.; Puget, J.; Aulagnier, P.; entre
otros) han desarrollado esta temática, de modo que, por mi parte sólo re-
marcaré como apretada síntesis, el hecho de que la raíz del psiquismo es
sociogenética, en tanto un ser vivo podrá devenir humano sólo si es reco-
nocido como tal por un cuerpo social que lo identifique como parte del
conjunto y le aporte una inserción con sentido al proponerle un proyecto
identificatorio vital. En el mismo sentido, su meta incluye ineludiblemente
lo social ya que el objetivo del trabajo psíquico es la “autopoiesis” entendi-
da como un despliegue siempre contextuado en un “crecimiento con
otros”.

Es desde este contexto teórico y sus evidencias en la clínica que orientaré


mis reflexiones en relación al material presentado.

Maxi es un adolescente derivado por instancias institucionales, Educación


y Justicia, en medio de un proceso de mutuo rechazo entre el joven y el am-
biente, que ya lleva dos años, y sin que la institución familiar pueda apor-
tar mucho más que su propio caudal patógeno.

Los indicadores clínicos que la terapeuta detalla permitirían abordar el cua-

• Profesora de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños de UCES (en conve-


nio con APBA). Profesora Titular de la Cátedra “Neurosis Traumáticas y Catástrofes Colectivas”
en la Maestría en Patologías del Desvalimiento de UCES.

126 CUESTIONES DE INFANCIA


dro como el descripto por Peter Blos en relación a las tendencias delincuen -
ciales que “tienen como denominador común dos características: la parti -
cipación del sistema de acción en la resolución de los problemas y el uso
del ambiente como regulador de la tensión” (Blos, P.; 1996).

Ajustando aún más la lectura, me parece pertinente considerar, dentro


de lo que el mismo autor propone, la posibilidad de que uno de los me-
canismo intervinientes sea el que define como concresión: “en ella el
sistema de acción ha asumido, en grado significativo aunque limitado,
una función yoica que normalmente corresponde al lenguaje simbólico.
La conducta inadaptada impresiona al observador como una comunica -
ción gestual cuyo contenido es a todas luces ignorado por quien lo emi -
te. Soslayando el lenguaje como canal expresivo, parecería que para la
exteriorización de las ideas, los recuerdos, afectos o conflictos, el suje -
to sólo considera adecuadas las modalidades concretas de expresión”
(Blos, P. op.cit.).

Si avanzamos en esta línea debemos interrogarnos sobre cuáles serán los re -


cuerdos, afectos o conflictos, que no acceden a la elaboración secundaria
y parecen condenar al joven a transitar los caminos de la autodestrucción.

Pero antes, considero necesario destacar otra variable en juego.

Sabemos que la adolescencia como etapa vital constituye un nudo existen-


cial especialmente crítico que pone al rojo vivo las instancias intra, inter y
transubjetivas.

Implica la exigencia de un trabajo de inscripción y de desasimiento, en tan-


to supone una vuelta de tuerca en relación a la “filiación” rumbo a la “afi-
liación social”.

La problemática identitaria queda en el centro de la escena al darse el tiem-


po en que resulta necesaria una nueva organización de recursos psíquicos
que incluirá la integración del Ideal, instancia que al aportar “funciones vi -
tales de amparo y sentido de la vida”, habilita el logro identitario en su sen-
tido más acabado (Gamondi, A.; 2002).

Al decir de Pichon Rivière, la identidad aparece entonces como “la culmi -


nación y ordenación de identificaciones con imágenes aisladas del pasado,
pero remodeladas de acuerdo a una autodefinición que llamaremos comu -
nitaria” (Pichon Rivière, E.,1985).

CUESTIONES DE INFANCIA 127


Agrego que la eficacia vital de tal remodelación se cifrará en que aporte al
joven elementos para arrancarse de los lazos de dependencia objetal infan-
til viviéndolo como un logro ético del Yo. De allí que sea imprescindible
disponer de recursos sociales que aporten pautas donde la coherencia con
un ideal verdaderamente vital (esto es motorizado y potencialmente moto-
rizante) sea una condición innegociable.

La perversión social de este proceso se evidencia en las modalidades de es -


tigmatización con las que la rigidez de la demanda social paraliza los inten-
tos de remodelación identitaria de algunos de sus miembros o los condena a
habitar los extramuros de la sociedad donde suelen terminar “atrincherados”
en un reforzamiento identitario autodefensivo que las ciencias sociales anali-
zan en relación al concepto de desviación (Goffman, E.; 1998).

Decíamos antes que es posible pensar que Maxi padece los efectos de un
conflicto que no puede tramitar según las reglas del lenguaje social. De he-
cho, no es que Maxi no tenga palabras para nombrarlo: “Le pegué a mi vie -
jo con una sartén por pegarle a mamá... No es un hombre, es una mierda
de tipo”.

No se trata de la imposibilidad de encontrar una referencia a imágenes ais -


ladas del pasado sino que estas palabras-imágenes conllevan un manejo
sincrético que termina confinándolo a resoluciones hiperrealistas, sin posi-
bilidad de remodelación-simbólica.

Algo queda trastocado desde el intento inicial de generar un proyecto iden-


titario diferenciado “estar lejos del que tiene todos los vicios para no salir a
él” al resultado final que lo convierte en un “vicioso que genera terror”.

Si, como plantea Erikson, la identidad del Yo remite al “sentido subjeti -


vo de la propia situación, continuidad y carácter que un individuo al -
canza como resultado de las diversas experiencias sociales por las que
atraviesa” (Erikson, E.; 1950), ¿cuál puede ser el devenir identitario de
un joven a quien la mirada social y familiar insisten en ubicar como ré-
plica de lo rechazado?

La peor estigmatización corresponde a la que identifica al sujeto con la fa-


lla que lo precede. La sangre, el origen, signados negativamente impactan
con un peso desmedido sobre la fragilidad del yo porque remite a estados
de inermidad tan absolutos, tan fuera del control subjetivo que colocan al
individuo en los límites de “lo impensable”.

128 CUESTIONES DE INFANCIA


Maxi no es un ser asocial. Lo más hondo de su tragedia se juega, precisa-
mente, en que desde muy chico, él supo lo que estaba bien y lo que esta-
ba mal y trató de obrar acorde a eso. Como señalaba Dolto, los niños son
capaces de morir (¿y de matar?) para resguardar su ética. Pero la paradoja
que esto supone para la continuación del proyecto de vida sólo podrá sal-
darse si la comunidad lo releva de la exigencia de ser el único testigo del
crimen.

Cuando la comunidad contradice los recuerdos del joven (en los que hoy
aparecen encriptadas las percepciones del niño), o los ignora con sarcasmo,
éste se ve forzado a insistir testimoniándolos con sus actos.

Maxi es testigo, denunciante y vengador. Increpa con su cinismo el cinismo


institucional ¿Dónde estaban esas instituciones que hoy pretenden forzarlo
a acatar normas y se escandalizan por sus “desviaciones” cuando su padre
transgredía todas las normas? ¿Dónde, cuando él estaba “solo” con la vio-
lencia paterna y la impotencia materna? Escena que él intenta repetir en la
transferencia: “¿no tiene miedo de estar a solas conmigo?”, oscilando entre
la tendencia a convertir en activo lo pasivo y la necesidad de preguntarse
sinceramente respecto de una diferencia posible.

Interrogación esperanzada en tanto él puede confiar en “la seño” y ella tam-


bién confía en él. Deseo de afirmarse en marcas positivas de identidad que
deberían poder “hacerse piel”, o escribirse como texto a ser presentado ca-
da vez que los otros lo reduzcan a un “rasgo” condenatorio.

Sin embargo, y en esto se juega gran parte del dolor al que tantas veces nos
enfrenta nuestra tarea, las posibilidades de que la analista (ella también so-
la) sostenga las condiciones necesarias para que se dé la gestación de lo que
Dolto llamaba “el segundo nacimiento”, son muy limitadas.

La analista cierra la exposición intuyendo la claudicación, Maxi ha desapa -


recido. Como en las pesadillas, el largo y tortuoso recorrido del laberinto lo
habría devuelto, siniestramente, a la amenaza del principio “hundirse en el
padre-destino”.

Mientras tanto, su analista sigue pensándolo y, al hacerlo, nos deja pensan-


do en tantos adolescentes por nacer.

Como agentes de salud, nuestro desafío se juega, en gran medida, en pro-


piciar espacios de reflexión comunitaria que lleven a los adultos a hacerse

CUESTIONES DE INFANCIA 129


cargo de su función de “parteros” en este difícil trance.

Primera Versión: 29/10/04


Aprobado: 22/11/04

Bibliografía

Blos, Peter: La transición adolescente. Amorrortu Ed. Buenos Aires, 1996.

Erikson, Erik: “El problema de la identidad del Yo”, en Revista de Psicoaná -


lisis, Montevideo. Vol. 2-3. 1963.

Gamondi, Alicia: “El psicoanálisis ante las crisis sociales”, en Beker, E.; Bel-
trán, M. C.; Bo, A., Intervenciones en situaciones críticas. Catálogos. Bue-
nos Aires, 2002.

Goffman, Erving: Estigma. La identidad deteriorada. Amorrortu Ed. Buenos


Aires, 1998.

Pichon Rivière, Enrique: Psicoanálisis de la vida cotidiana. Ed. Nueva Vi-


sión. Buenos Aires, 1985.

Alicia Gamondi
Gascón 526, 6° “C”
(1181) Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 4865-9623
agamondi@netizen.com.ar

Resumen del taller clínico:

Se expone el caso clínico de un adolescente, Maxi, atendido entre sus 16 y


18 años.

A continuación se presentan dos comentarios a dicho caso.

En el material clínico a discutir resaltan los acting out de Maxi, en un con-


texto marcado por la ausencia de padres, que propiciarán para el joven un
armado identificatorio como un “pibe chorro”. Se esboza la posición del
analista y las intervenciones terapéuticas realizadas durante el tratamiento.

130 CUESTIONES DE INFANCIA


El primer comentario enfatiza el concepto de “funcionalidad de la fun-
ción”, en alusión al posicionamiemto asimétrico que caracteriza a la re-
lación padres-hijos. Revisa la hipótesis diagnóstica de la analista de Ma-
xi, ahondando en el cuadro de “tendencia antisocial”, presentado por
D. Winnicott en los años de la post guerra europea. Se pregunta sobre
su vigencia sesenta años después. Con respecto a la presentación del
paciente en relación a sus “acting out”, se analiza este concepto en re-
lación con la ausencia de funcionalidad paterna, ampliando el concep-
to al de “recurso al acto”. Esto es cuando un acting, más que una con-
secuencia de un juego defensivo inconciente, es un recurso psíquico en
sí mismo.

El segundo comentario plantea que el material clínico presentado permite


reflexionar sobre el impacto del socius en la conformación y sostenimiento
del psiquismo tanto como en los avatares de nuestra práctica, considerán-
donos como psicoanalistas implicados en la problemática ética de la insti-
tución social.

Palabras clave presentación del caso: caso clínico; adolescencia; acting


out.
Palabras clave primer comentario: comentario de caso clínico; función ma-
terna-paterna; tendencia antisocial; recurso al acto.
Palabras clave segundo comentario: comentario de caso clínico; violencia
social; identidad; concreción adolescente.

Summary

Introducing the case of Maxi, an adolescent cared for between the ages of
16 and 18.

Below are presented two comments on the subject.

Regarding the clinical material on discussion Maxi´s “acting outs” stand out
in a context defined by parental absence, which will provide the young boy
with an antisocial, thief-like identification (“pibe chorro”). The analyst’s opi-
nions and theurapeutical interventions made during treatment are outlined
herein.

The first comment emphasizes the concept of “functionality of the func-


tion”, refering to the asymmetrical positioning that characterizes a pa-
rent-child relationship. It revises Maxi´s analyst´s diagnostical hypothe-

CUESTIONES DE INFANCIA 131


sis, discussing on the “antisocial tendency” context, presented by D. Win-
nicott during the years following WWII. It wonders about its relevance sixty
years after its original presentation. On the presentation of the patient regar-
ding his “acting outs”, this concept is analyzed related to the absence of pa-
rental functionality, broadening the concept to “resource to the act”. This is
when the acting out ceases to be the consequence of a inconscious defen-
sive mechanism, and becomes a psychic resource per se.

The second comment considered the clinical material presented allows for
reflection on the impact of the socius in the conformation and preservation
of the psychic identity as well as in the ups and downs of our practice, con-
sidering ourselves as psychoanalysts involved in the ethical problem of the
social institution.

Key words: clinical case; adolescence; acting out.


Key words: comment on a clinical material; mother-father function; antiso-
cial tendency; resource to the act.
Key words: comment on a clinical material; social violence; identity; ado-
lescent concretion.

Résumé

On fait l’exposé d’un cas clinique chez un adolescent, Maxi, dont on s’est
occupe entre ses 16 et 18 ans.

À la suite, on présente deux commentaires concernant ce cas.

Dans le matériel clinique à discuter les “acting out” de Maxi se font ressor-
tir, dans un contexte marqué par l’absence de parents ce qui va rendre pro-
pice, chez le jeune, d’un dressage d’identification comme un “gamin vo-
leur”. On ébauche la position de l’analyste et les interventions thérapeuti-
ques réalisées pendant le traitement.

Le premier commentaire met l’accent sur le concept de “fonctionnement de


la fonction” en allusion à la position asymétrique qui caracterise le rapport
entre parents-enfants. On revoit l’hypothèses diagnostique de l’analyste de
Maxi, tout en approfondant dans le cadre de “tendence antisociale” présen-
té par D. Winnicott dans les années de la post-gèrre européenne. On se
questionne sur sa vigueur soixante ans après. En ce qui concerne la présen-
tation du patient par rapport à l’absense du fonctionnement paternel, en
agrandant le concept à celui du “recours à l’acte”. C’est quand un acting

132 CUESTIONES DE INFANCIA


plus qu’une conséquence d’un jeu défensif inconscient est un recours psy-
chique en soi-même.

Le second commentaire propose que le matériel médical présenté permet


de réfléchir sur le point d’impact du “socius” dans la conformation et sou-
tien du psychisme aussi bien dans les avatars de notre pratique en nous con-
sidérant comme des psychanalystes impliqués dans la problématique éthi-
que de l’institution sociale.

Mots clés: cas clinique; adolescence; acting out.


Mots clés: commentaire d’un cas clinique; fonction maternelle-paternelle;
tendance antisociale; recours à l’acte.
Mots clés: commentaire d’un cas clinique; violence sociale; identité; con-
crétion adolescente.

CUESTIONES DE INFANCIA 133


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UCES (Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales)


APBA (Asociación de Psicólogos de Buenos Aires)
CARRERA DE ESPECIALIZACION EN
PSICOANALISIS CON NIÑOS
Aprobada por el Ministerio de Educación. Resol. 684/99
Acreditada por resolución 341/00 de la Comisión Nacional de Evaluación
y Acreditación Universitaria. Título de validez Nacional
Directora: Lic. Beatriz Janin
Comité Académico: Dra. Silvia Bleichmar, Dra. Emilse Dio Bleichmar, Lic.
Beatriz Janin, Dr. David Maldavsky, Lic. Nilda Neves, Dra. Marilú Pelento,
Lic. Mario Waserman.

Coordinadora Académica: Lic. Alicia Hasson


Coordinadora de Pasantías: Lic. Mabel Maffezzoli

Docentes: Juan José Calzetta, José Cernadas, Gabriel Donzino, Osvaldo


Frizzera, Alicia Gamondi, Alicia Hasson, Gabriela Iglesias, Beatriz Janin, El-
sa Kahansky, Ruth Kazez, Mabel Maffezzoli, Diego Moreira, Silvia Morici,
Nilda Neves, María Rita Pousa Camba, María Cristina Rojas, Mabel Rodrí-
guez Ponte, Ana Lía Ruiz, Aída Saks, Rosa Silver, Mario Waserman; Beatriz
Zambianchi.

Docentes invitados: Ricardo Antar, Marité Cena, Rubén Dimarco, Aurora


Favre, Luis Hornstein, Isabel Lucioni, Alicia Stolkiner.

Fundamentos de la Especialización
El gran requerimiento de atención psicológica para niños, así como la im-
portancia de este campo de trabajo, hacen imprescindible formar especia-
listas que puedan dar una respuesta idónea a esta demanda.

La formación específica que los psicólogos y médicos deben tener para tra-
bajar con niños, emerge de la especificidad de los problemas y de las téc-
nicas necesarias para escucharlos y para incluir en el tratamiento a los que
los rodean.

Los ejes de la especialización comprenden la articulación teoría/clínica y la


Psicopatología infantil, desarrolladas a partir de los conceptos centrales del
psicoanálisis freudiano.

134 CUESTIONES DE INFANCIA


Pags. 134 a 135 11/28/05 4:22 PM Page 135 ramon OMEGA:Trabajos 2005:C) MARZO:Libros marzo:CUEST. DE INFANC

Plan de estudios
La carrera se dicta en tres años (seis cuatrimestres).

1er. Año
• Teoría y Clínica del Psicoanálisis con Niños
• Psicopatología Infantil I
• Seminario de Observación de Lactantes
• Supervisiones

2do. Año
• Psicopatología Infantil II
• Psicoanálisis con Niños: Desarrollos Post-Freudianos I (los aportes de M.
Klein y Anna Freud)
• Problemas Centrales del Psicoanálisis con Niños I
• Psicoanálisis con Niños: Desarrollos Post–Freudianos II (los aportes de J. Lacan)
• Supervisiones

3er. Año
• Psicopatología Infantil III
• Cuestiones Técnicas I
• Problemas Centrales del Psicoanálisis con Niños II
• Cuestiones Técnicas II
• Supervisiones
• Pasantías en hospitales durante 2do. y 3er. año

Modalidad Mensual
Desde 1997 funciona la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Ni-
ños para profesionales residentes fuera de la Ciudad de Buenos Aires.

La misma se dicta en cursos intensivos de viernes a sábados, una vez por


mes durante nueve meses, requiriéndose práctica supervisada y trabajos es-
critos. Se refuerzan las horas presenciales con material escrito, cassettes, y
videos de conferencias y mesas redondas.

Informes e inscripción: UCES - Paraguay 1338, 6° piso.


Ciudad de Buenos Aires, de 10 a 20 hs., Tel.: 4815–3290, internos 360 y 362.
E-mail: posgrados@uces.edu.ar ; www.uces.edu.ar
E-mail: apbaposgrado@infovia.com.ar / carrerapsini@yahoo.com

Se ha inaugurado en UCES el Area de Actualización y Formación Perma-


nente en Psicoanálisis con Niños y Adolescentes, con el dictado de semi-
narios, ateneos clínicos y mesas redondas.

CUESTIONES DE INFANCIA 135


INDICES DE NUMEROS ANTERIORES
CUESTIONES DE INFANCIA N° 1
“SER NIÑO EN TIEMPO DE CRISIS”

INDICE
• La infancia, la constitución de la subjetividad y la crisis ética.
Beatriz Janin
• Anorexia infantil y desvalimiento temprano. Eduardo M. Romano
• Niños en crisis. Gabriel Donzino
• El amigo invisible. Mario Ostera
• Algunas reflexiones sobre el material clínico. Mabel Maffezzoli
• El autoerotismo tóxico. Diego Moreira
• Subjetividad, juego y conciencia. José Cernadas
• La crisis del contexto. María Cristina Rojas
• Secuencias clínicas del análisis de un niño de cinco años.
Su lugar en la estructura y modos de intervención del analista.
Aurora Sabina Favre
• La memoria y los recuerdos en la tópica winnicottiana.
María Lucila Pelento

CUESTIONES DE INFANCIA N° 2
“INFANCIA Y VIOLENCIA”

IN D I C E
• Violencia y subjetividad. Beatriz Janin
• Los unos y los otros. Alicia Gamondi
• Violencia y alcohol. Diego Moreira
• Violencia en la infancia: del temor a la impulsión. Silvia Morici
• Abuso sexual infantil: caso Jimena. Gabriela Torregrosa
• Comentario del caso Jimena. Nilda Neves
• Abuso sexual infantil. Rubén Mario Dimarco
• Nueva estrategia en la prevención de la violencia. Aída Saks
• Violencia e infancia. Beatriz Zambianchi
• El trabajo hospitalario y la clínica de la violencia.
Panel: Renée Tula; Irene Levy; Liliana Pierini
• Sobre el ser violentado, los estados apáticos, los componentes
paranoicos y la desconstitución de la espacialidad visual.
David Maldavsky
• Palabras de un psicoanalista trágicamente esperanzado.
Marcelo Bianchedi

136 CUESTIONES DE INFANCIA


CUESTIONES DE INFANCIA N° 3
“PATOLOGIAS TEMPRANAS”

INDICE
• Los trastornos tempranos en la estructuración del psiquismo:
La historia vivencial. Beatriz Janin
• La escucha del bebé ciego y sus padres. Ana Lía Ruiz
• Reflexiones en torno a la problemática del recién nacido
de alto riesgo y sus padres. Paula Fernández
• La problemática autista. Diego Moreira
• Autismo y dirección de la cura. Aurora Favre
• “De saberes, olvidos y prohibiciones”. Una aproximación al
fracaso en el aprendizaje. Karin Sarudiansky
• ¿Trauma y/o teoría traumática de las neurosis? Caso Bárbara.
Emilce Dio Bleichmar
• Desde el grito a la melodía. La estructuración de un sujeto.
Osvaldo Frizzera - Carmen Heuser
• Problemáticas sexuales en la infancia. De la clínica a
la mitología. Marité Cena y otros
• Trastornos tempranos: una lectura familiar. María Cristina Rojas

CUESTIONES DE INFANCIA N° 4
“EL QUEHACER DEL PSICOANALISTA”

INDICE
• Obstáculos en la cura “en el psicoanálisis con niños”.
Ana R. de Schvartzman
• El quehacer del psicoanalista de niños. Caso Marina. Cecilia Castro
• Invención en la clínica con niños. (Comentartios sobre el caso
Marina). Rubén Dimarco
• Caso Daniel. Darío Ch. Sanguineto
• Comentarios sobre el “caso Daniel”. Alicia Hasson
• Comentarios sobre el caso Daniel. Silvia Morici
• La angustia: esa “vieja” desconocida. José A. Cernadas
• Las intervenciones del psicoanalista en psicoanálisis con niños.
Beatriz Janin
• Sobre la dialéctica del curar y del sanar. Diego Moreira
• Obstáculos (del analista) en la clínica con niños. Gabriel Donzino
• Final de análisis en el psicoanálisis de niños Osvaldo T. Frizzera
• Obstáculos en psicoanálisis con niños. Mario Waserman

CUESTIONES DE INFANCIA 137


CUESTIONES DE INFANCIA N° 5
“¿NIÑOS O SINDROMES?”

INDICE
• El DSM IV desde la clínica de la subjetividad. Caso Jonathan.
Máximo Mantilaro
• Comentarios sobre el “caso Jonathan”. Gabriel Donzino
• Comentarios sobre el “caso Jonathan”. Lidia T. Scaluzub
• Poner en juego el saber. Alicia Fernández
• Más allá de la frontera. Juan José Calzetta
• Fronteras entre lo biológico y psicológico. Pedro Kestelman
• Fronteras entre lo psíquico y lo neurológico ¿Niños o síndromes?
María Cristina Rojas
• Niños o síndromes. Osvlado Frizzera – Carmen Heuser
• ¿Síndrome de ADD? Beatriz Janin
• El lenguaje lúdico y la clínica. Diego Moreira
• Teoría de la conciencia y aportes al desorden de atención
e impulsión. Isabel Lucioni

CUESTIONES DE INFANCIA N° 6
“EL APRENDIZAJE Y SUS VICISITUDES”

INDICE
• Reflexiones sobre el aprendizaje y algunas de sus perturbaciones.
Juan José Calzetta
• Vicisitudes del proceso de aprender. Beatriz Janin
• Trastornos de aprendizaje. Osvaldo Frizzera
• Operaciones conjuntas sobre el fracaso escolar. Mario Waserman
• Caso “Federico”. Silvia Diumenjo
• Comentarios sobre el “caso Federico”. Alicia Hasson
• Las escenas de Federico. Alicia Gamondi
• Inteligencia, pensamiento, simbolización. Silvia Bleichmar
• Constitución psíquica, dificultades de simbolización y
problemas de aprendizaje. Patricia Alvarez
• El déficit atencional y su sustrato: enfoque teórico-clínico.
Clara Rosa Roitman
• La educación como efecto visible de las vicisitudes,
contradicciones y malestares de la cultura. María Lucila Pelento
• El Pelouro: Centro Educativo de Integración. Sobre marginación e
integración. Teresa Ubeira Santoro – Juan Rodríguez de Llauder

138 CUESTIONES DE INFANCIA


CUESTIONES DE INFANCIA N° 7
“ENTRE LA URGENCIA Y LA CRONICIDAD.
PATOLOGIAS GRAVES EN NIÑOS”

INDICE
• El psicoanalista ante las patologías “graves” en niños. Entre la
urgencia y la cronicidad. Beatriz Janin
• Duelos en la infancia. Características, estructura y condiciones de
posibilidad. Gabriel Donzino
• Determinaciones endógenas y exógenas en las psicosis infantiles.
Silvia Gomel
• Consideraciones sobre el autismo. Juan José Calzetta
• Que pueda abrir la puerta para ir a jugar. Mariana Cervellini
• Comentarios acerca de “Que pueda abrir la puerta para ir a jugar”.
Silvia Morici
• Un sujeto en soledad: puntuaciones de un texto clínico.
Diego Moreira
• El ataque de pánico. Un estudio psicoanalítico. José Cernadas
• Inhibición a la impulsión en el marco de las patologías
del desvalimiento. Jorge Cantis
• Expresividad y sueños de niños y adolescentes con patologías graves.
María Rita Pousa Camba

CUESTIONES DE INFANCIA N° 8
“CRISIS SOCIAL Y SUBJETIVIDAD”

INDICE
• Duelo, trauma e identidad. María Cristina Rojas
• La crisis actual en la Argentina y sus efectos en los niños. Memoria y
futuro. Beatriz Janin
• Clínica psicoanalítica infantil en tiempos de crisis social. Silvia Morici
• El analisis con niños en el contexto de crisis. Nilda Neves
• Todo bien y me borro. Un caso clínico. María Eugenia Schierloh
• La transmisión generacional en la consulta por un niño.
Mabel Maffezzoli
• El caso Luis. Entre el síntoma y los fantasmas parentales.
Gabriel Donzino
• Exorcizar al destino. Reflexiones en torno al concepto de resiliencia.
Alicia Gamondi
• La deprivación simbólica. Juan José Calzetta
• Con la resistencia en la lengua. Diego Moreira
• Las familias y la crisis. Alicia Stolkiner
• Creación de un espacio psíquico durante el embarazo
en tiempos de crisis. Mabel Rodriguez Ponte; Ana Lía Ruiz

CUESTIONES DE INFANCIA 139

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