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I. Introducción. El Teatro bíblico de Tirso de Molina 2
IV. La parábola del hijo pródigo en otros autores del teatro barroco 14
IV.1. El hijo pródigo como tema en el teatro moderno 15
Bibliografía 18
Tanto es lo de más como lo de menos. Análisis de la parábola del hijo pródigo en Tirso de
Molina y otros autores del teatro áureo
La Antigüedad Clásica y la Biblia en la literatura medieval y del Siglo de Oro
Es habitual en el teatro del Siglo de Oro español la recurrencia a textos del Antiguo
y nuevo testamento como inspiraciones temáticas de diferentes obras. Entre los temas y
pasajes bíblicos más utilizados como fuentes destacan algunos que, por su universalidad,
su evidente aplicación a la ética de todas las épocas e incluso por su sencillez interpretativa,
recorren la historia de la literatura en manifestaciones diversas, en diferentes obras donde
su reflejo o su carácter de fuente de inspiración, es más claro o más difuso; más directo o
tangencial según los casos.
De estas palabras podemos inferir una de las principales características que separa el
auto sacramental barroco de sus modelos remotos, lo que lo define, esto es, la recurrencia
fuentes bíblicas con un afán didáctico y moralizador. En este sentido, se suelen seleccionar
pasajes o versículos que prescriben comportamientos éticos y aceptados como adecuados,
según la moral cristiana.
Por otro lado, resulta conveniente destacar, como hacen todos los estudiosos de la
historia del teatro, que el auto sacramental no se representaba en los corrales de comedia,
sino en la calle, integrándose en el fervoroso ambiente religioso que rodeaba a las fiestas
del Corpus Christi.
Además del Antiguo Testamento, Tirso tomó para sus obras algunas parábolas del
Nuevo Testamento, en las que demuestra un gran dominio de la complicación dramática y
que dotan a su producción de una notable variedad temática.
La otra fuente bíblica que podemos rastrear en el texto de Tirso es la parábola del
rico avariento (Lc. 16, 19-31), que muestra los relatos de Lázaro, un hombre pobre y
llagado que acaba subiendo al Cielo, y un hombre rico que termina en los infiernos.
19
«Era un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días
espléndidas fiestas. 20 Y uno pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su
portal, cubierto de llagas, 21 deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico... pero
hasta los perros venían y le lamían las llagas. 22Sucedió, pues, que murió el pobre y
fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue
sepultado. 23 «Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a
Abraham, y a Lázaro en su seno. 24 Y, gritando, dijo: “Padre Abraham, ten compasión
de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque
mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama.” 25 Pero Abraham le dijo:
“Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario,
sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. 26 Y además, entre
nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar
de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros.” 27 «Replicó:
“Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, 28 porque tengo cinco
hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de
tormento.” 29 Díjole Abraham: “Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan.” 30 El
dijo: “No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde
ellos, se convertirán.” 31 Le contestó: “Si no oyen a Moisés y a los profetas,
tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite.”»
como la moralité francesa Bien advisé, Mal advisé, tradición también recogida por Lope de
Vega. (Id.: id.)
Por otro lado, en la parábola del rico avariento se exponen los distintos destinos a
los que arriban en la vida ultraterrena un hombre rico pero avaro y Lázaro, un pobre
atormentado que alcanza el consuelo de los justos. Una sencilla parábola que viene a
reflejar, según el mito bíblico, el diferente destino de los hombres según los actos que
hayan marcado su vida.
Lo primero que llama nuestra atención al ller el título de la obra Tanto es lo de más
como de menos, es su carácter proverbial, su sonoridad apotégmica que nos recuerda los
refranes utilizados recurrentemente por el pueblo para expresar susabiduría. El uso de un
proverbio como título, aunque habitual e otros autores del teatro barroco, resulta más
recurrente y significativo en Tirso, como destaca F.C. Hayes:
Con ello Tirso persigue diferentes objetivos: aparte de dotar al título de su obra de
una cierta eufonía, sintetiza su mensaje principal en una fórmula fácilmente reconocible
para el público, un proverbio de uso común y con un significado inequívoco que en cierto
modo crea una expectativa ante la trama y el mensaje del que van a a ser receptores. Esta
circunstancia, lejos de restarle originalidad y atractivo, debe ser entendida dentro de las
características del auto sacramental y las obras de temática religiosa del Barroco, así como
en su peculiar contexto de producción y recepción. No obstante, como se indica en la cita
anterior, Tirso hará una interpretación más bien libre y amplificada del proverbio,
intentando sugerir en la acción significados y sentidos apenas connotados en su uso común.
Hemos de señalar también el vínculo claro del título con la situación que se
presenta: dos comportamientos igualmente inadecuados y tendentes a la perdición del alma,
por exceso, liberalidad (lo de más) y por avaricia (lo de menos).
Por otro lado, como suele observarse en otras obras de inspiración bíblica, el auto
presenta la oposición de dos comportamientos, uno juzgado positivamente y otro en forma
negativa, según la ética cristiana. De una parte, la actitud pecaminosa de Nineucio y, por
otra, Liberio y el bienaventurado Lázaro, que representan la identificación entre mérito y
valor nobiliario, de manera que La función dramática de esta figura ejemplar (Lázaro)
consiste en poner de relieve la inclinación de las dos figuras rivales Nineucio y Liberio
(Daressy: 89)
III.1.1. Personajes
En las primeras escenas de la obra la pastora Felicia se propone elegir entre tres
pretendientes: Nineucio, Liberio y Lázaro. Nineucio dispone de riqueza, de la que se
vanagloria, aunque es algo mayor que los otros dos pretendientes, Según Liberio, Felicia
siente predilección por Nineucio, lo que supone un gran error, que deriva
fundamentalmente de su misma condición de mujer.
En la misma elección de los nombres de los personajes como suele ocurrir en otros
autos sacramentales podemos atisbar un cierto simbolismo, ya que vienen a reflejar la
principal cualidad o característica de que son portadores. Así, Liberio muestra en la obra su
excesivo afán de lujo y despilfarro (liberalidad excesiva) frente a la contención y mesura de
su hermano Modesto. Este último, viendo la vida disoluta de Liberio, insta a su padre a
Del nombre de ésta, podemos extraer otro significado simbólico de la obra: Liberio,
a pesar de su tendencia al dispendio/ liberalidad, no ha podido conseguir a Felicia (La
felicidad). Su hermano Modesto - cuyo nombre presenta un sentido evidente - se muestra
trabajador y leal a su padre, aunque a la vez crítico con los desmanes de Liberio. Ante esta
crítica, Clemente decide dar a Liberio su parte de la herencia y dejarle marchar a Egipto.
MODESTO
No te espantes de que viva 385
Liberio tan sueltamente,
señor, si en tu amor estriba
de sus vicios la corriente
que su juventud derriba.
Si por ser hijo menor 390
te ha de ocasionar tu amor
a consentir lo que pasa,
sin que tenga a nadie en casa
ni respeto, ni temor,
cuando disipe tu hacienda, 395
tu fama desacredite,
juegue, desperdicie, venda,
llórelo quien lo permite
y le da tan larga rienda;
que yo, cumpliendo con esto, 400
y a obedecerte dispuesto,
aunque soy hijo mayor,
me quejaré de tu amor
y sus locuras.
Por otro lado, encontramos a Nineucio, poseedor de tierras, que en sus primeras
apariciones niega el perdón a un criado que le había sustraído unas monedas, incluso a
pesar de que Dina, su esposa, intercede por él. Además, se inhibe de prestar ayuda a Simón,
quien le solicita dinero para poder enterrar a su esposa. En ese momento interviene Lázaro,
en favor de Simón y llega a ofrecer a Nineucio una granja en Jordania, a cambio de la
liberación del mayordomo. Por tanto, frente al materialismo y la arrogancia de Nineucio,
Lázaro dice defender otros ideales más altos o espirituales (vv. 375 - 378).
Contra esta teoría, Tirso quiere poder de relieve del conocimiento, la autoconciencia
de la acción inmoral, para acabar desvinculando al personaje de la virtud que
supuestamente habría heredado de sus antecesores.
Tal y como hemos señalado en diversos puntos de este trabajo, en Tanto es lo de más
como lo de menos confluyen las parábolas bíblicas del Hijo Pródigo y el Rico Avariento, a
cuyo engarce contribuye la inclusión de diversas figuras alegóricas.
Analizando un poco más de cerca la parábola del hijo pródigo (Lucas 15, 11 - 22) y
su gran capacidad sugestiva, la necesidad mostrada por Liberio de abandonar a su padre y
conocer nuevas tierras, nos sugiere una motivación, que si no justifica su actitud al menos
puede matizar la censura que pudiera merecer por parte de los espectadores de la época. Es
la necesidad de recorrer nuevos lugares, conocer otras personas: el tópico literario y
filosófico del homo viator u homen itineribus. En efecto, como señala García de Cortázar
(1994) el camino físico de la peregrinación religiosa tan frecuentada en la Edad Media,
adquiere a partir de los siglos XIV y XV un nuevo sentido y así el hombre se convierte en
El camino que emprende el hijo pródigo, por tanto, más que como separación o
desarraigo familiar puede entenderse como un rito de preparación o incluso como reflejo de
la existencia humana misma:
El camino físico del viajero que se desplaza de un lugar a otro. El camino simbólico de quien hace de
su vida una búsqueda de perfección o, cuando menos, de desasimiento respecto al mundo, concebido
como simple tránsito, como mera vía, para la morada definitiva del cielo. Viajeros, peregrinos en
esas dos dimensiones [...] (García de Cortázar: id.)
Cabe señalar que en la versión del mismo pasaje de Lope, que se mencionará más
adelante, Pródigo y el personajes alegórico de juventud emprenden un camino en el que se
encuentran con los alegóricos Juego y Lascivia, que pasan a ser sus criados. En este punto,
el padre que había salido al encuentro de su hijo, se dispone a darle parte de su herencia,
algo que no hará si lo ve en tan malas compañías, como finalmente escogerá. En efecto, en
este punto de la obra el hijo parte a la ciudad del deleite con estas dos compañías. Vemos,
pues, un contraste entre la peregrinación como experiencia positiva, casi mística, y la
censura de los individuos itinerantes.
En el caso de la parábola del rico avariento (Lucas 16, 19-31), el personaje está
representado en la obra tirsiana por Nineucio, a quien Felicia se refiere explícitamente con
este apelativo (v. 305)
pueden encontrarse en La viña del señor (1674) y Los alimentos del hombre (1676).
Además es un tema que en la época dio lugar a disputas entre diversos economistas (Suárez
Miramón: 23 y ss). Autores como Bartolomé Clavero y Hermenegildo de Rojas hacen una
encendida defensa del mayorazgo frente a las teorías de López Bravo, a las que se adscribe
Calderón, que postulaban el merecimiento por la virtud.
IV. La parábola del hijo pródigo en otros autores del teatro barroco
Tal y como se señalaba al al principio, los motivos del hijo pródigo y el rico
avariento, gozaron de considerable fortuna como inspiradores de obras del teatro barroco.
El mismo Lope de Vega, intercaló una obra con ese título en El peregrino en su patria,
novela que Barrera presume de redacción muy posterior al auto señalado del mismo modo
que El viaje del alma; Las bodas entre el alma y el amor y La Maya, también inscritas en la
misma novela y que vienen a corroborar lo recurrente de este procedimiento en las obras
del "Fénix". Como señala Menéndez Pelayo (2008: 25) tres de estas piezas no son, en rigor,
autos sacramentales ni autos de nacimiento, sino que vendrían a constituir una muestra de
un género poco común en nuestro teatro primitivo, acaso similares a las moralidades de la
literatura francesa del siglo XV.
También Calderón recoge en El Gran Mercado del mundo el motivo del hijo
pródigo, aunque no lo hace directamente. Si bien en la parábola bíblica cada hijo toma una
determinación diferente, quedarse o irse, en la obra calderoniana los dos hijos se marchan,
pidiendo a su padre la parte de herencia que les corresponde. No obstante, resulta
significativo que sólo soliciten un talento, lo mínimo si se tiene en cuenta que el amo
reparte más entre sus siervos, según su capacidad, cinco dos y un talento respectivamente.
(Suárez Miramón: 69).
Por otro lado la obra El hijo pródigo de Agustín Moreto, única de este autor basada
en una parábola evangélica, Liberio desprecia a la mujer que lo ama, Celia, verdadera
protagonista de la acción dramática hacia quien se desvía la atención en lo que constituye
su principal originalidad, es decir, en mostrar no sólo los actos del rico avariento, sino
también las consecuencias que esta avaricia tiene para los demás individuos de su entorno.
En este sentido, Moreto centra sus tres comedias bíblicas en el amor encarnado en tres
personajes femeninos: Susana, Fénix y Celia, que lo convierten en el motivo e hilo
conductor de sus acciones (Domínguez Matito y Martínez Berbel: 605).
perfectamente con uno de los últimos parlamentos de Clemente (escena III) en el que espeta
a su hijo:
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