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El mundo medico no se ha percatado de la existencia del síndrome hasta hace
40 años. En 1961 J.C.P. Williams, un cardiólogo neocelandés, advirtió que un
grupo de pacientes pediátricos compartían determinados síntomas. Además de
problemas cardiacos semejantes, tenían rasgos de elfos (nariz respingona,
barbilla reducida, ojos saltones, orejas ovaladas, boca grande y labios gruesos)
y eran, al parecer, retrasados mentales.
De bebes muestran dificultades para la lactancia, duermen mal y pueden ser
muy irritables. A medida que crecen su voz se hace ronca y proceden con
extrema lentitud en el desarrollo. Por termino medio comienzan a andar
pasados los 20 meses, a menudo sobre los talones, algo que suele persistir a
lo largo de toda la vida y que les confiere un extraño aspecto al andar. Además
estos enfermos, muy sensibles al ruido, suelen ser de corta estatura en relación
con los demás niños de su entorno, y parecen envejecer prematuramente
(arrugas prematuras y cabello gris).
Existen casos de niños con síndrome de Williams que con 13 años tienen un
coeficiente intelectual de 50 (deficiente mental), que escriben y leen como sus
semejantes de 6 años y, sin embargo, se expresan con una extraordinaria
belleza.
Se ha descubierto que los pacientes con síndrome de Williams utilizan un
vocabulario bastante más amplio de lo que cabe esperar para su edad mental y
tienden a ser más expresivos que los niños de su edad. A medida que relatan
un cuento alteran el tono, el volumen, la longitud de las palabras o el ritmo para
aportar mayor viveza y fuerza emocional al relato. También añaden
interjecciones para captar la atención y mantener el interés de los que le
escuchan. El aspecto negativo de esta característica es que los adultos
encargados de su educación frecuentemente creen que estos niños poseen
una capacidad de raciocinio mucho mayor de la que realmente tienen, por lo
que se les priva del apoyo necesario para poder superar las tareas escolares.
A pesar de su especial capacidad para utilizar el lenguaje hablado
experimentan serias dificultades para realizar trabajos que requieran elaborar
imágenes, así por ejemplo tienen dificultades para escribir y dibujar.
En 1992 se descubrió que esta afección se debía a la perdida de cierta región
minúscula de una de las dos copias del cromosoma 7 presente en cada una de
las células del organismo. Se especula que este fragmento que falta puede
contener en torno a 15 genes.