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Para comprobar la existencia o no-existencia de Dios, se nos han propuesto dos textos:
“Proslogion” y “Crítica de la razón pura”, el primero probando la existencia de este ser y el
segundo criticando los argumentos usados y comprobando la falsedad de estos.
Mi postura al respecto, va en contra de San Anselmo, pero tampoco va a favor de Kant.
¿Existe Dios realmente? esta duda es el eje principal de la obra “Proslogion” del filósofo
escolástico Anselmo de Canterbury. El propósito del libro es rendirle cierto homenaje a la
figura de Dios, mediante oraciones y pruebas que demuestren su existencia, mediante una
única prueba que sea suficiente por sí sola. Canterbury pretende encontrarle un fundamento
racional a la fe y que ésta a su vez se apoye de la razón (éste equilibrio entre fe y razón que
se pretende encontrar, es justamente el fundamento de la escolástica). Esta serie de
razones por las cuales concebir a Dios como ser existente, fueron denominadas, por el
filósofo prusiano Immanuel Kant “argumento ontológico”
En primer lugar, el autor pretende incitarnos a contemplar a Dios, puesto que además de
atribuirle cualidades favorables, cree que su fin último es encontrarlo y por consiguiente
inicia una búsqueda de aquel argumento preciso que ayude a demostrar su existencia:
“Señor, empujado por la necesidad, he comenzado a buscarte” (Capítulo 1, 1.456).
Posteriormente, se afirma que encima de Él no se puede concebir nada mediante el
pensamiento, un ser del cual no se puede imaginar nada, ni en el pensamiento ni en la
realidad. El lenguaje es limitado por la realidad y a su vez, Dios sería el límite de esta.
En consecuencia de lo mencionado anteriormente, no se puede imaginar que este ser
divino no exista, ya que podemos concebir que este ser no pueda ser pensado como
existente en realidad, pero Él es mayor que aquel cuya idea no implica necesariamente
existencia y si el es mayor que cualquier otro ser/cosa no puede ser considerado como no
existente, ya que sería contradictorio, por ende, Dios sí existe y tan verdaderamente que no
es posible pensarlo como no existente. Él no puede ser concebido sin existir. Todo aquello
que no es Dios, es inferior y esta condición invalida todas las posibles opiniones que niegan
su existencia. Aquellos que creen que este ser es no-existente, son poco sensatos y no
poseen inteligencia.
Por su parte, se le atribuyen cualidades muy buenas a la figura de Dios, el que existe por
encima de todos, justo, verdadero, feliz y todo aquello que valga más la pena que exista a
que no exista (refiere a las cualidades). Es un ser sensible pero sin gozar de un cuerpo,
puede percibir las esencias mismas de las cosas, por ende lo corpóreo sería innecesario
tratándose de Él. Asimismo es omnipotente, aunque algunas cosas no le sea posible
ejecutar: corromperse, mentir, ni hacer que lo verdadero sea falso, ni que lo que está hecho
no lo sea, etc. Posee realmente esta cualidad, entendida en cuanto, no puede nada que
provenga de la impotencia y nada a su vez, puede prevalecer contra de Él. Dios es la vida,
es aquello que perdurará eternamente en todas partes. Dios existe verdaderamente, puesto
que no tiene pasado ni futuro, sino únicamente, un presente, es decir, no hay momento en
que se de como un ser no-existente. Dios es todo y no carece de nada.
Luego de la perseverancia de San Anselmo por llegar a aquella respuesta que esperaba oír,
Kant en su libro “Crítica de la razón pura” pone en duda la veracidad de los argumentos
utilizados por Canterbury mediante una serie de argumentos contenidos en la Sección
cuarta denominada “Imposibilidad de una prueba ontológica de la existencia de Dios”.
Aquí se plantea la noción de un “ser absolutamente necesario”, el cual sería un concepto
puro de razón, es decir, su objetividad dista mucho de quedar demostrada, por el simple
Mariana Díaz Goldzveig
Lectura y escritura filosófica