La aplicación industrial de un catalizador heterogéneo requiere de la
optimización de las tres principales características de un catalizador: actividad, selectividad y estabilidad.
ACTIVIDAD
La actividad es la consecuencia directa del efecto acelerador, y se define como
una velocidad de reacción en moles transformados por segundo y por gramo de catalizador. En el caso de algunos catalizadores se prefiere dar esta velocidad corregida por el área del catalizador o mejor aún normalizada por el número de átomos de catalizador que están en contacto con la reacción. Esta última expresión de la velocidad ha sido muy útil para establecer una clasificación de las reacciones catalíticas. Reacciones "fáciles" o insensibles a la estructura y reacciones "exigentes" o sensibles a la estructura. En el primer tipo de reacciones la velocidad depende tan sólo del número total de átomos de catalizador en contacto con el fluido, mientras que en el segundo caso depende de sólo algún tipo de átomo en particular, como por ejemplo átomos en las esquinas de los cristales de catalizador, un arreglo geométrico de átomos (dos o tres), etcétera.
En este tipo de expresión de la velocidad, la determinación del número de
átomos superficiales de catalizador es la etapa crítica. Si bien en el caso de los metales es relativamente fácil evaluar ese número a partir de la quimisorción de hidrógeno, en otros compuestos catalíticos como los óxidos y los sulfuros esta determinación no está aún bien clarificada. SELECTIVIDAD
La selectividad de un catalizador está relacionada con el efecto orientador de la
reacción en una dirección preferente. Esta cualidad es debida a que el catalizador abre nuevos caminos de reacción con menor energía de activación, los cuales desembocan en una mayor cantidad del producto o en nuevos productos. Un catalizador es más selectivo mientras da mayor cantidad del producto deseado. La selectividad se puede definir como la cantidad de producto constituido en función de la velocidad total de formación de productos.
En la reacción:
La selectividad hacia B será:
ESTABILIDAD
La estabilidad de un catalizador es la variable final a optimizar en su aplicación
industrial y la que se relaciona directamente con la vida útil del catalizador. La vida de operación de un catalizador debe ser evaluada en función de la cantidad de productos formados, de manera que en el mínimo de tiempo debe permitir amortizar el costo del catalizador y la operación del proceso. Si bien en las condiciones de uso de los catalizadores en la actualidad casi todos éstos sobrepasan largamente este mínimo de vida útil, se requiere de una serie de prevenciones para evitar que el catalizador se desactive prematuramente. Para optimizar un catalizador con máxima actividad, selectividad y estabilidad se le imponen los siguientes requerimientos:
El catalizador debe tener alta actividad. El rendimiento del catalizador para
los procesos de gran tonelaje debe superar habitualmente los 20 g/l·h, en caso contrario, se necesitarían aparatos de extremadamente voluminosos o en grandes cantidades. A la par de la composición química, el catalizador activo necesita una gran superficie específica y una óptima estructura porosa. El catalizador debe tener una alta selectividad. En caso contrario, aumentan los gastos de depuración y separación de los productos finales. Es deseable una selectividad del 100%, pero ésta es difícil de alcanzar. Sin embargo, para fabricar un catalizador de alta selectividad no es obligatoria una elevada superficie específica. El valor requerido de la selectividad es distinto para diversos procesos; se determina por estimaciones económicas a partir del coste de las materias primas en el precio del producto final. El catalizador debe tener una estabilidad suficiente ante el envenenamiento con venenos catalíticos. También es deseable minimizar los sedimentos del coque en la superficie del catalizador en las reacciones orgánicas, prolongar al máximo el período operativo del catalizador antes de la regeneración. El catalizador no debe ser demasiado sensible a los sobrecalentamientos durante las reacciones exotérmicas. Es importante que el sobrecalentamiento en 50-100°С por encima de la temperatura reglamentaria del proceso no provoque la pérdida irreversible de la actividad. La elaboración del catalizador debe ser de fácil reproducción. La composición y la estructura de la masa del catalizador y de cada gránulo, por separado, deben ser homogéneas. El catalizador debe ser mecánicamente resistente. Los catalizadores no deben ser aplastados por el peso de su capa y fracturarse en caída libre desde una altura un tanto superior a la altura del aparato de contacto. Si el carácter del peso sobre un grano es puntual en la capa alta de contacto, ésta última puede alcanzar valores considerables y tener un carácter fracturador más que aplastador. El catalizador debe tener una alta resistencia mecánica a la abrasión. Generalmente, las exigencias de alta resistencia mecánica a la abrasión se requieren del catalizador que se aplica en condiciones de capa móvil con circulación o en capa hirviente. El catalizador no debe perder su actividad ni selectividad ni resistencia mecánica bajo la acción de los procesos que se suceden en su superficie. La prolongación de la operatividad del catalizador, independientemente de las causas que la determinan, no debe ser demasiado corta. Si la explotación industrial es normal, el catalizador debe renovarse, como máximo, una vez al mes.
Moragues Ribes, Francisco - Tesis - Desarrollo y Validación de Métodos Analíticos de Cromatografía Líquida de Alta Eficacia Con Detección Por Espectrometría de Masas