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Introducción: Hoy día hay muchísimos autores de libros, y libros muchos más. Hay
para todos los gustos y necesidades; se considera que se escriben muchos artículos
médicos y científicos cada día, tantos que el hombre no alcanza a leerlos y menos
a asimilarlos, pero son sin duda interesantes, pues hablan de la salud del hombre y
los nuevos descubrimientos y avances de la ciencia. Ahora estudiaremos un libro
único, celestial, su contenido es vital, es propiedad de Dios, pues lo llama “Su
libro”… es el LIBRO DE LA VIDA:
“Así que, hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía, estad así firmes
en el Señor, amados. Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en
el Señor. Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que
combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los
demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.”
Nota: Por las condiciones del cielo mismo (me refiero a la habitación de Dios)
el material que lo compone es único. Es celestial también porque está en el
cielo y su escritura es única. Así como hay lenguas celestiales, también hay
escrituras celestiales, recordemos que Daniel tuvo que interpretar con la
ayuda de Dios el mensaje escrito en la pared para el rey Belsasar (Daniel
5:5).
“No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino
solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.”
Nota: El versículo nos enseña un nuevo título: “el libro de la vida del Cordero”,
el término Cordero nos recuerda el sacrificio en el altar, y señala a Cristo, el
cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y es “del Cordero” porque
destaca que la fe en él es el camino para que nuestro nombre sea inscrito allí.
“El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro
de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles.
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
1. Vestiduras blancas,
2. Nuestro nombre permanecerá para siempre en el libro de la vida,
3. Nuestro nombre será confesado por Cristo delante del Padre y sus ángeles.