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La Sobrevaloración del Apego

Hace unos meses, Elisabeth Meins iniciaba en la revista The Psychologist una serie
donde psicólogos escogen y tratan un concepto que a su juicio había sido
sobrevalorado y otro que había sido infravalorado en Psicología. Meins escogió
como concepto sobrevalorado la capacidad de predicción del Apego y como
infravalorado la Resiliencia. Existe la creencia de que un apego seguro, fiable
y amoroso en la infancia tiene efectos beneficiosos no sólo a corto plazo sino
también a largo plazo y que un apego inseguro predice todo tipo de cosas negativas
en la vida: problemas de salud, problemas mentales, abuso de sustancias,
criminalidad, etc. Ahora vamos a ver que esto no es así y vamos a ver también que
la Teoría del Apego tiene otros problemas y puntos débiles. Pero antes de entrar en
materia vamos a repasar brevemente la historia de la Teoría del Apego.

John Bowlby fue un psicoanalista británico que como muchos otros psicoanalistas
creía que los vínculos tempranos entre las madres y los hijos tenían un impacto
posterior a lo largo de la vida. Desarrolló el modelo del Apego para intentar explicar
estas relaciones y hay que decir muchas cosas buenas de Bowlby. Por ejemplo, que
promovía tests y pruebas empíricas de su teoría, que citaba no sólo casos clínicos,
como otros psicoanalistas, sino también referencias de investigación. También
estaba dispuesto a cambiar de opinión si los datos decían otra cosa y en su último
libro rechazó muchas teoría psicoanalíticas clásicas. Y, algo muy importante para un
blog con inspiración evolucionista como éste, Bowlby tuvo en cuenta la teoría de la
evolución e hipotetizó que la evolución había creado unos módulos tanto en la
madre como en el hijo destinados a promover los vínculos del apego siendo el
objetivo biológico del mismo la supervivencia del niño. Se puede decir que la Teoría
del Apego es el primer intento serio de hacer una teoría psicoanalítica científica,
que se pudiera testar y refutar.

La principal hipótesis de Bowlby fue que la calidad del vínculo entre madre e hijo
influencia todas las relaciones íntimas posteriores en la vida. Para él la calidad de la
maternidad era el factor central del desarrollo psicológico y su cualidad, buena o
mala, se generalizaría a otras relaciones tanto con niños como con adultos a lo
largo de la vida. En sus primeros escritos propuso que la “deprivación maternal” (la
ausencia física o emocional de la madre durante la infancia) causaba un gran
número de psicopatologías. Ahora sabemos por estudios como los de Rutter que no
hay una relación directa entre ausencia materna y psicopatología posterior: el
efecto negativo de la deprivación materna sólo se mantiene si coexisten otros
factores de riesgo pero es reversible si estos factores están ausentes.

La responsable de que la teoría del Apego sobreviviera a Bowlby fue probablemente


Mary Ainsworth que estudió la conducta de los niños con una prueba llamada la
Situación Extraña que consistía en que madre e hijo llegan a una habitación donde
hay un extraño y entonces la madre se ausenta durante unos minutos y luego
vuelve. Se valora la conducta del niño durante la ausencia y durante la reunión
posterior al volver la madre. Según la reacción de los niños se habla de un apego
seguro y un apego inseguro. A su vez el apego inseguro se subdivide en: inseguro-
evitativo, inseguro-ambivalente y el último que se añadió, inseguro-desorganizado.
Aproximadamente el 60% de los niños muestran un apego seguro en esta situación
y el resto un apego inseguro.

Y vamos ya con lo que dice Meins y con los problemas que no tiene resueltos la
Teoría del Apego. Para empezar, nunca se ha probado que un apego seguro en la
infancia prediga unas relaciones íntimas satisfactorias en la edad adulta, no hay
evidencia de que el tipo de apego sirva para predecir realmente algo en la vida
adulta, ni siquiera que el apego temprano prediga cómo va a ser el apego
posterior. Hay autores que no han encontrado consistencia entre el apego a 1 año
de vida y el apego a los 18. En cuanto a la predicción de psicopatología, Doziwer,
Storall y Albus concluyen: “es improbable que el apego inseguro sea una causa ni
necesaria ni suficiente para un trastorno posterior y en algunos casos es más bien
un efecto del trastorno mismo más que una causa”.

Por otro lado, se ha considerado que el apego se debe a la atención y a los


cuidados que provee la madre y se ha ignorado que el apego es una relación
interpersonal y no un rasgo individual. Esto se ilustra muy bien en estudios en los
que se ha clasificado al mismo hijo en diferente tipo de apego según que la prueba
se haga con el padre o con la madre. También, si todo depende de la madre, todos
los hijos deberían tener el mismo tipo de apego pero esto no es así (acepto que se
puede contra-argumentar que la madre ha cambiado entre un hijo y otro) y luego
veremos la que creo que es la principal objeción a la Teoría del Apego.

También, se ha patologizado el apego inseguro pero si tenemos en cuenta que está


presente en el 40% de los niños tiene poco sentido decir que es “anormal”.
Diferentes tipos de apego pueden representar diferencias individuales que se dan
también en otros aspectos del desarrollo de los niños. Cada niño es diferente en su
capacidad para andar, en la altura, peso y no hacemos un mundo de ello. No hay
razón para coger el tipo de apego seguro y convertirlo en el patrón oro que todo
niño debe conseguir.

Desde el punto de vista evolucionista, la Teoría del Apego se centra en el papel de


la madre y excluye otras figuras de la vida del niño, aspecto que probablemente se
debe a las raíces psicoanalistas de la teoría. Pero si estudiamos otras culturas o
vemos la historia evolutiva de nuestra especie observamos que los niños han tenido
múltiples cuidadores porque las madres han tenido que estar pendientes de su
propia supervivencia y de trabajar o hacer otras tareas. La norma ha sido la crianza
cooperativa, aspecto en el que ha insistido la antropóloga Sara Hrdy. Que las
madres críen los hijos en exclusiva es un invento moderno de la era industrial y es
muy dudoso que los niños estén programados para vincularse a un solo cuidador.
Este énfasis en el papel de la madre puede crear preocupación y angustia en las
madres al poner en ellas la presión de que cualquier cosa que hagan va a tener
unas consecuencias irreparables de por vida.

Por último, la Teoría del Apego se olvida de los genes y de la personalidad del niño.
Se ha visto en estudios que la personalidad o temperamento del niño es un gran
predictor de su comportamiento en la Situación Extraña y también que la
heredabilidad del estilo de apego en esta prueba es del 25% debiéndose el otro
75% al ambiente no compartido. Volvemos a lo que decíamos más arriba: el apego
es interactivo, no es algo que la madre hace al niño y muchas conductas de la
madre pueden ser reactivas a la personalidad y conducta del niño. Niños difíciles
pueden tener más dificultades para hacer el apego o una predisposición
determinada. Hay un 15% de niños que crecen en un ambiente óptimo y tienen un
apego inseguro-desorganizado, ¿cómo integramos esto? Pues la explicación es que
algunos niños son resilientes y resisten experiencias traumáticas mientras que otros
son más vulnerables y no hacen un buen apego ni en circunstancias óptimas. La
Teoría del Apego no ha prestado la suficiente atención a este aspecto.

Como veíamos en la entrada dedicada a los mitos de la Infancia hay historias y


narraciones que son muy queridas en nuestra cultura y son inasequibles al
desaliento. Llevan siglos con nosotros y parece que no nos las vamos a quitar de
encima en mucho tiempo, tal vez porque nos dan una explicación simple y fácil de
entender de causas y efectos. El apego seguro lleva a cosas buenas en la vida y el
apego inseguro a cosas malas, sencillo. Meternos en complicaciones como que a
pesar de experiencias traumáticas tempranas la mayoría de las personas tiene un
desarrollo prácticamente normal debido a la resiliencia y a la capacidad plástica y
correctora de experiencias posteriores es meternos en complicaciones y algo más
difícil de entender.

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