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NOEMI Y RUTH: SIETE MAESTROS MASONES

En el Antiguo Testamento, en el Libro de Ruth, se cuenta que Elimélek, cuyo


nombre significa: mi Dios es rey, su esposa Noemí, que significa: mi
dulzura, y sus dos hijos varones, se establecieron en las tierras de Moab
procedentes de Belén de Judá. Al cabo del tiempo Elimélek murió
dejando viuda a Noemí con sus dos hijos. Estos tomaron por esposas a
dos mujeres moabitas, Orpá y Ruth. Años después los maridos de
ambas también murieron, quedando Noemí sola con sus dos nueras.
Entonces, Noemí, anciana y sin otros hijos, comprendió que no podía dar
nada a las dos jóvenes y les pidió a éstas que volvieran con sus
respectivas familias y rehicieran sus vidas junto a los suyos, ya que ella
había decidido retornar a la tierra de sus antepasados.
Orpá, (ORFA)que significa: la que vuelve la espalda, accede y deja a Noemí,
pero en cambio Ruth, cuyo nombre significa: la amiga, se niega a
abandonar a su suegra: No me ruegues que te deje y que me aparte de
ti; porque adondequiera que tú vayas, yo iré; y dondequiera que tú 2
vivas, yo viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios, y la
acompaña en su regreso a Judá. Ruth toma pues la decisión de
continuar adherida a la familia de su difunto esposo, y por eso mismo a
su Tradición.
Ya en Belén, y dado que era el tiempo de la siega, Ruth va a recoger espigas
a los campos de Boaz, un pariente de Noemí, recibiendo de éste como
salario por su trabajo, una porción de grano, suficiente para
alimentarse ella y Noemí. Boaz queda impresionado por el trabajo sin
descanso de la joven moabita así como por la noble acción de ésta hacia
su suegra.
Finalmente cuenta el relato cómo siguiendo las instrucciones de su suegra,
Ruth se casará con Boaz, por ser éste el pariente a quien corresponde,
según las costumbres del levirato (costumbre que tenía como fin evitar
que las viudas quedaran sin recursos), el rescate de la joven, es decir
que debía actuar como goel el hermano (levir) del esposo, o bien el
pariente más próximo, lo cual significaba atender o desposar a la mujer
de la familia que ha quedado viuda y sin hijos. Siendo por sus
cualidades, según continúa el relato bíblico, que Ruth se hace
merecedora de restablecer esta cadena dinástica.
He aquí cómo es a través de Ruth, que con firme decisión restituye la
Tradición, que Noemí se convierte de nuevo en madre espiritual de
Ruth y en la abuela legítima del hijo que su nuera tiene con Boaz, ya
que de acuerdo a las leyes tradicionales de la tierra de Judá, el hijo de
Ruth, Obed, (el servidor), es hijo de viuda, puesto que Boaz pasa a
ocupar el puesto del esposo muerto, restableciéndose con el fruto de
este levirato, el lazo de la genealogía de David, de la que nacerá el
propio Cristo.
Los masones podemos reconocer en este relato del Libro de Ruth una
historia simbólica, tremendamente rica y muy cercana a nosotros
mismos por cuanto nos consideramos "Los Hijos de la Viuda".
El que Ruth, ante la disyuntiva de desligarse de la Tradición donde fue
recibida por matrimonio, esto es, libremente y por amor, decidiera
permanecer vinculada a ella, ofrece una correspondencia simbólica
perfecta con el propio proceso de la iniciación, y con las pruebas de que
consta, las que siempre exigen un acto de afirmación permanente. Un
acto que nos dé la medida de nuestra libertad. 3
Tras recibir la iniciación virtual, el aprendiz masón debe perseverar por
comprender los símbolos y los ritos de la tradición a la que se ha
adherido, procurando a través del estudio y la investigación desvelar su
mensaje, para que esa iniciación se haga efectiva. Por ello es
imprescindible integrarse totalmente en la Orden, confiar en los
símbolos y ritos que la Masonería, rama de la Tradición Primordial, ha
puesto a nuestro alcance, convencidos de que sólo la adhesión sincera
al modelo habrá de culminar dándonos los frutos que nuestro propio
esfuerzo habrá merecido. Convencidos de que sólo el conocimiento del
modelo nos habrá de dar la cualificación que necesitamos para
trascenderlo.
Recordaremos que es precisamente en la columna B, donde los aprendices
masones reciben su salario, como Ruth recibió de Boaz, el cereal que
ganó con su trabajo. El hecho de que en algunas Logias la Biblia se
disponga abierta justamente por el Libro de Ruth, muestra la
importancia que para los masones tiene el mensaje implícito en esta
leyenda mítica, que aparece además como símbolo en ciertos altos
grados.
En realidad se trata de ser coherente con el propio camino emprendido,
con un "ponerse al orden" de aquella energía que nos hizo tomar una
decisión y una vía en busca de una salida vertical que nos libere del
plano chato de una existencia vulgar. Cualquier resultado que
obtengamos dependerá de la importancia que demos en nuestra vida a
esa toma de decisión inicial, y de la perseverancia en el estudio y el
trabajo, pues en eso radica el rito del masón, y por consiguiente es el
único modo capaz de hacernos vencer flaquezas y pérdida de memoria.
En definitiva si en algún momento ha existido furor intelectual, la tarea
consiste en conseguir mantener el fuego vivo, es decir nuestras ganas
de Conocer, o la pasión por el Conocimiento.
Tanto Orpá como Ruth tienen en sus manos la decisión de seguir o no la
Tradición de sus esposos; ya que a ambas se les presenta la
oportunidad de escoger libremente continuar adheridas o por el
contrario desvincularse de ella; es pues una referencia simbólica que
tiene que ver con el libre albedrío, y en definitiva con la opción de
escoger, que siempre es una manera de definirnos. El masón, como
Ruth, debe seguir a su corazón y sus más nobles sentimientos antes que
el argumento razonado y egoísta por el que se decanta Orpá. 4
Esta idea está perfectamente expresada también en la carta VI del Tarot, El
Enamorado. En esta lámina se ve a un joven que se halla entre dos
mujeres que le invitan a seguir el camino que cada una de ellas
representa. Mientras una le señala sus partes exteriores, sus ropajes,
atrayéndole hacia la corriente del punto de vista exterior y profano, la
otra, que le está señalando su corazón, le muestra la vía de las pasiones
más elevadas, el corazón como símbolo del Amor Verdadero. Aunque lo
que mayormente están indicando ambas simbólicas, la bíblica y la
hermética, es que está siempre en la libertad de cada cual escoger el
camino más acorde con nuestra naturaleza. El libre albedrío no puede
ejercerse si antes no se reconocen esas dos fuerzas, la espiritual-
intelectual, y la material, y se aprende a distinguir de qué modo ejercen
su influencia sobre nosotros. Los pitagóricos expresaban esta misma
idea mediante la letra Y. Un mismo tronco que se bifurca en dos
direcciones, idéntico a la idea contenida en el caduceo de Hermes.
Los masones somos Filósofos de la Naturaleza. De la Cosmogonía
extraemos el conocimiento de nuestra ciencia, la Ciencia Sagrada, que
es aquella que nos enseña a descubrir las relaciones armónicas del
Universo, y donde vemos el símbolo de una arquitectura Divina. Por eso
somos también constructores de ideas y amantes de la Cultura y del
Saber acumulado por nuestros maestros y antepasados. Arquitectos de
un modelo de sociedad que organiza de igual modo tanto al grupo
social, como el interior de cada hombre, porque hemos comprendido
que micro y macro, (Hombre y Cosmos) son sólo dos puntos de vista
desde donde enfocar una misma realidad, el Ser Universal.
Por eso, y porque no se construye una obra grande si no se empieza por lo
más pequeño de ella, el masón trabaja fundamentalmente en la
sociedad interna, jerarquizando y priorizando dentro de sí, ya que la
obra de su interés es él mismo. El Arte Real, como también se denomina
a la Masonería, consiste en lograr la coherencia de aquello que se
edifica en todos los actos de nuestra vida, no en vano se dice en nuestro
ritual acabar fuera la obra emprendida dentro de nuestro Templo.
Cada vez que realizamos una tenida revivimos, mediante el rito, una
energía-fuerza con la que alimentamos la llama de nuestro corazón,
encendida el día de nuestra iniciación, pero es fuera del Templo, en
nuestra cotidianidad donde debemos hacer que siga ardiendo la llama
ardiente de ese amor, contagiando toda actividad y pensamiento de 5
nuestra vida; esa es nuestra obra interna y a la vez nuestra obra en el
mundo.
Para finalizar quiero traer a luz las palabras de Federico González vertidas
en su libro Simbolismo y Arte que son síntesis y brújula de una
enseñanza antigua:
En cuanto a los trabajos del "aprendiz" lo primero es llevar la idea de rito a
todos los ámbitos de la vida y su cotidianidad personal. Lo segundo es
saber que esto no debe realizarse nunca de manera literal, de una
forma lineal, sino que más bien se trata de vivir al ritmo del compás
cósmico, advirtiendo la sacralidad del entorno físico-anímico, derivado
de un ser espiritual, tan invisible como inteligente. No es pues sólo una
sistematización de gestos e invocaciones que siempre acaban de forma
esclerotizada, sino la intuición de la Verdad y la Belleza reunidas
armónicamente en el cuerpo de la Inteligencia universal, deidad tan
precisa como esquiva, siempre aérea y radiante.1
En nuestra Logia, que es una representación simbólica de todas las fuerzas
que rigen en el mundo, la columna B (Boaz) donde se sitúa el 1er.
Vigilante, es la columna de la Fuerza, y es ahí donde los aprendices
masones reciben su salario, es decir es de la propia fuerza, y de la
propia iniciativa, de donde el masón obtiene su recompensa, ya que esa
"propia fuerza" individual, no es otra que la Propia Fuerza del Creador,
es decir, del Eterno Maestro de Obras como llamó nuestro antepasado
Cornelio Agrippa, al Gran Arquitecto del Universo. Por eso se dice en
nuestros rituales: Porque el sol finaliza su curso en el Oeste; también el
1er. Vigilante está allí para pagar a los obreros pues los salarios [es
decir las obras] son la fuerza y el sostén de la existencia.

NOTAS
*
Este trazado pertenece al volumen de arquitectura: La
Logia Viva, Simbolismo y Masonería, publicado por Ed.
Obelisco, Barcelona, julio 2006.
1
Federico González, Símbolismo y Arte. Cap. VI: Arte
Teúrgica. Ed. Libros del Innombrable, Zaragoza 2004.

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