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La primera pirámide fue la del faraón DJOSER (2,650-2,550 a.C.) de la III Dinastía, quien
ordenó la construcción del complejo funerario de Saqqarah en cuyo centro se eleva
una pirámide escalonada de 60 metros de altura. Esta se encuentra formada por una serie
de terrazas superpuestas, cada cual siguiendo el modelo de una mastaba, plataforma
rectangular con los lados en pronunciado talud. Las plataformas de la pirámide de Djoser
van disminuyendo en tamaño a medida que aumenta la altura la final carece de vértice.
Posee una cámara funeraria subterránea como poseen también las mastabas. Esta
característica dejaría de ser en las posteriores pirámides.
El complejo funerario de Saqqarah fue diseñado por el primer artista y arquitecto que
registra la historia, IMHOTEP, quien a su vez era escritor y erudito a la vez que primer
ministro alcanzando un inmenso prestigio al grado que fue divinizado. El plano del
complejo de Saqqarah consiste de una serie de capillas, templos, palacios y patios
alrededor de la pirámide, encerrados por una muralla decorada de una serie de columnas
adosadas caracterizadas por estrías con un enorme sentido rítmico. Los capiteles se
inspiraban en la flora egipcia, especialmente el papiro. La fama del monumento le viene
también por sus relieves pintados con escenas de la vida diaria y temas religiosos y
cortesanos.
Las Pirámides de Gizeh
Pero las pirámides más famosas fueron las de Gizeh, cerca de El Cairo, edificadas todas
durante la IV Dinastía. La más antigua y mayor de todas fue ordenada construir por el
faraón KEOPS (nombre griego de Khufu) señalándose que su finalización data de 2,600
años a.C. aunque otros la hacen datar al 2,350 a.C. El monumento se alzó sumando dos
millones trescientos mil bloques de piedra durante veinte años. Trabajaron en ella 100,000
hombres y cuando terminó alcanzaba una altura de 146 metros. No se conoce como fue
construida y hay la teoría de que fue elevándose en base a planos inclinados que se
disponían alrededor. La pirámide poseía un revestimiento de granito rosa que ya no se
conserva y que brillaba al sol haciendo imposible distinguir la unión de los bloques.
Frente a la pirámide de Keops se erigieron otras tres mucho menores para la familia
real así como mastabas para la corte. La cámara funeraria se hallaba en su parte interna,
en el centro. Diversas galerías conducen a las cámaras internas y la que lleva a la del faraón
se conoce como la Gran Galería. Bajo la cámara real se encuentra la de la reina y hay una
cámara subterránea. El corredor que conduce a la cámara real se encuentra orientado
directamente hacia la estrella polar. Se cree que tal vez se hizo así para permitir que el
espíritu del faraón saliese de la tumba a reunirse con los dioses. Otros indican que la
pirámide simboliza la primera montaña que emergió del caos líquido.
Durante el Imperio Medio, a partir del 2000 a.C. en que se trasladó la capital a Tebas en el
sur o Alto Egipto, dejaron de construirse pirámides para levantarse tumbas excavadas en la
roca o hipogeos. Asimismo, se erigieron templos cuya planta ejemplifica el carácter
jerárquico de la sociedad egipcia. Su plano se componía de una serie de patios bordeados
por columnas unidos por corredores también con columnas.
Durante el Imperio Nuevo (1570-1160 a.C.) que se inició con la Dinastía XVIII, el templo
egipcio recibió su forma definitiva y tradicional: un perímetro de altos muros; un ingreso
enmarcado por grandes muros trapezoidales en talud llamados pilonos, decorados con
bajorrelieves y decorados con inmensas estatuas sentadas de faraones así como obeliscos;
grandes patios con columnas rodeando el espacio interior; pasadizos con columnas que
comunicaban los patios hasta llegar a una sala llena de columnas o sala hipóstila. A medida
que avanzaban los patios, disminuía la altura hasta llegar a espacios de distribución
intrincada colocándose la imagen del dios en el más alejado. Esta última cámara solo podía
recibir una persona, que sería el faraón. La iluminación del templo venía de la parte
superior de los muros laterales, un artificio arquitectónico que se conoce con el nombre de
claristorio. Se accedía a los templos por una avenida de esfinges. Algunos templos llegaron
a tener hasta 25,000 hectáreas. La distribución espacial de estas estructuras religiosas,
constituyen un reflejo del sentido de jerarquía y autoridad vertical y lineal que caracterizó a
la cultura egipcia.
Los principales edificios religiosos del Nuevo Imperio estuvieron en Karnak y Luxor, cerca
de Tebas. Destaca el templo de Amon-Mut-Khonsu iniciado por AMENHOTEP III
(C.1390 a.C.). Estaba dedicada a la trilogía divina de Tebas que era paralela a la del norte:
Osiris-Isis-Horus y su planta es la característica que se ha descrito previamente solo que en
niveles colosales. Contiene 122 columnas que alcanzan los 23 metros de altura en su parte
más elevada.
La religión politeísta egipcia sufrió una ruptura cuando AKENATON subió al poder y
decidió terminar con el poder de la oligarquía clerical que dominaba el país. Declaró que
solo podía existir un solo dios y trasladó la capital a Tell el Amarna donde se construyó
la ciudad de Aketaton. Allí se elevaron templos al aire libro al dios único, el Sol cuya
imagen era una expresión visible de una elaborada y abstracta teología. Akenaton fue así
un místico revolucionario que trastocó la sociedad egipcia. Gracias a este cambio, desde el
poder se ordenó una nueva estética que fortalecía el sentido realista, la libertad, la vida y la
naturaleza en una auténtica primavera estética. Sin embargo esta reforma no podía durar.
Al morir el faraón, el sacerdocio tebano reaccionó y el joven sucesor, el famoso
TUTANKAMON se sometió y ordenó el regreso a Tebas en tanto se perseguía a los
monoteístas. El culto a Amón fue restaurado y se regresó a la tradición de la
monumentalidad, el simbolismo total y la grandilocuencia. El joven faraón fue
aparentemente asesinado y los militares tomaron el poder iniciándose el período más
glorioso de la historia egipcia: la Dinastía XIX.
Egipto alcanzó su mayor esplendor durante el gobierno de RAMSÉS II. Para entonces el
imperio tenía como súbditos a Palestina y Siria en tanto que se había expandido en África
hasta Nubia, o el Sudán. Ramsés actuó para la civilización egipcia como lo haría Luis XIV
con Francia: ambos, protectores de las artes –especialmente la arquitectura-; ambos,
gobernantes ególatras e imperialistas. Ramsés II siguió engrandeciendo el templo de
Amón-Mut-Khonsu (1260 a.C.) y edificó otros templos y palacios siempre decorados con
imágenes colosales suyas. Ordenó levantar también, al sur de Egipto, el templo de Abu
Simbel, grandioso monumento excavado en la roca y en cuya entrada hacen guardia
enormes colosos sentados –efigies idealizadas del faraón- de 18,3 metros de altura. Los
muros están decorados de relieves con figuras humanas, divinas y jeroglíficos. Ramsés II
fue uno de los ejemplos mayores –sino el mayor- del culto a la personalidad en la historia
universal.
Pero la grandeza era aparente. El imperio debía compartir el poder con el reino de los
hititas de la meseta de Anatolia que se había expandido hasta el norte de Siria. El siguiente
faraón, Ramsés III ya no pudo hacer frente a la enorme crisis económica y paulatinamente
el país cayó en una especie de feudalismo. Sumido nuevamente en el caos, el país fue
invadido por los nubios del sur que impusieron su propia dinastía y llegó a ser conquistado
por los asirios. La arquitectura, entre tanto, repetiría los modelos y aunque se elevaron
ciertos monumentos esplendorosos como el Templo de Filé, en el siglo V a. C., estos
serían solamente reflejos de la gran época.
Del mismo modo que en la arquitectura, después de esta etapa de apogeo, la civilización
egipcia se sumió en la repetición de los modelos. Dominada por una casta sacerdotal que
impidió cualquier renovación estilística al congelar las formas estéticas desarrolladas por
lo que la creación artística dejó de ser tal. Por otro lado, ya no podía el país seguir
sosteniendo el carácter colosalista de sus manifestaciones artísticas y las fue desarrollando
en escala menor. En el s. VIII a.C., Egipto fue conquistado por los asirios y luego de una
breve fase independiente o reino de Sais (664-525) en que se logró una ilusión imperial, no
pudo resistir al avance de los persas que conquistaron el país. Posteriormente, en el s. IV
a.C. lo sería por los griegos al mando de Alejandro Magno. Sin embargo, las formas
artísticas siguieron inmutables. La civilización egipcia como hecho original y creativo había
terminado.
La Escultura
Sumeria sería conquistada por el reino de Akkad, Mesopotamia Central o Caldea hacia
2,271. Recuperó su independencia gracias a la importancia de Lagash precisamente con
Gudea y después de un período de gran prosperidad, fue nuevamente conquistada – entre
1803 y 1793 a.C. - por el reino de Accad, dirigido por la ciudad de Babilonia. Accad fue un
estado militarista cuyas manifestaciones artísticas estuvieron orientadas a glorificar al
monarca, a quien se representó como un ser sobrehumano en interacción con los dioses.
Este carácter se afianzó durante el imperio de HAMMURABI (c. 1792-1750 a.C.) famoso
sobre todo por su famoso Código de Leyes –el primero de la historia- y que se conserva
en un monolito decorado con un relieve -absolutamente esquemático- que representa al
rey conversando de pie con el dios del sol y prácticamente del mismo tamaño que este
último.
Pero en realidad la escultura alcanzaría un apogeo en Asiria desde el siglo IX a.C. Esta es
una zona montañosa al norte de Mesopotamia en donde se formó un poderoso estado
militar que manejó el hierro y cuya organización terminó por ir absorbiendo todos los
estados del cercano oriente hasta Egipto. Son impresionantes los relieves en los muros de
los palacios de Nínive –la capital- representando escenas de caza de aves, batallas,
combates ceremoniales y el rito de la caza del león dirigido por el rey.
En ellos, la figura del rey asume un carácter terrible dentro de su complejo ropaje y alto
tocado y con larga barba rizada. El artista no estuvo interesado en expresar emoción y
belleza sino sobrecogimiento y temor. Ahora bien, la falta de expresividad en las figuras
humanas –siempre en actitud estereotipada- contrasta con la violencia expresiva de los
leones que están siendo cazados, alcanzando un elevado nivel estético manifestado por
terrible naturalismo. Un león vomita sangre, otro ruge de dolor, herido por flechas, otro se
encuentra moribundo pero aun así es temible. Otras formas escultóricas –pero en este caso
completamente irreales y estáticas- fueron los demonios en forma de toros alados con
cabeza humana que decoraban la entrada y el interior de los palacios.
La Arquitectura
Los caldeos fueron los primeros en utilizar el adobe y el ladrillo como material de
construcción, revolucionando el sistema de edificación. La tipología arquitectónica incluye
palacios, templos, fortalezas y grandes espacios urbanos. Crearon varios tipos de ladrillos,
sobresaliendo los esmaltados. Los arquitectos mesopotámicos crearon, asimismo, el arco y
la cúpula. Los primeros fueron en medio punto, en arco apuntado o en herradura. Las
cúpulas serían sencillas, más bien pequeñas y serían tanto ovoides como semiesféricas.
Los templos o zigurat, siguieron una forma escalonada de terrazas superpuestas. Esta
forma debe al antecedente del llamado “Templo Blanco” de Uruk, estructura sumeria
entre 3,500-3100 a.C. De allí provienen todos los posteriores zigurats caldeos.