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RAPPORT

-HIPNOSIS DE MILTON H. ERICKSON, M.D.-


Revista del Instituto MILTON H. ERICKSON de Buenos Aires (Argentina)

Milton H. Erickson, M.D.

Junio Año XV
2005 Nº 47
RAPPORT

- HIPNOSIS de MILTON H. ERICKSON -

Revista del
Instituto MILTON H. ERICKSON
de Buenos Aires (Argentina)

Director Internacional:
ERNEST L. ROSSI, Ph. D., Baywood Park, CA, U.S.A.

Directores:
EDGAR A. ETKIN y SYLVIA ETKIN

Propietario:
EDGAR ALEJANDRO ETKIN

Dirigir correspondencia a: Sánchez de Bustamante1945 P.B. ‘‘A’’


C1425DUM, Buenos Aires, Argentina
e-mail: erickarg@netizen.com.ar

Tapa: IMHEBA
RAPPORT
HIPNOSIS de MILTON H. ERICKSON
Nº 47 - Junio de 2005
RAPPORT
HIPNOSIS de MILTON H. ERICKSON
Nº 47 - Junio de 2005

© Copyright en español E. A. Etkin y S. Etkin 1993


Buenos Aires, Argentina
CUATRO PRINCIPIOS DEL TRABAJO DE ERICKSON

1- No hay necesidad de que el inconsciente sea hecho consciente: los


procesos inconscientes pueden ser facilitados de modo tal que puedan
funcionar en forma autónoma a fin de resolver en forma individual los
problemas de cada paciente.

2- No hay necesidad de que los mecanismos mentales y las caracte-


rísticas determinadas por la personalidad sean analizados para be-
neficio del paciente: los mismos pueden ser utilizados como procesos,
dinamismos o sendas que faciliten las metas terapéuticas.

3- No hay necesidad de que la sugestión sea directa: las sugestiones


indirectas pueden con frecuencia evitar las limitaciones aprendidas de un
paciente y, de este modo, facilitar mejor procesos inconscientes. “Con
estas sugestiones indirectas el paciente incorpora la habilidad de pasar a
través de esos dificultosos procesos internos de desorganización, reorga-
nización, reasociación y proyección de experiencias internas con el fin de
ir al encuentro de los requerimientos de [metas terapéuticas].”

4- La sugestión terapéutica no es un proceso de programar al pa-


ciente con el punto de vista del terapeuta: antes bien, las mismas im-
plican hacer “una nueva síntesis interna de la conducta del paciente -
síntesis llevada a cabo por el paciente mismo.”

The Collected Papers of Milton H. Erickson


on Hypnosis, Vol. IV, Edited by Ernest L.
Rossi, Ph. D., Irvington Publishers, 1980. “I.
General Introductions to Hypnotherapy”, p. l.
CARACTERISTICAS DE LA HIPNOTERAPIA ERICKSONIANA

• La Hipnoterapia Ericksoniana es un proceso complejo, mediante el cual,


psicoterapeutas especializados ayudan a la gente a utilizar sus asociaciones mentales,
recuerdos, experiencias, recursos y máximas expresiones de vida y salud para lograr
sus propios objetivos terapéuticos.

• Las Sugestiones Hipnóticas Indirectas facilitan la utilización de las habilidades que


ya existen en una persona pero que no usa, usa incorrectamente o permanecen subde-
sarrolladas, debido a limitaciones aprendidas, inexperiencia, carencia de oportunida-
des, comprensión, o modelos exitosos a seguir.

• El Hipnoterapeuta Ericksoniano (como interfase) crea las condiciones para que el


paciente pueda “despertar” los datos operatorios aprendidos a lo largo de su vida
(almacenados en su “disco rígido” biológico) que están disponibles sólo inconscien-
temente, y que lo limitan severamente cuando se enfrenta con situaciones indeseables
(el “input” sensorial) que atraviesa en el presente.

• La Hipnoterapia Ericksoniana utiliza el estado de trance hipnótico (fases alternas de


la conciencia) para lograr en el paciente una compenetración más plena con su dinámi-
ca inconsciente y así facilitar y acelerar los cambios que llevarán a la solución de sus
problemas. Implica los múltiples niveles mentales y por esta cualidad se constituye en
una psicoterapia breve.

• El Acceso Indirecto al Inconsciente, (mediante el lenguaje hipnótico, sugestiones


indirectas y el acceso metafórico - metonímico) durante el trance hipnótico, evita y
reemplaza, para beneficio del paciente, los dilatados y costosos procesos analíticos
conscientes, característica de otras psicoterapias.

• El Acceso Indirecto al Inconsciente hace posible que el paciente supere padecimien-


tos psicológicos, psicosomáticos, y acelere la recuperación de la salud orgánica, lle-
gando, según recientes investigaciones científicas, a influenciar la estructura y
funcionalidad molecular y genética.

• La Hipnoterapia Ericksoniana se destaca en el tratamiento grupal, ya que su tecnolo-


gía simbólica potencia y atañe tanto al ámbito privado de cada integrante del grupo
como a los objetivos compartidos socialmente por todos, abarcando el nivel conscien-
te y el inconsciente de cada individuo.

Edgar A. Etkin y Claudio López Andrés


RAPPORT
HIPNOSIS de MILTON H. ERICKSON
Nº 47 - Junio de 2005

Indice

La realidad, la ficción y el sueño en el primer libro de En busca


del tiempo perdido de M. Proust desde una perspectiva
hipnoterapéutica (ericksoniana)
Lic. Sergio Etkin ......................................................................... 3613
RAPPORT - HIPNOSIS de MILTON H. ERICKSON - Nº 47 - Junio de 2005

LA REALIDAD, LA FICCIÓN Y EL
SUEÑO EN EL PRIMER LIBRO DE
‘‘EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO’’
DE M. PROUST DESDE UNA
PERSPECTIVA HIPNOTERAPÉUTICA1
(ERICKSONIANA)
- Lic. Sergio Etkin -
E-mail: setkin@arnet.com.ar

Los enfoques psicológicos dirigidos a la de la novela de Proust3 .


obra de Marcel Proust por antonoma-
sia, su monumental novela En busca del El marco psicológico al que nos
tiempo perdido (À la recherche du referimos es la corriente hipnoterapéu-
temps perdu), los ha intentado la crítica tica ericksoniana. Desde esta perspec-
literaria para la interpretación de este tiva, tanto los sueños como el lenguaje
texto desde hace décadas -para algu- figurado, en tanto que la materialidad de
nos críticos, hasta el hartazgo2 -. Pese los hechos literarios, son operaciones
al riesgo de hartar con los lugares co- propias del hemisferio cerebral derecho,
munes de la magistralidad de Proust en el hemisferio que no tiene lógica cons-
la exploración de la interioridad, de las ciente. La hipnoterapia ericksoniana in-
impresiones y las cosas, y demás, que- tenta articular su discurso en el lengua-
remos tratar el primer tomo de la nove- je de lo inconsciente -que, en realidad,
la, “Por el camino de Swann” (‘‘Du côté no se parece casi en nada a lo que en-
de chez Swann’’), desde la psicología, tendemos normalmente por ‘‘lenguaje’’,
pero desde las corrientes del siglo XX esto es, el lenguaje racional, lógico, de
que se presentaron como alternativas al nuestra vida cotidiana, en nuestra cul-
psicoanálisis tradicional y que resultan tura-. En esto se opone a lo que propo-
particularmente pertinentes para hablar nía S. Freud, esto es, traducir a térmi-

3613
3614 Lic. Sergio Etkin

nos conscientes los fenómenos de lo in- funcionamiento y con las operaciones


consciente, y se acerca más, en cam- específicas del hemisferio cerebral de-
bio, a las distorsiones literarias del len- recho, el no dominante, la mente incons-
guaje, particularmente, las que intentan ciente: “Sobre todo... el que lleva a cabo
los escritores cuya poética se aleja de un análisis debería indagar, o más bien
lo lógico y apuesta a desestructurar el fijar su atención en la cuestión de si efec-
pensamiento y el lenguaje lógico habi- tivamente se trata de una síntesis mis-
tual y cotidiano, a distraer para crear teriosa, o si aquello de lo que se ocupa
nuevas configuraciones y nuevas pers- es sólo un agregado, una mera conjun-
pectivas sobre las cosas y sobre el mun- ción de elementos dispares..., o incluso
do -algo que también es función del he- cómo podría todo esto ser modificado.
misferio cerebral no dominante, que es GOETHE, WA, sec. II, vol. II, p. 72”
el que crea síntesis y produce cambios (op cit., p 26). Este enfoque es estudia-
de perspectivas-4 . Probablemente sea do en bastante detalle por Ricardo
éste el tipo de psicología que hacía falta Ibarlucía, académico de la carrera de
que se desarrollara, según G. Bachelard, Filosofía en Estética por la Universidad
para llegar a una descripción y a una de Buenos Aires: Marcel Proust sería,
explicación fenomenológicas adecuadas con la poesía francesa del siglo XIX,
del sueño y de la ensoñación 5 . parte del fenómeno romántico en la lí-
Aventurándonos un poco más, tal vez nea que une a los románticos alemanes
arte y sueño se reúnan desde un mismo -quienes, de acuerdo con W. Benjamin,
punto de partida -en la modernidad, des- “concluían un proceso que se había ini-
de el romanticismo y el clasicismo ale- ciado en el siglo XVIII: la seculariza-
manes, según el extenso periplo que re- ción de la tradición mística”- al surrea-
construye Walter Benjamin desde su lismo. El modo de tematizar el sueño en
tesis doctoral, “El concepto de crítica las obras artísticas tendría, para estos
de arte en el romanticismo alemán”, autores, un lugar relevante por lo que
hasta su artículo sobre los surrealistas supone el sueño y sus fenómenos aso-
“Onirokitsch”-. El epígrafe de Goethe ciados -la fijación de la atención, la di-
que precede al primero de esos artícu- sociación mente-cuerpo, los estados
los nos comienza a orientar en esta di- oniroides, la distracción, el automatismo
rección, en la que conceptos como el respecto de la conciencia, la amnesia,
de la ‘‘fijación de la atención’’ y el de la anestesia, el somnambulismo, las alu-
‘‘síntesis’’, por oposición a los análisis cinaciones, etc., etc.- como una instan-
lógicos de la mente consciente, se cia de pensamiento no dirigido por la
correlacionan con las condiciones de conciencia, liberado del modo de fun-
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3615

cionamiento que es propio de la concien- crítica-.


cia.6

Nuestro trabajo combinará tres I. El sueño, Proust y la crítica de À


operaciones centrales: (1) definir los la recherche...
conceptos básicos de la escuela
hipnoterapéutica ericksoniana -es decir, El tratamiento cuidadoso y deta-
el dormir, el sueño fisiológico, el sueño llado del sueño y de los fenómenos vin-
hipnótico, el despertar, el orientarse ha- culados con el sueño -consideramos el
cia la realidad al despertar, la disocia- arte como uno de ellos- que hace Proust
ción de la mente y el cuerpo, la fijación se hace evidente desde el comienzo mis-
de la atención, la distracción, el recuer- mo de la novela, desde la primera pági-
do, la amnesia, la anestesia, las nega- na -lo primero, la primera vez, para el
ciones, lo mágico, el hábito, las creen- texto proustiano, es un momento signi-
cias, las imposiciones, las búsquedas in- ficativo por excelencia- y es continuo a
conscientes, las sugestiones, las regre- lo largo de toda la novela. En corres-
siones, la evocación, las asociaciones, pondencia con esto, la crítica proustiana
las alucinaciones (o lo subliminal), el pocas veces no da cuenta de los fenó-
decir directa o indirectamente, las incon- menos oníricos al analizar À la
secuencias lógicas, el actuar sin saber, recherche. Por ejemplo, recientemen-
sin darse cuenta, sin pensar (la referen- te, el escritor argentino Luis Gusmán, al
cia más obvia es la célebre memoria exponer el punto de vista de Ph. Sollers
involuntaria), etc.-; (2) señalar y anali- según el cual el sueño es el principal
zar el manejo repetido, denso, saturador, personaje de la novela, personaje
que hace de esta constelación semánti- distorsionador y multiplicador por defi-
ca del sueño el propio Proust en su no- nición, vuelve a poner el sueño en un
vela, que es lo que justifica tanto nues- lugar central del análisis de la obra
tro enfoque en este trabajo, como el de proustiana.7 La crítica ha dado cuenta
la crítica que se detiene en estas cues- de la importancia del sueño en la temá-
tiones y vuelve una y otra vez sobre ellas tica y en los procedimientos proustianos
y (3) mostrar, como consecuencia del -particularmente, desde la filosofía, se-
análisis anterior, el carácter casi inelu- gún Gilles Deleuze, el sueño profundo
dible que parece adquirir este tipo de es un estado profundo y el de mayor
enfoque dentro de la crítica proustiana libertad de la persona, junto con el arte8.
-apuntando a marcar la recurrencia de El sujeto que duerme y sueña, y el suje-
este tipo de conceptos dentro de esta to artista son, para Deleuze, profunda-
3616 Lic. Sergio Etkin

mente semejantes: los une el tener ac- Lo mismo en Paul Watzlawick,


ceso a algo esencial, a lo que el sujeto quien habla, desde el principio de su li-
consciente tienen el camino cerrado y bro El lenguaje del cambio, de dos len-
no llegará nunca: la mente y las cosas guajes11, de dos pensamientos y de dos
en toda su dimensión, la mente y las cerebros cuya integración es a veces
cosas completas. imposible, a veces armónica12.

Este concepto holístico de la men- En este contexto, no es casual


te se ha desarrollado en toda la psicolo- que desde el arte hacia el arte surja una
gía alternativa al psicoanálisis tradicio- de la más profundas y arriesgadas críti-
nal desde el marco de la ecología de la cas a la novela de Proust: el texto de
mente, del biólogo Gregory Bateson. Samuel Beckett, Proust. Por lo pronto,
Bateson sostiene que, por una cuestión digamos que se pone aquí también el
de economía cerebral, la conciencia, énfasis en el carácter de cimiento que
localizable en el hemisferio cerebral iz- tienen en el mundo proustiano los sue-
quierdo o dominante en los individuos ños, como reducto de lo inconsciente a
diestros, puede ocuparse de un número salvo del automatismo del hábito, de la
sumamente restringido y limitado de lógica, de la memoria voluntaria -en sín-
cosas; las demás, las deja a lo incons- tesis, de la conciencia: “en ese último
ciente y son función del otro hemisferio reducto de nuestro ser del que el Hábi-
cerebral, el derecho. Básicamente hay to no posee la llave”13 -en términos de
dos cosas de las que no puede ocupar- G. Bateson, ya citados, el hábito en ese
se la conciencia: las que ya son habi- reducto, lejos de tener sus llaves, está
tuales y por tanto pueden hacerse “sin allí encerrado-.
pensar”, y los puntos de vista más sin-
téticos, más holísticos, que buscan inte- También el crítico Henri Bonnet,
grar todos los elementos que están en en Le progrès spirituel dans ‘‘la
juego en un sistema: la visión de la con- Recherche’’ de Marcel Proust, desa-
ciencia es siempre de circuitos que no rrolla largamente (en más de cinco pá-
pueden ser ilimitados en número9. Todo ginas) el tema del sueño en la obra de
ello queda para el otro hemisferio cere- Proust, en el capítulo primero de su li-
bral, el derecho; dos de las vías de ac- bro, ‘‘La vida interior y el inconscien-
ceso desde el hemisferio no dominante te’’, y fundamenta comenzar su análisis
hacia sus procesos y sus funciones pro- estudiando el sueño porque el narrador
pios son el arte y el sueño.10 comienza la novela proustiana con sus
observaciones sobre el sueño y porque
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3617

Proust ha escrito mucho sobre el sueño za de las sugestiones, no nos resisti-


en tanto que pasaje que nos conduce a mos a los eventos del sueño, ni siquie-
nuestra vida interior14. ra a los más absurdos de ellos15, (5)
el no hacer y el no conocer, propios del
De las características del sueño sueño16, (6) que el sueño es “como una
en el texto de Proust, según el análisis segunda vida que envuelve la primera
H. Bonnet, las que destacamos, para como una isla ceñida por el mar, como
nuestros propósitos, son éstas: (1) es un una segunda casa a la que podríamos
estado en que “nos despojamos de to- retirarnos” (p 195) y donde las leyes
dos los atributos de nuestra personali- de la lógica y donde la evidencia del
dad para confundirnos con el principio presente17 ya no valen18; (7) que ge-
común de toda existencia” (Bonnet, H., neralmente el adormecerse y el dormir-
op. cit., p 193), (2) es una existencia que se son operaciones fáciles, regladas por
es tan poco nuestra -claro está, si “no- el hábito; otras veces, cuando nos apar-
sotros”, la primera persona gramatical, tamos de nuestros hábitos, hay sueños
significara unidimensionalmente sólo de los que es difícil de salir: “Le sommeil
algo tan intrínsecamente limitado como est en réalité le plus puissant des
nuestro yo consciente, es decir, “noso- hypnotiques.” 19 Según H. Bonnet:
tros” como sujetos morales que contro- “C’est pourquoi il combat cette opinion,
lamos voluntariamente todas nuestras qu’il attribue à Bergson (1), que les
intenciones, nuestros fines, nuestras hypnotiques ‘... pris de temps en temps
acciones, todos los signos que emitimos à doses modérées, n’ont pas d’influence
y todos sus sentidos, todos nuestros pen- sur cette solide mémoire de notre vie
samientos, todos nuestros recuerdos, de tous les jours’... , mais seulement sur
etc. algo que es directamente absurdo, des mémoires ‘...plus hautes, plus
particularmente para M. Proust-, que instables aussi’. Et il fait à Bergson cette
“nos identificamos fácilmente con el réponse intéressante: ‘Personnellement
objeto de nuestros pensamientos” (p mon expérience m’a donné des résultats
193), (3) objetos que se prestan a toda tout opposés. Les moments d’oubli qui
clase de metamorfosis, (4) particular- suivent le lendemain l’ingestion de
mente interesante, por extrañas que certains narcotiques ont une
sean estas transformaciones y estas ressemblance partielle naturel et
confusiones de los objetos en el sue- profond. Or ce que j’oublie dans l’un et
ño, igual se llevan siempre nuestra l’autre cas ce n’est pas tel vers de
adhesión, porque la duda no es po- Baudelaire qui me fatigue plutôt ‘ainsi
sible en ese estado y, así, por la fuer- qu’un tympanon’, ce n’est pas tel
3618 Lic. Sergio Etkin

concept des philosophes cités, c’est la ciente de la mente humana la opere


réalité elle-même des choses vulgaires Proust desde un género literario plena-
qui m’entourent -si je dors- et dont la mente racional y consciente, constituye
non-perception fait de moi un fou; c’est, una primera disociación de lo conscien-
si je suis éveillé, et sors (à la suite) (2) te y lo inconsciente que tenemos que
d’un sommeil artificiel, non pas le señalar.
système de Porphyre ou de Plotin dont
je puis discuter aussi bien qu’un autre Tomemos un esquema básico de
jour, mais la réponse que j’ai promis de los pasos básicos a seguir para inducir
donner à une invitation, au souvenir de el trance hipnótico y la sugestión
laquelle s’est subsitué un pur blanc. hipnótica. A partir del mismo, podemos
L’idée élevée est restée à sa place; ce analizar nuestro corpus proustiano en-
que l’hypnotique a mis hors d’usage contrando bien representados cada uno
c’est le pouvoir d’agir dans les petites de estos momentos y de los caminos por
choses, dans tout ce qui demande de los que se llega a ellos. Queremos indi-
l’activité pour ressaisir juste à temps, car así que la técnica novelista
pour empoigner tel souvenir de la vie de proustiana sigue vías y hasta procedi-
tous les jours’’ (p. 38, Sod., II. 3).” (op. mientos semejantes a los que se utilizan
cit., pp 196-7)20. en la práctica profesional de la hipnosis,
dada la fuerte semejanza que conecta,
del modo que tratamos de esbozar, la
II. Conceptos básicos de la fenomenología hipnótica y la de los pro-
hipnoterapia ericksoniana cesos creativos y receptivos artísticos,
en la medida que las dos cosas implican
Como una consideración estéti- actividades, operaciones, pensamiento y
ca preliminar, digamos que Proust, des- un tipo de lenguaje que toma lo incons-
de el género novela, explora los límites ciente como un aspecto de la mente hu-
de la creación literaria, en términos de mana al menos tan importante como la
auto-reflexión crítica sobre la propia conciencia.
obra, de creación artística literaria que
se toca, según el peligro sobre el que
advirtiera Hegel, con las esferas limí- Paradigma de los cinco estadios
trofes de las que se diferencia: la for-
mas más racionales de la prosa, el dis- Es el esquema que se usa como
curso prosaico de la habla cotidiana21. marco de trabajo y de análisis en la
Que la exploración de la mitad incons- hipnoterapia ericksoniana:
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3619

1. Fixation of Attention via Utilizing the patient’s beliefs and


behavior for focusing attention on
inner realities.

2. Depotentiating Habitual Frameworks via Distraction, shock, surprise, doubt,


and Belief confusion, dissociation, or any other
process that interrupts the patient’s
habitual frameworks.

3. Unconscious Search via Implications, questions, puns, and


other indirect forms of hypnotic
suggestion.

4. Unconscious Process via Activation of personal associations


and mental mechanisms by all the
above.

5. Hypnotic Response via An expression of behavioral


potentials that are experienced as
taking place autonomously.22

(1) La fijación de la atención do apunta a los fenómenos internos de


la persona, el propio cuerpo, la expe-
Desde nuestro enfoque teórico se riencia y las imágenes internas 1 .
ve la fijación de la atención como un
paso previo para la distracción, según Hay casos de fijación de la aten-
surge del esquema de arriba: recién en ción en busca de la distracción a lo lar-
un segundo momento, ya fijada la aten- go de toda la novela, desde el momento
ción, se está en condiciones de distraer que se trata de un problema sobre el
–que, en este contexto, equivale a dis- que la novela vuelve una y otra vez, so-
traer alguien, por algún medio, el hemis- bre el que el enfoque del narrador que-
ferio dominante, la conciencia, y sus da suspendido y se detiene, explorán-
asociaciones típicas y habituales, por un dolo con mucho detalle. Por poner un
lado–. Tengamos en cuenta, que la fija- solo ejemplo, citaremos el siguiente frag-
ción de la atención es más eficaz cuan- mento, donde el protagonista de la no-
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vela lucha contra el automatismo ab- del que lo poético se distancia, el de la


surdo de su vida cotidiana intentando vida cotidiana en la situación específica
fijar la atención para evitar un sufri- que rodea los hechos relatados, es de-
miento, esto es, para llegar a una anes- cir, ese contexto socio-histórico deter-
tesia, en este caso sin poder conseguir minado que es el marco de lo narrado:
distraerse. Como en todas estas ins- sabían quién era el que llegaba, después
tancias, es oportuno tener en cuenta, se miraban con el gesto de preguntarse
desde este punto de vista, qué pasa en unos a los otros ‘‘¿quién será?’’2 ; en
el plano de los efectos de lectura, qué tercer lugar enviaban a alguien a inves-
posibilidades tiene el lector de no dis- tigar quién sería. La primera interven-
traerse y cuáles son las operaciones de ción del abuelo es proléptica: anticipa
escrituras que podrían colaborar en fi- que las tías le darán a Swann las gra-
jar su atención y luego distraerlo. En el cias por el vino de un modo ininteligible.
pasaje en cuestión, que citamos com- La proposición exclamativa es difícil
pleto poco más abajo, vemos cómo se decidir a quién corresponde, a Marcel,
trata en la novela la atención, la fija- a otro personaje. La primera interven-
ción de la atención, la distracción y ción del padre de Marcel culmina la se-
la interrupción, el no pensar y el no rie absurda con su más o menos fingi-
sentir, la anestesia. El fragmento co- da sorpresa ante la rutinaria, habitual
mienza [1] con una referencia casi ge- llegada de Swann. Automáticamente
neral, abstracta, a poner en algo muy también, lo primero que le interesa es
deseable una atención -consciente- hablar con él sobre el tiempo -tema no
extrema para, como cosa de maníacos, conflictivo por antonomasia. En contras-
poder prolongar su efecto benéfico, su te, a la madre lo primero que le intere-
duración, para atraparlo por el mayor sa, acto seguido, es hablar con Swann
tiempo posible y, una vez diluido como sobre un tema íntimo, de fondo y que
cosa fáctica, retenerlo en el recuerdo está en el centro de más de un conflicto
para luchar contra una incertidumbre personal: sobre su mujer y sobre su hija.
casi enfermiza. De este plano de gene-
ralidad se pasa [2] al relato de hechos. [1] ese beso precioso y frágil que de
La situación descripta por el narrador costumbre mamá me confiaba, cuando
esta imbuida de un automatismo absur- yo estaba ya en la cama, había que
do -puede sostenerse que Proust es transportarlo entonces desde el come-
también pionero del teatro del absur- dor a mi alcoba y guardarle todo el rato
do francés, piénsese en el interés casi que tardaba en desnudarme, sin que se
emblemático de S. Beckett por Proust- quebrara su dulzor, sin que su virtud
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3621

volátil se difundiera y se evaporara, y cer a Swann desde que se casó. Y se


justamente aquellas noches en que yo las compuso para llevarle un poco aparte.
deseaba recibirle con mayor precaución Pero yo fui detrás; no podía decidirme
no me cabía más remedio que tomarle, a separarme ni un paso de ella al pen-
arrancarle, brusca y públicamente, sin sar que dentro de un momento tendría
tener siquiera el tiempo y la libertad que dejarla en el comedor y subir a mi
de ánimo necesarios para poner en alcoba, sin tener el consuelo de que
aquello que hacía esa atención de los subiera a darme un beso como los de-
maníacos que se afanan por no pen- más días. ‘‘Vamos a ver, señor Swann,
sar en otra cosa cuando están cerran- cuénteme usted cosas de su hija; de
do una puerta con objeto de que seguro que ya tiene afición a las cosas
cuando retorne la enfermiza incerti- bonitas, como su padre’’. ‘‘Pero ven-
dumbre puedan oponerle victoriosa- gan ustedes a sentarse aquí en la gale-
mente el recuerdo del momento en que ría con nosotros’’, dijo mi abuelo acer-
cerraron. cándose. Mi madre tuvo que interrum-
pirse, pero hasta de aquel obstáculo
[2] Estábamos todos en el jardín cuan- sacó un pensamiento delicado más,
do sonaron los dos vacilantes como los buenos poetas a quienes la
campanillazos. Sabíamos que era tiranía de la rima obliga a encontrar
Swann; sin embargo, todos nos mi- sus máximas bellezas. ‘‘Ya hablaremos
ramos con aire de interrogación, y se de ella cuando estemos solos -dijo a
mandó a mi abuela a la descubierta. Swann, a media voz-. Sólo una madre
‘‘No se os olvide darle las gracias de un le puede entender a usted. De seguro
modo inteligible por el vino; es delicioso que la mamá de su niña opina como yo.’’
y la caja muy grande’’, recomendó mi
abuelo a sus dos cuñadas. ‘‘No empe- Nos sentamos todos alrededor de
céis a cuchichear’’, dijo mi tía. ¡Qué la mesa de hierro. Yo quería no pen-
agradable es entrar en una casa don- sar en las horas de angustia que
de todo el mundo está hablando bajito! aquella noche pasaría yo solo en mi
‘‘¡Ah!, aquí está el señor Swann. Va- cuarto sin poder dormirme; hacía por
mos a preguntarle si le parece que ma- convencerme de que no tenían tanta
ñana hará buen tiempo’’, dijo mi padre. importancia, puesto que al día si-
guiente ya las habría olvidado, y tra-
[3] Mi madre estaba pensando que una taba de agarrarme a ideas de porve-
sola palabra suya podía borrar todo el nir, esas ideas que hubieran debido
daño que en casa habíamos podido ha- llevarme, como por un puente, hasta
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más allá del abismo cercano que me focos de atención que hacen pensar y
aterrorizaba. Pero mi espíritu, en ten- sentir cuando uno quiere distraerse. Pa-
sión por la preocupación, y convexo, ralelamente, a partir de los cambios de
como la mirada con que yo flechaba perspectivas, por ejemplo, porque la lin-
a mi madre, no se dejaba penetrar terna era mágica y evocaba historias pa-
por ninguna impresión extraña. Los sadas, se producen en el enunciador sen-
pensamientos entraban en él, sí, pero timientos agradables:
a condición de dejarse fuera cual-
quier elemento de belleza o sencilla- En Combray, todos los días, desde que em-
mente de diversión que hubiera po- pezaba a caer la tarde y mucho antes de que
dido emocionarme o distraerme. llegara el momento de meterme en la cama y
estarme allí sin dormir, separado de mi ma-
Lo mismo que un enfermo, gra- dre y de mi abuela, mi alcoba se convertía en
cias a un anestésico, asiste con ente- el punto céntrico fijo y doloroso de mis pre-
ra lucidez a la operación que le es- ocupaciones. A mi familia se le había ocurri-
tán haciendo, pero sin sentir nada, do, para distraerme aquellas noches que me
yo me recitaba versos que me gusta- veían con aspecto más tristón, regalarme una
ban, o me complacía en fijarme en linterna mágica; y mientras llegaba la hora
los esfuerzos que hacía mi abuelo de cenar, la instalábamos en la lámpara de mi
para hablar a Swann del duque de cuarto; y la linterna, al modo de los primiti-
Audiffret-Pasquier, sin que éstos me vos arquitectos y maestros vidrieros de la
inspiraran ningún regocijo ni aqué- época gótica, sustituía la opacidad de las
llos ninguna emoción. Los esfuerzos paredes por irisaciones impalpables, por so-
fueron infructuosos. Apenas hubo mi brenaturales apariciones multicolores, don-
abuelo hecho a Swann una pregunta de se dibujaban las leyendas como en un vi-
relativa a aquel orador, cuando una de tral fugaz y tembloroso. Pero con eso mi
las hermanas de mi abuela, en cuyos tristeza aún se acrecía más, porque bastaba
oídos resonara la pregunta como una con el cambio de la iluminación para des-
pausa profunda, pero intempestiva y que truir la costumbre que yo ya tenía de mi cuar-
sería cortés romper, dijo, (...) (pp 37- to, y gracias a la cual me era soportable la
38)3. habitación, excepto en el momento de acos-
tarme. A la luz de la linterna no reconocía mi
Hay otra situación muy semejante alcoba, y me sentía desasosegado, como en
a la anterior casi al comienzo de la no- un cuarto de fonda o de chalet donde me
vela, donde aparece estas dificultades hubiera alojado por vez primera al bajar
para fijar la atención y distraerse, los del tren. (...) <sigue la leyenda de Golo y
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3623

Genoveva de Brabante, una página, p. 19- cia, como más importante, con la ver-
20>) (...) Claro es que yo encontraba cierto sión (inverosímil para la voz narradora
encanto en estas brillantes proyecciones que en primera persona) del personaje que
parecía emanar de un pasado merovingio y participó realmente del evento que éste
paseaban por mi alrededor tan arcaicos re- refiere. Se subraya lo que tiene de con-
flejos de historia. Pero, sin embargo, es in- jetural esta creencia con el uso del ver-
decible el malestar que me causaba aquella bo “poder” (“cómo pudo haber sido”) ,
intrusión de belleza y misterio en un cuarto tiempos verbales con auxiliares y ver-
que yo había acabado por llenar con mi per- bos en modo subjuntivo y el “como si”
5
sonalidad, de tal modo, que no le concedía : la propia creencia cuenta “como si”
más atención que a mi propia persona. Ce- fuera un hecho [de ser grosero, de no
saba la influencia anestésica de la costum- ser delicado alguien con otro] y es igual
bre, y me ponía a pensar y a sentir, cosas de importante que la versión del partici-
ambas muy tristes. Aquel botón de mi cuar- pante real de la acción que, de todos
to, que para mí se diferenciaba de todos los modos, no tiene más que su propia creen-
botones de puestas del mundo en que abría cia respecto de qué pasó [la dama que
solo, sin que yo tuviese que darle vuelta, tan dice que fue delicado el padre de
inconsciente había llegado a serme su ma- Marcel] . Hay detrás de esto un cierto
nejo, le veía ahora sirviendo de cuerpo astral esencialismo: el padre de Marcel es
a Golo. Y en cuanto oía la campanada que esencialmente grosero -para Marcel. De
llamaba a la cena me apresuraba a correr al modo que, para Marcel, le digan lo que
comedor, donde la gran lámpara colgante, que le digan, es inconcebible que sea deli-
no sabía nada de Golo ni de Barba Azul, y cado:
que tanto sabía de mis padres y de los platos
de vaca rehogada, daba su luz de todas las Me levanté; tenía un irresistible deseo de
noches; y caía en brazos de mamá, a la que besar la mano a la señora del traje rosa; pero
me hacían mirar con más cariño los me parecía que aquello hubiera sido cosa tan
infortunios acaecidos a Genoveva, lo mis- atrevida como un rapto. Y me latía fuerte-
mo que los crímenes de Golo me movían a mente el corazón, mientras me preguntaba a
escudriñar mi conciencia con mayores es- mí mismo: ¿Lo hago?, ¿No lo hago?; hasta
crúpulos.” (pp 19-21) 4 que, por fin, para poder hacer algo dejé de
pensar en lo que iba a hacer. Y con ademán
Sobre el no pensar, vinculado con ciego e irreflexivo, sin el apoyo de ninguna
el hacer, es interesante este pasaje, don- de las razones que hace un momento encon-
de aparece el sentimiento [molestia] que traba a favor de este acto, me llevé a los la-
se origina del pensamiento, de la creen- bios la mano que ella me tendía (...) No en-
3624 Lic. Sergio Etkin

tendía la mitad de las palabras que decía la do. Distraída, impulsiva, sin pensar que es-
señora; pero el temor de que envolvieran taba conmigo, se encogió de hombros y co-
alguna pregunta indirecta, que hubiera sido menzó a hablar como lo hubiera hecho con
descortés no contestar me impedía dejar de una de esas mujeres, acaso con una de mis
prestarles oído atento, lo cual me cansaba muchachas en flor” (Proust, M., La prisio-
mucho. nera, traducción de Consuelo Berges, Ma-
-No, no es posible -dijo mi tío encogiéndose drid, Alianza Editorial, 1991, pp 368-369) 6
de hombros, está muy ocupado, tiene mu-
cho trabajo. Se lleva todos los premios de su Por todas partes reaparecen en
clase -añadió, bajando la voz para que yo no la novela situaciones de llamados de
oyera esa falsedad y la desmintiera-. ¡Quién atención y de distracciones. Por poner
sabe!, acaso sea un pequeño Víctor Hugo, un ejemplo más, la del fragmento si-
una especie de Vaulabelle, ¿sabe usted? (p. guiente, donde -otra cuestión recurren-
102) te en el texto- el peso de las creencias y
de los intereses personales aparece al-
El foco de interés por los estados terando la percepción sensorial mis-
oniroides se mantiene a lo largo de toda ma -en este caso, la audición (esto se
la novela y es exasperante, por ejem- repite varias veces en el texto, por caso,
plo, en este pasaje de La prisionera: en términos de anestesia: “pero la se-
ñorita Celina, en cuya persona el nom-
Mas mientras ella me hablaba, yo proseguía bre de Saint-Simon -un literato- había
dentro de mí, en el sueño muy vivo y creador impedido la anestesia total de las fa-
del inconsciente (sueño en el que acaban de cultades auditivas, se indignó: (...) ”
grabarse las cosas que solamente nos rozan, (p 40)-:
en el que las manos dormidas cogen la llave
que abre, en vano buscada hasta entonces), Eran ambas personas de elevadas miras e in-
la búsqueda de lo que Albertina había queri- capaces, precisamente por eso, de interesar-
do decir con la frase interrumpida cuyo final se por lo que se llama un chisme, aunque
hubiera yo deseado saber. Y de pronto caye- tuviese un interés histórico, ni, en general,
ron sobre mí dos palabras atroces en las que por nada que no se refiriera directamente a
no había pensado ni por lo más remoto (...) un objeto estético o virtuoso. Tal era el des-
Hasta entonces me había quedado hipnotiza- interés de su pensamiento respecto a aque-
do en la última palabra, casser; ¿casser qué?, llas cosas que de lejos o de cerca pudieran
casser du bois? No. Du sucre? No. Casser, referirse a la vida de sociedad, que su sentido
casser, casser. (...) Albertina no había men- auditivo -acabando por comprender su in-
tido cuando me dijo que estaba medio soñan- utilidad momentánea en cuanto en la mesa
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3625

tomaba la conversación un tono frívolo o que es la condición para poder hacer


sencillamente prosaico, sin que las dos vie- nuevas asociaciones, crear nuevos mar-
jas señoritas pudieran encaminarla hacia los cos de referencia. Esto se produce a
temas para ellas gratos- dejaba descansar través del shock, la sorpresa, las situa-
sus órganos receptores, haciéndolas pade- ciones insólitas, poco reales, fantásticas;
cer un verdadero comienzo de atrofia. Si mi a través de la confusión, de la duda, de
abuelo necesita entonces llamar la atención la disociación, de desequilibrios.8
de alguna de las dos hermanas, tenía que
echar mano de esos avisos a que recurren Proust es un notable conocedor
los alienistas para con algunos maníacos de de la técnica de la distracción en este
la distracción, a saber: varios golpes repeti- mismo sentido. Así lo ha reconocido la
dos en un vaso con la hoja del cuchillo, coin- crítica una y otra vez. Por ejemplo, G.
cidiendo con una brusca interpelación de la Deleuze plantea las rupturas centrales
voz y la mirada, medios violentos que esos del texto proustiano en términos de eta-
psiquiatras transportan a menudo al trato pas en el corte con las asociaciones
corriente con personas sanas, ya sea por conscientes habituales, donde el sueño
costumbre profesional, ya porque conside- y el arte representan un momento su-
ren a todo el mundo un poco loco. (pp 34- perior al de la memoria involuntaria9.
5) 7
Entre los procesos privilegiados
para la ruptura de los marcos habitua-
(2) Sobre quitarles fuerza a los les de referencia, nos detendremos en
marcos habituales y a los sistemas dos formas de provocar shocks y con-
de creencias habituales fusiones: las disociaciones y las para-
dojas.
Se trata de hacer que pierdan su
predominio las asociaciones habituales, La disociación consciente-incons-
esto es, las gobernadas por el hábito y ciente. Los procedimientos básicos de
las dominantes -que, para la cultura oc- À la recherche giran alrededor de esta
cidental, son, desde nuestro enfoque, relación entre las dos zonas de la mente
las propias del pensamiento y del len- humana. Esquemáticamente, colisionan
guaje del hemisferio izquierdo-. Estamos en toda la novela dos grupos de cosas:
hablando, entonces, de distraer la con- (1) del lado de lo lógico, de las opera-
ciencia y de interrumpir y suspender por ciones del hemisferio dominante, se rei-
un tiempo nuestros sistemas de creen- teran sin parar dos conectores eminen-
cias y nuestras asociaciones habituales, temente racionales: el adversativo pero
3626 Lic. Sergio Etkin

y el explicativo porque. El primero mar- de, en cualquier receptor, a ser acepta-


ca siempre una oposición lógica entre da, a ser recibida con un sí que se hace
dos cosas, entre dos fenómenos, etc.; eco de todos los sí que uno ha dado an-
el segundo, introduce justificaciones en tes ante esa descripción tan completa y
términos de causas y efectos. (2) Del tan pegada a la realidad y a lo empíri-
lado de lo inconsciente, de lo co 10 .
hemisférico no dominante, todas las imá-
genes y las referencias a las operacio- La disociación mente-cuerpo. Típica-
nes de los cinco sentidos y a los objetos mente, se alternan en el relato nociones
de la realidad empírica, muy concretos, del campo semántico de lo intelectual y
que son sentidos. Esta es la intermi- de las operaciones mentales, con even-
tencia fundamental de todo el texto: tos físicos y del cuerpo humano -lo que
la tensión entre sensaciones referidas se describiría desde la hipnoterapia
y las oposiciones lógicas y las expli- como un discurso disociativo de la mente
caciones que se ofrecen para esas y el cuerpo-. Por ejemplo, en el siguien-
observaciones. El procedimiento habi- te fragmento del lado de lo mental con-
tual en la novela va desde datos muy ceptos y términos -con un alto grado de
concretos, ligados a lo fáctico y a la sen- generalización y de abstracción- como
sibilidad, que saturan con su concreción indudablemente, recordar, pensar, cir-
y con su cantidad -sumado esto a que cunstancia, estado, recuerdo, porque,
muchas veces se entremezclan con pro- forma se oponen a los términos del pla-
cedimientos de complejización de la lec- no de lo sensible, de lo concreto, de lo
tura: multiplicación de sustantivos con fáctico, de lo físico, como mover, ima-
los que se refieren un número casi in- gen, imágenes, románticos torbelli-
sostenible para la memoria de objetos nos, cuerpo, gusto, corporal, queri-
de la realidad, multiplicación de los da, inspirarle, gozos, tormentos; el en-
circunstanciales, aparición de nombres sueño, en cambio, representa para no-
propios extraños, empleo de un léxico sotros la región limítrofe entre aquellas
complicado del registro literario, empleo dos zonas. En el plano referencial, el sen-
de un léxico del tecnolecto científico, tido del fragmento es coherente con esta
médico, etc.-, hasta una explicación en- forma de escritura, pues se trata de las
cabezada con el conector porque -ex- relaciones problemáticas y dicotómicas
plicación más o menos breve que tran- platónicas entre formas o ideas y cuer-
quiliza, porque interrumpe la saturación pos concretos: ‘‘Indudablemente, al re-
anterior y ofrece un tranquilizador es- cordar de este modo sus conversacio-
pacio donde parar, y por ello mismo tien- nes, cuando estaba solo y se ponía a
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3627

pensar en ella, no hacía más que mover tan virtuosos por naturaleza, que hasta el
su imagen, entre otras muchas imáge- placer sensual les parece una cosa mala, un
nes femeninas, en románticos torbelli- privilegio de los malos. Y cuando se permite
nos; pero si gracias a una circunstancia entregarse un momento a él lo hacen como si
cualquiera (o sin ella, porque muchas quisieran entrar en el pellejo de los malos, y
veces la circunstancia que se presenta meter también a su cómplice de modo que
en el momento en que un estado, hasta por un momento los posea la ilusión de que
entonces latente, se declara, puede no se evadieron de su alma tierna y escrupulosa
tener influencia alguna en él), la imagen hacia el mundo inhumano del placer. Y al ver
de Odette de Crécy llegaba a absorber cuán difícil le era lograrlo, me figuraba yo
todos sus ensueños, y éstos eran ya in- con cuánto ardor lo debía de desear. En el
separables de su recuerdo, entonces la momento en que quería ser tan distinta de su
imperfección de su cuerpo ya no tenía padre, me estaba recordando las maneras
ninguna importancia, ni el que fuera más de pensar y de hablar del viejo profesor de
o menos que otro cuerpo cualquiera del piano. Lo que profanaba, lo que utilizaba
gusto de Swann, porque, convertido en para su placer y que se interponía entre ese
la forma corporal de la mujer querida, placer y ella, impidiéndole saborearlo direc-
de allí en adelante sería el único capaz tamente, era, más que el retrato, aquel pare-
de inspirarle gozos y tormentos.’’ (p cido de cara, los ojos azules de la madre de él,
246) que le transmitió como una joya de familia, y
los ademanes de amabilidad que entremetían
Las paradojas. El esquema típico de entre el vicio de la señorita de Vinteuil y ella
muchas de las paradojas y de muchos una fraseología y una mentalidad que no eran
de los absurdos de À la recherche se propias de ese vicio y que le impedían que le
basa en la disociación entre la voluntad sintiera como cosa muy distinta de los nu-
-como terreno de la parte lógica, cons- merosos deberes de cortesía a que se consa-
ciente de nuestra mente- y los hechos y graba de ordinario. (p 203).
los resultados que se sustraen al control
voluntario -y que están determinados por Podemos incluir aquí también, a
la otra parte de nuestra mente-. Así, la modo de ejemplo, las ridículas parado-
hija de Vinteuil, cuanto más quiere dife- jas del doctor Cottard, quien, cuanto más
renciarse de su padre, más se le pare- quiere estar preparado todo, más lo
ce: toma por sorpresa cualquier cosa, por-
que carecía del sentido crítico que él
Los sádicos de la especie de la hija de Vinteuil creía aplicar a todo y tomaba todo al
son seres tan genuinamente sentimentales, pie de la letra, es decir, con una lógica
3728 Lic. Sergio Etkin

de claridad y no ambigüedad, rigurosa coger la corriente replegando el verde corda-


hasta el absurdo: je, y se llevaba a la pobre planta a aquel que
con mayor razón podía llamarse su punto de
Como carecía del sentido crítico que él creía partida, porque no se estaba allí un segundo
aplicar a todo, ese refinamiento de cortesía sin volver a zarpar, repitiendo la misma ma-
que consiste en afirmar a una persona a la niobra. Yo la veía en todos nuestros paseos,
que hacemos un favor que los favorecidos y me traía a la imaginación a algunos neu-
somos nosotros, pero sin aspirar a que se lo rasténicos, entre los cuales incluía papá a la
crean, eran con él trabajo perdido, porque tía Leoncia, que durante años nos ofrecen
todo lo tomaba al pie de la letra. (...) Cuando invariablemente el espectáculo de sus cos-
la señora de Verdurin anunció que aquella tumbres raras, creyéndose siempre que las
noche iría Swann, el doctor exclamó: van a desterrar al día siguiente y sin perder-
‘¿Swann?’, con sorpresa rayana en la bruta- las jamás; cogidos en el engranaje de sus
lidad, porque la novedad más insignificante enfermedades y manías, los esfuerzos que
cogía siempre más desprevenido que a nadie hacen inútilmente para escapar contribuyen
a aquel hombre que se figuraba estar perpe- únicamente a asegurar el funcionamiento y
tuamente preparado a todo. (p 248-9) el resorte de su dietética extraña, ineludible y
funesta. Y así aquel nenúfar, parecido tam-
También, como un tercer caso, bién a uno de los infelices cuyo singular tor-
este pasaje, cercano al mito de Sísifo - mento, repetido indefinidamente por toda la
exaltado por algunos representantes del eternidad, excitaba la curiosidad del Dante,
teatro del absurdo, como A. Camus, que hubiera querido oírle contar al mismo
en tanto que signo de lo absurdo-: paciente los detalles y la causa del suplicio,
pero que no podía porque Virgilio se mar-
En seguida empezaban a obstruir la corriente chaba a grandes zancadas y tenía que al-
las plantas acuáticas. Primero había algunas canzarle, como me pasaba a mí con mis pa-
aisladas, como aquel nenúfar, atravesado en dres.’’ (pp 208-9)
la corriente y tan desdichadamente colocado
que no paraba un momento, como una bar- La yuxtaposición de estados de
ca movida mecánicamente y que apenas conciencia, como especies de vidas pa-
abordaba una de las márgenes cuando se ralelas que a veces no guardan entre sí
volvía a la otra, haciendo y rehaciendo eter- la menor relación, se tematiza reitera-
namente la misma travesía. Su pedúnculo, damente en la novela. Desde nuestro
empujado hacia la orilla, se desplegaba, se punto de vista, se trata, en sus términos
alargaba, se estiraba en el último límite de su más amplios, de la dicotomía entre lo
tensión hasta la ribera, en que le volvía a consciente y lo inconsciente, una conti-
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3729

nuidad en la medida que se trata de la consciente o distraído; y ese rincón de cam-


mente de una única persona, pero una po, ese trozo de jardín, no podían imaginar-
discontinuidad, en la medida que la ar- se cuando los estaba contemplando un niño
monía que las operaciones de cada una soñador, un transeúnte humilde -como un
a veces se distancia extremadamente. memorialista confundido con la multitud ad-
En el fragmento que citamos en segui- mira a un rey-, que gracias a él estaban llama-
da se advierte la tematización de la dos a sobrevivir hasta en lo más efímero de
cuestión, las incompatibilidades de los sus particularidades (p 226)
dos aspectos y los elementos de fija-
ción de la atención y de distracción, De manera análoga, aparecen en
como antecedentes de las búsquedas este pasaje la idea, en clave auto-
inconscientes que son las que cambian referencial, de la literatura y de la lec-
nuestros puntos de vistas habituales: tura como un sueño, las evocaciones, y
la lentitud de los procesos de cambios
estados continuos, pero tan ajenos entre sí, (psicológicos) en los seres humanos
tan faltos de todo medio de intercomuni- comparado con los cambios entre los
cación, que cuando me domina uno de ellos fenómenos extremos de la naturaleza
no puedo comprender, ni siquiera represen- (nacimiento-muerte, día-noche, etc.):
tarme , lo que deseé, temí o hice cuando me
poseía el otro. Así, el lado de Méséglise y el Y una vez que el novelista nos ha pues-
lado de Guermantes, para mí, están unidos a to en ese estado, en el cual, como en
muchos menudos acontecimientos de esa vida todos los estados puramente interiores,
que es la más rica en peripecias y en episo- toda emoción se decuplica y en el que
dios de todas las que paralelamente vivimos, su libro vendrá a inquietarnos como
de la vida intelectual. Claro es que va pro- nos inquieta un sueño, pero un sueño
gresando en nosotros insensiblemente, y el más claro que los que tenemos dormi-
descubrimiento de las verdades que nos la dos, y que nos durará más en el recuer-
cambian de significación y de aspecto y nos do, entonces desencadena en nuestro
abre rutas nuevas se prepara en nuestro in- seno, por una hora, todas las dichas y
terior muy lentamente, pero de modo incons- desventuras posibles, de esas que en la
ciente, así que para nosotros datan del día, vida tardaríamos muchos años en co-
del minuto en que se nos hicieron visible. Y nocer unas cuantas, y las más intensas
las flores, que entonces estaban jugando en de las cuales se nos escaparían, por-
la hierba; el agua que corría al sol, el paisaje que la lentitud con que se producen nos
entero que rodeó su aparición, sigue acom- impide percibirlas (así cambia nuestro
pañándolas en el recuerdo con su rostro in- corazón en la vida, y éste es el más amar-
3730 Lic. Sergio Etkin

go de los dolores; pero un dolor que bía tenido el autor de escogerlos, y por
sólo sentimos en la lectura e la fe con que mi pensamiento salía al en-
imaginativamente; porque en la realidad cuentro de sus palabras, como si fueran
se nos va mudando el corazón lo mismo una revelación, me parecía que eran una
que se produce ciertos fenómenos de la parte real de la Naturaleza misma,
naturaleza, es decir, con tal lentitud, que merecedora de estudiarla y profundizar-
aunque podamos darnos cuenta de cada la, impresión que casi no me hacían los
uno de sus distintos estados sucesivos, lugares donde me hallaba, y especial-
en cambio se nos escapa la sensación mente nuestro jardín, frío producto de
misma de la mudanza). Y como siempre la correcta fantasía del jardinero, ob-
tenía presente en el alma el ensueño de jeto del desprecio de mi abuela. (...) En
una mujer que me quería, en aquellos fin, al ir siguiendo de dentro afuera los
veranos el sueño se empapaba en el fres- estados simultáneamente yuxtapuestos
cor de las aguas corrientes, y cualquier en mi conciencia [‘’Enfin en continuant
mujer que evocara se me aparecía con à suivre du dedans au dehors les états
racimos de flores rojizas y moradas cre- simultanéament juxtaposés dans ma
ciendo a su lado, como con sus colores conscience’’ (p 77)]. y antes de llegar al
complementarios. [‘’ Et comme le rêve horizonte real que los envolvía, me en-
d’une femme qui m’aurait aimé était cuentro con placeres de otra clase: sen-
toujour présent à ma pensée, ces étés-là tirme cómodamente sentado, percibir el
ce rêve fut imprégné de la fraîcheur des buen olor del aire, no verme molesto por
eaux courantes; et quelle que fût la feme ninguna visita y, cuando daba la una en
que j’évoquais, des grappes de fleurs el campanario de San Hilario, ver caer
violettes et rougeâtres s’élevaient trozo a trozo aquella parte ya consuma-
aussitòt de chaque côté d’elle comme da de la tarde, hasta que oía la última
des couleurs complémentaires’’ (p 76)] campanada, que me permitía hacer la
No se nos queda grabada eternamente suma de las horas; y con aquel largo
una imagen con que soñamos porque se silencio que seguía parecía que empeza-
embellezca y mejore con el reflejo de los ba en el cielo azul toda la parte que aún
colores extraños que por azar la rodeen me era dada para estar leyendo (...) y
en nuestros sueños, porque aquellos algo que había ocurrido no había ocu-
paisajes de los libros que leía se me re- rrido para mí 11 ; el interés de la lectu-
presentaban con mayor viveza en la ima- ra, mágico como un profundo sueño,
ginación que los que Combray me ponía había engañado a mis alucinados oídos,
delante y los análogos que me hubiera borrando la áurea campana de la azulada
podido presentar. Por la manera que ha- superficie del silencio. ¡Hermosas tardes
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3731

de domingo (...) todavía me evocáis esa con alzar el brazo para parar el Sol, para
vida cuando pienso en vosotras [‘’vous hacerle retroceder: y en el primer momento
m’évoquez encore cette vie quand je de su despertar no sabrá qué hora es, se
pense à vous’’ (p 78)]; esa vida que en imaginará que acaba de acostarse. Si se
vosotras se contiene, porque la fuisteis adormila en una postura aún menos usual y
cercando y encerrando poco a poco – recogida, por ejemplo, sentado en un sillón
mientras que yo progresaba en mi lectu- después de comer, entonces un trastorno
ra e iba cayendo el calor del día– en el profundo se introducirá en los mundos
cristal sucesivo, de lentos cambiantes desorbitados, la butaca mágica le hará re-
y atravesado de follaje, de vuestras ho- correr a toda velocidad los caminos del tiem-
ras silenciosas, sonoras, fragantes y lim- po y del espacio, y en el momento de abrir
pias! (pp 111-2) los párpados se figurará que se echó a dor-
mir unos meses antes y en una tierra distin-
Cada sueño supone, entonces, ta. Pero a mí, aunque me durmiera en mi
disociaciones, existencias paralelas, per- cama de costumbre, me bastaba con un sue-
der por un tiempo la personalidad ño profundo que aflojara la tensión de mi
(consciente, cotidiana, habitual, normal), espíritu para que éste dejara escaparse el
superponer diferentes perspectivas, ni- plano del lugar en donde yo me había dor-
veles múltiples de nuestra existencia - mido, y al despertarme a medianoche, como
todas cosas refrescantes, aliviadoras y no sabía en dónde me encontraba, en el pri-
sin las cuales no podríamos vivir, ni cam- mer momento tampoco sabía quién era; en
biar-. El sueño propicia todo esto y la mí no había otra cosa que el sentimiento de la
literatura es, a este respecto, un aná- existencia en su sencillez primitiva, tal como
logo del sueño 12 : puede vibrar en lo hondo de un animal, y
hallábame en mayor desnudez de todo que el
Cuando un hombre está durmiendo tiene en hombre de las cavernas; pero entonces el
torno suyo, como un aro, el hilo de las horas, recuerdo -y todavía no era el recuerdo del
el orden de los años y de los mundos. Al lugar en que me hallaba, sino el de otros si-
despertarse, los consulta instintivamente y, tios en donde yo había vivido y en donde
en un segundo, lee el lugar de la Tierra en que podría estar- descendía hasta mí como un
se halla, el tiempo que ha transcurrido hasta socorro llegado de lo alto para sacarme de
su despertar, pero estas ordenaciones pue- la nada, porque yo solo nunca hubiera podi-
den confundirse y quebrarse. Si después de do salir; en un segundo pasaba por encima
un insomnio, en la madrugada le sorprende el de siglos de civilización, y la imagen borro-
sueño mientras lee en una postura distinta samente entrevista de las lámparas de pe-
de la que suele tomar para dormir, le bastará tróleo, de las camisas con cuello vuelto, iba
3732 Lic. Sergio Etkin

recomponiendo lentamente los rasgos pecu- ta a las cuales no se le invitaba, por conside-
liares de mi personalidad. Esa inmovilidad rar que no tenía prestigio suficiente para pre-
de las cosas que nos rodean acaso es una sentarle a personas de fuera que iban a casa
cualidad que nosotros las imponemos con por primera vez. Si la conversación recaía
nuestra certidumbre de que ellas son esas sobre los príncipes de la Casa de Francia, mi
cosas, y nada más que esas cosas, con la tía hablaba de ellos diciendo: ‘Personas que
inmovilidad que toma nuestro pensamiento ni usted ni yo conoceremos nunca, ni falta
frente a ellas. (pp 13-15) 13 que nos hace, ¿verdad?, y se dirigía a Swann,
que quizá tenía en el bolsillo una carta de
Las creencias personales, en Twickenham, y le mandaba correr el piano
general, introducen cambios sustancia- y volver la hoja las noches en que cantaba la
les en lo que son las cosas para cada hermana de mi abuela, mostrando para
individuo. Las diferencias de opinión no manejar a Swann, tan solicitado en otras
aparecen en la novela como distincio- partes, la ingenua dureza de un niño que
nes menores sino que lo modifican todo: juega con un cacharro de museo sin más
modifican las personalidades que cons- precauciones que con un juguete barato. Sin
truimos para cada persona. Nadie es un duda, el Swann que hacia la misma época
todo homogéneo, ni en las cosas im- trataron tantos clubmen no tenía nada que
portantes, ni en las banales: somos la ver con el que creaba mi tía, con aquel oscu-
representación que tienen de nosotros ro e incierto personaje, que a la noche, en el
los demás y los demás son las repre- jardincillo de Combray, y cuando habían so-
sentaciones que tenemos de ellos noso- nado los dos vacilantes tintineos de la cam-
tros. El narrador deconstruye entonces panilla, se destacaba sobre un fondo de tinie-
nuestras representaciones habituales, blas, identificable solamente por su voz, y al
que nos resultan tan naturales que equi- que mi tía rellenaba y vivificaba con todo lo
valen para nosotros a la visión objetiva que sabía de la familia Swann. Pero ni si-
de las cosas materiales. Así, el narra- quiera desde el punto de vista de las cosas
dor personaje, Marcel, disocia al ‘‘mis- más insignificantes de la vida somos los
mo’’ Swann en dos -Swann tal como lo hombres un todo materialmente constituido,
conoció en su niñez y tal como lo cono- idéntico para todos, y del que cualquiera
ció en su adultez-, como dos personas pudiera enterarse como de un pliego de con-
diferentes, irreconciliables: diciones o de un testamento; no, nuestra per-
sonalidad social es una creación del pensa-
No teníamos escrúpulo en llamar en cuanto miento de los demás. Y hasta ese acto tan
se necesitaba una receta de salsa gribiche, o sencillo que llamamos ‘ver a una persona
de ensalada de piña, para comidas de etique- conocida’ es, en parte, un acto intelectual.
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3733

Llenamos la apariencia física del ser que te distinta, cuando en mi memoria paso del
está ante nosotros con todas las nociones Swann que más tarde conocí con exactitud a
que respecto a él tenemos, y el aspecto total ese primer Swann -a ese primer Swann en el
que de una persona nos formamos está inte- que me encuentro con los errores amables
grado en su mayor parte por dichas nocio- de mi juventud, y que además se parece me-
nes. Y ellas acaban por inflar tan cabalmen- nos al otro Swann de después que a las per-
te las mejillas, por seguir con tan perfecta sonas que yo conocía en la misma época,
adherencia la línea de la nariz, y por mati- como si pasara con nuestra vida lo que con
zar tan delicadamente la sonoridad de la voz, un museo, en donde todos los retratos de un
como si ésta no fuera más que una transpa- mismo tiempo tienen un aire de familia y
rente envoltura, que cada vez que vemos ese una misma tonalidad-, a ese primer Swann,
rostro y oímos esa voz, lo que se mira y lo imagen del ocio, perfumado por el olor del
que se oye son aquellas nociones. Induda- viejo castaño, de los cestillos de frambuesas
blemente en el Swann que mis padres se ha- y de una brizna de estragón. (pp 31-2). 14
bían formado omitieron por ignorancia una
multitud de particularidades de su vida mun- La crítica también devela reite-
dana, que eran justamente la causa de que radamente las paradojas proustianas. Es
otras personas, al mirarla, vieran cómo to- el caso de este pasaje de Adorno:
das las elegancias triunfaban en su rostro, y
se detenían en su nariz aguileña como en su Si chez Proust une relation scientifique ou
frontera natural; pero, en cambio, pudieron métaphysique pouvait de la même manière
acumular en aquella cara despojada de su être exprimée par une comparaison tirée de
prestigio, vacante y espaciosa, y en lo hondo la sphère de la mondanité, on peut dire qu’à
de aquellos ojos, preciados menos de lo jus- l’inverse il a suivi la formule bergsonienne,
to, el vago y suave sedimento -medio recuer- qu’il l’ait connue ou non. Et certes pas
do y medio olvido- que dejaron las horas de seulement par simple intuition. Les forces de
ocio pasadas en su compañía después de celle-ci s’équilibrent dans son oeuvre avec
cada comida semanal alrededor de la mesi- celles du rationalisme français, avec une
ta de juego o en el jardín, durante nuestra portion convenable d’expérience du monde
vida de amistosa vecindad campesina. Con et de bon sens. C’est d’abord la tension entre
esto, y con algunos recuerdos relativos a sus ces deux éléments et leur juxtaposition qui
padres, estaba tan bien rellena la envoltura fait le climat proustien. Mais une de ses
corporal de nuestro amigo, que aquel Swann caracatéristiques, c’est cette allergie
llegó a convertirse en un ser completo y vivo, bergsonienne contre la pensée de confection,
y que yo siento la impresión de separarme contre le cliché établi d’avance; son tact ne
de una persona para ir hacia otra enteramen- peut supporter ce que dit tout le monde;
3734 Lic. Sergio Etkin

cette sensibilité lui fait percevoir le mensonge, pecto, al perderle totalmente, se asemejaban
et donc la vérité. Tout en entonnant avec a cosas absurdas, al ala transparente de una
tout le monde la vieille chanson sur mosca, al revés de una etiqueta o a un pétalo
l’hypocrisie et le manque de sincérité de la de rosa, pero que hubieran sido todas ellas
société, et comme tout le monde, sans jamais apiladas, trituradas y entretejidas como en la
en critiquer expressément la cause sociale confección de un nido. Mil pequeños detalles
profonde, il est tout de même devenu, contre inútiles -prodigalidad encantadora del boti-
son gré -et d’autant plus authentiquement, cario- que en un preparado ficticio se hubie-
donc- un critique de la société. (pp 142-143) ran suprimido, me daban, lo mismo que un
15
libro donde nos maravillamos de ver el nom-
bre de un conocido, el gozo de comprender
Auto-referencialmente, todas que eran aquellos verdaderos tallos de tila,
las cosas también cambian de aspecto, como los que yo veía en el paseo de la Esta-
cambian de forma, se transforman y ción, y modificados precisamente, porque
pueden parecer de lo más absurdas, de eran de verdad y no copias, y habían enveje-
lo más decorativas, en la medida que se cido. Y como cada rasgo característico que
mezclan en nuestra imaginación y en la ofrecían no eran más que la metamorfosis
medida que se desafía la ‘’producción de un rasgo antiguo, yo reconocía en las
en serie’’, en términos de Th. Adorno bolitas grises los botones verdes que no cuaja-
recién citados, en la medida que la indi- ron; pero, sobre todo, el brillo rosado, lunar
vidualidad conquista su propio terreno y suave, en el que se destacaban las flores,
frente a la indiferenciación, tanto en la pendientes de una frágil selva de tallos, como
naturaleza, como en el arte: rositas de oro -señal, como ese resplandor
que aún revela en un muro el sitio en que
Al cabo de un momento entraba a darle un estuvo un fresco borrado, de la diferencia
beso; Francisca estaba haciendo el té; y si mi entre las partes del árbol que habían tenido
tía se sentía nerviosa, pedía tila en vez de té, color y las que no-, me indicaba que aquellos
y entonces yo era el encargado de coger la pétalos eran los mismos que, antes de hen-
bolsita de la farmacia y echar en un plato la chir la bolsita de la botica, habían aromado
cantidad de tilo que luego había que verter en las noches de primavera. Aquella llama rosa,
el agua hirviendo. Los tallos de la flor del de cirio, era todavía su coloración, pero me-
tilo, al secarse, se curvaban, formando un dio apagada y dormida en esa vida inferior
caprichoso enrejado, entre cuyos nudos se que ahora llevaban, y que viene a ser el cre-
abrían las pálidas flores, como si un pintor púsculo de las flores. Muy pronto podía mi
las hubiera colocado y dispuesto del modo tía mojar en la hirviente infusión, cuyo sabor
más decorativo. Las hojas, al cambiar de as- de hoja muerta y flor marchita saboreaba,
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3735

una magdalenita, y me daba un pedacito cuan- “paroles bizarres, attitudes inexplicables,


do ya estaba bien empapada. (pp 70-71) 16 un certain soir, de tel être qu’elle a par
ailleurs tant de raisons pour aimer.”
Una y otra vez se reitera el peso Estas “tantas razones para amar” es-
de la individualidad vinculado con poner tán en el mismo plano de “la compleji-
en suspenso el hábito y con los estados dad de las circunstancias”.
de ensoñación: ‘‘Y era también que -
como sucede en esos momentos de en- No hay nadie, por muy virtuoso que sea,
soñación que tenemos en el campo, que por causa de la complejidad de las cir-
cuando la acción de la costumbre está cunstancias, no pueda llegar algún día a vivir
en suspenso, y nuestras nociones abs- en familiaridad con el vicio que más rigurosa-
tractas de las cosas apartadas a un lado, mente condena -sin que, por lo demás, le
y creemos con profunda fe en la origi- reconozca por completo bajo ese disfraz de
nalidad, en la vida individual del lugar hechos particulares que reviste para entrar
en que estamos- la moza pasaba...’’ (p. en contacto con uno y hacerle padecer-: pa-
194) labras raras, actitud inexplicable tal noche,
Por último, mencionaremos entre de un ser a quien se quiere por tantos moti-
las paradojas proustianas alguna de sus vos. Pero el señor Vinteuil debía sufrir mu-
numerosas paradojas larochefouca- cho al tener que resignarse a una de esas si-
uldianas17, que han hecho que la crítica tuaciones que erróneamente se consideran ex-
compare a Proust con el moderno mo- clusivas del mundo de la bohemia, y que, en
ralista francés; por ejemplo, la paradoja realidad, se producen siempre que un vicio
de que la virtud no garantiza a nadie no que la misma naturaleza humana desarrolló
caer en el vicio que -incluso, en base a en un niño a veces sólo con mezclar las cua-
esa misma virtud- alguien condena for- lidades de su padre y de su madre, como el
malmente; y la paradoja enorme de que color de los ojos, busca el lugar seguro que
la mezcla de la virtud del padre y de la necesita para vivir. (p 184)18
madre pueden producir el vicio del hijo.
Notemos como asume el autor auto- Y, acto seguido, se trata de la
referencialmente la actitud que narra objetividad de los hechos, por oposición
con esa extraña parentética entre co- a la subjetividad de los sentimientos y
mas (circunstancia temporal que no vie- de las creencias. Con moderna impron-
ne al caso o que viene algo absurda- ta kantiana, Proust relaciona la objetivi-
mente) y con esa fuerte confusión se- dad de los hechos con la intersubje-
mántica y sintáctica de ese extraño tividad de la comunidad. Paradójica-
“ser” amado que se introduce en: mente, puestos en objetivos, es decir, del
3736 Lic. Sergio Etkin

lado de la objetividad social del venir a menos. (pp. 184-185)19.


intersubjetiva, podemos ser enemigos de
nosotros mismos -se plantea aquí un lí-
mite de las bondades de la crítica y de (3) La búsqueda inconsciente, los
la objetividad. Señalamos además la in- procesos inconscientes y las res-
consecuencia lógica (non sequitur) puestas hipnóticas
entre el ponerse del punto de vista de la
opinión pública y verse desde allí como La búsqueda, la recherche, des-
caído y el pasar a transformar sus mo- de el título mismo de la novela de Proust,
dales de expresivos de superioridad, a se postula como una operación predo-
expresivos de humildad y respeto: minante, como acción del personaje prin-
cipal y del narrador, como instrucción
Pero no porque el señor Vinteuil se diera de lectura en el nivel de la recepción y
cuenta de la conducta de su hija disminuyó como efecto de lectura que podría pro-
en nada su cariño hacia ella. Los hechos no ducir la novela. Desde nuestro punto de
penetran en el mundo donde viven nuestras vista, fijar la atención y quitarle poten-
creencias, y como no les dieron vida no las cia a las asociaciones creadas por el
pueden matar; pueden estar desmintiéndo- hábito son los caminos que llevan a ini-
las constantemente sin debilitarlas, y una ciar búsquedas inconscientes que reor-
avalancha de desgracias o enfermedades que ganizan nuestra propia experiencia 20 .
una tras otra padece una familia no le hace
dudar de la bondad de su Dios ni de la pericia La respuesta hipnótica es el resultado natu-
de su médico. Pero cuando Vinteuil pensaba ral de la búsqueda y de los procesos incons-
en él y en su hija desde el punto de vista de la cientes iniciados por el terapeuta. Puesto que
gente, cuando quería colocarse con ella en el es mediada ante todo por procesos incons-
rango que ocupaban en la pública estima- cientes que tienen lugar en el interior del pa-
ción, entonces aquel juicio de orden social le ciente, la respuesta hipnótica da la aparien-
formulaba él mismo, como lo haría el vecino cia de que ocurre automáticamente o
de Combray que más le odiara, y se veían autónomamente; parece tener lugar totalmente
con su hija caídos hasta lo último; por eso por sí misma, de una manera que se ve como
sus modales tomaron desde hacía poco esa ajena o disociada del modo usual que tiene la
humildad y respeto hacia las personas que persona para dar respuesta en un nivel vo-
estaban por encima de él y a quienes miraba luntario. La mayoría de los pacientes experi-
desde abajo (aunque en otra época las consi- mentan típicamente una sensación suave de
derara muy inferiores), esa tendencia a subir agradable sorpresa cuando se encuentran a sí
hasta ellas que es resultado casi mecánico mismos respondiendo de esta manera auto-
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3737

mática e involuntaria. Esa sensación de sor- nunca vi más que esa especie de sector lumi-
presa, en efecto, puede tomarse en general noso destacándose sobre un fondo de indis-
como una indicación de la naturaleza genui- tintas tinieblas, como esos que el resplandor
namente autónoma de sus respuestas.21 de una bengala o de una proyección eléctrica
alumbran y seccionan en un edificio, cuyas
La evocación: la evocación de restantes partes siguen sumidas en la oscuri-
nuevos niveles de significado es algo dad: en la base, muy amplia; el saloncito, el
que conecta los procedimientos de esta comedor; el arranque del oscuro paseo de
corriente psicológica con los procedi- árboles por donde llegaría el señor Swann,
mientos del arte. La idea de iniciar bús- inconsciente causante de mis tristezas; el
quedas y procesos inconscientes y de vestíbulo por donde me dirigía hacia el pri-
configurar nuevas pautas y dimensiones mer escalón de la escalera, duro de subir, que
de la conciencia -a través de los juegos ella sola formaba el tronco estrecho de aque-
de palabras, las metáforas, las analo- lla pirámide irregular, y en la cima mi alcoba
gías- se pone desde este enfoque en el con el pasillito, con puerta vidriera, para que
centro de la economía de la dinámica entrara mamá; todo ello visto siempre a la
mental y de la evaluación de la concien- misma hora, aislado de lo que hubiera alre-
cia, en tanto que medios para superar dedor y destacándose exclusivamente en la
las limitaciones de marcos conscientes oscuridad, como para formar la decoración
más estrechos, de romper las asocia- estrictamente necesaria (igual que esas que
ciones conscientes más rutinarias y li- se indican al comienzo de las comedias anti-
mitadas, de ir más allá de nuestra con- guas para las representaciones de provincias)
ciencia prosaica y cotidiana 22 . al drama de desnudarme; como si Combray
consistiera tan sólo en dos pisos unidos por
En el pasaje archicitado sobre la una estrecha escalera, y en una hora única:
memoria voluntaria como incapaz de las siete de la tarde. A decir verdad, yo hu-
retener nada del pasado y sobre la biera podido contestar a quien me lo pregun-
creencia céltica en la transmigración de tara que en Combray había otras cosas, y
las almas a cuerpos, vemos asociarse que Combray existía a otras horas. Pero como
la evocación con la búsqueda, y con lo que yo habría recordado de eso serían
los esfuerzos perdidos de nuestra inte- cosas venidas por la memoria voluntaria, la
ligencia, es decir, de nuestra concien- memoria de la inteligencia, y los datos que
cia, de nuestra lógica: ella da respecto al pasado no conservan de
él nada, nunca tuve gana de pensar en todo
Así, por mucho tiempo, cuando al desper- lo demás de Combray. En realidad, aquello
tarme por la noche me acordaba de Combray, estaba muerto para mí.
3738 Lic. Sergio Etkin

¿Por siempre, muerto por siempre? Era po- tes perspectivas y enfoques con refe-
sible . rencia a una misma cosa. Nuestro ce-
rebro ‘‘lógico’’ es incapaz de efectuar
En esto entra el azar por mucho, y un se- esta operación. 24 En À la recherche
gundo azar, el de nuestra muerte, no nos hay toda clase de situaciones de cam-
deja muchas veces que esperemos paciente- bios de punto de vista. Mencionaremos
mente los favores del primero. algunos de sus tipos:

Considero muy razonable la creencia céltica


de que las almas de los seres perdidos están 1. Cambio del enfoque y del juicio
sufriendo cautiverio en el cuerpo de un ser según se vea algo desde el pensa-
inferior, un animal, un vegetal o una cosa miento reflexivo propio como plas-
inanimada, perdidas para nosotros hasta el mado en un libro (meditación) o des-
día, que para muchos nunca llega, en que su- de la cotidianeidad (escenas vulga-
ceda que pasamos al lado del árbol, o que res):
entramos en posesión del objeto que las sir-
ve de cárcel. Entonces se estremecen, nos Estoy seguro de que en un libro -y en esto
llaman, y en cuanto las reconocemos se rom- me parecía a Francisca- esa concepción del
pe el maleficio. Y liberadas por nosotros, luto conforme al cantar de Roldán y a la por-
vencen a la muerte y tornan a vivir en nues- tada de San Andrés del Campo me hubiera
tra compañía. parecido simpática. Pero en cuanto tenía al
lado a Francisca me entraba un diabólico de-
Así ocurre con nuestro pasado. Es trabajo seo de que montara en cólera, y aprovechaba
perdido el querer evocarlo, e inútiles todos el menor pretexto para decirle que yo sentía a
los afanes de nuestra inteligencia. Ocúltase mi tía porque era una buena persona, a pesar
fuera de sus dominios y de su alcance, en un de sus manías, pero no porque fuera mi tía, y
objeto material (en la sensación que ese ob- que siendo tía mía hubiera podido serme odio-
jeto material nos daría) que no sospecha- sa y no causarme ninguna pena con su muer-
mos. Y del azar depende que nos encontre- te, frases todas que en un libro me parece-
mos con ese objeto antes de que nos llegue la rían tontas. (...) y de este modo adoptaba,
muerte, o que no le encontremos nunca. 23 para juzgar a Francisca, el mezquino punto
de vista de esos hombres que son objeto del
Otra función que sería específi- gran desprecio de algunas personas en la
ca del hemisferio no dominante tiene imparcialidad de la meditación, aunque lue-
que ver con la posibilidad de cambiar go esas personas se porten como ellos en
de puntos de vista, de adoptar diferen- una de las escenas vulgares de la vida. (p
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3739

191) La misma idea reaparece más


Se repiten situaciones análogas abajo, ligada a los descubrimientos de
en pp 43, 44, 75, 153, 154. nuestras búsquedas inconscientes:

2. Cambios de punto de vista por el Las paredes de las casas, el seto de


desfasaje entre los sentimientos: Tansonvile, los árboles del bosque de
todos podemos sentir las mismas Roussainville y los matorrales a que se adosa
cosas, pero siempre en distintos Montjouvain, llevaban paraguazos y
tiempos; por eso nos entendemos bastonazos de mi mano, y oían mis gritos de
sólo a veces, porque cuando uno gozo, que no eran, tanto unos como otros,
está instalado en un punto de vista, más que ideas confusas que me exaltaban y
es hasta raro que su interlocutor que no lograban el descanso de la claridad,
esté justo en ese momento en el porque preferían, a un lento y difícil aclarar-
mismo lugar; esto da cuenta de los se, el placer de una derivación más cómoda
continuos malosentendidos entre hacia un escape inmediato. La mayor parte
las personas -aun entre las más de esas llamadas traducciones de nuestros
próximas-: sentimientos no hacen otra cosa que quitár-
noslos de encima, expulsándolos de nuestro
Causábame un placer que me daba vergüen- interior en una forma indistinta que no nos
za haberme atrevido a solicitar de mis pa- enseña a conocerlos. Cuando echo cuentas
dres, porque era un placer tan grande, que, de lo que debo al lado de Méséglise, de los
sin duda, debió costarles mucha pena el humildes descubrimientos a que sirvió de
dármele, y eso sin ninguna compensación, fortuito marco o de necesario inspirador, me
porque para ellos no era placer ninguno.’ Así acuerdo de que en ese otoño, en uno de aque-
que, por discreción, desviaba la conversa- llos paseos, junto a la escarpa llena de male-
ción. Y también por escrúpulo de concien- za de Montjouvain, es donde por primera
cia. Todas las raras seducciones que para mí vez me sorprendió el desacuerdo entre nues-
adornaban el nombre de Swann las encontra- tras impresiones y el modo habitual de
ba en ese nombre cuando lo pronunciaban. Y expresarlas. Después de una hora de agua y
entonces se me figuraba de pronto que mis de aire, con los que luché muy contento, al
padres no podían por menos de sentir tam- llegar a la orilla (...) Y al ver en el agua y en la
bién esas seducciones que se colocaban en pared una sonrisa pálida, que respondía a la
mi punto de vista; que a su vez advertían mis sonrisa del cielo, exclamé: ‘¡Atiza, atiza, ati-
sueños, los absorbían, los hacían suyos, y za!’, blandiendo mi cerrado paraguas. Pero
me sentía tan apenado como si hubiera ven- al mismo tiempo comprendí que mi deber
cido y depravado a mis padres. (p 180). hubiera sido no limitarme a esas palabras y
3740 Lic. Sergio Etkin

aspirar a ver un poco más claramente en mi inmenso de estos sentimientos, me pareció


asombro. (...) y que respondió fríamente a que un sombrerazo sería cosa mezquina y
mi: ‘Buen tiempo para andar, ¡eh!’, aprendí podría hacer pensar a mi tío que yo no me
que las mismas emociones no se producen consideraba obligado, con respecto a su per-
simultáneamente, con arreglo a un orden sona, más que a una frívola cortesía. Decidí
preestablecido en el ánimo de todos los hom- abstenerme de aquel ademán, tan insuficien-
bres. Más tarde, siempre que una prolonga- temente expresivo, y volví la cabeza a otro
da lectura me daba ganas de conversación, el lado. Mi tío se imaginó que aquella acción
camarada a quien yo estaba deseando hablar mía obedecía a órdenes de mis padres, y no
acababa de entregarse al placer de la charla, y se lo perdonó nunca; murió muchos años des-
quería que ahora le dejaran leer en paz. Y si pués de esto sin volver a hablarse con ningu-
acababa de pensar cariñosamente en mis pa- no de nosotros. (p. 104)
dres y de adoptar las decisiones más pru-
dentes y propias para darles gusto, mien- Otro pasaje muy similar al ante-
tras, estaba llegando a su conocimiento algún rior, también vinculado con la naturale-
pecadillo mío, del que ya no me acordaba y za psicológica de las creencias, es éste:
que ellos me echaban en cara en el instante
mismo de ir a darles un beso. (pp 192-193) -... ¿Quién es Vaulabelle? ¿Quizá esos tomos
dorados que están en la librería pequeña de
Se repiten otras situaciones aná- su tocador? Ya sabe usted que ha prometido
logas en pp 53, 185, 201 que me los prestaría; los cuidaré muy bien.

En general, los malosentendidos Mi tío, que no quería prestar sus libros, no


son moneda corriente en la novela de contestó y vino a acompañarme hasta el re-
M. Proust -escenario privilegiado de si- cibimiento.(...) mientras que él, bastante azo-
tuaciones absurdas basados en la insu- rado, me daba a entender que le gustaría que
ficiencia expresiva del lenguaje y de los no contase nada a mis padres de aquella visi-
gestos, en la inconmensurabilidad entre ta, yo le decía, con lagrimas en los ojos, que
los sentimientos subjetivos e individua- el recuerdo de su amabilidad estaba tan pro-
les y las palabras y demás sistemas fundamente grabado en mi corazón, que ya
semióticos-: llegaría día en que pudiera demostrarle mi
gratitud. En efecto: tan profundamente gra-
Y unos días más tarde, al cruzarme con mi bado estaba en mi corazón, que dos horas
tío, que iba en coche abierto, sentí pena, gra- después, y luego de algunas frases misterio-
titud y remordimiento, todo lo cual hubiera sas, que me pareció que no lograban dar a
querido expresarle. Pero comparado con lo mis padres idea bastante clara de la nueva
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3741

importancia que yo disfrutaba, consideré más la del comienzo mismo de la novela: el


explícito contar con todo detalle la visita que narrador protagonista es él y es perso-
acababa de hacer. Con ello no creía causar naje del libro que está leyendo, en una
molestia ninguna a mi tío. ¿Y cómo iba a situación oniroide repleta de eventos
creerlo, si yo no tenía intención de absurdos y paradójicos desde nuestra
causársela? ¿Cómo iba yo a suponer que lógica habitual, como despertarse
mis padres vieran nada malo allí donde yo ‘‘para’’ comenzar a dormirse, terminar
no lo veía? Nos sucede todos los días que un de leer, dormirse y seguir reflexionando
amigo nos pide que no se nos olvide transmi- sobre la lectura, etc. La creencia guar-
tir sus disculpas a una mujer a quien no ha da un lugar intermedio: no garantiza
podido escribir, y que nosotros lo dejamos nada, ni al modo de las sensaciones, ni
pasar descuidadamente, considerando que al modo de lo lógico, ni al modo de la
esa persona no puede conceder gran impor- combinación de las dos cosas (lo
tancia a un silencio que para nosotros no la entendible): creemos todo el tiempo en
tiene. Yo me creía, como todo el mundo, que cosas absurdas a las que no ‘‘tocan’’
el cerebro de los demás era un receptáculo ni los hechos, ni lo objetivo, ni lo lógico.
inerte y dócil, sin fuerza de reacción especí- Los ojos de Marcel creen que la luz
fica sobre lo que en él depositamos; y no que está (objetivamente, de hecho) apa-
dudaba que al verter en el de mis padres la gada, está encendida; que el libro que
noticia de la nueva amistad que hiciera por ya no está en sus manos está en sus
medio de mi tío, les transmitiría al mismo manos: sus ojos están temporariamente
tiempo, como era mi deseo, el benévolo jui- cegados (respecto a la realidad obje-
cio que a mí me había merecido aquella pre- tiva) por una creencia que no es con-
sentación. Pero, por desdicha, mis padres se traria a su razón pero que es objetiva-
atuvieron a principios enteramente distintos mente irreal. Esa creencia puede -casi
de aquellos cuya adopción los sugería yo, inmediatamente en la situación del des-
para estimar el acto de mi tío. (pp 102-103) pertar- perder su sentido y uno queda
libre de adaptarse a ella de nuevo o no.
3. Son básicamente situaciones de La escritura juega todo el tiempo con
cambios de puntos de vista todas sus referentes en términos de ficción,
aquellas en las que vivimos la mul- realidad y sueño: si el enfoque fuera
tiplicidad de planos yuxtapuestos de todo el tiempo realista carecería de
nuestra existencia, cuando se nos interés, si fuera todo como una alu-
superponen en un mismo punto del cinación, sería una escritura casi
tiempo y del espacio nuestras muy psicótica, loca; entonces van alter-
diferentes ‘’vidas paralelas’’. Como nándose los elementos que orientan
3742 Lic. Sergio Etkin

hacia la realidad cotidiana, acepta- cura. Me preguntaba qué hora sería; oía el
da, y los que se refieren a los aspec- silbar de los trenes que, más o menos en la
tos más extraños de nuestro funcio- lejanía y señalando las distancias, como el
namiento mental: canto de un pájaro en el bosque, me describía
la extensión de los campos desiertos por
Mucho tiempo he estado acostándome tem- donde un viandante marcha de prisa hacia la
prano. A veces, apenas había apagado la estación cercana; y el caminito que recorre se
bujía, cerrábanse mis ojos tan presto, que ni va a grabar en su recuerdo por la excitación
tiempo tenía para decirme: ‘‘Ya me duermo’’. que le dan los lugares nuevos, los actos des-
Y media hora después despertábame la idea usados, la charla reciente, los adioses de la
de que ya era hora de ir a buscar el sueño; despedida que le acompañan aún en el silen-
quería dejar el libro, que se me figuraba tener cio de la noche, y la dulzura próxima del
aún entre las manos, y apagar de un soplo la retorno.” (pp 11-12)25
luz; durante mi sueño no había dejado de
reflexionar sobre lo recién leído, pero era Las búsquedas internas son en
muy particular el tono que tomaban esas re- general incompatibles con las relacio-
flexiones, porque me parecía que yo pasaba nadas con los quehaceres y con los de-
a convertirme en el tema de la obra, en una beres de la vida cotidiana:
iglesia, en un cuarteto, en la rivalidad de Fran-
cisco I y Carlos V. Esta figuración me duraba Y hoy todavía, si en alguna gran ciudad de
aún unos segundos después de haberme des- provincias o en un barrio de París que no
pertado: no repugnaba a mi razón, pero gra- conozco bien, un transeúnte que me ha ‘‘en-
vitaba como unas escamas sobre mis ojos caminado’’ me indica a lo lejos como punto
sin dejarlos darse cuenta de que la vela ya de referencia la torre de un hospital o el cam-
no estaba encendida. Y luego comenzaba a panario de un convento que alzan su puntia-
hacérseme ininteligible, lo mismo que des- gudo bonete eclesiástico en la esquina de una
pués de la metempsícosis pierden su sentido calle por donde debo continuar, a poco que
los pensamientos de una vida anterior; el mi memoria pueda encontrarle oscuramente
asunto del libro se desprendía de mi perso- algún rasgo de parecido con la amada y des-
nalidad y yo quedaba libre de adaptarme o aparecida silueta, el transeúnte, si se vuelve
no a él; en seguida recobraba la visión, todo a ver si voy bien, puede, todo asombrado,
extrañado de encontrar en torno mío una verme, olvidado del paseo o del quehacer,
oscuridad suave y descansada para mis ojos, allí parado delante del campanario horas y
y aún más quizá para mi espíritu, al cual se horas, probando a acordarme, y sintiendo
aparecía esta oscuridad como una cosa sin en mi interior tierras reconquistadas al olvi-
causa, incomprensible, verdaderamente os- do que van quedando en seco y tomando
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3743

forma; y en ese instante, y con mayor ansie- ble’’ de algo que ya se ha dicho.
dad que el momento antes, cuando le pedía (v) atención y sorpresa del ayuda
que me guiara, sigo buscando mi camino, de cámara: pose social, fingir inte-
doblo una calle..., pero todo sin salir de den- rés por ciertas cosas hasta creerse
tro de mi corazón. (p 88)26 la pose totalmente y adoptarla como
un gesto propio y auténtico: enorme
Y estaba con mi tío hasta que su ayuda de autoengaño, autoenajenación tal vez,
cámara venía a preguntarle, de parte del co- y caso difícil de juzgar: ¿es auténti-
chero, a qué hora tenía que enganchar. Mi tío co o no? Por un lado, no lo creyó
sumíase entonces en una meditación que ja- nunca: acaso si alguien le develara
más se hubiera atrevido a interrumpir con un su actitud, tal vez admitiría que es
solo movimiento su maravillado ayuda de absurda y que no cree (ni nunca
cámara, que esperaba siempre con curiosi- creyó) en ella; por otro lado, de tan-
dad el resultado invariablemente idéntico. Por to repetirlo ya lo cree, se apoyó y se
fin, después de una suprema vacilación, mi confió en cierto gesto, lo viene repi-
tío pronunciaba infaliblemente estas pala- tiendo hace tanto que ya se lo cree.
bras: ‘‘A las dos y cuarto’’; palabras que el Es más o menos como uno, como
criado repetía con sorpresa pero sin discu- cualquiera cree en las cosas cotidia-
tirlas: ‘‘¿A las dos y cuarto? Muy bien... nas: por ejemplo, en la importancia
voy a decírselo’’. (pp 95-96) 27 de usar siempre cierta camisa, o dos
zapatos parecidos entre sí, etc.: ru-
Paradoja, choque: tinas no reflexionadas, que uno adop-
(i) meditar y luego vacilar en for- tó pero nunca se problematizó ni, en
ma suprema para decir lo que el fondo, decidió ni creyó.
dice siempre;
(ii) maravillarse por la repetición Se cruza, en consecuencia, el
de lo de siempre, no interrum- concepto de lo absurdo aquí con otras
pirlo; dos nociones trabajadas todo el tiempo
(iii) sentir curiosidad por la repeti- en el texto de Proust: la de la creencia
ción de lo idéntico; y la de la costumbre.
(iv)repetir con sorpresa esas pala-
bras, sin discutirlas Por aquel entonces poseíame la afición al tea-
=> elementos de Autorreferencia- tro, afición platónica, porque mis padres
lidad: modo de hablar sobre la literatu- nunca me habían dejado ir, y se me represen-
ra y sobre el lector: curioso y maravilla- taban de un modo tan inexacto los placeres
do por la repetición actual pero ‘‘infali- que procuraba, que casi llegué a creer que
3744 Lic. Sergio Etkin

cada espectador miraba, lo mismo que en un estaba acabando de comerse una mandarina.
estereoscopio, una decoración que era para Las dudas en que me puso el no saber si
él solo, aunque igual a las otras mil que se debía llamarla señora o señorita me sacaron
ofrecían, una a cada uno, al resto de los es- los colores del rostro y me fui a dar un beso
pectadores. (p. 96) 28 a mi tío sin atreverme a volver la cabeza ha-
cia el lado donde estaba ella, para no tener
(i) nuevamente, cruce con la no- que hablarla. (p. 99)
ción de creencia.
(i) el elemento absurdo se marca
(ii) choque absurdo: amar algo por el “ataque” a la conjunción lógica
jamás experimentado y representarse “y”, que debe coordinar miembros ho-
las sensaciones que pueden experi- mogéneos sintáctica y semánticamente:
mentarse ante eso nunca experimenta- las dos proposiciones coordinadas son
do. muy distintas: cambian los sujetos de una
3ª p. del pl. a la 1ª p. del sg.
(iii) tras la marca de lo absurdo,
se introduce una situación ficcional que (ii) se desafía pues la relación ló-
dispara la reflexión: poética que se basa gica, que más que de conjunción pare-
en un objeto artístico que se entiende ce de causalidad: por las dudas que te-
como único para cada espectador (re- nía, perdí los colores del rostro y me fui
ceptor, si la ficción es literaria, lector) y, a dar un beso a mi tío...
al mismo tiempo, segundo absurdo, es
semejante para todos los demás espec- (iii) La cara absurda formal de la
tadores. Esto es lo que implicaría la enor- oración parece contrastar con el apa-
me concentración del receptor del he- rente absurdo de la situación, éste total-
cho artístico en éste último. Lo que es mente discutible y opinable: i.e, si es
para él la obra no lo es exactamente para absurdo dudar tan exageradamente y
nadie más; entonces la obra es para perder los colores del rostro por no sa-
cada uno al mismo tiempo que es para ber si debía llamarla señora o señorita.
todos (para muchos “cada uno”).
Me costaba trabajo creer que era una cocotte,
Encima de la mesa estaba, como de costum- y sobre todo, nunca me hubiera creído que
bre, el plato de mazapán, y mi tío llevaba su era una cocotte elegante, a no haber visto el
guerrera de todos los días, pero enfrente de coche de dos caballos, el traje rosa y el collar
él había una señora joven, con traje de seda de perlas, y de no saber que mi tío no trataba
color rosa y un collar de perlas al cuello, que más que a las de altos vuelos. Y me pregun-
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3745

taba qué placer podía sacar el millonario que contrar equilibrios entre los excesos de
la pagaba hotel, coche y alhajas, de comerse la lógica férrea de la racionalidad euro-
su fortuna por una persona de modales tan pea y los desbordes, siempre al límite
sencillos y tan correctos. Y, sin embargo, al de la violencia, de la actitud romántica.
pensar en lo que debía ser su vida, la inmora- Allí el artista, como en el caso de M.
lidad de la vida aquella me turbaba mucho Proust, puede orientarse a explorar la
más que si se hubiera concretado ante mí en mentalidad humana en sus posibles ca-
una apariencia especial, por ser tan invisible racterísticas universales y en sus pecu-
como el secreto de una novela, por el escán- liaridades socio-históricas. Este gesto
dalo que debió echarla de casa de sus padres, introspecrtivo coincide en el tiempo con
acomodados, y entregarla a todo el mundo los orígenes de la psicología tal como la
galante y el halago de la notoriedad a una conocemos contemporáneamente. Por
mujer que, por sus gestos y sus entonacio- eso se revela como algo útil reconstruir
nes de voz, tan semejantes a los que yo viera en este sentido el contexto intelectual
en otras damas, se me representaba, sin que- de la época y entrecruzar en una crítica
rer, como una muchacha de buena familia que a la novela la dirección de las corrien-
ya no era de ninguna familia. (...) Pero yo, tes psicológicas que, sin ser hoy
pensando en cómo pudo haber sido la ruda hegémonicas en algunos países, pueden
acogida, que ella decía exquisitamente fina, estar mucho más a tono con los rasgos
de mi padre, cuya reserva y frialdad me eran centrales de la escritura proustiana: la
bien conocidas, me sentí molesto, como si profundización interminable en los re-
fuera por una falta de delicadeza en que mi ferentes que construye -particularmen-
padre hubiera incurrido, al apreciar la des- te, cuando éstos son de índole psíquica-
igualdad existente entre lo que debió ser su ; los mecanismos de cambios de punto
escasa amabilidad y el generoso reconocimien- de vista: la contaminación de voces
to que la dama le atribuía. (pp 100-101) enunciadoras -sobre todo cuando se
enfocan las diferentes creencias de los
distintos personajes, la ubicuidad del
CONCLUSIÓN narrador en el tiempo, el fuerte apoyo
Puede echar luz sobre las corre- de la escritura en la digresión y en las
laciones entre la temática y los proce- frases que funcionan como circuns-
dimientos narrativos de esta novela en- tanciales -sobre todo las circunstanciales
focarla a partir de una psicología del explicativas y las comparativo-condicio-
sueño. Sus condiciones de producción nales del tipo ‘‘como si’’- y la
se enmarcan en un contexto social, his- complejización general en todos los ni-
tórico y cultural donde se impone en- veles lingüísticos.
3746 Lic. Sergio Etkin

En síntesis, una escritura que no


termina de asustarse ni con la lógica
más cerebral, fría y cotidiana, ni con las
alucinaciones ni con los fenómenos más
extraños de nuestra mente: que pasa de
un lado al otro en un vaivén a la vez
perturbador y tranquilizador. En el plan-
teo de los efectos de lectura, cuando aca-
bábamos de perturbarnos con lo extra-
ño, nos tranquiliza con frialdad; cuando
nos aburríamos de realismo, nos distrae
y nos sorprende.
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3747

BIBLIOGRAFÍA

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NOTAS

1
Monografía correspondiente al seminario de grado “SEMINARIO: PROUST,
EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO: LA HISTORIA INVISIBLE DE UNA
VOCACIÓN”, dictado por la Pfsora. Malvina E. Salerno, Facultad de Filosofía y
Letras, UBA, 1999.”

2
Valga como ejemplo W. Benjamin, citado en Nota del Traductor a su artículo
‘‘Una imagen de Proust’’, en Imaginación y sociedad. Iluminaciones I, Madrid,
Taurus, 1998, p 38: “En carta de 1929 le manifiesta a Max Rychner que, para
contribuir a la hermenéutica proustiana, se encuentra aún demasiado cerca del
conjunto de la obra. ‘‘Espero hasta poder ver los detalles por los que encaramarme
como por salientes de una pared... En Proust vive algo mucho más grande y mu-
cho más importante que el ‘psicólogo’ del que, por lo que veo, en Francia se habla
casi exclusivamente.”

3
Para una reconstrucción de la escasa influencia de Freud sobre el ambiente
intelectual francés de la época, v. Ibarlucía, R., Onirokitsch. Walter Benjamin y
el surrealismo: ‘‘Aunque las fuentes poéticas del surrealismo fueron estudiadas
muchas veces, la literatura psicológica, tanto científica como pseudo-científica,
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3749

que contribuyó a su nacimiento, continúa siendo poco conocida hasta hoy. Con
frecuencia tiende a creerse que Breton se apoyó exclusivamente en Freud y quiso
aplicar al arte las lecciones del psicoanálisis. Sin embargo, como ha demostrado
Sarane Alexandrian, diversas enseñanzas se ponen de manifiesto en las concep-
ciones surrealistas, no siendo siempre predominantes las ideas de Freud. (...) ‘‘Hice
poca filosofía -una clase de colegio y algunas lecturas- pero la psiquiatría me es
muy familiar (soy estudiante de medicina, aunque cada vez menos). Kräpelin y
Freud me han dado emociones muy fuertes’’ [Carta del 4 de abril de 1919. Ver la
correspondencia entre Breton y Tara, publicado como anexo en Michel Sanouillet,
Dadá à Paris, París, Jean-Jacques Pauvert, 1965.] Breton ciertamente había leí-
do la Introducción a la psiquiatría clínica de Emil Kräpelin, pero no conocía a
Freud más que a través del resumen que Régis y Hesnard habían ofrecido de su
doctrina en 1914, en La Psychoanalyse des Névroses et des Psychoses. Ningún
libro de Freud había sido traducido aún en Francia y Breton, al no saber alemán,
difícilmente pudo haber consultado entonces los textos originales. La interpreta-
ción de los sueños, en la traducción francesa de Émile Meyerson, aparecería
recién en 1926, cuando el movimiento surrealista ya esta constituido. De allí que no
haya sido este libro el que tuvo una influencia decisiva sobre él sino Psicopatología
de la vida cotidiana, publicado en 1922 bajo la autoridad de Vladimir Jankéévitch.
Prueba de esto es que Breton se preocupó por el estudio de los actos fallidos y los
lapsus antes que por el análisis de los sueños.
Fue un médico francés, más que Freud, el que despertó en Breton el interés
por los problemas psíquicos: el neurólogo Joseph Babinsky, de quien fue alumno en
el Hôpital de la Pitié, como refiere en el final del primer Manifiesto del surrealis-
mo. Babinsky representaba para él la figura del sabio, así como Guillaume
Apollinaire la del poeta. Antiguo jefe de clínica de Charcot en el Hôpital de
la Salpêtrière, Babinsky emprendió una revisión del concepto de neurosis
histérica, cuyos síntomas denominó pithiatisme para indicar, etimológicamente,
que se trataba de fenómenos psíquicos de sugestión y autosugestión, suscep-
tibles de cura por medio de la persuasión. (...)
Antes de convertirse en entusiasta admirador de Freud, Breton fue herede-
ro de la tradición psicológica instituida en el siglo XIX, como se infiere de las
preguntas que le formuló al visitarlo en su casa de Viena en 1921.Leyó muy tem-
pranamente a Pierre Janet, que en Les Médications Psychologiques (1919),
3750 Lic. Sergio Etkin

criticaba severamente a Freud e ironizaba acerca de su simbología de los sueños.


Durante sus años de estudiante, un libro de Hippolyte Taine lo marcó muy particu-
larmente: De l’intelligence, obra sobre teoría del conocimiento escrita hacia 1856.
Breton alude a ella en un párrafo del Manifiesto del surrealismo, donde hace
una apología de la locura y sostiene que las alucinaciones constituyen fuen-
tes de goce nada despreciables. Taine, como muchos autores contemporá-
neos, siguiendo las teorías del alienista Baillarger, daba tanta importancia a
las alucinaciones hipnagógicas como a los sueños, y afirmaba en su libro
que’ ‘‘la percepción exterior es una alucinación verdadera’’. En la misma
dirección, Breton plantearía, por lo menos hasta 1930, el problema del sueño junto
con el de la alucinación, estableciendo un paralelo entre las anomalías sensoriales
resultantes de uno y otra. (...)
Sin embargo, la influencia determinante, como señala Jean Starobinski, la
obtuvo de Frederic Myers, autor de Human Personality and its Survival of Bodily
Death y fundador de la Society of Psychical Research, ‘‘cuya noción de automa-
tismo ligada a una teoría del yo subliminal podía convenir a Breton mucho mejor
que la del inconsciente freudiano.” (pp. 57-62 ).

4
V. Paul Watzlawick, El lenguaje del cambio: “Los sueños son expresión del
hemisferio cerebral derecho. Sobre el lenguaje de los sueños y su traducción exis-
te una bibliografía aún más amplia que sobre el humor. Pero también aquí sorpren-
de que -con una importante excepción- hasta la época más reciente la traducción
ha discurrido en un solo sentido y la idea de una utilización consciente de este
lenguaje, es decir, de una re-traducción con la finalidad de modificar una concep-
ción del mundo, nunca fue considerada con la suficiente seriedad. La excepción a
que aludimos es, naturalmente, la hipnoterapia, que se sirve, desde hace ya largo
tiempo, de formas del lenguaje figurado; en esta técnica tiene una importancia
decisiva para el éxito de las intervenciones terapéuticas el dominio de este lengua-
je figurado.” (pp 55-6).

5
Bachelard propone una nueva fenomenología del sueño, a partir de la diferencia-
ción tajante entre la identidad del sujeto en la vigilia y la del sujeto que sueña, como
dos seres dentro del mismo ser, dos mentes dentro de la mente, dos discursividades
dentro de la discursividad: “A menudo agregamos inocentemente, inconsciente-
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3751

mente, un rasgo que aumenta lo pintoresco de nuestra aventura en el reino de la


noche. ¿Han observado ustedes el rostro del hombre que cuenta su sueño? Sonríe
de su drama, de sus terrores. Se divierte con ellos. Quisiera que también ustedes
se divirtieran con ellos. El narrador de sueños goza a veces de su sueño como de
una obra original. Ve en él una originalidad delegada y por eso mismo queda muy
sorprendido cuando el psicoanalista dice que otro soñador ha conocido la misma
‘originalidad’. La convicción de un soñador de sueños de haber vivido el sueño
que narra no debe engañarnos. Es una convicción establecida que se refuerza
cada vez que lo cuenta. No hay ninguna identidad entre el sujeto que narra y el
sujeto que ha soñado. Por eso mismo, una elucidación propiamente fenomenológica
del sueño nocturno es un problema difícil. Sin duda dispondríamos de elementos
para resolverlo si se desarrollara más una psicología y consecuentemente una
fenomenología de la ensoñación.” La poética de la ensoñación, pp 25-26.

6
“En El alma romántica y el sueño, cuya primera edición francesa Benjamin
reseña en 1939, Albert Béguin establece una filiación entre el romanticismo ale-
mán y el surrealismo mediada por la experiencia de la poesía francesa del siglo
XIX. (...) ‘‘La escuela del romanticismo alemán no es considerada por el autor
como la madre del romanticismo francés, sino como el fenómeno romántico par
excellence, a partir del cual se habría efectuado la iniciación de este movimiento
del espíritu’’, comenta Benjamin. En las provincias de Francia, el romanticismo
habría tomado cuerpo alternativamente en las obras de Sénancour, Nodier, Guérin,
Proust, Nerval, Hugo, Baudelaire, Mallarmé, Rimbaud y el surrealismo. Este últi-
mo se acercaría al romanticismo alemán, según Béguin, por la manera en que se
sirve del sueño: ‘‘En el París de 1925, igual que en la Alemania de 1800, un grupo
de jóvenes poetas trataban de encontrar juntos -por medio de una sym-philosophia
y sym-poiesis organizadas- un método preciso que permitiera sacar a la luz exte-
rior la realidad oculta de la vida inconsciente’’.
Ahora bien, lejos de ser una prolongación del romanticismo, el surrealismo
realizó sus conquistas en nombre de una ambición diferente. En primer lugar, no
partió del sueño sino del ‘automatismo psíquico’. El propósito inmediato del surrea-
lismo fue la liberación del lenguaje de los dictados de la conciencia, cuyas normas
restrictivas deseaba abolir. Tan sólo en la medida en que se presentó como un
ejemplo de pensamiento no dirigido, como un garante de experiencias fuera del
3752 Lic. Sergio Etkin

control de la razón, el sueño llegó a ser objeto de su especulación. Los surrealistas


nunca concibieron el sueño como un principio poético, ni lo trataron tampoco como
un fin en sí mismo que debía excluir o dominar todos los tipos de representación de
lo psíquico. La escritura automática, los trances hipnóticos, las alucinaciones pro-
vocadas, los ensayos de simulación de enfermedades mentales, los juegos gráficos
y verbales, los dibujos hechos con los ojos cerrados, las sesiones de psicoanálisis
colectivo, las recensiones de los signos del ‘azar objetivo’ caracterizaron al igual
que el sueño las prácticas del surrealismo (...)” (Ibarlucía, R., Onirokitsch. Walter
Benjamin y el surrealismo, Buenos Aires, Bordes Manantial, 1998, pp 37-38)

7
“Ante la duplicidad infinita con que el mundo de Proust se construye y se desdo-
bla, la palabra aparece como un instrumento débil. Sollers ensaya una respuesta
lateral y pone a prueba su talento tratando de evitar una interpretación del sentido
de los dibujos. Para ello, utiliza un método que consiste en no tratar de explicar la
obra por los dibujos o los dibujos por la obra sino que plantea entre ambos campos
una relación de correspondencia constante. Esto se hace posible a partir de que
sitúa el sueño como el principal personaje de En busca..., con lo cual todo se
multiplica y distorsiona.”. Gusman, L., “En busca del Proust perdido”, en Clarín,
suplemento Cultura y Nación del Domingo 06 de febrero de 2000.

8
“No obstante, si buscamos en la vida algo que corresponda a la situación de las
esencias originales, no la encontraremos en tal o cual personaje, sino más bien en
un estado profundo. Este estado es el sueño. (...) maravillosa libertad que no cesa
más que al despertar, cuando se ve coaccionado a escoger siguiendo el orden del
tiempo vuelto a desplegar. De la misma forma, el sujeto artista recibe la revelación
de un tiempo original, enrollado, complicado en la misma esencia, abrazando a la
vez todas las series y dimensiones. Éste es precisamente el sentido de la expresión
‘‘tiempo recobrado’’. (...) como el sueño, el arte está más allá de la memoria;
apela al pensamiento puro como facultad de las esencias. Lo que el arte nos per-
mite recobrar es el tiempo tal como se ha enrollado en la esencia, tal como nace en
el mundo envuelto de la esencia, idéntica a la eternidad.” (pp 57-58) (Deleuze, G.,
Proust y los signos, traducción de Francisco Monge, Barcelona, Anagrama, 1995).

9
“Estilo, gracia e información en el arte primitivo” (1967), en Bateson, G., Pasos
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3753

hacia una ecología de la mente, traducción de Ramón Alcalde, Buenos Aires,


Carlos Lohlé, 1976 : “(...) todos los organismos tienen que darse por satisfechos
con un grado más bien pequeño de conciencia, y (...) si la conciencia tiene algunas
funciones útiles, cualesquiera sean (lo que nunca se ha demostrado, pero posible-
mente sea verdad) entonces la economía en el grado de conciencia será de
central importancia. Ningún organismo puede permitirse el lujo de ser consciente
de asuntos que puede manejar en niveles inconscientes. (...) Si, como tenemos que
creer, la totalidad de la mente es una trama integrada (de proposiciones, imágenes,
procesos, patología neural, o lo que usted quiera, según el lenguaje científico que
prefiera usar) y si el contenido de la conciencia es sólo una muestra extraída
de diferentes partes y localidades de esta red, entonces, inevitablemente, la
visión consciente de la red como totalidad es una negación monstruosa de la
integración de esa totalidad. Como efecto del corte llevado a cabo por la
conciencia, lo que aparece sobre la superficie son arcos de circuitos y no los
circuitos completos o los circuitos completos mayores formados por otros
circuitos. Lo que la conciencia nunca podrá apreciar sin ayuda (sin ayuda
del arte, los sueños y cosas semejantes) es el carácter sistémico de la mente.’’
(pp 169-172).

10
Cf. Bateson, G., op. cit.: ‘’(...) la mera racionalidad teleológica, sin la ayu-
da de fenómenos tales como el arte, la religión, el sueño y otros semejantes,
es necesariamente patogénica y destructora de la vida; y que su virulencia
surge específicamente de la circunstancia de que la vida depende de circui-
tos interconectados de contingencias, en tanto que la conciencia sólo puede
ver pequeños arcos de aquellos circuitos que interesen a la actividad huma-
na.’’ (pp 174)

11
“Nos enfrentamos, pues, con dos lenguajes. Uno de ellos en el que hemos ex-
presado, por ejemplo, esta misma frase- es objetivo, definidor, cerebral, lógico,
analítico; es el lenguaje de la razón, de la ciencia, de la interpretación y la explica-
ción (...) El otro (...) es mucho más difícil de definir, cabalmente porque no es
lenguaje de la definición. Podría designársele tal vez como el lenguaje de la ima-
gen, de la metáfora, del pars pro toto, acaso del símbolo y, en cualquier caso, el
lenguaje de la totalidad (no de la descomposición analítica).
3754 Lic. Sergio Etkin

Es sabido que la psicología del pensamiento hace una distinción similar entre
el llamado pensamiento dirigido y el no dirigido. El primero sigue las leyes de la
lógica del lenguaje, es decir, de su gramática, su sintaxis y su semántica. El len-
guaje no dirigido se funda, por el contrario, en los sueños y fantasías, en las
vivencias del mundo interior y en cosas similares. Pero sólo es no dirigido compa-
rado con el dirigido, porque tiene sus propias reglas y normas ‘alógicas’, que se
expresan, entre otras cosas, en los chistes, los juegos de palabras, retruécanos, en
las alusiones y condensaciones.
También en la lingüística y en la investigación de la comunicación existe una
división casi idéntica, a saber, la modalidad digital y la análoga.” (Watzlawick, P.,
op. cit., pp 18-9)

12
“El hecho de que existan estos dos ‘‘lenguajes’’ sugiere la hipótesis de que a
cada uno de ellos debe corresponderle unas concepciones del mundo totalmente
diferentes, porque es bien sabido que un lenguaje más que reflejar la realidad lo
que hace es crear una realidad. Y así, vemos que a lo largo de los siglos de la
historia del espíritu, a través de la filosofía, la psicología, las artes figurativas, la
religión e incluso las ciencias naturales, cuya objetividad se da por supuesta, se va
arrastrando esta división, muchas más veces como cisma que como sintonía armó-
nica. Piénsese, por ejemplo, en la teoría de los tipos de Jung, en la que se enfrentan
diametralmente los pares contrapuestos pensamiento-sentimiento o respectivamente
percepción-intuición. En esta teoría se expresan dos formas de concebir la reali-
dad, a saber, un proceso que avanza paso a paso, con método y lógica, pero al que,
en determinadas circunstancias, los árboles no le dejan ver el bosque y, del otro
lado, una comprensión global y holística de las totalidades, de las configuraciones,
que se enfrenta desvalidamente con lo singular y lo particular, es decir, que no ve
los árboles cuando se encuentra en medio del bosque. Parece reservada a los
genios la capacidad de integrar estos dos modos antagónicos de percepción.”
(Watzlawick, P., op. cit., p 20).

13
“Cuanto más interesado sea nuestro interés, más indeleble deberá ser su regis-
tro de impresiones. Su botín estará siempre a mano porque su agresión fue una
forma de autodefensa, es decir, la función de un invariable. En los casos límite, la
memoria es tan cercanamente afín al hábito que su palabra se materializa, y no
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3755

solamente es asequible en momentos de necesidad, sino que se impone habitual-


mente. Así, el estar distraído es, afortunadamente, compatible con la presencia
activa de nuestros órganos de articulación. Repito que la rememoración, en su
acepción más elevada, no puede aplicarse a esos extractos de nuestra ansiedad.
En sentido estricto, sólo podemos recordar lo que ha sido grabado por nues-
tra inatención extrema y almacenado en ese último e inaccesible reducto de
nuestro ser del que el Hábito no posee la llave, y mejor que sea así, porque
en él no se encuentran ninguno de los odiosos e inútiles bagajes de la gue-
rra. Sino que allí, en ese gouffre interdit à nos sondes, está almacenada
nuestra propia esencia, lo mejor de nuestros muchos ‘yos’ y sus concrecio-
nes de lo que los simplistas llaman el mundo, lo mejor porque ha sido acumu-
lado silenciosa, dolorosa y pacientemente ante las narices de nuestra vulga-
ridad, la fina esencia de una divinidad sofocada cuyo susurrado disfazione queda
ahogado entre los saludables gritos entusiásticos de un apetito por todas las cosas,
la perla que puede desmentir nuestro caparazón de engrudo y peltre. Puede acae-
cer cuando escapamos al anejo espacioso de la alienación mental, durante
el sueño, o en la rara dispensación del despertar de la locura. Proust eleva
su mundo sobre esa fuente escondida. El trabajo del narrador no es accidental,
pero sí es un accidente la recuperación de ese mundo. Las circunstancias de ese
accidente serán reveladas en el punto álgido de esta adivinación. Un clímax de
segunda mano es mejor que ninguno. Pero no sirve de nada ocultar el nombre del
buceador. Proust lo denomina ‘memoria involuntaria’. La memoria que no es me-
moria, sino aplicación de una concordancia con el Antiguo Testamento del indivi-
duo que él llama ‘memoria voluntaria’. Es decir, la memoria uniforme de la inte-
ligencia en la que podemos confiar para que reproduzca a nuestra compla-
cida inspección aquellas impresiones del pasado que habríamos formado
consciente e inteligentemente. No tiene interés en el misterioso elemento de
distracción que da color a nuestras experiencias más cotidianas. Presenta
un pasado monocromo. Las imágenes que escoge son tan arbitrarias como
las escogidas por la imaginación, y están igual de lejos de la realidad. Su
acción ha sido comparada por Proust con la de volver las páginas de un
álbum de fotografías. El material que nos facilita no contiene nada del
pasado , no es más que una proyección borrosa y uniforme cuando ha sido
separada de nuestra ansiedad y oportunismo, es decir, nada. No hay gran
3756 Lic. Sergio Etkin

diferencia, dice Proust, entre la memoria de un sueño y la memoria de una


realidad. Cuando el durmiente se despierte, un enviado de su hábito le ase-
gura que su ‘personalidad’ no ha desaparecido con su fatiga.” (op. cit., pp
28-9).

14
“LE RÈVE. Ces états d’assoupissement, ces lents réveils, les rêves, sont
extrêmement intéressants. Proust a beaucoup écrit sur le rêve. C’ est par le rêve
quìl faut pénétrer dans notre vie intérieure et c’est sur des description de rêves que
le premier tome de la Recherche s’ouvre. Aussi devenos-nous commencer par
l’étudier, lui, et les régions obscures qui l’entourent” (p 193) .
[“EL SUEÑO. Estos estados de adormecimiento, estos lentos despertarse,
los sueños, son extremadamente interesantes. Proust ha escrito mucho sobre el
sueño. A través del sueño es por donde se penetra en nuestra vida interior y sobre
descripciones de sueños se abre el primer tomo de la Recherche. También noso-
tros debemos comenzar por estudiarlo: el sueño y las regiones oscuras que lo
rodean.”]

15
“Si étranges qu’elles soient, ces transformations et ces confusions entraînent
notre adhésion car le doute ne serait possible ‘‘... que pour des raison tirées de
notre expérience qui, à ce moment-là, nous est cachée’’ (p. 196, A.D., I). Cette
force des suggestions explique que nous ne résistions pas aux événements les plus
absurdes du rêve.” (op. cit., p. 194)
[Tan extrañas como sean, estas transformaciones y estas confusiones se
llevan nuestra adhesión porque la duda no sería posible ‘‘...más que por razones
sacadas de nuestra experiencia que, en ese momento, está escondida para noso-
tros’’ (p 196, A.D., I). Esta fuerza de las sugestiones explica que no nos resistamos
a los eventos más que absurdos del sueño.]

16
“Proust, de même, a très bien noté et très bien expliqué cette impossibilité d’agir
qui nous rend, dans le rêve, semblable à des paralytiques (op. cit., p. 195)”
[Proust, también, ha notado muy bien y ha explicado muy bien esta imposi-
bilidad de actuar que nos vuelve, en el sueño, semejantes a paralíticos].

17
Escribe Proust, citado por H. Bonnet: “On n’est plus personne. Comment alors,
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3757

cherchant sa pensée, sa personnalité, comme on cherche un objet perdu, finit-on


par trouver son propre moi plutôt que tout autre?... Qu’est-ce qui nous guide quand
il y a eu vraiment interruption (soit que le sommeil ait été complet ou les rêves
entièrement différents de nous)? Il y a eu vraiment mort, comme quand le coeur a
cessé de battre et que des tractions rythmées de la langue nous raniment. Sans
doute la chambre, ne l’eussions-nous vue qu’une fois, éveille-t-elle des souvenirs
auxquels de plus anciens sont suspendus. Ou quelques-uns dormaient-ils en nous
mêmes, dont nous prenons conscience? La résurrection au réveil - après ce
bienfaisant accès d’aliénation mentale qu’est le sommeil -, doit ressembler au fond
à ce qui se passe quand on retrouve un nom, un vers, un refrain oublié. Et peut-être
la résurrection de l’ame après la mort est-elle concevable comme un phénomène
de memoire ‘ (79, G., I) ” (Bonnet, H., op. cit., pp 197-8).
[‘‘Uno ya no es nadie. ¿Cómo es que, mientras busca uno su pensamiento,
su personalidad, como se busca un objeto perdido, termina por encontrar su propio
yo más bien que cualquier otro yo? ...¿Qué es lo que nos guía cuando ha habido
una verdadera interrupción (ya sea porque el sueño ha sido completo o porque los
sueños han sido por entero diferentes a nosotros)? Verdaderamente ha muerto,
como cuando el corazón ha cesado de latir y las tracciones ritmadas de la lengua
nos reaniman. Sin duda, la habitación, aunque no la hayamos visto más que una
vez, despierta los recuerdos, de los cuales los más viejos, están suspendidos. ¿O
algunos duermen en nosotros mismos, de los cuales no tenemos conciencia? La
resurrección al despertarse -después de este beneficioso acceso de alienación mental
que es el sueño- debe ser semejante, en el fondo, a lo que pasa cuando uno vuelve
a encontrar un nombre, un verso, un refrán olvidados. Y tal vez la resurrección del
alma después de la muerte sea concebible como un fenómeno de memoria (79, G,
I)’’]

18
“C’est un bon signe lorsqu’on cherche le sommeil que d’avoir fait un raisonnement
en contradiction avec les lois formelles de la logique et l’évidence du présent (G, I,
p. 77)” (op. cit., p. 196)
[Es un buen signo, cuando uno busca el sueño, haber hecho un razonamiento
que esté en contradicción con las leyes formales de la lógica y con la evidencia del
presente.]
3758 Lic. Sergio Etkin

19
“El sueño es en realidad el más poderoso de los hipnóticos”.

20
“Por esto es que combate esta opinión, que él atribuye a Bergson (1) de que los
hipnóticos ‘.... tomados cada tanto a dosis moderadas no tiene más influencia
sobre esta sólida memoria de nuestra vida cotidiana’ ..., sino sólo sobre recuerdos
‘... más altos, más inestables también’. Y le da a Bergson esta interesante res-
puesta: ‘Personalmente, mi experiencia me ha dado los resultados opuestos. Los
momentos de olvido que siguen al día siguiente de la ingestión de ciertos narcóticos
tienen una semejanza parcial natural y profunda. De todos modos, lo que olvido en
uno y otro caso no es tal o cual verso de Baudelaire que me fatiga más bien ‘‘como
un tímpano’’, no es tal o cual concepto de los filósofos citados, es la realidad misma
de las cosas vulgares que me rodean -si duermo- y cuya no percepción ha hecho
de mí un loco; es, si he despertado, y salgo (en seguida) (2) de un sueño artificial,
no el sistema de Porfirio o de Plotino, del que puedo discutir tanto como cualquier
otro día, sino la respuesta que he prometido dar a una invitación, el recuerdo de la
cual ha sido sustituido por un puro blanco. La idea elevada ha quedado en su lugar;
lo que el hipnótico ha puesto fuera de uso es el poder de actuar en las pequeñas
cosas, en todo lo que exige actividad para agarrarlas a tiempo, para empuñar tal o
cual recuerdo de la vida cotidiana’ (P. 38, Sod., II. 3).”

21
Hegel sitúa el arte literario en la frontera entre lo artístico y lo que ya deja de ser
artístico y se disuelve y transforma en prosa de lo abstracto racional y de los
discursos religiosos, como puntos culminantes de los discursos en que la concien-
cia capta o aspira a captar -lo mismo que el arte- lo absoluto, la totalidad, pero -a
diferencia del arte- desligada completamente, por intelectualización o por fe, de la
sensibilidad. La literatura, como esfera artística, desde el momento que el material
que elabora artísticamente es el lenguaje, la palabra, los signos -otra coincidencia
con la teoría literaria de este siglo desde sus comienzos- se desliga tanto de lo
sensible que toca sus límites con las otras vías y experiencias, por las que capta-
mos la totalidad de la realidad. Cf. Hegel, G. W. F.. (1842), Estética, Libro 8. La
Poesía, traducción de Alfredo Llanos, Buenos Aires, Ediciones Siglo Veinte, 1985,
pp 34-35.
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3759

22
“1. Fijación de la atención via Utilizar las creencias y la conducta
del paciente para enfocar la atención
sobre realidades internas.

2. Quitar potencia a los marcos y a via Distracción, shock, sorpresa, duda,


las creencias habituales de los pa- confusión, disociación, o cualquier
cientes otro proceso que interrumpa los
marcos habituales del paciente.

3. Búsqueda inconsciente via Implicaciones, preguntas, juegos de


palabras, y otras formas indirectas
de sugestión.

4. Proceso inconsciente via Activación de asociaciones y de


mecanismos mentales personales
por todo lo de arriba.

5. Respuesta hipnótica via Una expresión de potenciales de


conducta que son experimentados
como teniendo lugar autónomamente.

Figure 1: A five-stage paradigm of the dynamics of trance induction and suggestion


(from Erickson and Rossi, 1976.)”, Erickson y Rossi, Hypnotherapy, p 4.

23
“(...) fixation of attention has been the classical approach for initiating therapeutic
trance, or hypnosis. (...) Further, the point of fixation need not be external; it is
even more effective to focus attention on the patient’s own body and inner
experience. Thus approaches such as hand levitation and body relaxation were
developed. Encouraging the patient to focus on sensations or internal imagery led
attention inward even more effectively. Many of these approaches have become
standardized and are well described in reference works on hypnosis (Weitzenhoffer,
1957; Hartland, 1966; Haley, 1967)”. (Erickson y Rossi, Hypnotherapy, pp 4-5)
“La fijación de la atención ha sido la aproximación clásica para iniciar el
trance terapéutico o la hipnosis. (...) Además, el punto de fijación no es necesario
3760 Lic. Sergio Etkin

que sea algo externo; es aún más eficaz enfocar la atención sobre el propio cuerpo
o la propia experiencia interna del paciente. De este modo se han desarrollado
aproximaciones como la levitación de la mano o la de relajación del cuerpo. Ani-
marlo al paciente a hacer foco sobre las sensaciones o las imágenes internas lleva
la atención hacia dentro aún más eficazmente. (...) El medio más eficaz para
enfocar y fijar la atención en la práctica clínica es el de reconocer y aceptar la
experiencia actual del paciente. ”

24
Por lo demás, toda esta situación es una repetición paródica de una presenta-
ción, anterior en la novela, de la misma situación, lo que destaca su índole habi-
tual, rutinaria y automática, con el mismo contexto (el beso de la madre antes,
los mismos personajes, las mismas actitudes en cada personaje, etc.) en pp 23-4:
“Mais ces soirs-là, où maman en somme restait si peu de temps dans ma chambre,
étaient doux encore en comparaison de ceux où il y avait du monde à dîner et où,
à cause de cela, elle ne montait pas me dire bonsoir. Le monde se bornait
habituellement à M. Swann, qui, en dehors de quelques étrangers de passage, était
à peu près la seule personne qui vint chez nous à Combray, quelquefois pour dîner
en voisin (plus rarement depuis qu’il avait fait ce mauvais mariage, parce que mes
parents ne voulaient pas recevoir sa femme), quelquefois après le dîner, à
l’improviste. Les soirs où, assis devant la maison sous le grand marronnier, autour
de la table de fer, nous entendions au bout du jardin, non pas le grelot profus et
criard qui arrosait, qui étourdissait au passage de son bruit ferrugineux, intarissable
et glacé, toute personne de la maison qui le déclenchait en entrant ‘‘sans sonner’’,
mais le double tintement timide, ovale et doré de la clochette pour les étrangers,
tout le monde aussitôt se demandait : ‘‘Une visite, qui cela peut-il être?’’ mais on
savait bien que cela ne pouvait être que M. Swann; ma grand’tante parlant à haute
voix, pour prêcher d’exemple, sur un ton qu’elle s’efforçait de rendre naturel,
disait de ne pas chuchoter ainsi; que rien n’est plus désobligeant pour une personne
qui arrive et à qui cela fait croire qu’on est en train de dire des choses qu’elle ne
doit pas entendre; et on envoyait en éclaireur ma grand’mère, toujours heureuse
d’avoir un prétexte pour faire un tour de jardin de plus, et qui en profitait pour
arracher subrepticement au passage quelques tuteurs de rosiers afin de rendre aux
rom un peu de naturel, comme une mère qui, pour les faire bouffer, passe la main
dans les cheveux de son fils que le coiffeur a trop aplatis.
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3761

Nous restions tous suspendus aux nouvelles que ma grand’mère allait nous
apporter de l’ennemi, comme si on eût pu hésiter entre un grand nombre possible
d’assaillants, et bientôt après mon grand-père disait : ‘‘je reconnais la voix de
Swann.’’ On ne le reconnaissait en effet qu’à la voix, on distinguait mal son visage
au nez busqué, aux yeux verts, sous un haut front entouré de cheveux blonds
presque roux, coiffés à la Bressant, parce que nous gardions le moins de lumière
possible au jardin pour ne pas attirer les moustiques, et j’allais, sans en avoir l’air,
dire qu’on apportât les sirops,ma grand’mère attachait beaucoup d’importance,
trouvant cela plus aimable, à ce qu’ils n’eussent pas l’air de figurer d’une façon
exceptionnelle, et pour les visites seulement. M. Swann, quoique beaucoup plus
jeune que lui, était très lié avec mon grand-père, qui avait été un des meilleurs amis
de son père, homme excellent mais singulier, chez qui, paraît-il, un rien suffisait
parfois pour interrompre les élans du coeur, changer le cours de la pensée.
J’entendais plusieurs fois par an mon grand-père raconter à table des anecdotes
toujours les mêmes sur l’attitude qu’avait eue M. Swann le père, à la mort de sa
femme qu’il avait veillée jour et nuit.”
“Pero aun eran buenas esas noches cuando mamá se estaba en mi cuarto
tan poco rato, por comparación con otras en que había invitados a cenar y mamá
no podía subir. Por lo general, el invitado era el señor Swann que, aparte de los
forasteros de paso, era la única visita que teníamos en Combray, una noches para
cenar, en su calidad de vecino (con menos frecuencia desde que había hecho
aquella mala boda, porque mis padres no querían recibir a su mujer), y otras des-
pués de cenar, sin previo aviso. Algunas noches, cuando estábamos sentados de-
lante de la casa alrededor de la mesa de hierro, cobijados por el viejo castaño,
oíamos al extremo del jardín, no el cascabel chillón y profuso que regaba y aturdía
a su paso con un ruido ferruginoso, helado e inagotable, a cualquier persona de
casa que le pusiera en movimiento al entrar sin llamar, sino el doble tintineo,
tímido, oval y dorado de la campanilla, que anunciaba a los de fuera; y en seguida
todo el mundo se preguntaba: ‘‘Una visita. ¿Quién será?’’, aunque sabíamos
muy bien que no podía ser nadie más que el señor Swann; mi tía, hablando en
voz alta, para predicar con el ejemplo, y en tono que quería ser natural, nos decía
que no cuchicheáramos así, que no hay nada más descortés que eso para el
que llega, porque se figura que están hablando de algo que él no debe oír, y
mandábamos a la descubierta a mi abuela, contenta siempre de tener un pre-
3762 Lic. Sergio Etkin

texto para dar otra vuelta por el jardín y que de paso se aprovechaba para arrancar
subrepticiamente algunos rodrigones de rosales, con objeto de que las rosas tuvie-
ran un aspecto más natural, igual que la madre que con sus dedos ahueca la
cabellera de su hijo porque el peluquero dejara el peinado liso por demás.
Nos quedábamos todos pendientes de las noticias del enemigo que la abuela nos
iba a traer, como si dudáramos entre un gran número de posibles asaltantes, y en
seguida mi abuelo decía: ‘‘Me parece la voz de Swann’’. En efecto: sólo por su voz
se le reconocía, no se veía bien su rostro, de nariz aguileña, ojos verdes y elevada
frente rodeada de cabellos casi rojos, porque en el jardín teníamos la menos luz
posible, para no atraer los mosquitos; y yo iba , como el que no hace nada, a decir
que trajeran los refrescos, cosa muy importante a los ojos de mi abuela, que consi-
deraba mucho más amable que los refrescos estuvieran allí como por costum-
bre y no de modo excepcional y para las visitas tan sólo. El señor Swann,
aunque mucho más joven, tenía mucha amistad con mi abuelo, que había sido uno
de los mejores amigos de su padre, hombre éste, según decían, excelente, pero
muy raro, y que, a veces, por una nadería atajaba bruscamente los impulsos de su
corazón o desviaba el curso de su pensamiento. Yo había oído contar a mi abuelo,
en la mesa, varias veces al año las mismas anécdotas sobre la actitud del señor
Swann, padre, a la muerte de su esposa, a quien había asistido en su enfermedad,
de día y de noche” (pp 25-6).
La índole absurda de la situación queda de manifiesto tanto por el automatismo
en las reacciones presuntamente naturales, particularmente en la tía, que predica-
ba con el ejemplo su máxima de no cuchichear al llegar extraños hablando por ello
en voz bien alta y audible, pero que contradice la segunda mitad de su máxima, que
es justamente su razón de ser: que el extraño va a creer que están hablando de
algo que no debe oír: evidentemente, la tía habla de algo que no quiere que Swann,
el recién llegado, oiga.

25
Mais le seul d’entre nous pour qui la venue de Swann devint l’objet d’une
préoccupation douloureuse, ce fut moi. C’est que les soirs où des étrangers, ou
seulement M. Swann, étaient là, maman ne montait pas dans ma chambre. Je
dînais avant tout le monde et je venais ensuite m’asseoir à table, jusqu’à huit heures
où il était convenu que je devais monter ; ce baiser précieux et fragile que maman
me confiait d’habitude dans mon lit au moment de m’endormir, il me fallait le
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3763

transporter de la salle à manger dans ma chambre et le garder pendant tout le


temps que je me déshabillais, sans que se brisât sa douceur, sans que se répandît et
s’évaporât sa vertu volatile, et, justement ces soirs-là où j’aurais eu besoin de le
recevoir avec plus de précaution, il fallait que je le prisse, que je le dérobasse
brusquement, publiquement, sans même avoir le temps et la liberté nécessaires
pour porter à ce que je faisais cette attention des maniaques qui s’efforcent
de ne pas penser à autre chose pendant qu’ils ferment une porte, pour pouvoir,
quand l’incertitude maladive leur revient, lui opposer victorieusement le
souvenir du moment où ils l’ont fermée.
Nous étions tous au jardin quand retentirent les deux coups hésitants de la
clochette. On savait que c’était Swann ; néanmoins tout le monde se regarda
d’un air interrogateur et on envoya ma grand’mère en reconnaissance.
‘‘Pensez à le remercier intelligiblement de son vin, vous savez qu’il est délicieux et
la caisse est énorme’’, recommanda mon grand-père à ses deux belles-soeurs.
‘‘Ne commencez pas à chuchoter, dit ma grand’tante. Comme c’est confortable
d’arriver dans une maison où tout le monde parle bas ! - Ah ! voilà M. Swann.
Nous allons lui demander s’il croit qu’il fera beau demain’’, dit mon père. Ma mère
pensait qu’un mot d’elle effacerait toute la peine que dans notre famille on avait pu
faire à Swann depuis son mariage. Elle trouva le moyen de l’emmener un peu à
l’écart. Mais je la suivis ; je ne pouvais me décider à la quitter d’un pas en pensant
que tout à l’heure il faudrait que je la laisse dans la salle à manger et que je
remonte dans ma chambre sans avoir comme les autres soirs la consolation qu’elle
vînt m’embrasser. ‘‘Voyons, monsieur Swann, lui dit-elle, parlez-moi un peu de
votre fille ; je suis sûre qu’elle a déjà le goût des belles oeuvres comme son papa.
- Mais venez donc vous asseoir avec nous tous sous la véranda’’, dit mon grand-
père en s’approchant. Ma mère fut obligée de s’interrompre, mais elle tira de
cette contrainte même une pensée délicate de plus, comme les bons poètes
que la tyrannie de la rime force à trouver leurs plus grandes beautés: ‘‘Nous
reparlerons d’elle quand nous serons tous les deux, dit-elle à mi-voix à Swann. Il
n’y a qu’une maman qui soit digne de vous comprendre. Je suis sûre que la sienne
serait de mon avis.’’ Nous nous assîmes tous autour de la table de fer. J’aurais
voulu ne pas penser aux heures d’angoisse que je passerais ce soir seul dans
ma chambre sans pouvoir m’endormir; je tâchais de me persuader qu’elles
n’avaient aucune importance, puisque je les aurais oubliées demain matin,
3764 Lic. Sergio Etkin

de m’attacher à des idées d’avenir qui auraient dû me conduire comme sur


un pont au delà de l’abîme prochain qui m’effrayait. Mais mon esprit tendu
par ma préoccupation, rendu convexe comme le regard que je dardais sur ma
mère, ne se laissait pénétrer par aucune impression étrangère. Les pensées
entraient bien en lui, mais à condition de laisser dehors tout élément de beauté
ou simplement de drôlerie qui m’eût touché ou distrait.
Comme un malade grâce à un anesthésique assiste avec une pleine
lucidité à l’opération qu’on pratique sur lui, mais sans rien sentir, je pouvais
me réciter des vers que j’aimais ou observer les efforts que mon grand-père
faisait pour parler à Swann du duc d’Audiffret-Pasquier, sans que les premiers
me fissent éprouver aucune émotion, les seconds aucune gaîté. (pp 34-35).

26
A Combray, tous les jours dès la fin de l’après-midi, longtemps avant le moment
où il faudrait me mettre au lit et rester, sans dormir, loin de ma mère et de ma
grand’mère, ma chambre à coucher redevenait le point fixe et douloureux de
mes préoccupations. On avaint bien inventé, pour me distraire les soir où on me
trouvait l’air trop malheureux, de me donner une lanterne magique dont, en
attendant l’heure du dîner, on coiffait ma lampe; et, à l’instar des premiers architectes
et maîtres verriers de l’âge gothique, elle substituait à l’opacité des murs
d’impalpables irisations, de surnaturelles apparitions multicolores, où des légendes
étaient dépeintes comme dans un vitrail vacillant et momentané. Mais ma tristesse
n’en était qu’accrue, parce que rien que le changement d’éclairage détruisait
l’habitude que j’avais de ma chambre et grâce à quoi, sauf le supplice du
coucher, elle m’était devenue supportable. Maintenant je ne le reconnaissais
plus et j’y étais inquiet, comme dans une chambre d’hôtel 4 ou de ‘‘chalet’’ où je
fusse arrivé pour la première fois en descendant de chemin de fer. (...) Certes je
leur trouvais du charme à ces brillantes projections qui semblaient émaner d’un
passé mérovingien et promenaient autour de moi des reflets d’histoire si
anciens. Mais je ne peux dire quel malaise me causait pourtant cette intrusion
du mystère et de la beauté dans une chambre que j’avais fini par remplir de
mon moi au point de ne pas faire plus attention à elle qu’à lui-même.
L’influence anesthésiante de l’habitude ayant cessé, je me mettais à penser, à
sentir, choses si tristes. Ce bouton de la porte de ma chambre, qui différait
pour moi de tous les autres boutons de porte du monde en ceci qu’il semblait
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3765

ouvrir tout seul, sans que j’eusse besoin de le tourner, tant le maniement
m’en était devenu inconscient, le voilà qui servait maintenant de corps astral à
Golo. Et dès qu’on sonnait le dîner, j’avais hâte de courir à la salle à manger où la
grosse lampe de la suspension, ignorante de Golo et de Barbe-Bleu, et qui
connaissait mes parent et le boeuf à la casserole, donnait sa lumière de tous
les soirs, et de tomber dans les bras de maman que les malheurs de Geneviève
de Brabant me rendaient plus chère, tandis que les crimes de Golo me faisaient
examiner ma propre conscience avec plus d’escrupules. (pp 18-20).

27
El “como si”, tal vez desde la Crítica del juicio de Kant, remite a la actitud y
a la experiencia estéticas -en nuestro caso, la del personaje Marcel y,
autorreferencialmente, de la voz narradora: la representación o la imitación que
cuenta como si fuera real.

28
Compárese con la versión neurológica del mismo fenómeno -y con una ilustra-
ción tomada de L. Tolstoi, el escritor ruso tan admirado por M. Proust-, según
Luria, A. R., Conciencia y lenguaje, pp 13-15:
“Como ya fue dicho, a un observador inexperto le puede parecer que la
palabra tiene un significado permanente y que es unívoco (gatito es siempre gatito,
violín es siempre violín, etc.). Pero no ocurre esto en absoluto y si la palabra
tuviera siempre un significado ‘denotativo’ permanente y unívoco, el paso a su
sentido ‘connotativo’, es decir, a los enlaces individuales que corresponden a los
estados afectivos del sujeto en el momento dado, no sería posible. Esta idea
sobre la multisignación de los enlaces que se encuentran en la palabra debe ser
analizada más detalladamente.
Tras cada palabra está, obligatoriamente, un sistema de enlaces sonoros,
situacionales y conceptuales. (...)
En los sujetos normales, los enlaces que acabamos de enumerar son predo-
minantes en distinta medida y en distintas circunstancias. Los enlaces sonoros de
la palabra en el sujeto adulto normal están casi siempre inhibidos, la conciencia se
desentiende de ellos: raramente alguien ante la palabra ‘koshka’ diga ‘kroshka’,
‘krishka’, etc.; o ante la palabra ‘skripka’ piense en ‘skrepka’. Nos desentende-
mos de estos enlaces sonoros, en beneficio de los enlaces semánticos, más esen-
ciales. Los enlaces semánticos, tanto los situacionales como los conceptuales, do-
3766 Lic. Sergio Etkin

minan indiscutiblemente en los sujetos normales. Sin embargo, a consecuencia de


la riqueza de enlaces situacionales y conceptuales, en todos los casos tiene lugar la
elección del significado necesario de entre los muchos posibles, ya que los diferen-
tes significados surgen con distinta probabilidad en el momento en que el sujeto
oye la palabra.
Existen estados especiales de la conciencia, en los que esta capacidad
de selección desaparece y los enlaces sonoros comienzan a aparecer con la
misma probabilidad que los enlaces semánticos.
A estos casos pertenecen los estados de inhibición o ‘fásicos’ de la corteza
cerebral detalladamente estudiados por I. P. Pavlov, los que aparecen en la transi-
ción del estado de vigilia al sueño, en los estados de agotamiento agudo y en
algunos estados patológicos del cerebro. Sobre ello corresponde detenerse en es-
pecial.
Es sabido que en el estado normal, la corteza del cerebro trabaja sometida a
la ‘ley de fuerza’: los estímulos fuertes (o importantes) provocan una reacción
fuerte y los débiles (o insustanciales) una reacción débil. Solamente si la ‘ley de
fuerza’ está vigente puede realizarse el trabajo selectivo de la corteza cerebral,
que permite separar los rasgos esenciales, inhibir los insustanciales y garantizar el
trabajo estable de los sistemas funcionales complejos.
En los estados de inhibición o ‘fásicos’ de la corteza del cerebro la
‘ley de fuerza’ se altera y, en el primer estado de estos ‘estados de fase’ que
I. P. Pavlov llamó de ‘igualación’ todos los estímulos (fuertes o esenciales y
débiles o insustanciales) comienzan a provocar una reacción idéntica por su
fuerza. Con la profundización de los estados inhibitorios aparece la fase ‘paradó-
jica’ y más tarde la ‘ultraparadójica’, en las cuales los estímulos débiles o
insustanciales provocan reacciones más fuertes que los estímulos importantes, y
los estímulos fuertes provocan el proceso de inhibición supramaximal.
En estos estados ‘inhibitorios’ de la corteza cambia la probabilidad de apa-
rición de los enlaces. Todos comienzan a aparecer con la misma probabilidad (o
incluso los enlaces sonoros insustanciales comienzan a actuar en forma más activa
que los conceptuales). La selectividad en el trabajo de la corteza cerebral desapa-
rece, ya que la probabilidad de emergencia de distintas alternativas -sonoras,
situacionales, conceptuales- se igualan. Alteraciones de la selectividad pareci-
das se pueden encontrar en los estados ‘oniroides’ cuando el sujeto está
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3767

durmiendo, pero no por completo, o en estados de agotamiento agudo, en los


cuales inesperadamente comienzan a emerger enlaces sonoros y distintas
asociaciones inhabituales anteriormente inhibidas.
Se pueden poner un ejemplo perfecto de semejante activación de distintos
enlaces en el estado de somnolencia. Este ejemplo está tomado de ‘La guerra y la
paz’ de L. N. Tolstoi, el cual, como es sabido, fue un maestro de la descripción de
los estados subconscientes del hombre.
Nicolás Rostov se está durmiendo y en su cabeza comienzan a aparecer
distintas asociaciones. Mira el lecho y ve algunas manchas blancas.
En el lecho veía manchas blancas, y no entendía qué eran. Podían ser un
claro en el bosque, el resplandor de la luna, o un resto de nieve, ¿o una casa
blanca?...
Debe ser nieve esta mancha, una mancha de nieve, una mancha- ‘une tâche’
-pensó Rostov... No, no es una tach... eres tú... Natacha, querida hermana, tus
ojos oscuros... Na-tachka... Natachakita... Tachka, pisada ... [N. del T. Juego con
el parecido en ruso de las palabras ‘Natchku’ (Natachita) y ‘Nastupit’ (desfilar) y
con el de ‘tâche’ (mancha, en francés) y ‘tupit’ (pisar).] Na-Tachka... desfilar, por
qué? Ah, los húsares, los húsares y sus mostachos... Los húsares van por Vitesk
con sus mostachos, si eso es, estoy pensando en ellos, que con sus tropas van a
casa... Las tropas viejas, cansadas. Pero esto no tiene importancia, no, lo esencial
-no recuerdo bien, en qué estaba pensando, sí, claro. Natachka, desfilar, sí, sí. Esto
es.
(...) De esta manera vemos que la palabra es una red potencial de enla-
ces multidimensionales. Estos enlaces pueden tener un carácter sonoro, situacional,
conceptual. Normalmente algunos enlaces visuales directos, menos sustanciales,
son desplazados y otros, semánticos, dominan. Por eso el proceso de selección
transcurre fundamentalmente en los límites de los enlaces semánticos y tiene un
carácter selectivo. En estados peculiares de conciencia -estados de semisueño,
en casos de agotamiento, etc.- esta selectividad se altera, la excitabilidad de
los distintos enlaces se iguala y la elección de la palabra necesaria de entre
las muchas posibles según las normas semánticas se vuelve difícil.” (Luria,
op. cit., pp 84-88)

29
‘‘D’autre part les deux soeurs de ma grand’mère, vieilles filles qui avaient sa
3768 Lic. Sergio Etkin

noble nature, mais non son esprit, déclarèrent ne pas comprendre le plaisir que
leur beau-frère pouvait trouver à parler de niaiseries pareilles. C’étaient des
personnes d’aspirations élevées et qui à cause de cela même étaient incapables
de s’intéresser à ce qu’on apelle un potin, eût-il même un intérêt historique, et
d’une façon générale à tout ce qui ne se rattachait pas directement à un objet
esthètique ou verteux. Le désintéressement de leur pensée était tel, à l’égard
de tout ce qui, de près ou de loin, semblait se rattacher à la vie mondaine,
que momentanée dès qu’à dîner la conversation prenait un ton frivole ou
seulement terre à terre sans que ces deux vieilles demoiselles aient pu la
ramener aux sujets qui leur étaient chers,- mettait alors au repos ses organes
récepteurs et leur laissait subir un véritable commencement d’atrophie. Si
alors mon grand-père avait besoin d’attirer l’attention des deux soeurs, il
fallait qu’il eût recours à ces avertissements physiques dont usent les médecins
aliénistes à l’égard de certains maniaques de la distraction: coups frappés à
plusieurs reprises sur un verre avec la lame d’un couteau , coïncidant avec
une brusque interpellation de la voix et du regard, moyens violents que ces
psychiatres transporten souvent dans les rapports courants avec des gens
bien portants, soit par habitude professionelle, soit qu’ils croient tout le mon-
de un peu fou.’’ (pp 32-3)

30
“Depotentiating Habitual Frameworks and Belief Systems. In our view one of
the most useful psychological effects of fixating attention is that it tends to
depotentiate patients’ habitual mental sets and common everyday frames of
reference. Their belief systems are more or less interrupted and suspended for a
moment or two. Consciousness has been distracted. During that momentary
suspension latent patterns of association and sensory- perceptual experience have
an opportunity to assert themselves in a manner that can initiate the altered state of
consciousness that has been described as trance or hypnosis.
There are many means of depotentiating habitual frames of reference. Any
experience of shock or surprise momentarily fixates attention and interrupts the
previous pattern of association. Any experience of the unrealistic, the unusual, or
the fantastic provides an opportunity for altered modes of apprehension. The authors
have described how confusion, doubt, dissociation, and disequilibrium are all means
of depotentiating patients’ learned limitations so that they may become open and
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3769

available for new means of experiencing and learning, which are the essence of
therapeutic trance (Erickson, Rossi, and Rossi, 1976). The interruption and
suspension of our common everyday belief system has been described by the
junior author as a creative moment (Rossi, 1972a). But what is a creative moment?
Such moments have been celebrated as the exciting “hunch” by scientific workers
and “inspiration” by people in the arts (Barron, 1969). A creative moment occurs
when a habitual pattern of association is interrupted; there may be a
“spontaneous” lapse or relaxation of one’s habitual associative process; there may
be a psychic shock, an overwhelming sensory or emotional experience; a
psychodelic drug, a toxic condition or sensory deprivation may serve as the catalyst;
yoga, Zen, spiritual and meditative exercises may likewise interrupt our habitual
associations and introduce a momentary void in awareness. In that fraction of a
second when the habitual contents of awareness are knocked out there is a chance
for pure awareness, “the pure light of the void” (Evans-Wentz, 1960) to shine
through. This fraction of a second may be experienced as a “mystic state,” satori,
a peak experience or an altered state of consciousness (Tart, 1969). It may be
experienced as a moment of “fascination” or “failing in love” when the gap in
one’s awareness is filled by the new that suddenly intrudes itself. The creative
moment is thus a gap in one’s habitual pattern of awareness. Bartlett (1958)
has described how the genesis of original thinking can be understood as the filling
in of mental gaps. The new that appears in creative moments is thus the basic
unit of original thought and insight as well as personality change. Experiencing
a creative moment may be the phenomenological correlate of a critical change in
the molecular structure of proteins within the brain associated with learning (Gaito,
1972; Rossi, 1973b), or the creation of new cell assemblies and phase sequences
(Hebb, 1963).
The relation between psychological shock and creative moments is apparent:
a “psychic shock” interrupts a person’s habitual associations so that something
new may appear. Ideally psychological shock sets up the conditions for a creative
moment when a new insight, attitude, or behavior change may take place in the
subject. Erickson (1948) has also described hypnotic trance itself as a special
psychological state which effects a similar break in the patient’s conscious and
habitual associations so that creative learning can take place.
In everyday life one, is continually confronted with difficult and puzzling
3770 Lic. Sergio Etkin

situations that mildly shock and interrupt one’s usual way of thinking. Ideally these
problem situations will initiate a creative moment of reflection that may provide an
opportunity for something new to emerge. Psychological problems develop when
people do not permit the naturally changing circumstances of life to interrupt their
old and no longer useful patterns of association and experience so that new solutions
and attitudes may emerge.” (Erickson y Rossi, Hypnotherapy, pp 6-7).

31
“En suma, los signos sensibles de la memoria son de la vida y no del Arte. La
memoria involuntaria ocupa un lugar central y no el ala extrema. Al ser involuntaria,
rompe con la actitud de la percepción consciente y de la memoria voluntaria.
(...) Sin embargo, son inferiores a otros signos no menos sensibles, signos del
deseo, de la imaginación o del sueño (éstos ya poseen materias más espiritua-
les, y remiten a asociaciones más profundas que no dependen de contigüida-
des vividas). Con mayor razón, los signos sensibles de la memoria involuntaria son
inferiores a los del arte, pues han perdido la perfecta identidad del signo y la esen-
cia. Tan sólo representan el esfuerzo de la vida que nos prepara para el arte y para
la revelación final del arte. (...) Las paradojas de la memoria involuntaria se
explican por una instancia más alta, que desborda la memoria, inspira las
reminiscencias y les comunica tan sólo una parte de su secreto.” (op. cit., pp
77-8).

32
Cf. Paul Watzlawick en El lenguaje del cambio, traducción de Marciano
Villanueva, Barcelona, Herder, 1992: “ ... la terapia conoce algunos métodos, aun-
que no tan drásticos por supuesto, para conseguir un bloqueo transitorio de la
censura crítico analítica y lógica de la razón. Debe mencionarse aquí en primer
término, la técnica de la confusión de Erickson, que da excelentes resultados sobre
todo en las personas que se inclinan a la intelectualización y a la caricatura
intelectualoide de los esfuerzos del terapeuta. Tal como su nombre sugiere, esta
técnica consiste esencialmente en crear un estado de confusión intelectual, sea
mediante el empleo de explicaciones pseudológicas que suenan a sumamente com-
plicadas, sea mediante la mención, hecha con absoluta seriedad y por tanto des-
concertante, de las cosas más banales, o bien una combinación de ambas cosas
(op. cit., p 83) En este torrente de trivialidades y oscuridades se mezclan (véase
pág. 58s) las auténticas sugestiones que, de este modo, quedan fuera del campo de
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3771

dominio de la intelectualización o bien se presentan en la niebla de la confusión de


forma inmediata y, por así decirlo, en un texto claro, de tal modo que el intelecto se
aferra a ellas como al único punto de apoyo comprensible y, por ello, especialmen-
te convincente. El anterior ejemplo no debe despertar la impresión de que el méto-
do de la confusión sólo tenga aplicación en la hipnosis. Lo mencionaremos aquí
justamente porque puede trasladársele a la comunicación terapéutica general, si
bien aquí la pseudológica de la confusión debe ser algo más inatacable e invulnera-
ble. Pero ¿quién no ha intentado inútilmente, en una situación de la vida cotidiana,
seguir una explicación complicada y embrollada, para luego aferrarse en definitiva
a la conclusión concreta y comprensible? El resultado es prácticamente el mismo.
De parecida manera, acostumbra Erickson -y no sólo en la inducción al trance,
sino también en el diálogo terapéutico general con aquellos pacientes que propenden
a la racionalización y la caricaturización- dirigirles preguntas y, en el instante en
que el otro se apresta a responder, plantearle ya, sin darle tiempo de respiro, la
siguiente pregunta. El sujeto así bombardeado con preguntas se ve una y otra vez
obligado a enfrentarse con la nueva pregunta, sin poder llevar sus procesos menta-
les a su conclusión normal mediante una respuesta. El resultado es el bloqueo
intelectual. ... ocurre que siempre es posible interrumpirse a sí mismo en medio de
una frase, sin terminarla; y aquí se abre el arranque de un recurso terapéutico:
exactamente igual que con la frase hablada, también es posible interrumpir a mitad
de camino una frase pensada, sin dejar que llegue hasta el fin. ... De aquí se deriva
... una confusión intelectual que fomenta el sueño y que lleva del pensamiento
correcto del estado de vigilia a los procesos imaginativos propios del sueño. (pp 84-
85) ... las intervenciones mencionadas en este capítulo se refieren, en lo esencial,
a una sobrecarga del hemisferio izquierdo, mediante la cual se hace posible la
comunicación inmediata con el derecho. Se abre paso, espontáneamente, la idea
de compararlo con algún juego de prestidigitación, truco de manos o pase mágico,
en el que se procura desviar la atención del espectador de la acción decisiva. El
paciente intenta seguir la pseudológica y resolver la paradoja, pero fracasa en el
empeño, mientras que el hemisferio cerebral derecho concibe los elementos de
comunicación que son comprensibles en su propio lenguaje o incluso pasa a ser,
transitoriamente, el dominante.” (op. cit., p 86).

33
Nótese la formulación paradójica, confusa, casi shokeante, junto con los ele-
3772 Lic. Sergio Etkin

mentos oníricos e hipnóticos: las alucinaciones, el componente mágico.

34
Como creía Jorge L. Borges, por ejemplo: ‘’Precisamente porque no me había
propuesto encontrar ese sabor, porque me habían abandonado al sueño, pude lo-
grar, al cabo de tantos años, lo que antes busqué en vano. (...) Creo, además, que
todas estas discusiones previas sobre propósitos de ejecución literaria están basa-
das en el error de suponer que las intenciones y los proyectos importan mucho.
Tomemos el caso de Kipling: Kipling dedicó su vida a escribir en función de deter-
minados ideales políticos, quiso hacer de su obra un instrumento de propaganda y,
sin embargo, al fin de su vida, hubo de confesar que la verdadera esencia de la
obra de un escritor suele ser ignorada por éste; y recordó el caso de Swift, que al
escribir Los viajes de Gulliver quiso levantar un testimonio contra la humanidad y
dejó, sin embargo, un libro para niños. Platón dijo que los poetas son amanuenses
de un dios, que los anima contra su voluntad, contra sus propósitos, como el imán
anima a una serie de anillos de hierro. Por eso repito que no debemos temer y que
debemos pensar que nuestro patrimonio es el universo; ensayar todos los temas, y
no podemos concretarnos a lo argentino para ser argentinos: porque o ser argenti-
no es una fatalidad y en ese caso lo seremos de cualquier modo, o ser argentino es
una mera afectación, una máscara. Creo que si nos abandonamos a ese sueño
voluntario que se llama la creación artística, seremos argentinos y seremos
también, buenos o tolerables escritores.’’. Fragmento de ‘’El escritor argentino
y la tradición’’, en Obras completas, Buenos Aires, Emecé, 1974, p 271, 273-4.

35
“Un homme qui dort tient en cercle autour de lui le fil des heures, l’ordre des
années et des mondes. Il les consulte d’instinct en s’éveillant et y lit en une seconde
le point de la terre qu’il occupe, le temps qui s’est écoulé jusqu’à son réveil; mais
leurs rangs peuvent se mêler, se rompre. Que vers le matin, après quelque insomnie,
le sommeil le prenne en train de lire, dans une posture trop différent de celle où il
dort habituellement, il suffit de son bras soulevé pour arrêter et faire reculer le
soleil, et à la première minute de son réveil, il ne saura plus l’heure, il estimera qu’il
vient à peine de se coucher. Que s’el s’assoupit dans une position encore plus
déplacée et divergente, par exemple après dîner assis dans un fauteuil, alors le
bouleversement sera complet dans les mondes désorbités, le fauteuil magique le
fera voyager à toute vitesse dans le temps et dans l’espace, et au moment d’ouvrir
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3773

les paupières, il se croira couché quelques mois plus tôt dans une autre contrée.
Mais il suffisait que, dans mon lit même, mon sommeil fût profond et dètendît
entièrement mon esprit; alors celui-ci lâchait le plan du lieu où je m’étais endormi
et, quand je m’éveillais au milieu de la nuit, comme j’ignorais où je me trouvais, je
ne savais même pas au premier instant qui j’étais; j’avais seulement dans sa simplicité
première le sentiment de l’existence comme il peut frémir au fond d’un animal;
j’étais plus dénué que l’homme des cavernes; mais alors le souvenir - non encore
du lieu où j’étais, mais de quelques-uns de ceux que j’avais habités et où j’aurais pu
être - venait à moi comme un secours d’en haut pour me tirer du néant d’où je
n’aurais pu sortir tout seul; je passais en une seconde par-dessus des siècles de
civilisation, et l’image confusément entrevue de lampes à pétrole, puis de chemises
à col rabattu, recomposait peu à peu les traits originaux de mon moi.” (pp 13-14)

36
On ne se gênait guère pour l’envoyer quérir dès qu’on avait besoin d’une recette
de sauce gribiche ou de salade à l’ananas pour des grand dîners où on ne l’invitait
pas, ne lui trouvant pas un prestige suffisant pour qu’on pût le servir à des étrangers
qui venaient pour la première fois. Si la conversation tombait sur les princes de la
Maison de France: ‘des gens que nous ne connaîtrons jamais ni vous ni moi et nous
nous en passons, n’est-ce pas’, disait ma grand’tante à Swann qui avait peut-être
dans sa poche une lettre de Twickenham; elle lui faisait pousser le piano et tourner
les pages les soirs où la soeur de ma grand’mère chantait, ayant, pour manier cet
être ailleurs si recherché, la naïve brusquerie d’un enfant qui joue avec un
bibelot de collection sans plus de précautions qu’avec un objet bon marché.
Sans doute le Swann que connurent à la même époque tant de clubmen était
bien différent de celui que créait ma grand’tante, quand le soir, dans le petit
jardin de Combray, après qu’avatient retenti les deux coups hésitants de la
clochette, elle injectait et vivifiait de tout ce qu’elle savait sur la famille Swann
l’obscur et incertain personagge qui se détachait, suivi de ma grand’mère,
sur un fond de ténèbres, et qu’on reconnaissait à la voix. Mais même au point
de vue des plus insignifiantes choses de la vie, nous ne sommes pas un tout
matériellement consitué, identique pour tout le monde et dont chacun n’a
qu’à aller prendre connaissance comme d’un cahier des charges ou d’un
testament; notre personalité sociale est une création de la pensée des autres.
Même l’acte si simple que nous appelons ‘voir une personne que nous
3774 Lic. Sergio Etkin

connaissons’ est en partie un acte intellectuel. Nous remplissons l’apparence


physique de l’être que nous voyons de toutes les notions que nous avons sur
lui, et dans l’aspect total que nous nous représentons, ces notions ont
certainement la plus grande part. Elles finissent par gonfler si parfaitement
les joues, par suivre en une adhérence si exacte la ligne du nez, elles se
mêlent si bien de nuancer la sonorité de la voix comme si celle-ci n’était
qu’une transparente enveloppe, que chaque foisque nous voyons ce visage
et que nous entendons cette voix, ce sont ces notions que nous retrouvons,
que nous écoutons. Sans doute, dans le Swann qu’ils s’étaient constitué, mes
parents avaient omis par ignorance de faire entrer une foule de particularités
de sa vie mondaine qui était cause que d’autres personnes, quand elles étaient
en sa présence, voyaient les élégances régner dans son visage et s’arrêter à
son nez busqué comme à leur frontière naturelle; mais aussi ils avaient pu
entasser dans ce visage ddésaffecté de son prestige, vacant et spacieux, au
fond de ces yeux dépréciés, le vague et doux résidu -mi-mémoire, mi-oubli–
des heures oisives passées ensemble aprés son dîners hebdomadaires, autour
de la table de jeu ou au jardin, durant notre vie de bon voisinage campagnard.
L’enveloppe corporelle de notre ami en avait été si bien bourée, ainsi que de
quelques souvenir relatifs à ses parents, que ce Swann-là était devenu un
être complet et vivant, et que j’ai connu plus tard avec exactitude, je passe à
ce premier Swann dans lequel je retrouve les erreurs charmantes de ma
jeunesse et que j’ai connu plus tard avec exactitude, lequel je retrouve les
erreurs charmantes de ma jeunesse et que j’ai connues ‘a la même époque,
comme s’il en était de notre vie ainsi que d’un musée où tous les portraits
d’un même temps ont un air de famille, une même tonalité – à ce premier
Swann rempli de loisir, parfumé par l’odeur du grand marronnier, des paniers
de framboises et d’un brin d’estragon. (pp 28-30)

37
Adorno, Th. W., Notes sur la littérature, traduit de l’allemand par Sibylle
Muller, París, Flammarion, 1984.

38
‘‘Au bout d’un moment, j’entrais l’embrasser; Françoise faisait infuser son thé;
ou, si ma tante se sentait agitée, elle demandait ‘a la place sa tisane, et c’était moi
qui étais chargé de faire tomber du sac de pharmacie dans une assiette la quantité
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3775

de tilleul qu’il fallait mettre ensuite dans l’eau bouillante. Le desséchement des
tiges les avait incurvées en un capricieux treillage dans les entrelacs duquel
s’ouvraient les fleurs pâles, comme si un peintre les eût arrangées, les eût fait
poser de la façon la plus ornementale. Les feuilles, ayant perdu ou changé leur
aspect, avaient l’air des choses les plus disparates, d’une aile transparente de
mouche, de l’envers blanc d’une étiquette, d’un pétale de rose, mais qui eussent
été empilées, concassées ou tressées comme dans la confection d’un nid. Mille
petits détails inutiles -charmante prodigalité du harmacie- qu’on eût supprimés
dans une préparation factice, me donnaient, comme un livre où on s’émerveille de
recontrer le nom d’une personne de connaissance, le plaisir de comprendre que
c’était bien des tiges de vrais tilleuls, comme ceux que je voyais avenue de la Gare,
modifiées, justement parce que c’étaient non des doubles, mais elles-mêmes et
qu¡elles avaient vieilli. Et chaque caractère nouveau n’y étant que la métamorphose
d’un caractère ancien, dans de petites boules grises je reconnaissais les boutons
verts qui ne sont pas venus à ter me; mais surtout l’éclat rose, lunaire et doux qui
faisait se détacher les fleurs dans la forêt fragiles des tiges où elles étaient suspendues
comme de petites roses d’or signe, comme la lueur qui révèle encore sur une
muraille la place d’une fresque effacée, de la différence entre les partiees de
l’arbre qui avaient été ‘‘en couleur’’ et celles qui ne l’avaient pas été- me montrait
que ces pétales étaient bien ceux qui avant de fleurir le sac de pharmacie avaient
embaumé les oirs du printemps: Cette flame rose de cierge, c’était leur couleur
encore, mais a demi éteinte et assoupie dans cette vie diminuée qu’était la leur
maintenant et qui est comme le crépuscule des fleurs. Bientôt ma tante pouvait
tremper dans l’infusion bouillante dont elle savourait le goût de feuile morte ou de
fleur fanée une petite madeleine dont elle me tendait un morceau quatnd il était
suffrisamment amolli.’’ (pp 65-66)

39
Puede ser útil, al leer À la recherche, tener a la vista alguna de las máximas de
la Rochefoucauld, las que nos parecen más próximas al pensamiento proustiano:
‘‘Ce que nous prenons pour des vertus n’est souvent qu’un assemblage de
diverses actions et de divers intérêts, que la fortune ou notre industrie savent arranger;
et ce n’est pas toujours par valeur et par chastété que les hommes sont vaillants, et
que les femmes son chastes
“Lo que tomamos por virtudes muchas veces no son más que una reunión
3776 Lic. Sergio Etkin

de diversas acciones y de diversos intereses, que la fortuna o nuestra industriosidad


saben poner en un cierto arreglo; y no siempre es por valor y por castidad que los
hombres son valientes y que las mujeres son castas” (I.) (AA.VV., Moralistes
français, Paris, Firmin Didot, sin fecha, p. 151)
(Cf. nota al pie a cargo de Louis Aimé-Martin: Este pensamiento, que pue-
de considerarse como la base del sistema de la Rochefoucauld, se encuentra en la
primera edición bajo la siguiente forma:
“Lo que el mundo denomina virtud no es, de ordinario, otra cosa que un
fantasma formado por nuestras pasiones, al que se le da un nombre honesto
para hacer impunement lo que uno quiere”
Ce que le monde nomme vertu n’est d’ordinaire qu’un fantôme formé par
nos passions, à qui on donne un nom honnêe pour faire impunèment ce qu’on
veut).’’
(...) Los vicios entran en la composición de las virtudes, como los vene-
nos entran en la composición de los remedios. La prudencia los reune y los
tempera, y se sirve útilmente de ellos contra los males de la vida (CLXXXII) p 162
Les vices entrent dans la composition des vertus,comme les poisons entrent
dans la composition des remèdes. La prudence les assemble et les tempère, et elle
s’en sert utilement contre les maux de la vie. (...)
La mayoría de los hombres tienen, como las plantas, propiedades ocul-
tas que el azar hace que las descubran (CCCXLIV) p. 172 La plupart des
hommes ont, comme les plantes, des propriétés chachées que le hasard fait découvrir.
(...)
Hay malas cualidades que hacen grandes talentos (CCCLXVIII) Il y a
des méchantes qualités qui font de grands talents. (p 177) (...) Todas nuestras
cualidades son inciertas y dudosas, tanto en lo bueno como en lo malo; y
están casi todas a merced de las ocasiones (CCCLXX) (AA.VV., Moralistes
français, Paris, Firmin Didot, sin fecha, p 177)
Toutes nos qualités sont incertaines et douteuses, en bien comme en mal; et
elles sont presque toutes à la merci des ocassions.

40
‘‘Il n’est peut-être une personne, si grande que soit sa vertu, que la complexité
des circonstances ne puisse amener à vivre un jour dans la familiarité du vice
qu’elle condamne le plus formellement sans qu’elle le reconnaisse d’ ailleurs tout
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3777

à fait sous le déguisement de faits particuliers qu’il revêt pour entrer en contact
avec elle et la faire souffrir: paroles bizarres, attitudes inexplicables, un certain soir,
de tel être qu’elle a par ailleurs tant de raisons pour aimer. Mais pour un homme
comme M. Vinteuil il devait entrer bien plus de souffrance que pour un autre dans
la résignation à une de ces situations qu’on croit à tort être l’apanage exclusif du
monde de la bohème: elles se produisent chaque fois qu’a besoin de se réserver la
place et la sécurité qui lui sont nécessaires un vice que la nature elle-même fait
épanouir chez un enfant, parfois rien qu’ en mêlant les vertus de son père et de sa
mère, comme la couleur de ses yeux.’’ (AA.VV., Moralistes français, Paris,
Firmin Didot, sin fecha, pp 175-176).

41
Mais, de ce que M. Vinteuil connaissait peut-être la conduite de sa fille, il ne
s’ensuit pas que son culte pour elle en eût été diminué. Les faits ne pénètrent pas
dans le monde où vivent nos croyances, ils n’ont pas fait naître celles-ci, ils ne les
détruisent pas; ils peuvent leur infliger les plus constants démentis sans les affaiblir,
et une avalance de malheurs ou de maladies se succédant sans interruption dans
une famille ne la fera pas douter de la bonté de son Dieu ou du talent de son
médecin. Mais quand M. Vinteuil songeait à sa fille et à lui même du point de vue
du monde, du point de vue de leur réputation, quand il cherchait à se situer avec
elle au rang qu’ils occupaient dans l’estime générale, alors ce jugement d’ordre
social, il le portait exactement comme l’eût fait l’habitant de Combray qui lui eût
été le plus hostile, il se voyait avec sa fille dans le dernier bas-fond, et ses maniéres
en avaient reçu depuis peu cette humilité, ce respect pour ceux qui se trouvaient
au-dessus et qu’il voyait d’en bas (eussent-ils été fort au-dessous de lui jusqu’e-
là), cette tendance à chercher à remonter jusqu’à eux, qui est une résultante presque
mécanique de toutes les déchéances. (p. 176).

42
“In everyday life there are many approaches to fixing attention, depotentiating
habitual associations, and thereby initiating an unconscious search for a new
experience or solution to a problem. In a difficult situation, for example, one may
make a joke or use a pun to interrupt and reorganize the situation from a different
point of view. One may use allusions or implications to intrude another way of
understanding the same situation. Like metaphor and analogy (Jaynes, 1976) these
are all means of momentarily arresting attention and requesting a search -essentially
3778 Lic. Sergio Etkin

a search on an unconscious level -to come up with a new association or frame of


reference. These are all opportunities for creative moments in everyday life wherein
a necessary reorganization of one’s experience takes place.” (Hypnotherapy, p
7)
‘‘En la vida cotidiana hay muchas aproximaciones para fijar la atención,
quitarles potencia a las asociaciones habituales, y, con esto, iniciar una búsqueda
inconsciente en procura de una nueva experiencia o una nueva solución a un pro-
blema. En una situación difícil, por ejemplo, uno puede hacer una broma o usar un
juego de palabras para interrumpir y reorganizar la situación desde un punto de
vista diferente. Se pueden usar alusiones o implicaciones para introducir otra for-
ma de entender la misma situación. Como la metáfora y la analogía (Jaynes, 1976),
son todos medios de detener momentáneamente la atención y requerir una bús-
queda -esencialmente una búsqueda en un nivel inconsciente- para idear una
nueva asociación o un nuevo marco de referencia. Son todas oportunidades para
los momentos creativos de la vida cotidiana, en los que tiene lugar una necesaria
reorganización de la experiencia de uno mismo.’’ (cursivas propias)

43
‘‘The hypnotic response is the natural outcome of the unconscious search and
processes initiated by the therapist. Because it is mediated primarily by unconscious
processes within the patient, the hypnotic response appears to occur automatically
or autonomously; it appears to take place all by itself in a manner that may seem
alien or dissociated from the person’s usual mode of responding on a voluntary
level. Most patients typically experience a mild sense of pleasant surprise when
they find themselves responding in this automatic and involuntary manner. That
sense of surprise, in fact, can generally be taken as an indication of the genuinely
autonomous nature of their response.’’

44
Erickson, M. y Rossi, E., Hypnotherapy, New York, Irvington Publishers, 1992,
pp. 49-50: “Our five-stages paradigm of the dynamics of trance induction and
utilization (...) illustrates some of the essential processes in what we may call
‘multiple levels of meaning and communication’ (Erickson and Rossi, 1976). Most
literary devices are actually means of initiating unconscious searches and processes
to evoke multiple levels of meaning. This is a most interesting and significant
aspect of the economy of mental dynamics and the evolution of consciousness.
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3779

Freud has discussed the antithetical meaning of primal words (Freud, 1910) and
the relation of jokes and puns to the unconscious (Freud, 1905). Jokes are of
particular value in our approach because they help patients break through their
too-limited mental sets and thus initiate unconscious searches for other and perhaps
new levels of meaning. Jung has discussed the concept of the symbol not as a
simple sign of one thing for another, but rather as the best representation of something
that is still in the process of becoming conscious (Jung, 1956). (...)
From this point of view we can understand how metaphor and analogy can
be something more than artistic devices: They can evoke new patterns and
dimensions of consciousness. The very derivation of the word metaphor (meta,
“beyond, over”; perein, “to bring, bear”) suggests how new meaning developed
within the unconscious is brought over to consciousness by means of metaphor.
The traditional definition of metaphor is that it is a word of phrase that literally
denotes one thing but by analogy suggests another (e.g., a ship plows the sea; a
volley of oaths). In our psychological usage, however, such traditionally literary
devices as metaphor, analogy, and simile are understood as means of facilitating
the development of insight or new consciousness in the therapeutic transaction.
They are essentially stimuli that initiate unconscious searches and process leading
to the creation of new meaning and dimensions of consciousness. Recently Jaynes
(1976) has integrated a broad range of data from the fields of psychology, linguistics,
neuropsychology, and anthropology which affirmed the hypothesis that metaphor
and analogy generate new levels of consciousness”.
“Nuestro paradigma en cinco estadios de la dinámica que ofrece la induc-
ción y la utilización de un trance (...) ilustra algunos de los procesos esenciales en
lo que podemos llamar los ‘niveles múltiples del significado y de la comunicación’
(Erickson y Rossi, 1976). La mayor parte de los recursos literarios son, o actúan,
como medios para iniciar búsquedas y procesos inconscientes con el fin de evocar
esos niveles múltiples de significación. Es un aspecto por demás interesante y
significativo de la economía de la dinámica mental y de la evolución de la concien-
cia. Freud ha discutido el significado antitético de las palabras primales (Freud,
1910) y la relación de los chistes y de los juegos de palabras con lo inconsciente
(Freud, 1905). Los chistes tienen un especial valor en nuestro enfoque porque
ayudan a que los pacientes rompan con sus asociaciones mentales, cuando son
demasiado limitadas, y de este modo inicien búsquedas inconscientes en procura
3780 Lic. Sergio Etkin

de otros, y tal vez nuevos, niveles de significado. Jung ha discutido el concepto del
símbolo no simplemente como un signo de una cosa por otra, sino como la mejor
representación de una cosa que ya está en proceso de volverse consciente (Jung,
1956) (...) Desde este punto de vista, podemos entender cómo las metáforas y las
analogías puede ser algo más que recursos artísticos: pueden evocar nuevos pa-
trones y nuevas dimensiones de la conciencia (...) Son, en esencia, estímulos que
inician búsquedas y procesos inconscientes que conducen a la creación de un
significado nuevo y de nuevas dimensiones de conciencia. Jayness (1976) ha inte-
grado, recientemente, un amplio rango de datos provenientes de los campos de la
psicología, la lingüística, la neuropsicología, y la antropología, y que confirmaban la
hipótesis de que la metáfora y la analogía generan nuevos niveles de conciencia.”
(traducción y negritas propias).

45
‘‘C’est ainsi que, pendant longtemps, quand, réveillé la nuit he me ressouvenais
de Combray, je n’en revis jamais que cette sorte de pan lumineux, découpé au
milieu d’indistinctes ténèbres, pareil à ceux que l’embrasement d’un feu de Bengale
ou quelque projection électrique éclairent et sectionnent dans édifice dont les autres
parties restent plongées dans la nuit: à la base assez large, le petit salon, la salle à
manger, l’amorce de l’allée obscure par où arriverait M. Swann, l’auteur
inconscient de mes tristesses, le vestibule où je m’acheminais vers la première
marche de l’escalier, si cruel à monter, qui constituait à lui seul le tronc fort étroit
de cette puramide irrégulière; et, au faiîte, ma chambre à coucher avec le petit
couloir à porte vitrée pour l’entrée de maman; en un mot, toujours vu à la même
heure, isolé de tout ce qu’il pouvait y avoir autour, se détachant seul sur l’obscurité,
le décor strictement nécessaire (comme celui qu’on voit indiqué en tête des
vieilles pièces pour les représentations en province) au drame de mon
déshabillage; comme si Combray n’avait consisté qu’en deux étages reliés par un
mince escalier et comme s’l n’y avait jamais été que sept heures du soir. A vrai
dire, j’aurais pu répondre à qui m’eût interrogé que Combray comprenait encore
autre chose et existait à d’autres heures. Mais comme ce que je m’en serais
rappelé m’eût été fourni seulement par la mémoire volontaire, la mémoire de
l’intelligence, et comme les renseignements qu’elle donne sur le passé ne conservent
rien de lui, je n’aurais jamais eu envie de songer à ce reste de Combray. Tout cela
était en réalité mort pour moi.’’ (pp 57-58)
La realidad, la ficción y el sueño en M. Proust 3781

46
V. Watzlawick, op. cit.: ‘‘Las funciones del hemisferio cerebral derecho (siem-
pre respecto de los que usan la mano derecha) son las siguientes: este hemisferio
está altamente desarrollado para la comprensión unitaria de conjuntos complejos,
muestras, configuraciones y estructuras. Aflora la impresión de que esta com-
prensión debe estar emparentada con la esencia de la holografía. En efecto, en
primer lugar es el hemisferio derecho el que dirige la percepción de una figu-
ra desde los más diversos puntos de vista y deformaciones perspectivas (una
capacidad cuya simulación mediante computadoras plantea todavía grandes pro-
blemas técnicos a los investigadores de la percepción). En segundo lugar, consi-
gue comprender la totalidad basándose en una de sus partes (a veces incluso
en una parte mínima).’’ (p 25)

47
“Longtemps, je me suis couché de bonne heure. Parfois, à peine ma bougie
éteinte, mes yeux se fermaient si vite que je n’avais pas le temps de me dire; ‘‘Je
m’endors.’’ Et, une demi-heure après, la pensée qu’il était temps de chercher le
sommeil m’éveillait; je voulais poser le volume que je croyais avoir dans le mains
et souffler ma lumière; je n’avais pas cessé en dormant de faire des réflexions
sur ce que je venais de lire, mais ces réflexions avaient pris un tour un peu
particulier; il me semblait que j’étais moi-même ce dont parlait l’ouvrage: une
église, un quatuor, la rivalité de François Ier et de Charles-Quint. Cette croyance
survivait pendant quelques secondes à mon réveil; elle ne choquait pas ma raison,
mais pesait comme des écailles sur mes yeux et les empêchait de se rend compte
que le bougeoir n’était plus allumé. Puis elle commençait à me devenir inintelligible,
comme après la métempsycose les pensées d’une existence antérieur; le sujet du
livre se détachait de moi, j’étais libre de m’y aplliquer ou non; aussitôt je
recouvrais la vue et j’étais bien étonné de trouver autour de moi une obscurité,
douce et reposante pour mes yeux, mais peut-être plus encore pour mon es-
prit, à qui elle apparaissait comme une chose sans cause, incompréhensible,
comme une chose vraiment obscure. Je me demandais quelle heure il pouvait
être; j’entendais le sifflement des trains qui, plus ou moins éloigné, comme le
chant d’un oiseau dans une forêt, relevant les distances, me décrivait l’étendue de
la campagne déserte où le voyageur se hâte vers la station prochaine; et le petit
chemin qu’il suit va être gravé dans son souvenir par l’excitation qu’il doit à
3782 Lic. Sergio Etkin

des lieux nouveaux, à des actes inaccoutumés, à la causerie récente et aux


adieux sous la lampe étrangère qui le suivent encore dans le silence de la nuit, à la
douceur prochaine du retour.’’ (pp 11-12).

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‘‘Et aujourd’hui encore si, dans une grande ville de province ou dans un quartier
de Paris que je connais mal, un passant qui m’a ‘mis dans mon chemin’ me
montre au loin, comme un point de repère, tel beffroi d’hôpital, tel clocher de
couvent levant la pointe de son bonnet ecclésiastique au coin d’une rue que je
dois prendre, pour peu que ma mémoire puisse obscurémment lui trouver
quelque trait de ressemblance avec la figure chère et disparue, le passant, s’el se
retourne pour s’assurer que je ne m’égare pas, peut, à son étonnement,
m’apercevoir qui, oublieux de la promenade entreprise ou de la course
obligée, reste là, devant le clocher, pendant des heures, immobile, essayant
de me souvenir, sentant au fond de moi des terres reconquises sur l’oubli qui
s’assèchent et se rebâtissent; et sans doute alors, et plus anxieusement ue
tout à l’heure quand je lui demandais de me renseigner, je cherche encore
mon chemin, je tourne une rue... mais... c’est dans mon coeur...’’ (p 83).

49
“Et je restais avec mon oncle jusqu’à ce que son valet de chambre vînt lui
demander, de la part du cocher, pour quelle heure celui-ci devait atteler. Mon oncle
se plongeait alors dans une méditation qu’aurait craint de troubler d’une seule
mouvement son valet de chambre émerveillé, et dont il attendait avec curiosité le
résultat, toujours identique. Enfin, après une hésitation suprême, mon oncle
prononçait infailliblement ces mots: ‘‘Deux heures et quart’’, que le valet de chambre
répétait avec étonnement, mais sans discuter: ‘‘Deux heures et quart? bien... je
vais le dire...’’. ” (p. 90)

50
“A cette époque j’avais l’amour du théâtre, amour platonique, car mes parents
ne m’avaient encore jamais permis d’y aller, et je me représentais d’une façon si
peu exacte les plaisirs qu’on y goûtait que je n’étais pas éloigné de creoire que
chaque spectateur regardait comme dans stéréoscope un décor qui n’était que
pour lui, quoique semblable au milier d’autres que regardait, chacun pour soi, le
reste des spectateurs” (pp. 90-91)
RAPPORT -HIPNOSIS de MILTON H. ERICKSON
Revista del Instituto Milton H. Erickson de Buenos Aires
Nº 47 - Junio de 2005

I.S.S.N. 0327-3792
RAPPORT - HIPNOSIS DE MILTON H. ERICKSON
es una publicación del
INSTITUTO MILTON H. ERICKSON DE BUENOS AIRES
Filial (1986) The Milthon H. Erickson Foundation, Inc. Phoenix - AZ, USA
Sánchez de Bustamante 1945 P.B. ‘‘A’’
C1425DUM, Buenos Aires, Argentina.
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e-mail: erickarg@netizen.com.ar
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Phoenix, AZ, U.S.A.
Directores: Lic. Edgar A. Etkin, Psicólogo
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Dr. Alberto O. Bottini, Médico - Lic. Claudia A. Etkin,
Psicopedagoga y Psicóloga - Lic. Sergio Etkin, Lingüista
* TRATAMIENTOS CLINICOS: Individuales, Parejas, Familia.

* TRATAMIENTOS PSICOPEDAGOGICOS Y CLINICOS: Niños y Adolescentes.


Aprendizajes. Conductas, Familia. Cursos para Docentes. Orientación a padres.
Directora: Lic. Claudia Etkin

* CURSOS DE POSGRADO: Hipnosis e Hipnoterapia ericksoniana. Teoría y


Práctica, con videotapes de Milton H. Erickson M.D. Individual y grupal.

* Edición de la Revista RAPPORT -Hipnosis de Milton H. Erickson-

* Seminarios en el interior del país y en el exterior.


RAPPORT - HIPNOSIS de MILTON H. ERICKSON -

Indice
La realidad, la ficción y el sueño en el primer libro de En busca
del tiempo perdido de M. Proust desde una perspectiva
hipnoterapéutica (ericksoniana)
Milton H. Erickson, M.D. ......................................................................... 3613

I.S.S.N. 0327-3792

Revista del Instituto Milton H. Erickson de Buenos Aires (Argentina)

Junio Año XV
2005 Nº 47

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