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El derecho a la igualdad implica que todas las personas deben ser tratadas en forma
igual por parte del Estado. En consecuencia, todo trato diferente está prohibido. Este
trato desigual de los iguales se conoce como discriminación.
La Constitución Política del Estado establece en el inciso 2 del artículo 2° que toda
persona tiene derecho «a la igualdad ante la ley. Nadie debe ser discriminado por
motivo de origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición económica o de
cualquier otra índole»1.
Una aproximación inicial al tema de la igualdad nos puede llevar a especular que se
trata de un principio fundamental reconocido por la Constitución, por el cual todos los
individuos que formamos parte de una colectividad participamos de los mismos
derechos y de las mismas obligaciones, y por lo tanto no podemos ser tratados
desigualmente.
La igualdad como principio tiene un desarrollo remoto. Aristóteles decía que «todos los
seres humanos son distintos numéricamente unos de otros por las diferencias
materiales; pero todos tienen la misma forma y naturaleza individualizada en cada uno
de ellos y son idénticos en la especie, sin ser susceptibles de más o de menos como
toda substancia». De las diferencias individuales se forma una comunidad política o
una ciudad y ésta debe estar integrada por gente de artes y oficios diferentes, « ...
porque no se hace una ciudad a partir de individuos semejantes. La ciudad también
requiere de gobernantes y gobernados. Aunque exista una igualdad natural entre
todos, es necesario, porque no pueden tener el poder al mismo tiempo, que alguno o
algunos lo ejerzan durante un período y lo cedan a otros ... Hay una diferencia
específica entre mandar y obedecer»4.
Sin embargo, de sus inicios rupturistas, el principio se ha ido adecuando a los cambios
en el desarrollo de la sociedad contemporánea. Más allá de las connotaciones
ideológicas del concepto de igualdad, que no forman parte del presente trabajo, se
puede afirmar que el principio tiene tres niveles constitucionales, tal como lo afirma el
Doctor César Landa Arroyo:
«La igualdad ante la leyes un derecho de toda persona, recogida por el artículo 2°,
inciso 2 de la Constitución; pero también constituye un principio fundante del Estado
de Derecho, que en la actualidad alcanza ribetes de valor constitucional constitutivo de
la República democrática y social que proclama el artículo 79 de la Constitución”5.
La discriminación por parte del Estado puede manifestarse de diferentes formas. Una
de éstas consiste en la expedición de normas jurídicas con un contenido
discriminatorio. En tanto ha sido una de las formas más comunes de discriminación,
existe un reconocimiento del derecho a la igualdad ante la ley, que en algunos casos
se aborda de manera conjunta con el derecho a la igualdad y en otros de forma
autónoma. El análisis de este derecho se realizará de modo particular más adelante.
Toda persona tiene derecho: A la igualdad ante la ley. Nadie debe ser discriminado
por motivo de origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición económica o de
cualquier otra índole.
Como se aprecia, este Artículo sólo hace referencia a dos aspectos relacionados con
el derecho a la igualdad: el derecho a la igualdad ante la ley; y la prohibición de
discriminación.
-no existe un reconocimiento general del derecho a la igualdad, sino sólo una
referencia al derecho a la igualdad ante la ley, que es una de sus manifestaciones;
Así por ejemplo, el Estado atenta contra el derecho a la igualdad cuando a través de
sus órganos con potestad normativa emite una norma discriminatoria, o cuando a
través de sus órganos jurisdiccionales adopta resoluciones contrarias a este derecho.
La discriminación por parte del Estado también se manifiesta cuando a través de los
diferentes órganos del gobierno nacional, o de los gobiernos locales o regionales, se
adoptan medidas de carácter discriminatorio.
Sin embargo, también consideramos que esta exigencia debe tomar en consideración
para su análisis las siguientes premisas: el respeto al derecho a la igualdad por parte
de los particulares es exigible cuando se encuentra de por medio un derecho
fundamental (derecho al trabajo, derecho a la educación, etc.).en estos casos, siempre
habrá de evaluarse la relación entre los derechos fundamentales de quien se siente
discriminado y de quien lleva a cabo el trato desigual.
En este sentido, en el caso que se alegue una violación del derecho a la igualdad y la
prohibición de discriminación por parte de los particulares, habrá que tomar en
consideración el ámbito dentro del cual se produce el trato desigual y los derechos que
entran en conflicto en cada situación. Por lo general, esos otros derechos que entran
en conflicto con el derecho a la igualdad son el derecho a la libre contratación (en el
caso de las ofertas de empleo), el derecho a la educación (en el caso de acceso o
expulsión de determinados centros educativos) y el derecho a la asociación (en el
caso de los requisitos para integrar una asociación).
El derecho a la igualdad ante la ley forma parte del contenido del derecho a la
igualdad, pero, por lo general, es objeto de estudio en forma separada. Esto es
particularmente importante, pues, en no pocos casos, la relación entre ambos
derechos no se comprende adecuadamente. En el caso de la Constitución de 1993,
ésta hace referencia al derecho a la igualdad ante la ley, mas no al derecho a la
igualdad.
Hemos señalado que el derecho a la igualdad implica que todas las personas deben
ser tratadas en forma igual, pues, en caso contrario, estaríamos ante una situación de
discriminación. Este mandato se extiende, asimismo, a las autoridades del Estado con
potestad normativa, a fin de que no emitan normas que contengan mandatos
discriminatorios. El derecho a la igualdad implica, en consecuencia, que las normas
deben ser iguales para todos.
Sin embargo, en el caso que una norma establezca un trato desigual, ésta deberá
analizarse aplicando los criterios que han sido mencionados anteriormente (ver
sección 3) a fin de determinar si estamos ante un mandato legal que establece una
diferenciación o una discriminación.