Sei sulla pagina 1di 26

"AÑO DEL BUEN SERVICIO AL CIUDADANO"

INSTITUTO DE EDUCACIÓN SUPERIOR PEDAGÓGICO


PÚBLICO HUANCAVELICA
ESPECIALIDAD:
EDUCACIÓN INICIAL

TEMA:
Manifestaciones culturales, saberes
ancestrales y enfoque del buen vivir

CURSO:
IDENTIDAD CIUDADANA E
INTERCULTURALIDAD

DOCENTE:
GABRIEL CONDORI ROJAS

ALUMNA:
LANDEO MATAMOROS YENIFER

ESPECIALIDAD: EDUCACION INICIAL

CICLO: I

HUANCAVELICA – 2017

1
A NUESTRA FAMILIA POR SU ABNEGADO E
INCONDICIONAL APOYO PARA PODER
LOGRAR NUESTRA META PROFESIONAL

2
ÍNDICE

CARÁTULA .................................................................................................... 1

DEDICATORIA ............................................................................................... 2

ÍNDICE ........................................................................................................... 3

INTRODUCCIÓN ........................................................................................... 4

MANIFESTACIONES CULTURALES, SABERES ANCESTRALES Y ENFOQUE

DEL BUEN VIVIR ........................................................................................... 5

GENERALIDADES ......................................................................................... 5

MANIFESTACIONES CULTURALES ............................................................ 6

SABERES ANCESTRALES ........................................................................... 9

ENFOQUE DEL BUEN VIVIR ........................................................................ 15

CONCLUSIONES........................................................................................... 22

BIBLIOGRAFÍA .............................................................................................. 23

ANEXOS ........................................................................................................ 24

3
INTRODUCCIÓN

Históricamente los saberes y conocimientos ancestrales no han formado


parte de los currículums de la educación reglada; por el contrario, desde la
academia se los ha considerado como superstición o, en el mejor de los casos,
como mero folklore, reduciéndolos así a una caricatura, una imagen superflua,
una cáscara de lo que constituye en realidad un cúmulo de conocimientos,
prácticas y tradiciones que son expresión y vida de una profunda cosmovisión.
De este modo, los saberes ancestrales han sido víctimas del menoscabo cultural
que se ha dado como parte de las estrategias hegemónicas de las sociedades
imperialistas, que desde la época de la conquista han procurado apropiarse del
territorio, tanto físico como simbólico.
En la Declaración Universal de la Unesco sobre la Diversidad Cultural de
2001 se establece que los saberes tradicionales y ancestrales son un patrimonio
cuyo valor no se circunscribe únicamente a las comunidades originarias, sino
que dichos saberes constituyen un importante recurso para toda la humanidad,
en tanto enriquecen el conocimiento mutuo por medio del diálogo, y permiten
conservar el amplio espectro de la diversidad cultural existente en un territorio
dado. Según se afirma en la declaración, la diversidad cultural es una fuente de
creatividad y de innovación y su reconocimiento fomenta la inclusión social y la
participación. Por tal motivo debe ser protegida y promovida, reconocida y
consolidada en beneficio de toda la humanidad, de las generaciones presentes
y futuras.
También se asegura que la diversidad cultural amplía las posibilidades de
elección que se brindan a todos, y que es una fuente de desarrollo, entendido
este no solamente en términos de crecimiento económico, sino también como
medio de acceso a una existencia intelectual, afectiva, moral y espiritual
satisfactoria.
El organismo internacional entrega de esta manera un necesario
reconocimiento a todas las diversas expresiones culturales que existen y han
existido en el planeta. En este ámbito, resulta notable el esfuerzo que se ha
hecho en el Ecuador donde, en el marco del proyecto histórico del Sumak
Kawsay o Buen Vivir, se fomenta el rescate, la preservación y la divulgación de
los conocimientos ancestrales.

4
MANIFESTACIONES CULTURALES, SABERES ANCESTRALES Y
ENFOQUE DEL BUEN VIVIR

GENERALIDADES
Se denominan conocimientos y saberes ancestrales y tradicionales a
todos aquellos saberes que poseen los pueblos y comunidades indígenas, y que
han sido transmitidos de generación en generación por siglos. Estos
conocimientos, saberes y prácticas se han conservado a lo largo del tiempo
principalmente por medio de la tradición oral de los pueblos originarios, y también
por medio de prácticas y costumbres que han sido transmitidas de padres a hijos
en el marco de las dinámicas de la convivencia comunitaria que caracterizan a
nuestros pueblos indígenas. No es sencillo desde el mundo mestizo tratar de
comprender realmente lo que son los saberes ancestrales, pues primero
debiésemos realizar un ejercicio de “descolonización mental”, por decirlo de
algún modo. Deberíamos primero comprender que los saberes ancestrales son
la expresión de una cosmovisión, profunda y compleja, que dista mucho de la
concepción del mundo occidental; entender que el conocimiento y comprensión
de estos saberes no puede darse cabalmente a través de un proceso de
descripción, análisis y categorización, pues la verdadera compresión de los
saberes ancestrales surgen desde la vivencia de esa cosmovisión, en la que la
intuición y el sentir se entrelazan con el pensamiento para generar el
conocimiento del mundo. Señalado esto, y sin poder desprendernos del todo de
la necesidad de describir y categorizar, podría decirse que los saberes
ancestrales abarcan una gran variedad de aspectos del conocimiento y la técnica
que van desde el lenguaje hasta la gastronomía, desde las matemáticas hasta
la artesanía, pasando por la medicina, la construcción, la silvicultura, las técnicas
de conservación del ambiente y microclimas, la producción y alimentación, la
agricultura y el riego, el transporte y la comunicación, etc. Cada pueblo tiene sus
propios pensamientos, prácticas y costumbres que configuran la particularidad
de sus diversas identidades. Podemos ver esto reflejado en la diferencia entre
una artesanía de semillas silvestres de los cofán, por ejemplo, y las conocidas
artesanías de tejido de los otavalo, pertenecientes a la nacionalidad kichwa; o en
la diferencia entre la gastronomía, la música y la danza del pueblo amazónico
shuar y la gastronomía, danza y música de otras nacionalidades y pueblos de la

5
Sierra o de la Costa. A pesar de estas diferencias existen elementos comunes,
puntos de encuentro que constituyen ejes centrales dentro de sus
cosmovisiones, hermanado sus formas de concebir, interpretar y relacionarse
con el mundo. Un componente central que cruza las cosmovisiones de los
pueblos indígenas y por tanto, de los saberes ancestrales, es el aspecto
espiritual, impregnando cada elemento de la vida cotidiana y confiriendo así un
sentido trascendente a la misma. La espiritualidad parece sobresalir como la
parte esencial que conforma la identidad colectiva de los pueblos indígenas,
determinando su vínculo armónico con la Pacha Mama, con la madre tierra. Son
estos ejes centrales de los saberes ancestrales, quizás, los que debiesen
despertar mayor interés no solo en la población mestiza, sino en mundo entero,
dado que constituyen elementos que podrían dar respuestas a algunas de las
necesidades globales de la actualidad Los modelos de producción y consumo
respetuosos con la naturaleza, la aproximación intuitiva y sensible a la realidad,
la sabiduría de comprender que se es solo una parte de algo mucho más grande
que uno mismo, son todos componentes de una sabiduría ancestral que ya ha
comenzado a llamar la atención del mundo y que, frente a la actual crisis
ecológica producto del modelo de desarrollo imperante a nivel mundial, podría
asumir un rol fundamental en la construcción de nuevos modelos que permitan
una relación más armónica con los seres que conforman los ecosistemas que
sustentan nuestra existencia. Eso es una parte fundamental del Buen Vivir.

MANIFESTACIONES CULTURALES
El patrimonio cultural inmaterial del Perú lo componen las manifestaciones
culturales peruanas como el folclore, el arte popular, las tradiciones orales, la
gastronomía, las ceremonias, las costumbres mágico-religiosas, las leyendas,
las fiestas populares, la medicina tradicional, los saberes, las formas de
organización social, el manejo de tecnologías y las lenguas que surgen o se
enmarcan dentro de la República del Perú.
Una característica del patrimonio cultural inmaterial es que se transmite
de generación en generación y es recreado constantemente por las
comunidades que lo practican. Este patrimonio infunde un sentimiento de
identidad y continuidad que contribuye a promover el respeto de la diversidad
cultural y creatividad humana.

6
Desde el año 2001 la UNESCO inicia un programa denominado Obras
maestras el patrimonio oral e intangible de la Humanidad. En el año 2001, el
elemento "El patrimonio oral y las manifestaciones culturales del pueblo zápara"
fue proclamado como integrante de la lista de obras maestras. Posteriormente
en el año 2005, el elemento "El arte textil de Taquile" también fue proclamado
integrante la lista de obras maestras. En el año 2008 las obras maestras
proclamadas por la UNESCO pasaron a formar parte de la Lista representativa
del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
En el 2009, en el marco del artículo 18 (Registro de buenas prácticas de
salvaguardia), el proyecto trinacional "Salvaguardia del patrimonio cultural
inmaterial de las comunidades aymaras de Bolivia, Chile y Perú" ingreso a formar
parte de la lista del Patrimonio Inmaterial.
El año 2010, la danza de las tijeras y La huaconada de Mito, pasaron a
formar parte de esta lista proclamada por la UNESCO.
El 22 de noviembre de 2011 la UNESCO proclamó al Eshuva (rezos
cantados de la etnia Huachipaeri) como parte de la Lista del Patrimonio Cultural
Inmaterial que requiere medidas urgentes de salvaguardia; unos días después,
el 27 de noviembre, UNESCO declaraba a la Peregrinación al santuario del
Señor de Qoyllorit'i como elemento integrante del patrimonio cultural inmaterial
de la Humanidad.
La continuidad del arte popular está ligada a la tradición familiar. Son los
padres quienes transmiten el conocimiento de técnicas, formas, contenidos y
sentidos culturales a sus hijos. Por un lado inculcan la mística por el trabajo como
respuesta a necesidades económicas y, por otro, el vínculo afectivo con su
pasado y su cultura o comunidad a la que pertenecen. Estas enseñanzas se van
cediendo de generación en generación, en un círculo repetitivo de padres a hijos
que, como está sujeto al paso del tiempo, lo está también a las transformaciones
que se producen en el campo de materiales y técnicas, en las costumbres y en
los modos del pensamiento.
Así, el verdadero artista popular es el que, sin salirse de los parámetros
de su tradición cultural, recrea sus formas y las adecua a las nuevas necesidades
sociales de su entorno. Es gracias a esta transmisión y renovación
intergeneracional que los artistas populares del Perú transforman la materia

7
prima imprimiéndole profundos mensajes y valores ancestrales, concentrando
en sus obras belleza y sabiduría.
Los hombres y mujeres de antiguo Perú fueron músicos y danzantes,
como lo demuestran las evidencias arqueológicas de instrumentos musicales,
textiles y ceramios que contienen escenas de canto, ejecutantes y bailarines en
medio de escenarios cuya permanencia cultural ha sido plenamente consignada
por las informaciones etnohistóricas. Las actividades musicales no eran sólo
espectáculos, también se fusionaron de manera intrínseca con actividades
relacionadas con la naturaleza, la sociedad y las divinidades.
La diversidad de las actuales expresiones musicales y dancísticas surge
de recreaciones de géneros indígenas prehispánicos, de géneros regionales
inspirados en modelos europeos coloniales y republicanos, o creaciones más o
menos recientes producto de la creciente presencia de los medios modernos de
comunicación.
Las canciones y las danzas describen nostalgias o anhelos, los sonidos
musicales muestran alegría, euforia, solemnidad o tristeza; y las danzas
igualmente se adaptan a todas las situaciones sociales: las hay para animar las
fiestas patronales o religiosas, las faenas de trabajo, los rituales de guerra y las
diversas fiestas familiares.
Las manifestaciones de cultura popular en el Perú se traducen en
numerosas fiestas patronales, procesiones, carnavales y rituales que se
celebran en todo el país. Algunas de ellas tienen un origen milenario y otras, más
modernas, se suman a celebraciones que no por ser de invención más reciente,
carecen de acogida o interés popular.
Fiestas como la de Corpus Christi en Cusco, la Virgen de la Candelaria en
Puno, las celebraciones de la Semana Santa en Ayacucho, la procesión del
Señor de los Milagros en Lima, la fiesta de la Virgen del Carmen en Paucartambo
(Cusco), la peregrinación al Santuario del Señor de Qoyllurit'i y la Fiesta de San
Juan en la región amazónica, son algunas de las manifestaciones populares que
marcan el calendario festivo peruano.
La gastronomía se sustenta en varios milenios de creación cultural por las
diversas etnias y culturas que poblaron nuestros territorios, siendo una de las
más antiguas del mundo. La producción de alimentos tuvo, en el Perú
precolombino, un carácter mágico-religioso que le da, a la cocina peruana, un

8
profundo contenido simbólico y cultural; las tecnologías agrícolas así como las
de manejo de agua fueron altamente desarrolladas por los antiguos peruanos, lo
que permitió la domesticación de una enorme variedad de plantas y la crianza y
uso alimenticio de una importante variedad de fauna que solo se encontraba en
el Perú, lo cual le agrega el mérito de la originalidad tanto por sus ingredientes
como por su combinación;
El continente americano ha brindado al mundo productos de gran
trascendencia en la alimentación y en la gastronomía mundial como la papa, el
maíz, la quinua, la kiwicha, el ají, el camote, el olluco, la oca, la yuca, el frijol, el
pallar, el maní, el zapallo, el tomate, la maca, la lúcuma, la chirimoya, entre
muchos otros. Siendo algunos de estos originarios del Perú, como es el caso de
la papa y otros. La cocina peruana es el fruto de la biodiversidad y de la
diversidad cultural, lo que ha permitido el desarrollo de cocinas regionales que
reflejan la identidad de los pueblos y que, en conjunto, por su originalidad,
variedad, aroma, textura y sabor, es reconocida como una de las mejores
expresiones gastronómicas del mundo.
En el Perú sobreviven más de 60 lenguas, de las cuales 17 son familias
lingüísticas amazónicas que a su vez se subdividen en 39 lenguas diferentes con
sus propios dialectos. Las más utilizadas en los andes siguen siendo el aymara,
con tres variantes, y el quechua, con cinco variantes regionales. Esto, sin contar
las numerosas lenguas que desaparecieron a finales del siglo XIX y principios
del siglo XX. La mayoría de estas lenguas son utilizadas por los pobladores del
centro, sur y noreste peruano.

SABERES ANCESTRALES
Los elementos de que identifican a los pueblos indígenas:
Descendemos de pueblos que ya estaban en el territorio del país en el
momento de la conquista europea.
Mantenemos casi intactas las costumbres y tradiciones de nuestros
ancestros.
Estamos sometidos, aunque sea solo formalmente, a una estructura
estatal que incorpora características nacionales, sociales y culturales ajenas a
las nuestras.
Ocupamos nuestros territorios ancestrales o parte de ellos.

9
Nuestra cultura en general o en manifestaciones específicas
(espiritualidad, sistema comunitario de vida, indumentaria, modo de
subsistencia, estilo de vida, etc.)
Idioma originario (tanto si es utilizado como lenguaje único, lengua
materna, medio habitual de comunicación en el hogar o en familia o empleado
como lengua principal, preferida, habitual, general o normal).
Mantenemos nuestras propias instituciones sociales, económicas,
culturales y políticas desde la época de la colonización y el establecimiento de
los nuevos estados.
Nuestra identificación como hijos de la Madre Tierra.
Nuestros principios de dualidad, reciprocidad, complementariedad,
Nuestra auto-identificación como pueblos indígenas.
Del mismo modo, Las historias y conocimientos de los abuelos en las
comunidades indígenas son lo más preciado de su cultura.
Muchos de nosotros sabemos lo que es convivir con culturas ancestrales
cercanas a nuestra cotidianidad. Es más, reconocemos en nuestra forma de vida
una cercanía e influencia. Los más progresistas reconocen el parentesco y la
familiaridad y los más atrevidos adoptan esa forma de vida.
Esta condición de nacer en este país, donde la tradición originaria está
latente, nos ha hecho alguna vez acercarnos a la vivencia con un curandero, un
sobador, un perfumero, un tabaquero o huesero tradicional. O buscar dentro del
acervo ancestral ayuda para nuestra condición de tristeza o de suerte. Muchos
a los que la medicina alópata no les ha dado una respuesta a su problema, han
buscado en la ritualidad antigua una solución. Y hay quienes hemos podido
conocer y aprender de la vida de un hombre o mujer que cuida de estas viejas
maneras de vida.
En fin, el hecho de que todos reconozcamos una cercanía no hace que la
realidad sobre estas prácticas cambie. El curandero sigue siendo considerado
un guardián del folclor y no un hombre de sabiduría o de respeto. La medicina
formal lo trata como una especie de técnico de la salud o de inofensivo
colaborador, en el mejor de los casos, o como un ignorante estafador a quien se
debe combatir. En todo caso nadie se atreve a reconocer el saber ancestral a la
misma altura que el conocimiento académico. Aún cuando un buen número de
la población lo busca y obtiene resultados concretos.

10
Ahora y como en todos los tiempos, la cantidad de estafadores que hablan
de tener una capacidad y un entrenamiento en Saberes Ancestrales es la
consecuencia normal de la falta de políticas púbicas claras al respecto, que
puedan apoyar o juzgar estas maneras, y también de la dificultad de establecer
un diálogo entre el estado y los pueblos. Es decir el desconocimiento y la falta
de comunicación donde se puedan diluir estas diferencias, impiden este avance.
Digo avance porque ya es hora que en el país se hable con claridad sobre
lo que son los Saberes Ancestrales. Ya es tiempo de sacarnos el velo de la
ignorancia de parte y parte, y comenzar a conocernos más. Los oficiantes de
ritos ancestrales, guardianes de un conocimiento milenario, no sólo son los
encargados de sostener una forma de pensamiento y de culto, de cultura, sino
los depositarios de una historia. Ellos no sólo conservan un sinnúmero de
saberes, sino que preservan las maneras de acceder a ellos. Es decir, el Saber
Ancestral es el camino que lleva al conocimiento, no el conocimiento en sí.
Las prácticas ancestrales cuidan el camino que se hace para acceder al
conocimiento de la naturaleza, de nuestra propia naturaleza. Guardan
costumbres y ritos que nos hacen saber de nosotros y conocer al ser humano.
No son simples creencias, son prácticas rituales antiguas que despiertan la
conciencia y el conocimiento. No son una religión, no son un dogma, son
tradiciones que dan sentido a la vida, devuelven el propósito a la existencia y nos
brindan salud. Son ritos que ayudan al ser humano en su crecimiento y desarrollo
integral como persona y como integrante de una comunidad. Son la herencia
verdadera de cómo resolvernos en nuestro interior y como resolver nuestras
diferencias en sociedad. La posibilidad de un buen vivir.
Van más allá de cualquier pensamiento contemporáneo progresista que
se pone de moda. Son más que la nueva era, son la memoria de la vieja era: La
historia. El Saber Ancestral va más allá de los pueblos, no es la pertenencia de
nadie, porque el conocimiento no es una pertenencia. Se brinda y sirve a quien
se pone a su servicio y entrega la vida a su legado. Es una fórmula simple, como
simple es la enseñanza antigua. El conocimiento se entrega en la medida de tu
propia entrega.
La relación hace la diferencia. El conocimiento llega en la capacidad de
establecer una relación con lo que se quiere conocer. Así las tradiciones antiguas
hablan del respeto al relacionarnos con nuestro entorno, con la naturaleza y con

11
nuestra propia conciencia, pues la relación construye confianza. Por eso,
preservar las maneras de conocimiento, no sólo los resultados, ha sido vital para
los custodios de Saberes Ancestrales. Lo importante es pedir el respeto por las
formas antiguas de conocimiento, formas tan validas como las actuales.
Las formas ancestrales se parecen entre sí en todos los pueblos. Todos
los pueblos originarios han levantado plumas en la cabeza de sus líderes, han
hecho danzas para honrar a sus antepasados y para agradecer a las fuerzas del
universo que equilibran la vida. Todos los pueblos originarios han hablado de
medicinas, han conservado rituales para la comunicación dentro de la
comunidad. Todas las tradiciones antiguas han tenido sustancias embriagantes
en sus altares y han contado la historia de su origen, de la mejor manera posible,
para preparar a sus jóvenes hacia la vida. También han reconocido al sanador
de la comunidad, no sólo por su manera de curar sino por su intención de
cultivarse como ser humano. Para los pueblos originarios el curandero también
es una artista, músico y carismático filósofo. Para muchos incluso es un líder
político y administrativo, la autoridad indiscutible. Y esa autoridad aumenta con
los años. Mientras más anciano, más respeto.
Con el avance de la forma del pensamiento actual, donde la organización
comunitaria ha perdido su manera ancestral, estas maneras antiguas de
conocimiento están en la cuerda floja, no solo porque ha desaparecido su hábitat
natural de sobrevivencia, sino que los actores han olvidado su cuidado. Las
comunidades en general ya no están organizadas como antes (consejos de
ancianos, de guerreros, de mujeres) donde se lograba una participación
mayoritaria del pueblo, sino que la estructuración moderna (presidente,
vicepresidente, etc.) ha dejado de lado uno de los principios mismos del Saber
Ancestral: la participación comunitaria como expresión de bienestar. El anciano
ya no es la autoridad máxima y el político ya no conserva el honor de servir. Otra
costumbre antigua.
En este panorama, lo pueblos que han podido sobrevivir al embate de la
sociedad civil, de la evangelización y a la persecución, se han encerrado en un
manto de desconfianza y sus Saberes ya no están para todos. Desconfianza que
tiene una razón de ser. En todo caso todos estos factores han generado que
quienes no estén verdaderamente cercanos a estos espacios de conocimiento
antiguo o a un curandero de tradición, aunque alguna vez o muchas veces en la

12
vida se han acercado a estas formas, no conozcan verdaderamente la
profundidad y la belleza de los caminos de conocimiento que nuestra tierra tiene.
El conocimiento sesgado de lo que ha sido una tradición milenaria ha generado
un prejuicio y este prejuicio no permite la validación de la medicina y de las
costumbres ancestrales en nuestro pueblo.
También ha generado verdaderas incoherencias en nuestra escala de
valores al momento de defender nuestro origen. Se toleran, defienden y se
permiten expresiones religiosas de variopintas tendencias, pero las propias no.
Existe una suerte de participación vergonzosa, un temor latente de aceptar que
visitamos a un curandero. Tanto así que nadie se cuestiona el hecho que en este
país ya no se pueda practicar los ritos mortuorios antiguos o que el uso cotidiano
y ritual de la hoja de coca haya desaparecido. Perú, Colombia y Brasil lo tienen,
y nuestro país no, pero lo tenía hasta hace poco. No se cuestiona porqué se han
validado muchas formas alternativas de medicina y las propias no. No hay un
pronunciamiento a favor del rescate de las danzas antiguas, y se ve con
impasividad que se sigue enseñando “danzas folclóricas”, como una sub
expresión artística. Con la misma distancia que un artista mira a un artesano de
la calle.
El Saber Ancestral es la base de la salud de un pueblo, es su historia y su
identidad. Es el camino para conocer, no es el conocimiento en sí, es la manera
de adquirirlo, de vivirlo y amarlo. Es su expresión artística y su ritualidad, su
canto, su familia. Es la profecía para los más místicos y la tecnología para los
menos. Un Saber Ancestral no es un concepto, es una vivencia. Y esa vivencia
está en alguien que la cultiva, conserva y que además lidera a una familia o
comunidad.
En esa medida todos somos capaces de adquirir y acceder a un Saber
Ancestral. De vivir una forma de conocimiento y de ser parte de un pensamiento
antiguo. La costumbre se aprende y la sabiduría se cultiva. Por eso la necesidad
de que el Estado diseñe políticas públicas que permitan no sólo conservarlos
sino validarlos. Para que las personas que estén dispuestas a saber de ellos
puedan llegar a los hombres y mujeres que realmente los cuidan, y así disminuir
la posibilidad de ser estafados o de caer en el snob y en la superstición.
El cuidado de un Saber Ancestral es la responsabilidad de un pueblo que
quiere estar en paz con su memoria, con su origen, y quiere entregar a sus hijos

13
la posibilidad de un buen vivir. Nuestro pueblo por ejemplo, no habla mal de su
primera madre, ni tiene historias de dos hermanos que se mataron por envidia.
Dice que su madre es la Tierra y su padre es el Sol. Y que el cielo y la tierra se
respetan y gestan la vida. Dicen que los primeros hermanos, el Agua y el Viento,
no se han peleado, nunca se han matado o tenido envidia; menos aún han
permitido que esos sentimientos validen el asesinato. Es más, miran la
naturaleza y reconocen su sabiduría, la capacidad de convivir en la diversidad.
Los pueblos que quieren tener respuestas, cuidan las maneras de
encontrarlas. Los pueblos que quieren que su gente esté bien, sea íntegra y
consciente, cuidan las maneras de conocimiento y no las niegan. En el
pensamiento antiguo de América por ejemplo, jamás se ha dicho que en la
naturaleza hay algo prohibido, menos una planta que da conocimiento. Siempre
se ha sabido de la existencia del peligro y por eso se ha cultivado el respeto. No
son las plantas ni las cosas que existen las que hacen daño, es la manera de
acercarse y relacionarse. Como todo en nuestra vida, el respeto por todas las
formas de vida ha generado mayores posibilidades de coexistencias armónicas.
Los pueblos antiguos han reconocido su parentesco con todo lo existente,
animal o vegetal. Su origen en el Fuego, la Tierra, el Agua y el Viento. Es decir,
proponen el respeto como tradición y el cuidado de todas las relaciones como
camino de salud. El pensamiento antiguo habla de unidad y de honor. Cuenta
historias viejas, donde la guerra y la enfermedad no existían. Los cantos más
viejos, son los que hablan de la familia y de la unidad. Eso es lo que dice la
tradición: La guerra, el descontento y la enfermedad llegaron después; cuando
el ser humano tuvo miedo de ser quien es, cuando desconoció a su pariente,
cuando negó su origen, cuando se sintió más que otro y con derecho sobre éste.
La historia de América ya nos ha demostrado lo doloroso que es cuando
se le obliga a un pueblo entero a perder su identidad, a negar su origen. Ya
sabemos lo que resulta cuando un pueblo le dice a otro cómo debe vivir, cómo
deber llevar su culto, su creencia, su canto, sus relaciones. Estamos conscientes
que, la imposición y la violencia, esclavizan no sólo al individuo sino a su pueblo,
a su pensamiento y a su espíritu. También estamos seguros que no queremos
repetir esa historia. Levantar nuevamente la memoria de nuestro ancestro para
poder decir que el conocimiento es de quien lo cuida y cultiva. Que la tradición
no es más que un sinnúmero de experiencias que nos abren la posibilidad de

14
estar bien, que nos cuentan la historia de un pueblo que ha vencido su
ignorancia, no a otro. El Saber Ancestral es la memoria y es en nuestro pasado
donde sembramos la posibilidad de vivir ahora. La memoria de un pueblo que
quiere que sus integrantes sean la respuesta, su propia respuesta, no solo la
pregunta. Un pueblo que se determina y se reconoce en la libertad de ser en su
esencia, hijos de la tierra, no visitantes o turistas.

ENFOQUE DEL BUEN VIVIR


Vivimos una compleja crisis de la civilización hegemónica (aquella de la
unidad entre “modernidad-colonialidad”) que pone en peligro todas las formas de
vida del planeta, no solo las humanas, y hace urgente el desarrollo de
alternativas, a partir del fortalecimiento de experiencias y propuestas sociales en
construcción, ayudando a clarificar las nuevas perspectivas, horizontes de
sentido y paradigmas interculturales que ellas contengan potencial o
activamente.
Está en marcha la construcción de nuevas teorías para nuevos
movimientos. Es necesario impulsar un proceso de debate e ínter aprendizaje en
esa perspectiva, basado en la pluralidad e interculturalidad de enfoques, para lo
cual proponemos, entre otros, cuatro ejes de debate, abiertos y en
permanentemente redefinición.
Primer eje: crisis de la civilización hegemónica
Más de 6000 culturas y 500 millones de personas siguen resistiendo y
enfrentando a la modernidad-colonialidad-capitalista-eurocéntrica, afirmando
que no solo se trata de un área de la dominación, como es el mundo del
trabajo/capital/clases sociales; sino al mismo tiempo, de las otras áreas de las
cosmovisiones, sexos, imaginarios, formas de autoridad y relación con la Madre
Tierra. Era y es mucho más: la imposición de una matriz civilizatoria ahogando
la diversidad de muchas otras. Esas voces no fueron escuchadas en mucho
tiempo, hasta que en el nuevo siglo convergen en este enfoque en diferentes
grados, con diversos movimientos sociales, como los ambientalistas, mujeres y
los de derechos humanos, entre otros.
Es necesaria una interpretación integral que permita comprender la
complejidad, entrecruce, gravedad y profundidad de tantas crisis simultáneas.
Es urgente caracterizar adecuadamente la simultánea gravedad y superposición

15
en el tiempo de la catástrofe ambiental y climática y los fracasos de la ONU para
contenerla; de la hambruna alimentaria simultánea a especulaciones de
excedentes de alimentos en la bolsa (comodities); de la crisis energética con un
capitalismo enfermo y adicto a los hidrocarburos y a la vez agravando los
impactos de los agrocombustibles; de la exclusión social y el desempleo
estructural permanente; de la gigantesca burbuja especulativa y financiera que
subordina y desnaturaliza los procesos productivos; de la privatización de las
tecnociencias que con los transgénicos, sumados a la invasión desarrollista de
las industrias extractivas y los megaproyectos y privatizaciones del agua,
subsuelo, bosques, que contaminan y ponen en riesgo todas las formas de vida;
de los Estados Nación monoculturales dominados por las transnacionales del
libre comercio, que criminalizan el ejercicio de los derechos colectivos de los
pueblos y comunidades, encubiertos y agudizados por nuevas formas de
racismo y conflictos religiosos.
No se trata únicamente de una crisis especulativa o económica, de un
modo de producción o tan solo del capitalismo. Si se admite el carácter sistémico
e integral de tantas crisis simultáneas, ellas transcurren entonces sobre ejes más
profundos que solo los económicos. Es necesario poner en cuestión al conjunto
de la modernidad y sus grandes mitos fundacionales como ”mercado”, “Estado”
y “desarrollo”, todos basados en la “razón” instrumental. El mito del Estado
uninacional que permitió continuar con la colonialidad del poder, luego de la
descolonización. El mito del “desarrollo” y del crecimiento ilimitado del dominio
de la naturaleza. El mito de la homogeneidad (no la diversidad) cultural como
“fortaleza”. Abrir la cuestión de por qué las experiencias o propuestas llamadas
socialistas en todas sus variantes no pudieron superar esos mitos fundacionales
de la modernidad-colonialidad y quedaron sumidas en sus matrices esenciales.
Desde la perspectiva de crisis de civilización hegemónica, podemos
avanzar en el diálogo y mutuo enriquecimiento entre paradigmas alternativos, en
torno de ejes esenciales de convivencia humana y de todas las demás formas
de vida. Es en este debate que los pueblos indígenas señalan que han pasado
de más de 500 años de resistencia y de protesta, a una etapa de propuesta y
reconstitución de alternativas civilizatorias frente a la crisis de la
modernidad/colonialidad. En esa dirección es fundamental el diálogo e ínter
aprendizaje entre esos movimientos de pueblos originarios con enfoques

16
similares o convergentes provenientes de otros movimientos sociales que
consideren que no solo “otro” mundo (homogéneo) sino que varios “otros
mundos” (diversos) son posibles; y posibles no solo desde el debate filosófico
(que es un aporte), sino sobre todo a partir del aprendizaje de las luchas,
resistencias y emergencias sociales concretas y sus construcciones teóricas.
Apertura y convergencia no solo entre paradigmas o matrices civilizatorias
que han resistido y siguen resistiendo en la historia (violenta) de la modernidad
occidental capitalista y colonial; sino también diálogo con la diversidad de
horizontes de sentido o propuestas en construcción que apuntan hacia los
mismos objetivos de transformación y, sobre todo, mutación social profunda, ya
que la palabra “revolución” limitada a la esfera del poder (y la “real politik”) resulta
ya insuficiente. Posibilitar la unidad entre quienes se hacen las mismas
preguntas, aunque las respuestas sigan siendo diversas; y por tanto, seguir
apuntando a la construcción de nuevas teorías para nuevos movimientos, de
unidad en la diversidad.
Segundo eje: desmercantilización de la vida
Asistimos a una auténtica catástrofe socio ambiental y es necesario
desentrañar por qué es tan difícil salir de ella, cuáles son sus ejes claves y las
bases para poder detenerla y crear perspectivas transformadoras. No se trata
solo de un cambio climático, no es “natural” ni un simple “cambio”. Es una
catástrofe imparable y simultánea, de sequías, inundaciones, desaparición de
glaciares y múltiples ecosistemas, lluvia ácida, polución urbana, agua con
metales pesados, transgénicos que alteran germoplasmas. Donde los países a
la cola del “desarrollismo” son sin embargo sus primeras víctimas, como el caso
del Perú, tercero en el ranking de los desastres globales. Una catástrofe de la
vida, que siendo ella evidente y visible, este “sistema”, o el poder de esta
modernidad, no quiere detenerla. Incluso, ya en el delirio, se planean nuevas
“oportunidades de negocios”, como el de semillas transgénicas resistentes a la
hecatombe climática.
Se trata de la disputa e invasión de territorios, especialmente de los
pueblos y comunidades, por el desarrollismo y extractivismo. La invasión por
parte de la minería que deja sin agua a la agricultura; de las petroleras regando
sus desechos tóxicos por los ríos; o por los agro-combustibles para alimentar
automóviles a pesar de la hambruna humana. Todos estos dramas no pueden

17
ser reducidos a la “ingeniería social” de la llamada “sustentabilidad ambiental”
que convive y no cuestiona las lógicas mercantilistas, desarrollistas y el frenesí
consumista. No olvidemos el pragmatismo de ciertas corporaciones
“ambientalistas” de convivir con las mafias petroleras globales. Y hay que
analizar qué hay que cambiar para que no se repitan las tragedias del infierno
radioactivo de Chernóbil en Rusia, los miles de desplazados por la represa de
las tres gargantas en China, o la destrucción de los Andes, Pantanal y Amazonía
por la IIRSA, todos ellos “desarrollos” promovidos bajo proyectos denominados
“socialistas” en Rusia, China y Brasil.
No pueden ser reducidos a “costos sociales”, impactos o externalidades
de un crecimiento inagotable, y que hay que compensar o minimizar con
algebraicos modelos de “sustentabilidad”. No puede seguirse admitiendo sin más
los enfoques tradicionales del crecimiento “indetenible” de las fuerzas
productivas. Tampoco reducir estas cuestiones al estrecho plano jurídico de la
“propiedad privada” versus “estatizaciones”, sin poner en cuestión al
desarrollismo productivista, que mercantiliza el agua, los bosques, el oxígeno,
toda la vida, sea en nombre del dios mercado o la razón de Estado.
Si el calentamiento es convertir todo en mercancía, no puede haber
enfriamiento sin des-mercantilización de la vida. Se trata de poner límites o
frenos a comprar-vender-privatizar el agua, tierra, subsuelo, bosques, cerros…
la vida entera. Debatir cómo sería posible mantener el control social sobre los
bienes comunes, tanto los de la naturaleza como los del conocimiento. Aquí son
fundamentales las propuestas de los pueblos originarios, que incluyen los
conceptos y enfoques sobre Madre Tierra, distintos de “recursos naturales”. La
crianza de la vida: cría a la madre tierra, y deja que ella te críe. La unidad entre
naturaleza-sociedad-cultura. Los territorios como totalidad viviente, de unidad
entresuelo-subsuelo-montañas y fuentes de historia-identidad-orgullo-
cosmovisión, lejanos a los de parcela-chacra-tierra. La reproducción,
recuperación y reformulación de estas perspectivas en los espacios citadinos
ocupados por los migrantes y afectados también por el “desarrollo” de la polución
y marginalidad urbanas.
Todo lo anterior es lo que los pueblos indígenas denominan Buen Vivir,
como armonía con la naturaleza, en paz y equilibrio social. La vida con agua
limpia, no con mercurio minero; el aire puro y la tranquilidad sin el infierno

18
automotriz; el orgullo, identidad, autoestima y felicidad de sobrevivir
usando/conservando (a la vez) el bosque o las montañas, sin terminar empujado
a las repletas ciudades y sus limosnas de “programas sociales”. Calidad de vida
y no consumismo y despilfarro. Vivir Bien y no “vivir mejor”, en el sentido de tener
más y más objetos, aunque sean inútiles. No al embrujo y adicción a la cultura
del shopping que encubre depredación, polución, calentamiento y suicidio
planetario.
Vivir Bien implica el derecho a pensar, seleccionar y decidir con
autonomía. La ONU ya lo reconoce en los derechos “al desarrollo propio”.
Analizar y decir sí a las computadoras, paneles solares, pero no al monocultivo
ni los transgénicos. Sí a la escuela, pero no al monolingüismo y aculturación,
sino a la identidad e interculturalidad. Sí a la posta sanitaria, pero no al parto
“occidental” sino el vertical y en familia. Escoger pesticidas naturales y no ser
seducidos por los químicos del petróleo. El orgullo de usar y revalorar las miles
de plantas medicinales y alimentos nativos, y no la confusión y sumisión ante los
fármacos y la frustración de no poder comprarlos. Rechazar los tratados de libre
comercio, sean de Estados Unidos, Europa o China, que ponen candados
jurídicos supranacionales para mantener eternamente la privatización y
mercantilización de la vida, que empieza en la minería, sigue en los transgénicos
y termina en la biopiratería. Todo esto es Buen Vivir / Vivir Bien y los pueblos y
comunidades seguirán luchando, una y otra vez, como desde hace cinco siglos,
para poder existir como pueblos con derecho a la diferencia.
Tercer eje: descolonialidad del poder
Pero cabe anotar que ese “(mal)desarrollo” es impulsado no solo por el
capital transnacional sino por las tecnocracias, intelectuales, sacerdotes,
periodistas, sectores medios, y también muchos pobres, que creen firmemente
en los supuestos y mitos del Estado Nación, a pesar de ser cada vez menos
nacionales y públicos, y crecientemente privatizados. Esto nos lleva a una
tercera cuestión, que es la colonialidad y descolonialidad del poder.
Hay una conexión entre la privatización de la vida y la privatización del
poder. La colonialidad actual del poder es herencia de la imposición eurocéntrica
de una sola forma de Estado, la del Estado-Nación. La idea de una nación - una
cultura, que empezó con el etnocidio de las 6000 culturas del mundo que aún
resisten, y que continúa con el temor a la diversidad lingüística y cultural, el sesgo

19
hacia a homogeneidad y la estigmatización de los “otros”, del que siente y vive
diferente, distinto a “la” supuesta nación vencedora. Lo podemos ver en todas
partes e inclusive en el Chile del supuesto milagro económico, con la
estigmatización de los Mapuche, que prolonga la carnicería militar para “unificar
la nación” y continúa en su criminalización de quienes defienden su derecho a la
diferencia junto a sus aguas y bosques ante las papeleras.
Los Estado Nación teóricamente actúan en aras del bien común, pero en
realidad son instrumentos de la subasta, saqueo y privatización de la Madre
Tierra. Es necesario debatir cómo sustituir la expropiación a los pueblos y
comunidades, el control de los bienes naturales por parte de Estados que,
basados en el “interés público”, imponen la privatización, mercantilización,
contaminación y destrucción de la vida.
No es posible nacionalizar o socializar la economía manteniendo la
verticalidad del sistema de poder. Si se reconoce la diversidad biológica unida a
la diversidad cultural, debe asumirse también la demo-diversidad o diversidad de
formas de democracia, que no solo incluyan los mecanismos representativos
(clásicos y desgastados), sino la democracia directa y aun más: la democracia y
autogobierno comunitarios. Y decimos “comunidades” no solo para los Ayllus
que se reconstituyen en el Qullasuyu (Bolivia), sino también para comunidades
urbanas como Villa El Salvador (Perú), pujantes con el espíritu andino del
“trabajo en común”, o para los Quilombolas que defienden su autonomía afro
descendiente, o la comunidad de Valdisusa en Italia luchando por Vivir Bien
contra la modernidad neoliberal.
Es vital que frente a la creciente privatización del poder imaginemos la
socialización (redistribución) del poder, no solo en su “captura”, o peor, su simple
administración tecnocrática. Identificar las propuestas y estrategias que permitan
superar esta herencia colonial de un sistema de autoridad basado en la exclusión
de los derechos colectivos de los pueblos y comunidades. Recuperar las
lecciones que dejan en una dirección transformadora las propuestas y ensayos
prácticos de poseer derechos colectivos/pueblos, además de los
Individuales/ciudadanos o la llamada “ciudadanía étnica”. La diversidad de
fuentes de derecho (leyes, justicia) no solo el occidental (francés o anglo sajón),
lo que supone respetar el Derecho Mayor, Derecho Consuetudinario o los
derechos de la Naturaleza (incluidos en la Constitución de Ecuador). El desafío

20
y aporte de los Estados Plurinacionales, con sus parlamentos, justicia,
economía, servicios, todos también plurinacionales (que se procesan en Bolivia).
Las alternativas de las varias formas de autonomías, autogobierno y libre
determinación de los pueblos originarios/indígenas reconocidas por la ONU en
la Declaración del 2007; y del propio mandar-obedeciendo de los pueblos
indígenas, muy distinto de la dictadura de los representantes “democráticos”.
Cuarto eje: saberes alternativos
Tanto el estatismo privatista como el desarrollismo pasaron a formar parte
del sentido común de las cosas bajo el neoliberalismo y su aplastante “fin de la
historia”, lo cual implica poner en cuestión ese “sentido común”, esa forma
“natural” de conocer, de soñar, imaginar, recordar. Se trata de debatir una cuarta
cuestión sobre Saberes y Subjetividades Alternativas. Desentrañar el misterio o
la magia de por qué desarrollo, Estado y mercado siguen apareciendo como
propuestas científicas y modernas, y por qué no, hasta civilizadas.
No es casual que antes las iglesias y ahora la ciencia hayan sido y sigan
siendo garantía de legitimidad. Los pueblos, comunidades y movimientos
aparecen, antes como herejes y hoy aún como bárbaros, siempre opuestos al
desarrollo y por tanto estigmatizados, cuando es el desarrollo el que se opone a
ellos y la sobrevivencia humana. El racismo colonial no solo impuso el invento
de las inexistentes “razas”, y la consecuente división entre “razas” superiores e
inferiores, sino que también dejó hasta hoy otras formas más sutiles de racismo,
como son el racismo ontológico y epistemológico. Los pueblos originarios o los
afro descendientes pueden ser motivo de folklore, misericordia y hasta
aceptados como portadores de protestas o reclamos, incluso ser teóricamente
“iguales”, pero difícilmente ser admitidos como generadores o inspiradores de
valores, conocimientos y teorías o filosofías alternativos o políticamente
respetables.
Hay una conexión entre mercantilismo y privatismo con esas ciencias
reduccionistas, positivistas, homogenizadoras, antropocéntricas, donde los
“otros” son los “objetos” de estudio de “sujetos” eurocéntricos y de la razón
instrumentalizadora.

21
CONCLUSIONES

 Hay que poner en cuestión la expansión de las tecnociencias y el post


industrialismo, con los transgénicos, biopiratería y la nanotecnología, que
en nombre de la sagrada “propiedad intelectual” no solo modifica genes,
células sino hasta átomos, sin control ni vigilancia social de sus impactos
sociales y ambientales, sino que además se apropia y privatiza
conocimientos ancestrales de los pueblos y sus aplicaciones para nuevos
alimentos, medicinas e insumos industriales. Es la mercantilización de las
ciencias y conocimientos, que no suelen priorizar o servir para luchar
contra las enfermedades tropicales y su alta mortalidad en los que viven
en las montañas o trópicos.
 Debemos cuestionar por qué los descubrimientos útiles para la
humanidad no son compartidos o son inaccesibles por las patentes y
derechos de autor, como en los casos graves del sida y cáncer. Sin
embargo, son innumerables los alimentos, medicinas, insumos
industriales y conocimientos que los pueblos y comunidades aportaron y
siguen aportando a la humanidad, y que hoy se busca “liberalizar” en
beneficio de la biopiratería.
 Surge la necesidad de desarrollar otras formas de conocimiento, que
reintegren la unidad entre lo humano y lo natural, que respeten la
diversidad de cosmovisiones, permitan su control y vigilancia social y la
redistribución equitativa de sus beneficios. La desmercantilización de la
comunicación y de la intercomunicación, cultura, música y demás artes y
servicios públicos de educación, salud y saneamiento. Recuperarlos para
el uso común de todos, en corresponsabilidad y bajo el control social,
todos los bienes y servicios necesarios para la vida. “Para todos, todo”
como resonó el grito zapatista desde las selva Lacandona de México.
 Para concluir, como empezamos, reiteramos que se hace indispensable
un proceso de construcción de paradigmas sociales alternativos a la crisis
de la civilización hegemónica y los impactos de su modernidad-
colonialidad eurocéntrica. Crear espacios de encuentro e ínter
aprendizaje interculturales entre las experiencias de pueblos,
comunidades, naciones sin Estado y movimientos sociales.

22
BIBLIOGRAFÍA
 Acosta, A. (2011). El Buen (Con)Vivir, una Utopía por (Re)Construir.
Alcances de la Constitución de Montecristi. Obets. Revista de Ciencias
Sociales. Vol. 6, n.o 1, 2011; pp. 35-67
 Castells, M. (2006). La sociedad red: una visión global ( ed.). Madrid,
España: Alianza Editorial.
 Jara, C. (2014). Interculturalidad. Presentación para Cumbre del Buen
Conocer/FLOK Society, mayo de 2014, Quito.
 Lander, E. (1993). “Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocéntrico”.
En: Lander, E (compilador), La colonialidad del saber: eurocentrismo y
ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. Buenos Aires:
CLACSO.
 Quijano, Aníbal (1999). La colonialidad del poder. Cultura y conocimiento
en América Latina, en Castro Gómez, S.; Guariola-Rivera y C. Millán de
Benavides (editores), Pensar (en) los intersticios. Teoría y práctica de la
crítica post colonial. Santafé de Bogotá: Colección Pensar/Centro Editorial
Javeriano, pp. 3-28.
 Quijano, A. (2010). América latina: hacia un nuevo sentido histórico. En I.
León (Ed.), Sumak Kawsay/Buen Vivir y cambios civilizatorios (2 ed.).
Quito: FEDAEPS.
 Santos, Boaventura de Sousa. (2010a). Para descolonizar occidente. Mas
allá del pensamiento abismal. Buenos Aires: CLACSO
 Tasiguano, A., C. Yamberla et al. (2014). Saberes y Conocimientos
Ancestrales y Tradicionales. Borrador Investigación FLOK/Buen Conocer.
https://floksociety.co-ment.com/text/2AJgGaYbiXv/view/
 Walsh, C. (2007). Interculturalidad, colonialidad y educación. Revista
Educación y Pedagogía, vol. XIX, núm. 48, Mayo – Agosto.

23
ANEXOS
24
25
26

Potrebbero piacerti anche