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Los seis ciegos y el elefante

Cuento popular
Versión libre: Pilar Obón
Ilustraciones: Manuel Monroy

Su nombre oficial es Bharat Juktarashtra. Es el séptimo país más grande del mundo y el segundo
más poblado después de China. Nosotros lo conocemos como la India, o República de la India. Este
país es una península porque está rodeada de agua por tres de sus lados y está en el sur de Asia.
Ahí se hablan más de 1,600 dialectos, pero el idioma oficial es el hindi. Su capital es Nueva Delhi. Y
desde ese lejanísimo país nos llega este cuento muy antiguo.

En la India hay muchísimos elefantes. Tantos, que se usan en vez de caballos, y pueden verse por
todas partes: en las calles, en los desfiles, en los márgenes de los ríos… Para las grandes ocasiones,
los visten muy elegantes: les ponen muchos adornos y collares, además de enormes mantas
bordadas con hilos de oro. Como son tan gigantescos, también les ponen unas howdha, para que
la gente se suba y pueda ir a pasear sobre ellos.

Aunque hay elefantes salvajes en la India, muchos de ellos están muy bien educados. Cuando un
elefante es chiquito, un niño comienza a cuidarlo y se convierte en su mahout; ambos crecen
juntos y se llevan muy bien. El elefante obedece siempre a su mahout y lo protege de los peligros.

Hace muchísimos siglos llegaron al país seis hombres ciegos, que venían de Paquistán, un país
vecino. Se llamaban Bab, Beb, Bib, Bob, Bub y Margarito. Apenas llegaron a la ciudad, fueron
directo a bañarse al darya Ganges, pues es la costumbre que cuando los peregrinos llegan a la
India, tienen que irse a bañar al río sagrado, para purificarse y quedar relucientes de alma y
cuerpo.

Estos seis hombres ciegos habían venido a la India a conocer un elefante. Habían preguntado a
mucha gente, pero nadie les había podido decir exactamente cómo era ese animal. Así que
querían encontrar uno, tocarlo y conocerlo de una vez por todas.

Una vez que se bañaron, los seis ciegos caminaron por la orilla del río. Iban muy atentos por si
escuchaban el bramido de un elefante. Bab, que era el más listo, iba adelante, tanteando el suelo
con su bastón blanco.

Un poco más allá, a la sombra de un daraxy, estaba Sidharta, un mahout, el cual era dueño de un
gran elefante gris que se llamaba Pantaleón. Estaban los dos muy tranquilos, cuando de pronto
pasó un chuha. Han de saber que los enormes elefantes le tienen un miedo tremendo a los
ratones pequeños. Así que el pobre Pantaleón, asustado, lanzó un fuerte bramido.

─ ¡Briiiuuuu! ─bramó el elefante, alzando las patotas.


─ Es sólo un ratoncito, Pantaleón ─dijo Sidharta─. Mira, ya se fue, no hagas un drama.
Pero ¿adivinen quién escuchó el bramido?
¡Nuestros amigos los ciegos!

─ ¡Ahí derecho debe haber un elefante! ─anunció Bab─. ¡Vamos, vamos, corramos!
Tropezándose un poco porque había muchas piedras, Bab, Beb, Bib, Bob, Bub y
Margarito llegaron corriendo hasta donde estaban Sidharta y Pantaleón

─ Buenas tardes ─saludó Bab─. ¿Eso que tienes ahí es un elefante?

─ Exactamente ─ contestó Sidharta─. ¿Quieren dar un paseo?

─ No, lo que queremos es tocarlo ─explicó Bab─. Somos seis hombres ciegos y no
sabemos cómo es un elefante. ¿Podemos hacerlo?

Sidharta. Ambos asintieron y el elefante dio unos pasos al frente, cuidando de que no
hubiera por ahí ningún ratón.

─ Adelante ─dijo Sidharta a los ciegos─. Ahora pueden tocaro.

─ Hagámoslo en orden ─decidió Bab─. Así cada uno de nosotros podrá decir a los otros
su opinión. De inmediato, todos se formaron. Un poco tembloroso, Bab se acercó a
Pantaleón y le tocó la trompa.

─¡Ah! ─exclamó. ─¡El elefante es como una gran cuerda, gorda y muy larga!

Pantaleón, sorprendido, miró su trompa y Sidharta ocultó una sonrisa, pero no dijo nada.

─ ¡Que no! ─exclamó─. ¡El elefante es como una alta columna! ¡Qué fuerte y poderoso
es!

Esto le gustó mucho a Pantaleón. Esperaba que anduviera por ahí algún ratón que
hubiera escuchado lo que ese hombre tan sabio había dicho.

A continuación, llegó el turno de Bib, que era un poco tímido. Como había perdido su
bastón, caminó titubeante hacia el paquidermo y se estampó contra su costado.

─¡Que no! ─exclamó─. ¡El elefante es como una pared! Alta, rugosa y además, tiene
moscas.

Pantaleón se disgustó mucho al escuchar esto.

Cierto que tenía la jidl áspera, porque ese día Sidharta no le había puesto crema, pero ¡él
no tenía moscas!

Sidharta lo acarició para calmarlo y pidió que se acercara el siguiente peregrino.

Bob dudó un poco. Esto estaba muy raro.

El elefante parecía ser una criatura muy extraña. Con cuidado, extendió una manita y tocó
una de las orejas de Pantaleón.

─¡Que no! ─exclamó─. ¡El elefante es como un papalote!


Divertido, Pantaeón agitó sus orejotas provocando un fuerte viento que voló los turbantes
de los ciegos. Mientras Sidharta los recogía, Bub se acercó al paquidermo y le tocó un
colmillo.

─¡Que no! ─exclamó─. ¡El elefante es como un sable puntiagudo!

Margarito, el más atrevido de los seis, se subió de un salto sobre el lomo del paquidermo.

─¡Que no! ─exclamó─. ¡El elefante es como una montaña!

Pantaleón volteó a ver al hombre y agitó la trompa. Claro, él era como una montaña. ¿Por
qué tenerle miedo a los ratones? Dicen que desde entonces, cuando menos ese elefante,
nunca volvió a asustarse ante la presencia de un roedor.

Con mucho cuidado, Pantaleón se arrodilló para que Sidharta ayudara a bajar a
Margarito. Entonces, comenzó una acalorada discusión entre los seis hombres ciegos,
que se fueron discutiendo río abajo. El suave viento de la tarde traía sus voces alteradas:

─¡Cuerda!
─¡Khamba!
─¡Pared!
─¡Chila!
─¡Tulwar!
─¡Montaña!

Pantaleón movió la cabeza y agitó las orejas, bramando suavemente. Era su forma de
reírse. Sidharta también rodaba de risa. Cuando se calmó, acarició la frente de su querido
elefante y le dijo:

─Ya lo vez, Pantaleón. En vez de tocar todo tu cuerpo para saber realmente cómo eres,
sólo tocaron una parte, y creyeron que esa parte eras tú. Eso te enseña a no dejarte
engañar por los detalles.

Y así fue como los seis hombres ciegos regresaron a Paquistán, cada uno creyendo que
había conocido al elefante.

Howdha Litera para viajar al lomo del elefante


Mahout Cuidador del elefante
Daraxy Árbol
Chuha Ratón
Jidl Piel
Khamba Columna
¡Chila! Papalote
Tulwar Sable

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