1. Es imposible no comunicar: toda conducta en una situación de interacción tiene
un valor de mensaje, es comunicación, y es imposible no comportarse. Actividad o inactividad, palabras o silencios, tienen siempre valor de mensaje: influyen sobre los demás, quienes, a su vez, no pueden dejar de responder a tales comunicaciones y, por ende, también comunican.
2. Toda comunicación tiene un nivel de contenido y un nivel de relación, de tal
manera que el último clasifica al primero, y es por tanto, una metacomunicación: una comunicación no solo transmite información sino que, al mismo tiempo, impone conductas. El aspecto “referencial” de un mensaje transmite información, en la comunicación humana es sinónimo de contenido del mensaje. Puede referirse a cualquier cosa que sea comunicable. Por otro lado, el aspecto “conativo” se refiere a qué tipo de mensaje debe entenderse que es y, por ende, a la relación entre los comunicantes. Entonces, el primero transmite los datos de la comunicación, y el segundo, cómo debe entenderse dicha comunicación. La relación puede entenderse a partir del contexto en el que la comunicación tiene lugar.
3. La naturaleza de una relación depende de la puntuación de las secuencias de
comunicación entre los comunicantes: se refiere a la interacción –intercambio de mensajes- entre comunicantes. En una secuencia prolongada de intercambio, los participantes puntúan la secuencia, de modo que uno de ellos o el otro tiene iniciativa, predominio, dependencia, etc. Es decir, establecen entre ellos patrones de intercambio. La puntuación organiza los hechos de la conducta. La falta de acuerdo con respecto a la manera de puntuar la secuencia de hechos es la causa de conflictos en las relaciones.
4. Los seres humanos se comunican tanto digital como analógicamente: la
comunicación digital utiliza la palabra; mientras que la comunicación analógica es todo lo que sea comunicación no-verbal, que incluye los movimientos corporales, la postura, los gestos, la expresión facial, el tono de voz, el ritmo, etc. Asimismo, cabe suponer que el aspecto relativo al contenido del mensaje se transmite en forma digital, mientras que el aspecto relativo a la relación es de naturaleza analógica. Se complementan entre sí en cada mensaje.
5. Todos los intercambios comunicacionales son simétricos o complementarios, según
que estén basados en la igualdad o la diferencia: en las relaciones simétricas, los participantes tienden a igualar su conducta recíproca, y así su interacción puede considerarse simétrica. Sean debilidad o fuerza, bondad o maldad, la igualdad puede mantenerse en cualquiera de esas áreas. En las relaciones complementarias, la conducta de uno de los participantes complementa la del otro. Hay dos posiciones distintas: un participante ocupa la posición superior o primaria mientras el otro ocupa la posición inferior o secundaria. Una relación complementaria puede estar establecida por el contexto social o cultural (como en los casos de padre e hijo, médico y paciente, maestra y alumno), o ser el estilo idiosincrásico de relación de una diada particular. Ninguno de los participantes impone al otro una relación complementaria, sino que cada uno de ello se comporta de una manera que presupone la conducta del otro, al tiempo que orece motivos para ella. LA COMUNICACIÓN PATOLÓGICA Cada uno de los axiomas implica ciertas patologías inherentes. 1. La imposibilidad de no comunicarse: los pacientes esquizofrénicos se comportan como si trataran de negar que se comunican y luego encuentran necesario negar también que esa negación constituye en sí misma una comunicación. Pero es posible que el paciente dé la impresión de querer comunicarse aunque sin aceptar el compromiso inherente a toda comunicación. El “esquizofrenés” es un lenguaje que obliga al interlocutor a elegir entre muchos significados posibles que no sólo son distintos, sino que incluso pueden resultar incompatibles entre sí. Sin embargo, el intento de no comunicarse puede existir en cualquier otro contexto en que se desea evitar el compromiso inherente a toda comunicación. Una situación típica de esta clase es un encuentro entre dos desconocidos, uno de los cuales quiere entablar conversación, y el otro no (por ejemplo, dos pasajeros en un avión que comparten asientos). El que no quiere, no puede abandonar físicamente el campo y no puede no comunicarse. Se puede dar entonces: Rechazo de la comunicación: una de las partes puede hacer sentir a la otra, en forma más o menos descortés, que no le interesa conversar. Aceptación de la comunicación: la parte termina por ceder y entablar conversación. Descalificación de la comunicación: la parte que no quiere puede comunicarse de modo tal que su propia comunicación o la del otro queden invalidadas. Las descalificaciones abarcan fenómenos comunicacionales como autocontradicciones, incongruencias, cambios de tema, oraciones incompletas, malentendidos, etc. El síntoma como comunicación: la parte puede fingir somnolencia, sordera, ignorancia del idioma, o cualquier otra deficiencia o incapacidad que justifique la imposibilidad de comunicarse. La teoría de la comunicación concibe los síntomas como un mensaje no verbal: no soy yo quien quiere o no hacer esto, sino algo fuera de mi control, por ejemplo, mis nervios, enfermedad, ansiedad, alcohol, educación o mi esposa.
2. Niveles de comunicación (de contenido y de relación): las variaciones posibles son:
1) En el mejor de los casos, los participantes concuerdan con respecto al contenido de sus comunicaciones y a la definición de su relación. 2) En el peor de los casos, encontramos la situación inversa: los participantes están en desacuerdo con respecto al nivel del contenido y también al de relación. 3) Entre ambos extremos hay varias formas mixtas: a) Los participantes están en desacuerdo en el nivel del contenido, pero ello no perturba su relación. b) Los participantes están de acuerdo en el nivel del contenido, pero no en el relacional. La estabilidad de su relación se verá seriamente amenazada en cuanto deje de existir la necesidad de acuerdo en el nivel del contenido. c) Confusiones entre los dos aspectos, contenido y relación. Puede consistir en un intento por resolver un problema relacional en el nivel del contenido (donde no existe). d) Aquellas situaciones en las que una persona se ve obligada de un modo u otro a dudar de sus propias percepciones en el nivel del contendido, a fin de no poner en peligro una relación vital con otra persona. El fenómeno del desacuerdo ofrece el marco de referencia para estudiar los trastornos de la comunicación debidos a la confusión entre el contenido y la relación. El desacuerdo puede ocurrir en cualquiera de los 2 niveles. Frente a su desacuerdo, los dos individuos deben definir su relación como simétrica o complementaria. Cuando se da el acuerdo en el nivel de contenido, esto ubica el desacuerdo en el nivel relacional. Allí, el desacuerdo equivale a algo que es mucho más importante que el desacuerdo a nivel de contenido. En el nivel relacional las personas no comunican nada acerca de hechos externos a su relación, sino que proponen mutuamente definiciones de esa relación, y por implicación, de sí mismos. Así, la persona A puede ofrecer a la otra, B, una definición de sí misma. Cualquiera sea el qué y el cómo de su comunicación en el nivel de contenido, el prototipo de su metacomunicación será: “Así es como me veo”. Existen 3 posibles respuestas por parte de B a la autodefinición de A: Confirmación: acepta la definición que A da de sí mismo. Rechazo: rechaza la definición que A propone de sí mismo. El rechazo presupone por lo menos un reconocimiento de lo que se rechaza y, por ende, no niega necesariamente la realidad de la imagen que A tiene de sí mismo. De hecho, ciertas formas de rechazo pueden incluso ser constructivas. Equivale al mensaje: “Estás equivocado”. Desconfirmación: no se refiere a la verdad o falsedad de la definición que A da de sí mismo, sino más bien niega la realidad de A como fuente de tal definición. Afirma: “Tú no existes”. Estas 3 respuestas tienen un denominador común, ya que por medio de cualquiera de ellas B comunica: “Así es como te veo”.
3. La puntuación de la secuencia de hechos: las discrepancias en cuanto a la
puntuación de las secuencias de hechos tienen lugar en todos aquellos casos en que por lo menos uno de los comunicadores no cuenta con la misma cantidad de información que el otro, pero no lo sabe; y cuando los comunicadores no sacan de dicha información las mismas conclusiones. En casos de puntuación discrepante se suele observar un conflicto acerca de cuál es la causa y cuál el efecto, cuando en realidad ninguno de estos conceptos resulta aplicable debido a la circularidad de la interacción. Las puntuaciones discrepantes llevan a visiones distintas de la realidad, incluyendo la naturaleza de la relación y, por ende, a un conflicto interpersonal. Esto nos lleva al concepto de la profecía autocumplida: se trata de una conducta que provoca en los demás la reacción frente a la cual esa conducta sería una reacción apropiada. Por ejemplo, una persona que parte de la premisa “nadie me quiere”, se comporta con desconfianza, a la defensiva o con agresividad, ante lo cual es probable que los otros reacciones con desagrado, corroborando así su premisa original. Lo que caracteriza la secuencia y la convierte en un problema de puntuación es que el individuo considera que él sólo está reaccionando antes esas actitudes, y no que las provoca.
4. Errores de “traducción” entre material analógico y digital: el material de los
mensajes analógicos es sumamente antitético, se presta a interpretaciones digitales muy distintas y a menudo incompatibles. Así, no sólo le resulta difícil al emisor verbalizar sus propias comunicaciones analógicas, sino que, si surge una controversia interpersonal en cuanto al significado de una comunicación analógica particular, es probable que cualquiera de los 2 participantes introduzca, en el proceso de traducción al modo digital, la clase de digitalización que concuerde con su imagen de la naturaleza de la relación. La psicoterapia se ocupa de la digitalización correcta y correctiva de lo analógico; el éxito o el fracaso de una interpretación depende de la capacidad del terapeuta para traducir un modo al otro y de la disposición del paciente para cambiar su propia digitalización por otra más adecuada y menos angustiante.
5. Patologías potenciales en la interacción simétrica y complementaria:
Escalada simétrica: en una relación simétrica existe siempre el peligro de la competencia. Cuando una interacción simétrica pierde su estabilidad da lugar a lo que se llama una escapada, por ejemplo, disputas y luchas entre individuos. En una relación simétrica sana, cada participante puede aceptar la mismidad del otro, lo cual lleva al respeto mutuo y a la confianza, e implica una confirmación realista y reciproca del self. Cuando una relación simétrica se derrumba, observamos el rechazo del self del otro. Complementaridad rígida: en las relaciones complementarias puede darse la misma confirmación recíproca, sana y positiva. Las patologías de las relaciones complementarias equivalen a desconfirmaciones del self del otro. LA ORGANIZACIÓN DE LA INTERACCIÓN HUMANA La interacción como sistema Cabe considerar la interacción como un sistema, y la Teoría de los Sistemas Generales permite comprender la naturaleza de los sistemas interaccionales (Bertalanffy). Sistema: un sistema es un conjunto de objetos así como de relaciones entre los objetos y entre sus atributos, en el que los objetos son los componentes o partes del sistema, los atributos son las propiedades de los objetos, y las relaciones mantienen unido al sistema. Así, mientras que los objetos pueden ser seres humanos individuales, los atributos son sus conductas comunicacionales. Medio ambiente y subsistemas: para un sistema dado, el medio es el conjunto de todos los objetos cuyos atributos al cambiar afectan al sistema y también aquellos objetos cuyos atributos son modificados por la conducta del sistema. Un sistema junto con su medio constituye el universo de las cosas de interés en un contexto dado. La definición de sistema y medio hace evidente que cualquier sistema dado puede ser subdividido a su vez en subsistemas. Los objetos pertenecientes a un sistema pueden considerarse como parte del medio de otro sistema. Los sistemas vivos (orgánicos) son abiertos, intercambian materiales, energías o información con su medio. Un sistema es cerrado si no existe importación o exportación de energía en cualquiera de sus formas, tales como información, calor, materiales físicos, etc. Y, por ende, no hay cambio de componentes, siendo ejemplo de ello una reacción química que tiene lugar en un recipiente aislado y sellado.
Las propiedades de los sistemas abiertos
Totalidad: cada una de las partes de un sistema está relacionada de tal modo con las otras que un cambio en una de ellas provoca un cambio en todas las demás y en el sistema total. Esto es, un sistema se comporta no sólo como un simple compuesto de elementos independientes, sino como un todo inseparable y coherente. Dentro de la familia la conducta de cada individuo está relacionada con la de los otros y depende de ella. Toda conducta es comunicación y, por ende, influye sobre los demás y sufre la influencia de éstos. Los cambios favorables o desfavorables en el miembro de la familia identificado como paciente ejercen algún efecto sobre otros miembros. Esto lleva al principio de no-sumatividad: el todo es más que la suma de las partes; un sistema no puede entenderse como la suma de sus partes. El análisis de una familia no es la suma de los análisis de sus miembros individuales. Hay características del sistema, esto es, patrones interaccionales, que trascienden las cualidades de los miembros individuales Retroalimentación: Homeostasis: estado constante o estabilidad de un sistema, que en general se mantiene mediante mecanismos de retroalimentación negativa. Todas las familias que permanecen unidas deben caracterizarse por cierto grado de retroalimentación negativa, a fin de soportar las tensiones impuestas por el medio y por los miembros individuales. Las familias perturbadas son particularmente refractarias al cambio y a menudo demuestran una notable capacidad para mantener el statu quo mediante una retroalimentación negativa. Sin embargo, también existe aprendizaje y crecimiento en la familia, donde dichos efectos están más cerca de la retroalimentación positiva. Equifinalidad: en un sistema los resultados no están determinados tanto por las condiciones iniciales como por la naturaleza del proceso o los parámetros del sistema. Este principio significa que idénticos resultados pueden tener orígenes distintos, porque lo decisivo es la naturaleza de la organización. Asimismo, diferentes resultados pueden ser producidos por las mismas causas.
Sistemas interaccionales estables
Un sistema es estable con respecto a algunas de sus variables si éstas variables tienden a permanecer dentro de límites definidos. Relaciones estables: son importantes para ambos participantes, y duraderas (ej., amistades, ciertas relaciones profesionales, relaciones maritales y familiares). Limitación: en una secuencia comunicacional, todo intercambio de mensajes disminuye el número de movimientos siguientes posibles. Los mensajes manifiestos intercambiados se vuelven parte del contexto interpersonal particular y ejercen limitaciones sobre la interacción posterior. No sólo resulta afectado el emisor, sino también la relación, incluyendo al receptor. Reglas de relación: en toda comunicación cada uno de los participantes trata de determinar la naturaleza de la relación. Cada uno de ellos responde con su propia definición de relación, que puede confirmar, rechazar o modificar la del otro. En una relación estable no puede quedar fluctuante o sin resolver. Si el proceso no es estabiliza, las enormes variaciones y lo inmanejable de la situación, llevarían a una disolución de la relación. Se llama reglo de relación a esta estabilización de su definición.