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Texturas de las rocas ígneas

Preguntas a considerar en este capítulo

1. ¿Qué texturas pueden producirse cuando el magma se enfría y cristaliza para formar las
rocas ígneas?

2. ¿Qué variables físicas controlan el desarrollo de las texturas ígneas, y cómo lo hacen?

3. ¿Qué texturas de recristalización pueden aparecer cuando hay minerales ígneos formados a
alta temperatura que se enfrían al aproximarse a condiciones casi superficiales?

4. ¿Cómo podemos tener un conocimiento retrospectivo a partir del conocimiento de la roca


en el presente y utilizar las texturas que esta exhibe para interpretar la historia de su
desarrollo?

La petrografía es la rama de la petrología que se dedica a la descripción y clasificación de las


rocas. Usted ya debe estar familiarizado con la categorización y nombramiento de una roca
ígnea, y, como actualmente el esquema de clasificación ha evolucionado tanto, la mayor parte
de la petrografía moderna se encarga del estudio detallado de las rocas en sección delgada,
utilizando el microscopio de luz polarizada (“petrográfico”). Las secciones delgadas se cortan a
partir de muestras de roca, se cementan a láminas para uso en el microscopio, y se reducen
hasta un espesor de 0,03 mm para que puedan transmitir la luz sin dificultad. Desde un punto
de vista puramente descriptivo, una buena caracterización de una roca debe incluir la
mineralogía, un nombre propio, y una descripción correcta de la textura de la roca tanto en
muestra de mano como en secciones delgadas. Pero las texturas son mucho más importantes
que meras ayudas descriptivas. La textura de una roca es el resultado de varios procesos que
controlan la génesis de la roca y, junto con la mineralogía y la composición química, provee la
información que podemos utilizar para interpretar el origen y la historia de la roca. Por tanto,
es importante que seamos capaces de reconocer y describir las texturas de una roca y que
comprendamos cómo se ha desarrollado. Por ejemplo, una textura entrelazada se produce por
la cristalización a partir de un fundido y puede emplearse para inferir el origen ígneo de una
roca. En este capítulo, exploraremos las texturas ígneas con más detalle, buscando descubrir
qué mecanismos controlan dichas texturas, de modo que podamos usar criterios texturales
para asistirnos en la comprensión de la historia de la cristalización (y quizá también algo de la
historia de la post-cristalización) de una roca particular. He dispuesto un glosario de términos
texturales al final de este capítulo, donde usted hallará las definiciones de los términos con los
que podría tropezar. En algunas de estas referencias situadas al final del capítulo, usted
también podrá ver excelentes fotografías a color y dibujos lineales (principalmente basados en
secciones delgadas) que ilustrarán mejor muchas de las texturas.

Las texturas que observe en una roca ígnea resultan de un conjunto de procesos que pueden
agruparse en dos categorías principales. Las texturas primarias ocurren durante la
cristalización ígnea y se forman a partir de las interacciones entre los minerales y el fundido.
Las texturas secundarias son alteraciones que tienen lugar después de que la roca está
completamente en estado sólido. Lo que vendrá a continuación es una exposición general de
cómo se desarrolla un conjunto de las texturas más habituales. Me concentraré en el estudio
de secciones delgadas, pero igualmente muchas de las texturas descritas pueden reconocerse
en muestras de mano.

1. TEXTURAS PRIMARIAS (INTERACCIONES CRISTAL/FUNDIDO)

La formación y crecimiento de los cristales, bien a partir de un fundido o bien al interior de un


medio sólido (crecimiento de minerales metamórficos) consta de tres procesos principales: (1)
nucleación inicial del cristal, (2) crecimiento subsecuente del cristal, y (3) difusión de las
especies químicas (y de calor) a través del medio circundante hacia la superficie del cristal en
crecimiento y también desde esta.

La nucleación es el paso inicial crítico en el desarrollo de un cristal. Los cristales iniciales muy
pequeños tienen un valor elevado en la relación de área superficial/volumen y, como
consecuencia, hay una gran proporción de iones sobre su superficie. Los iones superficiales
poseen cargas sin balancear debido a que carecen de la red tridimensional completa alrededor
de sí que pueda balancear la carga de los iones interiores. Como resultado, el cristal inicial
ostenta una elevada energía superficial y, así, una baja estabilidad. Entonces, la reunión de
algunos pocos iones compatibles en un fundido en enfriamiento tenderá a separarse
espontáneamente, incluso a la temperatura de saturación, cuando las condiciones deberían
ser idóneas para la cristalización de un mineral en particular. Bajo tales condiciones, la
cristalización sería posible, pero la nucleación necesariamente requerida para aquella no lo
sería. Antes de que ocurra la cristalización, debe formarse un “grupo embrionario” o “núcleo
cristalino”, con el suficiente volumen interno de iones completamente enlazados para superar
la inestabilidad relacionada con el factor de la superficie. Típicamente, esto requiere un grado
de sobreenfriamiento (enfriamiento de un fundido por debajo de la verdadera temperatura de
cristalización de un mineral) o de sobresaturación antes de que el número suficiente de iones
para la estabilización se agrupe espontáneamente (“nucleación homogénea”).
Alternativamente, puede haber una superficie cristalina preexistente: trátase de un “germen
cristalino” del mismo mineral o de un mineral distinto que cuenta con una estructura similar
que permite fácilmente la nucleación del nuevo mineral y su crecimiento (“nucleación
heterogénea”). Para más detalles acerca de la cinética de la nucleación, consulte Dowty
(1980a), Kirkpatrick (1981) y Cashman (1990).

Múltiples estudios experimentales han indicado que los cristales con estructuras más simples
tienden a nuclearse más fácilmente que aquellos con estructuras más complejas. Los óxidos
(como la magnetita o la ilmenita) se nuclean de un modo más factible (con menor
sobreenfriamiento) que el olivino, seguido del piroxeno, plagioclasa y feldespato alcalino, a
medida que se complejiza la polimerización Si-O. Esto puede explicar por qué los óxidos
usualmente son pequeños y numerosos, mientras que los feldespatos alcalinos crecen hasta
ser más grandes, sin que importe aparentemente el grado de sobreenfriamiento.
El crecimiento del cristal implica la adición de iones a cristales o núcleos cristalinos que ya
existen. En una estructura simple con una simetría elevada, las caras con una densidad alta de
puntos del retículo ({100}, {110}) tienden a formarse de una manera más resaltante (“ley de
Bravais”). Caras distintas también crecen a ritmos distintos. Como una generalización muy
simplista, puede decirse que las caras de crecimiento rápido tienden a ser aquellas con
espaciamientos interplanares más pequeños al interior del retículo (y estas caras tienen
energías superficiales con valores elevados). Por ejemplo, si el espaciamiento a lo largo del eje
c de la celda unitaria es especialmente pequeño, puede esperarse que el cristal sea elongado
en la dirección del eje c. Las caras de crecimiento rápido tienden a crecer a su propio ritmo
hasta desaparecer. En general, las caras con poca energía superficial serán más prevalentes.
Cuando predominan las caras con poca energía por encima de las caras con energía elevada, la
energía total del sistema es menor y, por ende, este es más estable. En los silicatos más
complejos, esta tendencia puede ser sobrepasada por el crecimiento favorecido en direcciones
mediante cadenas ininterrumpidas de enlaces fuertes. Así, los piroxenos y anfíboles tienden a
elongarse en la dirección de las cadenas Si-O-Si-O, y las micas tienden a elongarse, con hábito
laminar, en las direcciones de apilamiento de las láminas de silicatos. Los defectos como las
dislocaciones tipo tornillo también pueden contribuir a la adición de nuevos iones a la cara en
crecimiento, y las impurezas pueden inhibir el crecimiento en determinadas direcciones. La
energía superficial en las diferentes caras de un cristal puede variar desproporcionadamente
cuando las condiciones se modifican, de manera que la forma de un mineral particular puede
variar de una roca a otra. Estudios más detallados del crecimiento de un cristal basado en los
defectos cristalinos, la naturaleza de los elementos que constituyen el retículo, la naturaleza
de la interfase cristal-fundido, y la coherencia estructural entre el fundido y las caras en
crecimiento pueden hallarse en Kirkpatrick (1975, 1981), Dowty (1980a), Lofgren (1980) y
Cashman (1990).

En muchas situaciones, la composición de un cristal en crecimiento difiere considerablemente


de la composición del fundido. Solo en sistemas químicos simples, como el agua-hielo, esto no
es cierto. En el caso general, el crecimiento de un mineral incorpora sus constituyentes a partir
del fundido adyacente y estos se agotan gradualmente en mayor proporción que los demás.
Para que continúe el crecimiento, debe haber difusión de nuevo material a través del fundido,
debe cruzar la zona de depleción y alcanzar la superficie del cristal. Adicionalmente, la
formación de un cristal a partir de un fundido produce calor (el calor latente de cristalización,
que es simplemente el opuesto del calor latente de fusión). Además, este calor debe poder
difundirse desde el cristal hacia afuera, o la temperatura sobre la superficie en crecimiento
sería demasiado elevada para que prosiga la cristalización.

1.1. Ritmos de nucleación, crecimiento y difusión

Debido a que el desarrollo de un mineral abarca tres procesos principales, y no solo uno, los
ritmos relativos tienen una considerable influencia sobre la textura final de la roca resultante.
Advertiremos que, así como pasa con el eslabón más débil de una cadena, cualquiera que sea
el ritmo más lento será el proceso determinante de los demás ritmos y ejercerá el mayor
control sobre la cristalización. Aún hay un ritmo más que debemos mencionar: el ritmo de
enfriamiento del magma. Si el ritmo de enfriamiento es muy lento, se mantiene el equilibrio o
se le aproxima. Si el ritmo de enfriamiento es muy rápido, puede ocurrir un sobreenfriamiento
significativo dado que hay escaso tiempo para que la nucleación, el crecimiento y la difusión se
mantengan al compás. El ritmo de enfriamiento es una importante variable de control externo
que influencia los ritmos de los otros procesos formadores de cristales. Por ello, gran parte de
la información textural que tratemos servirá para interpretar el ritmo de enfriamiento de una
roca.

Tanto los ritmos de la nucleación como del crecimiento del cristal dependen fuertemente de la
magnitud del sobreenfriamiento del magma. Al inicio, el sobreenfriamiento eleva ambos
ritmos, pero el enfriamiento posterior disminuye la cinética e incrementa la viscosidad, con lo
que los ritmos decrecen. Como se ilustra en la Figura 1, el máximo ritmo de crecimiento se
presenta generalmente a una temperatura más alta que el del máximo ritmo de nucleación
porque es más sencillo añadir un átomo con una energía cinética elevada a un retículo
cristalino ya existente, que ocurrir la oportunidad de que muchos de aquellos átomos formen
al instante un grupo embrionario. Un progresivo sobreenfriamiento inhibe el crecimiento del
cristal porque los átomos tienen que difundirse una mayor distancia para sumarse a los pocos
cristales que existen, y es más fácil que los átomos ralentizados se nucleen en grupos locales
que tales átomos se muevan una mayor distancia.

Figura 1. Ritmos idealizados de nucleación y de crecimiento de los cristales como función


de la temperatura por debajo del punto de fusión. Un enfriamiento lento provoca solo un
sobreenfriamiento mínimo (Ta), de modo que el crecimiento rápido y la nucleación lenta
producen pocos cristales de grano grueso. Un enfriamiento rápido permite un mayor
sobreenfriamiento (Tb) y así el crecimiento lento y la nucleación rápida producen muchos
cristales de grano fino. Un enfriamiento muy rápido implica una nucleación o un
crecimiento escasos o nulos (Tc) y origina un vidrio.
Podemos valernos de la Figura 1 para entender por qué el ritmo de enfriamiento afecta tan
profundamente el tamaño de grano de una roca. Según lo visualizado en la Figura 1, el
“sobreenfriamiento” es el grado en que la temperatura desciende por debajo del punto de
fusión (que, por supuesto, también es la temperatura de cristalización cuando hay un proceso
de enfriamiento) antes de que ocurra la cristalización. Por ejemplo, si el ritmo de enfriamiento
es lento, solo será posible un ligero sobreenfriamiento (por ejemplo, en la temperatura T a en
la Figura 1). A esta temperatura, el ritmo de nucleación es muy lento, y el ritmo de crecimiento
es elevado. Con esto, se forman menos cristales, y estos crecen hasta tamaños grandes, con
que resulta la textura de grano grueso habitual entre las rocas plutónicas de lento
enfriamiento. Por otro lado, las rocas que se enfrían rápidamente pueden sobreenfriarse
significativamente antes del inicio de la cristalización. Si las rocas se sobreenfrían hasta T b en la
Figura 1, el ritmo de nucleación excede al ritmo de crecimiento, y se forman muchos cristales
pequeños, y así se genera la textura de grano muy fino de las rocas volcánicas. Los ritmos de
sobreenfriamiento demasiado elevados (T c en la Figura 1) pueden ocasionar ritmos de
nucleación y de crecimiento despreciables, por lo que el líquido se solidifica en vidrio con muy
escasos cristales o ninguno.

El enfriamiento en dos etapas puede crear una distribución bimodal de tamaños de grano. Un
enfriamiento lento seguido por un enfriamiento rápido es la única secuencia plausible y puede
ocurrir cuando la cristalización inicia en la cámara magmática, y la sucede la apertura de un
conducto y la migración del magma hacia la superficie. Al comienzo, el magma estaría solo
ligeramente sobreenfriado, y se formarían algunos cristales grandes, a los que seguiría un
vulcanismo y unos cristales más finos. Cuando hay una distribución bimodal diferenciada en el
tamaño de grano, con un tamaño considerablemente más grande que el otro, la textura se
llama porfirítica. Los cristales mayores se denominan fenocristales, y los más finos que rodean
a aquellos se denominan matriz. De acuerdo al tamaño de grano de la matriz, una roca
porfirítica se considera plutónica o volcánica. Si los fenocristales se presentan en una matriz
vítrea, la textura se llama vitrofírica. Si los fenocristales contienen numerosas inclusiones de
otro mineral al que rodearon cuando aquellos crecían, la textura será poikilítica. El cristal
hospedante puede llamarse un oikocristal.

El ritmo de crecimiento de un cristal depende de la energía superficial de las caras y del ritmo
de difusión. Considerando un ritmo de enfriamiento constante, usualmente los cristales más
grandes serán los que tengan más abastecimiento de componentes o la difusión más rápida de
los mismos. El ritmo de difusión de una especie química es más rápido a altas temperaturas y
en un material con poca viscosidad. Así, el ritmo de difusión es lento en los fundidos viscosos
con mucha polimerización (normalmente, estos fundidos son ricos en sílice y también tienden
a ser más fríos que los fundidos máficos). Los iones de tamaño y carga pequeños se difunden
mejor, en tanto que los complejos muy polimerizados se difunden escasamente. En general, la
difusión en un fluido es mejor que en un vidrio, y es mejor en un vidrio que en los sólidos
cristalinos. El H 2 O baja notoriamente el grado de polimerización de un magma, causando una
mejora de la difusión. Los álcalis provocan un efecto similar, aunque menos extremo. El
tamaño de grano muy grueso que se observa en muchas pegmatitas puede atribuirse con
mayor razón a la elevada movilidad de las especies en el fundido rico en H 2 O desde el que
cristalizan las pegmatitas, que a un enfriamiento considerablemente lento.
Los ritmos de nucleación y de crecimiento varían con la energía superficial de los minerales y
de las caras implicadas, el grado de sobreenfriamiento y la estructura cristalina. Estos valores
pueden ser diferentes en minerales distintos, incluso en el mismo magma. Distintos minerales
pueden sobreenfriarse en distinta magnitud debido a que el punto de fusión en la Figura 1 es
específico para cada mineral. Los minerales se desarrollan secuencialmente en un magma en
enfriamiento a medida que se alcanza progresivamente el punto de fusión de cada mineral.
Con ello, la temperatura puede ser inferior a la del punto de fusión de un mineral
(sobreenfriado) y superior a la de otro. Pueden formarse muchos núcleos estables de un
mineral, mientras solo se generan algunos cuantos de otro mineral, con que resultan
numerosos cristales pequeños del primero y pocos cristales más grandes del segundo.
Entonces, la noción extendida de que los cristales grandes en una roca porfirítica debieron
formarse primero o en un ambiente de lento enfriamiento no es del todo válida. La pérdida
repentina de una fase del fluido rica en H 2 O en el fundido elevaría rápidamente la temperatura
de cristalización y podría producir una textura porfirítica en ciertas rocas plutónicas.

Cuando el ritmo de difusión no es el ritmo limitante (el ritmo más lento), los cristales que
crecen libremente y sin dificultades en un fundido tenderán a ser euhedrales y
apreciablemente facetados. Las distintas caras cristalinas poseen diferentes ambientes
atómicos y energías superficiales. Como se expresó más arriba, las caras con baja energía
superficial generalmente serán más estables y surgirán cuando crecen libremente en un
líquido; otros factores pueden influenciar los ritmos de crecimiento en determinadas
direcciones, con un efecto considerable sobre las formas cristalinas.

Cuando el ritmo de difusión es más lento que el ritmo de crecimiento (como en las lavas con
un sobreenfriamiento sustancial, ya sea por un enfriamiento repentino o “sofocación”), los
cristales adoptan una forma radiada, o semejante a las ramificaciones arbóreas, que se
denomina dendrítica (Figura 2). Cuando la difusión es más lenta que el crecimiento, se genera
una zona de líquido empobrecido en la interfase cristal-líquido, como se describió
anteriormente. Algunos piensan que los cristales se prolongan en forma de bucles delgados
más allá de la zona para alcanzar un aporte de los elementos apropiados o un fundido más frío.
Otros sugieren que las perturbaciones en la forma superficial que tienden a hacerla dendrítica
ayudan a eliminar el incremento local de calor que acompaña la cristalización. Quizá ambos
procesos contribuyen al crecimiento dendrítico o esferulítico.
Figura 2. Imagen electrónica de retrodispersión de una “pahoehoe azulada con abundante
vidrio”, colada de lava de Kalapana de 1996, Hawaii. El brillo es proporcional con respecto a
la capacidad para retrodispersión y, por ende, con respecto al número atómico promedio.
Los minerales negros son plagioclasa félsica, y los grises son máficos. (a) Grandes
fenocristales de olivino con formación de esquinas redondeadas, con listones similares de
plagioclasa y grupos de augita plumosa que se nuclea en la plagioclasa. Magnificación ca.
400x. (b) Magnificación ca. 2000x de cristales plumosos de augita que sufrieron un
enfriamiento repentino, nucleándose en la plagioclasa (negra) y creciendo dendríticamente
hacia fuera. La augita se nuclea en la plagioclasa en vez de hacerlo en los fenocristales
preexistentes de augita, probablemente porque la plagioclasa empobrece el líquido
adyacente en Ca, Al y Si, causando un enriquecimiento local en componentes máficos.
Fotografías tomadas con la ayuda de Jack Rice, Kathy Cashman y Michael Schaeffer,
Universidad de Oregon.
Cuando las lavas ultramáficas, como las komatiítas precámbricas, se enfrían repentinamente
pueden desarrollar cristales de olivino espectacularmente elongados, en ocasiones de hasta 1
m de largo, y se les conoce como textura spinifex. El tamaño inusual puede deberse al rápido
crecimiento de una estructura simple de olivino en un magma de muy baja viscosidad, y no por
un rápido enfriamiento. También se han reconocido piroxenos spinifex de más de 5 cm de
largo.

Figura 3. (a) El volumen de líquido (sombreado) disponible en un borde o una esquina


del cristal es mayor que el volumen disponible para un lado. (b) El volumen de líquido
disponible en el extremo de un cristal fino y alargado es aún mayor. Según Shelley
(1993).

Figura 4. (a) Fenocristal esquelético de olivino con un crecimiento rápido en los bordes
que envuelven al fundido en los extremos, Taupo, Nueva Zelanda. (b) Plagioclasa “cola
de golondrina” en traquita, Remarkable Dyke, Nueva Zelanda. La amplitud de ambos
campos es ca. 0,2 mm. Tomado de Shelley (1993).
Las esquinas y los bordes de los cristales tienen un volumen mayor de líquido adyacente del
que toman sus componentes (o disipan su calor de cristalización) que las caras del cristal
(Figura 3). Además, las esquinas y los bordes cuentan con una mayor proporción de enlaces sin
llenar que las caras durante el enfriamiento repentino. Cuando esto ocurre, las formas
resultantes se conocen como cristales esqueléticos. En algunas oportunidades, las esquinas
que se han dilatado pueden juntarse para encerrar sacos de fundido en las caras que crecen
más lentamente (Figura 4a). Las esquinas de una plagioclasa que se ha enfriado
repentinamente tienden a crecer más derechas, creando una forma característica de cola de
golondrina (Figuras 2a y 4b). Por supuesto, cualquier cambio del líquido o de los cristales la
rehomogeniza y reduce los efectos limitantes de la difusión lenta.

1.2. Nucleación en lugares favorecidos

La epitaxis es el término general para describir la nucleación favorecida de un mineral en otro


mineral preexistente, con lo que aquel evita los problemas asociados con la nucleación lenta.
Un requisito para el crecimiento epitaxial es la similitud de las estructuras cristalinas del
sustrato mineral y de la nueva fase. Los constituyentes atómicos del nuevo mineral
encontrarán nuevas ubicaciones favorables para acumularse, y se originará un núcleo estable.
Un ejemplo común es el crecimiento de sillimanita en biotita o muscovita en las rocas
metamórficas, en vez de ser un reemplazamiento directo de los cristales presentes de su
polimorfo cianita. Las estructuras Si-Al-O tanto en la sillimanita como en las micas son similares
en su geometría y longitud de enlace, por lo que la sillimanita (que tiene una pobre nucleación)
tiende a formarse en áreas de concentración de micas. La textura rapakivi (Rämö y Haapala,
1995) involucra un sobrecrecimiento de plagioclasa en ortoclasa, y ocurre en ciertos granitos
donde la plagioclasa se forma preferentemente en el feldespato alcalino que tiene una
estructura semejante, en vez de nuclearse por su cuenta. También puede generarse un núcleo
cristalino de modo epitaxial en una orientación de macla sobre un grano preexistente del
mismo mineral, provocando la formación de maclas de crecimiento.

La textura esferulítica en las rocas volcánicas silíceas consta de agujas de cuarzo y de


feldespato alcalino que crecen radialmente desde un centro común. Esta textura y la
variolítica de listones radiados de plagioclasa que se halla en algunos basaltos, probablemente
resultan de la nucleación de cristales tardíos sobre los primeros núcleos que aparecieron. Se
considera que ambos casos se producen durante la desvitrificación del vidrio, como se
ampliará en la Sección 2. La nucleación de minerales en las paredes de un dique (o incluso de
vesículas) también es habitual. El crecimiento de cristales elongados (generalmente cuarzo),
con ejes c normales a las paredes de la veta, ocasiona una estructura denominada estructura
de peine porque las columnas paralelas se asemejan a los dientes de un peine. La textura
crescumulada es similar y alude al crecimiento paralelo de cristales de olivino, piroxeno,
feldespato o cuarzo, elongados y en conjuntos que no están en equilibrio, que parecen
nuclearse sobre una pared o capa y que pueden crecer hasta varios centímetros de longitud.
La textura crescumulada típicamente ocurre en plutones máficos estratificados (donde pueden
aparecer en múltiples capas) y en los márgenes de los granitos.

1.3. Zonación composicional


La zonación composicional es común y ocurre cuando un mineral cambia de composición
mientras crece durante el enfriamiento. La composición de la mayoría de minerales que son
soluciones sólidas y que están en equilibrio con otros minerales o con un líquido depende de la
temperatura. En este capítulo no se exploran las razones de esto. Petrográficamente, la
zonación composicional solo se observa cuando el color (Figura 5a), la birrefringencia o la
posición de extinción varían con la composición. En el caso de la plagioclasa, el ángulo de
extinción depende en buena medida de la composición, y las variaciones composicionales se
muestran como bandas concéntricas de brillo diferenciado bajo la luz con polarizadores
cruzados (Figura 5b). Si se mantiene el equilibrio entre el cristal y el fundido, la composición
del mineral se ajustará según la temperatura en descenso, produciendo un cristal
composicionalmente homogéneo. Por otro lado, la zonación química ocurre cuando no se
mantiene el equilibrio y un borde con la nueva composición se agrega alrededor de la más
antigua. El reequilibrio composicional de la plagioclasa requiere de un intercambio Si-Al, y este
es complicado por la fuerza de los enlaces Si-O y Al-O. En añadidura, la difusión del Al es lenta.
Consecuentemente, la zonación en la plagioclasa es muy común.

Figura 5. (a) Fenocristal de hornblenda zonada composicionalmente, con una variación


de color pronunciada visible en luz polarizada plana. La amplitud de campo es 1 mm.
(b) Plagioclasa zonada maclada según la ley de Carlsbad. Andesita, Crater Lake,
Oregon. La amplitud de campo es 0,3 mm.
La composición de la plagioclasa que está en equilibrio con un fundido se enriquece en Na a
medida que desciende la temperatura. Así, se espera que la zonación al enfriar una plagioclasa
ígnea sea desde un núcleo más rico en anortita hacia un borde más rico en albita. Este tipo de
zonación se denomina zonación normal. Es frecuente en las rocas ígneas, aunque típicamente
es interrumpida por inversiones. La zonación invertida es la opuesta a la zonación normal, con
una zona interior más sódica y una exterior más cálcica. Es común en la plagioclasa
metamórfica, donde el crecimiento va junto a un aumento de temperatura. Excepcionalmente,
la zonación invertida es una tendencia a largo plazo en la plagioclasa ígnea; en cambio,
típicamente es un evento de corto plazo donde contribuye a inversiones localizadas dentro de
un proceso de zonación oscilatoria. La zonación oscilatoria es el tipo más común de zonación
en la plagioclasa porque un descenso regular en el contenido de An raramente domina todo el
periodo de cristalización. La muestra presentada en la Figura 5b es oscilatoria, y la Figura 6
exhibe ciertos perfiles típicos de zonación oscilatoria, que se extienden desde los núcleos hasta
los bordes de las plagioclasas. Los cambios abruptos en la zonación, como la inversión en la
Figura 6a, requieren de cambios abruptos en las condiciones de la cámara magmática. La
mayoría de petrólogos sostienen que este cambio lo causa la inyección de un magma más
caliente y más joven al interior de una cámara en proceso de enfriamiento y de cristalización.
Un argumento a favor es la ocurrencia habitual de siluetas con esquinas redondeadas
corroídas o refundidas en el borde de un cristal, estructuras que acompañan muchas
inversiones. Las oscilaciones más graduales que se ilustran en la Figura 6b tienen más
posibilidades de aparecer a partir de una depleción y de un reenriquecimiento dependientes
de la difusión en la zona líquida adyacente al cristal en crecimiento en una cámara magmática
no perturbada. Los componentes disminuidos podrían ser la molécula de anortita o un
constituyente como el H 2 O que baje el punto de fusión, de manera que se modifique la
composición en equilibrio de la plagioclasa (Loomis, 1982).
Figura 6. Ejemplos esquemáticos de los perfiles de zonación de la plagioclasa
determinados por análisis puntuales con una microsonda. (a) Inversiones notorias
repetidas que se atribuyen a la mezcla de magmas, seguida por incrementos normales de
enfriamiento. (b) Oscilaciones más pequeñas e irregulares causadas por la cristalización
por un desequilibrio local. (c) Oscilaciones complejas debidas a las combinaciones de
mezcla de magmas y de desequilibrio local. Tomado de Shelley (1993).

Muchos otros minerales no ostentan la clara zonación de la plagioclasa. Esto puede deberse a
que simplemente la zonación es menos notoria en una sección delgada, ya que podría no
afectar el color o la extinción. Aparentemente, la mayoría de minerales mantiene un equilibrio
con el fundido porque el intercambio de iones no conlleva a una ruptura de los fuertes enlaces
Si-Al-O. El intercambio Fe-Mg es más sencillo que el Al-Si porque los primeros elementos se
difunden con mayor soltura. El análisis por microsonda, sin embargo, revela una zonación
química en muchos minerales ígneos y metamórficos. Hay un mapa de distribución de
elementos del granate a colores (cortesía de Jack Rice, Universidad de Oregon) en la
contratapa del libro.

1.4. Secuencia de cristalización

Como norma, los cristales de formación temprana en los fundidos que no se han sobreenfriado
demasiado están completamente rodeados de líquido y se desarrollan como cristales
euhedrales, limitados en todos sus lados por caras cristalinas. A medida que se empiezan a
generar más cristales y a llenar la cámara magmática, inevitablemente los cristales se pondrán
en contacto uno con otro. La interferencia mutua resultante impide el desarrollo de caras
cristalinas, y se forman cristales subhedrales o anhedrales. En algunos casos, puede inferirse la
secuencia de cristalización de los minerales a partir de estas interferencias. Los primeros
minerales tienden a poseer formas más definidas, mientras que los últimos son intersticiales,
rellenando los espacios entre los de origen temprano (Figura 7). Los fenocristales en una
matriz afanítica típicamente son euhedrales y esto significa que se forman al inicio de la
secuencia. Algunos minerales con zonación composicional pueden manifestar núcleos
euhedrales que se constituyeron cuando los cristales estaban suspendidos en el fundido, y
bordes anhedrales que se crearon cuando los cristales ya estaban en estrecho contacto unos
con otros (ver Figura 14c).

Figura 7. Piroxeno euhedral de formación temprana con plagioclasa intersticial tardía


(maclas horizonales). Stillwater Complex, Montana. La amplitud de campo es 5 mm.

Desafortunadamente, el principio simple de que un cristal que se moldea para conformarse a


la forma de otro debe haber cristalizado después no es tan confiable como quisiéramos. Si un
cristal crecerá con caras bien desarrolladas o no lo hará depende en buena medida de la
energía superficial de las caras. Los minerales con muy baja energía superficial pueden formar
cristales euhedrales incluso en rocas metamórficas, donde todos los cristales en crecimiento
necesariamente están en contacto con granos vecinos. El granate y la estaurolita, por ejemplo,
son casi siempre euhedrales en los esquistos pelíticos. Igualmente, los minerales accesorios de
rocas ígneas como el zircón, el apatito y la titanita, tienden a ser euhedrales, aunque
comúnmente se generan durante las últimas etapas de la cristalización. Los petrólogos
metamórficos han advertido una tendencia hacia el euhedralismo que disminuye conforme
aumenta la polimerización Si-O. Por tanto, el olivino y los piroxenos se inclinarían a ser más
euhedrales que el cuarzo o los feldespatos. Aún más, Flood y Vernon (1988) notaron que, si
bien ciertamente existe una secuencia de formación de los minerales, hay numerosos
traslapes, y la mayor parte de la cristalización se produce por cristalización simultánea de
diversos tipos de mineral. Entonces, las relaciones de amoldamiento se producen después de
que la mayoría de minerales inician su cristalización, si es que no todos. Cuando el crecimiento
es simultáneo, la energía superficial relativa de minerales que se interfieren mutuamente
puede influir considerantemente sobre la opción de qué mineral desarrolla buenas caras
cristalinas y qué mineral se amolda al otro. Hunter (1987) demostró que, aunque los cristales
suspendidos en un fundido tienden a formar granos euhedrales, cuando se ponen en contacto
unos con otros, son propensos a disolverse en las áreas de mucha curvatura superficial (bordes
intercaras) y a cristalizarse en áreas de poca curvatura, por lo que se vuelven más
redondeados. Luego, a excepción de los minerales con muy baja energía superficial, los
cristales euhedrales deberían escasear en los casos en que hay cristalización simultánea.

Con frecuencia, los geólogos consideran el tamaño de grano como otro indicador de la
secuencia de cristalización. En las rocas volcánicas porfiríticas, normalmente se considera que
los grandes fenocristales se formaron antes de las fases de formación de la matriz. Si bien esto
es cierto de modo extendido, el tamaño de grano depende de los ritmos de la nucleación y del
crecimiento del cristal, como se explicó más arriba, y determinados minerales de la matriz
pudieron formarse más temprano, si cuentan con una rápida nucleación y un ritmo de
crecimiento más lento que los de los fenocristales. Por ejemplo, se cree que los grandes
megacristales euhedrales de feldespato-K que se hallan en muchas rocas graníticas se forman
tardía, y no tempranamente, dentro de la secuencia de cristalización.

Otro indicador de la secuencia se basa en las relaciones de las inclusiones. Las inclusiones
ígneas deben haberse formado en una etapa más temprana que el cristal hospedante que las
envolvió. No obstante, uno debe estar alerta de que una sección delgada es un corte
bidimensional que atraviesa una roca tridimensional, y un mineral que aparenta estar rodeado
por otro podría estar penetrándolo desde arriba del plano de la sección o desde abajo del
mismo. Uno debe advertir si un mineral está incluido consistentemente dentro de otro a lo
largo de la sección antes de concluir que verdaderamente se trata de una inclusión. En el caso
de los megacristales de feldespato-K que se mencionaron anteriormente, que son
comúnmente poikilíticos, las numerosas inclusiones de otros minerales al interior de aquellos
se interpretan como indicadores importantes de su formación tardía, prevaleciendo sobre los
argumentos que apoyan la formación temprana de los megacristales basados en su tamaño de
grano. Pero aun cuando un mineral esté consistentemente incluido en otro, esto no es siempre
una evidencia inequívoca de que la fase incluida dejó de cristalizar antes de que comenzara la
cristalización del cristal hospedante. Por ejemplo, la textura ofítica (Figura 8) se refiere al
envolvimiento de listones de plagioclasa por parte de clinopiroxenos de mayor tamaño, y
normalmente se interpreta como indicador de que el clinopiroxeno se formó posteriormente.
Empero, McBirney y Noyes (1979) notaron un caso en la intrusión de Skaergärd, en
Groenlandia, en que el tamaño de las inclusiones de plagioclasa se incrementa sostenidamente
desde el núcleo de clinopiroxeno hacia el borde. Esto sugiere que la plagioclasa y el
clinopiroxeno cristalizaron simultáneamente. El clinopiroxeno se nucleó con menor facilidad,
por lo que se crearon menos cristales, y estos crecieron más rápido y envolvieron a las
plagioclasas, más numerosas y más pequeñas. Los granos posteriores de plagioclasa que se
fueron incluyendo con dirección hacia el borde del cristal hospedante tuvieron mayor tiempo
para crecer, por lo que se desarrollaron más.
Figura 8. Textura ofítica. Un solo cristal de piroxeno envuelve varios listones bien
desarrollados de plagioclasa. La amplitud de campo es 1 mm.

Flood y Vernon (1988) concluyeron que los criterios clásicos para determinar la secuencia de
cristalización no son completamente satisfactorios. Probablemente las inclusiones sean el
criterio más confiable. Los casos en que un mineral forma un borde alrededor de otro, o en
que un mineral está incluido solo en las áreas centrales de otro mineral, proveen la evidencia
más poderosa para entender que un mineral cesó de cristalizar antes de que el otro se genere
(o por lo menos antes de que el otro deje de cristalizarse). Que un mineral ocurra
comúnmente como inclusiones dentro de otro, y no viceversa, implica fuertemente, si bien no
es una prueba, que el mineral incluido cristalizó anteriormente. Vernon (2004; ver Sección 6)
provee un buen resumen de criterios texturales y de la secuencia de cristalización en las rocas
ígneas.

Aunque puede parecer difícil establecer inequívocamente que un mineral se formó por
completo antes de otro, algunas texturas revelan un testimonio claro del caso opuesto: el
crecimiento simultáneo de los minerales. La textura ofítica en que hay una plagioclasa y un
clinopiroxeno simultáneos, descrito por McBirney y Noyes (1979), que se citó más arriba, es un
ejemplo. En ciertos sistemas graníticos superficiales y ricos en H 2 O, puede formarse un solo
feldespato alcalino. Si se pierde repentinamente H 2 O, el punto de fusión se elevará
rápidamente, con que resultará un sobreenfriamiento (aun a temperatura constante) y una
rápida cristalización simultánea de feldespato alcalino y de cuarzo. Bajo tales condiciones, los
dos minerales no tienen tiempo para generar cristales independientes, sino que producen un
intercrecimiento de intrincadas formas esqueléticas, llamada textura granofírica (Figura 9a).
Una roca en que predomina esta textura se denomina granófiro. El intercrecimiento puede
nuclearse de manera epitaxial sobre fenocristales o paredes de vetillas. La textura granofírica
se asemeja a varillas de cuarzo ramificadas dispuestas en un solo cristal de feldespato. Las
varillas de cuarzo llegan a la posición de extinción al mismo tiempo, indicando que todas son
parte de un mismo cristal mayor. Una variación más gruesa de la textura granofírica se conoce
como gráfica, donde la naturaleza cuneiforme de las varillas de cuarzo en el feldespato
hospedante se observa claramente en muestras de mano (Figura 9b).
Figura 9. (a) Textura granofírica de intercrecimiento de cuarzo-feldespato alcalino en los
bordes de un dique de 1 cm. Granito. Golden Horn, Washington. La amplitud de campo
es 1 mm. (b) Textura gráfica: un solo cristal de cuarzo cuneiforme (más oscuro)
intercrecido con feldespato alcalino (más claro). Laramie Range, Wyoming.

1.5. Reacción magmática y reabsorción

Hay unos sistemas en que los primeros cristales reaccionan con el fundido a medida que se
produce la cristalización. Un ejemplo destacado es la reacción del olivino para formar piroxeno
en el sistema SiO 2 -Mg 2 SiO 4 . La Figura 10 ilustra un fenocristal de olivino encubierto por
ortopiroxeno, generado por la interfase olivino-fundido mediante la reacción mencionada.
Otras reacciones pueden resultar del descenso de la presión cuando el magma se aproxima
rápidamente a la superficie o de la mezcla de magmas o de otros cambios composicionales.
Otro tipo normal de reacción ocurre cuando un magma hidratado alcanza la superficie, donde
una repentina pérdida de presión puede liberar los volátiles y causar que los fenocristales
hidratados, como la hornblenda y la biotita, se deshidraten y oxiden, desarrollando finos
bordes de óxidos de hierro y piroxenos (Figura 11c).
Figura 10. Olivino encubierto por ortopiroxeno bajo luz polarizada plana (a) y nícoles
cruzados (b), donde el olivino está en extinción y los piroxenos resaltan claramente.
Andesita basáltica. Mt. McLoughlin, Oregon. La amplitud de campo es ~ 5 mm.
Figura 11. (a) Textura de malla en un conjunto cumulofírico de fenocristales de plagioclasa.
Note que el borde del conjunto, de formación posterior, no presenta la malla. Andesita, Mt.
McLoughlin, Oregon. La amplitud de campo es 1 mm. (b) Fenocristal de olivino reabsorbido y
con formación de esquinas redondeadas. La amplitud de campo es 0,3 mm. (c) Fenocristal de
hornblenda en proceso de deshidratación a óxidos de Fe y piroxeno, debido al relevo de presión
cuando ocurrió la erupción de la andesita. Crater Lake, Oregon. La amplitud de campo es 1 mm.

Reabsorción es el término para referirse a la refusión o disolución de un mineral de vuelta al


fundido o a la solución del que aquel se formó. Comúnmente, los cristales reabsorbidos tienen
esquinas redondeadas o con apariencia de bahías. Algunos piensan que la textura de malla
(Figura 11a), o las siluetas con esquinas redondeadas profundas e irregulares (Figura 11b), se
deben a una reabsorción avanzada, pero otros sostienen que es más probable que resulten de
un rápido crecimiento que envuelve al fundido, causado por el sobreenfriamiento (Figura 4a).

1.6. Movimiento diferenciado de los cristales y del fundido

El flujo al interior de un fundido puede motivar un alineamiento de minerales elongados o


tabulares, produciendo texturas minerales foliadas (planares) o alineadas. Si los microlitos con
forma de listones (típicamente plagioclasa) en una roca volcánica se alinean notoriamente
(comúnmente al fluir alrededor de fenocristales), la textura se denomina traquítica (Figura
12a). Los microlitos dispuestos al azar o no alineados se llaman pilotaxítica o afieltrada (Figura
12b). La mezcla de dos líquidos magmáticos (bien en una cámara o bien como flujos) puede
crear un bandeado de flujo (capas alternadas de diferente composición, Figura 13). Asimismo,
el bandeado y el alineamiento de minerales pueden originarse por un flujo cercano a las
paredes de la cámara magmática.

Figura 12. (a) Textura traquítica donde los microfenocristales de plagioclasa están
alineados debido al flujo. Note el flujo alrededor del del fenocristal (P). Traquita,
Alemania. La amplitud de campo es 1 mm. Tomado de MacKenzie et al. (1982) (b)
Textura afieltrada o pilotaxítica en que los microfenocristales están orientados al azar.
Andesita basáltica. Mt. McLoughlin, Oregon. La amplitud de campo es 7 mm.
Figura 13. Bandeado de flujo en andesita. Mt. Rainier, Washington.

Los fenocristales suspendidos pueden agruparse y adherirse por la tensión superficial,


mediante un proceso conocido como sinneusis (Vance, 1969). La sinneusis sería el mecanismo
principal para la producción de maclas de crecimiento ya que la orientación de macla sería una
orientación energéticamente favorable para que dos cristales del mismo mineral se adhieran
uno al otro. Los conjuntos de múltiples granos de fenocristales adheridos se llaman textura
cumulofírica. Si los conjuntos son esencialmente de un solo mineral, algunos petrólogos la
designan textura glomeroporfirítica.

1.7. Texturas cumuladas

La textura cumulada es una marca distintiva de estas fascinantes rocas (aunque no se restrinja
a estas). De momento, evitaremos la pregunta compleja de cómo se acumulan los cristales.
Baste decir que, históricamente, se ha considerado que los cristales se acumulan al hundirse o
al flotar debido a los contrastes de densidad con el líquido.

En un caso ideal, los cristales de un solo mineral que se formaron más temprano se acumulan
(de alguna manera) hasta hallarse en contacto mutuo, con el líquido remanente ocupando los
espacios intersticiales entre los cristales (Figuras 7 y 14a). No obstante, el contacto mutuo no
es un requerimiento obligatorio para crear una textura cumulada, y bastará una aproximación
muy cercana. Los principales tipos de acumulaciones se distinguen de acuerdo a la magnitud
en que los primeros cristales, una vez que se acumularon, crecen antes de la solidificación final
del líquido intersticial. Sería inusual que el líquido intersticial tuviera la misma composición
que los cristales acumulados, pues la mayoría de magmas son químicamente más complejos
que cualquier mineral en particular. Entonces, si el líquido prácticamente cristaliza en un único
sitio, sin que ocurra un intercambio con la reserva mayor de magma al interior de la cámara,
debe producir algo del mineral inicial (se toma como plagioclasa en la Figura 14, pero puede
ser olivino, piroxeno, cromita, etc.) además de cualesquiera otros minerales de los que
constituyen el magma intersticial en conjunto. Puede ocurrir un moderado crecimiento
adicional de los primeros minerales, junto a la formación de otros minerales, de génesis tardía,
en los espacios intersticiales. El resultado es la textura ortocumulada (Figura 14b).
Figura 14. Desarrollo de texturas cumuladas (con la plagioclasa como ejemplo). (a) Los
cristales se acumulan por asentamiento o simplemente se forman y se acomodan próximos
a los márgenes de la cámara magmática. En este caso, los cristales de plagioclasa (blanco)
se acumulan en mutuo contacto, y un líquido en el intercúmulo (gris) rellena los
intersticios. (b) Ortocumulada: el líquido del intercúmulo cristaliza para formar bordes
adicionales de plagioclasa junto a otras fases en el volumen intersticial (oscuro). Hay poco
o ningún intercambio entre el líquido del intercúmulo y la cámara principal. (c)
Adcumulada: Un sistema abierto de intercambio entre el líquido del intercúmulo y la
cámara principal (además de la compactación de la pila cumulada) permite que escapen
componentes que, de otro modo, crearían minerales adicionales en el intercúmulo, y la
plagioclasa rellena la mayor parte del espacio libre. (d) Heteradcumulada: El líquido del
intercúmulo cristaliza para generar bordes adicionales de plagioclasa junto a otros
minerales grandes (en trama y sombrados) que se nuclean pobremente y envuelven
poikilíticamente las plagioclasas. Siguiendo a Wager y Brown (1967).

Si el líquido intersticial puede escapar e intercambiar material (por medio de la difusión y/o
convección) con el líquido de la cámara principal, los minerales de formación temprana que se
han acumulado pueden continuar creciendo como componentes expulsados durante el escape
del líquido intersticial. Como consecuencia se tiene una textura adcumulada (Figura 14c): una
acumulación casi monominerálica quizá con algunos otros minerales atrapados en los últimos
puntos intersticiales. Hunter (1987) concluyó que la compactación y expulsión de parte del
líquido del intercúmulo debe acompañar la formación de texturas adcumuladas, pues esta
textura puede apreciarse en áreas bastante distantes del resto del fundido como para que el
material se difunda a través de la limitada porosidad asociada con el crecimiento durante las
últimas etapas. También estableció que el equilibrio textural, que aparece como una textura
poligonal (ver el mosaico poligonal en la Figura 17) puede alcanzarse o mantenerse mientras
los granos cambian de forma durante el crecimiento y la compactación tardíos. Si esto es así,
dicho reajuste de formas minerales en contacto unas con otras y con el fundido es un
importante argumento para la discusión sostenida más arriba acerca de la secuencia de
cristalización y del moldeamiento de un cristal para acomodarse a otro. Hunter (1987) también
describió que los ángulos diedros entre los minerales en contacto y las últimas etapas del
fundido atrapadas en los bordes limitantes de los minerales son características casi constantes
en las texturas adcumuladas. Sostiene que a medida que los cristales crecen y se interfieren,
las propiedades de las que depende la energía superficial (y, por ello, los ángulos diedros)
controlan la forma de los últimos sacos de líquido, y se preservan pocas terminaciones
euhedrales. Con ello, los primeros minerales euhedrales no predominarán en las texturas
finales de las rocas plutónicas.

Si los minerales tardíos poseen un ritmo de nucleación lento, pueden envolver los granos de
los cúmulos, como se describió en la Sección 1.4. Esta es la textura poikilítica, pero el
oikocristal hospedante puede ser tan grande e intersticial en ocasiones que sería difícil
reconocerlo como tal en el área pequeña de una sección delgada. Un oikocristal grande
también requiere de un intercambio entre el líquido intersticial y la reserva principal de
magma para poder proveerse de los componentes suficientes y para disponer de los
componentes en exceso que conducirían a la formación de otros minerales. Por eso se
considera que es un tipo de fenómeno de adcumulación y se denomina textura
heteradcumulada (Figura 14d). Finalmente, la textura mesocumulada es un término para
aquellas texturas cumuladas que son un intermedio entre la ortocumulada y la adcumulada.

1.8. Maclado primario

Una macla es un intercrecimiento de dos o más orientaciones del mismo mineral que presenta
cierta relación cristalográfica especial entre aquellas. Las maclas primarias (o de crecimiento)
son maclas que se forman por defectos durante la cristalización a partir de un fundido. Un
ejemplo son las maclas de Carlsbad simples (en dos partes) de los feldespatos ilustrados en las
Figuras 5b y 18a. Probablemente un error de nucleación en dos campos orientados como
maclas sea el proceso fundamental para causar el maclado primario, pero también puede
ocurrir la adsorción por sinneusis de los dos constituyentes que se manifiestan en una
orientación de macla. Hay mayor oportunidad de que un error de nucleación ocurra durante
un crecimiento rápido, pues seguiría inmediatamente a la nucleación, y este ritmo debería
reducir rápidamente la sobresaturación o el sobreenfriamiento. Para una explicación detallada
de la sinneusis, vea Vance (1969) y Dowty (1980a). También se cree que la macla repetida de
albita (Figura 18b) deviene por causa de errores en la nucleación durante el crecimiento.

1.9. Texturas volcánicas

Las rocas volcánicas se enfrían rápidamente y tienen propensión a formar numerosos cristales
pequeños, como se expresó con anterioridad. Los fenocristales son una excepción, como
producto de un lento enfriamiento por debajo de la superficie previo a la erupción. Al suceder
la erupción, el líquido remanente cristaliza en cristales tabulares o equidimensionales finos
que conforman la matriz. Los cristales de la matriz son los microlitos (si su tamaño es
suficiente para mostrar birrefringencia) o cristalitos (si no es el caso). Los microlitos que son
notoriamente mayores que la matriz, aunque aún son microscópicos, se conocen como
microfenocristales. Se forman al ocurrir la erupción y representan minerales con una relación
mayor del ritmo de crecimiento con respecto al ritmo de nucleación que la relación
encontrada en las fases de la matriz.

Los basaltos cristalizan con facilidad porque son muy calientes y en ellos predominan
minerales con estructuras simples. El resultado normal es una textura con una densa red de
microfenocristales elongados de plagioclasa y piroxenos granulares, con cristales de magnetita
más pequeños. El vidrio puede solidificarse como un material intersticial tardío. La cantidad de
vidrio en las rocas basálticas generalmente es menor que el hallado en las rocas volcánicas más
silíceas, pero puede variar considerablemente, desde una virtual ausencia hasta una alta
vitrificación cuando la lava basáltica entra en contacto con el agua. El lexicón de texturas
basálticas refleja la variación en el contenido de vidrio, que se correlaciona toscamente con el
tamaño decreciente del piroxeno en el diseño reticular de listones intercrecidos de plagioclasa.
La textura ofítica (Figura 8) es una densa red de microfenocristales de plagioclasa con forma
de listones que están incluidos en piroxenos mayores, con poco vidrio asociado o ninguno. Esta
tiene una gradación hacia la textura subofítica (piroxenos más pequeños que todavía
envuelven parcialmente la plagioclasa) y luego hacia la textura intergranular (Figura 15), en
que la plagioclasa y los cristales de piroxeno son equidimensionales en cuanto a su tamaño, y
el vidrio (o sus productos de alteración) aún es relativamente escaso. La textura intergranular
tiene una gradación hacia la textura intersertal cuando el vidrio intersticial o las alteraciones
del vidrio es un componente significativo. Cuando el vidrio es tan abundante que rodea los
microlitos o los microfenocristales, la textura se conoce como hialo-ofilítica. La textura hialo-
ofilítica tiene una gradación hacia la hialopilítica a medida que predomina la fracción vítrea, y
los cristales ocurren como diminutos microlitos. Los términos texturales ya descritos se aplican
usualmente a cristales orientados al azar, pero pueden acercarse hasta una textura traquítica
cuando el flujo causa el alineamiento de los microlitos (¿No es verdad que los petrógrafos de
basaltos se divierten con su nomenclatura?)

Figura 15. Textura intergranular en el basalto. Río Columbia, Basalt Group,


Washington. La amplitud de campo es 1 mm.
La textura holohialina (vítrea) es más abundante en las coladas de riolita y dacita, que son
silíceas. Si una roca tiene >80% de vidrio, se nombrará obsidiana. Muchos investigadores
prefieren restringir el término para los vidrios relativamente ricos en sílice y aluden a las
variedades basálticas como taquilita o simplemente vidrio basáltico. La obsidiana es de color
muy oscuro, a pesar de su habitual contenido de sílice, porque el vidrio se colorea con facilidad
por cantidades muy pequeñas de impurezas. El vidrio en las lavas silíceas no necesariamente
es provocado por un enfriamiento muy rápido ya que ciertos flujos de obsidiana son
demasiado espesos como para que los interiores se enfríen tan rápido. El movimiento y/o la
difusión y nucleación característicamente lentas de los flujos silíceos altamente polimerizados
y viscosos impedirían la cristalización y darían como resultado estas rocas muy vítreas.

Las burbujas atrapadas de gas que escapa crean vacíos subesféricos en las rocas volcánicas que
se denominan vesículas. Las burbujas tienden a elevarse en el magma basáltico menos viscoso
por lo que se concentran próximas a la superficie de los flujos basálticos. Existe una gradación
completa desde el basalto pasando por el basalto vesicular hasta la escoria, con un contenido
vesicular creciente. Las vesículas que se llenan con un crecimiento mineral posterior,
típicamente zeolita, carbonato u ópalo secundarios, se conocen como amígdalas. La
contraparte silícea de la escoria es la pumita. La pumita es típicamente clara y espumosa, y las
muestras frescas flotan en agua. La pumita espumosa normalmente es de un gris claro, incluso
si su correspondiente roca libre de vesículas, la obsidiana, sea negra. La razón para este
contraste es que las burbujas expanden el vidrio hasta ser una delgada película entre las
burbujas que refracta y difunde la luz, de la misma manera que las olas rompientes forman
crestas blancas sobre el agua marina oscura.

1.10 Texturas piroclásticas

Las rocas piroclásticas son fragmentarias, generalmente producidas por una actividad
volcánica explosiva. La clasificación de las rocas piroclásticas se fundamenta en la naturaleza
de los fragmentos (piroclastos o tefra). El componente de ceniza de los piroclastos
comúnmente es una mezcla de roca pulverizada y vídrio primario (incluyendo pumita
deshecha y líquido de aerosol). Las vesículas en la pumita se expanden rápidamente tras la
erupción explosiva y usualmente se destruyen. Entonces, el vidrio intersticial genera
fragmentos de tres puntas con formas en cúspide o espícula visibles en sección delgada (Figura
16a). Como dichos fragmentos normalmente se mantienen calientes en un flujo piroclástico, se
deforman de modo dúctil y se aplastan hasta alcanzar la forma indicada a la derecha de la
Figura 16a y en la Figura 16b. Este tipo de flexión, y otras estructuras causadas por la
compresión y deformación ocurridas por el asentamiento en las acumulaciones calientes de
ceniza, se llaman colectivamente texturas eutaxíticas. Las piezas mayores de pumita pueden
acumularse intactas y liberar gas por la presión, eliminando sus burbujas. Si todo el gas es
expulsado, la pumita vuelva al color negro de la obsidiana, y los fragmentos aplastados se
llaman fiamme. En las lavas fluidas, como los basaltos, las burbujas que estallan lanzan finas
gotas al aire, y estas caen como bolitas vítreas designados como “lágrimas de Pele” (en honor
de la diosa hawaiiana de los volcanes, Pele), o el magma puede extenderse para formar
delicados hilos de vidrio (“cabellera de Pele”). La ceniza que cae en medio de un aire muy
húmedo puede acumularse en capas sucesivas sobre un único núcleo de ceniza, formando
bolas esferoidales llamadas lapilli acrecionario. Los depósitos consolidados de este lapilli se
denominan tobas pisolíticas.

Figura 16. (a) El líquido intersticial (negro) entre las burbujas en la pumita (a la izquierda) se ha
convertido en fragmentos de vidrio con forma de estrella de tres puntas en una ceniza que
contiene pumita pulverizada. Si están lo suficientemente calientes (cuando están pulverizados
o después de la acumulación de ceniza), los fragmentos pueden deformarse y curvarse hasta
exhibir formas contorsionadas, como la que se ve a la derecha y en la microfotografía (b) de la
ignimbrita de Rattlesnake, sureste de Oregon. La amplitud de campo es 1 mm.

2. TEXTURAS SECUNDARIAS: CAMBIOS POSTMAGMÁTICOS

Las texturas secundarias son las que se desarrollan después de que la roca ígnea se ha
solidificado por completo. Tales procesos no involucran al fundido y por ello su naturaleza es
realmente metamórfica. El proceso de cristalización no culmina necesariamente cuando el
magma se solidifica. En tanto que la temperatura continúe siendo lo suficientemente alta,
habrá una recristalización y un reequilibrio químico así como textural (de lo contrario, los
petrólogos metamórifcos no tendrían mucho trabajo). Los grandes plutones en enfriamiento
pueden permanecer durante miles de años a temperaturas que equivalen a las del
metamorfismo de alto grado, con lo que existen muchas oportunidades para que ocurran
dichos procesos. Los procesos en estado sólido que ocurren como resultado del calor ígneo
(incluso si está menguando) son autometamórficos y se tratarán en esta sección. Como los
procesos de cristalización en estado sólido son propiamente metamórficos, no se discutirán a
profundidad en este capítulo.
La maduración de Ostwald es un proceso de templado (o maduración textural) de cristales en
un medio estático. Como lo notó Hunter (1987), las diferencias en la curvatura de los límites de
grano llevan a un crecimiento del grano por maduración de Ostwald hasta que se obtienen
límites rectos (Figura 17). En esta recristalización, los límites de granos se desplazan hacia sus
centros de curvatura. Así, los granos pequeños con una curvatura convexa hacia afuera son
eliminados a medida que las superficies de granos vecinos mayores con una curvatura convexa
hacia adentro los invaden. Si el proceso alcanza el equilibrio textural en un medio sólido, habrá
granos de tamaño similar con intersecciones triples que son rectas y de aproximadamente
120° (Figura 17). Este equilibrio textural es más frecuente en las rocas metamórficas
monominerálicas (cuarcita y mármol), especialmente si se metamorfizaron en un régimen de
esfuerzos casi estático. Pero la mayoría de rocas ígneas no son monominerálicas y raramente
logran un buen equilibrio textural. Las diferencias relativas en la energía superficial de distintos
tipos de minerales y el tamaño de grano grueso en las rocas plutónicas sirven para establecer y
mantener texturas entrelazadas en los más de los casos. No obstante, la maduración de
Ostwald puede eliminar los granos más pequeños en favor de los vecinos mayores durante una
etapa temprana del crecimiento, produciendo una distribución de tamaños de grano más
uniforme. Las rocas volcánicas con un tamaño de grano inicial pequeño son mucho menos
estables que las plutónicas, y la matriz recristaliza con facilidad. El vidrio es particularmente
inestable y se desvitrifica sin problemas hasta convertirse en minerales finos, como se
describió en la Sección 2.4. Sin embargo, las rocas volcánicas se enfrían con rapidez hasta
llegar a bajas temperaturas, y las restricciones cinéticas para la recristalización se desarrollan
tempranamente. Por ende, la retención de las texturas magmáticas es sorprendentemente
buena en las rocas ígneas, aunque se conocen ciertas clases de recristalización en estado
sólido, que veremos a continuación.

Figura 17. Maduración de Ostwald en un mineral monominerálico. Los límites de granos


con una curvatura negativa significativa (cóncava hacia adentro) de desplazan hacia su
centro de curvatura, de manera que se eliminan los granos más pequeños y se establece
un equilibrio textural uniforme de grano grueso con intersecciones de granos de 120°
(mosaico poligonal).

2.1. Transformación polimórfica


Como indudablemente aprendió en su curso de mineralogía, muchas sustancias naturales
poseen más de una estructura cristalina. Las formas estructurales alternativas de las mismas
sustancias químicas se denominan polimorfos. Los polimorfos más conocidos son grafito-
diamante, calcita-aragonito, cianita-andalusita-sillimanita y los múltiples polimorfos del SiO 2 .
Una estructura determinada es más estable dentro de un rango particular de condiciones de
presión y temperatura, de modo que un polimorfo se transformará en otro cuando las
condiciones cambian desde su rango de estabilidad hasta el rango de una estructura
alternativa. Mientras se enfrían y ascienden, las rocas ígneas parcial o enteramente cristalinas
pueden abandonar el rango de estabilidad de presión-temperatura de un polimorfo para
ingresar al de otro, por lo que suceden las transformaciones. Las transformaciones
desplazativas solo implican el cambio de posiciones atómicas y la flexión de los ángulos de
enlace. Un clásico ejemplo es la transición desde cuarzo-alto hacia cuarzo-bajo, en que la
estructura hexagonal del cuarzo-alto se invierte a la estructura trigonal del cuarzo-bajo al
haber un enfriamiento. Las transformaciones reconstructivas, como la de grafito-diamante o
tridimita-cuarzo-alto, suponen la ruptura y reconstitución de enlaces. Las transformaciones
desplazativas sin dificultades, de manera que un polimorfo es sustituido por otro tan pronto
como se llega al campo de estabilidad del segundo. El polimorfismo reconstructivo se consigue
con menos facilidad, y un polimorfo puede permanecer en el campo de estabilidad de otro.

Las transformaciones polimórficas son comunes en muchos minerales, incluyendo el cuarzo y


los feldespatos, pero puede ser complicado reconocerla texturalmente puesto que la evidencia
de la fase inicial puede haberse perdido por completo, y solo quedar el polimorfo de
reemplazamiento. Empero, si la forma cristalina de la fase temprana es distintiva, el polimorfo
de reemplazamiento puede generar un pseudomorfo del original y no asumir su propia forma
característica. Por ejemplo, el cuarzo-alto puede cristalizar como fenocristales de formación
temprana en ciertas riolitas. La forma cristalina característica del cuarzo-alto es una dipirámide
hexagonal sin las caras prismáticas predominantes del cuarzo-bajo. Como el paso de cuarzo-
alto a cuarzo-bajo es una transformación desplazativa, el cuarzo-alto en dichos cristales debe
invertirse a cuarzo-bajo a 573 °C (a la presión atmosférica). Aun así, la forma original del
fenocristal usualmente se preserva, por lo que provee evidencia acerca de la forma inicial.
Otro resultado posible de las transformaciones polimórficas es el desarrollo de maclas
secundarias, las que también comunican una clave sobre el proceso de transformación. El
reconocimiento de estos rasgos puede aportar información muy útil con relación a la historia
térmica de la roca.

2.2 Maclado secundario

Además del maclado primario que se explicó más arriba, el maclado puede surgir por procesos
secundarios en minerales preexistentes. Las maclas secundarias aparecen como resultado de
una transformación polimórfica o una deformación. Las maclas de transformación se generan
cuando una estructural cristalina de alta temperatura se invierte a su polimorfo de baja
temperatura. Puesto que las estructuras de alta temperatura poseen más energía vibracional,
generalmente exhiben un grado mayor de simetría que su forma alternativa de baja
temperatura. Como la simetría disminuye con el enfriamiento, la forma de alta temperatura
típicamente cuenta con dos o más orientaciones alternativas de baja temperatura. Si el cristal
en conjunto asume una de las alternativas, no habrá maclado. Por otro lado, si porciones
distintas del mismo cristal se desplazan cada una hacia sendas opciones alternativas, las
porciones generalmente estarán en una relación de macla con la otra porción. Este es el origen
de las maclas de la microclina con forma de parrilla, o “tartán” (Figuras 18c y 18d), que se
producen cuando la forma monoclínica de alta temperatura se invierte a la estructura triclínica
de baja temperatura de la microclina. Las conocidas maclas múltiples de tipo “albita” de
ciertas plagioclasas (Figura 18b) se atribuyen a una similar transformación de monoclínica a
triclínica; pero esta no ocurre en la plagioclasa de composición intermedia, con que las maclas
de esta plagioclasa son típicamente maclas primarias que resultan de un error de nucleación
durante el crecimiento. Las maclas cíclicas en el cuarzo y el olivino son otro ejemplo de maclas
de transformación.
Figura 18. Maclas en feldespatos. (a) Macla de Carlsbad en ortoclasa. También es evidente una
exsolución pertítica fina y escasa. Granito, St. Cloud, Minnesota. (b) Maclas múltiples y muy
rectas tipo albita en plagioclasa, dispuestas en una matriz felsítica. Riolita, Chaffee, Colorado.
(c-d) Maclas de tartán en la microclina. Todas las amplitudes de campo son ~ 1 mm.
También pueden generarse maclas por la deformación de rocas ígneas solidificadas. El
maclado es un aspecto importante de la respuesta de la roca a la deformación pues el
movimiento de una porción de grano hacia la orientación de macla es una respuesta de
ocurrencia más probable que la ruptura del grano. Las maclas de deformación en la
plagioclasa pueden suceden según la ley de macla de la albita, pero normalmente carecen de
la forma lamelar extremadamente recta de sus contrapartes primarias. Las maclas de
deformación en la plagioclasa se reconocen con más sencillez cuando poseen forma de cuña y
están curvadas (Figura 19). También la calcita desarrolla maclas de transformación sin
dificultad como respuesta al esfuerzo de corte. Las maclas de deformación mejoran la
respuesta a la deformación dúctil de rocas como el mármol y no son frecuentes en otros
minerales.

Figura 19. Maclas polisintéticas de deformación en una plagioclasa. Advierta cómo se


concentran en áreas de deformación, como en la de la máxima curvatura de los clivajes
arqueados, y se desconcentran hacia la dirección de las áreas no deformadas. Gabro,
Wollaston, Ontario. La amplitud de campo es 1 mm.

2.3. Exsolución

La exsolución es una mezcla química que, conforme se enfría, se vuelve cada vez más limitada.
Se presenta en algunos minerales que son soluciones sólidas. Quizá el ejemplo más común
ocurre en los feldespatos alcalinos, donde la desmezcla resulta en la separación de
segregaciones ricas en Na y en K. Como la desmezcla en este caso involucra solo una
separación de iones K y Na, y no del Si y del Al fuertemente enlazados, acontece de modo
relativamente frecuente, y las segregaciones lucen como un intercrecimiento coherente de
lamelas escasas y finas. En este sentido, “coherente” quiere decir que los retículos de las
lamelas tienen una relación cristalográfica específica con el cristal hospedante y que no están
dispuestas al azar. Cuando el feldespato alcalino es potásico, el resultado son lamelas de albita
exsueltas en un feldespato-K hospedante, y se llaman pertita (Figura 18a). Cuando el
feldespato alcalino es sódico, las lamelas de feldespato-K en una albita hospedante son
conocidas como antipertita. La exsolución también ocurre a veces en la plagioclasa, pero la
desmezcla albita-anortita conlleva un intercambio Si-Al así como Na-Ca, y este proceso, si llega
a pasar, produce lamelas mucho más finas.
Igualmente, la exsolución se observa en los piroxenos. Por ejemplo, un ortopiroxeno bajo en
Ca puede separarse de un clinopiroxeno rico en Ca. Las lamelas delgadas de uno de aquellos en
un cristal hospedante del segundo son comunes. La pigeonita, una mezcla intermedia, se
encuentra principalmente en rocas volcánicas que se enfriaron demasiado rápido como para
permitir que se produzca dicha desmezcla.

La desmezcla no necesariamente sucede de modo coherente, y comúnmente se hallan


recubrimientos irregulares de fases exsueltas, pues se trata de ejemplos de la expulsión
completa de la fase exsuelta para formar granos separados fuera del cristal hospedante y
bastante próximos a este. La exsolución también ocurre en los anfíboles y en algunos otros
cuantos minerales comunes. Ciertos silicatos maticos incluso pueden exsolver un óxido de Fe-
Ti. En algunas anortositas, los piroxenos de altas temperaturas y presiones pueden disolver
una gran cantidad de Al, y exsuelven lamelas de plagioclasa cuando se enfrían a presiones
menores. El color rojo o rosado de algunos feldespatos es causado por la exsolución de
hematita fina.

Los ocelli son cuerpos esféricos u ovoides con tamaños que van desde escasos milímetros
hasta pocos centímetros, y que aparecen en ciertas rocas ígneas. Algunos parecen provenir de
la inmiscibilidad de los líquidos, un fenómeno de exsolución primaria. Otros probablemente
son rellenos de amígdalas, y otros incluso podrían ser masas irregulares aisladas de magmas
mezclados.

2.4. Reacciones secundarias y reemplazamiento

Las reacciones sólido-sólido y sólido-vapor son procesos predominantes durante el


metamorfismo, y se dejarán en su mayor parte para tratarse en la Parte II de este libro.
Empero, como se estableció anteriormente, las rocas ígneas se enfrían a lo largo de un rango
de temperatura apropiado para estos procesos, y las rocas plutónicas subsisten en dicho
campo durante un lapso de tiempo considerable. Las reacciones minerales secundarias que
surgen en las rocas ígneas conforme se enfrían, y que no son los productos de un evento
metamórfico posterior distinto, se llaman procesos autometamórficos en lugar de
metamórficos, ya que son una parte natural del enfriamiento ígneo. Los procesos
autometamórficos son más usuales en las rocas plutónicas que en las volcánicas porque
aquellas continúan a altas temperaturas por un periodo mayor. Los procesos diagenéticos y de
meteorización no se consideran autometamórficos (una distinción algo arbitraria). La mayor
parte de las reacciones autometamórficas, aunque no todas, involucran a minerales a
temperaturas moderadas en un ambiente en que el H 2 O o bien se libera a partir del fundido
residual o bien se introduce externamente. Tales alteraciones son un subconjunto dentro del
autometamorfismo, que comprende una hidratación, y se conocen como alteraciones
deutéricas. Enseguida veremos unos cuantos de los principales procesos de alteración.

El piroxeno es un mineral máfico primario común en muchas rocas ígneas. Si el H 2 O ingresa a


temperaturas moderadas, sobreviene una alteración deutérica de piroxeno a anfíbol,
denominada uralitización (Figura 20a). Cualquier gradación desde bordes de anfíbol sobre
núcleos de piroxeno, pasando por múltiples recubrimientos de piroxeno sobre un anfíbol,
hasta un completo reemplazamiento, es posible. El anfíbol puede ser un solo cristal de
hornblenda o un agregado fibroso de actinolita u hornblenda. Cualquiera de ellos, cuando se
ha demostrado que proviene de la alteración del piroxeno, se designa uralita, aunque el
término se aplica con más frecuencia a los agregados.

Pyx

Hbl

Bt
Chl

Figura 20. (a) Piroxeno reemplazado de forma extendida por hornblenda. Algunos restos
de piroxeno aparecen como áreas claras (Pyx) en el núcleo de la hornblenda. La amplitud
de campo es 1 mm. (b) La clorita (clara) reemplaza a la biotita en los bordes y a lo largo
de los clivajes. Tonalita, San Diego, California. La amplitud de campo es 0,3 mm.

La biotitización es un proceso similar de hidratación/alteración deutérica que produce biotita,


ya sea directamente a partir del piroxeno, o, con más frecuencia, de la hornblenda. Ya que la
biotita contiene poco Ca, puede crearse epidota en tanto que se libera el Ca durante la
alteración de hornblenda a biotita.

La cloritización es la alteración de cualquier mineral máfico a la clorita. La clorita es un


filosilicato muy hidratado y habitualmente reemplaza a los máficos menos hidratados a baja
temperatura cuando hay agua disponible. Los piroxenos, las hornblendas y las biotitas se
observan normalmente en sección delgada manifestando varias etapas de su alteración a
clorita. Como en otras alteraciones deutéricas, la hidratación ataca el margen exterior del
mineral, de manera que la clorita generalmente reemplaza al máfico original desde el borde
hacia adentro. En el caso de la biotita, el H 2 O puede actuar a lo largo de clivajes importantes,
por lo que puede observarse que la clorita reemplaza los márgenes de la biotita así como lo
hace a lo largo de los planos de clivaje (20b).

Sericita es el término aplicado a cualquier mica blanca de grano muy fino. La sericitización es
el proceso por el que los minerales félsicos (usualmente feldespatos o feldespatoides en rocas
ígneas) se hidratan y producen sericita. Las etapas incipientes pueden reconocerse por la
apariencia fina y pulverulenta de los feldespatos bajo la luz polarizada plana. En las etapas más
avanzadas de la alteración, los feldespatos aparecen moteados, con micas finas que poseen
una birrefringencia amarillenta y posteriormente acumulaciones más grandes con cristales
más gruesos y una mayor birrefringencia. Se requiere de iones K+ para que la plagioclasa se
altere a las formas comunes de sericita. El potasio puede liberarse por la cloritización de la
biotita cercana. El feldespato-K no requiere de K+ adicional y puede estar más sericitizado que
la plagioclasa asociada.

La saussuritización es la alteración de plagioclasa para originar epidota. La plagioclasa de alta


temperatura tiende a ser más rica en calcio, y es menos estable que su contraparte sódica a
bajas temperaturas. Por ende, los tipos de plagioclasa ricos en calcio se descomponen con más
facilidad que la albita pura, liberando Ca y Al para formar epidota (± calcita y/o sericita). En la
plagioclasa zonada, ocasionalmente pueden distinguirse los productos de la saussuritización o
la sericitización concentrados en el núcleo rico en Ca o en algunas de las bandas oscilatorias
más ricas en Ca que son parte del grano original.

El olivino se altera sin dificultad en las rocas máficas en enfriamiento, aun en las volcánicas.
Normalmente está bordeado o reemplazado por serpentina o por iddingsita parda oscura.

Simplectita es un término utilizado para llamar los intercrecimientos de grano fino que
resultan del crecimiento combinado de dos o más minerales a medida que reemplazan otro
mineral. Como en cualquiera de los reemplazamientos ya descritos, el reemplazamiento puede
ser parcial o completo. El reemplazamiento completo y los pseudomorfos son comunes. Un
ejemplo son los agregados fibrosos de actinolita-hornblenda de tipo “uralita”, que reemplazan
al piroxeno. Otro caso es el de la biotita y la epidota que reemplazan a la hornblenda. La
mirmekita es el intercrecimiento de cuarzo dendrítico en un solo cristal de plagioclasa (Figura
21). El cuarzo se muestra con apariencia de una varilla en sección delgada, y numerosas varillas
adyacentes llegan a la extinción al unísono, indicando que todas son partes de un único cristal
de cuarzo. Las mirmekitas son muy frecuentes en las rocas graníticas y preferentemente
ocurren donde la plagioclasa está en contacto con el feldespato-K. Las mirmekitas parecen
haber crecido desde el límite plagioclasa-feldespato-K con dirección al feldespato-K. Mientras
la plagioclasa reemplaza al feldespato-K, se expulsa SiO 2 (el componente de anortita de la
plagioclasa contiene menos SiO 2 que el feldespato-K), provocando, en consecuencia, la
formación del cuarzo. Normalmente, la mirmekita se forma durante el enfriamiento de las
rocas graníticas pero también puede hallarse en las metamórficas. Para más detalles de esta
reacción, vea Shelley (1993, pp. 144-147) o Vernon (2004).
Figura 21. Mirmekita formada en la plagioclasa en el límite de esta con el
feldespato alcalino. Fotografía por cortesía de L. Collins.

La desvitrificación es la cristalización secundaria de vidrio para formar agregados minerales de


grano fino. El vidrio es un material inherentemente inestable y es fácilmente reemplazado por
minerales más estables cuando la cinética lo permite. El vidrio basáltico enfriado
repentinamente por agua puede ser reemplazado por productos de oxidación-hidratación
ópticamente isotrópicos conocidos colectivamente como palagonita. Las rocas vítreas más
silíceas frecuentemente se desvitrifican para originar una masa microgranular de granos
pequeños y equidimensionales de feldespatos y minerales de sílice designada como textura
felsítica (Figura 18b). La forma cristalina está oculta por completo en las rocas felsíticas, y la
textura es muy similar a la del chert. La desvitrificación del vidrio también puede generar
agregados radiales de cristales (típicamente cristobalita o tridimita junto a feldespato)
llamados esferulitas. Las litofisas son grandes cavidades bordeadas por el crecimiento
esferulítico. Son comunes en las riolitas, y probablemente representan la liberación tardía de
volátiles que crearon una burbuja en el vidrio. Las esferulitas pueden hallarse incrustadas en
una matrix felsítica. Los minerales causados por la desvitrificación normalmente son
demasiado finos para ser identificados bajo el microscopio de polarización, y es preciso un
análisis con rayos X.
2.5. Deformación

La deformación de una roca sólida puede provocar una variedad de texturas. Por ahora, solo
nos concentraremos en los tipos comunes de la deformación de las rocas ígneas durante la
postcristalización. El resultado son cristales o fragmentos que se hallan curvados, rotos o
aplastados. Las foliaciones se crean en muchas rocas ígneas que permanecen a profundidades
y temperaturas donde son suficientemente dúctiles para deformarse con facilidad. La
compactación de los depósitos piroclásticos crea un efecto de aplanamiento y típicamente
ofrece una mejor foliación. Asimismo, la deformación puede producir una extinción ondulosa,
que surge con apariencia de ondas en el patrón de extinción óptico debido al arqueamiento de
baja intensidad del retículo del cristal. No debe confundirse con la zonación composicional,
que provoca un patrón concéntrico distinto al observar la variación de su extinción. El cuarzo
es notoriamente susceptible al desarrollo de la extinción ondulosa y puede exhibirla cuando
otros minerales no lo hacen. La extinción ondulosa es a menudo utilizada para distinguir el
cuarzo de los feldespatos no ondulosos cuando se observa una sección delgada con un
dispositivo de baja potencia.

3. Un glosario de términos texturales ígneos

La Tabla 1 es un pequeño glosario de términos texturales ígneos, diseñado para asistirle en la


descripción de muestras de mano y de secciones delgadas. Los términos pueden parecerle
extraños por ahora, pero sirven para describir la mayoría de características habituales de las
rocas ígneas. Los términos se agrupan en categorías con el fin de ayudarle a encontrar el
nombre para la textura que observe. Desafortunadamente, esto le dificulta si solo intenta
hallar la definición de un término. La petrografía es un proceso iterativo. No basta con
observar la muestra de mano o la sección delgada una vez y después trabajar con una lista de
control de términos. En cambio, para cada paso, es útil reevaluar toda la información previa
acumulada sobre una muestra a la luz de las últimas observaciones. Durante este proceso,
asegúrese de verificar las posibles relaciones entre los contenidos, así como la consistencia de
los datos.

Una buena aproximación para caracterizar una roca es describir la muestra de mano de
acuerdo a sus atributos más generales, como el color, cristalinidad, carácter félsico o máfico, y
las texturas más generales (foliada, porfirítica, etc.). Después, determine la moda y describa los
minerales individuales, su tamaño de grano (y variación de tamaño de grano), así como la
forma, intercrecimientos y texturas específicas. Sea descriptivo en estas observaciones pero
haga deducciones acerca del origen de las texturas cuando lo crea apropiado. Evite términos
texturales que contengan implicancias no demostrables con respecto a la génesis de la
muestra. Ciertas texturas (e.g. foliaciones) pueden ocurrir de muchas formas. Si escoge un
término genético (e.g. bandeado de flujo), asegúrese de que tiene evidencia para su elección.
Cuando lo haga, solo sea claro al distinguir entre observación e interpretación. Las
observaciones correctas no debería modificarse, pero nuestras interpretaciones sí podrían
hacerlo. Algún día usted podrá regresar a sus notas descriptivas y reinterpretar una textura de
un modo distinto (que se espera que mejor).
Finalmente, realice las deducciones que convengan y nombre la roca. Asegúrese de usar un
término composicional en el nombre (e.g. basalto o granito) y cualquier característica textural
que considere importante o que desea resaltar (e.g. basalto vesicular, toba riolítica, monzonita
porfirítica).

RESUMEN

El estudio de las texturas ígneas en sección delgada utilizando el microscopio petrográfico de


luz polarizada permite a los petrológos identificar los minerales con facilidad y observar
texturas importantes que son de gran ayuda para interpretar el enfriamiento de la roca y la
historia de la cristalización. Los ritmos relativos de nucleación, crecimiento y difusión tienen un
efecto profundo en el tamaño del grano y la textura de la roca resultante. Las inclusiones
minerales, y el grado en que un mineral desarrolla caras cristalinas excelentes o que interfiere
con la capacidad de un mineral adyacente para que las desarrolle pueden asistirnos en la
interpretación de la secuencia en que los minerales cristalizaron a partir del estado líquido. Los
minerales que manifiestan una solución sólida significativa típicamente varían de forma
sistemática en su composición mientras cristalizan a lo largo de un rango de temperaturas, y si
no se mantiene el equilibrio, pueden desarrollar una zonación química a medida que se
añaden sucesivas capas de crecimiento. El movimiento diferencial de los cristales y del fundido
puede causar foliaciones, bandeado o texturas cumuladas. Las rocas volcánicas se enfrían
rápidamente, resultando con frecuencia en finos microlitos o cristalitos y/o vidrio. Las rocas
piroclásticas típicamente resultan de erupciones explosivas y, en consecuencia, exhiben una
textura fragmentaria.

Comúnmente, las rocas ígneas se solidifican a temperaturas en el intervalo de 700 a 1200 °C


(dependiendo de la composición), y cuando la roca resultante continúa enfriándose, un
conjunto de procesos postmagmáticos pueden modificar posteriormente la mineralogía y la
textura. Estos incluyen el templado, la desvitrificación del vidrio, las transformaciones
polimórficas de determinados minerales de alta temperatura a formas estructurales de menor
temperatura, maclado de transformación, exsolución, y reemplazamiento de minerales ígneos
por otros minerales (metamórficos) que son más estables bajo condiciones más frías.
Términos principales

Texturas primarias Porfirítica Euhedral, anhedral,


subhedral
Texturas secundarias Fenocristal
Intersticial
Nucleación del cristal Matriz
Cumulado
Crecimiento del cristal Epitaxis
Autometamorfismo
Difusión Zonación composicional
Polimorfismo
Sobreenfriamiento Maclado
Exsolución

Conceptos importantes

Los cristales se forman primero por la nucleación (cuando un grupo crítico de átomos
constituyentes se juntan) y luego por el crecimiento de ese núcleo del cristal.

El crecimiento del cristal normalmente requiere de la difusión de los constituyentes a través de


la matriz proveedora (en los sistemas ígneos, esta sería el fundido) hacia la superficie del cristal
en crecimiento.

El ritmo de enfriamiento de un sistema magmático juega un rol importante en el control del


grado de sobreenfriamiento, que a su vez afecta los ritmos de nucleación y de crecimiento de
los cristales y, finalmente, la textura de la roca resultante.

Minerales diferentes se forman secuencialmente en los sistemas magmáticos naturales, de


modo que el magma se cristalizará por completo a lo largo de un rango de temperaturas.

Los cristales que se forman inicialmente tienden a ser más euhedrales que los cristales tardíos
debido a que el desarrollo de sus caras cristalinas no fue impedido por cristales adyacentes.
Posteriormente, cuando muchos cristales de múltiples tipos de mineral están ocupando el
espacio suficiente como para interferir mutuamente con el crecimiento del otro cristal, las
formas se vuelven más subhedrales hasta llegar a anhedrales. Los últimos minerales cristalizan
a partir del fundido en los intersticios que quedan entre los minerales que se formaron
previamente y ostentan una forma intersticial.
TABLA 1. Términos para referirse a texturas ígneas comunes
Cristalinidad
Holocristalina Consiste completamente de cristales (término
asumido, no se emplea comúnmente).
Hipocristalina Contiene tanto cristales como vidrio.
Holohialina, vítrea Consiste completamente de vidrio.
Tamaño de grano
Afanítica Tiene minerales de grano demasiado fino
para verse a simple vista.
Fanerítica Tiene minerales lo suficientemente gruesos
para verse a simple vista.
Criptocristalina Tiene minerales de grano demasiado fino
para distinguirse con el microscopio.
De grano fino Tiene cristales de un diámetro promedio
menor a 1 mm.
De grano medio Tiene cristales de un diámetro promedio de 1-
5 mm.
De grano grueso Tiene cristales de un diámetro promedio
mayor a 5 mm.
De grano muy grueso Tiene cristales de un diámetro promedio
mayor a 50 mm.
Pegmatítica De grano muy grueso (históricamente se
asocia con rocas granitoides muy gruesas:
pegmatitas)-
Sacaroidea De grano fino a medio, xenomórfico y
equigranular (semejante al azúcar).
Aplítica Un sinónimo de sacaroidea, pero típicamente
restringido a rocas granitoides leucocráticas.
Equigranular Tiene granos que son todos
aproximadamente del mismo tamaño.
Inequigranular Tiene grano que varían de tamaño
considerablemente.
Texturas porfiríticas
Porfirítica Tiene una distribución de tamaño
aproximadamente bimodal (usualmente
requiere de una gran diferencia).
Megaporfirítica Tiene una textura porfirítica que puede verse
en la muestra de mano (raramente utilizado).
Microporfirítica Tiene una textura porfirítica solo visible
mediante el microscopio.
Fírica (-fírica) Un adjetivo (o sufijo) que alude una textura
porfirítica.
Fenocristal Un cristal grande dispuesto en una matriz
fina.
Microfenocristal Un cristal microscópico que es mayor que el
resto de la matriz.
Megacristal Un cristal inusualmente grande, ya sea un
fenocristal o un xenocristal.
Poikilítica La ocurrencia de un fenocristal hospedante
(oikocristal) que contiene muchas inclusiones
de otros minerales.
Oikocristal Un fenocristal hospedante en una textura
poikilítica.
Matriz (mesostasis) El elemento vítreo o de grano más fino en la
textura porfirítica.
Cumulofírica Tiene una textura de fenocristales de
minerales iguales o distintos que se juntan en
agrupaciones (Figura 11a).
Glomeroporfirítica Sinónimo de cumulofírica (usada para
especificar que solo implica un mineral).
Porfirítica hiatial Tiene una diferencia de tamaño notable entre
las fases fírica y de la matriz (término
asumido: raramente usado)
Seriada Tiene una gradación de tamaño continua.
Afírica No porfirítica (sin fenocristales).
Forma de los granos individuales
Euhedral (idiomórfica) Limitado completamente por caras cristalinas.
Subhedral (subidiomórica) Tiene caras cristalinas que solo están
parcialmente desarrolladas.
Anhedral (alotriomórfica) Ausencia total de caras cristalinas.
Hábitos cristalinos: equidimensional, prismático, columnar, acicular, fibroso, tabular, laminar,
micáceo, listado, etc. (consulte cualquier texto de mineralogía).
Corroído (con esquinas redondeadas) Subhedral o anhedral producida por fusión
parcial (reabsorción) de los fenocristales de
vuelta al fundido.
Formas de granos en la roca en su conjunto
Panidiomórfica La mayoría de sus granos son euhedrales.
Rara.
Hipidiomórfica Consiste predominantemente de granos
subhedrales. Común en muchas rocas
graníticas.
Alotriomórifca La mayoría de sus granos son anhedrales
(común).
Suturada Caracterizada por articulaciones a lo largo de
bordes interpenetrados muy irregulares.
Común en rocas deformadas recristalizadas.
De mosaico Una textura de cristales poligonales
equigranulares
Intercrecimientos
Hospedantes (Oikocristal) Un mineral grande con otros incluidos en una
textura poikilítica.
Hospedado El mineral incluido en la textura poikilítica.
Poikilítica Contiene muchos cristales pequeños y
separados de otro mineral. Alude a un
fenómeno de crecimiento, no a uno de
exsolución o reemplazamiento.
Gráfica Tiene un intercrecimiento en que el cristal
hospedado muestra figuras angulares con
forma de cuña. Ocurre usualmente con el
cuarzo en la microclina (Figura 9b).
Micrográfica Tiene una textura gráfica que solo es visible
mediante el microscopio.
Granofírica Tiene una textura en que el cuarzo y los
feldespatos se penetran mutuamente como
intercrecimientos irregulares plumosos. Se
asemeja a la textura micrográfica pero es más
irregular.
Lamelas de exsolución Bandas lamelares de una fase exsuelta a partir
de una fase hospedante (Figura 9a).
Pertítica Tiene filamentos, recubrimientos, lentículos,
etc., de plagioclasa sódica en un cristal
hospedante de feldespato alcalino.
Usualmente resulta de una exsolución (Figura
18a).
Antipertítica Tiene lamelas de exsolución de feldespato
alcalino en un cristal hospedante de
plagioclasa. Normalmente son más finas que
en la pertita.
Simplectita Una textura de reemplazamiento en que un
mineral es reemplazado por un
intercrecimiento de uno o más minerales.
Mirmekita Una textura secundaria que consiste de
vesículas o varillas irregulares y vermiformes
de cuarzo en un cristal hospedante de
plagioclasa adyacente a granos de feldespato
alcalino
Esferulita Tiene un intercrecimiento radial de minerales
fibrosos. Comúnmente se trata de feldespato
alcalino y cuarzo en rocas volcánicas silíceas
desvitrificadas.
Axiolítica Similar a la esferulítica, pero con fibras que se
despliegan en una lámina y se orientan de
manera normal a las paredes de esta.
Variolítica Esferulítica y consiste en fibras divergentes de
plagioclasa. Se emplea para ciertos basaltos.
Coalescente Posee una textura anhedral desarrollada por
el crecimiento simultáneo de dos granos de
mineral en contacto.
Texturas de rocas ígneas máficas
Ofítica Tiene grandes granos de piroxeno encerrando
pequeños listones de plagioclasa orientados
al azar.
Subofítica Tiene listones de plagioclasa que son mayores
y solo parcialmente atrapados por el
piroxeno.
Nesofítica Tiene una plagioclasa de mayor tamaño, con
piroxenos intersticiales.
Intergranular Tiene granos pequeños y separados de
piroxeno, olivino, etc., rellenando los
intersticios en una red desordenada de
listones de plagioclasa más grandes.
Intersertal Tiene vidrio, material criptocristalino o
productos de alteración que ocupan espacios
entre listones de plagioclasa.
Hialo-ofítica Tiene una textura intersertal con una cantidad
de vidrio mayor que la de piroxeno.
Hialopilítica Tiene una gran cantidad de vidrio, mientras
que la plagioclasa se presenta solo como
microlitos diminutos y desordenados.
Diktitaxítica La textura de ciertas rocas volcánicas donde
los cristales que limitan entre sí protruyen
hacia abundantes y angulares cavidades de
gas intersticial.
Cumulada Exhibe un crecimiento intersticial de un
mineral entre minerales más tempranos que
están todos en contacto y que dan la
impresión aparente de que se acumularon al
fondo de la cámara magmática (Figura 14).
Ortocumulada Tiene una textura cumulada, en que otros
minerales ocupan las áreas intersticiales
(Figura 14b).
Adcumulada Tiene una textura cumulada en que los
minerales cumulados tempranos crecen para
llenar el espacio intersticial (Figura 14c).
Mesocumulada Es una textura intermedia entre la orto- y la
adcumulada.
Texturas de reemplazamiento
Pseudomorfo Uno o dos minerales reemplazan a otro,
manteniendo la forma del mineral original.
Simplectita Un mineral es reemplazado por el
intercrecimiento de uno o más minerales.
Reemplazamientos de minerales específicos
Uralitización Reemplazamiento de piroxeno por anfíbol
(Figura 21a).
Saussuritización Reemplazamiento de plagioclasa por epidota
Biotitización Reemplazamiento de piroxeno o anfíbol por
biotita
Cloritización Reemplazamiento de cualquier mineral
máfico por clorita (Figura 20b).
Sericitización Reemplazo de feldespato o feldespatoides
por micas blancas finas.
Términos misceláneos
Intersticial Tiene un mineral que rellena los intersticios
entre los granos que cristalizaron primero.
Cristalitos Cristales diminutos e incipientes en las
primeras etapas de formación. Son
isotrópicos y no pueden observarse mediante
el microscopio.
Microlitos Cristales pequeños con apariencia de aguja o
de listón de los que por lo menos algunas
propiedades se pueden determinar mediante
el microscopio.
Afieltrada Consiste de microlitos dispuestos al azar
(Figura 13b).
Pilotaxítica Sinónimo de afieltrada.
Traquítica Consiste de microlitos (de feldespato)
alineados según el flujo (12a).
Con esquinas redondeadas Tiene formas con esquinas redondeadas
debido a la reacción con el fundido
(reabsorción) (Figura 2).
Esquelética Tiene cristales que crecen como una
estructura esquelética, o que han sido
corroídos hasta tener dicha apariencia.
Poseen una alta proporción de vacíos al
interior.
De malla Cristales con muchas aberturas para el paso
de fluidos (que aparecen como agujeros)
debido a la reabsorción (Figura 11a).
Epitáctica Nucleación orientada de un mineral en otro
de diferente tipo.
Rapakivi Intercrecimientos de plagioclasa en
feldespato alcalino.
Vesicular Contiene burbujas de gas.
Escoriácea Muy vesicular.
Pumícea Tiene la estructura vesicular espumosa
característica de la pumita.
Miarolítica Los minerales euhedrales protruyen hacia
cavidades de gas. Se aplica a ciertas rocas
plutónicas.
Vesiculas en tubo Vesículas elongadas a la manera de tubos que
resultan del ascenso de los gases.
Tubos vesiculares Cuerpos cilíndricos que están muy
vesiculados.
Amigdaloide Tiene vesículas que están completa o
parcialmente rellenas con minerales
secundarios.
Litofisas Grandes estructuras ovoides que representan
burbujas de gas en vidrio riolítico
desvitrificado.
Foliación Paralelismo planar.
Bandeado Láminas planares alternantes.
Lineación Paralelismo lineal.
Xenolito Una inclusión de la roca encajante
Xenocristal Una inclusión de un solo cristal que es extraño
al resto de la roca.
Perlítica Tiene un patrón de fracturas concéntricas que
resulta de la contracción de algunos vidrios
volcánicos al enfriarse.
Piroclástica Compuesta de fragmentos.
Ocelli Masas irregulares ovoides creadas por la
inmiscibilidad de los líquidos, magmas
mezclados, o vesículas rellenadas.
Orbículos Masas ovoides de cristales radiales,
comúnmente unidos de forma concéntrica
halladas en algunos granitos.
Spinifex Una textura de escala centimétrica de
crecimiento subparalelo a dendrítico de
cristales de olivino en algunas rocas
ultramáficas que se enfriaron
repentinamente.
Términos piroclásticos
Ver la Sección 2.5.
Texturas piroclásticas de vidrio
Lágrimas de Pele Lapilli vítreo.
Cabellera de Pele Filamentos de vidrio semejantes a una
cabellera.
Fiamme Fragmentos comprimidos de pumita en una
toba.

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