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L INTRODUCCIÓN
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Il. LA TORTURA Y LOS MALOS TRATOS:
SU REGULACIÓN INTERNACIONAL
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dos'- es objeto de atención por la práctica totalidad de las De-
claraciones-", Pactos6 , Convenio.>;7 y demás documentos sobre de-
rechos humanos aprobados tras lo Segunda Guerra Mundial.
Ahora bien, todos éstos hablan de la tortura sin definirla
-··cuando su concepto no deja de ser susceptible de múltiples
controvcrsllis- y sín entrar en una regulación derollada de las
obligaciones de los Estados, tarea que -tras la Declaración (9
4 Asf, arts, 4 U y 58 dd ReglMDCtJto sobre W Jey{";s y costumbres de la gue·
rra tm-restre, anejo al Convenio relativo a]~ leyes y \ISQS de la guerra., La
Haya, 1899 (Gacet:a de Madrid, 22 noviembre 1900); art 12 del Convenio
de La Haya relativo a los derechos y deberes de los potencias y personas
neutrales ea ~o de guenalerreslre, de 18 octubre 1907 (Gucetude M~drid,
23 junio 1913); arts. 16 y 21 del Convenio de La Haya de 18 de octubre de
1907 para apHcnr a la glletta marítima Jos priru::ipios del Cortveraio de
Giricl:ita (Gaceta de Madrid. 27 junio 1913); art. 2 del Convenio de G1nebra
para mi::.jorar la suene de los heridos y enfermos en los ejércitos en campa-
fia, de 27 de junio de 1929 {Gaceta de. Madrid, 10 octubre 1930); arts, 2, 3
y 5 del Converiio de Gloebru relativo al trato de los prisioneros de guerra,
de misma fecha y BOE.
Con postenoridad a la U Guerrn Mundlal, puedeti citarse igualmente en este
marco los C"--0nvertios de Ginebr,1 rle 12 de agosto de 1949 (BB.00. del E.
de 23 y 26 agosto y 2 y 5 setiembre 1952). Ver, así, los arts. 3 de los cuatnl
Convenios, arts, t2 de los dos prlmeros, üJtg. 17 IV y 87 del tercer Convenio
y am. 27, 32-y 118 deJ cmuto, Igu[l}rnenti::, art 75,211, ii) del l Protocolo adi-
donaJ, relativo fJ la protección de las vfctimfls de los conflictos rumados
interno.clono.les (ti de diciembre de 1977), y Il Protocolo adicional, acerca
de Ju. protecció11 de fos vfctinuis de los: cg.nflictos armados sin carácter in ter~
nacio11aJ (de igual fechfl). Thmbié.ri, párrafo 5 de JaDedaradón sobre la. pro-
tección de la moje.r y el niño en estados de,eniergencin o de: conflicto arma-
do {Resolución 3318 -XXIX- de la Asamblea General de las Nacioues
Unidas de l4 de diciembre de 1974).
5 Por todos. urt. 5 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1O
de L1icieinbre de 1948. También, art. 2 de la D~.cL'l!ación de la Asamblea
General de las Naciones Unidas sohre fo _protección lle todas la~ personas
contra las desapariciones forzadas de 18 diciembre 1992 (Res.271133).
6 Así, art. 7 del Pucto internacional de derechos civiles y políticos, de 19 de
diciembre de 1966 (BOE 30 abril 1977).
7 Art. 3 del Convenio europeo paJ:a fo protección de los derechos humanos y
de los libertades fundamentales de4 de noviembre de 1950 (DOE 10 oc.tuh
bre 1979), art, 5 de la Convención americ[lJJu sobre derechos hun1anos <le 22
de noviembre de 1969, art, 5 de la Crutn Africana de derechos humanos y
de los pueblo& {C'.arta de Banjul), de 27 de junio de 1981.
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noviembre 1975) de las Naciones Unidas sobre la protección de
todas las personas contra la tortura y otros tratos o penas crue-
les, inhumanos o degradantes--- ha venido a llevar a cabo la
Convención.
Formula la Convención un concepto internacional de tor-
tura8, que todas las legislaciones internas deben perseguir y san~
cionar "con penas adecuadas en las que se tenga en cuenta su
gravedad"9 • Un concepto "mínimo", al dejaren libertad a los Es-
tados para que inLcmacionalment.c, o en sus disposiciones inter-
nas~ puedan calificar tan1bién de torturas actos sírnilares no
incluidos en la definición aprobada por la Convención. Una noff
ción que, desde el prisma penal, y a la luz de la definición ofre-
cida, se caracteriza, además, por proponer una tipificación de la
tortura con base en los siguientes rasgos caracterísúcos 10 : de.lito
pluríofensivo, especial de resultado, doloso, de tendencia (en
sentido estricto) y susceptible de comisión por omisión:
- Delito pluriofensivo, porque ataca a una pluralidad de
bienes jurídico tanto de carácter individual, como estatal y co~
lectivo. La tortura --que le.siena directamente lo más íntimo y
constitutivo del ser humano, su personalidad, su integridad físi-
ca (incolumidad) y mornl- no es sólo un comportamiento espe-
8 " ...todo acto por el cmü se Inflija intencionadamente a una peruona dolores
o suírinlientos graves, ya sean físicos o mentaJes, con el fin de obtener de
ella o de: un tetcero información o 11nf:!. confesión, de c.ustigrula por un octo
que haya cometido, o se so.sped·K! q..._e ha cometido-, o de intimidar o coac-
cionar a esa pen;eina o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo
de discrimínaci6n, crumdo dichos dolores o sufrimientos sean infligidos por
un funcionario público u otra persona en c:l ejercicio de ftJnciones públicas.
a instigación suya., o con su consenrimientn o aquiesceacia. No se i::onside-
mrin torturas los dolores o sufrimientos que sean consecuencia únicatnen-
te de sanciones legítimas, ll que sean inbe.rentes o incidentales .u éstas, El
presente artículo se entenderá .sin perjuicio de cualquier instrumento intcr-
nocionul o legislación 1111cional que contenga o pueda contener di'iposicio-
nes de mayor alcance" (art 1}.
9 Tanto si c1Jnsumado, como si cometido en gro.do de tentativa, tanl:o :;i los
auto.res como a los có1nplices y partícipes en los actos de tortura (an. 4).
10 JL. DE LA CUESTA ARZAMENDI, El defito de tortura, Barcelona,. 1990,
pp. 24 'i SS.
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cialrnentc reprobable por su carácter degradante e inhtunnno, se
presenta además, en su dufinición internacional~ como una
forma especialmente reprobable de abuso de peder en el mru:oo
de Ja Admitiistracíón Pública y de la Admirustrru::ión de Justicia,
c.nyo fuocionamíento viene a desnaturall1.ar y pervertir,
- fata particular afectación de la Administración deriva
de la calidad de sus autores -funcionarios y demás personas en
el ~jercicío de funciones públicas~ que convierte a la tortura. en
un delito esptciaL La reducción de! círculo de sujetos activos a
los funcionarios es algo n1uy dise-utido. Sin duda, los no funcio-
narios pueden cometer actos matc-ríalme-nte idénticos a los pro-..
pios de la tortura, atacando de manera insnport!!bte e inhumana
Ja integridad física y moral de Sll.'i víc!ÍmllS. Ahora bien, con in-
dependencia de que también estos con1portamientos mere7xan
ser sancinnados y, sobre todo, hayan de buscarse fórmulas: que
permitan abe.rcar aúecuadamente los comportmníentos de parti-
culares, realizados con toleraiH:ia, aquiescencia o en beneficio
de funcionarios (la Convención los calífü:a también de tortura),
parece razonable ia restricción internacional del concepto míni-
mo de tortura a su ámbito más estricto: el abuso de poder fuo-
cionaríal.
- ¿En qué consiste nuclearmente (paro la Convencitln)
torturar'! En causar, en determinadas circunstancias, por parte de
ciertos sujetos, con unos objetivos específicos_. unos resultados:
'\)olores o suftünlentos gn.lYe.'i) físicos o mentales11 no inheren-
tes, incidentales o mera consecuencia de sanciones legítimas.
A pes;ir de que, en general, la fórmula pueda considerar-
se suficientemente expresiva, la detenninaci6n de qué sean
ºdolores o sufrimientos graves, físicos o mentales1111 es muy pro-
blemática desde el punto de vista jurídico: de un lado, por la pro-
pía subjetividad inherente a los térrrtinos dolores o sufrirrtientos
(y su variabilidad hístóríeo-cultural) y asimismo por la exigen"
cía de "gravedad", vía empleada por la Convenci6n (y por otros
textos internacionales) para Ja distinción entre lns supuestos de
11 DJviORBNTIN CA.\fPILLO~ "Vahrruc!6njudicia1 de la tortura: aspectos
me.dico·legaleii", Actualidad Penal, 3, 1996, pp. JJ )!l'>S"
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tortura y los demás tratos cruele'S, inhun1anos n degrndantcs. A
estas dificultades se afiade lo ímposihilidad de inclusión (en un
concepto de tortura así definirlo) de comportamientos que mere-
cerian ser tratados como tal y que de hecho lo son en otros lo:it-
tos internacionales, en particulnr (art. 2, I in fine Convención
interamericana para prevenir y sancionar In tortura. 9 diciembre
1985)", el emploo de métodos anulrulores de la personalidad o
que disminuyan la capacidad física o mental sin producir dolor
físico o padecímieutos psíquicos.
En realidad a la vista de estos problcmru;, sería preferi-
ble que las legislaciones internas se separnnm en este punm del
concepto intemacioJlll! y prefirieran una definición de la tortura
como delito funcionarial tle mera actividad (empleo de violeu-
<;ia u intimidació11 graves) con ciertos fines, completada con una
fórmula específica para los supuestos de omisión,
Añade, además, la Convención que quedan excluidos
como .supuestos de tortura los dolores o sufrimientos graves.
ñsicos o mentales, inherentes, incidentales o mera consecuencia
de sanciones legítimas. La cuestión, en este punto, es deterrni~
nar qué son "sanciones legítimas'} y si pueden tenerse por tales
todas las legalmente prevL~tas en cualquier ordenainiento inter-
no. Puesto que esto significaría, en la práctica, permitir a mu-
chos Estados eludir la Convención, lo correcto es admitir sólo
por legítimas las sanciones respetuosas de los derechos huma-
nos y no susceptibles de conceptuarse como penas crueles, Inhu-
manas o degradantes, internacionalmente proscrims,
- J_,a causación de los dolores o sufrimientos debe hacer-
se "'intencionadamente'1• El crimen de tortura es~ por tanto, un
delito doiaso; un delito que, en su configuración internacional
("mínima"), a la vista de la hrutnlidad o crueldad deliberada qoe
le es inherente, re-quiere dolo directo -no se satisface con el
dolo eventual~- y excluye toda posibilidad de comisión impru·
dente (incluso por imprudencia grave, lo que ha sido no pocas
veces criticado).
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- Junto al dolo, la presencia de la tortura depende tam-
bién de la concurrencia en el sujeto activo de ciertas metas, obje~
tivos o motivos (deUto de tendencia, en sentido amplio) descri-
tos por la Convención: obtener una confesión o información~
castigar, intimidar, coaccionar, discriminar n 1a víctima o a
otros. Al margen de lo adecuado o no de algunos de los térmi-
nos elegidos, no cabe duda de que, debido al propio carácter
"rnínimou del concepto íntemacíonal. la lista no constituye un
catálogo cerrado y queda abierta a Ja inclusión de nuevos térmí-
nos por cada legísJador interno.
- Estamos, por último, ante un delito susceptible de comi-
süín por ornis16n. En efecto, siendo el núcleo de la descripción
típica la caus.aci6n de unos determinados resultados, éstos pue-
den derivar tanto de] comportamiento funcionarial activo como
de la omisión punible (tolerancía, consentimiento, aquiescen-
cia) cometida por quien se encuentra en posición de garante, la
cual, si resulta hipotéticamente causal y cubre las exigenclas de
la cláusula de equivalencia, podrá dar lugar a responsabilidad
penal por cotnísión por omisión.
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A la luz de la Convención no es fácil distinguir enlre tor-
!Ums y los den!lls tratos conceptos que, a la posire, aparecen para
la mayor parte de la doctrina como aspectos de una Jnisma rea-
lidad, con una mera diferencia de grado: la gravedad delos dol~
res o sufrinlientos físicos o mentales causados. Nu e~1 ésta, con
tollo. la únkil posibilidad interpretativa que pcnnítc la
Convención". Por contra, defart.16 cabe deducir que los tratos
o penas crueles, inhumanos o degradantes no sólo difieren de la
rorlura en cuanto a la intensidad de los dolores o sufrimientos
producidos 1 sino que constituyen un concepto má.-; amplio~ que
no requiere para su integraciún ni lrt calidad funcionaáal (o asi-
milada de los sujetos activos)" -aunque el art. 16 de la Con-
vención sólo se ocuparía de los !ratos o penas causados por
éstos-·, ni los fines o motivación exigidos por la Convención
para la tortura,
Una mayor clllhorad6n de la di&tínción entre tortura y
penas o !ratos inhumanos o degradantes puede hallarse -ade-
más de en la Jurisprudencia del Tribunal Supremo de Jos
Estados Unidos de América en aplicación de !u enmienda octu-
va a la Constitución"- en la labor del Comité de Derechos
que pueda participar en la custodia, interrogatorio '' irat4míento :le perno-
nas sujetas a cualquier fonna de arresto1 detención o prisián (nrt. l O}~ 2) ul
examen sistemático de la-s normas, instrocciüDes. rnétodos y prdc:-iica" de
iuterrogatorio y de custodia y tratamiento (u.rt. 1 t); 3) a la investigación
pronta e hnpaici:al (art. 12); y, 4) al rcconocintiento del derecho, en todo
caso, a ptescntar quejas, que deben ser examinadas prontu e imyan:ialqv:-n-
te por las 11utotidndr.s co1npetentes, al tiempo que se .asegura l~ protección
efecdvn df: qufones las presenten (o te.~cifiquen) frente a posibles nue''t'S
ioolos trotas o íntitnid:ai::-ión (art. 13)
14 l.LDELA CUES'l'A ARZAMENDl, El deiiw .... cil., pp 45 y ss.
15 Ablm'-lll'ldo, p<lf tanto, a emplendO:'; .de instituciones pó\'adus de ensei'lanzai
profesionales de In rnediciM. priv<Wa, o sujetos no funcionarios ni i!n ejcn:l-
cio de funci<inc-s púhlh:as. pero en situación de s.upcrioridad res~cLO de
ot:rr;s que se en(!Ueotrnn 11 ru diSposición. ILSJJ\·1ACDONALD, ''Intenm-
tioool Prohihitinns Agalrn.1 Torture and Othcr Forrns of Similar l:reatment
of PWJU.h.n:ient", fnU:nh:JJÜHuri law 41 o llme af Perple;ri.y. Essays: in Ho~
nour ofSitabtai !U>se1me, [)Qrd,re.cht, 1989, p-p. 397 y s::L
16 A.TORIO LOPEZ, "'L.o proh.ibictúrt coru;Htucionul de ltm penas o tratos
inhumanos o degradootes (~uemn plim w esrudio)", en AJ3ERISTAIN,
Humanos de Ju ONU (Pacto internacional de derechos civiles y
políticos) y en la Jurisprudencia de la Conúsión y del Tribunal
Europeo de Derechos Humnnos de F...strasburgo 11 •
Conforme a la opinión del Comité, la única vía de distin-
guir adecuadamente entre tortura y los demás tratos (art. 7 del
Pacto) es atender a la naturaleza, finalidad y severidad de lo
infligido. En general, y con base en esos criterios, el Comité'"
distingue tres clases de actos: los "malos tratos" 19, los ºmaltra-
tos graves•'!') y las "torturas" 21 •
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Para lu Comísión y Tribunal de Derechos Humanos de
Estrasburgo12 , el urt. 3 del Convenio de Ro1na merece f'er enten-
dido no como una prohibición global de Ju tortura y de los tratos
inhumanos o degradantes. sino como un conjunto de tres prohi-
biciones dístintas 1 aunque pr6ri1nus, por suponer todas ellas tra..
!amientos ilícitos de parte de la autoridad. Siendo esto así, cada
concepto -que no deja de estar relacionado con los demás en
una escala gradual de gravedad·- disfru!Jl de cierta autonomía,
manteniendo un n1arco propio de aplicación.
La prohibición de los "tratamientos d1:graMnres"
-esto es, los que humíllan al individuo gravemente ante los
de1nás o ante sí mismo o le obligan a actuar contra su voluntad
o conciencia-- sirve a juicio de la jurisprudencia europea (fun-
damentalmente de la Comi<ión) para proteger a los individuos
frente a los castigos corporales (disciplinarios o como pena) o
respe4'to de un régimen de detención humlilaute y en lamenta-
bles condiciones materiales o Ueno de medidas vejatorias de
orden racista o comprometiendo b<ruvemente la salud d~l deteni,
do, pero también contra la discriminación racial~ el de..;crédito
social (lransexual alemana que no lograba el reconocimiento
jurídico de su nuevo sexo) o los castígos corporales acompo.ña-
22 Entre los casos 400 han e:sludindo la Comisión)' el T!lbu11a.I, destru::an por
so repercusJón los $iguientes~ lrlcnda v. Reirw Uaidc, Tytet; Camplu:li y
Cosans, Tomasí l<, Fraru:i.a, Clnss " Ale1nartia, Rit-biisch í--. /f.U5tria y Aksoy
v. Turquía. Tambi.!1~ resulta de interés el CasoSarg)n y lhgci '\.'. T_yrquú1, que
no llegó ai ·JrituruiL F.SUDRB. "La notion de 'pdries en tmíl:etnents in.hu~
mains on rlégrru:111nt1t~ dans la Jurlsprudencede la Comn1isslon et de la Cmtr
eoropéennes des droit:s de l'homme", Rew1e Générale d>I'! Drr,iJ
btterruuiun.al Puhlic, 88, 1984, pp, 8'25 y ss. Ver t11mbién A.CASSFSSR,
"Prohibilion of Tnrture and tnl:rumand anrl O;;:grading Trcatttu~nt cu
Putüshrnent'', en The Ettrt1pra1t Sy.rtf'nt ,fOr the Protecti® of Human Rights,
Dürdrecht 1993, pp, 229 y ss.;JL,DELA. CUF.STA ARZAMENDI, El defi.
flJ"'' cit, pp. 50 y ss.; L,KELLBERG~ "Thc Case-law of the Eui:opean
Co\nfllission ofHrnnan fligts on Art.~ ufthe ECRR", Th2 lnterrw1.flona{
Figll.t Agairrst Torture. J_,,a tutte lnternatfonale cortJ~ fil torture, Uaden~
Baden, !991, pfi. 97 y s.s.~ ~f.L,MAQOEDA ~REO, "La.trutvray ul-tü tm-
l(}S ínhumanos y t.iégn'ld.ani.e:t', Anuario de Derecho Pcf'l.al, 1986, pp. 4'2& y
ss.; A.'fORIO LOPEZ. "La pmtüblc1ón constituclonaL.", dt, 'PP· 177 )' ss.
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dos de humíllacíón pública o para la tutela de los derechos de
detenidos y presos frente al tratamíento médico, determinadas:
condiciones de detención, medidas vejatorias ...
Por su parte, ia interdicción de los "tratamientos ínhu-
rnanos" -los que provocan grandes sufrimientos n1entale.s o fí-
sicos injustificables que alcancen cierta intensidad-1 junto a su
ámbito natural de aplicación (brutalidades o sevieias en el mar-
co de interrogatorios policiales, técnica.~ de "interrogatorio pro~
fundon, supuestos de aislamiento celular absoluto no justificado
por razones de seguridad y de malos tratos a los detenido), pre-
senta igualmente otras ]Xltencialidades; v.gr., frente a supuestos
de expulsión, extradición o devolución a lugares donde el suje-
to puede quedar sometido a violaciones del art. 311 o casos de du-
ración excesiva de la detención, Son en especial "tratos inhuma-
nos", ajuicio del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (Ca-
so Irlanda v. Reino Unido) 14• las cinco técnicas de ''interrogato-
rio profundo" empleadas por los miembros del Ejército británi-
co y el Royal Ulster Constabulary en Irlanda del Norte: obligar
al detenido a pennanecer durante largo tiempo en píe contra la
pared, con las piernas y brazos separados y apoyado en la pared
sobre los dedos de )as manos; mantenerlo encapuchado, salvo
durante los interrogatorios; tenerlo en locales con ruido agudo
intenso; prívaci6n de sueño; y privación parcial de alimentos.
Finalmente, la "tortura" viene a ser una forma particu-
larmente aoorrecible de tratamiento inhumano dirigida a la ob-
tención de información o confesión o a infligir un castigo y que
el Convenio "ha. querido estigmatizar especialmente'rn.
23 P. e., por eí largo y angustioso plazo de espera en condir:iones extremas,
habitua1 en el país de destino re3pecto de la ejecución de la pea.a de. muene.
susceptible de uplkarse rtl supuesto en cuestión; porque d aujero está en
fase terminal de SIDA y s11 traslado al país de 1Jrigen c1Jnllevu un peligro real
de muerte en circunstancills lamentables; por el alto riesgo de sufrir actos
'violentos, flsicos o {lSí¡¡uico~.
24 Para la Comisión Europea de Derechos HvmMos, por unanimidad, '-'tortu-
rM"; Caso Irlanda v. Reina Unido.
25 S, 18 de ene.o de 1978 del Tribunal eu.-npeo (Caso Irlanda contra Reino
Unido), CORTES GENERALES, Tribuna{ europeo de Derechos Hmtranas.
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.<\horn bieny uun cuando cru:la conct.."JltO mantenga su pro-
pio espacio específico de aplicación, no dejan de estar p'ena-
mcnte_int.errclacionados y hastajer11rquizados 1 conforme a'su in-
tensidad y graveilad: no hay tratamiento inhumano que no sea
también de.gradante; no hay tortura que no sea al mismo tiempo
tratamiento inhumano y degradante (Caso griego). Esta interre·
lución y jernrquízación de los tres conceptos permíte a la juris·
prudencia europea operar con cierta llexíbilidad, clasificando
las conductas en unn u otra categoría confonne a su intensidad
y las circunstancias del caso concretcY\ e incluso -Jo que pare-
ce mucho m::ís criticable-tala luz del ªcontexto sociopolftico"
particular en el que se protlu1,ean las prácticas sometidas a enJui·
clamiento17 •
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tra antecedentes en otros textos internacionales 29 , no plantea
duda alguna respecto de la imposibilidad de justificación o tole-
rancía de ia práctica de la tortura con base en circunstancias ex-
cepcionules. Presenta, además, el atractivo de referirse de mane-
ra explícita a la imposíhilidad de justificación de la tonura por
obediencia debida. Esta referencia suscita, sin embargo, la cues-
tión de sí, desde el prisma penal, es posible la justificación de
actos particulares de tortura con base en otras causas de justifi-
cación: legítima defensa. estado de necesidad ... , no excluidas de
manera expresa por la Convención:i.o.
En efecto, a pesar de lo postulado por itnportantes secto-
res", no es fi\cíl deducir de la fórmula de la Convención una
prohibición absoluta de la tortura desde el prisma penal. La con-
sulta del Proyecto presentado por la Asociación Internacional de
Dere<:ho Penal", unida al hecho de que la Convención ha prefe-
rido aludir sólo a la obediencia debida, entre las posibles exi-
mentes conocidas por el Derecho Penal, apunta, en principio, en
sentido contrario y parece dejar abierta la puerta a la posible jus-
tíficacíón de actos de tortura en cu.sos de grave y masiva puesta
29 Art. 3,1 de los Convenios de Ginebra de 1949, arL 4,2 deJ Pacto inte1nacio-
mtl de derechos civiles y políticos, art. l5 Convenio europeo de derechos
hwnanos. Ver también. art. 27 de la Convenr::lói:i an1erican.a sobre derechos
humrutos.
30 J.L. DE LA ClJESTA ARZAMENDI, "¿,Justificaci6n de la tortura? Insu-
ficiencia.<> de Ja normativa pen.alintemacionai", Criminologta y De re.cha Pe~
nal al servicUJ de la persona. Libro Homenaje al Profesor A11tonio lle·
ristain, San Scbastián, 1989, pp, 695 y ss,
31 Por todos, A1'-1NESTY INTERNATIONAL. Tortura. Informe de Amrr.íst{a
lnternacional, Madrid, 1984, p, 26; A.BERlSTAIN, "Dos modificaciones
de la Constitucíón: incondkfonal abolición de la pena de muerte e incondi~
cional sanción de. la tortura", en A, BERISTAIN, J"L.DE LA CUESTA,
(Cornps.}, La droga en la sociedad actual y Nuevvs harizüntes en Cri~
mLrrolngW, Srui Sebu.stián, 1985, p. 212.
32 Que aJudfo expres.:unea.te a lu imposibilidad de justifiuición íJ ex.cusa rle l~
toroira "púe estarlo o amenaza de guen-a o de conflicto unnado, estldo de
necesida!.I o por cilll1quier otra circunstancia e:i::cepcíonaJ a por ne~idad o
urgencia alguna de obtención de informaciones o por cuatquier rttra razón".
R-evue lntenuuionale de Droit Pénal, vol. 48, 1977, pp. 268 y s.
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en peligro de destrucción inmediata de bienes jurídico indiví-
dua1cs únicamente conjurab1es n través de
la obtención inrne-
diata de una información que quien la detenta se niega a ofrecer.
Mucho n1ás adecuado y estricto resulta, en este sentido~
el Convenio de Roma de 1950". Este, al lado de la declaración
de los correspondientes derechos, incluye las excepciones que
pueden justificar su negación --en el caso de la prohibición de
la tortura, ninguna-y aun cuando en su art. 15 autoriza que cír-
cuns.tancias con10 la guerra o peligros públicos. pue-Oan determi-
nar la adopción de medidas contrarlns al Convenio, excluye a la
prohibición de la tortura de entre las disposiciones susceptibles
de derogación por estas causas, De aquí que pue<la afirmarse que
en el marco euTopeo la prohibición de la tortura es realmente
absoluta y no ad1nite ninguna excepcí6n ni justificación.
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Protocolo facultativo de lu Convenci6n 1 dirigido a instaurar a
nivel internacional un sistema de visitas". Origen del sisten1a
-que ya fuera propuesto por GAUTIER a través de la Comisión
internacional de Juristas y del Comité suizo contra la tortura~
es el ya conGcido mecanísmo instaurado por los Convenios de
<Jinebra de 1949 y su Protocolo Adicional I de 1977, que -res-
pecto de los conflictos annados internacionales- atribuye ni
Comité Internacional de la Cruz Roja el deber de visitar, sin pre-
vio aviso, a prisioneros de gueo:a y demás personas protegidas
en sus lugares de detención o de internamiento. El Comité
Internacional de la Cruz Roja visita tambíén a detenidos por
razón de) conflicto en supuestos de conflictos armados no inter-
nacionales e incluso en situaciones de grave perturbación del
orden interno y orras situaciones de violencia intema11 •
Este sistema de visitas es aplicable ya, desde 1989, en el
seno del Consejo de Europa a través de la Convención europea
para la prevencíón de la tortura y de las penas o tratamientos
inhumanos o degradantes (Estrasburgo, 26 junio 1987), que ins-
tituyó et Comité europeo para la prevención de la tortura y de las
penas o tratamientos inhumanos o degradantes) compuesto por
un número de miembros idéntico al de Estados-Parte. elegidos
por el Comité de Ministros del Consejo de Europa por mayoría
absoluta. Tarea del Comité es organizar --<:on el apoyo de ex-
pertos y de otras personas- las visitas de los lugares de deten~
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ción} visitas que pueden ser periódicas, ad hoc o de seguírnien-
to3i>, y preparar un informe confidencial sobre los hechos cons-
tatados (que puede hacerse público con el consentimiento del
Estado), así como un informe anual con recomendaciones.
Las ventajas de este siste1na son los efectos positivos que
se derivan del mero hecho de la visita y que suelen traducirse en
la atribución de medios para la mejora de los lugares visitados,
de la formación del persona)~ ciertos cambios- en el régimen de
detención ... Además, a medida que vu conociéndose el meca-
nismo crece su efecto preventivo o disuasor, en particular si se
realizan vis.itas frecuentes. De todos modos, no pocas de las
recomendaciones que se formulan qnedan sin hacerse realidad39 •
-59-
.1\ pesar de las posibles crílicas42, la disposición del art.
15 de la Constitución no deja de tener una especial trascenden-
cia. En primer lugar, por su colocación sistemática, en el núcleo
central de la Constitución, cuya refonna precisa de una mayoría
especial (aprobación del principio de reforma por mayoría de
dos tercios, disolución de las Cámoras, ratificación de la deci-
sión de refonna por las nuevas Cámaras elegidas, aprobación de
la reforma por mayoría de dos tercios y referéndum) (art. 168).
Especial trascendencín, también, por las garanlías de que
disfn1ta~ 1as máxhnas garantías constitucionales: adenu~~ de 1a
aplicación directa, la vinculación a todos los poderes públicos y
reserva de ley, imposibilidad de suspensión bajo ninguna cir-
cunstancia y nulidad constitucional (y, por tanto 1 posibilidad de
recurso de inconstitucionalidad y de amparo ~rdinnrio y cons-
titucional) de todos los actos. legislativos, ejecutivos o judiciales
que directa o indirectamente la contrn.r!en.
Por últitno. aunque no en importancia, por lo que índica
la experiencia de cláusulas similares del Derecho Comparadoº.
así como por lo dispuesto en el art. 1012, que remite a la Decla-
ración Universal de Derechos Humanos. y a los tratados y acuer-
dos internacionales suscritos por Espaiia para la interpretación
de las normas relativas a los derechos fundamenta]es, entre las
que se encuentra la prnhibid6n de la tortura.
No ha pasado, además, desapercibido a la doctrina el he-
cho de que la Constitución indique ''en ningún casoH, expresión
que se considera suficiente base de apoyo para afirmar el carác·
ter absoluto y sin exce-pci6n de la prohibición constitucional de
42 A.DEL TORO MARZAL, "El nuevo delito cJc: tortura", en S.MIR {ed.), La
reforma del Derecho Penal, Bellaterra, 1980, pp. 280 y s. Ver también
BERISTAIN, quien. censllra l:i ful.ta de "diversificación conceptual" entre la
tortura y los de.más tratos. "Dos rrtú<lificacinnes .. :', cit, p. 211.
43 Como la prohibición de las penas crueJe¡¡ o inusuales de la ennüeada octa~
va de la Constitución americana. Por to<los, L.C,IlERKSON, The
Cancept... , cit. Ver también A.TORJO, "La prolúbicíón constHuclonal ...",
cit. (y la bil:IHogrnfía por él aportada).
-60-
la tortura en el Derecho español44 y1en consecuBocia. su no ju.s-
tificací6n penal en ningún caso (por legítima defensa, estado de
necesidad o cumplímiento del deber).
44 A.DEL TORO MARZAl.. "Bl nuevo delíto,,,''', r:it.,, {L 281. Ver tambi~n
~LLMAQUEllA ABREU, ''LnlotUita.. c,cil,, pp.471 y s.;!.M.'IAMARIT
SUtvtALLA, en G.QUINTF.RO {)LlVARES (Dir._)~ Co1ncrdarios nl Nucvc-
Código Pemrl, Pamplona 199(J, pJL 866 y r.:. l\tati.zad:.imente en cuanto al
apoyo C(}nstitucional, ::o.1nque defendiendo la no .iu$Üficac16n en niog1h1
cfü;o, J,BARQUIN SANi';, Lcs delitos... , cit., pp.163 y ss.
45 Que si se empleaba, con todo, en el :ut, 501-4 üubo con "turturas"} y, desde
fo_ reforma de 198"9, por el urt 421,J (lesione& con tortura).
~6 El reflejo penal de- 1.3. ;:i.boli.dón de J.a toltlm\ en el siglo XIX tuvo lugar en
los prin1t'l'.'OS C.6digoo 0812. y 1&48·50) a tra..,é:i de la tipificncióll dclmlil~
-61--
de esta Proposición fue exp1fcitamente tipiflcar "las diversas
formas de esta abe1Taci6n delictiva", a cuyo efecto proponía la
introduccí6n de diversos artículos en el Código Penal. El curso
de los debates cambíó, sin embargo, el rumbo de la propuesta
que aeabó en la inclusión de un único (y largo) nuevo artículo,
el cual, a pesar de sus defectos e insuficiencias, fue objeto de
una única reforma ínstrumen!dda en el seno ele la LO .311989, de
21 de junio, de Actualización del Gídigo Penal''.
En realidad, objeto de regulación por el art.204 bis ne
fueron ni sólo supuestos de tortura ni todas las modalidades de
ésta. C~on una estructura interna complicada y nada fácil de
desentrañar se cornrwendínn en su se-no1 junto a 1a sanción de tos
interrogatorios irregulares en rnutería penal (párrafo IV), que al-
gunos eonsíderru:on el \Í('o básico de tortura'", supuestos de tor-
tura indagat.oria-causación de dolores o sufrimientos ffsicos o
mentales con el fin de obtener una confesión o declaración
(párrafos r y !I}--y de maltrato penitenciario (párrafo 111); todos
ellos completados por una fórmula de cierre (párrafo V), dirigí·
da a sancionar los casos de tolerancia en la tortura y que funcio-
naba como cláusula de extensi6n de til' pena de los autores en
supuestos de autoría mudiata con instrurnento no cualificado y
de participación de funcionarías en hechos d<l tortura cometidas
---·--""'''~ ···---~--·--
-63-
para supuestos delictivos próxinlOS {corno los delitos contra la
libertad de las partes del art. 325 bis).
A la vista de lo anterior, se extendió la deruanda de intro-
dueci6n de unn nueva tipificación delictiva dirigida a recoger las
diversas modalidades de tortura, con una sanción penal adec-ua-
da a la gravedad de los comportamientos y a la importancia del
bien Jurldicc protegido".
-64-
parte de los textos proyectados del nuevo Código Penal que, en
general 1 se mostraron continoistas con la estructura del art. 204
bis 1 introduciendo alguna~ mejorils on el mismo53 •
La situación cambió con el Anteproyecto de 1994, Este
incluyó un nuevo Título en el Libro TI (Tít VI), tras Jos delitos
contra la libertad, con la rúbrica "De los delitos contra Ja inte-
gridad moral", dirigido a tipilkar como delito común lu inflk-
ción de un trato degradante con grave menoscabo de la integri-
dad moral (art 169 del Anteproyecto y del Proyecto), Al mismo
tiempo, abri6 una sección 311 para "la tortura y otros tratos degra-
dantes+> entre los delitos cometidos por los funcionarios públi-
cos contra las garantías constitucionales (Capt V, TfLXVIII,
Delítos contra la Constítucí6n). Contenido de la nueva sección
era ta tipificación (como delitos de funcionarios, abusando de su
cargo):
de los atentados contra la integridad moral de una per-
sona (art 515, 518 del Proyecto),
del delito de tortura (art 514, 517 del Proyecto), rom-
piendo ya la estructura y sisten1ática del anteríor
art 204 bis, y
- de dos disposiciones comunes: una) extensiva de la pe~
nalidad para los supuestos de tolerancia en la tortura
(art, 516, 519 del Proyecto); la otra, previendo la acu-
mulación de penas (concurso real) para cuando al aten-
tado a la integridad moral se añadieran lesión o daño a
la vida, integridad física, salud, libertad sexual o bie-
nes de la víctima o de un tercero (art. 517, 520 del
Proyecto)",
53 Ver así el art. 628 del Proyecto de Ley Orgánica tlel Código Penal de. 1980;
art. 562 de la Propuesta de Anteproyecto del Nuevo Código Penal de 1983;
'j el rut. 551 del Proyecto de Ley Orgánica del Códig(} Penal de 1992.
54 El Anteptoyech:i cerraba la sección con el .art. 518, que sancionaba ni Cun-
donario o autoridad que, a sabiendas, ítnpidierc n una pers011a el ejercício
de tos derechos cÍ\'ÍC(JS reconocido~ por la Constitución y las leyes. El texto
de este artículo fue re-cogldo, con mejor criterio, p<Jr el Proyecto en el últi~
rno precepto de la sección 4~ (art. 526).
-65-
El are 169 fue objeto de cuatro enmiendas de supresión
en el Congreso, que se apoyaban en la ambigüeillld y vaguedad
de los conceptos y su díffcil cvmpatibilidad con !os principios
de legalidad, laxativiúad y proporcionalidad". Estas enmiendas
no fueron aceptadas por el lnfo1111e de la Ponencia".
Ninguna ennúenda fue presentada contra los arts. 5 [ 7 a
520~. No obstante, el Pleno del Congreso decidió eliminar la
sección 3' del Capt. V, Tít XVIII y remitir su contenido al Título
VII del Libra II, que pasó a denominarse "De las torlums y olros
delitos contra la integridad mmal". Igualmente redujo la pena
prevista para el delito (común) de trato degradante (art.173) y
añrulió la coletilia final del art. 177, referida a la exclusíón de la
regla del castigo separado de los hechos cuando el "atentado
contra la integridad moral ( ... ) ya se halle e•pecialmente casti-
gado por la Ley""'·
En el Senado, los artK 173 a 177 fueron objeto de cinco
cnnúendas. Las núms. 243 a 246 de la Sru. Boneta (G.P. Mixto\
pidieron la supresitín del art. 173 y la eliminación en los arts.
174, 17.5 y 177 de la expresión "integridad moral", proponiendo
su sustitución por "trato inhumano o degradante". Estas enmien-
das no fueron aceptada> por la Ponencia. Sí que resultó incorpo-
rada al texto del Informe la enmÍeJida núrn.317 del G.P. Socia-
lista, al an:. 174, 1, que postuló la elevación de la pena de inna-
bilitacíón absoluta, pasando ésta a durar de ocho a doce años".
Los arts. 173 a 177 (Tít. Vll, Libro ll) son, pues, los que
se ocupan, en el Código Penal de 1995, de la regulación de los
delitos de tortura y demás atentados contra la integridad moral,
que se presenta como "sumatncntc novedosa"00 y aplaudida por
parte de la doctrina61 , aunque igualmente curgada de dificulta-
de.s62, ya destacadas en el debate. parlamentario, por su cuestio-
nada "oportunidad" y "acierto'..,_' y, desde el prisma de la tipici-
dad~ por su carácter ºabsolutamente abierto" 64 , lo que1 además
de infringir el principio de taxatívidad, dificulta a la postre la
aprehensión no sólo de no pocos de los términos (en sí mismos~
-67-
conceptos jurídicos indeterminados, muy impreciso.s-)1s 1 síno
también hasta del marr,-0 específico de aplicación de las nuevas
figuras delictivas.
-68-
A la vista de la complejidad e imprccisión7() del concepto
y de su estrecha relación con la dignidad11 --concepto no menos
difíciFi y difuso·-·- y con otros bienes esenciales de la persona73
ya protegidos por el Código, no es sencilla la tarea de delimitar
lo que, desde el prisma penal, deba tenerse por "integridad mo-
ral" ten cuanto bien jurídico "autónomo" 74 : esto es, co1no "cate-
goría conceptual propia" 7·\ separada del complejo "integridad
física y moraP'16 y distinta de otros bienes jurídicos tutelados,
que -como exige, además, el contenido del art. 177- pueda
verse atacada sin que necesaria y simultáneamente se afecten
"otros bienes personalísin1os"n.
Un interesante punto de partida viene dado por el esfuer-
zo realizado en el tnarco de la jurisprudencia constitucional.
Esta, en algunas scntencias11\ ha ido acotando el marco de pro-
tección constitucional de la integridad moral, como manifesta-
ción del derecho a la inviolabilidad de la persona, que protege a
todos frepte a "ataques dirigidos a lesionar su cuerpo o espíritu"
y "contta toda clase de intervención en esos bienes que carezca
del consentimiento de su titular" (STC 27 junio 1990). A través
-69-
de la garantía de lu integridad moral, la jurisprudencia consütu-
cional ha destacado que se pro-_<tcrihen los ''actos violentoB con-
trarios a la vo)untad de una persona" que vienen a transformar-
la en un "mero instrumento" (STC 11 abril 1985) y también
"cualquier violencia de carácter intimidatorio"~ inc]uso si deri~
vada del derecho constitucional a !a libertad de pensamiento,
que de manifestarse "do forma coercitiva,. .. supondría una le-
sión del bien jurídico integridad moral" (STC 19 enero 1982).
Son ade1ná!i características de los atentados contra la misma (en
especial. s:i en el :ámbito pen1tenciarío)79, la "eausación de un
sufrímienw de especial intensidad o provocar una humilbción o
envilecimiento del sujeto pasivo".
De la jurisprudencia constitucional, DIAZ PfrA"' extrae
como "notas fundamentfil.es.11 de los compnnamientos suscepti,.
bles de atentar contra !a integridad moral: l) su carácter "nor-
malmente violento"; contrario a la voluntad de) sujeto pasivo; 2)
ser geoorndores de "sufrimientos o padecimientos"; y 3) "ade-
más", con «humillación" t "envilecimiento" de quien los viene a
soportar. A continuación, configura la integridad moral como
"un derei;ho complejo" (libre fmmación de la voluntad más dig-
nidad) con ba.'>fl en esas can\cterístícas.
A mí juicio, la delimitación negativa de la integridad
moral que reuHza la jurisprudencia constitucional viene a conec-
tarla "en su arranque"", como bien jurídico, con la dignidnd de
la persona. Esta debe entenderse no yn como "ídea inspirado-
ra"" o "valor básico (...) fundamentador"" de los derechos fun-
-70-
damentales~, sino en cuanto garalltía elemental de la propia per-
sonalidad del ser humano y de su libertad moral: al ser humano
sólo se le puede asegurar eJ reconocimiento de su condición de
tal y su libertad (libertad de autodeterminación personal y de
acLuar conforme a lo decidido)t:s" si se le guranti1.a. su ínvíolabUi-
dadM, su tratamiento como "persona;; y no como "cosaºª11 como
un "fin en sí mismo" (KANT), de aquf Ja interdicción de su con-
sideración como un "puro o simple medío"!i!! para la consecución
de determinados fines (más o menos aceptables) y. simultánea-
mente, su protección frente a toda clase de ataques ofensivos.
humillantes, degradatorios o envilecedores.
Núcleo central de los comportamientos agresores contra
este bien jurídico ha de ser, por tanto; el violentar, contrariar ile-
gítimamente la libertad de (formación o exteriorización de la)
voluntad del sujeto pasivo"' (obligándole a hacer u omitir lo que
no quiere o a soportar una situnci6n no desead.a), tnedíante actos
de diverso signo y características, dlligidos a (o 4ue conlleven)
un cierto tratamiento instrumental del mismo, su cosificación.
La jurisprudencia constitucional. en su tarea de delituitación ne-
gativa, ha entendido que esos actos deben, de algún modo~ pro-
vocar sufrimientos o padecimientos y ser humillantes, veja.to-
S4- Lo que, desde el prisma peaaJ, por su generalidad y amplitud serla "insufi-
dente", J.L. GONZÁLEZ CUS.SAC, "Delitos ...", cit., pp. 74 )1 ss.
85 M.M .DIAZ PITA, "El bien juddico protegido ...", r.it.. p. 8:5; I.L. GON-
ZÁLEZ CUSSAC, "Delitos.. !', ciJ., p. 77.
86 J.L.GONZÁLEZ CUSSAC, ibúlem, p. 7S. HabLm también de ''indemnidad
personal" o "irlcolumidad", J.C. CARBONELL MATEU, J.L GONZÁLI3Z
CUSSAC, en Deredto Penal..., cit., pp. lK9-I'JO; D. LÓPEZ GARRIDO,
h-1. GARCIA ARAN, El ú5digo Penal de 1995 y lo voluntad del legislador,
Madrid, 1996, p. 105 {también en sentido similar, para el art. 173, C.
CONDE-PUMPIDO TOURON, en C6digo PennL .. , cit., p. 2115), Para
TAMARIT los ataques íl fo integridad moral se presentan como una vía de
intensificación del "injusoo producido pílr la agresión al bienjurldic.o inco~
hunidad corporal" {en Comentarios.. cit., p. 860).
S7 C. BECCARIA,De íos de/it()s yde las penas, Madrid, 1976, p. 146.
SS Grundlegurrp, drtt Mi:tr1phy.rik der Si!Mn (Htsg. K_ Vorliinder), reintpresi6n
de la 3" ed., I-Ir:unburg, 1965, p. 58 y 62 y s..
89 Críticamente, G. PORTil.LA CONTRERAS, en Curso.... cit., pp. 276
-71-
rios, envilecedores, lo que resuJta plenamente correcto. 1"ambién
parece requerir la jurisprudencia constitucional cierta violencia -
(con inclusión de la violencia de carácter intimidatorio). Con
todo, esta última exigencia no pertenece tanto al ámbito de- deli-
mitación del bien jurídico integridad n1orul 1 cuanto al de los
niveles de ataque punibles: fácilmente cabe imaginar actos no
violentos (y que no supongan violencia intimidatoria) que con-
traríen de manera ilegítima la voluntad del sujeto pasivo -ins-
trumentándolo, produciéndole sufrimientos o padecimientos y
con humillación 1 vejación o envilecimiento'Xl-y que resulten de
todo punto inaceptables desde el prisma de la integridad moral.
Aún más, sólo la configuración del bien jundico integri-
dad moral como ataque a la dignidad en el sentido expresado
(esto es, en cuanto fundmnento de la libertad moral y personali-
dad del set humano) y que deje al margen la condición violenta
o no de los ataques, permite entender adecuadamente las reta~
ciones entre los nuevos delitos contra la integridad moral y las
infracciones pena)c..11 contra otros bienes personalísimos.
En efecto, una de [35 mayores dificultades que presenta
la aceptacíón de la integridad moral como bien jurídico penal-
mente protegido no es tanto su 1nerecimiento o sus.ceptibílidad
de protección, cuanto su necesidad de tratamiento autónomo91 y
la ºdelimitación teórica y práctica"92 de los nuevos tipos delicti-
vos, ante la existencia en el Código Penal de mllltíples incrimi-
naciones dirigidas u la protección de la integridad y la salud, de
la libertad o del honor, las cuales, para un sector de la doctrina",
-73·
constituirán, de suyo, ataques a Ja libertad. No quiere esto decir
que siempre que se dé un hecho contra la integridad moral este-
mos ante un ataque punible a la libertad. El Código Penal limi-
ta la tutela penal de algunos de los aspectos de la libertad a
determinadas formas de ataque, dejando para otras ramas del
Derecho el tratamiento jurídico de los demás supuestos (p.e.
conseguir que a alguien por engaño haga algo). Thmpoco todo
atentado contra la libertad ha de ser simultáneamente ataque a la
integridad moral. Aun cuando siempre pueda observarse cierta
insrrumentalizaci6n, son perfectamente imaginables delitos
contra la libertud que no alcancen el componente humillante,
vejatorio, envilecedor, exigido para las violaciones de la integri~
dad moral.
Por su parte, los delitos contra el honor se recogen en el
Titulo XI, en sus modalidades de calumnia e injuria. El ort. 208
define la injuria de un modo amplio como "acción o expresión
que lesiona la dignidud de otra persona menoscabando su fama
o atentando contra su propia estimaci6n". A pe.i;;;ar de la referen-
cia expresa a la dignidad y de la inclusión del atentado conlra la
propia estimación, también en este caso el ámbito de aplicacíón
de los delitos contra la integridad moral puede distinguirse del
propio de las infracciones contra el honor (a las que en cierto
modo consumen). La dignidad protegida en la integridad moral
tiene un carácter más elemental, "previo al honor". indepen-
diente <le su rol social o de su compürtamlento y está garantiza-
da de 1nanera absoluta frente a cualquier "intromisión del poder
público"". De otra parte, en los atentados contra la integridad
moral, que siempre conllevan por definición un atentado al
honor, estamos ante actos que contrarfan o violentan ilegítima-
mente la voluntad del sujeto, al obligarle a hacer (u onútir) o a
.soportar una cosa, algo extraño n los conceptos de calumnia o
injuria.
97 M.M. DIAZ PITA, "El bien jurídico protegido ..",cit., pp. BS. y ss,
-74-
En definitiva 1 lu íntegridad moral constituye un nuevo
bien jurídico suscepúble de delimitación (aunque no sin dificul-
tades) de los bienes jurídicos tradicionales conceptualmente
más próxünos y dice relación con el derecho a la dignidad en
ouanto fundamento y garantía de la libertad y personalidad del
ser humano. En este sentido, su inclusión entte Jos bienes jurí-
dicos tutelados por el Código parece razonable, al asegurar el
castigo de graves comportamientos que anterionnente podían
quedar impunes!lll o, a lo sumo 1 relegados a su tratamiento como
injurias. a pesar de su mayor gravedad y trascendencia, dejando
en parte desprotegido este importante bien jurídico. Al mismo
tiempo, por su condición elemental y previa a otros bienes jurí-
dicos personalísimos, puede permitir un mejor y más adecuado
cierre del conjunto de infracciones contra los mismos, al poder
operar los tipos penales protectores de la integridad moral como
"tipos residuales" o "cláusulas de recogida"l"l respecto de aqué-
llos.
Siendo nuclear a los ataques contra la integridad moral
su carácter impositivo -el hecho de consístir en un violentar o
ilegítiman1ente la voluntad de otro-1 la presencia del consenti-
miento libre por parte del sujeto pasivo excluirá, en principio, el
ataque mismo al bien jurídico Y~ por tanto, la tipicidad 100•
Colocación sistemática: Por lo que rcspectn al lugar que
ocupan los delitos contra la integridad moral en el seno de
Código Penal, ha resaltado la doctrina su importancia, cara a
destacar "la relevancia" del bien jurídico que se tutela y la gra-
vedad de los atentados contra el mismorn 1• También se entiende
que la nueva distribución ayuda a la construcción de la integri-
-75-
dad moral co1no una ''catego1ía conceptual propia'\ '(autónoma
e independiente del derecho a la vidü 1 a lu integridad física a la
libertad y ul honor"'°', lo que a pesar de las dificultades merece
uno valorución positiva103.
108 M.M. DIAZ PITA, "El bien jurídico protegido ....., cit., p. 37; C. CONDE~
PUMPIDO TOURÓN, en Código Penal, cit.. pp. 2115 y s.; J.L.
GONZÁLEZ CUSSAC, "Delitos..." cit., pp. 80 y ss-.; LA .LASCURAIN
SÁNCHEZ, en ComRntarios•.. , cit., p. 504; EMUÑOZ CONDE, Derr.cho
Penal, cit., p. 157; G. PORTILLA CONTRERAS, en Curso .. ., cit., p, 284:
A. SERRANO GÓMEZ, Derecho Penal, cit., pp. 164 y ss.; J.L. RODRf-
GUEZ~VlLLASANTE Y PRIETO, "De las torturas y otros delit-os o:inlrn ia
i.ntegrid;ad Jnoral", Cuadernos de la Guardia Civil. 15, 1996, p. 95,
109 C. CONDE-PUMPIDO TOURÓN, en Có-digo Penal, cit., ¡L 2115; J.L.
GONZÁLE2': CUSSAC, "Delitos ..." cit., pp. 80 y ss.; J.A. LASCURAIN
SÁNCHEZ, en Comentarios"., c:it., p. 504.
110 Para MU~OZ CONDE, comprensivo de los "atentados genéricos contra la
integridad morai". Derecho Penal, cit.. p. 162.
-77-
El único delito común (desde el prisma de los sujetos
activos) contra la integridad moral que recoge el Título VII es el
delito de menoscabo grave de In integridad moral mediante la
ínfücción de un trato degradante (rut, 173).
En cuanto a las figuras especiale.1 (funcionarios), el con-
tenido de los arls. 174 a 176 permite distinguir los supuestos
expresamente calificados de tortura (art. 174,1), el maltrato pe-
nitenciario (art. 174,2) y el tipo subsidiario de atentado conwa la
integridad moral comefalo por funcionario (art. 175), descrip-
ciones típicas a las que se añade la dáusula de extensión de la
pena para los supuestos de tolerancia en la tortura (art. 176).
El art. 177 recoge, por último, una regla concursa!
común.
e) Particularesfigwm delictivas
a') Grave menoscabo de la integridad moral cometido
por particulares
-78-
y atentados contra la integridad moral producidos en el marco
laboral. fa1niliar o, en general, de lo privado; en situaciones cla-
ras de subordinación 1 susceptibles de abuso 1n: piénsese. por
ejemplo, en residencias de la te.rcera edod, centros de enseñan-
za, centros sanitarios o, incluso, en Ja mera Hsuperioridad fácti-
ca derivada de una desiguuJdad de fuerzas o del número de per-
sonas presentes" 114 •
El tipo penal -dirigido sin duda a la prot~ción del bien
jurídico integridad moral, sin más~ se presenta, en este senti-
do, si no plenamente "abierto" 111 , cargado al menos de "excesi-
va amplítud" 116 e ímprecísiónH 1 , derivadas en no poca medida del
empleo de unos "términos más vagos de lo que sería desea-
ble"118, con los importantes problemas ínterpretativos 119 y de
seguridad jurídica que ello suscita. Esto no obsta o que; como ya
se ha dicho, no pueda ser tenida por la figura básica de todo el
Título VII, el cual carece, en realidad, de una estructum unita-
ria. Por contra, estamos ante un tipo independientc 11º del resto de
infracciones contra la integridad moral, aun cuando algunas de
éstas presenten un ámbito típico en parte (no plenamente) abar-
cado por aquél. Tampoco es, en este SC!.ntítlo, un "tipo residual"
respecto del resto de figuras del Título VII"' que, dejando a un
-79-
lado la condición funcionarial de los sujetos activos, describen
comportamientos mtis amplios.
sr que opera. sin embargo, como figura delictiva "resi-
dutd" o '"de ciene" en re!ací6n con otros tipos delictivos1n tute-
ladores de la vida, la integridad, libertad"' o fo libertad sexual.
Estamos ante un delito de lesión"': el propio dictado típí·
co exige el menoscabo (grave) de[ bienjurídíco protegido.
1!po abje1iva: La conducta viene definida medíante la
combinación de los términos "inflígiru, "truto degradant.;"" y
"menoscabo grave de su integridad morul". Así, los sujetos pnsí·
vos de la acción y del delito coinciden y ban de ser personas físi-
cas; la integridad moral no es pau'imonio de las personas jurídi-
cas 12'~ aunque Jo sea de sus miembros.
Defiende TAMARIT SUMALLA que el dellio es de mera
actividad''", pues la referencia al metlóscabo de la integridad
moral no puede considerarse un "resultado separado de la ac-
ción'\ sino como una limitación (hasta "reiterativa") <lel ámbito
de lo punible a los comportamiento.' graves. Si bien desde el pris-
ma de lcge ferenda la c'{mfiguraeión como tipo de mera actividad
sería deseabre. 121• de lege 1.ata 1 la exigencia típica de un me-
noscabo grave de la integridad moral, más allá de la inflicdón del
trato degradante, convierte a este deliti...I' en uno de resulL.'ldo~'UI.
-80-
"'Infligir" es sinónimo de "imponer", "ocasionar", "pro-
ducir", lo que para algunos apunta a un comportruniento exc.lu-
siv.amente activo 129 y requeriría para la sanción de los co1nporta-
mientos ontisivos (p.e. cometidos en el marco de una organiza~
ción) una fórmula similar a la prevista para los funcionarios. por
el art.176' 30• Sin perjuicio del evidente interés que presentaría la
incJusión de una cláusula semejante al art. 176, son, con Lodo,
perfectamente in1aginables comportamientos omis.ivos infracto-
res de un deber de garalltfo que se traduzcan en la sumisión de
una persona a tratos degradantes con grave menoscabo de la
integridad moral 11t, cuya.exclusión del ámbito típico con buse en
el término "infligir" resultaría inrulmisible.
El concepto "trato degradante" ha sido objeto de delimi-
tación, como ya se ha visto supra, por Ja judsprude:ncia europea
de derechos humanos (y siguiendo a ésta por el Tribunal Cons-
titucional), que, junto a la atribución de una esfera propia de
aplic::lción, lo considera simultánea1nente el nivel ínfcrior de las
conductas infractoras del art. 3 del Convenio. Esto no es «in-
compatible"1n con la exigencia de un menoscabo grave de 1a
integridad mordJ., aun cuando ciertamente el segundo requisito
dificulta la aplicación mimética respecto del art.173 del conte-
nido de la jurisprudencia europea. En cualquier casoi mediante
la elección de los tratos degradnntos no queda duda alguna de
que el legislador ha preferido tipificar como "núcleo" 133 de la
129 J,M, TAMARIT SUMALLA en Contentarios, .., cit., p, 861. También, 1.L.
RODRIGUEZ-VILLASANTE Y PRlETO~ "De. tus torturas...", cit., p. 95.
130 J,M. TAMARIT SUMALLA, en Comentarios .. , cit., p. -862.
131 CONDE-PUMP!DO TOURÓN (Códfgo Penal, cit., p. 21 l8) dtn. el ejem-
plo siguiente: rrumtener a un anciano impedidG, ingresado en Resideuda.
indefinidnmente en su lecli.o sin auxiliarle en sus n.ecesill.ades físiülógicas
porq11fon tíene encomendado hucerlo, de mant!l'a que acabe acostado s-0bre
sus propir:tS excrementos,
132En contra, M.M. DIAZ PITA, "El bien jurídico protegido .. ,", cit., p. 51,
quien señala que el legislador debería haber aludido a "tmto inhumano",
"segundo csl'lllón de la escala de grnvl!dad" (p. 52).
133 C.CONDB··PUMPIDO TOURÓN, en Cddigo Penal, cit.. p. 2118; LL.
RODRIGUF..Z-VILLASANID Y PRIETO, "'De Jns torturas ..", cit., p. 96
-81-
conducta "lo 1nínimo" 1) 4 , por lo que tendrán cabida todas las
conductas (como las "torturas" causadas por particulares u
otras) 115 que superen ese umbral inferior.
Literalmente es "trato degradante" aquella conducta o
sucesión de aclos 116 que humillan, rebajan, envilecenu1• La juris-
prudencia europea y constitucional entienden, como sabemos,
que el trato degradante requiere 1a causación de padecimientos
físicos o psíquicos de cíertu intensidad infligidos de modo veja-
torio para quien los sufre y con la intención de vejar y doblegar
la voluntud del sujeto, reduciéndolo a la categoría de cosa. Por
su parte, la jurisprudencia de la Sala 5" en interpretación del art
l 06 del Código Penal Militar'" asimila el trato degradante a la
"reducción de una persona a la condición de objeto, de fardo, de
meru cosa, Ja utilizaci6n de la misma para el procaz divertimen-
to de gentes, su anulación como persona libre, la negativa, en
definitiva, de su condición de hombre", distinguiéndolo neta-
mente de "expresiones levemente lujuriosas o incorrectas des-
provistas de grave carga ufensiva111 1t. La necesidad de distinguir
entre tratos degradantes e injurins y de111ás atentados al honor
tambíén preocupa con carácter general a la doctrina, que tiende
a excluir de su ámbito las meras agresiones verbales o las ame--
-82-
nazas de futuro'"· En el delito del art. 173, los tratos degradan-
tes han de ser, además aptos paro producir corno resultado un
grave menoscabo de la integridad mornl. Por ello cabe definir
los tratos degradantes 141 , a efectos del nrt. 173, co1no los com-
portamientos incidentes en la esfera corporal o psíquica de
otros, dirigidos a contrn.riar o negar radicalmente su voluntad,
obligándole de manera ilegítima -mediante el empleo de fuerza
física, intimidacíón o con aprovechamiento o abuso de situacio-
nes de superioridad formal o fáctica o. íncluso 1 por medio del
engaño- a hacer u omitir algo o a soportar una situací6n o con-
dicíones injustas y que, comportando normalmente 141 cierto
pudccimierito físico y/o psíquico, sean potenciahnente constitu-
tivos de grave humillación o vejación de Ia víctima.
El trato degradante infligido debe, además, provocar
como resultudo 143 , un grave menoscabo de la integridad moral
del sujet:o 144 • Conforme a la delimitación anteriormente realiza-
da del bien jurídico protegido en el Título VII, menoscaban la
integridad moral las conductas que atentan ''radícalmcnteHMs
contra la dignidad, en cuanto fundamento de la libertad moral y
de la personalidad del ser humano, destacando entre ellas las
que contrMiando o negando radicalmente su voluntad rebajan a
la persona a ta condición de cosa 1 de medio y producen de este
modo su vejación o humillación. El propio Código Penal ofrece
en su art.174,l ejemplos de actos contrarios a la integridad
rnoral1 46 1 aludiendo a la imposición de sufrimientos físicos o
mentales, supresión o disminución de facultades de conoci-
140 J.M. TAMARIT SUt..fALLA, en Comentarios.. ,, cil., p. 86L
l4l En la lífll!nde las propuestas de TAMARIT SlJMALLA (ílrldem, p-. 861) y
LASCURATN SÁNCHEZ (en Ct>mentarios... , cit. p. 506).
142 P. e., ea s11puestos de "tortura blanca" (J.M TAMARIT SUl\.iALLA, en Co-
mentarios.. ., cit., p. 859) este requisito no será directamente exigible,
143 En contra, J.M. TAJ\.1ARIT SUMALLA, ibWem, p. 861.
144 Requisito calificw:lo "en buenu niedida" de "superfluo" por J.L. RODRí-
GUEZ-VILLASANTE Y PRIETO, "De la tnrturas ...", <:it., p. 97.
145 J.A. LASCURAfN SÁNCHEZ, en Comen/(lrios .... cit., p. 506.
146 G, PORTILLA CONTRERAS, en Curso,., dt, p. 286; A. SERRANO GÓ-
MEZ, Derecho Penal, cit., p. 164.
-83-
iniento; discernimiento o dec-lsidn, con objeto de castigar a una
persona o de lograr llrul confcs:i6n o información 147 •
El menoscaoo de la integridad moral debe ser grave"'.
La doctrina 149 liga este carácter Ol la entidad del sentimiento de
humillación, vejación o·envílecimiento producido en el sujeto
pasivo, n.<;peeto al que habría de aííadírse el grado de ataque a la
libertatl, y que el tribunal enjuiciador ponderd111 atendiendo a las
cnrnw:rfstícas de la situación y a las propías dcl sujeto.
Tipo subjetivo: Desde el prísmn subjetivo, el delito es
claran1ente doloso, lo que exige que el sujeto activo conozca y
quiera infligir un trato dc:gradnnte ntenoscabando gravemente ta
integridad moral, Esto hace ciertamente "difícil" la admisión del
dolo eventual"", no pmviéndosc por el Código, como es lógico,
la sanción de la imprudencia.
Tipas de imperfecta realiwción y participación: Por su
condición de delíto de resultado es posible la tentativa"'. No
exige el Código Penal la intervención personal del autor 01 n, por
lo que caben la coautoria y las fonnas de participación'"·
-84-
Por lo demás, dejando las cuestiones concursa.les para el
comentario al art. 177, no parece posible el ddíto continuado, al
tratarse de un bien jurídico de carácter eminentctnente personal,
lo cual no obsta a que--salvo que se produz.ca su ruptura por la
separación temporal- puedan abarcarse diversos actos en uni-
dad natural de acción"'.
Justificación y exculpación: L.a prohibición constitucio~
nal absoluta de. la tortura y demás tratos1 como alentados cGntra
la integridad moral impide la justificación penal de los hechos
típicos constitutivos t.lc este delito que, por otra parte, en sí 1nís-
mo1 a Ja vista del contenido del bien jurídico integridad moral,
se presenta conceptualmente incompatible con la presencia de
causas de justificación. ·
Nada obsta a que puedan concurrir causas de inímputa-
bilülad en el sujeto activo o, incluso, aunque excepc.ionalmente,
de exculpucíón (piénsese, p.e., en el miedo insuperable -art. 20,
6'). Ha de entenderse excluido el error invencible de prohibi-
ción, tanto directo como indirecto, si bien respecto del error
indirecto vencible pC>dría pensarse en alguna posibilidad, aun-
que muy remola, de aplicación.
Pena: prisión de seis meses a dos años. La misma (salvo
en lo que respecta a la inhabílítaci6n especial para empleo o
cargo público) que la prevista para los atentados no graves con-
tra la integridad moral cometidos por funcionario público (art.
175).
La pena de inhabilitación especial para el derecho de
sufragio pasivo o para empleo o cargo público, profesión, oficio,
industria o comercío o cualquier otro derecho (o la suspensíón
de empleo o cargo público) puede irnponersc corno accesoria1
atendiendo a la gravedad del delito, con base en el art. 56 si los
empleos o cargos mencionados "hubieran tenido relación direc-
154 Algo que difícilmente seró posible en casoo de separación temporal. J.M,
TAMARIT SlJM:ALLA, en Comentarios .. cit., 862.
-85-
ta con el delito cometido, debiendo de[erm1narse e.~presamente
en la s-entenc.ia esta vinculación".
Asimis-n10, el art. 57 prevé -que en estos delitos, atendida
la gravedad de los hechos y el peligro represenlado por el delin-
cuente, !os tribunales puedan acordar "la prohibición de que el
reo vuelvn al lugar en que haya cometido el deli!o o acuda a
aqueJ en que resida la víctima o su familia, si fuerc11 distinto..;;'\
por un p!aw determinado que no puede exceder de cinco años.
-87-
--------------------------------------
-88-
rr1orall 6', rnanteniendo en lo demás una descripción común. A
pesar de los esfuerzos de algún autor 1r.s... no cabe estructurarlos
pnr criterios de especialidad: abarcando entre ambos el espectro
total de lo que el art 174,1 califica de tortura, sus respectivos
n1arcos de aplicación, siendo yuxtapuestos no llegan ni a ser
secantes 11; 9•
-89-
judi<::iaJ y la penitenciaria), síno ia Administración en general
(también, por ejemplo, la docente, sanítaría o fiscal). Lo anterior
no es óbice p.am que el tipo de tnrtrn-a, aun cuando no lo exija
expresamente el art. 174, 1, requiera que cJ sujeto pasivo---que
no es preciso que esté siendo interrogado 1n- se encuentre en
una situación de sujeción personal o de dependencia, cuanto
menos de hecho. respeto del sujeto activo 1n; esta sítuación, sí no
es con1pletamente coinci&nte con Jos supuestos de privación de
libertad o detención (e, incluso, retencióo}rli. ha de considerarse
inherente al concepto mismo de tortura'15 •
Tipo objetivo: La calidad funcionarial de los sujetos acti-
vos determina el carácter uespecial'' de este delito 1 7'h~ un delito
especial propio"', pues ante el limitado alcance del rut. 173 ~y
a pesar de que los atJJ<¡ues similares contra la integridad moral
cometidos por particular~s no habrán de quedar, a la postre,
impunes por alcanzar al tnenos la calificación de injurias-~ no
existe una figura paralela com(tn que comprenda todos sus
supuestos.
El Código Penal dice que "comete tortura la autoridad o
funcionario púbUco,,.~', La definición internacional de tortura,
-90-
que no se refiere a la autoridadn8 , alude también a "persona(s)
en el ejercicio de funciones públicas", supuesto que encuentra
perfecto acomodo en Ja definición que de funcionario público
ofrece el nrt.24,2 del nuevo Código Penal1 19 • De otra parte, a tra-
vés del nrt. 176 puede otorgarse adecuado tratamiento a los
casos de responsabilidad funcionarial derivada de la tolerancia
(manifestada en el consentimiento, aquiescencia o incluso en
comportamientos más intensos -como la instigación-, que la
suponen), sí bien a falta de una cláusula suficientemente amplia
de "actuar en lugar de otro"ºX\ no podrán calíficarse de tortura
(frente a la Línea seguida Por
la Convención) 181 , sino, en su caso,
conforme a la co1Tespondiente figura común, los comporta-
mientos de los extraños que actúen como ínstrumentos 1m..
'I'iende Ja doctrina a identificar a los sujetos activos típi~
cos con los funcionarios que participan en Ja tarea de "investi-
gación y persecución de ilícitos penales" 1u: miembros de los
cuerpos y fuerzas de seguridad, polidajudicial,jueccs, fiscales
y hasta funcionarios médicos que se ocupan del cuidado y aten-
ción de las personas detenidas o presus 11M. Aun cuando esto sea
lo habitual, la restricción en este sentido de! dictado típico no me
parece oportuna. Ciertamente es inherente al concepto de tortu-
ra, como se ha dicho, que el sujeto pasivo se encuentre en una
-91-
situación de sujeción personal; cuanto menos de hecbo, respec-
to ócl sujeto uctiv<J, pero cJbe imaginar supuestos que no supo~
nen detención ni privación de libertad en !os gue se dé esa sítua-
ción de sujeción"' y en los que la reaii1.aci1\n de los comporta·
míenlOs descritos por el art. l 74, 1 b'l1>Vcmcnte atentatorios dela
integridad moral, merecerían, sin duda, la aplicación de las san·
ciones reservadas para la tortura 1 ~.
Los funcionarios o autoriündes deben at:ruar ºabusando
de su cargo'1187, Esto --que excluirá la aplicación de la agravan~
te 7' <.!el art. 22'"- eúgirá que el funcionario o nutorida.d estén
ejerciendo de manera genérica o específica sus funciones 1g!>, no
actuando "por n1óvHes privados'' 11'<\ y que, en ese marco, se
constate un exceso o utilización_ desviada de las atribuciones o
un aprovechamiento <le los poderes inherentes al mismo {p.e.,
excediéndose de la wacd6n administrativa legftimn)"'' que per··
mltan la ejecucí6n de los hechos "con una mayor f'acilirutd"'n.
Del núcleo del plural eomportamíento típico se deriva,
desde el prisma objetivo, que estarnos ante un delito de resulta·
do'"· No ha.ta con la sumisión del sujeto a determinadas "con-
diciones o procedimientos''. Es preciso que ello produzca como
185 Piénsese en uo paciente respecto del médicu funcionario que quiere oono-
cers.i tiene o no unft peligrosa enf-e-nnedad, Coasidcro. con tlJdo, diffcil que
pueda darse esa situació1i., :.i.n_ que ('.Oucun:a at menos retención, en el cvrso
de la "t\~ptcsión de ooa manifestaci6u". Sín emblYl\u, M.M. DIAZ PITA,
"El bien jurídico protegido,.,", dt, p. 49.
l.B6 Críticruuente, C. CONDE·PUMPIDO TOURÓN, en Código P€na~ cit., p,
2!J2.
181 Critica SERRANO GÓMEZ estu referenciB por ''perturl;n1,dora". Derecho
Penal, cit., p. IIL
l8& C. CONDE-Pú1t.tPíDO TOl1RÓN, en Código Pen1d• .:ü., pp. 2tl0 y :i;.
También J .L. RODRÍGIJEZ..VILLASANTE Y PRIETO. "De los óelil<>L".
df., p.101,
l S9 lA, LASCURAIN SÁNCHl!?,. en U!mentarlv'S ..,1 cit., p, 503.
190 1,M. TAMARtT SUMALLA, en O;menlario;r:... , cit., p, 865,
191 C, CONDE-PUMP!DO TOURÓN, en Oidigo I'ennl, cit., p. 2145.
192 G. POR'I1LLA CONTRURAS. en Cursa ... dt, p. 285.
193 G. PORTILL,<. CONTRERAS, ibídem, p. 285
.92.
resultado 1 bien "sufrimientos físicos o mentales", bien "la su-
presión o disminucíón de sus facultades de conocimiento, dis-
cetTI.imiento o decisión'\ bien (y en general) un ,atentado "contra
su integridad moral". La configuracíón del delito de tortura
como tipo de resultado plantea generalmente la cuestión de la
clase de resultados que han de tipificarse como tales y1 sobre
todo, su entidad, algo perfectamente evitable si se estructurn el
delito corno tipo de mera actividad consistente en el empleo
--con dctenninados fines- de medios: violentos o intimidato-
rios de cierta intensídad 194 . El art 174> l opta por otra solución:
rneze-la comporta1nientos y resultados con términos por otra
parte nada concretos -"condtciones o procedimientos" (es de
suponer que irregulares, esto es~ prohibidos por las normas pro-
cesales y administrativns que rigen la detención, retención, inte-
rrogatorio, loma de declaración o la obtención de confesión o
información) 19:\ "supresión o disminuciónn (¿hasta dónde?) de
determinadas facultades-y que de suyo provocan ;¡graves pro-
blemas de interpretación" y de apreciación, a la vista hasta de la
realidad personal constatable en la práctica totalidad de los
so1netidos a investigación policial o judicial1%. Además, y para
evitar el olvido de otras situaciones, lo hace a título "cjemplifi-
cativo"197. terminando con una fórmu]a abierta ("que de cua1-
quier otro modo atenten contra su integridad moral"), inacepta-
ble desde el prisma de la exigencia de determinación típica y
taxatividad.
-93-
La amplitud del tipo es todavía mayor al eludirse toda
exigencia mínima de intensidad o gravedadt no ya Tespecto del
atenl:ado a la íntegrídad moral, sino al menos en cuanto a Jos
sufrimientos físicos o mcnta!es 19s. Esto trata de corregirse desde
algún sector doctrinal a través de la interpretación del término
"atenten", que ohligarfa a una cierta ~•cntidadH en los comporta-
mientos, superior a las vejaciones injustas 19' , o medianle Ja refe-
rencia a la importancialm de los sufrimientos requeridos~ si bien
no con ello se evitan todas las dificultades que se suscitan.
En cualquier caso, la doctrina ha valorado posítiv~mcnte
la arnpliucíón del dictado típico respecto del art. 204 bis y el
esfuerzo de adecuación al concepto internacional de tortura~
abarcando comportamientos üctivos y otnísivos o el empleo de
medios químicos o psicológicos"' y dando entrada, junto a la
tortura (física y psíqui~a) indagatoria) a la punitiva y hasta a la
tortura oblicua1 nz.
Tipo subj•tivo; El delito de tortura es un delito doloso,
con dolo directo'"' respecto del ateutado a la integridad moral, lo
que no impide que pueda entrar en concurso con lesiones o
daños por dolo eventual o incluso por imprudencia contra otros
bienes jurídicos; un concurso a tratar confor1ne al art. 177,
-94-
Se trata. asimismo, de nn delito de tenden"ia (en sentido
amplio) como prueba el que se precise la finalidad indagatoria o
de castigo al sujeto pasivo. Dentro de los delitos de tendencia,
será delito de resultado cortarlo, por lo menos en cuanto a su ver-
tiente indagatoriaw.:. El "e-lc1nento subjetivo del injusto1 nr..s resul-
ta ampliado respecto del art. 204 bis (que, a su vez, aludía a la
obtención de una "confesión o tcstimonio")W&, si bien no permí~
te dar cabida en este tipo a la tortura gratuitá;!)1, ni atcanza a
cubrir la totalidad de supuestos contemplados por el art. 1,1 del
Convenio del 984, que incluyen el "intimidar'', "coaccionar1 1 oº
"cllalquler razón basada en cualquier tipo de discricninación. La
taita de referencia a Ja. discriminación puede encontrar cierta
justificación, como indica CONDB-PUMPIDO'", en la existen-
cia en e.[ Código de un "tratamiento autónomo ... del bícn jurídi-
co igualdad".
Tij}OS de imperfecta realiu:u:ión y participaciiín: Siendo
un delito de resultado no presenta dificultades la admisi6n de
formas de imperfücta realización>",
En cuanto a la autor{a y particípacWn también son posi-
bles la autoría mediata, la coautoría y la participación"'· La apli·
-95-
cución del art. 176, prevista para los supuestos de tolerancía en
la !úrtura, asegurará en todo caso Ja responsnbílidad funcícmarial
a través del delito especial (y sin perjuicio de que fos particula-
res cometan el delito común )2 ª de los supuestos de autoría
mediata o incluso de participacién de funcionarios en hechos
"de tottUráH cometidos por particulares.
Delito continuado: al igual que se indicó en Jos delitos de
menoscabo grave a la integridad moral cometido por particula-
res, no ,,. posible Ja apreciación del delilo continuado p0< estar
Mte un bien jurídico e111inentemente personal1 11 ,
Amijuridícidad y excuipaciátI: también aquí, con mayor
razón sí cabe, la prohibición constitucional absoluta de la LOrtu-
ra (arl. 15) impide apreciar causas de justificacitSn. A similar
conc!USÍÓn llega la mayor parte de la dOL1Úna !a cual, ru margen
del dictado CQns!itueíonal, nlirma que no cabe aceptar en mane-
ra alguna la tortura, ni por cfrcunstuncias excepcionaletri ni C(in
base en el cumplimiento del deber o el estado de nwesldad"'.
Algunos autores van aún más lejos y, respecto de Ja tor·
tura, no aceptan ni causus de exculpación214 o sólo "las causas de
exención de la respnnsabílidad criminal relativas a la inimputa-
hilidad""'. Ahora bien, aun cuando sus posibilidades reales de
aplicación hayan de imaginarse muy remotas y extrañas, tanr
poco aquí, comn en los menoscabos graves de la integridad
ffi{lf'a! del art.173, a la vista de la amplitud del dictado típico y
de la propia naturaleza ele las causas ele exculpación, parece
211 F,n su caso, del a.rt. 173, G. PORTILLA CONTRERAS, en Curso... cit., p.
291; J.M. TAl'w1ARlT SUMALt.A, en. ComenfflriaS, ..; clt, p. 864.
212 J.L. RODRÍOLifiZ~VJLLASANTB Y PRIETO. "De ios delito.~...", cit., p.
104.
211 P!'.H'. lnd•JS. i.A. LASCURAIN, en <..íimenJarkix"'. ciL p. 508. Llama, con
todo, la ate1ci6n bu .escasas referencias a !a legíthnn dcfesu:a a fav(lr de cuya
ru:lmlsi6u paree-e rnmtrarse., auuquc no de rnancm expHcJra, A, SERRANO
GÓ?\.<1F2if Derecha Pe.no[, cif, p. l 71,
214 G. PORTILLA CONTllBRAS, C1.1rs,1.,., t'it., p. 290.
215 TAMARlTSUMALLApartiendodelart. 15CE,én Comentarios..., cit., pp.
866ys.
-96-
razonable excluir absolutamenle toda eficacia a lo.s místnas
(piénsese, por ejemplo, en el miedo insuperable). ni al error ven-
cible indirecto de prohibición.
Circunstancias modificativas: Inherente a la tortura es el
abuso de superioridad (art. 22-2') y el prevalerse del carácter
público del culpable (art 22-7')""
Por lo que respecta a la inherencia de la ale\losía. a mi
juicio, la respuesta ha de ser negativa217; sí puede considerarse
inherente, al menos en los casos graves de tortura, el ensaña-
miento11!.
-97-
de gravedad se emplea trunbién en el art. 175 como criterio dis-
tintivo de las sanciones a imponer y el hecho de que, sobre todo
en el caso de los sufrimientos rnentalesj se corre un gran rfes.go
de subjetivización. Esto contraría lo dispuesto en el arL 174,l
del Código Penal que, frente al criterio empleado en la jurispru-
dencia europea y como recuerda PORTILLA CONTRERAS"',
liga la gravedad de la tortura a la gravedad del atentado a la inte-
gridad moralm, como parece, además, razonable ante la even-
tualidad de que (a través de lo dispuesto en el art. 177) atender
a la gravedad de los resultados producidos, al margen o junto a
Ja afecmción de Ja integridad moral, para determinar la gravedad
de la tortura, pueda llevar a una doble valoración penal de esos
misn1os resultados.
225 Por Lodo.s,J, BARQUÍN SANZ, Los delitos ... , cit. pp. 373 y ss.; !L. DELA
CUESTA ARZA~1ENDI, El delito ... , cir., pp. 183 y ss. En contra, sin
embargo, A. DEL TORO MARZAL, "El nlle'\lo ilelito.. ,, cit., p. 29L
226 Expresamente, C. CONDE-PID>.1PTDO TOURÓN, en Códigu Penal, cit., p.
2133; l.L. GONZÁLEZ CUSSAC, "Delitos ...", cit., p. 82; J.A.LASCU-
RAlN SÁNCHEZ, en C(Jmentario!.. , cit., pp, 508 y s,; A.SERRANO
GÓMEZ, Derecha Penal, cit., p, 172; J.M. TAMARlT SUMALLA, en
ComenfíffÍOS ..., cit., pp. 8ti4 )' 866. En contra, respecto del nuevo Código.
J.L. RODRfGUFZ-VILLASANTE Y PRIEID, "De los delitos ..." cit., p.
103.
-99·
producidos en el ámbito penitenciario y de corrección y protec-
ción. de menores. Ello resulta perfectamente razonablen1 si se
tiene presente que son~ éstos) espacios en los que se originan
situaciones de sujeción especialmente intensas que añaden gra~
vedad a las conductas contrarias al atentado contra la integridad
moral, asimilándolo a efectos de pena a los supueslos de tortura
indagatoria o punitiva, aunque no concurran estas finalidades. El
hecho de que pueda haber situaciones similares no contempla-
das en el art. 174,2 y que merecerían un tratamiento semejante
no es óbice~ además~ para afirmar lu necesidad de una interpre-
tación del procepto como la indicada, sino que deberla servir de
base para su mejora en orden 11 abarcar plenamente todos los
supuestos n1ateriahnente equiparables.
Tampoco h11 de considerarse obstáculo a lo anterior lo
dispuesto por el art. 533, que viene a suceder en el nuevo Código
al anterior art.187,5 del Código Penal. Su ámbito específico de
aplicación consiste en la imposición a los reclusos o internos
-pot funcionario penitenciario o de centros de protección o
corrección de menores- de "'sanciones o privaciones indebi-
das'' o el uso "con ellos de un rigor innecesario''12&. Con inde-
pendencia de que el art. 533 no menciona expresruncute a todos
los sujetos pasivos del arL 174,2 (no alude a los detenidos), ni
conlcmpla muchos de los resultados típicos del arl 174, la dife-
rencia esencia12i 9 deriva de que no requiere ia afectación de la
integridad moral de los reclusos o internos, algo que no tiene por
qué ser inherente a la imposición de un "régimen ríguroso~>J.ló, de
227 En cOillra, por todos, LASCURAIN SÁNCHEZ, quien enüentle que "fuer-
za el tenor literal, desnuturaliza el co1nportarniento como delilo de tortura e
introduce una diferencia punitiva difícilmeutc justificable"; en Comen-
tarimi, .. , cit., p. 509.
228 Pena: inhabilitación espocíul para empleo o cargo públíco por tiert1po de dos
n seis afioo,
229 Respecto de lo regulación anterior. por todus, J. RARQUIN SANZ, Los
delitos,,., cit. pp. 388- y ss.; J.L, DE LA CUESTA A.RZAMENDI, Et dcli·
to ..., ch, pp. 184 y ss.
230 J.C. CARBONElL MATEU, J.L. GONZÁU:Z CUSSAC, Derecho Penal,
dt., p. 19J; G. PORTil~LA CONTRERAS, en Curso ... , cit., p. 291..
-100-
aquí que cuando concurra el citado atentado contra la integridad
moral será de aplicación el art. 174,2 y no el art. 533.
En Cllllnto a sus dificultades de delimitación con e) arl.
175231 , no son tales, pues este último se coloca como expresa~
mente subsidiario respecto de los contenidos del art. 174, 1 y
2"'.
Iipo de lo inju.>to: El tipo de lo injusto del art.174,2 coin-
cide en la mayor parte de sus aspectos objetivos (particularmen-
te, eu lo referido a la conducta típica y resultados) con el de Ju
tortura en sentido estricto 1 síendo, por tanto de aplicación lo a11í
indicado incluso respecto de las penas, y dejando a salvo lo rela-
tivo al elemento subjetivo del iujusto requerido por el art.
174, l 233• Siendo, como es, tan1bién un delito especial, se distan-
cia} con todo) de éste en cuanto a ]a calidad de los sujetos actl-
vos y pasivos.
Sujetos activos son "la autoridad o funcionario de insti~
tuciones penitenciarias o de centros de protección o corrección
de menores"', personas que -por cualquiera de los títulos del
art. 24,2- participan, por tanto, en el desarrollo de las funcio-
nes públicas propias de lo penitenciario y de los centros (de
internamiento) de protección o corrección de menore..lt.
La regulación de la función penitenciaria se encuentra en
laL.O. General Penitenciaria de 1979 y su Reglamento de 1996.
Se contemplan alú los fines de las "Instituciones penitenciarias!•
(art.l Ley), los establecimientos penitenciarios (arts.7 y s.) y
hasta "los funcionarios" (Tít. VI). No cabe duda de qne será
"funcionario de instítucíones penitenciarias" quien desempeñe
-101-
lüs funciooes pcnitencíarias definídas por la Ley y el Regla-
n1ento en los Estabiecin1ientos penitenciarios (de preventívos,
de cumplimiento y especiales), con inclusión de sus unidades
dcpendieotes"'. Al margen de los centros penitenciarios regula-
dos por la Ley (y de las unidades exírapenitenciarias), existen,
sín embargo, otras instituciones de detención (depósitos muni-
cipales, centros de detendón de extranjero¡¡ y. en general, poli-
ciales) que, con una interpretación estricta del art. 174,2, queda-
rían fuera de .su ámbito de prote-eción. La cuestión resulta espe#
cialruente enojosa en el caso de tos depósitüs municipales, los
cuales, confonne al nuevo Código Penal y ;I Real Decreto de 26
de abril de 1996, pueden servir para la ejecuci6n de las penus de
arrest<1 de fin de semana. Por ello, frente a la interpretación ante-.
rior y, dado que el C~digo Penal alude a "instituciones peniten-
ciarias" (y no a las "Jn.5tituciones'' con maytiscuta. como el art.
l LOGP) y puesto que el propio Reglamento Penitenciario se re-
fiere a los "depósitos municipales de detenidos a disrosiciónju-
dicial" {<lísp.adicíonal primero), cabría proponer un entendi-
míento de "institución penitenciaria". en sentido mnteria1H5,
como toda aquella que se ocupa de la "retención y custodia" de
las personas privadas de libertad por imposición de noa pena o
medida de seguridad o que se e,ncuentran a disposición judicial.
La solución deja, con todo, fueran los centros de detención poli-
ciales respecto de los detenidos no puestos tod:ivía u disposición
judicial y, probablemente también, a los centros para extranjeros
pendie-ntes de expulsión} que merecerían sin duda un tratatnien-
to simil;r al del art. 174,2.
En cuanto a los '"centros de protectión o correccíón de
menores", para su delímítación, habrá que estar a lo dispuesto
234- Enestesentido,respect-0 de lare1?,1Jlaci6n ant~r:ior, J. BARQlHN SANZ,fA!s
delitrJJ ..., cit., pp. 381 y ss,, quien ex.clula adeouis las actividades de custo~
diil en el exterior de los esl:lblecimientos {p. 3&1J_
235 Ver lti línea de QUERALT. respe<:to del Cóillgo Pe-n:ú, de partir de la dis.-
tinci6n entre ''detenido" y "preso.. para tomar wmo referencia cl tílulo de
h1 detrución (:y no en el lugar en que se llevaba a cabo) para detcnniuar las
acüYhlad~ funclonalmente penite-f!Ciarias;Den:;dw Penal .tspailol. ., dt. p.
.8DJ,
·!02-
por la legislución vigente en la materia, tanto en general, como
en la respectivas Con1unidades Autónomas competentes en ma-
teda de proteccíón de menores y de su organización y gestión.
Son sujetos pasivos expresamente 1nenciona.dos por el
art. 174,2 los "detenidos, internos o presos". El nuevo Código
Penal de 1995, con objeto de completar lo relativo a los centros
de protección o oorrección de menores, ha incluido la referencia
a los ''internos" que. en realidad, hace ya innecesarias las demás
menciones, al comprender a todo sujeto sometido al régimen de
internamiento del centro correspondiente; en el plano peniten-
ciario, sea detenido a disposición judicial, sea preso preventivo
o porque haya sido sentenciado a una pena (penado) o medida
de seguridad.
-103-
de tortura en sentido estricto (esto es, conforme al art. 174,l) o
de malos tratos penítenciarios240•
La doctrina ha criticado con razón la regulación de este
delito espei:ial por su carácter "difuso;;, "vago'>241 1 c•abierto" 242,
considerándolo el "máximo exponente de la desgraciada técni~
ca legislativa empleada en este títuloº14 '.
La simplicidad del dictado lípico hace que vuelvan a ser
aplicables en este ámbito ]as consideraciones realizadas respec-
to de los artículos anteriores en cuanto a los sujetos activos
(autoridad o funcionario, como en el art. 174,1) de este delito
doloso"'.
Sujeto pasivo puede ser cualquier persona física, como
titular del derecho (y garantfa) constitucional a la integridad
moral 1 que -como se ha dich~ "no puede predicarse respec-
to de las personas jurídicas"145•
También aquí (como en el art. 174, 1) los funciomrrios de-
ben actuar "abusando de su cargo"246, lo que excluirá la aplica~
ción de la agravante 7ª del art. 22, pero siempre que lo sea 'iuera
de íos casos comprendidos en el artículo anterior.. , "elemento .
negativo del tipo" 247 que, conforme a lo indicado ya, alude no
-104-
sólo a la ausencia de la finalidad indagatoria o punitiva requeri-
da por el art 174,!~', síno tatnbíén al hecho de que el compor-
tamiento tenga lugar fuera del ámbito penitenciario o de los cen-
tros de protección o corrección de menores.
La conducta t{píca se concentra nuclearmente en la
expresi6n "atenlare contra Ja "integridad moral", castigándose si
efectivamente se comete el atentado (delito de resultado )249,
tanto si éste fuera grave como si no lo es. La expresión se con-
tiene igualmente en el art. 174,1 y, como ya so ha indicado,
merece duras críticas por su vaguedad y falta de contornos pre-
cisos, nada fáciles de delimitar y contrarios a) 4'principio de tipi-
cidad"""· Propone, en este sentido, CONDE-PUMPIDO un
entendimiento del verbo "'atentarº, como agresión de cierta enti-
dad; que permita excluir del tipo pena] las vejaciones injustas de
carácter Jeve, las cuales, de otro modo, se convertirían en delic-
tivas por el mero hecho de cometerse por func.íonarios 151 • A mi
juicio, con ello se corre el riesgo de excluir del tipo penal a los
comportamientos ornisivos 1'ni lo que no resulta oportuno. Más
adecuado e.si en consecuencia. partir de una correcta definición
del bien jurídico integridad moral y considerar que los actos
contrarios a la misma han de constituir cuanto menos "tratos
degradantes" (como en el art. 173, y aunque aqul -art. 175-
no sea preciso el resultado de menoscabo grave de la integridad
moral): esto es, conductas que conb-aríen o nieguen radicalmen-
~105-
te la voluntad de otra persona, obligándole de manera ilegítima
-mediante el empleo de fuerla física, intimidación o con apro-
vechamiento o abuso de situaciones de superiotldad formal o
fáctica o, incluso, por medio del engaño-- a hacer u omítir algo
o a soportar una situación o condiciones injustas y que, com-
portando normalmente cierto padecimiento físico y/o psíquico,
sean potencialmente constitutivos de grave humillación o veja-
ción de la víctima. Un entendimiento de esta suerte, unido al
hecho de que en el art. 175 no cabe exigir una situación de suje-
ción o de sometimiento de hecho similar a la de la tortura251, per-
mitiría evitar los excesos a que puede llevar el tipo penal, sin
dejnr de dar cabida en el mismo a lo que la jurisprudencia euro-
pea ha considera.do el marco '~autónomo" de los tratos degra-
dantes, a tmvés del cual se llega a proteger a los individuos fren-
te a actuaciones estatales abusivus gravemente humillantes o
vejatorias.
Las penar'~ se distinguen en atención a la gravedad del
atentado contra Ja integrido.d moral Y~ siendo inferiores a las pre~
vistas por el art. 174 en los casos graves, se equiparan a las del
art. 173 (salvo en lo que se refiere a la inhabilitación especial)
en los supuestos en que el atentado no merezca ser calificado de
grave255 •
-106-
d') Tolerancia"' funcionarial en Ja tortura y demás
atentados contra Ja iotegridad moral
El arL l 76, que también procede del anterior arl 204 bís
(párrafo V), mantiene la naturale7.a y función que correspondía
a éstem, A pesar de su dependencia formal respecro de los tipos
delictivos ya estudiados, la figura [llantiene un marco material
propio"': la regu!aci6n especíal de la infracción de los deberes
de garantía que corresponden a los funcionario.s¡jt. Núcleo ccn-
lral del delito son, en consecuencia, conductas omisivas funcio~
nariales"" para cuya tipificación podría habet servido la vía del
art, l 1"'. Más allá de lo anterior, entiendo, sin embargo, que el
art. 176 no sólo contempla "comportamientos pasivos, de no
impedimento de los actos punibles)', sino que permite abarcar
otrus much..1s conductas funcionariales constitutivas de inter-
vención mediata (e incluso directa) o accesoríaM en hechos de
.107.
otros funcionarios o de extrnilosx.:i. Estas conductas, por las pro-
pias carncterfa!ícas de la ddinición típica de algunos precep-
tos'"' o por su condición de delitos eBpccia!es (no realizables por
extraños), podían con-er el riesgo de quedar impunes o con un
tratamiento penal inadmisible, Pues bien, el art 176 -que se
comporta materialmente como una cláusula de extensión de las
penas, creando un concepto específico de autor pora los delitos
contra la integridad moral cometidos por func:ionarío~
gnrantiz.a la equiparación de su trata1niento. a nivel punitivo al 1
-108-
Fiscal, judiciales, del Ejército, de centros de internamiento ... ;
pero no exclusivamente: también cabe pensar en funcionarios de
centros sanitarios, escolares...u,.;_
Núcleo de la conducta típica de este delito es "permitir
que otras personal ejecuten l<l>' hochos previstos" en los "artku·
los precedentesjt.
Aun cuando en alguna de sus acepciones e] verbo ~•per
rnifi:r'' pueda sign1fica.r "prestar el consentimiento•;. el sentido
del art. 176 lo conecta con "tolerar"'m aquel!o que debla impe·
dirse y que, en con:.ecuencia, de he.ch.o., se consiente, lil verbo es
fundamentalmente omisivo---en realidad, estamos ante un deli-
to de omisión111 con equivalencia comisiva legalmente determi-
nada'"-, pern dio no quiere decir que el comportamiento fun·
cionarial de tolerancia de los atentados contra la integridad
mOfi!! tenga que ser pasivo. Tan!o en los supuestos de participa-
ción como en casos de intetvenci6n directa o mediara cabe apre-
ciar uvertientes omísivus"21'" que pueden servir de base para la
aplicací611 del rut 176.
Los funcionarios han de permitir "que otras personas eje·
cuten los he<:hos". Como sucediera con ehrt. 204 bis v.m, la de-
terminación de si esas "otras personas" deben o no ser f1,1ncio-
. J ()9.
narios subordinados no deja de suscitar controversias.
I>ersonalmente no entiendo que ésta sea ninguna exigencia
Himplfcita"l1S, sino que, en princ!pio1como en el art 204 bis V'16
y coh~rentemente con la Convención de 1984, "olrus personas"
pueden serlo cualquiera1 funcionarios (compañeros o incluso de
grado inferior) o no funcionuriosm. Otra cosa sera que, en el
supuesto concreto, el deber de garantfa no alcance a exigir la
evitación de esas conductas por funcionarios no subordinados o
no funcionariosl18 .
En cuanto ll "los hechos" a los que alude el art, 176, se
trata de. )os co1nponan-1ientos típicos allí previstos, sin atender a
la condición funclonaríul o de autoridad de los sujetos activos"'.
El delito es claramente dowsa'"' y requiere del conoci-
miento de la situación de peligro y de los debt.'reS del cargo"'.
Las penas s()n las ":respectivamente estal:>lecidas en los
artículos precet.icntes". Clarrunente son, a estos cfectos1"articu~
los precedentes" los ruts. 174 y 175. Pero ¿ha de entenderse lo
mismo respecto del art. 173'? A pesar de lo afimiado desde algún
sectoro:J, la respuesta ha de ser negativa. La remisión a las penas
275 As(. con ea el empleo del veiho "permitir" y no "no impedir" o "no
denuncías:'\ lM, TAMARIT S:UMAU.A, en ChtnenJarlos,., ciL, p. 8159.
276J. BARQUfN SAN?, Lns deliros.., clt, p. 401; l.L. DE LA CUESTA
Al!ZAMil,'IDl, El d<litD • ., cit., p. ! 00.
277 Ene1 mismo senlldo, paru et m-tJ76, C. CONDE-PUMPIDOTOURÓN, en
C.ildigo Penal, cit., pp. 2152 y s.
278 En este orden de cosas no cabe responder oon carácter g;eneral, sino que
habrá de hacerse caso pcrr caso~ a ta pregunta de LASCURAJN S..-\NCKEZ
de "si el deber ift garantía puede comprender el de evhaci6n de oonductas
df:Uctivas de otras persona; que actOan libremente"'; en Comentarins .•, cit,
p. 510.
27<) En el roinno sentido1 respecto del art. '204 hts V, J, Bt\RQ-UfN SAJfZ, lns
delitos..., cit., p. 402; 1L. DE l..A CUESTA A.Rz..\MENDt, El delito, .. 1 cit,,
pp. 139 ys.
280 J.L. RODRÍGUP2· V!LLASANTil Y PlUBTO, "!k 1.,, delito,., ... cit., p.
l 10~ A. SERRANO GÓMEZ, Derecht> Penal, c;I., pp. l66 y 173.
281 J.A. LASCtfRAIN SÁNCHF..Z. en Comentarios..., eft., p. 51 t.
2821.L. RODRÍGIJEZ-VrLLASANTE, "De los delitos .. ", di., p. 109; A. SE·
RRANO GOMEZ, Dencho Penal, cit,, p, 165.
-110-
del art 173 de los supuestos de tolerancia funcionarial en los
atentados a la integridad moral cometidos por particulares lle-
varía a la ínuplicación de las penas de inhabilitación absoluta o
especial (como principales), además de dejar al descubierto los
supuestos de tolerancia respecto de menoscabos no graves pro-
ducidos por partícula<es (que sí serfan punibles de tratase de
tolerJ.ncia sobre funcionarios). En este sentido, la remisión tan
sólo a los arts. 174 y 175, interpretando el término "hechos" del
modo propuesto anterionn¡;nte, pennite a mi juicio un trnta-
rníento más coherente y equitativo de los supuestos de toleran-
cia funcionarial en los atentados contra la integridad moral
cometidos por funcionarios o no.
· l ll-
radamente": esto es, a sancionar "autónomamente" los delitos
contra la integridad moral, aplicando la acumulación muteriatt1J7
de penas (frente a las reglas del concurso ídea1) 2118, cuando junto
al alentado contra la integridad nloral se produzca, "además'>IDl,
"lesión o daño a la vida, integridad física, salud, libertad sexual
o bienes de la víctima o de un tercero".
Un repaso a los supuestos recogidos por el art. 177 pone
de manifiesto que no se mencionan todos los bienes personales;
destacando Ja ausencia de la lesión o daño a la libertad o al
honor. La omisión ha tratado de ser corregida por un sector de la
doctrina290, manteniendo que el ténnino "bienes" se refiere no a
los bienes materiales, sino a "todos los llarnados bienes perso-
nalísimos". A mi juicío, esta "interpretación extensivai' 191 del
término ''bienes" no es precisa. La regla del art. 177 "en ningún
momento refleja una opción excluycnte"192 , por lo que fuero de
su marco de aplicación recobran plena vigencia las reglas gene-
rales. Inherente a los delitos contra la integridad moral es la pro-
vocación de un sentimiento de humillaci6n, vejación, envileci-
miento del sujeto pasivo, por lo que la relación entre los delitos
contra la integridad moral y los de injurlas será de concurso de
normas a resolver a través del art 8, 1 conforme a la regla de la
consunclún191 • Cosa distinta sucede con los delitos contra la Ji-
-112-
bertad2;i.:. Este, como ya se ha visto más arriba, es también un
bien jurídico atacado por los hechos contra la integridad moral.
Ahora ~ien, la tutela que el Código Penal ofrece de la libertad no
es una tutela con1pleta, síno tan sólo parcial, contra conductas de
empleo de la fuerza o inti1nidatorias, y puesto que la actuación
coactíva o intin1idatoria (aunque serú lo frecuente) no es absolu-
tamente indispensable para Ja concurrencia de Jos hechos típicos
contrarios a la integridad moral, caso de intervenir simultánea-
mente la realización de un delito de detenciones ilegales, ame-
nazas o coacciones el conflicto no será de normas, sino concur-
so de delitos a resolver a través de las reglas del concurso ideat
una solución preferible a la de la acumulación material de penas,
dada la estrecha relación existente entre el bien jurídico protegi-
do en Jos delitos contra la integridad moral y los que atacan a la
libertad. y que evita la "incongruencia" 295 a In que se llega apre-
ciando también en este caso un conflicto de nom1as, No supone
ningún obstáculo en este punto el que el art. 172 II castigue
como coacciones agravadas las dirigidas a ''impedir el ejercicio
de un derecho fundamental", pues~ de concurrir el atentado a la
integridad moral con el atentado a la libertad con objeto de
impedir ese uejercicio", también habrá que aprecíar arnbas
infracciones en concurso ideaP%,
Quedan excluidos de la regla del art. 177, y por tanto
sometidos ul conflicto de nonnas197} los supuestos en que "aquél
294 En contra, DIAZ P1TA que considera que el b:atamiento debe ser el mismo
que el ex¡Jlicado parn fa concwrencia con tos tipos contra el honor; ibfdt'm,
pp. 84 y ss. y 97 y s. Thmbién pum TAMARIT et delito contra la integridad
moral "absorbe" las coacciones e inc-luso tos malos lrutos; en
Comentariru,.., cit. p. 86L
295 M.M. DLAZ PITA, "El bien jutídioo protegido ..." cit., pp, 85 y 98.
296 "Acumulativamente", ajuicio de Dr:EZ RIPOLLES {en Comenti!rios"'., cit.,
p, 84 t). En contra, ndeml1s de los auwrcs anteriormente citados, J.C.CAR-
BONELL MATEU, J.L, GONZÁLEZ CUSSAC, en Comentarios .. ., cit., p
890.
297 J.C, CARHONELL MA1EU, JL. GONZÁLEZ CUSSAC, Derecho Penal,
cit., p. 193. Sin embargo, J.A. LASCURAlN SÁNCHEZ, en Comen·
tariru ..., cit., p. 512.
-ll3-
ya se halle especialmente castigarlo por la Ley". La razón de la
excepción provjene del hecho de que "lo normal" será que el
atentado contra la integridad moral ("aquél")293 acon1pañe a
hechos contra la vida, inte¡;ri<lmL., agravándolos por su cruel-
dad~ bruta1idad~ carácter vejatorio o envílecimlento'*. Esto ha
llevado al legislador u incluir en los delitos contra Jos bienes
jurídicos mencionados los correspondientes tipos agravaloríos o
cualificados que. de concurrir~ representnrán ya una valoración
especial que agotará el desvolor de las conductas afectadas. Este
puede ser el caso de los arts. l 39,3 (asesinato), l 48,2 (lesiones
con ensañamiento), 180,1 {agresiones sexuales con empleo de
medíos especialmente vejatorios)ioo. Evidentemente, si, de
modo excepcional 30', el atentado <::onlca la integrjdad moral no
resulta inciuible en estos preceptos, .. recobrará su autonon1ía111ot
para ser castigado conforme a la regla concursa! del art. 177.
En cualquier caso, la regla cvncursal se prevé tanto para
cuando la lesión o daño se produce sobre la víctima cotno cuan-
do tiene lugar sobre un tercero (atentado a la integridad moral
"ohlicuon), supuesto de concurso medial que se trataní. e-n con-
secuencia, al margen de lo dispuesto por el art. 77.
IV. CONCLUSIÓN
-1 M-
dico, presento ciertas dificultades por la pérdida de relovancia,
como bien jurídico protegido, de las garantías constitucionales.
partícularmente en los atenLados contra la integridad mora1
cometidos pur funcionarios.
No es la integridad moral un bien jurídico fácilmente
delin1itable, aunque puede centrarse en la dignidad como funda-
mento de la libertad y personalídad de los seres humanos.
La nueva regulación distingue entre los atentados contra
la integridad moral cometidos por particulares y los propios de
1os funcionarios, sin llegar a alcanzar una integración unitaria de
los mismos. En ambos casos, y a la vista de los términos emple-
ados por el legislador, resulta esencial determinar lo que se
entienda por atentado a la integridad moral o trato degradante.
Este debe considerarse~ a efectos del art. 173. como aquel com-
portamiento incidente en ]a esfera corporal o psíquica de otro.
dirigido a contrariar o negar radicaln1ente su voluntad, obligán-
dole de manera ilegítima -mediante el empleo de fuerza física,
intimidación o con aprovechamic.nto o abuso de situaciones de
superiorídad formal o fáctica o, incluso, por medio del enga-
ño-·- a hacer u omitir algo o a soportar una situación o condi-
ciones injustas, y que, comportando normalmente cierto padeci-
miento físico y/o psíquico, sea potencialmente constitutivo de
grave humíllación o vejación de la víctima.
Los deLitos C<lntra la integridad moral cometidos por fun-
cionarios comprenden la tortura, el maltrato (inhumano o degra-
dante) penitenciario y otros atentados contra la integridad
moral, previéndose igualmente uno cláusula de extensión de la
pena de los autores para los supuestos de tolernncia funcionarial
en la tortura o demás atentados contra la integridad moraL
Tatnbién aquí los términos empleados por el legislador para la
definición de las conductas típicas se presentan demasiado
vagos y difusos para satisfacer las exigencias del principio de
tipicidad.
En cualquier caso, el art. 174,1-con una técnica mejor
que el anterior art, 204 bis- define el delito de tortura de modo
-115-
más acorde con el concepto internacional, dando cabida en el
n1Lsrno a la tortura indagatoria y punitiva. Queda fuera la_ tortu-
ra gratuitatcuyo tratamiento ha de hacerse a través del art. 174,2
(de producirse en el ámbito penitenciario) o en el seno de los
"otros atentados contra, la integridad moral cometidos por fun-
cionario'' del art. 175. Frente a la técnica seguida (delito de
resultado), e! tipo biísico de tortura debería plantearse como uno
de mera actividad. consistente en la aplicación por acci6n u on1i-
sión de cualquier género de maltrato o, rnejor, de violencia o
intirnidaci6n sobre personas de algún modo sometidas a su
poder de hecho por parte de un funcionario público, con el fin
de obtener de ella o de un tercero cualquier género de declara-
cíón, de casligarlos, de intimidarle a él o a otros, coaccionarlos
o humillarlos o por cualquier otra raión basada en cualquier tipo
de discriminación. lUmbién debería haberse incluido una cláu~
sula de actuar en nombre de otro para hacer responsables de tor-
tura (quizá con alguna atenuación) a los particulares que se pres-
ten a la ejecución de esos actos en nombre o en lugar de los funM
cionarios.
Cierra la regulación del Título VII una regla concursa!
común dirigid.a a imponer la sanción separada de los hechos
contra la integridad moral y los correspondientes delitos apre-
ciab1es en razón de la lesión o daño intervenido a la vida, inte-
gridad física, salud, libertad sexual o bienes de la víctima. Al
margen quedan los ataques al honor (consumidos en los tipos
contra la integridad moral) y contra la libertad. Estos últimos, de
resultar punibles a través de los delitos de detenciones ilegales,
amenazas o coacciones, habrán de apreciarse en concurso ideal
con los atentados contra la integridad moral.
-116-