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¿Qué es un asilo?
-En su acepción más amplia asilo es aquella garantía de los derechos humanos consistente
en la protección que el Estado presta, dentro de su ámbito de soberanía, a los extranjeros
que hayan penetrado en su territorio para huir de la persecución política o de las
condiciones económicas o medioambientales de su país de origen, como asegura el
Instituto de Estudios Políticos para América Latina y África.
Se conoce con este nombre a la institución por la cual el perseguido por razones políticas
busca protección en el territorio de otro Estado. En América existe una Convención sobre
Asilo Territorial.
-La Agencia de la ONU para los refugiados, Acnur, asegura que la mayoría de las personas
pueden buscar de parte de sus gobiernos la garantía de que sus derechos básicos sean
respetados así como asegurar su seguridad física. Pero en el caso de los refugiados, el
país de origen ha probado ser incapaz o no muestra su disposición de proteger tales
derechos. Así, el ACNUR ha recibido el mandato de asegurar que los refugiados sean
protegidos en el país de asilo, asistiendo a los gobiernos en la medida de los posible a
cumplir con esta tarea.
«La persona que, por temor justificado de ser perseguida por su raza, religión, nacionalidad,
pertenencia a un grupo social concreto u opinión política, se encuentra fuera del país de su
nacionalidad y no puede o, debido a ese temor, no quiere aprovechar la protección que le
ofrece dicho país» »Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
Refugiados
Mujeres y niños uzbekos refugiados siguen conmocionados tras los actos violentos en
Kirguistán en junio de 2010. Foto ONU/EPA
Los modelos mundiales de migración son cada vez más complejos en el mundo
contemporáneo, al implicar no solo a los refugiados sino también a millones de migrantes
económicos. Sin embargo, los refugiados y los migrantes económicos son
fundamentalmente diferentes aunque suelan tomar los mismos caminos. Por esa razón,
reciben un trato muy distinto por parte del derecho internacional moderno.
Los migrantes, en particular los económicos, eligen desplazarse para buscar mejores
perspectivas para ellos y para sus familias. En cambio, los refugiados se ven obligados a
desplazarse si quieren salvar sus vidas y preservar su libertad. No obtienen protección por
parte de sus Estados, y a menudo es su propio gobierno el que amenaza con perseguirlos.
Si otros países no les dejaran entrar y no les ayudaran una vez que están dentro, en su
país podrían condenarlos a muerte o a vivir en condiciones intolerables, en secreto, sin
medios de subsistencia ni derechos.
CONVENCIONES INTERNACIONALES
Derecho de asilo
Artículo 14
1. En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él,
en cualquier país.
2. Este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente originada por
delitos comunes o por actos opuestos a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.
7. Toda persona tiene el derecho de buscar y recibir asilo en territorio extranjero en caso
de persecución por delitos políticos o comunes conexos con los políticos y de acuerdo con
la legislación de cada Estado y los convenios internacionales.
Toda persona tiene el derecho de buscar y recibir asilo en territorio extranjero, en caso de
persecución que no sea motivada por delitos de derecho común y de acuerdo con la
legislación de cada país y con los convenios internacionales.
PRIMERA.- Afirmar el principio del asilo como el derecho subjetivo de buscar y recibir
protección en territorio extranjero en caso de fundado temor de persecución por motivos de
raza, religión y nacionalidad, pertenencia a un determinado grupo social u opiniones
políticas o en caso de persecución por delitos políticos, de acuerdo con la definición
contenida en la Convención de Naciones Unidas de 1951 y el protocolo de 1967, sobre el
estatuto de los refugiados y en seguimiento de los más recientes desarrollos del derecho
interamericano consagrados epecialmente en el artículo 22° N° 7 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos de 1969, (Pacto de San José).
CONVENCIONES INTERNACIONALES
VIGENCIA
Con nuevo caso de solicitud de asilo político ha logrado captar la atención internacional; si
en el caso de Assange el acento estuvo en la reticencia del gobierno británico a aceptar la
institución de asilo, en la presión y acoso que ejerció tanto sobre el asilado como en la
legación asilante, esta vez el caso Snowden está logrando exhibir los precarios argumentos
de su gobierno y la necesidad de una defensa internacional del asilo que, como queda a la
vista, sigue siendo una institución vigente y completamente necesaria.
Este drama de enredos, en el que todos los participantes se mueven con lentitud
desesperante, nos hace pensar que el ordenamiento internacional, así como el derecho
interno de los países, no puede funcionar si no tiene como eje central la vida y la libertad
de los sujetos; que nuestra convivencia se basa en el respeto de las personas y en el
reconocimiento de sus derechos fundamentales; más allá de ese margen no existe sino la
barbarie y el peligro.
Ayer fue Assange, hoy es Snowden, son dos que se han jugado la libertad y la vida por dar
a conocer las entretelas de los gobiernos que juegan con las personas como se juega con
las piezas de un enorme ajedrez; ante la reacción de estados valientes que deciden
acogerlos, la respuesta va de la frialdad e indiferencia hasta la presión y la negación del
derecho de asilo. En medio, los ciudadanos, los hombres de todos los días, vemos cómo
agentes, más allá de nuestra voluntad, están apostando nuestra libertad en aras de lo que
ellos llaman nuestra seguridad.
La falacia que hacía creer que sólo en tiempos de las grandes conflagraciones, de las
revoluciones y de la Guerra Fría, era necesario el derecho de asilo, ha mostrado su falsedad
y su peligrosidad. Es momento, sí, de revisar el derecho de asilo, pero para fortalecerlo,
para hacer conciencia de su importancia y de su valor, para mantener intacta la vida y la
libertad, más allá de las consideraciones y razones de Estado, más allá de la infértil
ecuación que resolvió Franklin hace más de 200 años: “Quien sacrifica su libertad a cambio
de seguridad hace un mal negocio, porque a la larga termina perdiendo ambas”.