EXPTE. Nº 250.422 “BARLOA HAIDAR RUBEN ORLANDO C/ GOBIERNO
DE LA PROVINCIA DE MENDOZA P/ DAÑOS Y PERJUICIOS” Mendoza, 9 de abril de 2018. Y VISTOS: Los precedentemente intitulados, llamados para resolver a fs. 373, de los que, RESULTA: I) Que a fs. 173/189 se presenta la Dra. María Paula Yannelli, en nombre y representación del Sr. Rubén Orlando Barloa Haidar, a mérito del escrito de ratificación acompañado, con el patrocinio letrado de los Dres. Fe-derico Luis Colonnese y José Luis Pina Satur, y promueve demanda ordina-ria por daños y perjuicios contra el Gobierno de la Provincia de Mendoza, específicamente contra el Servicio Penitenciario Provincia, dependiente del Ministerio de Trabajo, Justicia y Gobierno, por la suma de $ 50.000 o lo que surja al momento en que su parte concrete el rubro correspondiente a la in-capacidad sobreviniente de su representado, o lo que la suscripta determine al momento de dictar sentencia, con más intereses y costas. Señala que respecto de los rubros que integran la presente reclama-ción, atento a la complejidad de la causa, dichos montos no podrán ser preci-sados con exactitud en forma anticipada, ya que la prueba idónea y necesa-ria para determinar la entidad del daño sufrido por su representado –Tomografía de Coherencia Óptica- se encuentra al momento de interposición de la demanda en el Primer Juzgado de Ejecución Penal y deberá ser requerida en forma urgente a fin de que su parte pueda cuantificar la incapacidad sufrida por el actor, en forma previa al traslado de la demanda. Seguidamente, dedica un capítulo a abordar la legitimación procesal, con especial referencia a la legitimación activa del actor y a la legitimación pasiva de la demandada. En cuanto a la legitimación activa y la inhabilitación judicial, refiere que su parte se encuentra legitimada activamente para iniciar la presente acción por haber sido el Sr. Rubén Barloa Haydar víctima directa del accidente ocurrido con fecha 15 de noviembre de 2011, estando alojado en el Pabellón 2-A de la Penitenciaría Provincial de Boulogne Sur Mer. Destaca que si bien es cierto que el Sr. Rubén Barloa ha sido conde-nado y por lo tanto se encuentra cumpliendo una pena privativa de la libertad superior a los tres años, razón por la cual se encontraría prima facie alcanzado por la inhabilitación contemplada en el artículo 12 del Código Penal, no menos cierto es que dicha inhabilitación no constituye un obstáculo para el ejercicio del derecho a la tutela judicial efectiva, previsto en el artículo 25 de la CADH, en resguardo de derechos personalísimos como son la salud e integridad física. Agrega que si analizamos la naturaleza jurídica del instituto previsto en el artículo 12 del CP, se colige que la misma constituye una incapacidad de hecho relativa, revistiendo un carácter tuitivo, por cuanto protege al inca-paz para la realización de cualquier actividad que le ha sido restringida por consecuencia de su encierro, y que se trata de una incapacidad que tiene por objeto evitar perjuicios en los bienes del condenado por el tiempo que dure su detención, pero no afecta la capacidad jurídica general del sujeto. Apunta que tratándose de derechos personalísimos de raigambre constitucional, no es justo supeditar el reclamo a la ulterior designación de un curador, ya que de ser así se estaría cometiendo un rigorsimo innecesario, no ajustado a la finalidad tuitiva del artículo 12 del CP y, peor aún, se beneficiaría a la demandada con la prescripción de la acción civil. Aduce que la incapacidad prevista en el artículo 12 del CP no puede ser aplicada de un modo automático, cerrando las puertas del tribunal al actor que se encuentra afectado en su integridad física, ya que de ser así se caería en una gravísima injusticia, mediante una interpretación imprudente de esta norma. Concluye que deberá interpretarse la norma en su justo medio, a los fines de no tener que llegar la suscripta a la escandalosa necesidad de declarar la inconstitucionalidad del precepto en este caso concreto, reconociendo que el interno Barloa se encuentra perfectamente habilitado para la promoción del presente proceso, a fin de que pueda obtener una pronta respuesta judicial en resguardo de su derecho constitucional a la integridad física. Con respecto a la legitimación pasiva del Gobierno de la Provincia de Mendoza, sostiene que la misma deriva del negligente ejercicio del deber de seguridad y de la falta de servicio que debe brindar el Estado, en este caso en el Servicio Penitenciario Provincial, dependiente del Ministerio de Trabajo, Justicia y Gobierno. Indica que respecto del acto ilícito generado de responsabilidad –disparo de proyectil en ojo izquierdo efectuado por un agente penitenciario en el interior de la Penitenciaría- se encuentra plenamente acreditada su existencia, surgiendo el mismo del resumen de historia clínica que contiene las manifestaciones vertidas por el médico que atendió al actor el día del hecho. Esgrime que en el caso el Servicio Penitenciario ha faltado reiterada-mente a su obligación de garantizar la seguridad de las personas detenidas, ya que en una primera oportunidad agentes penitenciarios lesionaron grave-mente al actor poniendo en peligro su vida y que luego nadie se interesó por la salud e integridad del mismo, quien pedía a gritos auxilio y atención médi-ca, siendo –a su entender- tan burdo este abandono que su representado debió promover un Habeas Corpus para recibir la atención médica necesaria. Destaca que luego de la resolución en la que se acogió favorablemente la acción de Habeas Corpus, la demandada/condenada continuó incumpliendo las obligaciones a su cargo, al igual que las imposiciones judiciales, llegando al extremo de demostrar malicia y deslealtad. Apunta que la seguridad como deber primario del Estado no sólo im-porta resguardar los derechos de los ciudadanos frente a la delincuencia sino también, como se desprende del artículo 18 de la CN, los propios de los penados, cuya readaptación social se constituye en un objetivo superior del sistema, por lo que la responsabilidad del Estado en la omisión de sus deberes primarios constituye una irregular prestación del servicio a cargo de la autoridad penitenciaria. Refiere que aplicando la normativa contenida en el artículo 1112 del Código Civil ninguna duda puede caber que el Estado tiene una obligación expresa, de fuente legal, por la que garantiza la seguridad de los internos en las cárceles, de donde la omisión de dicha obligación resulta ser fuente de la obligación de resarcir los daños que tal conducta ocasione. Agrega que a su vez, el demandado debe responder en su calidad de guardián o propietario de una cosa peligrosa o generadora de riesgos, como es el arma de fuego (art. 1113 del Código Civil), y que también debe respon-der el Gobierno de la Provincia de Mendoza por el hecho del dependiente (art. 1113 del Código Civil), ya que siendo la Policía de Mendoza o el Perso-nal del Servicio Penitenciario, dependiente del Gobierno de la Provincia de Mendoza y siendo ésta última la propietaria o titular registral del arma de fue-go, es quien debe responder por el riesgo de la cosa de la cual es dueña. Al referirse a los hechos, narra que el Sr. Rubén Barloa Haydar se en-cuentra al tiempo de interposición de la demanda alojado en el Pabellón 10 de la Penitenciaría Provincial de Boulogne Sur Mer, cumpliendo una condena efectiva en razón de haber sido condenado a la pena de cinco años de prisión por la Excma. Tercera Cámara del Crimen de la Primera Circunscripción Judicial de Mendoza, en los autos N° 60.153/10, caratulados: “Fiscal c/ Barloa Rubén Orlando p/ Robo Agravado”. Explica que el día 15 de noviembre de 2011, estando alojado en el Pabellón 2-A de dicho complejo penitenciario, recibió un disparo en su ojo izquierdo, resultando gravemente lesionado, cuando en horas de la mañana ingresó personal penitenciario disparando sus escopetas. Señala que como consecuencia de uno de los disparos, su representado recibió el impacto de un perdigón de goma en su ojo izquierdo por personal penitenciario, ocasio-nando graves lesiones en su persona. Expresa que hasta el día de la fecha sigue siendo un enigma quién fue el autor del disparo, al igual que los motivos por los que se produjo el mismo, pero que sí está acreditado que el Sr. Barloa fue atacado por un agente penitenciario que portaba una escopeta con cartuchos con munición antitumulto (perdigones de goma), y sigue sufriendo las graves consecuencias de tal evento. Indica que con motivo del accidente su representado debió ser trasla-do de urgencia al Hospital Central, donde se le diagnosticó traumatismo en ojo izquierdo por “proyectil de goma”, que el día 18 de noviembre de 2011 debió ser nuevamente trasladado al Servicio de Oftalmología del Hospital Central, y que el día 21 de noviembre se le debía efectuar un nuevo control, pero que no fue llevado a cabo por que el servicio penitenciario no lo trasladó ni cumplió con lo prescripto por los médicos tratantes. Denuncia que con posterioridad se lo dejó abandonado a su suerte, sin tratamiento médico alguno, ni provisión de medicación a los fines de pa-liar las dolencias y secuelas incapacitantes, procediendo sólo a su traslado al Complejo Penitenciario “San Felipe”, y que con motivo de ese lamentable abandono de persona y el permanente agravamiento de la lesión, su repre-sentado debió interponer un Habeas Corpus Correctivo a los efectos de ser atendido por personal especializado y obtener un tratamiento médico urgente acorde a las circunstancias del caso y respetuoso de la dignidad de su cliente, que dio origen al expediente N° 21.509/A, caratulado “Habeas Corpus a favor de Barloa Haydar o Barloa Haydar Rubén Orlando”, que fue acogido en fecha 04 de octubre de 2012. Narra que con posterioridad a la acción de Habeas Corpus y por orden del Juzgado de Ejecución Penal, se logró el traslado del interno al Servicio de Oftalmología del Hospital Central a los fines de continuar con el tratamiento médico prescripto por los facultativos de este nosocomio, quienes desde el primer momento habían solicitado la realización de una tomografía de coherencia óptica a los fines de determinar el grado de afectación en el ojo izquierdo y de esta manera evaluar el tratamiento a seguir. Relata que esa tomografía no se realiza en el Hospital Central sino sólo en determinados centros oftalmológicos privados de la provincia, por lo que su representado, a través de sus patrocinantes en el proceso de Habeas Corpus, debió solicitar al Tribunal que se emplace a la Dirección del Complejo San Felipe a los fines de obtener turno en forma inmediata para su realización, ya que éste no se había gestionado por cuestiones presupuestarias y sólo existía la posibilidad de realización de este estudio siempre y cuando fuera aprobada la respectiva partida presupuestaria. Manifiesta que su parte logró que se practicara al Sr. Barloa la tomo-grafía para fecha 14 de diciembre de 2012 a las 16:30 horas en “Oftalmos” y que luego de la realización de la misma, lo lógico y coherente hubiese sido que la Dirección del Complejo San Felipe –que en virtud del Habeas Corpus admitido estaba condenada a arbitrar todos los estudios y medidas necesa-rios para salvaguardar la integridad de Barloa- pusiera a disposición del Tri-bunal de Ejecución Penal la OTC y su respectivo informe, procediendo al inmediato traslado del interno al Servicio de Oftalmología del Hospital Central, a los fines de que los facultativos que lo venían atendiendo pudiesen evaluar con certeza el daño ocasionado en el ojo izquierdo y el tratamiento a seguir. Destaca que no obstante, nunca se acompañó el informe de la OTC ni una copia digital de la misma, por lo que los defensores de Barloa en el proceso de Habeas Corpus solicitaron una audiencia a los fines de que el titular de la División Sanidad del Complejo Penitenciario compareciera muni-do de la historia clínica del interno y con la Tomografía de Coherencia Óptica a los fines de que sea acompañada dicha prueba al proceso. Expresa que dicha audiencia fue fijada por el Tribunal para el 27 de marzo de 2013 a las 9 horas, oportunidad en la que incluso debía ser trasla-dado el interno a los fines de ser escuchado por el Tribunal, pero que tal ac-to no pudo ser realizado en razón de que ese mismo día el interno debía comparecer al Hospital Central ya que tenía un turno asignado, turno que se perdió porque fue trasladado a las 12 del mediodía, cuando el turno era a las 8 horas. Sostiene que se aplazó la audiencia fijada a los fines de la incorpora-ción de la prueba solicitada y para que el interno pudiese ejercer su derecho constitucional a ser oído porque supuestamente el Sr. Barloa había sido tras-ladado a primera hora al Hospital Central a los fines de ser examinado, pero que esta fue sólo una excusa para evitar que el interno tuviera contacto directo con el Tribunal, ya que el traslado se produjo recién a las 12 del mediodía, cuando el turno médico ya se había perdido. Explica que la defensa del interno Barloa denunció esta grave circunstancia, solicitando nuevamente que se emplazara a la Administración Penitenciaria para que pusiera a disposición del Tribunal la OTC y su informe, bajo apercibimiento de astreintes y de lo previsto en el art. 239 del CP, a lo que el titular del Primer Juzgado de Garantías –puesto que hasta ese entonces el Primer Juzgado de Ejecución Penal se encontraba vacante- ordenó la realización de una pericia por el Cuerpo Médico Forense (CMF), siendo que para tal fin se debía trasladar al interno y se debía aportar la OTC y su informe. Apunta que la pericia se hizo, pero que no la realizó un oftalmólogo, razón por la cual el perito sugirió una evaluación por un especialista en la materia, y destaca que pese a lo ordenado, no fue acompañada la tomogra-fía. Aduce que estamos frente a una situación de incertidumbre que es de nunca acabar, ya que la Administración Penitenciaria ha sido renuente en hacer entrega de la tomografía realizada en “Oftalmos”. Denuncia que la Administración Penitenciaria dio su estocada final, procediendo al traslado del interno al Complejo Penitenciario de Almafuerte, ubicado en Cacheuta, circunstancia que motivó la pérdida de la competencia del Primer Juzgado de Ejecución Penal, imposibilitando de esta manera el trámite del proceso de Habeas Corpus, toda posibilidad de inmediación, al igual que la incorporación de la prueba solicitada por su parte. Señala que luego de diferentes reclamos efectuados ante la Adminis-tración Penitenciaria, el actor fue trasladado a la Penitenciaría de Boulogne Sur Mer, pabellón 10, lugar en el que se encuentra alojado al tiempo de in-terposición de la demanda, no obstante estar gozando del beneficio de las salidas transitorias por el tiempo cumplido y su excelente conducta y concepto. Concluye expresando que respecto a la historia clínica y tomografía con su respectivo informe, recién fueron remitidos al Juzgado de Ejecución para fines de agosto de ese año y luego de varios emplazamientos cursados por el Tribunal. A continuación, detalla los rubros y montos cuya indemnización pre-tende. Pide medida preventiva consistente en girar oficio al Primer Juzgado de Ejecución Penal de la Primera Circunscripción Judicial, ubicado en el Complejo de Boulogne Sur Mer, para que remita en forma urgente original o copia certificada del expediente 21.509/A, caratulado: “Barloa Haydar Rubén Orlando p/ Habeas Corpus” y la historia clínica del actor en copia certificada que se encuentra incorporada como AEV a dichos autos, además del informe de la Tomografía de Coherencia Óptica, al igual que el respectivo soporte digital en CD o DVD del Sr. Barloa, que fuera realizada en “Oftalmos” para fecha 14 de diciembre de 2012 a las 16:30 horas, por los motivos que expone y a los que me remito en mérito a la brevedad. Ofrece prueba. Plantea la inconstitucionalidad de la ley 7198 por los motivos que ex-pone y a los que me remito en honor a la brevedad. Funda en derecho. A fs. 207/209 el Dr. Colonnese, por el actor, a mérito del escrito de ra-tificación acompañado, amplía y concreta demanda, modificando el exordio de la demanda en cuanto a la suma reclamada, esto es, la suma de $ 130.000, con más intereses, o lo que en más o en menos determine la sus-cripta al momento de dictar sentencia. II) Que a fs. 225/229 comparece el Dr. Mario Dante Araniti por el Go-bierno de Mendoza, se hace parte y contesta demanda, solicitando su recha-zo, con costas. Efectúa una negativa general y particular de los hechos afirmados por la actora en su libelo inicial, que no sean objeto de especial y específico re-conocimiento de su parte en su responde. A continuación, brinda su versión de los hechos, que a su entender hay que buscarlos en las actuaciones administrativas y penales que ofrece como prueba y a las cuales se remite, destacando que su parte no ha tenido participación directa ni indirecta en los supuestos sucesos narrados en la demanda. Señala que si es que algún hecho se comprueba y dependiendo del caso, deberá verificarse si el actor se colocó en una situación de riesgo y culpa, asumiendo las consecuencias de hacerlo. Indica que según los informes que ha peticionado la Provincia de Mendoza a la autoridad policial, el actor del proceso es un penado que actuó en forma beligerante en instantes previos a que se debiera realizar un encie-rro no convencional, y durante el mismo. Expresa que esa circunstancia gravísima es semejante a un motín, y por sus características –ya que podría llevar a una fuga masiva de presos- debe ser controlada de forma terminante. Concluye que como consecuencia del accionar del actor y ante los riesgos que asumió por su conducta, le habrían resultado daños causados por su conducta, como elemento causal desencadenante. Aduce que lo más importante es realizar una ubicación en el contexto y luego, como una defensa subsidiaria y eventual –porque rechaza la proce-dencia y legitimidad del reclamo- aportar puntos de referencia para ver si se pide poco o mucho, como indemnización. Destaca que su mandante pone empeño en proveer cárceles de las características del art. 18 de la CN, pero se pregunta qué hacer cuando el propio reo detenido quiere violar las reglas de seguridad de las instituciones. Sostiene que el reo detenido que arroja elementos para agredir a los efectivos policial o promueve una negativa a acatar un encierro en el lugar en que está cumpliendo su condena –como es el caso del actor- infringe las mismas normas de seguridad que la Constitución encomienda tutelar en el art. 18 y, en consecuencia, por violar la ley, la persona exime de la garantía de seguridad al Estado. Remata expresando que el Estado no debe responder si los actos que deciden los penados exceden a la Constitución o pretenden violarla, porque implican un enfrentamiento a la norma fundamental, sea por riesgos asumi-dos o un daño a sí mismo, puesto que en estos casos la obligación de garantía no puede ser privilegiada frente a los actos libres que deciden los penados justamente para agravar la responsabilidad asumida por el Estado. Ofrece prueba. III) Que a fs. 232/233 comparece el Dr. Pedro García Espetxe, en su carácter de Director de Asuntos Judiciales de Fiscalía de Estado, se hace parte y contesta demanda, solicitando su rechazo, con costas. Destaca que la entidad estatal demandada ha procedido a contestar la demanda, por lo que Fiscalía de Estado, en el cumplimiento de sus obliga-ciones de contralor de la legalidad y custodio del patrimonio fiscal, se limitará al estado de cosas descriptos en el responde, a cuya acreditación orientará su actividad probatoria. Adhiere a la prueba ofrecida por el Gobierno de la Provincia de Men-doza en forma autónoma. Seguidamente, impugna los rubros y montos reclamados. IV) Que a fs. 235 el Dr. Colonnese, por el actor, a mérito del escrito de ratificación acompañado, expresa que de la contestación de demanda y do-cumentación acompañada en autos por el Gobierno de la Provincia de Men-doza su parte pudo advertir que el Pabellón en el que se encontraba ubicado el Sr. Barloa al momento del hecho era el número 3 y no el 2 A, como se expuso en el escrito de demanda. Explica que su parte se vio inmersa en la confusión porque de la do-cumentación aportada en el Habeas Corpus Correctivo, que oportunamente fuera planteado, nunca pudo advertirse en qué pabellón se encontraba alojado su representado al momento del hecho, ya que en un principio por su buena conducta y luego por su lesión, era trasladado continuamente. Destaca que el pabellón 3 es uno de los más grandes y poblados, siendo que su representado se encontraba en las celdas menos pobladas, de 4 o 5 personas, por su buena conducta, por lo que mal podría haber sido uno de los protagonistas del supuesto incidente beligerante al que hace referencia la demandada. Agrega que el Sr. Barloa no fue sumariado ni fueron iniciadas causas en su contra, a fin de investigar los hechos ocurridos aquel 15 de noviembre de 2011. V) Que a fs. 237 se abre la causa a prueba, ratificando Fiscalía de Es-tado la prueba ofrecida al contestar demanda a fs. 238 y ratificando la prue-ba ofrecida en el escrito de demanda y ofreciendo prueba la actora a fs. 240/242. VIII) Que a fs. 247 se dicta el auto de admisión de pruebas. V) Que producida la prueba ofrecida y no desistida, alega la parte de- mandada a fs. 374 y la actora a fs. 375/286, y CONSIDERANDO: I. La normativa aplicable La reciente entrada en vigencia del Código Civil y Comercial de la Na-ción obliga a determinar en primer lugar, si el caso traído a estudio debe analizarse a la luz de sus normas. Para ello ha de atenderse a lo preceptuado por el art. 7 CCCN que reza “a partir de su entrada en vigencia, las leyes se aplican a las consecuencias de las relaciones y situaciones jurídicas existentes. Las leyes no tienen efecto retroactivo, sean o no de orden público, excepto disposición en contrario. La retroactividad establecida por la ley no puede afectar derechos amparados por garantías constituciona-les. Las nuevas leyes supletorias no son aplicables a los contratos en curso de ejecución, con excepción de las normas más favorables al consumidor en las relaciones de consumo. De su letra y finalidad, surge que el análisis deberá hacerse según las normas vigentes al momento del hecho dañoso (15/11/2011), sin que resulten aplicables, por consiguiente, las disposiciones de la nueva ley de fondo. No obstante, debo aclarar que en lo sustancial, la nueva regulación no difiere de la anterior. (sobre este tema, consultar: Kemelmajer de Carlucci, Aída; El artículo 7 del Código Civil y Comercial y los expedientes en trámite en los que no existe sentencia firme; Publicado en: LA LEY 22/04/2015 , 1 LA LEY 2015-B , 1146. (Código Civil y Comercial de la Nación Comentado, Título Preliminar y Libro Primero; Directores: M. Herrera, G. Caramelo y S. Picasso, comentario al art. 7; www.infojus.gob.a II. La legitimación sustancial activa. Atento que al tiempo de la interposición de la demanda el actor se en- contraba cumpliendo una condena en la penitenciaría provincial (Complejo San Felipe, me referiré a la que la incapacidad de hecho surgente del art. 12 del Código Penal para el condenado a más de tres años de prisión, como en el caso de autos, y su capacidad para estar en juicio sea como actor o demandado. El cuestionado art. 12 del Código Penal establece lo siguiente: "La reclusión y la prisión por más de tres años llevan como inherente la inhabilitación absoluta, por el tiempo de la condena, la que podrá durar hasta tres años más, si así lo resuelve el tribunal, de acuerdo con la índole del delito. Importan además la privación mientras dure la pena, de la patria potestad, de la administración de los bienes y del derecho de disponer de ellos por actos entre vivos. El penado quedará sujeto a la curatela establecida por el Código Civil para los incapaces". La disposición penal antes reseñada puede dividirse en dos partes: La primera de ellas, en tanto establece una inhabilitación absoluta para los casos de condena superior a los tres años de prisión. Y la otra, en tanto consagra —además de la inhabilitación— la pérdida del ejercicio de la anteriormente llamada "patria potestad", de la administración de los bienes, y del derecho a disponer de ellos por actos entre vivos, disponiendo una curatela para tales supuestos. Diversas son las opiniones doctrinarias y jurisprudenciales en orden a los impedimentos civiles consagrados en la segunda parte del articulado, esto es, cuando la ley priva del ejercicio de la patria potestad (hoy denominada "responsabilidad parental"), la administración de los bienes, y del derecho de disponer de ellos por actos entre vivos, a la persona condenada judicialmente a pena efectiva de prisión. En líneas generales puede decirse que algunos consideran que dicha disposición representa una verdadera pena, accesoria de la principal, semejante a la consagración de la "muerte civil" del condenado. Otros ven a esta incapacidad civil como una forma de medida tutelar impuesta en beneficio del condenado se basan fundamentalmente en la misma Exposición de Motivos del Proyecto de 1917, luego seguido por el Código Penal de 1921, cuando aseguraba que esta medida "no tiene objetivo represivo sino tutelar, desde que subsana un estado de incapaci-dad". Esta es en cierto modo la posición mayoritaria en la doctrina, seguida tanto en materia penal por autores de la talla de Soler, Núñez, Creus, y Peco entre otros y en el ámbito civil por Llambías, Orgaz, Buzo y otros destacados autores. Más allá de la discusión en torno a la naturaleza jurídica que pudiera ostentar la institución, no nos cabe ninguna duda que la única finalidad que inspira a la norma es dar una adecuada protección al condenado, dotándolo de un curador para la realización de ciertos actos, sin lo cual se vería ex-puesto a las múltiples dificultades que derivan de ese encierro temporal. Como lo tiene dicho la doctrina: “Basta observar —a tenor de lo di-cho— que se trata de una incapacidad de hecho relativa y transitoria, ya que no se incapacita al condenado para todas las hipótesis que puedan presentarse, sino sólo para alguna de ellas. Es por tanto que no puede equipararse esta disposición a la consagración de una verdadera "muerte civil". Nos parece que la norma no llega a tal extremo, puesto que el condenado puede —entre otras cosas—, y sin necesidad de la actuación de un curador, realizar diversos actos, tales como testar; contraer matrimonio formalmente válido; reconocer hijos extramatrimoniales; o participar en juicio, salvo cuando se controviertan derechos patrimoniales o esté en juego la responsabilidad parental ( en el tema ha se el trabajo de Tazza. Alejandro O. “ La incapacidad civil del condenado”, Publicado en: LA LEY 31/07/2017 , 10 • LA LEY 2017-D , 414 En síntesis, de modo alguno puede asegurarse que la disposición del art. 12 del Código Penal sea contraria a garantías consagradas en nuestra Constitución Nacional o Tratados Internacionales, no pudiendo afirmarse que en tales casos la disposición consagre un trato indigno, cruel o infamante que permita descalificarla por su oposición a tales postulados. La norma no implica privación de derechos, sino una suspensión temporal del ejercicio efectivo para ciertos actos, motivo por el cual se le designa un curador al condenado para garantizarle su representación legal. Se lo dota así de una herramienta necesaria para un mejor ejercicio de aquellas facultades que sigue conservando, aunque restringidas y limitadas en razón a la especial situación en que se encuentra. La interpretación que la Suprema Corte de Justicia de la Nación otor-ga a esta disposición, coincide plenamente en la reafirmación constitucional del articulado discutido, y en el consecuente establecimiento de una curatela para atender y administrar los bienes de quien sufre una pena efectiva de prisión, fundamentalmente —amén del resguardo personal y patrimonial— para velar por el interés de los hijos menores de edad frente a la especial situación que atraviesa transitoriamente su progenitor (ver Precedente "G. C., C. M. y otro s/ robo con arma de fuego - aptitud disparo no acreditada", CSJ 3341/2015/RH1, del 11 de mayo de 2017). Hoy en día prevalece la tesis que sostiene que la incapacidad civil cesa cuando el penado recupera su libertad, aunque no hubiese agotado la totalidad de la pena en prisión. En ese sentido, recobra el pleno ejercicio de su capacidad civil cuando recupera su libertad por haberle sido concedida la libertad condicional o la libertad asistida. En autos, si bien al interponer la demanda el actor se encontraba en el complejo penitenciario cumpliendo su condena, lo cierto es que hoy goza de los beneficios de la Salidas Transitorios, por lo que en función de la doctrina y jurisprudencia analizada, en cualquiera de la dos hipótesis se encontraba legitimado para la interposición de la presente acción. III. La responsabilidad del Estado por los daños producidos a un penado durante el cumplimiento de su condena carcelaria. Incumplimiento del deber de preservar la vida, salud y seguridad de los presos. Como punto de partida, tengo en cuenta que son hechos consolidados para esta causa, en tanto han sido reconocidos por las partes, y surgen de las pruebas aportadas a la causa, que el día 15 de noviembre de 2011, el interno Rubén Orlando Barloa Haidar, mientras cumplía una condena represiva de la libertad en la Cárcel de San Felipe de la ciudad Capital de Mendoza, resultó herido en su ojo izquierdo como consecuencia de una bala de goma disparada por un agente penitenciario, causándolo lesiones físicas al mismo. Que el hecho se produjo con motivo de una revuelta ocurrida en el penal y en virtud de la cual resultaron heridos algunos internos, entre ellos, el actor, conforme surge de la copia fiel glosada a fs.218/219/220 de autos, quienes, según el mismo informe, habrían arrojado elementos contundentes a los efectivos de seguridad que intervinieron en el acto. Del mismo modo ha quedado acreditado que como consecuencia de los hechos ocurridos en el penal, el actor resultó herido en su ojo izquierdo viéndose afectada la visión del mismo, cuestión sobre la que luego volveré al evaluar la existencia y cuantía de los daños reclamados. Por su parte el demandado, en su responde, niega toda responsabili-dad del gobierno en los hechos denunciados, aduce la culpa de la víctima, al haber sido partícipe de una revuelta interna asimilable a un motín. Así trabada la Litis, entiendo que las cuestiones litigiosas se refieren a la responsabilidad que le cabe en los hechos denunciados a la provincia de Mendoza, los daños reclamados y su cuantía. En primer término, comenzaré por analizar la responsabilidad del Estado en casos como el que motiva la acción incoada en estos autos. Adelanto que en este aspecto comparto lo doctrina que considera que el incumplimiento o cumplimiento irregular por el Estado del deber de preservar la vida, salud y seguridad de los penados y procesados que habitan las cárceles, mediante la adopción de las medidas de prevención idóneas, configura una falta de servicio derivada del art. 18 de la Constitución Nacional e imputable a aquél en forma directa por aplicación subsidiaria de las prescripciones del art. 1112 del Cód. Civil (v. Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Salta, sala IV, 14/08/1996, González de Burgos, Joaquina c. Provincia de Salta., LA LEY 1997-D, 798, con nota de Jorge Galdós; LLNOA, 1998-360, con nota de Jorge Galdós, AR/JUR/2383/1996). Con los mismos alcances, en el orden constitucional provincial, el art. 23 de la Constitución de la Provincia de Mendoza, declara que: “Las cárceles son hechas para seguridad y no para mortificación de los detenidos, y tanto éstas como las colonias penales, serán reglamentadas de manera que constituyan centros de trabajo y moralización. Todo rigor innecesario hace responsables a las autoridades que lo ejerzan”. Como señalé, la Provincia a cuyo cargo se encuentra la seguridad de los presos que cumplen condena en sus cárceles, invoca la culpa de la propia víctima al haberse expuesto a una revuelta que puso en peligro la seguridad del penal, y que excluye toda responsabilidad de la misma. Como intentaré demostrar, no le asiste razón. Como punto de partida, tengo en cuenta que el tema de la responsabilidad del Estado en casos de motines carcelarios, fue expresamente considerado por la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, in re:”K., J. L. v. Fisco de la provincia de Buenos Aires • 08/07/2008, Cita Online: 70049553, en un caso que guarda cierta analogía con el presente. Se trataba de una demanda incoada contra la Provincia de Buenos Aires por un agente penitenciario que había sufrido lesiones con motivo de un motín carcelario, en el cual el penitenciario fue tomado como rehén. En esa oportunidad el Superior Tribunal provincial sostuvo que: “La existencia de los internos amotinados no releva al Estado de las obligaciones de custodia en la cárcel, ya que su actuación debe hacerla en condiciones adecuadas para cumplir con la finalidad para la que ha sido establecida que no es otra que garantizar la adopción de medidas de seguridad y control en grado suficiente para preservar la vida e integridad de los internos que ingresen a tales centros carcelarios así como la de los empleados que prestan sus servicios en dichos lugares. Ocurrido -y acreditado el daño- se configura la responsabilidad objetiva de la provincia demandada, como consecuencia de la falta de servicio (art. 1112 Ver Texto, CCiv.)”. Para así resolver, tuvo en cuenta que de la evolución jurisprudencial de nuestro Máximo Tribunal Federal y de la opinión de los doctrinantes se constata la construcción de un sistema de responsabilidad estatal con imputación directa, porque los funcionarios actuando en el ejercicio de su tarea son órganos del Estado, y con factor de atribución objetiva, que se trasunta a través de las denominadas "faltas de servicio", ello con fundamento en la hermenéutica del art. 1112 Ver Texto, CCiv. Para concluir que: Y aunque huelga decirlo, el motín en una unidad penitenciaria no debe ser considerado como una situación normal en la prestación del servicio de custodia de los detenidos. Recuerdo que la Corte Suprema ha sostenido que el principio constitucional que impone que las cárceles tengan como propósito la seguridad y no el castigo de los internos, impone al Estado, por intermedio de los servicios penitenciarios respectivos, la obligación y responsabilidad de dar a quienes están cumpliendo una condena o una detención preventiva, la adecuada custodia (conf. Fallos 318:2002 Ver Texto ; causa G. 178, XXXIV "Gothelf, Clara M. v. Provincia de Santa Fe s/ daños Ver Texto ", sent. del 10/4/2003). Si se quebranta dicho delicado deber de custodia, como juzgo acaecido en la especie al haberse producido una grave revuelta interna, la unidad penitenciaria se transforma en un ámbito peligroso y nocivo para los internos, así como un lugar de trabajo riesgoso para los agentes penitenciarios; en tal supuesto los perjuicios que sean consecuencia de tal situación extraordinaria deben ser reparados (conf. Corte Sup., Fallos 308:1118 Ver Texto ; 318:1959 Ver Texto , consid. 6). IV. La proyección en el caso. En estos obrados, conforme el Informe elevado a la División Seguridad Interna, agregado en copia fiel a fs. 218/200 de autos, surge que para fecha 15 de noviembre de 2011, se produce una revuelta interna en razón que los internos del Pabellón n° 3 no permitieron que se realizara el correspondiente recuento al realizar la entrega del Servicio. Que con el objeto de preservar la integridad tanto de los internos como del personal interviniente y restablecer el orden es que se dispuso la presencia de los grupos especiales. Que al intentar realizar el encierro no convencional y ante la negativa activa de los internos que arrojan elementos contundentes hacia el personal,e s que los efectivos de GEOP deben realizar disparos controlados e intimidatorios, no obstante continúan las agresiones al Personal, siendo identificado dentro de los internos beligerantes el interno, entre otros, el joven, BARLOA HAYDAR RUBEN. Que tras realizar varios disparos, obligados por la fuerte resistencia puesta de manifiesto por los habitantes del Pabellón n° 3, los efectivos del GEOP logran que los internos retrocedan y accedan a sus celdas, logrando asi el encierro celdario. En cuanto a la presencia del actor en el mentado Pabellón 3 fue expresamente reconocido por el mismo a fs. 235, negando sin embargo haber sido uno de los protagonistas del supuesto incidente beligerante, que tampoco existe sumario hecho al mismo por dicho motivo. Así las cosas entiendo que si bien resulta acreditada la presencia del actor en el Pabellón n°3 el día de los hechos, no es menos cierto, que la de-mandada no ha aportado prueba alguna que acredite que las lesiones sufri-das en el disturbio interior de la cárcel en dicho Pabellón, se debieran a la culpa de la víctima. Por el contrario, conforme la ocurrencia de los hechos, concluyo que las lesiones padecidas por el actor encuentran su origen en una falla en el servicio penitenciario. Es sabido que la guarda y custodia de los internos que están pur-gando una condena o cumpliendo una detención preventiva, es deber que corresponde al Estado, en el caso el provincial, a través de su servicio penitenciario. Así entonces cuando del incumplimiento de tal deber, sea por actos positivos o por omisiones, se desprende como consecuencia la actuación dañosa de aquéllos sobre quienes se llevó a cabo un deficiente o irregular contralor, en tanto la actuación de los internos se vio posibilitada, o al menos favoreci-da a raíz del quebrantamiento del mentado deber de custodia del Estado Provincial. Aprecio que en virtud de las obligaciones de custodia que ha asumido aquél ante los problemas relacionados con la vida carcelaria, el medio defensivo articulado por la demandada mediante disparos intimidatorios que resultaron incontrolados al dañar a un interno, violándose con ello el deber de custodia que debe cumplirse en en resguardo de la vida e integridad de los internos, precisamente a los fines de prevenir motines, revueltas, etc. En otras palabras, las consecuencias dañosas derivadas de la decisión adoptada en la ocasión para prevenir y controlar la revuelta, ante la falta de provisión de medidas protectorias debe recaer sobre la entidad pública que ha realizado una inadecuada prestación del servicio y que ha puesto al actor en condiciones de sufrir lesiones a su integridad psicofísica. En definitiva, los hechos acaecidos el 15 de noviembre de 2011 en la cárcel San Felipe comprometen la responsabilidad del Estado, pues importan la omisión de sus deberes primarios y constituyen una irregular prestación del servicio a cargo de la autoridad penitenciaria. Cabe agregar que el tema propuesto fue objeto de análisis en un fallo de laa Corte Suprema de Justicia de la Nación, dictado el 22 de diciembre de 2009 en los autos "Gatica, Susana Mercedes c. Buenos Aires, Provincia de s/ daños y perjuicios" (Publicado en: Sup. Adm. 2010 (marzo), 46 - LA LEY 2010-B, 327 - RCyS 2010-VI, 128 - DJ 15/09/2010, 2500, con nota de Nora Lloveras; Sebastián Monjo; Romina Scocozza; Sup. Penal 2010 (diciembre), 28, con nota de Stabile, Agustina; LA LEY 2010-F, 564, Cita Fallos Corte: 332:2842 Cita Online: AR/JUR/49759/2009). Adelanto que comparto el criterio jurisprudencial que el citado fallo contiene, el que estimo plenamente aplicable a la presente causa. El caso, que suscitó la competencia originaria del máximo Tribunal Federal, se basó en una demanda por daños y perjuicios formulada contra la Provincia de Buenos Aires por la Sra. Gatica, cuyo hijo de 20 años, que cumplía una condena en un establecimiento del servicio penitenciario de aquella provincia, fue muerto por lesiones ocasionadas en una pelea entre internos, en la que se utilizaron armas blancas. El primer postulado del fallo es el siguiente: el Estado infringe sus deberes de seguridad en materia carcelaria si no evita que los internos se procuren elementos punzantes con capacidad de causar daño a las personas. La segunda afirmación que se extrae del fallo en análisis se basa en que el Estado debe compensar a quien resulte lesionado como consecuencia de la infracción del deber estatal de seguridad, aun cuando se trate de una pelea entre internos en la que la víctima hubiera participado. Destaca en sus considerandos que “aún admitida la participación de los internos en la producción del siniestro, ello constituiría una eventualidad previsible en el régimen del penal, que pudo evitarse si aquél se hubiera encontrado en las condiciones apropiadas para el cumplimiento de sus fines”. Para fundamentar la responsabilidad del Estado provincial, el tribunal pone énfasis en el principio constitucional que impone que las cárceles tengan como propósito fundamental la seguridad y no el castigo de los reos detenidos en ellas, proscribiendo toda medida "que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquella exija" (art. 18, Constitución Nacional). Aunque la realidad se empeña muchas veces en desmentirlo, se dice en el fallo que cabe destacar que la cláusula tiene contenido operativo, y como tal impone al Estado, por intermedio de los servicios penitenciarios respectivos, la obligación y responsabilidad de dar a quienes están cumpliendo una condena o una detención preventiva, la adecuada custodia que se manifiesta también en el respeto de sus vidas, salud e integridad física y moral. Finalmente, y como consecuencia de todo lo expuesto, el tribunal en el considerando décimo, concluye admitiendo la responsabilidad de la provincia de Buenos Aires, toda vez que la notoria falta de cumplimiento de los fines constitucionales y las obligaciones que ellos generan, impone la obligación de reparar el daño (Fallos: 306:2030 --La Ley, 1985-B, 3-- y otros). En el fallo que comentamos se afirma categóricamente la responsabilidad del Estado considerando suficientes los elementos probatorios existentes en la causa penal, demostrativos de los hechos y omisiones de los funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones, por no cumplir sino de una manera irregular las obligaciones legales que les están impuestas por la ley orgánica del Servicio Penitenciario, en orden al resguardo de los derechos de los ciudadanos frente a la delincuencia, y de los propios penados para su readaptación social conforme se desprende del art. 18 de la Constitución Nacional. Se agregó luego que "la seguridad, como deber primario del Estado, no sólo importa resguardar los derechos de los ciudadanos frente a la delincuencia sino también, como se desprende del citado artículo 18 (de la C.N.), los propios de los penados, cuya readaptación social se constituye en un objetivo superior del sistema". La doctrina ha destacado que “En un sentido concordante, la Corte Interamericana de Derechos Humanos se ha pronunciado a favor de que el Estado compense las mortificaciones adicionales al encierro” (v. Stabile, Agustina Título: Deber estatal de compensar las afectaciones de derechos en la prisión. Su influencia en la determinación judicial de la pena” Publicado en: Sup. Penal 2010 (diciembre), 24-LA LEY 2010-F, 560). En efecto, ésta ha señalado que el deber que posee el Estado de asegurar la vida y la integridad física de sus habitantes, asume en el caso de las personas detenidas, características mucho más intensas, pues aquí el Estado se halla en una verdadera "posición de garante", dado que en estos casos el deber de protección es "ineludible" (ver el voto del Dr. Sergio García Ramírez, en el considerando 22, del conocido caso de la Corte Interamericana de Derechos Humanos "Bulacio Vs. Argentina", de fecha 18/9/03). En el citado caso, el juez Ant�'nio Augusto Cançado Trindade afirmó la necesidad de reparación estatal frente a violaciones de los derechos humanos, destacando la función esencial que cumple la reparación en el acto de administrar justicia, a punto tal que señaló que "la reparatio es un deber ineludible de los que tienen por responsabilidad impartir la justicia". También criticó el enfoque reduccionista que tiende a equiparar a la "reparatio" a meras compensaciones pecuniarias (indemnizaciones) por los daños sufridos (ver el considerando 34). Se debe destacar, además, que la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha afirmado incluso la responsabilidad estatal frente a lesiones o muertes que habían sido provocadas por otros internos y en las que no se había constatado la participación de ningún agente estatal, señalando que "el Estado tenía el deber de crear las condiciones necesarias para evitar al máximo riñas entre los internos, lo que el Estado no hizo, por lo cual incurrió en responsabilidad internacional …" (ver considerando 184 en el caso "Instituto de Reeducación del Menor vs Paraguay" fallado el día 2 de septiembre de 2004). Como lo resalta la doctrina especializada, con opinión que comparto:" No es un hecho novedoso ni aislado la violencia carcelaria cotidiana, y que los internos conviven permanentemente con el riesgo de morir o de ser lesionados gravemente” (v. ob.cit. Stabile, Agustina Título: Deber estatal de compensar las afectaciones de derechos en la prisión. Su influencia en la determinación judicial de la pena” Publicado en: Sup. Penal 2010 (diciembre), 24-LA LEY 2010-F, 560) A mayor abundamiento, en orden a la responsabilidad del Estado en tales casos, como lo destaca la doctrina, con criterio que comparto, si bien el Estado no tiene un deber de evitar todo daño, es quien ha asumido la loable tarea de brindar seguridad a las personas privadas de su libertad, en cumpli-miento de órdenes judiciales, sean como procesados o condenados en las prisiones estatales, de conformidad con el mandato impuesto por el art. 18 de la Constitución Nacional, la que deberá ser desempeñada de manera acorde a los lineamientos fijados en la normativa aplicable. Es sabido que en el ámbito de la responsabilidad del Estado y sus agentes por acto ilícito, quien contrae la obligación de prestar un servicio público, como el servicio público penitenciario, lo debe realizar en condiciones adecuadas para el cumplimiento del fin para el cual ha sido establecido. En consecuencia, es responsable de los perjuicios causados por su incumplimiento o la ejecución irregular. Por lo demás, la responsabilidad del Estado y sus agentes por acto ilícito no es una responsabilidad indirecta, dado que la actividad de los órganos funcionarios o agentes del Estado realizada para el desenvolvimiento de los fines de las entidades de las que dependen es considerada propia de éste, quien debe responder de modo principal y di-recto por sus consecuencias dañosas. Pero esta obligación no es genérica, pues sería de imposible cumpli-miento y convertiría al Estado en una caja de seguridad que debemos soportar todos los habitantes. Como lo tiene dicho la doctrina: “El concepto de falta del servicio no sólo contribuye a determinar quién responde, sino que contiene los elementos necesarios para determinar cuándo surge la obligación de indemnizar. No es un concepto abstracto, sino matizado, que debe apreciarse en concreto, igual que la falta personal. No requiere necesariamente de una falta individualizada (confr. Correa José Luis,” Responsabilidad del Estado por los daños producidos al finalizar un evento deportivo”,LL Gran Cuyo 2010 (noviembre), 949). La teoría se funda en el principio de que quien contrae la obligación de prestar un servicio lo debe hacer en condiciones adecuadas para cumplir con el fin para el que ha sido establecido (v. VÁZQUEZ, Adolfo Roberto, “Responsabilidad Aquiliana del Estado y sus Funcionarios”, Cap. VI, Doctrinas justificantes de la responsabilidad administrativa”, Ed. La Ley, Buenos Aires 2001, 2ª edición, pág. 138.) La doctrina ubica la responsabilidad en la falta de servicio, citando los casos de las vías de comunicación, uso de armas por la policía de seguridad, policía edilicia, sintetizando la misma como responsabilidad extracontractual, referida al ejercicio del poder de policía por potestades de control y sanción del Estado, que puede ser responsable de conductas de comisión, omisión simple o comisión por omisión, la omisión de los funcionarios prevista en el art. 1112 constituye un caso de responsabilidad objetiva y directa. La omisión imputable al Estado se configura por el incumplimiento de los deberes legales explícitos cualquiera sea la jerarquía de las normas que los establecen, así como deberes implícitos provenientes de la obligación de sus agentes de obrar con prudencia y diligencia en la gestión del interés público”.( conf. MATA, Ismael,”Responsabilidad del Estado por el ejercicio del poder de policía” en “Responsabilidad del Estado y del Funcionario Público”, Jornadas organizadas por la Universidad Austral, Facultad de Derecho, Ed. Ciencias de la Administración, Div. Estudios Administrativos, Buenos Aires 2001, pág 169, citado por Correa José Luis, en ob. citada, nota 19). En el mismo sentido, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, a partir del fallo “Vadell”, dejó sentado que la responsabilidad del Estado, ya no será indirecta sino directa por los actos o hechos de sus funcionarios que no son dependientes sino de órganos de la administración y el factor de atribución dejará de ser la culpa del agente, para ser el funcionamiento irregular o defectuoso de la administración por acción u omisión (falta de servicio) que produce el daño (v. SCJ NAC 18/12/1984, “ Vadell, Jorge F. c. Provincia de Buenos Aires Publicado en: LA LEY 1985-B, 3 - Análisis Jurisprudencial Elementos de Derecho Administrativo - Director: Tomás Hutchinson - Editorial LA LEY 2003, 634, con nota de Nicolás Eliaschev; DJ 1985-2, 161 - Colección de Análisis Jurisprudencial Elementos de Derecho Administrativo - Julio Rodolfo Comadira, 1139 Cita Fallos Corte: 306:2030; Cita Online: AR/JUR/1824). En el precedente citado, el más alto Tribunal nacional, entre sus considerandos señaló que: ”Esa idea objetiva de la falta de servicio encuentra fundamento en la aplicación por vía subsidiaria del art. 1112 del Cód. Civil que establece un régimen de responsabilidad "por los hechos y las omisiones de los funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones, por no cumplir sino de una manera irregular las obligaciones legales que les están impuestas". A lo que agregó: “En efecto, no se trata de una responsabilidad indirecta la que en el caso se compromete, toda vez que la actividad de los órganos o funcionarios del Estado realizada para el desenvolvimiento de los fines de las entidades de las que dependen, ha de ser considerada propia de éstas, que deben responder de modo principal y directo por sus consecuencias dañosas”. En definitiva, como lo resolviera la Corte de la Nación en el citado caso “Mosca”, considero acertado encuadrar la responsabilidad extracontractual del Estado por el hecho de sus agentes, en el factor objetivo y directo de la falta de servicio”. Pues, siguiendo la doctrina y jurisprudencia citada precedentemente, ”aunque la falta sea derivada del hecho de los agentes, existe una imputación directa al titular del servicio. Es decir, la actividad de los órganos, funcionarios o agentes del Estado, realizada para el desenvolvimiento de los fines de las entidades de las que dependen, ha de ser considerada propia de éste, el que debe responder de modo principal y directo por sus consecuencias dañosas (CSJN, Zacarías, 1998, Fallos: 321: 1125). En consecuencia, de conformidad a la doctrina fijada por el más alto Tribunal de la Nación, puede decirse que la responsabilidad del Estado se encuentra justificada, cuando, como en el caso analizado, el daño reclamado deriva del accionar directo de un órgano del Estado, concretamente: los agentes penitenciarios de la Provincia de Mendoza. Pues, como lo destaca Cassagne: “La responsabilidad estatal es algo que nos concierne a todos. Es un tema de nuestro tiempo íntimamente conectado con el principio general que prescribe el deber de no dañar a otro ("alterum non laedere"), enraizado en la dignidad de la persona como ser individual y social, así como con la necesidad de resguardar su patrimonio frente a daños injustos provocados por el Estado” (conf Cassagne, Juan Carlos, “La responsabilidad del Estado (balance y perspectivas). Publicado en LA LEY 2009-F, 1226). En cuanto al factor de atribución de responsabilidad, coincido con Cassagne, que:” el camino iniciado en 1984 con el caso Vadell hacia el reconocimiento del factor objetivo de la responsabilidad extracontractual directa del Estado por falta de servicio y, en menor medida, por el riesgo creado, se ha consolidado suficientemente tanto en la doctrina que se ha pronunciado a través de una sobrada mayoría, como en la jurisprudencia de nuestros tribunales, especialmente en la Corte Suprema de Justicia de la Nación.” (conf. Cassagne ob. Cit). En forma coincidente el Dr. Ismael Farrando, señala que: “ha prevalecido en la jurisprudencia de la Corte —en materia de responsabilidad extracontractual del Estado por actividad ilegítima— la tendencia a su configuración directa y objetiva” (conf. Farrando, Ismael, El alcance de la indemnización de la responsabilidad del Estado, en Cuestiones de responsabilidad, cit., p. 61 citado por Cassagne, ob. cita nota n° 87). En el caso, entiendo ha quedado acreditado: a) la producción de un daño o perjuicio; b) la posibilidad de imputar materialmente ese daño a un órgano de la persona estatal que lo causó; c) el nexo causal o relación de causalidad y d) la existencia de un factor de atribución. Pues, como dije, en el presente caso las partes están contestes res-pecto de la existencia del hecho dañoso (herida con bala de goma), sus circunstancias de tiempo (15/11/2011), modo y lugar (durante una revuelta en el Pabellón n° 3 de la cárcel San Felipe de Mendoza). Concretamente, el caso de los internos de un penal, la provincia demandada tiene a su cargo, entre otros, el deber de garantizar la seguridad de los mismos. En ese mismo sentido, la Ley provincial Nº 7976 (sancionada el 18/11/2008, promulgada el 28/11/2008; BOLETIN OFICIAL 07/01/2009 - ADLA 2009 - A, 775), legisla sobre Sistema Penitenciario de la Provincia de Mendoza. La norma en su art Art. 1° establece que:” El Sistema Penitenciario de la Provincia de Mendoza, es la rama de la Administración Pública destinada a la custodia y guarda de procesados y a la ejecución de las penas privativas de la libertad, de acuerdo con la Constitución Nacional y Provincial, los Tratados Internacionales de Derechos Humanos suscriptos por la República Argentina y demás normas legales y reglamentarias vigentes”. Dentro de las funciones de la Dirección General del Servicio Penitenciario, el art 5º prevé que: “ Art. 5° - Son funciones de la Dirección General del Servicio Penitenciario: a) Procurar la reinserción social de los condenados a penas privativas de libertad, de conformidad con lo establecido por la Ley 24.660 y sus modificatorias; b) Velar por la seguridad y custodia de las personas sometidas a procesos y de las condenadas a penas privativas de la libertad, garantizando sus derechos fundamentales; c) Adoptar todas las medidas que requiera la protección de los derechos humanos de las personas privadas de libertad bajo su jurisdicción, en particular su vida e integridad física”. (el destacado me pertenece) Por su parte, el Decreto Reglamentario nº 1478/2009 (Reglamentación de la ley 7976, 13/07/2009; Publicado en: BOLETIN OFICIAL 23/07/2009 - ADLA 2009 - D, 3802) (Sistema Penitenciario de la Provincia de Mendoza -- Estructura orgánica -- Concursos -- Ascensos -- Derogación del art.74 del dec.1166/98 y las res.1016/2006 (MG) y 737/2008 (MG) -- en su art. 37 prevé: “Art. 37. - De la División de Seguridad Interna. “La División de Seguridad Interna será ejercida por un personal que deberá ostentar al momento del nombramiento la jerarquía de Alcaide o Subalcaide, nombrado por el Director General del Servicio Penitenciario previo concurso. Tendrá a su cargo determinar y ejecutar las medidas conducentes a garantizar la seguridad dentro del Establecimiento Penitenciario como así también lo relativo a los procedimientos de requisa “(el subrayado es mío) En la causa, considero se encuentra suficientemente acreditado que el Servicio Penitenciario Provincial incumplió con sus deberes primarios, lo que constituye una irregular prestación del servicio a cargo de la autoridad penitenciaria, quedando por ello comprometida la responsabilidad de la provincia demandada, lo que torna procedente la demanda articulada contra la misma. En cuanto a la eximente de la culpa de la víctima invocada por la de- mandada, la jurisprudencia tiene dicho que para que la misma se configure y exculpe total o parcialmente al autor del hecho, la misma debe tener relación de causalidad adecuada con los efectos dañosos. Ello es así, en tanto la culpa de la víctima es uno de los supuestos de causa ajena, que determina la ausencia total o parcial de relación de causalidad entre el hecho imputado al demandado y el daño de cuya reparación se trata (CNCiv., Sala C, Rep. LA LEY, XLIV, A-I, 653, sum. 102). El hecho de la víctima debe ser acreditado con certeza, pues se trata de un hecho impeditivo que constituye una excepción al régimen de la responsabilidad. Los presupuestos para la exoneración por el hecho de la víctima deben ser claramente acreditados (J.A. 1962, VI-296) y es insuficiente un estado de duda (LA LEY, 1976-B, 75; 1979-II-584). En autos, aun cuando se admitiera cierta participación de la víctima en el hecho dañoso, al quedar acreditada su participación en la revuelta producida en el Pabellón 13, no puede negarse que la medida correctiva adoptada en la ocasión, consistente en disparos intimidatorios que no fueron suficientemente controlados para evitar daños a la integridad física del interno, importa una eventualidad previsible en el régimen del penal, que pudo evitarse si la autoridad penitenciaria hubiera cumplido adecuadamente sus funciones. Por todo lo expuesto, la responsabilidad de la provincia demandada deviene inexorable. V. La normativa aplicable para la cuantificación. (art. 1746 CCyCN) Previo a entrar a considerar la procedencia del rubro y en su caso, la cuantía, aclaro que para la cuantificación del daño seguiré las pautas del derogado Código Civil, vigente a la fecha del hecho dañoso. Así por cuanto, como lo tiene dicho la doctrina especializada:” el daño no es una consecuencia sino un elemento constitutivo del régimen de responsabilidad y esta es la razón por la cual rige la ley vigente al momento del hecho y no la posterior; señalando categóricamente que la mayoría de las reglas establecidas en los artículos 1708 y siguientes se aplican solo a los daños producidos después de Agosto de 2015(KEMELMAJER DE CARLUCCI, Aída, La aplicación del Cód. Civil y Comercial a las relaciones y situaciones jurídicas existentes, Rubinzal Culzoni Editores, p. 28 y 158). En el mismo sentido, ha explicado Moisset de Espanés que "la obliga-ción de resarcir es una relación jurídica que se establece entre la víctima y el responsable, en virtud de la ley, cuando se reúnen los requisitos o presupuestos de hecho necesarios para que ella se configure. Uno de los presupuestos básicos es el daño sin el cual no va a nacer la obligación de resarcir; queremos destacar, entonces, que el daño no es consecuencia de la relación jurídica de responsabilidad, sino que es causa constitutiva de esa relación. Para que nazca la obligación de resarcir es menester que se reúnan todos los presupuestos que la ley exige y, en especial, el daño" (MOISSET DE ESPANÉS, Luis, El daño moral y la irretroactividad de la ley, JA 1972 Serie Cont. 13, 352). Distinguiendo, con mucha claridad, efectos de consecuencias se ha dicho que efectos son las derivaciones necesarias de un hecho o acto; y que, por estar incorporados en él, se regirían siempre por la ley existente en el momento de su constitución (LAVALLE COBO, Jorge E., en AA.VV., Cód. Civil y leyes complementarias, BELLUSCIO, Augusto C. (dir.) – ZANNONI, Eduardo A. (coord.), T 1, p. 21). En suma: para el juzgamiento de los montos resarcitorios vinculados con los daños producidos al momento de acontecer el hecho, corresponderá aplicar el ordena-miento jurídico vigente en aquella época. Por lo demás, sin desconocer la existencia de jurisprudencia local y nacional que sustenta un criterio diverso, por mi parte estoy convencida que la solución propuesta es la que mejor respeta el principio constitucional de defensa en juicio. Adviértase que en el caso de autos, el evento dañoso se produjo el 15 de noviembre de 2011, quedando trabada la Litis, con las contestaciones de las demandas mucho tiempo antes de la entrada en vigencia del nuevo CCy CN. Se advierte que en tales circunstancias resultaba ajeno a las defensas de las partes, expresarse, entre otras cuestiones, sobre la forma de cuantificación de los daños prevista en el actual art. 1746 del CCyCN, así como proponer una fórmula, valorar las más favorables que estimasen aplicables al caso, y si fuese en caso, solicitar la declaración de inconstitucionalidad del citado artículo. En síntesis, por todo lo expuesto, considero no aplicable a la cuantificación del rubro la normativa del CCyCN, sin perjuicio de la consideración de la misma a los fines de justipreciar la valoración del rubro como un elemento más a tales fines. VI. Los rubros indemnizatorios. Procedencia y cuantía. Corresponde ahora analizar la existencia de los daños alegados por el actor, y en su caso, su cuantía. A) Incapacidad sobreviniente En el momento de interponer la demanda, previo a la vigencia del actual CCyCN, el actor reclama por el rubro la suma de $80.000. Luego en oportunidad de alegar razones, reclama la suma de $400.000, en función de la aplicación de las fórmulas matemáticas que aplica en virtud de lo normado por el CC7yCN. El rubro fue expresamente impugnado en su procedencia y cuantía por la demandada. Refiere que el accidente objeto de esta demanda produjo a la actora lesiones irreversibles, quedando el actor con una incapacidad sobreviniente parcial y permanente del 39% Agrega, que al fijarse el monto debe tenerse en cuenta la edad el día del evento dañoso (23 años), que la incapacidad que padece le ha impedido continuar con sus estudios que venía realizando en el penal y con buenas calificaciones, que practicaba boxeo y participó de algunas peleas, así como las dificultades en que se encuentra para la obtención de un trabajo atento la incapacidad visual que padece. En la extensión que analizaré, estimo que el rubro es procedente. En cuanto a la valoración del rubro analizado, comparto el criterio adoptado por la Suprema Corte de Justicia de Mendoza en diversos precedentes, conforme al cual debe entenderse que la incapacidad no sólo atiende a las pérdidas laborales, sino que alcanza a la disminución de las lesiones que deterioran la vida de relación, toda vez que cuando se indemniza la incapacidad total o parcial el bien jurídico protegido es el dere-cho a la salud (cfr. S.C.J.Mza., Expte. Nº 55.497 “Belgrano Soc. Coop. Ltda. de Seg. y ot. en J.: Cerrutti Olguín Adrián Rubén c/ José Capel y ots. p/ D. y P. s/ Inc.Cas., 16/03/95, pub. en Jurisprudencia de Mendoza, “El daño a la persona en la jurisprudencia de la Sala I, Suprema Corte de Justicia, Provincia de Mendo-za”, diciembre de 1.997, pág. 35).. En otras palabras, considero que el rubro incapacidad comprende tanto la capacidad productiva como la general, que abarca la pérdida de la capacidad de ganar y otras de repercusión patrimonial indirecta, como es la afectación síquica, estética, sexual, etc. Cabe destacar que el rubro reclamado no intenta captar todas las pérdidas sufridas por el accionante como secuela de su incapacidad toda vez que se diferencia del reclamo por daño moral, que peticiona en rubro separado, en el que se deberán incluirse los aspectos no patrimoniales del daño. Por lo demás, la incapacidad sobreviniente debe apreciarse en función de pautas razonablemente generales, constituidas por las actividades actuales o presumiblemente futuras del sujeto, comprendiendo no solo el aspecto estrictamente laboral, sino también aquellas consecuencias que afecten a la personalidad de la víctima integralmente considerada ( Conf J. MOSSET ITURRASPE "El valor de la vida humana ", 3º ed 1999, ps 80 y sgtes; AIDA KEMELMAJER de CARLUCCI " El daño de la persona ¿ sirve al derecho argentino la creación pretoriana de la jurisprudencia italiana? en Rev de De-recho Privado y Comunitario" ed. 1994 t I ps 69 y sgtes ; Rev. L.L. 16-6-2000 pág. 7 Reseña de fallos 42737-S-“). Por último, acreditada la incapacidad, mediante prueba idónea, hay que ponderar que lo decisivo para fijar el "quatum" no es el porcentaje que establece el perito, sino la incidencia que esa merma o minusvalía provoca en la situación actual de la víctima y en sus posibilidades futuras, valorando también si sigue o no desarrollando su actividad habitual. En cuanto a la prueba de la existencia del daño, la Dra Matilde Zavala de González en " Resarcimiento de daños -El proceso de daños " Tº. 3 , pág. 155 , señala que " Ningún perjuicio se indemniza en el vacío, sino en vista de un concreto antecedente fáctico , respecto del cual se investigan los presupuestos de resarcibilidad ..." entre los que se cuenta la relación de causalidad , que consiste en " ... la conexión que debe existir entre la acción huma-a y el resultado dañoso producido " ( ver Ramón D Pizarro en " Causalidad adecuada y factores extraños " en " Derecho de Daños ", 1º parte pag. 255). Por lo demás, la investigación sobre el nexo causal, es una cuestión de hecho supeditada a la apreciación del Juzgador, obligado a establecer, a través de los medios de prueba que se aporten - art 179 del C.P.C. -, si la relación de causalidad ha existido o no, importando en caso contrario el rechazo del reclamo resarcitorio (ver CC3 L.S. 73- 233 ; L.S. 89 - 29 ; L.S.90- 221) . La relación causal se infiere a partir de las características del hecho fuente, en el sentido si es o no idóneo para producir las consecuencias que el actor invoca; el juicio de causalidad adecuada se sustenta siempre en la valoración sobre la congruencia entre un suceso y los resultados que se le atribuyen (Conf. Matilde Zavala de González ob cit t . 3 - p. 204 ). En este mismo orden de ideas se ha dicho que “constituye una carga procesal del actor acreditar la relación de causalidad entre el daño cuyo resarcimiento persigue y el hecho de la persona o de la cosa a los que se atribuye su producción. Por ello, se debe probar una conexión entre los factores eficientes del daño, ya sean personas o cosas y el daño mismo (CNApel.Civ., sala H., 6/4/97 “F.de D.A., E.I. c. Instituto Social del Ejército y otros”, L.L. 1998-C-642; en similar sentido CNApel.Civ., sala H., 17/9/99 “G., G c. Empresa Río de la Plata” L.L. 2000-D-871; CNApel.Civ., sala M, 30/09/03, “Toro Zapata, Franz c. Ciudad de Buenos Aires”, D.J. 2004/01/20, 126). En el caso, estimo que las constancias de la historia clínica acompañada a la causa, los antecedentes penales y las pericias médicas y psicológicas practicadas, sin perjuicio de la valoración que haré de las mismas al momento de fijar la cuantía de la indemnización solicitada, resultan suficientemente demostrativas de la relación causal existente entre los daños reclamados por el actor y el evento dañoso del que fuera víctima y que es objeto de esta demanda. En primer lugar del AEV ofrecido como prueba y cuyo original tengo a la vista, con motivo de resolver el Habeas Corpus planteada por el recluso, surge de modo suficiente la relación causal a la que me he referido. A fs. 64 de dichos obrados se señala que el día 15 de noviembre de 2011 fue examinado en División Sanidad por el Dr. Flores Hugo, quien constató la existencia de herida contuso cortante en parpado inferior ojo izquierdo. Visión conservada. Se deriva al servicio de oftalmología del hospital Central, luego de los tratamientos recibidos se constata que la agudeza visual del interno en su ojo izquierdo se encuentra disminuida a 3/10 y conforme lo determinado por el Cuerpo Médico Forense y Criminalística la patología que padece debe er tratada y evaluada por especialista oftalmólogo. A fs. 347/348, el perito médico designado, Dr. Hugo Alfonso Barbero, previo examen físico del actor y observación de los estudios efectuados al mismo, concluye que como consecuencia del accidente, el actor presentó el día 15 de noviembre de 2011 sufre un accidente por impacto de cuerpo extraño en globo ocular izquierdo, con atención médica en distintos centros asistenciales conforme las constancias de autos En cuanto al examen clínico señala que el actor padece actualmente disminución visual en su ojo izquierdo y es secuela de las lesiones sufridas el día del infortunio. En las consideraciones médico legales concluye que a consecuencia del accidente el actor presenta actualmente, entre otras, secuelas visuales en su ojo izquierdo de característica de lesión parcial y permanente y definitiva, ya que con los avances actuales de la especialidad no es posible revertir la lesión. Agrega que la lesión que padece le imposibilita acceder al ámbito laboral donde se requiera visión normal. Señala una incapacidad total del 39%. Por otro lado a fs.302 se agrega la pericia psicológica realizada por la Licenciada María Gimena Pérez Candela, quien previo examen de la especialidad al actor, concluye en base a los factores de ponderación que analiza, que el actor presenta una incapacidad psíquica del 15.5% de la total laboral obrera. Señala que el afectado va a necesitar tratamiento psiquiátrico y psicológico por un término no menor a seis meses. La pericias fueron observadas por las partes (fs. 308 y fs. 350) y contestada las observaciones por los expertos designados a fs.318 y fs.359, respectivamente. No obstante, y sin perjuicio de la valoración que haré de las mismas al momento de fijar el quantum indemnizatorio, no encuentro motivos para apartarme de las conclusiones del dictamen presentado, los que considero elaborados conforme principios técnicos inobjetables, máxime cuando en el caso no existe otra prueba de parejo tenor que la desvirtúe. Cabe recordar que para apartarse del análisis efectuado por el perito en una materia propia de su arte, se debe encontrar apoyo en razones serias, es decir en fundamentos objetivamente demostrativos de que la opinión del experto se encuentra reñida con principios lógicos o máximas de la experiencia, extremos éstos que en el caso no han sido reunidos. ( cfr. Fenochietto-Arazi, "Código Procesal Civil y Comercial de la Nación", Tomo 2, pág. 524). Por otra parte el testigo Osvaldo Corro a fs.265, declara ser deportista y técnico en boxeo, atestigua que conoce al actor, solo como pupilo-técnico. Que iba a su gimnasio a entrenarse. Reconoce que el actor ha participado en algunas peleas como amateur, que era bueno. Reconoce que para poder competir en las peleas debe estar todo el cuerpo en buen estado, sino no puede competir. Declara que cobran una pequeña suma cuando compiten. El testigo no fue tachado por los interesados y resultan convincentes, por lo que debe tenérselos por sinceros y verdaderos en orden a acreditar los hechos investigados. A lo que se suma que no existe otra prueba que los desvirtúe. En cuanto a la fijación del quantum del resarcimiento, es necesario adoptar un criterio flexible que tienda a valorar las circunstancias de la cau-sa, de acuerdo con diversos factores como son la edad, entidad de las secuelas producidas, incidencia de las mismas sobre el futuro y la afectación en su vida de relación (cfr. Tercera Cámara Civil, 23530 - HERRERA, CARLOS A. JUAN DI CARO ARIZA ORDINARIO Fecha: 22-05-1998 Ubicación: LS81-97). Por otra parte, en orden a las indemnizaciones tarifadas, la jurisprudencia ha resuelto que:” Al no regir en el fuero civil indemnizaciones tarifadas, la correspondiente a incapacidad no resulta de cálculos meramente matemáticos. Para apreciar el resarcimiento de la incapacidad sobreviviente, no sólo debe tenerse en cuenta la incidencia de las secuelas físicas o psíquicas sobre el empleo que desempeña la víctima, sino que debe asimismo valorarse la forma en que ellas afectan las demás actividades propias de su edad, sexo, culturales, deportivas, etc., porque así como existe un derecho a la vida, existe igualmente un derecho a la integridad física” (V.CC2° L.S.96-23). Por ello se ha relativizado la importancia del “baremo” para fijar el porcentaje de incapacidad (CC4° L.S.143-58). En la misma línea de pensamiento se sostiene que los grados de incapacidad laboral son tomados como un importante punto de convicción, pero de ninguna manera como base exacta de un cálculo matemático ( CC2° L.S.98-289) XIII. En materia de cuantificación, tal como lo señalé en el acápite relativo a la normativa aplicable, entiendo que el caso debe resolverse haciendo plena aplicación del nuevo régimen legal. Siguiendo este temperamento, observo que el art. 1.746 dispone que en caso de lesiones o incapacidad permanente, física o psíquica, total o parcial, la indemnización debe ser evaluada mediante la determinación de capital, de tal modo que sus rentas cubran la disminución de la aptitud del damnificado para realizar actividades productivas o económicamente valorables y que se agote en el plazo en que razonablemente pudo continuar realizando tales actividades. Termina el artículo, indicando que la indemnización por incapacidad permanente procede aun cuando el damnificado continúe ejerciendo una actividad remunerada. Sobre este punto, debo decir que en orden a la cuantificación de este rubro, participo del criterio expuesto por el Dr. Lorenzetti, al referirse a las fórmulas aplicadas a esos efectos (art. 1760 del CCCN), expresó: “...si bien la redacción de la norma podría dar margen a otra interpretación, no está sindicada como la única modalidad de cuantificación, manteniendo vigor los criterios interpretativos que confieren al razonable arbitrio judicial la función correctora por excelencia para cuantificar los daños... En definitiva, para evaluar el resarcimiento no es necesario recurrir a criterios matemáticos ni tampoco son aplicables los porcentajes fijados por la Ley de Accidentes del Trabajo, aunque puedan resultar útiles para pautas de referencia, sino que deben tenerse en cuenta las circunstancias personales del damnificado, la gravedad de las secuelas, los efectos que éstas puedan tener en la vida laboral y de relación. Ello significa que las fórmulas matemáticas no constituyen la única ni autónoma fuente de cuantificaciones, ya que en todos los casos debe actuar el prudente arbitrio (que no es arbitrariedad) judicial...” (Lorenzetti, Ricardo L. (dir.) — De Lorenzo, Miguel F. — Lorenzetti, Pablo (coords.), Código Civil y Comercial de la Nación comentado, t. VIII, p. 527.).- Así las cosas, adelanto que para la valuación del rubro en trato aplicaré la fórmula matemática considerándola simplemente como una pauta más en la tarea de la cuantificación del presente rubro, pues cabe tener en cuenta también las efectivas consecuencias provocadas por las secuelas incapacitantes en el caso concreto, de acuerdo a las probanzas objetivas arrimadas en la causa. En cuanto a la Fórmula Vuoto que sigo, en relación a la señora Rosa Sosa, teniendo en cuenta su edad actual y el salario mínimo actual y el grado de incapacidad informado por el experto, se arriba al siguiente resultado: álculo efectuado conforme a la siguiente información cargada Fórmula utilizada: Vuoto Datos de la víctima Ingresos de la víctima: $ 9500 Frecuencia de percepción de ingresos: Mensual Porcentaje de incapacidad: 39% Edad al momento del hecho dañoso: 23 años Edad productiva límite (jubilación): 65 años Tasa de interés (anual): 6 % Indemnización correspondiente: $ 733,290.13 Cabe aclarar que consigné en la fórmula ut supra el monto al que as-ciende el salario mínimo vital y móvil comunicado para enero- julio de 2018 de $ 9.500, pues el rubro como el que me ocupa constituye una deuda de valor, razón por la que se fija a valores actuales, por lo demás no existe prueba objetiva al respecto en la causa. En efecto, en oportunidad de su examen por la perito psicóloga el actora declara que es vendedor ambulante, lo que se condice con el testimonio de Alejandra Rodríguez (fs. 266), quien declara que en la actualidad el actor grava películas y música, que vende CD ( Segunda Ampliación) lo cierto es que no se ha probado el ingreso efectivo por la realización de tal actividad informal, razón por la cual consigné en la fórmula ut supra el monto del salario mínimo vital y móvil, habida cuenta de la absoluta orfandad probatoria respecto al salario percibido por la misma por las labores desempeñadas. Sobre este punto se ha dicho que “[…] esos serían los valores que arroja la aplicación de las mencionadas fórmulas matemáticas con la introducción de las variables a la época del hecho y no a la de la sentencia, habiéndose mencionado reiteradamente que cuando se trata de indemnizar deudas de valor, “…El axioma de la reparación integral o plena, impone al Juez, la elección del día de la sentencia para la valoración de los daños y fijación del monto de la indemnización, en razón de ser el más cercano al momento en que se hará efectiva la reparación, de lo contrario el damnificado no recibiría la indemnización integral a que tiene derecho conforme al régimen del código civil (Trigo Represas, Felix A. "Obligaciones de dinero y depreciación monetaria" 2da. edición La Plata, librería editora Platense, 1978 ps 74 y ss.). La determinación del capital a la fecha de la sentencia evita que los jueces deban trasladarse mentalmente a los valores vigentes a la fecha de producirse el perjuicio que es la causa del reclamo. Es frecuente que los valores estén determinados por pericias que son la mayoría de las veces, considerablemente anteriores a la sentencia. En un sistema monetario como el que padece nuestro país, diseñado para que los habitantes no puedan tener una noción perdurable de los valores, esta valuación se parece bastante a la determinación de una entelequia, por lo que este no debería ser un factor a considerar…” (en cita en los autos N° 52.046, caratulados “BALMACEDA GUTIERREZ, IVAN EXEQUIEL C/ ROL-DAN LEDESMA, LUIS PABLO P/D. y P.” (ACCIDENTE DE TRANSITO)”, Imaz, Joaquín Andrés; Intereses moratorios desde la producción; RCyS 2013-III, 208; AR/DOC/517/2013). Retomando el tema de la cuantificación del rubro incapacidad sobreviniente, en cuanto al grado de incapacidad informado por el perito médico legista, sin alejarme del mismo, no puede dejar de considerar la importancia en esta tarea de cuantificación de la prueba de perito médico oftalmólogo, que no obstante haber sido ofrecida, no pudo rendirse en la causa. Entiendo que la misma en razón del mayor conocimiento de la especialidad. hubiera arrojado más precisión sobre los alcances de la incapacidad informada por el perito legista actuante. En efecto, debe considerarse que el afectado es un solo ojo el izquierdo, teniendo en el derecho una visión normal, sin incapacidad. Ignorándose atento la falta de la prueba de esa pericia la contribución o mejora que a su visión le produce la utilización de lentes. Por lo que en tales circunstancias, al valorar el rubro me apartaré del rigor del porcentaje de incapacidad (39%) informado por el perito legista. Por otro lado, valoro que se ha probado que el actor practicaba deporte (boxeo amateur) con regularidad, siendo esta una disciplina que sin lugar a dudas mal puede practicar quien tiene una incapacidad visual. Así, teniendo en cuenta las concretas consecuencias que tuvieron para el actor las lesiones físicas padecidas como consecuencia del hecho dañoso objeto de esta demanda; desde los múltiples aspectos que constituyen la vida y el desarrollo del ser humano, la edad de la misma el día del evento dañoso (23 años), el cuadro informado por los peritos médico y psicólogo, y que el hecho dañoso ha dejado secuelas en la visón y en la psiquis del actor, que si bien no se ha acreditado que ello le hubiera afectado de manera sustancial en su vida de relación, sí se ha probado la afección para el desempeño deportivo del boxeo, estimo adecuado y justo fijar la indemnización pretendida en la suma de PESOS TRESCIENTOS NOVENTA MIL ($390.000) conforme lo dispuesto por el art. 90 inc.7° del CPC, a la fecha de la presente sentencia, debiendo computarse los intereses moratorios a una tasa equivalente a la evolución de la serie de la Unidad de Valor Adquisitivo (U.V.A.) que publica el Banco Central de la Re-pública Argentina, desde la fecha de la mora y hasta el efectivo pago ( art. 1 primer apartado Ley 9041) B) Daño moral. El actor en su demanda reclama en concepto de daño moral la suma de $ 50.000. Al alegar razones (fs. 385), reclama la suma de $ 200.000 El rubro fue expresamente impugnado por la parte demandada en su responde. A modo de premisa, cabe recordar que el daño moral constituye una de las dos grandes categorías de daño resarcible, al lado del daño patrimonial. La doctrina mayoritaria entiende que no existe un tercer género: sólo existe el daño patrimonial y el extrapatrimonial (moral) (Conf. Bueres, Alberto J., “El daño moral y su conexión con las lesiones a la estética, a la siquis, a la vida de relación y a la persona en general”, Rev. de Der. Priv. y Comunitario, Rubinzal Culzoni, Santa fe, 1992, nº 1, pág. 263; Iribarne, Héctor Pedro, “La cuantifica-ción del daño moral”, Rev. del Derecho de Daños nº 6, Rubinzal-Culzoni, 1999, pág. 187; Zavala de González, Matilde, “Resarcimiento de daños”, 2a - “Daños a las personas”, Hammurabi, Bs. As., 1993, pág. 33). El daño moral ha sido definido como una minoración en la subjetividad de la persona, derivada de la lesión a un interés no patrimonial. Es una modificación disvaliosa del espíritu, en el desenvolvimiento de su capacidad de en-tender, querer o sentir, consecuencia de una lesión a un interés no patrimonial, que habrá de traducirse en un modo de estar diferente de aquél al que se hallaba antes del hecho, como consecuencia de éste y anímicamente perjudicial (Pizarro, Ramón Daniel, “Daño moral”, ya cita-do, pág. 47). Por último diremos que la indemnización por tal daño tiene carácter resarcitorio, conforme la moderna doctrina y jurisprudencia, y no sancionatorio, tesis prácticamente hoy abandonada (CSJN, 7-9-89, Forni c/ Ferrocarriles Ar- gentinos; Frida c/ Prov. de Bs. As.; “Badiali”, fallos 308:698; 24-8-95, “Pérez c/ Empresa de Ferrocarriles, citados por Roland Arazi, en “Prueba del daño mo-ral”, Rev. de Der. de Daños, nº 6, Rubinzal Culzoni, Santa Fe, 1999, pág. 103, nota 1). La indemnización dineraria no tiende a sancionar al responsable, sino a la reparación de los daños causados a la víctima, en sus legítimos derechos y en su integridad (material y espiritual). Estimo, que las pruebas rendidas en la causa y que han sido precedentemente analizadas acreditan suficientemente la existencia del daño reclamado. Por lo demás, en el caso, se ha probado, que a consecuencia de las lesiones sufridas en el evento dañoso el actor padece una incapacidad visual severa, que se vio necesitado de interponer un Habeas Corpus para recibir una mejor atención médica de su dolencia. Como lo destaca la señora Juez que resolviera el Habeas Corpus y 1ue se glosa a fs. 66 de los mismos: “( …) es ahora, al momento de la interposición de la acción que nos ocupa- cuando la Dirección del Complejo II “San Felipe” solicita el traslado del interno para realizar interconsulta con el Servicio de Oftalmología del Hospital Central, lo que indudablemente denota la falta de preocupación y atención médica integral y oportuna que la autoridad administrativa debe brindar a los internos, en este caso, a Rubén Orlando Barloa Haydar”. Sin hesitación se advierte que la experiencia vivida por el actor como consecuencia de los hechos objeto de esta demanda, así como las lesiones físicas sufridas, han causado angustia y dolor al mismo. Y precisamente el dolor, la angustia, el sufrimiento, el desánimo son manifestaciones del daño moral; es la forma en que, generalmente, se mani-fiesta en el sujeto y que dependerá de sus condiciones psíquicas previas al evento, de su personalidad, por lo que el daño moral debe ser juzgado en concreto, frente a la personalidad del sujeto dañado y sus circunstancias. (vCC3 L.S.84-205). En relación a la suma resarcitoria a fijar por este daño, debe tenerse en cuenta: “que al fijarse el mismo en una suma de dinero, ésta no debe ser equiparada a una función valorativa exacta, sino simplemente de satisfacción frente al sufrimiento. Nadie pretende, cuando fija una indemnización por éste con-cepto, dar algo equivalente al sufrimiento padecido sino simplemente de paliar en alguna medida ese sufrimiento: "lo importante es que se le den las posibilidades al agraviado de satisfacer su espíritu con su empleo, contraponiendo esas satisfacciones a los padecimientos provocados por el daño" (voto del Dr. Santos Cifuentes como integrante de la Cám. Nacional Civil, Sala C, julio 25-978 en E.D., T. 81-581 y Ref. L.L. T. 1978-D-p.645, con nota aprobatoria de J. Mosset Iturraspe, "Reparación del dolor: solución jurídica y de equidad").- Comparto el criterio jurisprudencial de un Tribunal de Alzada que señala que: “Si bien sólo parte de la doctrina admitió que la cuantificación del daño moral podía realizarse con la comparación del valor de bienes deleitables –postura que por mi parte siempre he seguido- actualmente esta manera de mensurar un daño tan complejo como el agravio moral, ha sido receptada en el artículo 1741 del Código Civil y Comercial, el que si bien no puede aplicarse en forma directa al caso por haber acaecido antes de su vigencia (art. 7 del CCC) sirve cuando menos de interpretación adecuada al viejo art. 1078 del CC y al art. 90 inc. 7 del C.P.C. En el nuevo régimen se indica que la indemnización debe fijarse ponderando las satisfacciones sustitutivas y compensatorias que pueden provocar las sumas reconocidas. […]Estimo que la satisfacción sustitutiva no puede ser menor a un viaje importante o a la obtención de bienes deleitables que la compensen teniendo en cuenta su juventud, como teléfonos celulares de alta gama, sumados a otros elementos tecnológicos para escuchar música, ver películas, participar en redes sociales, etc. o eventualmente para emprender estudios universitarios y concluirlos o alguna otra forma de capacitación que satisfaga sus deseos de mejorar su desarrollo social y la aleje de sus sentimientos angustiosos”( 3° Cámara de Apelaciones en lo Civil, Comer-cial, Minas de Paz y Tributa-rio Expte. N° 50929 “Domínguez Camila Tamara c/ Empresa Provincial de Transporte de Mendoza p/ d y p” 08/09/15). En definitiva, considero que la suma de PESOS CIENMIL ($100.000), aparece como equitativa, en atención a lo dicho ut supra, monto calculado a la fecha de la presente resolución en los términos del art. 90 inc. 7° del CPC, suma con la que podría adquirir paquete vacacional en Brasil por siete días en temporada baja - conforme lo dispuesto por el art. 90 inc.7° del CPC, a la fecha de la presente sentencia, debiendo computarse los intereses moratorios a una tasa equivalente a la evolución de la serie de la Unidad de Valor Adquisitivo (U.V.A.) que publica el Banco Central de la República Argentina, desde la fecha de la mora y hasta el efectivo pago ( art. 1 primer apartado Ley 9041) C) daño emergente, gastos por sesiones de psiquiatra y psicólogo. En oportunidad de alegar razones el actor reclama la reparación de daño emergente. Por el rubro reclama la suma de $ 16.000. El mismo deviene improcedente por extemporáneo. Por lo que se impone el rechazo del rubro con costas al actor. VII. La tasa de interés moratorio (Ley 9041). En el mes de diciembre de 2017 se dictó la ley 9041 que tiene por objeto establecer la tasa de interés moratorio para las obligaciones de dar dinero, de conformidad con lo establecido en el art. 768 del CCyCN. Se establece que:” a falta de acuerdo entre las partes o ausencia de otra ley especial aplicable al caso, las obligaciones de dar dinero tendrán una tasa de interés moratorio equivalente a la evolución de la serie de la Unidad de Valor Adquisitivo (U.V.A.) que publica el Banco Central de la República Argentina (BCRA), a la que por decisión judicial fundada en las especiales circunstancias del caso, se podrá reconocer un adicional de hasta el cinco por ciento (5%) anual, desde la fecha de la mora y hasta el efectivo pago”. En el art. 4 se dispone que la presente ley entrará en vigencia a partir de la fecha de su publicación y la tasa legal que se adopta, lo será de conformidad a su articulado, esto es, el 02/01/2018 (BO) . Por el art. 5 se derogan las Leyes Nros. 7.198, 7.358, 4.087 y toda otra disposición que se oponga a la presente. Es claro que la nueva normativa se conforma con lo dispuesto por el inciso b) del art. 768 del CCyCN, en tanto dispone que a partir de su mora el deudor debe los intereses correspondientes. La tasa se determina, según el inciso b) “por lo que dispongan las leyes especiales”. Por otra parte, recuerdo que conforme lo dispuesto por el art. 772 del CCYCN si la deuda consiste en cierto valor (como en el caso de autos), una vez que ese valor es cuantificado en dinero se aplican las disposiciones de esta Sección Primera – Obligaciones de dar. Por ello, frente a la normativa vigente, modificaré el criterio sostenido en pronunciamientos anteriores en cuanto a la tasa de interés a aplicar, correspondiendo en consecuencia, ajustarme a las directivas de la ley especial en la materia dictada por la provincia. VIII. Las costas deben ser impuestas a la provincia demandada en cuanto prospera la demanda en su contra ($490.000) y al actor en tanto se rechaza el rubro daño emergente ($ 16.000), por resultar vencida (arts. 35 y 36 CPC). En materia de costas estimo debe seguirse el criterio de distinguir entre diversos daños: a) los que no ofrecen dificultades probatorias insalvables o excesivamente onerosas, ni dependen principalmente del arbitrio judicial, imponiéndose, en tal caso, las costas en la extensión del vencimiento, aunque se hubiera utilizado la expresión “ y/o lo que en más o en menos resulte de la prueba a rendir; b) los que dependen legalmente del arbitrio judicial o de previas o costosas pericias técnicas, en cuyo caso no puede predicarse temeridad ni negligencia. En tales casos resulta ilógico e incongruente, reajustar equitativamente y prudencialmente en la proporción que la demanda procede y matemáticamente en lo que se rechaza (v.CC3 L.S. 77-226). IX. Finalmente, se dispondrá la adición del Impuesto al Valor Agrega-do a los honorarios regulados a los profesionales que han adjuntado constancia a de la inscripción ante dicho tributo emitida por la Administración Federal de Ingresos Públicos (cfr. art. 2° resolución general 689 de la Administración Federal de Ingresos Públicos; punto 20 del inciso e) del art. 3º de la ley 23.349 y sus modificatorias) Por lo expuesto y normas legales citadas, RESUELVO: I) Hacer lugar parcialmente a la demanda interpuesta por RUBÉN OR- LANDO BARLOA HAIDAR en contra de la Provincia de Mendoza en conse- cuencia condenar a esta última, dentro de los DIEZ DÍAS de quedar firme la presente resolución, a pagar al actor la suma de PESOS CUATROCIENTOS NOVENTA MIL ($490.000), con más los intereses moratorios indicados en los considerandos. II) Imponer las costas a la Provincia de Mendoza en cuanto prospera la demanda en su contra y a la actora en cuanto se rechaza el rubro daño emergente por resultar vencida (arts. 35 y 36 del CPC). III) Regular los honorarios profesionales en cuanto prospera la demanda ($490.000) a los Dres. Federico Colonnese, en la suma de $ 58.800, María Paula Yannelli, en la suma de $ 19.600 y José Luis Pina Satur, en la suma de $ 9.800,, respectivamente y sin perjuicio de los complementarios que correspondan e IVA, en caso de corresponderles (arts. 2, 3, 4 inc. a., 13, 31 y cc, de la ley 3641). IV) Regular los honorarios profesionales en cuanto se rechaza la de-manda (16.000) a los Dres. Mario Dante Araniti, en la suma de $ 1920, Pedro García Espetxe y María Ruth Jiménez, en conjunto en la suma de $640, Federico Colonnese, en la suma de $1.344, María Paula Yannelli, en la suma de $ 448 y José Luis Pina Satur, en la suma de $ 224, respectivamente y sin perjuicio de los complementarios que correspondan e IVA, en caso de corresponderles (arts. 2, 3, 4 inc. a., 13, 31 y cc, de la ley 3641). V) Regular los honorarios profesionales de los peritos médico Dr. Hugo Alfonso Barbero y Licenciada en psicología María Gimena Pérez Candela , en las suma de pesos $ 6.00 para cada uno (art. 1627 del Código Civil). REGISTRESE NOTIFIQUESE.
Ley de Amparo, reglamentaria de los artículos 103 y 107 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos 2016: Comentada y con jurísprudencia