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Para los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, pone de manifiesta en qué circunstancias
se debe utilizar la fuerza:
Utilizar la fuerza Utilizar la fuerza solo cuando otros medios resulten ineficaces o no
garanticen de ninguna manera el logro del resultado previsto.
Emplear la fuerza con moderación y con proporción a la gravedad del delito y al objetivo
legítimo que se persiga.
El uso del arma de fuego implica la posibilidad de ocasionar la muerte o lesiones a otras
personas, por lo tanto, se deben tener las siguientes precauciones:
Defensa de la vida: El principio que rige para la actuación policial es preservar la propia
seguridad y la de terceros que se encuentren en la escena del hecho.
El uso del arma exige un estado de necesidad en el que exista peligro grave, inminente y
actual para la vida de las personas y cuando exista riesgo de afectar la vida humana o su
integridad, el policía debe anteponer la preservación de ese bien jurídico al éxito de la
actuación.
Se entiende por PELIGRO INMINENTE (oportunidad inmediata, capacidad
inmediata, intención manifiesta ) cuando el policía está actuando bajo amenaza grave
para su integridad física, cuando el sospechoso tiene un arma o trata de acceder a ella con
clara intención de utilizarla, o también cuando el sospechoso armado busca ventaja
parapetándose, ocultándose o mejorando su situación de tiro o huye de la escena
manteniendo su nivel de agresividad y continúa disparando su arma contra el personal
policial o terceras personas.
No es conveniente realizar disparos intimidatorios por cuanto se puede producir lesiones a
terceras personas y en caso de fuga no se justifica el uso del arma de fuego, salvo que el
sospechoso continúa haciendo fuego contra personal policial.
El uso del arma de fuego es el último recurso para la protección propia o de terceros ante
una agresión ilegítima que las ponga en riesgo.
Los funcionarios deben identificarse como tales y dar una clara advertencia de la intención
de utilizar el arma de fuego, salvo que al dar esa advertencia se ponga en riesgo a los
funcionarios o se creara un riesgo de muerte o daño grave a otras personas o que
resultara evidentemente inadecuada o inútil dadas las circunstancias del caso.
El arma debe utilizarse siempre como último recurso, siempre en caso de legítima defensa
propia o de terceros, en situaciones en que exista un peligro grave, inminente y actual
para la vida de las personas.
El que obrare en defensa propia o de sus derechos, siempre que concurrieren las siguientes
circunstancias: a) Agresión ilegítima. b) Necesidad racional del medio empleado para impedirla o
repelerla. c) Falta de provocación suficiente del parte del que se defiende. (inciso 6º)
El que obrare en defensa de la persona o derechos de otro, siempre que concurran las
circunstancias “a” y “b” del inciso anterior y en caso de haber precedido provocación suficiente
por parte del agredido, la de que no haya participado en ella el tercero defensor (inciso 7º)
RECOMENDACIONES
Las técnicas y tácticas policiales se emplean para neutralizar o disminuir al máximo los
posibles riesgos que debe enfrentar el policía.
Cuando las posibilidades de daño físico son abrumadoras o existe la certeza de padecerlas,
se ha superado los límites del riesgo para ingresar a la esfera del sacrificio.
Todas las técnicas y tácticas policiales privilegian el resguardo de la vida e integridad física
de las personas.
El uso de las armas de fuego es el último recurso disponible para la protección propia y de
terceros ante una agresión ilegítima que las ponga en peligro.
Solicitar apoyo adecuado no resulta una muestra de debilidad sino el criterioso ejercicio
del sentido del deber.