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UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA

Facultad de Filosofía y Humanidades


Escuela de Letras

El Monstruo Peronista
Una lectura de ​El campito

Juan Manuel Ávila


César Luis Correa
2017
UNIVERSIDAD NACIONAL DE CÓRDOBA
Facultad de Filosofía y Humanidades
Escuela de Letras

Trabajo Final de Licenciatura en Letras Modernas

El Monstruo Peronista
Una lectura de ​El campito

Alumnos:​ Ávila, Juan Manuel; Correa, César Luis


Matrículas:​ 35190565- 30848625
Director:​ Dr. Domingo César Manuel Ighina
Co-directora:​ Dra. Andrea Torrano
Correos electrónicos:​ juan11unc@gmail.com - cesarluiscorrea@gmail.com

1
Todos unidos triunfaremos...

2
Agradecimientos

Agradecemos a todxs los que colaboraron de alguna manera con este


trabajo, ya sea en el apoyo logístico, psicológico y emocional como en el apoyo
técnico. Todxs ellxs tendrán reservado un barrio busto en nuestro campito.
A nuestros directores: Andrea Torrano por su titánica tarea de bajarnos de las
ramas y su incansable seguimiento, Domingo Ighina por su lectura crítica de gran
valor; al grupo de investigación “Políticas sobre la monstruosidad. Tecnologías de
vigilancia y control sobre el espacio, la circulación y los cuerpos” por su
predisposición y buena onda; a Roci y a Trillo por la lectura minuciosa. A juan Diego
por su humilde generosidad.

3
Índice

Introducción ​………………………………………………………………………………..6
Consideraciones teórico-metodológicas ………………………………………………....7
Recorrido de la investigación ……………………………………………………………...9
Capítulo 1 ​………………………………………………………………………………….12
1.1 2001: crisis, ruptura y resistencia …………………………………………………..12
1.2 Rompiendo el “corralito” editorial …………………………………………………..14
1.3 Drucaroff, la NNA y el trauma de la dictadura ……………………………………..16
1.4 Fantastic way of life …………………………………………………………………..22
1.5 ¿Peronismo Mágico? ………………………………………………………………...27
Capítulo 2 ​………………………………………………………………………………....33
2.1 Sobre los “monstruos” peronistas …………………………………………………..34
2.2 Tantas historias como sea posible contar. La configuración del sujeto popular
peronista …………………………………………………………………………………...38
2.3 ​ El mito peronista ……………………………………………………………………..45
2.4 La fundación del campito: Mayo de 181… Mayo de 195… Mayo de 1989 …...47
2.5 Canta, garganta con arena ………………………………………………………....49
2.6 Es la resistencia a la Historia, la historia de la resistencia y la resistencia
histórica …………………………………………………………………………………….52
Capítulo 3 ​………………………………………………………………………………....55
3.1 Por qué territorio ……………………………………………………………………...55
3.2 Espacio ficcional, territorio monstruoso ……………………………………………60
3.2.1 Desde las cuevas del monstruo: los barrios bustos secretos …………………62
3.2.2​ Monstrum monstrare ​……………………………………………………………….66
3.3 El Purgatorio …………………………………………………………………………..70
3.4 Cómo hacer mapas con palabras …………………………………………………..74
Capítulo 4 ​………………………………………………………………………………….78
4.1 Todos los caminos conducen al monstruo …………………………………………78
4.2 Multitud ………………………………………………………………………………...80

4
4.3 La monstruosidad prófuga. La eugenesia, el Esperpento y la guerra ……...….85
4.4 La comunidad de fiesta: el canto polifónico …………………………………….90
4.5 La comunidad de fiesta: el gasto de estar vivo ………………………………….92
4.6 Comunidad y vida ………………………………………………………………….94
Conclusión ​……………………………………………………………………………...96
Bibliografía ​……………………………………………………………………………..104

5
Introducción

La crisis económica, política y social del 2001 contribuyó, entre otras cosas, a
la constitución de ciertas problemáticas en torno a la transformación de los
materiales de la cultura, y con ello, a una nueva configuración de la narrativa
argentina del nuevo milenio. En el marco de la literatura argentina post 2001,
pretendemos analizar los procesos que llevan a una figuración1 de la monstruosidad
en relación con el peronismo en la novela ​El campito ​(2009) ​de Juan Diego
Incardona.
La Nueva Narrativa Argentina (DRUCAROFF; 2011) nos aportará, en este
sentido, una forma de pensar la literatura argentina en el contexto post crisis. La
figuración de la monstruosidad aparece en este marco articulada por el fantástico, la
cual tiene como antecedente una importante tradición (desde Borges y Bioy
Casáres, pasando por Martínez Estrada y Cortázar, hasta Lamborghini, entre otros).
En esta línea, la literatura argentina post 2001 retoma y reconfigura dicha relación al
poner de manifiesto no solamente otras formas de figurar la monstruosidad
perteneciente a un tipo de sujeto político, sino también la filiación entre estos y otros
sujetos, la construcción de comunidades, los espacios habitados por estas
subjetividades y su disposición en un cartografia social que determina el
ordenamiento de los cuerpos. De manera que, tales decisiones políticas sobre la
vida, los sujetos y las comunidades, son formas de reconocimiento de lo social que
están articuladas por el fantástico en el marco de la NNA.
El fantástico descubre, de este modo, una nueva perspectiva sobre la
monstruosidad desde la construcción de multiplicidad de figuras inhumanas,
animales y mutantes como formas de configuración del sujeto peronista. Los

1
Usaremos la noción de figura-figuración y no la de representación, ya que se ajusta más a nuestras
necesidades analíticas. Atendiendo que, como tal, la figura no es un recorte, un fragmento del
imaginario social que estaria dispuesto por el lenguaje para representar los sujetos, los cuerpos, etc;
sino el ejercicio de un poder sobre los cuerpos, los cuales va moldeando y configurando. La
figuración es para nosotros la instancia de formación de los cuerpos por el lenguaje, no un recorte de
lo real para ser representado, sino un ejercicio de poder sobre los sujetos que se da en y por el
lenguaje.
6
procesos por medio de los cuales se figura lo que llamamos la “monstruosidad”
serán sustanciales para nuestra investigación.
La biopolítica, en tanto gestión sobre los cuerpos y la vida, nos permitirá
comprender cómo ciertas vidas son consideradas anormales, humanas,
monstruosas y cómo otras son consideradas “normales”. Es sobre este corte que se
realiza en el “continuum de la vida” que el poder intenta regular a la población con el
objetivo de maximizarla, aumentarla y multiplicarla, evitando los factores “peligrosos”
y reduciendo los riesgos. Se trata, en definitiva, de distinguir entre la buena y la
mala población, y defender la buena población a riesgo de la marginación o
eliminación de la mala (FOUCAULT; 2011). Para tal fin, el pensamiento biopolítico
en relación a la figuración de la “monstruosidad peronista” sirve como herramienta
para dejar en evidencia las epistemologías sociales por medio de las cuales ciertas
formas de vida se hacen visibles y otras son invisibilizadas.
La elección de la novela ​El campito​, por lo tanto, se justifica al considerar que
allí se construye una filiación entre peronismo y monstruosidad, donde se produce
un espacio de disputa política que habilita el cruce entre el estudio de las
configuraciones del peronismo en la literatura argentina post 2001 y el estudio que,
guiado por el pensamiento biopolítico, se ocupa de las figuraciones de la
monstruosidad que los materiales de la cultura contemporánea (re)producen.
Según estas líneas generales, intentaremos desentrañar la disensión política
por medio de la cual se organiza el ordenamiento de los sujetos, las vidas y los
espacios en la novela.

Consideraciones teórico-metodológicas

Como resultado del cruce entre los estudios histórico-literarios y el análisis


del discurso, nuestra investigación pretende conformar un marco
teórico-metodológico que ponga en relación propuestas analíticas de ambas áreas.
En primer lugar, nos serviremos de algunas concepciones del fantástico en la
tradición literaria argentina del siglo XX, como así también retomaremos nociones
teóricas de Todorov acerca del género, que serán de cabal importancia para el
análisis de la construcción fantástica en ​El campito​. La tradición del fantástico

7
argentino en referencia al peronismo en ​Las multitudes ululantes (2012) de Heredia,
a su vez, conformará un antecedente fundamental para el análisis de la relación
entre narrativa y peronismo en la segunda mitad del siglo XX.
Por otra parte, la noción de Nueva Narrativa Argentina (NNA) propuesta por
Drucaroff nos permitirá circunscribir dicha construcción del fantástico al marco de la
literatura argentina post 2001. Tal categoría nos habilitará, de este modo, a pensar e
interpretar las fronteras y aperturas existentes entre los realismos y el fantástico en
la narrativa de las últimas décadas. Será en la preocupación por la historia, su
construcción, producción y reproducción, donde surgirán concepciones críticas
sobre el puente epistemológico, el vacío de la historia provocado por el trauma de la
dictadura, las generación de escritores post 2001 y el “realismo agujereado”
(DRUCAROFF; 2011).
Asimismo, avanzaremos sobre las configuraciones que desde la literatura
conformaron las nociones de pueblo, cultura y peronismo, valiéndonos
principalmente en ​Las multitudes ululantes ​(2012) de Heredia y ​El peronismo en la
literatura argentina ​(1971) de Goldar. Allí rastrearemos la concepción de un tipo de
“monstruo peronista” presentado como “invasor” de aquellos espacios reservados
por y para el poder, el Estado, en fin, la oligarquía. Para ello, haremos un breve
recorrido por la tradición antiperonista en la literatura, concentrándonos
esencialmente en la revista ​Sur ​ y sus márgenes.
Más adelante, avanzaremos sobre la puesta en valor del “saber popular” en
contraposición al “saber académico”, y la construcción del discurso histórico de
Rodolfo Kusch. En esta línea, analizaremos las configuraciones de un sujeto político
peronista como productor de saberes, relaciones, historias, culturas, territorios y
comunidades, entendidas como operaciones políticas de resistencia.
Un aporte fundamental a nuestra investigación será el pensamiento
biopolítico de filósofos como Foucault, Negri y Cavalletti, que nos permitirán leer las
formas de vida inscritas por gramáticas sociales, es decir por ordenamientos que
son procesos y resultados de gestiones políticas de la vida de la comunidad. Estas
formas de vida conformarán los marcos de inteligibilidad por medio de los cuales se
hacen visibles ciertas figuraciones de lo viviente. Pero a pesar de que son los
medios por los cuales se efectúan ciertos ordenamientos en el espacio social, la

8
“monstruosidad” es una categoría potencial, tal como la piensa Negri en “El
monstruo político. Vida desnuda y potencia” (2009). La “monstruosidad” deja en
evidencia el funcionamiento de algunas epistemologías sociales y se configura
como una potencia de variación a partir de la cual se pueden ejercitar otros órdenes
posibles tanto de lo social, lo cultural, lo comunitario, como de lo viviente.
Al cuestionar la norma y ponerla en crisis, la “monstruosidad” no propone
otros marcos de inteligibilidad, que de todos modos continuarían funcionando como
clausuras de la vida, como categorías ontológicas a llenar. Instaura, por el contrario,
la posibilidad de entender la vida como una potencia que no puede ser
normativizada y normalizada por el poder.

Recorrido de la investigación

De acuerdo a lo anteriormente planteado, el siguiente trabajo se propone


analizar las figuraciones y configuraciones de la monstruosidad ligadas al peronismo
en la novela ​El campito desde una perspectiva crítica que conjugue el análisis
histórico-literario y el biopolítico, a partir de una serie de interrogantes que funcionan
como ejes de lectura de la obra.
En el capítulo 1, los interrogantes girarán en torno a las siguientes preguntas:
¿Qué relación existe entre la Nueva Narrativa Argentina y la construcción del
fantástico en ​El campito​? ¿Cómo se produce el encuentro entre lo histórico y lo
político en la construcción fantástica en ​El campito​?
A partir de ello, realizaremos una breve contextualización de la obra, para
luego presentar los conceptos que nos servirán como eje de lectura sobre la
relación entre la obra y el contexto de producción, ya que consideramos que para
dar cuenta de las figuraciones del sujeto peronista, es necesario primeramente
situarlo en su contexto histórico y literario.
Seguidamente, plantearemos una introducción a la teoría del fantástico
basándonos en algunos pensadores canónicos del siglo pasado, como es el caso de
Todorov y Barrenechea; para luego marcar algunas diferenciaciones y
distanciamientos que nos permitirán llevar adelante una lectura más próxima a
nuestra propuesta analítica sobre la novela.

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Finalmente, indagaremos la obra poniendo en relación la NNA con el
fantástico, puntualizando en la estructuración de la novela a partir de una estética
propia que organiza su escritura.
En el capítulo 2, procuraremos inicialmente dar respuesta al siguiente
cuestionamiento: ¿Qué rol cumplen los mitos y leyendas populares acerca del
peronismo en ​El campito​?
Para tal fin, haremos un breve recorrido por algunos textos cardinales de
Heredia y Goldar, en los cuales revisaremos cómo la tradición literaria argentina
trabaja con la historia, los mitos y las leyendas acerca del peronismo. Estos escritos
nos permitirán pensar, a su vez, cómo la literatura configura un tipo de sujeto
singular dentro de la cultura peronista, distanciándolo, excluyéndolo y
diferenciándolo de otros sujetos y culturas.
Por otro lado, y como respuesta al objetivo que nos proyectamos,
analizaremos cómo se configura el sujeto popular peronista como “monstruo
peronista” en relación a la historia, los mitos y las leyendas. Nos basaremos
especialmente en los conceptos de “negación de la historia” y “Gran historia” de
Kusch, así como nos valdremos de las consideraciones sobre las “leyendas” y la
“genealogía” de Foucault, procurando poner en diálogo sus planteos teóricos en la
novela. Asimismo, nos apoyaremos en Casullo para abordar la noción de “mito
peronista”.
En el capítulo 3, los interrogantes que nos convocan son los siguientes: ¿De
qué manera se configura el sujeto peronista y los espacios propuestos en la novela?
¿Cuál es la relación entre ambos?
Para dar respuesta a ello, interpretaremos las figuras de estos “monstruos
peronistas” y el territorio que habitan como lugares de ruptura, quiebre o límite de un
cierto ordenamiento establecido. Este pensamiento nos habilitará una óptica de
lectura alternativa a la diferenciación dicotómica que opone humano-monstruo o
humano-inhumano, complementándola y enriqueciéndola. A raíz de estos planteos,
daremos cuenta de la disputa político-discursiva por la figuración de los sujetos y los
discursos que habilitan su disposición, ubicación y localización en un espacio
determinado.
El punto de partida de este capítulo, entonces, consistirá en exhibir y describir

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los aspectos de las figuraciones que definen el espacio que habita y construye el
“monstruo peronista”, sus características singulares y sus diferencias con el orden
urbano que lo “excluye”. Para tal fin, nos apoyaremos en ​las nociones de “territorio”
y "heterotopía” de Foucault, “geobiopolítica” de Cavalletti; y nos centraremos en la
categoría de "espacio liso y estriado" de Deleuze y Guattari para un análisis político
de los recorridos espaciales y territoriales en constante transformación.
Finalmente, en el capítulo 4, abordaremos el siguiente interrogante: ¿De qué
forma se construye en ​El campito​ la figura “monstruo” ligada al peronismo?
En consecuencia, analizaremos, inicialmente, la configuración del “monstruo
peronista” en relación a la categoría de “multitud” de Hardt y Negri. En esa línea,
complementaremos el fundamento teórico con la idea del “Uno” de Virno. Además,
retomaremos necesariamente algunos planteos expuestos en los capítulos
anteriores, como la construcción del sujeto popular peronista devenido en monstruo
y la generación de nuevas formas de vida en “comunidad”, para establecer algunas
diferencias fundamentales con la idea de “pueblo”.
Seguidamente, presentaremos y expondremos al “monstruo peronista” como
subjetividad resistente al biopoder, ya que como irreductible singularidad, conforma
una figura heterogénea constituida “en común” frente a la “soberanía”.
Para finalizar, pondremos en valor la figuración de una “comunidad de
monstruos” a partir de las nociones de “polifonía”, “gasto” y “fiesta” de Bataille;
asociándolo con la creación de formas de vida y constitución de comunidades
heterogéneas, singulares y resistentes (HARDT y NEGRI; 2004).
De esta manera, planteamos un recorrido argumentativo sobre El campito
que articula en constante diálogo y complementariedad crítica, las perspectivas
histórico-literaria, (referidas al contexto de producción, las tradiciones literarias y las
figuraciones de la monstruosidad en dichas tradiciones); y la biopolítica, (referidas a
la construcción y configuración de subjetividades, territorios y lugares de ruptura que
se manifiestan como espacios de disputa política).
En definitiva, procuraremos demostrar a través de este análisis investigativo
sobre El campito de Juan Diego Incardona, la figuración del sujeto popular peronista
como un “monstruo”, en la medida que se manifiesta como una operación política
significada por el discurso literario.

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Capítulo 1

En este capítulo nos proponemos, como punto de partida para el análisis de


El campito​, realizar una breve contextualización de la obra en relación a la década
del 2000, teniendo como acontecimiento neurálgico la crisis del 2001.
Presentaremos el concepto de “Nueva Narrativa Argentina” (en adelante
NNA) como eje de lectura a partir del cual se puede revelar una relación entre la
obra y el contexto de producción, ya que consideramos que​, para dar cuenta de las
figuraciones del sujeto peronista, es necesario primeramente situarlo
contextualmente. Al mismo tiempo, pondremos en relación este concepto con otras
teorías acerca de la literatura contemporánea con el fin de construir una óptica de
lectura que nos permita estudiar la obra de acuerdo a nuestros objetivos.
Seguidamente, realizaremos una breve introducción a la teoría del fantástico
para luego poder, a partir de ella, efectuar ciertas diferenciaciones que nos
permitirán llevar adelante una lectura más cercana a la propuesta estética de
Incardona.
Finalmente, examinaremos la obra poniendo en relación la NNA con el
fantástico, haciendo hincapié en la inscripción de la novela en una estética particular
que estructura la escritura.

1.1 2001: crisis, ruptura y resistencia

En el marco de la post-crisis del año 2001 en la Argentina, podemos


identificar nuevas construcciones y transformaciones en los materiales de la cultura
que conforman un signo característico de la literatura argentina del nuevo milenio.
Esta crisis política, económica, social e institucional traza además un punto de
inflexión y un quiebre con la década anterior. Las políticas llevadas a cabo en la
década de los 90, de característico corte neoliberal y concernientes tanto al ámbito
económico y laboral como al social y educativo, pueden considerarse las
responsables directas de las problemáticas de inicios del siglo XXI.

12
La pérdida de confianza en las instituciones expresada en el famoso “que se
vayan todos” refleja, al mismo tiempo, la incapacidad de representación de estas
instituciones respecto de los actores sociales. La frustración, el derrumbe
institucional, la falta de confianza, la pobreza, el desempleo, la marginalidad, la
disgregación social y el abandono dejan a la sociedad a la intemperie. Se presenta
allí el momento para repensar y ejecutar nuevas formas de acción directa: marchas
multitudinarias, cacerolazos, piquetes y escraches. Sin embargo, algunas de estas
prácticas fueron actualizadas y recuperadas de otros momentos históricos2.

Es en el 2000 cuando estalla el sistema político argentino y con la


renuncia del vicepresidente comienza a exhibir de un modo explícito
sus “nuevos mecanismos” en forma de corrupción política. El 2000
marca el fin de la confianza en la representación, con los escándalos
de sobornos en el Senado para votar, precisamente, la ley de trabajo
para el Imperio. Es también en el 2000 cuando comienza a operar la
justicia global contra los represores argentinos. Y es en el 2000
cuando la desocupación y la pobreza alcanza niveles nuevos y
cuando la policía asesina el primer piquetero... ​(LUDMER; 2002,
92)

Surgen, entonces, mecanismos de resistencia ciudadana donde las


organizaciones democráticas de base, las asambleas barriales, los centros
culturales y otras formas de economía popular aparecen como alternativas ante las
nuevas condiciones de vida que impone la crisis, permitiendo así un vector de
emergencia para la resistencia.

En nuestro país, desde 2001 se abre un ciclo que tiene a la crisis


como virtualidad permanente. Esto significa que muchos de los
rasgos de la crisis –en particular: la exhibición de la inestabilidad y la
precariedad como dinámicas de lo social– devienen premisas de

2
Conocidos también como “caceroleada” y “caceroleo”, en Argentina este tipo de manifestaciones se
dio por primera vez el 20 de agosto de 1982. Durante la dictadura, un grupo de mujeres protestó
contra el aumento del costo de vida en la Ciudad de Buenos Aires con pancartas como: “Los niños de
las villas ya no comen carne” y “No podemos comprar pan y leche”.
13
todo accionar colectivo, institucional, para-institucional o
a-institucional.​ ​(GAGO; 2014, 95)

La crisis, siempre latente, se vuelve una manera de pensar y actuar en la


conformación de lazos sociales, de las formas de producción y trabajo, de
organización territorial, que se ven realizadas en la configuración de comunidades
que transforman o dislocan los regímenes de ordenamiento neoliberal.

1.2 Rompiendo el “corralito” editorial

En la década de los 90, la creación de grupos de resistencia cultural ante el


avasallamiento del mercado editorial neoliberal, llevó a los jóvenes intelectuales a
pensar, construir y asimilar espacios de difusión y de autogestión independientes, a
través de circuitos marginales a la repercusión masiva. ​La organización de lecturas
públicas permitieron reivindicar el rol de la literatura como un acto colectivo y fue
utilizado como uno de los recursos contrahegemónicos más sobresalientes​.
En este contexto, la poesía tomó la vanguardia de las nuevas producciones
culturales. Es el caso de las revistas ​18 whiskys​, ​Diario de poesía ​y diversos grupos
editoriales independientes como Ediciones del Diego, Siesta o Trompa de Falopo,
como así también el sitio web ​poesía.com​, en las cuales se gestó una nueva forma
de difusión y publicación alternativa.
Tras el 2001, la narrativa intentó seguir los pasos de aquella intervención
cultural con algunos cambios referidos a la tecnología y al nuevo panorama
histórico. Los autores​, ​no sólo conformaron nuevos circuitos de autogestión editorial,
sino que además crearon revistas gráficas y virtuales, blogs y páginas web de
mayor alcance. Lógicamente, el uso y la preponderancia de internet en esta década
posibilitaron la transformación de los medios de difusión tradicionales. Pero el
movimiento vivo y dinámico de una crítica que se transfiere, en primera medida, de
boca en boca y que se da incluso más allá de los círculos académicos, aumentó su
volumen y permitió la posibilidad del reconocimiento y la consagración sin pasar
necesariamente por el tamiz de la legitimidad académica y los medios masivos de
comunicación.

14
Este panorama hizo posible la propagación de muchas obras, en principio
individuales, en un núcleo de literatura heterogénea y hasta en algunos puntos
incompatible, en el cual confluyeron distintas producciones de autores nacidos
después de los 70, donde preponderó cierta temática sentimental y emotiva. Tal
conjunto de obras por demás disímiles pero enmarcadas en este contexto histórico,
logran inscribirse a un imaginario de novedad en relación a una impronta
generacional común. Estas nuevas producciones dejan en evidencia el carácter
conservador del campo literario argentino y el imperio del mercado editorial, por lo
que no demoraron en ser cuestionadas.
Las “nuevas voces” de esta generación, reconocidas bajo el mote de “Nueva
Narrativa Argentina” (concepto que desarrollaremos más adelante en profundidad)
llegaron a conformar, como dicen Vanoli y Vecino, “una categoría lo suficientemente
eficaz a la hora de aludir a un supuesto nuevo horizonte de sentidos y creencias
compartidas” (VANOLI y VECINO; 2010, 261) que incluso logró una entidad propia
frente al público consumidor de libros.
En esta línea, lo “nuevo” y/o lo “novedoso” de la NNA no refiere a una
estrategia de marketing donde la novedad se vende como una etiqueta fetichizada;
sino, como dice Sebastián Hernaiz, teniendo a lo nuevo como “el hoy” que “se
diferencia del ayer en términos históricos y políticos” y​, podríamos agregar,
estéticos.
La discusión respecto a la existencia de una estrategia de mercantilización
subyacente a la constitución y denominación de la NNA no deja de tener cierta
repercusión sobre todo en el periodismo cultural. No debemos pasar por alto la
fuerte disputa “ideológica” evidente en las discusiones de los 90 en torno a Mcondo
y Shangai y la tensión discursiva entre literatura de mercado y literatura para el
lenguaje3. Sin duda, allanaron un camino en la interpretación de las nuevas

3
McOndo se anuncia como “una nueva generación literaria que es post-todo: post-modernismo,
post-yuppie, post-comunismo, post-​babyboom, ​post-capa de ozono” (MCONDO, 1996). Allí no hay
realismo mágico sino “realismo virtual”. En gran medida, el manifiesto que instituye al grupo de
escritores e intelectuales firmantes pretende romper con la estereotipación del sujeto latinoamericano
rural e indígena divulgado por el boom ​con la intención de colocarse en el mercado editorial
Occidental. En contrapartida, el grupo Shanghai entiende que la literatura pertenece a un hálito otro
del compromiso político e histórico del momento, teniendo como principal fin el de destruir la noción
misma de relato y de sentido. Declama el manifiesto: “cada uno de nosotros tiene un compromiso
diferente con la militancia, el deporte, el amor o lo que carajo sea, sin andar mezclando los tantos”
15
categorías que a la hora de sopesar su valor estético, político y cultural aún hacen
mella.
Será la aparición y circulación de la antología ​La Joven Guardia ​(2005) ​a
cargo del periodista Maximiliano Tomas, un acercamiento determinante para la NNA
al mercado editorial, comenzando así un largo proceso de legitimación cultural. La
modalidad de “antologías” logró alcanzar cierto auge por este tiempo, principalmente
gracias al abaratamiento de costos de impresión, además de ofrecer la posibilidad a
lectores especializados de interesarse por autores jóvenes todavía en formación.
Sin duda, el acceso a ellos individualmente hubiera sido más dificultoso. Así es que
a la ​Joven Guardia (2005) le siguieron: ​Buenos Aires Escala 1:1 (Entropía, 2006),
En Celo (Mondadori, 2007), ​In fraganti (Mondadori, 2007), ​Uno a uno (Mondadori,
2008), ​Los días que vivimos en peligro​ (Emecé, 2009), entre otras4.
Pero esta legitimación cultural conseguida por medios alternativos logra una
colocación en los mercados centrales sin resignar un imaginario periférico. Este es
un valor específico y distintivo que atraviesa el “sálvese quien pueda” de los 90 y la
crisis del 2001 como marca inmediata de la generación. Sin embargo, la vitalidad de
la NNA subyace en la tensión con el mercado editorial, que va desde la
“hiperautonomía” hasta la “subordinación estructural a las industrias
transnacionales” (DRUCAROFF; 2011, 264), produciendo, como se dijo, un abanico
de posibles universos simbólicos​.

1.3 Drucaroff, la NNA y el trauma de la dictadura

Elsa Drucaroff en ​Los prisioneros de la torre (2011) propone una visión


especialmente enfocada en la crítica literaria que no exceptúa un análisis histórico
de la literatura argentina. Encontrará en la literatura, la marca imborrable que
produjo la dictadura cívico-militar en la década de los 70 como un acontecimiento
fundamental y, a partir de allí, desarrollará una serie de relaciones y conformará

(SHANGHAI, 1987). Sin duda, existe allí una tensión en cuanto al rol del intelectual y su relación con
la literatura en cuanto discurso estético y político anclado en una situacionalidad particular.
4
Los suplementos culturales a partir del 2001 comenzaron a elaborar criterios abandonando la
oposición discursiva, tendientes a la revalorización de producciones y antologías plurales y “neutras”,
capaces de contener críticas variables y heterogéneas.
16
grupos generacionales para dar cuenta de las producciones literarias de las últimas
décadas. En Drucaroff no es posible pensar la literatura argentina del nuevo milenio
sin enfocar la mirada en aquel pasado traumático y ​poder reflexionar sobre cuáles
fueron las relaciones sociales, políticas y económicas que se establecieron entre las
diversas generaciones desde los 70 hasta la actualidad; desentrañando así la
configuración de lo que denominó “Nueva Narrativa Argentina”.
La autora resalta que en la primera generación post-dictadura, que escribe
principalmente en los 90, se manifiesta una incapacidad de reflexionar sobre la
tragedia, conformando así un tabú del pasado. De esta manera, se configura un
imaginario histórico sin referencia en el cual el pasado se reduce a la década
inmediatamente anterior.
Ahora bien, la constitución del mote de la NNA ​que Drucaroff pretende
instalar desde la crítica, no puede estar exenta de tal problemática histórica. De
hecho, el papel de la NNA tendrá especial importancia en reconstruir un lazo
epistémico entre las distintas temporalidades interferidas y aisladas por el trauma
dictatorial. Drucaroff construirá así un puente generacional y temático de
producciones novedosas y heterogéneas que intentan narrar, “no siempre
reflexivamente”, “el vacío de la historia silenciada y vuelta tabú”. La herida del
pasado podrá curarse ejerciendo una “sutura”5 que una los lados del traumático
vacío.
Pero la idea del puente generacional tiene sus características propias. Nace
en él la configuración del mito. Dice Drucaroff:

La NNA acude al pasado político pero casi siempre muestra que no


hay puente hacia él. El quiebre se lee cuando lo histórico aparece
como un mito del que la escritura se apropia para contrarrestar la
imposibilidad de la mirada histórica. Nace así un mito impertinente.
Diferente también, de los que la sociedad ha codificado, y en ese
desvío se bucea, precisamente, lo histórico. ​(DRUCAROFF; 2011,
400)

5
Drucaroff toma esta noción de Daniel Link en ​Suturas. Imágenes, escritura, vida, ​2015, ​Eterna
Cadencia, Buenos Aires.
17
En este sentido, el pasado se presenta sin referencias concretas respecto de
la historicidad ficticia del relato histórico y es por ello que la NNA acude al mito para
recuperarlo (este mito que funciona como un relato fundante pero que se actualiza
en la actividad comunitaria será analizado en el siguiente capítulo). A su vez,
pretende mantener una filiación con el presente político y social de la época en la
cual escriben. Este presente, según Drucaroff, se manifiesta angustiante y sin salida
por ser heredero de un vacío semántico de la historia sobre el cual las generaciones
anteriores no dieron cuenta reflexivamente.
La novedad que propone la NNA se lee en el intento por significar ese doble
movimiento respecto del pasado traumático: dando cuenta de un final de etapa (la
dictadura militar, el neoliberalismo, el estallido del 2001) y develando el comienzo de
una etapa nueva que se encuentra boyando en la historia por estar desenlazada del
tiempo.
De modo que la historia está tan presente como ausente en la NNA: tiene
una presencia “fantasmagórica” en tanto que vuelve sin cuerpo, sin sustento fáctico.
La historia vuelve como pregunta sin respuesta en las tumbas sin nombre que dejó
el genocidio. Vuelve como palabras mudas en el relato de los sobrevivientes. La
memoria, así planteada, se vuelve un fantasma casi imposible de asir, una
desfiguración que escapa a la semiosis o que, como mínimo, se presenta esquiva.
La herencia que recibe la NNA se basa, entonces, en huellas diáfanas que se
diseminan por todas partes cuya espectralidad impone un punto de vista diferente,
una “epistemología fantasmagórica”​, ​una semiótica de los espectros. Su tarea es
interrogar, dar sentido a un pasado difuminado y a un presente pueril. Dice
Drucaroff: “el peso de los muertos atormenta la conciencia de los vivos, y toda esa
gente nueva, en los 90 y también hoy, escribe literatura parada sobre los hombros
de treinta mil jóvenes rutilantes y fantasmagóricos.” (DRUCAROFF; 2011, 156)
La autora retoma el acontecimiento histórico dictatorial como un "quiebre
epistemológico generacional de la historia". ​La dictadura produce una ruptura y con
ello un desarreglo en la linealidad histórica, que no necesariamente tiene que ver
con la historicidad fáctica, sino con un vacío en el relato que es, en definitiva​, un
vacío de la narración de la historia. El acontecimiento traumático desordena un tipo

18
de relación con la realidad. Sin embargo, esta relación no está planteada en los
términos clásicos del lenguaje como un medio de representación de lo real, sino en
la potencialidad que tiene la literatura, y el arte en general, de crear ficciones que
configuran lo que ​Rancière ​llama el “reparto de lo sensible”, es decir, modos de
distribución de imágenes y signos, relaciones entre los modos de hacer, ser y decir,
en suma, regímenes de inteligibilidad.
En este punto disentimos con la propuesta de Drucaroff que supone que ese
quiebre epistemológico es una imposibilidad de interpretación que la literatura y la
historia intentan reparar; por el contrario, creemos que se genera allí un nuevo
reparto de lo común producido por sujetos políticos que hacen de la literatura un
medio y un modo de percepción del reparto de lo sensible. Los materiales de la
literatura (o bien de la cultura) son análogos a los que utiliza la historia, ya que
ambos pertenecen a un mismo “sistema de verdad”.
El trauma visto como acontecimiento produce un vacío en la historia,
generando un desarreglo en su inteligibilidad. De tal manera, el reparto de lo
sensible sufre una transformación determinante en la manera de concebir los
tiempos, los espacios y un sistema de evidencias sensibles que posibilitan observar
la existencia de un común y sus respectivos recortes6.
Esta problemática por la inteligibilidad abre una serie de interrogantes que
Drucaroff llama “manchas temáticas”.

espacio cronotópico de pertenencia: un tiempo-espacio construido


por gente en sociedad, en el cual estos autores y autoras están
constituyendo su ciudadanía, viven experiencias relativamente
comunes, producen saberes relativamente compartidos y se
plantean problemas relativamente similares. ​(DRUCAROFF; 2011,
170)

Tal como las pensaba Viñas, las “manchas temáticas” ​están siempre
relacionadas con un pasado traumático que tiene algo irresuelto y que por eso
retorna al presente como una pregunta por responder. Pero estas manchas

6
Véase en pp 19 y 62 de ​El reparto de lo sensible. Estética y política ​de ​Rancière​.
19
temáticas, parecen tener una doble valencia de impregnación histórica7. Por un lado,
configuran una ruptura temporal respecto al pasado traumático, y por el otro, como
consecuencia de lo anterior, se presenta como la expresión de un presente sin
filiaciones temporales que no tiene ningún asidero más que en el “aquí” y el “ahora”.
Drucaroff conforma una serie de “manchas temáticas” de las cuales, las
siguientes son las que nos resultan de mayor relevancia para nuestro análisis. Estas
son: el abandono de la trama y la escritura de un tipo de “realismo agujereado”, o
bien, “agrietado”, poroso, por donde se filtra lo fantástico, la parodia, la desmesura,
e incluso la ciencia ficción.
Contra todo juicio de valor, pero sobre todo contra las valoraciones que hace
Sarlo en ​Escritos sobre literatura argentina ​(2007) respecto del abandono de la
trama, Drucaroff plantea este abandono como una provocación a la industria
cultural, una forma de exhibir al público aquello que ellos mismos han decidido
abandonar, es decir, la responsabilidad por las causas y los efectos, la incapacidad
o indiferencia por generar un relato que se haga cargo de una totalidad de los
hechos. Así pensada, el abandono de la trama es una contrarespuesta
hiperbolizada y exhibicionista para revelarle al público aquello que la misma
industria cultural está generando.
Ahora bien, en cuanto al realismo “agujereado” o “agrietado” se preocupa por
mantener una distancia con los realismos decimonónicos que a través de la
“mímesis” pretendían una representación de la realidad por medio del lenguaje,
teniendo en el centro de su propuesta la aspiración a una totalidad. Quizás haya
sido una preocupación aún en el siglo XX, incluso en la literatura latinoamericana,
como menciona Ludmer, donde la bipolaridad entre la realidad y la ficción todavía
fundaban formas de concebir la literatura. Pero en el nuevo milenio, la NNA genera
formas de interpretación y de producción de sentido que se acercan más bien a un
realismo de tipo “fantasmal”, donde precisamente está en discusión el género y “casi
siempre se trata de un no realismo con grietas realistas”. “En diferentes grados, en
la escritura siempre hay algo que contradice las certezas del realismo: a veces

7
La idea de impregnación, tal como la presenta Drucaroff, tiene que ver con la intención de no
clausurar la noción de “mancha temática”​, ​de no mostrarla como algo cerrado sino como algo que
tiene la potencialidad de expandir sus límites continuamente.
20
remite a lo fantástico (...), otras al expresionismo, el esperpento, la desmesura…”
(DRUCAROFF; 2011, 203) De hecho, es en las grietas, en esas fisuras, donde
surgen las unidades de tiempo y espacio inacabadas y ambiguas. A través del
lenguaje es que podrá filtrarse el fantástico en sus diversas formas. Si antes la
clausura de los universos simbólicos permitían una descripción mimético-realista,
hoy el “realismo agujereado” posibilita entre sus espacios aparentemente cerrados,
una abertura, una grieta, un hueco, por el cual lo fantástico circulará con innovada
eficacia y particularidad. Dice Ludmer:

(...) estas escrituras diaspóricas no solo atraviesan la frontera de ‘la


literatura’ sino también la de ‘la ficción’ [y quedan afuera-adentro en
las dos fronteras]. Y esto ocurre porque reformulan la categoría de
realidad: no se las puede leer como mero ‘realismo’, en relaciones
referenciales o verosimilizantes. Toman la forma del testimonio, la
autobiografía, el reportaje periodístico, la crónica, el diario íntimo, y
hasta de la etnografía.​(LUDMER; 2006)

Para Ludmer, lo que sucede es que se difuminan, o bien se rompen, los


límites entre realidad y ficción, lo cual afecta, como decíamos, a la clásicas
oposiciones entre literatura fantástica o realista, pura o social, rural o urbana,
permitiendo a la literatura realizar un proceso de “desdiferenciación”.

En el caso de la realidad y la ficción puede verse cómo funciona ese


proceso de desdiferenciación de las oposiciones: un polo “se come”
al otro y se reformula. Y este es el caso de la ficción hoy, que habría
cambiado de estatuto porque ​ya no parece constituir un género o un
fenómeno específico sino abarcar la realidad hasta confundirse con
ella.​ ​(LUDMER; 2012)

De esta manera, emerge una “literatura posautónoma” cuyos límites con las
esferas políticas, sociales y, fundamentalmente económicas, ya no tienen el mismo
estatuto que en las literaturas autónomas, sino que al adquirir el valor de mercancía

21
en la industria cultural devela el movimiento, la transformación de la literatura en
otra cosa: crónica, filosofía, periodismo, relato, antropología.
Pensada de esta manera, para Ludmer la literatura modifica el estatuto de la
ficción y habilita a la realidad para dejar de ser la “realidad histórica” y ser una
“realidad cotidiana”. Así, la literatura se vuelve una “fábrica de realidad” para integrar
la maquinaria capitalista y tecnológica del mercado de la lengua.
Leer la literatura con los ojos del realismo, creemos, es abandonar esa vieja
máquina de lectura que daba a la literatura el estatuto de reproductora o intérprete
de la realidad. Por el contrario, entendemos que la propuesta es pensar la literatura,
y el arte en general, como parte constituyente de la realidad, es decir, como una de
las formas de organización y distribución de lo común, como lo planteamos a partir
del pensamiento de ​Rancière​.

1.4 Fantastic way of life

Para crear lo fantástico,

primero debemos entender lo real.

​Walt Disney

El verdadero misterio del mundo no es lo invisible,


sino lo visible
Oscar Wilde

Inaugurada por Manuela Gorriti con ​Panoramas de la vida en 1876, la


literatura fantástica argentina fue, y sigue siendo, intensamente frecuentada por
autores cuyas obras incluso conforman el cánon de la propia literatura nacional.
Desde Lugones a Cortázar, pasando por Marechal, Quiroga, Ocampo, Borges y
Bioy Casáres, muchos de ellos han demostrado, en mayor o menor medida, una
preocupación por definir el género y participar de sus configuraciones.
No obstante, en el caso de Borges, Bioy y Ocampo, tal preocupación alcanzó
atisbos enciclopedistas tomando forma sistemática en la publicación de ​Antología de
la literatura fantástica ​en 1940, ​donde propusieron un catálogo de cuentos

22
fantásticos de corte especialmente europeo y de habla inglesa. Allí, los integrantes
de ​Sur8 concibieron que escribir es “descubrir” las leyes del género o “fracasar”, y en
consecuencia, clasificaron diversos tipos de fantástico con el propósito de elaborar
una taxonomía. Sin duda, pusieron el foco en tópicos que tiempo después Todorov
analizaría (con un tenor mayormente estructuralista) en ​Introducción a la literatura
fantástica ​(1981). Pero los conceptos que resultan importantes destacar, que se
presentan como tópicos indispensables en la construcción del cuento fantástico en
la ​Antología, son tenidos como líneas directrices: la creación de una atmósfera de
extrañeza, la aparición de un hecho increíble en un mundo creíble y la generación
de un efecto sorpresa en el lector, las cuales llamaron “técnicas de escritura”.
Desde luego, la ​Antología ​tiene, en este sentido, tanto la intención de
construir una “historia de la literatura fantástica” como de establecer el “origen” de la
misma, haciendo hincapié sobre todo en Europa (en especial, la Europa
anglosajona) a pesar de mirar de reojo a Oriente Medio y China. En este marco, el
establecimiento del canon nacional es una manera de marcar una continuidad con
los fantásticos “universales” y de destacar aquellos que sí “reconocen” las leyes del
género; es decir, aquellos que se reconocen como herederos y continuadores de la
presunta historia del fantástico son quienes confeccionan una selección
consecuente en nuestro país.
En este sentido, Dámaso Martínez realiza un paneo similar sobre los
principales exponentes de la literatura fantástica argentina del siglo XX, y define lo
fantástico como la presencia de una “fascinación por lo incierto, por la ambigüedad
de lo sobrenatural y lo imaginario” (MARTÍNEZ; 1999, 171), en una constante
inquietud sobre los límites de lo real.
Ahora bien, la preocupación por establecer los límites de lo fantástico más
relevante quizás se encuentre en Todorov quien, como se dijo, publicó por primera
vez ​Introducción a la literatura fantástica en 1980 con la intención de nominalizar,

8
El grupo ​SUR ​tiene origen alrededor de 1931 y está compuesto por un sector de intelectuales que
mayormente pertenecen a la clase alta argentina. Con una ideología marcadamente antipopular y
elitista, el grupo fundado por Victoria Ocampo giraba en torno a la revista y a la editorial del mismo
nombre. Contaba con la presencia de intelectuales y escritores reconocidos de la época, mayormente
argentinos. Algunas de sus figuras más destacadas fueron J.L. Borges, A.B Casares, S. Ocampo, J.
Bianco, E. Sábato, E. Martínez Estrada. El Grupo funcionó más o menos hasta 1970, pero a lo largo
de esos 40 años, en sus ediciones participaron escritores destacados de las letras extranjeras como
G. García Márquez, J. Ortega y Gasset, O. Paz, entre otros.
23
clasificar y definir conceptos, estilos, tópicos y establecer un cánon de la literatura
fantástica presuntamente “universal”. Si bien considera que la noción de “género” no
es rígida y puede ser susceptible a interpretaciones “abstractas”, entiende que es
indispensable la demarcación, ya que “no reconocer la existencia de los géneros
equivale a pretender que la obra literaria no mantiene relaciones con las obras ya
existentes”. Por ende, “los géneros son precisamente esos eslabones mediante los
cuales la obra se relaciona con el universo de la literatura” (TODOROV; 1981, 7).
Sin ánimos de introducirnos plenamente en una discusión teórica sobre lo
genérico, al menos tomaremos un artículo de la crítica literaria Ana María
Barrenechea para establecer un contrapunto bajo ejes bastante esclarecedores
sobre la cuestión. ​En “Ensayo de una Tipología de la Literatura Fantástica”, la
autora centra el análisis en las concepciones de Todorov​, ​para luego poder
desmarcarse de algunas clasificaciones y proponer otras que resolverían los
inconvenientes teóricos.
De este modo, entiende que “la literatura fantástica quedaría definida como la
que presenta en forma de problema hechos a-normales, a-naturales o irreales”,
confrontándolos con el orden establecido (BARRENECHEA; 1972, 393). Agregando,
finalmente, que una tipología de “lo posible” como lo que no es a-normal es la
sugerida para abarcar, por ejemplo, novelas idealistas y naturalistas, de
“acontecimientos extraordinarios pero no irreales” que aún así no son realistas.
En el artículo “En pro de una tipología de la narración fantástica”, Elsa
Dehennin, por su parte, retoma el planteo teórico de estos autores y hace foco,
primeramente, en la noción de “posible” de Barrenechea, y marca una distancia
entre un fantástico “imposible” y un fantástico “sobrenatural”. Considera que “son en
parte sinónimos: lo sobrenatural puede considerarse como imposible, pero lo
imposible no es necesariamente sobrenatural” (DEHENNIN; 1980, 3), ya que su
“extensión semántica” es más abstracta. Pero esta taxonomía carece de valor si no
consideramos el alcance que tiene sobre los relatos fantásticos posteriores a Kafka,
o bien de la literatura latinoamericana en general9.

9
En mayor medida si pensamos en el “realismo mágico”, por ejemplo.
24
De modo que los relatos del segundo eje de análisis10 pertenecen a un
“neo-fantástico” en el cual entran en juego otras “inquietudes”, según el
“Unheimliche” de Freud. Si la literatura fantástica se define, como la piensa
Barrenechea, en la manera en que se presentan como “problemas” hechos
a-normales, a-naturales o irreales, Dehennin resalta al relato fantástico como una
“obra abierta” que requiere de varias explicaciones “más o menos fantásticas, más o
menos problemáticas”. “La problematización”, entonces, “varía según que la
convivencia de lo real posible y de lo imaginario imposible sea más o menos
subvertida racionalmente”. Por consiguiente, “lo fantástico de una obra -la parte de
indecible ambigüedad- apunta hacia algo arreferencial, sin representación”
(DEHENNIN; 1980, 6).
De manera que el panorama, en general, se presenta puntualizado en la
problematización y la coexistencia de los hechos reales con los irreales. El
fantástico se muestra, entonces, como un acontecimiento de ruptura del orden: lo
irreal interrumpiendo en lo real, como venimos desarrollando a lo largo del capítulo.
Pero si el fantástico tradicional actúa “desde afuera” y se define según un orden de
realidad referencial y autorreferencial, el “neo-fantástico” actúa “desde adentro” e
intenta desmarcarse de todo orden de realidad, así, deviene arreferencial y
problemático.
Por lo tanto consideramos que el fantástico no corresponde a una categoría
cerrada, sino que se refiere, como dice Cortázar, al sentimiento singular, propio, que
se vive en cada uno al momento del ejercicio de la lectura.

En vez de buscar una definición preceptiva de lo que es lo fantástico,


en la literatura o fuera de ella, yo pienso que es mejor que cada uno
de ustedes, como lo hago yo mismo, consulte su propio mundo
interior, sus propias vivencias, y se plantee personalmente el
problema de esas situaciones, de esas irrupciones, de esas
llamadas coincidencias en que de golpe nuestra inteligencia y
nuestra sensibilidad tienen la impresión de que las leyes, a que
obedecemos habitualmente, no se cumplen del todo o se están

10
​Dehennin realiza una propuesta dividida en dos ejes: uno corresponde al fantástico tradicional: Lo
extraño/ Fantástico / Sobrenatural; y el otro a un neo-fantástico: Posible / Fantástico / Imposible.
25
cumpliendo de una manera parcial, o están dando su lugar a una
excepción.​ (CORTÁZAR; 1982)

Sin embargo, nuestra intención no es hacer hincapié en la actividad de


lectura sino en entender que el fantástico sirve como procedimiento a partir del cual
se cuestionan o se transgreden los límites impuestos por los “regímenes de verdad”
que configuran lo real. Por lo tanto, el fantástico como efecto desestabilizador
siempre se actualiza individualmente aunque atendiendo a construcciones sociales
arbitrarias. Dice Ruiz Plaza: “la literatura fantástica recrea, entonces, un cuadro
realista -cuanto más sólido y cotidiano, más eficaz-” (RUIZ PLAZA; 2013, 10). Por
esto mismo entendemos (como lo hace Cortázar) que no hay en ningun diccionario
algo que defina al fantástico de una vez y para siempre porque es un “síntoma” que
se actualiza en cada instancia de escritura y de lectura; y cuya manifestación tiene
que ver concretamente con un sistema de verdad puesto en crisis. Asimismo, este
sistema debe estar encarnado en cada sujeto para que el fantástico adquiera un
efecto perturbador, transgresor, cuestionador. Ya que como procedimiento estético
tiene la capacidad de ser una potencia desordenadora del logos que construye “lo
real”.
Así planteado, el fantástico no se configura como la emergencia de lo irreal,
sobrenatural o mágico dentro de lo real; sino que, por el contrario, emerge desde el
corazón mismo de lo real para dejar en evidencia su ordenamiento, su
estructuración.
Dice Drucaroff: “lo fantástico es una irrupción de lo no-normal en lo normal,
de lo que no puede ser en lo que es, de lo que altera los postulados lógicos”
(DRUCAROFF; 2005; 7). Y aunque no se trate de leyes lógicas en sí sino de una
“verosimilitud” jaqueada por el desorden, esta irrupción está, al mismo tiempo,
reconstruyendo, reescribiendo un proceso de interpelación y reconfiguración de lo
real y verosímil a través del discurso literario.

26
1.5 ¿Peronismo Mágico?

“Cuentenlá como quieran, que somos dioses,


que somos hombres,
que somos buenos, que somos malos…
Pero que se entienda que no somos fantasía.
Que somos realidad.
Y que aunque busquen copiarnos
nosotros no andamos en pose
porque somos los originales.
Somos auténticos, man.
Doña: nosotros somos de verdad.”
Leonardo Oyola

En una entrevista para ​Página 12​, Incardona comenta que Gabriela


Esquivada define su literatura como “peronismo mágico”. Y aunque la referencia es
una clara asociación al realismo mágico, el autor deja entrever como material de su
literatura la historia del peronismo y la aparición de un elemento fantástico que
emerge desde lo real; de Villa Celina hacia el resto del país; ​“no me gusta que lo
fantástico nazca de un repollo, de la nada, sino que salga de elementos claros de la
realidad” (INCARDONA; 2009).
El análisis de ​El campito nos permite observar, a partir de la teoría planteada,
que el acento en la construcción del fantástico está puesto en tres aspectos
fundamentales: el trabajo con la historia y el tiempo, la construcción de los espacios
y la cuestión de los sujetos. El mismo Incardona confiesa que su trabajo con la
historia y la temporalidad está claramente destinado a generar en la obra un efecto
fantástico.
En la novela se narran las aventuras de Carlitos y la batalla entre los
habitantes del campito y la oligarquía antiperonista. Sin embargo, a lo largo de la
obra surgen elementos heterogéneos y anacrónicos en una misma temporalidad.
Esta construcción exhibe personajes de distintos periodos del peronismo, como la
agrupación Montoneros, Las Censistas, Ernst, Eva Perón y el Coronel Mercante;

27
junto con personajes intertextuales como Remo Augusto Erdosain (el Jardinero),
inventor de la rosa de cobre y de muchas otras especies “vegetometálicas” que
brotan en los campos galvanoplasticos del campito, y los Excursionistas de
Saavedra, entre otros.
A través de este procedimiento consigue contar la historia argentina desde
Villa Celina y el campito anclada en 1989. La óptica desde donde se observan y
describen los acontecimientos históricos resulta subvertida. Ya no se va desde el
centro hacia las periferias, de Capital al Conurbano o al interior del país, sino que la
historia se cuenta desde los márgenes mismos donde nace la trama mitológica del
peronismo. Dice Incardona: “busqué hacer pasar la historia argentina por Villa
Celina sin que me importaran los tiempos” (INCARDONA; 2009).
De este modo, en un procedimiento asimilable al “aleph”, Villa Celina y el
campito se convierten en puntos a través de los cuales se puede observar la historia
nacional, erigiéndose como una de las configuraciones centrales del fantástico en la
novela. La desestabilización del relato histórico se presenta como un elemento clave
para dar lugar a nuevas versiones de la historia que se construye a partir de un
relato a muchas voces.
Ahora bien, si entendemos a la “Historia” como una disciplina que estudia y
expone, de acuerdo con determinados principios y métodos, los acontecimientos y
hechos que pertenecen al tiempo pasado y que constituyen el desarrollo de la
humanidad desde sus orígenes hasta el momento presente, esto resulta
problemático. En la novela este procedimiento no sólo está expuesto y cuestionado
sino que se puede leer en ella otras formas de hacer la historia cuyo valor de verdad
no está puesto en duda en el relato.
Existe en la novela una imposibilidad de narrar la historia del campito bajo los
métodos institucionalizados como legítimos. Su técnica se vuelve inútil en el intento
de capturar lo inenarrable que habita en el envés de la historia oficial. Pero esta
emergencia fantástica de multiplicidad de temporalidades no se exhibe en la novela
sólo para exponer una problemática epistemológica como forma de estudiar y
exponer los acontecimientos de una sociedad, sino que, al mismo tiempo, propone
pensar otros paradigmas de la historia, no solamente proponiendo otros estatutos
del narrador (que en ​El campito se manifiesta como multitudinario –la historia se

28
arma de narraciones distintas, mitos, suposiciones, testimonios, ficciones,
mayormente orales) sino también como una forma distinta de narración que
organiza un tipo de relación particular con el tiempo, los acontecimientos, los
espacios y los sujetos. Lo real y lo fantástico confluyen configurando sistemas de
verdad que no se cuestionan los regímenes de lo real en oposición a lo ficcional,
sino que convienen para encarnar un mismo relato: la historia del campito.

“todos me hacían más preguntas y me pedían detalles que yo no


podía contestar pero, como insistían tanto, a veces me veía obligado
a inventar alguna cosa. Leticia y el Moncho, por su parte, también
exageraban lo que ellos habían escuchado la primera noche, cuando
conocimos a Carlitos, y así la historia se fue adornando y ya no
estaba seguro de qué era original y qué era agregado, pero como
nosotros nos dábamos cuenta y nos convencíamos mutuamente, a
nadie se le ocurrió poner en tela de juicio ninguna de las versiones,
que más que contradecirse parecían complementarse.”
(INCARDONA; 2013, 68)

De esta manera, se construye la historia del campito a través de relatos


orales, fragmentos de memorias escritos en cuadernos escolares, suposiciones e
invenciones. Es, sin duda, una historia que no cesa de constituirse, que cambia de
lugar, de disposición y de tiempo pero que no por eso deja de ser verdadera.
Esta extraña configuración de la temporalidad no sólo se revela como un
elemento que cuestiona las formas de hacer la historia, sino que, al mismo tiempo,
es el elemento por el cual la novela se une a una serie mucho mayor, la cual
Drucaroff denomina NNA. En esta singular manera de construir el relato, la novela
asume el rol de hilvanar la herida que generó la dictadura conformándose como un
“puente generacional”. La sutura se cose en un sólo punto del tiempo donde todos
los tiempos conviven, en ese espacio de 1989 donde las dictaduras, los exilios, las
proscripciones y todas las resistencias peronistas de ahora y de antes confluyen
para armar el relato que cuenta la historia del campito. Una narración donde
aquellos vacíos se integran al presente en un aspecto menos traumático.

29
Campito: su nombre definía más al tiempo que al espacio; era el
tiempo de la infancia contra todos los lugares. Adelante era atrás; ir
era volver. Cada paso devolvía tramos de hilo al ovillo de lana.
Nunca me detenía. Las agujas del reloj me recogerían del mundo,
deshilachando cada calle, cada esquina, cada parada de colectivo,
hasta que no quedara nada, solo prehistoria, suelos paleolíticos de
Villa Celina.​ (INCARDONA; 2016, 89)

La NNA presenta el pasado problematizando sobre la imposibilidad de


extender un puente hacia él. De esta ruptura, que para Drucaroff puede leerse
cuando el pasado se manifiesta como mito, se apoderarán las nuevas generaciones
ante la imposibilidad de establecer una linealidad histórica. En el caso de ​El campito
aparece producida y tensionada por el fantástico. A través de la interacción de una
mitología de la resistencias peronistas por medio de la cual se puede leer lo
histórico y la focalización de los espacios y sujetos, se esgrime un constructo
dispuesto a suturar el vacío discursivo que dicha historia reproduce en el relato.
Como dice Ruiz Plaza: “bajo capas y capas de teorías, tradiciones y
autoridades epistemológicas, como las científicas, late aún el enigma” (RUIZ
PLAZA; 2013, 12). El fantástico expone aquellas capas normalizadoras a partir de
las cuales construimos lo que llamamos “sistemas de verdad”. Es por esto que
decimos que se construye a partir de “lo real”, porque como producción estética y
política el fantástico sólo puede funcionar a partir de generar una relación dialógica
entre el realismo y los elementos que emergen para ponerlo en crisis.
Otro elemento que construye el fantástico en ​El campito es el espacio11. El
espacio funciona como un elemento que disuelve la “geografía histórica”12 a partir
del cual el fantástico surge como irruptor de lo real.
A lo largo de la novela el viaje espacial de distintos personajes atraviesa un
mapa que se configura a partir de la cartografía de los distintos lugares de La
Matanza (barrios, calles, pasillos, túneles y puentes) pero en el que constantemente

11
Categoría que analizaremos en profundidad en el Capítulo 3.
12
Siguiendo el pensamiento de Rodolfo Kusch, el efecto subjetivo y emocional que provoca el anclaje
“geocultural” sobre la descripción y configuración del espacio matancero, configura un particular
mundo simbólico de carácter popular.
30
irrumpen espacios nuevos (barrios, ríos, pistas aéreas, entre otros) desconocidos
por aquellos que no los habitan. Su localización se precisa geográficamente en
relación a aquellos lugares conocidos y su topografía se describe en detalle. Así,
van apareciendo calles que son la continuación de otras de Villa Celina, Tapiales,
Aldo Bonzi, Ingeniero Budge, Lomas de Zamora, pero cuyos recorridos parecen
perderse dentro de basurales altamente contaminados o carboneras pantanosas.
En algunos ”Barrios Bustos Secretos”13, donde habitan una multiplicidad de
personajes de características relacionadas directamente al paisaje, incluso el
calendario no se corresponde con los de otras localidades cercanas.
Sin entrar en un análisis detallado de la relación entre la disposición del
espacio y los sujetos, algo que realizaremos en el capítulo 3, lo que nos interesa
destacar en este punto es la configuración de espacios fantásticos en relación con la
cartografía urbana de los barrios del partido de la Matanza y sus alrededores. Esta
se presenta como un elemento crítico de doble valencia. Por un lado, la oposición
espacio real/ espacio fantástico-ficcional es un procedimiento que cuestiona la
posibilidad de construcción de un mapa de lo real que dé cuenta lo fácticamente
existente, en detrimento de aquellos espacios que se configuran a partir del discurso
y que conforman lugares donde también se materializan las relaciones sociales de
la comunidad. Nos referimos a aquello que Foucault llama “heterotopías”, es decir,
lugares otros que impugnan a todos los otros espacios, cuya función es “crear un
espacio de ilusión que denuncia como más ilusorio todavía todo lo real, todos los
emplazamientos en el interior de los cuales la vida humana está compartimentada”
(FOUCAULT; 1967).
En base a esto, el campito emerge dentro del mapa de lo real como un
espacio donde el conjunto de relaciones que construyen las instituciones sociales
están neutralizadas, suspendidas o al menos intervenidas. Relaciones que van
desde lo temporal, hasta lo laboral, pasando por lo religioso, lo político, lo público, lo
privado y lo común. El campito funciona, de este modo, como el espacio donde

13
Barrios ubicados dentro del campito, cuya existencia se va revelando a lo largo del relato de
Carlitos, el cuentero que narra la guerra de los habitantes de estos barrios contra la oligarquía
antiperonista.
31
todas las relaciones sociales son puestas en evidencia y al mismo tiempo otras
formas de relacionamiento se demuestran como posibles.
Finalmente, el tercer elemento fantástico que irrumpe en la novela es la
configuración de sujetos singulares a los que a partir de ahora llamaremos
“monstruos peronistas” y cuya figura analizaremos en los capítulos siguientes.
Estos sujetos encarnan algo diferente de lo humano, ya que son cuerpos que
resisten en esos espacios donde la vida parece imposible.

Era llamativo, en semejante ambiente, que nosotros mismos no nos


consumiéramos, que nuestras carnes y huesos fueran capaces de
resistir espacios tan cargados de veneno… si las clases altas o
medias –decían los enanos- se metieran en este barro infectado, no
sobrevivirían más de media hora, una hora a lo sumo (…)
(INCARDONA; 2013, 115)

Estos monstruos peronistas emergen no sólo como algo que se diferencia de


lo humano (habitante de los barrios públicos y de la capital), como la posibilidad de
vida que resiste allí donde todo parece invocar la muerte, la contaminación, la
desolación. Estos monstruos son la encarnación de todo lo que analizamos
anteriormente, es decir, la construcción de otro tipo de comunidad, de
relacionamiento, otras formas de contar la historia; desnudando la estructuración de
la instituciones humanas, de sus construcciones territoriales y temporales.
En el próximo capítulo nos adentraremos en el análisis de estos sujetos
populares tenidos como “monstruos peronistas”.

32
Capítulo 2

En el capítulo anterior nos ocupamos de analizar cómo ​El campito​, a partir de


su inclusión en la NNA, construye lo fantástico por medio de tres elementos que
consideramos fundamentales: el sujeto, el espacio y la historia.
En el presente capítulo nos centraremos en algunos elementos claves que
nos permitirán dar cuenta de la constitución del sujeto peronista en relación a su
historia, mitos y leyendas a través de la fundación del territorio y del canto. No
obstante, abordaremos estos elementos sin ánimos de conformar una definición
acabada del monstruo peronista, ya que ampliaremos su desarrollo y configuración
en los capítulos siguientes.
Realizaremos, primeramente, un breve repaso por algunos trabajos
fundamentales, a partir de los cuales observaremos cómo la tradición literaria
argentina trabaja con la historia, los mitos y las leyendas sobre el peronismo. Estos
trabajos contribuirán a pensar cómo la literatura configura un tipo de sujeto singular
dentro de la cultura peronista, diferenciado de otros sujetos y culturas. Nos
basaremos principalmente en los trabajos de Ernesto Goldar y Pablo Heredia, que a
partir de su tarea crítica enriquecen el análisis sobre las tramas liberales del siglo
XX y la configuración del peronista como un “monstruo invasor”.
Sin embargo, el monstruo peronista del campito, tal como se presenta en la
novela, se diferencia de este sujeto amorfo y disruptivo en la medida que resiste y
habita su propio territorio. El monstruo en ​El campito ya no aparece ocupando
espacios vedados ni invadiéndolos (como veremos en el caso del “monstruo invasor
y el “aluvión zoológico”), sino configurando nuevos territorios a través de la
resistencia a un poder que, a la inversa de lo ocurrido en el siglo pasado, pretende
invadir su espacio para exterminarlo allí donde funda su propia comunidad.
Finalmente, como respuesta al objetivo que nos convoca, analizaremos cómo
se construye la figuración del sujeto peronista en relación a la historia, los mitos y

33
las leyendas, basándonos principalmente en las teorías de Rodolfo Kusch y Michel
Foucault.

2.1 Sobre los “monstruos” peronistas

“Los trabajadores, la mayoría de los argentinos…


Ellos son naturalmente peronistas.
El drama es de los intelectuales”
Ernesto Goldar

En las numerosas figuraciones sobre el peronismo durante la hegemonía de


Sur14, con la colaboración de otros tantos autores anti-peronistas del momento que
no estaban necesariamente “por dentro” del grupo de manera orgánica (caso
Cortázar), se articuló, como dice Heredia, un verdadero “corolario del odio”. En las
producciones circundantes a ​Sur se pueden rastrear construcciones que van desde
el odio de clase a la reivindicación oligárquica-fascista, pasando en muchos casos
por la idea de exterminio del “monstruo”, a contrapelo de la llamada literatura sobre
el “espíritu”15, que aparentemente emergía por fuera de coyunturas políticas.

El peronismo se configuraba como un mero cuerpo amorfo que había


irrumpido en la vida cultural de la Nación para corromperla, corroerla
y finalmente destruirla. La trama liberal urdía la presencia del Pueblo
peronista como un monstruo invasor, mero cuerpo sin conciencia,
desde la cosmovisión cultural de clase media invadida y ocupada por
ese emergente.​ (HEREDIA; 2012, 51)

14
Con “hegemonía”, en este caso, nos referimos al alcance, difusión y trascendencia
político-intelectual y cultural que adquirió la revista en ciertos debates de la cultura argentina a partir
de la primera edición en 1931. Entrada la década del 50, ​Sur ​recrudeció su postura antiperonista y
antipopular, dedicando una edición especial a conmemorar el Golpe de Estado de 1955. Con un perfil
universalista de la literatura y la presunción de una intelectualidad elitista de matriz oligárquica, la
revista reunió a escritores e intelectuales del tenor de Borges, Bioy Casáres, Ureña, Paz, Mallea,
Sábato, entre otros.
15
Pablo Heredia en su libro ​Las multitudes ululantes (2012) entiende que “el cuerpo liberal se
constituía en la reserva moral de un Espíritu civilizatorio que había sido vejado. El cuerpo-verdad
canalizaba la moral de la civilización y de la razón frente a la aparición fantasmal de un monstruo,
que con redundancia, era amoral, caos en sí mismo, lo que no es” (HEREDIA; 2012, 52).
34
Así, los semas “invasión”, “monstruo”, “bárbaro”16, y las referencias al caudillo
devenido en “Emperador”, “Dictador” o “Gran Laburante”, comenzaron a forjar una
base de mecanismos semánticos sobre el peronismo.
Si bien el objetivo de nuestro análisis no se centra en dar cuenta de un
corpus sobre el peronismo en las tramas liberales del siglo XX, ya que para ello
precisaríamos de una investigación de largo aliento, intentaremos, al menos,
referenciar algunas obras representativas que se acercan a las líneas de análisis
que nos competen, siguiendo las lógicas de la configuración del “monstruo
peronista”.
En ese sentido, Ernesto Goldar en el prólogo de ​El peronismo en la literatura
(1971), nos ofrece un puntapié inicial sobre por qué recurrir a la literatura, validando
“la significación y el poderío de la literatura para indagar la realidad” (GOLDAR;
1971, 11). El crítico entiende que la historia produce el efecto de algo muerto,
privado de humanidad, de manera que la “ciencia histórica” habla de
“representaciones abstractas”, totalidades en las que no existe la vida de los
hombres concretos. La literatura, por el contrario, se presenta como el único
“sistema de signos del cual puede surgir la historia como realidad” (GOLDAR; 1971,
13). “La esclavitud del historiador al hecho -esa enajenación al dato histórico-
deviene por la tipicidad metodológica”, por lo tanto la literatura nos permite, en
contrapartida, representar la vida del “hombre real” (GOLDAR; 1971, 13).
Indagaremos en profundidad sobre esta relación a lo largo del capítulo.
La importancia de analizar la construcción (lo que Goldar llama
“representación”) de los sujetos históricos radica en desentrañar una serie de
figuraciones discursivas, políticas, sociales y culturales que articulan nociones tales
como “historiografía”, “peronismo”, “realidad”; y ponen en cuestionamiento
interpretaciones hegemónicas tenidas como “verdaderas”.
Tomando por caso, el “aluvión zoológico” del 17 de Octubre se presentó
como una construcción discursiva en la literatura anti-peronista, que intentó
banalizar la trascendencia política e histórica del movimiento de masas y la

16
Cabe mencionar que el cuento “La fiesta del monstruo” comienza con una cita de Ascasubi de “La
refalosa”, en el cual las referencias a “El matadero” de Echeverría son evidentes. La barbarie
sarmientina aparece allí en forma de un nuevo salvajismo del siglo XX, ya en la ciudad y con el
pueblo como protagonista.
35
importancia decisiva que demostró tener el pueblo frente a la organización
oligárquico-burguesa del Estado, todo esto por medio de un sintagma descalificativo
que significaba al pueblo como una tromba informe e ignorante que invadía los
espacios de las clases dirigentes. A grandes rasgos, la venida de este torbellino
animal supone el desbordamiento del orden social de mediados del siglo pasado por
parte de una masa inculta que viene a ocupar el lugar de la clase pensante.
Aunque Borges haya descrito un 17 de Octubre vacío, sin fundamentos que
respalden el empoderamiento popular y la marcha sobre la plaza más que como el
advenimiento de un “monstruo” salvaje; en el ejercicio del contra-sentido deja en
evidencia la operación política.

La verdad es que no lo recuerdo. La verdad es que yo creí y sigo


creyendo que se trata de una especie de farsa; no creo que
sucediera nada realmente. Porque si el dictador hubiera sido
secuestrado, y hubiera sido salvado por una turba -como se dijo
después- es muy raro -dado el carácter vengativo del hombre- que
nunca se investigara el asunto. Creo que eso fue hecho de un modo
un poco escenográfico y en lo cual nadie creyó, desde luego. Es
decir, es algo que existe más ahora que en el momento mismo que
se produjo. ​(SORRENTINO; 2014, 103)

Sin duda, hay que leer la declaración en el contexto político de 1971 en el


cual fue realizada la entrevista. Borges apunta al simulacro para vaciar el contenido
del significante “peronismo”. Esta misma operación de vaciamiento semántico es la
que ejecuta en su relato “Ragnarok”, cuento que corresponde a ​El hacedor ​(1960),
donde no sólo se figura al monstruo detalladamente sino que la propuesta frente a
esta muchedumbre usurpadora es inexorable: la aniquilación.

Frentes muy bajas, dentaduras amarillas, bigotes ralos de mulato o


de chino y belfos bestiales publicaban la degeneración de la estirpe
olímpica. Sus prendas no correspondían a una pobreza decorosa y
decente sino al lujo malevo de los garitos y de los lupanares del Bajo

36
(...) eran taimados, ignorantes y crueles como viejos animales de
presa.​ ​(BORGES; 2011, 60)

En el relato, el espacio controlado por las instituciones, la economía y la


epistemología, (la Facultad de Filosofía y Letras en representación del logos
burgués-capitalista) es “invadida” por “falsos dioses”. Estos “adefesios” irrumpen en
la solemnidad del acto eleccionario académico y al son de una “murga”, se
parapetan en el escenario. Sus cuerpos monstruosos develan una incomprensión
irracional en el simulacro divino devenido en amenaza para el sujeto académico.
Esto provoca miedo, y ante el peligro, la única solución posible es el exterminio. El
cuento culmina: “Sacamos los pesados revólveres (de pronto hubo revólveres en el
sueño) y alegremente dimos muerte a los Dioses” (BORGES; 2011, 61).
Lo “monstruoso”, entonces, se presenta en estos relatos de manera
“inverosímil”, “absurda”, lo cual provoca miedo, incertidumbre y desánimo. Algo que
aparecerá con recurrencia en el pensamiento de Kusch (sobre lo que nos
detendremos inmediatamente) en relación al miedo y la historia. En consecuencia,
esta presencia inverosímil “ataca y corroe el conocimiento”, interpela la
epistemología occidental, y devela un sujeto popular que se configura como tal bajo
formas que desafían el poder de las instituciones.
Tales son algunas de las configuraciones puestas en juego sobre la
monstruosidad peronista en la literatura argentina. Las subjetividades con las cuales
El campito de Incardona dialoga, aquellas que desea interpelar, cuestionar,
desbaratar, son aquellas que van a contrapelo del anti-peronismo, sin duda, y a su
vez presentan un monstruo peronista que habita sus propios territorios y en ellos
resiste. La invasión en ​El campito​ la efectúa la oligarquía.
En adelante, desarrollaremos cuáles son estas reescrituras y
resignificaciones que funcionan en la novela a partir de la configuración de un sujeto
popular peronista, al que llamamos “monstruo peronista”, en relación con la historia,
los mitos y leyendas.

37
2.2 Tantas historias como sea posible contar. La configuración del sujeto
popular peronista

“La historia parece propiedad privada cuyos


dueños son los dueños de todas las otras cosas”
Rodolfo Walsh

Si entendemos a la Historia como un “régimen de verdad” enmarcada social y


temporalmente, conducida por una epistemología y una metodología precisas que le
imponen un paradigma a su producción en tanto que no puede exceder sus límites;
si entendemos a esta producción en su afán teleológico y universalizante que
encierra el tiempo en una unidad lineal que intenta impedir la aparición de los
acontecimientos y los quiebres; si pensamos la historia, además, como parte de un
entramado mucho más amplio de saberes, instituciones, leyes, prácticas, discursos,
es decir, dispositivos cuyo objeto es la producción y conducción de los sujetos,
entonces, en acuerdo con Foucault y Kusch, sería imposible para nuestro análisis la
emergencia de estos sujetos populares, monstruosos, anormales, inhumanos que
siempre permanecen en la sombra del discurso de la Historia.
Ahora bien, al pensar un sujeto que frente a estos saberes, prácticas y
dispositivos, se configura como un individuo capaz de resistir y contar sus historias
desde su propio lugar de producción y con su propia voz, nos encontramos frente a
la posibilidad de ciertas formas de subjetivación, por medio de las cuales el sujeto,
al convertirse en un personaje activo de su propia constitución ante las relaciones
de poder, disloca, transforma y transgrede aquellas fuerzas que lo constriñen. Estos
sujetos encuentran líneas de fuga que le permiten salirse del control de los
dispositivos, aunque no sólo para huir sino para producir transformaciones y poner
en evidencia el funcionamiento de toda esa maquinaria de producción social. De
esta manera, sus vidas están iluminadas por los destellos de aquellas líneas de
fuga.
El punto más potente de las vidas de estos sujetos, dice Foucault “radica
precisamente allí donde colisionan con el poder, luchan con él, intentan reutilizar sus
fuerzas o escapar a sus trampas” (FOUCAULT; 2014, 125). Sujetos que ante su

38
borradura en la Historia de los grandes hombres comienzan a producir sus propias
historias, genealogías de los azares, de los acontecimientos, de los hombres
comunes.
Kusch, por su parte, propone como forma de resistencia la “negación de la
historia” a partir de dos premisas básicas. Por un lado, la toma de conciencia de que
la “Historia” como práctica científica occidental siempre deja afuera al sujeto popular
americano17. Y por el otro, la reflexión sobre la posibilidad de construir la historia
únicamente a partir de la participación de uno mismo en ella. Esto resulta central en
el análisis de este capítulo.
Si tomamos como punto de partida un escenario donde el sujeto popular en
comunidad establece nuevas formas de vida, de organización, en definitiva, políticas
como “puras posibilidades de ser”; la responsabilidad de cimentar nuevas
configuraciones a partir de la negación de la historia trasciende el nivel del “simple
yo”. Porque “en el fondo de todo”, dice Kusch, “no estoy yo sino que estamos
nosotros”. (KUSCH, 2008, 117). Y esto adquiere relevancia al pensarlo en términos
de monstruosidad. La potencia monstruosa del sujeto popular peronista emerge de
la posibilidad siempre renovada de reiniciar y rehacer la historia. Y es allí donde la
nación, el Estado, la ciencia y las instituciones no son más que contingencias
transitorias, en constante reactualización.

decidimos que era conveniente empezar a escribir la historia, pero al


intentarlo nos dimos cuenta de que no era lo mismo escribirla que
decirla. Dábamos mil vueltas para encontrar la frase justa y nos

17
​ usch entiende al sujeto americano desde una perspectiva basada en la “actitud” del sujeto en el
K
mundo, anclado en el universo simbólico proveniente del lenguaje. De allí que su filosofía en relación
al trabajo de campo en el altiplano se pregunte por una praxis política liberadora. A raíz de ello, la
noción de “pueblo” aparecerá como una construcción histórica y política capaz de sintetizarse en la
cultura popular. De este modo, el “estar” se manifiesta como una forma de vida. ​No transforma el
mundo sino que lo conjura porque sólo importa el amparo. De manera que la búsqueda se basa en el
equilibrio.
El sujeto americano, se construye a partir de la relación fagocitante entre el “ser” y el “estar”. El
“estar” infecta al “ser” a través de un proceso de fagocitación dando como resultado el “estar-siendo”.
Esto, según Kusch, se da de manera natural, ya que el “ser” es inestable, es un estado de tensión
que tiende a una condición absoluta y no permite la distensión. Por esto mismo se vuelve fagocitable,
porque al ser un estado de imposibilidad, naturalmente tiende a volver al “estar”. Así, el “estar-siendo”
resume la condición del sujeto americano en tanto que las cosas pasan a ser símbolos a través de un
proceso de pensar “seminal”​.

39
trabábamos a cada rato, queriendo mejorar la gramática. Usábamos
palabras difíciles y buscábamos sinónimos en el diccionario. Era un
trabajo fastidioso y aburrido. Después de un par de horas, nos
rendimos, porque apenas teníamos escrita una página y seguíamos
discutiendo, así que arreglamos seguir otro día, pero ese día nunca
llegó.​ (INCARDONA; 2013, 102)

La imposibilidad de inscribir la historia del monstruo a la institucionalidad


hace que la Historia se vuelva inútil. Pero esta potencia monstruosa no se exhibe en
la novela solo para exponer una incapacidad epistemológica del logos occidental,
sino que, al mismo tiempo, propone pensar otros paradigmas de la historia.
En primera medida, ​El campito propone el estatuto de un narrador
multitudinario18 que organiza un tipo de relación disruptora con el tiempo, los
acontecimientos y el espacio. Este narrador particular no se ancla en la figura de un
solo personaje, sino que está constituido por múltiples relatos que no siempre
encajan lógicamente. Existen imprecisiones en los tiempos de la narración que no
atentan contra la verosimilitud de la historia sino que, por el contrario, permiten
construir un tipo de relato común que se encarna en las experiencias de sus
diferentes narradores.
Esto posibilita, a lo largo del texto, la emergencia de una variedad de relatos
y personajes cuya participación parece ser efímera (como puede ser el caso de
algunos vecinos de Villa Celina negando o afirmando algo ya dicho; o bien la
aparición de algunos personajes de obras literarias de Arlt o Marechal) pero que
sirven como refuerzo para la construcción de ese narrador heterogéneo.
Por ejemplo, hacia el final de la novela, Doña Porota afirma: “es verdad lo
que dijo el cuentero (...) ¡es todo verdad!”. Y a partir de ese momento, algunos
personajes se adueñan del relato contando sus propias experiencias. “Yo me
acuerdo que hace un tiempo se escucharon un montón de tiros y de explosiones,

18
​La historia se construye con diversas narraciones, mitos, leyendas y testimonios mayormente
orales, entre los cuales circula la experiencia de un campito de épica popular e histórica. Este
narrador está compuesto por una variedad de personajes como Juan Diego y sus amigos, vecinos de
Villa Celina, El cantor, Gorja, entre otros. Sin embargo, es Carlitos quien de alguna manera ordena la
narración, quien presenta las historias contadas por los demás personajes y toma prestada sus
voces.
40
que venían de allá del fondo”, confiesa Doña Porota. “Yo lo conocí a Perón (...) una
vez que vino acá, a la fábrica química”, cuenta el ferretero. En fin, ante la duda
sobre la visita de Perón a Villa Celina, Doña Porota elige inclinarse por lo popular:
“no discutan che (...) ninguno se equivoca” (INCARDONA; 2013, 168).
Creemos que lo que se logra por medio de esta operación estética es dar
cuenta de una forma distinta de construir la historia, que no pasa sólo por recobrar
un aspecto clásico como la cuestión de la oralidad sino que es la manera de hacer
emerger personajes y voces generalmente silenciadas, excluidas. Figuras borrosas
apenas sugeridas por los grandes relatos de la Historia, como los niños, los viejos y
los pobres.
Foucault analiza en ​La vida de los hombres infames ​(2014) la emergencia de
una serie de personajes cuya existencia sólo es iluminada cuando entra en relación
con el poder. Estos “locos”, “degenerados”, “sodomitas”, sólo ingresan en la Historia
por medio de una serie de relatos cuya producción está mediada por una relación de
y con el poder que los hace visibles, claro que, generalmente, para exterminarlos.
Pero en ​El campito sucede todo lo contrario. La novela es la posibilidad de visibilizar
esas “vidas oscuras” de la Historia sin la mediación de un poder de muerte, o por lo
menos de disciplinamiento sobre los cuerpos, ya que los clarifica en su resistencia.
La novela devela la vida de esas mujeres y hombres comunes, los muestra en su
cotidianeidad, en su resistencia diaria contra el poder que los personajes infames de
Foucault no pueden enfrentar porque se ven sometidos.

Ahora, había que pelear por esa idea y resistir los embates de las
clases dominantes, luchar por el Mercado Central y sus periferias, ya
fueran fértiles, ya desérticas, y no regalarles nada, ni siquiera la
suciedad, ni siquiera el agua podrida, ni siquiera la mierda.
(INCARDONA; 2013, 115)

Desde esta perspectiva es como leemos a los personajes de ​El Campito,


desde este lugar leemos a Carlitos, un vagabundo cuentero, a Juan Diego y sus
amigos, los vecinos de Villa Celina, adolescentes, mujeres y hombres comunes del
conurbano bonaerense, los habitantes de los Barrios Bustos, enanos, mutantes,

41
peronistas y pobres. Todos aquellos, cuyas vidas no son contadas, son los que
cuentan el gran relato de ​El campito.
La novela se presenta así como la revancha de esos hombres infames cuya
gloria estaba destinada al silencio de lo privado. El relato ilumina esas vidas
“despreciables”, “abyectas” y se construye de forma tal que su relato está contado
por esos mismos personajes oscuros y borrosos. La voz se encarna en los
personajes excluidos, relegados a los márgenes de la Historia donde todo rastro de
vida se hace una huella apenas legible.
Ahora bien, la relación sujeto-historia que se construye en la novela no se
preocupa por reproducir una continuidad temporal homogénea, un sujeto histórico
del pasado que se actualiza en el relato. En ella emergen las diferencias, las
multiplicidades, las discontinuidades. Y en este punto es donde entendemos que los
pensamientos de Kusch y Foucault entran en diálogo.
Para Kusch la “Pequeña historia” está constituida por aquellos
acontecimientos de grandes batallas libradas entre poderosos ejércitos y vidas de
“grandes patriotas”, como podrían ser las del General San Martín o Napoleón
Bonaparte. Por el contrario, la “Gran historia” se centra en la historia por la
supervivencia del género humano. Mientras que la primera presume de sus recortes
tanto, radica en suponer lo fundante del “suelo19” por una parte, y la deconstrucción
precisos sobre fechas y lugares (estadísticas de una cronología evolutiva,
efemérides de la especie), la segunda se interesa por aquellas experiencias del aquí
y el ahora invisibilizadas como el monstruo peronista. ​Lo que permite la “Gran
historia”, por lo tanto, es pensar la historia desde un punto de vista popular,
ubicándonos fuera de Occidente y sus repartos de lo sensible; y configurando así
nuevas “posibilidades de ser”.
En Foucault podemos leer una crítica a la concepción de la historia, a una
forma de hacer historia, que no dista mucho de lo dicho por el filósofo americano.
Sostiene que toda forma de conocimiento es producida en una sociedad, en un
lenguaje; es decir, está situada temporal y geográficamente. Es por esto que

19
Relacionamos aquí el concepto del autor americano; sin embargo, como ya aclaramos en el
comienzo del capítulo, nos serviremos de la noción de “territorio” para hacer referencia a la relación
que se establece entre el espacio, el tiempo, los sujetos y las cosas.
42
Historia implica, en tanto ciencia, una episteme, o bien, cierta filosofía, metodología
y epistemología. En consecuencia, los conocimientos supuestamente positivos
construidos por la Historia pueden relacionarse entre sí paradigmáticamente. El
problema aparece cuando se develan sus límites, debido a que estos conocimientos
aparentemente totales y verdaderos solamente pueden producirse hasta cierto
punto, en tanto que están limitados desde un comienzo por su propia episteme.
De modo que Foucault apela a pensar “las historias” en términos de
“genealogías”20 asumiendo una postura crítica frente a esa Historia teleológica,
esencialista, idealista e universalizante. Es en este punto donde la técnica se sitúa
histórica y geográficamente como un saber-poder más próximo a como lo entiende
Kusch. En tanto que la episteme se vuelve condición de posibilidad de un saber, que
en este caso es histórico, podemos pensar la “Pequeña historia” como una
imposición occidental que excluye al sujeto popular de la posibilidad de hacer
historia.

Por eso cuando niego la historia, apelo en cierto modo a mi iniciativa


a nivel histórico, niego que la haya porque podría haber otra, o
porque podría no haberla. Entonces la negación de la historia lleva a
pensar que soy en parte el causante de la historia, o que podría
serlo, o también que, llevado por mi decisión, en vez de provocar
historia, creo cosas, por ejemplo un banco, del cual tengo mayor
necesidad.​ (KUSCH; 2012, 68)

El sujeto, para Foucault, es producto de las “prácticas de subjetivación”21, y


en tal sentido es entendido como una construcción. En este sentido, ambos filósofos
reconocen en el sujeto una instancia de constitución que es siempre circunstancial y

20
​Foucault en ​Nietzsche la genealogía y la historia ​(2017) la define como la labor de “percibir la
singularidad de los sucesos, fuera de toda finalidad monótona”, encontrar en los lugares menos
esperados todo eso que pasa desapercibido al ojo de la Historia, encontrar esas cosas que parecen
no tener nada de historia como “los sentimientos, el amor, la conciencia, los instintos” pero no para
repetir el afán teleológico de la Historia, por el contrario, la intención de la genealogía es hallar las
discontinuidades, los cortes, los acontecimientos, los papeles que han jugado en el tiempo estas
cosas que parecen no tener historia, incluso mostrar su ausencia.
21
A modo muy general se puede decir que Foucault reconoce 3 tipos de prácticas a partir de las
cuales se constituye el sujeto. Estos tres modos son: El “saber”, que estudia en ​Las palabras y las
cosas y ​Arqueología del saber​; la “exclusión”, que analiza en ​Los anormales ​y ​Vigilar y castigar; y
finalmente, la “ética”, que investiga en ​Hermenéutica del sujeto​.
43
comunitaria. Bajo el ejercicio de estas prácticas o modos de subjetivación, el sujeto
se vuelve un objeto al que se puede dar forma o por el contrario, como el caso del
monstruo, deviene en una forma de vida resistente.
La supuesta estabilidad del “ser alguien” occidental, se ve amenazada, sin
embargo, por la fuerza de la barbarie, lo popular y el “aluvión zoológico”22, como ya
mencionamos. El sujeto popular peronista se configura, en la novela, como una
potencia desestabilizadora del orden occidental del que habla Kush. Es aquí donde
radica la posibilidad de pensar formas de vida -otras- y de gestionar modos de
resistencia.

El peronismo, por ejemplo, es en el fondo una anti-doctrina porque


no dice claramente qué hay que hacer, ya que es el planteo de un
nuevo estilo de estar del cual no tenemos conciencia clara pero que
presentimos. No se entiende el peronismo si no es a partir de un
pueblo que propone, a través de él, un estilo de vida o de estar.
(KUSCH; 2008, 116)

Podemos ver un claro ejemplo en La Batalla del Mercado Central donde se


simboliza el punto de máxima tensión entre estos paradigmas. El sujeto popular
peronista devenido en monstruo niega la historia y la actualiza en su organización y
lucha armada. Allí confluyen todos los tiempos y los espacios, la “pura posibilidad de
ser”, la resistencia hecha de genealogías barriales, leyendas y mitos sobre el
peronismo en la Matanza23. Todas las historias que puedan ser contadas en una
batalla épica contra la oligarquía. Esto configura un nuevo reparto de lo sensible a

22
​La expresión correspondió al ​diputado ​radical ​Ernesto Sammartino en la ​Cámara de Diputados del
Congreso Nacional​, el ​7 de agosto de ​1947​, dentro de la ya instalada antinomia
peronismo​-​antiperonismo​, cuando textualmente dijo: ​“el aluvión zoológico del 24 de febrero parece
haber arrojado a algún diputado a su banca, para que desde ella maúlle a los astros por una dieta de
2.500 pesos. Que siga maullando, que a mí no me molesta”. Fuente: Wikipedia, disponible en
https://es.wikipedia.org/wiki/Ernesto_Sammartino consultado el 17/02/2017.
23
En la marcha hacia el Mercado Central confluyen los campesinos del 40 quienes se trasladan a la
ciudad para establecerse como trabajadores, los montoneros revolucionarios de los 70 en conjunto
con las “Censistas” y los Sindicatos como “Luz y Fuerza”, los vecinos organizados de los Barrios
Bustos que llevan los nombres de Tanco, Valle, Mercante y Espejo; los médicos peronistas como
Carrillo y Finochietto, y los vecinos de Villa Celina y el Campito contemporáneos a Carlitos y el
Hombre Gato.
44
partir del cual se constituye la comunidad de los monstruos peronistas, un relato que
se hace a partir de lo común y construye la historia.

2.3 ​ El mito peronista

“Pero cuando tomamos las ciudades


e inventamos el lunfardo
y nos metimos a pura gambeta en los potreros
(nuestra primera escuela)
allí creamos semidioses
y resultó que una capitana
mascarón de proa del barco de los pobres
conoció el barro de nuestras casas
el hambre de nuestros niños
las enfermedades de nuestros viejos diablos
y de esa alquimia
inventamos a Perón
y al peronismo
de allí vienen
nuestros años felices
dignos
y religiosos”
Marcelo Padilla

El mito se presenta como un relato fundante de una cultura cuyo valor está
en una recursividad acontecimental. Tiene la capacidad de ser siempre nuevo en
tanto que está determinado por los sujetos, su contexto y el acto creador. En este
sentido, el mito se relaciona con la noción de sujeto popular debido a que como
relato fundacional contextual, permite negar la linealidad histórica y posibilita anclar
el sujeto a un tiempo y un lugar desde el cual se constituye a sí mismo y con otros
en comunidad, produciendo su propia historia.

45
Ahora bien, Casullo en ​Peronismo: militancia y crítica ​(2011) elabora la idea
del peronismo como “un papel de calcar sobre la silueta de la Argentina para pensar
el pueblo” compuesto de palabras escritas y palabras en blanco. “Historia de héroes
y mandingas” donde siempre falta algo por decir y que por ello es permanentemente
actualizada. Su mitología es “sustancia de la política y justicia en la piel”. De manera
que se configura como un mito de una comunidad impedida, olvidada, rechazada.
Pero lo mítico se presenta siempre en forma de relato, de ritual narrativo enfrentado
al logos occidental. Un mito peronista que “narra, se narra y es narrado” también por
el discurso liberal de dominio racionalista.

Hablo de la dimensión mítica que atenaza y a la vez desentumece a


la cultura y a la política, hablo del mito del peronismo. Esto es, hablo
de las narraciones inmersas en una gran narración, que lo
constituyeron entre fervientes adeptos e inclaudicables opositores.
(CASULLO; 2011, 15)

De manera que Casullo entiende que el mito peronista es inasible en la


medida que se escapa permanentemente, como si fuese puro mito y estuviese fuera
del tiempo. Es por ello que habla de un peronismo “fugado”, en la atemporalidad
propia de la fábula del pueblo. De modo que no hay afuera del mito, porque su
desintegración implicaría el fin del discurso.
Al mismo tiempo, y aquí podemos relacionarlo con la concepción que tiene
Kusch sobre el sujeto popular, Casullo considera que el pueblo, en tanto sujeto
político, no hace otra cosa que autocrearse sobre sus propias necesidades, valores
y sentimientos, y en ese accionar evidencia la carga mítica del peronismo frente a
las políticas de un dominio cultural hegemónico. Es allí donde se constituye un
mundo simbólico y cultural ​otro​, que podríamos considerar resistente. En la
resistencia se encuentra la posibilidad de re-crearse y a partir de ello, como
decíamos anteriormente, reiniciar la historia.
En este mismo sentido, Foucault habla de las “leyendas negras” como
aquellas leyendas sin tradición que llegan a nosotros por medio de “rupturas,
borrones, olvidos, entrecruzamientos, reapropiaciones”. Esto permite, por un lado,

46
reiniciar la historia, mostrar sus quiebres, sus omisiones, y por otro lado, “producir
un equívoco entre ficción y realidad” (FOUCAULT; 2014, 126) generando efectos de
verdad que dislocan lo real. La leyenda es indiferente a la existencia de aquel de
quien habla, en tanto que lo importante es lo que dice -sobre- aquel.
Pensados así, mito y leyenda forman parte de los saberes y prácticas que los
sujetos disponen para producir sus propias resistencias. Mito y leyenda se vuelven
parte de esa “Gran historia” (a la que que hacía referencia Kush), que ilumina las
vidas de esos hombres comunes, de esos sujetos populares olvidados por la
“Pequeña historia”; y los desnuda allí, en sus prácticas de resistencia contra el
poder que de ninguna manera pueden ser difusas y prescindibles.

2.4 La fundación del campito: Mayo de 181… Mayo de 195… Mayo de 1989

Si el mito y la leyenda son relatos que se actualizan constantemente, la


historia del campito se presenta como la narración actualizada de una serie de
territorios y sujetos singulares que conjuntamente conforman el mito fundacional de
Villa Celina24.
Hasta Mayo de 1989 nadie parecía haber escuchado sobre los Barrios
Bustos Secretos ni sus habitantes. Juan Diego y los vecinos de Villa Celina
desconocían su existencia. La historia de Carlitos transmite y funda, en lo que
parecía un espacio vacío, los “sitios baldíos” de La Matanza, una comunidad
excepcional. Es a partir de la aparición del “cuentero” (epíteto de Carlitos) que el
campito ingresa en un plano histórico:

- En realidad yo soy de La Sudoeste. ¿conocen?


- No - contestaron mis amigos -, ¿a dónde queda?

24
El mito fundacional de Villa Celina es una lectura que puede y necesariamente debe hacerse a lo
largo de una serie de textos de Incardona. Dicha serie está conformada por ​Villa Celina, Rock Barrial,
El Campito y Las Estrellas Federales​. Claro que una tarea de tal magnitud sería el propósito de otra
investigación. En líneas muy generales, mencionaremos que el autor construye un mito fundacional
del partido de La Matanza. Para tal ejercicio, no solo se apropia de “la historia oficial” sino que pone
mucho énfasis en la cuestión local, es decir, sus relatos están construidos a partir de una historia que
nace desde Villa Celina y se disemina hacia el resto del territorio nacional.
47
- Cruzando el arroyo Don Bosco, por atrás del Mercado Central. Es
un barrio medio inaccesible, pero esto es a propósito. Lo construyó la
CGT.
- ¿La CGT?
- Sí, por encargo de la señora, Dios la tenga en la gloria.
(INCARDONA; 2013, 10)

Pero esta fundación no es urbanística. Usa como referencia la construcción


arquitectónica de los barrios para dar lugar al mito como forma de fundar una
comunidad singular, una comunidad de mutantes, deformes, enanos, monstruos
peronistas que resisten los embates de la oligarquía.

cuando vino la Revolución Libertadora, todos los refugiados del


peronismo, fueron divididos por grupos y por ramas, para que
poblaran los barrios secretos. la CGT se encargó de todo. Se lo
habían prometido a la señora antes que se muriera. ​(INCARDONA;
2013, 28-29)

El mito peronista permite pensar una comunidad que emerge como


posibilidad de resistencia. La particularidad del mito es que no se detiene en el
campito sino que se expande hacia los barrios de La Matanza. De manera que
funciona como fundamento de la cultura popular del barrio. Las discusiones que
giran en torno a la presencia de Perón y Evita, las pequeñas historias de algunos
vecinos que los unen directamente al partido o a sus líderes, son fragmentos
heterogéneos que configuran a la comunidad en su totalidad.
En el “Glosario” incluido al final de la obra, podemos leer algunas
definiciones: “El Ferretero: Vecino que asegura haber conocido a Perón en Villa
Celina”, “Juventud Peronista: Sector juvenil del Movimiento Nacional Justicialista,
fundado en 1957 por Gustavo Rearte, que vivió en Villa Celina”. Sobre los “barrios
públicos”: “igual que los habitantes de los Barrios Bustos, sus vecinos también son
peronistas, aunque sus fuerzas no están organizadas” (INCARDONA; 2013, 170).

48
De manera que el origen mítico da fundamento a la configuración de una
cultura popular que se manifiesta de múltiples formas tanto en los barrios secretos
como en Villa Celina. La justicia social, la unión comunitaria, el sujeto popular como
categoría y actor político preponderante, y en especial, la capacidad de resistir los
embates de la oligarquía a lo largo de la historia, posibilitan la emergencia de
marchas multitudinarias y luchas territoriales.

Entonces, como si hubieran sido despertados por los gritos, se


levantaron trabajadores de toda la redonda, cientos de obreros y
campesinos caminando a campo traviesa hacia nosotros.
(INCARDONA; 2013, 112)

El mito peronista como basamento de una resistencia histórica tanto de los


vecinos del partido de La Matanza como de los habitantes del campito, funciona en
la novela como un elemento que constituye la cultura popular a partir de un
fenómeno fundante. Existe en este un hacer en común que viene de otro tiempo
pero que se repite a cada momento, que se actualiza en cada lucha, que se encarna
en la multitud y brota como una energía vinculante a partir de la cual la comunidad
se reconoce y se alía en la batalla.

2.5 Canta, garganta con arena

"Si este pueblo me pidiese la vida,


se la daría cantando,
porque la felicidad de un solo descamisado
vale más que toda mi vida"
Eva Duarte

En la narración del mito aparece la música, más precisamente el canto, como


un elemento particular de la cultura popular que se trasluce en forma de clamor. Por
un lado, el canto funciona como lazo social comunitario, como rasgo identitario que
forma parte de lo común (aunque algunos, como es el caso del Cantor, puedan

49
hacer del canto una obra de arte). Este lazo resulta fundamental en el momento de
la lucha. Es tal la potencia unificadora que genera el canto que incluso el
Esperpento, bestia enorme construida para eliminar a los habitantes del campito,
sucumbe ante él. No puede evitar ceder ante el clamor de la multitud que le canta la
marcha peronista.

El Esperpento, conmovido empezó a lloriquear, y se sentó en el


suelo. La gente tomó confianza y se acercó todavía más. Algunos
hasta se animaron a tocarlo. A la criatura no parecía molestarle;
estaba ensimismada, capturada por la voz del Cantor, que quizás le
traía a la memoria distintos recuerdos, o tal vez sueños.
(INCARDONA; 2013, 160)

Pero en la marcha a la batalla es cuando la música brota de la multitud con


fuerza de coalición. Se convierte en un vínculo que viene de los tiempos del mito
actualizado en cada garganta, en cada bombo que retumba con la potencia de ese
monstruo que marcha a la guerra.

Los bombos hacían temblar el cielo y la tierra. El movimiento


alargaba la manifestación y por eso, al mirar hacia atrás, la
muchedumbre no tenía fin, se hundía en su propio origen…
(INCARDONA; 2013, 104)

Origen común sin tiempo el del mito peronista, sonoridad que brota de cada
canto popular común en la lucha, bombo y voz funcionan con la fuerza simbólica de
una bandera.

No traían banderas pero sí muchos bombos, que marcaban el


compás de una canción, una letra hecha sobre la música de la
famosa Zamba de Vargas.
Vuelven las legiones descamisadas,
vuelven las legiones descamisadas,
las que salvaron la Patria

50
de la cipaya dominación.
Es el mismo pueblo bravo y patriota
que el 17 de octubre
prendiera antorchas por Juan Perón.
(INCARDONA; 2013, 112)

Por otro lado, el canto funciona como ritual, como “conjuración de lo nefasto”
25
, y en este punto se relaciona con el rezo y la oración. Ante una situación
conflictiva, Gorja le reza a la patrona de su barrio:

Eva Perón, tu corazón


nos acompaña sin cesar,
te prometemos nuestro amor…
(INCARDONA; 2013, 26)

El canto, desde este punto de vista, participa del ritual, de lo sagrado. Y en el


fragor de la batalla, cuando la sangre justicialista se derramaba de a montones y la
derrota parecía inminente, Carlitos relata:

A esta altura del partido, lo mejor era morir con dignidad. Gorja
Mercante se puso a cantar Evita capitana y los demás lo
acompañamos, casi a los gritos, cantando aquel himno como si fuera
nuestra marcha funebre (...) Los trabajadores, soldados y milicianos
peronistas ya no teníamos esperanzas, solo la canción de Evita que
nos salía instintivamente de las bocas, como una memoria que salía
a flote de nuevo y era arrastrada por una corriente de imágenes,
momentos antes de morir.

Bandera justicialista
nuestra bandera será
para los pueblos del mundo,
bandera de amor y paz.

25
Kusch utiliza esta noción para hacer referencia a la actitud del sujeto americano y popular en el mundo, que
conjura lo nefasto en busca del amparo.
51
(INCARDONA; 2013, 150)

La resistencia, por otro lado, se configura como parte de la cultura popular,


cuyo origen está marcado por las luchas históricas, el recuerdo de Evita junto a los
descamisados y las montoneras contra las dictaduras cívico-militares. Todas las
resistencias que vienen de otro tiempo se actualizan en la batalla contra la
oligarquía en el Mercado Central, y es allí cuando deja de ser “resistencia histórica”
para ser​ “​historia de una resistencia” precisa, necesaria y urgente:

Somos la rabia
¡Patria sí, Colonia no!
¡Patria o muerte!, ¡venceremos!
La Patria sin Perón es un barco sin timón
¡Juventud presente, Perón, Perón o muerte!
¡Sin galera y sin bastón, los muchachos de Perón!
A un guerrillero no se lo llora, se lo reemplaza
¡Si Evita viviera mataría a López Rega!
¡Libres o muertos, jamás esclavos!
¡Evita, Perón, revolución!
Luche y vuelve.
(INCARDONA; 2013, 50)

2.6 Es la resistencia a la Historia, la historia de la resistencia y la resistencia


histórica

A partir de lo expuesto a lo largo del capítulo, podemos plantear que, en


relación a lo que entendemos como “resistencia a la Historia”, el relato de ​El campito
se configura como una forma de narración que se resiste a las metodologías
occidentales, a la historiografía en tanto forma de hacer y contar la historia. En
oposición a esto, la novela va tejiendo su propio relato a partir de múltiples formas.
No sólo se sirve de supuestas fuentes positivamente comprobables sino que se
arma a partir de multiplicidad saberes, relatos orales, narradores variopintos que no
están legitimados por la institución Historia.

52
Por otro lado, al referirnos a “la historia de la resistencia” estamos pensando
en ​El campito como un relato singular de la guerra contra la oligarquía en los
basurales de La Matanza, como novela de la resistencia peronista encarnada en los
cuerpos de los enanos, Carlitos, el Hombre Gato y de todos aquellos personajes
que, por pertenecer a ese territorio excepcional, hacen y cuentan la historia desde
sus propias prácticas culturales y saberes míticos.
Finalmente, la resistencia contra la oligarquía se integra a un conjunto de
múltiples resistencias a lo largo del tiempo, lo que llamamos “resistencia histórica”.
Esta última entendida como las prácticas y los saberes que, a lo largo de la vida de
la cultura peronista anclada en cada comunidad, posibilitaron la configuración de
nuevas formas de vida, de organización política, social, cultural, económica y
religiosa.
El mito peronista, por lo tanto, no se construye como un relato lineal, ni
temporal, sino como un relato contingente que emerge a partir de múltiples saberes
y prácticas que necesariamente deben ser contextuales, de allí su capacidad de
actualización permanente.
Teniendo como fundamento estas prácticas y saberes, es decir, maneras
propias de hacer y contar su historia, y a partir de eso construir una cultura singular
en oposición a una “Historia oficial” (una “pequeña historia”) es que se configura un
tipo de sujeto popular que llamamos “monstruo peronista”.
Un sujeto que es peronista y popular, porque se constituye a partir de una
cultura que persigue la justicia social, la construcción de una comunidad de iguales,
que genera otras formas de relación con lo material, con los saberes, con los
tiempos y el territorio. Un sujeto que se construye al reverso del ciudadano de la
capital, al reverso de la organización urbana de la ciudad moderna, de las formas de
representación política neoliberales, de las relaciones de producción del capitalismo,
de la religiosidad vaticana, en fin, al reverso de la oligarquía.
Si bien lo ampliaremos en los próximos capítulos, se anticipa con lo dicho la
manera en que se conforma el “monstruo peronista” como sujeto popular.
La novela de Incardona da luz a sujetos que, más allá de sus singularidades,
encarnan en su figura una potencia política que viene desde mucho antes habitando
los discursos sociales, desde los indígenas, pasando por los inmigrantes, los

53
cabecitas negras, los montoneros. Sus torsos “descamisados” y sus “patas en la
fuente”, sin duda, constituyeron una presencia material que desde ningún punto de
vista pudo ser obliterada por el discurso hegemónico (ROGNA; 2015, 68).
Este monstruo peronista que se configura en constante desmarque de
proyectos nacionales, ciudadanos, urbanos, geográficos, en adelante será
fundamental para nuestra línea de análisis, teniendo en cuenta la manifestación de
toda su potencia monstruosa. Es decir, no sólo pretendemos analizar el revés de
todos esos proyectos que lo excluyen, sino también la posibilidad de otras formas de
pensar la comunidad, la representación política, la cultura, la economía, el territorio
y los sujetos.
En el próximo capítulo, nos adentraremos en un análisis más profundo sobre
la relación de estos monstruos peronistas con el espacio del conurbano bonaerense
y el campito.

54
Capítulo 3

En el capítulo anterior analizamos la configuración de un tipo de sujeto


singular a través de sus mitos, leyendas e historia. Sujeto popular que
denominamos “monstruo peronista”.
La existencia de ese sujeto popular devenido en monstruo se plantea para el
discurso hegemónico oligárquico como una irrupción fantástica en la historicidad
burguesa y un suceso ilegítimo en la constitución del Estado, como ya hemos
mencionado. Ahora bien, el monstruo se presenta como resistente y conforma su
propio territorio en el campito y la Matanza de Incardona. Tal condición de
posibilidad y configuración espacial ocupará el eje de este capítulo.
Por otro lado, entendemos que las figuras monstruosas y el espacio que
habitan se configuran como lugares de ruptura, quiebre o límite, es decir,
lugares-otros. Pensarlo así nos acerca a una zona fértil en el análisis de la novela,
en tanto que la configuración del “monstruo peronista” no se reduce a una mera
oposición dicotómica humano-monstruo o humano-inhumano, sino que encubre una
singular disputa política por la figuración de los sujetos; discursos que habilitan su
disposición, ubicación y localización en un espacio determinado.
De manera que la base de este capítulo consistirá en desvelar y describir los
aspectos de las figuraciones que distinguen y definen al monstruo peronista en
relación al espacio. Para ello, atenderemos principalmente ​las nociones de
“territorio”, "heterotopía”, “geobiopolítica” y "espacio liso y estriado".

3.1 Por qué territorio

En nuestro proyecto de tesis planteamos como objetivo específico estudiar la


relación entre el sujeto popular peronista y los espacios que se plantean en la
novela. En el desarrollo de nuestra actividad de investigación nos encontramos con
que el concepto de espacio puede ser algo confuso a la hora de analizar su relación
con el sujeto. En tanto que tradicionalmente espacio se refiere al medio físico que el

55
sujeto habita, se hace difícil extender el concepto a los fines de estudiar la relación
entre el sujeto, su lugar de hábitat, su comunidad y los objetos y los dispositivos que
regulan esa relación. Por tal motivo, usaremos el concepto de “espacio” cuando
hagamos referencia al lugar físico de la experiencia subjetiva, ya sea un basural, un
descampado o un barrio de enanos; y usaremos “territorio” para referirnos a la
relación existente entre el sujeto, el espacio, la comunidad, los objetos y los
dispositivos que median esta relación.
Foucault sostiene que el “territorio” es una noción geográfica y, al mismo
tiempo, una noción jurídico-política, en tanto que designa lo que es controlado por
un determinado tipo de poder. No obstante, no se trata de gobernar un espacio. En
ese caso, el espacio sería reificado para ser transformado en un capital e integrado
al gobierno de la relación de los sujetos y las cosas.
Entender el territorio como una manera de relacionamiento nos da la
oportunidad de pensar otros modos de gestión de los espacios, los sujetos, las
cosas, y los tiempos; y nos permite observar la multiplicidad de formas de vida que
se configuran en la novela a partir de relaciones territoriales e intersubjetivas.
Verónica Gago en ​La razón neoliberal ​(2014) pone el foco en una “política del
lugar” como forma de transformación y organización que funciona como un aporte
fundamental a nuestra concepción de territorio.

La construcción del lugar como materialidad afectivo-colectiva


implica el espacio concreto desde donde se producen enunciados,
formas organizativas, y momentos de comunidad. Allí se involucra
con múltiples trayectorias de movimiento, de discontinuidad y de
recorridos que hacen de la dinámica temporal (temporalizante) un eje
fundamental de tal constitución territorial. En esta secuencia, una
política del lugar produce combinaciones que no responden a mapas
anteriores ni, por tanto, a escalas preestablecidas. ​(GAGO; 2014,
253)

Pensar una política del territorio nos ubica, entonces, ante un poder cuyo
objetivo es la gestión de los espacios y la vida. El Estado organiza el espacio

56
gestionando políticas de circulación de las cosas y los cuerpos y determinando
localizaciones, movimientos, regímenes de visibilidad e inteligibilidad que definen las
formas de relacionamiento. Sin embargo, existe la posibilidad de resistir a ese
poder, de oponerse, de hacerle frente, de transformarlo, desarticulando las
relaciones entre los sujetos, los espacios, las cosas y los tiempos, y gestionar otras
formas de vida.
En referencia a esto, nos valdremos de un aporte fundamental de Deleuze y
Guattari que nos ayuda a plantear dos formas de pensar el territorio. Por un lado el
“espacio liso” y, por otro, el “espacio estriado”.
Ambos están compuestos por puntos, líneas y superficies. En el espacio
estriado, las líneas y los trayectos tienen tendencia a estar subordinados a los
puntos: se va de un punto a otro. En el liso, ocurre lo contrario: los puntos están
subordinados al trayecto. “Tanto en el espacio liso como en el estriado existen
paradas y trayectos, pero en el espacio liso el trayecto provoca la parada”
(DELEUZE y GUATTARI; 2004, 487- 488).
En el espacio liso, la línea funciona como una dirección no determinada de
forma métrica, por eso este espacio permite cambios de dirección, porque está
constituido de acuerdo a operaciones contextuales. “Estos cambios de dirección
pueden ser debidos a la propia naturaleza del trayecto (...) pueden ser debidos a la
variabilidad de la meta o del punto a alcanzar” (DELEUZE y GUATTARI; 2004, 487-
488). Esta ausencia del cálculo, de la medida, es lo que le permite al espacio liso la
emergencia del acontecimiento, de efectos, intensidades. “Es una percepción
háptica más bien que óptica” (DELEUZE y GUATTARI; 2004, 487- 488). En cambio,
el espacio estriado presenta la forma orgánica a la materia, le impone límites,
extensiones y distancias.
Por lo tanto, los espacios no están definidos únicamente por la relación entre
líneas, puntos y superficies, sino por la manera de recorrerlos. Será el trayecto lo
que permita una configuración de lo real en tanto que es a partir de él que se va
generando. Como sostienen Deleuze y Guattari, es posible recorrer estriadamente
un espacio liso como el desierto o el mar, así como también es posible recorrer
lisamente un espacio estriado como la ciudad. En ambos casos, al modificar el
recorrido y las relaciones, se puede transformar la configuración de la realidad.

57
El ejemplo más claro en ​El campito es el de Carlitos, porque es recurrente en
todo el texto. El vagabundo se desplaza por el territorio sin ningún tipo de relación
de cálculo o medida y hace caso omiso a cualquier posibilidad de estriado del
territorio porque lo recorre guiado por afectos, sensaciones, emociones; ​a veces el
amor, otras la valentía, otras la simple curiosidad. Se libera del “estriaje de la
vivienda” porque no tiene un punto fijo, es siempre móvil e impredecible. Tampoco
se deja atrapar por el “estriaje del trabajo”, por el régimen del salario, del horario, de
la economía capitalista.

-¿Quién dice que este hombre no trabaja? Por lo que cuenta, la suya
es una actividad muy esforzada, probablemente uno de los trabajos
más duros y nobles que existen.
(...)
-¿Cuál es ese trabajo? -preguntó Gorja.
-El trabajo de buscavidas, que es un oficio que no se puede aprender
en la escuela ni en la universidad, sino en la misma práctica, una
ocupación realmente vocacional, que no está hecha para cualquiera,
sino para los que tienen templanza, ingenio y mucho corazón.
(...)
-Les digo más: el oficio del señor Carlitos es el oficio por excelencia,
porque trabajo y vida se funden en una sola cosa. ​(INCARDONA;
2013, 92)

Carlitos carga con toda esta potencia incluso dentro del territorio estriado de
la ciudad. Es el que alisa los estriajes de Villa Celina, el que vagabundea sus calles,
el que junta multitudes, el que cambia la Historia, sus tiempos, sus personajes, sus
lugares, el que multiplica las voces del relato.
Ahora bien, nos parece de suma relevancia poder plantear un diálogo con la
noción de “geocultura” de Kusch, entendida como un espacio geográfico
condicionado por el pensamiento de la comunidad que lo habita. La cultura en este
caso, actúa como un “símbolo” donde refugiarse para defender la “significación de la
existencia”.
En la novela, entendemos que la cultura del campito se presenta como una

58
defensa por la existencia anclada en el suelo, frente al Estado oligárquico arrasador.
Mientras que los territorios estriados de la ciudad (del otro lado de la Avenida
General Paz) no son posibles en la topografía del conurbano; los territorios lisos
(basurales y barrios secretos ubicados en lugares desconocidos) se presentan como
recorridos siempre mutables, supeditados a la relación intersubjetiva de los sujetos
con el territorio. De modo que podemos pensar un diálogo entre la configuración de
los territorios lisos y la geocultura.
Es posible encontrar un ejemplo en los enanos del barrio Mercante. Ellos
organizan asambleas dentro de las tuberías de Obras Sanitarias, convirtiéndose
este en un territorio alisado donde se toman decisiones sobre la comunidad,
adquiriendo un sentido especial para sus vidas como “domicilio en el mundo”
(KUSCH; 2012, 50). El vaciamiento de la red producido por la oligarquía al intervenir
el suministro de agua en los sesenta permitió la transformación de la tubería de un
territorio estriado del poder en un territorio alisado por los enanos para uso
comunitario.
La importancia de hacer esta lectura en relación a la “geocultura”, por lo de
cualquier tipo de pretensión de universalidad, por otra (KUSCH; 2012, 52). El
peronismo, en este caso, no sería entendido en el sentido estricto de partido político
(desde su institucionalidad) sino como medio para la integración y configuración de
la cultura de una comunidad.
De este modo, la novela nos permite desentrañar la operaciones que
instituyen la construcción territorial y reconocer la posibilidad de configurar otras
políticas del territorio.
La literatura, como parte de la cultura, es una pieza de ese dispositivo
topográfico de producción de territorios (la nación, por ejemplo, entendida como
producto de ese dispositivo, puede leerse como una ficción narrativizada que
inscribe un recorte que funciona como un proyecto político, moral y estético). Como
tal, configura saberes, sentidos, delimita espacios y traza recorridos que funcionan
como partes de la narrativa de una sociedad.

59
3.2 Espacio ficcional, territorio monstruoso

“ Del basural sale un niño monstruo


torcido
muestra de una nueva especie
humana y desatendida
o producida en un experimento social
sale del basural el niño monstruo
masticando una lata herrumbrada de atún
con los ojos rojos que miran para atrás
con manos que rascan su cuello
desesperadamente
es una especie de condenadito
de esos que tiran de bebés al basural
y crecen con los caranchos
y viven en cuevas de material reciclado
ecológicas
ambientales
biodegradables
como piden las propagandas para ordenar la basura.”
Marcelo Padilla

Haciendo foco en la relación entre las nociones de “territorio”, “sujeto”,


“Estado” y “nación” enmarcadas en la gubernamentalidad neoliberal26 en la

26
Entendemos la “gubernamentalidad neoliberal” como un conjunto de tácticas, instituciones,
saberes, tecnologías y prácticas que despliegan una racionalidad económico-política que permite la
supervivencia del Estado. En relación al Estado, dijo Foucault que “si éste existe tal como existe hoy,
sea gracias, justamente, a esa gubernamentalidad que es a la vez exterior e interior a él, porque son
las tácticas de gobierno las que permiten definir en todo momento lo que debe y no debe estar en la
órbita del Estado” (FOUCAULT; 2011, 137). Se trata del gobierno de los hombres y las cosas, y de la
relación entre ambos. Esta nueva forma de gobernar que emerge aproximadamente en los siglos XV
y XVI en Europa, implica una serie de tecnologías, procedimientos, cálculos y afectos que intentan
producir un gobierno de uno mismo y de los otros, pero también sobre el cuerpo y las maneras de
conducirse. Es, además, una ética de sí, una auto-empresarialidad en tanto que “remite a un
comercio, a un proceso circular o un proceso de intercambio que pasa de un individuo a otro”
60
Argentina, analizaremos la configuración de un imaginario ficcional sobre el
conurbano bonaerense en un contexto donde la lógica mercantil se instituye más
allá de la racionalidad económica.
Desde esta perspectiva en la que los regímenes de gobierno son expuestos y
transformados, indagaremos sobre los “espacios otros” llamados por Foucault
“heterotopías”, los cuales impugnan las formas de relacionamiento creadas por las
instituciones sociales en las que se funda el Estado. Creemos que el territorio se
constituye al interior de una “política de los espacios”, es decir, en gramáticas de la
organización cartográfica que disponen a la población y su localización en un
espacio instaurado como nación27. No obstante, es posible advertir otra racionalidad
(desde la cual se constituye la novela) que articula una apertura hacia territorios
alternativos de autoorganización y autogestión social y política; donde además se
hace factible la configuración de una multiplicidad de formas de vida y culturas
diferentes a la lógica neoliberal, leídos desde nuestra perspectiva como territorios de
resistencia.
Ahora bien, recuperando lo dicho anteriormente, ​las “heterotopías” para
Foucault son aquellos espacios otros que impugnan a todos los otros espacios, cuya
función es crear un espacio de ilusión que denuncia como más ilusorio todavía todo
lo real, todos los emplazamientos en el interior de los cuales la vida humana está
compartimentada.
Pensar el campito como una “heterotopía” habilita, entonces, una doble
lectura correspondiente al propósito de nuestra investigación.
En primer lugar, entender el campito como un elemento de impugnación que
desestabiliza y deja en evidencia el proyecto nacional en su totalidad, en la medida
que la nación deja afuera de su recorte espacial y biológico todas aquellas formas
de vida y territorios que se presentan como lo otro de lo nacional.
En segundo lugar, como ya hemos sugerido, el campito en tanto “heterotopía”
abre el paño hacia una apuesta política que piensa otros tipos de prácticas

(FOUCAULT; 2011, 149). Se trata de una macropolítica como gobierno de todos, pero también de
una micropolítica que ejercita la producción de subjetividades en la vida privada. El objeto de esta
nueva forma de gobierno es ampliar la racionalidad mercantil más allá del dominio de la economía a
todos los ámbitos de la vida social.
27
Entendida aquí como un proyecto ideológico, político, estético y moral de organización de un
territorio.
61
económicas, culturales, sociales y políticas. Ya sea en la producción de un tipo de
historia diferente o bien en la distribución y organización de territorios como campo
de cultivo para otros modos de relaciones sociales.
La novela, entonces, se propone construir un territorio ficcional que juega con
las cartografías del conurbano, que desdibuja los márgenes de la ciudad, los
barrios, los basurales, el entramado vial, pero, al mismo tiempo, toda esta operación
tiene una función espejo, es decir que desde estos territorios se refleja y se hace
evidente toda la ficción sobre la cual se asienta la ciudad real, los proyectos
urbanísticos, los espacios disponibles y presuntamente “vacíos” y “desiertos”.

3.2.1 Desde las cuevas del monstruo: los barrios bustos secretos

-(...) soy de La Sudoeste. ¿Conocen?


- No -contestaron mis amigos-, ¿a dónde queda?
-Cruzando el arroyo Don Bosco, por atrás del Mercado Central. Es
un barrio medio inaccesible, pero esto es a propósito. Lo construyó la
CGT.
-¿La CGT?
-Sí, y por encargo de la señora, Dios la tenga en la gloria. Antes de
morirse mandó a construir un montón de barrios secretos, para
refugiados políticos. (...)
-¿Y dónde están los otros barrios? -preguntó Moncho.
-Es difícil de explicar. Además, yo solo estuve en algunos. Y dudo
que alguien los conozca a todos, porque están muy escondidos.
(INCARDONA; 2013, 11)

Esta es la carta de presentación de ​El campito, ​que a partir del título nos
invita a pensar en el territorio. El campito se extiende desde los límites de Villa
Celina hasta lugares desconocidos que se revelan a medida que avanza el relato.
Aquel espacio aparentemente vacío se va transformando en un territorio lleno de
vidas singulares, de comunidades fundadas en base a una cultura propia, a
tratamientos particulares del tiempo y a una política del territorio como principio
urbanístico a partir del cual se estructura la forma de los barrios bustos secretos.

62
Los barrios bustos secretos, al igual que Ciudad Evita, fueron construidos por
la CGT a pedido de Eva Duarte para alojar en la clandestinidad a los refugiados del
peronismo.

- Una pregunta. Tengo entendido que los barrios secretos tienen


formas de cabezas humanas, igual que Ciudad Evita. ¿El de ustedes
también?
- Por supuesto, señor, el nuestro tiene la forma del Coronel
Mercante, el gobernador. De ahí su nombre: Barrio Domingo
Mercante. Él es uno de nuestros próceres principales. Por eso, cada
20 de febrero tenemos feriado, porque es el aniversario de su
muerte.​ ​(INCARDONA; 2013, 35)

A su vez, muchos de ellos reciben el nombre de “barrios mensuales”, por


organizar independientemente su calendario. De manera que mientras se festeja el
25 de Mayo en un barrio, puede que en otro se conmemore el 17 de Octubre.
A diferencia de los barrios del conurbano que los rodean, como pueden ser
Villa Celina, Lomas de Zamora, Tapiales, Ingeniero Budge y otros que pertenecen al
partido de La Matanza, los barrios bustos secretos no figuran en la Dirección
Provincial de Catastro. Esta particularidad cartográfica puede ser leída como una
operación literaria que permite recortar lo ficcional desde los límites mismos de los
real, es decir, justo allí donde la ciudad real termina, empieza a configurarse un
espacio ficcional cuyo estatuto pone en duda los propios límites y el valor de
realidad que se le asigna a su reverso. En este sentido, vislumbramos un juego
dicotómico y paradójico real-ficcional que posibilita reflexionar sobre la configuración
territorial en la novela, la cual obedece, como dijimos, a una lógica heterotópica. La
relación entre los sujetos y el territorio determina la posibilidad de establecer nuevas
formas de comunidad.
Ahora bien, la aparición de este territorio multiforme en el conurbano tiene
una relación directa con la contaminación, los paisajes y la segregación del
monstruo peronista. Los territorios lisos del campito están regados de basurales
petrificados y estancados, carboneras, ríos de fuego, lluvia ácida y explanadas

63
derruidas que a partir del relato de Carlitos van adquiriendo significación en la
experiencia territorial. Tales figuraciones heterogéneas, además, constituyen una
relación especial con la vegetación, los paisajes y los animales. En este sentido, la
contaminación juega un papel primordial en la construcción del espacio, el territorio
y los sujetos. Dice Gorja, el enano:

- Mire, el río está lleno de peces, de algas, de todo hay. Lo que pasa
es que esto no lo puede comer cualquiera. La gente de la Capital, la
clase media, no tiene defensas, si prueba algo se muere enseguida,
pero nosotros tenemos anticuerpos, así que podemos comer plantas
y animales contaminados. ​(INCARDONA; 2013, 28)

Teniendo en cuenta, además, que la baja estatura de los habitantes del barrio
Mercante corresponde a los efectos mismos de esos basurales linderos.

ENANOS PERONISTAS: Nacidos en el Hospital de Lactantes. Luego


de la Revolución Libertadora fueron a habitar el Barrio Marcante.
Debido a la contaminación de la zona, ninguno superó el metro de
estatura.​ ​(INCARDONA; 2013, 175)

Asimismo, la vegetación conlleva consecuencias similares. Los paisajes


cambian constantemente debido al efecto invernadero generado por la
contaminación:

A veces, doblando en una curva, nos encontrábamos frente a


llanuras verdes, habitadas por la increíble fauna local; otras,
atravesábamos páramos desolados, secos y ventosos, donde no se
veía un alma. Lugares opuestos que, sin embargo, tenían algo en
común: el efecto de la contaminación. ​(INCARDONA; 2013, 95)

Por otro lado, la aparición de especies animales híbridas y extraordinarias

64
colaboran a pensar los espacios del “conurbano profundo”28 como un territorio
excepcional.

En tierras verdes, jaurías de perros Dos narices corrían y saltaban


sin sentido, locos de remate; bandadas de teros espadas, armados
con espolones larguísimos, peleaban por las hembras; sapos
bueyes, más grandes que las liebres, tragaban nubes de mosquitos;
y culebras culebrillas provistas de aguijones en las cabezas y en las
colas, mataban a sus presas con ataques de pinza, juntando las
puntas.​ ​(INCARDONA; 2013, 95)

Ahora bien, como sostienen Vanoli y Vecino, el conurbano que describe


Incardona está “dramáticamente hiperpoblado por los indicios de la expulsión social
y económica” (VANOLI y VECINO; 2010, 270), expulsión que además determina los
cuerpos y las prácticas de los sujetos que la padecen. Esto nos habilita a pensar el
conurbano como un territorio que acumula el “excedente” del neoliberalismo,
producto de la gubernamentalidad. Pero quedarnos allí imposibilita pensar la
resistencia al poder de tales técnicas, prácticas y tecnologías de gobierno que a
través del Estado, delimitan, marginan, excluyen e impiden pensar el territorio en
términos de “heterotopía”; sino como un simple espacio hipercontaminado donde la
ficción juega con los resultados.
Es porque no analizamos a los sujetos y los territorios como simples residuos
de la producción biopolítica neoliberal que no leemos al conurbano como una “isla
urbana”29, ya que no consideramos que los habitantes del campito hayan perdido la
sociedad y la nación, sino que, por el contrario, como sujetos de la resistencia,
producen una potencia de variación tanto de lo social como de lo nacional. Así, su
resistencia se lleva a cabo desde el interior y no desde “afuera” de estos ámbitos.
Esta condición heterotópica, por otro lado, nos impide plantear al campito

28
En el viaje en balsa que realizan Carlitos, el hombre gato, el Jardinero y el Cantor, a través del río
ardiente de fuego violeta, tanto los vivos como los muertos “estaban echados a la suerte del
Riachuelo, del Matanza”, en los espacios lisos de los campitos del “conurbano profundo”
(INCARDONA; 2013, 95).
29
Acordamos en la idea de que la isla funciona como un territorio que está excluido pero al mismo
tiempo incluido, que si bien parece un territorio que se pretende separar de la ciudad, en realidad
está incluido en ella.
65
como un territorio “posnacional”, como lo piensa Ludmer, en tanto que es una figura
que emerge desde adentro del régimen estatal pero con la capacidad de generar
una transformación. Mucho menos pensamos que el campito funcione como una
“máquina naturalizadora de lo social” (LUDMER; 2010) que borra las diferencias e
iguala a sus habitantes con rasgos preindividuales, biológicos. Sino que, en
oposición a ello, creemos que estos monstruos peronistas hacen de sus diferencias
una forma de construir comunidad y resistencia, en base a la heterogeneidad y
singularidad de sus constituyentes.
Por lo tanto, consideramos que el campito constituye un tipo de territorio
singular, que debe ser entendido como “excluido-incluído” de la ciudad, pero cuya
heterogeneidad es la potencia fundamental de su configuración. Además, ejercita
una política de circulacion territorial que impugna el ordenamiento cartográfico y
habilita trayectos, recorridos cuyos dibujos son siempre subjetivos, contextuales y
mutables.

3.2.2​ Monstrum monstrare30

A sus ojos, Villa Celina debía ser otro busto del peronismo hecho de
ladrillos y cemento, que apenas podía distinguirse. A campo traviesa,
detrás de ellos Villa Celina debía ser solo una loma sobre la
Autopista Riccheri, o un accidente del terreno justo antes de la
Capital, o simplemente una obra a medio construir, al borde de la
Avenida General Paz.​ (​ INCARDONA; 2013, 166)

Así finaliza la novela, con la vuelta de Carlitos a los barrios secretos del
campito. Pero al leer este cierre se abre una pregunta ineludible a la hora de pensar
los espacios y el territorio. En ese lento regreso de Carlitos, el narrador se pregunta
por su propio lugar, por el territorio desde el cual enuncia, desde el cual construye
su relato. Si Villa Celina fuese un barrio más del campito, un barrio busto secreto,

30
La palabra monstruo proviene del latín ​monstrum ​que designa un prodigio que al mismo tiempo
funciona como un aviso, que muestra una señal. Por ello, de esa palabra latina, deriva también el
verbo ​monstrare​, que significa mostrar o demostrar. Nos parece importante resaltar este origen
común de ambas palabras castellanas ya que, creemos, sirve como un refuerzo de vital relevancia en
nuestra lectura del monstruo como una potencia heterotópica.
66
podríamos anudar otra serie de preguntas que nos ayudarían a comprender las
políticas territoriales que estrían la ciudad. En el límite de la capital, sobre la Avenida
General Paz, ¿comienza la configuración de un territorio cuyo estatuto se pone en
juego a partir de múltiples discursos y operaciones biopolíticas? ¿Es este límite
difuso entre territorio ficcional y real que delimita al campito y a Villa Celina el mismo
que separa al conurbano de la capital? ¿En base a qué construcciones se produce
esta operación divisoria? ¿Qué intenta separar?
La ciudad como modelo del Estado puede ser leída como un proyecto
“geo-bio-político” en tanto que no sólo realiza una cesura sobre el “continuum
biológico” produciendo formas de vida sino también sobre el territorio, entendiendo a
este último como una construcción inacabada, interminable, constante. Desde esta
perspectiva, la capital bonaerense se presenta como una centralidad a partir de la
cual se van tejiendo en el entramado urbano una serie de barrios que por su
carácter periférico, conforman lo que se llama el conurbano. Villa Celina y el campito
forman parte de esa estructura limítrofe a partir de la cual la ciudad debería
comenzar a desaparecer, donde debería estar su límite externo: el campo, el
desierto, la soledad, el vacío31.

Al avanzar, el conurbano se vuelve tan rural como sus


descampados, que pareciera que uno hubiera dejado los cordones

31
El campito, en este sentido, nos remite a una operación antigua pero no por eso menos efectiva
que podemos reconocer en los inicios de la nación, en la cual se construyen espacios disponibles a
través de la producción de “espacios vacíos”. El ejemplo más revelador es el “desierto pampeano”,
producido sobre la invisibilización y aniquilamiento de las comunidades aborígenes. ”El mal que
aqueja a la República Argentina es la extensión: el desierto la rodea por todas partes, y se le insinúa
en las entrañas; la soledad, el despoblado sin una habitación humana, son, por lo general, los límites
incuestionables entre unas y otras provincias. Allí, la inmensidad por todas partes: inmensa la llanura,
inmensos los bosques, inmensos los ríos, el horizonte siempre incierto, siempre confundiéndose con
la tierra, entre celajes y vapores tenues, que no dejan, en la lejana perspectiva, señalar el punto en
que el mundo acaba y principia el cielo. Al sur y al norte, acéchanla los salvajes, que aguardan las
noches de luna para caer, cual enjambre de hienas” (SARMIENTO; 2006, 55-56). Aunque Sarmiento
conoce de la existencia de las comunidades indígenas a las que de hecho nombra en su texto, no
son para él verdaderos constituyentes del territorio que pretende configurar, por lo tanto necesita
primero descalificar esas vidas que habitan el territorio que él oculta, esas vidas a las que él
denomina como “salvajes”. Una vez realizada esta operación de vaciamiento, tiene el espacio
disponible para la institución del territorio nacional que intenta construir. De este mismo modo, a
través de esta lógica de gubernamentalidad neoliberal, el campito es pensado como un “espacio
vacío”, que, sujeto a procedimientos geográficos, cartográficos, semánticos y discursivos que lo
configuran como un territorio sin vida, produce un espacio disponible para la explotación del
mercado.
67
industriales para perderse en el interior de la provincia, donde casi
todo es pampa y la soledad te angustia.​ ​(INCARDONA; 2013, 13)

Por lo tanto, si la vida es politizada en el momento en que entra en relación


con un territorio, por medio de una “geobiopolítica” que impone formas, límites,
recortes, fronteras, delimita espacios, es decir, que imprime condiciones que hacen
posible determinadas vidas, que habilitan su producción, crecimiento, circulación y
reproducción. El territorio deja de ser un accesorio para la vida, y se transforma en
condición de su existencia, territorio y vida forman un todo inseparable en el que “el
espacio deviene vital y la vida, espacial, de un modo no extensivo sino, por el
contrario, intensivo” (CAVALLETTI; 2010, 243).
Si ya no es la capital el territorio donde la vida se asienta sino que es ahora el
conurbano, este último, como singularidad, intenta imponer ciertas condiciones a
partir de las cuales la vida debería manifestarse, pero al mismo tiempo, como parte
de un armazón del cual no está excluido, el conurbano pertenece al proyecto
geobiopolítico de la ciudad.
De Giorgi, por su parte, propone pensar esta operación en términos de
control, ya que “se materializa en una arquitectura que no regula el encuentro, sino
que lo impide; no gobierna la interacción, sino que la obstaculiza; no disciplina las
presencias, sino que las hace invisibles” (DE GIORGI; 2006, 137). De este modo, se
construyen límites tanto simbólicos como materiales que generan
exclusión-inclusión, esas mismas fronteras que parecen imprimir un límite a lo real,
detrás de las cuales todo comienza a ficcionalizarse: el espacio, el tiempo, los
sujetos, el conurbano, a medida que la perspectiva se aleja más de la capital, se
vuelve materia de disputa entre lo real y la ficción.
La novela toma esa materia aparentemente ficcional del conurbano para
usarla como un espejo que apunta a la ciudad, que le devuelve una imagen más
real de ella misma; le enseña su estructura, su manera de construirse, de
ordenarse, de producir el territorio, el modo de “estriarse”. El texto se apropia de ese
discurso dicotómico para mostrar que no se trata de un centro real que se va
ficcioanalizando hacia fuera sino que, tanto centro como periferia son ejercicio de
regímenes de verdad que ordenan tanto lo “ficcional” como lo “real”, o dicho de otro

68
modo, tanto lo uno como lo otro son construcciones discursivas sobre el territorio.
No hay afuera delimitado por la soberanía en esta forma de plantear la cuestión,
sino ampliación de los espacios de poder no fundados en la soberanía (GAGO;
2014, 262).
En la novela, el traspaso de esos límites ficcionales pone otra vez a jugar las
gramáticas que escriben lo real y lo ficcional, y deja en claro que aquello que no
forma parte del estriado preciso de la ciudad, de sus tiempos, sus espacios, sus
sujetos, se vuelve un elemento disruptor del orden establecido.

Pronto, aquellas personas nos verían desaparecer entre los


cañaverales, sin entender qué era lo que acaba de pasar, quizás
preguntándose si había sido cierta aquella rara multitud surgida de
repente, irrumpiendo sus vidas. ​(INCARDONA; 2013, 109)

Es por ello que se libra la guerra contra la oligarquía. No por la posesión de


un espacio inmundo, lejano y desértico. Sino porque el campito, en tanto territorio
otro de la nación, se presenta como la emergencia de otro mundo posible, como la
posibilidad de generar otras formas de relacionarse, desnudando así la intención del
proyecto nacional esgrimido como único mundo posible. En definitiva, esta
“operación política”32 revelada por el discurso literario resulta una ficción incluso más
ficcional que el propio campito.
La guerra silenciosa del campito evidencia, por lo tanto, el exterminio oculto
de los habitantes del conurbano, el abandono, la guetificación y la segregación.
Pero contra todo eso se resiste, no solo teniendo que perpetrar una guerra, sino
produciendo territorios propios que permiten la emergencia de los afectos y efectos
intersubjetivos. Es en el territorio del monstruo peronista donde la invasión se
invierte; pero esta vez no está en juego la toma del poder sino la vida misma en toda
su potencialidad.

32
Esta noción es utilizada por Ranciére para hacer referencia al proceso discursivo y político que
hace posible la ficcionalización de la historia y “lo sensible” dentro de los recortes estéticos. Véase ​El
reparto de lo sensible. Estética y política​ (2014).
69
3.3 El Purgatorio

El siguiente apartado inicia a partir de una advertencia a cerca del ejercicio


de una política del territorio. Deleuze y Guattari afirman que “los espacios lisos no
son liberadores de por sí”, sino que son terreno de lucha permanente contra la
posibilidad de volver a estriarse, ya que “nunca hay que pensar que para salvarnos
basta con un espacio liso.” (DELEUZE y GUATTARI; 2004, 506). A partir de esta
sugerencia analizaremos el Purgatorio.
Si bien el Purgatorio es aparentemente un barrio más de los barrios bustos
secretos, creemos que tiene ciertas particularidades que merecen un análisis
aparte. Queda claro en la novela que la relación territorial que configura el territorio
del Purgatorio es diferente al resto de los barrios33 (aún cuando cada uno tiene su
aspecto singular, tienen en común su constitución como territorios lisos). Este barrio
de monoblocks, desde nuestra perspectiva teórica, es un territorio estriado que
organiza un tipo de relación que articula tecnologías de control y disciplinamiento
que no aparecen en los otros barrios.
Desde luego, si pensamos el territorio en términos de control, debemos
recaer en la configuración de sujetos particulares y profundizar sobre la manera en
que el espacio aplica formas concretas de interacción y organización.
Montado semánticamente sobre el sema de “lo peligroso”, se trasluce la
lógica del riesgo como resultado de una pérdida de poder sobre lo real por parte de
los dispositivos de control. Estos dispositivos operan como pura “inhibición” de
procesos de interacción que no pueden gobernar, pretendiendo interrumpir cualquier
función productiva y transformadora.
Las técnicas de encierro y todos los dispositivos de las sociedades
disciplinarias están dispuestos para imponer una tarea o una conducta para la
producción de efectos útiles al mercado, bajo la condición de que la multiplicidad, el

33
Aunque no es el motivo de nuestro análisis señalar algún tipo de referencia directa o de
metaforización del texto en relación al territorio del conurbano, nos parece interesante aclarar que en
el año 2006 se construyó en el partido de La Matanza, más precisamente en el barrio de Lomas de
Zamora, la unidad penitenciaria Nº 40. En un principio funcionó con internos de sexo masculino, y
luego se anexó un pabellón para presidiarias.
70
monstruo, la multitud, en definitiva, toda potencia capaz de imprimir una variación,
quede neutralizada o controlada. Esta disposición provoca que la potencia sea poco
numerosa y el territorio permanezca bien definido y delimitado (escuela, fábrica,
hospital, cárcel). Distribuir la población en el espacio y cuadricularlo, ordenarlo en el
tiempo, subdividirlo34, son técnicas disciplinarias que someten los cuerpos para
individualizarlos en territorios claramente delimitados.
Esto lo podemos ver claramente en la descripción de un “barrio busto
secreto” en particular: “El purgatorio”35. Existe en este barrio de Monoblocks una
estructura disciplinaria que se basa en el “panóptico”36. Cuando Carlitos, el gato
montés y el enano Gorja intentan ingresar a este barrio, el Cantor les advierte que
son necesarios permisos, de lo contrario, los guardias armados podrían dispararles.
A su vez, una luces azules muy intensas dificultan la visión de quienes se
encuentran en la línea del asfalto, mientras los que se ubican por encima de ellas,
en la loma, obtienen una panorámica perfecta.

- ¿Cómo puede ser si estando allá no veíamos nada?


- Es un efecto de la luces azules. Iluminan de una manera especial,
para que las cosas puedan verse bien desde arriba, y desde abajo,
en cambio, muy poco, o nada. Están puestas como seguridad, para
que los intrusos se queden ciegos, mientras los porteros los vigilan.
(INCARDONA; 2013, 75)

Los edificios tienen una estructura circular y están compuestos por extensos
y zigzagueantes laberintos y pasillos llenos de escaleras. En el centro del perímetro

34
Pensemos en los horarios de trabajo y descanso con el fin de conseguir resultados útiles, como
regulador de fuerzas que la constituyen dentro del espacio. Foucault define estas categorías como
“dispositivos disciplinarios” en ​Vigilar y Castigar (​ 1975).
35
A su vez, “El Purgatorio” es el nombre del capítulo 4 de la novela.
36
El panóptico, también denominado por Foucault como “panoptismo”, es un poder individualizante
de vigilancia continua que se ejerce sobre los individuos. Es una forma del control, un dispositivo que
tiene como finalidad la producción de sujetos en función de ciertas normas. El panóptico se sale de la
cárcel para convertirse en una tecnología que puede aplicarse a todos los aspectos de la vida. Puede
ser pensado como un potenciador del poder en tanto que maximiza el número de quienes son
controlados-observados y, al mismo tiempo, reduce al mínimo la cantidad de observadores. La
particularidad de esta tecnología es que ya no precisa de una vigilancia continua porque sus efectos
son permanentes, al no saber en qué momento se está siendo vigilado, por lo que genera en los
individuos un estado de autocontrol constante.
71
se ubican “la torre carcelaria”, “la torre escolar”, “la torre hospital”, “la torre bar”;
mientras que en el lado exterior de la estructura se encuentran las “torres
habitacionales”. Un círculo está dentro del otro. Esas características hacen que sea
más que evidente la alusión a los dispositivos de control disciplinario que
mencionamos anteriormente. Ahora bien, sucede algo particular con el tiempo. La
disposición del barrio busto una vez atravesada la carbonera, tiene como antesala
una línea de postes y una “oscuridad absoluta”, un frío desgarrador y un silencio que
“zumbaba en los oídos”. Dice Carlitos: “era tanta la desolación que más que miedo
daban ganas de llorar” (INCARDONA; 2013, 71). Pero el tiempo se desdibuja como
en la confluencia de las resistencias peronistas de todas las épocas: la posibilidad
de darle sentido a esa experiencia radica en los recuerdos sobre las experiencias de
otros tiempos, de otros lugares, junto a otros sujetos, pero todo esto fugado,
difuminado.

No me acuerdo cuanto estuvimos así porque perdí la noción del


tiempo. Si alguien me dijera que fueron años, podría creerle. Una
especie de batidora mezclaba todo lo que alguna vez había pensado,
todo lo que había aprendido, y así los recuerdos se me venían
desordenados a la mente y quedaban flotando juntos (..) Los postes,
la calle y el carbón, se me aparecían como imágenes de antes, algo
de la infancia, o de otra vida. ​(INCARDONA; 2013, 72)

Esa otra vida es el Purgatorio, donde el tiempo, como para el Cantor, existe
sólo en la circunstancia de habitar el espacio. En su casa, el Cantor posee fotos
junto a Eva Perón cuando todavía era actriz y también junto a Libertad Lamarque. El
Cantor de “la marcha peronista” habita el pasado desde la resistencia del presente
y, podemos agregar, en conjunto con todas las resistencias históricas peronistas
que planteamos en el capítulo anterior.

- ¿Y quién mandó a construir semejante arquitectura?


- No estoy seguro porque hace poco que vivo acá, pero
supongo que habrá sido el general Perón.
- ¿O habrá sido Evita? - dijo Gorja.​ ​(INCARDONA; 2013, 76)

72
Sin embargo, pese a la estructuración del territorio, condicionado por
dispositivos de vigilancia y control que intentan regular tanto la circulación como las
formas de relacionamiento de los sujetos, Carlitos, el Cantor y Gorja, vuelven a
alisar el territorio con su potencia monstruosa, no solo porque lo atraviesan casi a su
antojo desestabilizando toda organización panóptica, sino porque habilitan la
posibilidad de pensar otras formas de vida.
Considerando la condición de “barrio busto secreto” que se le adjudica, es
posible una lectura del tipo intertextual y mítica. Intertextual por la referencia al
Purgatorio de Dante en ​La divina comedia37 ​y a Marechal por su ​Adán Buenosayres​;
y mítica por el fundamento que se le da al espacio como lugar en el mundo. ​En esa
línea, el Purgatorio también puede ser pensado como el lugar donde habitan
quienes no tienen vida pero no han muerto, porque interactúan con los diversos
tiempos históricos y presentes inmediatos. De allí su dimensión mítica y su relación
con las leyendas, común en la configuración de los barrios bustos secretos como
territorio monstruoso.
De modo que esa “muerte” es, en cierta manera, otra forma de vida, posible
en base a la experiencia en ese “domicilio” y esa cultura anclada en una geografía.
Dice el Cantor: “pensar que yo quería conocer los barrios peronistas y en una de
esas ya estaba viviendo en uno y no me había enterado” (INCARDONA; 2013, 77).
Una interpretación mítica de este tipo, ligada a la tradición que hemos
analizado en el pensar del sujeto popular peronista, encuentra su significación en
las formas de habitar el mundo a partir de la experiencia y la construcción simbólica
que le da sentido. Por eso el Purgatorio es otro “barrio busto secreto”, como el barrio
“Mercante”, “Finochietto”, “Carrillo”, “Tanco” y “Valle”.

37
Referencia que va desde la construcción arquitectónica en círculos concéntricos hasta la alusión
mítica del purgatorio como espacio de redención y expiación de los hombres.
73
3.4 Cómo hacer mapas con palabras

“El mapa es una estrategia narrativa más una decisión táctica.


(...) nos conectamos con una experiencia de habitar el territorio
como espacio común y a la vez siempre singular.”
(ICONOCLASISTAS; 2013, 58)

Figura 1. Mapa de El campito. Incardona, Juan Diego, 2013.

Toda la potencia heterotópica del relato es multiplicada por el mapa. Todos

74
los recorridos de los personajes encuentran en el espacio del mapa una visibilidad
que la palabra no logra otorgarles plenamente. Visibiliza los “espacios vacíos” y los
carga de sentido, los relaciona a un territorio singular, y presenta al conurbano como
un territorio alisado.

“El mapa no es el territorio": es una imagen estática a la cual se le


escapa la permanente mutabilidad y cambio al que están expuestos
los territorios. El mapa no contempla la subjetividad de los procesos
territoriales, sus representaciones simbólicas o los imaginarios sobre
el mismo. Son las personas que lo habitan quienes realmente crean
y transforman los territorios, lo moldean desde el diario habitar,
transitar, percibir y crear. El mapeo es una herramienta que muestra
una instantánea del momento en el cual se realizó, pero no repone
de manera íntegra una realidad territorial siempre problemática y
compleja.​ (ICONOCLASISTAS; 2013, 8)

No sería del todo válido decir que Carlitos y su compañeros de viaje alisan el
espacio estriado de la ciudad, sino más bien que la relación entre sujetos, destinos,
recorridos y tiempos de viaje, alisan el territorio y figuran un mapa de esa
“instantánea” siempre incompleta y mutable.
En este sentido, el mapa hace posible la emergencia del territorio por medio
de la figuración del relato como una fotografía, al mismo tiempo que el relato es la
posibilidad del trazado del mapa como una acción circular de reciprocidad entre la
palabra y el mapa, un ida y vuelta que los hace posibles. Sin el mapa, el espacio
queda en la pura imaginación de lo que dicta el relato; sin el relato, el mapa queda
incompleto, inacabado, ininteligible.
Trazado a mano deja en claro que la intención del mapeo no es el cálculo, la
distancia, la precisión, sino la expresión de una experiencia subjetiva del territorio38.

38
En este sentido, Montes analiza la manera en que el discurso que construye el poder instauró el
mapeo como una herramienta de colonización: “El Occidente moderno y dominador, a partir de los
siglos XV, XVI y XVII convirtió el trazado cartográfico y la escritura en instrumentos y marcas de su
poderío. Con este gesto, no hizo otra cosa que reproducir la distribución del espacio material y
simbólico que legitimaba la conquista y expropiación de territorios, comunidades y culturas, y la
imposición de un modo de concebir las relaciones sociales signado por la ley del arriba/abajo, y los
binarismos civilización/barbarie, centro/periferia, inclusión/exclusión. Escritura y Mapa son
constructos ideológicos y como tales instituyen el límite de lo pensable y de lo imaginable en una
75
Así, el mapa cobra relevancia a partir de la historia de Carlitos, dibujado a partir de
la experiencia del relato o conjuntamente con él.
A través de este nuevo “reparto de lo sensible” es que, dice Montes,
podemos observar una estética que redistribuye “lo visible, lo pensable, lo decible, y
lo imaginable” de una manera otra, garantizando nuevas formas para lo factible. Así
podemos entender el mapa en la novela como una cartografía en dispersión que
“erosiona la racionalidad estática y panorámica del plano urbano característico de la
gestión estatal”, perpetrados en el ejercicio del poder y la imposición de los
discursos que hacen posible su instauración hegemónica (MONTES; 2014, 3).
El mapa habitualmente funciona como un discurso que dibuja límites claros,
distancias precisas, recorridos marcados signados por proyectos urbanísticos. Sin
embargo, el valor del mapa en ​El campito tiene anclaje en las experiencias y
construcciones del sujeto popular peronista y sus territorios. Es sin duda la
figuración del monstruo popular que, a su vez, se plantea como el corazón de la
“gran historia” y su domicilio en el mundo, desde donde se construyen nuevas
formas de vida resistentes y donde está puesto el foco de esta cartografía a mano
alzada.

Si la Matanza está conformada por una serie de barrios dispuestos por el


orden geográfico, político y cartográfico estatal, a raíz de las relaciones capitalistas
de poder (teniendo el consumo como principal fuente de tales experiencias) no sería
otra cosa que una geometría urbana que establece formas de circulación
supeditadas a la efectividad en pos de la producción y el gasto. No obstante,
plantear una circulación de los cuerpos de forma alisada y heterotópica nos permite
develar la ficción como una paradoja y abrir la posibilidad de nuevas oportunidades,
nuevas figuraciones cartográficas disruptoras, factibles en la construcción de una
serie de “genealogías” territoriales. Tales experiencias ancladas en el aquí y el
ahora conforman el mapa de la resistencia del monstruo peronista.
En adelante, analizaremos la manera en que estos sujetos populares

cultura o sociedad. Para este paradigma de dominio, los territorios aún no conquistados eran
invisibles: solo podían tener la forma del espacio en blanco, el mito y lo innominado. La masa
anónima de sus habitantes existía sólo como silencio y borramiento, o como cuerpo mudo en el que
el conquistador o el explorador moderno debían inscribir la marca de su poder civilizador.” (MONTES;
2014,1)
76
devenidos en monstruos construyen comunidad en los territorios descritos, a través
de un ejercicio de resistencia y potencia multitudinaria. Tales figuraciones políticas,
tamizadas por el discurso literario, nos brindarán una perspectiva acorde a nuestro
propósito de investigación.

77
Capítulo 4

En el presente capítulo abordaremos la configuración del monstruo peronista


en relación a la noción de “multitud” de Hardt y Negri. Para ello, retomaremos
algunos puntos expuestos en los capítulos anteriores; estos son la construcción del
sujeto popular peronista devenido en monstruo, y la generación de nuevas formas
de vida en “comunidad”.
Asimismo, ahondaremos sobre la subjetividad como resistencia frente al
biopoder, en tanto que el monstruo como irreductible singularidad conforma una
figura heterogénea constituida en “común” frente a la “soberanía”.
Finalmente, analizaremos la configuración de la comunidad de monstruos a
partir de las nociones de “polifonía”, “heterotopía”, “gasto”, “fiesta” y la creación de
formas de vida.

4.1 Todos los caminos conducen al monstruo

“Solo lo monstruoso, que es uno de los estigmas del continente,


puede salvar ese vano límite que nos hemos impuesto”
Rodolfo Kusch

"Bruscamente nos aturdió un clamor


de manifestación o de murga.
Alaridos humanos y animales llegaban desde el Bajo.
Una voz gritó: "Ahí vienen", y después: "¡Los Dioses!".
Jorge Luis Borges

El monstruo, afirma Foucault, es un concepto jurídico, en tanto que surge


como una excepción a las leyes naturales y sociales (FOUCAULT; 2000, 61). Éste
representa una amenaza al orden establecido, “crea resistencia ante el desarrollo de

78
las relaciones capitalistas de producción", y principalmente, "rechaza la violencia y
expresa la insubordinación" (NEGRI; 2009, 103). El monstruo se resiste a la
clasificación, al encasillamiento, a la ordenación, a las jerarquías y las oposiciones
binarias. El monstruo demanda, habilita la polifonía, la multiplicidad de voces, se
resiste a la cifra, al patrón, a la integración unitaria (COHEN; 1996).
Ahora bien, según Giorgi, esta producción biopolítica de cuerpos plantea una
"política de lo viviente", en la cual los cuerpos son distribuidos, configurados y
"formados según regímenes cambiantes de poder". La eugenesia, en ese sentido,
expresa la voluntad del poder soberano de "controlar la vida en su misma
concepción, siempre dividiéndola, separándola de sí misma y trazando jerarquías
entre cuerpos y poblaciones" (GIORGI; 2009, 324). Es por ello que la política del
monstruo explora y afirma la "potencia de variación de los cuerpos contra los
imaginarios y las tecnologías eugenésicas que apuntan a la construcción y
reproducción normativa de lo humano" (GIORGI; 2009, 324). A su vez, ésta
“despliega una frontera sobre la que se trazan en continuidad los límites de lo
humano, de lo inteligible, de lo “común” y lo compartido: límites culturales, políticos,
sexuales” (GIORGI; 2004, 49).
De manera que lo humano como producción política, epistémica, jurídica y
estética, en tanto resultado de una "máquina de fabricar humanidad", se pone en
crisis con la aparición de lo monstruoso. La “máquina antropológica”, aquella que,
según Agamben, funciona produciendo humanidad a raíz de la separación de “lo
humano” y lo “no-humano”, pone en evidencia el vacío sustancial de esta
maquinaria, ya que no hay fundamento para lo humano más que la clasificación de
algo que también es un artificio.
Por lo tanto, como afirma Torrano, existe además una “máquina teratológica”
por medio de la cual se producen monstruos a exterminar en favor de “lo humano”.
La monstruosidad en tanto potencia irreductible e inclasificable, nos permite
esclarecer una mirada sobre la producción de humanidad a partir de su figura
“opuesta” (animal, monstruo) que nunca alcanza un carácter ontológico.
Así, aquellas subjetividades que se encuentren por fuera de estas

79
producciones tendrán una identidad anómala39, como los enanos del Barrio
Mercante o las Censistas, Carlitos el ciruja o cualquier otro personaje que conforma
la comunidad del campito.
Tal como describe Foucault, el monstruo define las coordenadas de lo
prohibido y lo impensable y se condensa en la figuración de un cuerpo irreconocible
que debe ser reconocido. Con esto queremos decir que la lectura del monstruo
implica una actividad crítica capaz de poner en evidencia la doble valencia que se
pone en juego en la producción biopolítica de la monstruosidad.
Por un lado, una “biopolítica negativa”, cuyo funcionamiento está dirigido a
habilitar un poder de muerte sobre los vivientes (lo que para Foucault sería el
biopoder) en defensa de un orden social normalizado y normativizado, es decir, el
Estado. El producto de esta biopolítica es a la vez “lo humano” y “lo monstruoso”
(recortes sobre el ​continuum de lo viviente) y es el resultado de la ejecución de una
maquinaria tanto antropológica como teratológica. En resumen, una biopolítica cuyo
poder es de muerte, una “tanatopolítica”.
Por otro lado, la producción de la monstruosidad se presenta como una
“biopolítica positiva” en tanto que es el medio de producción de singularidades; “esa
variedad de monstruos atestigua que todos somos singulares, y que nuestras
diferencias no pueden reducirse a un cuerpo social unitario” (HARDT y NEGRI;
2004, 229).

4.2 Multitud

La monstruosidad, tal como la describimos, no debe ser pensada como una


categoría que describe una singularidad aislada, sino que, por el contrario, se

39
​Dice Rosa: "el monstruo es un crimen contra la Ley de la Naturaleza, contra la Ley simbólica y
contra la Ley del discurso" (ROSA; 2002, 206). La norma es, entonces, un ejercicio de calificación y
corrección que es sin duda político. Canguilhe​m desarrolla esa aporía del monstruo cuando denuncia
el carácter innegablemente subjetivo de la norma a partir de la cual se constituye la monstruosidad
desde el saber científico. Decía el filósofo que si la normalidad perteneciente a un organismo viviente
es la capacidad de instituir normas, la patología es la reducción de dicha facultad normativa, por esto,
tanto normalidad como anomalía son valores irreductibles cuantitativamente; aunque, a pesar de ello,
la tarea de la ciencia es hacer de estos valores una medida cuantitativa, reducir la norma al
promedio.

80
constituye a sí misma en relación con otros. Allí se origina la noción de “multitud”.
El monstruo en tanto singularidad se constituye a partir de un proceso de
individuación continuo configurado por una “red de singularidades” que conforman la
multitud. Virno describe este proceso a través de una paradoja en la cual deja en
claro que no hay punto de partida para la singularidad.

El punto decisivo es considerar esas singularidades como puntos de


llegada, no como datos previos o puntos de partida; los individuos
deben ser considerados como el resultado final de un proceso de
individuación, no como átomos solipsistas. Precisamente porque son
el resultado complejo de una progresiva diferenciación, los
«muchos» no postulan ni apuntan a una síntesis ulterior. El individuo
de la multitud es el término final de un proceso después del cual no
hay otra cosa.​ ​(VIRNO; 2016, 74)

La multitud se presenta, para Hardt y Negri, como un “sujeto social activo”,


múltiple, heterogéneo, cuyos elementos constituyentes son singularidades
diferenciadas que no pueden reducirse a una identidad unitaria como “el pueblo”,
sino que se fundan a partir de “lo común”: los lenguajes, los afectos, las prácticas y
los saberes.
Este nuevo cuerpo político de la multitud configurado a partir de la producción
de lo común, se muestra como un cuerpo absolutamente democrático, un cuerpo en
el cual no hay jerarquías. Es acéfalo en tanto que no hay una cabeza que ostenta
ningún tipo de poder soberano.
En la época moderna, afirman Hardt y Negri, las sociedades conformaban un
cuerpo relativamente homogéneo, cuyo orden se mantenía más o menos
representado ideológicamente por algunas identidades como la nación, el pueblo y
la familia. En la actual posmodernidad, lo que experimentamos, más que un cuerpo
es una carne social, una carne multitudinaria, una carne que es “una sustancia
común y viva”.
Por ese motivo no hablamos de pueblo cuando hablamos de multitud, ya que
la experiencia colectiva de la multitud no lleva a la unidad estatal que garantiza un

81
rasgo homogéneo fundante en la transmisión o delegación de poder al soberano
(Estado)40. Sino que opera en la singularidad dentro de un cuerpo social monstruoso
y huidizo que es “puro potencial, poder vital informe”.

la multitud no se contrapone al Uno, sino que lo redetermina.


Inclusive los muchos necesitan una forma de unidad, un Uno: pero
—aquí está el punto clave— esta unidad ya no es el Estado, sino el
lenguaje, el intelecto, las facultades comunes del género humano. El
Uno no es más una promesa, sino una premisa. La unidad no es
más algo —el Estado, el soberano— hacia lo cual converger, como
en el caso del pueblo, sino algo que se deja atrás, a las espaldas,
como un fondo o un supuesto. Los muchos deben ser pensados
como individuación de lo universal, de lo genérico, de lo común
compartido. Así, simétricamente, cabe concebir un Uno que, lejos de
ser algo conclusivo, sea la base que autoriza la diferenciación,
aquello que consiente la existencia político-social de los muchos en
tanto muchos.​ ​(VIRNO; 2016, 25)

La multitud, al diferenciarse del pueblo, reemplaza el binomio opositivo


identidad/diferencia por uno de carácter positivo y complementario,
singularidad/comunidad. En la práctica comunitaria de la producción de lo “común”,
de los saberes, los deseos, las conductas, los lenguajes, la multitud nunca tiene
como finalidad reducir las diferencias a un común denominador hegemónico e
identitario. Siempre mantiene la singularidad en un proceso continuo de
individuación que se realiza subjetiva e intersubjetivamente. Es por esto que la
multitud se vuelve un concepto fundamental para pensar nuevos cuerpos políticos
democráticos. A estas singularidades que constituyen el cuerpo social del monstruo,
podemos observarlas en la marcha hacia la batalla del Mercado Central como un
acontecimiento que devela las formas de relacionamiento de la multitud en su pura

40
La idea de multitud peronista, por su cercanía con la tradición de Scalabrini Ortiz, podría
relacionarse con una lectura sobre la conformación heterogénea y fundante del pueblo que plantea el
autor, en tanto se presenta como una condición de posibilidad histórica que se “convierte” en un tipo
particular de patria-Estado. En tal caso, la diferencia con la lectura de Hardt y Negri, se basa en
considerar la delegación de poder al soberano (representado por el Estado) como un mecanismo de
homogenización (la unidad estatal) que anula la singularidad del cuerpo social monstruoso que se
escapa permanentemente.
82
potencia. Allí confluyen y comparten saberes, prácticas y lenguajes, lo que
anteriormente denominamos una “cultura peronista”.
La proximidad de la batalla y la consecuente contigüidad del exterminio de los
habitantes de los barrios bustos secretos, desentraña la red relacional sobre la cual
se tejen los lazos de la multitud y su forma de relacionamiento cooperativa y
comunicativa, que no concentra el poder de manera hegemónica, sino que es
variable e irregular. Es por ello que Carlitos y el hombre-gato, en conjunto con el
enano Gorja y sus compañeros del Barrio Mercante (liderados por Cardenal),
confluyen con otras tantas singularidades que en la marcha hacia la batalla parecen
manifestarse espontáneamente, encontrando en la multitud la resistencia “común”
frente a un enemigo dispuesto a destruir toda esa producción comunitaria que
hemos desarrollado con anterioridad.
Así, emergen las Censistas lideradas por Teresa Adelina, los médicos
peronistas, los boxeadores peronistas, diversos sindicatos del conurbano como “Luz
y Fuerza de Morón”, Montoneros, las legiones descamisadas lideradas por el
Paisano, la Resistencia Peronista de Oscar Lorenzo, el Cantor de la marcha, los
soldados leales a Perón e incluso el propio Esperpento. Es en esta marcha épica
donde confluye la historia de las resistencias, donde lo común transforma el tiempo
de la historia oficial, la multitud se “redetermina” y la heterogeneidad de cada uno de
estos sujetos configura su relación con los demás en la producción de un común de
saberes populares, afectos, información compartida y de lenguaje. De este modo el
“Uno”, del cual habla Virno, se configura desde lo común en tanto que las
singularidades reunidas en la marcha conforman un cuerpo político informe y al
mismo tiempo igualitario, democrático, en donde la diversidad de las formas de vida
se unen manteniendo diferencias pero haciendo de eso una potencia positiva41.

41
En la poética descripción de Raúl Scalabrini Ortiz sobre el 17 de octubre, existe una interpretación
de la heterogeneidad de la multitud y una puesta en valor de tal probabilidad histórica como potencia
política defensora de una instancia colectiva de justicia. Y aunque en nuestra lectura la
heterogeneidad como “cimiento básico de la nación” solo puede devenir en la homogeneidad del
Estado, la instancia colectiva de construcción política, lucha y movilización multitudinaria adquiere
real importancia al pensar la marcha al Mercado Central que plantea ​El campito y su relación con el
sujeto popular peronista.
Scalabrini narra: “Corría el mes de octubre de 1945. El sol caía a plomo sobre la Plaza de Mayo,
cuando inesperadamente enormes columnas de obreros comenzaron a llegar. Venían con su traje de
fajina, porque acudían directamente desde sus fábricas y talleres. No era esa muchedumbre un poco
envarada que los domingos invade los parques de diversiones con hábitos de burgués barato. Frente
83
Esta potencia cooperativa, comunitaria y constructora de lazos, está dada
como carne indiferenciada. Las diversas subjetividades trascienden las barreras de
lo “humano” y el propio “monstruo” también deviene animal, o bien, vegetal:

Alrededor, las constelaciones formaban animales y vegetales vivos.


Jaurías de perros Dos narices, serpentarios de culebras-culebrillas,
bandadas de loros vascos, observaban el movimiento, y por
curiosidad, nos perseguían. En las aguas del río, las llamas violetas
se revolvían y el lomo de Riachuelito aparecía y desaparecía. De a
poco, hombres y animales llegamos a la desembocadura del Río de
Fuego. ​(INCARDONA; 2013, 105)

La multitud peronista configura una resistencia que se resuelve en el combate


del Mercado Central: una guerra por las formas de vida. Quizás el ejemplo más
paradigmático sea el Esperpento, creado por tecnologías oligarcas para la
destrucción de estas singularidades y vuelto singularidad él mismo, vuelto multitud a
través del canto de la marcha peronista. De modo que este adefesio compuesto de
restos es carne de la multitud, carne de su carne, parte del “Uno” heterogéneo del
monstruo.

a mis ojos desfilaban rostros atezados, brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y
las vestiduras escasas cubiertas de pringues, de restos de brea, de grasas y de aceites. Llegaban
cantando y vociferando unidos en una sola fe. Era la muchedumbre más heteróclita que la
imaginación puede concebir. Los rastros de sus orígenes se traslucían en sus fisonomías.
Descendientes de meridionales europeos iban junto al rubio de trazos nórdicos y al trigueño de pelo
duro en que la sangre de un indio lejano sobrevivía aún. (..) Así avanzaba aquella muchedumbre en
hilos de entusiasmo, que arribaban por la Avenida de Mayo, por Balcarce, por la Diagonal…
Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecía en densas vaharadas,
mientras las multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres
de Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y
acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y
Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe,
iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor, el mecánico de
automóviles, el tejedor, la hilandera y el empleado de comercio. Era el subsuelo de la patria
sublevado. Era el cimiento básico de la nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de
la tierra en la conmoción del terremoto. Era el substracto de nuestra idiosincrasia y de nuestras
posibilidades colectivas allí presente en su primordialidad sin reatos y sin disimulo. Era el de nadie y
el sin nada, en una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos, aglutinados por el mismo
estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por la misma verdad que una sola palabra traducía”
(SCALABRINI ORTIZ; 2009, 30).

84
En ese lugar lindante, de pliegue y ruptura, donde opera la máquina
teratológica, donde se construye lo humano y lo monstruoso, a partir de un artificio
eugenésico y excluyente, allí mismo es donde subyace la riqueza del relato. ​Es allí
donde se devela, a nuestro entender, la operación política, o bien, geobiopolítica
signada por el discurso literario en ​El campito​.

4.3 La monstruosidad prófuga. La eugenesia, el Esperpento y la guerra

“Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo.


Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti.”
Friedrich Nietzsche

Si luchar contra el monstruo pone en riesgo la condición humana, entonces


tal vez la mejor forma de someter al monstruo, de habilitar sobre él un poder de
muerte, es construir otro monstruo capaz de enfrentarlo. Para esto, el poder pone en
marcha una maquinaria teratológica que produce monstruos, al tiempo que habilita
sobre ellos un poder de muerte en defensa de “lo humano”. Esta aplicación sobre
ciertas formas de vida en “favor” de la seguridad de otras más valoradas, se define
como un biopoder eugenésico.

La eugenesia interviene sobre ciertas vidas, consideradas como


resultado de la degeneración, asegurando con su muerte la
reproducción de la buena vida. Se trata de vidas calificadas como
“sin valor” y por lo tanto vidas que se tiene derecho a eliminar.
(PLATZECK; 2015, 102)

La novela pone en juego esta problemática de manera evidente. La oligarquía


crea un Esperpento, monstruo gigante y temerario, a partir de un saber técnico.

Está todo cosido, con pedazos de cadáveres. Le mire más que nada
las manos, por eso que dicen que tiene las manos de Perón, y
parecía que sí, que es cierto. Las levantaba todo el tiempo, como

85
hacía el General cuando saludaba. Debe ser un acto reflejo. Cuando
lo vi, me emocioné, pero enseguida me carcomió la bronca, por ver
semejante profanación en esa bestia viviente, tan grandota, tan fea y
tan alta. ​(INCARDONA; 2013, 53)

La finalidad de esta manipulación científica es la construcción de un arma


letal capaz de invadir los barrios bustos y exterminar los monstruos peronistas que
allí viven. Solo un monstruo es capaz de invadir tales espacios, recorrerlos y
destruirlos.
Ahora bien, este monstruo, cosido con cadáveres de los mismos monstruos
que debe exterminar, tiene un alto valor simbólico y paradójico. Podemos interpretar
la paradoja a través de un doble mecanismo político42. Esto es, como “efecto” y
“afecto” de las tecnologías de poder. Efecto porque es el resultado de una
producción teratológica sobre lo viviente; y afecto porque como tal el monstruo
(Esperpento) afecta esa misma maquinaria que lo produce, dejando en evidencia el
vacío sustancial que hay en el interior de “lo humano” y sobre el cual se constituye.
De manera que el monstruo emerge como un acontecimiento ​que desborda y
perturba tales principios eugenésicos a partir de los cuales se define “lo humano”
(NEGRI; 2009). El Esperpento no puede más que rendirse ante la presencia del
monstruo y devenir en multitud. Se reconoce en él y por eso se configura como una
potencia que se transforma en acto.

Una sola persona se quedó en el lugar, quieta, mirando de frente a la


criatura. Era nuestro amigo el Cantor, que, haciendo otra vez uso del
don que poseía, se puso a cantar a todo volumen, a cantarle mejor
dicho, pues su canto estaba dirigido al Esperpento. Este se calmó de
nuevo y se quedó como hipnotizado, escuchando. ​(INCARDONA;
2013, 159)

42
El Esperpento (como apuntamos en la cita) tiene las manos de Perón, quizás monstruo por
antonomasia conjuntamente con Rosas, Facundo e Yrigoyen.
86
El Esperpento es, entonces, parte de la multitud. Su cuerpo no puede ser
sujetado por la maquinaria teratológica, ya que su carne informe compuesta de
cadáveres es siempre evasiva, singular, prófuga.

Una ronda multitudinaria, compuesta por agrupaciones y columnas


de los distintos barrios, rodeaba a los dos protagonistas. Los ruidos
de la guerra por fin habían cesado. Ahora, en el campito se
escuchaba una única voz, la voz del Cantor de la marcha:
Los muchachos peronistas
todos unidos triunfaremos
y como siempre daremos
un grito de corazón:
¡Viva Perón! ¡Viva Perón!

El Esperpento, conmovido, empezó a llorisquear y se sentó en el


suelo. La gente tomó confianza y se acercó todavía más. Algunos
hasta se animaron a tocarlo. ​(INCARDONA; 2013, 160)

De modo que el Esperpento nos permite leer cómo el monstruo emerge


persistentemente como potencia de variación vulnerando las formas de aprehensión
y sujeción, produciendo una biopolítica “positiva” que pone el acento en la
inmanencia de la vida, en la producción de lo común.
Si, como proclama Agamben, existen fuerzas, incluso dentro de nosotros, que
constriñen esta potencia de variación a quedarse en sí misma (siendo el poder
principalmente quien pretende aislarla y organizarla), es preciso recuperar las
configuraciones de estas formas de vida múltiples irreductibles a un cuerpo político,
como la carne potente y elemental de la multitud43. Desde este punto de vista es que

43
Dice Agamben: “Acaso solo en el placer de dos categorías inventadas por el genio de Aristóteles-
la potencia y el acto- pierden su ya estereotipada opacidad y se vuelven, por un instante,
transparentes. El placer, es eso cuya forma a cada momento se realiza, que está perpetuamente en
acto. De esta definición se desprende que la potencia es lo contrario al placer. Es lo que jamás está
en acto, lo que siempre carece de fin; en una palabra: dolor. Y si el placer, conforme a esta
definición, nunca se desarrolla en el tiempo, la potencia será, en cambio, esencialmente duración.
Estas consideraciones permiten echar luz sobre las relaciones secretas que vinculan al poder con la
potencia. El dolor de la potencia se desvanece, en efecto, en el instante en que esta pasa al acto. (...)
Recogiendo su dolor, el poder funda en él su propia autoridad: deja literalmente irrealizado el placer
de los hombres” (AGAMBEN; 2015, 65).
87
podemos pensar una monstruosidad prófuga a la maquinaria teratológica del
Esperpento. No entendida desde la unicidad sino a través de la singularidad siempre
prófuga de su configuración monstruosa.
En relación a esto, creemos que en la lectura del Esperpento como artefacto
eugenésico, se presenta a la guerra como un medio necesario para el ejercicio de
un poder de muerte sobre ciertos individuos, al mismo tiempo que motoriza un
mecanismo a través del cual se puede elaborar y mantener un orden preciso.

Si la guerra ya no es una situación excepcional, si forma parte del


orden normal de las cosas, es decir, si ya hemos entrado en un
estado de guerra, necesariamente la guerra no debe ser una
amenaza para la estructura del poder existente, ni una fuerza
desestabilizadora, sino todo lo contrario, un mecanismo activo que
crea y refuerza constantemente el orden global actual. ​(HARDT y
NEGRI; 2004, 43)

La guerra promovida por el ejército de la oligarquía pretende la exterminación


de una comunidad cuyo funcionamiento, como ya hemos visto, trastoca el orden
hegemónico establecido. Una comunidad cuyos sujetos tienen la potencia de alisar
los territorios estriados, de transformar la historia oficial en una historia popular
contada por los mismos sujetos que la encarnan, que no se rige por los tiempos del
mercado sino que construye sus propios calendarios, su tiempo lúdico, festivo,
laboral, sobre la base de una geobiopolítica producida en la heterogeneidad de los
afectos, la comunicación, la cooperación, los lenguajes, el territorio (en fin, lo
común); una comunidad así es inaceptable para el poder institucionalizador y
normalizador.
Mientras que “la fuerza militar debe garantizar el funcionamiento del mercado
mundial” (HARDT y NEGRI; 2004, 210), en el Campito se organiza una comunidad
que resiste a los órdenes capitalistas, a la organización clasista, a los machismos.
Mientras Carlitos, “el ciruja”, se consagra como el ejemplo de los trabajadores,
mientras mujeres y hombres por igual se disponen a la batalla, la oligarquía con
toda su maquinaria técnica y armamentística se prepara para destruir cualquier

88
posibilidad de insurgencia. Claro que, como ya vimos en capítulos anteriores, esta
guerra no es nueva, es la historia de un enfrentamiento entre la oligarquía y la
multitud peronista que se actualiza en la batalla del Mercado Central como una
batalla mítica de todos los tiempos.
La batalla del campito se remonta a las leyendas de los Descamisados, de
Montoneros, pero se renueva con los enanos del Barrio Mercante, con las
Censistas, con Carlitos y el Hombre-gato. Cambia de lugar: de las plazas a los
barrios secretos, de las capitales al interior, de la ciudad al conurbano. La historia de
esta batalla deja en claro que ya no se trata de una guerra acontecimental, sino de
la instrumentación de un tipo de poder a los fines de la organización y
mantenimiento de un orden preciso.

Por debajo de los olvidos, las ilusiones o las mentiras que nos hacen
creer en unas necesidades naturales o en las exigencias funcionales
del orden, hay que reencontrar la guerra: ella es la cifra de la paz.
Divide permanentemente la totalidad del cuerpo social; sitúa a cada
uno de nosotros en uno u otro campo. Y no basta reencontrar esta
guerra como principio de explicación: hay que reactivarla, hacer que
abandone las formas larvadas y sordas en que prosigue sin que nos
demos cuenta claramente y llevarla a una batalla decisiva para la
que debemos prepararnos si queremos ser los vencedores.
(FOUCAULT; 2014, 241)

Frente a esa guerra continua, la respuesta de la multitud peronista es clara:


resistir. Resistir desde que un aluvión zoológico “invadió” y “perturbó” la
organización oligárquica de la nación, desde que un monstruo cada vez más
enorme, más poderoso, alzó sus manos y su voz para reclamar y reescribir la
historia, para desestabilizar el estriado régimen capitalista que regulaba sus vidas.
Desde ese momento, el mensaje, y sobre todo la acción de la multitud peronista, es
la resistencia. Quizás, como dice Gorja, para no entregarles ni siquiera la mierda.

89
4.4 La comunidad de fiesta: el canto polifónico

La comunidad toma la forma de una potencia heterotópica capaz de


desentrañar las formas de ordenamiento neoliberal a las que se ajusta el
estado-nación y, al mismo tiempo, presenta la posibilidad de construir otras formas
de hacer comunidad, de crear lazos, de transitar los espacios y de habitar el tiempo,
es decir, otras geobiopolíticas (CAVALLETTI; 2010). ​Dicha potencialidad develadora
y transformadora del campito se presenta bajo la forma de una comunidad de fiesta.
La fiesta, en este sentido, la relacionamos con la literatura carnavalesca (tal
como la piensan Hardt y Negri cuando leen a Bajtin), ya que esta última rechaza la
pretensión de una verdad única y se inclina por la pluralidad de voces que
conforman el relato capaz de transformar lo real. Así, el sentido se construye a partir
de un intercambio común de saberes, información y afectos.
Además, la fiesta se proyecta a partir de la producción de un tipo de
economía diferente, una “economía general” ​como la define Bataille. Esta economía
no está basada en la utilidad, sino que pone en relieve la valorización y la
circulación de lo común (lo que en la comunidad se presenta como sagrado, en
tanto que es de todos pero no pertenece a nadie en particular).
Dicha economía no capitalista asociada a lo carnavalesco y polifónico, tal
como se construye en el relato, configura a partir de la producción de lo común un
tipo de política diferente de los espacios y la vida. Esto nos permite descifrar el tipo
de arquitectura social a través de la cual se construye el estado-nación (modelo al
cual se resiste la comunidad del campito), la potencia de variación y la proyección
de una gramática distinta en las formas de vida.

La extensión del crecimiento exige un cambio absoluto de los


principios económicos, el cambio total de la moral en la que se
fundan. Pasar de las perspectivas de la economía restringida a las
de la economía general comporta, en verdad, un cambio
copernicano; la puesta al revés del pensamiento y de la moral.
(BATAILLE; 1987, 61)

90
De manera que la polifonía es un medio de producción de lo común, una
cultura, una historia, una serie de mitos y leyendas a partir de las cuales la
comunidad se funda y se actualiza constantemente. Nada está asentado sobre una
verdad universal en el relato, aun cuando los narradores principalmente sean Juan
Diego y Carlitos. Cada tanto algunas voces aparecen para confirmar o cuestionar
los hechos, agregando versiones a la configuración de una comunidad cuyo
fundamento es la multiplicidad y la heterogeneidad44. En cada caso la
heterogeneidad imposibilita la solidificación de la narración en una unidad cerrada
como una verdad única. El relato es siempre múltiple, pero en un sentido positivo,
no es la mezcla de historias incoherentes, sino la razón misma de un relato
polifónico.

Todos me hacían más preguntas y me pedían detalles que yo no


podía contestar pero, como insistían tanto, a veces me veía obligado
a inventar alguna cosa. Leticia y el Moncho, por su parte, también
exageraban lo que ellos habían escuchado la primera noche, cuando
conocimos a Carlitos, y así la historia se fue adornando y ya no
estaba seguro de qué era original y qué era agregado, pero como
nosotros nos dábamos cuenta y nos convencíamos mutuamente, a
nadie se le ocurrió poner en tela de juicio ninguna de las versiones,
que más que contradecirse parecían complementarse.
(INCARDONA; 2013, 68)

Es por esto que la polifonía es una forma de construir la comunidad, porque


por medio de ella se construye una cultura, ​a partir de la manifestación de una
multitud que habla con todas sus voces a la vez. La fiesta carnavalesca, además,
pone en crisis la idea misma de ​Historia ​que trabajamos en el capítulo 2; de un
relato único y verdadero cuya capacidad de representar lo real es unánime.
El campito, al constituirse como una comunidad polifónica y heterogénea,
presenta conjuntamente otros estatutos de narrador como formas de (re)producir

44
​Heterogeneidad que no se genera a partir de ningún principio ontológico, más que como un
proceso siempre en marcha.

91
historias, abriendo el interrogante sobre quién puede contar qué ​historia. ​Esto
permite el surgimiento de todas esas vidas opacadas, oscuras y les da voz para
armar un relato distinto, múltiple, complejo , en el cual los acontecimientos se tejen
junto a lo cotidiano, a los amores, las amistades, los deseos y las pasiones de esos
sujetos que no son los “grandes personajes de la Historia” sino aquellos excluidos,
silenciados y ocultos que hacen la “gran historia” y sin los cuales no habría historia
posible.

4.5 La comunidad de fiesta: el gasto de estar vivo

“Si dos más dos diera tres,


este mundo no lo verías como lo ves”
La Renga

La vida humana no puede ser reducida a procesos de producción,


reproducción y conservación, afirma Bataille. Por ello no es posible enmarcarla en
una economía que esté fundamentada en la utilidad de las personas y las cosas. No
se trata, solamente, del ejercicio de todo aquello necesario para la supervivencia de
la vida, sino que además entran en juego otro tipo de gastos a los que Bataille llama
“improductivos”. Estos son aquellas actividades que no tienen un fin en sí mismas
sino más allá de ellas; como el sacrificio, las fiestas, los juegos y la actividad sexual.
De manera que esta economía general solo es posible si la economía
restringida a la utilidad ya no regula la distribución de las cosas, las personas, los
tiempos y el espacio. El gasto improductivo está basado en la producción y
circulación de afectos, saberes y lenguajes, por lo que la ecuación se invierte y “las
actividades productivas son entrevistas como meros medios subordinados al gasto”
(LORIO; 2015, 113).
En ​El campito la economía general es uno de los medios a través de los
cuales se constituye una política del espacio, del tiempo y de la vida. Esto colabora
a la descripción de las formas de vida que desarrollamos anteriormente.
En el trabajo con el tiempo, por ejemplo, observamos esta condición: no
existe un tiempo ajustado a los tiempos del mercado ni la economía restringida. El

92
tiempo está marcado subjetiva y comunitariamente, esto es lo que permite que
dentro del campito ​cada barrio tenga su propio calendario (barrios mensuales). De
modo que ​cada uno ​configura un tiempo común de acuerdo a su experiencia
comunitaria e intersubjetiva que no se constriñe a la temporalidad mercantil de la
capital, de la oligarquía y no se enmarca en los tiempos de la producción y
circulación de la mercancía. En consecuencia, esta economía otra del tiempo es la
que interviene en la producción del espacio, en la forma de territorios lisos y
estriados.
Carlitos se mueve por el territorio de manera tal que se opone totalmente a la
forma de vida ciudadana, al tránsito preciso, al horario de trabajo, al punto fijo
laboral e incluso del hogar. Él trabaja donde quiere, vive donde quiere, o donde
puede, se orienta por sus deseos y por sus relaciones sociales.

- ¿Quién dice que este hombre no trabaja? Por lo que cuenta, la


suya es una actividad muy esforzada, probablemente uno de los
trabajos más duros y nobles que existen. ​(INCARDONA; 2013,
92)

En definitiva, la figura de Carlitos dispone otra economía, una economía que


incluye el gasto como forma de vida, el gasto de sentarse a mirar las estrellas para
comprobar si son satélites contratados por las señoras oligarcas, el gasto de jugar al
grillo y esconderse durante semanas, de visitar otros barrios solo para contar
historias; dicho de otro modo, el gasto del “mero estar”.
El gasto resulta necesario para construir una comunidad en la cual las
relaciones sociales, los afectos y los sentimientos juegan un papel importante como
lazo que crea una forma de unión comunitaria. Será a través de la unión sin
excepción de las diferencias sino más bien, por el contrario, en la suma de las
diferencias, donde se produce la irreductible heterogeneidad de lo común.

93
4.6 Comunidad y vida

“...​el conjunto de la vida, que es en esencia un desbordamiento.”


Georges Bataille

Ahora bien, si ponemos en relación la polifonía carnavalesca de Hardt y Negri


leyendo a Bajtin, y la economía general de Bataille, encontramos el fulgor de la
fiesta que es, en definitiva, la​ vida.
Si Carlitos se opone a la forma de vida de la ciudad, es porque esta última es
el intento de producción de formas de vida unificadoras, reguladas de acuerdo a los
intereses del mercado. A diferencia de ellos, en la comunidad del campito, la fiesta
de la vida se logra a partir de la producción de una multiplicidad de formas para las
cuales no existe norma alguna. No hay normalización de la vida, no se busca la
homogeneidad sino que el fundamento de la comunidad es la diferencia
intersubjetiva a partir de la cual se construye lo común. Producen singularidades de
un cuerpo social abierto y creativo.
Vagabundos que alisan los territorios estriados del tejido urbano de los
tiempos del mercado y del trabajo, enanos que se adaptan a la contaminación
generando un cuerpo biológico capaz de vivir allí donde “el ciudadano de la capital”
moriría por falta de anticuerpos, mujeres que se auto-organizan en un territorio
propio, autónomo, que jaquean los regímenes patriarcales y machistas, que se
lanzan a la batalla impugnando la supuesta superioridad varonil para la guerra,
hombres-gato que cuestionan la relación humano/animal tanto subjetiva como
intersubjetivamente. La presencia del hombre-gato altera los valores
antropocéntricos y deja ver, con mayor claridad, la configuración de una comunidad
de singularidades, expone un tipo de relación animal/humano que objeta los
recortes producidos por la “máquina antropológica”, una relación fundada en una
diferencia no jerarquizada, donde ninguna forma de vida adquiere más valor que
otra sino que cada una tiene un valor en sí misma que se iguala a todas en la
relación comunitaria.
Todas estas formas de vida convergen en un proceso continuo de
subjetivación que se lleva a cabo en comunidad, y cuyo resultado son sujetos

94
singulares unidos por el lazo de la amistad, de la cultura peronista, de la resistencia
obrera y de la fe en Evita, por medio de mitos y leyendas fundantes. Unidos en una
multitud en la fiesta la vida, del abandono de la forma como marco que constriñe lo
viviente.
Será en esta fiesta donde lo viviente se deforma, o mejor dicho, se brinda su
propia forma a partir de un proceso de subjetivación comunitario. En esta fiesta de la
heterogeneidad y del gasto, se configura una comunidad de sujetos que lucha
contra la economía restringida en la batalla épica del Mercado Central,
constituyéndose como una potencia de variación. La posibilidad de seguir
construyendo una comunidad de singularidades allí donde la contaminación parece
devorárselo todo y la germinación de cualquier forma de vida parecería imposible,
es tan palpable y real como todas las resistencias históricas juntas en un mismo
relato. La clave está en resistir. Y como dice Gorja, no regalarles nada, ​“ni siquiera
la suciedad, ni siquiera el agua podrida, ni siquiera la mierda” (INCARDONA; 2013,
115).

95
Conclusión

El punto de inicio de nuestro trabajo se centró en el estudio de las


figuraciones y configuraciones de la monstruosidad en relación al peronismo en ​El
campito. Para tal fin, procuramos realizar un análisis que conjugara dos
perspectivas teóricas: la histórico-literaria y la biopolítica, en tanto y en cuanto
ambas dialogaran, interpelaran y contribuyeran a nuestro propósito investigativo. De
esta manera, basamos nuestro hilo argumentativo poniendo en juego algunos
conceptos y aportes de ambas vertientes metodológicas, conformando así un
espectro más heterogéneo de análisis crítico y discursivo.
En el capítulo 1 analizamos ​El campito en el contexto de la narrativa
argentina post 2001, lo que nos llevó a pensar una ligazón generacional, histórico y
temática, tal y como lo plantea Drucaroff. Este, en definitiva, ​fue el punto inicial de
nuestro trabajo, impulsado por la consideración de que ​El campito se inscribe en un
conjunto literario contemporáneo definido como “Nueva Narrativa Argentina” (NNA).
Sumada a esta primera iniciativa, encontramos en la novela de Incardona,
como en toda obra singular, puntos en común que nos permiten enmarcar al autor
en ese núcleo de escritores “jóvenes” que intentan “suturar” el vacío de la historia
que produjo el trauma de la última dictadura militar; así como diferencias respecto a
la pretenciosa inquietud por encontrar y armar series entre autores contemporáneos.
Drucaroff propone un trabajo con la “historia oficial” en relación con los
géneros literarios (principalmente el fantástico), que nos resultó fructífero, ya que la
novela hace uso de estas temáticas para producir un relato en el que la historia y los
géneros se entrelazan conformando una escritura del vacío, de la memoria perdida
o del relato ausente, eso que Drucaroff llama la “sutura” del pasado por el discurso.
Esta necesidad de trazar un puente epistemológico sobre el vacío histórico
producido por la última dictadura, conlleva a que, según la autora, la realidad se
presente “agujereada” y se constituya sobre un relato incompleto, ausente,

96
fantasmático. De allí la necesidad de la NNA por tejer un nuevo relato histórico que
pueda unir los lados de la rotura.
Ahora bien, creemos que este trabajo estético propuesto por Drucaroff no
basta para estudiar El campito​, ya que la novela no sólo se propone recuperar un
pasado desgarrado por la dictadura sino que va un paso más allá. Como vimos en el
primer capítulo, la novela intenta poner en crisis la idea misma de una “historia
oficial” que observamos principalmente en los modos de construcción del fantástico
y la disyuntiva real/ficcional.
De esta manera nos propusimos estudiar la novela a partir de la concepción
de un fantástico que se sale de las consideraciones clásicas sobre el género, como
las de Todorov y Barrenechea. En ese sentido, entendimos la ligazón de la NNA y
su vacío en la representación como el campo de cultivo para el “realismo
agujereado” que introduce el fantástico como propuesta estética, histórica y política.
Y a través de ello, se interpela la historicidad académica, la discursividad
hegemónica y se deja en evidencia el entramado que subyace en la novela como
operación política. El fantástico, entonces, nos permitió develar la configuración de
“los repartos de lo sensible” de los que habla Ranciere, en la medida en que la
literatura como la historia, pertenecen al mismo régimen de inteligibilidad. La
configuración de lo real y lo ficcional, por lo tanto, está condicionada por las
acciones que efectúan los sujetos políticos.
Entender al fantástico como un elemento que permite desestabilizar los
“regímenes de verdad” a partir de los cuales se configura lo real y lo ficcional, nos
permitió analizar el modo particular en que ​El campito ​construye un tipo de relato
que ejercita una política de la verdad​. ​Al trabajar sobre estos temas, la novela
desnudó una operación que configura la historia, el tiempo, el espacio y los sujetos.
En consecuencia, observamos cómo la novela presenta otros estatutos de
narrador y permite la emergencia, en un mismo tiempo, de personajes que
“históricamente” no se corresponderían porque pertenecen a diferentes épocas. Y
advertimos, a su vez, la configuración de un territorio ficcional que disloca la
“geografía histórica” en el que conviven sujetos singulares que se salen de las
normas de “lo humano”.

97
En el capítulo 2, nos propusimos avanzar sobre una descripción del sujeto
peronista y su configuración en relación a los mitos y leyendas sobre el peronismo.
En primer lugar, dimos cuenta de la tradición en la literatura argentina y el
trabajo sobre el peronismo del grupo ​Sur, que al mismo tiempo, colaboró en la
formación de un fantástico argentino con grandes influencias de la literatura
europea. En la disputa entre la representación antiperonista en la literatura y la
puesta en valor del peronismo como movimiento popular, es que nos apoyamos en
los aportes de Goldar y Heredia; ya que no sólo abren el abanico de la crítica, sino
que efectúan una investigación en contrapunto a la lógica del “monstruo invasor”
que impuso la oligarquía antiperonista.
Un desarrollo más o menos referencial sobre las tramas liberales, nos
permitió avanzar sobre la configuración de los mitos y leyendas acerca el
peronismo, teniendo como basamento tales discusiones y configuraciones sobre los
sujetos peronistas y la historia.
Ahora bien, el trabajo sobre la historia, precisamente, resultó un eje
fundamental en el desarrollo argumentativo de nuestro análisis investigativo. Lo que
permitió la potencia desordenadora y transformadora del fantástico fue construir otra
gramática de historia basada en las prácticas y saberes del sujeto popular. En esta
línea, avanzamos sobre el pensamiento de Kusch y la “negación de la historia”,
habilitándonos una lectura en la cual la totalidad de los sujetos (de ahí su calificativo
de popular) tienen la posibilidad de crear y protagonizar la historia. A partir de la
distinción entre “Gran historia” y “Pequeña historia” es que nos acercamos a un
nuevo reparto de lo sensible como “posibilidad de ser”.
Inmediatamente, pusimos en diálogo estas nociones con la de “genealogía”
de Foucault, que corresponde a una forma de hacer historia situada temporal y
geográficamente, siempre limitada por su propia episteme como condición de
posibilidad de un saber histórico. Diálogo que, además, sugerimos como proceso
metodológico y teórico de la investigación.
Asimismo, mencionamos que las “prácticas de subjetivación” son aquellas
que se construyen individual y comunitariamente, es decir, tanto en prácticas
colectivas, como es el caso de la música o la construcción de una historia polifónica
como en ejercicios particulares, es el ejemplo de Carlitos como paradigma del

98
trabajador, que claramente invierte los regímenes capitalistas de las relaciones
laborales. Esto en ​El campito ​se describe a través de un sujeto popular, que hemos
definido como “monstruo peronista”, configurado principalmente por formas de vida
resistentes tanto al poder como a su producción de sujetos.
En el capítulo 3, nos ocupamos de estudiar la relación entre el sujeto y los
espacios, tal y como se presentan en la novela. Para ello, primeramente creímos
necesario una aclaración conceptual que nos habilitaría a diferenciar el lugar físico,
es decir el espacio, del territorio, como una zona de relacionamiento entre los
sujetos, los espacios y las cosas.
Pensarlo como una red relacional, nos permitió observar cómo la novela
construye lo que llamamos, a partir de la noción de “heterotopía” de Foucault, un
territorio heterotópico; esto es, una ficción que permite poner en crisis los modos de
ordenamiento por medio de los cuales se organiza lo real. A partir de esta idea, y
tomando como fundamento las ideas de Deleuze y Guattari, marcamos la
diferenciación entre “territorios estriados y lisos”.
Teniendo como óptica de lectura estas aclaraciones, observamos cómo se
construye un espacio ficcional que funciona como un dispositivo que impugna el
ordenamiento de la Capital. En el análisis de las disposiciones de los barrios, sus
localizaciones, su organización espacial, temporal y laboral, se puede ver cómo el
campito se organiza de formas diversas a las de la Capital. Sin embargo, esta
configuración no sólo puede leerse como la propuesta de otros mundos posibles
sino también como un mecanismo que evidencia las gramáticas territoriales por
medio de las cuales se ordena la Capital, la ciudad, en definitiva, la nación.
Finalmente, nos detuvimos en el estudio de dos casos particulares que,
creemos, merecían un análisis más detallado: el mapa y el Purgatorio.
El mapa del campito funciona como una potencia significante que se suma al
relato y lo carga de otros sentidos propios de la imagen. Pero a diferencia de un
mapa clásico, las características del mapa del campito refuerzan la idea de un
territorio que produce relaciones a partir de afectos, sentidos, lenguajes y saberes
que se construyen en común y que se salen del cálculo típico de la cartografía, de la
urbanística, donde la importancia del mapeo está puesto más en la precisión que en
la relación entre espacio, sujetos, cosas y experiencias.

99
El Purgatorio, por otro lado, nos puso ante la observación de Deleuze y
Guattari sobre “no estar salvados” una vez construidos los territorios lisos, ya que
todo territorio sea cual fuere su condición, se puede transformar. Ante esta
afirmación, analizamos el Purgatorio bajo la noción del “panóptico” y los dispositivos
de control. A pesar de ser considerado un barrio más de los barrios bustos, el
Purgatorio se presenta como una construcción carcelaria donde conviven,
aparentemente, aquellos que estarían muertos, o al menos pertenecerían a un
mundo limítrofe de vivos y muertos.
Esta característica permite una nueva apertura, que opera en una dimension
mitica, donde aún viven, por ejemplo, leyendas como El Cantor de la marcha, figura
insigne de la cultura peronista del campito. Esto habilita, nuevamente, un
alisamiento del territorio, ya que nada puede retener en ese lugar a Carlitos y sus
compañeros en su viaje épico, ni siquiera la estructura más disciplinaria puede
impedir la circulación del monstruo peronista que transfigura todo orden pensable.
En el capítulo 4, desarrollamos la configuración del monstruo peronista en
relación a la noción de “multitud” de Hardt y Negri. Para ello, avanzamos sobre la
categoría de “máquina antropológica”, y luego “máquina teratológica”, por la cual el
exterminio de los monstruos en favor de lo “humano” se reproduce sistemáticamente
en la producción de humanidad. Estas identidades anómalas que conforman los
personajes del campito, nos permitieron hacer una lectura en dos sentidos posibles.
Una es la de una “biopolítica negativa” que habilita un poder de muerte sobre
estos sujetos populares peronistas que conforman una multitud informe, en tanto
que la normalización como maquinaria antropológica en el campito la ejecuta el
Estado, es decir, la oligarquía. La otra es una “biopolítica positiva”, en la cual la
constitución de la multitud permite la emergencia de las singularidades,
imposibilitando así la reducción de estos sujetos singulares a un cuerpo social
unitario, y generando nuevas formas de vida a partir de la heterogeneidad. Dicho de
otro modo, esta “red de singularidades” se presenta como una “multitud”, es decir,
como un cuerpo político cuyo fundamento no está en la toma del poder sino en la
potenciación de su heterogeneidad.
A través de estas características monstruosas y multitudinarias, los
habitantes del campito exponen el constreñimiento al que se somete “lo humano”.

100
Esto posibilita la emergencia de la vida como multiplicidad de las formas; vidas que
no se ajustan a los recortes de ningún tipo de maquinaria biopolítica que intente
poner límites a lo viviente.
Esta potencia monstruosa es lo que en definitiva desata la guerra en el
campito, una batalla por la conformación de un cuerpo social que se sale de los
órdenes del ciudadano, de lo nacional, de lo humano. La presencia de los barrios
del campito expone que el ejercicio de otros mundos es posible, claro que, no sin
resistencia al poder que intenta imponer otras cartografías, otras gramáticas,
geobiopolíticas que imprimen formas y límites a lo pensable, lo decible, lo
imaginable, lo vivible y lo sensible. Como pudimos observar en nuestro análisis, la
apuesta del texto está orientada a configurar al monstruo peronista como una figura
capaz de desordenar todo ese poder y construir una cultura propia, un territorio, un
cuerpo político, en fin, un cuerpo viviente.
Desde esta perspectiva, los monstruos peronistas del campito pueden ser
leídos tanto en su individualidad como en su exposición intersubjetiva, lo que nos
llevó a pensar en la configuración de la “comunidad de monstruos”. Dicha
comunidad, tal como se esperaría de estos sujetos singulares, se funda sobre la
“polifonía” y la “economía general”.
La “polifonía” funciona como un medio de producción de “lo común” en todos
sus sentidos, ya sea en la cultura, la historia o la organización social. Toda
producción en el campito ​está puesta en la multiplicidad de voces, como pudimos
observar tanto en la construcción de la historia como en el estatuto de sus
productores. Dicha producción polifónica es lo que habilita la emergencia de “la
Gran historia”.
En cuanto a la “economía general” como fundamento de la comunidad,
observamos que funciona como medio para la conformación de una política del
espacio, del tiempo y de la vida. Dicha economía, permite que en el campito la
producción de lo común no esté constreñida a la utilidad sino que habilite la puesta
en juego de otros valores como la cultura, los afectos y la experiencia colectiva.
Esta propuesta nos llevó a plantear una “comunidad de fiesta”, lo que
significa que la conjunción de la polifonía y la economía general permiten la
producción de un tipo de comunidad que se sale de toda norma. Esta habilita la

101
exposición de la vida en toda su potencialidad. Comunidad de fiesta de la vida, de la
multiplicidad de voces, del gasto improductivo, de la heterogeneidad, esa es la
comunidad que se configura en el campito resistiendo a las fuerzas que intentan su
exterminio.
Todo el análisis desarrollado nos habilita a pensar que ​El campito​, en
definitiva, ​se presenta como un narración con una clara apuesta política, en su
sentido más amplio.
Partiendo de la disyuntiva ficción/realidad, ​El campito ​configura un dispositivo
heterotópico que a lo largo del relato va poniendo en crisis los discursos de la
historia, la configuración del territorio y las formas de vida.
No se trata simplemente de armar una ficción, un relato fantástico sobre Villa
Celina y sus alrededores, no es simplemente cartografiar un mapa imaginario con
barrios secretos escondidos en los campitos de La Matanza ni de imaginar infinitas
posibilidades de manifestación de la vida frente a la exclusión, el aislamiento y la
contaminación. Se trata de poner a funcionar ese relato como una máquina de
guerra frente al discurso hegemónico de la historia, del territorio y de la vida,
exponiendo su estructuración y su ficcionalización.
Pensarlo de este modo, nos permite poner en valor la frase de Incardona en
su entrevista en ​Página 12​: “la historia argentina pasó por Villa Celina”. No se trata
de que la historia de una nación pase por aquellos lugares menores, sino que ese
paso sea fundacional. La historia argentina pasa por Villa Celina porque nace ahí,
como también nace en Villa Allende, en Villa Libertador o en Maimará. Este
pensamiento es el que escribe las páginas de “la Gran historia”, la historia de todos
por todos y cada uno.
La misma operación discursiva se lleva a cabo con el territorio. El campito,
ese lugar excepcional repleto de barrios escondidos, de seres extraordinarios, de
basurales surrealistas, calles que no llevan a ningún lugar, se va configurando a lo
largo del relato como un territorio que impugna los límites, los trazos, los recortes de
la cartografía urbana. Allí donde termina la ciudad y parece empezar el campo,
donde el afuera se expone como lo que no pertenece a la ciudad, allí emerge un
territorio que devela los procedimientos por medio de los cuales se dibujan esos
límites, trazados y cesuras. El campito es la ciudad alisada, la ciudad sin los tiempos

102
del mercado y del trabajo. Es una arquitectura armada para el encuentro, la
circulación y el gasto. Esta característica lo ubica en el corazón mismo de la capital
que la relega a la periferia.
El campito como territorio heterotópico, por lo tanto, es una ficción de otro
mundo posible pero armada a partir de la interpelación y exhibición de esa ficción
que construye la ciudad y la nación, imponiendo fronteras en pos de una
organización del cálculo y de la utilidad.
Esta maquinaria, finalmente, termina de conformarse con la figura del
“monstruo peronista”. Es en la apuesta por configurar este sujeto popular donde
emerge la fuerza política del texto que transfigura la historia, lo real, el territorio, la
comunidad e incluso la subjetividad misma. Es este monstruo popular quien encarna
la potencia heterotópica del relato, quien multiplica las voces, quién diagrama y
experimenta las cartografías, quien construye una comunidad basada en la
heterogeneidad y quien protagoniza la disputa política.
Será a través de una mirada atenta y reflexiva sobre la siempre renovada
configuración de la nación, el Estado, la ciudad y lo humano, entonces, que
podremos cimentar y construir las comunidades que vienen: comunidades de fiesta.
Ese es nuestro impetuoso desafío político.

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