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LAS VIVENCIAS DE DON HECTOR WAY

Un 31 de diciembre de 1934 Doña Domitila Way, en pleno estado de gestación andaba haciendo
algunos mandados por los limones, cerca de Agua Dulce.

Cuando de pronto le empezaron los dolores de parto, por lo que ya no le dio tiempo de llegar a
Taxisco.

Ese día nacía en aquellas costas de la región; Don Héctor Eduardo Way Castillo quien al nacer, fue
asentado en el Registro Municipal de Taxisco, como tal.

Don Héctor, creció y se formó bajo la disciplina de Doña Tila, como muchos la conocieron en el
pueblo, quien era muy estricta como la recuerda don Héctor; es importante saber que Doña Tila
era descendiente de migrantes asiáticos.

Entre sus amigos de infancia y juventud recuerda a Don Miguel el Ojotudo, Chepe Díaz "Chepe
Motor", Carlos Ramos, Don Cheno, el papá del Gringo, entre otros; con quienes disfrutó como
todo niño taxisteco, jugando a los cincos, el trompo y chiviricuarta.

Desde niño don Héctor fue enviado a trabajar, porque a su mamá no le gustaba que los patojos
anduvieran vagando, así que le compró una caja de lustre y con esta se iba a lustrar al parque del
pueblo, en donde cobraba 10 len por el lustre.

Así empezaba el transitar por esta vida el pequeño Héctor.

Un día cuando empezaba a prestar sus servicios en el parque antiguo, apareció Armando Fonseca,
quien fue Alcalde de Taxisco. Por descuido don Héctor le manchó los calcetines y este como era
mero fufurufo señala don Héctor, lo recriminó y le pegó una trompada diciéndole: "Mirá patojo
hijuela gran...."

Ante aquel mal trato don Héctor tomó su caja y también se la aventó por la cara y salió huyendo;
cuando Fonseca lo quiso agarrar, el patojo ya iba llegando a su casa que estaba a dos cuadras del
parque. Cuando llegó a su casa, Doña Tila le preguntó: ¿Qué le había pasado? Por lo que el
pequeño Héctor le dijo que Armando Fonseca le había pegado y quitado su caja de lustre. Doña
Tila salió a buscarlo diciendo: "Ve que patojo hijo de Cien mil...."pero afortunadamente ya no lo
encontró.

Después de esa faceta como lustrador aprendió el oficio de la sastrería, nada más y nada menos
que con don Lorenzo Olivares, conocido en el pueblo como "Loro Cuto"; ya que don Lencho tenía
su taller en la casa de su mamá; así fue como incursionó en este oficio; tomando en cuenta por
aquellos días que los patojos eran enviados a aprender un oficio.

Don Héctor recuerda que 10 centavos ganaba como sastre también, mientras la hechura de un
pantalón costaba tres quetzales y con eso ayudaba a su mamá.

Trabajó como peón en la construcción de la Escuela Federal, en donde con una carreta tenía que
jalar grama desde el caserío de la Cruz hacia la Escuela junto a Chepe Díaz "Chepe Motor", con
quien hacían competencias para ver quien llegaba más luego, pero su diversión era topar la
carreta de grama y dejaban la mitad en el camino con el afán que cuando volvieran pasaran a
bañarse a la Poza del Río de la Cruz.

Con el correr del tiempo trabajó como ayudante en los camiones de Ramiro Molina, hijo de don
Carmen Molina quien fuera uno de los grandes hacendados del pueblo, por aquel tiempo. Siendo
ayudante; el chofer era don Celso Martínez, quien finalmente le enseñó a manejar.

Con esa experiencia, ya como chofer trabajó con el Ingeniero Roldán de la Compañía el Águila,
quien lo mandaba a todas partes.

Recuerda que trabajando en la Compañía El Águila; como no había transporte, encontraba un


caballo en el Campamento de Chiquimulilla, en el que se montaba y se lo traía a Taxisco, al llegar a
la escuela federal lo arriaba para que se regresara.

Cuando lo indemnizaron de la Compañía El Águila compró un camioncito para hacer fletes y de allí
lo cambió por una camioneta Chevrolet; por un tiempo transportó alumnos de Taxisco a
Chiquimulilla.

A finales de los años cincuenta contrae matrimonio con Seño Silvia Segura; maestra que había
llegado a ejercer su profesión del Vecino pueblo de Chiquimulilla, con ella procreó a Ronal, Jorge
Armando, Julio Héctor, Silvia y Carlos César.

En los años Sesenta puso a funcionar su propio transporte colectivo con la recordada camioneta
ATAGUACHI; un busito que tenía como ruta desde La Avellana a Chiquimulilla; posteriormente a
los 6 meses le compró una camioneta con línea a Roberto Martínez, la cual hacía su recorrido de
La Avellana a Escuintla.

Al paso del tiempo tuvo a su cargo por un corto período una sucursal de Agencias Soto, pero en
eso un primo de Seño Silvia; que trabajaba Para National Panasonic les ofreció aparatos eléctricos
y así abrieron la Distribuidora Way.

El señor Way entre ese bregar emprendedor también fue una Crack del fútbol como lo comenta
Ramiro Tejeda, durante la década de los sesenta, quién jugó para El América y El Utatlán; recuerda
que tuvo como compañeros a: Oliverio Bonilla, Jaime Morales, José Damián González, Armando
Sierra, Lico Way, entro otros.

Como futbolista jugaba de alero izquierdo, por decir puntero izquierdo; fue un goleador nato; lo
curioso es que no le pegaba a la pelota en el pie izquierdo, sino que se ponía de espaldas y le
pegaba con la derecha.

José Víctor Véliz "Chepe Víctor" lo llegó a afamar tanto que casi que le llevaba un conteo de goles,
quien aseguraba que no había partido en el que no metiera goles; si don Chepe Víctor como lo
llama seño Silvia, no había estado en el partido, corría a preguntar ¿Cuántos goles metió Héctor
Way?. Don Héctor no erraba los tiros desde fuera del área.

Jugó en campos de fútbol del Puerto San José, Escuintla, Oratorio, Cuilapa, Chiquimulilla, Taxisco y
Panajachel.

Recuerda que en cierta ocasión con la Selección fueron a jugar a Cuilapa y el portero de Cuilapa
era Moisés Castillo Segura, quien era primo de su Esposa; este pidió que cuidarán cada jugada que
don Héctor hiciera; después de haber metido un gol, al finalizar el primer tiempo se tuvo que
meter a la camioneta que los transportaba, porque no lo dejaban en paz, de esa forma ya no lo
dejaron salir y eso que el portero contrario no sabía que era el esposo de su prima.

Don Héctor al hacer esta semblanza ciñó su rostro y balbuceó, al punto que se le quebró la voz,
como queriendo llorar y añorando aquellos años mozos que poco a poco se han ido.

Hoy Don Héctor Trata la forma de sobreponerse a su salud, en la que lucha por ganarle el partido
a una insuficiencia cardíaca.

Lo que empezó con unos minutos terminó en 5 horas de plática y anécdotas; ya para eso era la
media noche, pero fue satisfactorio poder extraer del rincón de la mente de Don Héctor y de Seño
Silvia este legado anecdótico.

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