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Universidad de chile, facultad de artes

Departamento de música
Taller de investigación y análisis musical 2 - 2017
Daniel Miranda - Ricardo Herrera
La música y su relación con el Género

Martí I Pérez, Josep (2000) “Más allá del arte. La música como generadora de realidades
sociales”

A grandes rasgos, el libro parece ser una reflexión general sobre la música en el contexto
de sociedad en el que se encuentra. Con capítulos como Musicología y relevancia social, La
música como cultura, Música y etnicidad, La canción emblemática o La pluriculturalidad a
través de la música, se busca generar un espectro amplio sobre el horizonte de compete el
fenómeno musical, entendiendo las consecuencias de la práctica musical, de su difusión, de
su escucha y de su análisis. El objetivo de este trabajo será comentar acerca de los
capítulos doce y trece, que son Ser hombre o ser mujer en la música, y Música y Género
entre los jóvenes barceloneses.
El autor es Josep Martí I Pérez, un musicólogo español nacido en Barcelona del 1954 que
dirige programas de investigación interdisciplinarios centrados en la antropología y en la
música, todo esto desde el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Fue doctorado
en la Universidad de Marburg (Alemania), fue cofundador de la Sociedad Ibérica de
Etnomusicología y también ha impartido algunas clases

Básicamente, lo que podemos encontrar en los capítulos referentes al género son datos que
demuestran cómo está impregnada en la conciencia social (o quizás en la inconsciencia
social) la separación y la identificación con alguno de estos grupos. Para dar cuenta de
esto, se realiza en 1995 una encuesta a jóvenes barceloneses sobre lo que piensas
respecto a esta división
La primera pregunta da cuenta del valor social que tiene la música, pues el 97,9% de los
encuestados declaró que le gustaba la música en altos grados. Pero el gráfico mostrado a
continuación expone la problemática introducida

Si sumamos las dos primeras series de datos, obtendremos que más de un 70% reconoce
diferencias en los gustos musicales según género, ya sean grandes o pequeñas, siendo los
hombres quienes tienden a hacer más separación. Sin embargo, varias respuestas fueron
en blanco cuando se les pidió detallar estas diferencias. Del resto, se pudo clasificar las
respuestas de la siguiente forma:

Lo que se destaca de la observación de este gráfico son los siguientes puntos:


1. En el lado femenino, nos podemos dar cuenta que los cuatro primeros lugares (están
ordenados por cantidad de “votos”) apuntan a música “suave”, ya sean estas
canciones románticas, baladas, “artistas como Alejandro Sans” o derechamente
“música suave”, como dice el punto 4. Por lo tanto, podemos decir que a la mujer, a
lo femenino, se lo identifica con lo suave.
2. Por otro lado, de los tres primeros puestos en la categoría masculina, hay dos que
indican que la música heavy y el rock son específicamente para hombres. El cuarto
punto resume muy bien esta catalogación, pues derechamente habla derechamente
de “música dura” o “más dura”. Por lo tanto, lo que tenemos aquí es la igualación de
duro=masculino.
3. El estilo musical más balanceado entre sexos es la música mákina (música
electrónica), aunque predomina en hombres
4. Para algunos de los encuestados (y doblemente para los hombres), resulta
determinante la apariencia del cantante en el gusto musical de las mujeres. Esto se
contrapone al pensamientos sobre el otro sexo, donde el porcentaje no alcanza un
1%.
5. En general, las diferencias de porcentaje en cada resultado, donde en algunos, los
de mayor amplitud de margen, se podría explicar una ciega actitud de estereotipar al
otro grupo

En el reciente gráfico, ante la pregunta sobre las razones de estas diferencias, obtenemos
una preocupante cifra cercana al 50%, que apunta una falta de reflexión e interés sobre el
tema. Gracias a esto, cualquier sexísmo acostumbrado en estos pensamientos colectivos
será difícil de erradicar.
Sobre las dos primeras series de datos, las estadísticas muestran un regular balance entre
las razones naturales y las culturales. Dentro de las naturales, con mayor tendencia
masculina, gran número de respuestas apuntaban a ideas como que la mujer tiene otras
vías para expresar su sensibilidad y sentimientos que carece el hombre, porque se
interesan menos o que se dedican al canto y al baile. Otro grupo más minoritario (un 2,1%)
usaba respondía desde una superioridad masculina, como afirmar que la mujer no sirven
para la música o que el hombre tiene una vocación y un don especial.
El grupo que apunta a razones culturales, el cual reunió más votos femeninos, indican la
problemática de un mundo musical machista o sexista cómo la razón principal, acompañado
por otras causas como la tradición, la educación o motivos puramente comerciales.

Finalmente, y demostrando que el mundo de la música está determinado por un


antropocentrismo muy marcado que obstaculiza los intentos de equidad de género, Josep
Martí resume estos fenómenos sociales en los siguientes cuatro puntos:
● Se marcan diferencias entre ambos géneros a medida que describe y se enmarca
en estereotipos al otro grupo, logrando una identidad con el grupo perteneciente.
También se crean penalizaciones designados a quienes “rompen” las reglas del
grupo, con calificativos como el maricón y sus derivados.
● Se asumen causas naturales para la distinción de géneros, siendo preocupante
este punto debido a que ser natural indica que no puede o no debería cambiar.
● Se valoran comparativamente estas diferencias
● Se mantiene una jerarquía al sobreponerse el criterio del grupo dominante sobre el
grupo dominado.

De todas formas, el hecho de que este gràfico sea de 1995 es un gran contra, pues està
demasiado obsoleto. Por lo mismo, es necesario revisar encuestas actuales, como los
artículos “Preferencias musicales en preadolescentes y la formación de la identidad de
género”,1 realizado el 2017, y “Las preferencias musicales de los estudiantes de la
Universidad Veracruzana “2, hecho el 2013, siendo este ùltimo el màs parecido al usado por
Josep Martí debido a ser aplicado a un grupo de jóvenes. El estudio de estos gráficos será
considerado en un futuro informe, debido a que aún es necesaria ampliar la crìtica al
contexto actual considerando los más de 15 años de globalización, así como conectar los
resultados referente al género a problemáticas sobre estatus social, nivel cultural, nivel
educacional, etc.

En el doceavo capìtulo del libro, el autor da cuenta de los problemas que la música tiene en
relación a la problemática de género. Es una mirada general, donde Martí se apoya en los
datos que recopila sobre algunos estilos musicales y sobre la historia de la música
eurocéntrica.
No quisiera ahondar tanto en conclusiones que se han obtenido en la discusión junto al
curso, o los que se han repetido en textos de otros autores, como el hecho la relegación de
la mujer a ciertos instrumentos, la idea que se tiene de estas respecto a sus cualidades
musicales o la opacada presencia femenina en la historia. Voy a detallar de inmediato los
aportes más”exclusivos” del texto

El capítulo inicia de muy buena manera al citar a Susan McClary, musicóloga nacida en
1946 en Estados Unidos. Su reflexión comienza afirmando que la música da la ilusión de
operar independientemente de la mediación cultural, lo que es debido a que pocas personas
pueden explicar los efectos de la música (por falta de estudio musical). Esto resulta en que
la conexión de los sentimientos entre el compositor, la música y el oyente parezca más
efectiva, y con esto, la generación de una identidad con la música se potencia porque esta
despierta sentimientos muy personales, muy íntimos.
Lo que resulta de este proceso es el refuerzo de ciertas músicas a estados emocionales
propios, los cuales en verdad son construcciones sociales. Ejemplo de esto es la relación
entre la tristeza con una canción en tonalidad menor. Que sintamos tristeza con esta tercera
menor sí puede ser real, pero también es debido a un acostumbramiento a esta relación, a
una historia música eurocéntrica que ha enseñado que lo triste está ligado a este recurso.
Por lo tanto, afirmamos que la música nos enseña a experimentar emociones propias.
Estas reflexiones dan un argumento más a la idea de que la música nos socializa, pues
ayuda a mantener cierta coherencia entre el mundo sentimental de las personas. Teniendo
esta fuerte influencia de la música en la sociedad, pasa que la música, aparte de reflejar,

1
https://www.ride.org.mx/index.php/RIDE/article/view/297/1412
2
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0187-01732014000100006
termina manteniendo constructos sociales. Y dentro de estos, se encuentra la dicotomía
entre géneros.

La otra reflexión interesante nace del ejemplo de cuatro tribus indígenas que tienen un trato
distinto respecto de la sexualidad. En el caso de los Mohave, se tiene normalizada la
transexualidad, asignándole el término Hwame (E.E.U.U.) a la mujer que quiso ser hombre y
Alyha al hombre que quiso ser mujer. Los Navajos (también de E.E.U.U.) reconocen un
tercer género, el cual se comporta de forma masculina y de forma femenina según el
contexto. Los Arapech (Papua Nueva Guinea) son un pueblo sin noción de roles sexuales,
creciendo a base de un sentimentalismo muy puro que deja de lado la sexualidad, por lo
que se tratan por igual a hombres y mujeres. Por último, los Tchambuli (Papúa Nueva
Guinea) serían los más parecidos a nosotros, donde hay una especie de comportamientos
intercambiables. El hombre se comporta como mujer en las artes y aspectos que requieren
sensibilidad, y las mujeres se comportan de forma masculina en asuntos económicos y de
administración.
Los ejemplos resultan vitales a la hora de hablar de aspectos “naturales” dentro de la
naturaleza humana. Decir, por ejemplo, que lo natural es que exista un hombre al que le
atraiga la mujer y viceversa, es refutado por estas razas de humanos. Las sexualidades de
estos y de todas las sociedades han sido producto del constructo cultural.
Aquí es donde Martí viene a aclararnos los términos. Va a designar el término sexo a lo
específicamente biológico, a lo natural; en contraparte, el término género es el que indicará
la sexualidad culturalmente creada. De esta forma podemos hacer un adecuado uso de dos
términos que no significan lo mismo. Alguien podría ser de sexo masculino, pero de género
femenino. El problema, finalmente, es cómo inculcar este pensamiento en la sociedad, que
aún se esfuerza mucho en rechazar lo que es diferente y que interfiere con su vida.
Antes de terminar con la idea, el autor señala la complejidad de las dicotomías de
sexo/género y naturaleza/cultura, debido a que no son conceptos fácilmente separables. No
se puede hablar de humano de forma completamente natural, pues no se puede sustraer
completamente la cultura en esta consideración, pues también termina definiendo al
humano. De hecho, ya la palabra humano es término cultural

Cómo mencionaba respecto al capítulo XII, del texto voy a extraer las dos ideas principales
recientemente descritas para considerarlas en mi línea investigativa. Aún está en proceso
de definición, pero va orientada a las Vanguardias, a la Música Contemporánea y a la
manera en que la música se puede conectar con el arte visual. Por lo tanto, debería estar
atento al discurso crítico sobre géneros que pueda tener las composiciones
contemporáneas y vanguardistas, revisar el balance de compositoras y compositores
durante estas épocas, revisar la problemática de género en el arte visual y la forma en que
lo tratan, analizar los papeles que cumplen los personajes en la performance y los papeles
que cumplen, entre otras cosas que se me ocurran en el camino.
Lamentablemente, el texto no resultó tan revelador respecto al problema. Tiene la gran
falencia de tratar el problema de género sólo respecto al desequilibrio entre hombre y mujer
en la música, dejando de lado otro géneros como el bisexual, transexual o algún otro del
que no tengamos conocimiento, que son los grupos minoritarios que han quedado más
atrás en el intento de reivindicación social y musical. Pero tampoco podemos pedirle
demasiado al texto. La musicología también ha sido demasiado conservadora con este
problema, y su evolución no vendrá de golpe. Espero que habiendo pasado X años de la
publicación de este texto, la musicología actual esté trabajando en buscar la denuncia y las
posibles soluciones a esta gran problemática de género que afecta a la libertad y felicidad
de la raza humana

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