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Este miércoles la Corte Constitucional tiene previsto fallar seis de las múltiples demandas

que se presentaron contra el Código de Policía, que entró en vigencia en enero pasado. El
ingreso de las autoridades a los domicilios sin orden judicial, ante extrema necesidad y el
decomiso y destrucción de las mercancías de los vendedores ambulantes que ocupen el
espacio público son algunas de las disposiciones que serán analizadas.

En agosto pasado el representante a la Cámara de la Alianza Verde por Bogotá, Inti Asprilla,
radicó una demanda de inconstitucionalidad contra el Artículo 140 (numeral 4, parágrafos
2 y 3) de la Ley 1801 de 2016, por la cual se expide el Código Nacional de Policía y
Convivencia, ante la Corte Constitucional.

Esto, al argumentar que dicho artículo referente al espacio público viola, entre otros, los
derechos al trabajo, al mínimo vital y al debido proceso de miles de vendedores informales
en Colombia.

El Artículo 140 del Código Nacional de Policía señala que ocupar el espacio público es un
comportamiento contrario al cuidado e integridad del mismo, por lo cual, cuando este
comportamiento se realice dos veces o más, se impondrán multas y “el decomiso o la
destrucción del bien con que se incurra en tal ocupación en violación de las normas
vigentes”.

El Congresista indicó que la norma demandada desconoce los artículos 25 y 54 de la


Constitución Política, relacionados con el derecho al trabajo y las obligaciones del Estado
de propiciar la ubicación laboral de las personas en edad de trabajar.

Además, se están vulnerando los fines del Estado Social de Derecho al no tener en cuenta
la realidad económica y social de los vendedores informales.

“Esto es una declaración de guerra a todos los vendedores y vendedoras informales del país,
se les está condenando a la miseria. En un Estado que no es capaz de garantizar el pleno
empleo a los colombianos y que no tiene subsidios para asegurar el mínimo vital de las
personas que no pueden ingresar al mercado laboral, la única opción que tienen los
vendedores es salir a las calles a buscar su sustento”, indicó el Representante.

Ingreso a domicilios

Las ciudadanas Sandra Milena Serrano y Yamile Albarracín demandaron el artículo 163 del
Código de Policía, el cual establece, entre otras, que la policía podrá penetrar en los
domicilios, sin mandamiento escrito, cuando fuere de imperiosa necesidad: para socorrer a
alguien que de alguna manera pide auxilio; para extinguir incendio o evitar su propagación,
o remediar inundación o conjurar cualquier otra situación similar de peligro; para dar caza
a animal rabioso o feroz.

Las demandantes consideran que el cotejo entre la norma demandada y los artículos
constitucionales que compromete, surge la contradicción que conduciría a la declaratoria
de inconstitucionalidad, ya que la Carta Política solo autoriza a las autoridades
administrativas para penetrar en el domicilio de alguien para los fines de captura del
delincuente en estado de flagrancia.

En cuanto al parágrafo del artículo 163 demandado del Código de Policía, las accionantes
consideran que la inconstitucionalidad surge del procedimiento que exige informar con
posterioridad al procedimiento de acceso al domicilio, al superior jerárquico, cuando en
realidad quien tiene atribuida constitucionalmente la competencia para controlar la validez
de los registros y allanamientos es el juez de control de garantías.

De igual forma, la Corte Constitucional tiene contemplado emitir fallo este miércoles por la
demanda al artículo 39, 53; 55; 56, 149, 155, 157, sobre medidas policivas: protección a
menores contra comercialización, porte o consumo de sustancias psicoactivas. Atención
integral a los habitantes de la calle. Ejercicio del derecho de reunión y manifestación
pública. Infracción contra el Sistema Nacional de Áreas Protegidas. Traslado de personas
por autoridades de policía como medida de protección. Centros de atención y protección
de personas.

De igual forma el alto Tribunal definiría este miércoles la demanda a los artículos 47, 48,
53, parcial, 54, 55 y 162, que tienen que ver con el derecho de reunión, tipos de
aglomeraciones de público. Requisitos para reuniones y manifestaciones en espacios
públicos. Ingreso a inmueble con orden escrita de los alcaldes.

La propuesta del Nuevo Código de Policía no se ajusta por completo al orden


constitucional
Sería conveniente reflexionar sobre los aportes que podrían hacer a la elaboración de un
Nuevo Código de Policía el Ministerio del Interior, el Ministerio de Justicia y el Ministerio
de Educación. La legitimidad y conveniencia de un código de convivencia y seguridad
ciudadana empieza por el reconocimiento de que esta es una cuestión que no le
corresponde únicamente al Ministerio de Defensa.
El Código Nacional de Policía que hoy regula gran cantidad de comportamientos ciudadanos
en Colombia, fue expedido en un estado de excepción ya que se promulgó mediante el
Decreto 1355 de 1970 y no con una ley de la República. En esa época, la Constitución de
1886 estaba vigente y se usaba la doctrina de seguridad nacional para justificar la
participación de los militares en el control social. Precisamente, el profesor Francisco Leal
ha llamado la atención sobre la gran influencia de dicha doctrina en la militarización de la
Policía Nacional. Un ejemplo de esa influencia es que era suficiente la orden de un
funcionario de la Policía para proceder con la captura de un ciudadano, algo que se corrigió
en 2007 mediante una demanda de inconstitucionalidad.
El Decreto 1355 fue concebido con la lógica de otro diseño del Estado. El anterior orden
constitucional, centralista, no permitía la participación de las autoridades locales en los
temas de convivencia y seguridad ciudadana. De ahí que el Código de Policía tenía un
carácter nacional y no consideraba las diferencias culturales entre las regiones de Colombia.
Sin embargo, algunos comportamientos que en una región pueden ser considerados
incívicos, en otra son vistos como parte de una expresión cultural. Ahí entran las conductas
relacionadas con las celebraciones, algunas de las cuales pueden alterar temporalmente el
orden social como es el caso de los carnavales. Por eso, un Código de Policía concebido de
manera completamente centralista supone la estandarización de comportamientos en todo
el territorio nacional. Sin embargo, la Constitución de 1991 permite a los gobiernos locales
tener iniciativas en materia de regulación de comportamientos ciudadanos. En el caso de
Bogotá, por ejemplo, en 2003 se expidió un Código de Policía mediante un acuerdo del
Consejo Distrital.
También hay que señalar que en 1970 no se incluyó un mecanismo de actualización para
las multas asociadas a las conductas infractoras, por lo que hoy son irrisorias. En el artículo
211 del Código de Policía se lee que es competencia del alcalde imponer multas de cien a
quinientos pesos, una cifra mínima en comparación con un salario mínimo actual que
sobrepasa los 600 mil pesos.
El Ministerio de Defensa acaba de radicar en el Congreso un proyecto de ley que busca
actualizar ese Código de Policía y que el profesor de derecho penal de la Universidad de los
Andes, Farid Benavides, invitado por la Fundación Ideas para la Paz, ha analizado. El primer
punto que resalta es la relación conceptual y operacional entre convivencia y seguridad.
Según Benavides, la promoción de la “convivencia” debe ser más un asunto de los gobiernos
locales y, la “seguridad”, del gobierno nacional. Esta distinción es funcional con el diseño de
una política criminal del orden nacional, la cual contempla la aplicación de las herramientas
de control penal. Esta aplicación del Código penal y del Código de Procedimiento Penal se
hace cuando las políticas públicas de prevención fracasan. En ese sentido, lo penal conserva
su carácter de “ultima ratio”, es decir, se utiliza cuando los demás mecanismos de
persuasión no lograron que ciertos individuos convivieran pacíficamente con sus
semejantes.
Una ventaja de la propuesta de Benavides es que habría una demarcación entre
instituciones responsables de la convivencia e instituciones responsables de proveer la
seguridad. Entre los primeros se pueden identificar las alcaldías, los concejos municipales,
la Policía, las secretarías de educación, los inspectores y los comisarios en el nivel local.
Entre los segundos, la Fiscalía General de la Nación, el CTI y la Policía en el nivel nacional.
Benavides también llama la atención sobre el débil papel de la educación en la formulación
de este proyecto de ley, lo cual es un indicador de que aún no hay una preocupación –
siguiendo a Antanas Mockus– por alinear la moral, la cultura y la ley en torno a la
convivencia ciudadana.
Para este académico, es necesario empoderar a las autoridades locales en materia de
convivencia porque este es un mandato de la Constitución de 1991. La reflexión puede
resumirse así: no se debe confundir la política criminal con las políticas de convivencia y
seguridad ciudadana porque involucran afectaciones distintas de los derechos. La base de
esta distinción es la separación jurídica entre derecho penal y derecho de policía. El
problema es que en el proyecto de ley que presentó el Ministerio de Defensa para actualizar
el Código, hay una grave confusión doctrinal que mezcla la concepción francesa con la
concepción anglosajona sobre las funciones de la policía.
En palabras de Benavides: “En Colombia se suele confundir la tradición francesa de un
derecho de policía fuertemente regulado y sometido a un estricto control judicial, con la
actividad de policía de clara tradición anglosajona, en la cual la policía tiene un poder
discrecional que decide qué actos llegan al sistema penal y cuáles se quedan en un mero
control de policía, con el fin de garantizar la seguridad y la convivencia ciudadana… Es
importante no continuar en la confusión y manejar en instrumentos legislativos diferentes
todo lo relacionado con el poder y la función de policía y en otro, la actividad de policía”.
Otro problema del proyecto es la promoción de ciertas conductas que favorecen la
convivencia ciudadana. Pero no es claro que se deban promover conductas que son
reguladas por normas que pertenecen a otros ámbitos, lo que hace aún más compleja la
interpretación y aplicación de la ley. En el proyecto se promueven conductas favorables con
el medio ambiente y la comunidad LGBTI, entre otras, pero la promoción es problemática
en una sociedad en donde no hay un ideal de vida buena, es decir, no hay un modo correcto
de llevar un proyecto de vida. El Estado no nos puede decir qué es aceptable, sino aquello
que no podemos hacer, por eso, a lo sumo, lo que se debe hacer explícito son aquellas
conductas que resultan inaceptables para la convivencia en cualquier contexto cultural.
Una revisión de los principales problemas de la propuesta sobre el Nuevo Código de Policía
permite identificar las siguientes cuestiones:
1. Adolece de un componente de educación y prevención.
2. No promueve la responsabilidad de las autoridades municipales en la regulación del
comportamiento ciudadano, a pesar de que anuncia el poder de policía que emana
de los cuerpos legislativos territoriales.
3. Confunde el ámbito penal con el ámbito de la convivencia y seguridad ciudadana,
por lo que hay indicios de que está inscrito en una lógica centralista. Incluso, se
podría decir que no incorpora el nuevo orden constitucional. A pesar de esto, hay
que resaltar que hace una distinción entre el poder de policía (el cual lo detenta el
Congreso y las autoridades legislativas del orden subnacional), las funciones y las
actividades de policía.
Vale la pena analizar estos problemas a la luz de la actual estructura organizacional de la
Policía Nacional, porque su tamaño y número de especialidades no parece estar ajustada a
los nuevos retos en materia de convivencia y seguridad ciudadana. Hay una policía judicial,
una policía de carabineros y seguridad rural, una policía antinarcóticos, una policía de
tránsito, una de infancia y adolescencia, etc. Adicionalmente, no hay aún una reflexión
propia por parte de la Policía en relación con los problemas de convivencia y seguridad que
traerá el postconflicto, y esto es algo que no se resuelve con la creación de una nueva
especialidad o modalidad del servicio.
En medio de la hiperespecialización de la Policía, es claro que el servicio de vigilancia no
está en el centro de las preocupaciones del Ministerio de Defensa. Un ejemplo de ello es
que hoy en día los policías que salen de las escuelas, sean oficiales o suboficiales, se
preparan haciendo énfasis en lo militar y menos en las dimensiones civilistas de la vida
policial. ¿Acaso se ha revisado el contenido curricular de lo que enseñamos a los policías en
las escuelas? Esto puede ser más importante incluso que el proyecto de ley en curso, sólo
que es mucho menos mediático.
Quizás, algunos de los problemas del proyecto de ley de este nuevo Código de Policía
radican en que fue elaborado por el Ministerio de Defensa. La misión de dicho ministerio
no se encuentra completamente alineada con los problemas de convivencia y seguridad
sino con la soberanía y la integridad territorial. La lógica militar no se ocupa de regular los
comportamientos ciudadanos en el día a día. No es problema de los militares resolver la
infinidad de infracciones a la convivencia y seguridad ciudadana ya que para eso está la
Policía Nacional.
Tal vez por esa razón sería conveniente reflexionar sobre los aportes que podrían hacer a la
elaboración de un nuevo Código de Policía el Ministerio del Interior, el Ministerio de Justicia
y el Ministerio de Educación. La legitimidad y conveniencia de un código de convivencia y
seguridad ciudadana empieza por el reconocimiento de que esta es una cuestión que no le
corresponde únicamente al Ministerio de Defensa. Una gran innovación se daría cuando el
proyecto de ley lo radique la cabeza de un sector afín a la convivencia. La naturaleza del
Ministerio de defensa es afín a la guerra y en esas condiciones lo que se vive es el estado
de excepción, algo que cayó en desuso con la Constitución de 1991, pero que aún sobrevive
discretamente cuando se piensa en la convivencia.
Mediante edicto No.128 con desfijación del 9 de octubre de 2017, la Corte Constitucional
notificó lo resuelto en la Sentencia C-223/17 COMUNICADO No. 21 Abril 20 de 2017, en
donde declaró inexequibles algunos artículos del Código Nacional de Policía y Convivencia
(LEY 1801 DE 2016).
Las razones por las cuales se declararon inexequibles los referidos artículos:
 La Corte concluyo que la normatividad dispuesta en el Título VI del Libro Segundo
de la Ley 1801 de 2016, titulado “Del derecho de reunión”, consistía en una
regulación integral de los derechos fundamentales de reunión y protesta pública
pacífica, con incidencia sobre los derechos interrelacionados y concurrentes de
libertad de expresión y los derechos políticos, que versaba sobre los elementos
estructurales y los principios básicos de esos mismos derechos, en el sentido de
haber consagrado límites, restricciones, excepciones y prohibiciones, lo que obliga
a que esa regulación deba ser expedida por los procedimientos de la ley
estatutaria y no por los de la ley ordinaria, como en efecto sucedió, razón por la
cual se procedió a la declaratoria de inexequibilidad, otorgando un plazo al Congreso
de la República para que en ejercicio de sus competencias constitucionales, expida
la normatividad respectiva.

 Respecto del artículo 162 de la Ley 1801 de 2016 consideró que: la garantía de la
reserva judicial del domicilio, tiene igual dimensión y valor a la garantía de la
reserva judicial establecida alrededor del derecho a la libertad personal, precisando
además, que las excepciones que se hagan al derecho a la inviolabilidad del
domicilio, deben ser de carácter extraordinario e inusual, debiendo ser tratadas
con carácter restrictivo, como lo ha señalado esta Corporación. Consideró además
que dichas normativas eran violatorias del derecho fundamental a la
“inviolabilidad del domicilio” contenida en el artículo 28 de la Constitución y de la
reserva judicial allí dispuesta.

Los artículos declarados inexequibles de la Ley 1801 de 2016 (Código de Policía y


Convivencia) fueron los siguientes:
Artículos 47, 48, 49, 50, 51, 52, 53, 54, 55, 56, 57, 58, 59, 60, 61, 62, 63, 64, 65, 66, 67, 68,
69, 70, 71, 72, 73, 74 Y 75. También el artículo 162.
Artículos 47 (Definición y clasificación de las aglomeraciones de público), 48
(reglamentación actividades aglomeradas), 49 (Consumo alcohol en aglomeraciones), 50
(Cuidado del espacio público), 51 (Daño y contaminación visual en el espacio público), 52
(colaboración en actividades aglomeradas), 53 (ejercicio del derecho de reunión) , 54 (Uso
de vías para el ejercicio del derecho de reunión), 55 (protección ejercicio de reunión), 56
(Actuación de la Fuerza Pública en las movilizaciones terrestres), 57 (Acompañamiento a las
movilizaciones), 58 (definiciones en actividades aglomeradas), 59 (comportamiento
riesgosos en actividades aglomeradas), 60 (definición actividades aglomeradas), 61
(reglamentación de actividades en aglomeraciones), 62 (participación seguridad privada en
actividades aglomeradas), 63 (requisitos para actividades aglomeradas), 64 (De los planes
de emergencia y contingencia), 65 (registro planes de emergencia), 66 (planes tipo),
67(control incendios en aglomeraciones), 68 (planes de emergencia), 69 (lugares que
involucran aglomeraciones), 70 (espectáculos taurinos), 71(supervisión de actividades
aglomeradas), 72 (ingreso de policía a actividades aglomeradas), 73(comportamiento de
organizadores en actividades aglomeradas), 74(comportamiento de asistentes en
actividades aglomeradas) y 75 (Requisitos para la realización de actos o eventos en
escenarios habilitados y no habilitados). También el artículo 162 (Ingreso a inmueble con
orden escrita).
Artículo 47. Definición y clasificación de las aglomeraciones de público.
Para efectos de las obligaciones relacionadas con el derecho de reunión, entiéndase como
aglomeración de público toda reunión de un número plural de personas producto de una
convocatoria individual o colectiva. En razón a sus características y requisitos, se establecen
tres categorías:

1. Reuniones o manifestaciones públicas y pacíficas en el espacio público.

2. Actividades que involucran aglomeraciones de público no complejas.

3. Actividades que involucran aglomeraciones de público complejas.

Parágrafo. El Gobierno nacional determinará, dentro del año siguiente de la expedición de


este Código, las variables tales como: aforo, tipo de evento, clasificación de edad para el
ingreso, lugar donde se desarrolla, infraestructura a utilizar, entorno del lugar,
características del público, frecuencia, características de la presentación, carácter de la
reunión, que determinarán la clasificación del evento como uno de los señalados en los
numerales 2 y 3 del presente artículo. En concordancia con las características de cada uno
de los municipios del país en cuanto a condiciones operativas y funcionales de los concejos
municipales o distritales de gestión de riesgo de desastre.
Artículo 48. Reglamentación.
Las autoridades municipales en concurso con los consejos municipales y distritales de
gestión del riesgo, reglamentarán las condiciones y requisitos para la realización de
actividades que involucran aglomeraciones de público complejas y no complejas de
conformidad con lo expresado en este Código y con sujeción a la reglamentación que para
el efecto expida el Gobierno nacional.

Artículo 49. Consumo controlado de bebidas alcohólicas en lugares habilitados para


aglomeraciones.
En los lugares habilitados para aglomeraciones, se autoriza el consumo de bebidas
alcohólicas de acuerdo con las siguientes disposiciones:

1. El expendio de alcohol se realizará únicamente en las áreas especialmente


dispuestas para tales efectos.

2. Las ventas se interrumpirán veinte (20) minutos antes de la finalización del evento.

3. Estará prohibido el porte y consumo de bebidas alcohólicas, durante el ingreso,


salida o evacuación de los eventos.

4. El organizador del evento deberá establecer zonas en las que no se permita el


consumo de alcohol, para que los espectadores decidan en que área desean
presenciar el espectáculo público.

5. El organizador se abstendrá de vender alcohol a personas que presenten


comportamientos o síntomas de intoxicación etílica.

Parágrafo 1º. Se prohíbe el expendio y/o consumo de bebidas alcohólicas en el espacio


público que esté alrededor del recinto donde se lleva a cabo el espectáculo público, sin que
la prohibición se extienda a los espacios privados, situados dentro del área mencionada, en
los cuales operen establecimientos de comercio que expendan bebidas alcohólicas,
conforme las reglas que regulan dicha actividad. La respectiva administración municipal
determinará el perímetro de prohibición.

Parágrafo 2º. Los alcaldes podrán prohibir el consumo de bebidas embriagantes en


aglomeraciones, cuando existan antecedentes de comportamientos que afectaron la
convivencia en eventos similares realizados por los mismos organizadores.
Artículo 50. Cuidado del espacio público.
Al terminar el uso del espacio público para el desarrollo de actividades que generen
aglomeraciones de público, el lugar utilizado se debe dejar aseado y en las mismas
condiciones en que se encontraba antes de su uso.
Artículo 51. Daño y contaminación visual en el espacio público.
En caso de daños al espacio público que ocurran con ocasión de actividades de
aglomeraciones de público complejas y no complejas se impondrá multa especial por
contaminación visual y las medidas correctivas de destrucción del bien y reparación de
daños materiales de muebles e inmuebles de que trata el presente Código, a los
empresarios del espectáculo público y coordinadores logísticos del evento.

Artículo 52. Colaboración en actividades que involucran aglomeraciones de público


complejas y no complejas.
La Policía Nacional podrá intervenir para garantizar que los asistentes ingresen con boleta,
contraseña o invitación, al lugar donde se celebre un espectáculo o actividad que involucre
aglomeraciones de público que así lo requiera y para que el público respete las indicaciones
de porteros, acomodadores y personal de logística o apoyo. Asimismo, impedirá el cobro
de derechos de entrada distintos a lo legal o reglamentariamente autorizados, según el
caso. (…)

Artículo 53. Ejercicio del derecho de reunión y manifestación pública y pacífica en el espacio
público.
Toda persona puede reunirse y manifestarse en sitio público con el fin de exponer ideas e
intereses colectivos de carácter cultural, político, económico, religioso, social o de cualquier
otro fin legítimo. (…)
Artículo 54. Uso de vías para el ejercicio del derecho de reunión o manifestación pública y
pacífica en el espacio público.
Los alcaldes distritales o municipales, salvo circunstancias excepcionales o de fuerza mayor,
deberán autorizar el uso temporal de vías dentro de su jurisdicción para actos o eventos de
ejercicio del derecho de reunión o manifestación pública y pacífica en el espacio público. En
el caso de las vías arterias principales o corredores de transporte público colectivo deberán
establecer un plan efectivo de desvíos para la movilización de los ciudadanos que no
participan del acto o evento, como medida de protección de los derechos de los demás
ciudadanos.

Artículo 55. Protección del ejercicio del derecho de reunión y manifestación pública frente
a señalamientos infundados.
Con el fin de amparar el ejercicio del derecho a la reunión o movilización pacífica, queda
prohibido divulgar mensajes engañosos en torno a quienes convocan o participan en las
manifestaciones, así como hacer públicamente señalamientos falsos de la relación de los
manifestantes con grupos armados al margen de la ley o deslegitimar por cualquier medio
el ejercicio del derecho constitucional de reunión y manifestación pública y pacífica.
Artículo 56. Actuación de la Fuerza Pública en las movilizaciones terrestres.
De conformidad con los estándares internacionales, es función de la Policía garantizar los
derechos de toda la ciudadanía que interviene directa o indirectamente en el ejercicio de la
movilización. El uso de la fuerza debe ser considerado siempre el último recurso en la int
ervención de las movilizaciones. (…)
Artículo 57. Acompañamiento a las movilizaciones.
Los alcaldes distritales o municipales con el apoyo de funcionarios de los entes de control
encargados de velar por la protección de los Derechos Humanos, acompañarán el ejercicio
del derecho a la movilización pacífica. Cuando se presenten amenazas graves e inminentes
a otros derechos, los alcaldes podrán intervenir, por medio de gestores de convivencia de
naturaleza civil, para garantizar el goce efectivo de los derechos de la ciudadanía durante el
desarrollo de la movilización.

Cuando se haya agotado la intervención de los gestores de convivencia y persistan graves


amenazas para los derechos a la vida y la integridad, la Policía Nacional podrá intervenir.
Artículo 58. Definición de actividades que involucran aglomeraciones de público no
complejas.
Las actividades que involucran aglomeraciones de público no complejas son aquellas que
de acuerdo con variables tales como: aforo, tipo de evento, clasificación de edad para el
ingreso, lugar donde se desarrolla, infraestructura a utilizar, entorno del lugar,
características del público, frecuencia, características de la presentación, carácter de la
reunión, den lugar a riesgos bajos o moderados de afectación a la comunidad o a los bienes
y con baja probabilidad de ocurrencia, además de no generar afectación de la dinámica
normal del municipio, distrito o del área específica en que se realizan y que por ello no
requieren condiciones especiales para su desarrollo, determinadas por el Gobierno nacional
de conformidad con el parágrafo del artículo 47 del presente Código. (…)

Artículo 59. Comportamientos que ponen en riesgo la vida e integridad de las personas en
las actividades que involucran aglomeraciones de público no complejas.
Los siguientes comportamientos ponen en riesgo la vida e integridad de las personas en las
actividades que involucran aglomeraciones de público no complejas y por tanto no deben
realizarse:

1. Realizar acción es que constituyan un riesgo para la propia vida o la de terceros,


antes, durante o después de tales actividades. (…)

Artículo 60. Definición de las actividades que involucran aglomeraciones de público


complejas.
Las actividades que involucran aglomeraciones de público complejas son aquellas que de
acuerdo con variables tales como: aforo, tipo de evento, clasificación de edad para el
ingreso, lugar donde se desarrolla, infraestructura a utilizar, entorno del lugar,
características del público, frecuencia, características de la presentación, carácter de la
reunión, den lugar a riesgos de afectación a la comunidad o a los bienes, generando una
alta afectación de la dinámica normal del municipio, distrito o del área específica en que se
realizan, y que por ello requieren condiciones especiales para su desarrollo, determinadas
por el Gobierno nacional de conformidad con el parágrafo del artículo 46 del presente
Código. (…)

Artículo 61. Actividades que involucran aglomeraciones de público complejas en


establecimientos que desarrollen actividades económicas.
El alcalde distrital o municipal reglamentará las actividades que involucran aglomeraciones
de público complejas en establecimientos abiertos al público.

Artículo 62. Participación de la seguridad privada en las actividades que involucran


aglomeraciones de público complejas.
La seguridad interna y externa en las actividades que involucran aglomeraciones de público
complejas será responsabilidad de los organizadores, quienes deberán contratarla con
empresas de vigilancia y seguridad privada y/o empresa de logística legalmente
constituidas. El servicio de seguridad será prestado desde el montaje o preparación de la
actividad hasta su reacondicionamiento. (…)

Artículo 63. Requisitos para la programación de actividades que involucran aglomeraciones


de público complejas en escenarios habilitados y no habilitados.
Para la realización de cualquier actividad que involucre aglomeraciones de público
complejas, ya sea público o privado, se tendrán en cuenta las siguientes condiciones, que
deberán cumplir los escenarios habilitados cada vez que renueven su permiso y los no
habilitados para cada actividad con aglomeración de público compleja:

1. No se autorizará la realización del evento, sin que el responsable presente su


programa acompañado de la autorización de los titulares o representantes de los
derechos de autor y conexos.
Artículo 64. De los planes de emergencia y contingencia.
Se entiende por plan de emergencia y contingencia el documento básico que prepara el
organizador de espectáculos, actividades culturales en el espacio público, mediante el cual
se señalan los lineamientos generales para proyectar, presentar y cumplir su realización. En
este se analizan integralmente los riesgos para responder a las situaciones perturbadoras o
de desorden, desastres, calamidades o emergencias generadas por hechos o fenómenos
naturales o humanos, y se determinan las medidas de prevención, mitigación y respuesta,
de conformidad con la forma y condiciones que para tales efectos establezca la entidad
respectiva de prevención y atención de emergencias.
Artículo 65. Registro de los planes de emergencia y contingencia.
Los planes de emergencia y contingencia serán registrados y aprobados con anterioridad a
la realización de la actividad que implique la reunión de personas, en los tiempos, términos
y condiciones señalados en la presente norma y deberán considerar las siguientes variables:

1. El posible número de personas que se van a reunir. (…)

Artículo 66. De la expedición de los planes tipo.


La entidad respectiva de prevención y atención de emergencias, dentro de los noventa (90)
días hábiles siguientes a la entrada en vigencia del presente Código, expedirá documentos
de planes de emergencia tipo, los cuales incluirán los análisis de riesgos y las medidas de
prevención, mitigación y respuesta frente a cada condición amenazante identificada, los
cuales se denominarán planes de contingencia.

En ellos también se establecerán protocolos y procedimientos con los componentes


específicos, los términos técnicos y en todo caso se contemplarán las fases de preingreso,
ingreso, desarrollo del evento y salida de la respectiva reunión, en que se privilegia a los
niños, niñas, adolescentes, adultos mayores, mujeres embarazadas y las personas con
discapacidad y/o con movilidad reducida.

Durante los noventa (90) días hábiles señalados en el inciso anterior, se seguirán aplicando
los planes tipo y los procedimientos vigentes al momento de entrada en vigencia del
presente Código.
Artículo 67. Atención y control de incendios en actividades que involucran aglomeraciones
de público complejas.
Las instituciones de bomberos del país, definirán las condiciones de los planes contra
incendios, con fundamento en los siguientes factores:

1. Mercancías peligrosas (…)

Artículo 68. Planes de emergencia y contingencia por temporadas.


Cuando los organizadores de las reuniones previstas en el presente título las realicen a lo
largo del año, o por temporadas, cuyas variables generadoras de riesgo sean las mismas,
anualmente o por temporada, se adoptará un solo plan de emergencia y contingencia, sin
perjuicio de la obligación de informarlo. En todo caso, dicho plan de contingencia nunca
podrá exceder la vigencia del permiso otorgado para la realización de la actividad que
involucre aglomeraciones de público complejas. En el caso de realizarse dicha aglomeración
de público compleja en escenarios habilitados de conformidad con la ley y las normas
vigentes, el plan de emergencia y contingencia se establecerá por el mismo tiempo que
contemple el permiso otorgado a estos escenarios.
Artículo 69. Lugares donde se realizan actividades que involucran aglomeraciones de
público complejas.
La autoridad que haya expedido el permiso para la realización de la actividad que involucra
aglomeraciones de público complejas, podrá impedirlo cuando el recinto o el lugar donde
vaya a realizarse no cumpla con los requisitos exigidos en las normas vigentes, si así lo
solicitan las autoridades de Policía respectivas, una vez comprobado el incumplimiento de
tales exigencias.
Artículo 70. Espectáculos taurinos.
La preparación, organización y desarrollo de los espectáculos taurinos y de las actividades
relacionadas con la tauromaquia, se realizarán de conformidad con lo establecido en las
normas vigentes y en el plan de emergencias correspondiente, cuyo cumplimiento será
verificado por las autoridades de Policía.
Artículo 71. Supervisión de las actividades que involucran aglomeraciones de público
complejas.
Toda actividad que involucre aglomeraciones de público que requiera permiso, será
supervisado e inspeccionado por la autoridad municipal, distrital o competente, con el fin
de verificar el cumplimiento de las condiciones establecidas y su correcto desarrollo.
Artículo 72. Ingreso del cuerpo de Policía.
El personal uniformado de la Policía Nacional, podrá ingresar a los lugares en que se
desarrollen actividades que involucren aglomeraciones de públicos complejas o no
complejas, en cualquier momento y solamente para cumplir con su función.

Artículo 73. Comportamientos de los organizadores que ponen en riesgo la vida e integridad
de las personas en las actividades que involucren aglomeraciones de público complejas y su
correcto desarrollo.
Los siguientes comportamientos por parte de los organizadores ponen en riesgo la vida e
integridad de las personas y el correcto desarrollo y realización de las actividades que
involucran aglomeraciones de público complejas y por tanto no deben efectuarse:

1. Permitir el ingreso de personas con edad inferior a la señalada en la clasificación y


normatividad pertinente. (…)
Artículo 74. Comportamientos de los asistentes que ponen en riesgo la vida e integridad de
las personas y el correcto desarrollo de las actividades que involucran aglomeraciones de
público complejas.
Los siguientes comportamientos por parte de los asistentes ponen en riesgo la vida e
integridad de las personas y el correcto desarrollo de las actividades que involucran
aglomeraciones de público complejas y por lo tanto no deben efectuarse:
1. No respetar la asignación de la silletería. (…)
Artículo 75. Requisitos para la realización de actos o eventos en escenarios habilitados y no
habilitados.
Para todas las clases de aglomeraciones de público definidas en esta ley, la definición de
escenarios habilitados y no habilitados, así como la autoridad pública competente para
realizar la habilitación del escenario y el procedimiento previsto para el efecto de dicha
habilitación serán los previstos en la Ley 1493 de 2011, sus disposiciones reglamentarias y
las leyes que la modifiquen, adicionen o sustituyan.

Para la realización de actos o eventos que involucren aglomeraciones de público complejas


o no complejas, se deberá cumplir con los requisitos establecidos en el presente Código,
además de los establecidos en la Ley 1493 de 2011 para el reconocimiento de los escenarios
habilitados o no habilitados.

En todo caso, por los comportamientos contrarios a la convivencia señalados en el presente


título, se impondrán las medidas correctivas establecidas en el presente Código mediante
el procedimiento establecido en el mismo.

Artículo 162. Ingreso a inmueble con orden escrita.


Los alcaldes podrán dictar mandamiento escrito para el registro de domicilios o de sitios
abiertos al público, en los siguientes casos:

1. Para aprehender a persona con enfermedad mental que se encuentre en un


episodio de la enfermedad de crisis o alteración que pueda considerarse peligrosa o
enfermo contagioso.

2. Para inspeccionar algún lugar por motivo de salubridad pública o transgresión de las
normas ambientales.

3. Para obtener pruebas, cuando existan motivos fundados, sobre la existencia de


casas de juego o establecimiento que funcione contra la ley o reglamento.

4. Para practicar inspección ordenada en procedimiento de Policía.

5. Para examinar instalaciones de energía eléctrica y de gas, chimeneas, hornos,


estufas, calderas, motores y máquinas en general y almacenamiento de sustancias
inflamables o explosivas con el fin de prevenir accidente o calamidad, cuando
existan indicios de riesgo o peligro.
6. Verificar que no exista maltrato, abuso o vulneración a los derechos de los niños,
niñas y adolescentes, mujeres y adultos mayores y discapacitados.

7. Verificar el desarrollo de actividades económicas, comerciales, industriales, de


prestación, venta o depósito de bienes o servicios contrarios a la ley o reglamento.

8. Cuando se adelante obra en un inmueble, para determinar el cumplimiento de las


normas en materia de usos de suelo, obras o urbanismo.

9. En establecimientos públicos o de comercio o en inmuebles donde se estén


desarrollando obras o actividades económicas, cuando se requiera practicar
diligencia o prueba ordenada en un procedimiento de Policía, para utilizar un medio
o para ejecutar una medida correctiva de Policía.

Parágrafo 1°. La orden de ingreso a inmueble deberá ser escrita y motivad. Así mismo,
deberá levantarse un acta en la que conste el procedimiento de Policía adelantado. El
funcionario que autorizó el ingreso al inmueble deberá enviar de inmediato la orden de
ingreso y el acta al Ministerio Público. Podrán utilizarse y enviarse otros medios de
documentación del procedimiento.

Parágrafo 2°. El ingreso a un inmueble deberá realizarse de manera respetuosa, tanto con
las personas como con sus bienes. En caso de oposición a la orden de ingreso, la autoridad
podrá hacer uso de la fuerza de manera excepcional y proporcional a los actos opuestos.

Parágrafo 3°. Para la práctica de pruebas los gobernadores y alcaldes podrán disponer
comisión para el ingreso al inmueble determinado.

Parágrafo 4°. Si de manera circunstancial o por descubrimiento inevitable en el


procedimiento, se encuentran elementos que justifiquen la iniciación de una acción penal,
la autoridad de Policía informará al personal uniformado de la Policía Nacional o a la Policía
Judicial para que inicie el procedimiento estipulado en el Código de Procedimiento Penal.
¿Nuevo Código de Policía mejorará la convivencia?
Muchas de las disposiciones enumeradas en este texto no son del todo nuevas. Por ejemplo,
el anterior también traía reglas sobre el ejercicio de la prostitución, el orden público, la
salud pública, la integridad personal, el derecho a la reunión, los espectáculos, entre otras.
Incluso, el polémico artículo 163, que posibilita el ingreso de la Policía a un inmueble sin
orden judicial en momentos excepcionales, es equivalente a lo que disponía el anterior en
el artículo 82. En otros casos, el comandante de Policía podía dar la autorización sin
necesidad de la orden de un juez, ahora esa función quedó en manos de los alcaldes.
Pero como hoy existen problemas que no estaban en la agenda hace medio siglo, el nuevo
Código detalla los derechos de las personas y sus bienes a la seguridad, restringe el uso de
la pólvora, enfatiza en las relaciones respetuosas que se debe tener con niños y
adolescentes y demás personas en condición de vulnerabilidad.
De igual manera, desarrolla los comportamientos que afectan la actividad económica,
castiga el uso de celulares robados y colarse en el transporte público. Y aunque existe
legislación al respecto, hace especial énfasis en el cuidado del recurso hídrico, la fauna, la
flora, el aire, la minería y la tenencia y cuidad de mascotas (ver gráfico).
¿Cuál es entonces la diferencia central entre los dos códigos? Aparte de que aborda
problemáticas propias de la época, la novedad del nuevo Código es que impone el pago de
multas en dinero, para cada contravención. Antes el énfasis eran las sanciones policivas y
en determinadas contravenciones los alcaldes podían fijar las multas, sin salirse de unos
rangos, pero no las aplicaban siempre.
En el artículo 180 el Código que hoy entra en rigor especifica que hay dos tipos de multas:
generales y especiales. Las primeras, dividas en cuatro tipos, oscilan entre 98.360 y 786.880
pesos. Las segundas (espectáculos públicos, contaminación visual e infracción urbanística)
entre 737.717 y 551 millones de pesos.
También existía legislación sobre algunas multas que recoge este Código. Por ejemplo, la
Ley 746 de 2002 reguló la tenencia y registro de perros potencialmente peligrosos y delegó
la vigilancia en autoridades locales, pero esta no fue suficiente.

¿Fracasó la convivencia?

Es verdad que el Código de Policía necesitaba ser actualizado, pues tenemos una Colombia
muy distinta, afirma Freddy Santamaría, director del grupo de Estudios Políticos de la UPB.
No obstante, considera que es una muestra del fracaso de la convivencia ciudadana.
“Como colombianos y ciudadanos no hemos aprendido a autorregularnos. Por eso, más que
códigos y normatividad, debería primar la educación ciudadana. Ya que aprender a convivir
nos cuesta tanto, el Código de Policía se convierte en una herramienta regulativa. Como
diría la filósofa y politóloga belga Chantal Mouffe, la meta es aprender a vivir juntos, a pesar
del conflicto siempre presente en nuestras relaciones sociales”.
Santamaría agrega que el conflicto es insuperable, por eso el ideal es encontrar la
tolerancia, de respetar al otro. “Lo que falta es educación ciudadana que permita regularnos
sin perder las libertades, y mucho menos, atentando la de los otros”.
Al respecto Patricia Muñoz Yi, docente de Ciencia Política de la Javeriana, dice que las
normas que contemplan sanciones más severas frente a las faltas de los ciudadanos son
útiles, pero nunca serán suficientes si no se complementan con sistemas sancionatorios
efectivos y procesos pedagógicos de construcción de cultura política y de formación de
ciudadanía.
“La cultura del incumplimiento, como lo describió Mauricio García en un ensayo (2010),
lleva a que los colombianos seamos propensos a incumplir la norma, buscar atajos, pero
cuando hay normas claras y sanciones expresas y se hacen efectivas, se constituyen en un
aporte para encausar el comportamiento ciudadano”.
Estaba tan desactualizado que las multas eran sumas irrisorias, que iban de $100 a $1000.
En el nuevo código, las multas están tasadas en salarios mínimos legales vigentes (SMLV),
lo que le permite actualizarlas automáticamente cada año.
Seguimos usando el garrote y negando las zanahorias. Multas, comparendos, sanciones,
castigos, normas, qué se debe hacer y qué no, ese es el resumen del nuevo código de
policía. No es un listado de cómo debemos comportarnos como ciudadanos para tener
una grata convivencia, sino un continuo de las acciones que son prohibidas, reguladas y
sus respectivas sanciones, continuando con la eterna -y a mi parecer equívoca– forma de
pensar, de definir las acciones de las personas desde su castigo.
La urbanidad de Carreño, que en el siglo pasado fue uno de los principales referentes de
los buenos modales y maneras, nunca habla de un castigo por poner los codos sobre la
mesa, ni mucho menos por no darle el paso a una mujer, y esto sin lugar a dudas fue parte
de su éxito, porque hablaba de cómo una persona podría comportarse para verse bien
frente a los demás, sin perder su identidad y autenticidad, solo comportándose de manera
cortés, gentil y “educada” dependiendo de la ocasión, bajo la premisa del sentido común,
como el saber que es desagradable para los demás ver como alguien come con la boca
abierta.
Muchas de las cosas de ese manual, hoy son vistas como retrógradas y antifeministas
seguramente, pero para mí encarna la belleza de recomendar la delicadeza y la suavidad
de las maneras, el respeto por las buenas costumbres y la prudencia del actuar. Hoy, el
nuevo código de policía, dista mucho de llamarse un manual de convivencia, porque
claramente no es otra cosa que un listado de los nuevos delitos y contravenciones en los
que una persona puede caer al actuar de una manera indecorosa, grosera y ruin. Pero, un
listado de lo que no se debe hacer, no es un manual de convivencia.
Decirle a una persona que la policía puede llegar a su casa a exigirle que baje el ruido de
la música o será sancionado es muy diferente a formar a las personas en el respeto a los
demás, donde el volumen de la música es solo un referente de la comprensión del espacio
del otro y no solo del goce personal.
El comportamiento de las personas está comúnmente dado por su entorno, lo que vieron
en él, los incentivos que allí aprendieron y los beneficios de corto plazo. Un buen ejemplo
es la forma en que muchas personas manejan su carro, en particular en los giros a la
izquierda, donde muchos hacen doble fila para evitar hacer la cola que otros hacen
correcta y respetuosamente, pese a saber que eso está mal, siendo claramente una forma
de trampa hacia todos los que están haciendo las cosas bien; el problema no radica en
que hagan la doble fila, sino en que no hay una sanción real ni social sobre eso, porque
desde tiempo atrás aprendieron el concepto de “dele que no hay chupa”, y cometen
infracciones cuando la autoridad no está presente. Bajo esta premisa, el nuevo código de
policía tiene mucho sentido, pero en el fondo, lo que estas personas tienen codificado no
es el cometer infracciones cuando la autoridad no está, sino el completo irrespeto a las
normas de tránsito y a los demás conductores, porque consideran que hacer las cosas mal
es correcto, y por más normas y multas que se pongan, no cambiarán su comportamiento,
porque no se da un proceso de apropiación de la norma, sino de sanción por su
incumplimiento. Por esto, ante la sanción, estas personas inmediatamente se auto
justifican y se convencen de que su actuar es válido y que el rol de la autoridad debería
ser capturar criminales y no sancionarlos a ellos, o bien que lo que el policía busca es una
mordida para ajustarse el día. Así, al final del proceso, la autoridad pierde cada vez más
respeto y es vista como un agente coercitivo, abusivo y corrupto, y no como un
mecanismo de convivencia.
Si por el contrario, ese mismo policía se acercara a un carro que se ha detenido antes de
la cebra, con el semáforo en verde, porque ha visto que delante de él, los carros han
llenado el espacio y si continuamente bloqueara la vía de otros, y ese oficial le diera un
reconocimiento público que puede ir desde un “señor, lo felicito por lo que acaba de
hacer”, o bien un proparendo*, lograría un cambio más profundo, pasando sanciones a
incentivos; lo cual es mucho más impactante, si ese conductor va con alguien más en el
carro, en particular la persona que ama o sus hijos.
Pensar en proparendos que le den “puntos ciudadanos” a los que hacen las cosas bien, y
que pueden ser redimidos en entradas a actividades culturales o deportivas de la ciudad,
o quizá en un pequeño diploma que les den a las personas al final del año, diciéndole que
en esos 365 días fue un ciudadano ejemplar, no porque no tuvo ninguna sanción, multa o
comparendo, sino porque se hizo 100 acciones ciudadanas ejemplares por respetar las
normas y construir convivencia.
Comienzo a releer el nuevo Código de Policía, a ver si se me ha pasado algo, pero siento
que el mensaje es claro: convivir para esta ley, evitar ser sancionado por las cosas que allí
están listadas, y eso es un error enorme para nuestra sociedad.
*Nota al pie: el concepto de Proparendo llevo planteándolo hace mucho tiempo. Quizá la
primera vez que lo use fue en unos diálogos sobre cultura ciudadana en 1997 en debates
en Bogotá, y en este blog ya los he mencionado, porque he visto como el comportamiento
de las personas se transforma más fácilmente con incentivos positivos que con negativos.

i fuésemos una sociedad con mayor nivel cultural y comportamental, y con una policía
éticamente correcta, seguramente todos celebraríamos los cambios que introdujo el nuevo
Código de Policía. Para algunos necesario y conveniente, y para otros representa un
manifiesto de súper poderes que pudieran profundizar la vulneración de derechos
fundamentales de los ciudadanos.
El nuevo Código de Policía, Ley 1801 de 2016 representa una normativa de avanzada para
un país inculto; desbordada de facultades para un aparato policivo cuestionado por sus
frecuentes abusos y de frágil credibilidad, precedido además por una justicia corrompida.
Más allá del universo de paradojas respecto de la imposición de la moral social confiada en
una institución desfavorecida en su reputación, de allí que muchos ciudadanos se sientan
más intimidados que protegidos por los agentes de policía; lo cierto es que el Nuevo Código
de Policía retrotrae de manera positiva a nuestro esquema de comportamientos, un
compendio de normas de urbanidad y buenas costumbres, una especie de réplica del
Manual de Carreño escrito en 1853 con el que mucho nos educamos, que contiene lecciones
y consejos sobre cómo deben comportarse las personas en los espacios públicos y privados.
Los cambios de comportamientos sociales provocaron la actualización del Código de Policía,
cuyo saliente fue redactado desde hace medio Siglo cuando no experimentábamos tantos
problemas de convivencia ciudadana como los de hoy. Es de caracteriza que en la sociedad
actual la gente se asesina por intolerancia, por un reclamo a un vecino o por escuchar
música a un alto volumen entre otros; razón por la cual fuese necesario actualizarlo, máxime
que en Colombia los problemas de convivencia producen más muertos que la guerra.
La principal resistencia ciudadana al nuevo código radica en dos sentidos: por un lado, la
advertencia de lo lesivo e inconstitucional que resulta la imposición de sanciones policivas
frente a procedimientos de carácter administrativo, así como la limitación de libertades
públicas y principios fundamentales de los ciudadanos; y por otra parte, se cree que se les
ha otorgado mayores herramientas a la Policía Nacional, premiando sus arbitrariedades y
violaciones en un código para el ciudadano, y de paso potenciando la “Ley del rebusque”.
Quienes experimentaron el Estatuto de Seguridad Nacional de Turbay en el 78’ comparan
las violencias a los derechos humanos acaecidas y el exceso de poder con la probabilidad
de repetición. Vale resaltar que en el 78 la Justicia Penal Militar era la encargada de conocer
de los delitos políticos a través de juicios orales como ahora la Policía Nacional sobre los de
convivencia ciudadana.
Los aspectos positivos del Nuevo Código de Policía son mayoritarios y desde luego que
correctamente aplicados tanto por el ciudadano como por la Policía sin ventajismos ni
provecho, contribuyen sin duda a la buena convivencia y acaba fomentando la cultura de
respeto y valores que debimos aprender en nuestros hogares y como no, ahora nos toca
con autoridad, con la “tranca” en la mano.
Éste instrumento jurídico está orientado a corregir y prevenir oportunamente
comportamientos que afectan la sana convivencia y que de no controlarse pudieran
escalarse a problemas del orden judicial. Es de destacar que el trámite del proceso verbal
inmediato podrá dirimir situaciones de convivencia en 6 horas que hoy tardan hasta 8 años.
Entre otras medidas correctivas a aplicar por la Policía Nacional se encuentran las
amonestaciones, participación en programa comunitarios o actividad pedagógica de
convivencia, disolución de reunión o actividad que involucra aglomeraciones de público,
decomiso, remoción y destrucción de bienes, demolición de obras, suspensión temporal o
definitiva de actividad, y multas generales y especiales.
Entre los cambios más cuestionados en la reforma se destacan las facultades conferidas a
la Policía para acceder sin orden a cualquier predio cuando fuere imperiosa necesidad,
como socorrer alguien que requiera auxilio, para extinguir un incendio, para neutralizar o
cazar un animal peligroso o para proteger bienes de personas ausentes; y las atribuciones
para apagar, desactivar y/o decomisar los equipos de sonido o cualquier otra fuente de
ruido que genere intranquilidad en la vecindad y/o exceda los niveles de sonido permitido.
Por otra parte, la policía tendrá competencias para imponer sanciones económicas,
pedagógicas, de aseo o llamado de atención a quienes no observen entre otras las
siguientes prohibiciones. Se relacionan las más comunes y frecuentes:
 Realizar necesidades fisiológicas en lugares públicos.
 Realizar actos sexuales, obscenos y exhibicionistas que pudieran ofender la
moralidad pública.
 Hacer mal uso de la línea de emergencia 123.
 Consumir bebidas embriagantes o alucinógenas en lugares públicos a menos de 200
metros de las instituciones educativas.
 Pasear a los caninos de raza potencialmente peligrosa en espacio público o áreas
comunes sin el uso de bozal y correa.
 No recoger el excremento de las mascotas cuando ocurra en sitios públicos o áreas
comunes.
 Tener animales silvestres en calidad de mascotas.
 Generar condiciones de insalubridad e inseguridad en los predios.
 Desarrollar actividades de índole doméstica que contaminen el ambiente, generen
olores, ruidos u ocasione peligro, amenaza o que perturbe la tranquilidad de la
comunidad.
 Sacar basuras en horarios no autorizados por la empresa prestadora del servicio de
aseo o en sitio diferente a la residencia o domicilio.
 No usar recipientes o demás elementos dispuestos para depositar la basura
 Arrojar residuos sólidos y escombros en sitios de uso públicos no autorizados o en
fuentes de agua.
 Dejar las basuras esparcidas fuera de sus bolsas o contenedores.
 Colarse en los buses o en los sistemas de transportes masivos sin pagar.
 Arrojar sustancias contaminantes a los cuerpos de agua y a captarla de ríos y
quebradas sin autorización.
 Comercializar celulares sin licencia del Gobierno o de un operador.
 Comprar celulares hurtados, reportados o reprogramados.
 Portar arma de aire, de fogueo, espray o cualquier otro elemento que se asimile a
armas de fuego en lugares abiertos al público donde se desarrollen aglomeraciones.
 Reconectarse ilegalmente en las redes o instalaciones de servicios públicos
 Uso, fabricación, almacenamiento o tenencia de elementos pirotécnicos
 Prender fuego en espacio público salvo actos circenses autorizados.
 Realizar quemas o incendios en espacio público
 Limitar u obstruir manifestaciones de afecto y cariño que no configuren actos
sexuales o exhibicionismo en razón de raza, orientación sexual o identidad de
género entre otros.
 No dar prelación a personas en condición de incapacidad, adulto mayor, mujeres
gestantes y personas con niños en brazos que requieran preferencia por ejemplo en
filas o uso de transportes público.
 Irrespetar las manifestaciones y/o reuniones de personas en espacio público en
razón a su etnia, raza, edad, género, orientación sexual, creencias religiosas o
ideología.
 Irrespetar y agredir a las personas en el ejercicio de la prostitución.
 No respetar la asignación de la silletería en aglomeraciones públicas y el ingreso con
boletaría falsa.
 Lavar bienes en el espacio público
De modo que el nuevo Código de Policía trae consigo muchos aspectos positivos que
brindan a la Policía Nacional herramientas para reprimir y sancionar una multiplicidad de
situaciones que nos aquejan en nuestra relación ciudadana, pero a su vez generan serias
dudas en torno a la presumible intrusión policiva en atribuciones propia de la justica y/o en
la agudización de la problemática asociada al abuso y a la corrupción.
Que el remedio no resulte peor que la enfermedad, que este código para la conciliación de
discrepancias entre ciudadanos no acabe en divergencias entre los ciudadanos y la Policía.

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