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que se presentaron contra el Código de Policía, que entró en vigencia en enero pasado. El
ingreso de las autoridades a los domicilios sin orden judicial, ante extrema necesidad y el
decomiso y destrucción de las mercancías de los vendedores ambulantes que ocupen el
espacio público son algunas de las disposiciones que serán analizadas.
En agosto pasado el representante a la Cámara de la Alianza Verde por Bogotá, Inti Asprilla,
radicó una demanda de inconstitucionalidad contra el Artículo 140 (numeral 4, parágrafos
2 y 3) de la Ley 1801 de 2016, por la cual se expide el Código Nacional de Policía y
Convivencia, ante la Corte Constitucional.
Esto, al argumentar que dicho artículo referente al espacio público viola, entre otros, los
derechos al trabajo, al mínimo vital y al debido proceso de miles de vendedores informales
en Colombia.
El Artículo 140 del Código Nacional de Policía señala que ocupar el espacio público es un
comportamiento contrario al cuidado e integridad del mismo, por lo cual, cuando este
comportamiento se realice dos veces o más, se impondrán multas y “el decomiso o la
destrucción del bien con que se incurra en tal ocupación en violación de las normas
vigentes”.
Además, se están vulnerando los fines del Estado Social de Derecho al no tener en cuenta
la realidad económica y social de los vendedores informales.
“Esto es una declaración de guerra a todos los vendedores y vendedoras informales del país,
se les está condenando a la miseria. En un Estado que no es capaz de garantizar el pleno
empleo a los colombianos y que no tiene subsidios para asegurar el mínimo vital de las
personas que no pueden ingresar al mercado laboral, la única opción que tienen los
vendedores es salir a las calles a buscar su sustento”, indicó el Representante.
Ingreso a domicilios
Las ciudadanas Sandra Milena Serrano y Yamile Albarracín demandaron el artículo 163 del
Código de Policía, el cual establece, entre otras, que la policía podrá penetrar en los
domicilios, sin mandamiento escrito, cuando fuere de imperiosa necesidad: para socorrer a
alguien que de alguna manera pide auxilio; para extinguir incendio o evitar su propagación,
o remediar inundación o conjurar cualquier otra situación similar de peligro; para dar caza
a animal rabioso o feroz.
Las demandantes consideran que el cotejo entre la norma demandada y los artículos
constitucionales que compromete, surge la contradicción que conduciría a la declaratoria
de inconstitucionalidad, ya que la Carta Política solo autoriza a las autoridades
administrativas para penetrar en el domicilio de alguien para los fines de captura del
delincuente en estado de flagrancia.
En cuanto al parágrafo del artículo 163 demandado del Código de Policía, las accionantes
consideran que la inconstitucionalidad surge del procedimiento que exige informar con
posterioridad al procedimiento de acceso al domicilio, al superior jerárquico, cuando en
realidad quien tiene atribuida constitucionalmente la competencia para controlar la validez
de los registros y allanamientos es el juez de control de garantías.
De igual forma, la Corte Constitucional tiene contemplado emitir fallo este miércoles por la
demanda al artículo 39, 53; 55; 56, 149, 155, 157, sobre medidas policivas: protección a
menores contra comercialización, porte o consumo de sustancias psicoactivas. Atención
integral a los habitantes de la calle. Ejercicio del derecho de reunión y manifestación
pública. Infracción contra el Sistema Nacional de Áreas Protegidas. Traslado de personas
por autoridades de policía como medida de protección. Centros de atención y protección
de personas.
De igual forma el alto Tribunal definiría este miércoles la demanda a los artículos 47, 48,
53, parcial, 54, 55 y 162, que tienen que ver con el derecho de reunión, tipos de
aglomeraciones de público. Requisitos para reuniones y manifestaciones en espacios
públicos. Ingreso a inmueble con orden escrita de los alcaldes.
Respecto del artículo 162 de la Ley 1801 de 2016 consideró que: la garantía de la
reserva judicial del domicilio, tiene igual dimensión y valor a la garantía de la
reserva judicial establecida alrededor del derecho a la libertad personal, precisando
además, que las excepciones que se hagan al derecho a la inviolabilidad del
domicilio, deben ser de carácter extraordinario e inusual, debiendo ser tratadas
con carácter restrictivo, como lo ha señalado esta Corporación. Consideró además
que dichas normativas eran violatorias del derecho fundamental a la
“inviolabilidad del domicilio” contenida en el artículo 28 de la Constitución y de la
reserva judicial allí dispuesta.
2. Las ventas se interrumpirán veinte (20) minutos antes de la finalización del evento.
Artículo 53. Ejercicio del derecho de reunión y manifestación pública y pacífica en el espacio
público.
Toda persona puede reunirse y manifestarse en sitio público con el fin de exponer ideas e
intereses colectivos de carácter cultural, político, económico, religioso, social o de cualquier
otro fin legítimo. (…)
Artículo 54. Uso de vías para el ejercicio del derecho de reunión o manifestación pública y
pacífica en el espacio público.
Los alcaldes distritales o municipales, salvo circunstancias excepcionales o de fuerza mayor,
deberán autorizar el uso temporal de vías dentro de su jurisdicción para actos o eventos de
ejercicio del derecho de reunión o manifestación pública y pacífica en el espacio público. En
el caso de las vías arterias principales o corredores de transporte público colectivo deberán
establecer un plan efectivo de desvíos para la movilización de los ciudadanos que no
participan del acto o evento, como medida de protección de los derechos de los demás
ciudadanos.
Artículo 55. Protección del ejercicio del derecho de reunión y manifestación pública frente
a señalamientos infundados.
Con el fin de amparar el ejercicio del derecho a la reunión o movilización pacífica, queda
prohibido divulgar mensajes engañosos en torno a quienes convocan o participan en las
manifestaciones, así como hacer públicamente señalamientos falsos de la relación de los
manifestantes con grupos armados al margen de la ley o deslegitimar por cualquier medio
el ejercicio del derecho constitucional de reunión y manifestación pública y pacífica.
Artículo 56. Actuación de la Fuerza Pública en las movilizaciones terrestres.
De conformidad con los estándares internacionales, es función de la Policía garantizar los
derechos de toda la ciudadanía que interviene directa o indirectamente en el ejercicio de la
movilización. El uso de la fuerza debe ser considerado siempre el último recurso en la int
ervención de las movilizaciones. (…)
Artículo 57. Acompañamiento a las movilizaciones.
Los alcaldes distritales o municipales con el apoyo de funcionarios de los entes de control
encargados de velar por la protección de los Derechos Humanos, acompañarán el ejercicio
del derecho a la movilización pacífica. Cuando se presenten amenazas graves e inminentes
a otros derechos, los alcaldes podrán intervenir, por medio de gestores de convivencia de
naturaleza civil, para garantizar el goce efectivo de los derechos de la ciudadanía durante el
desarrollo de la movilización.
Artículo 59. Comportamientos que ponen en riesgo la vida e integridad de las personas en
las actividades que involucran aglomeraciones de público no complejas.
Los siguientes comportamientos ponen en riesgo la vida e integridad de las personas en las
actividades que involucran aglomeraciones de público no complejas y por tanto no deben
realizarse:
Durante los noventa (90) días hábiles señalados en el inciso anterior, se seguirán aplicando
los planes tipo y los procedimientos vigentes al momento de entrada en vigencia del
presente Código.
Artículo 67. Atención y control de incendios en actividades que involucran aglomeraciones
de público complejas.
Las instituciones de bomberos del país, definirán las condiciones de los planes contra
incendios, con fundamento en los siguientes factores:
Artículo 73. Comportamientos de los organizadores que ponen en riesgo la vida e integridad
de las personas en las actividades que involucren aglomeraciones de público complejas y su
correcto desarrollo.
Los siguientes comportamientos por parte de los organizadores ponen en riesgo la vida e
integridad de las personas y el correcto desarrollo y realización de las actividades que
involucran aglomeraciones de público complejas y por tanto no deben efectuarse:
2. Para inspeccionar algún lugar por motivo de salubridad pública o transgresión de las
normas ambientales.
Parágrafo 1°. La orden de ingreso a inmueble deberá ser escrita y motivad. Así mismo,
deberá levantarse un acta en la que conste el procedimiento de Policía adelantado. El
funcionario que autorizó el ingreso al inmueble deberá enviar de inmediato la orden de
ingreso y el acta al Ministerio Público. Podrán utilizarse y enviarse otros medios de
documentación del procedimiento.
Parágrafo 2°. El ingreso a un inmueble deberá realizarse de manera respetuosa, tanto con
las personas como con sus bienes. En caso de oposición a la orden de ingreso, la autoridad
podrá hacer uso de la fuerza de manera excepcional y proporcional a los actos opuestos.
Parágrafo 3°. Para la práctica de pruebas los gobernadores y alcaldes podrán disponer
comisión para el ingreso al inmueble determinado.
¿Fracasó la convivencia?
Es verdad que el Código de Policía necesitaba ser actualizado, pues tenemos una Colombia
muy distinta, afirma Freddy Santamaría, director del grupo de Estudios Políticos de la UPB.
No obstante, considera que es una muestra del fracaso de la convivencia ciudadana.
“Como colombianos y ciudadanos no hemos aprendido a autorregularnos. Por eso, más que
códigos y normatividad, debería primar la educación ciudadana. Ya que aprender a convivir
nos cuesta tanto, el Código de Policía se convierte en una herramienta regulativa. Como
diría la filósofa y politóloga belga Chantal Mouffe, la meta es aprender a vivir juntos, a pesar
del conflicto siempre presente en nuestras relaciones sociales”.
Santamaría agrega que el conflicto es insuperable, por eso el ideal es encontrar la
tolerancia, de respetar al otro. “Lo que falta es educación ciudadana que permita regularnos
sin perder las libertades, y mucho menos, atentando la de los otros”.
Al respecto Patricia Muñoz Yi, docente de Ciencia Política de la Javeriana, dice que las
normas que contemplan sanciones más severas frente a las faltas de los ciudadanos son
útiles, pero nunca serán suficientes si no se complementan con sistemas sancionatorios
efectivos y procesos pedagógicos de construcción de cultura política y de formación de
ciudadanía.
“La cultura del incumplimiento, como lo describió Mauricio García en un ensayo (2010),
lleva a que los colombianos seamos propensos a incumplir la norma, buscar atajos, pero
cuando hay normas claras y sanciones expresas y se hacen efectivas, se constituyen en un
aporte para encausar el comportamiento ciudadano”.
Estaba tan desactualizado que las multas eran sumas irrisorias, que iban de $100 a $1000.
En el nuevo código, las multas están tasadas en salarios mínimos legales vigentes (SMLV),
lo que le permite actualizarlas automáticamente cada año.
Seguimos usando el garrote y negando las zanahorias. Multas, comparendos, sanciones,
castigos, normas, qué se debe hacer y qué no, ese es el resumen del nuevo código de
policía. No es un listado de cómo debemos comportarnos como ciudadanos para tener
una grata convivencia, sino un continuo de las acciones que son prohibidas, reguladas y
sus respectivas sanciones, continuando con la eterna -y a mi parecer equívoca– forma de
pensar, de definir las acciones de las personas desde su castigo.
La urbanidad de Carreño, que en el siglo pasado fue uno de los principales referentes de
los buenos modales y maneras, nunca habla de un castigo por poner los codos sobre la
mesa, ni mucho menos por no darle el paso a una mujer, y esto sin lugar a dudas fue parte
de su éxito, porque hablaba de cómo una persona podría comportarse para verse bien
frente a los demás, sin perder su identidad y autenticidad, solo comportándose de manera
cortés, gentil y “educada” dependiendo de la ocasión, bajo la premisa del sentido común,
como el saber que es desagradable para los demás ver como alguien come con la boca
abierta.
Muchas de las cosas de ese manual, hoy son vistas como retrógradas y antifeministas
seguramente, pero para mí encarna la belleza de recomendar la delicadeza y la suavidad
de las maneras, el respeto por las buenas costumbres y la prudencia del actuar. Hoy, el
nuevo código de policía, dista mucho de llamarse un manual de convivencia, porque
claramente no es otra cosa que un listado de los nuevos delitos y contravenciones en los
que una persona puede caer al actuar de una manera indecorosa, grosera y ruin. Pero, un
listado de lo que no se debe hacer, no es un manual de convivencia.
Decirle a una persona que la policía puede llegar a su casa a exigirle que baje el ruido de
la música o será sancionado es muy diferente a formar a las personas en el respeto a los
demás, donde el volumen de la música es solo un referente de la comprensión del espacio
del otro y no solo del goce personal.
El comportamiento de las personas está comúnmente dado por su entorno, lo que vieron
en él, los incentivos que allí aprendieron y los beneficios de corto plazo. Un buen ejemplo
es la forma en que muchas personas manejan su carro, en particular en los giros a la
izquierda, donde muchos hacen doble fila para evitar hacer la cola que otros hacen
correcta y respetuosamente, pese a saber que eso está mal, siendo claramente una forma
de trampa hacia todos los que están haciendo las cosas bien; el problema no radica en
que hagan la doble fila, sino en que no hay una sanción real ni social sobre eso, porque
desde tiempo atrás aprendieron el concepto de “dele que no hay chupa”, y cometen
infracciones cuando la autoridad no está presente. Bajo esta premisa, el nuevo código de
policía tiene mucho sentido, pero en el fondo, lo que estas personas tienen codificado no
es el cometer infracciones cuando la autoridad no está, sino el completo irrespeto a las
normas de tránsito y a los demás conductores, porque consideran que hacer las cosas mal
es correcto, y por más normas y multas que se pongan, no cambiarán su comportamiento,
porque no se da un proceso de apropiación de la norma, sino de sanción por su
incumplimiento. Por esto, ante la sanción, estas personas inmediatamente se auto
justifican y se convencen de que su actuar es válido y que el rol de la autoridad debería
ser capturar criminales y no sancionarlos a ellos, o bien que lo que el policía busca es una
mordida para ajustarse el día. Así, al final del proceso, la autoridad pierde cada vez más
respeto y es vista como un agente coercitivo, abusivo y corrupto, y no como un
mecanismo de convivencia.
Si por el contrario, ese mismo policía se acercara a un carro que se ha detenido antes de
la cebra, con el semáforo en verde, porque ha visto que delante de él, los carros han
llenado el espacio y si continuamente bloqueara la vía de otros, y ese oficial le diera un
reconocimiento público que puede ir desde un “señor, lo felicito por lo que acaba de
hacer”, o bien un proparendo*, lograría un cambio más profundo, pasando sanciones a
incentivos; lo cual es mucho más impactante, si ese conductor va con alguien más en el
carro, en particular la persona que ama o sus hijos.
Pensar en proparendos que le den “puntos ciudadanos” a los que hacen las cosas bien, y
que pueden ser redimidos en entradas a actividades culturales o deportivas de la ciudad,
o quizá en un pequeño diploma que les den a las personas al final del año, diciéndole que
en esos 365 días fue un ciudadano ejemplar, no porque no tuvo ninguna sanción, multa o
comparendo, sino porque se hizo 100 acciones ciudadanas ejemplares por respetar las
normas y construir convivencia.
Comienzo a releer el nuevo Código de Policía, a ver si se me ha pasado algo, pero siento
que el mensaje es claro: convivir para esta ley, evitar ser sancionado por las cosas que allí
están listadas, y eso es un error enorme para nuestra sociedad.
*Nota al pie: el concepto de Proparendo llevo planteándolo hace mucho tiempo. Quizá la
primera vez que lo use fue en unos diálogos sobre cultura ciudadana en 1997 en debates
en Bogotá, y en este blog ya los he mencionado, porque he visto como el comportamiento
de las personas se transforma más fácilmente con incentivos positivos que con negativos.
i fuésemos una sociedad con mayor nivel cultural y comportamental, y con una policía
éticamente correcta, seguramente todos celebraríamos los cambios que introdujo el nuevo
Código de Policía. Para algunos necesario y conveniente, y para otros representa un
manifiesto de súper poderes que pudieran profundizar la vulneración de derechos
fundamentales de los ciudadanos.
El nuevo Código de Policía, Ley 1801 de 2016 representa una normativa de avanzada para
un país inculto; desbordada de facultades para un aparato policivo cuestionado por sus
frecuentes abusos y de frágil credibilidad, precedido además por una justicia corrompida.
Más allá del universo de paradojas respecto de la imposición de la moral social confiada en
una institución desfavorecida en su reputación, de allí que muchos ciudadanos se sientan
más intimidados que protegidos por los agentes de policía; lo cierto es que el Nuevo Código
de Policía retrotrae de manera positiva a nuestro esquema de comportamientos, un
compendio de normas de urbanidad y buenas costumbres, una especie de réplica del
Manual de Carreño escrito en 1853 con el que mucho nos educamos, que contiene lecciones
y consejos sobre cómo deben comportarse las personas en los espacios públicos y privados.
Los cambios de comportamientos sociales provocaron la actualización del Código de Policía,
cuyo saliente fue redactado desde hace medio Siglo cuando no experimentábamos tantos
problemas de convivencia ciudadana como los de hoy. Es de caracteriza que en la sociedad
actual la gente se asesina por intolerancia, por un reclamo a un vecino o por escuchar
música a un alto volumen entre otros; razón por la cual fuese necesario actualizarlo, máxime
que en Colombia los problemas de convivencia producen más muertos que la guerra.
La principal resistencia ciudadana al nuevo código radica en dos sentidos: por un lado, la
advertencia de lo lesivo e inconstitucional que resulta la imposición de sanciones policivas
frente a procedimientos de carácter administrativo, así como la limitación de libertades
públicas y principios fundamentales de los ciudadanos; y por otra parte, se cree que se les
ha otorgado mayores herramientas a la Policía Nacional, premiando sus arbitrariedades y
violaciones en un código para el ciudadano, y de paso potenciando la “Ley del rebusque”.
Quienes experimentaron el Estatuto de Seguridad Nacional de Turbay en el 78’ comparan
las violencias a los derechos humanos acaecidas y el exceso de poder con la probabilidad
de repetición. Vale resaltar que en el 78 la Justicia Penal Militar era la encargada de conocer
de los delitos políticos a través de juicios orales como ahora la Policía Nacional sobre los de
convivencia ciudadana.
Los aspectos positivos del Nuevo Código de Policía son mayoritarios y desde luego que
correctamente aplicados tanto por el ciudadano como por la Policía sin ventajismos ni
provecho, contribuyen sin duda a la buena convivencia y acaba fomentando la cultura de
respeto y valores que debimos aprender en nuestros hogares y como no, ahora nos toca
con autoridad, con la “tranca” en la mano.
Éste instrumento jurídico está orientado a corregir y prevenir oportunamente
comportamientos que afectan la sana convivencia y que de no controlarse pudieran
escalarse a problemas del orden judicial. Es de destacar que el trámite del proceso verbal
inmediato podrá dirimir situaciones de convivencia en 6 horas que hoy tardan hasta 8 años.
Entre otras medidas correctivas a aplicar por la Policía Nacional se encuentran las
amonestaciones, participación en programa comunitarios o actividad pedagógica de
convivencia, disolución de reunión o actividad que involucra aglomeraciones de público,
decomiso, remoción y destrucción de bienes, demolición de obras, suspensión temporal o
definitiva de actividad, y multas generales y especiales.
Entre los cambios más cuestionados en la reforma se destacan las facultades conferidas a
la Policía para acceder sin orden a cualquier predio cuando fuere imperiosa necesidad,
como socorrer alguien que requiera auxilio, para extinguir un incendio, para neutralizar o
cazar un animal peligroso o para proteger bienes de personas ausentes; y las atribuciones
para apagar, desactivar y/o decomisar los equipos de sonido o cualquier otra fuente de
ruido que genere intranquilidad en la vecindad y/o exceda los niveles de sonido permitido.
Por otra parte, la policía tendrá competencias para imponer sanciones económicas,
pedagógicas, de aseo o llamado de atención a quienes no observen entre otras las
siguientes prohibiciones. Se relacionan las más comunes y frecuentes:
Realizar necesidades fisiológicas en lugares públicos.
Realizar actos sexuales, obscenos y exhibicionistas que pudieran ofender la
moralidad pública.
Hacer mal uso de la línea de emergencia 123.
Consumir bebidas embriagantes o alucinógenas en lugares públicos a menos de 200
metros de las instituciones educativas.
Pasear a los caninos de raza potencialmente peligrosa en espacio público o áreas
comunes sin el uso de bozal y correa.
No recoger el excremento de las mascotas cuando ocurra en sitios públicos o áreas
comunes.
Tener animales silvestres en calidad de mascotas.
Generar condiciones de insalubridad e inseguridad en los predios.
Desarrollar actividades de índole doméstica que contaminen el ambiente, generen
olores, ruidos u ocasione peligro, amenaza o que perturbe la tranquilidad de la
comunidad.
Sacar basuras en horarios no autorizados por la empresa prestadora del servicio de
aseo o en sitio diferente a la residencia o domicilio.
No usar recipientes o demás elementos dispuestos para depositar la basura
Arrojar residuos sólidos y escombros en sitios de uso públicos no autorizados o en
fuentes de agua.
Dejar las basuras esparcidas fuera de sus bolsas o contenedores.
Colarse en los buses o en los sistemas de transportes masivos sin pagar.
Arrojar sustancias contaminantes a los cuerpos de agua y a captarla de ríos y
quebradas sin autorización.
Comercializar celulares sin licencia del Gobierno o de un operador.
Comprar celulares hurtados, reportados o reprogramados.
Portar arma de aire, de fogueo, espray o cualquier otro elemento que se asimile a
armas de fuego en lugares abiertos al público donde se desarrollen aglomeraciones.
Reconectarse ilegalmente en las redes o instalaciones de servicios públicos
Uso, fabricación, almacenamiento o tenencia de elementos pirotécnicos
Prender fuego en espacio público salvo actos circenses autorizados.
Realizar quemas o incendios en espacio público
Limitar u obstruir manifestaciones de afecto y cariño que no configuren actos
sexuales o exhibicionismo en razón de raza, orientación sexual o identidad de
género entre otros.
No dar prelación a personas en condición de incapacidad, adulto mayor, mujeres
gestantes y personas con niños en brazos que requieran preferencia por ejemplo en
filas o uso de transportes público.
Irrespetar las manifestaciones y/o reuniones de personas en espacio público en
razón a su etnia, raza, edad, género, orientación sexual, creencias religiosas o
ideología.
Irrespetar y agredir a las personas en el ejercicio de la prostitución.
No respetar la asignación de la silletería en aglomeraciones públicas y el ingreso con
boletaría falsa.
Lavar bienes en el espacio público
De modo que el nuevo Código de Policía trae consigo muchos aspectos positivos que
brindan a la Policía Nacional herramientas para reprimir y sancionar una multiplicidad de
situaciones que nos aquejan en nuestra relación ciudadana, pero a su vez generan serias
dudas en torno a la presumible intrusión policiva en atribuciones propia de la justica y/o en
la agudización de la problemática asociada al abuso y a la corrupción.
Que el remedio no resulte peor que la enfermedad, que este código para la conciliación de
discrepancias entre ciudadanos no acabe en divergencias entre los ciudadanos y la Policía.