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A veces el mundo no está tan loco

En los 80 estaban encerrados en auténticos centros de internamiento, con celdas de castigo, patios
cerrados, hacinamiento y miseria

Por Sandra Gallego Salvá

Eran principios de los años 80, en plena Transición, cuando el teléfono del entonces alcalde de Olot, en la
zona volcánica de la Garrotxa, en el pirineo catalán, sonó a primera hora de la mañana. «Hola, me llamo
Cristóbal Colón. Dirijo un manicomio, con 14 enfermos mentales y hemos pensado montar una empresa en
su pueblo».

La Fageda, una historia de éxito

Aunque parezca extraño, hay trabajos que se desarrollan en un entorno idílico, en los que los empleados
sienten que forman parte de un proyecto común, justamente remunerados y que tienen la fuerza de
devolver las autoestimas perdidas.

La Fageda consigue a través del trabajo que 120 personas, de las que el 70% cuenta con alguna discapacidad
física o trastornos mentales severos, dejen de ser elementos pasivos para convertirse en personas que
contribuyen activamente a la sociedad. Trabajar es la clave para rehabilitar a este colectivo que hace años
tan sólo podía contar las horas dentro de un hospital psiquiátrico.

La Fageda: fabricando integración social

En 1982, un equipo encabezado por el psicólogo Cristobal Colón fundó la cooperativa La Fageda. Su objetivo
era resolver los problemas de integración social de todos los disminuidos psíquicos y enfermos mentales de
la comarca de la Garrotxa (Girona). Los asistentes de investigación Ignacio Ochoa y Montse Segarra,
supervisados por el profesor José A. Segarra toman esta iniciativa como materia de estudio en el caso La
Fageda: una iniciativa de locura.

Después de dedicarse durante años al mundo de la psiquiatría clínica Colón descubrió que el trabajo tenía
que ser la herramienta clave de inclusión en la sociedad. Pero desde los inicios veía con claridad que el
camino no eran los trabajos de manualidades para distraer a los pacientes circunscritos a los hospitales o
talleres asistenciales.

La función social de las empresas

“La empresa con fines de lucro es, debe ser y seguirá siendo la institución central de la economìa moderna.
Pero esto no significa que el objetivo de la empresa con fines de lucro sea obtener un beneficio, del mismo
modo que nosotros necesitamos respirar para vivir, pero respirar no es el objetivo de nuestra vida”. Me
gustó esta frase de un artículo de John Kay en el Financial Times en la edición en papel del 13 de junio.

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