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TERAPIA GESTALT Y CICLO DE LA EXPERIENCIA DE SALAMA

Por: Rosa Elena Arce Ortega

La gestalt es un enfoque psicoterapéutico que se inserta en el modelo humanista, debido a que


destaca la experiencia o vivencia de la persona como parte fundamental para restaurar el
equilibrio que le permita experimentar una forma de vida plena y funcional. Al ser parte de la
tercera fuerza psicoterapéutica, esta terapia tiene como una de las reglas principales la no
interpretación de los sucesos, lenguaje o cualquier cosa que surja en la persona dentro ni fuera de
la terapia; en lugar de esto, el terapeuta, basado en fundamentos teóricos, realiza hipótesis que
confirma o rechaza constantemente de forma directa con el paciente. Otra de las reglas
principales es la aceptación incondicional del otro, por lo tanto, los juicios de valor del terapeuta
hacia el cliente deben descartarse, así como todo prejuicio que pueda formarse de él.

Un elemento que la gestalt destaca vehementemente es la importancia de vivir en el aquí y en el


ahora, pues es lo único que existe en el momento. Desde este enfoque la historia del individuo es
importante para la terapia porque forma parte de la realidad vigente, sin embargo, lo principal no
es saber cómo se originó el conflicto actual, sino encontrar cómo lo que pasó antes afecta en el
presente, que es donde se resuelven las situaciones con los recursos cognitivos, afectivos, etc. con
los que actualmente cuenta el paciente.

El Enfoque Gestáltico es un enfoque holístico; es decir, que percibe a los objetos, y en especial a
los seres vivos, como totalidades. El todo es más que la suma de las partes. Todo existe y adquiere
un significado al interior de un contexto específico; nada existe por sí solo, aislado. Lo anterior se
traduce en una gran ventaja, puesto que, al ser flexible, retoma lo que puede funcionarle de la
teoría y técnica de otras corrientes psicoterapéuticas, adaptándolas al enfoque humanista (en
caso de que no provengan de él) para generar distintas herramientas que potencien la capacidad
del paciente para darse cuenta de su situación y que se responsabilice de ella, asumiendo lo que
de ella le pertenece y devolviendo al otro/No Yo lo que no es del individuo en cuestión y resulta
distónico de su Yo. Estos últimos aspectos son parte de las metas de la terapia Gestalt, debido a
que llevan al individuo a la solución de su conflicto y a una mayor conciencia de sí, a encontrar su
self, es decir, a ser auténtica.

Todo ser humano tiene incluido en su “paquete vital básico” el potencial creativo que, aunque
muchas veces se halla coartado, permanece latente en alguna parte de su yo, esperando la
oportunidad para emerger. La parte creativa resulta muy útil en todos los aspectos, puesto que, al
terapeuta le ayuda a crear técnicas o herramientas útiles para el momento que vive el paciente
durante la terapia, y al consultante le sirve para, entre otras cosas, hallar la solución más
satisfactoria.
Gestalt es un término alemán, que aproximadamente significa “forma”, “totalidad”,
“configuración”. La forma o configuración de cualquier cosa está compuesta de una “figura” y un
“fondo”. El fondo es todo aquello que está, pero que no tiene relevancia en el momento; cuando a
algo de eso se le confiere atención, es decir, se vuelve parte de la conciencia actual, entonces se
convierte en figura. Aplicando esto al ciclo vital de una persona, se entiende que el fondo es todo
aquello que forma parte de su existencia, pero en ese instante no es lo más relevante, por lo
tanto, la figura será toda necesidad que el individuo requiere satisfacer. Al respecto, el autor
Héctor Salama, diseñó un esquema para comprender de forma precisa y rápida lo que sucede en
el ciclo vital de una persona en un determinado momento, bautizándolo como “Ciclo de la
Experiencia”, y partiendo de él, generó el Test de Psicodiagnóstico Gestalt.

Explica este autor que cada experiencia que vivenciamos tiene un ciclo y que a su vez puede
formar parte de otros ciclos a los que se engancha; a través de cada uno utilizamos energía cuyo
flujo debería ser ininterrumpido para lograr una situación ideal, pero en muchos casos, esto no
ocurre así, puesto que se topa con diversos bloqueos que lo entorpecen y por tanto, la satisfacción
de la necesidad es parcial o nula, o en otras palabras, la persona entra en un estado de neurosis
(incapacidad para poder concluir o satisfacer una necesidad).

Salama describe diferentes partes en el ciclo, que esquematiza con un círculo dividido de
diferentes maneras: a la mitad para representar, en la parte superior, la parte pasiva, dado que no
hay acción del organismo hacia su zona externa; en la parte inferior sitúa la parte activa, donde la
energía organísmica se pone en acción para satisfacer la necesidad. También lo divide en cuatro
zonas de relación: la primera es la zona interna , que va de la piel hacia adentro, la segunda es la
zona del pensamiento o intermedia, que incluye los procesos mentales; la tercera es la zona
externa, que va de la piel hacia afuera, y la cuarta es el continuo de conciencia, donde se integran
las tres zonas de relación anteriores e implica que la energía del contacto entre el organismo y su
medio ambiente fluye libremente, asimilando lo que lo nutre y dejando lo que le intoxica.

Por otro lado, explica que hay partes biopositivas y otras bionegativas (bloqueos) dentro del ciclo,
siendo las primeras (en el orden que estableció el autor) el reposo, que representa el equilibrio del
organismo y al mismo tiempo la posibilidad de que surja una nueva necesidad; la sensación, que es
el surgimiento en sí de una necesidad cuyo satisfactor aún es indefinido; la formación de figura,
donde se identifica el satisfactor de la necesidad; movilización de la energía, que es el momento
en que se reúne la energía indispensable para llevar a cabo lo que la necesidad demanda; la
acción, en donde se moviliza al organismo hacia el satisfactor; el pre-contacto, donde el organismo
se aproxima o dirige a entrar en contacto con el satisfactor; el contacto, donde se establece pleno
contacto con lo que demanda la necesidad; el post-contacto, donde se inicia la desenergetización
para entrar nuevamente en el reposo.

Al respecto de los bloqueos se tiene: postergación, que es dejar las cosas para después; la
desensibilización que es la negación del contacto sensorial entre el organismo y la necesidad
emergente; la proyección, que consiste en atribuir a algo externo al individuo lo que le pertenece
a sí mismo, negándolo en él; la introyección, que implica la incorporación de actitudes, ideas y
creencias que no fueron asimiladas por el organismo y son distónicas con el Yo; la retroflexión,
donde la persona se hace a sí misma lo que le gustaría hacerle a los demás (autoagresión,
somatización) y proflexión, que es cuando el sujeto le hace a otros lo que le gustaría que le
hicieran a él; la deflexión, en donde el organismo se ha movilizado para contactar el satisfactor,
pero cuando está por hacerlo, elige otro objeto desviando el camino; la confluencia, donde el
individuo no distingue límite alguno entre su Sí Mismo y el medio y cree falsamente que las del
medio son sus decisiones, ideas, pensamientos, emociones, etc.; y por último, la fijación, que es la
necesidad de no retirarse del contacto, provocando la a rigidización de patrones de conducta. Los
bloqueos mencionados anteriormente impiden el libre flujo de la energía, y por tanto, generan
insatisfacción de la necesidad, llevan a la no conciencia, no aceptación ni responsabilización del Yo,
y provocan al individuo situaciones que ve como problemáticas.

Por último (aunque el ciclo de la experiencia abarca mucho más elementos), mencionaré los
valores que se representan por ejes en el ciclo: el primer eje, formado por el reposo y la acción se
refiere a la autoestima; el segundo, formado por la sensación y el precontacto, es la honestidad; el
siguiente, formado por la formación de figura y el contacto, se refiere a la responsabilidad, y el
último, formado por la energetización y el post-contacto alude al respeto.

Este esquema resulta una herramienta importante para conocer la dinámica de las personas, y es
una luz dentro de la terapia que conviene tener presente.

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