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COLEGIO DE ESTUDIOS DE POSGRADO DE LA CIUDAD DE MÉXICO

MAESTRIA EN DOCENCIA Y ADMINISTRACIÓN DE LA EDUCACIÓN


SUPERIOR

MATERIA:
ANÁLISIS DE LA INVESTIGACIÓN EDUCATIVA EN LA
PRÁCTICA HISTÓRICA SOCIAL

TITULO DEL ENSAYO:


EL MAESTRO COMO INVESTIGADOR EN SU
PRÁCTICA DOCENTE

ELABORADO POR:
ELIZABETH DOROTEO MENDOZA
HÉCTOR SOTERO JIMÉNEZ

NOMBRE DEL CATEDRÁTICO:


MTRO. OMAR VICENCIO LEYTON

ATLACOMULCO, ESTADO DE MÉXICO, 30 DE JUNIO DE 2012


EL MAESTRO COMO INVESTIGADOR EN SU PRÁCTICA DOCENTE

Ante la necesidad de mejorar la calidad educativa en México, la investigación en la


práctica docente puede ser un instrumento para lograr dicho objetivo. En el sistema
educativo, los maestros tienen un papel activo y de suma importancia para el
mejoramiento del aprendizaje de los estudiantes. La investigación educativa es una de
las actividades pocas explotadas por los docentes, no obstante, es una acción
inherente a la práctica pedagógica que pocas veces la llevan a cabo los profesores.

La investigación en cualquier rubro del saber humano consiste en observar, conocer,


descubrir, comprobar y sistematizar conocimientos que por su validez aclaran y
aumentan el acervo cultural que la sociedad necesita para su desarrollo.

Pablo Latapí (1981) se refiere a la investigación educativa describiéndola como el


conjunto de acciones sistemáticas y deliberadas que llevan a la formación, diseño y
producción de nuevos valores, teorías, modelos, sistemas, medios, evaluaciones…”
(Hernández, 2011).

Entonces, se puede decir que en la docencia también se puede aplicar la investigación.


Tradicionalmente, la investigación educativa ha estado a cargo de investigadores que
no son educadores, hay un distanciamiento entre quien investiga y quien es
protagonista de lo que se investiga, no obstante, se requiere de un análisis de la
realidad educativa, y quienes viven más de cerca esa realidad son los docentes que
todos los días interactúan con los alumnos en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Pero existe la creencia que el maestro no puede realizar investigación y esto le ha
llevado a tomar resultados de investigaciones que resultan ajenas a la realidad de su
práctica educativa, así el docente sólo recibe y ejecuta programas de estudios que le
son impuestos y que en ocasiones no son funcionales.
La función del maestro tendrá éxito cuando su actividad sea acompañada de un
conocimiento reflexivo y crítico de la propia práctica docente, es decir, cuando el
conocimiento del maestro se apoye en su propia investigación (Rael, 2009). En otras
palabras, el maestro debe reflexionar y analizar sobre su propia actuación, experiencias
y vivencias en la formación de sus alumnos y, a partir de esto buscar opciones para
mejorar el desempeño escolar.

“Al estar al frente de un grupo de estudiantes, el docente enfrenta situaciones


complejas a las que no puede responder haciendo uso sólo de lo aprendido en su
proceso de formación profesional” (Car, 2007, pág. 16). El maestro experimenta
diferentes situaciones todos los días en su quehacer, por ejemplo: la forma en que
aprende un grupo es muy diferente a otro, la manera en que responde un grupo con los
materiales y recursos didácticos, el desempeño de los alumnos, el estilo de aprendizaje
de los estudiantes es variado, incluso dentro del mismo grupo, las expectativas de los
alumnos, las problemáticas que tienen los estudiantes como económicos, familiares o
personales, la disposición de un estudiante para trabajar varía de acuerdo a la materia
de que se trate y el horario, entre otras situaciones son las que el docente va
observando todos los días.

Se puede decir entonces que todos los docentes en el proceso del aprendizaje realizan
un tipo de investigación, pero generalmente de manera informal, pues no está basada
en el método científico, lo que ha originado que el desarrollo de la investigación
educativa en México sea pobre y poco tratado.

Desde esta perspectiva, los docentes deben desarrollar la habilidad y la actitud para
convertirse en un docente investigador de su propio desempeño profesional, y así la
docencia se convierte en el objeto de investigación y el maestro encargado de la
docencia en el sujeto de investigación, pues el docente a lo largo de su práctica va
observando y acumulando una serie de datos, experiencias y vivencias, de manera que
si las registra analítica y sistemáticamente a través del tiempo irá construyendo su
propio conocimiento y de esta forma tendrá mejores resultados en el aprendizaje de
sus estudiantes.

No existe una división de trabajo entre docencia e investigación, al contrario, ambas


son interdependientes, pues hay una relación estrecha entre la práctica y la teoría. Si la
docencia y la investigación se retroalimentan mutuamente podrían dar como resultado
un mejoramiento en la calidad del trabajo en el aula, en este sentido, el docente podría
aprovechar la investigación como el medio propicio para analizar las problemáticas que
intervienen en el proceso de enseñanza y aprendizaje dentro y fuera del contexto
áulico.

La investigación también debe permitir comunicar y discutir los resultados y


descubrimientos con la comunidad estudiantil y sus compañeros, es decir, los docentes
se deben reunir en academias y colegios por campo disciplinar, institución y zona
escolar para compartir, analizar y comparar sus observaciones, experiencias y
anécdotas, de esta manera se incrementará el bagaje cultural y al mismo se mejorarán
las estrategias y métodos a utilizar en la práctica docente.

Pudiera haber maestros que vean la acción-investigación en su práctica docente como


una carga más a su trabajo, que consumiría tiempo fuera del horario escolar o de su
tiempo personal, sin embargo, no es así, el docente habrá que desarrollar habilidades
para organizarse y así registre sus observaciones en una bitácora o en un diario, esto
no le consumirá mucho tiempo, sólo es cuestión que animado por el deseo de mejorar
su práctica tenga la voluntad de hacerlo, y a través del tiempo irá conformando algo
que se asemeje a un cuaderno de apuntes.

“El docente debe ser un profesional de la docencia que tenga como punto de partida el
conocimiento y la reflexión de su tarea, de manera tal que pueda proveer a sus
alumnos y alumnas de condiciones favorables al logro de la experiencia del
aprendizaje, a partir del diseño de sus cursos” (González & Flores Fahara, 2000, pág.
14). Así, el docente puede definirse como un ser capaz de fundamentar sus acciones
en la observación, reflexión, comprobación y racionalidad, pero sobre todo, capaz de
mejorar constantemente el proceso de enseñanza-aprendizaje dentro de la escuela y
elaborar estrategias y técnicas funcionales y prácticas.

La reflexión llevada a cabo sobre la práctica del docente se puede traducir también
como un ejercicio de autoevaluación y que repercutirá en los resultados del desempeño
y aprendizaje de los propios alumnos. Es decir, al final del día, una semana, una
unidad, un semestre y un ciclo escolar, el docente debe hacer una reflexión sobre los
resultados obtenidos y registrarlos de manera ordena y sistemática, analizar aquello
que le fue funcional y lo que no, posteriormente compartirlo con sus compañeros para
enriquecer más su práctica docente.

Sin embargo, muchas de las veces esto no se hace, en ocasiones por la carga de
trabajo implantada por la burocracia, es decir, el maestro debe hacer sus planeaciones,
realizar proyectos, entregar informes, revisar trabajos de los alumnos, en fin, el maestro
siempre está ocupado, esa puede ser la argumentación de algunos; pero en otras
ocasiones el docente tampoco hace investigación de su práctica por la falta de
compromiso, vocación y visión, no lo hace porque nadie se lo pide, por esa razón no
siente la necesidad de hacerlo.

En conclusión, la investigación sobre el propio quehacer del docente puede ser un


medio que permita obtener mejores resultados en la calidad del aprendizaje de los
estudiantes y con ello corregir muchos errores que aún persisten en el sistema
educativo mexicano. El maestro puede investigar los resultados del proceso de
enseñanza y aprendizaje que aplica en el aula, las estrategias, los métodos, las
técnicas y las dinámicas que emplea, también puede investigar de manera sistemática
el contexto social, el nivel económico del lugar, los intereses de sus alumnos, el
desempeño escolar del ciclo anterior, las habilidades de sus estudiantes, los problemas
propios de la región en que se ubica la escuela y los estilos de aprendizaje; si el
docente realiza de manera efectiva y ordenada esta investigación, es seguro que la
formación de sus estudiantes será altamente significativa.
BIBLIOGRAFÍA

Car, W. (2007). El docente investigador en educación. Chiapas: Colección Selva Negra.

González, O. C., & Flores Fahara, M. (2000). El trabajo docente. México: Trillas.

Hernández, N. C. (2011). Investigación educativa, el caso de México. Recuperado el 28


de Junio de 2012, de http://www.eumed.net/rev/ced/27/nhc.htm

Rael, M. I. (2009). La investigación en la práctica docente. Recuperado el 27 de Junio


de 2012, de http://www.csi-csif.es/andalucia/modules/mod_ense/revista/pdf/Numero_17
/MARIA%20ISABEL_RAEL_FUSTER_2.pdf

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