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S
i bien es cierto que el fin de la enseñanza es que los
estudiantes aprendan, pero sucede que hay casos que
por muy bien que el docente enseñe, nunca podrá
garantizar que el dicente haya aprendido tales
contenidos y cumplido con el objetivo propuesto y
viceversa. La evaluación del aprendizaje no solo gira en
torno a decisiones metodológicas que son
independientes, sino que las debemos tomar en función
del curriculum (representa la demanda social, la que
indica lo que hay que conseguir) y la didáctica (es el
saber profesional, la que nos dice cómo enseñar y cómo
aprenden los alumnos/as).
Estos estilos de aprendizajes han evolucionado con la actualidad, ya que se realiza en forma
estructuralista, especialmente cuando se refiere al aprendizaje de conceptos, y tiene ciertas
características entre las cuales se puede decir que el aprendizaje matemático se realiza a
través de experiencias concretas, que el aprendizaje debe arrancar de una situación
significativa para los estudiantes, el estudiante requiere de procesos de abstracción en
ciertos modelos, en ocasiones el aprendizaje es significativo cuando se lleva a cabo por
descubrimiento, y finalmente que el estilo de aprendizaje matemático para todos los
estudiantes no es único.
Los nuevos desarrollos en evaluación han traído a la educación lo que se conoce como
evaluación alternativa y se refiere a los nuevos procedimientos y técnicas que pueden ser
usados dentro del contexto de la enseñanza e incorporados a las actividades diarias en el
aula. Dejando establecido que no hay un régimen estricto a la hora de evaluar, que el
proceso evaluativo es tan complejo que del mismo modo puede variar de un tema a otro, y
más aún si se considera que en determinado momento o grupo tal técnica evaluativa
fracasó.
Una de estas alternativas es el aprendizaje de contenidos matemáticos por competencias,
que desde este punto de vista se establece que no es lo mismo evaluar contenidos que
evaluar competencias, porque el contenido solo es un elemento de la competencia, así se
considera a alguien competente cuando en un contexto cotidiano, es capaz de activar o
hacer funcional “lo que sabe” para resolver una tarea matemática. En este mismo sentido, la
competencia matemática se define como la capacidad de un individuo para identificar y
entender el rol que juegan las matemáticas en el mundo, emitir juicios bien fundamentados
y utilizar las matemáticas en formas que le permitan satisfacer sus necesidades como
ciudadano constructivo, comprometido y reflexivo.