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Jose Antonio Pacheco Almanza, Universidad Mayor de San Andrés, Facultad de Ciencias
Sociales, Carrera de Arqueología, La Paz, Bolivia. (legendaj@hotmail.com)
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INTRODUCCIÓN
Para tal cometido, primeramente se debe realizar una revisión del concepto de
Paisaje, donde se podrá apreciar, que el paisaje (…que paisaje…) es más que una
forma física, sino que sobre ella descansan (descansa) un mundo de ideas. Por lo
tanto se puntualiza en el concepto manejado a lo largo del (en este artículo)
artículo.
Seguidamente, (no abuses del sufijo mente) En seguida, debido a que se trata de
un estudio a partir de la Arqueología del Paisaje, ¿otra vez? es necesario e
inevitable conceptualizarla, donde se destaca su definición, metodología, objeto y
objetivo de estudio. Para lo cual también se aclarará el concepto manejado en
esta oportunidad.
Con el transcurrir del tiempo, se tuvo otras connotaciones del término “entre los siglos XI y
XIV scape, proveniente de scieppan se entendió como escape, huida… [continua] en el
siglo XIII scapen, proveniente también de scieppan, tuvo la función de verbo (marcaje, de
marcar) y significaba señalar lo que se ve entre el follaje, entre la parte alta de la
vegetación y el suelo… [acota además] esta misma palabra tenía, además, la función de
sustantivo y significaba transgresión, resbalón” (PAGAN 2002:8).
Ahora bien, “scieppan, scape y scapen parecen provenir de la palabra griega skopos, que
aún significa visión” (PAGAN 2002:8).
Es oportuno aclarar en este punto, que la palabra landscape, está constituida a su vez por
dos palabras inglesas donde “land significa tierra, campo, terreno y scape puede significar
cualquiera de las acepciones que aquí hemos expuesto” (PAGAN 2002:9).
Después de realizar esta revisión epistemológica (?) e histórica del término, el autor
realiza la definición concreta del término paisaje, donde “La palabra scape parece tener
mayor claridad junto a land cuando se entiende a la primera como visión, pero también
como creación… [por lo tanto] la unión de estas dos acepciones nos remite a la acción de
figurar, donde están presentes la visión y reacción (sensorial y/o material)… [continua]
está intrínsecamente relacionada con los significados que se generan a partir de las
relaciones dialécticas que ocurren entre el paisaje, sus componentes (tangibles o no) y el
ser humano…[finalmente] nos permite entonces percibir o experimentar el entorno no sólo
por medio de la utilización del sentido visual sino también por medio de todos los demás
sentidos que los seres humanos poseemos” (PAGAN 2002:9).
Veamos ahora otra definición de paisaje, la cual nos permitirá contrastar dos perspectivas
para así poder plantear una definición. Entonces, se tiene que “el paisaje encierra varios
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niveles cuyos contenidos son difícilmente separables… [procede] un paisaje tiene dos
estructuras fundamentales, la espacial y la visual; la consideración de ambas supone a su
vez, la incorporación de los estudios de síntesis de los enfoques procesuales (explicar) y
de la aproximación perceptual propia de los enfoques postprocesuales (comprender,
captar)… [finalmente puntualiza las dos estructuras] el análisis de la estructura espacial,
muy vinculada a la Paleografía, se centra sobre todo en las relaciones económicas, de
poder de jerarquización social. La estructura visual pretende aprehender procesos
cognitivos, simbólicos y de comportamiento” (SANCHEZ et al 1996:389). (Sánchez, et al
1996:389)
Muy bien, debido a que el fin de este artículo no es discutir ni analizar la epistemología
(¿no es etimología?) e historia del término paisaje, no se pone en tela de juicio los
argumentos planteados por Jaime Pagan, con respecto a estos dos puntos.
Dada la aclaración. Planteadas estas dos definiciones de paisaje, se puede notar ciertas
congruencias, que son importantes para las intenciones de esta propuesta. Primero, en
ambos casos se hace referencia a que el paisaje está compuesto por ciertos elementos.
Segundo, de igual modo, ambas propuestas consideran a dos elementos principales.
Jaime Pagan, por un lado, señala que estos componentes son la visión y reacción que
están presentes en el paisaje; y Javier Sánchez et al, menciona las estructuras que están
presentes, lo espacial y lo visual. Dicho esto, ambos puntualizan una parte tangible e
intangible, objetiva y subjetiva, y espacial e ideológica.
En ese sentido, a lo largo de este artículo, se propone entender paisaje como: una porción
de terreno, cuyo entorno está compuesto de una parte espacial (montañas, ríos, bosques,
arquitectura, etc.) y otra ideológica (símbolos, significados), donde se da lugar a una
interacción con el ser humano, de modo tal que sin éste, no habría una carga ideología
sobre lo espacial.
Una breve reseña histórica nos permitirá ver el desarrollo de este enfoque arqueológico
esta arqueología. Los precursores fueron los paisajistas del siglo XIX, quienes se
desempeñaban en un terreno el ámbito de lo estético. Posteriormente siguieron los
geógrafos, con el objetivo de recolectar datos de observación. Durante el siglo XX, los
positivistas consideraron el territorio como elemento determinante en la organización
humana, y como espacio vital que modela a los pueblos, donde se puede apreciar un
enfoque adaptativo. A mediados del siglo XX surge la Landscape Archaeology con J.
Bradford, que muestra su interés por la arqueología de los paisajes. Y finalmente en La
Nueva Arqueología, con Renfrew y Clarke, el paisaje pasa de ser un simple entorno a ser
considerado como el conjunto de recursos que se encuentran en equilibrio con el grupo
social.
Yolanda Álvarez, proporciona las siguientes consideraciones, “La Arqueología del paisaje
considera al espacio no como un marco de los procesos históricos, o un elemento mas del
registro arqueológico… [continua] sino como un sistema integrado resultado de la acción
del hombre, donde los elemento que lo conforman son interdependientes y se
condicionan… [finalmente concluye] el estudio de las transformaciones del paisaje es
también el estudio de la evolución histórica de una comunidad” (ÁLVAREZ 1993:268).
La misma autora menciona el uso de herramientas y técnicas, que pueden ayudar al
estudio “la ventaja del uso de la fotointerpretación es que además de conocer la
localización de los yacimientos y su morfología, también permite observar el asentamiento
integrado dentro del espacio que ocupa… [también menciona] la fotografía aérea ofrece
ventajas para poder observar este fenómeno en su totalidad” (ÁLVAREZ 1993:269,271).
Las herramientas que permiten alcanzar nuestro objetivo propuesta desde la Arqueología
del Paisaje, se centra en “dos herramientas analíticas básicas: la deconstrucción y el
análisis formal… [procede a explicar la primera] la deconstrucción es una práctica
analítica que accede al sentido de una determinada construcción social no
reconstruyéndola, sino destruyéndola; de-construir es extraer los niveles que conforman
una realidad dada para descubrir su morfología y organización interna… [continua con la
segunda] el análisis formal o morfológico, es el análisis de las formas materiales
concretas que constituyen el paisaje, tanto las naturales (fisiográficas), como las
artificiales (materialidad producida por la acción social)” (GIANOTTI 2005:1).
Debido a que los conceptos tradicionales consideran a las construcciones como algo
estático, realizando sobre ellos únicamente, la descripción y tipologización. A lo cual se
debe realizar una ampliación del concepto “que permitiesen a los arqueólogos interpretar
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Arquitectura como paisaje cultural, que al igual que la Arqueología del Paisaje
“pretende superar la perspectiva determinista” (MAÑANA 2002:17). Debido a que
corrientes anteriores se ocupaban solo de realizar descripciones y tipologías de las
construcciones.
Sobre sus aportaciones metodológicas, dado que el fin de este articulo no es realizar un
análisis sobre la propuestas metodológica de esta nueva corriente, simplemente pasamos
a mencionarlas, de modo que las podemos resumir en los siguientes puntos:
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Rescatemos las palabras vertidas por María Constanza, quien se refiere a los Santuarios
de Altura, destacando el importante rol ideológico que desempeñaron estos lugares,
“montañas y lagunas ocupan un lugar de privilegio en las creencias y prácticas rituales
que pueblan el mundo andino… [enfoca ahora la atención a las montañas] las altas
cumbres son concebidas como moradas de deidades atmosféricas y espíritus de los
ancestros, a los que se cree íntimamente relacionados con la fertilidad y las lluvias…
[complementa] es por ello que el culto a las montañas relacionado con la fertilidad y la
lluvia tiene antigüedad milenaria en la cordillera de los Andes” (CONSTANZA 2003: 233).
Reforzamos esta idea con “las montañas andinas, en su carácter de huacas o lugares
sagrados, cumplían un rol destacado en los contenidos de las creencias religiosas
prehispánicas” (CONSTANZA 1999:27).
En las conclusiones, de la misma autora, se puede verificar, como cómo se reafirma esta
gran importancia ideológica que tienen los Santuarios de Altura, y lo que es también
importante, la relación que tienen con el paisaje, “ creencias generalizadas en el mundo
andino, tales como la de la sacralidad inherente a las montañas y lagunas de altura,
habrían contribuido a la elección de un paisaje como el de la cuenca de la Laguna Brava
para la construcción de escenarios ceremoniales de altura durante el período de influencia
Inca… [complementa] la construcción de un santuario de altura pudo haber sido
presentada ideológicamente como un gesto de homenaje del emperador inca hacia las
huacas locales y como parte del culto al Sol” (CONSTANZA 2003: 247,248).
Veamos ahora, un caso concreto en los Incas, “innumerables seres sobrenaturales eran
adorados por los Incas… [continua] cada accidente natural, cada fenómeno era
reverenciado y tomado como parte esencial de su vida... [añade] en el tiempo de los
Incas se daba por cierto que la gente se originaba en las montañas y otros accidentes
geográficos… [hace referencia a las ofrendas] las ofrendas más preciadas para los Incas
fueron las humanas, realizadas en las más altas cumbres de los Andes, las que recibían
parte de la Capaccocha, que incluía niños” (CHAVEZ 2001:284).
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Sin temor a equivocarnos, los Santuarios de Altura, poseen una fuerte carga ideológica,
que está ligada a las creencias religiosas. En las cuales se llevaron a cabo distintas
practicas ceremoniales, realizando ofrendas a las divinidades, con el fin de que estas
respondieran a sus peticiones. En muchas de estas cumbres, se puede apreciar que se
edificaron construcciones, donde se llevaron a cabo las ceremonias, como bien señala y
describe María Constanza en su libro “Cumbres Sagradas del Norte Argentino” (1999).
Con el fin de evitar cualquier tipo de confusión, repasemos de manera breve los
conceptos establecidos a lo largo de este artículo.
Paisaje, está definido como una porción de terreno, cuyo entorno está compuesto de una
parte espacial (montañas, ríos, bosques, arquitectura, etc.) y otra ideológica (símbolos,
significados), donde se da lugar a una interacción con el ser humano, de modo tal que sin
éste, no habría una carga ideología sobre lo espacial.
De todo esto podemos resumir, en las tres definiciones planteadas párrafos arriba, se
destaca que todas siguen una misma línea, donde se reconoce dos aspectos que se han
venido recalcando a lo largo de esta propuesta. La primera, lo espacial, donde encajan
todas las formas físicas que pueden ser observadas como huellas dejadas por los
individuos debido a las actividades del cotidiano vivir. La segunda, lo ideológico, donde se
contemplan todas las formas no físicas, es decir, estas no pueden ser observadas de la
misma forma que lo espacial, por el contrario es a partir de estas formas físicas que se
puede tener acceso a lo ideológico, debido a que todos estos símbolos y significados
concebidos por los individuos descasan sobre ellas.
En ese entendido, los Santuarios de Altura, como es bien sabido jugaron un papel
importante en el mundo prehispánico. Para un mayor entendimiento, tratemos un caso
concreto, “El complejo ceremonial de altura del Volcán Licancabur”, cuyo volcán está
situado entre la frontera de Bolivia y Chile, que fue estudiado por María Constanza en su
libro “Cumbre sagradas del noroeste argentino” (1999), esta elevación tiene una altura de
5.916m de altura, en cuya cima, aproximadamente a 5.900msnm se encuentra el
santuario, compuesto por 17 estructuras, que se encuentran dispersas cubriendo varios
cientos metros de extensión, este complejo esta atribuido al Periodo Incaico (1.470 – 1532
d.C.). Este ejemplo es muy apropiado, ya que no solo se trata de un lugar de altura, sino
que también presenta arquitectura.
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CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
Primeramente se debe mencionar, que esta se trata de una primera aproximación, donde
se trata de analizar lo espacial y lo ideológico de los Santuarios de Altura, tratando de
combinar los planteamientos de la Arqueología del Paisaje con los planteamientos de la
Arqueotectura. Sin duda las ideas vertidas y los planteamientos pueden ser mejorados y
reforzados con la revisión de mayor bibliografía. Para así poder establecer ideas mejor
estructuradas.
Por todo lo argumentado, podemos establecer las diferencias que existen entre las
corrientes procesuales y postporcesuales dentro de la arqueología. A diferencias de la
postura procesual, tanto la Arqueología de Paisaje como la Arqueotectura, incorporan el
aspecto simbólico para el estudio. Hemos observado como cómo la Arqueología del
Paisaje, desde la misma concepción del concepto de paisaje, hace el reconocimiento de
los aspectos que se han tratado a lo largo de este articulo, nos referimos a lo espacial y a
lo ideológico. De igual forma, la Arqueotectura, pone de manifiesto que en las
construcción están presentes lo ideológico.
Evidentemente, la Arqueología del Paisaje, por las características que presenta su marco
teórico, así como su metodología, sirve, en este caso para los Santuarios de Altura, como
marco de estudio para poder analizar los componentes planteados. Complementado con
la Arqueotectura, que permite la misma aproximación en las estructuras.
Sería interesante poder profundizar en el tema, para así tener mayor conocimiento de las
virtudes que nos puede brindar tanto la Arqueología del Paisaje como la Arqueotectura,
dado que por las concepciones que tiene en común, se complementan adecuadamente. Y
puede ser una herramienta interesante de análisis en aquello sitios arqueológicos donde
se encuentre construcciones, que obviamente se encontraran en un paisaje concreto.
trata de ver el uso de los fenómenos astronómicos por parte las sociedades antiguas. En
ese entendido, sería interesante poder ver si estos Santuarios de Altura, tuvieron algún
tipo de relación con los fenómenos astronómicos: tal vez ceremonias llevadas a cabo
cuando un determinado cuerpo celeste estaba sobre el cielo o quizá la observación de
grupos de estrellas a los que ellos daban un determinado significado.
Interesante tu trabajo, y es obvio que has tenido que revisar muchas fuentes. Creo que
haces mucho énfasis en las citas textuales, muchas de las cuales, por estar
fragmentadas, no son muy claras. Tu propio resumen estaba mejor. Para ser uno de tus
artículos pioneros está bien. Tienes que mejorar la redacción y expresar mejor tus ideas,
porque en el papel no hay presión ¿verdad?
En cuanto a tu concepción de la Arqueología del paisaje no hay mucho que decir: basta
con señalar las carencias respecto a lo simbólico de la escuela anterior y listo. Sin
embargo creo que no manejas adecuadamente las escalas de análisis de paisaje. Paisaje
no se reduce a un solo elemento del entorno físico-simbólico (como a un santuario) sino
que abarca todo lo demás, incluyendo al santuario.
De todos modos, está bien el artículo, tal vez deberías hacer más hincapié en lo del
santuario y sobre las construcciones (arqueotectura) del mismo en vez de otorgar tanto
espacio al significado etimológico del término paisaje. Felicidades.
BIBLIOGRAFÍA
HODDER, Ian
1994 “Interpretación en arqueología: corrientes actuales”
Editorial: Critica.