El modelo del aprendizaje social se concentra directamente en la
conducta y su relación con las condiciones ambientales que la afectan. La suposición básica de todas las versiones de este modelo es que la conducta se ve influida por el aprendizaje que se lleva a cabo en un contexto social.
Los antecedentes culturales o subculturales de cada individuo se
consideran como parte de su historia exclusiva de aprendizaje y desempeñan un papel significativo tanto en la aparición de las conductas "normales" como problemáticas.
Características comunes de los diversos del Aprendizaje Social:
1 Se subraya la importancia de la conducta mensurable y se toma como
el objeto de la Psicología clínica. Casi cualquier conducta puede ser el objeto de la aproximación del aprendizaje social; el único requisito es que haya una manera aceptable de medición.
2 Se acentúa la importancia de la influencia ambiental sobre la conducta
en oposición a otras influencias "supuestas" o hereditarias.
3 Los métodos y procedimientos de la ciencia experimental se emplean
como los medios principales para ampliar el conocimiento acerca de la conducta y su evaluación, desarrollo y modificación.
4 La evaluación clínica y las funciones del tratamiento están
íntimamente ligadas con los resultados de la investigación experimental realizada con seres humanos y animales.
5 La evaluación clínica y las funciones de tratamiento están íntimamente
integradas. Este modelo del aprendizaje social supone que los mismos principios de aprendizaje determinan tanto la conducta problemática como la no problemática y que, por lo tanto, la evaluación clínica se debe planear con el fin de determinar cómo aprendió sus actuales dificultades el cliente y cómo están siendo mantenidas para así preparar un aprendizaje nuevo, más adaptativo e individualizado.
El enlace del aprendizaje con los problemas clínicos: las
contribuciones de Dollard y Miller
Dollard y Miller partieron de la suposición de que los seres humanos no
nacen al mundo con instintos, sino con necesidades primarias (tales como alimentos, agua y oxígeno) que deben ser satisfechas. Además, dieron por sentado que cada persona aprende a satisfacer estas necesidades (y otras basadas en las primarias) de manera un tanto diferentes, que por consiguiente conducían al desarrollo de patrones individualizados de conducta.
Dollard y Miller emplearon conceptos freudianos como fenómenos
determinados ambientalmente y que era factible investigar y no como estructuras intrapsíquicas. Por ejemplo, consideraron que la indecisión o ambivalencia de una persona era el resultado de tendencias de aproximación o evitación incompatibles, en lugar del producto de un conflicto entre el id, el ego y el superego. Desde su punto de vista, el conflicto existe cuando una persona debe elegir entre dos o más respuestas opcionales.
B.F. Skinner y el análisis funcional de la conducta
B.F. Skinner quien argumenta que los constructos inobservables tales
como "necesidad" y "pulsión" no son necesarios para la comprensión de la conducta.
Skinner aboga por la observación y descripción de las formas como la
conducta se relaciona con sus antecedentes y consecuencias. Debido a que se enfoca principalmente sobre las relaciones funcionales, esta aproximación se denomina análisis funcional.
Como ejemplo de la forma como la aproximación analítica funcional de
la Psicología clínica elimina los constructos inferidos, considérese la idea de "necesidad". En vez de suponer que la conducta humana refleja varias necesidades (por ejemplo, "la conducta agresiva indica una fuerte necesidad de dominio"), la del modelo del aprendizaje social se fijaría en la relación entre, digamos, la conducta agresiva y sus consecuencias. Después de hacerlo de una manera sistemática, se podría discutir a favor de que la conducta agresiva de un cliente, se ha recompensado en el pasado y probablemente en el presente también, por lo menos periódicamente, y que no se requiere de otra explicación en términos de una necesidad interna. El cliente simplemente ha aprendido a comportarse de una manera agresiva.
Wolpe y Eysenck: el condicionamiento clásico
Estos autores estudian la aplicación de los principios del
condicionamiento clásico Pavlov, 1927; Hull, 1943 a la comprensión y eliminación del sufrimiento humano, en especial de la ansiedad.
Se argumentaría, por ejemplo, que un motivo parcial por el cual un
hombre evita temerosamente los eventos sociales es que ha tenido experiencias negativas en el pasado.
Por lo tanto, tanto el condicionamiento operante como el clásico pueden
estar implicados en la aparición de patrones conductuales específicos (Mowrer, 1939), pero Wolpe y Eysenck ofrecen un complemento a la posición principalmente operante de Skinner al centrar la atención en el condicionamiento clásico.
Albert Bandura y el aprendizaje observacional
Bandura probablemente es más famoso por la labor que ha realizado
sobre el aprendizaje observacional, a través del cual ha demostrado que los seres humanos adquieren conductas nuevas sin un reforzador obvio y hasta cuando carecen de la oportunidad para practicar el comportamiento. El único requisito para el aprendizaje puede ser que la persona observe a otro individuo, o modelo, llevar a cabo una determinada conducta. Más tarde, especialmente si el modelo recibió una recompensa visible por su ejecución, el que lo observó puede manifestar también la respuesta nueva cuando se le proporcione la oportunidad para hacerlo. En un experimento que ejemplifica lo anterior, Bandura, Ross (1963) prepararon situaciones en las que varios niños de edad preescolar observaban a unos modelos que atacaban vigorosamente a un muñeco "Bobo" o a otros que se sentaban tranquilamente en un sitio cercano al muñeco.
De acuerdo con su punto de vista, el comportamiento no se desarrolla
exclusivamente a través de lo que aprende el individuo directamente por medio del condicionamiento operante y clásico, sino que también a través de lo que aprende indirectamente (vicariamente) mediante la observación y la representación simbólica de otras personas y situaciones.
En el caso del hombre socialmente temeroso que se estudió en la última
sección, Bandura indicaría que por lo menos existen dos fuentes de incomodidad. Una fuente es externa e incluye los aspectos de las situaciones sociales en sí que señalan la ansiedad (por ejemplo, otras personas, invitaciones, risas), mientras que la otra es interna, o cognitiva. Esta segunda fuente consta de los pensamientos que haya generado el individuo temeroso acerca del acto de socializar (por ejemplo, "Haré el ridículo completo" o "Pasaré un rato terrible", los cuales pueden contribuir a que continúe evitando la situación.
La función que desempeñan las variables cognitivas, quizá, tiene un
lugar más importante en la teoría de aprendizaje social de Julián Rotter (1954), en la cual se subraya ampliamente la importancia de las expectativas en la actividad humana.