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Las dictaduras militares argentinas

19 de febrero de 2007 Publicado por Hilda

Cuando se interrumpe la normal aplicación de las normas constitucionales sustituyendo a un gobierno de iure (de derecho,
de acuerdo a la ley) toman el gobierno funcionarios de facto (de hecho, sin legitimidad jurídica). La mayor parte de los
gobiernos de facto asumieron por un golpe de estado. Esto ocurre cuando un grupo de personas, apoyándose en la fuerza,
derrocan al gobierno democráticamente elegido (por el voto popular), aduciendo una “razón de estado” o un “estado de
necesidad” para hacerlo.

Un golpe de estado es, entonces, un pronunciamiento contra las


autoridades constituidas para reemplazarlas por otras, que no busca
generar transformaciones y que habitualmente beneficia a una oligarquía o
grupos conservadores. Se diferencia de una revolución en que ésta, sí
intenta transformar profundamente la sociedad, debido a que quienes
toman el poder pertenecen a un grupo social que antes estaba marginado
del mismo.

No hay justificación legítima para los golpes de estado, ya que la


Constitución tiene previstos los casos de crisis, como la conmoción interior,
la sedición y el caso extremo del ataque exterior, para los cuales se puede declarar el estado de sitio.

El gobierno resultante de un golpe de estado se llama, como dijimos, de facto o de hecho, por la forma como consiguen
asumirlo, que es por la fuerza, como contrario al gobierno de derecho o de acuerdo a la ley, que es por elección popular.
También se los denomina dictaduras, en cuanto al modo de ejercicio del mando, que es con poder ilimitado, sin ningún tipo
de control.

En las dictaduras, el poder está concentrado en manos de una persona o de un grupo de individuos que reúnen todos los
poderes del estado, contrario al ideal democrático de la división de poderes, ya propuesto por Montesquieu en el siglo XVIII,
que permite el control de los poderes entre sí. En este caso es el gobernante quien decide sobre la persona y bienes de sus
gobernados cuya conducta se limita a obedecer.
El primer gobierno de facto, tras la jura de la Constitución Nacional Argentina de 1853, fue el del general Bartolomé Mitre,
que asumió tras haber ganado la batalla de Pavón en septiembre de 1861.
En el siglo XX existieron una serie de insurrecciones militares que quebraron el orden constitucional.

Si bien el democrático gobierno de Hipólito Yrigóyen había sido elegido por una amplia mayoría, los opositores se habían
ocupado de hacer una campaña de desprestigio tal, que nadie reaccionó ante el levantamiento que llevó al poder al
general José Félix Uriburu, que fue reconocido como presidente de facto por la Corte Suprema de Justicia en una Acordada
(nombre que reciben las decisiones de este alto tribunal) del 10 de septiembre de 1930.
Uriburu fue el iniciador de lo que más tarde se haría una costumbre, asumir la calidad de legislador a través del dictado de
decretos- leyes. Las leyes son las que emanan del órgano natural destinado a su creación: el Poder Legislativo, los
decretos-leyes son las normas que surgen del Poder Ejecutivo, que sólo constitucionalmente podría hacerlo en caso de
necesidad o urgencia con la aprobación posterior del Legislativo.
Su mandato fue conocido como la “década infame” por las atrocidades cometidas, como el asalto al comité central de la
UCR (Unión Cívica Radical) partido al que pertenecía el ex presidente Yrigóyen, en cuyo domicilio ingresaron, y quemaron
sus pertenencias.
Disolvió el Congreso nacional (ya dijimos que las leyes emanaban ahora del Poder Ejecutivo como decretos-leyes),
intervino las provincias, implantó el estado de sitio y la ley marcial (las personas imputadas de algún hecho delictivo son
juzgadas por autoridades y tribunales militares). Clausuró diarios, reprimió sindicatos y permitió la tortura a opositores.

Un nuevo golpe de estado se produjo en 1943, contra el presidente Castillo, y el nuevo gobierno también fue reconocido
por una Acordada de la Corte Suprema de Justicia.
El primero en asumir, el general Rawson, estuvo menos de tres días a cargo del gobierno, asumiendo el general Pedro
Pablo Ramírez que gobernó durante ocho meses, siendo desplazado por su vicepresidente, el general Edelmiro Farrell, el
24 de febrero de 1944.
En esta etapa comienza a surgir una figura que más tarde, descollaría en el escenario político: Juan Domingo Perón, que
en ese momento revestía el grado de Coronel, quien ocupó la Secretaría de Trabajo, el Ministerio de Guerra y la
Vicepresidencia de la Nación.
El presidente de facto, Farrell, hizo renunciar a Perón, en su candidatura a las próximas elecciones y lo confinó a la isla
Martín García. En su apoyo, las masas populares, que veían en Perón el protector de sus derechos laborales, se levantaron
el 17 de octubre de 1945 e invadieron el centro histórico de la ciudad de Buenos Aires. Obtuvieron como resultado la
libertad de Perón, el restablecimiento de las libertades y de los partidos políticos, y la anticipación de las elecciones
generales para febrero de 1946.

El golpe de estado de 1955, conocido como Revolución Libertadora, fue dirigido contra Perón, a quienes los golpistas
acusaron de dictador, de abuso del uso de la fuerza y de humillación a sus conciudadanos. También de aniquilar los
derechos y garantías constitucionales y gobernar a su capricho.

El golpe fue realizado por distintos sectores. Tomó el gobierno el general Eduardo Lonardi, quien al asumir disolvió el
Congreso y designó nuevos ministros en la Corte Suprema de Justicia, adictos a sus órdenes, concentrando de ese modo
los tres poderes del estado. A pesar de afirmar que no habría vencedores ni vencidos, se ensañó con el peronismo
tomando sus locales gremiales.

Sin embargo, dentro de los mismos militares, había discrepancias. La oposición liberal que quería ingresar al FMI (Fondo
Monetario Internacional), triunfó, por lo que se relevó al militar nacionalista Lonardi, por otro militar liberal, el general Pedro
Eugenio Aramburu. Éste inicio la llamada “política gorila” contra el peronismo, tratando de hacerlo desaparecer.
Otra dictadura surgió el 29 de marzo de 1962, y fue contra el gobierno constitucional de Frondizi, quien había asumido en
1958, por un pacto con el peronismo, por el cual se comprometía a legalizar a ese partido.

Durante su gobierno, Frondizi, sufrió la presión constante de los militares, que le obligaron, entre otras cosas, a declarar el
estado de sitio y a romper relaciones diplomáticas con Cuba.

Al ser depuesto por las fuerzas armadas y conducido detenido a la isla Martín García, asumió como Presidente, el
Presidente del Senado, José María Guido, quien convocó a elecciones, asumiendo en 1963, Arturo Illia con sólo el 25 % de
los votos. Con tan poco apoyo popular, se pudo montar una campaña de desprestigio que precipitó el golpe, que llevó a
cabo el general Juan Carlos Onganía el 28 de junio de 1966.
La intención del gobierno radical, de permitir la participación del peronismo, fue el detonante para la toma del poder por los
golpistas, en la llamada Revolución Argentina.

El gobierno de Onganía tuvo ciertas particularidades. La mayoría de los gobiernos de facto asumían para recomponer la
situación y convocar nuevamente a elecciones, en este caso, Onganía llegó para quedarse.

Nunca aseguró que cumpliría la Constitución ni que su gobierno fuera provisional. Las leyes supremas fueron el Acta de la
Revolución Argentina y el Estatuto de la Revolución Argentina.

A partir de 1968, comenzó su accionar la guerrilla, de ideología comunista, formándose, por ejemplo, la organización
Montoneros, en 1970. Estos grupos subversivos, que querían desestabilizar el gobierno para alcanzar el poder e imponer
su propia concepción de justicia, atacaron instalaciones armadas para proveerse de material bélico, secuestraron
empresarios, asaltaron Bancos para obtener fondos, o asesinaron a figuras políticas o militares, que consideraban tenían
un accionar repudiable. Si bien sus propósitos eran loables, como una más justa distribución de la riqueza, los medios
usados eran violentos.

En 1970, Onganía fue reemplazado por un golpe interno militar, asumiendo el general Roberto Marcelo Levingston, quien a
su vez fue reemplazado, en 1971, por Alejandro Agustín Lanusse designado por la Junta de Comandantes, quien convocó
a elecciones.
Se sucedieron los gobiernos constitucionales de Héctor Cámpora, representante del peronismo, ya que Perón estaba
excluido, quien asumió el 25 de mayo de 1973, y que duró 49 días, dando lugar a la elección de Perón, asumiendo bajo la
fórmula Perón-Perón, ya que su vicepresidente, era su segunda esposa, María Estela Martínez de Perón.
Mientras tanto la guerrilla continuaba creciendo en su accionar. El ERP (Ejército revolucionario del Pueblo) no era
peronista, y siguió con sus métodos violentos durante el régimen constitucional, e iniciando en 1974 la guerrilla en
Tucumán.

Los Montoneros, que habían luchado por el regreso de Perón, no contaban ahora con su apoyo.

En 1974, los Montoneros, durante el acto del 1 de mayo, cantaron consignas despectivas hacia la vicepresidente, siendo
echados por Perón, y comenzaron a actuar desde la clandestinidad.

A la muerte de Perón, su viuda, ocupó la presidencia pero de modo simbólico ya que la mayoría de los asuntos de
gobiernos fueron decididos por López Rega, que había asumido en mayo de 1973 como Ministro de Bienestar Social. Éste
había fundado la Triple A (alianza anticomunista argentina) para luchar contra la guerrilla. El ministro de Economía,
Celestino Rodrigo, impuso una política económica ultra liberal, devaluando la moneda al 100%, provocando una grave
inflación. Ambos fueron expulsados del gobierno en julio de 1975, mientras se preparaba el golpe de estado de 1976. La
crisis política, económica y social era insostenible. La inseguridad se había apoderado de todos los ámbitos de la vida
ciudadana.

El golpe del 24 de marzo de 1976, colocó en el mando a la Junta Militar, otorgándole la suma del poder, que gobernó en
contra de la Constitución y por ende de los más sagrados derechos humanos, inclusive la vida, ya que durante su
permanencia en el poder se produjeron hechos terribles, justificados por la lucha antisubversiva, que incluyeron secuestros
de personas sospechadas de guerrilleras, torturas, apropiación de bebés de las mujeres que parían en cautiverio y luego
eran muertas, pasando a integrar una lista llamada “de desaparecidos”, junto a muchos miembros de la ideología de
izquierda o sospechados de serlo.

La Junta Militar suspendió toda actividad política y gremial y estableció un control ideológico en las escuelas.

Estuvo integrada en su asunción, por el Teniente General Videla, Comandante General del Ejército, el Almirante Emilio
Massera, Comandante General de la Armada y el Brigadier General Orlando Ramón Agosti, Comandante General de la
Fuerza Aérea.
Fue en 1983 cuando se restableció el orden constitucional al asumir democráticamente el Dr. Raúl Ricardo Alfonsín, con el
52% de sufragios. A partir de entonces no hubo interrupciones al sistema democrático.

La División de Poderes
4 de mayo de 2008 Publicado por Hilda

Entre las formas de gobierno, una característica de los sistemas democráticos es la división de poderes, cuyo fundamento
se halla en la teoría elaborada por Montesquieu, en su obra “El espíritu de las leyes” en el siglo XVIII, inspirada en el
gobierno inglés, donde sienta la tesis de que concentrar todos los poderes en una misma persona, lo torna omnipotente, y
es necesario el control del ejercicio de su mandato, ya que según su opinión todo el que detenta el poder tiende a abusar
del mismo.
Tiene como antecedente remoto de su
pensamiento, la obra de Aristóteles, en el siglo
IV a . C. quien en su “Política” ya había
expuesto la necesidad de dividir las funciones
entre los órganos deliberativos, administrativos
y de justicia, aunque sin hablar de recíproco
control entre ellos, para garantizar la libertad
individual, frente al abuso del poder.

Otro aporte a su pensamiento más inmediato, es el que realiza John Locke (siglo XVII) quien distingue entre Poder
Legislativo (el de mayor poder, con el límite del respeto a la ley natural) Poder Ejecutivo (que cumple los mandatos del
legislativo y aplica las leyes, incluyendo la función judicial dentro de este poder) y el Poder Federativo (encargado de las
relaciones exteriores y la seguridad).
Así Montesquieu, vuelve a hablar de separación de poderes, pero aunque fue el ideólogo de la Revolución Francesa, que
consagró el sistema democrático, él no radica la soberanía en la totalidad del pueblo. Distingue entre gobiernos
republicanos y monárquicos. En los primeros el pueblo ejerce la soberanía, si es todo el pueblo en su conjunto, es una
República Democrática pero si solo es ejercida por los mejores es una República Aristocrática. La otra forma de gobierno
es la Monarquía, o poder de uno solo, que según Montesquieu, degenera habitualmente en despotismo por abuso de
poder, como ocurría en Europa en ese tiempo, donde los monarcas absolutos concentraban todo el poder, argumentando
como fuente de legitimidad que se lo había entregado Dios.
No era partidario de un sistema republicano, sino de las Monarquías Parlamentarias, que combinan, según su opinión lo
mejor de ambas formas de gobierno, opción que eligieron los girondinos, dentro de los dos grupos que conformaron la
Asamblea Nacional, durante la Revolución Francesa.
Esos poderes los denomina: Poder Legislativo, el que hace las leyes por un tiempo, o a perpetuidad y corrige las que están
hechas o las deroga, cuando ya son inútiles. El Poder Ejecutivo es el que decide en las relaciones exteriores, la paz o la
guerra, se ocupa de la seguridad territorial, y de las relaciones exteriores enviando o recibiendo embajadores. El Poder
Judicial es el que se ocupa de dirimir conflictos entre particulares y castigar los delitos. Estos poderes deben conservar su
independencia, para ejercer recíproco control, y estarán obligados a actuar de común acuerdo, limitándose en casos de
abuso, al resolver los problemas que se produzcan en el curso normal de los hechos.

En Inglaterra, estado que tomó como modelo de gobierno, que había establecido una Monarquía Parlamentaria, las
funciones estaban distribuidas de la siguiente manera: El Poder Ejecutivo, a cargo del Rey, el Legislativo, depositado en el
Parlamento (el que poseía el mayor poder) y el Judicial en la Corte inglesa.

Una nueva elaboración de esta teoría la realiza Emmanuel Sieyès, en plena Revolución Francesa. La forma de gobierno
propiciada por Montesquieu es la base del estado liberal, con preferencia de la clase burguesa, y aristocrática. Sieyès,
expuso en su obra, publicada en 1789, las bases para la constitución del Estado Social de Derecho, donde la soberanía va
a residir en la voluntad de la mayoría popular, desapareciendo el poder de las oligarquías y extendiendo la participación
popular en el sufragio. En la división de poderes va a existir mayor colaboración, además del control, y el Poder Legislativo
deja de tener preeminencia, estando limitado por la Constitución, ley suprema en la jerarquía de las leyes.
El pueblo aparece ahora como depositario del poder constituyente, que aprueba la norma suprema constitucional y elige a
los gobernantes, que ejercen los poderes constituidos, por su mandato.

EL ENCUENTRO
La batalla se produjo en Pavón, en la Provincia de Santa Fe, el 17 de septiembre de 1861.

Urquiza se había instalado con 17.000 hombres, en las nacientes del arroyo Pavón, contando con el apoyo de Virasoro,
Francia, Saá y López Jordán.

Mitre acampó al sur del arroyo del Medio, con 15.400 efectivos. Junto a él, se disponían a la lucha, Paunero, Venancio
Flores, Hornos y Emilo Mitre.
La fuerza de los porteños se basaba sobre todo en la infantería. La caballería de la Confederación era mucho más efectiva,
lo que se demostró en el campo de batalla donde la poca caballería porteña, sucumbió casi de inmediato.

En forma súbdita, Urquiza, en el fragor de la lucha, decidió retirase del campo de batalla, viendo que su infantería había
sido derrotada en el centro, y se habían perdido 32 cañones.

La Década Infame
17 de julio de 2007 Publicado por Hilda

CONTEXTO HISTÓRICO

Se conoce con este nombre el período iniciado el 6 de septiembre de 1930, cuando el general José Félix Uriburu, se
apoderó del gobierno por un golpe de estado derrocando al presidente constitucional, Hipólito Yrigoyen. A él le sucedieron
otros gobernantes que aplicaron una política contraria a los derechos humanos, como Agustín P. Justo, Roberto M. Ortiz y
Ramón Castillo. Era una época difícil, la de la crisis de 1929, que había puesto en duda la efectividad de los sistemas
democráticos y liberales para enfrentar las grandes crisis.
PRESIDENCIAS DE LA DÉCADA INFAME

El gobierno de facto instaurado por Uriburu, fue reconocido como


tal, por una acordada de la Corte Suprema de Justicia de la Nación
de fecha 10 de septiembre de 1930, reconociéndole validez a sus
actos, en el desempeño de las funciones ejecutivas, pero sin
otorgarle facultades legislativas ni judiciales. Aunque sin la
autorización de Uriburu, los golpistas que lo apoyaron, realizaron
una hostil persecución de los partidarios del gobierno depuesto, que
representaba a la Unión Cívica Radical, que debió soportar el asalto
de su Comité Central. El mismo Yrigoyen sufrió un ataque personal
al ingresar estos golpistas a su domicilio y quemar sus efectos personales. El diario “La Calle” fue también incendiado y el
periódico “La Época” fue ametrallado.
Si bien legalmente el ejecutivo no podía dictar leyes, de hecho, los decretos-leyes fueron usuales en esa época. Los
decretos-leyes son las normas legales emanadas del Poder Ejecutivo sin que se siga el procedimiento establecido
legalmente para la sanción de las leyes. La Corte Suprema se pronunció en contra de los decretos-leyes, pues si bien la
necesidad impulsaba a otorgarles a los funcionarios de hecho las atribuciones de los que ejercieran el poder por mandato
democrático, no se justificaba que posean atribuciones mayores, como las de establecer o modificar impuestos.

Admirador del régimen fascista, Uriburu, quería contar en el Parlamento (Poder Legislativo) no con representantes del
pueblo de la nación y las provincias, sino con exponentes corporativos, que representaran los poderes de hecho o fuerzas
vivas nacionales, como la Iglesia, los sindicatos, el ejército, las empresas, etc. No pudo imponer su idea, y disolvió el
Congreso. Estableció el estado de sitio (suspensión de las garantías constitucionales por un tiempo limitado mientras dure
la situación de crisis) y la Ley Marcial (esta ley implicaba que las personas y las cosas estaban sometidas a la justicia militar
para su juzgamiento) además intervino las provincias y los jueces opositores fueron exonerados.

Su política represora, se dirigió contra todo lo que vulnerara el orden, la seguridad y el control absoluto por parte del estado.
Así, los conflictos obreros fueron violentamente sofocados, para lo cual creó un organismo especial y privado llamado la
Legión Cívica. Se persiguió a los anarquistas, algunos de los cuales fueron fusilados y otros deportados, muchos diarios
fueron clausurados y los sindicados reprimidos.

La caída de Yrigoyen perteneciente al radicalismo fue bien vista por el Partido Socialista y el Comunista, ya que lo
consideraban fascista, pero cuando asumió el gobierno de facto, consideraron, viendo su accionar, que ése era realmente
el régimen que debían cuestionar. Muchos dirigentes socialistas resultaron presos luego de realizar reclamos y protestas
contra el gobierno.

El 5 de abril de 1931, Uriburu hizo un llamado a elecciones considerando que los radicales, luego del gobierno de Yrigoyen
habían perdido apoyo popular. Pero el error se hizo evidente cuando el candidato del radicalismo, Honorio Pueyrredón, se
alzó con el triunfo en la provincia de Buenos Aires. Como no le convenía a Uriburu ese resultado, los comicios fueron
anulados, llamándose nuevamente a elecciones pero proscribiendo al líder radical Marcelo T. de Alvear. La Unión Cívica
Radical, volvió a abstenerse de intervenir en las elecciones hasta 1935, dada la situación de fraude electoral. Como partido
opositor al gobierno dictatorial se constituyó la Alianza Democrática Socialista, integrada por la fusión de los partidos
Socialista, y Demócrata Progresista.
Los nuevos comicios, dominados por el fraude electoral consagraron como Presidente al general
Agustín P. Justo en 1932, quien ejerció un mandato corrupto y ligado a los intereses británicos,
gobernando con sentido paternalista y conservador. Durante su gestión, el vicepresidente Julio A.
Roca (hijo) firmó el pacto Roca-Runciman con Inglaterra, por el cual se aseguraba la exportación
de carnes a ese país a un precio bajo, y otorgando concesiones que restringían el ejercicio de la
soberanía nacional, como por ejemplo, otorgar a ese estado el monopolio de la Coordinación de
Transportes, y el de los Bancos, ya que se creaba un Banco Central Mixto, con predominio de
Inglaterra en las cuestiones financieras argentinas.

En septiembre de 1937 nuevas elecciones signadas otra vez por el fraude, consagraron
presidente a Roberto M. Ortiz, radical antipersonalista. Como vicepresidente fue designado el
conservador Ramón S. Castillo, quien pronto asumió la presidencia por la enfermedad de Ortiz. Esta fórmula había
derrotado a la radical de Marcelo T. de Alvear- Enrique Mosca, en comicios irregulares donde se sucedieron los heridos y
los muertos durante tiroteos registrados en las provincias de Mendoza, Santa Fe y Buenos Aires. Roberto Ortiz era síndico
de la empresa Tornsquist, vinculada a los ferrocarriles ingleses.

Los miembros de la Alianza Democrática Socialista comenzaron a ganar bancas en el congreso, como ya había sucedido
con el Partido Socialista, personas que lucharon contra las injusticias a que estaban sometidos los más humildes. Por
iniciativa de Alfredo Palacios (socialista) se aprobaron leyes protectoras de la minoridad, de la maternidad, de los
accidentes laborales y se denunciaron negociados.

Sin embargo no todos los políticos lucharon por restablecer una democracia limpia, habiendo un sector de la Unión Cívica
Radical que se mantuvo aliada al gobierno para obtener réditos para su campaña partidaria, lo que condujo a que el pueblo
descreyera de la clase política creándose una apatía cívica.

EL GOLPE DE ESTADO DE 1943

Esta sucesión de malos gobiernos trajo como consecuencia la preparación de un golpe de estado que estuvo a cargo del
GOU (Grupo de Oficiales Unidos) de ideología católica, anticomunista y nacionalista. Fueron apoyados por FORJA (Fuerza
de Orientación Radical de la Joven Argentina) constituida en 1935, por aquellos que se separaron de la Unión Cívica
Radical. Eran seguidores de Yrigoyen y sus ideas eran nacionalistas y antiimperialistas. El golpe de estado se produjo ante
la indiferencia de la ciudadanía. Castillo fue derrocado y asumió el general Rawson que duró en el mando tan solo tres
días. Así se fueron sucediendo gobernantes efímeros mientras comenzaba a surgir en la esfera política y dentro del propio
gobierno de facto, quien sería un líder indiscutido, carismático y controvertido de la política argentina: Juan Domingo Perón.

El golpe de estado de 1943


27 de enero de 2009 Publicado por Pedro

El Golpe de Estado del 4 de junio de 1943 es el punto de partida del proceso histórico que se conoce como la Revolución
del 43 o Revolución Nacional y que posibilitará la llegada al poder tres años más tarde de Juan Domingo Perón.
Para comprender los orígenes del pronunciamiento militar de 1943 hay que retroceder hasta la década de los años 30 del
siglo pasado.
En 1930 un golpe de estado encabezado por José Félix Uriburu derrocó al gobierno de Hipólito Irigoyen y situó a la
oligarquía en la cúspide del poder político y económico de la sociedad. Se inaugura un período de la historia argentina
conocida como la “Década Infame” o “Restauración Conservadora” y que se caracterizará por ser una etapa en el que
los sucesivos gobiernos basarán su poder en el establecimiento de un sistema político represivo y marcado por la
corrupción. Se alternarán en el poder hasta cuatro presidentes: el General José Félix Uriburu, el General Agustín Pedro
Justo, el abogado Roberto Ortiz y por último Ramón Castillo.
Paralelamente a esta etapa, el desarrollo económico y social en Argentina había producido una diversificación en los
planteamientos ideológicos en amplios sectores de las Fuerzas Armadas, aunque no sólo el ejército se vería afectado por
estos cambios. En este contexto se encuadra el GOU (Grupo de Oficiales Unidos) un grupo de aproximadamente veinte
militares de ideología antimarxista, neutralista, fuertemente nacionalista y contrario a la corrupción endémica en la mayoría
de los gobiernos conservadores precedentes de la “Década Infame“. Los historiadores han tratado de dilucidar, a veces en
medio de grandes controversias, la capacidad y voluntad de este grupo para avanzar en la revolución posterior al golpe de
estado del 4 de junio de 1943.
El golpe de estado fue liderado por los generales Pedro Ramírez y Arturo Rawsonprincipalmente. El 4 de junio salió
desde el Campo de Mayo un contingente militar de 8.000 hombres encabezado por los generales Arturo Rawson y Elbio
Anaya que se dirigieron a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde fueron repelidos en un primer momento
por fuerzas leales, partidarias del gobierno vigente. Conquistada la ESMA y tras salir hacia Uruguay el presidente Ramón
Castillo, Arturo Rawson asume el cargo de presidente de la nación. Salvo algunas excepciones el golpe fue bien recibido
por la mayor parte de la sociedad.
Entre los factores a tener en cuenta a la hora de entender el Golpe de Estado de 1943 y el posterior proceso revolucionario,
no se puede soslayar la influencia de acontecimientos externos como el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la toma
de posiciones a favor de la estricta neutralidad o bien el apoyo a uno u otro bando contendiente. A este respecto, Argentina
que siempre se había caracterizado por mantener una postura neutralista se verá presionada por los Estados Unidos de
América para que declare la guerra al Eje(Alemania, Italia y Japón).
Con el éxito del pronunciamiento surgieron las primeras discrepancias en el seno de los golpistas. La negativa de los
militares de permitir a Arturo Rawson que incluyera en su gobierno a algunos miembros pertenecientes al anterior
gobierno derrocado, provocaron su renuncia al cargo, que fue ocupado por el general Pedro Pablo Ramírez que detentaría
la jefatura de la nación durante ocho meses. En febrero de 1944, fue desplazado por Edelmiro Julián Farell el cual,
prescindiendo de la tradicional neutralidad argentina, declaró la guerra a Japón y Alemania en 1945.
Pese a que existieron rivalidades internas por dirigir el proceso revolucionario, motivadas principalmente por el debate de
mantenerse neutral o declarar la guerra al Eje, lo destacable es también que adquieren protagonismo algunos grupos
sociales y políticos que hasta aquel momento no había tenido un papel más que secundario en la historia de Argentina. El
caso más notorio es el de los sindicatos de tendencias izquierdistas que merced a una alianza con sectores del ejército,
cuya figura principal era Juan Domingo Perón, conformaron una corriente laborista-nacionalista. Es necesario mencionar
que el auge del movimiento obrero fue una consecuencia del extraordinario desarrollo industrial acaecido en los años 30 en
el territorio argentino. Todo este proceso conllevará a la postre una progresiva polarización social que con la llegada al
poder de Juan Domingo Perón se agudizaría en las corrientes opuestas de Peronismo y Antiperonismo.
Finalmente el 24 de febrero de 1946 finalizó la dictadura militar que dio paso a unos comicios democráticos en los que salió
triunfador el general Perón con el 56 % de los votos , bajo la bandera del Partido Laborista.

Fondo Monetario Internacional


20 de octubre de 2008 Publicado por María Celia

El Fondo Monetario Internacional (Internacional Monetary Fund) fue creado en 1945. Su origen se remonta a “La
Conferencia Monetaria y Financiera Internacional de las Naciones Unidas y Asociadas” realizada en 1944, cuyas
resoluciones adoptadas por los Acuerdos de Bretton Woods delimitaron ciertas reglas para el funcionamiento de la
economía internacional, con el fin de evitar una nueva crisis como la ocurrida en el 29 y asegurar cierto crecimiento
sostenido y paridad entre las naciones. Estados Unidos, gran acreedor de la Segunda Guerra Mundial, fue quien impulsó su
creación. En los finales de la Segunda Guerra Mundial, muchos países estaban a punto de ser derrotados, América Latina
era permeable a las decisiones de Washington y el bloque Comunista participó en la conferencia pero no ratificó el acuerdo.
Allí, 44 naciones decidieron la creación del FMI , el Banco Mundial y la adopción del dólar como moneda internacional.

Un año más tarde quedaba constituido el FMI cuyos objetivos eran reducir la pobreza, fomentar el comercio internacional y
proveer de políticas de cambio sostenibles, mediante una institución fuerte de carácter intergubernamental.

El propósito de su creación era colaborar con los países ante posibles crisis monetarias, ayudándolos a tomar medidas que
favorezcan su recuperación. Del mismo modo, naciones en crisis podrían solicitar préstamos a este organismo,
comprometiéndose a su rápida devolución para que de este modo esos mismos fondos puedan volver a ser destinados en
caso de necesidad.

Asimismo, en sus estatutos se indica que otra de sus funciones es la de capacitar y asistir técnicamente en diferentes áreas
como políticas fiscal, monetarias y estadísticas. Lo que quiso asegurar la creación de este organismo fue un equilibrio en el
crecimiento de las economías mundiales, asegurando el empleo y el ingreso real.

Como uno de los organismos especializados de las Naciones Unidas, tiene su sede en Washington, formada, en total, por
181 países miembros, entre los que se distinguen: 24 países industriales, 130 emergentes, 27 compuestos por ex URSS,
Europa del Este y Europa Central.
Actualmente, la gestión del FMI es fuertemente cuestionada por muchos especialistas quienes consideran que la aplicación
de ciertas políticas colaboran en el empobrecimiento aún mayor de países emergentes que ven mermada su economía
interna y la redistribución del ingreso en virtud de las obligaciones impuestas para el pago de los préstamos, provocando la
desaceleración de la industria y, en algunos casos, su desaparición.

Joseph Stiglitz, ex vicepresidente del Banco Mundial (1997-2000) y Premio Nobel de Economía 2001, es considerado uno
de sus más críticos acérrimos. Las ideas de Stiglitz, cabe mencionar, se orientan hacia un neo keynesianismo,
promulgándose en contra de la globalización.

Entre las condiciones impuestas, el FMI solicita a los países que toman compromisos crediticios, la reducción del gasto
público, la privatización de empresas (a menudo consideradas fuente de déficit) y la eliminación de restricciones al capital
privado internacional.

En tal sentido, se acusa al Fondo de dirigir las políticas económicas y sociales de los países subdesarrollados, instaurando
en ellos una política de corte neoliberal, que beneficia a los grandes capitales.

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